Important Announcement
PubHTML5 Scheduled Server Maintenance on (GMT) Sunday, June 26th, 2:00 am - 8:00 am.
PubHTML5 site will be inoperative during the times indicated!

Home Explore Universo 3--

Universo 3--

Published by carloshmacchiaroli, 2020-09-09 17:35:53

Description: Universo 3--

Search

Read the Text Version

Narrativas El pombero ( basado en una mitología del norte del litoral argen- tino. ) Cuando era chica, mi cu- ñado Romualdo, nacido en el Chaco, me contaba mitos regionales sobre un duende enano llamado Pombero. Según la tradición, se decía que este ser invisible cuida- ba del monte y los animales salvajes Pero, atacaba a las niñas que no querían hacer la tarea escolar o en su de- fecto, que no se querían ir a dormir temprano. Así la situación, en lugar de atemorizarme yo, me quedaba aún más tiempo le- vantada, con la esperanza de llegarlo a ver, desobedeciendo a mis padres y quedando absorta con la mirada ensimismada a cualquier sombra extraña que amenazara la paz fa- miliar. Claro, Rumo me decía que el Pombero no necesitaba llaves para en- trar porque era etéreo y acostumbrado a transitar los libres espacios del campo, solía infiltrarse rápidamente y pasar desapercibido en forma veloz entre nosotros, los rebeldes que no admitíamos órdenes. -¿Cómo decir que nunca sentí miedo? - 51 -

-¿Cómo expresar que mi curiosidad precoz me generaba una adrenalina insoslayable?. Ahí empezó mi tarea para descubrir al intruso, Me escondía debajo de las camas, trepaba a las ramas de los árboles frutales que nos daban sus deli- cias en verano...y escudriñaba la higuera que me hacía sombra, dejando bo- tellitas de aguardiente, miel y tabaco entre sus retorcidas raíces. Así fue co- mo pasé horas lánguidas y somnolientas al filo de la Luna en una vigilia in- somne. Y cuando el sueño por fin me derrotaba, creyendo yo que el Pombe- ro vendría a retirar sus ofrendas cayendo en mi trampa, ¡me despertaba! Y solo pude hallar una única y última vez, imborrable...un tumulto de gente aglomerada, desdibujada por el humo y olor a tabaco y alcohol, pegoteados entre mieles...y el vecino de al lado, detrás de la ventanilla de un patrullero, con la cara tapada Claudia Martínez Martí Ciudad de La Plata / Buenos Aires / Argentina Grises El frío se cuela por cada resquicio de esa casa que la contiene y la asfixia. Se prepara un café y mira por la ventana. El gris de la tarde se adueña de ella y la tristeza la abarca. En involuntario acto, se mimetiza con las gotas de esa tenue llovizna, y humedece su alma. La soledad es su permanente compañía, y aún no la acepta. Se aferra a sus recuerdos, agoniza en su memoria, y a la nada le susurra un \"te extraño\"... Alicia Herrera Caceres Lugar de nacimiento: Córdoba Cap. Lugar de residencia: Las Heras, Mendoza - 52 -

Eusebio y Matilde -Disculpa ¿Hace mu- cho que usted viene a esta plaza? –quiso sa- ber Matilde. -Sí, dos años tal vez. - respondió Eusebio y acotó: -Pero antes me sentaba en aquel otro lado, por el sol ¿Vio? -Yo también –dijo ella - Me sentaba en un banco pero de este otro lado. –y señaló hacia la izquierda. -Y al sol hay que se- guirlo. –manifestó él con una breve sonrisa y ca- llaron las voces. Mientras tanto unos chicos jugaban sobre el césped. Algunas personas caminaban por los diferentes senderos de la plaza. También había gente en otros bancos, parejas, amigos y bullicio de pájaros adornaban el aire. Eusebio tenía apenas 76 años, Matilde 77. Coincidieron esa tarde en sen- tarse en el mismo banco donde daba a pleno el tibio sol del otoño. -¿Vive por acá cerca? –habló Eusebio para romper el silencio que se ha- bía instalado entre ambos. -Vea usted –dijo Matilde distraídamente- Me tengo que ir. Matilde se levantó del asiento y comenzó a alejarse lento y desparejo ca- mino a su casa. Eusebio se quedó un poco más. La tarde estaba mansa y los pájaros se- guían con su algarabiado. - 53 -

Al día siguiente, por la tarde, la misma escenografía. -¿Le conozco? –preguntó Matilde en tono de dudas. -No. Pero me llamo Eusebio, viudo, tres hijos, cinco nietos ¿Y usted? -Me llamo Matilde, también viuda, una hija y dos nietas. Se miraron a los ojos y se sonrieron. -¡Hermosa tarde! –expresó Eusebio y se quedaron contemplándola. -¿Vive solo? -dijo Matilde quince minutos más después. -Sí –respondió él y sin darse cuenta, sus manos se encontraron. -¿Volverá mañana? –preguntó ella antes de marcharse. -Desde luego que sí –apresuró la respuesta Eusebio y la vio irse otra vez. Eusebio se quedó solo, apoyado en su bastón, oyendo los pájaros encan- tadamente. Hasta que el ulular de una ambulancia lo quitó de su en- soñación. Miró para ese lugar donde se iba juntando la gente pero no al- canzó a ver nada. Al otro día Eusebio se presentó un poco más temprano de lo habi- tual y para dicha ocasión se vistió con su traje azul. Pero Matilde fal- tó a la cita. Al tercer día, cuando el sol buscaba rápidamente el horizon- te, su nieta mayor le vino a bus- car. -Abuelo ¿Qué haces, que ya es muy tarde? -Nada. Acá estamos. – respondió Eusebio. -¿Esperas a alguien? -No… no. Drugot / Argentina - 54 -

Salto al vacío Sé lo que estás pensando. Te parece inverosímil, pero es cierto, cada mañana me encuentro conmigo mismo, en cualquier rincón de la casa. Hoy ha sido en la cocina, junto a la ventana, sentado el, en el ángulo opuesto de la mesa, Mirándome fijamente con estos, mis ojos, pero de hace 30 años. Otra vez los reproches, se enfada casi siempre por todo lo que no hice, el caudal de proyectos que no se concretaron, Soy el culpable de no haber logrado lo que mi otro yo, el que me horada con mis ojos de antes, laboriosamente soñó Entonces intento explicarle que esta vida nuestra, la de hoy, no es la planea- da, pero es la que existe. Vuelve a crisparse, los nudillos tensos, repique- tean sobre la mesa de mantel mustio, absolutamente convencido el, que soy artí- fice del fracaso de nosotros ,No entenderás por qué lo soporto, debería echarlo, con susurros, con gritos, incluso con violencia, Tolero su presencia, aun así, en la desesperan- za cotidiana , Esta presencia furtiva alivia la soledad de mis días breves en tiempo, largos en desamor. Disculpo su gesto de disgusto, se, me detesta, sin embargo a veces, el rictus de esa boca sin color, que es la mía, la de ahora, se funde en mil besos que no hemos dado, amaga una sonrisa, pero se quiebra, yo lo miro y siento pe- na, casi tanta de él como de mi...resulta difícil convencerlo, y sé que mañana o pasado, estará en otro rincón en otra silla sentado, quizás de pie, pero siempre escrutando y odiándome, así que un día de estos, lo obligare a, franquear el cuerpo la valla sin barniz de este balcón, de geranios secos, y desaparecerá la historia que no se creó, la que él me reprocha en silencio, la que yo no osé inten- tar, Antes que digas nada, te comento que ya tome la decisión, alejarnos ya de todo, fundidos los dos, casi al unísono, esta vez y para siempre, por fin com- partiendo el viaje, no hay vuelta atrás, salto al vacío, Liliana Santamaria Barcelona / España - 55 -

Ajedrez Apasionante juego tal vez como el desafiante Ajedrez .!! decidida pujante un paso atrás otro adelante! Empuñando finas letras, temiendo fueran arrebatar. Por años cobijando ese tesoro en papel que “lindoslocoscuerdos “ saben entender... caminando en aventuras tratando de revelar aquella noble escritura que lograste publicar . sobre un pequeño libro de cuentos ,Hadas ,fantasías y más... sueños majestuosos para contar metióse la aventura cómo arañas en telar al cuento entretejiendo, compartiendo los momentos desafiando esa misión!!! Desvelados por las noches, palpitados recuerdos sosteniendo fuerte el timón! Cómo el arca de Noé, llevando especies de gran valor metida entre las viñas recibiendo uvas frescas compartiendo el honor sellando antologías publicadas con pasión sopla el viento, abren velas... Zarpa el barco, el viaje empieza con coraje y solo un lápiz de equipaje conociendo personajes suben duendes a babor trazando el desnivel para llegar hasta “Rey” tu tesoro de papel!!! Mirtha Gladys Álvarez Buenos Aires Argentina

Si usted... Si usted me deja invitaría a salir, antes que nos coma el tiempo, antes que deje de sentir... Si usted me permite visitar de vez en cuando esa sonrisa que a veces asoma a la puer- ta, Si usted me deja compartirla momentos que aunque pare- cen pocos son luz en mi vida, Deje que envuelva estás pala- bras, deje que sonría con su mirada... perdone el atrevi- miento si digo que en estas cenizas aun hay brazas, aun hay esperanza, aun hay alien- to que quema de apoco, que resguarda del frio, Deje pueda sentir mi mano, que aun temblorosa busca su abrigo, ... No tema de esta demencia que con el tiempo se acentúa, Permita vivir ternura, permita entrar en su vestidura. Vuelva a creer, vuelva a ser hierba fresca, vuelva a ser vida mía... Sienta como este invierno se convierte en primavera… XoElen Ruiz México - 57 -

Ojos negros Por Carlos H Macchiaroli Caminaba por las calles del pueblo, mientras que a la tar- de le acariciaba el otoño... cuando la vi venir. Una brisa callejera se enre- dó en su pelo negro y la som- nolencia acurrucada en las es- quinas al tibio sol... la sintieron pasar. Y un soplo misterioso robó el perfume de su piel y...lo tra- jo hacía mí. Mi corazón, como el tic tac de un viejo reloj, empezó un an- dar diferente... cuando la vi más cerca de mí. Diríase que una marcha descontrolada marcaba mi sien porque sentí miedo de enfrentarse otra vez a esos maravillosos ojos negros... aquellos preciosos ojos ne- gros que me hicieron el cauti- vo más feliz. Las palomas en la cornisa jugueteaban con la tarde y un plumín andarie- go se cruzó por delante... cuando la vi ahí. Dormitaban las arenas de la calle y vestíanse de hojas secas las veredas... cuando la vi llegar. - 58 -

Todo sucedió en un instante, ante aquellos maravillosos ojos negros, mi cora- zón, viejo reloj descompuesto, se detuvo y tuvo que golpearme el pecho... para que volviese a andar. Las palomas agitaron sus alas y volaron lejos de lo que iría a suceder. La sole- dad que me acompañaba empezó a temblar de frío... cuando ella llegó a mi la- do. Pero sus ojos inmensamente bellos, inmensamente negros... me dibujaron como el paso veloz de una saeta y nunca... se detuvieron, y nun- ca...parpadearon, y nunca... me miraron. Por la solitaria calle de este pueblo, el sol se fue ocultando cuando aquellos ojos negros... se alejaban más y más de mis pulsaciones. Y como un hombre, triste y enamorado, me quedó en un hueco de olvido... en una esquina cualquiera... donde mueren las soledades y mueren... las ilu- siones. ¡Cuán exacto es este juicio!, La pluma tiene un poder igual o más que la espada. Ella impulsa a los pueblos; los entusiasma por un hecho; excita los ánimos contra el gobierno o en pro de él, y eleva el sentir de las multitudes, ensalzando los prodigios de valor, alabando virtudes y exponiendo a su vista rasgos subli- mes de alguna persona por inteligencia o mérito. Qué no puede la pluma al servicio de una inteligencia. ¡Arma peligrosa y terrible!, ¡Cuántos rayos brotan de ella!, ¡Rayos de venganza. De amor, de patriotismo, de civilización!. - 59 -

Um tango para Eulália Por Sandra Santos Eulália estava em Buenos Ayres para algo que ela considerava uma espécie de lua de mel. O hotel em es- tavam hospedados era antigo, chique e pretensamente “Cult”. Tão refinado quanto ultrapassado, lindo, mesmo assim. Para Eulália que crescera em uma família humilde, tudo era novo e des- lumbrante. A cidade era especial, as pessoas que passavam pelas ruas combinavam tanto com o cenário que pareciam colocadas ali apenas para enriquece-lo. Figurantes escolhidos cautelosamente em um set de filma- gem. Mas, apesar da beleza do lugar e de toda a preparação para essa via- gem, ela tinha uma terrível sensação de estar no lugar errado. Apaixonara-se loucamente por Jairo, um argentino bonito e alguns anos mais ve- lho, responsável pela reviravolta em sua vida. Uma paixão incontrolável os envol- vera, e há pouco haviam se assumido como casal pois, até então, eram amantes acostumados com a clandestinidade. Talvez, por isso a incômoda sensação de não merecer estar bem a inundava. Tentava bravamente afastar os pensamentos conflitantes que lhe povoavam a mente, acreditando que a aura de criminalidade, ficaria para trás. Depois de tudo o que enfrentaram para ficar juntos, seria natural sentir-se em paz na companhia dele, porém, pelo contrário a sensação de alegria não vinha insistindo em se afastar. - 60 -

- Talvez seja apenas uma questão de tempo. É tudo muito recente... – Pensa- va consigo mesma. Jairo de todas as formas possíveis, fazia com que ela se sentisse amada. Mas, agora ali longe de casa, a única coisa que ela sentia era medo, e insegu- rança, além de uma latente intuição lhe tirava a tranquilidade. O homem por quem se apaixonara, em alguns momentos, parecia-lhe um estranho e Eulalia via pequenos sinais que a incomodavam em suas atitudes. Algo não estava cer- to. - Será que nos precipitamos? Será que eu me precipitei? - Dizia para si mes- ma, e decidida a fazer o que fosse possível para sentir-se mais calma afastava como podia os pensamentos para longe. Saíra de um relacionamento regado a solidão e precisava da atenção que Jairo lhe dava. Mas... Havia um “mas” pairando como uma névoa sobre sua ca- beça. Tudo se parecia demais com uma mentira. Um lado de sua mente, já ha- via decretado que tudo não passava de uma grande mentira que agora, ela teria que conviver. Assim, forçava-se a ficar imune aos alertas de sua intuição. - Como posso não me sentir feliz na companhia dele? Agora que já estou aqui preciso relaxar e aproveitar todos os momentos – Pensava ensaiando uma mudança de postura. Desde que chegara sentira-se extremamente bem recebida, quase uma con- terrânea. Na verdade, seu biotipo realmente fazia com que ela parecesse muito com uma filha da terra. Naquela noite, Jairo havia prometido leva-la para conhe- cer a noite portenha e seus encantos. Eulália havia sonhado muitas vezes em conhecer Buenos Ayres e sua famosa boemia. Ela tinha um lado que apreciava a beleza das noites e sentia uma curiosidade romântica acerca dos seres que vagam solitários de bar em bar. Em sua inge- nuidade, acreditava que todos os boêmios eram artistas, compositores ou músi- cos. Nem de longe se permitiria imaginar criaturas tristes e solitárias vagando sem rumo, objetivos ou sem esperança. Para Eulalia, Jairo era um lindo boêmio e essa noite prometia... Tango, vinho, boas risadas e muito romance. Olhando- se no espelho, ordenou a si mesma para que fosse feliz. Decida a mudar prepa- rou a banheira e deleitou-se com um longo banho chegando mesmo a adorme- cer naquela água perfumada. - 61 -

Maquiou-se e vestiu sua roupa especial, um belíssimo vestido que Jairo lhe dera. Lindo e caro quanto seu salário de um mês. Já vestida, admirando- se no espelho, sentiu-se estranha, pois ela nunca gastaria tanto dinheiro em uma peça de roupa. - Talvez deva me acostumar com esse tipo de luxo. – Concluiu apro- vando sua imagem. Es- tava pronta e linda para a tão esperada noite de tango, mas ali em frente ao espelho, apesar de toda a produção, o que viu foi um par de olhos tristes. Eulalia ainda ouvia os insultos e sentia os olha- res de desaprovação quando a notícia de seu divórcio se fez conheci- da. Fora julgada e con- denada por amigos e fa- miliares, enfim, todos os que não se deram ao trabalho de perguntar o porquê. Todos fingiram não saber o que é possí- vel se viver ou morrer entre quatro paredes. O ex-marido a humilhara, trans- formando-a em uma puta. Em uma sociedade machista geralmente é assim que as mulheres são tratadas, como únicas culpadas de uma história com dois lados. - A escolha foi minha... Eu busquei minha libertação e consegui... Agora, - 62 -

bora ser feliz dona Eulália! É uma ordem!!! - Deu uma última ajeitada nos cabelos e saiu do banheiro. Jairo, que a esperava sentado confortavelmente em uma bela poltro- na estilo retrô, ao vê-la abriu um enorme sorriso cheio de dentes e pu- lando em sua direção envolveu-a nos braços. Ela, uma mulher pequena ficava completamente escondida no corpo enorme de Jairo. Aquele abraço, aquele carinho, aquela demonstração de conforto eram para ela a representação de um excelente momento pro relógio quebrar e o tem- po parar de andar. Um lapso de momento em que Eulalia acalmou-se. - Meu Deus como está linda! - Exclamou Jairo. - Me deixa ver como ficou nesse vestido... Minha nossa! Eu sou muito sortudo. - disse en- quanto a girava imitando um passo de dança. Findo o rodopio olhou-a nos olhos e a beijou com ternura. Jairo era um homem muito bonito com uma figura altiva de gestos cautelosos e suaves para aquela ocasião, trajava um terno caro e bem cortado. Forma que usualmente se vestia. - Vamos bela senhora Blanco? - Disse-lhe dando-lhe o braço e em- pregando seu próprio sobrenome a ela. - Fica chic não acha? Senhora Eulália Blanco! – Indagou enfatizando. -!Senhor Jairo Blanco! Devo pressupor que isso seja um pedido de casamento?! Completou Eulália. Vamos bela senhora, a noite nos espera. – Disse Jairo sorrindo brin- calhão rodopiando sobre si mesmo e ensaiando pequemos passos dedança enquanto atravessavam o corredor de seu quarto de hotel. continuará na próxima edição - 63 -

Desenho gráfico / Diagramação /Agrupamento Drugot. [email protected] 2020 Disegno grafico / diagrammi / confronto Drugot [email protected] 2020 Diseño Gráfico / Diagramación / Compaginación Drugot [email protected] septiembre 2020


Like this book? You can publish your book online for free in a few minutes!
Create your own flipbook