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Editorial Aurora Caracas, 2023 Revisión y edición Carlos Aquino G. Diagramación Alejandro Díaz M. Diseño Tomás Peraza A. Portada Aspecto de la Posta 3 y de la fachada (parcial) del cuartel Moncada tras los combates del 26 de julio de 1953, con los evidentes impactos de bala (foto: Prensa Latina) https://EditorialAurora.home.blog 2
CONTENIDO 3
Nota preliminar El 26 de julio de 1953 es un punto de inflexión en la historia de Cuba, que llegó a convertirse en una fecha referencial incluso más allá de las fronte- ras latinoamericanas, y que aún hoy estremece a las almas que laten «de amor a la patria, de amor a la hu- manidad, de amor a la justicia», como dijera el 16 de octubre de aquel año el joven abogado de 27 años, Fi- del Castroi, en su trascendental alegato de autode- fensa. En momentos cuando la sangrienta tiranía mili- tar de Fulgencio Batista –surgida del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952– pisoteaba la dignidad cu- bana y la memoria del Apóstol de la Independencia, José Martíii, en los 100 años de su nacimiento, surgió para rescatarlas una pléyade de jóvenes conocida desde entonces como la «Generación del Centena- rio». Aquella madrugada del 26 de julio, hace ya siete décadas, sin saberlo ni buscarlo fueron al encuentro de la inmortalidad con el asalto a los cuarteles mili- tares «Moncada», en Santiago de Cuba, y «Carlos Ma- nuel de Céspedes», en Bayamo, al oriente de la mayor de las Antillas. Al frente de aquellos combatientes, como lo hizo toda su vida, iba Fidel, quien predicaba con el ejem- plo y jamás exigió nada que él mismo no estuviera dispuesto a hacer. Así enfrentó el juicio que le siguie- ron a los heroicos asaltantes, la cárcel y la lucha ar- i Birán, Oriente (Holguín), 13 de agosto de 1926 - La Habana, 25 de noviembre de 2016. ii La Habana, 28 de enero de 1853 - Dos Ríos, Oriente (Granma), 19 de mayo de 1895. 4
mada, y así mismo encabezó la Revolución cubana que triunfó el 1 de enero de 1959, la victoria sobre la invasión mercenaria de Playa Girón en abril de 1961, la firme resistencia en la crisis de los misiles de octu- bre de 1962, y cada batalla que le correspondió librar al pueblo cubano y a su Comandante en Jefe. El texto que ahora ponemos a disposición del lec- tor, son fragmentos de la narración que ese excep- cional protagonista de las acciones del 26 de julio de 1953 le hiciera a un equipo de periodistas suecos, en diciembre de 1977, mientras recorrían los propios si- tios de los acontecimientos; y que fueron publicados en la revista Cuba Internacional (enero de 1978) y re- producidos por el sitio web www.fidelcastro.cu/es. Finalmente, llamamos la atención acerca de algu- nos detalles formales que encontrará a lo largo del texto principal: en primer lugar, los paréntesis y las acotaciones entre rayas (–) pertenecen a la versión original, mientras que los corchetes denotan pun- tuales agregados o supresiones hechos por nosotros; y en segundo lugar, todas las notas al pie de página fueron incorporadas especialmente para la presente publicación y se señalan como notas de la Editorial (N. de la Edit.). Editorial Aurora Julio de 2023. 5
Escogimos este lugar1, porque nosotros tenía- mos que buscar un punto donde concentrar el personal antes del ataque del Moncada, enton- ces estudiamos las distintas direcciones. Y bus- cando, encontramos esta casa, con una pequeña parcela de terreno, que la alquilaban. Y entonces, analizados todos los factores, decidimos escoger esta casa, que estaba a unos cuantos kilómetros del cuartel [Moncada] por una carretera, bas- tante directo. Se alquiló la casa, pero teníamos que buscar algún elemento para disfrazar esto. El plan que hicimos fue simular una granja avícola, por eso ustedes ven algunas de estas instalaciones, que parecen instalaciones para la avicultura, pero que en realidad servirían para esconder los auto- móviles. Entonces algunos meses antes alquila- mos esta casa. Se preparó con algunas cosas adi- cionales bajo el pretexto de que era una granja avícola. - Tengo entendido que estaba cerca la casa de uno de los militares batistianos, que eso dis- minuía, de cierta manera, la sospecha. Es posible. Pero no fue ese el factor principal: el factor principal es que estaba aislada, que es- taba en esta carretera que conducía directa- 1 Se refiere a la llamada granjita Siboney, que sirvió de lugar para guardar las ar- mas y para agrupar a los asaltantes del Moncada en la víspera y la madrugada del 26 de julio de 1953 (N. de la Edit.) 6
mente a las proximidades del cuartel, y era uno de los lugares disponibles, porque no era fácil en- contrar una casa. Entonces, esta casa sirvió, primero, para con- centrar las armas, y por último, para concentrar el personal. Esto había que hacerlo en condicio- nes de clandestinidad. Por eso había que tomar todas las medidas. Incluso había un vecino que vivía ahí, frente a esta casa, un campesino. Se hizo amistad con él y todo, pero él nunca sospe- chó que esta casa tenía un propósito revoluciona- rio. Había un compañero del Movimiento que vi- vía en Santiago de Cuba, era el único de Santiago de Cuba2, porque no queríamos reclutar personal de Santiago para disminuir los riesgos de que pu- diera haber alguna indiscreción. Por eso, en San- tiago sólo teníamos un cuadro que ayudó en el al- quiler de esta casa; después para esta casa vino uno de los jefes del Movimiento3, y se instaló aquí en Santiago de Cuba. Y durante varias semanas estuvimos concentrando las armas aquí. - Pero ninguno de los asaltantes sabía real- mente el objetivo hasta el último momento. No. La Dirección del Movimiento sí, un grupo de tres compañeros, que era una especie de eje- cutivo de la Dirección del Movimiento4. Y el com- pañero de Santiago también tenía idea del obje- 2 Renato Guitart Rosell (1930-1953). Fue el principal responsable de la logística y la inteligencia para el ataque. Miembro del comando responsable de tomar la Posta 3, cayó combatiendo en el cuartel Moncada (N. de la Edit.) 3 Abel Santamaría (1927-1953). Por sus cualidades políticas, ideológicas y organi- zativas fue el segundo jefe del Movimiento y de la acción de Santiago de Cuba. Fue capturado en el Hospital Civil, torturado salvajemente y después asesinado en el cuartel Moncada (N. de la Edit.) 4 El Movimiento estaba encabezado por Fidel Castro y Abel Santamaría, como pri- mer y segundo jefe. Para las acciones del 26 de julio de 1953 el tercero era Raúl Martínez Ararás, por ser el responsable de tomar el cuartel «Carlos Manuel de → 7
tivo, puesto que a él se le dieron instrucciones de observar el cuartel, de hacer una exploración so- bre el cuartel. - De ahí fue de donde partieron los vehículos que fueron a atacar el cuartel. Desde aquí, sí. Aquí se concentraron las ar- mas. El 26 de julio era domingo, y desde el sábado por la noche se fueron concentrando [los comba- tientes] aquí en esta casa. - ¿Y el recorrido es más o menos el mismo? El recorrido es de varios kilómetros, no re- cuerdo exactamente ahora cuántos. Esta carre- tera sale a una avenida, la avenida al cuartel, y tácticamente era el lugar mejor para esa opera- ción. Y aquí se disimulaba esto con el pretexto de que se estaba fundando una granja avícola en este lugar. Y realmente todo el mundo creyó que había una granja avícola, por lo menos los pocos vecinos que estaban enfrente. Por ahí todavía vive el vecino que estaba frente a esta casa en aquellos tiempos. Tenía algunas matas de mango… Yo no sé si después han sembrado algunas; pero en general era este el ambiente de la casa. - Pero aquí no se hizo ningún entrena- miento; aquí sólo se hizo la concentración. Aquí no se podía hacer entrenamiento porque era muy arriesgado; el entrenamiento lo hicimos en La Habana. Aquí sólo se fueron acumulando las armas y había una sola persona en Santiago de Cuba que conocía de esta casa. A pesar de que → Céspedes», de Bayamo (N. de la Edit.) 8
Santiago de Cuba era una ciudad muy rebelde, muy revolucionaria, nosotros, para guardar la discreción del plan, pues no reclutamos a nadie de Santiago para el asalto. - A pesar de todo eso una de las cosas más ad- mirables del Movimiento, que ahora refleja la historia, fue cómo se pudo mantener esa orga- nización clandestina bajo un régimen de tal re- presión, una organización tan amplia. Era muy difícil, realmente era difícil, puesto que en aquella época los revolucionarios no te- nían organización, no tenían experiencia militar. - Pero el 26 sí la tenía5. Había mucha gente organizándose en aquel período. El grupo nuestro yo creo que en aquella época reclutó más combatientes que todas las de- más organizaciones. Además, era un grupo muy discreto; pero, además, no sólo era discreto por la calidad de la gente sino por el método de organi- zación que teníamos. Estábamos organizados en células. Nadie tenía contacto, unas células con otras. El grupo de dirección era de mucha con- fianza, y seguíamos las reglas de la clandestini- dad. Porque en aquella época había muchos ele- mentos revolucionarios y hablaban y conversa- ban. Eran indiscretos. Casi todo lo que se hacía en aquella época contra Batista6 se sabía. 5 Se refiere al Movimiento encabezado por Fidel, que organizaría el asalto y que posteriormente, en recordatorio-homenaje de dicha acción, tomaría el nombre de «Movimiento 26 de Julio» (N. de la Edit.) 6 Fulgencio Batista (1901-1973). Militar que encabezó el golpe de Estado de los sar- gentos en 1933; fue electo presidente de la República de 1940 a 1944; y, sabiendo que perdería las elecciones de 1952, dio un golpe de Estado antes de éstas (N. de la Edit.) 9
- Y toda esa importación de armas de la gente de Prío7 y todo eso que se iba haciendo… Sí. Porque la gente de Prío tenía dinero y noso- tros no teníamos dinero; ellos tenían armas y no- sotros no teníamos armas. Por lo tanto, nosotros teníamos que hacer las cosas con mucho cuidado. Ellos hacían propaganda con las armas. Pudiéra- mos decir que hacían política con las armas. - ¿Y no pudieron conseguir de aquellas ar- mas ustedes? En realidad, tratamos de conseguir un poco. Nosotros les habíamos infiltrado la organización de ellos. Teníamos 360 hombres infiltrados en la organización de ellos, con el objetivo de tratar de tomar las armas. Pero parece que fue demasiado ambicioso nuestro plan, y en un momento dado ellos sospecharon de aquella gente un poco. - Pero todos los hallazgos de armas que iba haciendo la policía de Batista por esa época eran… Eran armas de ellos, del antiguo gobierno, que tenía mucho dinero porque había robado mu- cho8. - Pero eran armas sembradas por ellos mis- mos en algunas ocasiones, por la policía, pa- quetes con… No, yo creo que no. Los dirigentes de los parti- dos políticos tradicionales y del gobierno que es- taba en el poder, que había sido desalojado por 7 Se refiere a Carlos Prío Socarrás –del llamado Partido Revolucionario Cubano, co- nocido popularmente como «Partido Auténtico»–, presidente constitucional de- rrocado por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 (N. de la Edit.) 8 El Gobierno de Prío se caracterizó por escandalosos casos de corrupción, lo que generó un desprestigio que fue aprovechado por Batista para justificar el golpe de Estado (N. de la Edit.) 10
Batista, tenían mucho dinero. Y compraron ar- mas y pudieron introducirlas en el país por dis- tintos procedimientos bastante ingeniosos, y las trajeron. Ellos no tenían masa, ellos no tenían combatientes; tenían dinero, tenían armas, pero no tenían hombres. Y ellos trataban de hacer un esfuerzo por reclutar gente del pueblo. […] - Pero el Movimiento sí tenía bastantes efec- tivos ya en aquella época… Bueno, nosotros llegamos a entrenar más de mil hombres. En esa época nosotros teníamos al- rededor de 1.200 hombres. - Pero aparte de los entrenados, ¿la organi- zación era bastante amplia? No era tan amplia, no era muy amplia, aunque su base sí, era la base de oposición y de odio al ré- gimen de Batista9. Pero los militantes, los hom- bres organizados y entrenados llegaron a ser al- rededor de 1.200 hombres, porque había una oposición bastante generalizada al gobierno de Batista. Muchos de ellos eran de origen orto- doxo10, muchos de los combatientes del Moncada, pero eran ya gente de extracción muy humilde; es decir, era una organización al margen de aque- llos partidos políticos. […] Nuestra gente fue se- leccionada en sectores humildes del pueblo, de entre los que tenían una actitud de oposición a Batista. - Pero muchos militantes del Movimiento, 9 En referencia a la sanguinaria dictadura militar impuesta tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, encabezado por Batista, contra la que se levantaron los asaltantes del Moncada (N. de la Edit.) 10 En referencia al llamado Partido del Pueblo Cubano, conocido popularmente como «Partido Ortodoxo» (N. de la Edit.) 11
tenía entendido que eran provenientes de la ortodoxia… Eran provenientes de la ortodoxia porque era un partido popular con bastante ascendencia en el pueblo, pero un poco heterogéneo. El Partido Ortodoxo se componía principalmente de gentes humildes, obreros, campesinos y gente de la pe- queña burguesía. En aquella época la alta direc- ción de ese partido estaba en manos de gente ya de la clase dominante, realmente. - Y la juventud del partido donde usted mili- taba… Había una juventud combativa, pero los líde- res oficiales del partido ya estaban más o menos comprometidos, no voy a decir con una posición de clase sino que estaban ya adaptándose al sis- tema, podemos decir. Yo organizo a la juventud de ese partido, pero aparte de la… oficial. Yo hice un trabajo en la base con los jóvenes principal- mente de extracción humilde del pueblo. No ha- bía dirigentes oficiales de ese partido en la orga- nización nuestra. - Fue un trabajo político, ideológico, ya que se hizo… Sí, fue un trabajo político-ideológico. - Pero todavía no se hablaba de ideas socia- listas en esa época. Todavía no se hablaba de socialista en esa época. En esa época pudiéramos decir que el ob- jetivo principal del pueblo era el derrocamiento de Batista. Pero ya la extracción social de todas aquellas gentes que nosotros reclutamos propi- 12
ciaba el adoctrinamiento político. Por lo menos el grupo, el pequeño grupo que trabajó en la organización del Movimiento era gente de ideas muy avanzadas. Nosotros tenía- mos cursos de marxismo. Y el grupo de Dirección, durante todo aquel período, estudiamos mar- xismo. Y pudiéramos decir que los principales di- rigentes de la organización eran marxistas ya.11 - Después de la muerte o el suicidio de Chi- bás12 se fue agudizando, digamos, la diferencia entre la dirección del partido y la juventud… Yo puedo decir lo siguiente: Chibás era un lí- der carismático, de mucho apoyo popular, pero no se caracterizaba por un programa de reformas sociales profundas. Digamos que su programa en aquella época se circunscribía a algunas medidas de tipo nacionalista frente a los monopolios yan- quis, y principalmente medidas contra la corrup- ción administrativa, contra el robo. Era un pro- grama constitucionalista, y luchaba a favor del 11 «Yo era marxista-leninista hacía por lo menos cuatro años. Voy a decir algo más, Abel [Santamaría] era también marxista-leninista, [Jesús] Montané, Ñico [López]. Yo fui realmente el instructor de ellos. Después del golpe de Estado y en medio de toda esta actividad, nosotros teníamos un curso de marxismo, en una casa que nos prestaron allá, en Guanabo, y allí dábamos unos cursos a partir de una biografía de Marx. […] Había uno que no lo era, era el [responsable de tomar el cuartel] de Bayamo, que era el tercero, [Raúl] Martínez Arará, un muchacho trabajador, activo, era inteligente, pero que le gustaba era la acción, no se preocupaba gran cosa por las ideas, la ideología, ese lo que quería era acción.», fragmento de intervención de Fidel en el programa «Mesa Redonda» de la televisión cubana, el 24 de julio de 2000 (N. de la Edit.) 12 Eduardo Chibás (1907-1951). Fundador y máximo dirigente del Partido Ortodoxo. Se destacó como símbolo de la lucha contra la corrupción. En una polémica con el ministro Aureliano Sánchez, a quien acusó de malversación, fue presionado y ridiculizado públicamente al no poder probarlo y se suicidó durante la transmi- sión de su programa radial. En los meses siguientes Fidel consiguió las pruebas y las publicó en cuatro artículos –el último de ellos coincidencialmente iba a salir el 10 de marzo de 1952, día del golpe de Batista a Prío– (N. de la Edit.) 13
adecentamiento público. El programa de Chibás estaba lejos de ser un programa socialista. Podíamos señalar que en aquella época ese programa respondía a las ansias de la pequeña burguesía, que ya tenía contradicciones con el imperialismo, que se resentía del exceso de ex- plotación de los monopolios existentes en el país, y su bandera principal era la lucha contra la co- rrupción pública, contra el robo, contra la mal- versación. Pero ya dentro de la masa de ese par- tido había una izquierda. Podríamos decir que nosotros éramos la izquierda de ese partido. No era muy numerosa tampoco, pero estaba inte- grada por compañeros procedentes de la Univer- sidad, que en la Universidad habían podido tener contacto con las ideas socialistas, con el mar- xismo-leninismo, y habíamos adquirido ya una conciencia política mucho más avanzada. De modo que cuando se produce la muerte de Chibás existía un gran partido de masas sin di- rección. Y la dirección era una dirección refor- mista. Y dentro de esa masa había ya un grupo que teníamos ideas mucho más avanzadas. En dos palabras: yo en aquella época, al final de mis estudios universitarios, ya tenía una concepción marxista de la política. En el tiempo de la Univer- sidad, mis contactos con las ideas marxistas fue- ron los que me hicieron adquirir a mí una con- ciencia revolucionaria. Ya a partir de ese mo- mento toda la estrategia que yo elaboré política- mente estaba dentro de una concepción mar- xista. 14
Cuando se produce el golpe de Estado del 10 de marzo, ya yo tenía una formación marxista. Pero nos encontramos con la situación de un país donde se produce un golpe de Estado, donde el partido que tenía más base popular era un par- tido que estaba mal dirigido, sin orientación. Yo tenía ya idea revolucionaria práctica, concreta, desde antes del golpe del 10 de marzo. - Y el PSP, el Partido Socialista Popular13, ¿te- nía alguna estrategia elaborada? El Partido Socialista era pequeño, relativa- mente pequeño; para la América Latina era un partido grande, pero estaba muy aislado. En aquellas circunstancias, toda la época del macar- tismo14, del anticomunismo, había logrado, diga- mos, bloquear al Partido Comunista15. Yo no era un militante del Partido Comunista, porque por mi educación, mi origen de clase… yo llego, a la Universidad y es en la Universidad que yo ad- quiero ya una conciencia revolucionaria. Ad- quiero una conciencia revolucionaria, pero por ese período estaba ubicado ya dentro de un par- tido que no era un partido marxista, sino un par- tido populista, podemos decir. Pero yo veo que 13 Partido Socialista Popular (PSP) fue el nombre que asumió en enero de 1944 el partido comunista fundado por Carlos Baliño y Julio Antonio Mella, entre otros, en 1925 (N. de la Edit.) 14 «corriente política de reacción extrema […] en los años 50 del s. XX, que debe su nombre al senador J. McCarthy […] y que propugnó el recrudecimiento de la guerra fría, la promulgación de la legislación antidemocrática y antiobrera y el atiza- miento del histerismo anticomunista. […]», L. Oníkov y N. Shishlin, Breve dicciona- rio político, Editorial Progreso, Moscú, 1983, p. 267 (N. de la Edit.) 15 Además de que el partido comunista, a pesar del cambio de nombre –que antes de PSP fue Unión Revolucionaria Comunista–, arrastraba el estigma de haberse coaligado con Batista –acatando los lineamientos de la Internacional Comunista sobre los frentes antifascistas– en su aspiración presidencial de 1940, cuando éste ya tenía un largo expediente represivo, criminal y antipopular (véase: F. Castro, Debemos tener el valor de reconocer nuestros propios errores, Editorial Au- rora, Caracas, 2022, pp. 27-29) (N. de la Edit.) 15
aquel partido tiene una gran fuerza política de masas, y entonces empiezo a elaborar una estra- tegia para llevar a esas masas hacia una posición revolucionaria, desde antes del golpe de Estado del 10 de marzo. Ya yo tengo la idea clara de que la Revolución hay que hacerla tomando el poder y hay que tomar el poder revolucionariamente. Ya en aquella época, antes del golpe de Estado, yo adquiero esa convicción. Desde luego que antes del golpe de Estado la estrategia que personalmente yo elaboraba era una estrategia de acuerdo con aquellas circuns- tancias. Era una época política, parlamentaria. Entonces yo estoy ya dentro de ese movimiento. Las primeras ideas de una Revolución yo las con- cibo incluso [para ser impulsadas] desde el Parla- mento, pero no para hacerla a través del Parla- mento. Yo pensaba utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario. - ¿Por eso se postuló usted16? Pensaba precisamente utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario, y al- rededor de ese programa movilizar las masas y marchar hacia la toma revolucionaria del poder. Desde de entonces, ya yo ni estoy pensando en los caminos convencionales, en los caminos consti- tucionales, desde antes del 10 de marzo. Cuando se produce el 10 de marzo, fue necesa- rio cambiar toda aquella estrategia. Ya no había necesidad de utilizar los caminos constituciona- les. 16 Para las truncadas elecciones de 1952, Fidel era candidato al Parlamento Nacio- nal en las listas del Partido Ortodoxo (N. de la Edit.) 16
- ¿Pero el 10 de marzo se produce no tanto para impedir una revolución, sino para impe- dir que tomara el poder el reformismo en Cuba, o un partido más o menos progresista, o…? Me parece a mí que en realidad el 10 de marzo se produce para impedir el triunfo de un partido progresista en Cuba, no para impedir el triunfo de un partido revolucionario. Esa es la realidad. Ellos tratan de impedir un movimiento progre- sista, pero podemos decir que históricamente crearon las condiciones para producir un movi- miento revolucionario. Pero en las condiciones de Cuba, yo creo que era posible incluso promo- ver una Revolución aun antes del 10 de marzo. Antes del 10 de marzo ya yo era comunista, pero […] la gran masa todavía no respondía a un pensamiento político radical, la gran masa en esa época respondía a un pensamiento político pro- gresista, reformista […] - Además, en eso influía también todo el problema del anticomunismo, del macartismo. Mucho, mucho, porque nosotros éramos una colonia económica y además ideológica de Esta- dos Unidos. […] - Comandante, ¿es de ese lugar exactamente de donde se montaron aquí en los carros y en los autos que fueron? Por ahí hay un pozo donde guardamos las ar- mas, porque las armas nuestras las conseguimos en las armerías, eran armas de caza: fusiles 22, 17
calibre 22, y fusiles, escopetas de caza, para cazar patos, para cazar palomas. Pero no eran armas inofensivas, puesto que nosotros compramos un gran número de escopetas automáticas, para las cuales adquirimos cartuchos no para cazar patos, sino para cazar venados y para cazar jabalíes. Es decir que, como armas, no eran armas inofensi- vas realmente. Pero Batista se sentía tan seguro que en aque- lla época funcionaban las armerías y las tiendas de armas. Ellos se sentían muy seguros dentro de su poder militar. […] Nosotros teníamos unos compañeros que estaban disfrazados de cazadores y de gente bur- guesa, y entonces tenían sus carnés, y ellos com- praron en las armerías. Hay que decir que fue tan eficiente el trabajo que conseguimos que las armerías nos dieran crédito, y las últimas armas las compramos a cré- dito casi todas. - Y luego las metieron en un pozo aquí. La mayor parte vinieron el día antes aquí, […] y se trasladaron en ómnibus, en tren, para acá17. Armas de guerra, propiamente, teníamos unos tres o cuatro fusiles. Nuestras armas eran fusiles calibre 22, o calibre 12, escopetas automáticas, una sola ametralladora que teníamos, un M-3, que se utilizaba de entrenamiento en la Universi- dad, porque nosotros utilizamos mucho la Uni- 17 El grueso de las armas fueron trasladadas por Haydée Santamaría («Yeyé») y Melba Hernández, las únicas dos mujeres participantes en las acciones del 26 de julio de 1953, en el Hospital Civil. Al finalizar los combates fueron hechas prisio- neras y conducidas a los calabozos del cuartel Moncada (N. de la Edit.) 18
versidad para entrenar a la gente18. - Pero luego tuvieron que salir de ahí llegado el momento, no entendí. En esa época había muchas rivalidades entre las organizaciones juveniles. Los estudiantes en aquella época, muchos de ellos, pensaban que ellos eran los herederos de las tradiciones revolu- cionarias; pero nuestro Movimiento había con- quistado el apoyo de unos cuantos cuadros uni- versitarios, y ellos nos facilitaron la Universidad para el entrenamiento de nuestra gente. Es decir, nuestro Movimiento era popular, no era univer- sitario; pero algunos compañeros en la Universi- dad, principalmente Pedrito Miret19, que hoy es del Buró Político, que era el responsable de entre- namiento en la Universidad… Ellos entrenaban a todo el mundo, pero entonces nosotros logramos la adhesión de algunos de esos compañeros que trabajaban allí, esencialmente Pedrito Miret, y utilizamos la Universidad para entrenar a nues- tra gente, que era de extracción popular, no uni- versitaria. - Se puede sacar una foto ahí. En este pozo escondimos las armas, y sobre este pozo Abel Santamaría20, que era el compa- ñero responsable de esta casa y dirigente del Mo- vimiento, colocó esta tinaja. En esa tinaja echó 18 Se refiere a la Universidad de La Habana (N. de la Edit.) 19 Pedro Miret Prieto (1927-2016). Dirigente estudiantil de la Universidad de La Ha- bana. Integrante del grupo comandado por Fidel en el ataque al cuartel Moncada, encabezó a los combatientes que cubrieron la retirada, siendo herido y hecho prisionero fue trasladado al Hospital Militar donde intentaron asesinarle y salvó la vida gracias a un capitán médico del Ejército que lo llevó al Hospital Civil (N. de la Edit.) 20 Véase la nota 3 (N. de la Edit.) 19
tierra y sembró un árbol. Así que nuestras armas estaban debajo de un árbol que se sembró aquí. Y así estaba todo hasta el día 26 de julio, que quita- mos el árbol, quitamos la tinaja y sacamos las ar- mas. - Comandante, ¿y entonces de aquí salieron? Aquí concentramos las armas y aquí concen- tramos el personal que iba a atacar el cuartel Moncada. Ciento treinta y cinco hombres se reunieron aquí en la madrugada del día 26 de ju- lio, mientras otro grupo estaba en la zona de Ba- yamo21. Porque militarmente nosotros pensába- mos tomar el Moncada y Bayamo, para tener una vanguardia organizada en la dirección principal del contraataque posible de Batista. - Comandante, ¿pero la estrategia del Mon- cada era tomar ese campamento para armar luego al pueblo y seguir una guerra? Nosotros pensábamos ocupar las armas del campamento, pensábamos hacer un llama- miento a la huelga general de todo el pueblo, par- tiendo de la situación de descontento y de odio hacia Batista, y pensábamos utilizar las estacio- nes nacionales de radio para un llamamiento a la huelga general. Si no se lograba la paralización del país, el objetivo nuestro era después ir hacia las montañas para librar una guerra irregular en las montañas. 21 Para asaltar simultáneamente el cuartel «Carlos Manuel de Céspedes» y dinami- tar unos puentes, como punto de avanzada frente al previsible contraataque de la tiranía (N. de la Edit.) 20
- Así que el plan de la guerrilla ya lo tenía elaborado. Tenía dos variantes. Una, tratar de provocar un levantamiento nacional para el derroca- miento de Batista. Caso de no lograrse el levanta- miento nacional, o en el caso de que Batista pu- diera reaccionar con fuerzas superiores y atacar- nos aquí en Santiago de Cuba, la idea nuestra era, con las armas del cuartel Moncada, marchar a las montañas y librar la guerra irregular en las mon- tañas. Fue exactamente lo que hicimos tres años después. La estrategia que elaboramos para el Moncada fue la misma que nos condujo después a la victoria, sólo que en la segunda ocasión no co- menzamos por el Moncada, sino comenzamos por la Sierra. Hicimos la guerra en la Sierra, y al final liquidamos a Batista con esa misma estrate- gia en esencia. De modo que la estrategia del Moncada fue la estrategia que seguimos –en rasgos generales– después, y con la cual derrocamos a Batista. Pero no fue en ese momento. Estoy convencido de que si hubiéramos po- dido tomar el cuartel y ocupar las armas, y hubié- ramos iniciado en ese entonces la guerra contra Batista, habríamos liquidado a Batista antes. Ahora, habría que ver si la correlación de fuerzas en 1953… Yo pienso que si hubiéramos liquidado a Batista en 1953, el imperialismo nos habría aplastado; porque entre 1953 y 1959 se produjo en el mundo un cambio en la correlación de fuerzas 21
muy importante. - La guerra fría estaba todavía en pleno auge. Y el Estado soviético era todavía relativa- mente débil en esa época. Y hay que ver que a no- sotros nos ayudó decisivamente el Estado sovié- tico, que en 1953 no lo habría podido hacer22. Esa es mi opinión. Es decir, un triunfo en 1953 posiblemente ha- bría sido frustrado después por el imperialismo. Pero seis años más tarde, era el momento preciso, muy ajustado, en que un cambio en la correlación de fuerzas del mundo nos permitía a nosotros so- brevivir. Tal vez en 1953 no habríamos sobrevi- vido, si hubiésemos triunfado. - Se hubiesen radicalizado y… Pero habiendo triunfado en 1959, hubo una oportunidad de sobrevivir. Esa es mi apreciación. - Una oportunidad. Sí, sí, una oportunidad. - Eso es significativo, que usted diga una oportunidad; porque realmente fue bastante estrecha para… ¿Qué habríamos podido hacer en 1953? Ha- bríamos triunfado, habríamos llevado a cabo el programa revolucionario que entonces había- mos concebido, ese programa habría desatado la 22 Hay que recordar que tras la muerte de Iósif Stalin, el 5 de marzo de 1953, se desató una pugna palaciega en la cúpula de la Unión Soviética, que concentraría todo el año 1953 –detención de Lavrenti Beria en junio, su ejecución en diciem- bre, y la designación de Nikita Jruschov como secretario general del PCUS en septiembre–, pasando por 1955 –destitución de Gueorgui Malenkov de la jefatura del Consejo de Ministros– y 1956 –20º Congreso del PCUS–, y que se prolongaría hasta 1957 –pleno de junio del Comité Central, en el que Jruschov hizo destituir a los miembros que procuraron deponerlo; y la cesantía del ministro de Defensa, mariscal Gueorgui Zhúkov, en octubre– (N. de la Edit.) 22
agresión imperialista, y nos habrían aplastado23. De modo que si la Revolución triunfa en 1953 no habría podido sobrevivir. Esos son los azares de la historia. - Bien, Comandante, ¿podemos seguir con usted? Hacemos lo que ustedes quieran. ¿Quiere que le enseñe las armas aquí? Venga. Ese es el único fusil M-1 que teníamos, la única arma de guerra. Esta es una selección del grupo de armas que nosotros utilizamos. Esta es la única arma de guerra que había, un fusil [carabina] M-1, que era de la Universidad. Entrenábamos allí en la Uni- versidad con ese fusil. De este fusil [Winchester] teníamos tres, pero éste es un fusil de la época de Buffalo BiIl más o menos, un fusil 44. El grueso de nuestras armas eran de este tipo de escopetas, calibre 12, calibre 16 y fusiles de 22 milímetros. Con estas armas… Estas las compramos en armerías todas. Pero yo diría que eran armas eficientes, eran fusiles au- tomáticos, y éstos también eran automáticos, que tenían cartuchos especiales que había com- prado. Y pienso que son armas eficientes, aún hoy pienso que son armas eficientes. Claro, no teníamos ninguna bazuca, ningún 23 La administración del presidente republicano Dwight Eisenhower (1953-1961), con los ultraconservadores Richard Nixon, vicepresidente; John Foster Dulles, secretario de Estado; y Allen Dulles, director de la CIA; promovió, entre otros, el derrocamiento del primer ministro iraní Mohammad Mosadeq, en agosto de 1953; el derrocamiento del Gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala, en junio de 1954; y el golpe de Estado de abril de 1955 en Vietnam del Sur para instaurar la dictadura de Ngo Dinh Diem (N. de la Edit.) 23
cañón antitanque, ningún mortero. Habría sido mucho mejor todo eso. Pero en aquella época te- níamos esas armas, y esas fueron las armas con las cuales nosotros organizamos el ataque al cuartel Moncada. Otro hecho: nosotros habíamos adquirido uni- formes del Ejército, todos nuestros uniformes eran uniformes del Ejército, que los habíamos ad- quirido a través de un compañero nuestro que es- taba en el Ejército de Batista, y entonces los 135 hombres tenían uniformes militares. El ele- mento sorpresa era el factor decisivo de la opera- ción, con estas armas y con estos uniformes del Ejército. Al Ejército de Batista íbamos a tomarle la se- gunda fortaleza militar del país24, que tenía más de mil hombres. Y se habría podido tomar. Aún hoy, pienso que el plan no era un mal plan; era un buen plan. - El problema fue el desvío de la otra fuerza. El problema fundamental es que con motivo de los carnavales –que nosotros habíamos plani- ficado nuestra acción en el carnaval, durante el carnaval, para poder movilizar más fácilmente a nuestras fuerzas–, en esos días precisamente ellos redoblaron la guardia, y establecieron una posta cosaca25 alrededor del Regimiento. Y lo que complicó la situación definitivamente fue el cho- que nuestro con la guardia cosaca, una guardia 24 El cuartel «Moncada», sede del Regimiento Nº 1 de Guardia Rural, «Maceo», es- taba enclavado en una de las partes más altas de la ciudad de Santiago de Cuba, abarcando un polígono de cerca de 60.000 metros cuadrados, y era la instalación militar más importante del país fuera del área metropolitana de la ciudad de La Habana (N. de la Edit.) 25 Patrulla móvil (N. de la Edit.) 24
cosaca que pusieron a todo alrededor del cuartel y por la calle principal por donde íbamos noso- tros. Y origina un combate fuera del cuartel. De lo contrario, nosotros habríamos podido tomar el cuartel perfectamente bien. (La entrevista continúa mientras Fidel con- duce el Jeep, rumbo al cuartel Moncada). - ¿Cuántos carros eran en total? Eran, en total… Primero salieron los carros que iban a tomar el Hospital Civil26; eran tres. Des- pués, los carros que iban a tomar la Audiencia27; eran dos, y después conmigo iban los carros que iban a tomar el cuartel, que eran alrededor de 14 carros los que iban conmigo. Yo llevaba alrededor de 90 hombres para tomar el cuartel. - ¿Entonces el total eran asignados a otros objetivos? Sí, había 35 destinados a tomar el Hospital Ci- vil y la Audiencia, para rodear el cuartel. - ¿Su hermano Raúl, Comandante, qué mi- sión tuvo? Raúl iba a tomar la Audiencia de Santiago de Cuba28, que rodea el cuartel. Y Abel iba al Hospital Civil. Yo a los compañeros responsables, al se- gundo jefe del Movimiento, que era Abel, lo mandé al Hospital Civil por si me mataban a mí 26 Hospital General «Saturnino Lora»: situado al fondo del cuartel Moncada. Su ocupación no sólo permitía contar con un lugar adecuado y cercano a la acción principal donde atender a los combatientes heridos, sino significaba el control de una posición de indudable valor estratégico (N. de la Edit.) 27 Palacio de Justicia: situado en los alrededores del cuartel Moncada, era uno de los edificios más altos de la ciudad, por lo que desde su azotea podía dominarse visualmente toda el área del campamento militar, de ahí su alto valor estratégico (N. de la Edit.) 28 Sin haber sido el responsable designado para encabezar el comando que ocupa- ría el Palacio de Justicia, desde los primeros forcejeos al llegar al lugar, asumió de hecho la jefatura del grupo y la conducción de la acción (N. de la Edit.) 25
en el cuartel, que no fuera a quedar el grupo sin dirección. Y Raúl iba a la Audiencia. Nosotros to- mábamos los edificios alrededor del cuartel si- multáneamente con el ataque al cuartel. Ya se imaginará que íbamos tensos por aquí, por este camino; pero en realidad muy decididos. Ciertamente no teníamos ninguna duda del éxito. Lo más difícil hasta este momento se había logrado: organizar los hombres, entrenarlos, ad- quirir las armas y preparar el ataque. - Claro, sin caer en la represión. Claro. - ¿Y esta montaña, al frente, es la Gran Pie- dra, a donde fueron después? Después nosotros regresamos aquí a la casa29, para tratar de reorganizar a la gente, y con un grupo […] fuimos a las montañas. Pero nuestras armas, que eran buenas para luchar en el cuartel, no eran buenas para luchar en las montañas. - ¿No eran de largo alcance? Eran de muy corto alcance. - Me imagino que el panorama era un poco distinto, porque no había tales pastoreos allí. No, esto es nuevo todo. […] Era por este puente. El único incidente de im- portancia es que este puente es de una sola vía, y cuando íbamos por allí venía un carro por el frente, y tuvimos que esperar que cruzara, y en- tonces seguimos por aquí. 29 Tras la retirada del cuartel Moncada, Fidel se dirigió con un grupo de asaltantes a la granjita Siboney, de donde habían partido a la acción. Otros combatientes también llegaron por diversas vías y medios. Allí les planteó su objetivo de con- tinuar la lucha en las montañas de la Sierra Maestra, a donde se dirigió con 19 hombres (N. de la Edit.) 26
Este croquis fue incluido como anexo al informe sobre los hechos de Santiago de Cuba y de Bayamo, dirigido a todos los mandos del Ejército, elaborado el 28 de julio de 1953 por el general de brigada Eulogio Cantillo Porras –el mismo que a finales del año 1958 iniciara la capitulación del Ejército de la tiranía ante el Ejército Re- belde y tratara de traicionar las bases de rendición incondicional impuestas por el comandante Fidel Castro–. 27
Como usted ve, la casa estaba cerca del cuar- tel. Aquí doblamos para entrar en el cuartel. - ¿En ocasión del asalto siguieron derecho? Por aquí, por aquí, por aquí seguimos. (Fidel y los periodistas arriban al cuartel Moncada, donde prosigue el relato). Entonces le voy a decir dónde se produce la crisis; la crisis se produce aquí [en la avenida Moncada, en las inmediaciones del Hospital Militar]. ¿Por qué? Porque la posta co- saca venía en esta dirección hacia acá [por la ave- nida Garzón y la avenida Moncada, en dirección al cuartel], y nos la encontramos aquí; pero un ca- rro había pasado delante de nosotros, que es el que tenía que desarmar la posta30 [de acceso al cuartel], y el carro llegó –llevaba 100 metros de- lante de nosotros– y desarmó la posta. Pero la posta cosaca vio pasar el primer carro y se quedó mirando; y cuando vio que el carro desarmó a la posta allí, se puso en actitud de guardia, de alerta. Entonces me quedaba a mí aquí al lado la posta cosaca, y yo estaba sacando la pistola para hacer prisionera a la posta cosaca. Y en ese mo- mento, la posta cosaca se da cuenta de que noso- tros estamos al lado, y hace un ademán de dispa- rar y yo le tiro el carro a la posta cosaca arriba. Aquí mismo fue, en este lugar, más o menos. En- tonces la posta cosaca se retira para allá, yo me bajo… Porque yo estuve haciendo tres movimien- tos: con esto por aquí, manejando por aquí, la pis- tola por acá. Entonces, cuando yo me paro, los ca- rros que vienen detrás piensan que están dentro 30 Garita para centinelas. Se refiere a la «Posta 3», ubicada en el flanco sur del cuar- tel, a la derecha del muro perimetral (N. de la Edit.) 28
del cuartel y se bajan y asaltan este lugar aquí31. Entonces yo tengo que bajar a sacar a la gente de este edificio para continuar el ataque; pero in- vierto como 5 ó 6 minutos en eso. Cuando ya no- sotros montamos otra vez en el carro, monto otra vez en el carro, un carro avanzó y retrocedió y chocó con el mío. El resultado fue que el combate se empieza a desarrollar fuera del cuartel, y el combate tenía que desarrollarse dentro del cuar- tel… - Entonces se movilizó el cuartel. Entonces se movilizó el Regimiento, y enton- ces organizó la defensa. Eso fue lo que impide… Porque realmente la posta cosaca era una cosa nueva, que la habían puesto con motivo de los carnavales. El plan realmente… Le voy a decir… Yo no sé si se podrá caminar por aquí, pero ahí no había árboles creo yo en esta época. Entonces el asalto empezaba allí, allí [en el puesto de mando, al interior del cuartel]. 31 Se refiere al Hospital Militar «Joaquín Castillo Duany», pintado igual y de seme- jante diseño que el cuartel (N. de la Edit.) 29
- Allí tenía que empezar. Allí tenía que empezar todo cuando nos fran- queara la posta. Pero resulta el encuentro con la posta cosaca, que en realidad yo tuve dos inten- ciones: uno, proteger la gente que había tomado la posta [3]; segundo, quitarle las armas a la posta cosaca. Yo creo que si hubiéramos seguido de largo sin hacerle caso a la posta los otros carros, habríamos tomado el cuartel. - En esos momentos. Sí, sí, lo hubiéramos sorprendido; porque él hubiera visto un carro delante, otro detrás, otro detrás, y la posta cosaca no habría tirado. Hoy me doy cuenta de eso, pero en aquel momento yo traté de proteger la gente que tomó la posta [3] y quitarle las armas a la posta cosaca. Y como resul- tado de eso se produce el combate fuera del cuar- tel; y la gente que no conocía bien el cuartel, asalta todos aquellos lugares. Y yo tengo entonces que dedicarme a reorganizar a la gente para el encuentro… Cuando vamos a penetrar en el cuar- tel, se produce un accidente de un carro que choca con el carro mío. - Porque la gente suya no conocía a Santiago realmente. La gente no conocía, la gente tenía que pararse donde yo me parara. Pero realmente en ese mo- mento, cuando yo veo que la posta cosaca va a ti- rarle a la gente nuestra en el cuartel, traté de pro- tegerlos y fui a arrestar la posta cosaca. Entonces la posta nos descubre, va a tirar, yo le tiro el carro arriba a la posta cosaca, y en ese momento se em- 30
pieza a armar el tiroteo. Pero el tiroteo se arma fuera del cuartel. - Entonces ese incidente fue el más grave. Ese fue el más grave. Si no llega a ocurrir el in- cidente de la posta cosaca, nosotros tomamos el cuartel, porque la sorpresa era total. El plan era un buen plan. Y si fuera necesario hacer un plan ahora, con la experiencia que ya tenemos, haría- mos un plan más o menos igual. El plan era bueno. Es decir que se produce un incidente, una cosa accidental, que dio al traste con todo el plan; esa es la realidad. El fracaso de la toma del cuartel fue el encuentro con la posta cosaca, que en reali- dad debimos haber seguido de largo. - ¿Por qué le llamaban posta cosaca? Porque le llaman así a la posta que hace reco- rrido alrededor del cuartel, y ésta iba de aquí hasta la avenida, y volvía. Y la pusieron con mo- tivo de los carnavales, es decir que eso no estaba previsto, la posta [móvil]. Parece que con motivo de los carnavales, quizás para prevenir inciden- tes de menor importancia, pusieron la posta co- saca; porque ellos no tenían la menor sospecha de que se iba a atacar el cuartel, pero la posta la pu- sieron con motivo de los carnavales de Santiago; anteriormente no tenían esa posta, la pusieran esos días. - Por otro lado, los carnavales eran un ele- mento favorable. Nos ayudaban, porque facilitaban el movi- miento con menos sospecha. Es decir, el carnaval nos favoreció, pero por otro lado el carnaval ori- 31
ginó que ellos pusieran una posta extra que no ponían normalmente, y esa posta tiene el choque con nosotros allí, a 80 metros de la entrada del cuartel. Pero de lo contrario, de los carros se ha- bría bajado aquí todo el mundo y habrían tomado el cuartel, lo habrían tomado. Y estábamos vesti- dos de soldados además. Y si se toma la posta, se atrincheran aquí, porque el problema es que ellos movilizan al Regimiento; de lo contrario, noso- tros hubiéramos agarrado al Regimiento dor- mido y lo habríamos cercado, porque teníamos tomado el edificio de la Audiencia, los edificios que rodean, los edificios principales los había- mos tomado ya, los que rodean el cuartel. […] - ¿Y ahora en este cuartel existe una es- cuela? Se ven pioneros… Sí, una escuela. Quitamos los muros y todo eso. Pero algunos critican eso, porque dicen que mejor se hubiera quedado como lugar histórico; pero en los primeros tiempos de la Revolución no teníamos muchas escuelas y no estábamos pen- sando en la historia, y entonces tumbamos los muros e hicimos una escuela. - Pero es un lugar histórico. Pero queda ahora un pequeño museo aquí, es lo que hay. Quizás algún día sea mejor recons- truir los muros y dejarlo como estaba original- mente. - Comandante, yo, como le mencioné, quería pasar a otro punto antes de hablar de cosas po- 32
líticas más generales. Una cuestión que ha im- presionado bastante a cualquiera que conozca la historia de Cuba un poquito, fue ese proceso de su aislamiento después de la derrota del Moncada32, con la tragedia de tantos compañe- ros muertos33. Una derrota, claramente… ¿Cómo en ese aislamiento, esa celda de aisla- miento, usted no se perdió de ánimos, no aban- donó la lucha; siguió pensando, siguió prepa- rando «La historia me absolverá»34, hizo un do- cumento político35 que fue la base de la conti- nuación de la lucha y el programa de la Revolu- ción? En realidad nosotros trabajamos para la victo- ria, no para la derrota, y sufrimos un revés muy duro. Pero además, ese revés había costado el sa- crificio de muchos compañeros. Si antes del ata- que al Moncada me sentía obligado con el país, después del ataque me sentí mucho más obli- gado. Yo creo que dadas nuestras intenciones, nuestros propósitos, no podía reaccionar de otra forma que como reaccioné, todavía con más deci- sión, más espíritu de lucha. 32 Fidel fue hecho prisionero el 1 de agosto de 1953 y durante casi 80 días –inclu- yendo todo el proceso del juicio– lo mantuvieron aislado e incomunicado (N. de la Edit.) 33 En el asalto al cuartel Moncada murieron en combate sólo 6 revolucionarios, pero después el Ejército se ensañó con los prisioneros, torturando y asesinando a 45 de ellos. En la acción de Bayamo no hubo bajas mortales entre los asaltantes, pero los 10 combatientes capturados posteriormente fueron asesinados. Con lo cual, el número total de revolucionarios muertos ascendió a 61 (N. de la Edit.) 34 En referencia al histórico alegato de autodefensa que expuso Fidel sin apoyo es- crito, en la vista del 16 de octubre de 1953 del juicio que se le siguió como líder de las acciones del 26 de julio (N. de la Edit.) 35 En realidad, Fidel, ya condenado y cumpliendo la pena de prisión en Isla de Pi- nos, reconstruyó su discurso y lo sacó clandestinamente por partes para la pri- mera edición (de 1954) del que se constituiría en el «Programa del Moncada» y que fue la guía inmediata tras el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959 (N. de la Edit.) 33
Nadie sabía cómo podía terminar todo aque- llo. No sabíamos, incluso, si nos iban a asesinar. Pero, desde luego, teníamos que defender nues- tras ideas, teníamos que defender nuestra ver- dad. Puede decirse que, en circunstancias como esas, el hombre tiene mucho más estímulo que en circunstancias normales y de esas dificultades saca fuerzas para enfrentarse a los problemas. Pero lo más esencial de todo es que nosotros estábamos absolutamente convencidos de que teníamos la razón. Y ese factor nos daba fuerzas para enfrentarnos a aquellos momentos tan difí- ciles, profundizar más, exponer ante el pueblo los objetivos de nuestra lucha, enfrentarnos a la campaña de calumnias del gobierno y crear las condiciones para que si nuestra generación no podía realizar esas tareas, las pudiera realizar otra generación. Es decir, sembrar la semilla y ofrecer el ejemplo, que ya no era el ejemplo per- sonal mío sino era el ejemplo de todos los compa- ñeros que habían luchado y se habían sacrifi- cado. Teníamos el deber de hacer el máximo es- fuerzo para que ese sacrificio no fuera inútil. - En ese momento tan tremendo, usted se inspiró mucho en Martí36, ¿verdad, Coman- dante? En realidad, siempre, todos nosotros y toda nuestra generación recibió una gran influencia de Martí, y una gran influencia de las tradiciones históricas de nuestra patria, que habían sido tra- diciones de lucha muy duras por su independen- 36 José Martí (1853-1895). Héroe nacional y apóstol de la independencia de Cuba (N. de la Edit.) 34
cia, y tradiciones realmente muy heroicas, que ejercían una gran influencia en todos nosotros. Yo en ese momento tenía una doble influencia, que la sigo teniendo hoy: una influencia de la his- toria de nuestra patria, de sus tradiciones, del pensamiento de Martí, y de la formación mar- xista-leninista que habíamos adquirido ya en nuestra vida universitaria. Siempre esa combinación de las dos influen- cias: la influencia del movimiento progresista cubano, del movimiento revolucionario cubano, del pensamiento martiano y del pensamiento marxista-leninista, estuvo muy presente en to- dos nosotros. No se puede separar una cosa de la otra en la historia de nuestro país. Porque Martí en su época cumplió la tarea que le correspondía y fue exponente del pensamiento más revolucio- nario de aquella época. Pudiéramos decir, que para nosotros la vinculación de ese pensamiento patriótico, de ese pensamiento revolucionario con el pensamiento revolucionario más mo- derno, con el marxismo-leninismo; la combina- ción de ésa fueron los elementos que más influ- yeron en nosotros y que más, realmente, nos ins- piraron. Y que no podía ser de otra forma, porque en países como Cuba la liberación nacional y la liberación social están estrechamente unidas. Martí significó el pensamiento de nuestra so- ciedad, de nuestro pueblo en la lucha por la libe- ración nacional. Marx, Engels y Lenin, significa- ban el pensamiento revolucionario en la lucha por la revolución social. En nuestra patria, libera- 35
ción nacional y revolución social se unieron como las banderas de la lucha de nuestra genera- ción. *** 36
La Editorial Aurora valora altamente su opinión acerca del contenido, diseño y diagramación de la presente publicación. Igualmente, agradece cualquier otra sugerencia. [email protected] 37
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