La Tormenta del Fin del Mundo

La Tormenta del Fin del Mundo  Una oscura noche de noviembre, en plena primavera, hubo una terrible tormenta. Se decía al comienzo, que el tornado “Annabella” que había azotado ya las costas al norte de los Estados Unidos, había invocado de alguna forma los rayos y la lluvia. Pero por supuesto, esta no era una tormenta cualquiera. Cuando llovía muy fuerte, se formaba un fuerte viento que generaba un remolino de agua, como un tornado. Cuando los rayos que azotaban playas, ciudades y campiñas eran muy fuertes, se generaban estruendosos terremotos y la tierra se abría, dejando ver un profundo y oscuro abismo, del que salía un vapor rojizo, proveniente del calor del centro del mundo. A nadie le quedaban esperanzas de sobrevivir a esa desgracia, pero pronto comenzaron a pensar, y tanto piensa que te piensa, llegaron a una conclusión, más bien, una sospecha. ¿Sería la contaminación la causante de tal calamidad? Se corrió la voz, las esperanzas renacieron y crecieron, y la gente optó por dejar de contaminar, para probar un diferente resultado. Y valió la pena. La Tormenta comenzó a disiparse, las almas se alegraron y festejaron. Lo habían logrado. Después de tres meses de desesperación y dolor, recuperaron la armonía, pero aprendieron a no contaminar, apreciar la naturaleza y, sobre todo, cuidarla.