Testimonios Pedro Ignacio Gainza Caballero Santiago de Chile
Mi nombre es Pedro Ignacio Gainza Caballero. Tengo 88 años. Nací en 1933. Mis padres tienen que habernos comprado esa revista que estaba de moda en ese momento y que además se podía ver que era una revista que enseñaba mucho, y eso es lo más valioso del Peneca. Ese valor que ponía en toda clase de cosas, desde puzzles hasta historietas, novelillas y novelas, que eran bastante largas y seguían de uno a otro ejemplar, pero también de cosas serias, de historias como el Cid Campeador, Juana de Arco, en fin, cosas históricas que enseñaban a conocer de literatura, no solamente cosas divertidas y para entretenerse. Me acuerdo que el día que Fotografías por: Pedro Gainza aparecía (…) era una batalla campal entre los tres hermanos, porque empezábamos a mirarnos quien se levantaba primero, y cuando veía a uno que se movía, saltaba el otro para ganar la carrera para ir a comprar la revista. Entonces era un apetito de leerse El Peneca entre los tres. El que quedaba al último, en la tarde tenía que empezar a leerlo.
Yo vivía en la calle Carvajal, cerca de La Cisterna, en ese sector que se llamaba Lo Ovalle, al lado de la Gran Avenida, a una cuadra. Había un quiosco en la esquina de Gran Avenida, con la calle Carvajal. Ahora ahí está la estación Lo Ovalle del Metro. Ese era el ámbito en el que nos movíamos con la familia. La revista la leíamos en la casa, en el living. También había un jardín, y también había una casa quinta al lado a la que nosotros teníamos acceso. Nosotros nos subíamos a los árboles a leer El Peneca. Ahí me sentaba en una rama a leer. También había unas mesas, cerca de los árboles para hacer picnic. Entonces, algunas veces leíamos más a la intemperie y estábamos más en contacto con la naturaleza. Como todos los niños, a uno le gustan mucho las historietas, unas que eran muy divertidas. Me acuerdo de una que se llamaba Papa Rucha y su hijo Mote, que contaba aventuras muy divertidas. Después los crucigramas, completar palabras, pero esa era la parte más de entretención de ese tipo. La verdad es que a mí me gustaban unas lecturas muy largas, comedias, no sé si eran inventadas por la revista en ese momento, o eran cosas copiadas o existentes, que eran un poco latosas muy largas. Esas las dejaba siempre para el final. A mí me interesaba leer cosas fantásticas que también salían. Cosas del futuro, con episodios del futuro, como Quintín el Aventurero, había otro que no sé cómo se llamaba, pero eran cosas del futuro.
Todavía recuerdo que -y me sirvió mucho después para el colegio mismo- leí el Cid Campeador. Naturalmente que estaba adaptado para una lectura más fácil de niños. Ben-Hur, Ivanhoe. Es decir, de autores conocidos. Esa es la parte que más me llamaba la atención. Juana de Arco, por ejemplo. Eso era lo que más me llamaba la atención. A mí siempre me gustó más leer cosas históricas existentes, pero claro que la fantasía también me gustaba y los monitos divertidos también. Creo que El Peneca fue la base de estar siempre interesado, a lo largo de toda mi vida, en lo que está ocurriendo en el mundo, en Chile, en el extranjero, toda vez que hasta hoy día sigo leyendo respecto a lo que está pasando en el mundo, en lo político, en lo social, etc., en una serie de cosas. Y de repente digo, para qué me inundo de tanta cosa, pero es una satisfacción intelectual. Yo creo que eso nació de El Peneca. Esa fue la fuente de ese instinto, de ese deseo por saber cosas. Y creo que eso me ha acompañado toda la vida, creo que todavía tengo rasgos de El Peneca. Ahora ya no existe una revista como esa, yo no he visto. Después de El Peneca, de esa calidad de El Peneca, que tenia de todo. Bueno, me parece que era Blanca Santa Cruz Ossa (sic) la que era la directora, Roxane.
Yo guardaba los ejemplares, que eran para mí como un tesoro. Tengo un libro empastado, otro semi empastado y una caja de llena con unos 100 Penecas. No sé si en algún momento me podré dar el tiempo -como me lo di en el colegio en trabajos manuales- para poder empastarlos. Los tengo ahí esperando porque los voy a empastar, porque no me gusta verlos desordenados y que con el tiempo se vayan deteriorando. Con la lectura es increíble lo que se aprende. Yo siempre tuve muy buena escritura y que sé yo, por eso, por lo que leía. El que no lee, nunca va a tener buena ortografía. Yo creo que ese es un punto importante. Todo me va naciendo de El Peneca.
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