Hermanos Juan Bautista Condorí Anastacio Vilca Condori. Los hermanos Condorí. Bautista fue el primero que ingresó a la fuerza, alentado por un tío, se anotó a los 15 años luego de vivir con quien consideraba sus abuelos, después siguió su hermano Anasta- cio, quien estudió para enfermero y por último Mario, que admiraba mucho a sus hermanos y también quería tener un futuro. Se alistó en la ESMA a sus 15 años para terminar el secundario y seguir una carrera militar. Sus sueños, ir a trabajar y regalarle una casa a su mamá. Quería que sus amigos y primos, se unieran a la fuerza y estén como él, que tuvieran otro destino que no sea solo el de arrear animales y nada más. En eso, concuerdan todos los testimonios. Mario era para toda la gente un líder nato. Todos lo querían y respetaban, siempre ha- blaban de su bondad y capacidad de trabajo Padres de los hermanos Vilca Condorí Si hablamos de los daños y resultados que dejaba la guerra, no po- demos dejar de lado las familias y mucho menos la de Mario Vilca Condori. Su padre, Miguel Ángel Vilca y su mamá, Irene Condorí. Hijos/hijas: Nora Vilca Juana Vilca Felipe Vilca - (fallecido) Elvira Vilca Gladis Vilca Juan Bautista Vilca Condori Anastacio Vilca Condorí Mario Vilca Condorí - (fallecido) Cada cosa que hacía la disfrutaba y era un gran compañero a la hora de las adversidades, en especial, muy compañero de su mamá; era un gran resiliente de activo. Llevaba una vida alegre, le encantaba la música, las relaciones humanas, divertir y cuidar a la gente que amaba. 52
Tenía esa capacidad y generosidad de querer bien a su gente, le gustaba el progreso y a la vez que otros se desarrollen y puedan construirse un futuro mejor, aconsejaba a su primo y amigo Casi- miro que se alistara con él. Cuando hablamos de estos papás que realmente sufrieron mucho, ya que la pérdida de Mario sumaba a la cuenta de tres hijos muertos, una niña al nacer y dos varones. Uno que tenía una discapacidad y fallece en un accidente vial. ya con la muerte de su Héroe de Mal- vinas, su estado de salud empeora. Recaudando datos en los Naranjos, todos Oraneses, primos, tíos, tías, hermanas de sangre de los Vilca Condori, me comentan que fue muy triste para la mamá enterarse del bombardeo y posterior hundimiento del buque por la televisión. Este hijo era el más chico y él más apegado; siempre estuvo con ella ayudándola en sus queha- ceres. Mario tenía una sensibilidad especial para comunicar el ca- riño con su forma de ser, esa mamá que sufría del corazón, se entera de la noticia lamentablemente por televisión. Quedó a la espera de recibir noticias, ya que no estaba todavía en la lista de desaparecidos. Pero 16 días después le llega la informa- ción oficial, la partida de defunción. Luego esa confirmación. Terrible golpe, Irene de solo 52 años, a los dos meses y medio después de la partida de Mario, fallece de un infarto. En el caso del papá, Miguel Ángel, ese dolor no fue fácil para él perder a Mario. Lo que le generó un desequilibrio emocional. Si bien el matrimonio estaba separado, todo ese inmenso dolor lo llevó a un desborde; salió a la calle y comenzó a disparar tiros al aire, lo que derivó en una detención para salvaguardar la seguridad de otras personas y que no corra peligro su integración personal. Después, dado que se conoció el caso, se consideró con un trata- miento, ya sabiendo quién era este hombre y lo que le pasaba, que salía a la calle a librar su propia batalla, que le había arrebatado a su hijo, tal vez por remordimiento de haber firmado la autorización de que se alistara ya que él no quería y Mario lo convenció que quería estar con sus hermanos. 53
Ese es un paso muy difícil para los padres, elegir entre que los hijos tengan un futuro mejor y/o dejarlos en el olvido que sufren históricamente los pueblos Kollas originarios. Luego de un tiempo salió adelante, rehaciendo una nueva familia., Pero lo cierto es que, la guerra hace un daño tremendo en una fami- lia extensa, algunos pensaban que Mario seguía estando detenido por los ingleses, otros pensaban que se había salvado y que estaba en Inglaterra. Siempre estaba esa esperanza latente que cruzaría la puerta en las navidades o en enero del 82, que fue la última vez que lo vieron partir ante la promesa de volver para las próximas pascuas del año -1982-. A- Sr Juan Bautista Vilca Condorí, ¿Cuándo fue la última vez que trató con su hermano Mario antes del bombardeo? (…) un silencio con la cabeza baja y luego empieza a responder en la cocina de la casa de su hermano Anastacio donde se realizaba la entrevista en Salta Capital. Bueno…, yo estuve con él, ese mismo día, justamente dos horas antes, yo estaba acostado durmiendo y me despertó, lo vi con cara de preocupación, lo miré y me pidió que fuéramos a cubierta para escuchar la radio, le respondí que me deje dormir un rato, que es- tuve de guardia y a la noche entraba de nuevo a las 20:00 horas. Le contesté anda vos, que cuando me despierte voy y te busco. Ese fue la última vez en verlo y hablar con él. B- ¿Qué sucedió cuando fue el primer torpedo, usted donde se encontraba? Yo me había despertado a eso de las 15:50, 10 minutos antes del bombardeo. Me levanté, fui al baño y luego me fui a cubierta a bus- car a Mario, el ya no estaba ahí, fui bajando a buscarlo y sentí un gran estruendo que me ensordeció, me despidió, fue como una es- tampida, automáticamente se cortó la luz y con el humo espeso nos ahogábamos. Nos llevábamos por delante entre compañeros sin poder vernos, algunos entrados en pánico. Me preparé urgente para ir a ponerme al frente de sala de armas para repeler, ya que mi cargo era jefe de armas, pero llegó ahí nomás el segundo ataque certero. 54
Fue muy poco tiempo y hubo un tercero que fue fallido. Enseguida se dio la orden de desalojo porque el crucero ya se hundiría en apro- ximadamente 40 minutos. C- ¿Cómo fue la salida del crucero en medio de esa incertidumbre y dolor? Fui el último en salir del barco porque me quedé buscando a mi hermano por todos lados desesperadamente, una mano me salvó que me tiró para atrás, no sé sinceramente quién fue que la verdad, me salvó la vida…, nunca pude agradecerle. Yo estaba por entrar a buscar a mi hermano, había fuego, gritos, llantos, gente incendiada, nunca voy a olvidar ese olor a carne que- mada. Me dijo, quien impidió que me metiera, que el cantinero había entrado a rescatar a su hermano y no había salido más con vida de allá dentro; pero yo iba a entrar igual, la oscuridad hacia más feas la luz de las llamas. Había gritos de soldados que llamaban a la madre. El hombre que me salvó la vida me miró y argumentó que mi hermano estaba en una balsa y que estaba con un poco de sangre en la rodilla. Ahí y pensé que esa era una posibilidad. Mario era despierto y si tenía oportunidad de escapar y poder ayudar lo haría, estoy muy seguro de eso, pero el griterío era desolador. Otros parecían que oraban. D- ¿Como vivió la salida del ARA General Belgrano? Cuando iba, mi balsa ya se había ido, entonces veo que había un muchacho que estaba muy asustado, temblaba y no quería saltar. Estaba muy desorientado en tiempo y espacio. Cuando me acerqué, le dije que se quede tranquilo que yo lo iba a ayudar, pero que tenía que saltar porque quedaba muy poco para que se termine de hundir del todo el Belgrano y nos iba a llevar con él. Se acercó la balsa y le dije: “Ahora salta” y no saltó. Cuando el agua trae la balsa de nuevo, le digo que era el momento. Tardó en decidirse y lamenta- blemente saltó tarde y cayó al agua helada, a lo que más miedo le tenía, saltar y caer al agua, ese mar tan furioso mareaba y estábamos 55
prácticamente sordos, ese soldado estaba entregadísimo, descom- puesto, las olas de cuatro o cinco metros daban mucho vértigo. Lo- gro tirarme y caigo bien porque ya tenía experiencia de entrena- mientos. En eso veo a un soldado que se acerca, va braceando; pero no era el que había caído al agua con el que yo estuve, era otro. Veo que había 15 personas en la balsa, había lugar para 18. Cuando subimos a Colaneri, la balsa se empezó a llenar de agua. En eso escucho gritos desesperados, apenas nadando, exhausto. Yo les digo, hay un muchacho que se cayó al agua vamos a buscarlo, re- memos hacia ahí y me dice el encargado de la balsa que no subía nadie más porque ya había mucha agua en la balsa y era una orden. Yo me puse firme y le pedí que me escuche, que no podíamos aban- donarlo a ese pobre soldado, dejarlo era matarlo. Seguí insistiendo y respondió “No, de ninguna manera lo vamos a rescatar”. En eso escucho de nuevo su grito. “¡Auxilio, por favor no me dejen! ¡Por favor ayuda!” Lo veo que venía nadando cansado, pálido. Enton- ces yo trato de agarrarlo, me arrastra y caigo junto con él; era un gringo muy grandote y pesado. Estaba con su bolsa de salvataje, llena de agua; no podía subirlo y las olas nos llevaban a los dos, yo veía que nadie desobedecía la orden del que mandaba en la balsa. En eso le doy una orden a un conscripto porque ya no aguantaba más esa agua helada. Que nos ayude, era una orden, me agarro de las piernas, tiró para su lado, hizo mucha fuerza, pero nos trajo a los dos y ese fue quien nos salvó. El soldado casi sin fuerza se había prendido de mi brazo y me había desgarrado la carne de tan deses- perado que estaba. Al final logramos subir a la balsa y tratamos de remar lo más rápido posible, porque al hundirse el buque hace un efecto de remolino y la corriente marina nos succiona para adentro. Logramos salir de esa área de peligro…, fue terrible cuando nos alejábamos casi cinco cuadras. Ahí vimos como desaparecía lento…, el mar tragaba al Belgrano. Llorando, fue algo realmente muy triste; cantamos el himno, lloramos y gritamos “¡Viva la Pa- tria! ¡Viva el General Belgrano!” Estábamos helados y ninguno debía dormirse, pero lo más impre- siónate fue que debajo del agua se sintió una explosión, fue como un cimbronazo en el mar. Jamás olvido eso, fue como una onda ex- pansiva. Solo del Buque quedó una gran mancha de aceite. Después 56
de eso, lo único que pensaba era en que nos rescaten, ojalá sea mi hermano Anastacio que era enfermero en el Buque Hospital ARA Bahía Paraíso y que encuentren a Mario en alguna balsa, sé que él era muy fuerte y soportaría hasta ser rescatado. Me quedé con ese sabor amargo. Hoy tanto tiempo después, que, si bien no pude sal- var a mi hermano, pero pude salvar a dos compañeros. E- ¿Pudiste volver a ver a quien salvaste o con quien compartiste la balsa? Si, diez años después vi a uno de los que ayudé a subir a la balsa, eso fue en 1992, Vicente José Colaneri, a partir de ese momento, siempre siguió una amistad muy linda, muy sana. Cada tanto nos vemos y bueno, la verdad que nos queremos mucho y yo me alegro, me alegro por él, que se pudo salvar su vida porque es una gran persona muy noble de buenos sentimientos. Además, él, era el que había tenido contacto con Mario y por eso más que nada seguimos unidos con él y otros compañeros, la verdad fue una experiencia terrible de mucha angustia, mucha tristeza. También, vi al que es- taba a cargo de la balsa que dado a que me revele a qué suba el soldado que no lo vi nunca más, pero puede ayudar a salvarse por subirlo en la balsa; después, el que estaba a cargo de la balsa le dio el cargo a otra persona. Con el tiempo, me enteré que, lamentable- mente no pudo superar el trauma de la guerra y se había suicidado como muchos, siempre nos vamos enterando de compañeros o sol- dados que no pueden salir adelante y terminan con su vida. F- ¿Como fue que se enteraron sus padres? Eso fue muy bravo, mi madre pensó que habíamos muerto los tres hermanos cuando se enteró por la televisión del hundimiento, no lo soportó. Al principio había esperanza, pero después se confirmó la desaparición y mis padres y mis hermanas lo sufrieron muchísimo. VGM- Anastacio Vilca Condorí. ¿Nos puede describir que pasó ese día, dar su ubicación, donde se encontraban cuando recibió la noticia del hundimiento? 57
Ese domingo -2 de mayo de 1982- estábamos navegando en el buque hospital Bahía Paraíso más o menos a la altura de Puerto Deseado, el norte del puerto de Santa Cruz, dispuestos a acudir a cualquier tipo de ayuda que dispusiera el comando naval. Yo era un embarcado más, dentro de mi profesión y mi función de salir al combate. Era un día con un amanecer muy lindo, de cielo muy des- pejado. Tuvimos que subir a la cubierta, había varios preparativos por supuesto, charlas especiales, clases, cursos que se iban dictando mientras navegamos, esperamos órdenes y uno de los que estaba más relacionado a la cuestión de laboratorio, ese era el teniente y bioquímico Espinoza y después relacionado a cuestión de auxilios cardiorrespiratorios, era un médico, el señor teniente... y también el Dr. Osete. Hubo una misa ese día 2 de mayo temprano, porque era un domingo, auspiciada por el Capitán de fragata Carlos ... Asistie- ron casi todos y yo por una cuestión de misión especial no pude asistir, pero estaba permanentemente enterado de lo que pasaba ahí, se dio en el comedor de personal dentro del buque. Ese día de pronto cuando ya llega la noche y las primeras horas del día 3. ¿Cómo llega a usted ese momento de la información del hundi- miento del ARA? ¿Qué le pasó a usted con eso? Digamos que un compañero enfermero con amigas con profesión de sanidad en combate, da –Toque de Diana- despertándome y dán- dome una información que había escuchado que el crucero Gral. Belgrano había sufrido averías a raíz de un torpedo disparado por el submarino atómico. Decía que el buque se dirigía con un rumbo a los Estados de Malvinas, como retrocediendo del lugar donde tenía la misión. Lo primero que tuve, fue un sobresalto terrible, de saber qué es lo que pasaba con mis hermanos y toda una serie de cuestio- nes que me afectaron emocionalmente. Iba a buscar información por todos lados, no solo daban de una parte de sanidad sino también iba haciéndolo a otros niveles. . El cabo Virone, me dio un poco de confirmación a esto, era una persona que ya venía más o menos de otra mayor información que Oscar. Me hace llegar ese dolor por el tema de mis hermanos que 58
tenía ahí y también, me dice “Es posible navegar” Después empe- zaron a llegar las demás comunicaciones a la superioridad. Yo, aparte de ser miembro de sanidad de combate, ejercía un poco de función multifacético, porque estaba de voluntario para todas las cosas, pero fundamentalmente estaba afectado en el tema de oficina, antes de ser enfermero era dactilógrafo, así que tenía tareas relacio- nadas a eso. Empezamos a recibir información que teníamos que ir al auxilio de esa catástrofe sufrida por el Crucero Belgrano. ¿Cómo fue la organización y la puesta en marcha para ir al res- cate y a pesar de su gran incertidumbre, miedo y dolor, qué fue lo peor que le tocó ver? Nuestro jefe director de sanidad era el Capitán Pelicari, después nuestro jefe comandante del buque Bahía Paraíso era el comandante García. Así que después cuando se imparte la orden y decir que ha- bía posibilidades de rescatar algunos sobrevivientes, marcamos el rumbo para allí. Estábamos todos con todas esas ganas de ir y cum- plir esa misión, una misión más, dentro de la vida de tantas cosas que uno puede hacer. Se puso en marcha el rescate. Sin duda, lo peor era cada balsa que rescatábamos…, no estaban mis hermanos. Pero vi gente quemada, que había tragado aceite, pero lo algo terri- ble fue ver en una balsa, no sé si fue la primera o la segunda, que los 11 estaban fallecidos, no había sobrevivientes. Ahí pensé, tam- poco era garantía que mis hermanos estén a salvo en una balsa, ya que, si se duermen, corren riesgo de vida. Obviamente, daba mucha pena que a varios había que llegar a amputar para salvarlos. ¿Cuándo ya estaba confirmado el hundimiento, emocionalmente, que sentía, que pensaba? Al tener en ese momento dos hermanos en el buque, uno de 16 años y un hermano mayor, muy divididos los sentimientos, unidos en un gran dolor. Uno se empezó a imaginar un montón de cosas, muchas situaciones especiales, allí yo pude ver y vivir una expe- riencia tan distinta en mi vida, jamás pensé que iba a suceder esta cuestión y, la verdad, que en esa afectación un poco grave de lo que viví en algún momento, no en ese mismo momento, no después de lo que me iba pasando. 59
Expresiones impresionantes, al infinito y de manifestación de que nunca me iba a pasar una cosa así, sentía y me imaginaba un montón de cosas: que era un buque ya derribado y lo que podía suceder, la imposibilidad de lo que uno se imaginaba de poder encontrarlos o no. Había mucha amargura en el dolor, tristeza, llantos, lágrimas, angustia, esperanzas. En ese momento uno se sentía como despro- tegido de todo, la soledad, la intuición de espanto, remordimiento, miedo por mis hermanos y deseo por verlos con vida. Imaginarse que ese -buque se había hundido- y de todo el desastre que puede haber sido. haber hecho, allí me llegó la expresión y esto lo pude grabar después en algún momento del lugar donde pude escribir ese 3 de mayo de 1982 y con la esperanza que el martes 4 podríamos llegar a la zona. Sumido en su gran angustia, ¿De qué manera encontró un desahogo para poder manejar la situación emocional? Si, así es, seguidamente en ese día 3, en ese momento oportuno que tuve para poder escribir, tenía una posibilidad de dactilógrafo de poder escribir... Y abreviado, lo que uno, como sabe esos códigos de abreviaturas, después lo sabe deducir y…, allí surgieron las car- tas realizadas para mis hermanos. Ese fue uno de los peores de mi vida, que habría pasado con ellos, que siempre nos queríamos mu- cho y, no se me pasaba por la cabeza perderlos. Podría contarnos ¿Qué representa ese diario, leerlo casi 40 años después y revivir ese fatídico día? Afortunadamente recuperé mi diario…, donde expresé muchas cosas que están insertas en esas hojas por 40 años. Este diario que pude recopilar en el mismo día, a veces lo hacía en la noche, pero siempre tenía la consigna, quizás pocos podían hacerlo, descansa- ban o realizaban otro de tipo de entretenimiento, pero mi objetivo era viajar y dejar asentado en algún lado. Qué bueno que me haya pasado eso, porque hoy no tengo esa virtud, que es quizás a los 21 años de edad, en aquella época tan especial y tan conmovedora para uno mismo, lo haya podido hacer y gracias a eso uno hoy puede 60
leer, aunque sea difícil, sufrido, traiga una emoción muy fuerte, pero lo importante es poderlo contar. Recordar hoy, -año 2022- es imposible, gracias a este diario que lo tenía de una manera no per- dido, pero si bien guardado y lo pude recuperar, de alguna manera es un documento de la época. Expresión escrita con la noticia del hundimiento del Buque Gral. Belgrano para los dos hermanos Mario, ¿y cómo no voy a sentirte? si somos de la misma sangre, de la misma sangre hermano. Es el deseo más grande de la vida que en ese momento, quizás, yo tenía un espacio para hablar con él, imaginándome que él me podía escuchar en esa distancia infi- nita del mar a pesar de que tan lejos estábamos, mi deseo más grande en esta vida es poder verte mañana mismo, si no te veo - llámame a tu lado - para que podamos compartir lindos momentos como solíamos hacer. Hoy estuve todo el día con tu última carta que me mandaste, cuando estaba en la escuela naval, donde me di- ces que soy el hermano más querido, ¡Gracias, hermano! le digo cuán contento me pongo cada vez que leo esto y ojalá estemos pronto juntos, yo te seguiré para verte siempre y no resistiría si mañana no te veo, sufrir profundamente recordando tu último adiós que me diste con las letras de tus puños donde decís \"Será hasta pronto”. Mario, sé que mis letras, capaz no las leas, pues si es así, me estarías escuchando hermanito. Pronto estaremos juntos y com- partiremos todo lo lindo y lo malo como dos hermanos que se quie- ren. A Juan Bautista, en cada momento te recuerdo, cuando solíamos estar juntos o cuando recibía una de tus pocas cartas, me sentía tan alegre, tan contento porque siempre estuvimos bien. Hoy bajo un comunicado, sé que te puede estar pasando algo, todo bajo sufri- miento para en adelante, me siento muy seguro de que te voy a ver porque mi corazón y alma me dice que allí estás sentado en esa balsa, temblando del frío intenso porque sé que sos muy ágil y debes tener suficiente conocimiento para estas cosas a través de los años de marina, como será el momento en que te vea embarcar a este 61
buque y que veas que bien que yo estoy. Yo tendría que contagiarte un poco de mi suerte, hermano, si es lo que estoy escribiendo no es cierto, no confiare en mí mismo, no sé qué podría pasar conmigo en estos momentos, estoy muy traumatizado mentalmente por vos y Mario. ¿Y cómo no voy a sentirlo? Si somos de la misma sangre, de la misma sangre hermano. Y decía ya un mensaje para los dos \"Hermanos, si no llegase hacia ustedes porque estamos peligrando de esa maldita unidad enemiga que les daño a ustedes y si llegara algún día a leer estas letras y yo no estoy o, pronto llegaría mi destino final, quiero que me recuer- den y que, si sigo acá, siempre los quiero, mucho cariño y los ayu- daré en todo lo que más pueda. Pasaron 40 años, ¿Qué información, ya con más datos, pudo re- cabar del ARA General? Belgrano y su hundimiento? Ese 2 de mayo de 1982, ocurre una de las jornadas más negras en el marco de la Guerra de Malvinas donde el crucero ARA General Belgrano es atacado por un submarino nuclear: el HMS Conqueror. Cuando la embarcación argentina se encontraba navegando fuera de la zona de exclusión marítima. Iban en el buque 1042 hombres, cuando a las 16.00 horas fue atacado y hundido donde murieron 323 tripulantes en la recuperación de las Islas Malvinas. En esa lista de -Héroes de la Patria- se encontraba mi hermano Mario Vilca Con- dorí. El ARA General Belgrano, mientras se encontraba navegando a 32 millas náuticas fuera del área de exclusión. Este hecho es una fuerte violación a la carta de las Naciones Unidas que deja expresa- mente prohibida toda hostilidad afuera de los límites de exclusión. Audio del comunicado del hundimiento del ARA General Belgrano había sido el USS Phoenix, en momentos de servir a la marina es- tadounidense, botado en el año 1938. La República Argentina lo compró en 1951, junto a otro buque norteamericano, el USS Boise y, por ese entonces, el ARA había sido bautizada 17 de octubre. En el año 1982, previo a la Guerra de Malvinas, el buque se encontraba en reparación, por algunos inconvenientes en sus turbinas, junto a otras tareas de mantenimiento, cuando fueron interrumpidos los tra- bajos debido a desatarse el conflicto en el archipiélago. El ARA 62
zarpó de Puerto Belgrano en Punta Alta, provincia de Buenos Aires, el día 16 de abril, luego de abortar en dos oportunidades su salida, con órdenes de navegar hacia la zona de conflicto, también llamado TOAS o Teatro de Operaciones y, atracar en la Isla de los Estados, al este de la Isla de Tierra del Fuego y, allí quedarse vigilando el flanco sur de la zona de conflicto. Juan Bautista Vilca Anastacio Vilca Condorí Juana Vilca Condori Madre del Cabo Jorge Luis Sisterna Adelma Méndez Oran- Salta ¿Cómo se componía su familia y como era Jorge de niño? Jorge Sisterna, (caído en combate), nació en Orán el -8 de marzo de 1962- Padre, Juan Pedro Sisterna, (fallecido). Seis hermanos hi- jos/as: Jorge Sisterna, César Pedro Sisterna, Ana Marta Sisterna, Andrea Daniela Sisterna, Marcela Iris del Huerto Sisterna, Andrés Daniel Sisterna y Sebastián Fernando Sisterna. De chico era un muy obediente, le gustaba ir al colegio, incluso iba a escuchar cuando no tenía la edad suficiente, a los cinco años quería que lo lleve todos los días. Él era feliz en su escuela y por 63
suerte lo dejaban ir y se ponía a dibujar. La verdad que siempre tuvo una forma de pensar de querer hacer lo que le gustaba y, luchaba por eso que quería y, siempre estaba atento a que todos estemos bien. Era un nene muy cariñoso y bueno… Luego en la adolescencia él quería ir a la fuerza de Marina, ya tenía esa vocación de servicio. Se anotó y entró a los 15 casi 16 años en la escuela de Marina, es- tudió 2 años, fue cabo y estaba destinado a Punta Alta para la recu- peración de las Islas. El 8 de marzo cumplido los 20 años allá aden- tro, era soldado muy querido, “el negrito” le decían. ¿Cuándo fue la última vez que lo vio? Él, antes de irse en enero, me dijo que vendría para pascuas, pero tuve noticias, cuando recibí una última carta que me escribió el 28 de marzo. Pude enterarme, que justo ese día, él estaba de franco. Como había habido un ataque y habían muerto varios oficiales; él no quiso que- darse y fue junto con otros compañeros. Ellos tenían que volar un puente, cuando los descubrieron y les dispararon. Desgraciada- mente también todos los que fueron los mataron. La verdad, que yo tuve una mala espina con él, llámela intuición de madre, premonición de que algo malo pasó. Yo esa noche tuve un sueño con él. Jorge tenía dos uniformes, blanco y azul, pero venía a verme en el sueño con el uniforme azul y me decía: «Mamá me dieron, me dieron con un arma, yo estaba parado en la borda y me dieron un tiro instantáneo» La verdad que eso yo lo tomé como que vino a despedirse de mí. Después pasaron unos días y no teníamos noticias, pero tampoco figuraba en las listas. Yo preguntaba y me decían que no había no- vedad. El Suboficial Ojeda de Punta Alta, fue prisionero. Vino Cé- sar con Ojeda suboficial. Yo cuando los vi que vinieron y, los chicos estaban muy callados, ya comprendí que lo que había pasado era lo peor. Yo me imagino que mi hijo César, que también estaba en la fuerza, ya estaba enterado y no sabía cómo decirnos. Al enterarme luego de tanto dolor que sufrimos todos, el barrio, sentí mucho orgullo por mi hijo. 64
¿Cómo vivió su marido esta noticia? Muy mal, con mucho rencor, culpa por no oponerse. Él nunca es- tuvo de acuerdo con que vaya a la fuerza y firmó, pero…, nunca estuvo de acuerdo con esa decisión, él no quería que mi hijo sufra y más que ya iba a tener un hijo. Mi marido, sufrió cualquier canti- dad. El tema que él no quería que vaya y justo va y muere desgra- ciadamente. Cuando viajé para allá, el jefe fue a esperarme a Río Gallegos, para que el 6 de junio, fuera a Punta Alta. En el museo estaban sus cosas, fue una sorpresa que lo tenía en cuenta, realmente una sor- presa para mí. “Soldado solo conocido por Dios” figuraba cuando fui al cemente- rio en Puerto Argentino. Y me dio un dolor terrible que mi hijo que con tanto amor y convicción combatió y sea un NN al igual que sus compañeros. Le cuento que, increíblemente cuando fui al museo, había una réplica de esa arma con la que lo mataron; creo que era un arma que estaba prohibida, no sé cuál era el nombre. Usted encabezó dos luchas, ¿Podría contarnos cuáles fueron? El caso era que mi hijo estaba de novio y la chica estaba embara- zada, él estaba muy feliz con ese embarazo. La chica, cuando él venía, siempre estaba con nosotros. Jorge en su última carta me decía: “Para Semana Santa tengo vacaciones voy a Buenos Aires y via- jamos a Oran” Y si no volvía, me recomendaba que cuidara muy bien a su novia y al bebé. Mi nieta nació luego de su fallecimiento, yo tuve que hacer todos los trámites para que reconozca su paternidad y pueda cobrar. Hoy ya es grande y está viviendo en Estados Unidos. Gracias a esa lucha, pude conseguir que se le pague lo que le correspondía, que tenga su derecho otorgado de parte de su padre. Además, que la madre tenga ayuda para poder criarla bien con una jubilación. Desgraciadamente no tuvieron la suerte de conocerse. En ese momento no había ADN ni nada, pero aportando las cartas donde el reconocía que era su 65
bebé. Lástima que, en uno de mis viajes a Buenos Aires, en el aero- puerto me perdieron una valija; se me perdió justo la que estaban las cartas de Jorge. Esa fue mi primera lucha. Que sea reconocida legalmente mi nieta. La segunda, era que a mi hijo se lo reconozca por su nombre. En- tonces mande una carta al gobierno y la secretaria de Cristina Fer- nández de Kirchner, me contestó que me quedara tranquila que ya estaban los aviones preparados y un grupo de antropólogos forenses listos para ir a trabajar de la Cruz Roja y, ese día me llamaron que daba la casualidad que mi hijo, tenía su documento y toda su iden- tificación en el bolsillo del pantalón. Ahí, es cuando voy y me en- tregan todas sus cosas. Eso fue terrible…, ver su documento, ver sus pertenencias y la sorpresa que me las entregaron a todas. Mi hijo César, estaba en la Escuela Informática Comisión Cívica. Ahí fue donde conocí el lugar, todo era en un pozo “el chichero” le decían allí se encontraban los soldados en las trincheras. Sabe Dios lo que sufrieron en ese lugar. Eran terribles esos pozos de zorros con las inclemencias del tiempo. No se veían bien porque estaban tapados por agua y, ahí también estuvieron prisioneros, encerrados en el só- tano, no se podía respirar por el olor de las ovejas. 66
Director de la escuela Martin de Güemes N° 4093 Director Aníbal Rafael Justiniano Orán - Salta JORGE LUIS SISTERNA Jorge Luis Sisterna, un joven de nuestra ciudad que, como tantos otros, son parte de la crónica anónima de nuestra historia. Cono- ciendo su destino, no dudó un solo momento en arriesgar todo por cumplir con su deber. Un ejemplo para estos tiempos. Jorge nació en el viejo hospital de Orán, el 8 de mayo de 1962. Junto a su familia vivió en la calle Egües, del Barrio Güemes. Co- menzó sus estudios en la Escuela Martín Miguel de Güemes N°4.093, donde con mucho orgullo, hoy me toca ser director del establecimiento, desde el año 2010. Sus vecinos lo recuerdan como el “chango batato”. Por razones laborales su familia se trasladó a San Rafael (Mendoza) desde donde luego rinde para ingresar a la Escuela de Infantería de Marina ubicada en Mar del Plata. Allí realizó sus estudios y egresó como cabo segundo en la orientación de Ingeniero anfibio, experto en explosivos, campos minados y obras de combate. Su primer destino, es la fuerza de apoyo anfibio, de donde es convocado para sumarse al Batallón de Infantería N°5, de recono- cido desempeño durante el conflicto de Malvinas. En las islas, el 8 de mayo cumple 20 años. Las cartas enviadas a su familia, remarcaba siempre su orgullo de defender nuestra sobe- ranía, deseando que termine pronto para reencontrarse con los su- yos, especialmente con su novia, que se encontraba embarazada de una niña, que no alcanzó a conocer. La compañía de ingenieros anfibios se dividió en dos secciones, la segunda apoyó al regimiento 25 en el dispositivo de unidad ubi- cado en la península del aeropuerto, instalando la masa de los obs- táculos en dichos sectores. Esta fracción también efectuó en el mismo sector, voladuras de bombas aéreas, de mil libras de proyec- tiles navales, sin estallar y, junta de artefactos explosivos de bombas de racimo (beluga). Esta actividad es desarrollada entre el 13 de 67
abril y los primeros días de junio de aquel año 1982, oportunidad en que fue trasladado al oeste de Puerto Argentino en apoyo del regimiento 14, instalando obstáculos en el sector general de Two sisters (Dos Hermanas). Según el relato oficial de la Armada y, co- rroborado por la versión inglesa, el 6 de junio en Monte dos Her- manas, se da a conocer alarma roja, es decir infiltración de coman- dos enemigos y en donde se debía reforzar la defensa, además de los obstáculos instalados allí. Sisterna decide concurrir con su grupo a pesar de no tocarle el turno. En el lugar se produce un duro en- frentamiento cruzado, causando bajas inglesas, pero es alcanzado por una lanza cohete portátil en donde muere junto a sus soldados: Víctor Olavarría y Ramón Ordoñez. Por su arrojo es condecorado post mortem con la medalla de honor al valor en combate. Según la resolución COAR 736/78 bis honor al valiente en combate. Por ser voluntario para formar parte del grupo de ingenieros de combate que debió colocar minas delante del campo principal de combate propio, bajo los fuegos enemigos. Jorge Luis Sisterna tiene en la ciudad de Orán un reconocimiento con su nombre, en un Pa- saje olvidado que atraviesa el Barrio Balut y nada más. En la Es- cuela Güemes N°4.093, este año se pintó un mural con el rostro de ambos (Sisterna y Vilca Condorí) a modo de reconocimiento. Queda una larga labor por delante en este reconocimiento, para es- tos hombres que forman parte de la historia argentina y que debieran tener para los oraneses, un enorme significado y constituirse en hé- roes. Y en mi criterio, Sisterna, en una especie de prócer, por todo lo que luchó, ofrendó y su enorme valentía en el campo de batalla. La ciudad de Orán le debe muchos más homenajes a estos hombres. Hay una frase que usé en algún escrito: “NADIE AMA LO QUE NO CONOCE”, será tarde todos conocer a quienes entregaron su vida por la patria, para ese reconocimiento. 68
Mural realizad en la escuela Güemes de Orán, realizado por la es- cuela de Artes “Luis Felipe Wagner” 69
Eduardo Salustiano Roldán Escuela de Mecánica de la Armada Argentina Encargado de Maquina 4 del ARA General. Belgrano Güemes - Salta Podría contarnos ¿Cómo le comunicaron que debían ir a defen- der el terrario de las islas y cómo fue ese periodo de guerra en el buque Gral. Belgrano? La verdad es que nosotros no teníamos que haber ido, porque el buque estaba en reparaciones, estaba literalmente roto, de hecho, una orden de salida se abortó y luego dijeron que teníamos que ir si o si; nos despidieron y desearon suerte. Nosotros en ese tiempo, no estábamos ni siquiera enterados de que iban a Punta Alta. No teníamos ningún conocimiento. Entonces, dijo que no se podía ir a Ushuaia porque estaba el crucero con dos máquinas rotas, pero igualmente partimos el día 16 de abril de 1982 esa era la orden. Yo era el encargado de la máquina número 4 que estaba rota y de las bombas del crucero. ¿Cuáles eran sus actividades específicas, además de arreglar las dos máquinas en el camino? Eran varias mis actividades, no nos movimos de las máquinas hasta terminar de arreglarlas. Llegamos a Ushuaia y luego ese día, cargamos municiones y combustible, se cargaron de nuevo porque estaban vencidas. Después intentamos entrar a Malvinas, pero no podían, ya los ingleses tenían todo cubierto. Dimos varias vueltas, yo me encargaba también, de controlar el personal, a los soldados que no le falte nada, estaba en toda la parte de los dormitorios y también, en artillería. A veces como estaban arriba en las cubiertas de guardia, se llevaban las frazadas. entonces tenía que ir juntándo- las y contarlas, ver que todas las frazadas estén en los camarotes correspondientes para que no pasen tanto frio. Hay que tener en cuenta que había muy poca calefacción y pasaban mucho frío. Me tocaba hacer guardia en la sala de máquinas de 8 a 12 horas; cubría 70
la guardia y, en el descanso mientras tanto, cuidaba el personal a mi cargo que estén atendidas sus necesidades básicas. ¿Podría detallarnos como fueron sucediendo los hechos ese fatí- dico 2 de mayo? Ese día a la mañana voy a ver a mi amigo que estaba abajo de todo en la radio, para saber qué novedades había y me dice: “Sale en el radar un submarino venezolano”. Yo le conteste, ¿Qué va a hacer acá un submarino venezolano? Me reí, no, nada que ver, cualquier información. Mejor me voy al comedor para almorzar. Ese día nos juntamos varios compañeros en el comedor, estaba también con el comandante suboficial De La Rosa, era maquinista, estuvo conmigo en la escuela de Mecánica y yo co- menté lo del submarino venezolano, nos reíamos todos mientras co- míamos unos riquísimos fideos con tuco. Luego de comer me fui a cumplir con mi actividad. A recorrer los dormitorios y después a las 15:30 horas, me fui a mi camarote, mientras tanto leía un librito de supervivencia que nos habían dado, siempre lo leía. Tenía hasta ahí un día normal, pero ¿Cuándo y cómo lo sor- prende el bombardeo, usted qué edad en ese momento? Yo estaba en mi camarote acostado leyendo, eran las 16:00 horas porque antes de que nos ataquen yo había mirado el reloj. Ahí sentí un gran estruendo ensordecedor que me despide de la cama gol- peándome y estrellándome de lleno contra la pared. Cada uno los oídos parecían que me explotaba. Después me paré como pude y abrí mi armario y traté por todos los medios de sacar una frazada y ropa. No sé para que saqué ropa en esa confusión. Sali y lo primero que vi de repente fue a mi amigo Omar Pereyra, estaba desesperado quería abrir el ojo de buey, yo le dije: “¡No, vamos, vamos, deja el ojo de buey, es imposible que abras con esos torni- llos! Son grandísimos, es imposible. ¡Vamos, salgamos, nos dieron, tenemos que salvar a los más que podamos!” 71
Salí por el pasillo, empezaron a explotar las tulipas y la luz, se rompían contra el piso reventaban a la hora de salir. Todo esto pa- saba en décimas de segundos y no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar afuera. Al salir se hacía como un embudo de aire. Un suboficial de ape- llido Cardozo también maquinista, estaba más adelante…, estaba quemado, y me encontré con otro suboficial y estaban desesperados, todos sordos y muy aturdidos. Ellos estaban en cubierta y querían que saquemos gente; yo le dije que no, era imposible sacar gente y ahí ya estaban todos con el humo, asfixiados, otros quemados, todo a oscuras en ese griterío que generaba pánico y desesperación, imposible calmarlos. Yo en ese momento tenía 33 años, entré a la fuerza a los 29 años. ¿En medio de ese horror que es lo más lo impresiono? El suboficial de armas tenía toda la cara quemada, era un mons- truo, gritaba de dolor, parecía que se le veían los músculos, una si- tuación que no me voy a olvidar nunca…, era muy impresionante. Al salir del camarote todo quemado, porque cuando abrió su pla- car, se había quemado toda con la parte inflamable de perfumes, le saltó todo en la cara y estaba tan desesperado, a los gritos y desgra- ciadamente no lo soportó y lo quiero agarrar, pero no lo pudo so- portar y se tiró al mar…, eso no lo pude olvidar, jamás. ¿Cómo fue tener que salir del crucero? Cuando dieron la orden de abandonar el buque fue un dolor terri- ble, tuve que dar el salto a la balsa que ya había 30 personas y no había lugar. No nos dejaban subir, después sacaron convenciendo a varios y quedaron 26, que igual eran muchísimos, estábamos to- dos encimados. Llevé una manta e hicimos con la frazada una suerte de vela y los remos también; yo venía muy descompuesto, sordo, muy golpeado e impresionado con mi compañero con la cara que- mada que se tiró al mar y lo buscaba. Ahí vi algo muy terrible, vi- mos como un ancla pesadísima, no se sostuvo y caía encima de una balsa; fue terrible ver como la hundió, no sé cuántos habrán muerto ahí o quiénes. Tuvimos mucha suerte los que hoy podemos contarla. Nosotros nos fuimos, remábamos con fuerza para separarnos y no 72
nos chupe al hundirse el Belgrano. Después cuando logramos sepa- rarnos, amarramos todas las balsas, unas con otras para ir juntas y que nos encuentren, pero, después al otro día, estábamos en ese mar furioso solos. Todas las balsas sueltas y perdidas. Esto fue un do- mingo, estábamos solos, no había nadie, solamente la nuestra. ¿Cómo se sostuvo esas 23 horas de convivencia con 26 personas cuando había lugar para 18 o 20 náufragos? Fue realmente muy complicado y traumático, el agua no se podía tomar, esa balsa no tenía mantenimiento y el agua estaba muy amarga por estar vencida, entonces en la balsa pusimos como un desfibrilador y de ahí tomábamos de a gotitas el agua. Veintitrés horas estuvimos en esa balsa, puro vómitos. Había uno de mis com- pañeros que quería sembrar pánico y se ponía muy nervioso, irritaba y molestaba hasta que un subjefe, un suboficial, dijo: “O te callas o te pego un tiro y te tiro al agua…, vos elegís” Entonces se calló y no dijo más nada y había que hacer así porque si no se generaba el pánico. Ahí adentro estaba todo vencido, los caramelos, el agua. Tenía- mos que estar descalzos para no pinchar la balsa y hacíamos las necesidades de defecar lo hacíamos adentro el botín y después de ahí lo tirábamos al agua; era la única forma que podíamos hacer eso. También había que soportar el dolor y…, justo vemos qué pasa un avión y nos hizo un guiño, ahí nos enloquecimos todos, el alma nos vino al cuerpo y ya a las horas llega por suerte el buque hospital ARA Bahía Paraíso. Realmente era terrible todo lo que se vivió también en la balsa porque nosotros salimos el domingo y nos en- contraron recién el martes a eso de las 14:00 hs. Ya estar en el lugar del bombardeo, me acuerdo fue terrible. ¿Podría contarnos una anécdota? Cuando estábamos en la balsa había que tener mucho aguante por toda la incomodidad con que estábamos. Ahí no se podía dormir, pero yo me quedé dormido igual y tuve un sueño terrible, soñaba que estaba en un lugar, era un sendero, era lindo lugar y había mu- chos árboles, pero eran todos árboles blancos, con una calle en subida y toda la gente que había también vestida de blanco, era toda 73
palidez en sus caras, como fantasmas. Lo único que era de color, una vieja casona que había camino arriba como si fuese un castillo en una colina. En ese lugar imponente estaba “el Señor” pero yo nunca llegaba, por más fuerza que hiciera. yo observaba que mu- chos entraban, pero por más que caminaba cada vez me faltaba más. quería cruzar ese gran portón luminoso. Bueno…, en ese momento me despertaron y, era un compañero mío de la balsa que me sacudió asustado. “No, no se puede dormir, no seas boludo te vas a morir, hace caso, nada de dormir” Al rato después, llega el buque hospital Bahía Paraíso y cuando nos rescatan había un herido que estaba bastante mal…, ese no se salvó. Nosotros no podíamos caminar y andábamos acalambrados y en cuatro patas. Nos llevaron a una bodega, nos parábamos ahí, todo eso hacía que uno no pueda caminar, no teníamos fuerzas. Cuando salí del camarote en el barco, resulta que el torpedo entró por entre medio de las dos hélices…, y fue terrible porque nosotros éramos 84 en nuestra división, pero lamentablemente solo nos sal- vamos 42. Quintana Omar Ferreyra, era muy buen compañero, es- taba de guardia. Le provocaba pánico al guardiamarina, la verdad que había muchísimos casos de suicidio en el momento. Por ejemplo, me acuerdo de un amigo mío que un día fui a la casa y su mujer se fue a comprar y el justo estaba mirando un video que la hermana era oficial y estaba haciendo tiro al blanco y…, parece que le trajo recuerdos, porque él no podía ver nada con disparos. Lo perturbó, fue a la pieza, agarró el arma y se pegó un tiro. Después también, otro compañero muy bueno, fue el que le en- cantaba luchar por la patria. Estábamos muy contentos y conmovi- dos con todo eso, pero después el hecho de haber perdido y haber perdido muchos compañeros, este suboficial, un día también, se pe- leó con la mujer; él salió y la mujer cerró la puerta con llave, des- pués entró por la ventana y también se pegó un tiro. Es como que ya no soportaban ningún tipo de dolor, este era un maquinista, la verdad que fue terrible. 74
Y cuando ingresé a las fuerzas armadas, que siempre quise estar ahí en la marina, entré a los 16 años y después resulta que me habían invitado para que vaya a trabajar a YPF y yo pensé dije no, porque es una empresa, algún día puede quebrar, mejor me quedo acá y cumplo mis 35 años de servicios. Bueno también trabajaba como administrativo en la oficina y había documentación. Por ejemplo, en el caso de que algunos se querían divorciar o hacer algún trámite, yo me encargaba de eso. A Mario sí lo vi, varias veces. Era un chico muy bueno, muy res- petuoso, medio calladito. Si bien yo no estaba mucho por esa zona de la panadería, pero se lo veía un chico muy tranquilo, que no era conflictivo, no molestaba a nadie. A veces lo veía en la cubierta del buque escuchando radio, nosotros lo cargábamos porque era chico, pero él se lo bancaba bien, casi siempre se reía. A Bautista también lo conocí, inclusive hasta el día de hoy nos seguimos viendo. Lo que yo no sabía era que el otro hermano, Anas- tacio, estaba de enfermero en el buque hospital que nos rescataron. Nos trataron muy bien, nos cuidaron, no nos dejaban que nos le- vantemos porque nosotros estábamos muy débiles y después nos llevaron a Puerto Belgrano y de ahí nos fuimos en avión hasta Es- pora y después nos llevaron al hospital naval. En ese lugar me vino a ver mi esposa y cuando me vio, pegó un grito, porque la verdad que a mí también, me daban por desaparecido. Así que fue muy emocionante eso. Al fin cuando llegué a mi casa, la verdad que todos estábamos mal por el tema de que seguíamos en guerra. El día 9 llego y seguíamos en guerra, nosotros vivíamos en un barrio que era un -barrio militar- en Salta, La Silleta. Afortunadamente tuve la suerte de salvarme. Cumplí mis 35 años. Secuelas obviamente que tuve. Muchos pro- blemas de salud, después tengo problemas en las rodillas y me cos- taba los primeros días, dormía por el cansancio que tenía, pero des- pués era imposible dormir porque tenía demasiadas pesadillas Los cantineros fueron terribles, porque ahí fue que desfloró lite- ralmente el piso el torpedo e hizo un daño terrible. 75
VGM Mario Silvera Suboficial primero electricista de la Armada Salta Capital ¿Cuéntenos cómo fue que se enteró que iba a la guerra de Malvi- nas? No, nosotros no sabíamos que se había decidido recuperar las is- las. Ni siquiera sabíamos dónde íbamos, nos dijeron en el camino y cuando estábamos por llegar y menos que nos estaban esperando. Nos dijeron que teníamos a favor -el factor sorpresa- pero no era así como se nos informó. La orden que bajaban era que recuperábamos las islas porqué había un tratado que después de los 150 años, las Malvinas automáticamente si no había un reclamo serio, las islas ya se perdían y quedaban para Inglaterra. Entonces la idea era ir recu- perar por las buenas, sin bajas. Cuando desembarcaron, ¿Cómo es eso que los estaban espe- rando? El día 1 de abril desembarcamos a las 13:00 horas, la tropa que llevábamos era de 80 personas. Llegamos a las islas con el buque \"Sigilosa\"; era un buque especial que circulaba a oscuras y por den- tro tenía una tenue luz azul. El comando llegaba a la isla y se diri- gían a la casa del gobernador; estaban también 62 personas en el buque destructor Santísima Trinidad y Cabo San Antonio que se rompió en el camino, después desembarcaron con el helicóptero. El grupo camino toda la noche hasta poder llegar a la casa del gober- nador y pedirle la rendición, pero como ya nos estaban esperando, cuando se le dio la orden de que se rinda el gobernador, justo en ese momento disparan y lo hirieron mal al teniente de Fragata Pedro Giachino que luego murió; él fue el primer caído en combate. Tam- bién hieren de gravedad al enfermero que fue para atender al te- niente y, le vuelan el brazo a otro que estaba a cargo del batallón de anfibios y buzos tácticos. Pero el gobernador se rindió después, ya de día. 76
¿En qué momento Inglaterra se entera y declara la guerra, es real que no había ningún documento que declaraba formalmente la guerra firmada? Yo pienso que Inglaterra ya sabía y tenían todo preparado. Se les informaba oficialmente que se habían recuperado las islas luego de la rendición; pero de allá no aceptaron la recuperación y desde el Reino Unido rechazan ese pedido e informan que vendrían a recu- perar las islas. Ellos tardarían unos 25 días, pero ya tenían todo pre- parado. Era subirse al buque y venir, solo tenían que negociar con quién los abastecería de combustible. La verdad que, de este lado nunca se contó que podrían venir justamente, porque el tema del combustible no era fácil con tanta distancia. Pero yo creo que desde acá se los subestimó porque ellos tenían mucho poder y conocían bien nuestra situación. Señor Silvera, si estoy en lo cierto, ¿Usted tuvo oportunidad de viajar a Inglaterra podría describir cual fue el motivo que lo llevó hasta allá? Si yo viaje dos veces, justamente, hacía cuatro meses que había venido -el Hércules- la junta los había comprado. Shefi fue hundido. El problema que al comprarlos a Inglaterra nosotros quisimos com- prar repuestos por 5 años y solo nos vendieron por un año. Ellos nos vendieron un modelo único y nos dieron los materiales para armarlo en el astillero Río Santiago; cuando lo estábamos construyendo y como estábamos en dictadura, nos pusieron una bomba y lo destruyeron entonces, tuvimos que volver a comprar los materiales de nuevo. Se construyó y se terminaron en los años 80 los dos buques, pero para poder utilizarlos teníamos que viajar a Inglaterra para que nos autoricen que estaban óptimos. Yo fui con el destructor Santa Tri- nidad y conseguimos la aprobación; pero en abril, nos cortan cuando entrábamos en guerra, el suministro de los repuestos y eso representaba no poder repararlos, nosotros habíamos pedido re- puesto por 5 años, pero solo nos dieron un año. Ellos tenían todo armamento sofisticado, nosotros contábamos con el Santa Trinidad 77
y el Hércules que eran buques misilísticos. Francia nos había ven- dido los misiles exocet que era toda la parte del misil, pero el cartu- cho digamos, sin el proyectil. Los argentinos cuando estuvimos allá vimos cómo se hacían, sacamos las fórmulas y lo construimos acá. Ellos no contaban con que nosotros teníamos terminado el misil completo. Pero esos cruceros se perdieron por falta de manteni- miento, el Hércules se hundió y el Santa Trinidad esta semi hun- dido. Quisiera saber ¿Usted tuvo la oportunidad de estar en la Fragata Libertad? No porque ese era un buque escuela e iban los mejores de cada actividad. Los mejores jefes de máquina y de todas las áreas en cada función. Antes, por ejemplo, eran todos hombres, ahora también van mujeres. Pero lo más interesante de la fragata es que además que vayan los mejores, andaba por todos los países haciendo nego- ciaciones, por eso le decían -embajada flotante- Eso se manejaba en los mares más a vela que con motores. Realmente el que iba ahí era un orgullo. Quisiera poner en su palabra autorizada ¿Qué sintieron al ente- rarse del hundimiento del ARA General? Belgrano? Fueron muchos los que sentimos temor, porque casi nos “atacó a nosotros”, pero al estar alerta, pudimos esquivarlo. Si, pensamos lo mismo todos, que pudiera ser nuestro destructor y están corriendo esa suerte y quedar debajo del mar. ¡Ojo! que podríamos nosotros ser los próximos…, para nada nos sentíamos a salvo. Si bien contá- bamos con dos helicópteros, lamentablemente no teníamos el “de- tector de submarino”, por eso, no pudimos derribarlo y evitar que hundieron al Crucero Belgrano. Nos sentimos muy impotentes por eso, todos teníamos conocidos ahí y muchos tenían familiares di- rectos. ¿Usted sabía que había faenas de ballenas, fábricas que estaban interesados en el aceite y que Argentina intentó, al mando de As- tiz, ir y desarmar esas fábricas del archipiélago? 78
Sí, estaba enterado, pero eso no fue dentro del conflicto de Mal- vinas. Resulta que el 20 de marzo se llegó a las 06:00 horas para ir hasta las fábricas de faenas de ballenas para el aceite. Muchas ya estaban abandonadas, con esqueletos inclusive. El buque con el que llegaron mientras fueron avanzando las fábri- cas; la idea era destruir todo. El buque matón era argentino y a los ingleses, los llegan a detener y los meten presos, ellos tenían la idea de llevárselo como “trofeo de guerra”. Claro que en Argentina no íbamos a permitir. Entonces se decidió hundirlo, dónde fue la peor batalla. Otra parte más cruenta que ocurrió en los últimos días fue en Londres, ahí pe- leaban cuerpo a cuerpo. Estaban los muy traumatizados, contaron relatos muy duros, sobre todo lo psicológico cuenta. pero los ingle- ses no sabían cómo nosotros hablábamos el idioma, no contaban con eso. Además, otra de las cosas era que los nuestros, daban ór- denes a muchos soldados correntinos, misioneros, que conocían el idioma “guaraní”. Entonces las órdenes las daban en ese idioma y, a ellos esto los desconcertaba muchísimo ya que no sabían que ha- ríamos. Esa fue una buena picardía. ¿Qué opina que anteriormente hubo en la isla, presencia de gente indígena y qué me puede contar de los Gurkas y para finalizar, la rendición? Se dice que antiguamente el gobernador de Argentina, Berme, in- tercambiaba cosas, que había como una suerte de trueque, en espe- cial de caballos, con una cacique que nació en 1781. Ella duró hasta 1841 y a esta valiente mujer la llamaban de varias maneras: María La grande, Santa María, María la reina, María La negra. Los Gurkas, que también hay muchos mitos alrededor de todo eso en la guerra sobre estos mercenarios, si bien en la lucha “vale todo”, más aún si es cuerpo a cuerpo: muy grandotes, bien entrenados, en- tonces daban ese golpe de efecto en la parte psicológica, induce al miedo. La verdad que los relatos andaban de boca en boca, lo que corría, todo lo que hacían y daba miedo por el hecho de la construc- ción que se hacía, que estaban drogados y eran muy sanguinarios, muy grandes de cuerpo, venían a matar con un cuchillo arqueado 79
para degollar, también a los muertos y no les importaba vivir o mo- rir. Muchos soldados quedaron muy traumatizados porque han en- contrado compañeros degollados en las trincheras. La rendición…, fue muy dolorosa, se escuchó el «¡Alto al fuego! »: eran las palabras que nunca queríamos escuchar, a pesar de que sabíamos que estábamos perdidos y, que estaban muriendo jóvenes inocentes, que no tenían por qué seguir padeciendo. A este conflicto, luego de saber que la misión se había fracasado, obviamente que aparece en la frustración, los últimos días fueron los más sangrientos. Un sector de Marina no aceptaba la rendición y, agarraron sus armas con miras infrarrojas y empezaron a disparar, a unos cuantos mataron por la impotencia. Recuerdo una anécdota, para quitarle un poco de traumatismo. Habíamos ido (yo fui dos veces a la Terra por el tema de la aproba- ción los buques construidos en Argentina, estos destructores misilí- sticos). Nos hicimos amigos de unos ingleses con los cuales salía- mos a tomar una cerveza cada tanto y, cuando estábamos detenidos, me acuerdo que uno de ellos se encontró con unos de los que salía- mos a tomar cerveza y, lo estaba apuntando con el fusil y, luego se miraron fijo y, lógico, se conocieron, pero que podía hacer el sol- dado inglés…, nada No podía hablar con vos estando detenido. Esa es una anécdota que siempre recordamos. VGM- Mario Silvera 80
MARCOS ANTONIO LAMAS Llegamos a Campo Quijano con César Villa, estaba bas- tante nublado para colmo, Quijano es un lugar fresco. Era miércoles 3 de agosto. llegamos 16:30 horas, muy pasado del horario que ha- bíamos acordado. Veníamos de Salta Capital. Llegamos y el barrio, estaba muy tranquilo rodeado de cerros, La familia ya nos estaba esperando, así fue como ingresamos a la casa de la familia de Mar- cos Antonio Lamas -Héroe de Malvinas Caído en el ARA General Belgrano el 2 de mayo de 1982- Nos recibió su mamá Regina Condorí, estaba con su hija Silvia La- mas y nos perdimos en un largo y fuerte abrazo, solo teníamos el contacto telefónico, pero ahí ya a esa altura se había construido el vínculo fraterno de la bendita confianza. También, ya nos habíamos visto e interactuado varias veces con su hijo Eduardo Reinoso La- mas, hermano mayor de Marcos que fue entrevistado anteriormente junto a la familia por Cesar Villa. Si Bien, La familia estaba muy reticente para hablar al principio en la primera entrevista por mi compañero de letras, pero afortunadamente conocían a Cesar de una procesión de la virgen que bajaban de los cerros. Uno de los herma- nos no quería hablar ya que se emocionaba mucho y también des- confiaba porque muchas veces habían sido presa fácil de ser utili- zados por políticos, funcionarios y luego desaparecían, sin impor- tarles verdaderamente la causa Malvinas. Cabe decir que, aun después de 40 lagos años, ha pasado toda una vida, aun lo siguen llorando, En la casa, estaba muy emocionada su hermana Silvia que solo tenía 11 años cuando a Marcos, su destino lo deja bajo el mar frio y azul. Nos encontrarnos con una familia humilde, sincera con un hogar cálido y con muchas imágenes de Marcos por doquier. diplomas y también, había una suerte de altar dónde se imponía la presencia de la virgen de Urkupiña. Como si fuera la jefa de la casa, la encargada de llevar sosiego a tanto dolor acumulado por los años que, había anidado en esas gargantas sumi- das en el silencio. Poco a poco nos fuimos entrando en tema que es 81
muy difícil para una mamá llevarla a ese momento de la historia, con la infancia y posteriormente fallecimiento de su amado hijo. Teniendo en cuenta que para una madre un hijo, es un hijo, no es soldado, no es héroe, es un hijo menos en su mesa y un dolor de amputación al alma de por vida. Cuando su hijo deja de reír, de llorar y de llamarla mamá. Así que empezamos obvia- mente por la infancia, ese niño que amaba jugar al futbol con su pelota que apenas rodaba por ser de trapo, el chiquito le apasionaba el fútbol cuando iba al potrero con su amigo Marcos, el sol latía, el cuero quemaba el niño indio en los cerros jugaba. Nos dijo su ma- dre con suaves palabras: “Él era bueno… siempre solidario, le encantaba tener amigos, ayudar en la casa, cuidar a sus hermanos. Era un niño tranquilo tal vez distraído en la escuela, eso sí le costaba, tenía que estar atrás de él para que estudie, pero igual tenía muy buena conducta, la maestra lo quería mucho. También, era muy buen compañero, los ayudaba con las matemáticas a su compañera” Silvia se levanta y se dirige a la pieza a buscar las cartas de Marcos Antonio, realmente, cuando las trajo fue un momento muy fuerte, se hizo silencio largo el tiempo y ella apoyo las cartas sobre el man- tel de la mesa. Las cartas, el papel amarillento, ordenado fecha por fecha los escritos, eran 12 cartas más o menos, eso daba un dolor en el corazón terrible, el tener que encontrarme con su verdadero relato de tantos años atrás, escritas todas ellas con la tinta sangre de su corazón. Poner su voz a la tragedia, al horror desatado en un día gris de marea inminente que en una hora la historia sería otra. Se la cuenta con la amargura de 323 crímenes de ángeles suntuosos que derramaron sus sueños, héroes que habían recuperado la soberanía argentina, se mezclaba el cielo reflejando nuestra bandera celeste y blanca desafiante a la corona británica 82
Con Regina, la mamá de Marcos, fuimos al “Cenotafio” (Monu- mento funerario que no contiene el cadáver de la persona a quien se representa su muerte) En este caso a 34 caídos de Malvinas, todos ellos salteños que fueron al conflicto del Atlántico Sur y no volvie- ron. Rindieron homenaje de un mural en relieve que se encuentra en el lugar dedicado a Marco Antonio Lamas. Llegamos a su cruz y yacía un Rosario color celeste y un prendedor con su cara. Sacamos fotos con la mamá del lugar, la tarde estaba muy fresca y nublada. Estuvimos ahí, en ese lugar uno momentos entre quince y veinte minutos que fue muy duro. Curiosamente, atrás de ese mo- numento pasaba un canal donde el agua corría con mucha fuerza y hacia un ruido bastante fuerte, impresionaban esas cruces en imagen y el caudal y el sonido de agua era sumamente simbólico. las placas, el mural, las cruces de madera con los nombres. Al menos, ninguna cruz decía “Soldado solo reconocido por Dios” Luego fuimos a hacer unas fotocopias de las cartas y bueno… la verdad que cuando salimos de la fotocopiadora, había un grupo de 6 personas esperando y me dirijo a ellos a decirle que tenían que estar orgullosos de tener un héroe de 16 años en Campo Quijano Y me sorprendió mucho que, a una cuadra y media de la casa de Mar- cos no lo conocieran, no sabía de qué hablaba. Fue un poco doloroso saber realmente Cómo fue también orquestada la desalinización qué no se conociera a Marcos. Que no se supiera en un pueblo tan chico que había un caído en el Belgrano, un joven de 16 años, eso nos da 83
la pauta de cómo tenemos que seguir malvínizando por el futuro por la memoria, por los nuevos jóvenes que son los que van a mantener esa llama encendida ya que muchos veteranos que han vuelto, están partiendo jóvenes porque el cuerpo se cobra todo lo que se callaron, todo lo que vivieron en ese pacto de silencio que tuvieron que firmar que “no podían hablar de la guerra ni siquiera con la familia todo lo acontecido ” Así fue que con Regina fuimos al cementerio simbólico y la verdad que fue una linda compañía, pusimos un prendedor en esa cruz de madera y pude sacarle fotos a ella junto al mural de Marcos, encon- tré a Marco en su mirada, en su sonrisa. La abrace mientras me co- mentaba que cuando estaba hecho el mural, primero con arcilla, es- taba más parecido a un que cuando lo hicieron después pero también tiene una calle con su nombre eso también es impor- tante que se nos reconozcan a los héroes de Malvinas caídos en 1982 en el crucero ara general Belgrano 323 crímenes de guerra qué esos hombres que lucharon y dieron su sangre y quedaron en el mar para siempre centinelas de las Islas. 84
Regina Condorí, mamá de Marcos Antonio Lamas Más tarde se sumó una compañera de colegio de Marcos, Patricia, hoy ejerce como docente. Se suma a la entrevista una hermana ma- yor junto a Patricia, hoy docente, era a quién le ayuda con las tareas. Pero a él, lo que más le gustaba hacer era jugar al fútbol en el potrero de su barrio. Era un niño que trabajaba con su hermano ven- dían picolé, jugo en bolsitas. congelado de vario gustos, frutilla, na- ranja, pomelo, un buen día se fueron al río y cuando él vio que se le habían descongelados los picole se enojó mucho y así fue como de- cidió que el cuándo sea más grande entraría a la ARMADA para 85
ayudar a su mama y así ella no tendría que salir a trabajar más, tam- bién, arropaba el sueño de poder comprarle una casa digna para su familia. De niños trabajaban muchas horas en el tabacal con sus padres y todos sus hermanos Así que fue un niño que no tuvo la vida fácil, pero si una infancia feliz con amigos con una familia unida y bueno así de a poco se fue cumpliendo su sueño cuando él, a los 15 años ingresa a la ARMADA ARGENTINA para poder colaborar con su familia. Señorita Isabel Basile de Taunús - Rene Pérez - juan Cori- mayo - (fallecido) Héctor Mansilla y Marcos Antonio Lamas - compañeros de colegio. 86
Silvia Lamas Hermana menor de Marcos Antonio Lamas El contacto Con Silvia se logró a través de la directora de la Escuela Cortázar de Salta Claudia Cusi Grau y el veterano de la Marina Mercante Roberto Carabajal, vecino de Campo Quijano y en nuestro caso como entrevistadores. El contacto lo obtuvimos por el profesor de Historia Juan Manuel. Doucet. ¿Dónde nace Marcos, Como se constituye la familia? Mi hermano nació en la quebrada de Huaico Hondo, en la provincia de Salta el 11 de junio de 1965, aunque en los registros figure el 5 de ese mes. la fecha de nacimiento no coincide con el nacimiento porque quedaba muy retirado del registro civil y por ese motivo lo anotaron de modo incorrecto. Su familia estaba compuesta por mi mamá que se llama Regina Vilca y mi papá Antonio Lamas. Tiene 4 hermanos el mayor Eduardo que hoy vive en Buenos Aires, en el porteño barrio de Pompeya. Carolina, Marta y yo que tenía tan solo 11 años en 1982 cuando él fue muerto. “Vivimos con mi mamá en la ciudad de Salta hasta los 6 años cuando deciden volver acá a Campo Quijano. ¿Qué actividades tenían sus padres? Mi padre trabajaba en la empresa Borax”. Dicha empresa minera se dedica a la extracción, proceso y comercialización de boro para la agricultura y la industria. Mi mamá era ama de casa, pero tam- bién trabajaba en la cosecha del tabaco junto con mis hermanos. Era una vida muy sacrificada que tenía. ¿Dónde realizo todo el ciclo escolar el héroe de Campo Qui- jano? Marcos Antonio, Hizo la primaria en la escuela Bartolomé Mitre, la única que había en ese tiempo en el pueblo que, hoy cuenta con más de 7000 habitantes y está ubicado a unos 36 kilómetros de la 87
capital provincial. Luego comenzó la secundaria en el Colegio In- geniero Maury, pero sólo cursó el primer año ya que tomó la deci- sión de enrolarse en la marina a los 15 años en el año 1981, para poder hacer una carrera militar que le permitiera progresar en la vida, él tenía muchos sueños por realizar, le importaba mucho el bienestar de toda la familia, que estudiemos y no nos falte nada, él era así de bueno. ¿Podría contarnos una anécdota de Marcos de cuando era niño que nos defina su personalidad? Si, hay una anécdota que siempre la recordamos muchísimo, como él se preocupaba por todos nosotros y como él sacaba el pecho ante las injusticias para defendernos. Recuerdo que siempre cuentan, porque yo era muy chica cuando íbamos al tabacal a cosechar, nos llevaban en un camión muy temprano a toda la familia y bueno… se arreglaba un precio por el trabajo que se pagaba. Resulta que cuando terminamos la jornada, estábamos muy cansados. Después había que ir a cobrar al centro. Esperaban que les paguen y dicen que sale mi hermano Eduardo, con cara de afligido, enojado, estaba muy amargado, entonces, le preguntan ¿Qué ha pasado? y él dijo: “No nos van a pagar lo que nos dijeron que nos van a pagar, bueno… ya está, vamos a cobrar esto y nada más, dijo que tenemos que conformarnos con los que nos dan o que no vayamos más a trabajar” Entonces Marcos entró él y la verdad no sabemos bien qué pasó allá dentro, que fue que le dijo, cómo lo enfrentó al patrón, al dueño, no sabe mi hermano Eduardo, porque estaba afuera. La cuestión que cuando él salió, le dijo a mi hermano que entregue que le iban a pagar lo que les habían prometido. No podían entender como él lo- gro que pagará lo que se había arreglado antes porque así era todo, eso era todo abuso que le hacían a la gente. pagaban lo que querían cuando querían como querían. Pero Marcos siendo un niño fue y lo enfrentó, al día de hoy, no sabemos que le habrá dicho. siempre nos 88
acordamos de eso y como el defendió el trabajo, nuestro sacrificio que hacía la familia, por eso él, siempre fue muy obstinado a la hora de soñar y de confiar que él, que iba a poder sacar la familia de esa situación, siempre confío en él que, iba a poder y finalmente, triste- mente pudo porque con su pensión de -caído en combate- mi mamá pudo tener una vida digna y eso era lo que el más soñaba. ¿Cómo siendo tan chico quiso entrar a la Marina, fue influen- ciado por alguien? La decisión que tomo nunca fue consultada con su familia. Marco Antonio era jugador de futbol y formaba parte del equipo de la em- presa de mi papá. Jamás pensamos que el tomaría esa decisión y él quiso que mi hermano mayor Eduardo, se quede a cuidar a mi mama, todo el tiempo él quería ir para que mi mamá tenga una buena posición económica Marcos, estaba muy seguro de que iba a poder darle una vida mejor a mi vieja esa siempre fue su intención, era muy humano con todos. tengo hermosos recuerdos a pesar de que era muy chica, ¿Cómo fue su estadía en la escuela cuando se fue a Buenos Ai- res? Él estaba contento, salía a bailar, visitaba la familia en buenos aires durante ese año 1981. El escribía mucho y también, quería que le escriban, estaba muy atento a los estudios nuestros, de cómo nos iba en la escuela yo en ese tiempo tenía solo 10 años nada más, pero igual me acuerdo como era él, Silvia, (se detiene y llora, bebe agua y continua con la entrevista). Al principio el pedía Plata, pero des- pués estaba muy contento porque ya cobraba. La verdad que vino ese enero unos días y cumplió su sueño porque el conoció la casa nueva que le salió a mi mamá y pudo pagarla sin problemas dado a la inesperada partida de este -héroe de guerra- a través de las pensiones, a si se le cumplió su sueño de vernos vivir en una casa digna. Hasta el día de hoy, 40 años después, le sigue dando el bienestar a mi madre. 89
Eso es lo que podemos rescatar de mi hermano que le gustaba la aventura, era un chico muy trabajador y quería mucho a sus amigos no le gustaba mucho estudiar, pero era realmente un ser muy noble, muy preocupado por nosotros y muy atento y bueno con todos. Era muy querido. ¿Qué les contaba Marcos Antonio desde su puesto de lucha al reconstruir la historia de sus últimos días embarcado a través de las cartas? La última carta que escribió fue el 30/03/1982 – un mes antes mo- rir. Contaba, por ejemplo, que el crucero no salía porque estaba averiado con problemas en las máquinas, pero en unas horas dijeron que salía igual, después de 5 horas, se comunicó que no salía. y Bueno… a las 20:00 horas, finalmente dieron la orden que iban a salir igual y se repararan las maquinas durante el viaje” Así fue como salieron con el buque que no estaba en condiciones. Él siempre con la confianza de volver y nos aclaró: “Si llamaban voluntarios, seré uno de los primeros en querer ir y anotarme para defender la soberanía” Estaba realmente convencido de ir a pelear siempre y cuando, no se arreglará la situación con Gran Bretaña. ¿Como fue que recibieron la noticia? La familia recibió una última carta con una foto 4 x 4 con una frase que decía: “Para que me recuerden”. La comunicación con la Ar- mada se hacía a través de la empresa Borax. Cuando fue el hundi- miento pasaron varios días hasta que le anunciaron que no lo en- contraban. Fue terrible no teníamos consuelo, no podíamos hacer- nos la idea que jamás lo volveríamos a ver. En casa no hubo más festejos de nada, mi mamá lloraba cuando no estábamos, aprove- chaba que estábamos en el colegio. Todo era dolor, y tristeza. Fue terrible lo que sufrimos. Mi mama cuando viajo al cementerio de Darwin mino muy mal, al encontrarse que las tumbas solo decían “Soldado solo reconocido por Dios”. ¿Tuvo reconocimientos? 90
En los primeros tiempos no se hacían actos hasta que el intendente Carlos Sosa y su secretaria de cultura empiezan a organizar los ho- menajes el 2 de abril, hubo varios años que no se hizo nada y eso duele en el alma, sobre todo a mi mamá. Tenemos una plazoleta en el barrio con su nombre, pero no está muy bien cuidada y después nombraron una calle, pero no nos dijeron cuando la inauguraron. Es una falta de respeto hacia los caídos y sus familias. En Campo Qui- jano hay también un playón deportivo ubicado en el barrio 21 de noviembre con el nombre del caído de Malvinas. Por otro lado, aquí mismo se decidió construir un monumento como réplica del Ce- menterio de Darwin en las Islas Malvinas con las cruces de los 34 soldados Salteños que fallecidos en la guerra. En el centro del predio, cuyo trazado simboliza la escarapela nacional, flamea la bandera argen- tina, que todos los días es izada y arriada. Existe una cruz número 35 que fue colocada por la memoria del “soldado sólo conocido por Dios” y por los otros 649 caídos. El día de la inauguración, cuando los familiares de los caídos colo- caron un rosario en cada tumba, fue el momento más emotivo de la ceremonia. En el proyecto colaboraron, el Gobierno de la Provincia y el Ejército. El General de división Castagneto trajo tierra de las islas Malvinas que donó para su conservación en el predio. Eduardo Reinaldo Lamas Hermano mayor de Marcos Antonio Lamas Salteño de Campo Quijano Reside en Pompeya ¿Cómo era la relación con su hermano? La verdad que yo siempre tuve una muy buena relación con mi hermano, nos queríamos mucho, siempre íbamos a todos lados jun- tos. Se podría decir que éramos inseparables. de chico nosotros 91
siempre jugábamos juntos, íbamos a vender picolé para poder ayu- dar a mi mamá, pero la verdad que yo siempre lo mandabas a él porque yo era muy quedado, era muy tímido y me costaba mucho enfrentar situaciones. Pero él iba sin problema alguno. Ya era su carácter así, que le gustaba ser bueno y uno se mal acostumbraba también porque se apoyaba en eso. ¿En su caso no participo mucho en estos 40 años, como tomo la posibilidad que su hermano este en un libro? No yo la verdad no puedo hablar de mi hermano porque es un dolor muy grande Yo vivo en Buenos Aires, justo vine a Salta, cuando mi hermana que me conto que iban a venir por una entrevista por Marco Antonio, yo le dije que no quería saber nada, de todas for- mas, después de escucharlo hablar a César, me di cuenta de que él era diferente, que no venían para usarnos, que realmente le intere- saba la causa Malvinas y así fue como pude hablar y sincerarme con él lo que me pasaba. Después mi hermana y mi mama resulto que lo conocían de las procesiones de la virgen. Y ahí puede empezar a confiar en lo que nos proponía. la verdad que a mi la culpa de no haber sido el muerto yo ya era el mas grande. Pero marcos quería que sea yo quien se quede a cuidar a mi mamá y no quiso saber nada que vaya yo, en ese momento estaba en el ejercito en Córdoba ha- ciendo el servicio militar. Con el tema del libro lo vi muy intere- sado a estos escritores. También sabíamos el caso de Mario Vilca Condori que también tenía 16 años. Y nos interesó esto que quería saber sobre mi hermano y está posi- bilidad que no caiga en el olvido y tenga la posibilidad de estar en un libro sinceramente yo, estoy muy agradecido junto con toda nuestra familia, estamos muy contentos por la posibilidad de este libro, que Dios y la Virgen los bendiga. Siempre vamos a estar agra- decidos. ¿Podría contarnos alguna anécdota de su hermano menor? Me acuerdo un día de una anécdota que éramos chicos y había encontrado plata en el piso de mi casa, Bueno…, fui y me compré 92
unas bolitas para jugar. Después Cuando vino mi mamá ya se dio cuenta de que faltaba la plata, ahí nos puso a buscar la plata por todos lados la plata, Ya habíamos buscado por todos lados y no pa- saba nada ya no había más lugar donde buscar. Entonces yo le dije a mi hermanito qué había encontrado la plata y gasté un poco en bolitas y que solo tenía el vuelto Entonces, él se hizo cargo y devolvió el vuelto a mi mamá. Claro que mi mamá obviamente se dio cuenta porque yo tenía un frasquito lleno de bolitas nuevas, esas cosas recuerdo del que era un gran compañero. Esas cosas de niños. Yo era travieso, pero no era malo. Otro día mis padres salieron y tenían arriba del ropero una alcancía que era como una oveja que ni sabíamos que era una alcancía. Nosotros nos quedamos con nuestros hermanos siempre nos gus- taba eso que para nosotros era un juguete. y que estaba ahí arriba del ropero. Yo le digo vamos a agarrarla, entonces corrimos una mesita ratona que había en la casa y encima pusimos una silla y me subí y resulta que cuando quiero agarrarla se cayó y se rompió contra el piso en cien pedazos. después este nosotros limpiamos todo y cuando vino mi mamá y se dio cuenta que faltaba, y empezó a preguntar por la alcancía, para nosotros era tener el juguete en la mano no era por sacar la plata ni nada. En ese momento mi mamá preguntaba qué pasó, nadie ha- blaba, entonces bueno mi hermano Marcos dijo: “Yo la agarre y se me cayó al piso y se rompió” cuando vi que mi papá se iba a sacar el cinto, ahí les dije a mis padres que fui yo quien quiso agarrar ese juguete. No era que nos pegaban, pero la verdad que tenía que ha- cerme cargo. Así de bueno era mi hermano, así nos defendía de to- dos, era capaz de poner su cuerpo. Por eso es que yo hasta el día de hoy lo lloro, porque tengo esa pena tan grande adentro que él no quería que vaya yo, sino que quería ir él y quería que me quede a cuidar a mi mamá y Bueno la verdad que fue un dolor muy grande para mí, porque yo pienso que tendría que haber muerto era yo y no el. En su forma valiente de ser puso su cuerpo por la soberanía ar- gentina. 93
¿Como fue la vida luego que su hermano era un glorioso héroe de Malvinas? Fue terrible yo no podía soportar vivir ahí, por eso es porque, me vine a vivir a Buenos Aires, dejé el futbol que era lo que más me gustaba. No podía soportar su muerte y no podía tocar el tema. Mas allá de estos 40 años que pasaron, sigo extrañando a mi compañero de vida, mi hermano valiente que siempre miraba por todos y no quería que nos pasara nada malo. 94
Entrevista compañeras y compañeros de Marcos Antonio Lamas Promoción 1978 Salta Logramos reunirnos con compañeros de su escuela la -promoción 1978- que él jugaba a la pelota que quería mucho y bueno tendre- mos también el testimonios de estos compañeros que tanto lo que- rían muy emocionados después de 40 años que pasaron tuvimos la suerte de entrevistarlos reunirlos y que nos contarán cosas de Mar- cos cuando iban a los cerros por ejemplo con una primera vez que fumaron bueno todas las cosas de travesuras de niños y niños inge- nuos así que todo eso nos vamos a encontrar en la vida de Marco Antonio Lamas que con 16 años se convirtió en un héroe de Malvi- nas quedándose a cuidar las Islas para siempre Ernesto Miro Eterovic - Adriana Marcela Espíndola - Sonia Patri- cia Monne Marcos Javier Carrazano - Juana Asunción Espinoza – escritor - 95
Marinero del Norte Dedicado a Marcos Antonio Lamas Marinero del Norte, Héroe del Sur…. Un niño de pueblo que un día soñó Ser gran marinero en aguas del sur Llevando anhelos de navegar, en busca de mares un día partió. De niño en el aula y tarea escolar Entre pupitres de madera y blanco delantal Los juegos en el patio y esa pelota viejita que solías llevar. Tu nombre grabado entre los cerros está Del pueblo que un día tu sueño anidó Y en el mar tan lejano se hizo inmortal, allá entre los hielos por siempre quedó. Marinero del Norte, Héroe del Sur…. Hay niños que sueñan con ser capitán entre bancos de escuela y cuaderno escolar Los niños del pueblo, desde ahora sabrán Que hubo en las aulas UN HEROE DEL MAR!! Sonia Patricia Monné 96
Marcos Antonio Lamas Primera Carta de Marcos Antonio Lamas Puerto Madryn 22 de enero de 1981 MYPE Queridos padres Espero que al recibir está cariñosa carta se encuentren bien junto con mis queridas hermanitas, yo gracias a Dios y la virgen muy bien por la navegación. Bueno… después de estos saludos. Les contaré un poco de la fiesta de fin de año que por primera vez la tuve que pasar solo, el 24 lo pasé en el buque, a la mañana tuve guardia de cochero a orilla del mar, y por la noche, a las 24 horas 97
brindamos todos los marinos y después subí a cubierta por qué em- pezaba la función de los buques con fuegos artificiales, bocinas, tuvimos comida, luces psicodélicas y muchas cosas más. Aasí fue cuando me sentí que estaba solo sin uste- des, el 31 lo pasen Buenos Aires, en casa de Juan. Brindamos todos y después hicimos un brindis por nuestros padres y hermanas que están lejos. Bailamos hasta las 7 de la mañana. Después no segui- mos en casa Fernando, Juancho, teníamos tiempo para llegar a Salta, pero teníamos miedo de que se atrase el tren y no llegue a las 12:00 del 31 del 12. Por ahí yendo a casa me quedaba en el medio del ca- mino y también teníamos que llegar al otro día a darme la vuelta, iba para nosotros y para mí hubiera sido muy triste. El 19 y llegó Roberto a Puerto Belgrano, él embarcó en el buque San Antonio, Un paso más y navegamos juntos cuando me entregó la carta, Me puse contento. Después le dije qué nos encontraríamos en el casino a las 6 de la tarde. él fue, yo también, nos sentamos nos sentamos y cenamos después con cerveza. Me empezó a contar todo lo que pasaron ahí en Salta, sé que se quedaron hasta las 24 horas el otro día a las 8:00 horas con el sapo, el otro día a las 8:00 de la mañana. Nosotros zarpamos a las 3:00 horas del mismo día. En una carta en estos días le dije que iba a Estados Unidos, pero… No tuve suerte porque el buque seguía en la flota del mar hasta el año 1983 a 1984, pero no me importa porque conocí Punta Del Este, Montevideo, Puerto Madryn y Ushuaia ya es mu- cho. Tengo cuatro o cinco navegaciones por algo aquí tengo que cubrir puestos de combate cada vez que se sumaba alguna a puerto cada vez que sonaba la alarma al puerto de abandono al buque. A mí me gustaría cubrir puestos de combateporque hago de telefonista y en las vacaciones de grado y teclado del cañón hacia el blanco, ahora no se abre el fuego porque es una navegación de placer, la otra sí abriremos fuego en el mar. 98
Rene Rubén Peinepil “El Tehuelche” Fuimos con Cesar a Entrevistar a Eva, nos encontramos en una plaza donde estaba la municipalidad, la noche estaba hermosa, pero no teníamos buenas noticias del bebé de Cesar que, estaba inter- nado, pero de todas formas, hicimos la entrevista, Eva estaba con Ema, una niña muy inteligente y observadora, la mamá, una mujer muy sencilla y afectuosa. Empezamos hablar de sus hermanos. que era VGM soldado conscripto, Rene Rubén Peinepil, (fallecido) era un soldado del sur originario hijo de Tehuelche y Mapuche. En una semana llegaron los telegra- mas donde habían mandado a que se presenten. en este caso, el otro el hermano más chico, tenía 18 años, pero esa semana se enfermó con fuertes cólicos, luego del hospital digieron que lo tenían que derivar a la provincia de Buenos Aires. A todo esto, Rene ya estaba en servicio. El tema fue que el hermano más chico empeoro y sin darles a la familia muchas explicaciones, así se manejan con los pueblos Originarios. Al joven se lo entrega- ron sin vida. Aparentemente fue una mala praxis, pero con seme- jante impacto de la muerte y en otra provincia, todo quedo en la nada, teniendo en cuenta que estamos hablando de 40 años atrás. El soldado ya en combate, nunca se había enterado que había muerto el hermano, porque la verdad, que no sabían cómo decirle esa mala noticia y él estando tan lejos, eso sería un calvario porque realmente no podía hacer nada, no lo iban a dejar volver. Siempre andaban juntos para todos lados, de acá para allá, ellos se entendían bien. Ya sé cuándo él viene al año y se le tuvo que decir, el siempre preguntaba porque no le escribía. Así que su padre le da la noticia. Parecía que se quería enloquecer Después de un rato , Eva nos invitó a la casa y conocimos a la mama y a su hermana. Conocimos la familia y nos contaba la her- mana que a él todos lo conocían por el tehuelche. El hacía mucho 99
por los excombatientes. Ema, la niña que entro en confianza nos dijo: Ema su Sobrina “Mi tío Rene, me quería mucho pero no me pudo conocer porque murió cuando yo nací, pero cuando se enteró que era una nena, él fue el que, le dijo a mi mamá que me ponga de nombre Ema y que no sea con dos letras “M” con una sola y así me llamo ella” La Mama nos comentó: “Si, es una verdadera pena que lamentablemente no llego a cono- cerla porque bueno… Murió muy joven, a los 49 años Tenía mu- chos problemas en el hígado. Se caso y fue padre de tres hijas, Yohanna, soledad. Y Renee. Era muy solidario con la gente, no había gente que, no lo qui- siera. El nunca hablaba de lo que había vivido en Malvinas. A el le gustaba mucho cantar, siempre iba por todos lados, misiones, se recorría las provincias” Había mucha armonía en la casa, Ema me regalo un prendedor y Cesar una Remera, la madre nos mostró pertenencias del y me re- galo una foto. Su hermana Marta Mirta Peinepil, orgullosa nos cuenta muy orgu- llosa que, No él nunca hablo acá con nosotros, en la escuela solo con una portera que fue su confidente digamos y ella también se llevó todo lo que él le dijo. Yo hablé con varios excompañeros del BIM 5 que estuvieron allá en Malvinas. Mis hermanos empezando por él, Rubén René Peinepil, Elvio Raúl; José; Hugo Jorge; Abel; Lidia Anita; Delia Inés, Eva Mirta; Fer- nando Adolfo; y yo Marta Alicia. Era más conocido como \"El Tehuelche\"un valiente soldado muy que- rido y reconocido por su pueblo, compañeros y amigos. Con mucho 100
respeto hacia el por ir Malvinizando en la Argentina por la Sobe- ranía y sus compañeros caídos. “El héroe de la Patria de la locali- dad d Dolavon” - Chubut. A pesar de las secuelas de la guerra y falleció muy joven, Pero será inmortal en nuestro libro. Llevaremos su bandera de lucha en “Bocanadas de la historia ordinaria 101
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