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Taddhaeus - Mario Hinojosa

Published by Ciencia Solar - Literatura científica, 2016-05-29 08:08:54

Description: Taddhaeus - Mario Hinojosa

Keywords: Taddhaeus,Mario Hinojosa,Science fiction,´ciencia ficción,Ebooks,Libros

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FUTUROSCOPIASmercado. Aquello fue tener ganas de follar y en das que solo echas de menos cuando tienesvez de irte de putas secuestrar a una niña de que irte lejos, a otra patria, y entonces te dasdiez años para violarla en tu sótano. cuenta de dónde llevas la tuya, que no es en el pin de la solapa sino en las cosas que puedes »Además, desde cierto punto de vista, pres­ decirle a las mozas sin que te fostien y en lascindir de los bienes es bueno. cosas que para los demás son normales y a ti te parecen de mala educación. Y para que ese có­ ―¿Quiere decir que es bueno hacer voto de digo perviva, es necesario el esfuerzo colectivo.pobreza? Algunos prefieren jugarse la vida. Otros dan dinero. Y otros no hacen ni lo uno ni lo otro y ―No, pobreza es trabajar diez horas al día nos acusan a los demás de no llevar el pin en lay no tener para alimentar a tu familia. Eso es la solapa. Dime lo que criticas y te diré lo queauténtica pobreza. Renunciar voluntariamente practicas. ¿Comprende, joven?a los bienes materiales es otra cosa. Verá, jo­ven, le contaré una anécdota. La primera vez ―No.que viajé al país de usted yo estaba escribiendo La verdad es que no entiendo nada. Esteuna novela malísima, porque por aquel enton­ hombre, y quizá esta gente, pues aún no he te­ces quería ser escritor. Y un día se me abrió nido oportunidad de entrevistarlos y compro­una botella de agua en la mochila y mi ordena­ bar si realmente comparten un código distintodor portátil se empapó. Y dejó de funcionar. del mío o del de Casares, vive de una forma¿Sabe qué hice? Compré un cuaderno y un boli que yo no puedo entender ni aceptar.y seguí escribiendo. Desde entonces, creo que Pero en ese momento, el único código quetengo demasiadas cosas. Y a pesar de eso, fíje­ ambos compartimos retruena desde el océano.se, tengo esta frustración de que nunca podréser como los misioneros cristianos, que hacen Foto: Hundimiento del portaaviones USSvoto de pobreza. Pero sí que trato de renunciar Enterprise junto a la costa de Gibraltar, el 7 dea todos los bienes posibles. marzo de 2020, dos semanas después de la in­ vasión (Reuters). »La inmensa mayoría de las cosas que po­see la gente son innecesarias. Y muchas veces, Perdone el lector que vuelva a interrumpirla gente las tiene por presión social, porque las con mi propia biografía, pero la primera veztienen los demás. Renunciar a tener es una de­ que escuché un fragor semejante fue cuandocisión casi imposible de tomar, pero hay que era un niño y vivía en Miami. Yo no lo escuchéhacerlo. en directo, sino por televisión, como casi todo lo que los niños de mi generación han experi­ »Vivir no es necesario, navegar sí. Y uno so­ mentado a lo largo de sus vidas.lo necesita lo que le cabe en la mochila. Yo, co­mo soy débil, me limito a no tener móvil. En realidad, hubo muy pocos seres huma­ nos que pudieron contemplar la invasión del No me sorprende que Casares no tenga mó­ planeta Tierra con sus propios ojos. Solo cercavil. Lo que me sorprende es su afirmación si­ del polo Sur, en Sudáfrica y Argentina y en al­guiente. gunas costas de Australia. ―Sabe que pagamos impuestos, ¿no? Y ahí se grabaron los vídeos que yo vi por ―¿Por qué? Si viven al margen de todo. televisión. Los de un enjambre de naves espa­ ―Pues no sé. Porque para pagarle la pen­ ciales, perfectamente esféricas, precedidas porsión al ministro Innombrable no dan ganas, un rumor brusco, horrísono, enervante, queno. Decía Oscar Wilde que el patriotismo es lavirtud de los depravados. Cuando uno es un tor­turador, un violador, un fascista... pues lo úni­co que puede presumir es de ser patriota. Peroel patriotismo debería ser otra cosa... lo que ledecía antes: la preocupación por el biencomún. El aportar para un proyecto comúncon el que compartes algo, lo que sea. La patriaes la cultura, no unas líneas en un mapa: un có­digo de contingencias conductuales comparti­ 51

FUTUROSCOPIAStraía a la mente la imagen de alguien que res­ vasores empezaron a asomar la chepa por eltregara sus dientes por una roca granito hasta estrecho. Claro, ahí ya... ni con hachís.quebrárselos. »Resulta increíble si uno lo piensa con Nadie sabía qué iba a pasar. El presidente perspectiva histórica. Durante la Segundahabló por televisión para decir lo de siempre: Guerra Mundial, murieron sesenta millones deque si la libertad, que si la independencia. Ya personas, pero fue posible reconstruir el conti­entonces sonaba hueco. nente. La invasión no produjo ni la décima parte de las bajas, pero mandó el mundo ente­ ―Sí, me acuerdo de aquel discurso. Y de ro a la mierda: sin comercio marítimo, sin pla­los tertulianos, manipulando el asunto. El mi­ taformas petrolíferas, sin turismo de playa...nistro Innombrable, en aquélla época, después todo se colapsó, aunque no nos dimos cuentade haberlo inhabilitado tres veces, se hizo tertu­ hasta que nos quedamos sin internet. Y esoliano. El lunes, dijo que habían sido unas pocas que enseguida lo arreglaron con los satélites,docenas. El martes, que ya habían despegado. pero ya daba igual. Y desde entonces la pobla­El miércoles, que eran unos pocos cientos. El ción no para de decrecer, sobre todo en Euro­jueves, que eran miles, pero que la reacción de pa. Se van todos a vivir al África ―que tienepánico de las masas estaba «provocada por la cojones la cosa― porque ahí todavía quedanizquierda liberticida que lleva décadas manipu­ recursos naturales que pueden transportarselando e intoxicando con la progrez esa del cam­ por tierra. Pero en las islas del Pacífico... esbio climático mientras se sientan a negociar que ya no queda nadie.con terroristas». Era un jueves de noviembre yél tío iba con camisa de manga corta. Y todo el ―Cree usted que la guerra con los alieníge­mundo estaba acojonado, porque las fotos por nas está perdida.satélite probaban que al menos habían ameriza­do cincuenta millones de naves extraterrestres. ―Sí, totalmente. No hay ninguna duda. Venga, acompáñeme. »Poco después, comenzaron los hundi­mientos. Poco a poco. Solo de algunos barcos. Y la verdad es que le acompaño. Todos losPero no había que ser un lince para darse cuen­ habitantes de Walden III han dejado atrásta de que aquello estaba provocado por los ex­ sus mercancías en el mercadillo medieval y setraterrestres. Y enseguida nos lanzamos a la van caminando con precaución por la carre­guerra. tera. Y yo debería hacer lo mismo, pero a pe­ sar del pavor que me cala hasta los huesos no »La guerra. Al final, es lo de siempre. En puedo evitar seguir los grandes trancos decaso de duda, los seres humanos optamos por Amador, que se llega hasta las baterías de lamatar al prójimo. Duró poco el entusiasmo. Lo defensa costera.malo que tenía internet ―le hablo de cuandotodavía no se habían cargado los cables subma­ El coronel nos lo explica en pocas palabras:rinos― era que uno nunca sabía si había dema­ no pueden hacer nada. A juzgar por el ruido, essiado ruido o poco filtro. Pero el caso es que demasiado grande.todo el mundo se enteró del hundimiento de laflota de submarinos del Báltico. Y en cuanto Casares mira al mar con tristeza y enciendelos voluntarios no fueron suficientes y comen­ un pitillo con el coronel. Es ilegal, claro, pero azaron los reclutamientos, la gente volvió a esca­ quién le importa el cáncer cuando se viene lapar de las levas, como en el siglo XIX. propia extinción.Marruecos se llenó de jóvenes españoles, quetrocaron su pánico a ahogarse dentro de un ―Lo peor de todo es que no saber quiénessubmarino por el miedo a hundirse en una pa­ son. ¿Cuánto llevan ya aquí? ¿Veinte años ya?tera. Yo estuve por ahí durante un tiempo y lo Virgen santa. Y todavía nadie les ha visto la ca­de emigrar en patera tuvo su retranca históri­ ra, ni han dicho esta boca es mía. La gente dejóca, porque los españoles siempre acabamos ha­ de hablar del tema hasta que hace un par deciendo lo que más nos encabrona de otros años los científicos se dieron cuenta de que co­pueblos. Lo malo fue cuando las naves de los in­ menzaba a haber evidencias de que el calenta­ miento global se había detenido y de que a lo mejor el planeta se iba a enfriar. Y claro, digan lo que digan en Moscú, aquí todos pensamos 52

FUTUROSCOPIASque vinieron por eso: para que no jodiéramos ca; hiriendo con crueldad la superficie delmás la Tierra, no fuéramos encima a colonizar océano en su lento ascender hacia el espaciootros mundos. Y por eso no han invadido las exterior del que provino. Olas indeseadas rom­costas ni nos han exterminado. Quieren que pen contra los acantilados, como si el mar senos extingamos nosotros solos: tranquilitos y quebrara en llanto y buscara el abrazo cariñososin incordiar. de unas rocas comprensivas, empapándonos a todos con una espuma que siempre se antoja Por un instante, la ira se sobrepone al mie­ sanguinolenta: la hemorragia del corazón dedo y le reprocho a Amador que no usen las ar­ un planeta al que sus hijos no supieron valorarmas que poseen para defenderse de los hasta que dejó de ser suyo.invasores extraterrestres que han destrozadopor completo el progreso humano. ―Walden III no es una utopía. Las utopías son sueños de futuro y a la humanidad no le ―¿Y de qué serviría? Moriríamos todos. Ya queda ninguno. Walden III es un lugar dondeestamos muertos, en realidad, lo que pasa es venir a pasar los últimos años que nos quedenque no nos damos cuenta. Vea joven, ni siquie­ volviendo a ser hombres. Hombres con amor ara estos días usted y yo hemos dejado de hacer­ la verdad y gusto por la compañía. No trozosnos pajas mentales. La especie humana lleva de carne con ojos, huecos de dinero y soledad.décadas con el fin del mundo, tal y como lo co­nocíamos, ahí mismito, delante de nuestras na­ FINrices. Y seguimos dale que dale, discutiendohasta las cosas más obvias, sin hacer nada alrespecto. Como si nos quedara futuro. Y allá, en lontananza, divisamos una esferade color oscuro, como tallada en cristal de ro­ Mi más sentido reconocimiento a todos los amigos a los que les he robadomiserablemente, para la construcción de esta historia, frases magistrales producto de la embriaguez o de la sabiduría. Nueva York, 22 de diciembre de 2012 53

«Es un sistema de pequeños faros en mitad del universo.Cuando una nave llega a una baliza, toma contacto con la siguientepara cambiar su rumbo. Es un sistema automático y efectivo que la Hegemonía instauró hace ya más de cien años.»

FUTUROSCOPIASPRISMA: RUTAS Por Juancho Carrillo Ilustración de Ricardo Garcia Hernanz Parte I: Alístate y verás mundos seguir un buen trabajo. Ni siquiera soy ciudadano. No puedo votar, aceptar cargos he­ En mi trabajo es difícil jugar a las cartas, gemónicos de importancia ni tener un patri­creo que por eso empecé a tomar drogas. Claro monio superior a… bueno, eso no va a ser unque para entenderlo hay que conocer toda la inconveniente, desde luego.historia. Un chico de diecisiete años con tarjeta De pequeño me diagnosticaron hiperner­ genética de clase gamma y sin dinero solo pue­viosismo acelerado (HNA), una deformación de buscar trabajo en un sitio: la Oficina de Trá­menor en el sistema nervioso causada por las fico Interplanetario de la Hegemonía. No haceradiaciones. Para controlarme, me volví un falta experiencia, ni tarjeta alfa o beta, ni en­ludópata. Puedo barajar cartas con una sola trevista, ni nada. El año pasado la Hegemoníamano mientras como sopa con la otra. En se­ comunicó en una circular que los criminalesrio. Cualquier tipo de sopa. Al principio em­ condenados a dos años por delitos menorespecé con solitarios, pero más tarde acabé serían perdonados si firmaban un contrato deconociendo todos los juegos del maldito univer­ cinco años con la OTI. El proceso de selecciónso. Necesitaba hacer algo, lo que fuera, cual­ no es muy depurado que digamos.quier cosa que me mantuviera activo o misnervios me volverían loco. La verdad es que yo ni siquiera sabía en qué consistía el trabajo, no había salido nunca El problema fueron mis padres, o más bien de mi planeta natal y por supuesto no tenía nisu muerte. Eso me sacó a la realidad y tuve que idea de cómo funcionaban los viajes interpla­buscar trabajo. Mi familia era de clase baja, netarios.mis padres nunca tuvieron créditos para nada,por eso me engendraron. El planeta Cassius­3 El mismo día que presenté mi solicitudestá prácticamente deshabitado y la Hege­ (una hoja con mi nombre y edad) fui admitido.monía da una subvención por cada hijo a partirdel segundo. Lo malo del planeta Cassius­3 son Al principio te llevan a unas instalacioneslas radiaciones, por eso está deshabitado. subterráneas debajo del espaciopuerto. Es la zona de instrucción. Allí pasé seis meses de Nadie sabe muy bien si proceden del aguje­ aprendizaje. Éramos un grupo de veinte candi­ro negro del segundo cuadrante o de las explo­ datos, cada cual con peor pinta que el anterior,siones para abrir nuevas vetas de minerales. El pero no tardé en hacer amigos con mi habili­caso es que yo fui víctima de esas radiaciones. dad para las cartas. Te dan de comer, tienesEso destrozó a mis padres por dos razones: la derecho a una ducha a la semana y a una litera.primera es que cuando se tiene un niño con Además, tienes mucho tiempo libre, bueno,HNA no se pueden tener más hijos, las radiacio­ durante los primeros días.nes vuelven a la madre estéril, y la segunda esque un chico como yo no tiene tarjeta alfa, es de­ Recuerdo perfectamente mi primera clase.cir, no tiene genes puros y es casi imposible con­ El profesor era un oficial de la guardia he­ gemónica. Ninguno sabíamos su rango, así que le llamábamos «general». Era un tipo de unos 55

FUTUROSCOPIAScincuenta años, de aspecto férreo y ojos ardien­ ta. Él se aclaró la garganta y nos miró uno ates. Era calvo y tenía una perilla muy bien cui­ uno con su mirada ardiente, que, curiosamen­dada. La verdad es que nos sacaba un par de te, congelaba.cuerpos a cada uno. Tenía unos brazos que pa­recían grúas y no dudaba que podría arrancar­ –Bien, os voy a explicar qué es una ruta.nos la cabeza de una colleja. De hecho, Creo que no visualizáis muy bien qué cojonestambién nos sacaría un par de cabezas si estu­ son. No son carreteras ni caminos de baldosasviese de pie, pero de todas maneras conservaba amarillas. Es un sendero formado por balizassu aura de autoridad desde la silla de ruedas. de señalización, pequeños satélites que flotanAún recuerdo su voz ronca y fuerte cuando se en el espacio con unas coordenadas determi­dirigió a nosotros por primera vez. nadas. Estas balizas lanzan su señalización a la nave que viaja por la ruta, guiándola a través –¡Estar en la OTI no es trabajar en una mi­ del espacio. Es un sistema de pequeños farosna podrida y cavar con un pico neumático co­ en mitad del universo. Cuando una nave llegamo un descerebrado! ¡Estar en la OTI no es a una baliza, toma contacto con la siguientemendigar como un parásito! ¡Estar en la OTI para cambiar su rumbo. Es un sistema au­no es que te miren como a un jodido tarjeta tomático y efectivo que la Hegemonía instauróomega! Esta institución forma parte del ejérci­ hace ya más de cien años.to de la Hegemonía. Por encima de vosotros es­toy yo y luego DEM, el dios­máquina. Lo A mí se me ocurrió otra pregunta, algoqueráis o no, desde ahora sois guardias fronte­ más inteligente que la anterior, pero tenía unrizos con la sagrada misión de proteger las au­ poco de miedo del general. Pese a eso, levantétopistas de las estrellas. Sin nuestra labor, el la mano temerosamente y la hice casi balbu­universo no funcionaría. Sin nuestro esfuerzo, ceando.no habría comercio, ni viajes, ni naves. Somosla base de la escalera. Si alguien os mira por en­ –Si... si todo es automático... ¿qué hace­cima del hombro, recordadle que puede ir a vi­ mos nosotros?sitar a su jodida familia porque vosotros lopermitís, que puede irse de vacaciones porque Aquello hizo que las ruedas dentadas devosotros hacéis vuestro trabajo. Somos una or­ metal oxidado de las cabezas de mis compañe­ganización tan necesaria como el respirar. ros girasen un poco. Empezaron los comenta­¡Tenéis que estar orgullosos de lo que hacéis! rios, pero el general los atajó rápido con un duro golpe sobre la mesa. La verdad es que si le sueltas ese discursi­to a una panda de excrementos sociales desce­ –Vaya, chico. Tú llegarás pronto a oficialrebrados logras captar su lealtad. Les haces fronterizo. Efectivamente, todo es automático,sentir importantes. Al principio yo me sentí pero como ya he dicho, esas balizas llevan cienigual, parte de algo. Ahora más bien me siento años funcionando. Los errores, las averías y lospartido. cambios de señalización son comunes, por eso se crearon los Centros de Control, o CDC, como Durante el primer mes te explican cómo los llamaremos a partir de ahora. Un CDC es unfuncionan los viajes. Existen rutas. Las rutas co­ satélite bastante más grande que una baliza,munican sistemas solares, aunque algunas son con capacidad para cuatro personas y una auto­«ilegales». Bueno, esas no están muy bien vis­ nomía de seis meses. Cada CDC tiene monitori­tas, pero se acepta el hecho de que existen. La zadas mil balizas de una ruta; si algo falla, losprimera pregunta de Tommer, un tipo muy al­ guardias fronterizos se encargan de repararlo.to cuyo cociente intelectual era inversamente Para ello disponen de lo que denominamos del­proporcional a la distancia que había entre su fines. Son naves biplaza para moverse entre lascabeza y el suelo, fue que cómo era posible balizas con un kit completo de reparación. Esaconstruir carreteras en el espacio. El general es­ será vuestra función. Vigilar el funcionamientotalló en carcajadas y todos le imitamos, aunque de una ruta en un trecho de mil balizas. Paranos miramos dubitativos, porque ninguno ello seréis instruidos durante seis meses en elteníamos ni la más remota idea de la respues­ uso de una estación CDC y los delfines. –¿Eso significa que somos mecánicos de mantenimiento? –esto lo pregunto Ri­Wal, un 56

FUTUROSCOPIASpequeño tipejo de piel cobriza, ojos rasgados mos «Pelos» a secas. El mes se me hizo muyy voz aguda. corto, y la verdad es que no habíamos hecho demasiadas prácticas, pero el momento había –¡Sois guardias fronterizos! ¡Leales solda­ llegado.dos del ejército de la Hegemonía, eso es lo quesois! Nos montaron con el equipo reglamenta­ rio en un crucero de guerra clase Santiago y –¿Tendremos armas? –esta vez era de nue­ nos instalaron en la bodega. Por lo visto, el res­vo Tommer, con una extraña cara de felicidad. to de soldados no nos tenían mucho respeto. Algunos de mis compañeros erguían la cabeza –Por supuesto. Todos los CDC tienen un y sonreían con aspecto de idiotas lobotomiza­kit de guerra supletorio en caso de alerta. dos, recordando las palabras del general, pero yo sabía que aquel tipo era sargento y solo Allí se quedó la conversación y la clase. hacía su trabajo. Nadie nos llama guardiasPor lo menos ya teníamos más claro cuál iba a fronterizos, para todo el mundo somos «bali­ser nuestro trabajo. En los meses siguientes ceros». Así son las cosas. Por supuesto, noaprendimos mecánica básica, supervivencia es­ existe el rango de oficial fronterizo.pacial, monitorización y todo lo necesario paramanejar un CDC. La verdad es que toda la tec­ Así, me vi viajando durante varias sema­nología que usábamos parecía estar hecha para nas hasta que llegamos al primer CDC. Allí ba­subnormales. Manejar un delfín era como ju­ jamos nosotros cuatro y nos instalamos comogar a un holojuego, y los paneles de control pudimos en el interior de aquella cafetera. Tu­tenían las instrucciones escritas dentro, con le­ vimos bastantes problemas para entrar, cho­tra clara. Los botones se diferenciaban por colo­ cando constantemente con las mochilas y elres, no por claves o nombres, y eran bastante equipo extra. La verdad es que los primerosgrandes. Para activar un escáner había que dar­ cinco días fueron horribles. Al sexto pusimosle al botón verde, para lanzar un delfín al azul. la primera regla: mientras uno se mueve, losLa verdad es que la Hegemonía tenía claro qué otros tres se quedan quietos.tipo de personas iban a aceptar estar metidasseis meses en un maldito satélite perdido en el La gravedad cero es alucinante. La sensa­espacio. ción de ingravidez te hace sentir genial, pero tiene sus inconvenientes. Por ejemplo, no pue­ Durante cinco meses aprendimos la teoría des jugar a las cartas.necesaria y el último mes salimos de las instala­ciones subterráneas y fuimos al espaciopuerto. Parte II: Prisma puroAllí realizamos prácticas en gravedad cero ynos enseñaron un CDC por dentro. Era como En seis días lo único que hicimos fue inten­un bote de cereales de metal oxidado tamaño tar encajar dentro del CDC. Y lo digo de mane­familiar. Empecé a plantearme cómo cabrían ra literal. Cuando más o menos habíamoscuatro personas dentro. Cuando me tocó el tur­ aprendido a convivir en el mismo espacio, co­no de entrar, la verdad es que quedé maravilla­ menzó el verdadero problema: el tiempo libre.do. Era increíble cómo habían logrado metercuatro camas, un baño y un panel de control en La rutina era siempre la misma. Ocho ho­aquel reducido espacio. La mente del hombre ras durmiendo, dos horas de ejercicio físicoes muy original. ¿Quién necesita dormir hori­ para que no se nos atrofiase la musculatura,zontalmente en gravedad cero? Se aprovecha dos horas para comidas, una hora de lecturamás espacio si duermes de pie, total, no te vas (siempre en voz alta, por cierto) del manual ya enterar. una hora de revisión técnica de las balizas. Eso hace catorce horas preprogramadas al día y Hicimos cinco grupos de cuatro personas, diez horas libres para desquiciarse. Cada seisy mi maravillosa suerte me llevó a formar equi­ días tocaba una hora de práctica con un delfín,po con Tommer, Ri­Wal y un tipejo que tenía y la verdad es que era lo más divertido de todo.tanto pelo que no se le veía la cara. Nunca Además, mi hipernerviosismo me daba algunahabía hablado con él, parecía bastante autista,y aquello hizo que me cayese bien y todo. No lo­gramos entender su nombre, así que le llamába­ 57

FUTUROSCOPIASventaja. Mis reflejos pilotando eran muy bue­ un discreto 65%, y no era demasiado bueno pi­nos, y pronto comencé a realizar maniobras lotando. Creo que no le gustaban mucho loscomplejas. El problema es que no paraba de ha­ delfines y lo hacía mal a propósito. Nunca pue­cerlas, claro, y lo cierto es que eran del todo in­ des fiarte de alguien con la voz aguda. Eso menecesarias. Ri­Wal decía que el objetivo de los repetía mi padre constantemente. Aunque creodelfines era llegar rápido a una avería y reparar­ que se refería a otra cosa. Pelos, nuestro devo­la, no hacer tirabuzones entre las balizas. Me rador de manuales técnicos, llegaba a un sor­ofendí y discutimos, pero, en el fondo, el pe­ prendente 96%. Pero era demasiado lento yqueñajo tenía razón. Yo era como un cirujano torpe con el delfín. Yo podría llegar a la averíaque va hacia el quirófano bailando por los pasi­ y equivocarme diez veces, que Pelos seguiríallos y parándose a dar volteretas en cada esqui­ intentando abrocharse el cinturón de seguri­na. Mientras, su paciente se muere. Si lo llego a dad para arrancar. Lo que en realidad mesaber, me hubiese metido a competir en carre­ ponía de mal humor era que si había algunaras de deslizadores. O en un jodido circo inte­ avería, Ri­Wal insistiría en que se encargararespacial. Tommer. No es ningún secreto que en pocos días co­ Y es que Ri­Wal era un experto poniendomencé a ser el más odiado. Debido a mi HNA, reglas, organizando y midiendo los tiempos deno podía estar quieto. No paraba de moverme, todo. Era el típico líder de una clase llena detoquetear todo, curiosear las consolas o practi­ perdedores. Pelos hablaba poco o nada. A ve­car cómo repartir cartas en gravedad cero. Las ces menos. Pero se pasaba todo su tiempo le­miradas y reproches del resto comenzaron a yendo los manuales del CDC. Cuando habíaser parte de la rutina. Daba igual el motivo, alguna duda, él te podía citar en qué página delsiempre había algo que hacía mal. Me movía manual estaba la respuesta.demasiado, no dejaba espacio al resto, con­sumía más oxígeno, accionaba alguna alarma o Comencé a pensar que la elección del gru­se me escapaba alguna carta que iba a parar a po no había sido tan al azar como podría ima­la cabeza de Ri­Wal. Quizá esto último fuera in­ ginarse. Todos teníamos un perfil, una tareatencionado. natural en el CDC. ¿Cuál era la mía? Buena pregunta. La verdad es que supongo que yo El resto parecía aprovechar el tiempo. Tom­ pertenecía a ese grupo «de relleno» que nomer demostró que era el más rápido manejando cumple ninguna función en especial. Me recor­el delfín, lo cual me mataba de envidia. En los en­ daba a cuando hacíamos equipos en los holo­trenamientos, sus tiempos eran los mejores, y juegos y me quedaba siempre de reserva.además tenía un 80% de puntuación en las si­mulaciones de reparación. ¿Cómo es posible que Generalmente, pasábamos mucho tiempoun tontorrón llegue a un 80%? Lo cierto es que en silencio. Pelos era una tumba, Tommer sela tecnología de las balizas estaba pensada para quedaba embobado con cualquier cosa y yo megente como Tommer. Reparar era un tarea senci­ concentraba en pensar qué hacer para calmarlla, en realidad, solo había que seguir al pie de la mis nervios. Así que, de vez en cuando, Ri­Walletra las instrucciones de la consola y asegurarse salía con algún tema.dos veces de cada paso. Digamos que la mentede Tommer y el ritmo de las instrucciones de la –¿Qué será el núcleo de prisma?consola iban en armonía, a la misma ve­lo­ci­ Creo que se lo preguntaba en voz alta paradad. A mí me sacaba de quicio, por supuesto. En sí mismo mientras revisaba la consola, pero to­los días buenos, alcanzaba un 26% de eficacia. dos nos quedamos helados cuando Pelos leMe mataba tener que esperar a la siguiente or­ contestó con voz calmada. Era tan inusual es­den de la consola, y empezaba a trastear por mi cuchar su voz, que parecía que hablaba unacuenta, intentando adelantarme a los proble­ quinta persona.mas. Suena bien, pero lo que ocurría con más fre­ –Es una barra prismática de energía quecuencia era que me equivocaba y tenía que mantiene el CDC en funcionamiento duranteempezar de nuevo. Era frustrante. Ri­Wal tenía seis meses. Las consolas, los sistemas internos, los delfines... todo se alimenta del núcleo. Ri­Wal miraba a todos lados, intrigado. 58

FUTUROSCOPIAS – ¿Qué ocurre? –le dije, con la esperanza profundizar un poco más en mi explicación.de que algo de conversación me distrajera. –La droga pura, ya sabéis, la que llega –¿Y dónde está? ¿No debería ser enorme? desde el tercer cuadrante, está... inmaculada. La voz de Pelos contestó, con algo de con­ Aquí los traficantes la adulteran, la mezclandescendencia. para rebajar sus efectos y ya nos la venden. De –El prisma puro ocupa muchísimo menos cada kilo de droga pura pueden sacar... yo quéespacio que el prisma híbrido. Y además de sé, una tonelada de dosis para clientes.eso, creo que una de cada dos páginas del ma­nual dice: «No tocar ni extraer nunca el núcleo –Joder –dijo Ri­Wal asintiendo–, lo hasde prisma». clavado. Pelos lo dijo imitando la típica voz robóti­ca de las holonoticias y Tommer se rio. Yo me –Me parece un poco... blasfemo, eso quereí, como una hiena, de la risa bobalicona de has dicho –me replicó Pelos.Tommer, y Ri­Wal se carcajeó con su voz agu­da. Imagino que detrás de su cortina peluda, el Ri­Wal puso los ojos en blanco y se mor­enigmático Pelos esbozaría una sonrisa silen­ dió la lengua. Pelos era muy callado, pero porciosa. Creo que era la primera vez que hacía­ lo visto era bastante devoto de la Disciplina demos algo en equipo. Aunque simplemente la Máquina. En una colonia minera como lafuera reírnos. nuestra no era algo infrecuente, pero yo duda­ –Eso suena a invitación –dije, tambori­ ba bastante que la tecnología y la energía tu­leando con los dedos sobre el marco de mi ca­ vieran un origen... divino.ma­armario. Nos quedamos un rato en silencio de nue­ –En las antiguas escrituras del Deus Exvo, mirando por todos lados disimuladamente. Machina se habla del prisma como algo sagra­Entonces alguien pronunció las palabras que do. Contemplar este toblerone debería abrir­todos estábamos pensando. nos los ojos. – Podríamos... buscarlo. Creo que tardamos unas cuantas horas, Creo que fue la vez que más palabras se­buscando por turnos. Había que respetar la pri­ guidas dijo Pelos. Por las caras de mis com­mera regla: cuando uno se mueve, el resto se pañeros, creo que él era el único creyente, loquedan quietos. Fue Pelos el afortunado, cómo que reforzó mis pensamientos de que los gru­no. Se sabía de memoria nuestra cafetera espa­ pos no estaban escogidos al azar.cial. Resulta que el núcleo de prisma estaba de­bajo de la consola principal, detrás de un panel –¿toblerone? –preguntó Tommer con sutriangular fuertemente atornillado. clásico tono de bobo. Fueron unos momentos de absoluto silen­cio. Pelos tenía en las manos, literalmente, un –Es un término que se usaba en Terra Sa­prisma de luz blanca pura. Ni siquiera parpa­ cra para referirse a las celdas energéticas dedeamos cuando se encendieron las luces de prisma como esta.emergencia y en la consola apareció un mensa­je de alerta con una cuenta atrás. –¿Y qué significa? –Creía que el prisma era azul –dijo Tom­ –Nadie lo sabe. Pero es sagrado.mer, rompiendo el silencio. –¡Solo DEM lo sabe! –dijo Ri­Wal en tono –El prisma híbrido es azul, idiota. Este es irónico, pero lo único que consiguió fue arran­puro, por eso es blanco. –Ri­Wal contestó sin car una amplia sonrisa a Pelos.desviar sus ojos –Entonces... –Tommer puso una cara que –Es como la droga, Tommer –dije, inten­ me asustó un poco– Esto vale... millones detando hacer un símil. créditos. Cuando los tres me miraron con cara de Todos volvimos a mirar el núcleo de pris­no entender a qué me refería, vi que tenía que ma y esta vez el silencio que se formó fue más bien... incómodo. Gracias a DEM, la voz robó­ tica de la consola desvió nuestra atención. –Introduzca el núcleo de prisma en el con­ tenedor. Dispone de treinta segundos. Veinti­ nueve segundos. Veintiocho segundos.... –¡La cuenta atrás! –dijo Pelos, mirando la consola. Rápidamente, volvió a introducir el núcleo en su lugar y cerró la tapa. 59

FUTUROSCOPIAS Estuvimos un par de horas sin decir nada. Lo curioso es que no recuerdo los cinco mi­Creo que todos planeábamos cómo matar al nutos siguientes. Fue una reacción totalmenteresto y huir con el prisma puro en el bolsillo. automática. Tommer se puso el traje de piloto yEra un poco ridículo huir de un satélite perdi­ se preparó para pasar a la cámara de despresu­do en medio de la nada. Ridículo. rización. Pelos repasaba el código de avería pa­ ra saber a qué nos enfrentábamos. Ri­Wal Pero lo cierto es que con tanto tiempo li­ estaba en la consola calculando el tiempo quebre, empecé a echar cálculos de velocidad y Tommer tardaría en llegar a la baliza averiada.autonomía de un delfín. ¿Y yo? Pues sorprendentemente, estaba coloca­ do para equipar las herramientas adecuadas pa­ Parte III: Por accidente ra la avería y lanzar el delfín. Los siguientes días fueron... extraños. Las ho­ Impresionante. Éramos un equipo. Meras de rutina eran sencillas, pero después pasába­ dieron ganas de coger al que nos puso a losmos grandes periodos en silencio. Ese silencio cuatro en el mismo grupo y darle un abrazo.paranoico tan típico de cuando estás encerrado Seguro que era un tarjeta alfa con carrera uni­con tres desconocidos en medio del espacio con versitaria.una fortuna escondida debajo de la consola decontrol. Bueno, quizá no fuera TAN típico. –Contacto con nave no identificada –leyó Pelos en alto. Por supuesto, todos le miramos La paranoia nos empezaba a carcomer extrañados–. Es el código de alarma de la con­por dentro. A todos. Cada minuto en silencio sola –añadió, encogiéndose de hombros.aumentaba la tensión, y si alguien decía algo,todos intentábamos malinterpretarlo. Lo que Durante nuestros seis meses de aprendiza­se dice un ambiente «distendido». je, habíamos estudiado un centenar de códigos de alarma. Pero, en realidad, solo hicimos Era curioso ver cómo, cuando alguien se prácticas de los nueve más comunes. Erroresacercaba a la consola principal, o cerca de don­ en los sensores de las balizas, suciedad en losde estaba el núcleo de prisma, los otros tres vi­ paneles, cortocircuitos y cosas así. Todo el me­gilaban cada movimiento. Por supuesto, me canismo automatizado que nos había hecho to­incluyo. Mis nervios no ayudaban, y dentro de mar posiciones se vino abajo.mi propia paranoia me creía el más paranoicode todos. –¿Qué quiere decir eso exactamente? –pre­ gunté al aire. Ya no me parecía que Tommer mirara fija­mente la nada como un bobalicón. Realmente –Creo que habría que coger el kit de guerraestudiaba qué podía emplear como arma para supletorio –balbuceó Tommer con los ojos ilu­matarnos a todos mientras dormíamos. Pelos minados.seguía leyendo manuales técnicos, pero seguroque todos pensábamos lo mismo: está estudian­ Ri­Wal lo fulminó con la mirada, y el ecodo cómo quitar el núcleo de prisma sin que sal­ de la paranoia volvió.te la alarma. Al menos, en mi paranoia, Pelosno nos mataba, solo huía con el prisma. Claro –No nos precipitemos –anunció Ri­Walque era tan malo pilotando los delfines que se­ con calma–. ¿Especifica instrucciones paraguramente acabaría muerto, estampado contra afrontar la alarma?un asteroide. Y Ri­Wal... qué decir del pequeña­jo de voz aguda. Cada palabra suya era veneno Pelos buscó en el manual rápidamente y seintentando ponernos a unos en contra de los aclaró la garganta antes de hablar.otros. Ese era SU plan, que nos matáramos en­tre nosotros y así él podría quedarse con todo. – Las directrices de actuación son: acceder a videocámara de baliza. Si hay confirmación Gracias a DEM, toda esa atmósfera de ten­ visual positiva, enviar holoimágenes a comisa­sión se disolvió de golpe. Solo hizo falta que sal­ rio hegemónico designado a través de la redtara una alarma de avería en la consola. sacra. En caso contrario, intentar contacto con delfín. A continuación, esperar instrucciones de comisario designado. –¿No dice nada del kit de guerra supleto­ rio? –preguntó Tommer con cara de niño triste. 60

FUTUROSCOPIAS –No –contestó Ri­Wal sin ni siquiera con­ –Tampoco nos pongamos tan radicales...sultar a Pelos–. Creo que está bastante claro. –dije sonriendo, intentando de calmar la situa­ ción. El grandullón se cruzó de brazos. Era gra­cioso, con el traje de vacío puesto, y enfurruña­ Por un momento pensé que era una bro­do. Mientras, Ri­Wal manipulaba la consola. ma, pero Pelos no tardo en despejarme cual­ quier posible duda. –Puedes poner las imágenes en la holopan­talla– dijo Pelos, emocionado. –Hay que informar a un monitor de la Disciplina de la Máquina ahora mismo –se –Ya lo sé –replicó con sequedad Ri­Wal, apresuró a decir Pelos. En esos momentos,aunque le vi dubitativo con los controles. movía las manos, más nervioso que yo. –Es el botón hexagonal azul –añadió casi –¿Blasfemos? –preguntó Tommer sin en­en voz baja Pelos. tender muy bien. –¡Ya sé qué maldito botón es! –Hay que informar para que destruyan la Ri­Wal fingió que hacía alguna comproba­ nave. Es una... aberración.ción extra y le dio al botón hexagonal azul conrabia. Fue entonces cuando todos nos queda­ En ese momento, los tres no devotos cru­mos con la boca abierta. zamos miradas. Menos mal. Por una vez me En el centro de nuestra lata de metal se gustaba estar en el bando mayoritario del gru­proyectó la imagen de una nave colosal. Era un po. Tommer parecía que seguía confundido,cohete gigantesco, con paneles solares como si Ri­Wal estaba serio, más bien contrariado, yfueran velas de un barco. El gran cilindro flota­ yo simplemente tenía una mueca intentandoba con la majestuosidad de una máquina anti­ restarle importancia, o no hacerle demasiadogua, primigenia y venerable. caso. –Es una nave generacional –dijo Pelos conun hilo de voz. –Esas no son nuestras órdenes –dijo con Hasta yo había escuchado las leyendas de autoridad Ri­Wal, y por una vez me alegré delas naves generacionales. las dotes de nuestro pequeño gran líder–. Si el En Terra Sacra, antes de que se descubrie­ comisario hegemónico lo considera apropia­ra el prisma y el viaje supralumínico, se lanza­ do... –continuó diciendo Ri­Wal– …será élron gigantescas naves cargadas de colonos, quien informe a la Disciplina de la Máquina.sumidos en un profundo criosueño. Pero la Es lo correcto, ¿verdad?ciencia fue irónica, ya que años después, eldios­máquina mostró a la humanidad el pris­ Pelos parecía rabioso, tenso. Se mordía elma, y se comenzaron a colonizar los cuatro cua­ labio y parecía que iba a saltar hacia Ri­Wal ydrantes. estrangularlo en gravedad cero con uno de sus Era el mito preferido de las colonias aleja­ mechones. Cerró los puños y asintió levemen­das. Un aventurero pobre y solitario encontra­ te, pero no parecía nada de acuerdo con la de­ba por casualidad una nave generacional y se cisión. Desde luego, el asiático era hábil. Es elhacía rico. ¿Quién no ha soñado con ello algu­ tipo de persona que quieres tener al lado cuan­na vez? En mi versión personal de la fantasía, do negocias comprarte un deslizador de segun­me curaban mi HNA, me «purificaban» como da mano.tarjeta alfa y me retiraba en alguno de los pla­netas verdes del cuarto cuadrante. Tommer y yo observábamos en silencio, Hubo un instante de silencio, y supongo sin saber qué decir. Si el núcleo de prisma eraque cada uno de nosotros pensó en su par­ como la paga de cinco años, una nave genera­ticular sueño de fortuna y riqueza. cional podría hacernos tan ricos como para –¿Sabéis lo que esto significa? –preguntó comprarnos un planeta. Con todas sus lunas.en alto Ri­Wal–. Tierra cultivable, comida, tec­ Yo me conformaba con vivir en un sitio sin ra­nología arcaica, secretos de la antigua Terra... diación y con atmósfera natural. El aire de las –Y miles de blasfemos en criosueño que de­ colonias terraformadas huele como… pescadoberían morir –terminó diciendo Pelos. envasado. –Si te quedas más tranquilo, Pelos, puedes hacer tú el contacto con el delfín para confir­ mar que se trata de una nave generacional y 61

FUTUROSCOPIASno... de cualquier otra cosa. A fin de cuentas, pa­ –Ha sido un desafortunado accidente –co­reces el más capacitado por tu... devoción –las mentó de pasada, con aún más frialdad que unpalabras de Ri­Wal era venenosas, podía sentir­ reptil.lo. Había notado que cuando el pequeñajo tra­maba algo, no miraba directamente a los ojos. Parte IV: Tres mejor que cuatroPero Pelos se tranquilizó y soltó la tensión delos puños. Pasamos casi treinta horas en un prolonga­ do e incómodo silencio. No sé si habéis pasado –Sí, eso... eso estaría bien –dijo, más cal­ alguna vez treinta horas en silencio con dosmado. Aun así, parecía bastante perturbado personas en un satélite minúsculo en mediopor la situación. del espacio. Es desagradable desde, más o me­ nos, el tercer minuto. Ri­Wal no comunicó el Ri­Wal se impulsó hacia las taquillas junto accidente, ni tampoco dijo nada de la nave ge­a la cámara de despresurización y sacó un traje neracional a nuestro comisario asignado. Lade pilotaje. Me quedé con la boca abierta cuan­ verdad es que lo prefería. Pensándolo con cal­do el pequeño asiático ayudó a Pelos a ponerse ma, seguro que nos mataban o encarcelabanel traje con cuidado. Parecía todo amabilidad. por haber visto una nave generacional. No creo que nos dejasen volver a una colonia a contar –Tú asegúrate de que es una nave genera­ aquello. Pero claro, ahora surgía la terrible du­cional, y entonces contactaremos con los man­ da de… qué hacer.dos superiores para que nos den nuevasórdenes –las palabras de Ri­Wal eran una mez­ Ninguno durmió, claro. Yo tenía tanta ten­cla de dulzura y autoridad. sión que empezaron a dolerme todos los músculos del cuello. Tommer me dio una gran Pelos asintió, aunque parecía estar con la idea. El grandullón se había comido su raciónmente en otro lado. Seguramente estaba ento­ de comida y la de Pelos. Floté hasta el hueco denando alguna letanía hacia DEM. Ri­Wal abrió Pelos y cogí su mascarilla de emergencia. Me lala cámara y ayudó suavemente a Pelos a pasar. ajusté y asigné una dosis generosa de la reservaTommer y yo ni siquiera nos dimos cuenta en de oxígeno del difunto. Él ya no la iba a necesi­aquel momento del detalle que se nos escapa­ tar, aunque le hubiese venido muy bien en laba, pero la sonrisa forzada del pequeño líder hi­ cámara de despresurización, la verdad. Empecézo que me recorriera un escalofrío. Ri­Wal a respirar profundamente, cada vez con inspira­cerró la puerta y volvió a impulsarse hacia la ciones más lentas y largas. Había oído hablar deconsola. El pequeñajo era bastante diestro mo­ los efectos de la hiperoxigenación, pero vivirlosviéndose en gravedad cero. Recordaba un com­ en primera persona era algo muy muy diferen­portamiento similar. Lo había visto en los te. Ri­Wal me miró de reojo con suspicacia, pe­holodocumentales. ro cuando entendió lo que estaba haciendo, sonrió y dejó de prestarme atención. No era una Fue entonces cuando Pelos se dio cuenta y amenaza para el lagarto de sangre fría. Tommervimos por el cristal de la puerta como se lleva­ también estaba más tranquilo. Siempre se que­ba las manos a la cabeza. No se oía nada al otro jaba de que no comíamos suficiente, así que lalado, claro, pero pude leer sus labios claramen­ ración doble le había dejado satisfecho. Creote: «¿Y el casco?». que pasamos así un par de horas más. El re­ cuerdo de la muerte de Pelos se diluyó, y yo flo­ Ri­Wal accionó la puerta del exterior y el taba en gravedad cero, tanto con mi cuerpovacío extrajo todo el oxígeno de la cámara de como con mi mente. Era una sensación adictivadespresurización. Los tres vimos en silencio co­ de éxtasis. Era la primera vez que no sentía elmo Pelos boqueaba, como un pez fuera del HNA jodiéndome cada segundo. De repente, yaagua, y era arrastrado hacia el espacio mien­ no quería estar en un planeta verde. Ahoratras sus globos oculares se inflaban. Yo desvié quería pasar el resto de mis días en una de esasla vista. Siempre he sido un cobarde a fin decuentas. Lo malo fue que al otro lado me topécon los pequeños ojos negros de Ri­Wal, obser­vando como un lagarto. Eso era. Un holodocu­mental de lagartos, y de cómo conducían a suspresas a trampas bajo el agua para ahogarlos. 62

FUTUROSCOPIASestaciones espaciales que son casinos inmen­ era. Estábamos viendo una gran ballena na­sos, en una habitación de lujo, simplemente en­ dando en el espacio.chufándome oxígeno de primera calidad. –El plan es sencillo –comenzó a exponer Tommer se pasó un buen rato haciendo Ri­Wal.ejercicios y maniobras. Como éramos tres,había más espacio. Bueno, más espacio, más co­ –¿Tenemos un plan? –pregunté enarcan­mida y más oxígeno. No es que me alegrara de do una ceja.su muerte, pero creo que igual los grupos de losCDC deberían ser de tres integrantes. Pensé en Ri­Wal me fulminó con la mirada. En me­incluirlo en mi test de evaluación, pero luego nos de un segundo pasaron por mi cabeza lasme di cuenta de que seguramente jamás relle­ imágenes de Pelos siendo absorbido por el es­naría ningún cuestionario al terminar nuestro pacio y el holodocumental de los lagartos.periodo en el CDC. Nuestro futuro era incierto. –Tenemos un plan –aseguró nuestro ama­ –En siete horas, la trayectoria de la nave do líder–. Y, como decía, es bastante sencillo.generacional se acercará lo suficiente. Tommer y tú os aproximaréis con el delfín has­ ta este punto. Las palabras de Ri­Wal me hicieron parpa­dear un par de veces y Tommer y yo nos incorpo­ Ri­Wal marcó con su fino dedo un cuadra­ramos casi a la vez para mirarle. Yo tenía un do azul en el holograma. Mantuvo el dedoligero dolor de cabeza. Bueno, era una sensación unos segundos, mirándonos fijamente. Queríaextraña. Como si me hubieran pinchado aire de­ asegurarse de que lo memorizáramos correcta­bajo de las cejas. Suena estúpido, pero es bastan­ mente.te cercano a la sensación provocada por lahiperoxigenación. –Es un punto de entrada. Eso os llevará a la cubierta de los hangares, seguramente. –¿Lo suficiente para qué? –pregunté convoz somnolienta, como si acabara de despertar –¿Seguramente? –preguntó Tommer concon resaca. inocencia. Menos mal que lo dijo él, porque yo iba a decir lo mismo, pero con un tono de es­ El asiático nos hablaba sin mirarnos, con­ cepticismo y sarcasmo. Si queréis un consejo,centrado en la consola de control. Llevaba horas no seáis sarcásticos con un tipo con ojos de la­haciendo cálculos. Cálculos que seguramente Pe­ garto que mata gente.los hubiera tardado minutos en realizar, dichosea de paso. Nuestro fallecido compañero –Evidentemente, todo son conjeturas. Nocumplía la función de técnico en el grupo, así tenemos los planos de una nave generacional,que en realidad el equipo estaba un poco cojo. ni sabemos qué estructura tiene. Pero eso deTaché mentalmente mi idea de que los equipos ahí es una exclusa de entrada –Ri­Wal escupíafueran de tres. cada palabra como si nos llamara a la vez idio­ tas y cobardes, pero dando a entender que se –Para abordarla, claro –respondió, mien­ estaba conteniendo. ¡Qué dictador han perdidotras movía el dedo sobre varios botones. Final­ las colonias!mente pulsó el hexagonal azul. –¿No había un… radar de resonancia o al­ Un holograma de la nave generacional se go así? Creo que Pelos lo… lo comentó algunaproyectó en medio del CDC. Esta vez, aparecía vez –dije, deseándome tragarme mis palabras.mucho más nítida y con detalle. No era un buen tema de conversación. – Vaya… –dijo Tommer, con la boca bien –La sonda de resonancia. El botón mora­abierta. do –afirmó Tommer con seguridad. Era realmente como un misil. Un cilindro Esta vez, Ri­Wal lo miró tan sorprendidocon un extremo redondeado y dos largos… pa­ que estuve a punto de carcajearme de risa. Elneles, o algo parecido, a cada lado. Solo se veía asiático podía ser cómico en ocasiones.el casco exterior, y algunas líneas de coloresque no tenía ni idea de qué significaban. Segu­ –Yo… –Tommer estaba tan sorprendidoro que Pelos lo sabía. La nave rotaba lentamen­ como nosotros de que supiera la respuesta–.te, girando sus dos paneles como aletas. Eso Creo que se lo oí a… No llegó a terminar la frase. Ri­Wal, con un gesto que mezclaba enfado, duda y curiosi­ dad, se giró hacia el panel de control. Pulsó un 63

FUTUROSCOPIASpequeño botón morado y luego comenzó a ma­ Me encantaban varias cosas de Tommer.nipular dos palancas del mismo color. Creo Su insistencia, su inocencia y que hiciera lasque pasó menos de un minuto, en silencio side­ mismas preguntas que a mí se me pasaban porral, cómo no. Pero entonces, se oyó un «ping» la mente sin que sonaran a «estamos jodidos».y el holograma de la nave se… rellenó. Apare­ció el interior, como por arte de magia. Había –La nave pasará de largo, seguirá su rum­un tubo central que atravesaba toda la nave. bo. Mientras vosotros abordáis la nave, yo si­Era el eje sobre el que rotaba. mularé una avería en el CDC y pediré que nos rescaten. Contaré el… accidente de Pelos y en –Eso parece una especie de ascensor. Y se menos de treinta horas aparecerá un crucerocomunica con nuestra exclusa de acceso –dijo hegemónico. Quizá sesenta horas.Ri­Wal, de nuevo frío, tranquilo y calculador–.Mirad el punto de entrada, sí que parece que No sonaba mal del todo, pero algo metiene una cámara de despresurización. ¡Ja! ¿Os chirriaba en aquel plan. No sabía muy bien ello dije o no? qué. Era más bien una intuición, una corazo­ nada. Por un lado, no podía dejar de lado mi El holograma mostraba claramente las sec­ paranoia. Estaba seguro de que Ri­Wal teníaciones de la nave, creo que la palabra técnica un plan dentro de su propio plan. ¿Quién nosque nos enseñaron es «cubiertas». Se adivina­ aseguraba que no notificaría la muerte de tresban ciertas formas en su interior. Por ejemplo, personas del equipo? Así se quedaría él con loestaba claro que las cubiertas inferiores eran que Tommer y yo sacáramos de la nave y na­motores y salas de máquinas, mientras que por die cotejaría su historia.encima de estas había varias secciones de alma­cenes. Seamos serios. ¿Quién dejaría vivo a Tom­ mer como cómplice de un asesinato? ¿Y a un –¿Qué son todos esos cuadritos? –pre­ tipo con HNA que no sabe callarse o estarseguntó Tommer, señalando las cubiertas me­ quieto? Ni de coña. El reptil nos estaba arras­dias. trando a su trampa, igual que hizo con Pelos. –Creo que… –comencé a decir, animado –Quedan siete horas. Descansad –dijo Ri­por el oxígeno de más en mi organismo–. Diría Wal, intentando parecer amistoso pero sin mi­que son los colonos. Parecen camas, ¿no? Bue­ rarnos a los ojos.no, si hacemos caso a las leyendas y rumores…cápsulas de criosueño. ¡Sin mirarnos a los ojos! Estaba escon­ diendo su verdadero plan. Ese en el que el pe­ Ri­Wal asintió, pensativo. Cuando se queño dictador asiático cumple su sueño deponía así, es cuando daba más miedo, por riqueza y poder mientras que sus compañeroscierto. Anticipa que nada bueno pasa por su mueren en medio de un peaje interplanetario.cabeza. Así que conté hasta cien, pensé en qué –Hay que seleccionar bien lo que nos lleva­ diría mi madre, asentí a Ri­Wal y fingí quemos –dijo por fin, sin desviar la vista del holo­ dormía. Con un ojo medio abierto. Y un des­grama. tornillador agarrado con fuerza en la mano iz­ quierda. Sí, soy zurdo. –¿Qué hay de ese plan? –dije, arriesgándo­me con una sonrisa y un guiño de ojo. Ese sería Parte V: Dentro de la ballenael típico momento en que mi madre me diríaque soy un idiota que no sabe callarse. Afortu­ Me desperté al oír la alarma de proximi­nadamente, Ri­Wal ni siquiera me estaba mi­ dad. Mierda, ¡me había quedado dormido derando, parecía ensimismado con la nave verdad! Hasta fingir se me daba mal. Si nogeneracional. hubiera gravedad cero, hubiera sido emba­ razoso que de repente se me cayera al suelo –El plan es abordar la nave y llevarnos to­ un destornillador afilado. Pero, por suerte,do lo valioso que encontremos en menos de simplemente lo tenía flotando al lado de miuna hora. Cosas pequeñas, que podamos car­ mano.gar y esconder con facilidad. Tecnología, tierracultivable, armas… lo que encontréis. –¿Y después? 64

FUTUROSCOPIAS –Es la hora –dijo Ri­Wal, intentando impri­ fondo el botón rojo liberando toda la tensiónmir algo de ánimo a sus palabras. Pero lo hizo acumulada. Si algo me gustaba de mi trabajo,sin mirarnos a la cara, claro. Mentalmente bau­ era pilotar el delfín, y os podéis imaginar queticé la acción como «dar ánimos indirectos». el botón rojo no es precisamente el freno. Tommer y yo nos equipamos con celeridad Lo… ridículo del asunto es que no hay sen­y eficacia, repitiendo lo que habíamos entrena­ sación de velocidad. Creo que tiene algo quedo una y otra vez. Activamos las videocámaras ver con el aire y el rozamiento, pero yo lo ex­de los trajes, comprobamos las intercomunica­ plico mejor diciendo que no hay farolas en elciones y ni que decir tiene que revisamos un espacio. No hay… puntos de referencia. Puedespar de veces nuestros cascos antes de salir a la ir a mil kilómetros por hora, que no te enteras.cámara de despresurización. La verdad es que Un buen piloto de delfín sabe manejar correc­cuando se cerró la puerta detrás de nosotros yo tamente las velocidades de aproximación y ro­sentí un escalofrío por la espalda, y supongo tación o terminará estampado contra unaque el grandullón también. Era inevitable pen­ «baliza que salió de la nada».sar en lo que le había pasado a Pelos. Pero ahí estaba yo, apretando con todas –¿Estáis listos? –la voz de Ri­Wal resonó mis fuerzas el acelerador con una sonrisa encon eco dentro de nuestros cascos y los dos nos los labios. Volví a escuchar la estática en el cas­sobresaltamos. Vimos por el cristal de la puer­ co, aunque creo que Ri­Wal no quería decirmeta la mirada del asiático, taladrándonos. nada. Simplemente era como darme un aviso de que estaba viendo lo que hacía. Malditas vi­ Aseguramos los enganches de los trajes a deocámaras omnipresentes. Miré la holopan­las barras de seguridad y una luz verde prece­ talla del delfín y calculé una aproximacióndió la apertura de la segunda puerta de la cáma­ conservadora a la nave generacional. Comencéra. Notamos el tirón del… vacío, chupando el a reducir la velocidad y conté mentalmenteoxígeno de la pequeña cámara y, después, la in­ hasta cien. Como si alguien la hubiera puestomensidad negra del espacio. de repente en frente de nosotros, contempla­ mos cada vez más cerca y más grande a la gi­ Noté que mi compañero no se movía, así gantesca ballena.que tomé la iniciativa y salí yo primero delCDC. El delfín estaba listo, esperándonos. La Debería medir unos tres mil metros de lar­maniobra en exteriores era uno de mis fuertes go, y no me imaginaba cómo diablos habíanen los entrenamientos, así que caminé por fue­ podido despegar de Terra y superar la atmós­ra de nuestro bote de cereales, siguiendo las fera sin emplear prisma. Era algo… descabella­barras de seguridad, y me tumbé en el puesto de do. Tracé el rumbo hacia el punto de entrada ypiloto del delfín. En teoría, tendría que pilotar sobrevolé a pocos metros la estructura metáli­Tommer y yo ir detrás. Pero lo cierto es que me ca con una sincera fascinación. ¿Cómo habíancausaba cierta satisfacción tocar los cojones a logrado construir algo así hace cientos deRi­Wal y alterar su plan, aunque solo fuera en al­ años? Sin DEM, sin Disciplina de la Máquinago tan nimio. ni casas de ingenieros. Y con fuentes de energía primitivas. Escuché un chasquido de estática en el cas­co, como cuando se abre una comunicación, pe­ –Es… increíble –oí susurrar a Tommerro no se llegó a producir. Creo que era Ri­Wal, por el intercomunicador del casco.a punto de decirme que dejara al grandullón pi­lotar, pero finalmente no lo hizo. –Cuidado con la aproximación, la nave ge­ neracional está en rotación –aprovechó para Tommer se subió detrás, al puesto del copi­ decir Ri­Wal. Era para mantener la sensaciónloto, tumbado a mi derecha, medio metro por de mando, claro. Seríamos realmente estúpi­detrás de los controles. No comentó nada, y me dos si no viéramos que el cilindro de metal dedio dos palmadas en la espalda. Era el gesto tres mil metros que teníamos delante de lasque me indicaba que estaba listo, así que de­ narices estaba rotando.sanclé el delfín del CDC y aceleré suavementemientras girábamos en busca del rumbo adecua­ Aun así, tomé buena nota e hice algunado. Cuando fijé la trayectoria correcta, pulsé a corrección de la trayectoria. Tampoco me ape­ 65

FUTUROSCOPIAStecía fastidiar demasiado a Ri­Wal. Realmente, una luz verde se encendió y la exclusa se abrió.la rotación era bastante rápida, así que me Pasamos a una cámara de despresuriza­costó algo más de lo que pensaba establecer elpunto de anclaje. Me tuve que guiar un poco ción bastante más amplia que la nuestra, aun­por mi intuición de piloto, así que bajé los man­ que en esencia bastante similar. Se habíandos con fuerza accionando el imán de la panza encendido unas luces tenues, anaranjadas, quedel delfín. La sacudida fue tremenda. Si hubie­ iluminaban la estancia con una atmósfera… nora sonido en el espacio, Ri­Wal me hubiera sé, antigua. Había una segunda puerta, claro, yechado la bronca por un «aterrizaje» tan brus­ una luz roja encendida. Curiosamente, habíaco. Afortunadamente, en el espacio nadie escu­ una escalera, pero puesta en horizontal. Perocha tus gritos. Ni tus malos aterrizajes. lo que más me llamó la atención no fue eso, si­ no la sensación de… mareo. Tommer me dio una palmada en la espalda,comunicándome que estaba listo. Fue tan suave –¿Notas eso, grandullón? –dije por el in­como mi maniobra. Eso significaba que el gran­ tercomunicador mientras buscaba algún aside­dullón estaba deseando «entrar en acción». La ro donde sujetarme.verdad es que, aunque brusco, había pegado eldelfín a la exclusa de acceso. Activamos los ima­ –¿Ocurre algo? –se apresuró a decir Ri­nes de las botas del traje y en apenas dos pasos Wal.Tommer y yo estábamos sobre la entrada. Una sensación extraña me traspasó desde –Los abrelatas deberían funcionar –ase­ la cabeza hasta el estómago. Me dio una arcadaguró Ri­Wal de nuevo, manteniendo el contac­ y me tuve que agarrar a la escalera para evi­to como «jefe de operación». Evidentemente. tar… caerme. Era algo que no sentía desdeEn el entrenamiento nos enseñaban a manejar hacía mucho tiempo. Era jodida gravedad arti­los abrelatas para acceder a cualquier tipo de ficial.nave. Su nombre técnico era «interfaz de acce­so», pero nadie los llamaba así. –Tiene gravedad. La nave tiene gravedad –dije, asombrado. Tommer abrió el pequeño bolsillo de lamuñeca del traje con alguna dificultad. Extrajo La instrucción hegemónica volvió a apode­los hilos del abrelatas muy despacio y buscó en rarse de mí y me orienté automáticamente. Enla exclusa un lugar adecuado. Era fascinante realidad, la escalera era vertical, no horizontal.verle manipular algo tan delicado con tanto cui­ El techo estaba delante y la exclusa que había­dado. Yo le señalé una rendija y Tommer exten­ mos pasado era el suelo. Un suelo, por cierto,dió los hilos hacia ella y activó el proceso. donde estaba Tommer tumbado, totalmente desorientado. A simple vista, solo hubo un leve destelloblanco de prisma. No tengo ni idea de cómo –Eso facilitará las cosas –aseguró Ri­Walfunciona un abrelatas. Solo sé que tiene que por el comunicador–. Os pasaré la ruta a laver algo con nanotecnología. Tampoco sé muy pantalla del casco. Deberíais… subir y pasarbien qué significa eso, pero supongo que es al­ dos cubiertas hacia la derecha.go pequeñito que se cuela y abre la nave desdedentro. Como cuando te roban un deslizador –Recibido –dije, cumpliendo mi rol de su­en el aparcamiento del espaciopuerto. bordinado–. Tommer, sígueme. El techo está ahí delante. –¿Seguro que va a funcionar? –preguntóTommer con incredulidad. La luz cambió a verde y la puerta del techo se deslizó. Comencé a subir por la escalera. Pese La verdad es que un abrelatas tardaba de a la extraña sensación, no me costaba mucho.media… un segundo en abrir una puerta, quizá La gravedad no era de 1 g ni mucho menos. Erados. Aunque no creo que nadie haya intentado similar a una pequeña luna, supongo. No es queabrir una nave de cientos de años que no usa haya estado en ninguna luna, pero sí sabía queprisma como energía. tenían una gravedad menos fuerte. Tommer se incorporó y comenzó a seguirme por la escalera Pero justo cuando pensaba que tendría­ con movimientos torpes. Nunca fue el más rápi­mos que dar media vuelta o plantar explosivos, do adaptándose a nuevos entornos. Salí a un pasillo iluminado con esa misma atmósfera anaranjada. Me puse de pie y ca­ 66

FUTUROSCOPIASminé unos pasos, dando grandes zancadas. El Parte VI: Una decisión difíciltérmino más adecuado creo que sería flotar.Tommer asomó la cabeza y miró a ambos la­ ¿Cómo describirlas? Bueno, las cápsulasdos. eran como bañeras, con una tapa de cristal y una luz azulada en su interior. Se adivinaban –El pasillo sube –dijo de forma críptica. vagamente formas humanas dentro, pero era Entonces miré a ambos extremos y lo en­ difícil asegurarlo a través de los cristalestendí. El pasillo era curvo. Es verdad que as­ translúcidos.cendía en ambas direcciones. Era un pasillocircular que seguía la circunferencia del casco Tommer estaba paralizado a mi lado. Im­exterior de la nave. Estaba contemplándolo, posible no quedarse perplejo ante tal visión.maravillado, cuando escuché la voz de Ri­Wal Afortunadamente, una fuerte sacudida nos hi­con un matiz que no había escuchado nunca: zo espabilar. Fue como un pequeño terremoto.miedo. No tenía ni idea de qué podría haberlo provo­ –Chicos… tenéis que daros mucha prisa, cado, pero el aviso de Ri­Wal y la estática en¿entendido? Dos cubiertas a la derecha, coged las comunicaciones me decía que teníamos unlo que podáis y salid de ahí a toda velocidad. problema bien gordo encima. Hice una seña a¡Rápido! ¡Muy rápido, joder! Tommer y usé de nuevo la comunicación ho­ Tommer y yo nos miramos extrañados. lográfica: «A la siguiente cubierta sin parar».Era la primera vez que el asiático perdía los pa­peles de esa manera. Tomé la delantera y cruzamos con nues­ –¿Qué ocurre? –pregunté, intentando tras zancadas flotantes la enorme sección demantener la calma. soporte vital. Intenté no mirar a los lados y me Entonces, un chasquido de estática a máxi­ concentré en la puerta del final de la sala. Hu­mo volumen me golpeó los oídos con dureza. bo una segunda sacudida, pero no frenamos.No fue solo un instante, como cuando se hacía Al llegar a la puerta, salimos rápidamente al si­una comunicación en falso. Era constante y no guiente pasillo. En la puerta de delante separaba. Tuve que apagar los altavoces del cas­ podía leer «S­06 Almacén 1».co, y le hice una seña a Tommer para que hicie­ra lo mismo. Se hizo el silencio más absoluto. La siguiente cubierta no era tan impresio­ Activé la comunicación holográfica y dejé nante. Era simplemente un gran almacén llenoque el casco pintara mis palabras en su superfi­ de cajas y contenedores de diversos tamaños. Al­cie, para que Tommer lo viera. Simplemente di­ gunos eran tan grandes como para tener una ca­je «Rápido, a la derecha». Tommer asintió y sa en su interior. Otros parecían cajas decomenzamos a dar zancadas flotando por el pa­ herramientas apiladas. Mientras mirábamos al­sillo. Mientras, intenté un par de veces retomar rededor, se abrieron de nuevo las comunicacio­la comunicación con Ri­Wal, pero ahí seguía nes. No solo las nuestras personales, sino las deesa maldita estática bloqueándolo todo. la nave. Una voz joven y aguda sonó con eco por Llegamos a dos puertas, una a cada lado toda la cubierta.del pasillo. Sorprendentemente, tenían escritoalgo que entendía. «S­04 Soporte vital» en la –Al habla el capitán de la nave libre Alade la izquierda y «S­05 Soporte vital» en la de Fénix. Antiguos hermanos de Terra, venimosla derecha. Señalé esa última y la cruzamos. en misión de rescate. Nuestra nave está aco­ La siguiente imagen se me quedaría grabada plada y lista para liberaros. Dirigíos a las cu­de por vida en la retina. Accedimos a una sala in­ biertas inferiores inmediatamente. ¡Corréismensa, más grande que muchos hangares que peligro! Repito, dirigíos a…había visto. Tenía el suelo y el techo algo comba­dos, y era imposible no parpadear dos veces al en­ De nuevo la estática cortó la comunica­trar. Allí había miles de cápsulas de criosueño. ción. Esta vez solo fue un segundo, y otro men­ saje se lanzó por todos los canales. Esta voz era una voz fría y grave. Hablaba lentamente, mar­ cando cada palabra con precisión. Había algo inhumano en su timbre de voz, algo robótico. –Al habla el sacro monitor Celsius de la Disciplina de la Máquina. En nombre de DEM, 67

FUTUROSCOPIASesta nave está bajo jurisdicción hegemónica. Tommer se chocó conmigo, y tuvimos queNuestra Arca está acoplada y lista para castigar dejar los cajones en el suelo y mirar alrededor.o perdonar. Los infieles del Ala Fénix son mer­ Ahora podíamos ver claramente que había per­cenarios que solo quieren extraer vuestro órga­ sonas desnudas dentro de las cápsulas, perso­nos de pureza alfa para lucrarse. Dirigíos a las nas como nosotros. El grandullón volvió acubiertas superiores y seréis perdonados. Deso­ escribir: «¿Qué hacemos?». Era único aho­bedeced y sufriréis la ira del Deus Ex Machina. rrando en vocabulario. Intenté pensar en algo, pero una nueva sacudida retumbó por toda la El grandullón y yo cruzamos una mirada nave.de pánico. ¿Quién no había escuchado de niñolas historias de los ladrones de órganos? Me sentí raro por un momento y me subió¿Quién no vivía con miedo de que la Disciplina una arcada por la garganta. Tardé un momen­de la Máquina te torturara dentro de sus temi­ to en darme cuenta de lo que ocurría. Empeza­bles Arcas hasta morir? mos a flotar, junto con los cajones. Los cuerpos de los durmientes también, saliendo lentamen­ Tommer activó su comunicación holográfi­ te de las cápsulas, aunque seguían conectadosca: «¿Qué hacemos?». Me miraba con los ojos a ellas por varios cables y vías. Alguien habíamuy abiertos y el cuello encogido. apagado la gravedad, así que, seguramente, la nave generacional ya no estaría girando. Todo Miré alrededor y escribí «Busca tierra o se­ aquello era abrumador, por lo que me dejémillas». Acto seguido, los dos nos pusimos a re­ guiar por mi instinto de supervivencia. Agarrévolver todas las cajas y pasillos en busca de la mi cajón, me impulsé y me lancé volando apro­preciada tierra cultivable. Con un solo cajón de vechando la nueva gravedad cero hacia latierra podríamos vivir como reyes, si encontrá­ puerta de salida. Esperaba que Tommer hicie­bamos un buen comprador. Y no faltarían com­ ra lo mismo. Aceleré cogiendo varios impulsospradores para algo que te puede liberar del extra con algunas cápsulas y, en un instante,control de las naves invernadero de la Hege­ estaba ya al otro lado de la cubierta.monía. Con un poco de suerte, los miembrosde la Disciplina de la Máquina y los mercena­ Miré hacia atrás y contuve la respiración.rios se matarían entre ellos y nosotros podría­ Miles de cuerpos desnudos flotaban en la in­mos escapar. mensa sala. Algunos comenzaban a moverse, o eso me parecía. Tommer seguía paralizado en Mi HNA era una ventaja en este caso. Me el mismo sitio, al otro lado de la sala. Siempremovía rápido, con puro nervio, y leía a toda velo­ he sido un superviviente y un cobarde, así quecidad las etiquetas para pasar al siguiente pasi­ salí al pasillo y me impulsé de nuevo. Crucé elllo. En la tercera sección de cajas, di con ello. corredor volando, literalmente, cogiendo másMaterial de agricultura, herramientas y suminis­ velocidad y rectificando mi trayectoria por latros. Todo lo necesario para crear un invernade­ curvatura del pasillo. Era sorprendentementero en una colonia lejana. Avisé a Tommer y cada fácil, aun cargando con la caja. Estaba acos­uno cogimos un cajón tan grande como noso­ tumbrado a maniobrar en espacios muy redu­tros. La baja gravedad nos ayudaba en este caso cidos, y aquello era una autopista. Llegué a lasa transportarlo. Escribí «Vamos fuera» y volvi­ escaleras y eché una última mirada hacia atrás,mos sobre nuestros pasos a toda velocidad. deseando ver al grandullón avanzando torpe­ mente hacia mí con su baúl. Pero solo estaba el Antes de llegar al primer pasillo, de pronto pasillo vacío con su hipnótica curvatura.todas las luces anaranjadas y tenues de la navese volvieron blancas y brillantes. Tommer se Bajé a la sala de descompresión, cerré laparó, entrecerrando los ojos, y tuve que apre­ puerta a mi espalda y esperé la luz verde paramiarle con la mano para que siguiera. Cruza­ abrir la compuerta exterior. La nave recibiómos el pasillo y accedimos de nuevo a la dos sacudidas, a cual más fuerte. O quizá mássección de soporte vital. Entonces fui yo el que cercanas a mí, no lo sé. Perdí un poco el equili­me quedé parado. brio y respiré profundamente intentando tran­ quilizarme. En mi imaginación, se abriría la Estaba completamente iluminada, con unaespecie de neblina azulada disipándose, y to­das las cápsulas de criosueño abiertas. 68

FUTUROSCOPIAScompuerta, cogería el delfín y saldría de allí mente lo que me quedaba de vida. No teníacon mi tesoro. No pensé en otra cosa mientras ninguna duda de que Ri­Wal estaba muerto.miraba fijamente la luz roja de apertura, espe­ La Disciplina de la Máquina no deja cabosrando que cambiara de color. Dentro de unos sueltos, y solo tendrían que mirar la red de co­días estaría en un planeta verde, rodeado de ri­ municaciones hegemónicas para encontrarquezas, respirando aire no artificial, con grave­ nuestro CDC. Tommer seguiría como un pas­dad bajo los pies, un vodka Borodin en la mano marote, ahí de pie, mirando a los durmientes.derecha y una baraja de cartas en la izquierda. O bien le encontraban los mercenarios por laCon un poco de suerte, podría comprar hasta espalda, o se encontraba con los hegemónicosuna operación de tarjeta alfa. de frente. No sabía cuál de las dos opciones era peor. Había oído que DEM tiene pequeñas ro­ Luz verde. boarañas que se te meten por todas partes y te Mi cuerpo se movió como un resorte. Crucé despedazan. Por otro lado, los mercenariosla compuerta como una centella y vi el delfín a podían confundirle con un durmiente, sacarlesolo dos pasos. Saqué la caja detrás de mí y en­ los órganos y dejarle desangrándose agonizan­tonces fue cuando se produjo una nueva sacudi­ do en una esquina. También me acordé del po­da, mucho más fuerte que las anteriores. Y ese bre Pelos. Al final, iba a ser yo el último quefue el principio del fin. La caja se me escapó de muriera. No es que fuera muy esperanzador,la mano izquierda, me solté de la barra de segu­ pero seguro que el oficial hegemónico que hizoridad y atrapé mi tesoro con la derecha. Sus­ nuestro grupo nunca hubiera apostado porpiré aliviado, pero cuando giré el cuerpo para ello.buscar el delfín con la mirada, me di cuenta deque estaba ya demasiado lejos. Casi cinco horas en medio del espacio son muchas horas, así que decidí drogarme para Parte final: Perdido en llevarlo mejor. Abrí el acceso del oxígeno a to­ el espacio pe y comencé a hiperventilar. La sensación de borrachera me inundó lentamente, y se me pu­ El impulso de la sacudida me había despla­ so una sonrisilla traviesa.zado hacia el espacio, y yo, como un idiota, mehabía soltado de la barra de seguridad para co­ Iba a morir, pero eso sí, era rico. Inmen­ger la caja. Ni siquiera había activado los ima­ samente rico. Y estaba drogado, profunda­nes de las botas. A veces, debido a mi HNA, mente drogado. Tenía una caja en la manohago las cosas demasiado rápido, sin pensar. que podía valer millones de créditos. Con­Esta ha sido una de esas ocasiones, y creo que tarían leyendas en las colonias mineras. «Mu­va a ser la última. rió joven, pero hizo una fortuna. Lástima que no haya casinos en el espacio profundo». Al Lentamente, me iba alejando de la nave ge­ final me convertiré en el típico relato con mo­neracional, aferrado a mi cofre. raleja. «Es mejor vivir pobre que morir rico», y ese tipo de refranes. No sé, yo haría algo En el morro de la inmensa nave pude ver más práctico con mi historia si alguien en­la nave de la Disciplina de la Máquina acopla­ cuentra el registro de mi videocámara.da. Era… bonita. Una especie de pirámide Podrían contarla en las salas de instrucciónmecánica que se había pegado por la base a la de los baliceros. «No te sueltes de la puta ba­ballena. La verdad es que era muy grande, pero rra de seguridad, o acabarás como aquel idio­claro, al lado de la nave generacional todo me ta de la nave generacional».parecía pequeño. Desvié la mirada al otro lado,pero me costó mucho más encontrar la nave de FINlos mercenarios. La distinguí, como una som­bra alargada y estrecha posada sobre la panzadel gigantesco cilindro. Consulté mi reserva de oxígeno. Cuatro ho­ras y… cuarenta y dos minutos. Eso era básica­ 69

FUTUROSCOPIASRETAZOS DE UNFUTURO INCIERTO El síndrome de la lectura Por Ricardo García Hernanz fragmentaria creando sus propios filtros de lo que le llegaba. Quizá se habían cansado de argumentos dirigi­ La lectura fragmentaria es una costumbre dos y estandarizados y decidieron crear su pro­común entre los círculos underground. pia literatura. Se cogían capítulos al azar y rellenaban el resto con un collage de ideas Surgió a finales de los noventa, con la eclo­ propias y ajenas. Rara vez se leía el texto com­sión de internet y la proliferación de la lectura pleto, solo partes al azar, y se recreaban los ar­digital. Esto, sumado al estado de narcotismo gumentos a base de parches. Se luchaba contracultural al que se había sometido a la sociedad las directrices del sistema deconstruyendo lade fin de siglo, hizo que se conformara el ger­ información para reconstruirla a continuaciónmen para que surgiese el movimiento. Los lec­ como visiones personales y particulares deltores se encontraban con sus lecturas dirigidas, mundo.mediatizadas y controladas. Los esfuerzos edi­toriales apuntaban a lo que la sociedad deman­ Lo que empezó como una moda en seguidadaba. Y la sociedad se había vuelto perezosa. fue considerado como una enfermedad por el sistema. Se lo llamó síndrome de lectura frag­ En este caldo de cultivo surgió un movi­ mentaria y a los supuestos pacientes de estamiento, una moda en principio y que al final se enfermedad se les dio el nombre de fragmen­extendió como la pólvora. Se alimentaba de lec­ tores. El underground salió a la luz y fue consi­tores acostumbrados a lecturas rápidas produc­ derado algo dañino para el sistema. Seto del ecosistema social de internet y de la persiguieron las FRDB y para el 2020 estas vol­saturación de información en el fin de siglo. En vieron al underground del que habían surgido.2010 se había estandarizado el espacio inter­ Los fragmentores mejoraron los programas y lu­personal en la red. Cada ciudadano del primer charon contra la sobrecarga informativa y cul­mundo tenía acceso casi ilimitado a los recur­ tural, pero esta vez sin llamar la atención,sos de la red. Los grupos underground sabían trabajando desde la trastienda. Ya no les inte­del potencial de esta circunstancia y crearon resaba ser una moda ni tener publicidad. Solosus redes alternativas de intercambio de infor­ unos pocos manteníamos nuestra FRDB per­mación. Usaban programas específicos de en­ sonal y la cuidábamos con celo. Algoritmos decriptación y tenían las herramientas encriptación y programas trampa las pro­necesarias. El underground siempre había ido tegían. La sociedad volvió a leer lo que queríaun paso por delante para utilizar los recursos el sistema y la información se estandarizó dedel sistema en beneficio propio. nuevo, pero por suerte todavía se podían en­ contrar ediciones digitales de los libros que los En pocos años, los usuarios de la infrared propios autores filtraban antes de entregarlosempezaron a crear las FRDB (Fragment Rea­ a los censores.ding Data Base), bibliotecas personales con lec­turas, capítulos, ensayos que se configuraban El subsistema se alimentaba de sus propioscomo una visión personal del mundo. Los usua­ recursos.rios luchaban contra la sobrecarga informativa 70



\"Los que leemos ciencia­ficción, lo hacemos porque amamos la experiencia que supone lareacción en cadena de las ideas que tiene lugar en nuestras mentes por lo que hemos leído,algo novedoso; así, el propósito final de la mejor ciencia­ficción es la colaboración entre elautor y el lector, una colaboración en la que ambos son creadores ­­ y disfrutan de ello: eldisfrute es el ingrediente esencial y definitivo de la ciencia­ficción, el disfrute deldescubrimiento de las cosas nuevas.\" Philip K. Dick


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