El genio de las cuevas Dicen, que dicen los caminantes, que andan de aventura por la precordillera mendocina, que si te atrapa la noche en esos caminos perdidos entre los cerros, no toqués nada. Algún audaz alguna vez, vio una gallina errante en la oscuridad, cosa nada normal, y se lo tragó la noche, y lo escupió al otro día en la ruta, varios kilómetros más abajo de Agrelo, tirado y marcado con un extraño tatuaje. Otro fue testigo de cómo su amigo fue seducido por una voz femenina y desapareció, para aparecer muerto pocos días después. Pero no todo es malo… dicen que dicen los caminantes que andan de aventura, que también hay buenas experiencias. Una de ellas es la siguiente: Andaban dos compadres caminando por los cerros, algo entonados, cuando oh! Se toparon nada más y nada menos que con una tentadora damajuana de vino. Era como que los estaba esperando. Brillaba bajo la luz de la luna y de adentro salía un no sé qué que los llamaba a probar. Y los compadres no se resistieron. El vino les supo la bebida más deliciosa que probaron en su vida. Y mire usté si habían saboreado vinos de todas cepas. Se quedaron dormidos y se despertaron en la entrada de un túnel. Una luz al fondo, y unas guitarras lejanas. Los compadres se mandaron de una a colarse en la peña. Mientras más se acercaban, más fuerte sonaba la cueca y la risa de la chinas que bailaban, pero la entrada se corría, y nunca la podían alcanzar. Cansados de correr, todo se puso oscuro y se apagó la fiesta. Una luz azul bajó del techo.
“Soy el Gran Alabado”, dijo el genio peticito “Han llegado hasta el corazón del cerro”. Los compadres sentían que en ese momento, la curda se les espantaba. Abrían la boca como pico de damajuana rota. “Voy a hacerles preguntas. Si responden bien, voy a conceder el deseo que me pidan” “Bueno, mande nomá, dijo uno de los compadres, corajudo el hombre. “Aquí va la primera… ¿Quién cruzó por primera vez el Puente del Inca?” El otro compadre tomó aliento y le contestó de una: “Alguien que de seguro no era huinca*” “Mi agüelo*” El genio hizo brillar su traje con bonitos colores dorados. “Bien… hay va la segunda…¿Por qué se llama Tupungato?” Aquí los compadres recularon, pero luego tomaron aire y contestaron los dos juntos “Porque mira las estrella…” “Es muy alto el Tupungato” “Tiene la nubecita arriba” El genio hizo brillar su traje con bonitos colores dorados. “Muy bien, ahora…¿Por qué dicen que la montaña es traicionera” “Noo, compadrito, a la montaña hay que tenerle rispeto” dijo uno
“Nada de hacerse el vivo, hay que ir con cuidado, y no pasa nada” El genio hizo brillar su traje con bonitos colores dorados. “Han respondido mis preguntas, yo voy a concederles lo que pidan” “Bueno, dijo uno, yo con tener salù, trabajo, un rancho, mi mujer y una tonada en la ronda del vino, estoy feli “ “Lo mesmo, digo, tener a mi compadre es mi tesoro” Los dos se abrazaron emocionados. Entonces, el genio brilló en el màs bonito dorado y la cueva se iluminò, dejando al descubierto, cuerpos petrificados. Los compadres quedaron tiesos como agua bajo la helada.
“No se asusten. Ellos solo venían por el oro de Atahualpa. Ustedes son gente sencilla de corazón noble. Tendrán lo que desean” Dicen que dicen, los caminantes, que los compadres se despertaron al otro día en Agrelo, sanitos y sin ninguna marca rara. Una gallinita dormía arriba de un cofrecito. Resulta que había dos: uno para cada compadre. Y volvieron a sus ranchos, con sus mujeres, su salù y su tonada en la ronda de vino. Autora: María Belén Ahumada *Aclaración: El compadre sabía porque se lo había contado el abuelo, en los cuentos del fogón. Abuelo se le llama en todos los pueblos originarios de América a los antecesores, el abuelo del abuelo, etc.
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