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Como no te voy a querer

Published by arisiyu, 2020-09-13 23:19:13

Description: Historias del mundial y de la vida

Keywords: fútbol,anécdotas,alegría,historias

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micros en Lima resonó en Moscú: ¡No queremos la plata queremos llegar a ver el partido! Después de estas idas y vueltas y cuando el frío empezaba ahora sí a ser el de la Siberia; lo que llegó no fue el bus por el que se supone habíamos pagado, sino un par de combis; en una de las cuales había recibido el mensaje de mi hermana que sin saber todas esas vicisitudes se preocupaba genuinamente por mí. Pero como decía al inicio, después de todo esto yo ya no estaba dispuesta a permitir que nada me impidiera llegar a ver ese partido. Lo que si necesitaba era bañarme. Y comer algo. Pero de esto último ya ni me acordaba. 47

DON´T STOP ME NOW Un muy buen amigo mío había ido a Rusia con su hermano en un viaje que era totalmente el opuesto al mío porque lo planearon con todas las anticipaciones y gastos de ley. Ellos estaban ya en Saranks en un departamento alquilado para la ocasión esperando tranquilamente la hora del partido. Así que en el medio de todas mis correrías le escribí y le pedí asilo para poder llegar, asearme y ponerme en 180 grados por lo menos una hora. Según el plan no FIFA; yo llegaría a las nueve de la mañana, considerando las doce horas de viaje. El partido se jugaba a las seis de la tarde así que habría tiempo suficiente para, después de setenta y dos horas de haber salido de mi patria, poder tal vez tomar una siesta en horizontal. Pero dado mi viaje en combi moscovita, ese sueño no pudo cumplirse. Llegué pasado el mediodía; agotada, con el cuello doblado y las piernas adormecidas. Mi 48

amigo y su hermano estaban ya a esa hora buscando un sitio donde almorzar, así que nos encontramos dando vueltas por ahí y POR FIN me senté en una mesa a comer. Recién me di cuenta cuanta hambre tenía. No sé qué comimos, pero me pareció lo más rico del mundo y lamenté mucho no haber tomado esa Coca-Cola la noche anterior, porque todo líquido se había acabado en esa ciudad nunca preparada para recibir a tanto peruano sediento de cerveza, de agua y de fútbol. Terminamos de comer y ya me empezaba a ilusionar con la posibilidad de bañarme y descansar, pero ese no era mi destino. Al salir nos topamos con “el banderazo”: una avalancha blanquirroja que avanzaba hacia el estadio. Ni lo pensamos, simplemente nos fundimos en medio de esa interminable multitud eufórica, de esa algarabía de banderas, pañuelos, llamas inflables, bombos, trompetas y cuadras interminables de cómo no te voy a querer si eres mi Perú bendito. Fue una caminata increíble. Nunca el rojo fue tan sangre y nunca el corazón estuvo tan hinchado. Los no peruanos enmarcaban la avenida para vernos pasar 49

mientras aplaudíamos, bailábamos y gritábamos que era mi país querido que me vio nacer y les estampábamos a la retina y los oídos un recuerdo que seguro no olvidarán jamás. Llegamos al estadio agotados de felicidad y justo antes de entrar mi amigo me hace la pregunta clave; esa que mi personalidad libre de pensamientos negativos de la que he venido hablando no se había preguntado: ¿y cómo sabes que la entrada que tienes no es falsa? Silencio mortal. Fue un momento de esos que, si se tratara de una película, incluiría flashbacks mostrando al argentino revendedor falsificando las entradas en una imprenta de mala muerte allá en el microcentro de Buenos Aires y vendiéndoselas luego a ilusos peruanos que llegaban agotados tras viajes interminables, esperanzados en encontrar argentinos falsificadores que los ilusionaran más. Y si hubiera tiempo mostraría al argentino atrapado por la KGB y perfectamente deportado. 50

Fue como ver la luz al final del túnel; pero en el tiempo suplementario. Porque la luz debí verla el día anterior. Ya era un poco tarde para pensar. Lo único que pude responder fue un “¡si es falsificada yo me meto como sea!” y seguir caminando a mi destino, porque cómo no te voy a querer. 51

SARANKS Según apareció en pantalla; éramos 40,625 personas en el estadio esperando que los equipos ingresen a la cancha para cantar el himno. De la nada - como dicen los jóvenes ahora - se empezó a escuchar una música que te emociona porque la conoces y porque estás a cientos de miles de kilómetros de distancia de donde la escuchaste por última vez, Cuarenta mil personas la cantamos juntos. (Los seiscientos veinticinco adicionales eran seguramente los únicos daneses del estadio). Cuarenta mil voces gritando que daremos la vida; y que cuando muramos nos uniremos a la tierra... contigo Perú. Cuarenta mil voces que se me quedarán para siempre en el corazón, en la mente, en el alma. Cuarenta mil voces que me harán siempre recordar; que SI SE PUEDE. Que si te fallas un penal una vez... siempre lo puedes intentar de nuevo. A GANAR PERUANOS. 52

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MEDIO TIEMPO 55

KRÁSNAYA Moscú es hermoso. Pero abruma. Sus dimensiones. Su arquitectura. Sus avenidas. Su gente. Todo es gigante. Me abruma. Me pierdo más que nunca y me vuelvo a encontrar por obra y gracia de cualquier cosa menos por mi facilidad para ubicarme. Porque simplemente no la tengo. Pero lo que más me abruma es su idioma. Esas letras que no puedo descifrar. Yo que me siento orgullosa de descifrar todas las frases del Geniograma Gigante de El Comercio9 cuando solo hay algunas vocales; me siento una inútil total. No sé si lo que veo es un cine; un teatro o un mercado. Sus letras raras me asustan... todo me sabe a KGB y a cortina de hierro. Felizmente mañana juega Perú. En castellano 9 El principal diario de circulación nacional en Perú. 56

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FIESTA Escuché mi nombre, en plena Plaza Roja, en medio de una “sesión de fotos” con unos suizos de colores, que es uno de los pasatiempos favoritos del mundial cuando no estás viendo algún partido: caminar, mezclarte en la multitud y tomarte fotos con los grupos más divertidos y los más disfrazados. Escuché mi nombre dos veces y pensé que había escuchado mal. Pero no. Era a mí a quien llamaban, por nombre y apellido esta vez y me costó algunos segundos recordar a este hombre que había conocido hace unos veinticinco años. Fue un encuentro inimaginable. Porque si bien éramos una multitud de peruanos en Moscú, y todo cabía en lo posible, él sería uno de los que jamás imaginaria encontrar. Se había ido del Perú hacían años y nosotros ni nos habíamos despedido porque nuestra historia tuvo reveses que no lo permitieron. Y 58

de pronto estaba ahí y nos abrazamos como dos compatriotas en tierras extrañas. Él estaba solo. Yo con mi hija, así que ese día lo adoptamos y nos paseamos por Moscú y comimos ceviche y lomo saltado en el restaurante peruano mexicano al que llegamos gracias al paladar restringido de mi hija que siempre nos lleva a esa comida en la parte del mundo que estemos, y que esta vez además coincidía con las ganas que mi amigo tenía de comida peruana. Caminamos, compramos souvenirs mundialistas, y por supuesto nos juntamos con grupos de barristas y cantamos cómo no te voy a querer emocionados. Pasamos un día muy divertido y nos despedimos entrañablemente, cerrando una historia de veinticinco años atrás, cuando fungía yo de personera de un partido político distrital en el que un buen amigo mío estaba inscrito y por el cual postulaba a algún puesto en la alcaldía de nuestro distrito. El personero es una especie de VAR que vigila que nadie se robé votos en la mesa de 59

votación; y en realidad yo más que personera del partido era personera de mi amigo. Mi amigo tenía un amigo que también era personero, o postulaba (no recuerdo), pero que estaba ahí también y nos conocimos. Para hacerla corta, empezamos a salir; él estaba separado y tenía un hijo y todo iba bien hasta que una tarde, entré a rezar a una iglesia. Estaba por celebrarse una boda, y me quedé, como toda limeña que se respeta, a esperar que entrara la novia. Empezaron a llegar los invitados y ahí estaba él entrando a la Iglesia con su esposa de la mano. Fin de la historia. O comienzo. No quise verlo más. Él trató de buscarme varias veces, pero yo ya no tenía nada que conversar. Hasta que Perú clasificó al Mundial y nos encontramos ese día al costado de la tumba de Lenin. Un cuarto de siglo después. 60

Un encuentro que no pudo ser en mejor escenario que ese en que todo se perdona y todo se olvida, excepto claro si eres brasilero y te encuentras con un argentino, porque ahí el “Messi ciao , Messi ciao, Messi ciao, ciao ciao” (si, con el tono de la marcha que la serie Casa de Papel hizo popular); sonará alto y fuerte, como respuesta al confrontacional “decime que se siente”, que en su propia casa los chés le restregaron todo el 2014 al pentacampeón. Excepto pues esa rivalidad clásica entre estos campeones sudamericanos, no pudo haber mejor escenario. Otra vez la vida jugando su propio partido… y que bonito. 61

KFC Cuando te empiezas a acostumbrar a la ciudad te sientes a gusto, empiezas a moverte en Metro como si nada y caminas sin usar Google Maps. Le dices “Spasibo” a todos cuando te hacen favores y hasta le sonríes a los que imaginas son policía encubierta. Entonces llena de confianza te metes a un restaurante de comida rápida; que como lo conoces; te hace sentir más segura. Entonces te aparece este mensaje cuando tratas de conectarte a una wifi y de nuevo estás perdida en el espacio. Nunca des nada por sentado. 62

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LA KGB La historia de Rusia que te enseñan en el colegio y que cualquiera puede revisar en Google; está marcada por luchas y revoluciones, guerras, hambre y esplendor. Todo sobredimensionado y radical. Como las 3,000 ejecuciones que en un solo día llevó a cabo Pedro I (según explicó una guía turística) allá por algún siglo lejano. Tanto no recuerdo y no quiero entrar a googlear. Todo radical. O es negro o es blanco. Como su clima; que no escatima con el sol hirviente e imagino inclemente en el invierno. O como su gente que; o te mira con el cejo fruncido y dice (grita casi) NIET cuando intentas preguntarles algo; o te sonríe y te acompaña hasta donde tengas que llegar aunque se esté desviando de su ruta; hablándote además en un perfecto inglés. Y como la ciudad, donde hay turismo para todos: o vas a visitar sus magníficos templos ortodoxos (hay de todo tamaño y por todos 64

lados) o haces el tour comunista que te lleva a los lugares y monumentos más sombríos del siglo XX incluyendo la tumba de Lenin, que se me ha clavado en la retina porque impresiona. No sólo porque el muerto ahí embalsamado es chiquitito, sino por la solemnidad que lo rodea y por los guapísimos policías rusos que la custodian y que no te permiten ni hablar, ni respirar y mucho menos tomar una fotito. Y ahí uno luchando por sacar la cámara; más que por fotografiar a Lenin para ver si uno de esos polis te detiene. Pero en fin... esa es otra historia. Esta ciudad ha resultado perfecta para mi hija y para mí que siempre que viajamos tenemos “problemas” para ponernos de acuerdo con dónde ir y que hacer. Ella harta de mi arquitectura y mis caminatas de “lo que-no-te-puedes-perder” y yo que no quiero usar mi tiempo en shoppings o restaurantes mexicanos. Esta vez, cada una ha podido ver y disfrutar el lado de Moscú que más le provocaba. Todos felices. Gracias Rusia 65

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EL YIN Y EL YAN Pasan los días y Moscú se me acerca. O yo me acerco. No importa. El orden de los factores no altera el producto. Nos estamos haciendo amigos. Moscú se me hace una ciudad moderna que ha conservado su pasado sin tenerle miedo a la mixtura. Las construcciones high tech se yerguen al costado de edificios históricos sin problemas ni complejos. No le temen. Los incluyen. Distinto a su cultura, que no tolera, por ejemplo, ni las manifestaciones públicas, ni las muestras de afecto de diversidad sexual. Es de locos. Como su clima. Que de un sol abrasador de treinta y cinco grados donde te puedes 67

derretir; pasa en segundos (dos segundos) a una lluvia torrencial en la que si no corres sientes que mueres ahogado. Comprobado: el amor todo lo puede, todo lo soporta. Perú está en el Mundial. Punto. милый москва 68

SEGUNDA MITAD 69

G LA HINCHADA Como mi hija se había ganado un premio de dos dígitos de miles de dólares, no nos tocó ir juntas a los partidos de Perú: ella viajaba como japonés jubilado y yo como chibolo10 mochilero. No me detendré acá a analizar las paradojas del destino, solo lo escribía para enmarcar la historia. Uno de esos días en que no jugaba la selección, y por tanto no éramos el japones y el mochilero, nos fuimos al Fan Fest; que es también parte importante de vivir el mundial. Usamos como a tres distintas líneas del Metro para llegar, y caminamos alrededor de un kilómetro desde la última estación. La verdad no sé si era un kilómetro, pero la otra verdad es que bajo el sol abrasador parecían como seis. El Fan Fest como todo lo FIFA, estaba super organizado, te recibían cientos de 10 “Chibolo” es una expresión coloquial usada en Perú para referirse a un joven o un niño. 70

voluntarios sonrientes que te hacían “high five” en inglés o castellano; te chequeaban separadas de los hombres y el espacio inmenso estaba lleno de pantallas gigantes para que pudieras ver los partidos desde cualquier ángulo y de kioskos en los que podías tomar cerveza en vasos mundialistas también desde cualquier ángulo. Había música y el ruido era generalizado, con gente de todo el mundo cantando en todos los idiomas, agitando banderas, trompetas y bombos. Era verdaderamente la fiesta del hincha. Buscamos un sitio cercano a una de las pantallas y esperamos el partido México – Corea del Sur. Los mexicanos venían de ganar en el debut a Alemania y se habían convertido en los engreídos de esa primera fase. Así que el espacio estaba pintado de camisetas verdes, sombreros charros y cielitos lindos por doquier, tanto que te provocaba contratarlos a todos para una serenata. 71

Ganó México. Era imposible no disfrutar la fiesta. Cuando te gusta te gusta. Estaba yo en ese disfrute, con mi vaso de cerveza, que era lo único que calmaba la sed en ese calor abrasador, bailando con el cantante que animaba en ruso el entretiempo y tan feliz que no me di cuenta en qué momento mi hija ya no estaba a mi lado. La encontré minutos después de buscarla como madre que pierde a su hijo pequeño en el supermercado. Estaba profundamente dormida en el piso, con la boca abierta, la espalda apoyada en un letrero mundialista y al lado de un parlante que debería marcar unos ochenta decibeles. Cuando te gusta, te gusta. Y cuando no… te duermes. Aunque seas la hincha más power a nivel nacional. 72

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VAR Mi abuelo materno llegó de Siria al Perú y se instaló en Túcume, un pueblito del norte del país que lo recibió según cuenta el imaginario colectivo, con el respeto que los peruanos le hemos dado siempre a los arios de un metro ochenta y ojos azules. Mi abuelito llegó para quedarse y para eso estuvo mi abuelita y la casi docena de hijos que tuvieron juntos y separados por eso de que la religión musulmana te lo permite. Por mi sangre entonces tengo un cuarto del medio oriente y por mi rostro las ojeras permanentes me delatan. Si pues, son permanentes y no una muestra de cansancio, pero quien lo entiende… sólo quien las tiene. Estaba yo, ojeras incluidas, buscando un local en que hubiera espacio para ver el Irán-España, pero los restaurantes y bares andaban repletos y dado que yo andaba en mi grupo de a uno y no con una mancha 74

de gente bullangera que se apropiara de los espacios con facilidad, se me complicaba. Decidí quedarme parada en un bar hasta que se desocupara algún asiento y caí al lado de un par de iraníes a los que distinguí, no por el idioma, porque recuerden ahí el idioma oficial era el “inglich”, sino porque eran tan ojerosos como yo. Inmediatamente sentí el llamado de la sangre y me volví hincha furiosa de Irán, celebré el gol de Ezatolahi, insulté al VAR por anularlo y tomé no sé que aguardiente iraní que mis compañeros de mesa me invitaron, el mismo que jamás hubiera aceptado en otras circunstancias. Clarísimo que Irán no es Siria ni viceversa, pero sentí algo así como cuando estás en algún país fuera de América y da igual si eres peruano, colombiano o ecuatoriano: por que para el resto del mundo eres mexicano. 75

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TIEMPO SUPLEMENTARIO 77

TARJETA ROJA En el 2018 la corrupción se puso de moda en Latinoamérica. Mejor dicho, se destapó como nunca y nos empezamos no sólo a enterar; sino a mandar a la cárcel a todos los otrora intocables de nuestros países. Se descubrieron las porquerías de Odebrecht y sus secuaces. Así que todo el mundo trataba de hacer distancia de hechos corruptos. Estaba entrando al estadio, cuando me cruzo con un muy buen amigo mío, uno que además ya estaba por su tercer mundial. No lo veía hace buen tiempo, así que encontrarnos allá le sumaba extra-alegría al viaje. Conversábamos y nos tomábamos la respectiva foto de recuerdo, cuando noto que traía un bastón y aunque ya no somos los jóvenes universitarios de cuando nos conocimos; tampoco estábamos todavía 78

para bastones, así que preocupada le pregunto: - que pasó ¿te accidentaste? -. Me guiña el ojo mientras dice: - no, nada que ver, lo que pasa es que las entradas para discapacitados son más baratas y tienen mejor ubicación-. ¿A-RRI-BA PE-RÚ? 79

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CAMERINOS 81

La selección le puso mariposas en el estómago a treinta millones de peruanos. Nos enamoró. Nos ilusionó y empezamos a ver todo en rojo y blanco. Esperábamos los partidos como se espera al enamorado en los primeros meses: con impaciencia y ansias. No le vimos defectos y lo llenamos de virtudes y cómo no te voy a quereeeeeeeerrrrr hasta el hartazgo. Nos vestíamos con escudos y banderas de la patria. Lo dejamos todo y los seguimos hasta sitios impronunciables como ЕКАТЕРИНБУРГ. Pero las ilusiones se terminan y los finales duelen.... y claro, duelen más cuanto más enamorado estás. Y es cuando toca llorar o llenarse de rabia. Vivir la emoción profundamente. Como se vivió la ilusión. Con todo. 82

Vivirla sin buscar explicaciones. Y dejar que pase. Porque va a pasar. Y porque la diferencia con ese “amor” perdido al que hay que dejar ir y por quien lo más sano es no alimentar esperanzas; esta selección no nos ha roto el corazón, sino que más bien lo ha alimentado y lo ha hecho más fuerte. Solidario. Le inyectó vida en medio de una realidad llena de corrupción, muerte y egoísmos. El Perú no es el fútbol ni la selección peruana... pero ojalá lo fuera. ARRIBA PERÚ PD: sé que no a los treinta millones les gusta o les interesa el fútbol; pero no tengo estadísticas al respecto y por eso incluyo a todos. 83

El mundial de fútbol es una fiesta. Un encuentro de todos los idiomas, las razas, las culturas. Una torre de Babel donde el idioma no importa porque todo el mundo entiende un gol y los Viva México, Belgium, Ar- gen- ti – na, Deutshland, A-rri-ba Pe-rú o Ro-ssi-ja, se funden entre trompetas tambores y banderas de todos los tamaños y colores. Gracias por la fiesta. Querida cocina, ¡te la debo! 84



Derechos reservados Año de la Pandemia Lima,Perú


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