ESTIVAL ILA tigre de Bengalacon su lustrosa piel manchada a trechos,está alegre y gentil, está de gala.Salta de los repechosde un ribazo, al tupidocarrizal de un bambú; luego a la rocaque se yergue a la entrada de su gruta.Allí lanza un rugido,se agita como locay eriza de placer su piel hirsuta.La fiera virgen ama.Es el mes del ardor. Parece el suelorescoldo; y en el cieloel sol inmensa llama.Por el ramaje oscurosalta huyendo el kanguro. 197
RUBÉN DARÍOEl boa se infla, duerme, se calientaa la tórrida lumbre;el pájaro se sientaa reposar sobre ¡a verde cumbre.Siéntense vahos de horno;y la selva indianaen alas del bochorno,lanza, bajo el serenocielo, un soplo de sí. Ls tigre ufanarespira a pulmón lleno,y al verse hermosa, altiva, soberana,le late el corazón, se le hincha el seno.Contempla su gran zarpa, en ella la unade marfil; luego tocael filo de una roca,y prueba y lo rasguña.Mírase luego el flancoque azota con el rabo puntiagudode color negro y blanco,y móvil y felpudo;luego el vientre. En seguidaabre las anchas fauces, altaneracomo reina que exige vasallaje;después husmea, busca, va. La fieraexhala algo a manerade un suspiro salvaje. 198
AZULUn rugido calladoescuchó. Con prestezaVolvió la Vista de uno a otro lado.Y chispeó su ojo verde y dilatadocuando miró de un tigre la cabezasurgir sobre la cima de un collado.El tigre se acercaba Era muy bello.Gigantesca la taüa, el pelo fino,apretado el ijar, robusto el cuello,era un don Juan felinoen el bosque. Anda a trancoscallados; ve a la tigre inquieta, soia,y ie muestra los biancosdientes; y luego arboladacon donaire la cola.Al caminar se víasu cuerpo ondear, con garbo y bizarría.S e miraban los músculos hinchadosdebajo de la piel. Y s e diríaser aquella alimañaun rudo gladiador de ¡a montaña.Los pelos erizadosdel labio relamía. Cuando andaba,con su peso chafabala yerba verde y muelle, 199
RUBÉN DARíy el ruido de su aliento semejabael resollar de un fuelle.Él es, él es el rey. Cetro de orono, sino la ancha garraque se hinca recia en el íestud del toroy las carnes desgarra.La negra águila enorme, de pupilasde fuego y corvo pico relumbrante,tiene a Aquilón; las ondas y tranquilasaguas, el gran caimán; el elefante,la cañada y la estepa;la víbora, ios juncos por do trepa;y su caliente nidodel árbol suspendido,el ave dulce y tiernaque ama la primera luz. Él la caverna.No envidian al león la crin, ni al potro rudoel casco, ni al membrudohipopótamo el lomo corpulentoquien bajo los ramajes de copudobaobab, ruge al viento.Así va el orgulloso, llega, halaga;corresponde la tigre que le espera, 200
AZULy con caricias las caricias pagaen su salvaje ardor, la carnicera.Después el misteriosotacto, las impulsivasfuerzas que arrastran con poder pasmoso;y ¡oh gran Pan! el idilio monstruosobajo ¡as Vastas selvas primitivas.No el de las musas de ¡as Wandas horassuaves, expresivas,en ¡as rientes aurorasy las azules noches pensativas;sino que todo enciende, anima, exalta,polen, savia, calor, nervio, corteza,y en torrentes de vida brota y saltadel seno de la gran Naturaleza. IIEl príncipe de Gales Va de cazapor bosques y por cerros,con su gran servidumbre y con sus perrosde la más fina raza. 2Ü1
RUBÉN DARÍAcallando el tropel de los Vasallos,deteniendo traillas y caballos,con la mirada inquieta,contempla a los dos tigres, de la grutaa la entrada. Requiere la escopeta,y avanza, y no se inmuta.Las fieras se acarician. No han oídotropel de cazadores.A esos terribles seres,embriagados de amores,con cadenas de floresse les hubiera uncidoa la nevada concha de Citereso al carro de Cupido.El príncipe atrevido,adelanta, se acerca, ya se para;ya apunta y cierra un ojo; ya dispara;ya del arma el estruendopor el espeso bosque ha resonado.El tigre sale huyendoy la hembra queda, el Vientre desgarrado.¡Oh, va a morir!.., Pero antes, débil, yerta,chorreando sangre por la herida abierta,con ojo dolorido 202
AZUL..miró a aquel cazador, lanzó un gemidocomo un ¡ay! de mujer... y cayó muerta. II iAquel macho que huyó, bravo y zahareñoa los rayos ardientesdel sol, en su cubil después dormía.Entonces tuvo un sueñoque enterraba las garras y los dientesen vientres sonrosadosy pechos de mujer; y que engullíapor postres delicadosde comidas y cenas,como tigre goloso entre golosos,unas cuantas docenasde niños tiernos, rubios y sabrosos. 203
AUTUMNAL Eros, Vita, Lumen.EN las pálidas tardesyerran nubes tranquilasen el azul; en las ardientes manosse posan las cabezas pensativas.¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!¡Ah las tristezas íntimas!¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,tras cuyas ondas trémulas se miranlos ojos tiernos y húmedos,las bocas inundadas de sonrisa,las crespas cabellerasy los dedos de rosa que acarician!En las pálidas tardesme cuenta un hada amiga 205
RUBÉN DARÍOlas historias secretasllenas de poesía;lo que cantan los pájaros,lo que llevan las brisas,lo que vaga en las nieblas,lo que sueñan las niñas.Una vez sentí el ansiade una sed infinita.Dije al hada amorosa:—Quiero en el alma míatener la inspiración honda, profunda,inmensa: luz, calor, aroma, Vida.Ella me dijo: —¡Ven!—con el acentocon que me hablaría un a r p a . En él habíaun divino idioma d e esperanza.¡Oh sed del ideal! Sobre la cimade un monte, a media noche,me mostró las estrellas encendidas.Era un jardín de orocon pétalos de llamas que titilan.Exclamé: —Más...208
AZU La auroraVino después. La aurora sonreía,con la luz en la frente,como la joven tímidaque abre la reja, y la sorprenden luegociertas curiosas, mágicas pupilas.Y dije: —Más...—Sonriendola celeste hada amigaprorrumpió: —¡Y bien! ¡Las flores! Y las floresestaban frescas, lindas,empapadas de olor: la rosa virgen,la blanca margarita,la azucena gentil y las volúbilesque cuelgan de la rarna estremecida.Y dije: —Más... El vientoarrastraba rumores, ecos, risas,murmullos misteriosos, aleteos,músicas nunca oídas. «El hada entonces me llevó hasta el velo que nos cubre las ansias infinitas, la inspiración profunday el alma de las liras. >>P7
RUBÉN DARÍOY lo rasgó. Y allí todo era aurora.»En el fondo se veíaun bello rostro de mujer. ¡Oh; nunca,Piérides, diréis las sacras dichasque en el alma sintiera!Con su vaga sonrisa:—¿Más?...—dijo el hada.—Y yo tenía entoncesclavadas las pupilasen el azul, y en mis ardientes manoss e posó mi cabeza pensativa... 208
INVERNALNOCHE. Este viento vagabundo llevalas alas entumidasy heladas. El gran Andesyergue al inmenso azul su blanca cima.La nieve cae en copos,sus rosas transparentes cristaliza;en la ciudad, los delicados hombrosy gargantas se abrigan;ruedan y van los coches,suenan alegres pianos, el gas brilla;y si no hay un fogón que le caliente,el que es pobre tirita.Yo estoy con mis radiantes ilusionesy mis nostalgias íntimas,junto a la chimeneabien harta de tizones que crepitan.Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuvieseella, la de mis ansias infinitas,
RUBÉN DARÍOla de mis sueños locosy mis azules noches pensativas!¿Cómo? Mirad: De la apacible estanciaen ¡a extensión tranquilaVertía ia ¡ampara reflejosde luces opalinas.Dentro, el amor que abrasa;fuera, la noche fría;el golpe de ia lluvia en los cristales,y el vendedor que gritasu monótona y triste melopeaa las glaciales brisas.Dentro, la ronda de mis mil delirios,las canciones de notas cristalinas,unas manos que toquen mis cabellos,un aliento que roce mis mejillas,un perfume de amor, mil conmociones,mil ardientes caricias;ella y yo: los dos juntos, los dos solos;la amada y el amado, ¡oh Poesía!,los besos de sus labios,la música triunfante de mis rimasy en la negra y cercana chimeneael tuero brillador que estalla en chispas. 210
AZUL¡Oh! ¡Bien haya el braserolleno de pedrería!Topacios y carbunclos,rubíes y amatistasen la ancha copa eíruscarepleta de ceniza.Los lechos abrigados.las almohadas mullidas,las pieles de Astrakán, los besos cálidosque dan las bocas húmedas y tibias.¡Oh, viejo Invierno, salve!,puesto que traes con las nieves frígidasel amor embriagantey el vino del placer en tu mochila.S í , estaría a mi lado,dándome sus sonrisas,ella, la que hace falta a mis estrofas,esa que mi cerebro se imagina;la que, si estoy en sueños,se acerca y me visita;ella que, hermosa, tieneuna carne ideal, grandes pupilas,algo del mármol, blanca luz de estrella;nerviosa sensitiva,muestra el cuello gentil y delicadode las Hebes antiguas; 211
RUBÉN DARIObellos gestos de diosa,tersos brazos de ninfa,lustrosa cabelleraen ia nuca encrespada y recogiday ojeras que denuncianansias profundas y pasiones vivas.¡Ah, por Verla encarnada,por gozar sus caricias,por sentir en mis labioslos besos de su amor, diera la vida!Entretanto hace frío.Yo contemplo las llamas que se agitan,cantando alegres con sus lenguas de oro,móviles, caprichosas e intranquilas,en la negra y cercana chimeneado el tuero brillador estalla en chispas.Luego pienso en el corode las alegres liras.En la copa labrada, el vino negro,la copa hirviente cuyos bordes brillancon iris temblorosos y cambiantescomo un collar de prismas;el vino negro que ¡a sangre enciende,y pone el corazón con alegría,y hace escribir a ios poetas locossonetos áureos y flamantes silvas. 212
AZULEl Invierno es beodo.Cuando soplan sus brisas,brotan las Viejas cubasla sangre de las viñas.Sí, yo pintara su cabeza canacon corona de pámpanos guarnida.El Invierno es gaíeoto,porque en las noches fríasPaolo besa a Francescaen la boca encendida,mientras su sangre como fuego correy el corazón ardiendo le palpita.¡Oh- crudo Invierno, salve!.puesto que traes con las nieves frígidasel amor embriagantey el Vino de! placer en tu mochila.Ardor adolescente,miradas y caricias;cómo estaría trémula en mis brazosla dulce amada mía,dándome con sus ojos luz sagrada,con su aroma de flor, savia divina.En la alcoba la lámparaderramando sus luces opalinas;oyéndose tan sólosuspiros, ecos, risas; 215
RUBÉN DARÍOel ruido de los besos;la música triunfante de mis rimas,y en la negra y cercana chimeneael tuero brillador que estalla en chispas.Dentro, el amor que abrasa;fuera, la noche fría. 214
PENSAMIENTOS DE OTOÑO (De Armand Silvestre.)HUYE el año a su términocomo arroyo que pasa,¡levando del Ponienteluz fugitiva y pálida.Y así como el del pájaroque triste tiende el ala,el vuelo del recuerdoque al espacio se lanzalanguidece en lo inmensodel azul por do vaga.Huye el año a su términocomo arroyo que pasa.Un algo de alma aun yerrapor los cálices muertos 215
RUBÉN DARÍOde las tardes volúbilesy los rosales trémulos.Y de luces lejanasal hondo firmamento,en alas de perfumeaun se remonta un sueño.Un algo de alma aun yerrapor los cálices muertos.Canción de despedidafingen las fuentes turbias.Si te place, amor mío,Volvamos a la rutaque allá en la primaveraambos, las manos juntas,seguimos; embriagadosde amor y de ternura,por los gratos senderosdo sus ramas columpianolientes avenidasque las flores perfuman.Canción de despedidafingen las fuentes turbias.Un cántico de amoresbrota mi pecho ardiente 216
AZ UL que eterno abril fecundo de juventud florece. ¡Que mueran, en buena hora, los bellos días! Llegue otra Vez el invierno; renazca áspero y fuerte. Del viento entre el quejido, cual mágico himno alegre, un cántico de amores brota mi pecho ardiente. Un cántico de amores a tu sacra beldad, ¡mujer, eterno estío, primavera inmortal! Hermana del ígneo astro que por la inmensidad en toda estación vierte fecundo sin cesar, de su luz esplendente el dorado raudal. Un cántico de amores a tu sacra beldad, ¡mujer, eterno estío, primavera inmortal! 217
A UN P O E T ANADA más triste q u e un titán q u e ¡lora,hombre-montaña encadenado a un lirio,que gime, fuerte, que pujante, implora:Víctima propia en su fatal martirio.Hércules loco que a los pies de Onfaliala clava deja y el luchar rehusa,héroe que calza femenil sandalia,Vate que olvida la vibrante musa.¡Quien desquijaba los robustos leones,hilando esclavo con la débil rueca;sin labor, sin empuje, sin acciones:puños de fierro y áspera muñeca! 219
RUBÉN DARINo es tal poeta para hollar alfombraspor donde triunfan femeniles danzas:que vibre rayos para herir las sombras,que escriba versos que parezcan lanzas.Relampagueando la soberbia estrofa,su surco deje de esplendente lumbre,y el pantano de escándalo y de mofaque no lo Vea el águila en su cumbre.Bravo soldado con su casco de orolance el dardo que quema y que desgarra,que embista rudo como embiste el toro,que clave firme, como el león, la garra.C a n t e Valiente y al cantar trabaje;que ofrezca robles si se juzga monte;que su idea, en el mal rompa y desgajecomo en la selva virgen el bisonte.Que lo que diga la inspirada bocasuene en el pueblo con palabra extraña;ruido de oleaje al azotar la roca,Voz de caverna y soplo de montaña. 220
AZUL.Deje Sansón de Dalila el regazo:Dalila engaña y corta los cabellos.No pierda el fuerte el rayo de su brazopor ser esclavo de unos ojos bellos. 221
ANAGKEY dijo la paloma:—Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,en el árbol en flor, junto a la Pomallena de miel, junto al retoño suavey húmedo por las gotas de rocío,tengo mi hogar. Y vuelocon mis anhelos de ave,del almado árbol míohasta el bosque lejano,cuando al himno jocundo,del despertar de Oriente,sale el alba desnuda y muestra al mundoel pudor de la luz sobre su frente.Mi ala es blanca y sedosa;la luz la dora y bañay céfiro la peina;son mis pies como pétalos de rosa. 225
RUBÉN DARÍOYo soy la dulce reinaque arrulla a su palomo en la montaña.En el fondo del bosque pintorescoestá el alerce en que formé mi nido;y tengo allí bajo el follaje frescoun polluelo sin par, recién nacido.Soy la promesa alada,el juramento vivo;soy quien lleva el recuerdo de la amadapara el enamorado pensativo;yo soy la mensajerade los tristes y ardientes soñadores,que va a revolotear diciendo amoresjunto a una perfumada cabellera.Soy el lirio del viento.Bajo el azul del hondo firmamentomuestro de mi tesoro bello y ricolas preseas y galas:el arrullo en el pico,la caricia en las alas.Yo despierto a los pájaros parlerosy entonan sus melódicos cantares;me poso en los floridos limonerosy derramo una lluvia de azahares.Yo soy toda inocente, toda pura.Yo me esponjo en las alas del deseo.Y me estremezco en la íntima ternurade un roce, de un rumor, de un aleteo.
AZUL¡Oh, inmenso azul! Yo te amo. Porque a Floradas la lluvia y el sol siempre encendido:porque siendo el palacio de la aurora,también eres el techo de mi nido.¡Oh, inmenso azul! Yo adorotus celajes risueños,y esa niebla sutil de polvos de orodonde van los perfumes y los sueños.Amo los velos, tenues, vagarosos,de las flotantes brumas,donde tiendo a los aires cariñososel sedeño abanico de mis plumas.¡Soy feliz! Porque es mía la florestadonde el misterio de los nidos se halla;porque el alba es mi fiestay el amor mi ejercicio y mi batalla.Feliz, porque de dulces ansias llenacalentar mis polluelos es mi orgullo;porque en las selvas vírgenes resuenala música celeste de mi arrullo;porque no hay una rosa que no me ame,ni pájaro gentil que no me escuche,ni garrido cantor que no me llame.—¿Sí?—dijo entonces un gavilán infame,y con furor se la metió en el buche.Entonces el buen Dios, allá en su trono(mientras Satán, por distraer su enconoaplaudía a aquel pájaro zahareño) 225 15
RUBÉN DARÍOse puso a meditar. Arrugó el ceño,y pensó, al recordar sus vastos planes,y recorrer sus puntos y sus comas,que cuando creó palomasno debía haber creado gavilanes. 226
SONETOS
C A U P (XL I C Á N A Enrique Hernández AUyares.Es algo formidable que Vio la vieja raza;\"irobusto tronco de árbol al hombro de un campeónsalvaje y aguerrido, cuya fornida mazablandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,lancero de los bosques, Nenrod que todo caza,desjarretar un toro, o estrangular un león.Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.«¡El Toqui, el Toqui!», clama la conmovida casta.Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,e erguióse la alta frente del gran Caupolicán. 229
VENUSEN la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.En el oscuro cielo Venus bella temblando lucía,como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín,o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.«¡Oh, reina rubia!—díjele,—mi alma quiere dejar su crisáliday Volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.»El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.Venus desde el abismo, me miraba con triste mirar. 231
DE INVIERNOEN invernales horas, mirad a Carolina.Medio apelotonada, descansa en el sillón,envuelta con su abrigo de marta cibelinay no lejos del fuego que brilla en el salón.El fino angora blanco, junto a ella se reclina,rozando con su pico la falda de Alencón,no lejos de las jarras de porcelana chinaque medio oculta un biombo de seda del Japón.Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;Voy a besar su rostro, rosado y halagüeñocomo una rosa roja que fuera flor de lis;abre los ojos; mírame, con su mirar risueñoy en tanto cae la nieve del cielo de París. 233
MEDALLONES
I LECONTE *DE LISLEDE las eternas musas el reino soberanorecorres, bajo un soplo de vasta inspiración,como un rajah soberbio que en su elefante indianopor sus dominios pasa de rudo viento al son.Tú tienes en tu canto como ecos^de Océano;se ve en tu poesía la selva y el león;salvaje luz irradia la lira que en tu manoderrama su sonora, robusta vibración.T ú del fakir conoces secretos y avatares;a tu alma dio el Oriente misterios seculares,visiones legendarias y espíritu oriental.Tu verso está nutrido con savia de la tierra;fulgor de Ramayanas tu viva estrofa encierra,y cantas en la lengua del bosque colosal. 237
II CATULLE MENDESPUEDE ajustarse al pecho coraza férrea y dura;puede regir la lanza, la rienda del corcel;sus músculos de atleta soportan la armadura...pero él busca en las bocas rosadas, leche y miel.Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura,la carne femenina prefiere su pincel,y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura,agrega mirto y rosas a su triunfal laurel.Canta de los oarystis el delicioso instante,los besos y el delirio de la mujer amante;y en sus palabras tiene perfume, alma, color.Su ave es la venusina, la tímida paloma.Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma,en todos los combates del arte o del amor.
IIIWALT WHITMANEN SU país de hierro Vive el gran viejo,bello como un patriarca, sereno y santo.Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo,algo que impera y vence con noble encanto.Su alma del infinito parece espejo;son sus cansados hombros dignos del manto;y con arpa labrada de un roble añejo,como un profeta nuevo canta su canto.Sacerdote, que alienta soplo divino,anuncia en el futuro tiempo mejor.Dice al águila: «¡Vuela!» «¡Boga!», al marino,y «¡Trabaja!», al robusto trabajador. 16¡Así va ese poeta por su caminocon su soberbio rostro de emperador! 24!
IV I. J. PALMAYA de un corintio templo cincela una metopa,ya de un morisco alcázar el capitel sutil,ya como BenVenuto, del oro de una copaforma un joyel artístico, prodigio del buril.Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa,en el pulido borde de un vaso de marfil,o a Diana, diosa virgen de desceñida ropa,con aire cinegético, o en grupo pastoril.La musa que al poeta sus cánticos inspirano lleva la vibrante trompeta de metal,ni es la Vacante loca que canta y que delira,en el amor fogosa, y en el placer triunfal:ella al cantor ofrece la septicorde lira,o, rítmica y sonora, la flauta de cristal. 243
V SALVADOR DÍAZ MIRÓNTu cuarteto es cuadriga de águilas bravasque aman las tempestades, los Océanos;las pesadas tizonas, las férreas clavas,son las armas forjadas para tus manos.Tu idea tiene cráteres y vierte lavas;del arte recorriendo montes y llanos,van tus rudas estrofas jamás esclavas,como un tropel de búfalos americanos.Lo que suena en tu lira lejos resuena,como cuando habla el bóreas, o cuando truena.¡Hijo del Nuevo Mundo! La humanidadoiga, sobre la frente de las naciones,la hímnica pompa lírica de tus cancionesque saludan triunfantes la Libertad. FIN
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