Valeria
El agua se veía cristalina, el viento azo- maquillaje para oc taba nuestras caras con tal fuerza que producidas por el so sentía que nuestro barco iba a salir vo- jaba cocinando en lando en cualquier momento, pero no para los trabajador me importaba. Sonreía feliz de saber que nos dirigíamos al lugar más precia- tierra. Intentando a do para los dos: nuestra casa. Todos los con el cansancio de días viajamos una hora en nuestro bar- do día, recuerdo la co (que, a propósito, lo llamo “El Jua- mos para conseguir co”) para ir a la escuela en donde cursa- ba cuarto grado y donde mi papá era docente de matemáticas. Pero no me encontraba feliz solamente por llegar a mi hogar, sino porque hoy cumplía años mi madre y la sonrisa en nuestras caras refleja la complicidad al saber el regalo que le compramos con mucho cariño mi padre y yo. Desde hace mucho tiempo, nos decía constantemente que quería comprar
cultar sus manchas mos ayuda a una tía, a una prima; pedi- ol, puesto que traba- mos asesoría en tres tiendas; e incluso leña todos los días fuimos a otro pueblo en busca de más res que labraban la tiendas, pero sentíamos que nada de lo que nos mostraban cumplía con los re- quisitos que pedíamos. Al final, terminamos comprando una olla arrocera. En mi mente que divaga con facilidad, te pido perdón por no ha- ber cumplido con lo que deseabas, ma- mi; pero sabes que te amo. Fin. alcanzar el agua y espués de tan ajetrea- a travesía que pasa- r el maquillaje: pedi-
Cuando yo tenga 29 años, voy a estar viviendo en Múnich, Alemania, trabajando como fisioterapeuta ganando más de 7 millones, me estaré transportando en mi propia camione- ta y estaré soltera y sin hijos. En ese momento, habré conocido Orlando, Londres, París (Francia). Académicamente habré terminado mi pregrado en Ciencias del Deporte y la Recreación, habré hecho la especialización en fisioterapia y estaré haciendo mi maestría en fisioterapia neurológica. Mi patrimonio será una casa en Alemania y una en Colom- bia, mi camioneta y un seguro de al menos 80 millones. De salud, estaré en condiciones óptimas, pesando 58 kg. Los fines de semana estaré disfrutando con mis amigos y estu- diando para la maestría. Finalmente, me faltará por cumplir un poco más adelante, llevar a mis papás a vivir conmigo, tenerlos en óptimas condiciones, que se sientan cómodos y felices conmigo.
La lluvia es la protagonista de esta historia. Era de noche y caía una lluvia torrencial, se oían en las ventanas golpear las goteras como cuando uno toca una puerta con mucha insistencia. De un momento a otro, se siente aún más el golpeteo y me doy cuenta que empieza a caer granizo. Esta lluvia incesante, me impide ir a la tienda por la jeringa de insulina que necesito urgentemente. Cómo vivo sola, es- tudio y trabajo, no me queda mucho tiempo para estar pen- diente de mi diabetes. Este es el momento en que necesito mi dosis y no puedo aplicarla porque se me acabaron las je- ringas y no me había dado cuenta. Pero esta lluvia no para; me asomo a la ventana de mi cuar- to y veo la calle solitaria, solamente habitada por los carros de mis vecinos y alumbrada débilmente por la farola de la mitad de la calle. Rápidamente, veo una sombra pasar y pienso que son imaginaciones mías, puesto que me siento muy débil. Y de esto, es de lo último que me acuerdo antes de despertar en el hospital al otro día. Resulta que me había desmayado por no recibir mi dosis a tiempo y mi madre, que vino de visita de sorpresa, me había encontrado tirada en el mueble al lado de la ventana y me había llevado al hospital.
La mente que se abre a una nueva idea jamás volverá a su tamaño original. -Albert Einstein Realizado por: Valeria Herrera Pastrana
Search
Read the Text Version
- 1 - 8
Pages: