— 49 —ton azul de la guardia civil deá caballo. Se abre calle entreel espeso gentío y comienza eldesfile. Van precediendo lasprofusas coronas; se destacala de El Liberal, e n o r m e y ne-gra, sobre un fondo de sedablanco; van los recogidos delHospicio y del asilo de SanBernardino; los grupos de va-rias asociaciones; los comer-ciantes, numerosos; la Acade-mia de la Historia, el Ateneo,el Círculo de Bellas Artes; ahídistingo á Núñez de Arce, pá-lido y como nervioso; ahí vala barbilla canosa de Zapata,junto al músico Bretón; allíEchegaray, con su aire enfer-mizo y gastado. Ahí el todoMadrid de la celebridad; pe-riodistas, artistas, sabios, aca-démicos. Y el clero, de sobre-pelliz, anunciado por la manga
— 50 —de la parroquia, embudo negroy oro. Y ahí va Castelar muer-to, en su carroza severa. Todoel mundo se descubre, todo elrni'iido le da su último saludo.Sobre el féretro no se ve másque un aislado ramito de flo-res... íes el ramito de la niñadel obrero! La g u a r d i a d ehonor sigue, de soldados dela Civil. De pronto se oye en-tre la muchedumbre: «¡Bravo!¡Bien!» Son los militares quevienen, á pesar de la mezquin-dad ministerial. «¡Bravo! ¡Bien!E.s el penacho blanco de Mar-tínez Campos, el último granguerrero, que asiste de todagala; es Weyler, que viene sinpenacho, pero acorazado el pe-cho de condecoraciones y me-dallas; Weyler, de fama terri-ble, pero que hoy se conquistapor un momento las simpatías:
- 51 -pequeño, acerado, c e ñ u d o ,apretada y reveladora la sa-liente mandíbula. «¡Bien! Bra-vo!» Son los penachos, son losentorchados, son los unifor-mes de otros tantos generales,de innumerables jefes y oficia-les que honran á Castelar, ápesar de todo; es la comisióndel Cuerpo de Artilleros, quelleva su ofrenda. «¡Bien! ¡Bra-vo! > Es España la antigua, queaplaude á las espadas que nohan echado en olvido la hidal-guía. |Viva España! Y pasan más comisiones ylos diplomáticos, llenos de oro,entre los cuales resaltan elnuncio y el embajador de Chi-na, vestido de seda, con su bo-tón de cristal y su pluma depavón. Y luego la presidenciadel Consejo de Ministros y laGuardia civil que cierra la pro-
cesión, y detrás aún más gen-te, y más gente, y más gente.Y el murmullo general se acen-túa contra quienes no han sa-bido honrar la memoria delmás grande de los españolesde su época, á quien sus mis-mos enemigos tienen una pal-ma que ofrecer cuando va ca-mino de la eternidad, á quienno ha habido una sola lenguaespañola que no haya consa-grado una palabra de admira-ción, como al hijo que mejorsupo, sobro la faz del unh erso,honrar á su madre la patria.Y quienes han herido á esaamada patria con r e n c o r e sinauditos ante el cadáver deaquel que supo combatirlesfrente á frente en su vida glo-riosa y nobilísima, son los mis-mos que han contribuido á ladesgracia nacional por dege-
— 53 —nerados, ó débiles, ó ciegosinstrumentos de errores y de-sidias; son los que han vueltode la derrota con pasmosa fres-cura y á quienes una voz hartoelocuente, en el Congreso, con-denó á ser ahorcados con losfajines de sus uniformes...Militaribus curis eí sevcritatcmorum... ¿No era Castelar tangran admirador de Tácito? Siendo la oratoria casi unarte teatral y basado de mane-ra principal en dotes físicasque el tiempo va aminorandopoco á poco, el Castelar de losúltimos años no era sino el re-flejo del de las pasadas victo-rias. Decía él mismo en un dis-curso, no hace mucho tiempo:...«Por esto los oradores se aca-ban, por la misma razón que
- hi -se acaban, cuando no hay gue -rra, los héroes. Por esto nues-tra imaginación se amortigua,nuestro entendimiento se atro-fia, las en otros tiempos armo-niosas cuerdas vocales marran,el estro lírico plega sus alas,el acento conmovedor conclu-ye; pues implacables la socie-dad y la Naturaleza, destrozanen sus inmensas y complicadasmáquinas á todos aquellos se-res que ya no les sirven paracosa ninguna, y que no han decumplir fin alguno en el planhistórico de la Providencia.»Pero desde los umbrales de laciudad obscura podía él vol-•\ erse y contemplar la obra quequeda fuera de aquella quetenía la vida de un eco, basadade manera exclusiva en lo so-noro de su perorar, en lo arre-batador de sus actitudes ó en
- 55 - la cascada de sus alientos: es una serie de edificios de mara- villosas arquitecturas,construí-dos en su república, sobre só-lidos terrenos ó sobre mon-tones de arena movediza, óapoyados apenas en el aire enque flotaban los colores y laslíneas de su fantasía; ó paisa-jes, frescos cíclicos de las lu-chas de pueblos y gobiernos,de ideas y de hombres, enel continente europeo, en Amé-rica, en Asia, en África; ócinceladas Alhambras, kios-cos de capricho; ó preciosasloggias que improvisaba p o rdeleite de arte; ó la novela, quele resulta vasto poema en pro-sa; ó la historia, que le resultahimno multiplicado; ó la sem-blanza de personaje ó bocetode idea que le resulta oda fas-cinante; ó el gran poema en es-
— üü —trofas de prosa, á ondas ó ábloques, métrica ciclópea; ó lavilla de m á r m o l 3' de riquezasantiguas que labra con sus re-cuerdos de Italia; ó el monu-mento, de mármol también, áByron, y cien estatuas, y milbustos, y un millón de cama-feos, todos al amor de un jar-dín singular en donde mueveel viento armoniosos laurelesgriegos y robustas encinas ro-manas. Y aquel idealista, aqueloptimista, no ha partido con-templando sobre el mundo nu-bes de color de rosa que pre-sagien un día de dicha y detranquilidad, antes bien muynegros, muy amenazadores nu-barrones, mientras se reúnen y deliberan los congregados de la paz en La Haya. Su úl- timo artículo, que ha publicado el Tentps, hace ver á Francia
— 57 —poco favorable á un olvido desus rencores con Alemania; áA l e m a n i a , más militarizadacada día, sin permitir el menormenoscabo en su preponde-rancia; á Inglaterra y á los Es-tados Unidos en un acuerdotácito para imponer en el globola hegemonía de los países delengua inglesa. Y concluye: «El descontento del Gobiernoitaliano p r o d u c i d o reciente-mente á consecuencia de susfracasos diplomáticos en la cuestión de China; las dificul-tades suscitadas entre Francia ó Inglaterra p >r el Sudán y elNilo; el aumento de la escuadra inglesa, que ha necesitado una suspensión de la amortización y un déficit de importancia; el cambio de América, que ha mo- dificado su temperamento in- dustrial y trabajador para mar-
— 58 —char á la guerra y á la con-quista; el reparto de la China,deseado por universales ambi-ciones; los progresos del ferro-carril ruso en la Mongolia; losconflictos del Transvaal entrela presidencia de Krüger y ladictadura del desequilibradoNapoleón del Cabo; las ame-nazas contra Portugal y suscolonias; los temores y los es-pantos, tan fundados como le-gítimos, de nuestra desgracia-da España; la rivalidad de Tur-quía y de Grecia, de Francia yde Prusia, de Rusia é Inglate.rra; los motines en Austria, elmovimiento interior que recla-ma y pide una Alemania másconsiderable y numerosa quela Alemania actual; los gérme-nes de desacuerdo entre lasprimeras potencias por conse-cuencia de las extensiones te
— 60 —rritoriales de sus colonias. To-das estas cosas dicen que des-pués de la Exposición de 1900no tendremos una hora de paz,y que los elementos de guerraestarán diseminados y extendi-dos por todas partes».» Y alAnalizar bendice, á pesar detodo, el Congreso de la Paz. En la vínica, en la eterna, enla que todo entra, en la infini-ta, ha penetrado el prodigiosopríncipe de la elocuencia cas-tellana, el estupendo artistade la idea escrita, el predica-dor de la libertad. El «canario»de Taine ha volado como unáguila. ¿En qué roca celeste sedetendrá, para que su almadiamantina y pura, en la liber-tad de la muerte, tome un rum-bo nuevo, bajo el viento de
— 00 —Dios? España lo levantará unmonumento de mármol y debronce; su nombre irá reso-nante por el tiempo como unorbe de oro. Un tiempo quizállegue en que su espíritu se re-gocije, desde la sombra de sumisterio, al ver florecido enuna inesperada primavera suideal. Figuraos una ciudad,Walhalla ó Jerusalén de las al-mas soberanas que giraron porla tierra,actualmente cumplien-do con su misión semidivina;ciudad de héroes, do artistas,de santos, de sabios y de poe-tas; los genios de la fuerza, losgenios de la belleza, los geniosdel carácter y del corazón, losgenios de la voluntad. En unaire de luz cruzarán las ondasde los pensamientos como enuna electricidad suprema. Lapersonalidad que subsiste no
— Cl —obstará á una comunidad degloria ambiente. Pues bien, yome imagino á nuestro bueno ygrande Castelar en el coromagno de esos inmortales, sin-tiendo en un instante del fu-turo como una voz que le daal oiría u n m\e\ o e s r l c n d o r ,una inesperada voz de la tierraque llega á conmoverle á lo in-finito. Será cuando España ha-ya vuelto á alzar la cabezacomo en días antiguos, poseídadel orgullo de su fuerza nueva,délas palpitaciones desu nuevasangre. Junto á los boscajes deensueño de esa sublime ciudad,Jerusalén ó Walhalla, los pen-sadores y los soñadores siguen,en progresiva afcensión, cons-truyendo las fábricas de suscálculos, los palacios de susfantasías. Me imagino, en esahora del Señor, que el lírico
tribuno sonríe al escuchar enlo eterno, del lado de la tierra,del lado de las columnas deHércules, algo semejante aunasalutación á y un trueno; unrugido. PLATÓN.—¿Qué es eso? CASTELAE.—|Es mi León!.
OBRAS DEL MISMO AUTOR Epístolas y poemas. otros Abrojos. Azul. Los raros. Prosas profanas ypoemas.APARECERÁN PRÓXIMAMENTE JLas ánforas cíe Epicuro(poesías). Cartas de España. El hombre de oro (novela).
Search