153 antes de que encendáis el de vuestra cólera, que ha de reducir el univer- so a cenizas. Enviad a vuestro Espíritu y serán creados, y renovaréis la faz del mundo (Sal 103,30). Enviad a la tierra ese Espíritu que es todo fuego purísimo, para formar sacerdotes llenos de fuego por cuyo minis- terio sea renovada la faz de la tierra, y reformada vuestra Iglesia. Es una reunión, una asamblea, una selección, una segregación de predestinados que debéis hacer en el mundo y de entre el mundo. Yo los elegí de en medio del mundo (Jn 15,19). Es un rebaño de corderos apacibles que debéis juntar entre tantos lobos (Lc 10,3); una bandada de castas palomas y águilas reales entre tantos cuervos; un enjambre de abejas entre tantos zánganos; una ma- nada de ágiles ciervos entre tantas tortugas; un batallón de valientes leones entre tantas liebres tímidas. ¡Ah Señor! congrega nos de nationi- bus (Sal 105,47), juntadnos, reunidnos a fin de que alaben y bendigan por ello a vuestro Nombre santo y poderoso. La Compañía de María Habéis predicho esta ilustre Compañía por vuestro profeta, que ha- bla de ella en términos muy oscuros y misteriosos, pero enteramente divinos: “Hiciste caer una lluvia generosa, para reanimar a los tuyos redimidos. Y tus familiares hallaron reposo, en el lugar que tu bondad les preparó. El Señor da a los mensajeros la noticia: Dios dispersó un inmenso ejército. Huyen reyes, huyen con sus tropas; una mujer en su carpa reparte el botín: alas de paloma cubiertas de plata y de oro en su plumaje. Mientras el Todopoderoso vencía a los reyes, caían nieves sobre el Salmón (Jue 9,48). Montes de Dios, montes de Basán, altos y encumbrados, montes escarpados, montes de Basán. ¿Por qué miran celosos al monte que Dios quiso habitar, en que el Señor habita para siempre?” (Sal 67,10-17). ¿Y qué otra cosa es, Señor, esa lluvia generosa que habéis prepa- rado para vuestra empobrecida heredad, sino esta falange de santos misioneros Hijos de María, vuestra Esposa, que debéis reunir y separar del común de las gentes, para bien de vuestra Iglesia, tan debilitada y manchada por los crímenes de sus hijos? ¿Cuáles son esos animales y esos pobres que vivirán en vuestra heredad alimentándose de la divina dulzura que les habéis preparado? Son esos pobres misioneros abandonados a la Providencia, que rebo-
154 Oración Abrasada sarán de vuestras divinas delicias; son esos animales misteriosos de Ezequiel (Ez 1,5-14) que tendrán la humanidad del hombre por su ca- ridad desinteresada y benéfica hacia el prójimo, la bravura del león por su santa cólera y su celo ardiente y discreto contra los demonios y los hijos de Babilonia; la fuerza del buey por sus trabajos apostólicos y su mortificación de la carne, y en fin, la agilidad del águila por su contem- plación en Dios. Tales serán los misioneros que queréis enviar a vuestra Iglesia. Tendrán una mirada de hombre para el prójimo, una mirada de león contra vuestros enemigos, una mirada de buey contra sí mismos y una mirada de águila para Vos. Esos imitadores de los apóstoles predi- carán con tal virtud y fortaleza que removerán todos los espíritus y los corazones en los lugares donde prediquen. Les daréis vuestra palabra: y aun vuestra boca y vuestra sabiduría: a la que no podrá resistir ninguno de sus adversarios (Lc 21,15). Ellos son los predilectos en quienes Vos en calidad de Rey de las virtudes, de Jesucristo el muy amado, tendréis vuestras complacencias, ya que no perseguirán otro fin en sus misiones que el de tributaros la gloria de los despojos arrebatados a vuestros enemigos. Por su abandono a la Providencia y su devoción a María tendrán pla- teadas alas de paloma, es decir, la pureza de doctrina y de costumbres; y dorado el dorso, esto es, una perfecta caridad para con el prójimo para soportar sus defectos, y un gran amor a Jesucristo para llevar su cruz. Vos sol como Rey de los cielos y Rey de Reyes, separaréis del común de las gentes a esos misioneros para hacerlos más blancos que la nie- ve del monte Selmón, que es monte de Dios, monte abundante y fértil, monte fuerte y macizo, monte en que el Señor se complace de modo maravilloso, y en donde habita y morará hasta el fin. ¿Quién es, Señor, Dios de verdad, esta montaña misteriosa, de la que nos decís tantas maravillas, sino María vuestra amada Esposa, cu- yos cimientos habéis puesto sobre las cumbres de las más altas monta- ñas? (Sal 86 1; Is 2,2; Miq 4,1) Dichosos mil veces los sacerdotes que os habéis dignado escoger y predestinar para que moren con Vos en esa abundante y divina mon- taña para llegar a ser reyes de la eternidad por su desprecio de la tierra y su elevación en Dios; para hacerse más blancos que la nieve por su unión a María, vuestra Esposa toda hermosa, toda pura e inmaculada; y para enriquecerse con el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra (Gén
155 27,28), con todas las bendiciones temporales y eternas de que María está llena. Desde lo alto de este monte, como Moisés, lanzarán dardos con- tra sus enemigos, por medio de sus ardientes oraciones para postrarlos o convertirlos (Ex 17,8-13). Sobre este monte aprenderán, de la boca misma de Jesucristo que siempre mora allí, la inteligencia de sus ocho bienaventuranzas (Mt 5,3-11). Sobre este monte de Dios serán transfigurados con El como en el Tabor, morirán con El como en el Calvario, y subirán al cielo con El como en el monte de los Olivos. A Vos sólo corresponde reunir, por medio de vuestra gracia, esta Congregación. Si el hombre inicia la obra, nada se hará; si toma parte en ella, la dañará, y la echará a perder. Es vuestra obra, gran Dios. Rea- lizad vuestra obra puramente divina; juntad, llamad, traed a vuestros elegidos de todos los lugares de vuestro imperio, para formar un cuerpo de ejército contra vuestros enemigos. Llamamiento final: Ved, Señor, Dios de los ejércitos, como los capitanes forman escua- drones completos, los potentados levantan grandes ejércitos, los nave- gantes equipan flotas enteras, los mercaderes acuden en gran número a ferias y mercados. ¡Cuántos ladrones, impíos, borrachos y libertinos se juntan contra Vos todos los días tan presto y tan fácilmente! Un simple silbido, un toque de tambor, una daga embotada que muestran, un ramo seco de laurel que prometen, un pedazo de tierra roja o blanca que ofrecen, en tres palabras: el deseo de un honor fugaz, de un miserable interés, de un mezquino placer sensual, reúne en un instante a los mercaderes y cubre tierra y mar con una turba-multa de réprobos, que, siendo divididos en- tre sí o por la distancia de lugares, o por los intereses opuestos, se unen sin embargo hasta la muerte para haceros la guerra bajo el estandarte y el mando del demonio. ¡Y Vos, Señor! Habiendo tanta gloria, dulzura y provecho en ser- viros ¿casi nadie tomará partido por Vos? ¿Serán tan escasos los sol- dados que se alisten bajo vuestra bandera? ¿No habrá alguno que otro que, celando por vuestra gloria, grite en medio de sus hermanos, como San Miguel: Quis ut Deus? ¿Quién es como Dios? Sagrada Familia, Museo de Artes de Lima
156 Oración Abrasada ¡Ah! permitidme decir a voces por doquiera: ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fue- go! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Fuego en la casa de Dios! ¡Fuego en las almas! ¡Fuego hasta en el mismo santuario! ¡Socorro para vuestro hermano, que lo asesinan! ¡Socorro para nuestros hijos que van dego- llando! ¡Socorro para nuestro querido padre que están apuñalando! El que sea del Señor que se junte conmigo (Ex 32,26) Que todos los buenos sacerdotes que están esparcidos por el mundo cristiano, ora se hallen actualmente en el combate, ora estén ya retirados de la lucha en los desiertos y soledades, vengan a unirse con nosotros: la unión hace la fuerza a fin de que formemos, bajo el estandarte de la Cruz un ejército dispuesto en orden de batalla y bien disciplinado, para atacar en masa a los enemigos de Dios que ya han dado el toque de alarma (Sal 45,4): rechinaron los dientes (Sal 34,16), bramaron (Sal 2,1), se multiplicaron (Sal 24,19). Rompamos sus coyundas, arrojemos de nosotros sus atadu- ras. El que mora en los Cielos se ríe de ellos (Sal 2,3-4). ¡Levántase Dios! ¡Se dispersan sus enemigos! (Sal 67,1). ¡Señor, levantaos! ¿Por qué aparentáis dormir? Desperézate! (Sal 43,24) Levantaos con toda vuestra omnipotencia, vuestra misericor- dia, vuestra justicia para formaros una compañía escogida de guardias reales que custodien vuestra casa, defiendan vuestro honor, y salven a vuestras almas, para que no haya más que un redil y un pastor (Jn 10,16) y que todos os tributen gloria en vuestro templo (Sal 28,9). Amén. ¡Dios solo! San Luis María Grignion de Montfort (aprox. 1713)
Índice Breve biografía del autor .............................................................7 Capítulo I Necesidad de la Devoción a la Santísima Virgen ........................11 Artículo I. Principios ................................................................11 Artículo II. Consecuencias ...................................................... 18 Capítulo II Verdades fundamentales de la Devoción a la Santísima Virgen ......................................................... 28 Artículo I – Jesucristo es el fin último de la devoción a la Santísima Virgen ......................................................... 28 Artículo II – Pertenecemos a Jesucristo y a María en calidad de esclavos ....................................................... 33 Artículo III – Debemos vaciarnos de todo lo malo que hay en nosotros .......................................................... 37 Artículo IV – Tenemos necesidad de un mediador para con el mismo Mediador que es Jesucristo ........................ 39 Artículo V – Nos es muy difícil conservar las gracias y los tesoros recibidos de Dios .......................................... 41 Capítulo III Elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen ................................................................ 43 Artículo I – Características de la falsa y de la verdadera devoción a la Santísima Virgen ......................................... 43 Artículo II – Las prácticas de la verdadera devoción a la Santísima Virgen ......................................................... 53 Capítulo IV Naturaleza de la perfecta devoción a la Santísima Virgen ó la perfecta consagración a Jesucristo ................. 57 Artículo I – Una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen .................................... 57 Artículo II – Una perfecta renovación de los votos del santo bautismo .................................................. 59
Capítulo V Los motivos que nos deben hacer recomendable esta devoción ..................................................................... 63 Artículo I – Esta devoción nos coloca enteramente al servicio de Dios .............................................................. 63 Artículo II – Esta devoción nos hace imitar el ejemplo dado por Cristo Nuestro Señor y por el mismo Dios, y practicar la humildad ................................ 64 Artículo III – Esta devoción nos atrae los buenos oficios de la Santísima Virgen .............................. 67 Artículo IV – Esta devoción es un excelente medio de procurar la mayor gloria de Dios ................................. 70 Artículo V – Esta devoción conduce a la unión con Nuestro Señor .................................................. 70 Artículo VI – Esta devoción otorga gran libertad interior ........ 78 Artículo VII – Esta devoción consigue grandes bienes al prójimo ............................................................... 79 Artículo VIII – Esta devoción es un medio admirable de perseverancia ................................................................ 80 Capítulo VI Figura Bíblica de esta Perfecta Devoción: Rebeca y Jacob ................................................................... 85 Artículo I – Rebeca y Jacob ........................................................ 85 Artículo II – La Santísima Virgen y sus esclavos de amor ......... 93 Capítulo VII Efectos maravillosos que esta devoción produce en un alma que le es fiel ....................................100 Artículo I – Conocimiento y menosprecio de sí mismo ...........100 Artículo II – Participación en la Fe de María ............................100 Artículo III – Gracia del Puro Amor ...........................................101 Artículo IV – Gran Confianza en Dios y en María .....................102 Artículo V – Comunicación del Alma y del Espíritu de María...103 Artículo VI – Transformación de las almas en María, a imagen de Jesucristo .....................................105
Artículo VII – La mayor Gloria de Cristo ...................................106 Capítulo VIII Prácticas particulares de esta Devoción ...................................108 Artículo I – Prácticas exteriores ................................................108 Artículo II – Prácticas particulares e interiores para quienes quieren llegar a ser perfectos .............................120 Capítulo IX Modo de practicar esta devoción al recibir la Sagrada Eucaristía ............................................................125 1. Antes de la Comunión ...........................................................125 2. En la Comunión ....................................................................125 3. Después de la Sagrada Comunión ........................................126 Fórmula de la Consagración ...............................................128 Preparación para la Consagración a la Santísima Virgen ...............................................................130 Primer Período .........................................................................132 Doce días empleados en vaciarse del espíritu del mundo........132 Veni, Creator Spiritus ................................................................133 Ave Maris Stella .........................................................................134 Segundo Período .....................................................................135 Tres semanas consagradas a llenarse de Jesucristo por la Santísima Virgen ....................................................135 Letanía del Espíritu Santo .........................................................137 Letanía de la Virgen María ........................................................139 Oración de María para sus fieles esclavos ................................141 Oración de San Agustín .............................................................145 Letanías del Santísimo Nombre de Jesús ..................................146 Oración Abrasada ....................................................................149
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