Edita El gato descalzo 11. Somos libres. En el lugar y a la hora indicados Carlos Enrique Saldivar Fue solo un puño, pero parecían al menos diez convertidos en una sola manogigante. Me dio en pleno rostro y me quebró la nariz. El dolor fue intolerable y caí bocaarriba, sobre un suelo que parecía estar hecho de espinas. Me hallaba sangrante y con laslágrimas y los mocos saliendo de mi interior como gusanos de un cadáver seco. Alvin no secontentó con haberme dejado fuera de combate, la emprendió a patadas conmigo de unmodo tan cruel que pensé que me moriría en ese momento. Me dio en las piernas y en elvientre. La gente que nos rodeaba emitía aullidos y silbidos. Cuando Alvin levantó losbrazos en señal de victoria, aplaudieron. Daniela me observaba desde el umbral de la puerta trasera del bar. A pesar de laenorme cantidad de gente, conseguí ver su hermoso rostro trigueño. Sus ondeados cabellosse movían con ligereza. Había viento. Hacía frío. Recordé la única vez que hice el amor conella. Parecía que adentro de mí había un océano que se desbordó cuando eyaculé en suinterior. La quería. Como nunca había querido a nadie. Se acercó a paso tímido, avanzó con dificultad entre la gente e ingresó en el patio delucha. Le brindó una mirada de rabia a mi contrincante. Alvin la rodeó con sus brazos y ledijo: —He ganado, nena. Lo he hecho mearse en los pantalones. Vámonos. Pero ella volteó la mirada hacía mí, vertió algunas lágrimas e intentó acercarse más.Alvin la levantó sin esfuerzo sobre su hombro derecho. Daniela parecía una muñeca rota, sedejó cargar y empezó a llorar de impotencia. Él se la estaba llevando cuando comencé aponerme de pie. Mis extremidades parecían de plástico. Sabía que tenía al menos dos huesos rotos,aunque no podía deducir cuáles eran. —¡Oye, marica! —le grité a mi rival—. ¡Ven acá si eres hombre! Alvin se detuvo y bajó a Daniela, quien aún se mostraba en trance por lo ocurrido. —¿Qué dijiste, conchatumadre? ¡Ahora vas a ver! Quizá nadie pueda comprender la densidad de esta historia, por ello he de aclararque alguna vez Alvin y yo fuimos amigos. Ambos jugamos juntos en el equipo de fútboldel colegio. Daniela venía a vernos entrenar —era una acérrima aficionada al deporte rey—y mi entonces camarada se enganchó de inmediato con ella. Creo que fue por sus largas yhermosas piernas. Primero él fue su novio, mas cuando ella se dio cuenta de lo agresivo queera terminó la relación. Luego vino hacia mí, buscando consuelo. Nunca he sido bueno conlas chicas. Nunca he sabido tratarlas, por eso cabe decir que fue ella quien me trató a mí.Salimos en secreto para que ni Alvin ni sus amigos se enteraran. Mi ex–amigo se hubieraAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.sentido herido en su amor propio. Todo había resultado perfecto con ella. Ambos éramosparecidos; frágiles, cariñosos, soñadores. Dani solía acariciarme el rostro, musitandopalabras dulces como si yo fuera un príncipe, o en el sentido más cursi de la frase: su almagemela. Todo fue bien hasta que el hermano menor de Alvin me vio saliendo de la casa deella... El presente se muestra como un escenario lleno de sangre y sufrimiento. Recibí unapatada en la pierna izquierda y caí de lado, intenté pegarle en el estómago, pero él bloqueómi golpe y me sepultó el puño en mitad de la cara. Yo aún no caía. Si la situación hubiera sido otra me hubiese dejado abatir. Solo era una tonta pelea,nada más. ¿Qué importaba que los estúpidos del quinto de secundaria me llamaranperdedor? Yo no era nadie, solo un muchachito que empezaba a conocer los aspectos másoscuros de la vida. No sería tan grave si me rendía, todo pasaría. Quedaría sepultado en lamemoria colectiva como un hecho sin importancia. Debí haberme olvidado de todo. Debíhaberme lanzado al suelo. Pero sabía que si él se la llevaba la violaría. Podía hacerlo. Todos le temían. Teníalos medios para cometer dicho crimen. La locura. El poder. El padre de Alvin era coronelde la policía. Su madre era la directora de la escuela. Mis padres eran un ferretero y unacosturera. Alvin era alto, atlético y fuerte. Yo era bajo, esmirriado y débil. Sólo contaba conel amor de Daniela. Lo único bueno que tenía en el mundo era ella. Por lo tanto, debíaproteger mi bien más preciado. Incluso si con ello perdía los dientes o un ojo. Tenía queirme de ese lugar con mi chica. Debía hacer algo, aunque no sabía qué. Ninguna ayuda. Niun solo amigo. Todos estaban del lado de aquel desgraciado. Nadie sacaría cara por mí. Yoera un nerd. Un fenómeno, así me llamaban. Me decían «fenómeno» desde el año anterior, cuando predije cierto suceso. En aquel entonces Alvin se acercó a mí y me incluyó en su grupo. Estoy seguro deque yo le resultaba interesante. Un puñete en el estómago. Una patada en la costilla izquierda. Otro puño en la mandíbula. Caí. Alvin fue ovacionado por las treinta o cuarenta personas que nos rodeaban.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Vi luces sobre mi cabeza. Me estaban grabando con un celular. Dos celulares. Trescelulares. Se prendió un cigarro a unos metros a mi derecha. Vi una pareja de novios quetomaba alcohol barato de la misma botella mientras se besuqueaban. Mi contrincante me escupió en el lado derecho de la cara. Me dio una patada en el culo. No sé porqué le dije a mi rival lo siguiente. Tal vez fue el exceso de dolor. Debido alos traumas quizá mi cerebro no estaba funcionando bien. —¡Alvin! Él no volteaba. Le dio la mano a Daniela, quien estaba arrodillada unos metrosadelante, mirándome con detenimiento. —¿Viste? Es una basura. Vamos, te enseñaré a un hombre de verdad. —¡Hijo de puta! ¡Escucha! Yo me hallaba en el suelo, sin embargo mi lengua estaba intacta, mi gargantatambién. Pude hablar y dije algo que nunca debí haber mencionado: —Daniela nunca quiso acostarse contigo, ¿verdad? Nunca quiso que te la tiraras.Por eso te enojabas con ella. No podías dominarla. Ni siquiera sabías besarla. Yo fui suprimer hombre. Me dio a mí aquello que nunca te dio. Yo sí logré hacerle el amor. Entonces me reí. Alvin volteó hacia mí y se acercó lentamente. Ya nadie gritaba, solo se oíanmurmullos desde cada rincón del patio. Un sujeto dijo: «Si alguien me dijera algo así yo lecorto los huevos. Mátalo, Alvin». Se acercaba, rojo de ira, al lugar donde me hallaba caído. Yo seguía riéndome. Unarisa boba y desesperada. Fue cuando vi el rostro de la chica que quería. Me miraba con uncierto odio. Sus ojos estaban hinchados por las lágrimas. Parecía decirme: «¿Por qué,Andy? ¿Por qué dijiste eso?» No porque yo hubiera revelado aquel secreto. Sino porque yomismo había cavado mi propia tumba. El que una vez fue mi amigo me pateó en la cara y me voló un diente. Fue la única patada que percibí, luego todo se puso blanco. Una extraña vibraciónsurgió en mi cerebro. Creo que duró dos o tres minutos. Cuando desperté vi que Alvin sellevaba del brazo a mi chica. Ella intentó evitarlo, pero de nada sirvió su endeble forcejeo.Su grito fue único y retumbó en la zona como el aullido de una sirena: —¡ANDY!Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. —¡Alvin, ven! —grité. Él no hizo caso. —¡Alvin! ¡ALVIN! Se la llevó. Todo el mundo comenzó a retirarse. «¡Que penoso espectáculo!»,musitó una chica del grupo. Se fueron todos hasta que quedé solo. Hice un gran esfuerzo y me senté en el suelo, cabizbajo. Puse mi mente en blanco. Quizá había pasado una hora cuando ella llegó. Me ayudó a ponerme de pie. Me cogió de la mano y me llevó con ella hasta su auto. —¿Qué pasó, Andy? —me preguntó. —Nada, Dani. Aún no pasa. Sucederá mañana. En este mismo lugar. —¡Oh, Dani, no me digas que...! —Sí, princesa, me estaba buscando, cuando lo vi entrar salí del bar por la parte deatrás. Entonces todo se puso patas arriba y vi... Me encontrará mañana y... Le conté sobre la pelea, omití varios detalles dolorosos. Ella me escuchó, nerviosa.Me puse el cinturón de seguridad mientras ella aferraba el volante sin animarse a partir. Meabrazó y lloró en silencio. Me dijo: —Tienes que irte. Vámonos juntos, es la única manera. —No podremos, yo tengo diecisiete y tú, dieciséis. Nuestros padres nos traerían devuelta. Y él nos encontraría tarde o temprano. Debemos... Era tan compresiva. El único ser en el mundo que me entendía. Mis padres mepidieron una vez que ocultara mi maravillosa facultad. Estoy seguro de que yo leshorrorizaba. Me llevaron con todo tipo de doctores para curarme. Algunos intentaronayudarme. Otros quisieron experimentar conmigo. Incluso me trataron con un curanderoque me clavó unas agujas en la espalda. Cabe mencionar que con ello no mejoré ni unápice. Aunque sí aprendí una cosa: no necesitaba de aquellos tratamientos. No estabaenfermo. Mi cualidad era prodigiosa, sin embargo el rechazo de la gente se haría presenteen cuanto lo supieran. Por eso mantuve el secreto durante tantos años. Yo podía predecirhechos violentos antes de que estos ocurrieran. Pero había dos condiciones para que dichahabilidad se manifestara. Hacía catorce meses, yo caminaba por la avenida principal de midistrito. No recuerdo qué hacía ahí. Solo sabía que tenía que recorrer la avenida palmo apalmo. Crucé la pista una vez, otra vez. Nada fuera de lo normal sucedía. De pronto...surgió un resplandor que me dejó ciego. Vi frente a mí pasar una movilidad escolar. Yoconocía a la conductora, ella estaba distraída, hablando por celular. De súbito, un auto lecerró el paso. La mujer hizo una mala maniobra y se estrelló contra un tercer vehículo quevenía desde el carril contrario. Dicho automóvil transportaba balones de gas. La explosiónlo cubrió todo. Incluso a mí. Abrí los ojos de golpe. Estaba gritando. Me hallaba en mitadAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.de la calzada y un señor que avanzaba en su carro me increpó: «¡Chiquillo, sal de ahí, tevoy a atropellar, carajo!» Solo había ocurrido dos veces antes. Cuando a los ocho años vi a mi abuelo caer desu silla de ruedas debido a un infarto que lo mató. Luego, a los once años, vi a un perrobravo escapar de una casa y saltar encima de un niño vecino de cinco años. La imagen eravívida. El rostro del pequeño era destrozado por los enormes colmillos del can. Aquella veztambién grité. Siempre gritaba cuando aquellos sucesos tenían lugar. Las visiones eranraras. Pero yo me había dado cuenta de los factores que habían de intervenir para que lapremonición funcionara: Debía estar en el lugar exacto donde el hecho tendría lugar. Necesitaba encontrarme ahí veinticuatro horas antes del incidente. Quizá un pocomás, un poco menos. Pero tenían que ser alrededor de veinticuatro horas previas. Condiciones muy difíciles de cumplir porque resultaban ilógicas. Uno nunca sabíadónde iban a ocurrir los desastres. Por lo tanto, no tenía idea de cuándo y dónde debíaubicarme para poder preverlos. Cuando sucedió lo del abuelo mis padres no me hicieroncaso. Luego, él murió y se dieron cuenta de que algo extraño pasaba conmigo. Debido aesto, mis progenitores sí me prestaron atención cuando tuvo lugar lo del perro. Y unossegundos antes de que el canino alcanzara al niño mi madre tomó a éste en sus brazos. Mipadre ahuyentó al can a golpes de martillo. Y cuando presentí lo del transporte escolar mispapás me ayudaron a avisarle a la conductora acerca del peligro que corría. Un día despuésde la fecha fatídica ella comentó a mi madre que había dejado el celular sonando por largorato. Nunca contestó el aparato. Estaba impresionada por lo que le habían dicho mis padres.Jamás chocó. Ninguno de los catorce niños que viajaban con ella pereció. Y hoy... Hoy fui al bar a utilizar la máquina de videojuegos. En el local del viejo Jacintoservían licor a los menores de edad. Las leyes peruanas no llegaban hasta las afueras de lacapital. Las normas eran quebrantadas siempre a lo largo y ancho de mi país. Cada quienhacía lo que quería. Era el terreno del más fuerte, un territorio mortal. Prueba de ello fue loque el viejo Jacinto me dijo: —Alvin te está buscando. Dicen por ahí que te quiere partir en trocitos. ¡Ya ves!¿Por qué te metes con su mujer? Intenté huir, entonces vi a mi adversario aproximarse al local con sus amigos. Tuveque salir por la puerta trasera hacia el enorme patio, junto al aparcamiento de autos. Fueallí, exactamente a las 9 y 03 minutos, cuando caí de rodillas, como fulminado por un rayo,y tuve la visión. —¿Qué ibas a decir, Andy? ¿Qué debemos hacer? Daniela manejaba el auto, llevándome a casa. Yo permanecía un poco atontado, sinembargo logré decirle:Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. —Debemos enfrentar a nuestro enemigo. Yo debo enfrentarlo. —¡No, no lo hagas! Es una bestia. Por favor, no vengas mañana al bar. Ella detuvo el auto a un lado de la pista, junto a una calle poco concurrida. Soltó elvolante y comenzó a sollozar. Mi mente se aclaró. La amaba. Era la única persona en elmundo a la cual le había contado mi secreto. Muchos han escuchado rumores sobre mí.Chismes acerca de mi premonición sobre el accidente de tránsito del año pasado. Laconductora del transporte escolar se lo había contado a la directora del colegio. También alcoronel de la policía. Ambos, padres de Alvin. Los rumores corrieron por todo el plantel;por ello murmuraban en contra mía. «Fenómeno». «¿Quién diablos te crees?». «No tejuntes con nosotros, anormal». El único que se acercó a mí y me incluyó a su grupo fueAlvin. Pero lo hizo porque se sentía entusiasmado con mi virtud. Gracias a él ingresé alequipo de fútbol. A menudo me hacía preguntas sobre lo sucedido con la movilidad escolar,pero yo siempre lo negaba. Él deseaba que yo predijera algo en algún momento. Esperabapor un suceso extraordinario que nunca llegó. Lo único asombroso que nos pasó fueDaniela. Una mujer maravillosa que, sin querer, provocó la discordia entre ambos. Misecreto era infranqueable. Si se hubiera sabido, todos se habrían burlado de mí. Tenían unamentalidad sucia. Eran unos animales. No eran como yo. Recuerdo sus voces y risasdurante mi visión. Gozaban del cruel espectáculo que Alvin presentaba conmigo. No mehubieran entendido jamás, me habrían tratado peor que en aquella escena de haber sabido laverdad. Solo Daniela me comprendía. Me adoraba, yo lo sabía. Cuando se lo conté, sesorprendió, no obstante lo tomó con naturalidad. Me aceptaba tal como era. Como alguienespecial. Como una persona que no necesitaba de la aprobación de los demás para vivir.Únicamente la necesitaba a ella. Y a mí mismo. —Te amo, Dani —le dije. Ella me rodeó con los brazos. Ya no lloraba. Yo añadí: —No te preocupes, todo saldrá bien. Tengo una sorpresa preparada para nuestroamigo. —¿En serio? —Ella me observó con un gesto de duda—. ¿Qué es lo que vas ahacer? —Será una sorpresa. Por favor, no me preguntes. Tú solo realiza tus actividades demañana con normalidad, como las tenías planeadas.Ella lo pensó durante un minuto. Luego acarició mis cabellos y dijo:—De acuerdo, Andy. Te amo.Y me besó. Su pequeña lengua tocó la mía y me sentí dichoso. Muy dichoso. Ya sabía lo que debía hacer. Tenía en mente un plan perfecto. Alvin se llevaría lasorpresa de su vida. El futuro, por más trágico que fuese, era susceptible de cambio. Ya lohabía comprobado dos veces. Mañana también se modificaría todo. No sería mi ex-amigoAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.quien triunfara. Sería yo. Le escupiría, le patearía, le obligaría a morder el polvo. Yo a él.El tonto sangraría como un cerdo y rogaría. Claro que lo haría. Mi padre tenía una ferreteríapropia y yo tendría a la mano lo necesario para poner mi plan en marcha. El destino hizoque me hallara en el lugar y a la hora indicados. Le demostraría al mundo quién era AndrésMatamoros. Soy especial. Es poco más de las 9 y 50 de la noche. Le diré a Daniela que me lleve ahí. No senegará, el lugar se encuentra cerca. Además no me tomará mucho tiempo. Estoy ansiosopor volver a la parte trasera del bar y ver cómo terminará todo. Será una visión agradable.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Interior 11: Melissa LozadaAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Informe de Inteligencia Daniel SalvoQueridos Hermanos, se acerca la fecha de conmemoración del tricentenario de laIndependencia de la mayoría de países de esta región, América del Sur, y las perspectivasno son halagüeñas. No hay ánimo de celebración en la gente. Y es algo que nos causa mucha extrañeza. Nunca antes en su historia, los moradoresdel continente sudamericano han gozado de tan elevado nivel de vida. Esto puedecomprobarse estadísticamente. Desde hace ya buen tiempo, se han abolido taras como las guerras, el analfabetismo,la desnutrición, el exceso de nacimientos y muchas enfermedades. Incluso se hanincorporado mejoras genéticas en la población que tienden a incrementar su calidad devida. Desde el punto de vista cultural, no vemos razón por la cual la gente puedamanifestar mayor descontento. Se les permite mantener sus creencias religiosas, hablar losidiomas que les plazca, leer los libros que quieran, incluso aquellos que alguna vezestuvieron prohibidos. Pueden viajar adonde deseen. En suma, la población de América del Sur tiene mucho qué celebrar en estetricentenario. Sin embargo, hemos tomado conocimiento de que se alista una protestamuda. No saldrán a las calles, no oirán música, no prepararán comidas especiales. Nadiereirá el día del tricentenario. Lo que nos lleva a proponer, nuevamente, un tratamiento genético que genere en lagente un sentimiento de euforia activado por la fecha del calendario que corresponde alcentenario de la Independencia. Dado que los efectos del tratamiento genético sólo pueden manifestarse en lassiguientes generaciones, recién podremos contar con una adecuada celebración dentro decien años, es decir, en el cuatricentenario. En cambio, el tricentenario, conforme a loinformado por el servicio de inteligencia, transcurrirá sin mayores fastos. No importa. Igual nosotros, los Hermanos Mayores (no sé por qué nos siguen llamandoextraterrestres, si hace tanto tiempo que vivimos en la Tierra) sabemos esperar.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Interior 12: Antonio MiglioriAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Un crudo infierno Tanya Tynjälä Y sucedió. Lo que parecía imposible, lo que todos se resistían a creer. ¡Total! Para qué preocuparse con algo que sólo sucede en las películas de ciencia-ficción. Sin embargo sucedió. Cuando nadie lo esperaba: el invierno nuclear dicen que sellama. Desde hace quince días miro caer la nieve ante mi ventana. Ignoro la temperaturaexterior, el termómetro está roto, sólo baja hasta –50º. Ayer descendí a la lavandería y nopude evitar mirar hacia la puerta de entrada del edificio. Está completamente bloqueada.Ya nadie puede salir. Por suerte éste es un país acostumbrado al frío. La infraestructura sigue funcionandosin problemas: las lunas con triples cristales, las paredes rellenas de un material aislante ycontra incendios, la cocina eléctrica pero sobre todo la calefacción y el agua caliente que esverdad ahora sale tibia. Soportaremos hasta que se encuentre una solución. ¿Se encontrará una solución? Sí, ni dudarlo. Si el ser humano fue capaz de provocar esta situación, entonces tienela capacidad de revertirla. Aunque para algunos ya sea demasiado tarde... Pienso en mi familia, allá en el Caribe; en esa moderna ciudad costera creadaespecialmente para turistas, llena de estereotipadas palmeras y música “tropical”. Allá nipensar en calefacción, ni siquiera en agua caliente ¿Para qué? Si no es necesario. Cuando latemperatura baja a trece grados, nos morimos de frío... Nos morimos de frío... Espero que todo haya sido muy rápido, que no hayan sufrido mucho. No debe seragradable morirse de frío. A veces me ataca la loca idea de que quizá han logrado sobrevivir. Mi marido diceque eso es imposible, que es casi seguro que todos han muerto en los países más cálidos,que sin la infraestructura adecuada el frío es mortal... Pero si quizá lograron protegerse dealguna forma... por eso hasta ahora no he llorado sus muertes, aunque hable de ellos comosi estuviese segura que nunca más los volveré a ver. Supongo que la mayoría de la gente debe estar como yo, sin saber exactamente quésucedió, sólo que por algún extraño motivo el arsenal nuclear que muchos países decían notener, detonó al mismo tiempo. Se habla de terrorismo, de accidente, de… ¿Y qué importaeso ahora? Solo nos queda tratar de sobrevivir.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Felizmente yo estoy en mi casa, a salvo, con todo lavado, pulido, encerado, cocido,pintado, planchado, inclusive más de una vez en estos mortalmente aburridos quince días.La calefacción me protege, aunque se puede sentir algo de frío al acercarse a la ventana,pero nada que temer, un poco de ropa extra y solucionado el problema. Además tengo comida como para casi un año, pues estoy sola en casa. ¡Y pensarque siempre me molestaba las visitas de mi suegra que me llenaba el congelador con susconservas hechas en casa! Ahora bendigo su costumbre de congelarlo todo en verano, parapoder luego disfrutarlo durante el resto del año. Diariamente planeo un fabuloso menú, esome ocupa un poco la mente... aunque al final nunca hago nada especial, sólo descongelo loprimero que me cae en las manos y me lo como, tal cual: sin sal, sin pimienta, sincompañía, no me provoca cocinar para mí sola. Mi marido estaba trabajando y mis hijas, en la escuela la mayor y en la guardería lamenor, cuando comenzó a caer la nieve. Algunas personas fueron a buscar rápidamente asus hijos cuando todo empezó. Yo no pude. Tuve miedo de salir. Si lo hubiese hecho, ahorase encontrarían en casa conmigo, quizá. Desde el inicio (aún puedo escuchar las sirenas retumbando en mis oídos) seaconsejó a las personas quedarse en donde estaban o entrar a un lugar cerrado de inmediatopues el frío era letal. Los medios de transporte simplemente se congelaron, la única manerade movilizarse era a pie. Dicen que muchos no llegaron a la escuela en donde se encontraban sus hijos, otrosmurieron junto a ellos al tratar de volver a casa. Dicen... ¿Quién dice? En realidad, losprimeros tres días podía ver desde mi ventana los cadáveres congelados de algunaspersonas, de algunas madres abrazando a sus hijos, tratando de transmitirles la última gotade calor que aún quedaba en sus cuerpos. Quizá es mejor saber que toda la familia que me queda está viva. Aunque mepreocupa un poco su higiene. De la pequeña no, en la guardería siempre tiene ropa derecambio. De mi marido y de mi mayor sí. ¿Quién va a llevar ropa extra al trabajo o a laescuela secundaria, sobre todo en verano? Me apena un poco verlos tan desaliñados cuandolos llamo. Por eso tampoco me gusta ver las informaciones, que sólo pasan dos veces al día.(Hay que ahorrar toda la energía que se pueda). El rostro sin maquillaje y el pelo sucio de lapresentadora que sin embargo sigue sonriendo dignamente, me deprime. Las tres de la tarde, es mi turno para comunicarme con mi hija menor. Tomo elteléfono y de inmediato su rostro ilumina la pantalla. —Aló, ¿Mamá? —Sí, mi amor ¿Cómo estás? —¿Cuándo vienes a buscarme? —No puedo mi vida, ya lo sabes. ¿Has comido toda tu sopa?Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. —Sí... ¿Cuándo vienes a buscarme? No puedo seguir, se me quiebra la voz al verla llorar.¿Qué puede entender una niñade tres años sobre esta absurda situación? —Quiero ir a casa. —Ya sé, mi vida. Yo también quiero que vengas a casa. Pásame con Magalys, porfavor. El rostro cansado pero amable de la directora de la guardería reemplaza al de mihija. —Es difícil, sé que es difícil – Me dice al verme secar unas lágrimas. —Dime, ¿Está comiendo bien? —Tú sabes lo majadera que es para comer. Extraña mucho la casa. En realidadtodos los niños están iguales. Por suerte parece que están a punto de encontrar una solución,lo escuché hoy en las informaciones. Mientras tanto, no te preocupes, aquí la calefacciónfunciona muy bien y tenemos comida como para seis meses. Dicen que en máximo dosmeses encontrarán la manera de arreglar esto. Me despido, nuevamente estoy sola. Debo esperar el turno de mi hija mayor parallamarme y luego esperar el turno para hablar con mi marido. Quisiera poder conversarlargamente con todos, pero el uso de los medios de comunicación está restringido, todostienen familia en algún lado y todos los políticos y científicos del mundo tienen la prioridadpara comunicarse entre ellos. Y los teléfonos no deben parar de sonar, y las computadorasdeben utilizarse, como si la esperanza se hallase en algún lugar de la red. ¿Harán trampa?¿Llamarán a sus familias cuando se supone que deban hablar con ese especialista en cambioclimático que seguro sí sabe cuál es la solución? También son humanos, se les perdonaríauna flaqueza así. Pero no sé, no sé. En sus manos está salvar el mundo, o lo que queda deél. Y mientras tanto debo contentarme con los tres minutos diarios que tengo parahablar con mis hijas, con mi marido, que no hace trampa, que corta justo, a los tres minutos,cuando yo quisiera poder... El trabaja para el gobierno, para uno de los pocos que quizáquedan en el mundo además, no debe ser fácil en estos momentos. Ayer me comentó quepronto se recortaran aún más las comunicaciones, para ahorrar energía. No dijo nada sobreuna solución, es extraño. Quizás está trabajando tan duro el pobre, quizá se le olvidódecírmelo. Porque si hay una solución, él sería uno de los primeros en enterarse... o no.¿Qué tan importante es su trabajo? Nunca me preocupé por saber qué tipo de trabajoexactamente hace, mientras podíamos vivir económicamente bien... Ahora las prioridadeshan cambiado, inclusive para una simple ama de casa como yo.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Si Dios quiere, si no se ha olvidado de nosotros, si aún existe, si no ha muertocongelado, entonces dentro de dos meses... Pero mi marido no me comentó nada ¿Y si sólose informó de una solución para tranquilizar a la gente? ¿Y si nada sucede? Quizá debamosacostumbrarnos a la idea y salir a pesar del frío. ¿Acaso los esquimales no lo hacen?Algún tipo de ropa debe ser capaz de protegernos. Pero, cómo salir. La nieve siguecayendo, debe haber por lo menos cuatro metros afuera ¿Quién limpiará toda esa nieve?Estamos, bloqueados, atrapados dentro de nuestras casas, ellos también deben estarlo. Sipor lo menos la nieve dejara de caer... ¿Qué pasará si no encuentran una solución rápido? ¿Y si me acaba la comida?¿Querrán mis vecinos compartir conmigo? Si a ellos se les acaba la comida, supongo que secomerán a su perrito, pero yo ni canario tengo. Me río, se me ocurre una solución morbosa.¡Lo que consigue hacer pensar el aburrimiento! Si se me acaba la comida, no tendría másremedio que comerme a mis vecinos. Por suerte para mí la mayoría son ancianos y noopondrán mucha resistencia, si no fuera así, yo podría ser la devorada. Me imagino bajando las escaleras con un gran cuchillo de cocina escondido en misespaldas y tocando la puerta de los gentiles ancianitos que siempre me han dado la mano entodo, desde abrir la puerta cuando olvido la llave, hasta sacarme de apuros comoimprovisados babysitters... ahora me darían más que la mano. —¿Quién es? (Pregunta absurda, ahora que nadie puede ir a visitar a nadie. ¡Sólopuede ser un vecino! ¡Ah, sí! Somos varios vecinos, entonces...) ¿Quién es? —Soy la vecina del 7, quisiera (comerte mejor, ni hablar. Mejor pienso en otraexcusa.) un poco de azúcar (¡Qué excusa más trivial! El frío me congela la imaginación).Abre la puerta y le salto al cuello. Su marido trata de ayudarla, estupendo. Literalmente dospájaros de un solo tiro. De pronto paro en seco de reír. Si no encuentran una solución y si la comida seacaba, realmente tendríamos que comernos entre nosotros. Los adultos sobreviviríamos a lacacería un tiempo, pero ¿los niños? ¿y mis hijas? La mayor es fuerte y lista, seguro quehasta conseguiría comerse a uno que otro profesor... antes de ser comida. ¿Y mi pequeñita?Los niños pequeños seguro serían las primeras víctimas del hambre, tan indefensos, tanconfiados en que los adultos saben lo que es mejor ¡Miren lo que hicieron los adultos con elmundo! Si no encuentran una solución antes que se acabe la comida o si nunca laencuentran, entonces la carnicería ya no sería una broma, sino una realidad, una cruelrealidad... Quizá... Ahora mismo, las personas que se quedaron encerradas en algúnsupermercado libran una feroz batalla para quitarse la comida de la boca; tan sucios ycansados por tener que dormir en el suelo. ¿Y los que se encontraban en una joyería o enuna tienda de muebles? ¿Ya se habrán comido entre ellos? Golpeo el vidrio de mi ventana y lloro. Lloro por toda esta nieve que cae sin parar.Lloro porque en el fondo sé que mis padres y hermanos están muertos. Lloro porque quizásean los más afortunados. Lloro por los que están encerrados sin comida y que estánAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.luchando por sobrevivir. Lloro por los que estamos dentro de nuestras casas, viéndonosmorir cada día un poco más. Por mis vecinos encerrados en sus tumbas de cuatrohabitaciones, ellos que pensaron que terminarían sus días bronceándose en España. Lloroporque ni siquiera me queda el consuelo de morir junto a mi familia. Lloro por tener quehablar con mis hijas como si nada pasara, fingiendo que hay una solución a la vuelta de laesquina. Lloro porque quizá no la hay. Lloro porque nunca pensé que el infierno fuese tanblanco y frío.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Interior 13: Piero QuijanoAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Un peruano con Gagarín Gustavo Valcárcel Carnero Eran los primeros días del mes de enero de 1966, había pasado solamente mes ymedio de mi arribo. Hacía un frío insoportable en las calles, porque dentro de lasedificaciones se podía caminar sin abrigos, gracias a los calentadores a vapor. Moscú estabacubierto con un bello manto de nieve. Los copos blancos venían suaves desde el cielo. Eran como las 3 de la tarde cuando escuché la noticia en la Universidad Amistad delos Pueblos Patricio Lumumba, que Yuri Gagarin estaría en La Casa de la Amistad, ubicadaen el centro de la ciudad, a eso de las 5 pm. Él era mi gran ídolo desde que asombró almundo con la primera vuelta que un ser humano había dado a la Tierra. Eso fue el 12 deabril de 1961 en la nave Vostok 1. El único mamífero que le había precedido en el cosmoshabía sido la perrita Laika.Yo había llevado -desde Perú- un libro impreso por mis padres en edición popular, sobre lavida de este primer cosmonauta soviético y soñaba con entregárselo en algún momento demi estadía (6 años), porque constituiría un significativo acontecimiento en mi vida. Nuncaimaginé que la oportunidad tocaría la puerta de mi corazón tan prestamente. Fui a mi cuarto a sacar el libro de la maleta. Salí vestido como esquimal para rogarlea cualquier latino que me lleve a aquel lugar. Era muy conocido. Estaba en el centro de laciudad, pero yo no tenía la menor idea de cómo desplazarme, aún no leía en ruso y menoslo hablaba. El encuentro con el cosmonauta era, para mí, sumamente expectante. Miraba portodos lados buscando un rostro conocido, mientras avanzaba por los extensos pasadizos dela universidad, que era un antiguo cuartel de la época de los zares. Se cruzó un connacional, bonachón de pies a cabeza, Fernando Caller, excelentetraductor, casado con una bella e inteligente rusita. Le pedí que me acompañara a la Casade la Amistad para cumplir con mi sueño. Él accedió gustosamente y nos embarcamos entranvía y, luego, en trolebús. Tengo grabado el rostro de Fernando y su alegría por darmegusto. En el fondo también estaba contagiado de la emoción que se me desbordaba por lamirada y el acelerado palpitar de un corazón al borde de la taquicardia. Rogaba que loalcanzáramos. El reloj había pasado las 5 de la tarde hacía buen rato. Al arribar al lugar, efectivamente, había una ceremonia de presentación oficial delquerido Yuri Gagarin ante jóvenes estudiantes extranjeros en Moscú. Él estaba sentado alcostado izquierdo del escenario, tras una mesa vestida de mantel verde con la bandera rojade la URSS al centro. Los números artísticos transcurrían en el escenario y Fernando notenía la más mínima intención de moverse de la butaca. Le decía en voz baja... “¿a qué horavamos al estrado?”. Me miraba incrédulo y me contestaba con tono dubitativo... “¡Esperaun ratito!”. Así se me iban los minutos, uno tras otro, hasta que llegó el final de laceremonia. El ilustre invitado ya había contado su experiencia en el cielo antes de quellegáramos nosotros. El Director de “La Casa de la Amistad” agradeció a los asistentes...Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.Yuri se paró para retirarse, miré a Fernando coléricamente y me levanté del asiento sindecirle nada. Con grandes zancadillas llegué al tabladillo, pasando por los distraídoscordones de seguridad. Con mi librito en la mano no sabía qué hacer o decir al centro delestrado. El público ya se retiraba entre murmullos y aplausos para Yuri. Atiné a acercarmeal micrófono y balbuceé las pocas palabras en ruso que me había aprendido. Se hizosilencio, me flanquearon un par de gigantones guardaespaldas y yo me “defendí”levantando el libro con la portada donde estaba el rostro de Gagarin con su casco decosmonauta y me solté hablando en español. En un instante me encontré frente a frente con Gagarin. Recuerdo que se me acercóel Director, preguntó por mi nombre, país y qué quería. Le expliqué mi propósito y lotradujo al ruso, para Yuri y el público presente. El cosmonauta, de baja estatura, algogordito, siempre sonriente, con rostro amable, me miraba esperando algunas palabras, peroel silencio de la emoción frente a él se sumó a mi mudez endurecida de un momento a otro.Felizmente Fernando, despeinado por el trajín inesperado, me siguió y tradujo un inicialsaludo protocolar que terminó con un cálido apretón de manos a mi ídolo de laadolescencia. Sus cortos dedos redondeados fueron atrapados por los míos, largos ydelgados (en ese entonces), pero muy firmes. Sacudón de brazos, como si la amistadnuestra fluyera desde antaño. Su personalidad contagiante me envolvió de alegría infinita.Fotos fueron y vinieron y este recuerdo quedará conmigo paseando por el éterimperecedero hasta que le de el alcance uno de estos días de sol y primavera. Su prematuro fallecimiento impactó mi vida. Ocurrió al año siguiente de haberloconocido, en marzo de 1968, cuando volando un avión Mig perdió el control de éste por laconjunción de fallas técnicas, error humano y brusco cambio meteorológico, para chocarfrontalmente contra la tierra. Un hueco de 6 metros de profundidad marcó el lugar de sutragedia y la de su instructor. Hoy se yergue en el lugar un monolito sobre un pastoestepario. Las especulaciones de la prensa extranjera por desprestigiarlo tuvieron algunaacogida. “Había que derrotarlo de alguna manera, aunque sea ya muerto”, sería elpensamiento nefasto de quienes no pudieron hacerlo en el campo de la astronáutica. Ahora, han pasado 40 años y de las huellas de un instante de mi juventud con él,sólo queda en esta imborrable foto. Lima, 03 de junio del 2012.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Interior 14: Judith VergaraAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Los caynas César Vallejo Luis Urquizo lanzó una carcajada, y, tragándose todavía las últimas pólvoras de risa,bebió ávidamente su cerveza. Luego, al poner el cristal vacío sobre el zinc del mostrador, loquebró, vociferando: –¡Eso no es nada! Yo he cabalgado varias veces sobre el lomo de mi caballo quecaminaba con sus cuatro cascos negros invertidos hacia arriba. ¡Oh, mi soberbio alazán! Esel paquidermo más extraordinario de la tierra. Y más que cabalgarlo así sorprende,maravilla, hace temblar de pavor el espectáculo en seco, simple y puro de líneas ymovimientos que ofrece aquel potro cuando está parado, en imposible gravitación hacia lasuperficie inferior de un plano suspendido en el espacio. Yo no puedo contemplarlo así, sinsentirme alterado y sin dejar de huir de su presencia, despavorido y como acuchillada lagarganta. ¡Es brutal! Parece entonces una gigantesca mosca asida a una de esas vigasdesnudas que sostienen los techos humildes de los pueblos ¡Eso es maravilloso! ¡Eso essublime! ¡Irracional! Luis Urquizo habla y se arrebata, casi chorreando sangre el rostro rasurado,húmedos los ojos. Trepida; guillotina sílabas, suelda y enciende adjetivos; hace de jinete,depone algunas fintas; conifica en álgidas interjecciones las más anchas sugerencias de suvoz, gesticula, iza el brazo, ríe: es patético, es ridículo: sugestiona y contagia en locura. Después dijo: –Me marcho– Y corriendo, saltó el dintel de la taberna y desapareció rápidamente –¡Pobre! –exclamaron todos–. Está completamente loco. Urquizo, en verdad, estaba desequilibrado. No cabía duda. Así lo confirmaba elcurso posterior de su conducta. Aquel hombre continuó viendo las cosas al revés,trastrocándolo todo, a través de los cinco cristales ahumados de sus sentidos enfermos. Lasbuenas gentes de Cayna, pueblo de su residencia, hicieron de él, como es natural, blanco decruel curiosidad y cotidiana distracción de grandes y pequeños. Años más tarde, Urquizo, por falta de cura oportuna, agravóse en forma mortal ensu demencia, y llegó al más truculento y edificante diorama del hombre que tiene eltriángulo de dos ángulos, que se muerde el codo, que ríe ante el dolor, y llora ante el placer:Urquizo llegó a errar allende las comisuras eternas, a donde corren a agruparse, en son dearmonía y plenitud, los siete tintes céntricos del alma y del color. Por entonces, yo le encontré una tarde. Desde que le avisté, pocos pasos antes decruzarnos, despertóse en mí desusada piedad hacia aquel desgraciado, que, por lo demás,era primo mío en no sé qué remota línea de consanguinidad materna; y, al cederle la vereda,saludándole de paso, tropecéme en uno de los baches de la empedrada calle, y fui a golpearcon el mío un antebrazo del enfermo. Urquizo protestó colérico:Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. –¡Quía! ¿Está usted loco? La exclamación sarcástica del alienado me hizo reír; y más adelante fue ella motivode constantes cavilaciones en que los misterios de la razón se hacían espinas, yempozábanse en el cerrado y tormentoso círculo de una lógica fatal, entre mis sienes. ¿Porqué esa forma de inducción para atribuirme la descompaginación de tornillos y motores quesólo en él había? Este último síntoma, en efecto, traspasaba ya los límites de la alucinación sensorial.Esto era ya más trascendental, sin duda, desde que representaba, nada menos que unraciocinio, un atar de cabos profundos, un dato de conciencia. Urquizo debía, pues, creersea sí mismo en sus cabales; debía de estar perfectamente seguro de ello, y, desde este puntode vista suyo, era yo, por haberle golpeado sin motivo, el verdadero loco. Urquizoatravesaba por este plano de juicio normal que se denuncia en casi todos los alienados;plano que, por su desconcertante ironía, hiere y escarnece los riñones más cuerdos, hastaquitarnos toda rienda mental y barrer con todos los hitos de la vida. Por eso, la zurdaexclamación de aquel enfermo clavóse tanto en mi alma y todavía me hurga el corazón. Luis Urquizo pertenecía a una numerosa familia del lugar. Era, por infortunado,muy querido de los suyos, quienes le prestaban toda suerte de cuidados y amorosaasistencia. Un día se me notificó una cosa terrible. Todos los parientes de Urquizo, queconvivían con él, también estaban locos. Y todavía más. Todos ellos eran víctimas de unaobsesión común, de una misma idea, zoológica, grotesca, lastimosa, de un ridículofenomenal; se creían monos, y como tales vivían. Mi madre invitóme una noche a ir con ella a saber del estado de los parientes locos.No encontramos en la casa de éstos sino a la madre de Urquizo, quien cuando llegamos, seentretenía en hojear tranquilamente un cartapacio de papeluchos, a la luz de la lámpara quependía en el centro de la sala. Dado el aislamiento y atraso de aquel pueblo, que no poseíainstituciones de beneficencia, ni régimen de policía, esos pobres enfermos de la sien salíancuando querían a la calle; y así era de verlos a toda hora cruzar por doquiera la población,introducirse a las casas, despertando siempre la risa y la piedad en todos La madre de los alienados, apenas nos divisó, chilló agudamente, frunció las cejascon fuerza y con cierta ferocidad, siguió haciéndolas vibrar de abajo arriba varias veces,arrojó luego con mecánico ademán el pliego que manoseaba; y, acurrucándose sobre lasilla, con infantil rapidez de escolar que se enseria ante el maestro, recogió los pies, doblólas rodillas hasta la altura del nacimiento del cuello, y, desde esta forzada actitud, parecidaa la de las momias, esperó a que entrásemos a la casa, clavándonos, cabrilleantes, móviles,inexpresivos, selváticos, sus ojos entelarañados que aquella noche suplantabanasombrosamente a los de un mico. Mi madre asióse a mí asustada y trémula, y yo mismosentíme sobrecogido de espeluznante sensación de espanto. La loca parecía furiosaAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Pero no. A la brusca claridad de la cercana lámpara, distinguimos que aquella caraextraviada, bajo la corta cabellera que le caía en crinejas asquerosas hasta los ojos,empezaba luego a fruncirse y moverse sobre el miserable y haraposo tronco, volviéndose atodos lados, como solicitada por invisibles resortes o por misteriosos ruidos producidos enlos ferrados barrotes de un parque. La loca, después, como si prescindiera de nosotros,empezó a rascarse y espulgarse el vientre, los costados, los brazos, triturando los fantásticosparásitos con sus dientes amarillos. De breve en breve chillaba largamente, escrutaba entorno suyo y aguaitaba a la puerta, como si no nos advirtiera. Madre, transcurridos algunosminutos de expectación y de miedo, hízome señas de retroceder, y abandonamos la casa. De esta lúgubre escena hacía veintitrés años cumplidos, cuando después de habervivido, separado de los míos durante todo aquel tracto de tiempo, por razón de mis estudiosen Lima, tornaba yo una tarde a Cayna, aldea que, por lo solitaria y lejana era como una islaallende las montañas solas. Viejo pueblo de humildes agricultores, separado de los grandesfocos civilizados del país por inmensas y casi inaccesibles cordilleras, vivía a menudolargos períodos de olvido y de absoluta incomunicación con las demás ciudades del Perú. Debo llamar la atención hacia la circunstancia asaz inquietante de no haber tenidonoticias de mi familia, en los seis últimos años de mi ausencia. Mi casa estaba situada casi a la entrada de la población. Un acanelado poniente demayo, de esos dulces y cogitabundos ponientes del oriente peruano, abríase de brazos sobrela aldea que no sé por qué tenía a esa hora, en su soledad y abandono exteriores, cargadoolor a desventura, tenaz aire de lástima. Tal una roña de descuido y destruccióninexplicable rezumaba de todas partes. Ni un solo traseúnte. Y apenas crucé las primerasesquinas, opacáronse mis nervios, golpeados por una súbita impresión de ruina; y sin darmecuenta, estuve a punto de llorar. El portón lacre y rústico de la mansión familiar apareció abierto de par en par.Descendí de la cabalgadura, y, jadeante de lacerada ternura, torpe de presagiosa emoción,hablando al sudoroso lento animal, avancé zaguán adentro. Inmediatamente, entre el ruidode los cascos, despertáronse en el interior destemplados gritos guturales, como de enfermosque ululasen en medio del delirio y la fatiga. No podré ahora precisar la suerte de pétreas cadenas que, anillándose en miscostados, en mis sienes, en mis muñecas, en mis tobillos, hasta echarme sangre,mordiéronme con fieras dentelladas, cuando percibí aquella especie de doméstica jauría. Laantropoidal imagen de la madre de Urquizo surgió instantáneamente en mi memoria, almismo tiempo que invadíame un presentimiento tan superior a mis fuerzas que casi mevalía por una aciaga certeza de lo que, breves minutos después, había de dar con todo miser en la tiniebla A toda voz llamé casi gimiendo. Nada. Todas las puertas de las habitaciones estaban, como la de la calle, abiertashasta el tope. Solté la brida de mi caballo, corrí de corredor en corredor, de patio en patio,de aposento en aposento, de silencio en silencio; y nuevos gruñidos detuviéronme por fin,Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.delante de una gradería de argamasa que ascendía al granero más elevado y sombrío de lacasa. Atisbé. Otra vez se hizo el misterio. Ninguna seña de vida humana; ni un solo animal doméstico. Extrañas manos debíande haber alterado, con artimañoso desvío del gusto y de todo sentido de orden y comodidad,la usual distribución de los muebles y de los demás enseres y menaje del hogar. Precipitadamente, guiado por secreta atracción, salté los peldaños de esa escalera; y,al disponerme a trasponer la portezuela del terrado, la advertí franca también. Detúvomeallí inexplicable y calofriante tribulación; dudé por breves segundos, y, favorecido por losdestellos últimos del día, avizoré ávidamente hacia adentro. Rabioso hasta causar horror, desnaturalizado hasta la muerte, relampagueó un rostromacilento y montaraz entre las sombras de esa cueva. Enristrando todo mi coraje –¡puesque ya lo suponía todo, Dios mío!– me parapeté junto al marco de la puerta y esforcéme enreconocer esa máscara terrible. ¡Era el rostro de mi padre! ¡Un mono! Sí. Toda la trunca verticalidad y el fácil arresto acrobático; todo el juegode nervios. Toda la pobre carnación facial y la gesticulación; la osamenta entera. Y, hasta elpelaje cosquilleante, ¡oh la lana sutilísima con que está tramada la inconsútil membrana dejusto, matemático espesor suficiente que el tiempo y la lógica universal ponen, quitan ytrasponen entre columna y columna de la vida en marcha! –Khirrrrr.... Khirrrrr....– silbó trémulamente. Puedo asegurar que por su parte él no me reconocía. Removióse ágilmente, comoposicionándose mejor en el antro donde ignoro cuando habíase refugiado; y, presa de unainquietud verdaderamente propia de un gorila enjaulado, ante las gentes que lo observan ylo asedian, saltaba, gruñía, rascaba en la torta y en el estucado del granero vacío, sindescuidarse de mí ni por un solo momento, presto a la defensa y al ataque. –¡Padre mío!– rompí a suplicarle, impotente y débil para lanzarme a sus brazos. Mi padre entonces depuso bruscamente su aire diabólico, desarmó toda su trazaindómita y pareció salvar de un solo impulso toda la noche de su pensamiento. Deslizóse enseguida hacia mí, manso, suave, tierno, dulce, transfigurado, hombre, como debió deacercarse a mi madre el día en que se estrecharon tanto y tan humanamente, hasta sacar lasangre con que llenaron mi corazón y lo impulsaron a latir a compás de mis sienes y misplantas. Pero cuando yo ya creía haber hecho la luz en él, al conjuro milagroso del clamorfilial, se detuvo a pocos pasos de mí, como enmendándose allá, en el misterio de su menteenferma. La expresión de su faz barbada y enflaquecida fue entonces tan desorbitada ylejana, y, sin embargo, tan fuerte y de tanta vida interior, que me crispó hasta hacermeAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.doblar la mirada, envolviéndome en una sensación de frío y de completo trastorno de larealidad. Volví, no obstante, a hablarle con toda vehemencia. Sonrió extrañamente. –La estrella...– balbuceó con sorda fatiga. Y otra vez lanzó agrios chillidos. La angustia y el terror me hicieron sudar glacialmente. Exhalé un medroso sollozo,rodé la escalinata sin sentido y salí de la casa. La noche había caído del todo. ¡Es que mi padre estaba loco! ¡Es que también él y todos los míos creíansecuadrumanos, del mismo modo que la familia de Urquizo! Mi casa habíase convertido,pues, en un manicomio. ¡El contagio de los parientes! ¡Sí; la influencia fatal! Pero esto no era todo. Una cosa más atroz y asoladora había acontecido. Un flagelodel destino; una ira de Dios. No sólo en mi hogar estaban locos. Lo estaba el pueblo enteroy todos sus alrededores. Una vez fuera de la casa, echéme a caminar sin saber adónde ni con qué fin,padeciendo aquí y allá choques y cataclismos morales tan hondos que antes ni después losha habido semejantes que abatieran más mi sensibilidad. Las calles tenían aspecto de tapiados caminos. Por doquiera que salíame al pasoalgún transeúnte, saltaba en él fatalmente una simulación de antropoide, un personajemímico. La obsesión zoológica regresiva, cuyo germen primero brotara tantos años ha en latesta funámbula de Luis Urquizo, hablase propagado en todos y cada uno de los habitantesde Cayna, sin variar absolutamente de naturaleza. A todos aquellos infelices les había dadopor la misma idea. Todos habían sido mordidos en la misma curva cerebral. No conservo recuerdo de una noche más preñada de tragedia y bestialidad, en cuyofondo de cortantes bordes no había más luz que la natural de los astros, ya que en ningunaparte alcancé a ver luz artificial. ¡Hasta el fuego, obra y signo fundamentales dehumanidad, había sido proscrito de allí! Como a través de los dominios de una todavíaignorada especie animal de transición, peregriné por ese lamentable caos donde no pudedar, por mucho que lo quise y lo busqué, con persona alguna que librado hubiérase de él.Por lo visto, había desaparecido de allí todo indicio de civilidad. Muy poco tiempo después de mi salida, debí de haber tornado a mi casa. Advertímede pronto en el primer corredor. Ni un ruido. Ni un aliento. Corté la compacta oscuridadque reinaba, crucé el extenso patio y di con el corredor de enfrente. ¿Qué sería de mi padrey de toda mi familia? Alguna serenidad tocó mi ánima transida. Había que buscar a todo trance y sinpérdida de tiempo a mi madre, y verla y saberla sana y salva y acariciarla y oírla que llorade ternura y que gozo al reconocerme, y rehacer, a su presencia, todo el hogar deshecho.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.Había que buscar de nuevo a mi padre. Quizás, por otro lado, sólo él estaría enfermo.Quizás todos los demás gozarían del pleno ejercicio de sus facultades mentales. ¡Oh, sí, Dios mío! Engañado habíame, sin duda, al generalizar de tan ligero modo.Ahora caía en cuenta de mi nerviosidad del primer momento y de lo mal dispuesta quehabía estado mi excitable fantasía para haber levantado tan horribles castillos en el aire. Yaun ¿acaso podía estar seguro de la demencia misma de mi padre? Una fresca brisa de esperanza acaricióme hasta las entrañas. Franqueé, disparado de alegría, la primera puerta que alcancé entre la oscuridad, y,al avanzar hacia adentro, sin saber por qué, sentí que vacilaba, al mismo tiempo que,inconscientemente, extraía de uno de los bolsillos una caja de fósforos y prendía fuego. Escudriñaba la habitación, cuando oí unos pasos que se aproximaban por loscorredores. Parecían atropellarse. La sangre desapareció del todo de mi cuerpo; pero no tanto que ello me obligase aabandonar la cerilla que acababa de encender. Mi padre, tal como le había visto aquella tarde, apareció en el umbral de la puerta,seguido de algunos seres siniestros que chillaban grotescamente. Apagaron de un revuelo laluz que yo portaba, ululando con fatídico misterio: –¡Luz! ¡Luz!... ¡Una estrella! Yo me quedé helado y sin palabra. Más, de modo intempestivo, cobré luego todas mis fuerzas para clamar desesperado: –¡Padre mío! ¡Recuerda que soy tu hijo! ¡Tú no estás enfermo! ¡Tú no puedes estarenfermo! ¡Deja ese gruñido de las selvas! ¡Tú no eres un mono! ¡Tú eres un hombre, oh,padre mío! ¡Todos nosotros somos hombres! E hice lumbre de nuevo. Una carcajada vino a apuñalarme de sesgo a sesgo el corazón. Y mi padre gimió condesgarradora lástima, lleno de piedad infinita. –¡Pobre! Se cree hombre. Está loco... La oscuridad se hizo otra vez. Y arrebatado por el espanto, me alejé de aquel grupo tenebroso, la cabezatambaleante. –¡Pobre! –exclamaron todos– ¡Está completamente loco!...Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. *** –Y aquí me tienen ustedes, loco– agregó tristemente el hombre que nos había hechotan extraña narración. Acercósele en esto un empleado, uniformado de amarillo y de indolencia, y leindicó que le siguiera, al mismo tiempo que nos saludaba, despidiéndose de soslayo: –Buenas tardes. Le llevo ya a su celda. Buenas tardes. Y el loco narrador de aquella historia, perdióse lomo a lomo con su enfermero quele guiaba por entre los verdes chopos del asilo; mientras el mar lloraba amargamente ypeleaban dos pájaros en el hombro jadeante de la tarde...Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Títulos de Edita El gato descalzo En nuestra biblioteca de e-books semana a semana encontrarás narrativa, poesía,novelas, ensayos, etc.1. Mudanza obligada: Cuento, Colección Lo fantástico (4 de mayo).2. Más sabe el Diablo por diablo: Cuento, Colección Lo fantástico (11 de mayo).3. Alargoplazo. M i c r o f i c c i ó n: Selección de textos breves (18 de mayo).4. Los sobrevivientes: Antología de Germán Atoche Intili, Liliana Chaparro, Julio MezaDíaz y Kevin Rojas Burgos, Colección Poesía (25 de mayo).5. Infierno Gómez contra el Vampiro matemático: Novela, capítulo 1, Lagranja. Colección Lo fantástico (1 de junio).6. Clase de Historia: Cuento de Daniel Salvo, Colección CF (8 de junio).7. El abejorro negro: Relato de Max Castillo Rodríguez (15 de junio).8. La señora M. y otras historias germinales: Textos de Sebastián Andrés Olave (22 dejunio).9. Infierno Gómez contra el Vampiro matemático: Novela, capítulo 2, La aldea.Colección Lo fantástico (6 de julio).10. Blind mind: Cuento de Raúl Heraud. Colección Lo fantástico (13 de julio).11. Somos libres. Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana:Diversos autores. Colección Lo fantástico / CF (20 de julio).12. Recuerdas / Para no coger frío: Cuentos de Anna Lavatelli.Lanzamiento: 3 de agosto.y más...Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Datos de los autores Adriana Alarco de Zadra (Lima). Crea cuentos y libros en español e italiano.También ha escrito obras de teatro y ha sido premiada por éstas. Fue presidenta de laFundación Ricardo Palma (Consejo administrativo de la Casa Museo Ricardo Palma)desde el 2004 hasta el 2012. Actualmente vive en Italia. http://www.adrianaz.it * Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946). Estudió filosofía en Viena, sociología en laPUCP e hizo su postgrado en Paris. Ha publicado 10 novelas (entre ellas una trilogía sobrela vampiro Sarah Ellen) y 4 libros de cuentos. Ha ganado el Premio Arguedas de cuento yen novela, Premio Ricardo Palma y Premio Gaviota roja, entre otros. También ha sidofinalista de los premios Tusquets 2006 y Juan Rulfo en Radio France de Paris.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Leopoldo de Trazegnies (Lima, 1941). Reside en Sevilla desde 1977. Administra laBiblioteca Virtual de Literatura, una moderna biblioteca alejandrina donde congrega unaextensa serie de autores y títulos. Ha publicado los poemarios De las casas que nosposeyeron y que fuimos abandonando (que obtuvo Mención honrosa de la II Bienal dePoesía en Panamá 1972) y Versos del oriental (que obtuvo el Premio Acentor de poesía en1982). Así mismo ha escrito textos como el presentado en esta antología, que forma partede su libro Cuentos fantásticos. * Gonzalo Del Rosario (Trujillo, 1986). Ha publicado Cuentos pa’ Kemarse (2008),Losocialystones (2010) y Mishky Stories (2011). También ha participado en el híbrido TV-OUT (2009). Es licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura por laUniversidad Nacional de Trujillo. Sus narraciones han ido saliendo en los fanzines, revistasy antologías, físicas y virtuales, nacionales e internacionales, que se lo permitieron. www.web-ad-ass.blogspot.comAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Yeniva Fernández (Lima). Licenciada en Bibliotecología por la UniversidadNacional Mayor de San Marcos. Ha escrito el libro de cuentos Trampas para incautos(2009), que presentó en México en 2010. Ha sido antologada en Disidentes 1: nuevasnarradoras peruanas (2011). Prepara un nuevo libro. * Raquel Jodorowsky (Iquique, 1927-Lima, 2011). Escritora chilena-peruana queresidió en Perú durante más de 50 años. Publicó alrededor de doce poemarios, entre ellos,Dimensión de los días (1950) y Chan-Chan, maga lunar & Nazca nacer (1992). Fuetraducida al inglés, francés, italiano, hebreo y portugués. Su nombre aparece en elDiccionario Universal de Escritores, publicado en Londres. En microficción escribióCuentos para cerebros detenidos. Con licencia de los superiores, libro aparecido enBuenos Aires en 1974.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Sarko Medina, periodista de profesión, trabajó en varios medios de comunicaciónarequipeños (radio, impresos e internet). Ganador del primer premio del Concurso deCuentos La Revista Fantástica en el año 2004. Ha publicado los e-books 33 minicuentos enfamilia y Palomas. Actualmente busca editorial para su primer libro de cuentos en papel:10 cuentos Urbanos. * Ruben Mesías Cornejo (Trujillo, 1973). Se considera un autodidacta en unautodidacta en dos disciplinas a las que ha dedicado su interés a lo largo de su vida: elajedrez y la literatura. Empezó a escribir entre 1991-92 y fue un lector omnívoro. Sus textosde ciencia ficción han aparecido en diversos medios. Actualmente prepara un libro decuentos.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Pedro Félix Novoa Castillo (Lima, 1974). Escritor y catedrático. Recientemente haobtenido el Premio Internacional de Novela Corta Mario Vargas Llosa. En 2011 publicó lanovela Seis metros de soga. Ha sido antologado en obras de Chile, Argentina, Colombia,España y Perú. Ejerce la docencia universitaria en la Universidad de Ciencias yHumanidades. * Juan Rivera Saavedra (Lima, 1930). Ha publicado 218 obras de teatro y más de 600cuentos, guiones para televisión, libros de técnica literaria y dramática, artículos, poemasentre otros. La Wayne State University lo consideró el autor más distinguido y prolífico deAmérica Latina. Entre otros ha escrito el libro Cuentos sociales de ciencia ficción (1976),que pronto será reeditado en una versión aumentada.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Carlos Enrique Saldivar (Lima, 1982). Director de la revista Argonautas y delfanzine El horla, publicaciones de literatura fantástica. Seleccionado en el Primer Concursode Microrrelatos Pluma, tinta y papel. Publicó Historias de ciencia ficción (2008),Horizontes de fantasía (2010) y El otro engendro (2012). Tiene en prensa Infrarrojos: unaselección de fantasía, terror y ciencia ficción. Forma parte del taller de creación literariaLos forjadores y del grupo Locus de escritores y seguidores peruanos de la literaturafantástica y similares. www.fanzineelhorla.blogspot.com * Daniel Salvo (Ica, 1967). Estudió abogacía para ganarse la vida pero su vocaciónreal es la enseñanza y la literatura de ciencia ficción. En 2002 inició la publicación deCiencia Ficción Perú. Cuentos suyos han sido traducidos al inglés, alemán, chino, francés eitaliano. Desde 2010 publica la columna Mundos imaginarios, los martes en el diario ElPeruano. En 2012 publicó en Clase de historia (Edita El gato descalzo 6). www.cifiperu.blogspot.comAntología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Tanya Tynjälä (Callao). Escritora de ciencia ficción y fantasía. Ha publicado La ciudad delos nictálopes y Cuentos de la princesa Malva. Sus libros se utilizan como material de lectura enPerú, Ecuador, Chile y Colombia. Incluida en La estirpe de sueño. Narrativa peruana deorientación fantástica de Gonzalo Portals, en Breves, brevísimos. Antología de la minificciónperuana de Giovanna Minardi, entre otras. www.tanyatynjala.com - http://piedraquecorre.blogspot.com/ * Foto de la Casa de la Amistad. Moscú – URSS (1966) Gustavo Valcárcel Carnero (Lima, 1945). Master en Ciencias químicas. Porvocación se considera narrador (cuento, poesía, guiones, periodismo libre), creativo decrucigramas ilustrados, diseño de libros y revistas; fotografía amateur. Tiene en preparaciónuna serie de cuentos.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938). Famoso a nivel mundial porsu poesía, ha sido considerado por el crítico Thomas Merton como el más grande poetauniversal desde Dante. Publicó en vida Los heraldos negros (1919), Trilce (1922) yEspaña, aparta de mí este caliz (1937); Poemas humanos (1939) aparece de formapóstuma. También escribió obras de teatro, novelas como Fabla salvaje (1923) y Hacia elreino de los Sciris (1928), cuentos como los reunidos en Escalas melografiadas (1923),artículos periodísticos, entre otros. Su esposa Georgette Marie Travers Philippart (Paris,1908-Lima, 1984) dedicó sus esfuerzos a que la obra de Vallejo no desapareciera, luego desu muerte.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres.Datos del compilador Presentación de Edita El gato descalzo y de Somos libres. Antología de literatura fantástica y de ciencia ficciónperuan en el Instituto Raúl Porras Barrenechea. Germán Atoche Intili (Lima, 1982). Reside en su ciudad natal, aunque ha vivido portemporadas en Piura, Buenos Aires y Roma para reconocer sus raíces familiares. Psicólogo,diplomado en Recursos humanos, investigó sobre inteligencia emocional en un grupo depoetas para su tesis de licenciatura. Desde 2005 administra Cosas que (me) pasan. Hapublicado poemas y cuentos. También ha realizado ponencias en coloquios internacionalescomo Lo fantástico diverso (2010). A partir de 2012 dirige el sello Edita El gato descalzo.Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
Edita El gato descalzo 11. Somos libres. Anuncio importante En Edita El gato descalzo apostamos por publicar semanalmente en e-book aautores de calidad, de forma gratuita y ecológica, a nivel mundial. Para sostener la realización de este proyecto buscamos auspicios y donaciones deempresas - personas interesadas como nosotros en democratizar el acceso a los libros,promover el hábito lector y desarrollar el bienestar personal. Esperamos sus comentarios, opiniones y otros al [email protected] ¡Nos leemos la próxima semana en Edita El gato descalzo! Encuéntrennos en Facebook, en Twitter (@El gato_descalzo), en Issuu, Scribd ySlideshare. elgatodescalzo.wordpress.com about.me/elgatodescalzo Sus donativos permiten que publiquemos nuevos libros gratuitos:Antología de literatura fantástica y de ciencia ficción peruana
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