REFLEXIONES EN EL CONTEXTO DE LA ESTÉTICA URBANA COMO MANIFIESTO Y POSICIÓN INSTITUCIONAL ANTE EL COMITÉ DE VALORACIÓN DE ARTE Y ESTÉTICA URBANA REPRESENTANTE INSTITUCIONAL ANTE EL COMITÉ DE VALORACIÓN DE ARTE Y ESTÉTICA URBANA Arq. Jaime Alzérreca Pérez CONSEJO ASESOR DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA Y CIENCIAS DEL HÁBITAT Arq. Jhonny Antezana Martinez Dra. Arq. Martha Arévalo Bustamante Arq. Guillermo Bazoberry Chali Arq. Néstor Iván Buitrago Sandoval Arq. Juan José De La Fuente Arévalo Arq. Fernando García Barros Arq. Marco Antonio Macías Abasto Lic. Lindsay Martínez Medina
SIGNOS Y ESTÉTICA URBANA La ciudad se estudia desde múltiples puntos de vista, donde la idea de un valor estético parte de sensibles experiencias de los elementos que componen al espacio urbano en donde se dan relaciones vivenciales que usan lo público para trasladarse, motivarse o al final expresarse en terminos artísticos o políticos y es a partir de esto que el espacio público cobra significancia en dos aspectos, lo material y lo inmaterial. En cuanto al aspecto material, se encuentran elementos formales, como proporción y jerarquía por ejemplo y en cuanto a los aspectos inmateriales, los elementos se refieren al interés, significado, apropiación, agrado, etc. La relación de estos aspectos, hacen que un espacio se destaque por su belleza con juicios de valor muy subjetivos y por la significación que cobra en el tiempo, en paralelo con el interes o agrado que despierten. Los lenguajes son estudiados por la Semiología, ciencia útil en la descripción y análisis de la significación de procesos que dan lugar al nacimiento de objetos, organizados en clases con características similares. Los sistemas de signos y significantes, pueden ser leidos como acciones que caracterizan comportamientos y en el caso de acciones sociales, estas pueden ser vistas dentro dos tipos de contextos, el público y el privado, donde los fenómenos vivenciales son diferentes en escalas y comportamientos, en escenarios como la vivienda particular y el espacio público. Los espacios públicos adquieren sentido y significancia en función de acciones sociales que demarcan territorios y configuran simbolismos, siendo así que una plaza u otro espacio adquiere sentido en función de la apropiación y uso que diferentes actores sociales le otorgan. Una plaza definida para el solaz y esparcimiento o manifectaciones culturales, puede ser usada para fines políticos por un determinado grupo, cuya conquista siempre este en pugna, alejándose paulatinamente de su fin y objetivo con el que fue creado. Así un espacio público puede mutar, transformándose por usos y adquiriendo simbolismo en el tiempo de acuerdo a los niveles de empoderamiento en función de la apropiación. En este marco un espacio público puede ser transformado por acciones violentas o por acciones de mucha paz y consensos.
Tomando como base a la semiología para analizar el espacio urbano, se debería mirarlo incluyendo tres niveles: El nivel sintáctico, con un levantamiento y mapeo de la ciudad con su estructura de vías y espacios públicos y privados, caracterizándolos por función, espacializando usos cotidianos en días ordinarios, feriados, así como por horas de uso diurnos y nocturnos; para entender con este ejercicio que niveles de apropiación presentan. El nivel semántico, en un análisis muy particular por espacio público que debele significados y significancia de símbolos, investigando con técnicas etnográficas aspectos como la memoria colectiva e imaginarios, además de apropiaciones simbólicas de lugares El nivel pragmático, analizando la historia de instituciones, vivencias y percepción ciudadana de movimientos sociales y actores en relación con su habitar diario de identidades construidas o no de los ciudadanos con su entorno, mirando grados de empoderamiento. La interacción de estos tres niveles analizados, sistematizados y proyectados hacia las políticas públicas, podrían servir de insumos para proyección de estrategias de desarrollo en diferentes escalas territoriales, desde metropolitanas, urbanas, distritales y por supuesto barriales; mostrando el análisis como un cúmulo de conceptos que podrían tener como corolario la aparición de signos que puedan ser reconocidos como propios por los diversos actores sociales, coadyuvando así en integración para la generación de consensos que ayuden por supuesto en procesos de planificación. Las consideraciones apuntadas, muestran que un análisis semiológico puede llegar a ser un aporte fundamental y que aplicado a diversos contextos de la vida en sociedad, podría ser un instrumento de acercamiento a la realidad desde diferentes miradas y que utilizada de manera compacta e integral, podría ser un fundamental instrumento de diagnóstico. Roberto Segre, indica que el espacio público se constituye en un nexo que artícula diversidades culturales, donde la migración que es característica de todas las sociedades, modifica de alguna manera los procesos históricos, sociales y demográficos en diferentes tiempos, donde ya no se puede apuntar a que una ciudad tenga una historia o tradiciones auténticas o puras, Cochabamba alberga varias corrientes migratorias que fueron modificando en el tiempo las formas de identificación y pertenencia.
Las ciudades con sus espacios públicos según Michael Foucault, conllevan procesos con diversas prácticas discursivas que conforman y producen circunstancias de relaciones que son definidas por contextos económicos, sociales, culturales, etc. Como diversas formas actitudinales sociales que son definidas y reguladas por aparatos y sistemas normativos. UNA MIRADA A COCHABAMBA En Cochabamba, la apropiación espacial y uso simbólico que cambia de acuerdo a la conyuntura política vigente es la plaza 14 de septiembre, el prado y la plazuela de las banderas en configuraciones espaciales acogedoras de manifestaciones sociales que terminan definitivamente de alejarlas de un rol con el cual fueron creadas, adquiriendo simbolismos mutantes en función de coyunturas. Por el contrario, un lugar que se transforma promoviendo paz y relajamiento y también cultura, es la plazuela del granado, apoyada por un aparator institucional privado y público, que en días de semana y en horas de tránsito regular y de actividad cotidiana, se constituye en un lugar seguro, mientras que por las noches su contexto evoca miedo e inseguridad, sentimiento y percepción similar se da en el sector de la coronilla y plaza San Sebastián, por ejemplo. Así estos espacios de disputa y de paz adquieren simbolismos diferentes en espacios muy cercanos. Bajo estas reflexiones, mirar a Cochababamba desde las estrategias discursivas, muestra que los espacios públicos fueron conformados históricamente por jerarquías sociales, cuyo ejemplo mas notorio es el espacio del Paseo de la Alameda, El prado, que en sus inicios fue un escenario rural que cobijaba a migrantes alemanes elaboradores artesanales de cerveza, cuyo acceso estaba condicionado al linaje cochabambino con un marcado poder económico y social, cuyo uso elitista se veia marcado por un arco que trataba de emular al arco del triunfo de Paris y que este signo termino por constituirse en un símbolo selectivo social. Actualmente, este espacio se constituye como un escenario transitorio para acceder a la zona norte, manteniendo la característica de solaz y entretenimiento con la presencia de varios restaurantes para aportar en el entrenimiento en sociedad que en paralelo es cobijo de manifestaciones culturales y cívicas, desde entradas folkloricas hasta desfiles conmemorativos, además de cobijar al regocijo popular navideño que en diciembre lo convierte en un autentico centro de entrenimiento ademas de un escenario muy comercial, caótico y desordenado.
Este escenario tambien con los años cobra fuerza en sentido de ser un espacio de disputa, donde diversos actores sociales y políticos trantan de empoderlo como propio conviertiéndolo en un contexto de pugna constante, donde uno u otro grupo trata de legitimizar su presencia, donde aparte de ser un escenario, cultural, artístico, de entrenimiento, también es político; entonces logra tener distintas significaciones que deberían ser consideradas como insumo para planificación. El remate del paseo del prado es la denominada actualmente como \"Plaza de las banderas\" de la que el escritor Augusto Guzmán en su libro \"Cochabamba\" de 1972 señala que originalmente esta plaza se llamó Plaza Simón I. Patiño, posteriormente se le cambió el nombre a Plaza Carlos Montenegro y luego Plazuela de las Américas como indica la placa, lo que demuestra que tradicionalmente fue y sigue siendo un espacio de disputa ideológica; la incersión de la estatua \"Diversidad en equilibrio\" lejos de convertir dicho espacio en un espacio de reconciliación, reencuentro y allanamiento de las diferencias, no impidió que desde 2003 y de manera más enfática entre 2007 y 2019 ésta plaza se constituyera en un punto de confluencia y movilización de ciertos sectores de la sociedad civil cochabambina, reactivos al régimen entonces imperante. Llamar a la plaza de las Américas, con el uso común de \"Plaza de las banderas\" no hace sino confirmar el fin y objetivo de cualquier bandera, cual es enfatizar las diferencias. MUTACIONES DEL CONCEPTO DE ESTÉTICA DE UNA CIUDAD El concepto de estética de una ciudad sufre mutaciones y evoluciona en el tiempo y en la actualidad el arte público se constituye en un interesante medio para regenerar y renovar la ciudad, constituyéndose el espacio público en el escenario para materializar estas inquietudes. El paisaje urbano percibido en el espacio público, necesita de interacciones con las personas para poder encontrar sus definiciones estéticas en sentidos perceptuales de la imagen y en sentidos participativos, donde la percepción y la participación se constituyen en insumos fundamentales para modelar identidad, en este contexto se hace relevante equilibrar lo estético y lo social. Toda intervención en el espacio urbano y en el espacio público, por la naturaleza de ambos, debería enmarcarse en un instrumento de planificación, ser sometida a consulta, gozar del consenso de la población, ser socializada y validada públicamente. El arte urbano adquiere esenciales connotaciones significantes en relación a un entorno conformado por un sistema urbano de calles y espacios que conforman un todo que se adecua a constantes mutaciones de la sociedad que lo percibe.
En este marco la estética urbana debe entenderse bajo un esquema holístico que mira al todo y donde sus partes están vinculadas por constantes interacciones, donde los sucesos y procesos se relacionan con otros y producen así nuevas relaciones, pero siempre comprometiendo al todo, en este contexto no es posible pensar una pieza de arte urbano descolgada del entorno donde en este se dan relaciones económicas, sociales, culturales, etc. La estética urbana, es una manifestación artística que se explica por una relación con el todo, a diferencia de otras que se explican a si mismas. En la estética urbana los componentes sociales y culturales inciden fuertemente y es así que lo estético cobra significación no como un juicio de valor solamente sino además por los grados de empoderamientos generados a partir de reconocer signos como propios. Bajo esta mirada, la estética caracteriza al espacio público y ayuda a comprender el paisaje urbano a partir de analizar componentes, a lo que Kevin Lynch denominó la lectura del lugar, a partir de esto se podría rescatar que la influencia social es determinante en la estética urbana. Otras miradas en el orden subjetivo y fenomenológico, cobijan el criterio perceptual emocional que generan una sinergia entre ver y sentir gusto, en visiones estáticas y dinámicas, a lo que Gordon Cullen denominó visiones seriales como una sucesión de imágenes que inciden en las emociones humanas a partir de recorridos que otorguen multiplicidades sensoriales. Rescatando este criterio el espacio urbano debería estar compuestos por espacios que susciten emociones positivas y por tanto debería ser de ágil decodificación en propuestas con altos niveles de síntesis que hagan fácil su lectura y comprensión, en este sentido la estética urbana debería ser interpretada como valor social, percepción construida y experiencia colectiva, remarcando nuevamente la influencia de lo social en la estética urbana, a lo que Alan Alcock propone un nuevo término denominado como socio estética. Por tanto, las propuestas de estética urbana deberían tener un carácter participativo, que animen al debate y fomenten la discusión y crítica, de tal manera que la intervención estética de la ciudad sea resultado de una sinergia interactiva entre diseñadores y sociedad.
Las ciudades sufren paulatinas transformaciones, donde la globalización, privatización y también los avances tecnológicos, van influyendo paulatinamente en la concepción tradicional del espacio público; afirmaciones que se corroboran dentro el ámbito de la antropología urbana acuñando términos como el no lugar, para considerar contextos que solamente son de tránsito o articulación de algunos sitios. Marc Augé los define como sectores que no cuentan con significación alguna, sin empoderamiento social, carentes de simbología y sin apropiación social, limitándose solo a espacios de transito y por tanto carentes de estética con construcción social, así el espacio público se convierte en un espacio débil en relación al pasado y es ahí donde el factor estético y el arte publico le devuelva la relevancia social convirtiéndolo en un lugar. Experiencias artísticas como variantes culturales pueden convertirse en agentes de cambio social, toda vez que los promotores fomenten la participación ciudadana en la vida pública. La estética urbana posee gran capacidad para fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones, permitiendo además generar relaciones afectivas mas interactivas y participativas entre ciudadanos y gobernantes y si los signos planteados en la estética urbana son empoderados por la sociedad los procesos de planificación y consensos serán por supuesto mucho mas efectivos. Manuel delgado, indica que el arte es un canal para la inclusión social, esta afirmación es motivo de un constante debate en las ciencias sociales y la política, ya que el arte es considerado como un insumo importante para evitar exclusión social, donde las técnicas participativas para generar estética urbana y el arte público puede constituirse en el inicio para reconocer una ciudadanía plena de personas excluidas. Entonces el arte público tiene la capacidad de fomentar la inclusión social en un sentido más simbólico que material, que mal planteado podría llegar a convertirse en un instrumento distractivo de problemas sociales y convertirse en un cómplice de la peligrosa fragmentación social.
EL ESPACIO PÚBLICO URBANO, CONTEXTO DE EQUILIBRIO ENTRE ESTÉTICA Y SOCIEDAD A PARTIR DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL EN SU CONSTRUCCIÓN. La ciudad actualmente se encuentra fragmentada espacialmente y además es plural en lo social, en lo cultural, como ideológicamente; evidenciándose crisis de identidad que se manifiesta en el espacio público. La sociedad y la ciudad evolucionan en paralelo, donde lo dinámico de la evolución y lo complejo de sus componentes hacen difíciles procesos de planificación y gestión pública y para constituir lugares en el espacio público las propuestas de planificación deben considerar a la participación ciudadana y comunitaria como un elemento que catalice la vida en sociedad, consecuentemente los proyectos deben mirar a la ciudadanía como un insumo determinante para diseñar y tomar decisiones. Una estética urbana correcta, no podrá evidenciarse a espaldas de quienes la percibirán ya que las imágenes, códigos y significancia serán reconocibles como propios cuando evoquen sentimientos de empoderamiento asociados con cultura, vivencias, historia y participación en la construcción de espacios que se sentirá como lugares y así la identidad se irá construyendo en el día a día. La dinámica de la planificación y la participación de diversos actores en actitudes colaborativas y comunitarias, deberían ser insumos para documentarlos y construir experiencias que luego sirvan de insumos al arte público que convierta actitudes y comportamientos en códigos visuales y perceptuales altamente reconocibles, ya que el factor emocional es lo que otorga sentido a la participación, que luego se evidencia en el uso de la ciudad que puede resultar siendo un espacio motivador o contrariamente desmotivador, incrementando o no así comportamientos ciudadanos positivos o negativos dados en función del nivel de compromiso que tengan los habitantes para con su entorno. Ciudad equitativa, tolerante, limpia y segura es el resultado de los grados de participación y empoderamiento ciudadano con su entorno, donde el arte público es un elemento importante y significativo que aporta en el desarrollo social y la identidad cívica, porque si incorpora elementos del acervo ciudadano se refuerza el sentido de pertenencia social y por ende de comunidad social.
Participar socialmente en definir la estética del espacio público a partir del arte, ampliará el interés social y colectivo que luego se podría canalizar en consensos para generar proyectos mucho más complejos. La ciudad debe ser tan usable como habitable y en este marco las relaciones sociales se dan en el espacio público, implican tanto derechos como también obligaciones, donde un derecho indiscutible es el de habitar lugares dignos para disfrutar lugares con patrimonio y difusores de cultura, además de seguros, con una siempre posibilidad de enriquecimiento de mejora a partir de propuestas que contemplen participación ciudadana. La construcción de identidad urbana implica el trabajo con frecuentes interacciones culturales con una permanente vinculación ciudadana con sus entornos inmediatos, donde el continente que es el espacio se vincule frecuentemente con su sociedad, que es lo contenido, y es así que forma, uso y estética, serán denominadores comunes para constituir identidad urbana. POSICIÓN INSTUCIONAL • No relocalizar monumento alguno mientras no se tenga un plan integral de arte urbano para Cochabamba, para el efecto se sugiere llamar a concurso de propuestas que brinden lineamientos que deriven en un plan maestro integral de arte urbano en espacio público. • Toda intervención en los Espacios públicos debería estar enmarcada en un Plan maestro Integral que contemple la totalidad del territorio del Municipio, donde partiendo de un inventario y un diagnostico se identifiquen necesidades, urgencias y se establezcan prioridades. • El Plan maestro integral, deberá ser consensuado con la sociedad civil y evaluado por las instituciones especializadas sobre el tema para su puesta en marcha. • El colegio de Arquitectos de Cochabamba, debería ser la instancia que organice y socialice este concurso propuesto. • Contando con el plan de estética urbana, recién se debería lanzar concursos en sentido de arte urbano y su relación con el entorno.
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