Lisa, ya casada, volvió a su casa en Los Ángeles para ponerla a la venta. Se contactó con una empresa de bienes raíces para que se ocuparan de realizar la operación. Al mismo tiempo comenzó con la búsqueda de una empresa de mudanzas para el traslado de los muebles que deseaba conservar en su nueva casa de Miami. Días después, mientras estaba alistando su equipaje, con su ropa y objetos personales para llevar, tocaron el timbre. Lisa pensó que serían de la mudadora o de la inmobiliaria…, ninguno de ambos. Era el cartero que le traía un sobre. Se extrañó al ver el nombre del remitente, pues le resultaba desconocido. ”Mi nombre es Tom, soy el hermano gemelo de Tim, tu esposo. Él tuvo un accidente fatal con su avioneta. Poseía un cuantioso seguro de vida. El abogado tiene en su poder el testamento y ambos somos sus únicos herederos. Debemos reunirnos el próximo martes a las 15.00 hs en su despacho para la lectura del mismo. Aquí te dejo su dirección”. Lisa quedó absolutamente en shock, mirando sin ver lo que la rodeaba; todo le daba vueltas…, no podía creer lo que sus ojos leían. Las lágrimas empezaron a fluir sin contención alguna, cayó como aniquilada por un rayo sobre la cama, con la carta apretada en su mano; así permaneció por horas. Cuando pudo, se puso de pie y llamó de inmediato a Olivia y Emma para contarles lo sucedido. Ambas acudieron de inmediato a brindarles sus condolencias y apoyarla en lo que fuera necesario. Lisa les pidió que la acompañaran el siguiente martes al despacho del abogado; no podía resistir tener que ir sola. El martes amaneció lluvioso…, parecía que el tiempo deseaba acompañar el duelo de Lisa. Como buenas amigas, Olivia y Emma la acompañaron, vestidas las tres de riguroso color negro. Al llegar, Tom, vestido con traje oscuro y sombrero, con una prolífica barba y bigote, ya estaba sentado, tratando de contener el llanto. Se abrazaron en el dolor y la desesperanza. Fueron recibidos por la secretaria del Dr. Adam Barnett, que los condujo al despacho, para la lectura del testamento. 50
Al ingresar, el Dr. Barnett saludó con la mano muy cortésmente a cada uno, invitándolos a tomar asiento. Todos se veían muy consternados, especialmente Lisa y Tom, por la relación directa con el difunto. Mientras tanto, Olivia y Emma guardaban distancia prudencial para no interrumpir con su congoja. De lejos, se sentían más cómodas y podían observar la escena. El abogado leyó con mucha calma y minuciosamente el testamento del fallecido Tim Conway. El mismo dejaba especificado la repartición de los bienes entre Lisa y Tom, dejándole a ella el 15 % de los mismos y el 85% restante a su hermano gemelo. Una vez finalizada la lectura, el abogado pidió a los beneficiarios firmar la recepción del legado. Primero firmó Tom…, era zurdo, a lo igual que su hermano fallecido, lo que llamó la atención de Olivia, quién le indicó a Emma en secreto al oído. Al momento de firmar Lisa, se escuchó un fuerte ruido al fondo del despacho…, Emma había arrojado su cartera para provocar la interrupción. Lisa, con lapicera en mano, giró su cabeza al tiempo que escuchó gritar a Olivia para impedir su firma. Emma se acercó al escritorio del abogado y le mostró una imagen muy reveladora: la cicatriz en la mano izquierda de Tom, era la misma que se veía en la foto de casamiento. 51
Imprevisible En Veracruz el turismo representa una alternativa para el desarrollo económico y social. Sin duda es una magnífica oportunidad para la inversión local y extranjera. La belleza natural del estado, biodiversidad, sitios arqueológicos, ciudades coloniales y, especialmente, la alegría y amabilidad de los veracruzanos, constituyen sus mejores recursos. Se realizan actividades deportivas, como son las cabalgatas y caminatas guiadas, el descenso en ríos en todos los niveles de riesgo, el alpinismo. Es también reconocido por su gran diversidad en playas ubicadas a lo largo del estado, como Costa Esmeralda. Fue precisamente allí, donde Santiago Guerrero, importante hacendado del lugar, conoció a Valeria Hernández, una joven de grandes ojos color café, que lo impactaron de inmediato, cuando la vio asoleándose con un diminuto bikini rojo. De inmediato nació entre ellos una conexión, que fue creciendo con el paso de los días, al punto que empezaron a hacer planes. Valeria, cerca de cumplir los treinta años, estaba deseosa de conocer algún “candidato” que la sacara de la pobreza en que estaba sumida, ya que apenas podía, con su trabajo de manicura, llegar a fin de mes. Santiago le habló de su hacienda, el campo con más de 500 ha. y el ganado que se incrementaba año tras año. Valeria estaba encandilada con todo lo que Santiago le contaba. Se imaginaba viviendo en una gran casona, con servidumbre, vestuario de diseñador, grandes fiestas, viajes de lujo… Después de unos meses de estar juntos, Santiago le comentó que debía realizar un viaje a Mérida, en busca de inversionistas para su empresa. Estaba pensando en expandirse en el área agrícola, con la plantación de caña de azúcar y su posterior industrialización. 52
Una semana después de su partida y, ante la incomunicación de parte de Santiago, Valeria comenzó a sentirse inquieta. No contestaba sus llamadas, ni tampoco se podía comunicar con él a través de algún amigo. El mundo de Valeria se desmoronó, sintió el abandono, absolutamente incomprensible; decidió que el tiempo se ocupara de resolverlo. Volvió a la playa de Costa Esmeralda, donde se habían conocido y poco a poco fue dejando todo en el olvido. Un día conoció a Emilio…, y volvió a sonreír. Comenzaron a frecuentarse y paseaban a toda hora. Por las noches iban de farra a los boliches bailables, tomaban alcohol hasta caer dormidos en cualquier rincón. Casi dos meses después, Valeria se notó extraña, dolorida y con náuseas. Fue a la Guardia Médica más cercana y… le confirmaron que estaba embarazada. Al salir, apesadumbrada y cabizbaja, se topó con un hombre de gran contextura que casi la derriba…, era el mismo Santiago que llevaba del brazo a una hermosa mujer trigueña. Tan grande fue su sorpresa que no atinó a decir palabra. Santiago no la reconoció, solo pidió disculpas y siguió camino con la mujer. Valeria, cuando pudo salir de su estupor, decidió seguirlos en un taxi. Llegaron a una gran mansión, de dos plantas, con un bellísimo jardín, regado de flores y árboles. Valeria se bajó del taxi y se quedó detrás de la reja para espiarlos. Pudo escuchar sus voces, algunas palabras quedaron retumbando en sus oídos —Enseguida entro querida…, voy a ver si el capataz puso en orden lo que le encargué— dijo Santiago. —No te demores mucho que el almuerzo estará listo en media hora…, Carmiña es muy puntual con sus quehaceres— comentó ella. —De acuerdo Miguelina…, voy en unos minutos— concluyó él. 53
Valeria no podía creer lo que estaba escuchando. Las lágrimas rebeldes e incipientes, querían brotar pero se enderezó estoica y decidió actuar. Tocó timbre en la puerta de reja. Minutos después una criada abrió la puerta y le preguntó que deseaba. —Quiero hablar con la Señora Miguelina por favor…, es muy urgente— anunció Valeria. —Espere aquí en la sala por favor…, iré a avisarle— dijo Carmiña. Al rato bajó Miguelina por la amplia y marmolada escalera; sentía curiosidad por la inesperada visita. —Buenos días… ¿Quién es Ud.? ¿Qué desea? — preguntó Miguelina —Señora… Mi nombre es Valeria… No voy a andar con rodeos… Soy la amante de su marido y estoy embarazada de él… Hace unos meses que nos conocemos y quiero que se haga cargo de su hijo— dijo Valeria mirándola a los ojos y sin pestañar. Miguelina la miró como sopesando las palabras, para ser clara, concisa y directa. —Ya veo como son las cosas…, pero Ud. no tiene idea de nada…, en absoluto— dijo Miguelina con una leve sonrisa. — ¿A qué se refiere con que no tengo idea? — preguntó inquieta Valeria. — ¡Santiago tiene hecha la vasectomía…, hace cinco años! — concluyó Miguelina ampliando su sonrisa. 54
Inesperado destino Misiones es una provincia turística por sus paisajes naturales y localidades llenas de encanto, especialmente la zona que rodea una de las maravillas del mundo: Las Cataratas del Iguazú. Miles de turistas la visitan a diario, impregnándose de su belleza y magnificencia. Federico Cevallos era un misionero enamorado de su tierra; tanto que decidió estudiar la carrera de Guía de Turismo para mostrar a todo el que llegaba, su increíble preciosidad. Hacía poco más de un año que se había casado con Malena; una joven de buena familia, alta, morena, estudiante de arquitectura que vislumbraba un brillante futuro. Malena, además de estudiar, trabajaba en una empresa de agrimensura, lo que le permitía también aprender sobre diversos temas afines a su carrera. Aunque todo el año se realizaban visitas, durante los meses de otoño y primavera, era cuando la mayor cantidad de turistas decidían hacer una escapada a las Cataratas del Iguazú, para deleitarse con todos los sentidos; por lo que en esas fechas, Federico tenía más horas de trabajo. Malena, mientras tanto en esas épocas, aprovechaba más su tiempo para dedicarle a los estudios y avanzar en su carrera. Después de salir de la empresa, se reunía con sus compañeros en un barcito ubicado cerca de la facultad para hacerlo. Una mañana, a inicios de la primavera, Federico recibió en su oficina el detalle de turistas latinoamericanos que iban a realizar la visita, con un pago extra por llevarlos a ver las cataratas del lado brasilero. Eso significaba, además de una buena ganancia, mayor cantidad de horas de trabajo. Por tal motivo, antes de salir a realizar el tour, llamó a Malena para avisarle que ese día llegaría más tarde. Esa tarde, Malena después de salir de la empresa, aprovechó el tiempo para realizar las compras de la semana. Cuando salía del supermercado, se encontró con un compañero de estudios, 55
Jerónimo Silveira, quien muy gentilmente la acompañó hasta su auto para ayudarla con los paquetes. Mientras cargaban todo en el baúl, él la invitó a tomar algo con la excusa de hacerle algunas consultas sobre los próximos exámenes. Por la noche, Federico llegó a su casa muy agotado; había caminado más de lo que supuso. Los turistas fueron muy exigentes, tanto en el recorrido como a la hora del almuerzo. Se dio una ducha y sin ánimo de comer, se metió en la cama…, ni siquiera se percató que Malena no estaba allí. Por la mañana al levantarse, ella ya estaba desayunando. Cada uno se preparó para ir a su respectivo trabajo. Se dieron un beso de despedida y cruzaron alguna que otra palabra. Comenzaba el verano y el calor era apremiante. El turismo se veía visiblemente reducido en Misiones. Por ese motivo. Federico se trasladó durante la temporada estival al local ubicado en la capital de la provincia de Córdoba. Allí estuvo trabajando durante tres meses. Casi todas las noches, cuando el cansancio no era tan grande, hablaba por teléfono con Malena. Se ponían al día de sus rutinas laborales y se mimaban…, como podían. Antes de finalizar el verano, Federico recibió una oferta de trabajo de la sucursal en la provincia de Salta, como guía turístico durante los meses de otoño. ¡Realmente era muy tentadora…! Pero él quería volver a su casa con su esposa. Les mencionó que debía pensarlo y les pidió una semana de plazo para hacerlo. Al día siguiente de finalizar su contrato con la provincia de Córdoba, Federico regresó a Misiones. Primero pasó por su oficina para dejar el detalle de lo realizado. Al entrar se encontró con un gran sobre en su escritorio. Lo observó asombrado pues no esperaba ninguna correspondencia; mayor fue su desconcierto al notar que solo estaba escrito su nombre…, sin remitente. Lo abrió temeroso…, su contenido lo dejó sin palabras. 56
Llegó a su casa más temprano que de costumbre y se dispuso a ordenar todo lo que trajo de su viaje. Separó la ropa para lavar y guardó lo que no había usado. Fue a hacer compras que necesitaba para realizar algunos cambios y arreglos. Luego se dio una larga ducha y se preparó algo ligero para cenar. Decidió acostarse temprano…, estaba realmente agotado. Mientras tanto, Malena sin saber del regreso de su esposo, estaba estudiando arduamente con sus compañeros, para un examen que debía rendir la siguiente semana. A las 22.00 hs. decidieron tomarse un descanso para comer y prepararon unas hamburguesas. Algunos, sin ganas de seguir estudiando, tomaron vino o cerveza, lo que provocó un desgano total para continuar con los estudios anteriormente previstos. Debido a la hora, cerca de las 2 de la mañana, Malena volvió a su casa acompañada. Cuando intentó abrir la puerta, su llave no giraba. Su acompañante intentó ayudarla, pero fue totalmente inútil. Azorada comenzó a golpear la puerta llamando a Federico a los gritos... De pronto vio a un costado una maleta abierta. Se inclinó para revisar y, además de encontrar toda su ropa desordenada, también halló varias e inesperadas fotos suyas y una carta. ”Yo tomé estas fotos. Espero que pueda entender. Yo todavía estoy tratando de hacerlo. Elena Martínez de Silveira” Al día siguiente Federico viajó a la provincia de Salta; se radicó allí…, definitivamente. 57
Innegable identidad Durante la estación estival, la ciudad de Mar del Plata, luce en todo su esplendor. Los veraneantes la disfrutan, paseando, tomando baños de sol, haciendo compras de cualquier chuchería para llevar de recuerdo o regalar a los familiares. El resto del año, la ciudad pierde un poco su brillo, sobre todo para los residentes. Se hace dura la vida durante las temporadas de otoño-invierno, en especial para los de la clase media-baja. Yolanda era una joven de 35 años, de nacionalidad paraguaya, que vivía a pocas cuadras de la terminal de micros, desde hacía más de 5 años. Soltera, sin hijos y sin un futuro promisorio. Había conseguido un trabajo de dama de compañía de una señora mayor, Doña Matilde, de casi 85 años. Estaba en su casa durante las horas del día, para acompañarla y asistirla en todo lo referente a sus comidas, la ingesta de remedios y en su higiene personal. Cada dos días venía una terapeuta a realizarle masajes especiales para su reuma. También la visitaba con frecuencia su hijo Ronaldo, un hombre alto con marcados rulos rojizos y su esposa Irma, mujer algo excedida de peso. Por lo general venían a la hora del té y le traían algo rico para degustar. Un viernes, antes de servirle Yolanda la cena a Doña Matilde, tocaron el timbre. Ambas se sorprendieron. Yoly, así la llamaban cariñosamente, se asomó por la ventana del living para ver quién era. Reconoció a la vecina, Clarita. Era muy extraño verla a esa hora. Yoly abrió la puerta y la hizo pasar. Se la notaba muy alterada, se frotaba las manos con notable nerviosismo. Yoly la hizo sentar, le trajo un vaso de agua para que se relajara y pudiera calmar su ansiedad. Cuando pareció que estaba más tranquila, le tomó las manos a Yoly y mirándola de frente le dijo que necesitaba pedirle un gran favor. La joven estaba muy intrigada, nunca había visto así a su vecina y sintió en su interior que algo grave estaba sucediendo. Clarita le explicó que debía ausentarse por unos días para cuidar a su madre enferma y que necesitaba que Yoly se quedara a 58
cargo de su niña, encargándose también de la limpieza de su casa en su ausencia. Por supuesto, aclaró con vehemencia, que sería ampliamente recompensada a su regreso. Yoly con suma amabilidad le respondió que no se preocupara por nada; estaba dispuesta a ayudarla en lo que fuera necesario. Al día siguiente, Clarita llevó a Marlene, su pequeña de 4 años a la casa de Doña Matilde, para que Yoly la cuidara. Por la tarde, mientras Doña Matilde hacía su acostumbrada siesta de dos horas, Yoly acostó a la pequeña en el cuarto de huéspedes y fue a la casa de Clarita a realizar la prometida limpieza, para mantenerla ordenada en su ausencia. Fue a la cocina a buscar los artículos necesarios para realizar la tarea. Al pasar por donde estaba la biblioteca, contempló una numerosa cantidad de portarretratos sobre la repisa de la chimenea. A pesar de su juventud, Yoly necesitaba anteojos para ver de cerca, pues su incipiente miopía se lo estaba exigiendo. Se acercó y miró detenidamente las fotos en los portarretratos. Allí estaban Clarita, la pequeña Marlene y alguien de perfil que no se distinguía muy bien, pues una gran gorra roja le tapaba la mitad de la cara, para protegerse del sol. Yoly se quedó con el pensamiento que esa cara le resultaba familiar, pero no recordaba de dónde. Al cabo de unas horas terminó con su tarea en la casa de Clarita y volvió a cuidar a Doña Matilde y a la pequeña. Preparó la merienda para ambas y luego les leyó algunos cuentos. El domingo, como era habitual, Ronaldo vino a almorzar con su madre, después de su juego de golf. De pronto se dio cuenta que no había comprado las masas para acompañar el café; atravesó corriendo el jardín y se fue en su auto. Al rato, la niña cuando terminó de jugar en el jardín, entró a la casa comentando a Yoly —Encontré entre los rosales la gorra roja de mi papá…— Yoly quedó atónita... ¡De pronto recordó el portarretrato! Miró a la niña y no supo que responderle…, esto era un gran embrollo y ella había descubierto una dolorosa verdad. 59
« ¿Qué voy a hacer ahora…? ¿Debo decirle a la Sra. Clarita lo que sucedió? ¡Si no lo hago yo…, lo hará Marlene!» pensaba Yoly sintiéndose entre la espada y la pared, mientras caminaba de un lado al otro de la cocina; de pronto se percató que estaba frotándose las manos al igual que Clarita. Una voz a sus espaldas la sacó de sus pensamientos. —Buen día Yoly ¿Ya llegó mi marido? Dijo que vendría cuando terminara de jugar al golf y ya casi es la hora del almuerzo… Voy a subir para saludar a Doña Matilde ¿Está despierta? — Irma era un torbellino hablando y gesticulando al mismo tiempo. En el preciso momento que iba a responderle, tocaron el timbre. Yoly fue a abrir la puerta y allí estaba…, Clarita. —Hola buen día Yoly…, vengo a buscar a mi hija ¿Está en la casa o en el jardín? — Detrás de las cortinas se asomó tímidamente la cabeza llena de rulos rojizos de Marlene. —Hola mami…, encontré la gorra roja de papá entre los rosales— Al pie de la escalera se escuchó un fuerte golpe. Irma se había desmayado. 60
Luces titilantes Después de una larga y rara enfermedad y, a pesar que todos se negaban, a Luciana la indujeron a un coma, para poder someterla a estudios y análisis que eran muy riesgosos y dolorosos hacerlos estando ella despierta. Según declaraba su médico de cabecera, el Dr. Gerardo Gallardo, las probabilidades de vida, eran muy pocas. Aún estaban realizando muchas pruebas para determinar cuál era el diagnóstico. El esposo, Fernando, no quiso que la hospitalizaran. Deseaba que estuviera atendida y cuidada en su domicilio; el Dr. Gallardo dispuso que una enfermera, Samantha Calderón, que trabajaba con él desde hacía varios años, se encargara de atenderla. Por lo tanto se había resuelto que ella se instalara en la planta alta de la casa, mientras que el doctor la visitaría a diario para supervisarla y evaluar la evolución de Luciana, al tiempo que se iban realizando los respectivos estudios. La madre de Luciana, Doña Carlota, venía a verla por las tardes, al finalizar su jornada laboral. Necesitaba estar cerca de su hija para acompañarla y asistirla en lo que fuera necesario, aunque estuviera presente una enfermera. Luciana era una ferviente lectora de cualquier temática; cuentos, novelas…, todo le resultaba apasionante. Carlota se sentaba a su lado y le leía, sabiendo que su hija, de alguna manera, podía escucharla. A media mañana y antes de retirarse Doña Carlota pasaba la enfermera por la habitación de Luciana, a revisar sus signos vitales, controlando las luces del monitor, la higienizaba y cambiaba el suero, antes que llegara el Doctor Gallardo, para pasarle su informe. Una noche antes de irse a dormir, Samantha fue a la cocina a tomar un vaso de leche y escuchó voces provenientes de la habitación de Luciana; Fernando estaba hablando por teléfono con un amigo, acerca de una suculenta herencia que recibiría al fallecer su esposa. 61
Los días transcurrieron lentos y sombríos para Luciana, no había ninguna mejoría ni tampoco resultados alentadores para diagnosticar su enfermedad. El doctor Gallardo continuaba con sus promesas de búsqueda y solicitando, tanto a Fernando como a Doña Carlota, que tuvieran confianza y fe en Dios. Mientras que Doña Carlota, concurría a visitar a su hija todas las tardes y rezaba junto a ella, tomándola de la mano para traspasarle su fuerza, Fernando pensaba de qué manera invertiría su futuro legado. Días más tarde, cuando Fernando entró a ver su esposa convaleciente en la habitación, Samantha estaba haciendo su revisión diaria; sus miradas se cruzaron con un atisbo de crueldad y lujuria al mismo tiempo. El timbre de la puerta los sobresaltó. Samantha fue a abrir la puerta al doctor que, como todas las tardes, pasaba a realizar su revisión. Al retirarse el médico, Samantha y Fernando se quedaron solos en la habitación de Luciana nuevamente. —Sé como provocarle una muerte sin riesgo a ser detectada— declaró Samantha mientras lo veía directo a los ojos. — ¿De veras? — quiso saber ansioso Fernando. —A cambio de una condición — manifestó ella. — ¿Cuál? — preguntó mostrándose inquieto. —Obtener la mitad de su herencia— declaró finalmente Samantha. Fernando la miró al principio sorprendido por el desparpajo de ella…, después decidió aprovecharse de dicha situación y sin mediar palabra, le dio un beso apasionado para sellar el pacto. Al día siguiente y como si fuera el destino que se les interpusiera, Doña Carlota, pidió permiso en su trabajo, por tiempo indeterminado y vino a instalarse en la casa de su hija para estar a su lado. Deseaba seguir de cerca, en forma permanente, todo el proceso de recuperación…, ella tenía fe que Luciana mejoraría. Ante esa situación inesperada, Fernando iba todas las noches a hurtadillas a la habitación de Samantha, donde disfrutaban sus 62
encuentros amorosos; sus gemidos podían ser escuchados en toda la casa. Un domingo por la mañana, Doña Carlota se levantó muy temprano, alrededor de las 05.00 hs, para ver la salida del sol desde el ventanal de la cocina. Le llamó la atención escuchar algunos ruidos extraños en el piso superior… Minutos después, vio bajar por la escalera a Samantha descalza, despeinada y vestida solo con una bata, en busca de un vaso de agua. Samantha se sorprendió al ver a Doña Carlota y sin mediar palabra, subió raudamente a su habitación…, sin el vaso de agua; Doña Carlota frunció el ceño y se mordió los labios. El lunes por la tarde, al revisar la heladera, Doña Carlota se percató que faltaban algunas provisiones. Decidió salir a comprar y volver lo más rápido posible, pues sabía que en breve vendría el Doctor Gallardo a realizar su revisión diaria y quería estar presente. Samantha vio salir a Doña Carlota y decidió poner en práctica su planificada artimaña. Poco más tarde, Doña Carlota, Fernando y el doctor Gallardo se encontraron en la puerta de la casa de Luciana. Al momento de ingresar, escucharon el agudo sonar del monitor. Todos corrieron a la habitación de Luciana y contuvieron la respiración ante la sorpresa. Doña Carlota lloraba con vívida angustia mientras el doctor se percataba de que la sonda del suero estaba estrangulada y Luciana no podía recibir la medicación a través de la misma. El Doctor Gallardo fulminó a Samantha con la mirada e indignado la despidió; ella estaba pálida y no podía pronunciar palabra. Al mismo tiempo Fernando mostraba cara de desentendido y Doña Carlota no paraba de llorar. En medio del caos, una voz trémula pareció resonar con fuerza de huracán. —Quiero que te vayas de mi casa. La herencia se suspendió por infidelidad— Luciana había despertado de su coma. 63
Madrugada abrumadora Blanca y Marga, compañeras de oficina, de pronto deciden jubilarse; ambas ya superaban los 60 años. Para festejarlo, planificaron realizar un viaje a un lugar del país que ninguna haya visitado. Coincidieron en elegir Bariloche y emprender el recorrido en el auto de Blanca, que se encontraba en mejor estado y a mediados del mes de julio, cuando todavía había nieve. Marga era muy remolona y todo le costaba mucho trabajo, caminar, comer y hasta pensar. Blanca siempre tenía que apurarla en todo. Los días previos al viaje, Blanca se aprestó a poner el auto en condiciones; revisó las cubiertas, no solo las que estaban puestas, sino también la de auxilio, el aceite, las bujías, los frenos, el limpiaparabrisas…, en fin todo lo necesario para realizar un largo viaje. Mientras tanto Marga en su casa, estaba indecisa con las prendas que convenía llevar en su maleta: cantidad de medias, abrigos, bufandas, gorros y hasta si debía o no cargar con las botas de cuero; como eran importadas, tenía miedo que se arruinen con la nieve. El día previo a la partida, ambas se reunieron en la casa de Marga, para definir y ultimar los detalles. En el dormitorio de Marga, Blanca se sorprendió al ver la cantidad de prendas que estaban dispersas sobre la cama, ya que aún no había decidido cuáles llevar en el viaje. Blanca, que era más expeditiva, eligió con rapidez las más convenientes y empezó a llenar la valija. Marga se maravillaba con la rapidez que su amiga pudo cumplimentar, facilitando así la ardua tarea. Marga preparó el equipo de mate para llevar en el viaje y salieron a comprar unos bizcochos para acompañar. Decidieron salir temprano en la madrugada para tener más horas sin el sol de frente en la ruta. A la una de la mañana, previo llamado telefónico para despertar a Marga, llegó Blanca a su casa y la esperó en el auto 64
para no tomar frío. Al ver que no salía, volvió a llamarla…, sin éxito. Bufando Blanca bajó del auto y tocó el timbre. Varios minutos más tarde, casi diez, Marga descorrió la cortina del ventanal, se asomó con marcada lentitud a través de la misma y observó a Blanca parada como estatua en la puerta de su casa. Corrió a abrir la puerta, pidió las debidas disculpas y le comentó que después de su llamado se quedó profundamente dormida. Blanca, que estaba rabiosa, trató de calmarse y apuró a Marga para que se vistiera, cargara su maleta en el auto y así pudieran emprender el viaje. Media hora más tarde, después que Marga se dio una ducha caliente para despabilarse y vestirse, con todo preparado y cargado, al fin estuvieron listas para empezar con sus vacaciones. Blanca encendió el motor del auto y minutos más tarde la calefacción. El frío en el exterior rozaba los -5º…, y se hacía sentir. Minutos más tarde, Marga se durmió profundamente, después de balbucear algunas palabras incoherentes. Cerca de las cuatro de la mañana, Marga se despertó y comenzó a sentir hambre; decidió preparar mate y comer unos bizcochitos…, cuando de pronto se percató que el auto estaba detenido, estacionado sobre la banquina y Blanca estaba profundamente dormida. Intentó despertarla, pero no lo logró. No sabía qué hacer, ni tampoco si algo había sucedido: un desperfecto en el auto o un accidente en la ruta. Se inquietó y movió en su asiento. Trató de mirar por el parabrisas para saber por dónde andaban, pero estaba totalmente empañado, debido a la calefacción encendida…, no se veía absolutamente nada. Encendió la radio para escuchar un poco de música y así poder calmarse; Blanca se despertó. Marga la miró sorprendida y le consultó porque se habían detenido. Blanca le comentó que la niebla le impedía continuar manejando y estaba a la espera que se disipe, por lo que decidió estacionar el auto en la banquina para echarse a dormir un rato. 65
Con el auto detenido era más fácil cebar unos mates. Ahora podían tomarlos y comer unos bizcochitos. Al cabo de un rato, Marga comenzó a sentirse acalorada, entre los mates y la calefacción. Pensó en bajar la ventanilla para que el aire fresco de la madrugada amortigüe su calor interno. Blanca al darse cuenta de la intención de Marga de bajar la ventanilla, le comentó que no lo haga, porque produciría un cambio de temperatura muy brusco dentro del auto y eso afectaría la salud de ambas. Una fuerte risotada se escuchó. Marga no creyó una sola palabra de lo que Blanca adujo como explicación, por lo que le comentó que tenía mucho calor y quería bajar la ventanilla para ventilar. Blanca le indicó que no lo haga y que ella iba a apagar la calefacción para que no sufriera más con sus calores menopáusicos. Al rato y después de apagar la calefacción, Marga continuó con sus calores e insistió en bajar la ventanilla. Blanca se dio cuenta de las intenciones de Marga, quiso impedírselo y para evitarlo, sujetó con fuerza la mano de Marga, sin percatarse que estaba cerca el termo y chocó su pierna contra el mismo. El termo se volcó y rompió sobre la pierna de Blanca, derramando el agua caliente y quemándola. Blanca gritó desesperada por el dolor y Marga enojada por la rotura del termo, abrió la puerta del auto para tirar los restos en una zanja en la banquina. Minutos más tarde, cuando Blanca logró calmarse, se percató que la puerta del auto estaba abierta y que Marga había bajado. Comenzó a llamarla, una y otra vez… Fueron halladas dos días después. La temperatura era de -7º. Los médicos forenses determinaron “Muerte por congelamiento extremo”. 66
Muda evidencia Ximena y José Francisco Hernández estaban próximos a cumplir 13 años de casados a mediados de agosto, casi al final del verano. Vivían en Tijuana —México— cerca de la frontera con Estados Unidos, desde hacía casi dos años. Se habían mudado allí por cuestiones de trabajo de él, ya que era un excelente vendedor de autos, y la empresa, “Autotrader - Compra y Venta”, había instalado un nuevo local en esa ciudad con José Francisco como gerente a cargo. Los clientes más habituales provenían de la localidad de San Diego —Estados Unidos—, cruzando la frontera. Era habitual que los empleados realizaran las entregas de los autos, cuando se trataba de usados, pero si eran nuevos, José Francisco se ocupaba personalmente. Ximena era una mujer menuda de cabello negro y rizado, con sus 30 años y sin haber parido ningún hijo. Los médicos le habían diagnosticado que era infértil y esa carga le dolía más que la dura vida que llevaba como ama de casa y esposa. Vivían en una casa de dos habitaciones y un patio donde los duraznos y ciruelos florecían en primavera. Una de sus actividades, la que más le deleitaba, era elaborar dulce con esas frutas frescas y sabrosas. Salía temprano por la mañana, cuando el sol no era tan apremiante, a vender sus frascos en el mercado del centro. Eso la mantenía activa, le proporcionaba algún ingreso y así evitaba pensar en imposibles. Un mes antes de su aniversario de “Bodas de Encaje”, según había leído Ximena en una revista de modas, fue hasta el centro a comprarse un hermoso conjunto negro para festejar, el 20 de agosto. El verano estaba en su apogeo en el mes de julio y las temperaturas rondaban los 26º, con pronóstico de fuertes lluvias durante la primera semana. 67
José Francisco había iniciado muy bien el mes, con una importante venta. Un Toyota Corolla SE G-Hybrid, 0 km., color azul royal, que fue adquirido por Adam Harris. Después de haber firmado los papeles y recibido el correspondiente pago, debía entregar el auto en la ciudad de San Diego, al día siguiente, temprano en la mañana. Cerca de las 08:15 hs. estaba en la residencia de Adam Harris. Un gran portón enrejado se abrió automáticamente; podían verlo desde el interior a través de las cámaras. Atravesó un largo camino de piedras. Estacionó el auto en la entrada. El mayordomo salió a recibirlo y le anunció que esperara en la sala. Desde la planta superior descendió una bella mujer vestida con un desabillé rojo. Se presentó como la señora Regina Harris y lo invitó a tomar una copa en agradecimiento por la gentileza de traer el auto. José Francisco rechazó la invitación aduciendo que no se le permitía beber en horas de trabajo. Le entregó las llaves del auto y con suma cortesía se retiró de la vivienda. El chofer de los Harris lo condujo a tomar el bus para regresar a Tijuana. Esa noche, Ximena notó algo extraño en el comportamiento de su esposo; estaba evasivo, nervioso y lo más inquietante…, inapetente. Se dio una ducha y se acostó temprano, sin cenar. Una semana más tarde, Regina Harris se presentó en local de compra-venta, buscando a José Francisco con el pretexto de comprar un auto…, para ella. Adoraba los autos, según le comentó cuando él se acercó para atenderla; el Mazda 3 era su preferido y José Francisco prometió conseguírselo, de preferencia color blanco. José Francisco volvió a su casa mostrando ansiedad y nerviosismo. Su esposa intentó preguntarle a que se debía su extraño comportamiento; él adujo dolor de cabeza y nuevamente se fue a dormir sin comer. Tres días después, jueves por la tarde, Regina volvió al local a firmar los papeles y abonar su compra; el auto sería entregado en la residencia el fin de semana. Al finalizar los trámites, Regina invitó a José Francisco a tomar una copa para celebrar. Esta vez no pudo negarse. 68
José Francisco al regresar a su casa cerca de las 3 de la mañana, todo estaba a oscuras. Ximena estaba sentada en la cocina cuando lo escuchó entrar. No dijo ni una palabra…, no había nada que preguntar. Averiguaría por su cuenta lo que estaba sucediendo. El sábado por la mañana, José Francisco llevó el Mazda 3 blanco a la residencia de los Harris. Esta vez ella abrió la puerta. Su esposo había salido de caza y toda la servidumbre estaba descansando durante el fin de semana. Regina lucía un espléndido y diminuto camisón transparente de color negro, con su maquillaje perfecto a lo igual que su impecable peinado. Lo recibió con un apasionado beso y él le entregó un gran ramo de rosas blancas, sus preferidas como le había confesado la noche que pasaron juntos después de varias copas. Ingresaron a la casa y allí mismo sobre la alfombra de la sala, se abrazaron con deleite, envueltos bajo el hechizo de una suave música. Minutos más tarde, se cortó la luz en la residencia y la música se detuvo abruptamente. Cesaron los efusivos besos y abrazos. Ambos se sentaron atemorizados sin comprender qué estaba sucediendo. Se asomaron por la ventana y vieron que un rayo se extendía a lo largo del cielo, mientras que una fuerte lluvia caía a raudales. El pronóstico se había cumplido. Decidieron reanudar el idílico encuentro, cuando de pronto se abrió la puerta de entrada por el temporal que arreciaba. Regina se levantó para cerrarla, pero una fuerza desconocida se lo impidió. El desprecio en los ojos de Ximena fue tan evidente que ninguno de los tres pudo emitir sonido alguno. No había nada que preguntar…, no había nada que declarar. 69
Perfume de magnolias El pequeño condado de McAllen estaba de fiesta el 20 de noviembre de 1955. Hacía mucho tiempo que no sucedía un hecho similar en Beautiful Birth Maternity Clinic. Las enfermeras y médicos de guardia estaban alborotados por tan feliz acontecimiento. A las 22:45 hs. habían llegado al mundo Evelyn y Marilyn Anderson, las gemelas más idénticas que jamás se haya conocido: como “dos gotas de agua”, comentaron todos. También en el barrio donde vivían fue toda una revolución, especialmente para los padres, Alice y Robert Anderson, ambos de 20 años, casi unos niños. Tuvieron que crecer de golpe, madurar a prueba de ensayo y error. Robert trabajaba en la construcción y Alice era costurera en una pequeña fábrica en las afueras de la ciudad. Tuvieron que ajustar sus actividades…, Alice se vio obligada a dejar su empleo; necesitaba todo el tiempo para dedicarse a sus niñas. Pero lamentablemente el ingreso de Robert no alcanzaba para mantener a la familia. La abuela materna, Nancy Blake, viuda y joven —apenas 41 años—, tuvo que ayudarlos; se decidió que una de las niñas, Evelyn, la más llorona, fuera a vivir con ella. Nancy se mudó a San Antonio, la crió como su hija y le dio su apellido. Así las “Gemelas Lyn” como las habían apodado, fueron separadas a los 6 meses de haber nacido. Años más tarde, ya adolescentes, en edad de pensar en estudios universitarios, cada una eligió lo que más le agradaba. Marilyn se decidió por optometría y oftalmología, mientras que Evelyn eligió la carrera de farmacéutica; coincidieron en la Universidad de Houston…, increíblemente. Una tarde lluviosa en el mes de mayo de 1973, Evelyn ingresó corriendo a la confitería que estaba al otro lado del campus, para protegerse del aguacero. Sacudió varias veces su rubio cabello 70
para desprender el agua que lo había empapado y sin percatarse, mojó a varias personas al hacerlo. Una de ellas fue Marilyn que al sentir húmedo su rostro, giró sobre sus talones para enfrentar a quien la había mojado…, quedó estupefacta. Era como si se hubiera reflejado en un espejo. Evelyn reconoció su mala actitud y cuando iba a pedir disculpas…, enmudeció. Ambas se miraron y cuando Marilyn iba a comentar algo, Alan la tomó del hombro, mencionó que no valía la pena enojarse y la condujo hacia la mesa. Evelyn quedó parada como estatua sin poder emitir sonido alguno. Un impregnante perfume de magnolias quedó flotando en el ambiente. A fines de 1979, ambas se recibieron. Se realizó un gran evento en el campus de la Universidad de Houston. La consigna era un baile de disfraces, con vestuario y antifaz. Marilyn y Alan eligieron disfrazarse de “Mujer Maravilla” y “Batman”. Evelyn, que no estaba muy de acuerdo con ningún disfraz, solo usó un antifaz y una túnica que semejaba una diosa romana. La casualidad hizo que estuvieran muy cerca una de la otra, sin siquiera percatarse de ello…, hasta que un fuerte perfume a magnolias fue percibido por Evelyn; por más que buscó, no pudo darse cuenta de donde provenía. Durante los meses de invierno de 1980, emprendieron sus correspondientes tareas laborales. Una tarde, con la proximidad de Navidad, Evelyn recorría los negocios con gran entusiasmo, buscando el mejor regalo para su madre y su padrastro. Nancy había vuelto a casarse y los tres vivían en una bella casa en las afueras de Houston. Todo le encantaba, pero empezó a notar que no podía ver con claridad los precios. Sentía que su vista estaba perdiendo nitidez; lo atribuía a tanta lectura de folletos farmacéuticos que debía leer en su carrera. 71
Habló con su madre y le pidió que la acompañara al consultorio del oculista. Al llegar Nancy notó que el nombre de la médica era Marilyn Anderson y su rostro se transfiguró; antes que pudiera pensar en una excusa, la asistente hizo pasar a Evelyn al consultorio. La luz era tenue, para no molestar demasiado la visión. Marilyn leyó la ficha que Evelyn había completado. Le pidió que se sentara frente al optómetro, para medir el índice de percepción visual y así saber, con diferentes tipos de lentes, cuál era la graduación que iba a necesitar. Al finalizar, Marilyn transcribió una receta con las dioptrías para realizar los lentes: +1.50 en el ojo derecho y +1.25 en el izquierdo. Mientras escribía, Evelyn sintió un fuerte perfume de magnolias…, pero de pronto sonó su celular y disculpándose atendió mientras salía del consultorio. Al mes siguiente Evelyn regresó al consultorio oftalmológico para que la doctora revisara los lentes realizados y comprobara que estaban con la graduación correcta. La asistente le mencionó que sería atendida por el esposo, también oculista. Al ingresar al consultorio, Evelyn notó una foto sobre el escritorio del Dr. Alan Preston. —Es mi esposa, la Dra. Marilyn Anderson…, está indispuesta por el momento. Tome asiento por favor— Evelyn se acomodó los anteojos para ver el retrato más de cerca y titubeando preguntó — ¿Qué le sucede? — —Necesita un trasplante de riñón…, y estamos a la espera de un donante— Comentó Alan con pesadumbre mientras se ponía de pie para atenderla. Al acercarse a Evelyn dio un respingo y casi se cae —Es imposible... “Son como dos gotas de agua”— dijo mientras la miraba asombrado. Meses después, al inicio del otoño, Marilyn fue trasplantada y Evelyn conoció a Alice y Robert, sus verdaderos padres. El perfume de magnolias inundaba la habitación. 72
Plan magistral Florencia se había casado ya hacía siete años con Gustavo García Linares, un abogado de alto nivel y muy reconocido por su desempeño en el Círculo Legal de la ciudad de Villa La Angostura —Provincia de Neuquén—. Tenían un pequeño hijo de cinco años, Martín, juguetón y travieso como pocos. Ella, no solo se ocupaba del mantenimiento de la casa y la atención del pequeño, sino que además tenía su propio emprendimiento de perfumes y cosmética, “Seductora Imagen”, con una vasta clientela. Un mañana cerca del mediodía, después de haber realizado sus visitas para vender sus productos, fue a retirar el niño al jardín de infantes. La maestra Paula, asidua clienta, le pidió unos perfumes para regalar a su madre y suegra, pues se aproximaba la conmemoración del día internacional de la mujer. Florencia decidió entregárselos esa misma tarde, por lo que fue a su casa a buscarlos. Al llegar junto con su hijo…, se encontró con una escena inesperada y más que desagradable, sobre todo para su pequeño. Gustavo estaba en la habitación y…, no estaba solo. Ante esa imagen desvergonzada, Florencia salió del cuarto y, tomando a su hijo en brazos, fue hasta el jardín de su casa, donde estaban los juegos para entretener a Martín. Ella, también necesitaba respirar otro aire y ver otras imágenes. Minutos más tarde, Gustavo salió también de la casa y fue a buscar a Florencia. Había que enfrentar los hechos…, no quedaba otra alternativa; le anunció, sin ningún tipo de prejuicios, que su matrimonio había finalizado y que estaba decidido seguir con Virginia, su nueva secretaria. También le exigía, que en una semana ella se instalaría en esa casa, después de tomarse unas vacaciones en Bariloche, por lo que ella debería irse a vivir con su madre. 73
Florencia escuchaba atónita las duras e inusitadas palabras de Gustavo, como si le estuviera hablando en otro idioma, al que ella no comprendía o…, no deseaba hacerlo. Al día siguiente, tal cual lo había anticipado Gustavo, él y su amante, Virginia, emprendieron un viaje de placer. Cuando Florencia se quedó sola con su pequeño, empezó a darse cuenta que ya no había marcha atrás en su matrimonio…, todo se había diluido. Después de mucho llanto y dos días sin ir a trabajar, pensó que lo mejor sería tomarse las cosas con calma y buscar la forma de hacer cambios radicales en su vida. Realmente iba a necesitar hacerlos. Habló por teléfono con su madre para comentarle que en breve iría a visitarla; no quiso comentarle nada de lo sucedido, prefería hacerlo personalmente. Dejó la casa ordenada y limpia como nunca y antes de finalizar la semana, el tiempo estipulado por Gustavo, preparó las valijas con lo imprescindible de ella y su hijo; su madre la estaba esperando…, su nueva vida también. Gustavo y Virginia volvieron de su “mini luna de miel” y se instalaron en su casa…, como si nada hubiera ocurrido. Gustavo no tenía ni un ápice de remordimiento por haber echado a Florencia y a su pequeño. Durante la primera noche después de su llegada, Virginia se levantó a las tres de la madrugada, totalmente mareada y descompuesta. Gustavo, preocupado al no verla en la cama, fue a buscarla y la encontró en el baño…, desmayada. Llamó de inmediato a una ambulancia y la llevaron al Centro de Salud Las Piedritas, el más cercano a su domicilio. Allí, después de realizarle varios estudios y análisis, le diagnosticaron que tenía una fuerte intoxicación por inhalación de gases; seguro era alérgica y por esa razón se produjo el incidente. Gustavo no podía salir de su asombro; se preguntaba qué pudo haberle afectado. 74
Mientras Virginia permanecía en la clínica, Gustavo volvió a su casa para averiguar si había algo que pudiera dañarla. Al ingresar en su casa, un olor nauseabundo lo golpeó como un huracán…, no lo había percibirlo anteriormente. ¡Había estado tan compenetrado en su nueva vida…! Revisó toda la casa, desde el baño a la cocina y de la sala al dormitorio. Luego fue hasta la planta alta, revisó de punta a punta hasta llegar al altillo. También buscó en el garaje y todo el jardín, inclusive en los juegos de Martín y…, no pudo encontrar absolutamente nada que indicara de donde provenía ese olor espantoso. Llamó a una persona para que realizara una limpieza a fondo…, nada cambió. Decidió contratar a una empresa especializada para lograr eliminar el olor…, tampoco hubo resultados. Desesperado, sin encontrar otra alternativa, puso en venta la casa. Al día siguiente, mientras aún Virginia seguía hospitalizada, una empresa de bienes raíces, vino a evaluar la propiedad. Al entrar, el vendedor casi se desmaya al percibir el mal olor. Después de escuchar la propuesta de reducir el valor al mínimo, Gustavo se vio obligado a aceptarla. A pesar de todos los intentos de parte de la inmobiliaria para vender la casa, durante casi un mes, fue imposible lograrlo…, nadie aceptaba vivir en ese lugar. Una tarde Mabel, la madre de Florencia, cuando fue a buscar a su nieto al jardín, pasó por delante de la casa y vio el cartel de venta de la propiedad. Tomó nota del teléfono de la inmobiliaria y llamó para conocer el valor. Al regresar a su casa se lo comentó a su hija. Florencia y Mabel a primera hora del día siguiente, se presentaron en la inmobiliaria con el importe requerido para adquirirla. Una semana más tarde, un sábado por la mañana, se instaló junto con su hijo nuevamente en la casa. Mabel vino a ayudarla y juntas hicieron la “magistral limpieza”, sacando de los barrales de las cortinas, a los camarones. 75
Pretensiones Los amigos le decían que era un hombre muy afortunado al tener una esposa tan dedicada y complaciente; Aníbal no lo creía así. Pensaba que Miriam lucía como una mujer “gastada” por el tiempo, si bien le había ayudado durante sus primeros años de matrimonio, ahora se había convertido en “descartable”. Por esa misma razón, el día de su cumpleaños número cincuenta, Aníbal tomó una decisión. Fue un viernes por la tarde, cerca del horario de cierre de oficinas, cuando Miriam se acercó al escritorio de Aníbal con una gran torta, elaborada y decorada por ella misma. Al entrar, se sorprendió al ver a su esposo coqueteando descaradamente con su secretaria. Apoyó la torta sobre el escritorio y con un hilo en la voz preguntó qué estaba sucediendo, a lo que Aníbal, con todo desparpajo, adujo que su matrimonio ya no tenía ningún sentido. Miriam, con incipientes lágrimas en los ojos, le recordó los momentos en que ella le brindó su ayuda, a toda hora y sin ningún reparo, para que él pudiera hacer carrera en su trabajo, llegar a la posición de Director General de la empresa, tener un auto de lujo, una casa de 200 m2 en un barrio cerrado y…, ya no pudo seguir hablando. Aníbal la miraba sin prestarle demasiada atención. Cuando Miriam dejó de hablar solamente dijo: — ¡No pretenderás que sea el mismo después de haber llegado tan alto! — Miriam se encaminó hacia la puerta, giró su cabeza al tiempo que le respondía —Espero que tengas una buena vida— Poco tiempo después Aníbal y Karina, su secretaria, estaban viviendo un apasionado romance, con salidas nocturnas y copas de alcohol, paseos en yate y viajes a playas cálidas. A todo esto se agregaba, innumerables compras de zapatos, carteras, joyas y vestidos de diseñadores, a lo que Aníbal pagaba con sumo placer. 76
En menos de un año, su vida dio un vuelco. Fue totalmente previsible. Sus cuentas bancarias estaban prácticamente vacías y sus acreedores a la puerta, acechándolo. En breve perdió el trabajo. Se vio obligado a mal vender todas sus posesiones: el auto, la casa… Quedó en la calle. Nadie en su familia se apiadó de él…, menos aún Karina; sin siquiera despedirse, lo abandonó a su suerte. Aníbal cayó en un profundo pozo depresivo y comenzó a deambular por las calles como un indigente. Por las noches buscaba refugio en cualquier lugar bajo un techo que lo protegiera del frío. Así fue que encontró un garaje, donde necesitaban un sereno para trabajar. Días después, mientras estaba ingresando para tomar su turno, vio que también se estacionaba un lujoso y costoso auto. Le llamó mucho la atención, ya que era extraño ver semejante auto por esos lugares… Pero su asombro fue mayor cuando vio descender del mismo a… Miriam. Vestía un despampanante y corto vestido negro y lo más impactante…, lucía bellísima. Aníbal, sin poder creerlo, se acercó al tiempo que decía: —Hola Miriam…, estoy feliz de verte. Veo que te ha ido muy bien— Miriam lo miró de arriba abajo mientras le respondía — ¡Caramba Aníbal…, no puedo decir lo mismo de ti… Te ves fatal! — —Espero puedas perdonarme por todo el mal que te causé… ¿Podrás…? — —No te guardo rencor… Cada uno eligió su camino— comentó Miriam con una sonrisa complaciente. — ¡Me gustaría tanto que volvamos a estar juntos! — Comentó Aníbal visiblemente entusiasmado. Miriam volvió a mirarlo de arriba abajo y muy oronda le respondió: — ¡No pretenderás que sea la misma después de haber llegado tan alto! — 77
Revelación Las oficinas de Golden State Utility Company estaban ubicadas en el piso 12 de un imponente edificio en el centro comercial de la ciudad de Sacramento —Estados Unidos— Harry, un joven de veinticinco años, afroamericano, con cabello ensortijado, ojos negros como el azabache, corpulento, un poco excedido de peso, pero muy gentil y de buen corazón, estaba emocionado porque comenzaría a trabajar en un lugar agradable, muy bien decorado y acondicionado, que se dedicaba a realizar consultorías informáticas. Él tenía amplios conocimientos sobre el tema, ya que poseía, un título de Ingeniero en Sistemas. Se presentó en la recepción y la secretaria, Alison, lo condujo a la oficina de la Licenciada Harmony Wallace. Al verlo entrar, su aspecto le resultó tan desagradable, que no pudo evitar una carcajada, que resonó con fuerza y sin tapujos. Harry se sintió un poco intimidado, pero no hizo comentario alguno; sin embargo Alison se percató de la incómoda situación. De inmediato lo presentó como su nuevo asistente y le indicó cuál sería su escritorio. Durante varios días Harry sufrió burlas, desplantes y malos tratos por todos los que allí trabajaban, inducidos por la Licenciada Wallace. La única que lo ayudaba siempre en sus tareas era Alison, que mucho le dolía esa ingrata situación. Un viernes por la tarde, cerca de las 17.00 hs., cuando todos comenzaban a salir de la empresa, la Licenciada Wallace dejó sobre el escritorio de Harry una impresionante cantidad de carpetas con incontables papeles manuscritos que debían ser transcriptas en la computadora, para entregárselas el lunes a primera hora, porque habría una importante reunión. Harry la miró con ojos que indicaban una gran desesperación…, pero no dijo absolutamente nada. Wallace se retiró emitiendo una sonora carcajada, indicando que estaba más que segura que no podría hacerlo y de esa manera sería despedido por su incompetencia. 78
Alison, que aún no se había retirado, pudo observar y escuchar desde su escritorio la macabra escena; estaba furiosa y se sintió mortificada. Cuando la licenciada se retiró, decidió acercarse al escritorio de Harry y le ofreció su ayuda para entre ambos realizar la tarea. Se dividieron las carpetas y cada uno trabajó desde su computadora. Cerca de la 21.00 hs. terminaron las transcripciones. Aliviados y contentos salieron de la empresa. Decidieron tomar unas copas para terminar la noche. El fin de semana transcurrió tranquilo. Harry aceptó la invitación de su padre, David Brown, de ir juntos de pesca. Salieron temprano el sábado por la mañana y en menos de una hora estaban en “Lake Amador Resort”. El lugar era ideal para relajarse y descansar. Alquilaron un bote para adentrarse con las cañas y carnadas. Al principio, había poco pique, por lo que aprovecharon para charlar y ponerse al día con las novedades de la semana. Harry le comentó sobre el desarrollo de su nuevo trabajo en la empresa, sus compañeros, su jefa, sin ahondar en detalles triviales de sus desplantes y malos tratos. También agregó que estaba aprendiendo y adquiriendo nuevas responsabilidades, lo cual lo hacía sentirse muy orgulloso. Juntos terminaron el día con una suculenta cena en el restaurant del lugar. Había muy buena música y los platillos eran exquisitos. El domingo Harry salió a caminar y hacer ejercicio. Necesitaba cargarse de energía positiva para afrontar la siguiente semana. Había meditado mucho sobre el comportamiento de los empleados en la oficina y decidido no permitirles más atropellos. Aún no sabía cómo…, pero sí sabía que se los impediría. El lunes muy temprano, antes que las oficinas abrieran, Harry ya estaba sentado en su escritorio, después de haber entregado las carpetas solicitadas por la licenciada Wallace el viernes por la tarde. Alison, que también llegó antes del horario de entrada, fue a saludarlo con una sorpresa que le tenía preparada…, una 79
torta de crema y chocolate pues era su cumpleaños. Harry le agradeció tan bello gesto. Al llegar el resto de los empleados, especialmente la licenciada Wallace, viendo semejante espectáculo, quiso burlarse de Harry. Tomó la torta y se la estrelló en su cara aduciendo que debía comérsela toda pues se lo veía gordo y glotón. Todos se rieron a carcajadas aplaudiendo el bochornoso espectáculo provocado por la licenciada. Con la cara llena de crema, Harry indignado, fue al baño a lavarse; Alison lo acompañó para aliviar la tensión del ambiente. De pronto se escuchó por el parlante de la empresa, que la Directora, Margaret Johnson, que aún nadie conocía, llamaba a reunión a todos los empleados, con las carpetas requeridas a la licenciada Wallace. En la sala de reuniones en pocos minutos, estaban todos sentados. La licenciada Wallace entró última y se acomodó en la punta de la mesa, frente a la Directora. Un silencio sepulcral inundó la sala de reuniones. Todos estaban expectantes. Sabían que en la misma, se decidiría quien iba a ser el nuevo Gerente de la empresa. Algunos candidatos estaban casi seguro de su nombramiento, especialmente la licenciada Wallace, que sin dudas había hecho muchos méritos para lograrlo y con innumerables artimañas. —Como en esta empresa se valora el esfuerzo y el desempeño— comenzó diciendo la Directora —He podido observar las tareas realizadas y las actitudes que han mostrado, sin tener que estar presente en la compañía— Todos se miraron estupefactos. No sabían cómo pudo observarlos. De inmediato supusieron qua habría cámaras escondidas y… —Por las razones antedichas y las carpetas presentadas con el detalle transcripto en computadora de los movimientos contables realizados con falacia por la licenciada Wallace…— Continuó diciendo la Directora —Determino que: la Secretaria General será Alison Davis y el próximo Gerente de la empresa, Harry Brown…, mi hijo— 80
Sin lugar a réplica La Alameda Chabuca Granda es un amplio mirador de la ciudad de Lima colindante con el Palacio de Gobierno y a orillas del Río Rímac. Desde allí se observan el antiguo barrio del Rímac, el cerro San Cristóbal, la Estación de Trenes de Desamparados, el Puente de Piedra, el Puente Rayitos de Sol y un vasto horizonte de casonas virreinales. Tiene tres anfiteatros y escenarios para variedades y música criolla. Es lugar obligado de las Bienales de Arte -\"La Gran Semana de Lima\"- y festivales de gastronomía que se realizan anualmente en la ciudad. Usualmente ofrece módulos con viandas y postres típicos limeños. En sus anfiteatros suelen presentarse los cómicos ambulantes y música popular. Alrededor de la Alameda, se han construido una gran y variada cantidad de bares y restaurantes que ofrecen comidas y bebidas típicas del lugar. En uno de esos, “El Infusionista”, lugar de reuniones, con grafitis y luces neón, se sirven cocteles originales y comidas internacionales, está trabajando como mozo desde hace más de un año, José Luis Mamani, un joven muy respetuoso y siempre bien dispuesto, por lo que es muy apreciado por sus compañeros y hasta su mismo empleador, siempre habla maravillas de él. En cierta ocasión, un sábado por la noche un hombre muy bien vestido, Víctor Medina, ingresó con su novia Edwina del brazo, pasadas las 22.00 hs, al bar. Ambos muy sonrientes, se ubicaron cerca del gran ventanal, desde donde se vislumbraba el Puente de la Alameda y se apreciaba el paso de los turistas, cantantes con sus guitarras y las floristas ofreciendo flores típicas. Víctor solicitó un café express y José Luis, le trajo, erróneamente un café normal. Al probarlo, abruptamente lo escupió y, solicitó de inmediato cambiarlo por el que había pedido. José Luis, se aprestó a realizar el cambio. Víctor lo probó y se percató que estaba…, frío. Muy enojado le gritó a José Luis, pidiendo hablar con el gerente. 81
Toda esa situación originó el abrupto despido de José Luis, quien, aunque intentó disuadir a su jefe de tomar tan tremenda decisión, no pudo lograrlo. Víctor era un alto ejecutivo y además asiduo cliente del bar y había amenazado con ir a los medios gráficos a desmerecer la trayectoria que el bar poseía a lo largo de sus intachables veinte años. José Luis le suplicó que no lo despidiera, pues no podía perder su trabajo…, tenía a su madre enferma y necesitada de ser operada con urgencia y… De nada valieron sus ruegos. José Luis volvió a su casa muy deprimido…, pero decidió no comentar nada a su madre para no entristecerla. El domingo salió a caminar para despejarse y sin percatarse, llegó hasta el mirador de la Alameda Chabuca Granda. Desde allí podía ver “El Infusionista”. De pronto se dio cuenta que sus ojos se habían llenado de lágrimas y buscó instintivamente su pañuelo. En ese preciso momento, sonó su celular. Extrajo de su bolsillo ambos y después de secarse rápidamente, atendió. Del otro lado de la línea, una mujer se presentó, informándole que lo necesitaba el lunes a primera hora por la mañana, para iniciar una tarea laboral. José Luis no podía dar crédito a sus oídos y con un hilo en la voz confirmó que estaría al día siguiente en el lugar citado. Al llegar, la recepcionista lo hizo pasar al despacho de Edwina Vargas; lo recibió con un suave apretón de manos invitándolo a sentarse. José Luis no podía dar crédito a sus ojos. Minutos después ingresó a la oficina, el gerente de la firma, Víctor Medina, quien al ver a José Luis, hizo una mueca de disgusto, interrogando a Edwina sobre la presencia del mismo. —Como dueña de la cadena de bares de “El Infusionista” he tomado la decisión Víctor, por tu bochornoso comportamiento, el sábado por la noche y en mi presencia, de reemplazarte…, por el joven José Luis Mamani, por su esmerado desempeño. En administración tienen preparado tu liquidación y correspondiente pago— 82
Súbito El juicio se llevaría a cabo en algunas horas. Todos estaban expectantes, se movían inquietos en sus asientos, se miraban de soslayo cuestionándose de qué manera se llevaría todo a cabo, cómo finalizaría esa inverosímil situación… Emily y David Grant vivían hacía más de 10 años en el condado de Jackson —Texas—. La hacienda de los Grant, tenía una extensión de más de 500 ha. La raza de ganado bovino — Texas Longhorn— era la principal producción del rancho. David tenía más cabezas de ganado que el espacio donde debían crecer y reproducirse. Por ese motivo debía aumentar la cantidad de tierras. Las parcelas lindantes eran muy requeridas…, principalmente por su vecino, Matt Williams, cuyo rancho se encontraba edificado sobre una colina, lo que le brindaba una vista espectacular de toda la zona circundante. Contaba con un arroyo de agua cristalina, que servía para abastecer a varias cabezas de ganado. David podía usarla previo pago de una importante cantidad mensual, la cual aumentaba en forma considerable…, todos los meses. Cada vez se hacían más notorias las fricciones entre ambos rancheros…, Emily también pudo notarlo. Matt era un hombre muy apuesto y tenía en su haber una suculenta fortuna heredada de sus padres. Esto también pudo notarlo Emily. Como todos los años, una gran concurrencia se aprestó a festejar la fiesta de San Antonio. Se realizaron desfiles de carrozas, danzas típicas, elección de la reina. Todo se produjo con un gran realce de belleza, armonía y en un ambiente de mucha algarabía. Mientras se desarrollaba el festejo, Emily buscó sigilosamente a Matt. Si bien lo conocía a través de alguna que otra charla que había tenido David por el pago del uso del arroyo o el intento 83
fallido de comprarle parcelas de tierra para su ganado…, tenía toda la intención de conocerlo personalmente. De lejos pudo ver a Matt charlando con otros hacendados. Notó que su vaso estaba casi vacío y decidió llevarle otra cerveza. Se acercó muy sonriente y le entregó la bebida. Matt agradeció con una sonrisa su gentileza. La charla fluyó con naturalidad hasta que una mano, decidida y enérgica, tomó a Emily del brazo. Fue inevitable…, David no pudo disimular su enojo ante tal desparpajo de Emily. Minutos más tarde, los Grant, cruzaron por la plaza donde se desarrollaba el evento, atravesando a la muchedumbre, casi a los empujones. Regresaron al rancho en absoluto silencio. David mascullando rabia, mientras que Emily, desbordada en lágrimas por la impotencia. Al llegar, Emily decidió enfrentarlo. Lo miró con los ojos inyectados de furia y cuando iba a darle una cachetada, llena de soberbia e indignación, trastabilló rodando escaleras abajo. David intentó socorrerla, pero fue en vano; no parecía tener signos vitales, por lo que decidió llamar de inmediato a una ambulancia. Camino a la clínica pudieron reanimarla. Al llegar, la hospitalizaron. Le practicaron análisis y tomografías pertinentes. El diagnóstico fue preciso: un brazo roto que fue enyesado y un contundente golpe en el hueso parietal, que no produjo consecuencias en ningún órgano. Esto último provocó que se la indujera en un coma para evitar movimientos perjudiciales. David la visitaba a diario…, el arrepentimiento lo carcomía. Casi un mes después, Emily despertó del coma. Se sentía confusa y aturdida. David trató de explicarle, con delicadeza, lo que había sucedido. No era la primera vez que los celos enfermizos de él, provocaban estos accidentes; Emily ya había estado hospitalizada con anterioridad. Una semana más tarde, fue dada de alta. Decidió tomarse unas vacaciones, para recuperarse, visitando a su madre. 84
Mientras tanto, en el rancho de los Grant, las cabezas de ganado empezaron a morir de manera sospechosa; como si una rara enfermedad los atacara. David fue a buscar con suma urgencia un veterinario muy reconocido en la zona para que determinara lo que estaba sucediendo. En el trayecto, de manera inesperada, como surgido de la nada, un coche lo embistió, produciendo un terrible y desafortunado choque. David fue llevado al hospital con suma rapidez. El diagnóstico fue fatal: quedó paralizado de la cintura para abajo. Las circunstancias del choque, trajo aparejado la intervención policial. Se realizaron los correspondientes peritajes en la zona de impacto, así como también en los autos involucrados. Pronto se descubrió que el auto de David tuvo una falla mecánica en los frenos; no respondieron debidamente porque fueron cortados los cables. También se halló culpable al otro conductor, pues había sido contratado para provocar el fatal accidente. Esto último fue resuelto, cuando se halló a la mente responsable de planearlo. El juicio se llevaría a cabo en algunas horas. La sala del tribunal estaba atestada de público: testigos, jurado, abogado y fiscal, presentarían en breve sus declaraciones y alegatos. Cerca de las 10 de la mañana del viernes 7 de febrero de 2022, el juez Jason Blake ingresó a la sala. Todos se pusieron de pie. El aire estaba gélido dentro y fuera del recinto. Emily Grant había sido hallada culpable de intento de homicidio. Al iniciarse la sesión, el juez preguntó cómo se declaraba la acusada. Como si un rayo la atravesara, su cuerpo convulsionó y cayó al piso. El médico de la sala determinó muerte por ataque cardíaco. David salió del recinto empujando su silla de ruedas. 85
Tallado Una orquesta filarmónica es una agrupación musical de gran tamaño en la que sus integrantes interpretan instrumentos de cuerda como violines, violas, arpa y piano; de vientos como flautas, clarinetes, trompetas y de percusión, como los platillos, el triángulo y los timbales. De los 145 músicos, tan sólo 15 son mujeres y sostienen su teoría de que la única cuestión para pertenecer a dicha orquesta es la excelencia musical. Así opinaba Helga Gruber, integrante de la Orquesta Filarmónica de Viena, como una de las primeras violinistas. Formaba parte de la orquesta hacía más de 10 años. Cuando no participaba de ensayos o eventos, le gustaba salir a recorrer lugares floridos y llenos de riqueza histórica por Austria. Uno de sus paseos favoritos era sin duda, recorrer el Río Danubio en bicicleta. En sus casi 3.000 km de curso fluvial, pasa por 10 países. Sus aguas han presenciado momentos importantes y han servido de fuente de vida a generaciones de familias centroeuropeas de todo tipo y condición. Helga paseaba por las regiones de Alta Austria, Baja Austria y Viena, encontrando monasterios, bosques, viñedos, abadías, castillos, iglesias románicas y barrocas, pequeños pueblos de cuento y alguna ciudad, como Linz. Fue justamente en ésta, que decidió descansar en uno de sus pintorescos hoteles, el Ibis Styles. Antes de ingresar, buscó donde dejar su bicicleta. Uno de los camareros se le acercó y le indicó que se ocuparía de guardarla en el estacionamiento junto con los autos. Cuando Helga iba a agradecerle su gentileza, notó que le resultaba cara conocida, le preguntó su nombre y ahí lo confirmó: era Gerhard Steiner, un compañero de la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena. Conversaron largo rato sobre sus actividades, logros y frustraciones, sobre todo de Gerhard, que se vio obligado a abandonar sus estudios porque su esposa quedó embarazada y necesitó buscar en forma urgente un trabajo para afrontar la 86
difícil e inminente situación. Se despidieron con un abrazo y la promesa de reencontrarse pronto y tomar los tres un café. Helga se instaló en un cuarto del hotel por unos días para descansar. En principio pensaba quedarse cuatro días…, pero al finalizar el segundo, recibió un llamado de una compañera de la orquesta, Monika Müller, que debían ensayar para un próximo evento en Salzburgo. A la mañana siguiente dejó el hotel y dos horas después llegó en su bicicleta a su apartamento. Solo quería darse una ducha y prepararse para asistir al ensayo. Cuando quiso abrir la puerta, notó que ya estaba abierta. La empujó con suavidad y grande fue su sorpresa al notar que todo estaba revuelto: cajones abiertos, papeles y ropa tirados por doquier…, pero lo más angustiante fue que su violín Stradivarius había desaparecido. Su corazón se aceleró y a punto de caer desmayada notó que alguien salía de su escondite, -detrás de la puerta del dormitorio-, escapando por la ventana. Helga no logró distinguir quién era, pero se dio cuenta que cargaba un objeto en la mano y raudamente se montaba en una bicicleta. Helga hizo lo mismo y comenzó a perseguir al ladrón. La distancia no era muy grande entre ambos ciclistas, apenas unos escasos 200 ms., pero la velocidad de quién llevaba la delantera fue aumentando cada vez más. Helga siguió firme en su pedaleo y pronto se percató que estaba en las afueras de Viena. El paisaje era más agreste y el sendero de tierra. Casi sin darse cuenta, estaban atravesando el Jardín Botánico de Linz, internándose entre más de 10.000 especies de plantas y árboles. Luego pasaron frente al Castillo de Linz y por la Iglesia más antigua de Austria -Martinskirche- Cerca de allí, Helga reconoció la casa renacentista donde vivió el gran Mozart. Se sentía adolorida por la carrera y la impotencia de no poder alcanzar al ladrón…, hasta que de pronto se dio cuenta que estaba ingresando en los jardines del Ibis Styles Hotel. 87
Desde una distancia prudencial, espió que el ladrón se detuvo en el estacionamiento de los autos. Alguien lo estaba esperando montado en otra bicicleta. Helga no podía ver la cara de ninguno de ellos…, tenían colocados los cascos y los rostros protegidos por anteojos para el sol. El que cargaba el objeto se lo entregó al otro y éste se dirigió en su bicicleta hacia la salida del estacionamiento. Al verlo salir, Helga lo siguió con sigilo para no despertar sospechas. El ciclista con el paquete colgado a su espalda, dio varias vueltas como para despistar a cualquiera que lo estuviera siguiendo, hasta que al fin enfiló hacia Viena. Pronto condujo por calles angostas, dando varias vueltas por lugares poco conocidos y bastante escondidos, hasta que de pronto se detuvo e ingresó a un local. Desde la vereda de enfrente, Helga pudo leer el cartel del negocio que anunciaba: “Karl Moser - Compra y Venta” Sin dudarlo, Helga dejó su bicicleta aparcada en el lugar correspondiente y entró al local. Comenzó a mirar los objetos del negocio, como si fuese una compradora interesada, mientras se iba acercando al mostrador para escuchar de cerca a quien llevaba el paquete. —Vengo a vender este violín— Dijo la voz extraña. El dueño del local observó detenidamente el instrumento y le preguntó cuánto quería por él. — ¿Cuánto puede darme? — Preguntó la voz. — ¡Nada puede pagarte por algo que no es tuyo! — Gritó Helga con viva angustia. — ¿Quién es Ud.? — Preguntó Karl. —Yo soy la dueña del Stradivarius— Dijo Helga mostrando sus credenciales. —Esas credenciales no significan nada— Dijo la voz. —Pues al dorso del violín está grabado mi nombre y apellido para comprobarlo y quién lo robó no se percató de ello… Seguro tu cómplice ¿Fue tu esposa…, Gerhard Steiner? — Sonrió Helga triunfante. 88
Vestigio Según había mencionado Pauline a sus amistades, su hija Adrienne, sería la novia más hermosa de París; su esposo Jacques, estaba totalmente de acuerdo. Habían comenzado con los preparativos tres meses antes de la boda. Todo llevaba mucho tiempo y esfuerzo: la elección del salón, el menú para la cena, la diagramación e impresión de las tarjetas de invitación y…, ni que hablar del vestido de novia, el diseño, la tela, los accesorios… Adrienne había escogido adornar el salón con ramilletes de muguet color blanco, tal como la tradición lo destacaba, pues su boda se realizaría el 1º de mayo. Según cuenta la leyenda, el caballero Louis de Girard de Maisonforte le ofreció a Carlos IX un ramo de muguet de su jardín para obsequiarle a su madre, Catalina de Medicis. Por otra parte, también debía pensar en el vestuario de las damas de honor, quienes iban a acompañarla y asistirla en la preparación; sus mejores amigas, Ingrid y Justine, fueron las elegidas. Para ellas eligió atuendos de seda rosa adornados con muguet del mismo color de los vestidos. La fecha de la boda se aproximaba y Adrienne lucía ansiosa, como era de esperar, pero demacrada en demasía. Justine se preocupaba mucho al verla así y, si bien la acompañaba a todos lados, asistiéndola en todo lo necesario para que no se agotara tanto, dudaba que estuviera bien de salud. Adrienne insistía que era el stress de los preparativos…, Justine no le creía; decidió vigilarla más de cerca. Una semana antes de la boda, Justine insistió en quedarse a dormir en casa de Adrienne, en el cuarto contiguo al suyo, para ultimar los detalles y lograr que ella descansara más…, realmente lo necesitaba. En la madrugada, Justine escuchó un llanto que provenía de la habitación de Adrienne. Se acercó a la puerta de su habitación y al comprobarlo, entró sigilosamente para no asustarla. Adrienne 89
estaba abrazando su almohada y llorando profusamente. Justine se le acercó y la contuvo para tranquilizarla hasta que se quedó profundamente dormida. Por la mañana, Justine observó los ojos enrojecidos de Adrienne y la ayudó a maquillarse para que se viera mejor. No cruzaron palabra alguna…, no eran necesarias. Justine sabía que toda novia necesita su espacio y tiempo ante los inminentes cambios que surgen antes de la boda. Pierre Dubois era un marchand muy reconocido en todo el mundo y sus continuos viajes lo mantenían varios días alejados de París. Visitaba continuamente museos de todo el mundo para comprar obras de pintores famosos y revenderlas entre sus múltiples y millonarios clientes. Había conocido a Adrienne en el Museo del Louvre, cuando ambos coincidieron en visitarlo. Descubrieron que tenían muchas cosas en común. Además del arte, les gustaba realizar largas caminatas por el centro de París, ir al cine a ver películas mudas y luego reían juntos de las excentricidades de los actores para hacerse entender con sus gestos. A los seis meses de noviazgo, Pierre le pidió casamiento, asombrando totalmente a Adrienne por la prontitud. Después de la boda se mudarían a Roma, donde Pierre tenía su principal salón de arte, con exhibiciones mensuales a partir del mes de junio, justo cuando comenzaba el verano. Juntos construirían un futuro promisorio, donde el amor y el placer por el arte, sobresalían en su máxima potencia. Adrienne estaba peinada y maquillada de forma impecable, parada frente al espejo, en el centro de la habitación del hotel, donde se realizaría la boda, lista para ponerse el vestido de novia. Solo estaba su amiga Justine junto a ella para ayudarla.., Ingrid aún no había llegado; según adujo estaba demorada con el tráfico. Los nervios de Adrienne comenzaron a notarse en un leve temblor en sus manos, que trataba de disimular frotándoselas 90
continuamente. Sin embargo Justine pudo percatarse de ello, pero prefirió no hacer ningún comentario para que no se sintiera observada. Mientras tanto en el salón estaban reunidos familiares y amigos de ambos a la espera de la aparición de los contrayentes. También se encontraban el juez de paz y el sacerdote para realizar la boda en forma simultánea. Pierre ingresó al salón vestido con un elegante esmoquin de color azul petróleo, impecable camisa blanca, con moño del mismo tono del traje y zapatos negros de charol. Saludó efusivamente a todos los presentes y se quedó parado cerca del juez de paz y el sacerdote, a la espera del ingreso de Adrienne. Ante la evidente demora de Ingrid, Adrienne estaba visiblemente furiosa, por lo que decidió que entrara solo Justine como dama de honor. Adrienne ingresó al salón minutos detrás de Justine, del brazo de su padre; Jacques se sentía sumamente orgulloso de su hija y trató de contener lágrimas de emoción. Minutos más tarde, Ingrid llegó al salón y se ubicó en el fondo, en un rincón. Apartada del resto de los invitados, observó muda el desarrollo de la escena nupcial. Frente al altar, Adrienne y Pierre se tomaron de las manos y se miraron tiernamente a los ojos para repetir las palabras que el juez de paz primero y luego el sacerdote, iban pronunciando. Primero lo hizo Pierre y ante la pregunta definitoria contestó afirmativamente. Adrienne continuaba con el temblor en sus manos y al cabo de unos minutos comenzaron a hacerlo sus labios cuando debía responder. Sus ojos se habían posado en el moño azul petróleo que llevaba adherido un pétalo muguet rosa. 91
Vitrina de cristal Diciembre 2014 fue un mes muy triste para Bélgica, pues el día 5 fallecía en Château du Stuyvenberg, Bruselas, la reina consorte Fabiola de Mora y Aragón, esposa del Rey Balduino. Días después, en su lugar de sepelio, la Iglesia de Notre Dame de Laeken, se exhibía junto a su ataúd, una fastuosa vitrina de cristal, con toda su vestimenta y joyería, utilizada durante su reinado. Podía ser visitada durante el horario vespertino; después de las 20 hs se cerraba la visita al público…, según declaraba un cartel colgado en la puerta de la iglesia y hasta el mismo custodio, Joseph Goossens, debía aclararlo en reiteradas oportunidades. Patrick Peeters, era un joyero muy reconocido y de excelente reputación en Amberes, Bélgica. Se dedicaba desde hacía muchos años, a la compostura de relojes. Le afectó muchísimo la noticia del fallecimiento de la reina consorte. Tenía un especial sentimiento hacia ella pues era un familiar cercano de su tía abuela, por lo que estuvo presente, junto con su novia Isabelle, en su sepelio el 12 de diciembre en la Iglesia. Antes de retirarse, se acercaron a la vitrina de cristal para apreciar los maravillosos objetos; la joyería sobre todo, fue lo que llamó más su atención. Como experto en el tema, sabía de su valor, por los bellos metales y piedras de engarce. Finalizaba enero y pronto iniciaría sus ansiadas vacaciones en la Riviera Francesa: tenía pensado viajar con su novia Isabelle a quien pediría matrimonio, aprovechando el día de San Valentín, después de cuatro años de noviazgo. Patrick estaba pronto a cumplir los cuarenta años. Ya era tiempo de casarse y pensar en tener una familia con algunos hijos correteando por el gran parque de su casa en las afueras de Amberes. Si bien Isabelle era una joven de veinticinco años, muy inquieta y andariega, pensaba igual. 92
Las maletas de Patrick estaban casi listas y la Riviera Francesa a la espera de su llegada…, solo faltaba un pequeño detalle; no había comprado aún el anillo para Isabelle. No quería ir con ella, pues deseaba sorprenderla al pedirle matrimonio. Tampoco podía pedirle a Monique, su hermana, que lo acompañara…, menos aún a Nicole, su secretaria. Realmente estaba en una terrible disyuntiva…, tenía que arriesgarse solo. Recorrió algunas joyerías del centro de Bruselas, buscando algo que le llamara la atención. Nada lo complacía totalmente, más aún después de haber visto la joyería de la reina Fabiola en la vitrina de la iglesia. Isabelle también había quedado deslumbrada…, no se conformaría con menos. Pero no encontraba nada similar… Decidió elucubrar un plan para conseguir el anillo de matrimonio de la reina con engarce de diamantes y zafiros. Un día antes de viajar, fue a la Iglesia de Notre Dame de Laeken, para llevar a cabo su cometido. Minutos antes de la hora de cierre, se escondió en la rectoría, aprovechando que el sacerdote estaba terminando su misa dominical. Cuando todo estuvo en absoluto silencio y las luces de la iglesia se habían apagado, Patrick salió de su escondite, se dirigió en puntillas y a tientas hacia la vitrina, apoyando su espalda contra la pared del recinto. El corazón le latía con celeridad, tenía la boca reseca y le costaba respirar…, pero aún así continuó avanzando. Sabía que debajo de la vitrina, en el pedestal donde estaba alojada, se encontraba la alarma; debía desconectarla para evitar que sonara. Si bien la temperatura era de pocos grados en pleno invierno, Patrick transpiraba intensamente por los nervios. Respiró hondo, tomó sus herramientas y cortó los cables de la alarma en breves segundos. La vitrina contaba con una cerradura muy especial; también ya la había registrado. Como buen relojero, tenía amplios conocimientos y logró abrirla sin demasiado esfuerzo. Tomó el preciado anillo y lo guardó celosamente en su bolsillo interno. 93
Su corazón seguía acelerado pero…, ya había logrado llevar a cabo su plan, tal como lo había pensado. Ahora lo importante era salir de allí, en la más absoluta oscuridad, puesto que no había llevado ninguna linterna para evitar ser descubierto y tampoco hacer ningún ruido, ni tropezarse con nada ni nadie. De pronto escuchó un ruido lejano y se escabulló entre las sombras, escondiéndose debajo del altar que estaba cubierto por un bordado lienzo. Pudo percatarse que el ruido provenía de la rectoría, así como también algunas voces. Al cabo de unos minutos, las voces se convirtieron en jadeos y susurros... En principio se sorprendió y se quedó inmóvil. Luego se fue acercando y reconoció una de las voces. Decidió aproximarse más y de pronto se abrió la puerta de la rectoría…, Isabelle salía arreglándose el cabello y la seguía Joseph, subiendo el cierre de su pantalón. Patrick, aún escondido detrás de la puerta, no podía salir de su asombro. Estaba tan estupefacto que no decidía qué hacer: si enfrentarlos o permanecer quieto y escondido para no ser visto. Al día siguiente Patrick emprendió solo su viaje de vacaciones a la Riviera Francesa. Durante el vuelo puedo leer en el—Het Laatste Nieuws— diario local de Bruselas, la siguiente noticia: …”La vitrina de cristal conteniendo las joyas de la Reina consorte Fabiola de Mora y Aragón, fue violada en la noche de ayer. Su anillo engarzado con diamantes y zafiros había desaparecido. Horas más tarde, fue hallado en el bolsillo del pantalón de su custodio, Joseph Goossens”… 94
ÍNDICE 4 Prólogo 6 9 Absurda vanidad 12 Acertada intuición 15 Adrenalina 18 Aniversario de rubí 21 Capricho fortuito 23 Círculo cerrado 26 Claridad en las tinieblas 29 Convaleciente 32 Deseo por cumplir 35 Desmedida ambición 38 Dictamen imprevisto 41 Elección errónea 44 Frustrado 49 Juego sucio 52 Imagen manifiesta 55 Imprevisible 58 Inesperado destino 61 Innegable identidad 64 Luces titilantes 67 Madrugada abrumadora 70 Muda evidencia 73 Perfume de magnolias 76 Plan magistral Pretensiones 95
Revelación 78 Sin lugar a réplica 81 Súbito 83 Tallado 86 Vestigio 89 Vitrina de cristal 92 96
Lidia Susana Puterman nació el 23/08/1950 en Buenos Aires, Argentina. Es actriz, conductora, coordinadora, guionista, escritora. Estudió teatro y radio, participando en varias obras teatrales y programas radiales. Se especializó como escritora de Radioteatros en Argentores. Ha recibido varios premios de concursos por sus poesías, cuentos, radioteatros y microrrelatos en México, España, Italia y Argentina. Posee publicaciones en varias Antologías de Editorial Dunken, Mis Escritos, Tahiel Ediciones y 3+1, por varios certámenes ganados. Participó de varios Encuentros Literarios —2018-2022— en forma presencial y virtual, en Perú, Ecuador, Colombia, España, Italia, Gran Bretaña, México y Argentina. En la actualidad se desempeña como coordinadora de Talleres de Narrativa, Poesía y Ficción Radial, en forma presencial y virtual.
Publicaciones ESENCIA – Cuentos y Poesías (2017), TU VOZ EN EL AIRE – Radioteatros (2017), SUSURROS Y SUSPIROS - Poesías (2018), NOMBRE DE MUJER - Cuentos (2019) PUNTOS SUSPENSIVOS… - Cuentos ( VORÁGINE – Cuentos y Poesías (2021) MICRÓFONO ABIERTO – Ficción Radial (2022) SORTILEGIO – Poesías (2022) Email: [email protected] Web: https://autorasarahklein.wixsite.com/inspiracion Facebook: Lidia Susana Puterman YouTube: Lidia Susana Puterman Instagram: clarodeluna2350
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