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Published by Jhon Sebastian Acevedo Meneses, 2019-09-25 18:33:57

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Érase una vez un rey que tenía una frente a la princes hija tan bella como orgullosa. La arrogante, se parab princesa ya tenía edad para casarse ellos y sin ningún pero no encontraba el marido ade- cía un comentario l cuado. Para ella, todos los preten- A uno le llamó g dientes tenían defectos o no eran lo otro calvo como u suficientemente importantes como feo como un sapo… para hacerles caso ¡Ninguno merecía último de la fila, su amor! Un día, su padre el rey, or- le recordaba a la de ganizó una fiesta en palacio por todo tada, le dedicó otro lo alto para que eligiera de una vez bles comentarios. por todas a su futuro espo- so. Acudieron muchos jóvenes veni- – ¡Tú tienes la bar dos de varios reinos colindantes. Por la de un tordo! A supuesto, todos pertenecían a fami- llamaremos Pico d lias muy importantes y gozaban de princesa echándose una educación exquisita. Distingui- dos príncipes y nobles formaron fila Su comportam zó profundamente

sa que, de manera peando su bastón de mando contra el ba ante cada uno de suelo, sentenció con gran enfado: tipo de pudor, ha- – ¡Tú lo has querido, niña caprichosa lleno de desprecio. e insolente! Te casarás con el primer gordo grasiento, a hombre soltero que se presente en las una pelota, a otro puertas de palacio ¡Así lo ordeno y … Cuando llegó al así será! pensó que su cara e un pájaro. Espan- Y dicho esto, salió del gran salón o de sus desagrada- dando un gran portazo y dejando a todos los invitados sin saber qué de- rbilla torcida como cir. partir de ahora, te de Tordo – dijo la Al cabo de tres días, llamaron al por- e a reír. tón principal. Era un mendigo vesti- do con harapos que, al parecer, se ga- miento avergon- naba la vida pidiendo limosna. El rey e al rey, quien gol- le mandó pasar y llamó a su hija.

Cuando yo tenga 10 años voy a estar viviendo en un aparta- mento en Medellín , un lugar en el cual yo pueda realizarme y disfrutar con los seres queridos. Espero que en 10 años me vea como una persona con amigos, y no con interesados que dependan de mí. Espero llegar a ser un gran padre un ejem- plo para el mundo y para mis hijos. En mi perspectiva yo se que mis sueños no serán como lo que en realidad ocurrirá, pero se que si vida es satisfactoria diré que mis pensamien- tos eran errores, y que no eran la manera de alcanzar la feli- cidad. Sí mi vida no fuese tan plena como espero trataría de retomar mis pensamientos y tratar de concretarlos. Espero que cada vez que sueñe en mi futuro, trate que mis se vuel- van realidad porque si los finalizo estaré feliz; aunque no funcionen pero estaré feliz de haber intentado.



Un leñador de Cheng se encontró en el campo con un ciervo t asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, lo en- ñ terró en el bosque y lo tapó con hojas y ramas. Poco después ol- g vidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había j ocurrido en un sueño. E Lo contó, como si fuera un sueño, a toda la gente. Entre los - oyentes hubo uno que fue a buscar el ciervo escondido y lo en- contró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer: -Un leñador soñó que había matado un ciervo y olvidó dónde lo había escondido y ahora yo lo he encontrado. Ese hombre sí que es un soñador. -Tú habrás soñado que viste un leñador que había matado un ciervo. ¿Realmente crees que hubo un leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero -dijo la mujer. -Aun suponiendo que encontré el ciervo por un sueño -contestó el marido- ¿a qué preocuparse averiguando cuál de los dos so- ñó? Aquella noche el leñador volvió a su casa, pensando todavía en el ciervo, y realmente soñó, y en el sueño soñó el lugar donde había ocultado el ciervo y también soñó quién lo había encon- trado. Al alba fue a casa del otro y encontró el ciervo. Ambos discutieron y fueron ante un juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leñador: -Realmente mataste un ciervo y creíste que era un sueño. Des- pués soñaste realmente y creíste que era verdad. El otro encon-

tró el ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa que so- ñó que había encontrado un ciervo que otro había matado. Lue- go, nadie mató al ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo me- jor es que se lo repartan. El caso llegó a oídos del rey de Cheng y el rey de Cheng dijo: -¿Y ese juez no estará soñando que reparte un ciervo?


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