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REVISTA EDICIÓN N°49, CUARTO TRIMESTRE 2021

Published by Revista Cultura - Cementerio Metropolitano, 2022-01-03 18:56:05

Description: REVISTA EDICIÓN N°49, CUARTO TRIMESTRE 2021

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Escritores Escritores Escritores Escritores Ítalo Chilenos Ateneo San Bernardo Aguja Literaria Taller CM CULTURA Nº49 METROPOLITANO 1

2 CULTURA

CULTURA Director | Editor Alfredo Gaete Briseño [email protected] Diseño Gráfico Florencia Labbé Foncea Jefe Informática Pablo Álvarez Román Casa Matriz Av. José Prieto Vial Nº 8521, Lo Espejo Fotografía Portada Drew Dizzy Graham Instagram cultura.cm Los temas y opiniones emitidos por nuestros colaboradores y entrevistados son de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representan el pensamiento de la dirección de Cementerio Metropolitano Ltda. El editor se reserva el derecho de publicación. Autorizamos a nuestros lectores para extraer parcial o totalmente los textos citando la fuente.

Bienvenidos Somos Cementerio Metropolitano, fundado el 31 de Julio Somos un lugar de encuentro entre la familia, la de 1964, se constituyó como el primer cementerio memoria y los recuerdos de aquellos que han parti- ecuménico privado en Chile. Considerado desde do. La esencia de Cementerio Metropolitano es en- entonces como contemporáneo e innovador, está tregar apoyo, ayuda y compañía en todo momento orientado a mejorar cada día su infraestructura y la a quienes enfretan la pérdidad de un ser querido, calidad de sus servicios. perpetuando su memoria y acogiendo a todos sus visitantes. El camposanto está ligado a más de 80.000 familias, quienes se caracterizan por visitar regularmente a Excelencia sus seres queridos en un espacio de encuentro, cal- ma y seguridad. Construido sobre una extensión de En la calidad de las actividades productivas de ser- 67 hectáreas, sus amplios jardines y arboledas invi- vicio y gestión, otorgando a nuestros clientes toda la tan al encuentro y recogimiento en un entorno de tranquilidad que buscan. paz y tranquilidad. Nuestro camposanto cuenta con una urbanización Innovación moderna con avenidas, calles y pasillos que permi- ten un fácil acceso para el desplazamiento de sus Promovemos el desarrollo de ideas en beneficio de visitantes. la innovación y mejora constante de nuestros pro- ductos y servicios. Responsabilidad Social Contribuimos significativamente al desarrollo de la comunidad, el respeto a las normas sanitarias y la reglamentación vigente. www.cementeriometropolitano.cl

Camposanto Nichos de Reducción Nuestro camposanto cuenta con: Características: • Capilla Ecuménica para todo tipo de religión y credo • Lápida en Mármol Carrara • Salas Velatorias • Nichos Temporales y Perpetuos • Hall de Condolencias para reunir a la familia • Módulos Techados • Santuario Sta. Teresa de Los Andes • Construcción en Hormigón Armado • El Cristo, un lugar de reflexión, oración y ofrenda • Grabado Incluido • Fácil acceso peatonal y vehicular Actividades • No se cobra mantención Celebración del Día de la Madre, Navidad, Servicios Revestimientos Religiosos, Misas, Ceremonias, Exposiciones de Ta- lleres, Concursos Literarios, Taller de Pintura para Contamos con revestimientos para Bóvedas, Fron- Talentos, Revista Cultura, Festividades Evangélicas tones, Lápidas, Jarrones, Estelas y Jardineras. Estos y de todos Los Santos. pueden ser revestidos en Mármol y en diferentes ti- pos de granito. Talleres Culturales Cerámica en Frío, Pintura, Fieltro, Literatura y Reciclaje. Bóvedas Familiares Bóveda de Mármol o Granito: • 4 y 8 capacidades más reducciones • Revestida en Mármol Carrara o Granito • Solución Perpetua • Construcción en Hormigón Armado • Calles y Veredas pavimentadas • De fácil acceso peatonal y vehicular • No se cobra mantención Ventas: (2) 27681109 Informaciones: (2) 27681100

Índice 06 Escritores Ítalo Chilenos 07 Alterna Por Renzo Rosso Heidel 07 Caleta de Quintay Por Juan Antonio Massone 07 Los Muertos Por Ana María Vieira 08 En un solo a solo, leí el poema que escribí para él Por Blanca Del Río Vergara 11 Eduardo Por Clara Claudia Michel Masses 13 Huella 59 Por Maritza Gaioli 16 Escritores Ateneo San Bernardo 17 Los Turcos Por Leonarda Caroca 18 Compañía forzosa Por Carol Wuay 21 Niña Por Eugenia María Leyton Moya 21 Soledad Por Rosa María Montes 22 Después de la lluvia… Por Nelly Salas 24 Más que un duelo Por Gonzalo Figueroa Cea 27 Sobrevuelo Por Jenniffer Lazcano

30 Agencia 52 Otros Aguja Literaria Escritores 31 32 El último año nuevo con mi madre 53 La bella Eva Morgado Flores Por Cristina Bravo Novoa 34 34 Los temores no atacan 54 Fundamentos… 2020 34 un carácter fortalecido Por Edith Contador 36 Por Alfredo Gaete Briseño 57 No escribo Poeta sencillo Por Paulina Correa Por Francisco Valenzuela 60 Cultura Si yo viviese en tu país En Digital Por Sergio Carvacho Galaz 62 Martín Felipe Castagnet Un hombre sangra Entrevista Cultural Por Alicia Medina Flores 66 Jacobo Villalobos Galatea Entrevista Cultural Por Marcela Silva Ramírez 69 Poesías del Metropolitano Vol 2. 40 Escritores Taller Proyecto Musical Cementerio Metropolitano 41 72 Concursos 42 Cómo se ve la muerte 43 Por Carla León Tapia 73 Bases Concursables 44 VII Concurso Literario 47 Lluvia costera Cementerio Metropolitano 2022 47 Por Carmen Moya Leiva 49 77 Resultados Supervivencia V Concurso Literario Juvenil Por Sonia Muñoz 78 Cementerio Metropolitano 2021 Capítulo XXI Memorias Elefantásticas Colaboradores Por Francisco Javier Alcalde Pereira 80 La Carta Qué hiciste Por Sebastián Jara Por Gleisy Ríos 82 Soñé contigo Amantes Por Cristián Caicedo Por Helena Herrera 83 Sin nombre Entre tus hojas grises Por Rodrigo Cortés Por Rita De la Fuente 84 Recuérdame Red Social

ESCULTURA AUTOR DESCONOCIDO Escritores Ítalo Chilenos ESCRITORES Renzo Rosso Heydel Juan Antonio Massone Ana María Vieira Blanca Del Río Vergara Clara Claudia Michel Masses Maritza Gaioli

ALTERNA CONSEQUENZIALE Avanzaba La tua mano tu mano si protendeva presurosa; rapida; tu ojo il tuo sguardo impaciente reclamava reclamaba. impaziente. ¿Dónde está Dov’è el sitio? il posto? Preguntaste Domandasti al guardián al guardiano impasible. impassibile. (Menos mal (fortuna volle que mi ceja che il mio triste triste observaba ciglio la escena). osservasse la scena). Al gritar ¡aquí! ya Al gridar io comprendiste. “sta qui!” già Yo era capisti. tu pregunta, Ero io tu sitio, la tua domanda, tu respuesta il tuo posto, la tua risposta. Por Renzo Rosso Heidel Traducción del Doctor, Profesor, Carlo Molina. CALETA DE QUINTAY LOS MUERTOS ¿Cuántas edades petrificaron estas rocas? He visto rostros en las nubes Nunca ha dejado de empecinarse contra ellas ¿Es que están encadenados el mar y la niebla de próximos esqueletos. en esa vasta esponja Desde lejos, con salmuera y remotas nubes, los que una vez partieron? el cielo acude con lamento de ballenas emboscadas a entregar su legado indefenso de ojos muertos. De los cerros emergen torcidos remolinos. Arrastran las olas un rumor de acallamiento; en la arena se aduerme un lastimado murmullo de lejanía. Nos han dejado solos. Todo sufre de encarnizado oleaje con viento en contra. Llevan consigo todo: Los dinteles del mundo esperan ser dichos, el agua, el mármol, porque ya acude el silencio. los sueños del mundo. ¿En qué quedamos, con todo esto, Señor? Por Ana María Vieira Padece el agua, la inmensidad, el ballenato. Del libro Peligros posibles Un rumor de ausencia cubre esta orilla sin pelícanos. Por Juan Antonio Massone METROPOLITANO 7

EN UN SOLO A SOLO, LEÍ EL POEMA QUE ESCRIBÍ PARA ÉL A mi padre I Hoy sacaré tus libros de los baúles. Ya es hora de que Baudelaire, Balzac, Maupassant y tantos otros, despierten. Los pondré en los anaqueles que mandé hacer en tu memoria. Los libros, el cine, las flores eran tus pasiones. Cada mes viajabas a la capital para comprar en San Diego libros nuevos y usados. Eras lector y bibliotecario. En las tardes de invierno leías cada noche a mi madre y a tus siete hijos junto a un brasero. Cinéfilo, tenías asientos reservados en el biógrafo del pueblo. Eras un hombre de otra época: trabajador, austero. El príncipe de los príncipes, el patriarca en casa. Celoso: tu familia en jaulas de libros, vinos, flores. Tu vino era otra historia. Nadie en el pueblo tenía tus viñedos. Jardín secreto. La obra de un artista: crisantemos y vides alternaban. Crisantemos de cabelleras lisas, crespas, despeinadas, sensuales embriagados de sol y vino. 8 CULTURA

II Como buen viñatero me bautizaste con mostos. Ya ni sé qué edad tenía. El vino pagó mi educación formal, despertó mis cinco sentidos. Solías llevarme a la bodega; tu templo, tu laboratorio; simple, sin ornamentos, lagares, fudres y toneles de madera. Íbamos a catar el vino. Lo vertías en una copa de cristal. Lo mirabas intensamente. Un golpe de rotación, un remolino: –¿Ves –decías– estas lágrimas ligeras de color violeta que se deslizan y caen al fondo de la copa? Olías, inspirabas haciendo mucho ruido. Lo acercabas a mi nariz: –Las sensaciones del gusto pasan por la nariz –explicabas. ¿A qué huelen? ¿A flores? ¿A frutas? ¿A madera de roble? ¿A pomelos, dices tú? ¿Estás segura? Luego lo desplazabas por el interior de la boca: la punta de la lengua, la lengua entera, las encías, el paladar, / las mejillas. Lo escupías. –Mmmm... a este beaujolais, le falta envejecer... El resultado es... ¡que no me gusta el vino! Es un viejo amigo con quien tengo una deuda. Nos apreciamos, nos respetamos, me acompaña en las comidas. Mas, de los alcoholes, yo me cuido, pueden convertirse en amantes posesivos. METROPOLITANO 9

III Dicen que en tus últimas horas preguntabas por mí. Te fallé. No llegó al África tu mensaje de moribundo. Se perdió en el desierto y la sabana. Alguien usó mi nombre y tomó tu mano. Cuando llegué, ya te habías ido. Hoy te busqué en el vetusto cementerio de tu pueblo. Te encontré entre álamos y montañas. Eres tú, mi padre, Bernardo Del Río Pérez. Conversé contigo: –Padre mira, aquí estoy, regresé. Por esta fecha, tú hacías la vendimia. Me parece oír el chaca-chaca de la vendimiadora, ver a las mujeres con sus cestos de mimbre llenos de racimos de uva negra y blanca, correr tras ellas disputando a pájaros y abejas los pámpanos que por inútiles quedaban sin ruta, oler tu ropa que huele a vino, a esencias y a roble dormido en toneles y viejos lagares. –Escucha, te traigo un poema, algo simple, alegre, nada fúnebre. Inclinada, una mano en el papel, la otra cercando la boca en casi un susurro, en un solo a solo, leí el poema que escribí para él. Por Blanca Del Río Vergara 10 CULTURA

EDUARDO Qué bueno que llegaste, Ferdy. No sabes lo que pasó palabra de corrido). Aunque hago lo posible por en mi casa, ni creo que vayas a entender lo que te vestirme bien, termino el día con mi ropa una ca- voy a contar. lamidad. Las veces que abrazaba a mi hermano, me repetía: Ponchito, hoy sí que te pasaste, estás que Parece que hace dos años que te fuiste con tus apestas, y volvía a regalarme desodorante de todas papás a Inglaterra… ¿Dices tres? Es verdad, tenías las marcas. Parezco coleccionista. 10 y yo 8. No es mucho tiempo, ya sé, pero de todo ha pasado en mi familia. Conociste a mi hermano Ahora te cuento: Todo comenzó bien raro, mis Eduardo. Era una buena persona. Yo lo quería mu- papás hablaban como en secreto. En el colegio donde cho. Me gustaba cómo se vestía, no era como los del Eduardo estaba haciendo el bachillerato, empeza- barrio con sus blujeanes casi cayéndoles de las ca- ron a decir cosas bien feas de él... Ya no era el gran deras, mostrando sus boxers. Algunos enseñaban estudiante, ni el gran actor. Sus compañeros lo de- hasta la raya del que te dije, con sus poleras sucias, jaban solo. Yo que estaba en la primaria, siempre lo sus zapatillas de marca raídas. Todos descuidados, había visto como líder, con un montón de amigos y olían mal, y hasta Rastas había. “Hay que enseñar- contando chistes, porque hasta para eso Edy tenía les a usar jabón y desodorante –decía Eduardo y talento. Empecé a verlo arrinconado en una esquina, me fatigaba–. Ponchito, tú tienes que resplandecer con una cara de pena que me daba ganas de llorar. de limpio”, y me regalaba unos ricos perfumes y ¡Era penca! En la casa se encerraba en su cuarto y desodorantes. solo salía para cenar, y a veces ni siquiera eso. Mis papás discutían de todo. Mi papá repetía: “Hay que Admiraba tanto a mi hermano que quería pare- ser comprensivos con Eduardo”. Yo no cachaba nada, cerme a él, pero no podía. Yo era lo contrario. Me amigo. Estaba molesto conmigo mismo por ser niño gustaba el fútbol, la pachanga. ¿Te acuerdas, Ferdy, y por no entender qué pasaba. Me preguntaba por cuando jugábamos a ser bomberos en ese descam- qué había que ser comprensivos con él si siempre era pado donde prendíamos unas pajas secas y después el preferido. A mí eso no me importaba, ya que lo con unas mangueras lográbamos apagarlas? Pero un quería tanto y estaba orgulloso de él. día en que ya no estabas, se prendió más paja brava de la que queríamos. Tuvieron que llamar a los bom- Un día que yo estaba en el jardín, modelando beros. ¿Y sabes qué? Nos acusaron de pirómanos. En unos soldaditos, como los que había en China y que ese tiempo todavía no sabía lo que significaba esa salieron en la tele, mi mamá empezó a gritar: palabra, y nos trataron casi como si fuéramos cri- minales. –¡Jorge, tú tienes la culpa de todo! ¡Has tapado los vicios de tu hijo! ¡A tiempo lo podíamos haber Cuando llegué a casa todo tiznado y con las ma- cambiado! ¡Has apañado toda esta barbaridad! –No nos quemadas, mi mamá, en vez de consolarme, me sabía lo que significa apañado, tuve que preguntar–. dio una paliza. Y eso que había corrido el riesgo de ¡No estoy dispuesta a seguir con todo esto, la gente morir quemado. Y dale con su cantaleta: “Por qué no nos mira como si fuéramos delincuentes! ¡Los veci- eres como Eduardo, tan sosegado, tan respetuoso, nos están murmurando! ¡Tengo un prestigio! ¡Todo cómo cuida su ropa. Tú eres un zaparrastroso”, y me esto puede dañar mi futuro! dio un tirón de orejas que hasta pensé que me las habían arrancado. Hasta ahora me acuerdo. Quedé helado, nunca la había visto tan enojada. Estaba roja de rabia, parecía con temperatura, en- Traté de veras de parecerme a Edy, que era como tonces mi papá le contestó: quería que lo llamaran. Era un excelente alumno, no solo en matemáticas, también en arte. Actuó en –Tú, que eres psicóloga especializada en la juven- tres obras de teatro. Él, más que nadie, se parecía a tud, por favor, Susana, entiende a tu hijo, el médico mi mamá, que era la mejor psicóloga. ¿Te acuerdas, dice que hay fallas en la naturaleza. Ferdy, las conferencias que daba mamá?: Cómo evi- tar que los hijos tengan vicios. Me daba rabia, por- –¡Qué naturaleza ni qué naturaleza! –gritó que los compañeros me hacían bromas, todo esto me mamá–. ¡Esto es una aberración! –y salió enfureci- daba lata. da al jardín. Yo siempre era atolondrado, no lograba concen- Tuve que esconderme detrás de un árbol, des- trarme. Hasta ahora mi papá me da ritanil, porque pués arranqué a la calle. Tampoco sabía lo que era dice que soy hiperquinético. (Pude por fin decir la una aberración, es... cómo te podría explicar... como un pecado. En eso me encontré con Miguel, compa- ñero de Eduardo, que me dijo: METROPOLITANO 11

–¿Por qué estás gimoteando, Ponchito? Cuidado Una tarde estaba viendo dibujos animados. Ex- con que después te parezcas a tu hermano –Y me dio trañaba a mi mamá y a mi hermano. Mi papá regresó un pellizco en la mejilla; ahí, me puse a llorar. de la oficina y me dijo: –No, Ponchito, no llores, yo creo que eres bien –Ponchito, tengo que hablarte. Aquí van a ocurrir hombrecito. varios cambios. Di varias vueltas a la cuadra, no me atrevía a ir Me asusté mucho, ya no quería más cambios. Me a lo de mi tía Anita para saber qué estaba pasando. sentó en un taburete alto y agregó: Mis papás seguían peleando, sin preocuparse de mí. Oí que a mi hermano lo iban a operar. Cuando –Sé que todavía eres un niño, pero tengo que ex- le pregunté a mi mamá de qué estaba enfermo, me plicarte un asunto serio, y hasta doloroso. contestó de forma rara e incómoda. Me puse a tiritar, pero al ver la tristeza en su cara, –¡Sale, cabro, tú no entiendes nada! me contuve. Empecé a ocultarme para oír qué pasaba, habla- ban de algo de sexualidad, no entendía ni una pala- –Hijo, Eduardo es un muchacho maravilloso, bra. Eduardo encerrado en su pieza, no quería hablar siempre ha sido una buena persona, pero la vida le con nadie; me preguntaba por qué se había enojado. ha jugado una mala pasada. Nació con cuerpo de Confuso, oí que mi mamá decía: hombre, pero su mente, sus sentimientos, son los –¿Tú crees, Anita, que voy a poder seguir vivien- de una mujer. do en este sitio? Todo tiene un límite. Mi marido ha sido siempre permisivo con sus hijos y ya ves donde Abrí tanto los ojos, que casi se me reventaron. nos ha llevado. Uno es hiperquinético, casi indoma- Confundido, no pude decir nada. ble, y Eduardo es… Le interrumpió mi tía: –Él sufre mucho a causa de esto. Hemos hablado –Por favor, no sigas. con varios especialistas y nos han aconsejado que se Por último, al final de la reunión, mi mamá dijo haga una operación. que no iba a ser cómplice de tamaña atrocidad, que se iría de la casa y me iría a buscar cuando encon- –¿Qué clase de operación, papá.? ¿De qué está trara dónde vivir. enfermo mi hermano? Casi me morí. Mi corazón parecía una locomotora y nadie se daba cuenta de que los había oído. Me sen- –No, no es eso. En la operación van a corregir una tí culpable por lo de hiperquinético. No sabía por qué equivocación de la naturaleza, y tu hermano se va a podía estar tan molesta mi mamá conmigo. ¿Qué transformar… falta tan grave había cometido? Pero como me tra- taban tan mal y hacían como si no existiera, no me –No te imaginas, Ferdy, lo que en ese instante atreví a preguntar. Mis tíos le rogaban a mi mamá sentí. Solo había visto así a mi papá el día en que mi para que no se fuera. Mi papá casi no hablaba, tenía mamá se fue. sus ojos rojos como a punto de llorar. Ferdy, nunca antes sentí tanta pena por mi viejo. No parecía el Tuve que seguir yendo a la escuela, hasta que ter- mismo. Hasta sus ojos cambiaron. Y a mí, nadie me minara el año escolar, pero veía que mis compañeros explicaba nada. hablaban de mi familia. Y me miraban raro. Mi papá Mamá cumplió su amenaza. Mientras yo estaba me dijo que Eduardo, ese año, tenía que irse a San- en la escuela, preparó sus maletas, y cuando llegué tiago para hacerse unos tratamientos. me llevó a su cuarto y me dijo: –Ponchito, tú todavía no estás en condiciones de De vez en cuando llegaba, pero su apariencia iba entender nada. Me estoy yendo y volveré a recogerte. cambiando, yo realmente me sentía extraño con él. Me prendí a ella, rogándole: A pesar de toda mi resistencia tuve que ir a vivir con –Mamá, no nos dejes. ¿Cómo vamos a poder vivir mi mamá seis meses. Yo seguía resentido porque nos sin ti? –Y la abracé fuerte. había dejado. Dejar a mi papá me dolió hasta el úl- –Ya se las arreglarán, y dentro de poco volveré timo pelo de la cabeza. Lo veía tan solo. Lo sentía para llevarte conmigo. –Soltó mis brazos de su cuello. tan afligido. Quedé llorando, nadie me consoló, mi papá no estaba y mi hermano ni salió de su cuarto. Quería Por fin pude volver a mi casa. El día de la opera- morirme. ción me quedé allí con mi tía Anita, quien me habló cosas bien científicas, porque es médico. Me dijo que tenía que ser fuerte, que debía apoyar a mi papá y a mi hermano. Después de un tiempo largo, volvió Eduardo. No sé cómo contarte mi impresión. A pesar de que toda- vía usaba pantalones, pero eran como femeninos. Se había maquillado un poco los ojos y pintado la boca. Se acercó a mí con timidez; yo, todo tembloroso, lo único que quería era desaparecer, y dándome un abrazo fuerte, me dijo: 12 CULTURA

–Ponchito, discúlpame, no tenía otra opción. No HUELLA 59 quiero que te avergüences ni que lo pases mal. Yo sigo queriéndote mucho, mucho –bajando la voz, Te olvidaré continuó–, ahora tienes que llamarme Ely. cualquier día que puede ser hoy  No lo he pasado bien. En el colegio era la burla o nunca. de todos. Hemos tenido que cambiarnos de casa, de Por Maritza Gaioli barrio, de escuela. Mi mamá vino a recogerme para que viviera con ella, pero no he querido dejar a mi 13 papá. A pesar de que todavía no me habitúo, sigo queriendo a mi hermana, claro que no es lo mismo, pero creo que con el tiempo me voy a acostumbrar. Mi papá se ha puesto más callado y parece triste. Mi hermana está comenzando una nueva vida. Pienso que mi mamá no tenía por qué dejarnos. Era una gran psicóloga que debía habernos entendido. Dicen que lo de hiperquinético se pasa solo, sin ope- ración. Yo tenía tanto miedo. Lo único bueno de esto es que no me han vuelto a decir: “tienes que parecer- te a tu hermano”. Esto es lo que te quería contar, amigo, ahora que estás de vuelta. Por Clara Claudia Michel Masses METROPOLITANO





ESCRITORES Escritores Ateneo ILUSTRACIÓN San Bernardo Leonarda Caroca Carol Wuay Eugenia María Leyton Moya Rosa María Montes Nelly Salas Gonzalo Figueroa Cea Jenniffer Lazcano Hendrick Goltzius

LOS TURCOS Por Leonarda Caroca Ahora que las noticias han mostrado delitos de Por otra parte, Cristina tenía un vecino turco que odio con las vergonzosas consecuencias que todos dejaba su basura en la puerta del edificio y se veía conocemos, me vino a la cabeza la primera vez que que ponía en la misma bolsa todo tipo de residuos. me enfrenté con una de esas campañas xenófobas, Es decir, ¡NO RECICLABA SU BASURA! Era lo que anónima, por cierto. Era el slogan del racismo vivo, más escandalizaba a los vecinos de Cristina y a ella rayado en las paredes. Su punto de partida era lo de misma. Por eso estaba de acuerdo en que, si venían siempre: considerar al otro como ilegítimo, ajeno a a vivir a Suecia, estaban obligados, de un día para nosotros, los justos y buenos. Demonizar al otro e otro, a cambiar de costumbres; y ¡le daba la razón al imponer un castigo: ¡Hay que expulsarlo! ¡O mejor, sueco, autor de la pintada! matarlo! Yo no tenía ninguna experiencia con turcos de No era la primera vez que veía tales anuncios. Por modo que no reaccioné de ninguna forma, aunque fortuna, poco frecuentes. sabía que esos insultos pertenecían a la peor catego- ría para la sociedad sueca: era la mención del diablo La Escuela en que trabajaba tenía un grupo de y el infierno. ¡El peor insulto que podía imaginar la unos ochenta alumnos latinoamericanos pertene- gente sueca! cientes a familias de refugiados, expulsados de las respectivas dictaduras que diezmaron el cono Sur de Al entrar a la sala de profesores había una atmós- América en la década de los setenta. Se sabía difícil fera enrarecida, algo preocupaba a los colegas. Sos- escolarizar a niños que llegaban muy golpeados por pechando que la agitación se debía a la pintada, pre- la vida. ¡Fracaso escolar seguro! Decidimos, profe- gunté si había muchos alumnos turcos en la escuela. sores suecos y latinoamericanos, impartir el plan de estudios nacional con el aporte de los profesores Inga Maj, una de las profesoras de sueco para hispanohablantes, es decir, nosotros. La idea tenía nuestros cursos, me dijo, algo trémula, que no había como principio reconocer que cada niño llegaba con ningún alumno turco en la Escuela. Otra profesora muchos conocimientos que había que aprovechar y estaba hablando con el mayordomo para que con- profundizar en su propia lengua, al mismo tiempo siguiera, urgentemente, una cuadrilla de pintores que aprendía el nuevo idioma. Las familias se mos- para borrar los letreros. Varios profesores, después traron de acuerdo y, por eso, casi todos los niños his- de hacer un gran preámbulo, nos comentaron su re- panohablantes del sector cursaron los seis primeros chazo a tales pintadas, y antes de empezar las clases, años en nuestra escuela. Resultó una solución prác- la directora manifestó en reunión su repudio a toda tica y muy positiva. Al finalizar el ciclo de los seis consigna de odio y se acordó tomar medidas para primeros años los niños seguían un plan de estudios, evitar la repetición de la historia. Me pareció bien. mayoritariamente en idioma sueco. Claro, no era justo contra los niños turcos. Era, ade- más, una vergüenza y estaba prohibido por ley. Una mañana íbamos Cristina, mi colega, y yo, entrando al recinto de la Escuela, y nos sorprendió No había ningún turco allí, pero mi amiga insis- ver unos letreros escritos a la rápida en nuestras pa- tió con énfasis: redes, posiblemente durante la noche. Decían, tra- ducidos al castellano: ¡Váyanse a su casa, turcos del –¡Está mal que los turcos no traten de adaptarse! diablo! ¡Lárguense todos al infierno! ¡Eso enrabia a los suecos! Alguien muy enojado con los turcos declamaba Nosotros nos parecemos mucho a los turcos: pelo su odio, insistiendo que deberían volver a su país, en negro, ojos oscuros, talla mediana y tez morena; tan- vez de vivir en Suecia. Pensamos que era una cam- to nos parecemos que algunas veces me dirigí a un paña contra los turcos que habían ido a trabajar a turco, o sirio, o árabe, en castellano, en la creencia Suecia en virtud de un convenio entre los gobiernos de que fueran de mi lado del mundo. Algo disonante sueco y turco. Pero era en idioma sueco. empezó a farfullar en mi cerebro y dije: La primera reacción fue decir: ¿Qué van a enten- –Oye, creo que es otro el mensaje, los turcos del der los turcos, si vienen recién llegando? ¿A quién va letrero somos nosotros, amiga. No hay más turcos dirigido este mensaje? en esta Escuela, ¿no es cierto? Se puso roja y comprendió. Y ahí sí que le dio rabia y también susto. Ahora se trataba de ella. METROPOLITANO 17

COMPAÑÍA FORZOSA Por Carol Wuay Liza miraba con fastidio la boca de Fernando, quien “No le gustan los departamentos”, alcanzó a es- continuamente le escupía la cara mientras hablaba. cuchar que decía su hermano, mientras la puerta se cerraba con un espantoso chirrido. A Liza le dolía Era harto aburrida la cháchara del gordo, pero la cabeza con tanto acoso de ese gordo grosero que, era, también, un invitado a la fiesta y había que darle más encima, le había empapado el pelo de gotas sa- el respeto que merecía. Por supuesto que, con medio livosas. sillón por espacio, aunque la “lluvia” parecía caer por todos lados. Y Liza pensó en la posibilidad de “No sé para qué vine”, se dijo asqueada, al mismo contarle el chiste del paraguas. La compañía de Fer- tiempo que se lavaba la cara con bastante jabón para nando le era tan odiosa, que se apretujaba contra el ver si lo pegajoso se le pasaba; lo del cabello tendría respaldo del asiento, pero él, en vez de percatarse que esperar. de lo que dejaba salir su boca, se le acercaba en cada momento un poco más, haciéndola voltear la cara Sus propios pensamientos la angustiaban. Ahora para que por lo menos la saliva le cayera en el pelo. tendría que idear cómo marcharse de allí, ojalá lo más Total, se lo lavaría antes de acostarse. pronto posible. Mucho lamentó haber aceptado la in- vitación de su hermano. Eso de conocer al primo de su Camilo trajo una bandeja con rebosantes copas amiga, recién llegado de Egipto, la tenía harta. “Mejor de champagne. Venía con la sonrisa maliciosa en la se hubiera quedado allá con los camellos. Quizá fue boca, al tiempo que lo acompañaba una rubia estu- de ellos que aprendió tanto escupe que escupe”. penda, con el busto chico y las piernas largas. Ideal estúpido de muchos hombres que se sienten machos. Entonces, una idea rescatadora vino a su mente Ambos reían como tontos cuando se sentaron, y le y salió decidida del baño. ofrecieron a Liza y su acompañante unas copitas. Aquellas, casi se desbordaban por la blanca espuma. –Camilo, me voy. Me siento mal –dijo a su herma- Parecía que tenían piña. no, mientras él abría con asombro los ojos sin saber qué responder. –A la salud de las damas –dijo Camilo, levantan- do la suya. La rubia y Fernando lo imitaron. Pero –Pero la fiesta... –rezongó la rubia. Liza la tenía apoyada sobre su falda. Detestaba el –No sea fome, si la estamos pasando regio –dijo el champagne y sobre todo la piña. gordo, cuya grasa gelatinosa se desparramaba sobre su cintura. –¿No bebes tú? –le preguntó Fernando, con su cara –Lo siento, pero tengo náuseas, y no será bueno roja como tomate, sin atreverse a dar el primer sorbo. para la alfombra que siga quedándome aquí. Mi casa está a media cuadra. Me iré sola. –Voy al baño. Me siento algo ahogada aquí dentro –respondió Liza y se levantó de improviso. 18 CULTURA

Camilo dio un suspiro de resignación. Conocía –Sí? ¿Sobre qué? –preguntó, sin mirarlo. el carácter de su hermana cuando tomaba una de- –Me gustas –respondió él. cisión, lo que le pareció pésimo, porque ahora las Liza se detuvo, como si la hubieran pegado al cosas le estaban saliendo tan bien: Marcela parecía piso. dispuesta a todo. Y Fernando, en quien adivinó un –Sé que recién nos conocimos, pero mi prima y tu interés repentino hacia Liza, estaría sin su acompa- hermano se llevan bastante bien, así que, si quieres, ñante, en medio de los dos, estorbando. podemos salir los cuatro. Tengo un lindo departa- mento en Macul, música de jazz y un corazón que De pronto, Fernando dijo: añora no estar más solo… Tú me entiendes. –Si se siente tan mal, yo la acompaño hasta su A Liza le dieron ganas de golpearlo, a él, a la rubia casa. y a su hermano. Nunca había sido tan humillada. –¡Claro, claro! Así tendrán más tiempo para co- Ella que era una mujer decente. De súbito, se le ocu- nocerse –exclamó con felicidad Camilo, y agarrando rrió una idea y, tomando con un poco de repugnan- el abrigo de su hermana se lo colocó con prontitud cia la gorda y húmeda mano de Fernando, le dijo con sobre los hombros, haciendo que ella y el gordo sa- gran tristeza que era casada y esperaba un bebé, por lieran casi expulsados del departamento, mientras eso lo de las náuseas. Marcela se reía con malicia, aún sentada en el sofá. –Camilo no me lo dijo –respondió él, desilusio- Liza bajó furiosa en el ascensor con su acompa- nado. ñante. No dijo ni una palabra. Estaba tan enojada –Sí. Ahora todo se le olvida, no se atreve ni a salir con lo aprovechador y déspota de su hermano, que solo. Desde que le descubrieron el SIDA... ya se vengaría. Odiaba saberse utilizada como pre- No alcanzó a terminar la frase. Fernando profirió texto para entretener al primo, para que él se enten- un grito y se abalanzó convertido en pies, carrera y diera a solas con la rubia. Entretanto, Fernando, no grasa hacia el edificio donde vivía Marcela. Lo que contento con escupirla en el departamento, ahora lo ocurriría en ese departamento, a Liza ya no le im- hacía en la estrechez del ascensor. portaba; después de todo, se había vengado de su –Qué bueno que estemos solos, tengo algo que hermano. contarte –oyó que le decía, al salir a la calle. Ella, más apurada que nunca por llegar a la casa y zafarse de su desagradable compañero. METROPOLITANO 19

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NIÑA SOLEDAD Hay en ti Se sentó sobre el cuello un día una niña latente Agazapada y casi leve. buscando la vida Casi amiga, gozando el presente Casi cruel, sintiendo que llegan Casi leve. a tus ojos claros Es aceptada un día y otro y otro. vivencias con alma Casi amiga. que sientes y calmas. La inquietud emerge Cuando desaparece, Tú futuro no tranzas Leve. mirando el pasado La buscas, la buscas… que ya no te alcanza El miedo surge pues vives la vida Perderla no es bueno. dejando a ultranza Soledad es casi amiga. aquello inservible Casi leve, casi cruel. aquello que cansa. Está presente Hasta cuando desaparece, Tu fuerza te lleva Casi cruel. con todas tus ansias La extrañas y la esperas a buscar aquello Casi amiga. que crees y amas. Por Rosa María Montes Suerte mi niña arriba ese ánimo tu fuerza te apoya tú puedes ahora. Por Eugenia María Leyton Moya METROPOLITANO 21

DESPUÉS DE LA LLUVIA… (Del Libro “La Última Estación”, Ediciones Letra Clara 2020. Para mi amiga, Ana Luisa Muñoz Flores, en su memoria) Partirán tras tus huellas las yerbas que cultivaste en tu huerto el aloe vera, la manzanilla, el cedrón, las rosas coronarán brotando en tu ausencia, el amasijo que hiciste con tus pinturas se alzará en canto magistral junto a los pajarillos, y la imagen estampada en la tierra, siembra del sufrimiento de haber pasado por ella. Más allá del cielo y los astros estará tu energía cuidando del jardín en este otoño eterno. Por Nelly Salas 22 CULTURA

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MÁS QUE UN DUELO Por Gonzalo Figueroa Cea Grandón y Velásquez habían tenido un encontrón Y, mientras los jugadores de Unión del Cerro re- fuerte minutos antes. Y no fue el primero: como que claman airadamente las decisiones del juez, Grandón siempre se buscaron, se siguen buscando y los mis- se aproxima al “caído” Velásquez para manifestarle mos relatores y comentaristas por radio y televisión su molestia ante lo que considera una trampa. Lo coinciden en aquello. Pero le bajan el perfil. “Esto es apunta agitando la mano y apuntándole con el dedo. fútbol”, “es parte del típico roce de una final”, “los dos son tipos duros”, “a Velásquez cuesta marcarle –¡Te tiraste!, ¡te tiraste!... Yo fui a la pelota. y Grandón es de pierna fuerte”, “es un duelo clásico –¿Adónde la viste?, ¡si me hiciste volar con todo! y, más encima siendo una final, es difícil que pase –Le daré mi versión al árbitro. inadvertido”, son algunas de las conclusiones que –¡Pero si te echó, huevón! sacan al respecto. –¡Pero hiciste trampa también! –¿Y voh?, ¿jugaste gratis acaso? Además de las Está por expirar el partido en su alargue y, si hu- chuletas, me sacaste a mi madre y mi hermana todo biese que definir el ganador de ese duelo puntual, el partido... Y me las banqué solo –retruca Velásquez todos coinciden en que es Grandón, pese a la tarjeta ya de pie. amarilla (con pinta de roja) que se ganó en el primer Cuando Marchant ve que Grandón y Velásquez tiempo y los reclamos de los jugadores adversarios y están a punto de irse a las manos, les pide orden, le del propio Velásquez entre ellos. En efecto, el lateral exige a Grandón que abandone el campo y a Velás- izquierdo había anulado completamente al puntero quez, en su condición de capitán, que designe quién derecho, quien no logró generar una sola ocasión de debe ser el ejecutante del penal. gol pese a su habilidad, velocidad y pases precisos, –Yo, señor –no tarda en aclararlo. habituales en los pleitos anteriores para que algún El público de San Fabián, quien minutos antes compañero suyo anotara el tanto de cabeza o a ras de estalló en júbilo tras el cobro, está naturalmente más piso. Cortés había sido el destinatario de la mayoría optimista que el de Unión del Cerro, que al igual que de esos balones y, en efecto, es el máximo scorer de los jugadores de su equipo y ante la evidente supe- San Fabián. rioridad del elenco adversario, apostaban al empate y a obtener el título en la tanda de penales. Pero un Cuando ya todos apuestan por el empate y la defi- penal puede cambiar la historia en el epílogo. nición a penales entre el referido elenco y Unión del Velásquez está frente al balón. Fernández, a diez Cerro, en el minuto 119, Velásquez recibe desde atrás metros de distancia, parado y con los brazos levan- un preciso pase largo vía aérea de Sobarzo desde el tados hacia los costados, hace gestos con ellos para costado izquierdo de la mitad de campo propio de distraer al delantero con la finalidad de incitar al- San Fabián, corre casi destapado en dirección al área guna equivocación. Todos estiman que, pase lo que rival por el flanco derecho, ve sin marcas a Cortés pase, habrá algunos minutos añadidos debido a la dentro del área, con el arquero rival solitario y deses- ola de reclamos posteriores al cobro. Las apuestas a perado, e intuye que bastará con hacer el centro para esa altura apuntan a que, si Velásquez transforma en que el 9 conecte, marque el gol, se termine con la gol el penal, este partido de fútbol terminará en su infernal mala racha de casi todo el presente trámite sentido de lucha pese a los descuentos y San Fabián y se queden con la copa. se quedará con el título. Velásquez ubica la esférica en el punto penal, Sin embargo, Grandón va a una velocidad tan toma vuelo, se concentra y decide en su mente el endemoniada que alcanza a pincharle la pelota a sector donde ubicará el balón confiado en que en- Velásquez para enviarla al córner, pero con tal ni- gañará a Fernández. Corre como si compitiera para vel de violencia que pasa a llevar al delantero, quien los cien metros planos y aplica con el alma un fuerte cae aparatosamente y, exageradamente, da varias puntete a la pelota, pero su disparo es desviado hacia vueltas en el pasto. Marchant no duda en cobrar el córner por el portero. La algarabía de los nume- penal y en expulsar a Grandón. Velásquez, tras su rosos hinchas de Unión del Cerro se hace notar con histriónica performance, permanece muy sonriente estruendo. El silencio entre los seguidores de San en el suelo. Mientras tanto sus compañeros de equi- Fabián es casi sepulcral. po celebran como si ya tuvieran el campeonato en la mano. 24 CULTURA

Llama más que particularmente la atención la guardavalla de Unión del Cerro, decide seguir el par- actitud de Fernández, que no solo festeja su circuns- tido con normalidad porque no vio el gesto de Fer- tancial triunfo, sino que en un gesto groseramente nández y los guardalíneas tampoco. Cortés, el más desafiante se lleva las manos a los testículos y mien- entero de los jugadores de San Fabián, encabeza la tras salta les grita improperios a los rivales, quienes última arenga a sus compañeros y le hace un gesto liderados por Cortés intentan agredirlo. Pero estos con el ojo a Velásquez. El mismo Cortés decide ir a son bloqueados por el árbitro y sus asistentes para servir el córner. evitar aquel fin. Grandón no se queda atrás en los insultos: en una actitud igualmente desafiante, en Evidentemente su equipo no ha ensayado jugada lugar de ir a los camarines grita desaforadamente a alguna originada de un tiro de esquina. Solo había los rivales desde la escalera que dirige al túnel próxi- practicado jugadas de juego y, en materia de pelotas mo y los camarines. En todo caso, el fair play que detenidas, tiros libres cortos, abiertos y (vaya lasti- todos juramentaron respetar en el saludo inicial, del mosa curiosidad) penales. Además, nadie del elenco cual algo ya se había perdido en el desarrollo mismo del santo es particularmente buen cabeceador. Por del match, pasa al olvido. si fuera poco, la mayoría de los jugadores de Unión del Cerro son buenos cabeceadores. Pese a que es Velásquez, al errar el penal, se pone en cuclillas centrodelantero el fuerte de Cortés no es el juego en el suelo mirando el pasto con mucho lamento. aéreo, sino aquel a ras de piso, el que ha fallado hoy. Uno de sus compañeros lo consuela y lo motiva a Tampoco es especialista en lanzamientos de esqui- pararse luego porque el juego continúa y hay un na, pero sí es preciso en pases a media altura, que tiro de esquina que favorece a su equipo. Uno de los terminan en buenos empalmes o cabezazos. Se tiene asistentes del juez muestra el letrero electrónico que una fe tremenda. indica que se jugarán tres minutos extras. El penal fue ejecutado a los 121. Ya es el minuto 122... Por lo Cortés pone histriónicamente el balón en la es- tanto se jugará uno más. quina izquierda mientras mira el arco. Todos están concentrados; el público grita, pero la tensión se Vuelto el orden al campo y, advertido el juez por siente en el aire casi como un vientecillo corporal los jugadores de San Fabián sobre la insolencia del pesado. La concentración de Cortés se fija en el METROPOLITANO 25

área. La de Fernández y la de Velásquez en Cortés Tras un lateral, Montes recibe una pelota filtrada y el balón, aunque con objetivos distintos en cada por parte de Aballay, quien jugó casi todo el partido caso: uno en sacarlo del área (y lo más lejos posible más retrasado que de costumbre. Montes corre con de allí) y el último en direccionarlo hasta el fondo balón dominado y algo de convicción por el flanco del arco, en lo posible de cabeza (para su mayor efec- izquierdo. Polanco, quien sabe que Montes le gana tividad). ¿Grandón? Sigue insultando a sus rivales, en velocidad, hace lo posible por correr al lado del en especial a Velásquez, desde el túnel. El referí solo mismo puntero izquierdo, no necesariamente para está pendiente de Cortés y de lo que pueda acontecer pincharle la pelota, pero sí para bloquear cualquier segundos después en el área. intento por llegar al arco que defiende Figueroa. Cerca del área y a punto de desbordar, Montes apro- Marchant hace sonar el pito y, acto seguido, Cor- vecha una pequeña vacilación de Polanco y remata tés no le da tan potente y alto al balón. Este empieza casi sin ángulo, pero Figueroa alcanza a despejar el a bajar a poco menos de dos metros del primer palo peligro con la punta de los dedos. Servido el córner, de Fernández. Los defensores se mueven instantá- Figueroa atrapa la esférica sin mayores dificultades y neamente como bestias que estuvieron enjauladas, el juez, nada de leso y ante la ansiedad de la mayoría al igual que Velásquez. Logra zafarse de la marca de de los presentes, da por finalizado el pleito. López y de Robayo, quienes incluso lo tenían algo enganchado de los brazos, y se adelanta a ellos con El final de la final es tan emocionante que motiva una elegante palomita en fracción de segundo. No a Lientur Varas, relator de radio Rodelindo Carranza, logra darle la potencia deseada a la esférica y cae al palabras de gran inspiración literaria: pasto y muy mal. Incluso se queja amargamente. “¡Terminooo el partido!, ¡terminó el gran en- La pelota va directo al arco, aunque con escaso cuentro del año!, ¡la gran finaaal! ¡San Fabián es el ángulo a favor y la oposición de Fernández, quien nuevo campeón! El grueso de la humanidad de este se lanza portando una sonrisa triunfal y logra atra- coliseo, con banderas albiazules, celebra y se per- parla. Sin embargo, se le escapa y traspasa toda su mite el lanzamiento de algunos fuegos artificiales circunferencia la línea a pesar de un último esfuerzo mientras entona el himno del club. En un trámite por sacarla antes de que entre al arco. El grito de gol irregular, trabado, de poco fútbol, pero no por ello de la parcialidad de San Fabián, mayoritaria entre menos dramático y emocionante, se hizo justicia. los cincuenta mil espectadores que han abarrotado Digámoslo así, amables oyentes y con todo el respe- el estadio, es estruendosa. Fernández, sentado en el to que se merecen los hinchas de Unión del Cerro, pasto, esconde la cabeza entre las piernas. Sus com- que hoy alentaron fielmente a su escuadra con sus pañeros lo recriminan. Velásquez pasa de villano a hermosas banderas color burdeos: El tesón encomia- héroe y arranca a celebrar al sector de la galería don- ble de este equipo no bastó para detener la tromba de más abundan seguidores de su escuadra: sabe que inoficiosa de San Fabián. Pero la entrega sin límite se ganará la tarjeta amarilla, pero es la más feliz de de los jugadores de San Fabián y, sobre todo, de sus todas, porque lo celebra con sus compañeros. mayores figuras, Cortés y Velásquez, transformados en héroes en un final épico, de antología, de best se- El juez, muy criterioso, estima que, ante el tiem- ller, cuando el fútbol no es argumento, cuando las po perdido entre el cobro del penal, la ejecución mis- fuerzas flaquean, ellos, de overol, sacaron a relucir lo ma y lo que tardó antes del tiro de esquina, deben mejor de sí para cambiar la historia. El penal errado jugarse al menos un par de minutos más. Se reanu- no los amilanó y, cuando el partido agonizaba, esa da el juego. El esquema ultradefensivo ya no le sirve zambullida, poco elegante pero bendita de Velás- a Unión del Cerro. Además, jugados 120 minutos y quez, tras el córner servido por Cortés, fue el acto como reza el dicho, ya no hay piernas: solo los deseos de magia para lograr lo que durante más de 120 mi- del elenco que va perdiendo por lograr empatar y, en nutos le fue negado a San Fabián. ¿Después? Solo el caso de los ganadores, defender más que atacar. aguantar un par de minutos más para luego decir con toda propiedad: ¡somos campeones!”. *El cierre del cuento es un homenaje en vida a Vla- dimiro Mimica, cuya carrera en radio tuvo como ca- racterística una alta creatividad en la narración de partidos. Imborrable es el recuerdo que tengo para la final de la Copa Libertadores de 1991, obtenida por Colo Colo. 26 CULTURA

SOBREVUELO 27 Por Jenniffer Lazcano Ningún ser consciente sabría jamás de mis deseos de mariposa. Hubiese querido volar, volar siempre. No estar en un lugar fijo. No ser quien soy. Me hubiese gustado alcanzar los sueños que construyeron mis padres en torno a una vida que ni ellos, con sus me- jores deseos, consiguieron para mí. El silencio acostumbrado de la vida no fue impe- dimento para soñar. Fue un descubrimiento tempra- no, nadie tuvo la necesidad de contarlo, nació una mañana en que él mismo comenzó a hablarme. Me habló de lugares con todos sus colores, formas y di- versidad de sabores que, con todos los años que he vivido no he conseguido conocer con exactitud. Las personas que me presentó han sido un punto apar- te, casi todas han paseado frente a mis ojos, existen dos o tres que no recuerdo y es que no debe tener importancia no recordarlas; con toda seguridad un día asomaron sus cabezas por la puerta de mi habi- tación y ahí mismo se las arrebaté. No porque fueran malas, pero seguramente su miedo me invadió de tal forma que la sugerente idea de mostrarles lo mejor de la vida, no la dejé pasar. ¿Dónde fueron a parar? No lo sé. Quizás llegaron a la cima de los Andes transformados en cóndores; o decidieron sumergirse en el agua y nadar contra corriente; o simplemente, decidieron convertirse en rocas, en trozos de materia para alcanzar la eterni- dad si es que el clima no les jugaba en contra como le ocurrió a los faraones y a sus esfinges. En un sueño vi mis alas. Eran hermosas, más de lo que había imaginado. Volando me sorprendieron sus colores reflejados en el agua. A la hora justa tuve el privilegio de verlas cuando el sol ya había presen- tado su majestuosidad a todo el mundo. Existió un tiempo en que tenía por costumbre excluirme, pero en retribución por su olvido, el sol, ese día, reservó un instante de su tiempo para mí; al sumergirse no lo hizo ni como antes ni después; habiendo pasado por sus acostumbrados colores se detuvo justo entre su danza con el violeta y el segundo antes que la os- curidad lo alcanzara. Y contraria a la explicación de la física, su luz fue más hermosa que ninguna, lím- pida, sin interferencia, no justificada en razones, y que nadie consiguió documentar. Fue solo para mí y mis alas que descubrieron la delicadeza de sus trazos y su conexión con el universo. METROPOLITANO

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ESCULTURA EDWARD BERNTON Agencia Aguja ESCRITORES Literaria Eva Morgado Flores Alfredo Gaete Briseño Francisco Valenzuela Sergio Carvacho Galaz Alicia Medina Flores Marcela Silva Ramírez

El último año nuevo con mi madre Eva Morgado Flores En aquella habitación oscura con solo la cancina luz –¡Descansa, bebé! –te dije con tono materno. La de una lamparita que alumbraba levemente tu páli- impredecible vida había cambiado nuestros papeles, do rostro, me mirabas atenta como una niña observa y veías en mí a una madre que te cuidaba y protegía. a su madre antes de dormir. Descorrí un poco los Las mismas manos que me acunaron se aferraban a pesados cortinajes, lo suficiente como para ver los las mías, como una pequeña busca el calor amoroso fuegos artificiales que iluminaban la noche entre los de su mamá antes de dormir. Mis labios permane- añosos árboles del caserón, hoy solitario, con solo la cieron en tu frente y acaricié tu blanco pelo– ¡Buenas compañía de nosotras dos. noches, descansa! ¡Año Nuevo! A lo lejos, el bullicio y la algarabía Tus ojitos mansos comenzaron a cerrase, tu senil que llegaban hasta mis oídos, no a los tuyos, pues el manito soltó la mía, como una niña que se duerme paso de los años los fue ensordeciendo y dejándote acunada. Una sonrisa bella se instaló en tu rostro, en un silencio total que, por más que usara mi ima- la sonrisa de una niña que se duerme tranquila, sin ginación, no lograba representar en mi mente. miedo. –¿Qué miras? –me preguntaste con asombrados Justo antes de que tus ojos se cerraran por com- ojitos de niña. pleto y tu cuerpito se relajara entre mis brazos, pude observar el brillo de tus pupilas; es indefinible lo que Solté las cortinas, avancé hasta tu cama y te tapé te dice una mirada, pero los ojos hablan un idioma como una madre cubre a su hija antes de dormir. distinto al de los labios. Era como si con lentitud se fueran apagando; solo los días, o con suerte los me- Solo la noche, escribí en un cuadernito que estaba ses, dirían cuándo. Volví a besar tu frente, de mis siempre en tu velador, para comunicarnos. ¿Cómo labios salió un “¡Feliz Año Nuevo!”. Estabas dormida. explicarte que era Año Nuevo, sin tener claro qué produciría en tu mente perdida en un pasado? ¿Te El teléfono sonó y cerré con suavidad la puerta inquietaría? Por supuesto, podría traer recuerdos de de tu pieza, cuidando de no sacarte de tu profun- los años en que aquella casa se encontraba llena con do sueño. A través de la pequeña rendija que quedó la presencia de tus hijos, mi padre y la alegría de esta antes de cerrarla por completo, te observé dormida. celebración. Vendrían los saludos y la preocupación por estar sola esa noche… Las fiestas no importaban, no aquel año. Era necesario que te durmieras, era muy tarde En mi corazón y en mi alma tenía la certeza de que para que estuvieras despierta y sabía que pronto sería el último Año Nuevo con mi madre. comenzaría a sonar el teléfono con llamadas de sa- ludos. METROPOLITANO 31

Los temores no atacan un carácter fortalecido Por Alfredo Gaete Briseño Los temores son fantasmas provenientes del futuro, para hacer otro camino, pero de inmediato comprendí atraídos por la brecha que abre nuestra inseguridad que estaba a punto de ser presa de un fantasma. En- ante lo que pueda ocurrir mañana, ignorantes del tonces apelé al absurdo de arrancar de un animal que gran valor que nos aporta la incertidumbre. Para había mostrado asustarse más que yo. En un acto de atemorizarnos se aprovechan de nuestras malas valentía, decidí continuar. Lo divisé a los pocos segun- experiencias y aparecen como si las situaciones hi- dos y pensé que obviamente el ajeno a ese barrio no potéticas fueran reales. era él, pues de seguro vivía en alguna de esas casas. A falta de un presente sólido, ocupan ese espa- Mientras avanzaba, hice el esfuerzo por mante- cio y se convierten en verdades falsas que desvían ner una conducta que obedeciera a una actitud men- nuestro desarrollo. tal positiva. Consideré que temer a un perro normal, por desconocido que fuera, y permitirle que atentara Cargados de mentiras nos conducen a generar contra mi bienestar, era del todo estúpido. La clave conductas negativas como evitar, arrancar, limi- estaba en aprovechar la oportunidad y convertir el tarnos, mentir... Vulneran nuestra integridad, des- problema en un desafío. Para lograrlo, debía negar- virtúan nuestro paradigma y perdemos de vista la me a aceptar la invasión de aquel fantasma bajo pre- adecuada estructuración de nuestro carácter. texto alguno. Esto, aunque no invalidó el conflicto, lo disminuyó y continué mi ruta. Los hay disfrazados, y también evidentes, como en una experiencia que tuve hace algún tiempo: Durante varios días hice el mismo trayecto. A veces el perro estaba y otras no; en ocasiones corría Iba en bicicleta y, como en muchas ocasiones, unos metros junto a mí y rápidamente se aburría, un perro me salió al encuentro. Corría en paralelo, o simplemente me miraba con desgano; a veces, ni mientras ladraba. En tales circunstancias, acos- eso. Así, de a poco, el miedo se convirtió en molestia, tumbraba a frenar con brusquedad para evitar un y con el paso de los días, terminó por desaparecer. accidente, con lo cual el animal se alejaba asustado; sin embargo, esa vez, en una torpe maniobra, apreté La reparación nace a nivel del carácter. La auto- más de la cuenta el freno delantero: la rueda trase- conciencia permite comprender la absurda condi- ra se elevó y la bicicleta dio una ostentosa vuelta de ción sobre la cual se sostiene el temor, y nos alienta campana. Salí despedido y aterricé a los pies del ani- para enfrentarlo. mal, que abandonó la escena despavorido. Un carácter fortalecido nos hace dudar de la va- A la mañana siguiente salí, como de costumbre, a lidez del conflicto, con lo cual bajamos el perfil a la dar mi vuelta en bicicleta. Entonces, al doblar por la acción del fantasma. Y una potente actitud mental calle en que el día anterior sufriera el percance, sentí positiva nos permite desplegar la cuota de valentía una gran angustia y me invadió el temor a ser perse- requerida. guido por el perro. El primer impulso fue devolverme 32 CULTURA

Al no cambiar de ruta, comprobé que el temor la respuesta adecuada nació con mayor seguridad. era infundado y tendió a disiparse. Desapareció al Una vez más comprobé que el temor es un fantasma repetir el enfrentamiento. posible de enfrentar y eliminar. Analicemos la respuesta adecuada: La situación se transformó en un aporte para con- 1º. Comprender el absurdo: Tomo conciencia solidar la fortaleza del carácter y cada vez ofrecer respecto a la improbabilidad de ser mordido por un menos acceso a fantasmas inmovilizadores. perro desconocido, uno entre tantos que andan por las calles y no atacan a la gente porque sí. En tal caso, De seguro piensas que, respecto a nuestra paz in- no podríamos cohabitar. Si el animal presenta un terior, en la vida diaria nos encontramos con temo- aspecto fuera de lo común, que pudiera llevarlo a res más complicados de enfrentar, como abandonar causarme un daño real, entonces evitarlo no se trata un trabajo que nos brinda una “zona de comodidad”, de temor, sino de resguardar mi integridad física. o iniciar cualquier actividad que nos parece muy 2º. Invalidar el conflicto: Asumido el absurdo de riesgosa. Sin embargo, la solución, aunque parezca la situación, estoy en disposición intelectual de hacer más compleja, va por el mismo camino: podemos el esfuerzo, continuar con mi itinerario y desechar la “abandonar la caverna”, “quebrar la botella”, “que- respuesta de hacer otro camino o devolverme. mar las barcas”. Basta con comprender el absurdo 3º. Actitud mental positiva: Es la misma que me de continuar con una existencia que se desdice con permite recibir con ánimo cada amanecer, sin im- nuestras inquietudes más profundas. portar la opinión del clima. Cuando se es proacti- vo, esta conducta nace de manera natural, pues es Decidámonos a iniciar nuestro proceso de cam- inaceptable dejarse llevar por un comportamiento bio y desplegar nuestra actitud mental positiva. inferior proveniente de obedecer a las circunstancias. Aprendamos a construir los puentes que transfor- Sea ignorar un perro, cruzar un pantano o llevar man los problemas en desafíos. adelante una aventura, son el entusiasmo, el control de la voluntad, el valor y la autoestima, los que efec- Tomado de la obra túan el milagro. “Nuestras inquietudes más profundas” Ileso, después de pasar la prueba, la próxima vez que enfrenté una situación similar tuve viva esa ex- Parte 12: Despleguemos nuestras alas periencia de valentía, aunque la adrenalina fluyera. y combatamos la inmovilidad A pesar de que el estómago punzara, el corazón latiera más rápido y los golpes psicológicos insis- Pág. 263 a 265 tieran en mantener vigente la amenaza del perro, Obra completa: publicada en www.amazon.com METROPOLITANO 33

POETA SENCILLO SI YO VIVIESE EN TU PAÍS Poeta sencillo No habría cambio de horarios que amé contemplarte, porque el tiempo tendría la cronometría leí tu obituario de dos cuerpos vibrando al unísono. entre las páginas dos y tres. Si yo viviese en tu país, Poeta sencillo lucharía por leyes laborales que amé escucharte, para poder besarte en medio de la producción, oí tus álbumes daría clases de lengua extranjera una y otra vez. para no olvidar amarte en modo bilingüe. Poeta sencillo Si viviese en tu país, que amé besarte, recrearía mi Historia tú, mi introvertido piscis; mezclada con el mito de tu mirada. yo, tu cándido cáncer. Y así nos quedaríamos por las noches Poeta sencillo inventando una nación independiente, que amé acariciarte, una geografía gobernada hojeé tus poemarios por el fuego de tus cabellos días, tardes y noches. avanzando y perdiéndose bajo mis dedos. Poeta sencillo Por Sergio Carvacho Galaz que mis sentidos cruzaste, mi muerte no escrita... CULTURA será el último de tus Romances. Por Francisco Valenzuela 34

UN HOMBRE SANGRA Un hombre sangra en medio del pasillo de la noche los muros a un costado no entienden ese goteo intermitente ni ese rostro en bravura, en sus oídos una canción inconexa regurgita versos lacrimógenos versos que riman sudorosos sobre una cruel partida, es que hubo una hembra y cuerpo en desorden, arrodillado bajo sus narices, ella se hacía acompañar de sombras y estrellas y al abrir su boca sobre la de su presa mascullaba con insolencia que lamiera sin compasión, su pureza absoluta. Por Alicia Medina Flores METROPOLITANO 35

GALATEA Galatea, regalo de Afrodita de mi leche a la tuya no hay distancia en el engranaje del tiempo estás en todas partes mujer, la vida nuestra son todas las estaciones en tu belleza ningún camino se extingue. Al igual que Atenea desdeñas la guerra, comprendes que la paz es sabia constructora con tu palabra domas amor, muerte. Gran Matriarca, eternidad por donde mire, oasis donde el mundo anida su llama exacta, ¡por ti permanece la memoria anclada al barco del recuerdo! Galatea vienes de vuelta de mil lunas. Campesina, surcas el globo terráqueo tu voz serena labra tierra y marea. Amplitud del horizonte son tus ojos almendrados. En la cúpula del cielo dejas huellas inherentes tocas los Anillos de Saturno con la aureola de tus pezones, de esa piel de leche blanca germinan alegres mariposas. ¿Qué sería de Pigmalión sin la sonrisa de tu playa, sin el racimo de tus besos, sin el oasis de tu vientre? Un corazón a la deriva sin su estrella en el espacio. Por Marcela Silva Ramírez Tomado de la obra “En el principio” Aguja Literaria, agosto 2017 Primer lugar Poesía, II Concurso Literario Cementerio Metropolitano 2017 Pág. 114 Obra completa: publicada en www.amazon.com 36 CULTURA

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FOTOGRAFÍA FLORIAN KLAUEREscritores Taller Cementerio ESCRITORES Metropolitano Carla León Tapia Carmen Moya Leiva Sonia Muñoz Francisco Javier Alcalde Pereira Gleisy Ríos Helena Herrera Rita De La Fuente

Cómo se ve la muerte ¿Cómo se ve la muerte cuando deja de rondar por los parajes? Cómo, si se ha adentrado y se esconde entre las carnes. ¿Cómo se ve?, si abres la ventana, asoma el verano, ciega la luz. ¿Con qué ojos alcanzas su sombra tenebrosa? Cómo, si están distraídos contando las pecas en un abrazo, o se embelesan viendo los fulgores de la melena / desordenada de mi niño bajo el sol. A veces rasguña porque quiere que la mire, pero la dejo herirme porque le temo, porque... ¿cómo se mira un ojo que devora?, cómo, si soy su caracola. La vi un día en una sala de espera se divertía robando pelos; iba flaca, temblorosa, triunfante, de químicos perfumada. Los que la cargaban también le temían, la disfrazaban con turbantes para que se viera más amable, la emperifollaban con un lazo rosa me miraban curiosos a ver si yo también la escondía. Pero no la encontraron porque aún no se nota. Por Carla León Tapia METROPOLITANO 41

LLUVIA COSTERA Caes ruidosa lluvia costera, el bosque abrazas, jardines bañas sin cesar. Cascada nocturna, el mar acallas. Cortinas inquietas, entre rayos de luces te veo brillar. Fantasía en movimiento. Otorgas quimeras, cruzados recuerdos formando manojos de rostros esfumados. Entre las brumas distingo las huellas que el tiempo ha marcado. Cierro los ojos, todo lo capto, incluso el aroma a tierra mojada. Cae, cae, lluvia costera, tus aguas van hacia el mar, al encuentro de otros vientos. Te esperan peces, rocas, algas y arena. ¡Corre!, no tardes, el carnaval del océano va a comenzar. ¡Continúa!, no mires atrás. Generosa me regalaste tu precipitar. Por Carmen Moya Leiva 42 CULTURA

SUPERVIVENCIA Con los ojos muy abiertos, miró de reojo, asustada, sin saber si aún habría una remota esperanza de vida en su abultado vientre. Ya sin fuerzas, jadeante, sintió que se ahogaba. Su cuerpo pesado apenas se movía. El miedo a morir la estremeció, tomó aprisa una bocanada de agua, recuperó en parte sus fuerzas y logró respirar algo mejor. Se dejó llevar, el dolor y el pánico disminuyeron. Una sensación ondulante la recorrió por entero, cre- yó sentir otro cuerpo, otra piel que la recorría; instin- tivamente se percibió contenida, liviana. Su vientre se movió con sentido de urgencia, volviéndola a la realidad, tal vez si hacia un últi- mo intento… bien valdría la pena intentarlo hasta el final. Estaba en riesgo, lo presentía, el momento de parir llegaba a su fase final, era un instante de vida o muerte. Atrapada por sensaciones encontradas, se dejó llevar por breves minutos que le parecieron eternos. Casi agónica, con un movimiento ondulatorio, expulsó a mar abierto un arcoíris de pececillos mientras una gran red la arrastraba al barco facto- ría ilegal. Por Sonia Muñoz METROPOLITANO 43

CAPÍTULO XXI MEMORIAS ELEFANTÁSTICAS Francisco Javier Alcalde Pereira Tomado de la obra “Memorias Elefantásticas”. Primera edición. Aguja literaria, mayo 2016 Capítulo XXI: págs. 85 a 89 44 CULTURA

Seguía yo en los setenta, un curso-taller de litera- Su nombre lo recuerdo, pero no lo quiero mencionar. tura chilena en la Biblioteca Nacional, a cargo del El siguiente día, como si nada, continuó nuestra poeta “mandragórico” Braulio Arenas, por quien guardo grata memoria (también habría de seguir la romería, con un recorrido intenso por la siempre costumbre de morir aquel gran surrealista). Este y hermosa La Serena y sus iglesias vetustas, luego un otros seminarios varios realizados en el mismo lugar paseo por la ciudad de Vicuña y visita al lugar donde culminarían con un viaje al norte, hasta las tierras Gabriela dio clases y también vivió una etapa de su de Gabriela Mistral y a su tumba en Montegrande. existencia. Muchos de los intentos de museo de la época de nuestro episodio eran solo eso: recuerdo Partimos un buen día varias decenas de perso- que la casa de la Mistral era una rústica morada sin nas, incluido el poeta mencionado, y otros escritores mobiliario prácticamente y con un hermoso y res- entre los que recuerdo a Enrique Gómez-Correa, per- quebrajado piso de cerámica. teneciente y cofundador de la “Mandrágora”, lo que por ahora desconozco qué significa, y que junto con La plaza de Vicuña, la torre de madera “Bauer”, otro poeta que alcancé alguna vez a vislumbrar en bella y colosalmente simple como un árbol angosto mi vida, Teófilo Cid, fundó aquello en compañía de y sin hojas. Nunca antes y nunca después he tenido Arenas. Era en realidad un movimiento poético que ocasión de respirar el aire que allí se respira. Eso fue postulaba lo diferente, lo fuera de norma, en conte- para mí verdaderamente respirar, como si a un se- nido y estética en la creación literaria poética, por diento sin saberlo le dieran a beber agua cristalina, decirlo en pocas palabras. Llevaban de algún modo fresca y mineral. la impronta del “creacionismo” de Vicente Huidobro de quien habían sido discípulos-amigos, bastante También recuerdo a Coquimbo y su mercado menores en edad. central en donde armamos mesa con varios escrito- res viajeros (alguno nativo de la zona, como Braulio Viajaba también Miguel Arteche y algunos de mi Arenas) para almorzar simple y soberanamente la generación, como Carlos Iturra y Armando Rubio por mejor comida sencilla de allí y disfrutar de un pisco ejemplo, y varias otras personas entre alumnos de o un vino del Elqui, la auténtica tierra de Gabriela, esos talleres y funcionarios de la Biblioteca. mineral y aromática como pocas. Enrique Campos Menéndez, en su calidad por en- La poetisa habló en sus poemas de las “monta- tonces de Director de Bibliotecas, Archivos y Museos ñas de metal” refiriéndose precisamente al valle de “comandaba” el grupo, y alguien más, posiblemente Elqui, por los caminos tachonados de viñedos hacia el historiador Sergio Martínez Baeza. Montegrande, repleto de montañas amoratadas de estallido mineral y sequedad más arriba de las vides. Partimos en un bus bastante completo rumbo a La Serena. Allí, tras el recibimiento de rigor por El espolón de cerro que guarda sus restos con autoridades y escritores locales, comenzaría el peri- vista a Montegrande, resulta ser de lo más hermoso plo cultural con una suerte de conferencia de prensa e inquietantemente campestre, nortino medio, un más preguntas y respuestas. Esa noche, la comida poco azufrado y rocalloso que uno pueda vislumbrar no fue tan frugal para algunos y mucho menos la por parte alguna. Al menos a mí me impactó de ese bebida, en particular el vino blanco recuerdo. (Debe modo con ese golpe duro como de hierro al corazón, haber habido pescado y marisco supongo). que es dable imaginar. Viendo aquello se comprende la poesía y se entiende un poco más a Dios. Algunos nos retiramos no tan tarde a nuestras respectivas habitaciones en el Hotel “Francisco de También recuerdo bastante vagamente y de ma- Aguirre”, según creo recordar, las que habían sido nera tan fugaz como barrosa por su paisaje que en- seleccionadas previamente con el criterio de alber- treví cruzándolo, al pueblo de Paiguano. Puede ser gar a dos personas por pieza en términos generales. falsa memoria, pero me asalta una imagen como de estero en sus lindes y como de casas de madera hú- Desafortunadamente para mí llegó a hora indes- medas, más propias del sur que del norte. Puede ser cifrable a ocupar la cama de mi lado, el que mayor falso recuerdo. Me emocionó la sencillez del lugar en capacidad de vino blanco (supe después) había de- donde, de pasada, también tuvimos un recibimiento tentado durante buena parte de la noche (también cálido y como con olor a leña y a hospitalidad. mucha capacidad de ingesta alimentaria). Las con- secuencias no se hicieron esperar y tuvieron hasta De regreso a Santiago me tocó de vecino de asien- la hora del desayuno como escenario, el pequeño es- to Braulio Arenas, con quien y otros compañeros de pacio entre mi cama y la de mi acompañante, más aventura, hicimos una suerte de ruedo para conver- buena parte del lecho de este, el baño, etc…, en todas sar. Braulio recordó en esos instantes un episodio las formas que ofrece madre natura de evacuación. que le correspondió vivir, lleno de ternura y paradoja a propósito de la sensibilidad de los poetas: iba él por METROPOLITANO 45

una carretera en algún lugar de Chile y vio de pronto un destartalado camión que llevaba los pobres en- seres de una familia a la que probablemente habían “lanzado” de su domicilio por no pago de renta o por incumplimiento comercial severo. Esto lo vio de lejos primero y conforme pudo acercarse un poco más, lo vio todo más paupérrimo: una mesita, un par de si- llas, algunos tachos con utensilios de cocina dentro, un catre, dos catrecitos más, etc… En medio de todo esto iba también una cabra amarrada a un costado del camión, y la familia adelante apenas se distin- guía a través del resquebrajado vidrio posterior del vehículo. Braulio vio la expresión de reconcentrado dolor de la cabra, como vertiendo lágrimas desde sus rectangulares pupilas en aparente sintonía con el in- fortunio de sus amos y ello lo conmovió (a menudo la fisonomía animal resulta tanto o más expresiva que la humana); por otra parte, la cabra en cuestión parecía rumear su propia desgracia porque movía el hocico rítmicamente a lado y lado. En esas cavilaciones estaba el poeta cuando el vehículo en que viajaba acertó a pasar por el costado del derruido camión, con el ánimo de adelantarlo. Iba sin mucha velocidad de manera que pudo obser- var más de cerca aún el contenido de la pobre carga y también con esta a la cabra, cuya rumia consistía en paladear previo desprender con suaves mordiscos, la paja de una silla que se estaba devorando, por eso su reconcentración y por ello también sus rítmicas hocicadas de probable deleite. La humilde bestia contribuía así a hacer aún más misérrima la condición de los expulsados. (En el próximo número, lea el capítulo XXII) 46 CULTURA

QUÉ HICISTE AMANTES ¿Qué hiciste? Avanzan a un umbral desconocido Me besaste con los labios empapados de un mar frío, sellan desvanes, puertas ventanales arrancaste mis entrañas de un mordisco feroz, trepan escaleras de caracol despellejaste mi piel. a la torre del faro, sudorosos, Me dejaste en la noche en la intemperie, mojada en saliva de lujuria jugarán a morir sin ganas, envuelta en el alba, helada, como panales vibran los espejos jugando con la muerte, correteando a la deriva. tiemblan tacos puntiagudos, P e r d i d a, cae el cinturón en los peldaños. sin luz, ¡Los ritos de la carne se aproximan! hundida Antes del ocultamiento del sol en la nada ¿o se abra llave de tormenta? Miles de ojos nocturnos ¿Qué hiciste? latirán agitados. No he podido regresar, Afuera ladran perros de bocas rojas atormentada, desvariada enfebrecidos contestan envuelta en un bosque de lobos feroces a una loba de montaña, ¡sin alma!, torturada y adormecida es el olor del celo inextinguible castigada por la vida. la tierra quema sus patas Por Gleisy Ríos Por Helena Herrera METROPOLITANO 47

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