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_Experiencia Letras Nro 9. 2021 (1)

Published by kpiriz2_10, 2021-10-09 22:08:16

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Editorial Primavera - Verano ¿Qué es la literatura? ni la empatía pueden faltar; es todo mentira pero hay muchas La literatura, como todo arte, es la máxima expresión de la verdades. En este arte va el cuerpo, y ya lo dijo el gran Eduardo humanidad. Es cuando los seres se reconocen como parte de Galeano: “el cuerpo es una fiesta”. También es un escudo y una una construcción colectiva a base de ideas y sentires espada frente a la adversidad, una catarsis, una excusa para mancomunados en la diversidad. Parece mentira, pero ni el ego dejar huella. Transitamos la primavera, la estación de inicio de fiestas porque jamás tenemos que olvidar que somos parte de la madre bacanales, de la reproducción del enamoramiento, de los días Naturaleza, de la Pachamama, a la que tenemos que cuidar para más largos y las noches más tibias, de los pimpollos florecientes, que siga existiendo la humanidad. ¡La vida nos lleva por tantos de las flores que perfuman los ambientes y los jardines. caminos! Ya lo dijo un poeta: “Caminante, no hay camino, / se Transitamos la esperanza, la que nunca se pierde, la que hace camino al andar”. siempre espera y es andanza. La primavera siempre es un renacer. Lo vivimos en las vísceras como cualquier animal, Xavier Romero



I Rosa oviedo Mirar contemplar la nada. La ceguera negación del mundo Recurrir a la memoria para ver. a los espacios que sufrieron No sé, pero veo inmensos muros el despojo levantándose no para lamentar, donde los recuerdos van no para encontrar. siguiéndote implacables. Supera la no memoria, Volver a mirar, a contemplar no todos son de cemento, ahora te atraviesa el miedo lo sabemos. tan temido. Hay heridas que continúan abiertas como esas puertas imposibles de cerrar. El óxido es como un pasado caminado no reconstruido. Hay otra generación que espera. Rosa Oviedo

Graciela Ibieta \"¿Qué busca un lector en un libro? ¿Un trasfondo ideológico firme, un alarde de retórica, fraseos correctamente concatenados? ¿O una historia bien contada? Es esto y es lo otro. Pero la lectura es también evasión, y si al levantar la vista del libro vemos, al menos por un rato, el mundo un poco diferente, con la tónica de la ficción que acabamos de leer, el libro ha cumplido su cometido.\" Mazmorra (Franco Chiaravalloti) Se despertó sobresaltada. Se sentía transpirada y sucia. Tocó a su alrededor con cautela. Suspiró, había sido solo un sueño y continuaba allí, como hacía tiempo. Ya no recordaba cuánto había transcurrido. En la oscuridad es difícil calcular el paso de los días y las noches. Se puso en cuclillas para intentar incorporarse. Su cuerpo estaba empezando a entumecerse. Se paró con cierta dificultad, le dolía todo el cuerpo. No identificaba si era por los golpes, las heridas, las vejaciones, el manoseo machista y ultrajante, o tanto tiempo encerrada. Se sostuvo de la pared. Recorrió suavemente su torso con la yema de los dedos para reconocerse, para recordarse. ¡Había bajado tantos kilos! Recordó aquello del peso corporal con respecto al diámetro de las muñecas del antebrazo y la midió coronándola con los dedos. Con desazón comprobó la delgadez de su cuerpo, huesudo y escuálido, y agachó la cabeza suspirando. Intentó dar un paso, pero un sonido a lata la asustó. Un olor a rancio se desprendió de golpe y le invadió la respiración. Sintió náuseas y apoyó ambas manos para sostenerse, porque el hedor la indispuso. Un torbellino de jugos gástricos, pútridos y repulsivos le provocó arcadas. Se mareó. Giró rápidamente antes de caerse, apoyó la espalda contra la pared y se tomó el pecho como si sus manos abiertas le insuflaran aire puro, como si pudiera haber aire puro en aquel lugar. Se concentró en otra cosa, para olvidar el plato que acababa de patear con comida de varios días atrás. Recordó que hacía tiempo que no comía, no tenía ganas. Estaba deshecha, cansada. Cada tanto la confinaban al pozo y a las tinieblas. Siempre pudo sobrevivir, pero cada vez le era más difícil. El mundo estaba cambiando y los valores también. Intentó ser fuerte en todo momento, pero últimamente se sentía endeble, frágil, exangüe. Se repuso un poco y caminó lentamente sin soltarse de la húmeda pared que la sostenía. Cada tanto decidía dar un paseo por aquellos seis metros cuadrados del recinto, sin soltarse; más que por miedo a caerse, por miedo a no perder su entidad, su sustancia. Tocar la pared le afirmaba estar viva, sentir su cuerpo, su complexión; pensarse, ser. Con caminar lento y doblegado dio un par de vueltas sin contarlas antes de detenerse. Agotada, apoyó toda su espalda contra la fría horma y se dejó caer. Sus muslos enjutos y

doloridos se apoyaron en el piso rugoso y glacial, flexionó las piernas y las abrazó. Apoyó la frente en sus rodillas y trató de olvidar el dolor. El silencio era abrumador. Llevó las manos temblorosas a la venda que le cubría los ojos y se tentó. La acarició suavemente, de un lado a otro. Palpó su rugosidad, su textura y volvió a intentarlo, como tantas veces. Comenzó a sacársela, lentamente, pero se estremeció. No sabía lo que era mirar. Varias veces pretendió hacerlo pero un miedo aterrador invadía todo su cuerpo inmovilizándola, tal vez no querría hacerlo después de todo. Lo pensó por un momento, pero una vez más no se animó. Se convenció definitivamente de que sus oídos le eran suficientes. Nació para ser ciega, así la concibieron y así debía ser. No necesitaba ver nada. ¿Para qué? Si nunca lo necesitó, ¿por qué ahora? Dejó la venda en su lugar, sin antes acomodársela un poco y lamentar su estado, estaba raída, como toda ella. Súbitamente sintió la necesidad de recorrerse. Primero acarició sus cabellos, ahora secos y ásperos, falto de cuidados; tantas veces envidiado por reyes y sultanes. Luego, su rostro, que lo imaginó pálido y lívido debido al tiempo transcurrido allí adentro. Su delgadez la asustaba por momentos. Aunque estaba algo acostumbrada a sentirse así, los artistas jamás la habían representado con una silueta robusta, ni le habían insuflado un color rozagante; salvo la obra de Luis Salgado Arenas, siempre la habían esculpido fría, monocromática y de metal. ¡Qué lejos estaba de aquel óleo! ¡Cómo se extrañaba! Cerró los ojos, se acarició con dulzura y un dejo de nostalgia la conmovió. ¡Fue amada por tantos! ¡Tantos habían dado la vida por ella! Una cicatriz la sacó violentamente de su ensimismamiento. La recordaba bien. Fue en el siglo XV, con la llegada de los españoles a tierra americana. Todavía sangraba de vez en cuando. El tajo le atravesaba la cara, desde la sien hasta el medio del pecho, pasando por la barbilla. Sus recuerdos se mantenían vívidos. Cada cadena atada a los tobillos de los Incas, Mexicas, Sioux, Chibchas, Arawacos, Guaraníes, Charrúas, Patagones y de tantos otros, cada espada al rojo vivo hundida en sus costados, cada cuerpo mutilado y destrozado por los perros, profundizaba su herida. ¡Eran 112 millones de hombres, mujeres y niños en toda la América, torturados y asesinados por los españoles! Un verdadero holocausto llevado a cabo sin piedad. Pero eso no fue todo. Cómplices de la historia oficial intentaron mitificar los hechos festejando el 12 de octubre con aires de civilización, y allí estaban las pequeñas miles de estrías que circundaban la herida. Aunque en los últimos tiempos ésta había cicatrizado un poco gracias a quienes sacaron a la luz la verdadera historia, solía sangrar de tanto en tanto, porque a pesar de los siglos transcurridos, el sufrimiento de aquellos pueblos sigue vivo aún hoy, en el siglo XXI. Bajó sus dedos planos por su pecho y recorrió sus senos. Cortes y miles de pequeñas cicatrices le recordaron la matanza de los inocentes. ¡Cuántos amamantaban aún! Cerró los puños con congoja y le pareció escuchar la voz del profeta Jeremías que le decía dulcemente al oído: “En Roma se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos, es Raquel que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen”. Se estremeció. Como mujer podía imaginar el dolor de aquellas madres y sacó violentamente sus manos de allí. Apoyó las palmas en el piso helado y un frío gélido le recorrió el cuerpo. Se abrazó. Se abrazó con fuerza. Sus manos chocaron con las huellas de sus hombros y también las revivió. ¡Cómo olvidarlas, si fueron tan dolorosas! Eran los crueles latigazos del tráfico de esclavos del siglo XVII, que dibujaron en su espalda el continente africano. Sus yemas podían recorrer cada tormento, cada dolor, cada grito de piedad, y entonces se soltó. No quiso continuar. No quiso explorar su torso, allí estaban las heridas de la última dictadura militar americana, con sus miles de tormentos, de desaparecidos, de violaciones. Tampoco quiso examinar sus piernas, con miles de pequeñas cicatrices de la inquisición y de la Alemania nazi. Prefirió levantarse, caminar otro poco y cambiar la estrategia.

Cada tanto los hombres se olvidaban de ella y la confinaban al pozo pero siempre salía. Salía con más heridas y con las huellas de la historia tatuada en su figura. Salía débil y esquelética, pero salía. Trató de evocar esos momentos y recordó su balanza. Se arrodilló rápidamente y comenzó a tantear. No la encontraba. Se inquietó. Deslizaba las manos por el piso en forma de abanico con desespero, girando sobre su propio eje, y en un avance de su cuerpo se topó con un objeto que casi la corta. Había dado con su espada de doble hoja tirada en un rincón, fría y herrumbrada, pero con el filo intacto. El poder de la razón y la equidad estarían a la altura de las circunstancias, como siempre. Siguió tanteando. La balanza no podría estar muy lejos, pero un tenue calor que llegaba desde arriba la frenó en seco. Dejó de buscar por un momento, se dejó guiar por aquella energía y se incorporó. Pudo sentir ese calor en su rostro. Tendió sus palmas con entusiasmo, necesitaba ese brío casi con desesperación. Se puso de pie, sin quitar su rostro de aquel hilo de luz acogedor y cálido; y pudo escuchar. Un tintinear de platillos rompía aquel silencio que la aturdía, llenándolo de música. Todo su cuerpo se estremeció, blandiéndose, alegrándose, sonriendo…anestesiando sus heridas. Agudizó sus oídos. Voces, muchas voces. Mujeres, muchas mujeres. Voces de mujeres sonaban al unísono. Pasos. Muchos pasos marchaban al compás. Fuerza. Mucha fuerza se sentía. Mucho ímpetu. Mucha energía. Dio un paso hacia adelante para acercarse al resplandor y sintió la balanza intacta al lado de sus pies. Entonces, la tomó con la mano derecha, su espada con la mano izquierda, y esperó con la tez erguida, mirando hacia la luz. Su corazón comenzó a latir con vigorosa vitalidad. Podía escuchar el golpe de cada latido. Podía sentir nuevamente su sangre recorriendo todo su cuerpo. Sonrió, había llegado el momento. La historia siempre la había rescatado. Siempre. Y esta vez lo harían ellas.

Amanecer... Los labios reposaban, como reposaba la calma en la noche calurosa. Habían perdido su brillo labial después de la larga vigilia que continuaba en pie. Pálidos, serenos, cansados. Dormían ahora las largas letanías diurnas esperando el momento de renacer inquietas. Cayó la noche. Implacable, lívida, brumosa. Se hacían largas las horas como larga se hacía la espera. Un anochecer cansado, luego de un día agotador. ¿Un día agotador? No. Un anochecer cansado luego de días, meses, años, siglos agotadores. El crepúsculo trajo una brisa fresca y el labio se estremeció. No estaba solo. Miles de labios estremecidos alrededor. Las horas pasaban, el ambiente se caldeaba y un entorno de zozobra cubría cual un velo el eterno ocaso. En medio de aquella incertidumbre el rostro tensó las mandíbulas. La sangre hirviente tiñó de rojo carmín los labios carnosos. La lengua se inquietó. Los dientes pálidos se abrazaron como dique de contención de tanta palabra encerrada. La lengua se estrujó contra el paladar esperando el momento decisivo. Minuto a minuto la fuerza de la historia pujaba desde el fondo de su ser por atravesar la garganta. Indómita intentaba atravesar la boca apretada. Deseaba nacer, quería nacer, debía nacer. La muchedumbre se agitaba, los brazos y abrazos enmarcaban la presión. De repente, un torbellino de furia formó un círculo perfecto en el hueco de la boca. Se abrió la garganta, cedieron los dientes y una catarata de ideas, palabras, historias y llanto atravesó el esófago en un grito implacable, rígido, mordaz. Nervios y dolor contenidos por siglos. Se desató la emoción, cayeron las lágrimas. Los puños acompañaron en lo alto el cántico frenético de la justicia. La garganta disfónica junto a miles de gargantas, la boca desatada junto a miles de bocas, el clamor rebelde junto a miles de voces detonó como un himno. La bandera con miles de nombres de ausentes flameó en la verde cúpula del Parlamento. Y con la boca abierta en un alarido sorórico sellaron la historia dolida para siempre: ¡Es Ley!

Arrojo Se escuchó el ruido intrépido de los truenos. La sombra amenazaba tiñendo de a poco el cielo azul. Los pájaros revolotearon inquietos buscando sus nidos en las verdes ramas que comenzaban a hamacarse. El viento, que susurraba bajito detrás de las ventanas, comenzó a enojarse de pronto, levantando las hojas, la tierra y arremolinándose como buscando altura. Las primeras gotas comenzaron a caer sonoras empañando lentamente el cristal. Una luz fulgurante zigzagueó en el cielo plomizo iluminando la noche que se había instalado en plena tarde otoñal. El frío parecía haber llegado impiadoso al convite de la tormenta y se encargó de golpear puertas y ventanas, imponente y gélido, imponiendo su violencia, porfiado y tenaz. El último estruendo explosivo trajo consigo la lluvia feroz. Una cortina de agua tapaba la retina y el paisaje desapareció en centímetros de distancia. El diluvio golpeaba con fuerza sobre calles y veredas y presagiaba un pasado de anegación. Las luces fantasmales de los autos se perdían en el aguacero y avanzaban temblorosas de frío y espanto. Los árboles se hamacaban enloquecidos resistiendo a la fuerza del viento que insistía servil con doblegarlos. Ya nada se veía. Todo era oscura acuosidad. Pero a ella no le importó. Sería la última vez. Rota en pedazos, abrió la puerta decidida. Con las cicatrices marcadas en la piel y en el alma dejó atrás el cobarde y viril espanto y encaró el aguacero. Graciela Ibieta

Karina Piriz Carta a la memoria San Justo, 15 de enero de 1976 Para Mely 1 Pensar que en todos estos años que han transcurrido siempre creí que podíamos cambiar el mundo. Mis papás, que me mandaban a la mejor escuela privada de Barrio Norte, nunca se imaginaron que terminaría trabajando en las barriadas de González Catán. Escribo estas líneas en un intento desgarrado de recordarme los hechos que me llevaron a la situación en la que hoy me encuentro, a la espera del final de una vida plagada de momentos felices, de amor y entrega. Pido perdón a mis seres queridos por hacerles pasar un momento de tanta incertidumbre y dolor, pero sé que al leer estas líneas podrán comprender el regocijo que genera en mí la tarea cumplida y la desazón de no poder continuar. Cuando papá tuvo que cambiar de sucursal como gerente del Banco Provincia se presentó ante mí un mundo nuevo, desconocido y comprometedor. No podía entender cómo a pasos de la Capital Federal había tanto barro, tanta gente, tanta inmensidad poblada de ferias, negocios informales, ventas persona a persona. La sociedad de fomento que estaba cerca de nuestra casa en Ramos Mejía tenía actividades culturales todos los días y para todos los gustos. Siendo adolescente y con un poco de celo, me dejaban ir el sábado a la tarde a ver las películas de Luchino Visconti. Les preocupaba que el cambio de barrio no desviara el camino de esa joven que transitaba los últimos años del Normal de San Justo, camino a la docencia. No era esa la profesión que mis padres habían soñado para mí, pero el Normal era la escuela más prestigiosa de la zona, así que momentáneamente marcaba mi destino. ¡Gracias a Dios que lo marcó! 1 Amelia Vadela, “Mely”. 24 años. Nacida el 1º de febrero de 1953. Secuestrada-desaparecida en Capital Federal el 14 de enero de 1977. Docente en la Escuela Nº 148 de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Estudiante de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y resistía a la dictadura desde Montoneros.

Encontré allí mis compañeros de lucha, mi primer amor, Kike. Con el centro de Estudiantes nos organizamos, pedimos donaciones para armar el comedor escolar. Muchos de nosotros debemos quedarnos en la escuela para tomar las clases de Ed. Física y no hay un lugar donde estar, comer un sándwich y tomar una gaseosa entre clase y clase. Un día se le ocurrió a Kike que ya que nos sobraban vasos y no se habían vendido todos los sándwiches podíamos llevarlos a La Palito, y regalárselos a los chicos del barrio. Así que a la salida del colegio nos tomamos el colectivo y fuimos. En la entrada del barrio estaba la iglesia. Si bien nunca nos gustaron demasiado las “confesiones” nos encontramos con un grupo de chicos que jugaban a la pelota mientras las madres distribuían ropa. El ropero escolar se había transformado en el ropero comunitario y consistía en varias cajas de manzana donde la ropa apolillada, hecha una arruga, se mezclaba entre zapatos y carteras viejas. Lamentable y necesaria eran esas prendas que iban siendo seleccionadas por el grosor de la tela. Constituían el resguardo para las noches frías bajo la chapa. Los chicos recibieron los sanguches con algarabía y el cura nos invitó a participar cuando quisiéramos de las actividades de la iglesia. Allí arrancamos los sábados, con el comedor, el cine, las clases de apoyo. Todo empezó por la alegría que me generaba ver esa sonrisa dibujada en las caras cuarteadas por el frío y las dentaduras picadas. Terminé quinto año siendo maestra y trabajando los sábados en La Palito. Al año siguiente ingresé a la Facu. Conocí a Tucho y con él me esperaba la participación en la Juventud peronista. No me arrepiento de todas las veces que tuvimos que salir corriendo por una redada. Al poco tiempo empecé a trabajar como maestra en la 148. Mi viejo ya estaba resignado. Esperaba que estudiara medicina y terminé metiéndome en el edificio de la calle Independencia, lleno de pancartas políticas e hippies roñosos, como él decía lastimosamente. Aquella noche, en que salimos a tomar un café sabía que sería la última vez que podríamos tomarnos un recreo en medio del riesgo y la inseguridad que existía. Sé que hemos perdido muchos amigos y que deberíamos haber aprendido a cuidarnos, pero salir todos los días a los barrios me resulta un peso asfixiante, salir y no saber si nos volveremos a oler, a sentir nuestros cuerpos amándose. Salir para enfrentar la pobreza, aquellas caras maltrechas por el sol del invierno, el “ponchito de los pobres”, como te gusta decir… Salir para enfrentar la penuria de no tener nada para comer, de esperar que se haga la noche para dormir y olvidar. Salir a presenciar el acto desgastado de los trabajadores desplazándose a sus labores de sol a sol para lograr llegar a la mesa del domingo con un Termidor y una tira de asado. Es muy injusto este mundo, amor… Me resulta una carga que se posa cual dinamita intermitente sobre los hombros y no puedo tolerar vivir sin gritar la injusticia. Ya no puedo ver los rostros quemados por el carbón que calefacciona el ranchito y mirar para otro lado. No puedo aceptar el mate de yerba secada al sol porque no hay para cambiarla. El pan duro que les llevo a mis compañeros de militancia resulta un insulto a la dignidad del hombre. A pesar de que las extremas condiciones de seguridad recomendaban que te fueras directo a tu cobijo nosotros disfrutábamos transgrediendo las normas que nos asfixiaban. Todavía recuerdo tu cara de sorpresa en ese bar de Corrientes y Dorrego. Antes de que el mozo trajera los cafés te dije ‘¿Y si intentamos armar una pareja?’, así, sin medias tintas, sin vueltas, en tiempos de soledad y desolación, con la necesidad a flor de piel, con tristezas sólo soportables dentro de la coraza que habíamos construido evadiste la respuesta, cambiando de tema, haciéndote el simpático como haces siempre, mostrando esos hoyitos que se te forman al costado de la boca… pero ahí nomás me clavaste los tres besos que te gusta tanto darme. Dos en los cachetes y uno fuerte en la boca para dejar asentada en un abrazo largo, infinito, nuestra unión. Al mes y medio nos fuimos a vivir juntos a una pensión de mala muerte en Pompeya. Ya sé que nos veíamos poco, yo en la escuela, vos en la fábrica, pero la militancia en las barriadas nos unía cada vez más, la felicidad de estar haciendo lo que el alma nos dictaba por nobleza y por trabajo, por las ganas de mejorar este mundo de pocos. Nuestra vida estuvo llena de domingos, de paseos por el Sur de la ciudad y largas charlas sobre proyectos y sueños. Comer en una fonda, tomar

un vino y discutir sobre cómo lograr cambios duraderos, para un país que denunciaba la injusticia y las necesidades. Analizar los próximos pasos teniendo siempre presente que tal vez no era una buena opción que nos vieran juntos, pero nunca nos importó, de la mano, cuidándonos mutuamente, haciéndole frente al mundo. Ayer, 14 de enero, me vi con Leticia y Patricia en Pompeya. No sé qué les habrá pasado a las chicas. A la salida del bar de Córdoba y Pueyrredón me metieron al auto y aquí estoy. Alguien “cantó la cita” y la patota de la ESMA no perdonó. Amor mío, no sé si volveré a verte en los próximos días. Recordar el camino transitado me hace convencerme de que estuvo bueno lo vivido. Les pido perdón a ellos, a vos, por no poder recordar juntos, tomando unos mates mientras miramos el agua pasar. El golpe en la frente me ha dejado inestable. Pierdo el conocimiento de a ratos y cuando vuelvo en sí, intento escribir. Me embarga la tristeza de saber que estamos alejados y presentir el final de nuestros días de esperanza, lucha y conquista de ideales. Te dejo estas palabras que tal vez puedan volar en la memoria, en los recovecos desgastados por el tiempo y en el recuerdo anquilosado de esperanza, para tenerlas cuando la vejez nos llegue y los días nos transiten parsimoniosamente. Me tienen, irónicamente estoy segura de que estoy en las inmediaciones del Normal, allí donde empezó este camino de lucha. A la rastra me bajaron del Falcon y pude ver un patio con pedregullo. Lo conozco, pasábamos por la puerta camino a la escuela. Estoy en un edificio de dos plantas, tuve que subir una escalera y atravesé una pequeña cocina, que esta contigua a la celda de tortura. A través del ventiluz alto y enrejado veo un cuadradito de cielo que me hace acordar al mar, al río, a nuestros viajes en carpa. Karina Piriz A 40 años del golpe, Alberto Muñoz –su última pareja- la rememora de este modo: “Querida ‘Mely’, donde estés, quiero que sepas que te extraño y te quiero, que tu muerte no fue en vano y que tu Pueblo lleva tu nombre como bandera a la Victoria ¡Hasta la Victoria siempre!”2 . 2 En http://www.robertobaschetti.com/biografia/v/186.html

Ricardo A. Valdez Una puerta Que puerta severa es tu imagen, siempre quiero traspasar tu umbral para saciar mi sed que motiva esperanza; voy a proseguir esforzándome a cruzar tu puerta malvada, sé que lo lograré algún día y será ese día el más feliz de mi vida, cuando cruce el umbral. Esperando que su cualidad se atempere y observe con ojos de bonanza mis letras, calmaría las ansias mías, porque cumpliría con alcanzar y llegar a traspasar el umbral, y estar en buenas compañías de autores de poesías, de narrativas y otras letras de leyendas vivas. La puerta en cuestión es la del rincón de los escritores, donde una vez fui, creyendo que podría alcanzar a escritores y me aparté, viendo tantos talentos, y huí por la calle del malevaje del lunfardo. Sepa usted disculpar, al deshonrar su rincón tan preferido, querer traspasar esa puerta del buen conocimiento, qué tamaña osadía alcanzar este objetivo, pero loco como sigo siendo. Y fueron muchos los locos que lo alcanzaron, no sé adónde voy a llegar, pero sigo porfiando con las letras que una vez usted me obsequió, llenando de conocimientos mi azotea. Gracias por conocerla, fue placer su cátedra, y siempre recuerdo su bondad. Atte: Ricardo S. Justo. San Justo. Provincia de Buenos Aires ¡Vamos tango vamos tango todavía!

‎A mi fiel compañera saltando juntos gritamos “gooooooool” llenos de alegrías. A mi fiel compañera ¿Recuerdas aquel payaso cruel con el corazón le canto cómo nos miraba, y perseguía? cuando tu llegaste ¡Corrimos asustados! ¡Con grandes alegrías! a mi vida alegraste, En un bello blanco corcel trotamos fui feliz desde ese instante. por las nebulosas de los cielos ¡Apareciste de repente! y un ángel fue nuestra compañía. ¡Ahí, sí, justo ahí! Al ocaso estamos llegando, En esa hermosa y gran juguetería te confieso compañera mía, que con muchas ansias, yo miraba cuántas alegrías las que pasamos, lo que nunca obtendría. en nuestro corazón las guardamos Y con tu compañía y sé que solo no me iré saltamos las barreras. llegado el cruel momento ¡Comenzamos a jugar! al final de mis días. Al auto de carrera subimos ¡Bien juntos iremos como siempre el primer premio obtuvimos jugando, cantando, alegremente! en el básquet, embocamos el balón en el aro aquel, de allá arriba jugando al fútbol hicimos un gol

Cuatro décadas ¡Qué vas hacer! Un dia 29, allá por el 69 Un señor mayor a su esposa te vi por primera vez implorando le decía, mi corazón palpitó ―¡Sé que lo tienes decidido! por tu belleza, por tu don Fueron muchos los años que pasamos y tu manera de ser cuatro décadas atrás dejamos que me hizo enloquecer; ahora todo ha cambiado porque aún sigo enamorado, soy un ser lento y distraído cuarenta años los que pasarón que no sirvo para nada otros cuarenta los que vendrán para vos soy un calvario, un lastre, aunque hubo muchos no, no, nones un asilo es conveniente también llegaron sí, sí, sí es con los remedios puntualmente con los no, sí, sí, no, amarramos el amor. y olvidas cuando galopaba fueron muchos años los que pasamos, en tu cuerpo de sirena. con profundo amor nos entregamos Dices “No es importante, no interesa”. hasta llegar a estos años Recuerda cuando te amaba, rayando el alba contentos y muy felices la luna nos contemplaba, envidiosa en su mirada con el hijo que criamos. por estos recuerdos, solo pido, te ruego, El corazón te dice gracias, hemos triunfado no, ¡no me echés al olvido! con otros cuarenta esperaremos bendecir nuestro hogar gozando de este amor eterno con alegría y felicidad.

Una cárcel Fui un soñador con mucho empeño llevando un sueño, al mundo cuento todo lo logrado, de aquél sueño realizado con dos obsesiones en mi pobre vida. Con devoción, constancia, y perseverancia de esfuerzos realizados. ¡ He logrado triunfar! Al conquistar y poseer, una hermosa casita, un jardín florido, llenos de perfume y colores que resaltan y embellecen, como la dueña de mi amores, quien encarceló mi alma y al corazón, es la otra obsesión, por sus primores; aprisionado estoy en esta cárcel, nunca voy a evadirme. Por los besos de la carcelera soy prisionero, pero muy contento. He triunfado, he logrado. ¡Conquisté los sueños deseados! Ricardo S. Justo

Decio Peralta Desamor de pandemia No puedo recordar cuándo fue. Tampoco, quién de los tres fue el culpable. Pero hoy te vas. Tal vez fui yo. Tal vez fuiste vos O tal vez fue esta pandemia pero qué importa, ya te vas. Convertimos el aislamiento social en aislamiento carnal. Convertimos los saludos en gestos mudos de opacidad. Ventilamos tanto nuestro hogar, que hasta nuestro amor voló por los aires. Llevé tu equipaje al auto que te aleja de mí. Y este barbijo que no deja notar, ni siquiera, mi voz al decirte adiós.

Después de tantos años Después de tantos años, tantos, que no me alcanzan los ojos para ver la distancia, estás frente a mí y ambos temblamos como la rama del sauce que nos vio besarnos allá. Y éramos mucho más jóvenes, más audaces, más valientes, como un grupo comando nos arrastrábamos por las noches para llegar al objetivo sin ser detectados, y una vez juntos disparamos a mansalva el amor apasionado. No importaba si nuestros labios se volvían sangre entre los besos de la batalla, o si en nuestros cuerpos quedaban marcas de la reyerta exhausta que urgía el sexo, que explotaba entre los dos como una granada. Y fue por aquellos años valerosos que perdimos la guerra, esa, tan apasionada. Cobardes entregamos las armas y nos dejamos atrapar. Nos tomaron prisioneros y como tal, tratamos de sobrevivir. Cada uno en su prisión construyó su túnel para escapar, sólo que nunca pudimos salir. Y recuerdo todo esto mientras estás parada frente a mí, bajo este sol calcinante de enero, y siento en los pliegues de mis arrugas, justo ahí, donde el sol no las quema, un frío intenso de prisionero eterno que necesita ser libre.

La luz mala —Güen día -saludó el paisano entrando a la pulpería. Pulpero y el gaucho Anastasio saludaron al recién llegado. —Lo de siempre por favor -pidió el paisano. Un silencio necesario se instaló en la pulpería. El recién llegado era ni más ni menos que el paisano Flores. Hombre de campo adentro, gran jinete, fuerte como un toro en las yerras y fatal para el facón. Virtudes que lo llevaron a ser reconocido por los pagos de San Vicente. —Con todo respeto voy a preguntar si algunos de ustedes también la vieron -dijo Flores. —Aja, hace tres noches que la vengo viendo, quietecita en el mesmo lugar. Y hablando con el bolichero me contó sobre la maldición de la estancia de esos gringos, justito aún tarde está posada la luz mala -dijo Anastacio. —También la he visto y créanme que en mis años he visto muchas luces malas, pero discués de persignarme, desaparecían. Pero esta se ve que es la del mesmo diablo, no titila, no se apaga y da miedo acercarse -dijo Flores quien empinó su vaso de caña y salió en busca de su caballo para irse al trotecito nomás. —Sí, Flores tiene miedo de la luz mala, debe de ser brava la cosa -dijo el pulpero. —Aja, debe ser brava nomás -dijo Anastasio quien también salió en busca de su matungo. Quedó solo el pulpero, quien se puso a leer el diario de San Vicente donde decía:“Hace tres días que la estancia ‘El Volga’, fue la primera en recibir la electrificación rural.” Decio Peralta

No es fácil Marilaria Estévez No es fácil yo interior... vivir de sueños !Se fue, no existe! ni fácil, no tenerlos No es fácil son como un arranque No es fácil que invita vivir de sueños a describir la ilusión en palabras el corazón y el sentimiento. que envuelven al corazón no existe en suave y lento suspiro ¿No escuchas..? en ver y sentir Que el tiempo la realidad de los días te avisa en silencio que los años pasan... de tiempos idos ¿Y los sueños..? y no olvidados. Quedan apretujados Piensa que si, en los recuerdos no tienes recuerdos... de tiempos idos Es porque, tu otro...

Encantamiento Esta noche el silencio es total ni siquiera el viento ostenta su ritmo habitual al rozar hojas resecas que en sus notas y adormecedoras y discordantes producen un ligero encantamiento al corazón y sentimiento. Marilaria Estévez

Libros Teresa Inés Vilas Ahí están juntos La mentira Dormitan en la diversidad Si unas manos lo eligen Aliadas conviven tienen vida …esas letras ella triunfa desgarrando Historia, novelas trágicas, filosofía vidas. Credos, la Fe escrita, utopías Poetas, locura y muerte Es la verdad ¡dice el juez! Papel de seda, vegetal, reciclado ¡Usted miente! Bibliotecas húmedas, silencios sostiene el fiscal. Clasificados textos, orden Por las noches, ahí mismo danzan autores Por la boca ensortijada los reconocidos, los premiados, difamados, best seller mentiras dibujadas desconocidos, todos aletean sus hojas en idiomas elegantes. hasta que unos ojos A diario letras impresas se venden... se detienen a leerlos Incisos, leyes, fallos Mentiras mentiras, Teresa Vilas ¿Son verdades manipuladas?

Beatriz Vanella Virus Somos una especie hostil la naturaleza nos rechaza recluidos para no morir sobrevivimos, la vida renace afuera Prescindibles para el resto el virus letal somos nosotros

Las moscas l Era domingo, todavía no terminaba el verano, se había despertado temprano como todos los días dispuesta a disfrutar el silencio de la casa dormida, preparó el mate, salió al patio del fondo, se sentó con un libro y las cosas de escribir sin saber si haría uno, lo otro, o regaría las plantas. El asomo de felicidad se acabó cuando escuchó el zumbido del televisor que venía del cuarto, empezaba la transmisión del Turismo Carretera, de pronto sintió escalofríos y un cansancio enfermizo que le calaba los huesos. Cerrar la casa y escapar pensó en voz alta. En la esquina miró hacia atrás y vio las moscas. Se prometió lo que se prometen las mujeres desahuciadas, que nunca más, hasta que vuelvan a alinearse los planetas. ll Se llega a la mitad del camino degollando algunos sueños, recogiendo frutos. A veces nace uno en la noche más fría, se alimenta de ilusiones, y lo cuidamos hasta que nos damos cuenta que tiene un núcleo defectuoso, como la fruta que todavía en el árbol se ve fragante, deliciosa y por un minúsculo punto le inocularon las moscas la putrefacción a la que inevitablemente está condenada. Es el destino de las estrellas fugaces alardear con su brillo y desvanecerse en la oscuridad para siempre, sin dejar rastros. Eso fuiste

lll El primer cadáver y las moscas Fue ayer, aunque hayan pasado más de veinte años, parece que apenas ayer me levantaba a las seis de la mañana, o me despertaba mi padre, para ir a la escuela. Estaba en cuarto año y la vida era una promesa de libertad, universidad, amor y rocanrol. Buscaba el amor y a dios por sobre todas las cosas, que ingenua. Así comencé el peregrinaje por las iglesias de las diferentes religiones, y el acercamiento a los Hare Krishnas, búsqueda que me dejó impregnada de pachulí, el poema desiderata, el cigarrillo en la plaza, los besos, el sexo y la pasión. Nada me fue dado, ni exaltación, ni magia, como si una hoz hubiera rebanado de cuajo el deseo nonato con el primer aborto en la edad de la ilusión. Hoy escuché un grito y supe que era mío, porque hubo otros, el de muchas cuando vieron el horror de la sangre agusanada, y las moscas siempre allí, siendo parte del festín. No tengo fe, igual miro hacia el cielo y pretendo que una estrella o una mariposa me revelen tu presencia, te acaricio en una canción que solo yo escucho, y quiero ser, otra vez esa niña antes del día en que los reyes fueron los padres para siempre. Beatriz Vanella

Mariel Bolasell El zorzal Soñaba Habitaba el viento Perdonaba el hastío, perdonaba a todos Olvidaba de a poco Recorrió y comprendió el día Entendió los cielos Su alma brillaba Era libre Pero despertaba Una y otra vez Atrofiado Dos pasos para allá Y uno para acá Los hilos no le permitían volar La vida le parecía interminable Los hilos se mezclan entre sus plumas Y su oportunidad de vivir se ha ido.

Sueños de dragones La pequeña princesa Helena bajaba de dos en dos las interminables escaleras. En la interminable mesa de desayuno, interminables fueron las veces que miró el reloj. Ya casi era hora de ver a Syrax. Cada noche Helena soñaba con sobrevolar el castillo y dejarlo a la sombra de su piel dorada. Las frías paredes se desvanecían quedando sólo el ardor del fuego en su eterna lucha de equilibrio. Los muros impenetrables no podían contra su vuelo que alcanzaba, si quería, las nubes, tan lejanas desde la ventana de la torre. Era hora, cuando sintió el aleteo cerró muy fuerte los ojos y susurró para sí: cuando sea grande voy a ser dragón o no seré nada. Ya en su guarida, Syrax, apenas caliente por el débil fuego de su pecho, pensó en la niña dorada de la ventana. Esa noche soñó otra vez que bajaba por las interminables escaleras, hacia la interminable mesa. Los muros del castillo de Helena, parecían acariciar la soledad del frío. Susurró entre sueños: cuando sea grande voy a ser princesa o no seré nada. Mariel Bolasell

Xavier Romero Salvavidas Aviso Siempre, por siempre, Aviso: El dinero carece de bondad, desde siempre, de honestidad, hasta siempre, carece de justicia, de moral (si existe), lo único, carece de dios lo más, (porque es \"el dios\"), lo importante, carece de paz, de amor, lo de amistad... que nos Carece de esperanza. salvará, El dinero... es el Carece de valor amor. y de riqueza, carece, seguramente, de fe en la humanidad.

Silencio Una casa Sí el silencio es violencia, ¿Y si un día hacemos entonces ya no podemos casas sin puertas, hablar de nada. ni ventanas, ni habitaciones, Sí querer irme te agrede, ni paredes, no puedo no quedarme, ni techos, aunque quedarme me mate, ni chimeneas, pero es una buena excusa ni altillos? para lagrimear sin sentido. ¡Ni techos! ¡Un espanto ¡Qué miedito! el amor, Una casa sin dudas! hecha con libertad y aire puro, Nunca está conforme. con espacio para toda Nunca es mucho. la familia Siempre es tanto. Siempre es poco. ¡Con libertad! No vale nada, Y no vale mucho, sin nada para arreglar. o lo es todo para mí, Sin nada para limpiar. o para vos. Y andar por ahí... Será que no fuimos nosotros Por la casa, quienes nos enamoramos, por la Tierra... que fueron otros que se ilusionaron por deporte, o por recuperar un pasado ideal que nunca fue.

Fin



Consignas de escritura Fusión entre música y foto. El grupo busca y trae fotos antiguas, familiares, que les traigan gratos recuerdos del pasado que ya no volverá, valga la redundancia. Cada una, uno, la guarda en secreto hasta el momento de colocarlas boca abajo sobre la mesa, mezcladas. Luego, cada integrante toma una foto al azar,mira a los personajes y el contexto en el que se encuentra, su vestimenta, sus gestos, los objetos que llevan y comienza a imaginar una historia para cada ser, para cada cosa, el clima, qué piensan, qué sienten, hacia dónde vienen y hacia dónde van. Todo esto según cómo se inspire más: en silencio, acompañado con un tema musical a la suerte, individual (escuchado con auriculares); o si el grupo quiere, la misma música para todos. Ahí comienza el trabajo de escritura. Lo que salga. Ya habrá tiempo para correcciones. Para finalizar, se devuelven las fotos a sus dueños, quienes expondrán sobre los personajes y todo lo significativo que se encuentre en esas imágenes. Posteriormente, se leerán los textos como se disfruta de alguna exquisita comida casera. Guiso de palabras Cada persona escribe una palabra en un papel pequeño, que se dobla y se coloca en una bolsa (opcional: cada una/o puede escribir más de una palabra en distintos papeles). Cada participante extrae un número determinado de papeles, de manera que todos tengan la misma cantidad. Con esas palabras, a piacere, que cada escritor/a escriba lo que le venga en gana: cuento, poesía, teatro, ensayo… Imagen y sentimiento Una foto, a la suerte tomada por cada escritor/a (que no podrá verla porque se encuentra boca abajo). ¿Qué historia cuenta? ¿Qué les pasó? ¿Por qué? ¿Qué sintieron en ese momento como un cenit? ¿Qué les pasará de ahí en más?

El binomio fantástico Según tu fecha de nacimiento, selecciona el animal que corresponde a tu mes y el elemento que corresponde a tu día. Este ejercicio fue creado por Gianni Rodari y lo llamó el “binomio fantástico”. Consiste en la asociación de palabras inconexas, que pertenecen a distintos campos semánticos. Día 25. esmeralda Mes 26. talco 1. piedra 27. plumas 1. Yaguareté 2. madera 28. cartón 2. Yarará 3. hierro 29. mierda 3. Cóndor 4. agua 30. carbón 4. Puma 5. oro 31. hielo 5. Armadillo 6. lata 6. Escuerzo 7. diamante 7. Flamenco 8. sal 8. Ballena franca 9. fuego 9. Hornero 10. tierra 10. Zorzal 11. papel 11. Venado de las Pampas 12. goma 12. Lobo marino 13. aire 14. plástico 15. vidrio 16. lana 17. cuero 18. harina 19. vapor 20. hilo 21. pétalo 22. tinta 23. barro 24. azúcar



Desde el año 2013 venimos bregando en la Biblioteca Popular N° 303 \"Villa Sahores\" de San Justo por un territorio de literatura, arte, cultura y con la alegría de compartir la creatividad y la solidaridad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los que quieran acariciar este enriquecedor suelo matancero. Autores Bolasell, Mariel San Justo Aaron Yamil Domínguez, Isidro Casanova Estévez, Marilaria. Gregorio de Laferrère Furlong, Alberto. Ibieta, Graciela. Ciudad Evita Oviedo, Rosa. San Justo Peralta, Decio. Piriz, Karina. Isidro Casanova Quiroga, Stella Maris. Barrio Nicole, Virrey del Pino Romero, Javier. Valdez, Ricardo Agustín. San Justo Vanella, Beatriz. San Justo Vilas, Teresa Gregorio de Laferrère Zaino, Verónica Elizabeth. Ramos Mejía Lomas del Mirador Tapiales Ciudad Evita

Biografías Stella Maris Quiroga Nací un 9 de marzo, vivo en Matanza. Soy docente de nivel inicial. Desde el profesorado hallé el gusto por los café literarios, y así por la escritura. En 2018 asistí a encuentros en la casa de la cultura de Ramos,\"Rutas literarias\",que coordina Nora Coria; fines del 2019 visité la Biblioteca de Villa Sahores, donde un Taller Literario \"Experiencia letras\" coordinado por el profesor Javier Romero me cautivó para quedarme... Me gusta el arte en todas sus expresiones, en especial la danza que practico de niña: clásico, español y folklore, que lo siento en mis venas por herencia salteña. Aún retumban las palabras de mi madre cuando decía que era menester enriquecer el espíritu mediante el arte. Formé parte de diferentes ballets. Bailé para instituciones escolares, y participé de varios festejos del día de cuidados paliativos en el hospital Posadas. ¡El arte salva! Nota del editor: Lamentablemente, nuestra adorada Stella nos dejó por obra y desgracia del COVID-19 el 25 de mayo del corriente año. Luchó hasta el final, incluso por mantener unido al Taller en el duro momento de la cuarentena. Le debemos nuestra razón de ser. Siempre recordaremos su dulzura, su franqueza, su mirada tierna, el amor a su familia y a la docencia sus ganas de estar a nuestro lado, de reírse y de escribir. Alberto Furlong Fui dejando ropajes en el camino, me quedé con este, el de abuelo, que me acompaña cuando cuento historias. Ellas me sucederán como una forma de perpetuarme. Abuelo Poroto Rosa Oviedo Soy Crítica Literaria (UBA). Profesora de Lengua y Literatura en las dos orillas (Argentina y Uruguay). Prologuista, realizo curaduría, escribo reseñas y críticas literarias. Soy correctora de ensayos, monografías y tesinas. Estoy participando en plaquettes de la Editorial Clara Beter.

Participé en el texto “Homenaje a Pedro Chappa” con una reseña. Editorial Leviatán. Escribí los prólogos del poemario, reedicción “Emigrado de la luna, y otros asuntos” de Omar Cao. Editorial LA Walsh, 2018; “Vuelo de Peronchas” poemario ilustrado de Jósé Enrique Paredero, y Francisco Lazo Toledo, 2017. Escribí reseñas sobre autores matancerxs en la biblioteca del Congreso durante el año 2019. Colaboro con el ciclo “Treinta mil veces Literatura” fundado por Ricardo Díaz Montarte y coordinado por Patricia Suñer desde el año 2017. Colaboro con la Editorial “El Elefante Negro”, como curadora.( 2020). Mi casa literaria desde el 2014 es “Experiencia Letras”. Decio Peralta Nací en Paysandú Uruguay en 1965. Hace quince años que vivo en el Barrio Nicole de Virrey del Pino. Participé del taller literario de Nora Coria en el año 2016 y en la actualidad participo en el segundo año del Taller Literario “Experiencias Letras” que coordina Javier Romero. Mariel Bolasell Nací en Morón, en el año 1997. Actualmente estudio la carrera de Bibliotecología y Ciencia de la Información en la Universidad de Buenos Aires. (Y no sé qué más poner sinceramente. ¡Ja ja ja!). Verónica E. Zaino Nació en 1974, es docente, poeta, participa de actividades literarias con el Taller Literario “Experiencia Letras”. Participó en varias antologías con Autores de La Matanza. Artista multifacética, además de escribir, pinta, hace mosaiquismo y danza flamenco. Aaron Yamil Domínguez Nació en 1994 en Buenos Aires, Argentina. Es profesor de Filosofía y Epistemología. Es peronista. Es un artista multifacético. Ha explorado las artes plásticas, el cine, el arte teatral y clownezco, la música y la escritura poética y en prosa. Ha escrito su primer libro en el año 2020 titulado \"A Universum distintia\". Es practicante de una pseudo religión chamánica-budista creada por él y se encuentra en variados proyectos ecológicos. Graciela Ibieta Nací en la Pcia de Bs As un día de febrero de 1966. Dediqué mi vida a la docencia, mayormente en sectores populares del conurbano bonaerense, hasta que me jubilé el año pasado. Según dice mi mamá, escribo desde muy pequeña, hasta que en abril de 2019 el Grupo Editorial Parmenia cumplió mi sueño de publicar mi primer libro \"Historias de un sifón\". Les comparto el link por si quieren adquirirlo: https: //www.parmenia.com.ar/w/index.php/libreria.html?manufacturer_ids[]=288&pricef rom=0&priceto=1000&search=&sortby= Participé en las Ferias del libro de La Matanza y de la Ciudad de Bs. As. Actualmente le leo cuentos a mi nieto relajadamente; pero mientras tanto, participo en el Taller Literario \"Experiencia Letras\" bajo la coordinación de Javier Romero en la Biblioteca Popular Nro 303 de Villa Sahores

(La Matanza); en un sinnúmero de seminarios literarios y comunicacionales y reanudé mis estudios universitarios en la UNSAM, continuando la carrera de Antropóloga social y cultural. Teresa Vilas Docente jubilada. Participante en talleres literarios y espacios de lecturas en La Matanza, Provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires. María Hilaria Estévez (Marilaria) Nació en C.A.B.A. en 1937. Reside en Gregorio de Laferrère. Cursó Literatura en la Extensión socio-cultural de la UNLAM. Participó en las antologías Matanza escribe (2008), 1a, 2a y 3a Antología de Autores de La Matanza (2012, 2013 y 2014) auspiciadas por la Secretaría de Cultura de dicho municipio. Publicó dos libros de poemas: “Expresiones a Borbotones” (2012) y “A la vida misma” (2017). Fue premiada en “Abuelos Bonaerenses\" 2008, 2009, 2010 y 2012. Textos suyos fueron publicados en medios gráficos de la zona. Participó de Ferias del Libro Municipales y en 2015 en la Feria Internacional del Libro de Bs.As. Karina Piriz Licenciada en Letras (UBA). Docente matancera hace 28 años. Ha sido seleccionada en diversas antologías literarias en Argentina y España. https://locuazmudez.blogspot.com/ https://www.facebook.com/kpiriz [email protected] Ricardo Agustín Valdez Agustin Valdez. DNI 4.xxx.xxx, 11/5/1938. Domiciliado en la matanza, cazando una mariposa, quedó atrapado en sus redes, preso y contento quedaría, para toda su vida. Finalizando el primario, este presumido escritor anduvo por su labor cotidiana, y fijó su mirada en el trabajo, pero en horas descanso siempre entre sus manos, algunos libros pasaron, con lapiceras muchas zonceras crearon, fueron muchos los bollos de papel, que en el cesto se quedaron. En el 2011 finaliza una poesía, al certamen de cultura de La Matanza, presentó, se perdió en la nebulosa de papeles, no obstante, en el 2012 concursó nuevamente y con sorpresa y alegría recibía la mención del primer premio con la poesía, “A mi fiel compañera” firmada por mi autoría, y refrendada por la Secretaria de Cultura, señorita Silvia Francesse, que me dio envión y en el taller de Nora Coria, aparecía y comprendía que mucho era lo que había que aprender. La enseñanza de tres escritoras, Nora Coria, Nora Sielas y en la UNLAM, Maria Soledad Pato, (pedagoga), fueron mis guías en la creatividad. Otra sorpresa, en el 2016, una narrativa mía sale con una mención especial de estímulo, en la editorial Duke, con el cuento ”Abrazados en llanto”. Y prosigo andando en la misma senda, sepan ustedes comprender y si quitan algo de todo esto para abreviar gustoso igual quedaría, porque mi nombre estará en el libro de los autores matanceros.

Beatriz Vanella Lugar de residencia: La Matanza Pcia de Buenos Aires. Argentina. Colaboradora en la Revista \"Puesta en escena\" propiedad y dirección de Teresa Gatto. Editora en \"El elefante negro Editorial\". Integrante del Taller literario \"Experiencia letras\" coordinado por Javier Romero. Mis poemas circulan en las redes sociales y en varias antologías. Militante feminista, abolicionista, independiente. Javier Romero Profesor de Lengua y Literatura, egresado de la educación pública. Coordinador del Taller Literario \"Experiencia Letras\". Convencido de que el mundo debe ser inclusivo y que un cóctel de feminismo, educación, arte, inteligencia emocional, empatía, pacifismo, altruismo, solidaridad, y ecología es el único camino sustentable para la humanidad. Frase de cabecera: \"Solo merecen el nombre de idealistas aquellos que anhelan un futuro mejor ante el actual imperfecto\" (de José Ingenieros). Sabe que la verdad es un mito, que la mentira es el enemigo y que el héroe colectivo es el único que vale la alegría.



Bibliotecas Populares de La Matanza BIBLIOTECA POPULAR ALMAFUERTE BIBLIOTECA POPULAR Y CENTRO CULTURAL ESTRADA Sarratea 4267, Villa Constructora. San Justo Aráoz 553, Ciudad Madero TE: 4691-0786 / [email protected] TE: 4454-7411 / [email protected] BIBLIOTECA POPULAR VILLA SAHORES BIBLIOTECA POPULAR AMIGOS DE TABLADA Inclán 2023, San Justo Avellaneda 5211, Tablada TE: 4484-3477 / [email protected] TE: 4652-1210 / [email protected] BIBLIOTECA POPULAR MADRE TERESA BIBLIOTECA POPULAR ROTARIA Villanueva 2437, Barrio Areco, Virrey Del Pino Sarrachaga 6198, Isidro Casanova [email protected] TE: 02202-44-1607 / [email protected] BIBLIOTECA POPULAR TINKUNAKU “Lugar de Encuentro” BIBLIOTECA POPULAR ALMAFUERTE Granville 2158, Rafael Castillo Atrana 750, Ramos Mejía TE: 4464-7336 / [email protected] TE: 4690-0797 / [email protected] BIBLIOTECA POPULAR DE LA IMAGEN BIBLIOTECA POPULAR VIRREY DEL PINO Juan Florio 3260, San Justo Gorostiaga 5871, 1° piso, Virrey Del Pino TE: 02202-49-7242 / 49-4749 / TE: 4484-7779 / www.ceicfotografia.com.ar [email protected] Defendamos a las bibliotecas populares. Son tuyas. Préstamo de libros gratis. Leer es construir futuro.

Contactanos Facebook e Instagram: Taller Literario Experiencia Letras Email: [email protected] El taller literario, fuera de pandemia, se reúne sábados por medio de 16 a 19 hs. en su sed la Biblioteca Popular Nro 303 \"Villa Sahores\", sito en Inclán 2023, San Justo, de 16 a 19 hs. (Consultas de lunes a viernes de 10 a 13 hs.)

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