LOS INICIOSDe nino, me costaba vivir en el mundo que meimponian y sonaba con crear uno a mi medida,uno mio... Me interesaban más el dibujo y la danza que ir la escuela. El día que cumplí los nueve años mi padre me llevó a un estudio de danza. Feliz y algo más...
Por aquel entonces no era muy común que un chico estudiase danza clásica enEstrasburgo; era bastante atrevido para un alsaciano del bajo Rin, pero habíaalgo en mí, una fuerza interior más poderosa que toda opinión, que me convencíacontinuamente de que ese camino iba a hacerme feliz.
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La danza me abrió las puertas al teatro donde descubrí los efectos de iluminación, eldiseño de vestuario y la dirección escénica. Me apasionaba todo aquello, así que decidí co-menzar a tomar clases de diseño de interiores en la Escuela de Artes Decorativas.
Cuando terminé mis estudios, sentí la necesidad de conocer otros lugares, viajary descubrir otras culturas, así que me lancé y me fui a París. Comencé a diseñarropa para una pequeña boutique de moda, llamada “Gudule”. Estaba emocio-nado, ¡ muchos de los grandes diseñadores del momento habían empezado allí !Trabajé en confecciones para casas de moda en París, Milán, Londres y Bar-celona. Diseños llenos de magnetismo y estilo, todo elaborado a mano… LOS AÑOS DE AUTE COUTURE puntada a puntada
Y casi sin darme cuenta en 1973 llegó mi primera colección personal. La bauticé como “Café de París”. El estilo era a la vez sofisticado y urbano, en contra de las tendencias de la época. Era el momento de arriesgar, de innovar y . Me ob- sesionaba el hecho de destacar hasta consagrar- me como un referente. Ansiaba hacer historia dentro de este mundo tan competitivo, complejo y muchas veces hipócrita e interesado.Curioso que quieras vivir de tualma en un entorno sin ella…
Aproveché el contexto que me rodeaba, totalmente en yux-taposición con mi manera de ver las cosas. Yo siempre habíavisualizado a la mujer en pura elegancia, atractiva, segura,sobria y atemporal como una musa de Hitchcock.
Con mi primera colección quise reivindicar el retorno de la mujer parisina fe-menina y enloquecidamente sexy. Buscaba reafirmar mi estilo entre el inmortalclasicismo y el desconocimiento del estilo futurista y todo ello regado con pasión yadrenalina que se pudiera oler, intuir, reconocer en mis creaciones.
Decían que había convertido la modaen un fenómeno de masas, y me inva-dió un sentimiento inverso; ¿de ma-sas? yo perseguía exclusividad. Perosi eran masas que habían estado dor-midas y las desperté,entonces estabacreando mi búsqueda; ¿cómo saberlo?Ninguno de mis referentes opinabasobre mi trabajo. Fue un periodo de in-mensa soledad.
Después de darle muchas vueltas se me ocurrió crear unafragancia que me transportase a aquellos tiempos, basadaen mis recuerdos de infancia, en la imaginación y la me-moria de mi niñez.
LOS AÑOSDEEXPERIMENTACIÓN la alta perfumeriaY así nació Ángel. El frasco sería una estrella, el color azul sueño y el aromaevocaría infancia y feminidad.Un ángel puede ser bueno o perverso. Necesitaba ilustrar esta paradoja que sim-bolizaba para mí el perfume que había creado. A la vez inocente y tierno, perotambién sensual y voluptuoso.
Partí de la base de vainilla acompañada de las notas comestibles tan dulzonasque caracterizan su olor además del marzipán y el algodón de azúcar, el choco-late o el tofe.Añadí el afrodisíaco aroma del pachuli; sus matices verdes, amaderados y natu-rales que nos transportan a Oriente, para completar el alma a la fragancia.
Quise rendir homenaje a la tradición de perfumería francesa del siglo XVIII, cuando los maestros perfume-ros vendían los frascos y ofrecían a sus clientes la posibilidad de rellenarlos de la fuente de la fragancia tantasveces como lo necesitasen. Me pareció interesante recuperar “el ritual del rellenado”.
Eran tiempos difíciles para la alta costura, el mundo de la moda se había decantado por complacer al público de a pie que demandaba diseños prácticos que antepusieran la comodidad al lujo. Para nosotros, los jóvenes modistos del París de los años 90 fue casi una tragedia.dEesntáinbagmunosafmruasnterarad.os, no íbamos a aceptar tal cosa
Tras casi un mes en el valle del Manse se nos ocurrió utilizar el concepto de alta cos-tura como instrumento para marcar las tendencias del Prêt-à-porter de la tempora-da. Debíamos vender la idea como un producto lucrativo que parecía el único fin de los gigantesde la industria. Al volver a París Alexander y Galliano presentaron ensus casas Givenchy y Dior la idea y fue un éxito absoluto. Recuerdo la noche en la que Galliano, Alexander McQueen y yo nos reunimos en un café de Mont Maitre. Ama- neció sin que hubiésemos encontrado una solución, así que decidimos reti- rarnos a Crissay-sur-Manse y no volver a la capital hasta encontrarla. Habían desechado nuestra forma de entender el arte por no ser útil en una sociedad movida por el consumis- mo.
Habíamos rescatado la alta costura, la libertad de ser otrapersona, el rigor, la visión y observación, el exceso y la estruc- tura, la desmesura y el detalle de la dualidad. El savoir faire de mi marca estaba de vuelta.
Volví a inspirarme en mis fetiches probando materiales impensablesplumas, escamas, pelo, crin, pitón... Cogí la llave para irme al futuro y creé Les in-sects. Una colección con una lí-nea elegante, potente y gráfica, desdela majestuosidad del mundo animal.
LESINSECTES
Igual que el insecto se reviste de un realismo futurista que le permite ser sin-crónico con su tiempo, quise crear la segunda piel de lamujer.Construí miriñaques que recuerdan al pavo real, rejillas inspiradas en las libé-lulas, vestidos de tubo celestiales y míticos... Desfiles de natura-leza en su máximo esplendor.
Trato de contar historias,intento transmitir siem-pre sensaciones, un sen-timiento... Historias de hombres ymujeres, inspiradas en todas las flores vene-nosas y las criaturas maliciosas del mundomitológico.
Inspirado en mis personajes de co-mic , quise crear un hombre queA“tausseurmam*lMiidecisoóemesn”souimnsputaaetrreptnraeioradtleleizohhaupnérlmdoaoasemnetalaé.neeEsnnpíars-tietude conquista, el sentido innato deldesafío que invade la historia mas-culina. Mi medida, era la desme-sura sin ataduras.Para contener este espíritu, una vez más frascos tallados. El hombrequiere, el hombre exige, el hombre desea poder elegir. El frasco curvo deA*Men declina su virilidad en dos recubrimientos: una goma negra yun forro metálico.
Recuerdo una noche en la que me desperté de unsalto en mi apartamento de Pere Lachaise, conudimmenaalniagdmimonpauéuljlctesouromr,maováciesaslcsdauieclsctreoeoamardcoraie.óucnonnadsetarruuqnyueaintfdeécomtueilnracauyetmrop-eo
El rostro, una puntuación; los hombros, las bases; el busto realzado;las caderas, el pilar de la estructura. En negro y blanco, un corsé, unachaqueta con cuello asimétrico, un traje perfilado... creando la arquitecturade la silueta “Mugleriana”.
En cierto modo esos valores son equiparables a unbuen libro y a una buena colonia; el libro aromatizael alma, la colonia el cuerpo, y ambos a la persona.Siempre me atrajo tanto la distinción como la confu-sión al eMstiloadrelèlnase pDelíc,ulGas rdeetaHGollaywrboood. .yTsuesjiedso-strellas:masculinos sobre siluetas
Disfruto saturando mis creaciones audiovisuales con co-lores y materiales que electrizan. El látex, la seda, la pielsintética, el terciopelo, la lycra... se armonizan. Rosa cara-yDmeoilson,frncuateoraenoxjpaLertiómnaeindcot,yanvedGrodecoáancgidMao,;aztuaolddagsaolenallxaiasa.,h..aBn heceh-oposible que me cure de mi herida de sentirme un loco.
EL ESPÉCTACULOmi unica y verdadera pasion
- Mugler colaboró con Cirque du Soleil en su de-mostración en 2003 “Zumanity“ en Nueva York y en Las Vegas.-
“ Y éste soy yo, un simple chico que no se cansaba demirar lejos para probar si alcanzaba a visualizar elinfinito. Necesitaba contarlo; gracias por escucharme”
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