Los cinco retos que debe enfrentar el sistema financiero del país.
Pese a los avances en bancarización, inclusión y digitalización, el sistema financiero tiene por delante cinco retos, según el presidente de Asobancaria, Hernando José Gómez. EL primero de los desafíos es el de tener la capacidad de operar con clientes a distancia a través de canales digitales, manteniendo la oferta de servicios financieros tanto de productos de depósito como de crédito, e incorporando procesos tecnológicos que les permitan a las entidades adecuarse con facilidad. Por el distanciamiento social obligatorio, la mayoría de las sedes físicas de las empresas permanecerán cerradas durante la cuarentena. Hoy, los bancos sin sucursales son todos, ya que los clientes no pueden acudir a las oficinas y hacer cola para ser atendidos. La “Banca a distancia”, con los servicios que ofrece En épocas recientes, la banca tradicional comenzó a incursionar en la atención online a través de sitios web y aplicaciones. Este sistema viene evolucionando y mejorado continuamente. En la situación actual, es la forma más efectiva de brindar una atención personalizada a distancia. Además de inmediatez y facilidad, puedes proporcionar aen Internet o por teléfono, parece ser la solución. tus clientes información y servicios con altísimos niveles de seguridad. La principal característica de la atención online, es que el cliente tiene a su disposición los productos contratados, las 24 horas del día y los 365 días del año, por lo que puede operar, de forma gratuita, con todas sus cuentas desde cualquier dispositivo.
Existen diferentes canales que conforman la oferta de banca a distancia, por ejemplo los agentes telefónicos, que permiten realizar operaciones, previa identificación del cliente, utilizando el teclado de cualquier teléfono. Existen además la banca a distancia web —que permite operar desde cualquier navegador de Internet—, las aplicaciones específicas para dispositivos móviles y los cajeros automáticos con tarjetas virtuales. El segundo es continuar con el cierre de brechas que aún persisten en inclusión financiera y mejorar los indicadores de uso de los productos financieros. Esta cifra, aunque presenta un notable crecimiento en los últimos cinco años, pasando de 64,5 %, en 2015, a 72,6 %, en 2020, aún se encuentra por debajo de la meta del 77 % para el 2022. La inclusión financiera significa, para personas físicas y empresas, tener acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— prestados de manera responsable y sostenible. Poder tener acceso a una cuenta de transacciones es un primer paso hacia una inclusión financiera más amplia, ya que permite a las personas guardar dinero y enviar y recibir pagos. Una cuenta de transacciones también puede servir como puerta de acceso a otros servicios financieros. Por ello, garantizar que las personas de todo el mundo puedan tener acceso a una cuenta de transacciones es el centro de atención de la Iniciativa de Acceso Universal a Servicios Financieros para 2020 (UFA2020) del Grupo Banco Mundial (GBM).
El acceso a servicios financieros facilita la vida cotidiana y ayuda a las familias y las empresas a planificar para todo, desde los objetivos a largo plazo hasta las emergencias imprevistas. Es más probable que, en calidad de titulares de cuentas, las personas usen otros servicios financieros, como créditos y seguros, para iniciar y ampliar negocios, invertir en educación o salud, gestionar riesgos y sortear crisis financieras, todo lo cual puede mejorar su calidad general de vida. La inclusión financiera se está convirtiendo en una prioridad para las autoridades, los órganos encargados de las reglamentaciones y los organismos de desarrollo a nivel mundial. Se ha determinado que la inclusión financiera es un factor que propicia 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Grupo de los Veinte (G-20) se comprometió a promover la inclusión financiera en todo el mundo (i) y reafirmó su compromiso de aplicar los Principios de Alto Nivel del G-20 para la Inclusión Financiera Digital. (i) El tercer reto es fortalecer los esquemas de acceso al crédito de las micro, pequeñas y medianas empresas y de los empresarios del sector rural. La limitación en el acceso al crédito adecuado es uno de los principales motivos por los que las Mi pymes no crecen. Para estas empresas es más difícil afrontar situaciones de crisis o invertir para modernizar sus operaciones e innovar cuando no tienen acceso a fuentes de financiación formales.
El Estudio de Demanda de Inclusión Financiera (2014) identificó que los microempresarios que logran acceder al crédito formal tienen mayores recursos disponibles para: i) capital de trabajo (67%), que incluye, entre otras cosas, surtir el negocio para temporadas altas o cubrir los gastos del negocio en los meses en los que los ingresos/ventas no son suficientes; ii) para inversión (21%), tanto en la ampliación del negocio como en la compra o remodelación del local; y iii) para cubrir gastos normales del negocio (18%). El crédito entonces se convierte en una herramienta financiera que potencializa el crecimiento empresarial. El Fondo de Microfinanzas Rurales (FMR) es el instrumento dispuesto por el Estado colombiano para expandir los servicios financieros hacia las zonas rurales, particularmente en aquellas en donde la oferta financiera es inexistente, inestable o insuficiente; para lograr esta meta el FMR apoya, financia y propende por el desarrollo de las microfinanzas rurales. Actualmente, el FMR facilita el acceso al microcrédito de los pobladores rurales a través de cuatro (4) intermediarios microfinancieros: Contactar, Finanfuturo, Fundesan e Interactuar. Con los recursos desembolsados por el FMR, se han logrado colocar más de cinco mil microcréditos rurales por un valor aproximado de $18.023 millones, en 393 municipios de 19 departamentos. Sin embargo se busca tener más cobertura en las zonas más alejadas y así mejorar el comportamiento financiero es este sector.
El cuarto reto, agregó Hernando José Gómez, es llevar a cabo esfuerzos articulados entre el sector público y privado para mejorar la conectividad, sobre todos en las zonas rurales dispersas del país. El reto de la conectividad rural en Colombia hoy es grande, pero mayor es el impacto social y económico que se lograría con una amplia conectividad rural. Lugares mejor conectados atraerán la inversión, la agricultura daría un salto de productividad, con campesinos más actualizados y con nuevas opciones de comercialización; la educación en línea permitiría que los jóvenes no limitaran sus sueños o que no tuvieran que abandonar sus comunidades” señaló Roque Lombardo, general manager de HughesNet Colombia & Ecuador. De acuerdo con el viceministro de conectividad y digitalización del MinTIC, Iván Mantilla, aunque la cobertura de internet en las zonas rurales de Colombia ha avanzado, aún tiene un desafío muy importante para seguir creciendo. Y además, destacó que en materia de internet móvil rural, que es la infraestructura de más rápido y eficiente despliegue para estas zonas, Colombia en 2018 solo tenía 9,7% de cobertura, y en estos dos años de Gobierno se han logrado importantes avances.
Y el quinto y último de los desafíos es la necesidad de seguir trabajando en la educación financiera. Si queremos tener una mejor calidad de vida como personas y como familias, y si queremos construir un país con menos pobreza y menor desigualdad, una de las mejores herramientas que tenemos es la educación financiera, como forma de tener criterios claros para tomar decisiones acertadas. En todas las situaciones citadas anteriormente, y en muchas otras, aparece el valor del dinero acompañado de conceptos como tasas de interés, ahorro, inversión, cultura del seguro, análisis de riesgo, presupuestos, en fin. Esas ideas dialogan entre sí de acuerdo a los enfoques y necesidades de cada quien, haciendo que la educación financiera se brinde o conciba de forma distinta, a la medida de las necesidades particulares. Aún no hemos entendido la importancia de la educación financiera para nuestras vidas y nuestras empresas. Prueba de ello es que en las pruebas PISA más recientes, Colombia es el país de la OCDE con menor educación financiera. La distinción de Colombia como el país con mayor espíritu emprendedor de Latinoamérica se vea opacada con el cierre de aproximadamente 35.000 empresas al año (antes de la pandemia). Esta cifra se hace más preocupante si, como plantea un estudio reciente de The Failure Institute, el principal factor que lleva a la interrupción de pequeñas empresas o emprendimientos sea el financiero.
Aunque el gobierno ya promulgó un documento CONPES en 2020 que busca fortalecer la educación financiera, y entidades como Asobancaria y la Banca de las Oportunidades han tenido iniciativas importantes al respecto, la academia está en deuda de poner su grano de arena. Es necesario que colegios y universidades incluyan en sus currículos la educación financiera, incluso desde la educación primaria. Sin embargo, esto no será efectivo si, como individuos, no nos empoderamos y empezamos a educarnos sobre el dinero y su uso. Perdamos el miedo a aprender cómo usar el dinero, y entendamos cómo puede ser una herramienta para nuestro bienestar y nuestra calidad de vida. No siempre los expertos estarán para ayudarnos. El año pasado, 2,6 millones de personas adquirieron productos financieros por primera vez, completando 32 millones de colombianos que están en el sistema bancario La Superintendencia Financiera de Colombia (SFC) y Banca de las Oportunidades presentaron el 10º Reporte Anual de Inclusión Financiera con las cifras de 2020.
En el marco de la presentación del evento, Jorge Castaño, superintendente Financiero, expresó que la educación financiera garantiza la inclusión. “Necesitamos educar en términos de responsabilidad y deberes para aumentar la inclusión financiera (...) creemos que la transformación digital hará más competitiva la oferta de servicios financieros”. En 2020, 2,6 millones de personas abrieron productos financieros por primera vez El informe destacó que, el año pasado, 2,6 millones de colombianos adquirieron productos financieros por primera vez. La falta de información y desconocimiento del sistema financiero lleva a los usuarios a tomar decisiones que, en ocasiones, terminan siendo desventajosas y traen graves consecuencias como: el sobreendeudamiento, la ineficiencia en el manejo de las finanzas personales, ausencia de ahorro o, incluso, inversiones erradas. Internalizar estos conceptos implica adquirir herramientas para entender no sólo los riesgos, sino también las oportunidades derivadas de los productos relacionados con las finanzas, y de las decisiones financieras informadas y responsables. Es por esto, que la educación financiera debe ser promovida activamente desde temprana edad, entregando las herramientas necesarias a jóvenes y futuros clientes para tomar decisiones financieras acertadas. Esto permitirá, además, tener consumidores más informados, comprometidos y demandantes; disminuyendo las probabilidades del mal uso de los recursos y limitando el condicionamiento negativo de su calidad de vida.
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