Devorada 50
Diciembre estaba ventoso día veinticuatro. Caminé por la calle central de la entrada principal del cementerio. Con el rabillo del ojo vi una capilla que se erguía ante el poder divino. El sol bañaba los árboles y el viento con sus hojas, pequeñas mecedoras frágiles, bordadas las nervaduras claras y con un delicado relieve. A la derecha, el ritual de un funeral. Ahí se veía la vida. Caras de hipocresías, los ojos del amor hinchados de llorar lo inexorable. Estaba la culpa, la impresión El desconsuelo en enojo, la lástima. El interés, la falsedad, la ironía, el miedo, la traición, la solidaridad, la contradicción, el abandono, la impresión. Ya en su morada rectangular, en su descanso eterno, pero a la vez, lo despedían sin mucha pantomima. La verdad, no sé ni quién era. ¿Qué edad tendría, habrá sido feliz, sería mujer u hombre? No lo sé. Solo sabía que su frescor enfriaba las puntillas baratas antes de mancharlas junto a la tafeta blancuzca. Lo único certero era que estaría mucho tiempo. La gente lloraba. Otros en cuclillas. Algunos que se abrazan. Gente que fumaba. Con el barbijo bajo daba la sensación de babero. 51
Parecían un pelotón de soldados cuya guerra había dado \"Alto el Fuego\" y se juntaron los derrotados. Seguí caminando con las manos en los bolsillos del saco de cuero negro, mis infaltable borceguíes. Muchas cruces de tumbas irrumpían de la tierras, algunas gastadas, torcidas, otras nuevas clavadas en un montículo de tierra con pedazos de escombros y con una corona ya seca que decían \"Te amaré para siempre\" Había de todo tipos de tumbas. Algunas con ángeles, otras con vidrios rotos. Pero la más siniestra… Una que estaba vacía. Esperando, cómo gran anfitriona de la fila dieciséis. Se veía cómo cruel testigo de la eternidad. Me dio escalofríos y recogimiento. ¿A quién estará esperando con su boca abierta? a cuyos restos sin alma. Pero... ¿Restos de qué, por qué nos dicen restos? O a caso somos retazos de pasado, restos de carne rígida, de sufrimientos en el tiempo que, talló la piel en cientos de pliegues de arrugas. Ya no somos nada. El camino parecía no tener fin. Los pinos entrecortaban las nubes, el aire lleno de pájaros. 52
Las tumbas repletas de flores, otras hundidas y ahuecada por la crueldad del tiempo, la soledad y abandono. Sentía crecer mi tristeza. La siento en la panza. En las tripas. Cientos de gusanos haciendo un cosquilleo. Como si se cayera el cabello y lo siento meterse debajo mi ropa. Ahí comprendí lo que es sentirte muerta en vida. Los gusanos asoman en la boca debajo de la lengua, luego por los orificios nasales, Ahora es el turno de los ojos con movimientos vivos, color gris, inquieto, era el turno que caía de los oídos. No hay orificio que se salve…, ni el ombligo. La piel se estira y se pegotea como chicle gastado. Camino y me voy desmembrado poco a poco. Las falanges se separan, las voy perdiendo como si estuviera cautiva en un leprosorio de pobres corazones. Estoy cansada, así de patética es mi tristeza. Me acuesto en un banco de cemento. Por momentos casi no puedo ver, los riñones agrietados, el páncreas ya no existe, siento huecos, los pulmones me pican por dentro refriego la espalda en el duro cemento con desesperación, con esa mezcla de dolor y placer. Siento el cuerpo devorado, ya no hay nada que hacer... Es muy tarde, ya sin dolor, el deterioro fue sin violencia, con suavidad, con tiempo y cautela. Ya no siento los músculos. 53
No hay cuerpo, solo una muda de ropa y borceguíes sobre el áspero banco. Un cráneo que rueda y lo frena la rejilla del piletón. el olor nauseabundo viendo de las bocas de los floreros musgados con pencas de tallos babosos y hojas podridas. Así es la vida, hoy es bellísima y mañana lo que guardamos con amor se pudre. Así fue de carnívora mi tristeza. El funeral transcurrió. Claro, la gente se fue. La creyeron muerta. Pero el corazón latía, lento y seguía existiendo, cada tanto convulsiona en una oscuridad desconocida, melancólica, llena de romanticismo, de temblores calientes de subterráneos. En una sórdida Soledad húmeda que se va hundiendo en resignación sin tiempo. Una tarde de 31 de diciembre, empezó un nuevo tiempo, la lluvia hundió la tierra. Todos la creyeron muerta pero, su corazón aún por amor siguió latiendo. 54
Morder la lluvia 55
Siento el corazón latiendo fuerte, quién diría el amor dónde me ha llevado. Él te amo de labial en la ventanilla. Solo quedó la grasitud en la cortina sucia de color azul. Tantos caminos desandando. Tanta llegada y despedidas de nostálgicas de terminales que te traían a mí, que te alejaban sin fin. La lluvia mediando entre nostalgias y miedos. Entre erizos y lágrimas. Entre el viento y el agua. Entre silencio estampa, entre miradas y vidrio goteando, tu rostro detrás entre sonrisa falsa Y mueca de estatua. 56
Sección Carta 57
8 de octubre 1967 Mi querido revolucionario, hombre empedernido y romántico. Hace ya seis meses y veinte días, siete horas que no sé ¿Dónde estás? Si te llevaron, ¿Quién y dónde?. Quién sabe qué infierno estás pasando o habrás pasado. Infinidades de veces me despertaba un alarido de conciencia. Mi infierno en cambio es silencioso, me tortura el tiempo, el llanto de la lluvia que a veces pareciera que la vida que elegimos sangra la sangre de todos. ¿Sabes vida? Mi desgarro de amor es interminable, la incertidumbre de mujer enamorada que idealiza a su hombre valiente, inteligente y obcecado. Ya seis meses, veinte días, ocho horas que vi tú mirada hecha angustia tapada con el lienzo de tu sonrisa de dientes de monte abierto. ¡Tienes que volver amor mío! Vuelve a mí, a nosotros, aunque sea vuelve en esqueleto que se hundió en la tierra, en ADN, en nombre de difunto sin hora de óbito. Vuelve en hombre libre. Te fuiste por última vez, saliste por esa puerta que pintamos juntos, aún huelo la pintura fresca. 58
Tu ropa de tabaco seco, mientras mi boca se seca de besos. Pero... mi querido idealista, tu fusil descargó en mi pena, si tan solo supieras que mi útero se siente húmedo, caliente y a la vez florece, tu sangre ya corre en su especie, la descendencia aparece anoticiándome dos días después de tu partida, por dos putos días, tus ojos, no rompieron en llanto sobre mi vientre blanco. Solo decirte... Por si no dejan volverte, cuidaré bien a nuestro hijo. Le hablaré de nuestro amor de adolescentes, de los amantes furtivos y de los compañeros que siempre seremos. Imagino a tu hijo como vos, pues dicen que los frutos no caen muy lejos del árbol. Seré fuerte amor, seremos entrañablemente compañeros. \"Hasta la victoria siempre\" Simplemente Tu Tania 59
Él no te ve 60
Cabellos de ceramidas que huyen en el viento calmo. Ilusión de deshielos candentes, tristezas de cenizas en los volcanes helados del pasado, se deprimen las nubes y se prepara la lluvia pronta a penetrar las plantas y mojar los geranios borravino en las ollas. El rayo sucumbe y el destiempo le usurpa los ojos a la noche. Desgarro de sombra enmudece en la aurora y se fuga con el alma. Los oídos se adormecen y le crecen los silencios, una luna quebrantada en tus aguas enmudece. Saltamontes de quimeras que envejece, el espectro de mujer se desvanece. La sonrisa de la boca, simplemente no aparece. Sin saberlo que su boca ya no son labios que estremecen, no besan, ya no rezan, ya no gimen, solo beben lágrimas que endurecen el alma. Aparece siniestra la mueca silenciosa..., con sus noches de hastío, con su llanto por dentro... Ya no besan el pecho de su hombre amado. Ella está... Él desaparece, lo busca en silencio aunque sabe que ya no lo ha de encontrar. 61
Hundo mis pies 62
En tu mar desnudo de algas verdes, la noche nos abre su garganta y nos oculta en su hueco, la brisa desenvuelve mis cabellos como serpentinas azules azabache que flamean por amor en la bruma de tus pupilas. Hundo mis pies Para ir a buscarte entre espumas rabiosas que reflejan los astros embriagados de estrellas. Estoy parada en el movimiento del vaivén de las transparencias. El frío del agua, acrecienta el brillo. Hundo mis pies Les cantan al mar, cantan y te buscan, cantan y te nombran. El ruido y la fuerza del mar los oían Lloran debajo el líquido que lloran los ángeles. Se hunden mis pies Desaparecen... al no encontrarte se hicieron… Peces. 63
Así te siento 64
Como si por esas circunstancias de la vida dejara de ser ciega, abro los ojos y de pronto vuelvo a ver tus manos con brotes llenas de quimeras de piel de seda. Veo aves trinar que salen de tu boca dulce, sinuoso y salvaje sabor a vino tinto, áspero, tibio que gotea junto a mi boca con sonrisa de mueca breve. Te abrazo, con mis brazos de ramas inquietas esperando sentir por fin la lluvia mojando las hojas de nuestra cabellera y hacerse río en los surcos de la naturaleza. Los cántaros vacíos de pájaros del destino donde se ahogan junto al ocaso, la luna se disipa y persigue una nueva nostalgia que perpetúe nuestros últimos latidos. Las alondras danzan en el quejido del viento abrazando el esqueleto de nuestro último aliento de aves aleteando en sintonía de un nuevo tiempo. 65
Balcón andamio 66
Encontrarte en la flor de mi vulnerabilidad. Sentirme mujer, con ganas de correr descalza en las arenas de tu mar inquieto llena vida dejar salir a la adolescente que despertaste. Me peina la cabellera la melancolía serena. La brisa roza tu nariz. Espero verte asomado en tu balcón de andamios mágicos donde a nuestro amor le crecieron alondras de la noche. Mi sombra se vuelva tu amor de serenata pagana, Abrazar tu remera verde eterna en mis sueños con aroma de azar que recorre tus arterias. Llegar a tu mente y me verás danzar para ti. Besar dormidos tus párpados y robarte un sueño de madrugada errante donde el sol espera romper la piel del crepúsculo naciente para quedarme en vos. Tu espíritu encuentra al mío y renace mi nueva piel. 67
Prófugos 68
Nuestras ganas, cenizas desparramadas en altamar. ¿Será que nos ahogaremos en rojos atardeceres Impregnados de nobles caricias amarradas en nuestros puertos? Benditos en el alba... Nos fundimos en uno, desafiando el candor del sol rompiente en las largas estepas verdes y en los mares despabilados. Como el agua salada disuelve el barro, nuestros cuerpos de chocolate ardiente se entrelazan espiralados girando... Girando y llegando al cielo. Tu boca, espejo tentador que dibuja mi desnudez Te beso, entre susurro y susurro, un soplido roza tu espalda tal cual si pasará un ángel dejándote un sortilegio de paz. Sacrifico un misterio para dejarte puro y cristalino... sin ausencias cretinas que opaquen tus sentires, seré aceituna bailarina, templada que juega en tu boca alcalina. Te dejo mis ganas de soñar para que te contagie de sentidos sensoriales y así te abracen como con las alas de aves que posan en el orillo de tus sábanas y reparen noche a noche tu cansancio. 69
Piel de vidrio 70
Despunta el amanecer ganándole la pulseada a la noche que vencida se retira, cabizbaja con paso cansino, meditabunda y somnolienta. Los corazones y el asfalto se sacuden los restos de melancolía. Bambalinas de retoños juega el viento, su silbido resquebraja al cemento. Piel de vidrio florece en sentimiento como cuerdas de guitarra…, vibra el pecho del poeta solitario en su desvelo. . Canturrean los pájaros en los espíritus libres, en el tibio escenario que va a parir la naturaleza cruda que se va desnudando sin duda, antes que los grillos se vuelvan versos y las grandes urbes en gemidos bulliciosos. 71
Dios Pagano (La mentira) 72
Así naciste en el barro triste con alegría de potreros y vecindario con pelota pulpito. Niñez de charcos con las botas mojadas de bordes malolientes. Dios te llamaron y solo eras un niño con sueños y patio de tierra. De rodillas raspadas colgado del alambrado esperanzado en encontrar al rival que deslumbre tu hambre de ganar y escapar de ahí con solo una pelota gastada. Tu sonrisa de jueguitos con naranjas silvestres, corridas y gambeta de los cintazos de cuero con hebilla plateada, inevitable el dolor en tu cuero curtido de chango travieso. Pequeño ídolo marciano que rodeaba con las manos percudidas la pelota atrapada entre tu pecho y el destino avariento. Los pibes del barrio, tus hermanos y la primera vez que te enamoraste al verla pasar a la Claudia y tus ojos se llenaron de colibrís que se bañaban en el atardecer de un resplandoroso arcoíris. Cómplice con tus hermanos y una madre no solamente era maternal sino también, una mujer fuerte, sacrificada que llega a ser capaz de no comer y decir que le dolía el estómago, pero solo era la escasez de comida. Sus ojos veían comer a su cría y eso bastaba aunque las tripas se quejaban rechinando en la desgracia rosada de su languidez. 73
Pero aún no sabías niño de pelo azabache que un Dios se iba creando con el barro de otras miserias, con los pueblos en el abandono del conurbano que necesitaban alegría. Un Dios con corona de oro pero con bastón de vidrio que no pudo sostenerte en la vorágine mundana. Y así se fue construyendo tu historia, como una película de culto en blanco y negro, un Clásico y ser feliz con una pelota. Así fuiste creciendo y de repente te encontró la responsabilidad a los quince años tu afán de ayudar a tu familia te hizo saltar alto y despegar. Ahí el sueño fue mayor y te fue devorando la calma. Un atrio te esperaría para ser coronado, subías y te elevabas en las escalinatas de la fama disfrazada de placeres mundanos pero en un pasadizo de un atajo abriste la puerta equivocada, la del infierno insoportable. Cambiaste jugar descalzo o infancia de zapatillas chicas y te calzaste los botines profesionales para comerte la cancha desde adentro. El gol del Milagro. Llegó, el de la consagración y el de la venganza dulce, dónde Dios te prestó la mano y te arrodillaste en las Malvinas. 74
La Pelusamania y la iglesia Maradona detonan en las redes, gritos, llantos, saltos, el folklore futbolero ya había creado al ídolo, a su Dios invencible que hasta le cortaron las piernas y le volvieron a crecer. El mundo a tus pies, en muchos lugares al mismo tiempo en distinto lugar y sin conocerse, se ponen todos de acuerdo al mismo tiempo atravesados todos con la misma lanza del sentimiento verdadero de tracción a sangre y popular. Dios pagano Irreverente que escupía a las hipocresías de los que no se animan a enfrentar a los poderosos, él se les reía en la cara. Mito y leyenda viviente que sé adormece para nacer en la pasión que desborda la abstinencia de la ausencia. Este no era cualquier Dios, era un Dios caprichoso, soberbio, semental y contradictorio, extravagante, el más irónico dónde los pobres se sienten fielmente representados, aunque no se olvidó de advertir \"Yo no soy ni seré ejemplo de nada\" jamás se prestó a ser esa válvula de escape que le sirve a los poderosos para que los pobres crean que pueden salir de su marginalidad. ¿Cuántos años pasarán para que el pueblo haga nacer otro igual o mejor, más perfecto? 75
No se sabe, es volátil el insurgente. Murió como nació... En la presteza de una pieza sin baño, solo como muere un despojado de todo, de su fama, de su oro, de su sangre y con sus pies descalzos. Dios Pagano Bandera universal, la partida dejó la congoja de un pueblo de almas tristes que se resisten a creer que otra vez... ¡El Dios terrenal imperfecto al que se llevó un pedazo de nuestra historia... Ha muerto! 76
Cárcel interna .77
Presagios que aparecen En el exilio sombrío, caen a chorros de vertientes los residuos de un pasado reciente. Hay silencios que ensordecen mientras las aves duermen. No sé ¿Por qué mi cuerpo ya está ausente? No tiene peso, gravitan los huesos huecos, tú voz amordazada y el corazón parpadea como lucero con sed perdido en un cielo desierto, auto- exilio sin carcelero. Nada más que un sentir apabullante, soledad de faro abandonado con escaleras rotas y quimeras de peñascos afilados. Noches sin lunas que dan a luz en los amaneceres etéreos de sigilosos insomnios apareados. La mirada se embriaga y se opaca en la penumbra de un deseo yermo. Espíritu atormentado que se durmió en la cavidad de un vientre dónde, germinan las nubes y sus vapores dibujan hipocampos y son arreados en un cielo desbordado. Errantes y serenas se ocultan las penas acumuladas en presurosas sirenas con desgracias ajenas en una ciudad vespertina cuando las ausencias se hacen bruma. 78
¡Oh mi eterno encierro! Sacrilegio que entre rejas se vive la condena de dejar partir al ser amado para dejarlo libre en el silbido del viento. Para tragar saliva…, para quedar sin aliento. 79
Salta te amo 80
(mis tártagos) Árboles Sus abrazos, ramas de tártagos sus brazos con manos frondosas, el acercamiento realmente un bálsamo con grandes pinceladas de esa humanidad noble, porque en la humanidad entra todo, lo más nauseabundo de la pobreza, el desamor y los olvidos agudos. Cada tanto de lo árido crecen abanicos de plumas con lentejuelas y canutillos de mostacillas luminosas que se descomponía en luz de sus sonrisas, vagaban en ese vuelo de alfombra mágica que nos transporta a esa- vía-láctea- de cuerpitos celestes espiralados. Momentos sublimes que no se olvidan en años luz, se tatúan en momentos y sensaciones únicas e irrepetibles. Te dejan al borde del lomo del río donde el llanto Siempre es gris. El río, es el mar de los pobres que los alimenta. Cómo no recordar los empujones que se daban para abrazarme, parecían espermatozoides disputando caverna tibia. Se desesperaban para tocarme con sus dedos de gajos, con sus ojos de uvas negras con racimos desgranados en rostros acostumbrados a ser bañados por la tierra y el sol y las estrellas. A todos ellxs me los traje en abrazos, llenaron mi vientre y lo fecundaron. Tartagal 81
Te amo en lluvia 82
Qué alteza sentir la lluvia qué con su cantico nos nombra tierra. Esas tardes que mojaba las veredas de piedras. Esas noches de clamor furtivo que desgarra la madera. En el silencio, la penumbra de la noche ya danzando el erotismo, los collares hacen ritmo, de los físicos nacen lobos hambrientos de lujuria nueva. Arremete la estampida sin aliento de ternuras, afuera llueve y llueve, las caricias nos veneran. Nuestra risa exacerbada que aunque el mundo se derrumbe ¡Que terrible privilegio! Qué la lluvia corre como corre afuera. Cuando el amor es supremo a su deidad se arrodilla, esclavos y amos es nuestra bella parafilia. Siempre sigue su curso el mundo, nos dormirnos agotados, despertarnos para decirnos, cuánto, ¡Cuánto, cuanto nos amamos! Vernos dormir es deleite, enredadas nuestras piernas raíces, Con una mano apretada y con la otra me sujetas a tu lado. Si tú cuerpo es mi lecho ni la luna nos despega. La pluma recorre tu pecho, te despiertas despiadado, fundidos nuevamente los cuerpos en plastilina moldeados. 83
Simbiosis de nuestras almas dónde la lluvia se mece el arte de amar aparece en los silencios cuando hay gente. Gracias amor por tejerme palabras de redes que estremecen. 84
Qué amargura tan agria 85
Es cómo verde hiel reventada en el vientre embarazado de la madre de las derrotas. Derramo incertidumbres cargadas de tristezas ocultas que, van llenando las arterias de los silenciosos estanques. Aun así, los movimientos vivos en ese ecosistema de caricias anheladas debajo de mi dermis. Están habitados los reservorios por el huésped de ese buen amor que parece cerciorarse ante la gris tarde que extraño llena de desnudez con la melancolía del flaco antes que se desfigure la tarde. 86
87
Conspira la lumbrera de sus ojos, mientras el atardecer peina el horizonte una y diez veces. Suspiros que se escapan, nacen peces. Dolores huracanados se avecinan. Se rompen las barcazas tambaleantes, atrapadas entre cielo y río, fieles y sonoras se adormecen. La noche renegrida, se ciega en la garganta de un último gemido. Arrojo mi suerte al eco despiadado de tus besos. El reflejo nos envuelve en cuya magia. Abrazados juntos nos dormimos, reencarnados feliz amanecido, en maizales en su mejor cosecha. 88
El placer de estar contigo 89
Eres tan prohibido como la ausencia de una noche de verano en la bruma del desolador invierno. Eres la nada misma en la penumbra subyacente. Eres fruto verde, caído de la rama frágil de la naturaleza imperfecta. Ya no creo en la promesa que los frutos caídos verdes... maduren algún día. Intervenida es la osadía de los pájaros grises, que, se silencian ante el bebedero de cemento reseco, poroso, agrietado, oxidado por los años del olvido. Crece la telaraña en la parra reseca, imponente, pegajosa, sus hebras seducen ante el sol radiante. Sin embargo, la alucinación óptica de sus hilos de plata. Su belleza embauca a su víctima, la hipnotiza. Esta, arremete aunque sepa que su futuro termina en el siniestro inevitable del desenlace fatal, no le importa. Es ahí... Cuando la emoción, le gana la contienda a la razón. 90
La noche 91
Bruja del tiempo, diosa de las lejanías. ausencias, cuchillos dolientes, pensamientos amalgamados de sutil melancolía. La noche Luna endiablada que deja en trance... Mar de estrellas te traen en mente y en forma danzando en la silueta hecha penumbra... Noche de Plenilunio Que te trajo ante mí, bello como un rayo robado al resplandor. La ventana abierta, llovía la Santa Rita, nuestros cuerpos lobos en suelo lunar... prófugos del fulgor. 92
Terminales suburbanas 93
Garúa que irrumpe el recuerdo punzante, exponerte y saberte reflejo en los cristales de micros cargados de destiempo. Nuestro amor es intrépido, amor de terminales inciertas, amor de funerales obstinados, precarios de suntuosa pena. Largos silencios adormecidos de bodas matinales que quedan sumergidas en el susurro de la presteza de sábanas blancas. Nos perdemos entre idas y vueltas, andanadas de gatos en los tejados que orinan las tejuelas negras en cada abrazo enredados de pasado. Amor de vagabundos en los trenes y subterráneos violentos, nuestro amor, se besa en el sabor de un par de licuados azucarados de presente. 94
Carta a una mujer cegada 95
Rosario Mujer… Si tenés la suerte de haber sido locamente amada y amaste hasta sus huesos. Libérate, ya es hora. No temas, ese amor ya transcendió en el tiempo y está marcado a fuego. Quedó sacralizado en las lluvias, en bovedillas de andenes de subterráneos de acero caliente, en rutas sinuosas, en terminales tumultuosas y en aeropuertos con besos desesperados de despedidas con nubarrones pintorescos. Mujer... Ese amor sopla entre el río y la luna, la lluvia, los taxis, y luego entre sábanas enredadas de gemidos incontrolables. Mujer... Alondra de la noche. Revolotea en su nueva felicidad de ese ser que te vio nacer de nuevo, te despertó y te soltó la cadena llevándote a volar por los confines y océanos mágicos, atravesando de lleno esa felicidad superadora. Y... si aún no te alcanzó y quieres más, aunque una sombra extraña de tristeza se evoque en tu mirada, lleva ese dolor con dignidad para vivir con sabiduría. 96
Aquel /aquellos que aman sin forzar nada y fluye inevitablemente. No sé hace un bien de uso de la persona que se quiere caprichosamente al que se ama, no se manipula ni se posee. Encontrar la libertad en el amor, en ese amor intenso y arremetedor. Jamás lleves a un gran amor a una disputa para competir por el solo hecho que ya no será igual. Ya lo viviste y absolutamente nadie, nadie, puede quitarlo o desvanecer…, todo está en vos. Mujer Llámate dichosa. Ese amor es único e inconmensurable como la hoja que cae por única vez. Envejecerá cómo el perfume en la piel de encaje ajado, como la carta de papel quedará amarillento con la tinta desdibujada, apenas legible. Pero la felicidad que te dio, si la valoras, sabes que no perdiste en la vida, que fuiste tocada por la varita mágica. Fuiste merecedora de ese amor alocado, de esa pareja apareada dónde la llama siempre queda prendida en la idealización, pasen los años que pasen. Pues esas parejas, también, tienen derecho a volver a elegir a otras personas a sabiendas que nada será igual al anterior, esa magia y adrenalina (o es muy fácil o imposible). 97
Pero no por eso será menos importante…, tendrá otros condimentos. Otro anecdotario. Que ha de importar si ya fueron tan felices. Mujer... Sonríe a la vida, ese amor estará hasta el latido final y en su último suspiro..., él pronunciará tu nombre. 98
El milagro 99
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