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LIBRO DE CUENTOS NUNET VOL.11

Published by Mary Carmen, 2022-01-08 02:27:12

Description: Libro de Cuentos Nunet Vol. 11

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Los dientes de Pepito Israel Medina Mejía Había una vez un niño llamado Pepito al que le gustan mu- chísimos los dulces y no le gustaba lavarse a los dientes, y no comía verduras. Pepito siempre dejaba las verduras que le ponía su mamá en el plato y prefería comer dulces todo un día. Un día Pepito fue a una fiesta a la que lo habían invitado y se emocionó muchísimo al ver tantos dulces y comida chatarra que había en la fiesta, ese día Pepito comió muchísimas golosinas, al terminar la fiesta Pepito se fue a su casa con muchos dulces que había juntado de la piñata, al llegar a su casa siguió comiendo dulces pero más tarde le empezó a doler muchísimo el estómago y su mamá lo llevó en la noche a al doctor, el doctor le dio medi- camento para el dolor de cabeza de estómago y le dijo que no había de comer muchos dulces, porque los dulces tienen mucha azúcar, y eso no es bueno para el cuerpo, y luego después de unos días le dolieron mucho los dientes y después su mamá lo llevó al dentista, Pepito no quería ir al dentista porque le tenía miedo al dentista pero Pepito finalmente entendió lo importante que es que cuidarse los dientes. 51

libro de cuentos nunet El rey águila y su pueblo Mateo Soto González Hace mucho tiempo había un rey que no era nada amable con su pueblo ni con nadie. Un día su pueblo se rebeló. El rey enojado le grito a sus guardias, ¡pón- ganse a trabajar! los guardias enojados no le hicieron caso al rey. Entonces el rey habló con su pueblo y entraron en razón. El rey aprendió que hay que ser amables y no volvió a ser como antes. Xoloescuincle, el guardián de su amo Gerardo Catalán Trujillo El perro xoloitzcuintle es un perro mexicano que fue creado para ayudar a su dueño o dueña a superar los nueve desafíos del Mictlán. Su historia de creación empieza así…cuando Quetzalcóatl creo al hombre y a la mujer, el dios Xólotl tomo una astilla del hueso de la vida y creo al xoloitzcuintle para acompañar a su dueño o dueña al inframundo, el Mictlán. Cuando Xólotl crea al xoloitzcuintle le pide que baje del homeyocan para encontrar a su dueño y así al morir pueda acompañarlo a su gran viaje hasta el Mictlán. Cuando encuentra dueño lo sigue hasta que falle- ce y se petatea. Y allí es donde empieza su gran viaje. El primer desafío es cruzar el Itzcuintlán, un río que solo puedes cruzar con un xoloitzcuintle. Él tiene que negociar con un conductor de canoa o bote para llevarlos a la orilla y así entrar al siguiente desafío, la tepetl monamican, la tierra de las montañas que se mueven. Tienes que saltar entre ellas y evitar que te aplasten. Tras pasar es segundo desafío sigue el tercero, el Itztepetl, el cerro con pun- tas de obsidiana. Ahí cortan y desgarran hasta que logras cruzar el cerro hasta el cuarto desafío, el Itzehecayan tierra de frio y nieve. Tienes que cruzarlo sin conge- larte hasta el quinto desafío, el Pancuecuetlacayan, el viento que te mueve como bandera. Te puede arrojar al inicio o al sexto desafío, el temiminaloyan, la tierra de flechas que desgarran. Tu xoloitzcuintle tiene que saltar para esquivarlas y tu alma lo tiene que imitar. El séptimo desafío es el Teyollocualoyan, donde las fieras devoran tu corazón. Luego tienes que cruzar el Itzmictlan Apochcalocan, nueve aguas negras con neblina. El último desafío es tu destino, el Mictlán donde tú y tu perro encontraran el descanso eterno. Y es de este modo que el xoloitzcuintle ayuda a su amo a encontrar el descanso eterno. 52

Mi padre el árbol José Miguel González Azuara En 1967, mi abuela materna nos hereda en vida un terreno campestre en donde esperaba construyéramos un refugio propio para compartir nuestras alegrías con los demás miembros de la familia. Por alguna razón que no conozco, mi padre se enamoró del lu- gar como si este territorio fuera el mismo paraíso. Como en aque- llos tiempos la situación económica por la que pasábamos no era la mas cómoda, bautizó a su terruño como la “Quinta Chilla”. Construyó de inmediato un Kiosco con techo de cartón y unas bancas de vara hechas por un campesino del lugar, en las que se leían una serie de frases cursis que sin duda marcaban el gran amor que mi viejo sentía por mi madre. También se dio la tarea de sembrar un árbol, que le diera som- bra en sus tradicionales siestas y que bajo sus ramas, pudiéramos compartir los sagrados alimentos o largas horas de tertulia y con- vivencia con toda la familia. El árbol seleccionado para tal fin fue un Laurel de la India, pero por más lucha que se hacía, las características climatológicas del lugar no permitieron que el sueño de mi antecesor se realizara, por más que terqueara con su famoso árbol, en atención a una más de sus “cualidades”. Por razones de trabajo, mi padre viajó a la madre patria y como regalo de su estancia en el extranjero, trajo un par de discos auto- grafiados por los autores; cada uno contenía una canción nueva que a su juicio, estaba destinada a ser un gran éxito, casualmente la dedicada a los hombres da el nombre a esta historia, “Mi árbol y yo”, de Alberto Cortés. El acetato para las mujeres tenía la can- ción de “Niña” de Julio Iglesias, con él, años más tarde descubri- mos al ver los trazos de las firmas, que en realidad se trataba del mismo artista que firmaba los dos discos y también los recados con que se llenaba la sala de la casa las mañanas del seis de enero: Melchor, Gaspar y Baltasar. 53

libro de cuentos nunet El tiempo pasó, como dice la canción de Cortés, pero el árbol no creció; llegó fin de año y se gestaba una de las tradiciones más bellas de toda mi familia, pasar año nuevo en Tenancingo. Como parte de los arreglos del kiosco, se puso un pequeño pino que bajamos del monte que está en la parte de atrás del rancho, era un ocote de forma regular, ideal para adornarlo como árbol de navidad. Por ser un árbol con todo y raíz, se transplantó, pero en el ex- tremo contrario a donde se intentaba creciera el refinado laurel. La realidad es que al terreno para no seguir en la quinta chilla, le hacían falta árboles y estos fueron llegando poco a poco como parte de la esperanza que nuestros amigos veían en el lugar. Recuerdo con temor a equivocarme o dejar de nombrar al- guno: El limón maricón y la higuera de mi tío Julio, el intento de bosque de eucaliptos que sembró mi tío Pedro, los árboles de mi hermano Toño, etc, etc. El caso es que hoy en día, el rancho es un terreno lleno de frondosos seres que se alimentan con su sabia y el recuerdo de los que los sembraron Pero regresemos al sueño de mi padre; después de más de diez laureles de diferentes tamaños, sembrados y secos, la de- cisión fue plantar una jacaranda y un fresno, con la esperanza de que alguno cumpliera el objetivo de mi querido padre; mien- tras tanto, se construyó una mesa y una sombrilla tejida que diera sombra a tan añorado sitio de reunión. Entretanto, el pino sembrado en el otro extremo, crecía lenta- mente y esperaba nuevamente el año nuevo para ser arreglado, junto con las ramas y su tronco, algo mágico crecía en él; pasaron así muchos años y el ocote dejó de tener forma de pino navideño, dejó de adornarse, o sólo se ponían luces en la parte baja, pero algunas de sus piñas pasaron a formar parte de los centros de mesa en las comidas del 30 de diciembre, aniversario de la boda de mis padres. El oriundo árbol crecía y cada día se ponía más hermoso, re- clamaba de alguna forma ser considerado como algo especial, 54

hizo de las suyas abriéndole la cabeza a mi padre, quien tenía la costumbre de dejar el poco pelo que le quedaba estrellándose en cualquier parte. También dejó crecer sus ramas para que de ellas se colgaran los improvisados columpios, donde rieron los nietos en más de una ocasión; por estar en el lado contrario del lugar destinado para las reuniones, sólo en ocasiones eventuales nos sentábamos a su sombra para tomar el café o platicar; sin em- bargo, las leyes de la casualidad le tenían deparado otro destino: crecer y vigilar la llegada de la casa de sus amos. Efectivamente, se hizo grande como un guardián, erguido en la entrada, junto a las cocheras; ahí fue testigo mudo de la llegada de mis padres y el acompañante de mi madre, cuando alegre se acercaba para recibir la llegada de sus hijos y nietos. Entonces, el robusto pino dejaba que el viento le robara unas gotas de su increíble aroma para que supiéramos que estábamos llegando al terreno de la libertad; donde nuestros hijos podían correr hasta que, encolerizados, días después, tenían que dejar de jugar y su- bir al coche para regresar a sus respectivas casas. Como testigo de las llegadas, fue también el fiel acompañante de mi madre en las despedidas, sobretodo después de que mis progenitores tomaron la decisión de vivir en el terruño que mi padre confundía con el paraíso, pero que por coincidencia siem- pre abandonaba en el momento de las despedidas. Seguramente gozaba mucho de la paz que da un lugar tan hermoso y solitario, pero no soportaba emocionalmente ver que uno a uno nos fuéra- mos alejando de su rincón. A partir del año en que mis padres cambiaron su residencia de la Ciudad de México a la Quinta Chilla, la Gran Conífera, fue poco a poco ganándose el mote para ser el árbol de mi padre; primero al ser un árbol perenne no perdía sus hojas en el otoño y daba sombra en la primavera, y un buen número de las famosas siestas vespertinas fueron disfrutadas bajo su manto. De la misma forma, la gran sombra que daba no permitía que el pasto creciera en buenas condiciones, por lo que terminó haciéndose un firme en el piso que unía el estacionamiento con el Kiosco, lo que favo- reció que más de una de las comidas familiares se hicieran bajo sus ramas, entre otras, el bautizo de mi hija Daniela, fiesta que 55

libro de cuentos nunet por las cosas que marca el destino, también correspondería a una especie de despedida, entre mi padre, el rancho y yo, pues por razones de trabajo me mudaba a Tabasco a más de ochocientos kilómetros de distancia, lo que impedía mis visitas con la periodi- cidad que acostumbraba. Al momento de despedirme, de darles las gracias de todo lo que habían hecho para ayudar en el festejo, les señalaba que de las cosas que más me costaban de vivir en un lugar lejano, era el dejar de estar en Tampacan con ellos casi cada quince días. En ese momento mi padre me abrazó y corrigió con voz entre- cortada mis palabras diciendo: “no casi,... sino cada quince días y... por varios años hijo”; el famoso árbol sirvió de testigo y las gotas de sus ojos se transvasaron en mi hombro para henchirme el corazón. Tal vez algo presentía mi padre porque esta fue la última vez que disfruté con él mi estancia en Tenancigo. El poco tiempo que pasé en fin de año y que durante la celebración ya se encontraba quebrantado de salud, no dieron oportunidad a un nuevo encuentro, ya que mi padre murió en los primeros meses del año siguiente. En algún momento de su vida, mi progenitor pidió como deseo que sus cenizas fueran regadas por el rancho, incluso esparcidas en el fogón para que sus hijos nos las comiéramos, lógicamente petición tan canibalezca no fue concedida por la familia y con el fin de dar cumplimiento al sentimiento del viejo, lo que hicimos fue sembrar junto al añejo pino, un árbol al que los nietos bautiza- ron como el “árbol abuelo”; en la tierra preparada y junto con las raíces, enterramos en forma simbólica una de sus tradicionales gorras, dibujos y pensamientos de sus nietos y sobretodo, la ilu- sión de poner en ese sitio su presencia o su memoria. Con su partida, mi madre tomó una sabia decisión, mudarse al pueblo, y al año, nuevamente a la ciudad, en donde su soledad fuese un poco menos dura, mientras los recuerdos toman calma y pueden verse con la belleza de lo vivido y no con el dolor de lo perdido. El viejo pino en tanto quedó firme en su labor de vigilante, cui- dando a su nuevo compañero, el “árbol abuelo”, pero la soledad o los años, fueron más grande que sus fuerzas y poco a poco se fue secando, sus piñas y el ocochal dejaron de adornar el jardín, 5y6finalmente hubo que talarlo.

Sin que nunca nadie hubiera comentado nada, nuestro que- rido compañero había evolucionado a lo largo de su vida para seguir siendo útil, y en este momento se transformó en leña para una fogata. Mamá pensó guardar esos maderos para momentos importantes. Llegó una ocasión en la casa grande, en que mis primos hermanos inauguraban una estancia familiar con una chi- menea abierta, hermosa y bien diseñada para compartir con los seres queridos, por lo que mi madre les regaló una carga de leña. En la noche se prendió la lumbre y el viejo pino encontraba nuevamente la forma de transmitir que él podía seguir siendo útil, generando el calor que todos requieren en las frías noches inver- nales de Tenancingo. Como generalmente pasa alrededor de las brasas y de un buen fuego, surgen las canciones, las historias y la poesía; como parte del ritual, me tomé el atrevimiento de leer una carta que mi padre escribió, que tenía que ver con sus deseos, con lo importante que para él era que este lugar siguiera siendo el centro de reunión en donde “seguramente lo encontraríamos, en cada cuarto, en cada árbol, en cada ceniza del fogón, recor- dando siempre su presencia para jamás llorar su ausencia”. Precisamente al leer su pensamiento, del árbol y de las ceni- zas, un tronco del viejo pino rodó, movió las brasas, avivó el fue- go y salió una llamarada que como un rayo de luz, comprobaba su presencia. La noche de bohemia y recuerdos terminó, pero la inquietud de lo pasado quedaba en el ambiente,¿Que había querido decir mi padre?, ¿Por qué la coincidencia de hacerse presente al leer su pensamiento? Seguramente el terco de mi padre y el testaru- do del ocote se fundían en un mismo deseo,.... que sus cenizas fueran regadas por el rancho, alimentar con ellas a los nuevos árboles y seguir dando al igual que toda sus vida, calor y cobijo para sus seres queridos. Con cariño a mi madre, y a todo aquello que me ha enseñado a amar la vida . 57

libro de cuentos nunet El reloj de las épocas Valentina Maldonado Castañeda Había una vez un niño que se llamaba Antonio y a las afueras de su ciudad se encontraba una casa un poco desgastada en la que vivía su abuela. Un día sus papás tenían que salir por trabajo, así que mandaron al niño con su abuela, al llegar su abuela lo recibió con un poco de chocolate caliente y sus famosas galletas de arándano. Después de haber tomado el chocolate subieron para que su abuela le enseñara su habitación en la que se que- daría por el siguiente mes era una habitación pequeña, la puerta era de madera y rechinaba y las paredes eran color turquesa, no era algo extrobertante ya que cada habitación era de un color diferente, la abuela dejó a Antonio para que desempacara, los cajones estaban todos empolvados y el closet contenía uno que otro gancho se notaba que alguien no se hospedaba en la ha- bitación ya que la abuela no tenía muchas visitas muy seguido, después de haber desenpacado antonio bajo al comedor para merendar, luego subieron para ya acostarse. Al siguiente día An- tonio despertó sin preocupaciones, fue a la recamara de su abue- la, la cama ya estaba tendida y vio una nota en la cama que de- cía estoy en el mercado regreso en tres horas, Antonio sabiendo que su abuela estaba en el mercado se metió a bañar y se vistió, como no tenía nada que hacer por curioso decidió ponerse a ver 58

mas de cerca la recamara de su abuela, en el tocador había seis cajones tres de el lado izquierdo y tres de el lado derecho abrió los tres del lado izquierdo y luego siguió con los de el lado dere- cho al abrir el cajón número uno de el lado derecho encontró un reloj de oro que se veía bastante delicado, lo agarro, lo abrió, y al abrirlo vio que que no era un reloj normal ya que no tenia solo dos manecillas si no que tenía cinco, las manecillas se podían mover sin trabajo cuando movió las cinco manecillas de repente apareció en otro lugar otra fecha otro día y otro mes y entonces se dio cuenta de que era un reloj para viajar en el tiempo, así que cambió de nuevo las manecillas a la tercera vez se dio cuenta de que cada manecilla a donde la movieras era una cifra para viajar la primera manecilla era longitud, la segunda era latitud, la terce- ra era el día, la cuarta el mes y la quinta el año. Llegó la abuela y lo encontró con el reloj le dijo que lo podía conservar con la condición de que fuera un secreto, así que el niño de ahora en adelante viajaba cuando quería y descubrió muchas cosas y por ello de grande fue uno de los mejores historiadores y desde que su abuela le dejo tener el reloj fue su amuleto de la suerte por el resto de su vida. FIN 59

libro de cuentos nunet La muñequita queretana Ximena Noriega Reyes Había una vez una muñequita queretana que la hicieron con amor, la creadora era una viejita, pero amable, tenía una sonrisa hermosa, la viejita se llamaba Rosa y al hacer a la muñequita Que- retana se le iluminaron los ojos de color rosa, la viejita se fue a dormir en la noche, la muñequita queretana pensó - ¿Cuál será mi nombre? Al otro día Rosa, se despertó y vio a la muñequita quere- tana y pensó, -Mmmm te vas a llamar Yime. La muñequita estaba muy feliz ya que tenía un nuevo nombre, era Yime. Los días fueron muy largos, un día Yime se perdió en una montaña de ropa sucia y Rosa la buscó como si se le hubiera perdido un hijo, después de 1 hora la encontró y después se reían a carcajadas, pasó el día y ambas se fueron a dormir. ¡Pasaron 6 meses! era el cumpleaños de Rosa! ¡Rosa cumplía 90 años! -Eso era mucho tiempo. Exclamo Yime. Rosa se pasó su cumpleaños con Yime y sus amigas viejitas sus amigas la querían mucho, una se llamaba Betzabel, otra Delia y la última Georgia. Todas tenían 85 años menos Rosa ella era la mayor del grupo, se la pasaron increíble, Rosa les enseño a Yime a sus amigas todas estaban en- cantadas con ella. ¡Después pasaron 2 años rápidamente y Rosa ya tenía 92 era muy vieja! Rosa ya no veía a Yime igual que antes, Rosa no se paró de su cama en todo el día ni siquiera comió. -Pen- 60

sé estará enferma? Yo me fui a acurrucar con ella y Vi su brillo rosa en sus ojitos, nos dio sueño y nos quedamos dormidas poco sabia yo que esa vez iba a ser la última vez que iba a poder ver los ojos de Rosa. Al día siguiente yo pensé que Rosa ya estaba mejor, así que la intenté despertar, pero Rosa no despertó yo no entendía lo que pasaba en ese momento, después de rato enten- dí que ya se había ido a un mundo mejor, en ese momento llego su hija, yo no la conocía al parecer estaban distanciadas Rosa y ella. Creo que la llamo el vecino, en ese momento llegó llorando la hija, yo entendí que se llamaba Sasha, Sasha se veía descon- solada, se entristeció mucho y al día siguiente ya no estaba Rosa en la cama desde ahí nunca la volví a ver. Después hicieron la mudanza de todas sus cosas incluyéndome, yo a medio camino me caí del camión y me quedé sola mucho tiempo en las calles de la gran ciudad, una vez llovió tan fuerte que podía nadar en la calle. Un día una niña me recogió yo tenía miedo no sabía lo que me iba a pasar, ella me llevó a su casa me dio un baño y me peino, también me cosió mi vestido ya que se me había roto, la niña se llamaba Marta, Marta era muy buena conmigo poquito a poquito me encantaba estar con Marta otra vez se sentía amada, Marta nunca se separó de Yime y Yime de Marta, fueron mejores amigas para siempre. FIN 61

libro de cuentos nunet ¿En dónde está mi abuelo? Alonso Gutiérrez Rojas Érase una vez, un cualquier día de muertos en Oaxaca, Alonso estaba de Vacaciones, todos en su familia estaban felices, baila- ban, cantaban, cocinaban, comían, platicaban, reían, decorando la ofrenda de día de muertos en honor a los tatarabuelos, bis- abuelos y abuelos de Alonso, otros estaban tomándose fotos, pero Alonso estaba checando que todos estuvieran en la fiesta, hasta que se dio cuenta que faltaba alguien, era su abuelito Abra- ham, así que le fue a preguntar a su mamá en dónde estaba, fue cuando le dijo que estaba en el cielo, Alonso le gritó, ¡porque no me lo habías dicho! , a lo que su mamá le contestó: era porque no te quería poner triste. Alonso se fue a su cuarto triste, estaba recordando los buenos momentos con su abuelito, se acostó a dormir y cuando abrió los ojos él estaba ahí y le dijo: no te pongas triste, no tengo tiempo para hablar, solo te quería decir que así es el ciclo de la vida y un día nos volveremos a tomar de la mano, por ahora ponme mi chocolatito caliente, con un pan de muertos en la ofrenda y nos vemos el siguiente año. Alonso se levantó feliz, le puso a su abuelito su comida fa- vorita en la ofrenda, se dio cuenta que todos debemos morir en nuestro momento, pero mientras nos recordemos todo es posible y se unió a su familia para celebrar y disfrutar el día de muertos. Fin. 62

Vol.XI El tigre sin rayas RODRIGO MACÍAS ARANDA Había una vez un tigre que no tenía rayas y por eso no lo in- cluían en la manada pero un día salió a investigar porque no tenía rayas entonces emprendió su viaje por la jungla en búsqueda de una respuesta y se encontró a un cocodrilo y le dijo si sabía pero él le dijo que no, después de muchos días encontró a un mono y le hizo la misma pregunta pero también le dijo que no y siguió via- jando por mucho tiempo hasta que se encontró con una tortuga muy vieja y le preguntó que si sabía porque no tenía rayas pero le respondió que no, pero le dijo que muy lejos de ahí se encon- traba un templo donde iba a encontrar al animal más inteligente y sabio de todo el reino animal entonces siguió su camino hacia el templa hasta que un día llego al templo y se encontró con una serpiente y la serpiente le dijo cual es tu pregunta pequeño tigre y el tigre le dijo que como sabía que era un tigre a lo que respon- dió porque yo soy el animal más inteligente y sabio del reino ani- mal y entonces le dijo que porque no tenía rayas y la serpiente le dijo por que quieres tener rayas y el tigre dijo para poder integrar- me a la manada pero la serpiente le dijo que no necesitaba rayas para poder integrarse porque todos somos diferentes y el tigre lo entendió entonces regreso con mucha confianza a la manada y les dijo que si se podía integrar pero ellos le dijeron que no pero el les dijo que todos somos diferentes por ejemplo el líder tiene un colmillo mas grande que el otro o tú que no tienes una garra mejor reflexiónenlo y ya todos lo reflexionaron y dejaron al tigre sin rayas unirse a la manada y vivieron felices para siempre. Fin. 63

libro de cuentos nunet La calabaza perdida Luna Natasha Vences B. Entre lo más oscuro de la noche se encontraba una pequeña calabaza perdida que lloraba de la desesperación porque no po- día ver el camino hacia la fiesta de Halloween. Yo puedo ayudarte dijo una adorable voz La calabaza quedó paralizada porque no sabía quién le ha- blaba: Me llamo fantasmin, dijo ese fantasma tan amigable, la calaba- za le tenía mucho miedo a los fantasmas y no podía creer q esta- ba frente a uno. Me encantaría acompañarte, siempre he querido ir a una fiesta de disfraces pero la gente me tiene miedo, dijo muy triste Podríamos ir juntos porque tu no me das miedo le respondió por fin la calabaza. Cuando llegaron a la fiesta todos quedaron asombrados por el disfraz de fantasmin sin saber la terrorífica verdad. Bailaron y se la pasaron increíble y a fantasmin le dieron el premio al mejor disfraz y así aquel fantasma pudo cumplir su sueño de no provo- car miedo. La calabaza comprendió que no es bueno dejarse llevar por lo que la gente cuenta. PD. No le tengas miedo a los fantasmas 64

Vol.XI Daniel y su aventura en Teotihuacán, ciudad de los dioses Daniel Melo Alonso Un día un niño llamado Daniel recibió una sorpresa por parte de sus padres, la gran sorpresa era que, ¡Se iba a Teotihuacán el siguiente día!, Su gran sueño se había cumplido, entonces, unas horas después partiría en coche rumbo a ciudad de México. Al siguiente día, se despertó muy temprano para hacer las male- tas, ya en el camino admiró la gran hermosura de los cerros más cercanos. Unas horas después al fin había llegado y estaba muy emocionado. Mientras visitaba la ciudadela, de pronto apareció ante sus ojos, descendiendo del cielo, la cosa más poderosa, majestuo- sa y hermosa que había visto en su vida. Era algo con forma de hombre, iba vestido con una faja verde adornada con piedras preciosas alrededor de la cintura, también llevaba un penacho de plumas de quetzal y muchos adornos más. La figura habló y dijo: - Yo soy Quetzalcóatl, dios de los mexicas, toltecas, mayas, teotihuacanos y de muchas culturas más, y vengo a visitarte para enseñarte más sobre estas culturas prehispánicas. Y así, Quet- zalcóatl se lo llevó a conocer más sobre la cultura prehispánica teotihuacana. Al regresar, sus papás le preguntaron dónde había estado y Daniel les respondió - Me fui a un viaje para conocer a la cultura prehispánica de los teotihuacanos-. Desde entonces Quetzalcóatl ha estado visitando a Daniel para llevarlo a más viajes por toda Mesoamérica. Acompáñalo en muchas más aventuras para conocer más sobre las culturas pre- hispánicas. 65

libro de cuentos nunet Samanta contra el virus 88-VENT Valeria Domínguez Borbolla Había una vez una joven llamada Samanta que tenía una vida muy plena y maravillosa. Era una estudiante de biología muy capaz que tenía muchos ami- gos y una familia muy unida. Pero un día tuvo que separarse de su familia y amigos por que llegó un virus llamado 88-Vent que ataco a todo el mundo. Su vida ya no era tan perfecta como ella creía, se enfermó 2 ve- ces muy gravemente al igual que otros familiares y ella no puedo estar para su familia como su familia no puedo estar para ella. La cuarentena se volvía cada día más grave y no atenuaba, pa- saron varios años y se dio cuenta que no podía seguir viviendo así. Cada vez había más gente fallecida y ella estaba desesperada por que alguien encontrara una cura. Ella con sus estudios pensó que podría trabajar en buscar un me- dicamento, comenzó a leer todos los estudios que encontró sobre esta pandemia y a estudiar muchos casos. Pero no lograba hallar una solución, hasta que un día volvió a recaer en la enfermedad. En ese momento no estaba tan grave y pudo estudia sus síntomas y sus efectos. Con lo que logró extraer una dosis de la enfermedad y analizar. Cometió muchos errores hasta que logró contactarse con su amiga Leila y su amigo Juan que estaban empeñados como ella en encontrar una cura. Cuando los contactó lograron juntar varias ideas y se empezaron a reunir con muchos laboratorios científicos de medicina, ocultándo- se del gobierno, ya que al gobierno no le convenía encontrar la cura. Finalmente sacaron el primer medicamento e hicieron varias 66

pruebas. Pero no fue lo suficientemente poderoso para que la gente no muriera, porque solo hacía bajar el dolor y los síntomas, pero no terminaban con el bicho. Fueron a investigar a varios hospitales y se encontraron con el Doctor Oscar García Murray que había sacado también un medica- mento que estaba funcionado, pero no tan eficazmente. Decidieron juntar medicamentos y análisis, logrando por fin dar con la cura. Nunca quisieron que el gobierno se enterara por miedo a ser ca- llados y detenidos en sus investigaciones. Pero lograron encontrar gente poderosa y con mucho dinero que también apoyaban la causa. Finalmente, ya no los pudieron callar y lograron dar a conocer el medicamento, siendo avalado por la Organización Mundial de la Salud. Y por su grata inteligencia les otorgaron el Premio Nobel a la Sa- lud. Ella finalmente pudo regresar a su vida normal y estar con su fa- milia y amigos reunidos en gran alegría. 67

libro de cuentos nunet El niño perdido en el tiempo Carlos Adolfo Cabrera Gutiérrez Había una vez un niño que se llamaba Carlitos, pero tam- bién le llamaban Charly, él tenía 8 años y es un pequeño que quería ser un explorador. - ¡Qué buen día para empezar a explo- rar! - dijo el niño. Caminó, caminó y caminó y encontró algo. Era una máquina extraña y muy tecnológica - ¿Qué es esto? - dijo el niño - creo que es una máquina del tiempo, se ve de lujo, espero no salga todo mal - Entró, y la máquina sí era del tiempo, cuando quiso salir fue muy tarde y ahora estaba 10,000 años atrás 7989 años A.C. - ¿Qué? ¿En dónde estoy? – salió de la máquina y era un lu- gar diferente, había una selva y pudo ver a un cavernícola - ¡Qué miedo! ¡creo que estoy en el año A.C! - el chico no quería acer- case a él y se trató de alejar poco a poco, pero el cavernícola lo vio y sintió curiosidad y se acercó hacia él- ¡alegato huaca huaca! ¡Wacara muca! -dijo el cavernícola- aléjate cavernícola hambrien- to- -No tengo escapatoria-dijo el niño pero encontró un lugar alto y subió y el cavernícola se acercó, quería saber qué era ese tipo de ser -Vete- dijo él y sin pensarlo se quedó en lo más alto, el día pasó pero el joven explorador logró observar y aprender de los cavernícolas, aprendió mucho y tenía lo suficiente para su tarea de historia, se quedó dormido en lo alto del árbol, el niño pensaba como regresar a casa, y dijo- puedo escapar de aquí regresando a la máquina, y cuando el cavernícola dormía, caminó, poco a po- quito a la máquina del tiempo- si entro luego me teletransportará 10,000 años al futuro y podré enseñarles que los cavernícolas sí existieron, él caminó y logró llegar, tomó una foto y un video del lugar y regresó a casa y llevó con él la mejor prueba de la historia. Un pequeño niño se transformó en un gran explorador y logró su más grande sueño y su mamá lo abrazó y le dijo ¡qué valiente fuiste! viajaste en una máquina tú solo y descubriste el secreto de la evolución, él estaba feliz, no podía creer su aventura y quería platicarla con sus amigos en la escuela, con toda su familia y con el mundo entero y así poder dejar su huella en la historia, pero lo más importante es que se sintió feliz de que su aventura fue sin el COVID, por que pudo disfrutarla. 68

Vol.XI El Coronavirus José Miguel Mota Érase un día bonito y soleado en compañía de mi fami- lia cuando de repente dijeron en las noticias que había un virus llamado coronavirus muy peligroso en china porque los chinos comieron murciélagos y de hay viene esa enfermedad malva- da. A los pocos días de esa noticia dijeron en la televisión que en nuestro país estaba este virus yo solo un niño pequeño sin entender esta rara enfermedad les pregunte a mis padres ¿Qué era?, ¿Cómo se contagiaba?, ¿Cómo teníamos que cuidarnos? Y que si nos íbamos a morir muy aterrado pregunte eso sin saber que tan malo era. Ellos me respondieron que era un bichito muy conta- gioso que existía en muchos lugares y que los abuelitos eran los que mas se estaban enfermando. Pero en ese momento pensé que los doctores son nuestros super héroes porque ellos nos cu- rarían y cuidarían de nosotros. Después de esta gran noticia vinieron muchas cosas aterradoras murieron muchas personas a causa de este virus mortal, un día sin pensarlo mi mama recibe una llamada ines- perada mi abuela había enfermado se contagio de este virus mi madre lloro mucho al saber esto. Ella me conto que al llegar al hospital había mucha gente enferma que no respiraban bien, les faltaba oxigeno, pero teníamos muchos super héroes ayudándo- nos a combatir esta enfermedad nos cuidaban de día y de noche arriesgando su vida. La mejor parte de esta historia fue que muchas perso- nas con mentes brillantes empezaron a investigar de que se tra- taba este virus para fabricar una brillante vacuna que nos ayu- daría a combatir esto. yo muy emocionado le decía a mama ya vamos a estar mejor, ya no van a morir tantas personas. Con el paso del tiempo mi abuela se recuperó, la vacuna salió pero no todas las personas creían en ella a los pocos días nues- tros doctores se vacunaron y explicaron a la gente que era una vacuna para combatir el virus era la única manera de salvar mas vidas. oímos buenas noticias las personas se están vacunando estamos acabando con este malvado virus pero debemos seguir cuidándonos tomar las medidas correctas de higiene para al fin vivir felices de nuevo y que nuestro mundo regrese a la norma- lidad. FIN RECUERDA PROTEGERTE POR TU BIEN Y EL DE TUS SERES AMA- DOS... 69

libro de cuentos nunet Cosas que pasan sin sentido Rebeca Lugo Nyffeler El invierno pasa tan rápido y el COVID muy len- to. Así que me gusta sentarme a lado de la ventana a observar. Mi mamá es muy cuidadosa al salir lleva su desinfectante, gel y obviamente Cubrebocas. Cuando mi mamá sale me pongo a ver pelis, a dibujar, a armar rompecabezas y ver por la ventana. Pero hay algo que siempre me llama la atención. Siempre veo una mancha negra en los arbustos, siempre le pongo comida, cuan- do nota que lo veo escapa, pero esta vez tengo un plan, mi mamá prepara un té delicioso que es para dormir, en lugar de agua le pondré el té, no creo que le haga daño un poquitín de té. Así que coloqué el té en su plato y esperé. No tardó mucho en llegar cuando lo tomó y se durmió de inmediato. Resulta que era un pequeño gato, así que decidí meterlo a la casa y esperar a que despier- te. Mientras le preparé algo de pescado, al despertar el gato confundido estaba maullando entonces entendí que estaba llamando a su madre, así que le di el pescado en una bolsita que amarré suavemente y abrí la puerta. Ahí entendí que no todos sobreviven sin madre o padre mientras el pequeño gatito se desaparecía entre los ar- bustos. Mi madre llegó y le di un fuerte abrazo porque entendí que gracias a ella he estado bajo un techo con comida y agua y un lugar para dormir. La moraleja de esta HISTORIA ES DALE GRACIAS A DIOS QUE TUS PADRES ESTAN AQUÍ PARA CUIDARTE SIEMPRE. 70

Vol.XI El DÍA QUE TODO CAMBIÓ Michelle Villalba Anaya Recuerdo jugar en la escuela y despedirme de mis amigos como todos los días, decir nos vemos la si- guiente semana, pero eso no sucedió. Dijeron que no habría clases unas semanas y han pasado 18 meses, no entendía que pasaba y cómo fue que tuve que quedarme en casa tanto tiempo. No entendía porque tenía que estar alejada de mis amigos, familia, maestros. No podía ir más al parque, cine, juegos, por un helado…me sentía muy triste, asustada, desesperada y con unas ganas enorme de sentir el aire en mi cara., co- rrer y abrazar a todos. Pero mis papas decían que eso no podía suceder, que tenía que estar en casa y ser fuerte. Ahora 18 meses después pude entender que todo cambió completamente, aunque no podemos salir como antes, que no podemos saludar y abrazar al mundo, que la vida siguió, el tiempo pasó y el mundo siguió girando pero yo estoy aquí enfrentando con valor la vida. Tal vez soy muy pequeña pero comprendí que lo más importante es tener salud, amor y una familia. Pero tengo un deseo…que se acabe la pandemia en el mundo. 71

libro de cuentos nunet LDaipspaevrenturas de Florentina y Samantha Hernández Monter Florentina y Dipper son dos ardillitas que perdieron a sus padres desde muy pequeños, pasaron los años y crecieron con una familia de conejos. Una noche secuestraron a Florentina dos hombres de un zoológico, Dipper a la mañana siguiente se dio cuenta le aviso a mamá coneja y a papá conejo y partieron a buscar a su hermana, llevaban dos días intentando localizarla de pronto se encontraron con un pájaro al que un gato lo había atacado, Dipper corrió para ver si lo podía ayudar. Dipper preguntó - Señor ¿está bien? Y el pájaro respondió -Si solo me lastime un poco pero nada grave. Intento volar pero no se elevaba después el pájaro dijo -Creo que me lastime un ala. Dipper se puso a pensar que po- día hacer por el señor pájaro, después de pensar le preguntó… -¿Quieres venir conmigo?, estoy en busca de mi hermana que la secuestraron la otra noche, aló que el Sr pájaro exclamó -Si, solo espero no retrasarté mucho caminaré lo mas rápido que pueda. Entonces Dipper le pregunto. -¿Cuál es tú nombre?. A lo que él Sr pájaro respondió -Me llamó Gregorio! -Mucho gusto, mi nombre es Dipper. Siguieron su camino ya llevaban bastante tiempo cami- nando así que Gregorio le pidió a Dipper descansar unos minu- tos a lo que él aceptó y se sentaron en una piedra enfrente de dos árboles frutales y decidió bajar un poco de fruta para comer, cuando Dipper bajó del árbol y se dio cuenta que una rata se le quedaba viendo, tenía hambre y también quería comer, a lo que Dipper le regalo un poco de lo que comían y disfrutaron juntos de su manjar, cuando terminaron la rata preguntó -¿me puedo quedar con uds? A lo que ellos respondieron que sí. 72

Vol.XI Al día siguiente ya listos para partir Dipper pregunta -¿Cuál es tú nombre? A lo que respondió - Me llamó Frank!. Siguieron cami- nando y se encontraron un arbusto que se movía, se acercaron sigilosamente y se encontraron con un hurón, primero les quiso hacer una broma haciéndoles creer que los quería atacar, y ellos corrieron no podía aguantar la risa y les preguntó -¿uds qué ha- cen por aquí? A lo que Dipper respondió -estamos buscando a mi hermana la secuestraron. A lo que él hurón sin pensarlo decidió ayudarlos -Me llamó Hugo y yo les voy a ayudar. Caminaron has- ta que llegaron al zoológico y decidieron esperar a que toda la gente se fuera tomaron las llaves que tenía el guardia y por fin pudieron sacar a Florentina de la jaula en la que estaba cautiva, todos juntos salieron del zoológico felices de su gran hazaña. Cuando ya estaban por llegar a casa Gregorio se sintió mejor y ya podía volar, al llegar a casa mamá conejo y papá conejo recibie- ron muy contentos a sus pequeños hijos los abrazaron e hicieron una gran fiesta y todos vivieron felices y contentos. FIN 73

libro de cuentos nunet Titi, la ardilla de los manglares Dominique Ramírez Díaz Érase una vez una ardilla llamada Titi que soñaba con ir bajo el agua de los manglares. Un día pensando cómo cum- plir su sueño, fue a la gran ciudad con una carreta, lista para recolectar el material para construir un submarino, recogió: tornillos, clavos, una caja de herramientas y mucho metal. Estuvo trabajando 3 días y 3 noches sin parar hasta que lo terminó. La ardilla puso su creación en el agua y se subió al submarino, cuando Titi se sumergió, quedó maravillada y dijo: wooow, por fin cumpliré mi gran sueño! Exploró los manglares durante todo el día y vio muchos animales acuáticos: cocodri- los, peces, ranas, nutrias y otros muchos animales más, todas en casa cazando, como por ejemplo una garza pescando de cena unos peces. Titi regresó a su casa antes del anochecer y al quedarse dormida, soñó que era parte del Manglar, se mira- ba a sí misma y veía: Una ardilla con alas de garza, con ancas de rana, cola de pez, cara de nutria y un hocico de cocodrilo. Estaba feliz, no podía sentirse más parte del manglar! Cuando de repente, se avienta a las profundidades y el chapuzón la despierta!! Muy triste de vuelta a la realidad, Titi decide deci- de hacer cambios a su rutina: 1. Levantarse 2. Desayunar 3. Preparar un lunch 4. Subirse al submarino y sumergirse 5. Visitar los manglares 6. Tomar su lunch 7. Emerger a la superficie 8. Ver y disfrutar el atardecer 9. Regresar a casa a cenar y, 10. ¡Volver a soñar con el día siguiente! ¡Quien fuera Titi! 74

Vol.XI La mejor navidad con caracoles y abejas Juan Pablo Cisneros López Había una vez... Una niña que quería ser Santa Claus, pero no podía, porque Santa Claus le tenía un plan preparado, por lo que le dijo su mamá, si no duermes ahora, Santa no te dirá nada. Cuando ella despertó, bajó y vio todos sus regalos de- bajo del árbol de navidad y una nota que decía que decía que tenía que compartir y ayudar a Santa Claus que fue a repartir regalos a otros niños. La niña estuvo muy feliz porque compartió sus jugue- tes nuevos con muchos niños, pero cuando regresó a su casa se dio cuenta que pasaba algo raro: su mamá y su papá oyeron un ruido muy extraño, el cual resultó ser una abejota gigante, la cual no podía entrar a las flores. De repente, apreció un ca- racol pequeño y le dijo a la abeja: no estés grande abejota, tus amigas son pequeñas y luego aparecieron otros caracoles uno que era mamá y otro que era papá y le dijeron a la abejota: no estés grande abejota, tus amigas son pequeñas. Entonces la abejota les dijo, pues me convertí en grandota porque un guerrero me hizo una magia con una varita. Sorprendidos, los caracoles hicieron una magia de caracol y la convirtieron en abeja pequeña, entonces les dijo, gracias porque me encogie- ron ya podré entrar a la colmena a hacer mucha miel y podré hacer entrega de miel mágica a Santa para que pueda entre- gar más regalos. Llegaron con Santa y se lo agradeció tanto, colorín colorado este cuento se ha acabado. FIN 75

libro de cuentos nunet Mundo de Slime Regina Cabello Santos. Esta historia comenzó en un mundo lleno de slime. En este mundo puedes encontrar mares de slime, llu- via de slime, etc. Aquí empieza mi historia, mi nombre es Sofía, mi papá se llama Alberto y mi mamá Camila. Cuando tenía 5 años en unas vacaciones en verano mi mamá decidió llevarme a mundo slime, yo me quede muy sorprendida ya que me encontré el slime una semana después por fin era el día de ir a mundo slime. Ese día estuve en un mar de slime, nadé con delfines. Es una especie de delfín pero con slime. To- dos los días me la pasé muy bien hasta que tuvimos que regresar a mi país por el trabajo de mi papá, pero ahora me mudaré a mundo slime donde me encanta vivir. Fin. 76

Vol.XI El pulpo dorado y el mago Mac Mucky José Nicolás Cabello RIQUELME Un señor llamado Luis Mario quiso nadar en un lago de agua color dorado porque quería encontrar un cofre del tesoro debajo del agua y vio que ese lago era de color oro. Pensó que ahí podría encontrar millones de monedas y decidió meterse a nadar ahí. El lago era de color dorado porque el mago Mac Mucky había hecho un hechizo para ser rico. Mac Mucky no sabía que ahí vivía un pulpo que también se envolvió en el hechizo y al final era el que convertía todo en oro, pues en lugar de disparar tinta por sus tentáculos, dis- paraba oro. Cualquier cosa que metiera ahí dentro saldría convertida en oro. Así hizo su fortuna el mago Mac Mucky: metiendo cosas nor- males al lago para que el pulpo las convirtiera en oro. Luis Mario no sabía este truco y no hizo ninguna prueba con papel o con otro objeto y por eso se metió. Luis Mario salió convertido en estatua de oro. Al poco tiempo, el mago Mac Mucky regresó al lago, y el pulpo muy asustado le contó que había convertido a una persona en estatua de oro. El mago Mac Mucky tuvo que decidir si perder su fortuna y romper el hechizo para volver a Luis Mario en una persona normal o dejarlo como estatua. El mago pensó que Luis Mario podría tener familia, amigos o mascotas que lo extrañarían. Decidió perder toda su fortuna y deshacer el hechizo del lago. Luis Mario terminó en su casa tapadito en su cama y en reposo por- que se congeló de ser una estatua. Colorín colorado, este cuento se ha acabado. 77

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Vol.XI La fruta Victoria Estrada Cañizo Había una vez una fruta que era muy rara. Tenía ojos y dien- tes de conejo, era muy raro verla. En donde vivía todos le tenían miedo. ¡Ah! y por cierto vivía en una selva muy pero muy tropical y esa fruta era la única que había de su especie y no le gustaba que la criticaran por su aspecto. Les voy a contar que tenía picos, muchísimos colores, cami- naba como una llanta de un coche. Se sentía muy triste pero un día se había encontrado un hombre de su especie, se enamora- ron, se casaron y tuvieron muchísimos hijos. Pero no sabían a lo que se estaban enfrentando, luego de tener muchos hijos (¡Ah! y fueron 40 hijos ) no sabían qué hacer. Luego de unos días tuvie- ron que poner 40 nombres. Empezaron con Lulu, Lima, Lucrecio, Pancha, Paco y muchos más. Luego los 40 hijos fueron creciendo y un día ya todos cumplían 11. No se lo podían creer y dijeron: ¡Tantos años! ¡Que alegría! Al siguiente día tenían tanta alegría que su papá había encon- trado otro trabajo. El trabajo era de dentista estaban tan felices toda la familia. Al siguiente día una hija había conseguido novio y se llamaba la hija Lucrecia y su novio se llamaba Peter. Pero su mamá no la dejaba tener novio, era un amor prohibido. Pasaron los años Lucrecia lo entendió y siguió su vida y todos habían con- seguido novia o novio. Lucrecia era la más pequeña y no la deja- ban tener novio pero creció y tuvo un novio. Y todos siguieron por sus vidas y fueron felices para siempre. FIN 79

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Vol.XI A gRaDECIMIENTOS Gracias a todos los niños que participan con un gran nivel de compromiso, entusiasmo y creatividad. Su deseo de ser escuchados nos motiva a seguir trabajando. Gracias a todas las instituciones educativas, maestros y padres de familia que colaboran con nosotros en esta gran tarea. Gracias a aquellos que hacen posible la creación de este libro mediante su participación en las actividades de Nunet Art Studio, do- nativos, compra de nuestros productos y patrocinios. Gracias a la familia Nunet por once años de entusiasmo y com- promiso con este proyecto. Nuestro objetivo es servir y contribuir a que nuestras comunidades se expresen a través de la palabra es- crita. 81

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