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JULIA PRILUTZKY - Vida y Obras

Published by Lidia Susana Puterman, 2021-05-01 13:30:50

Description: JULIA PRILUTZKY - Vida y Obras
Una Antología con las más hermosas poesías

Keywords: poesías,antología

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Fue una poeta ucraniana naturalizada argentina, nacida en Kiev en 1912 y fallecida en Buenos Aires el 8 de marzo del 2002. Desarrolló su carrera literaria en la Argentina. Su padre era ingeniero y su madre médica, y entre los amigos de ellos estaban Miguel de Unamuno, Benito Quinquela Martín (de quien, años más tarde, escribiría una biografía) y Alfredo Palacios (que era padrino de Julia).1Pasó parte de su niñez en Salamanca, España.2 Desarrolló varias actividades, como estudiar piano (fue discípula de Alberto Williams), siguió la carrera de Derecho, y se dedicó al periodismo.1 En 1936 fundó el grupo \"Veinte Poemas Jóvenes\". En 1937 comenzó a trabajar en el diario La Nación. También se desempeñó en las revistas \"El hogar\", \"El mundo\" y \"Para ti\". Fue directora de la revista cultural \"Vértice\". Entrevistó importantes personalidades como Lin Yutang, el papa Paulo VI y Franklin Delano Roosevelt, entre otros.2 Durante las décadas del 40 y del 50 se acercó al peronismo, con la instauración de la llamada Revolución Libertadora fue perseguida durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu junto con otras personalidades de la cultura: poetas, escritores y periodistas como Leopoldo Marechal, Nicolás Olivari, Fermín Chávez, Arturo Jauretche, Zoilo Laguna, María Granata, etc. Por lo que no pudo trabajar en Argentina hasta la caída de la dictadura de Aramburu y el retorno a la democracia.3 En 1972 se publica \"Antología del amor\", volumen que contenía seis libros editados entre 1939 y

1967. Parte de estos poemas son incorporados a la telenovela \"Pablo en nuestra piel\", de Alberto Migré.2 Esto hace que se convierta rápidamente en un \"best seller\" vendiendo 180.000 ejemplares en cuatro años y 80.000 más en la década siguiente.1Muchos poemas fueron musicalizados por importantes artistas como Héctor Stamponi, Eladia Blázquez y Chico Novarro.1 Respecto del éxito de su libro \"Antología del amor\", comentó: \"No nací ayer para la poesía. Antes de este boom solía vender unos 3000 ejemplares de cada edición, lo que para cualquier poeta es mucho\"2 Se casó y tuvo dos hijas. OBRAS PUBLICADAS  1936 \"Títeres imperiales\"  1939 \"Viaje sin partida\"  1940 \"Intervalo\"  1949 \"La patria\"  1949 \"Comarcas\"  1967 \"No es el amor\"  1968 \"Hombre oscuro\"  1972 \"Antología del amor\"  1974 \"Quinquela Martín, el hombre que inventó un puerto\" (biografía)  1982 \"Dulce y extraño amor\"  1997 \"Como Decir de Pronto... \"  1998 \"Nueva Antología del Amor\"

CÓMO DECIR AMOR EN QUE MOMENTO Cómo decir, amor, en qué momento te rompes dulcemente entre las manos, sin quejas, sin recuerdos, sin arcanos y tal vez sin temor ni sufrimiento. Cómo volver a amar, qué sentimiento de elementos divinos o profanos puede reverdecer entre desganos, en la etapa final del desaliento. Pregunta al corazón por qué no cree, pregúntale al mirar qué cosas lee, pregunta al labio cruel por qué no besa, y te dirán, sin duda, su fatiga del amor fiel o la pasión mendiga, su falta de esperanza o de sorpresa.

CÓMO DECIR DE PRONTO Cómo decir de pronto: tómame entre las manos, no me dejes caer. Te necesito: Acepta este milagro. Tenemos que aprender a no asombrarnos de habernos encontrado, de que la vida pueda estar de pronto en el silencio o la mirada. Tenemos que aprender a ser felices, a no extrañarnos de tener algo nuestro. Tenemos que aprender a no temernos y a no asustarnos y a estar seguros. Y a no causarnos daño. Julia. Allí también comenzó a trabajar como periodista; entre las

DAME TU BRAZO AMOR Y CAMINEMOS Dame tu brazo, amor, y caminemos, dame tu mano y sírveme de guía. Ya no quiero saber si es noche o día: mis ojos están ciegos. Avancemos. Dame tu estar, amor, en los extremos, tu presencia y tu infiel sabiduría: por los caminos de la sangre mía ya no sé si es que vamos o volvemos. Y no me digas nada. No es preciso. Deja que vuelva al pórtico indeciso desde donde no escucho ni presencio: Todo fue dicho ya, tan a menudo, que ahora tengo miedo, amor, y dudo de aquello que está al borde del silencio.

ESTA BIEN, SERÉ DULCE Está bien. Seré dulce y obediente o lo pareceré. Te da lo mismo: Necesita, de pronto, tu egoísmo que yo me quede así, sumisamente, Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente, sin pasiones al borde del abismo, sin mucha fe ni un gran escepticismo, sin recordar la esclusa ni el torrente. Necesitas las llamas sin el fuego, que el fuego del amor no sea un juego y que esté el rayo aquí, sin la tormenta. Quieres que espere así, sin esperarte, que te adore también sin adorarte y estar clavado en mi, sin que te sienta.

ESTE MIEDO DE TI, DE MÍ… DE TODO Este miedo de ti, de mí... de todo, miedo de lo sabido y lo entrevisto, temor a lo esperado y lo imprevisto, congoja ante la nube y ante el lodo. Déjame estar. Así. ¿No te incomodo?... Abajo ya es la noche, y hoy has visto cómo acerca el temor: aún me resisto pero me lleva a ti de extraño modo. Déjate estar. No luches: está escrito. Desde lejos nos llega, como un grito o como un lerdo vértigo rugiente. Me darás lo más dulce y más amargo: una breve alegría, un llanto largo... sé que voy al dolor. Inútilmente.

ESTE SABOR DE LÁGRIMAS 15 Gris y más gris. No estás, y yo estoy triste De una tristeza apenas explicable Con palabras, y de una imperturbable Soledad, que por ti nace y existe. Siempre de gris, mi corazón se viste: Polvo y humo, ceniza abominable Y la envolvente bruma irrenunciable Que estaba ayer. Y hoy. Y que persiste. Gris a mí alrededor. Contra mi mano La nube espesa se va abriendo en vano Porque el fuego que soy, no está encendido Y hay niebla en lo que miro y lo que toco. Ah, yo no sé... Tal vez te odio un poco Porque está gris y llueve y no has venido. 26 Ni una palabra quedará, siquiera, Amor que eras mi amor, que eras mi vida. Ya no te digo adiós, ni hay despedida Ni volveré a llorar por lo que fuera. Dónde quedó el terror frente a la espera, Dónde el pretexto fácil de la huida: Estoy de pronto, como adormecida, Brazos ausentes, párpados de cera. Amor que eras mi amor, estas tan lejos

Que tu imagen se vela en los espejos Y está la niebla donde había llamas. Oigo que rondas pero no te veo, Vuelvo a escuchar tu voz, pero no creo. Ya no importa si estás ni si me llamas. 29 Alguna vez, de pronto, me despierto: Un dolor me recorre tenazmente, un dolor que está siempre, agazapado, por saltar, desde adentro. Entonces tengo miedo. Entonces, me doy cuenta que estoy sola frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo lleno de mis imágenes, de rostros polvorientos. Estoy sola, pero siempre estoy sola: Es lo único cierto. El amor era un huésped, la soledad es siempre el compañero que permanece al lado, inconmovible. Lo único seguro, verdadero. Oigo mi corazón, vieja campana que dobla y que golpea, que rebota en las sienes y en la nuca y en la boca y los dedos.

Es cierto, tengo miedo. Miedo de no poder gritar, de pronto, de que ya sea demasiado tarde para un ruego. La costumbre ahoga las palabras y alarga el desencuentro. Ah, tantas cosas quedarán ocultas, perdidas, sin recuerdo, tantas palabras que no fueron dichas, tantos gestos. Unos dirán: Yo sé, la he conocido, fue una ardiente rebelde, se desolló las manos y la vida por defender los que creyó más débiles. Otros dirán: Yo sé, la he conocido, era dura, malévola, avara de ternura, con la boca mostraba su desprecio. Alguien dirá: Y cómo sonreía... Qué importa lo que vendrá después del gran silencio. Claro que tengo miedo. Así, en la madrugada mientras algún dolor -un dolor, siempre- va hincando sus agujas en mi cuerpo, abro las manos en la sombra dulce para atrapar mi soledad, de nuevo, y me quedo a su lado, sin moverme,

con los ojos abiertos la vida detenida. Toda mi sangre es un temor inmenso. 35 Yo le diría, amor, que no me duela con la certeza de tenerme tanto porque yo sé también cómo te pierdes sin un reproche, sin una palabra, a veces, casi, casi con dulzura y de pronto, no estás. y no está nada. Yo le diría, amor, yo le diría que no se sienta fuerte de mi llanto, que la pasión se hunde como arena en el agua; que tenga miedo, amor, como yo tengo de la noche sin alba, de las hojas que aún parecen vivas y ya no tienen savia, de ese momento cuando se atraviesa el borde del espanto, del despertar sin recordar siquiera, del límite entre el muro y la esperanza. Yo le diría que llegará una tarde sin mañana, la tarde en que la lluvia sólo es agua: apenas una cosa entre las cosas.

Y tengo miedo, amor. Y estoy callada. 36 En el agua empozada te apareces. Tu imagen se empecina y el viento la sacude sin borrarla y el rumor de las hojas vuelve a clamar tu nombre, mientras tu rostro surge como máscara sobre todos los rostros de la tierra y tu caricia brota en toda mano. Perfiles desgarrados en el agua tiritan: ¿cómo llamarte ahora, con qué nombre -muerto de toda muerte, sonrisa desterrada, inviolado temblor que se desliza-, si ya no queda nada más que arena? Y nada más que cielo sobre el dormido estanque donde voy rastreando qué queda de tu vida. Y de la mía. ¿Cómo clamar tu réplica perdida, tu lapidado corazón en llamas, tu aventada ceniza, tu amor que no fue entero ni entregado, la no ardida pasión, no devorada, la piel que ya no existe,

el detenido impulso de la sangre y la petrificada melodía de tu voz sin matices? 37 Yo digo: estoy cansada de la lluvia, de la neblina, de la bruma incierta. Quiero volver al sol y estar contigo simplemente, en la arena. Comienzo a odiar el gris, me estorba el humo y sé que la ceniza es harapienta. Quiero mares de añil, y no estos ríos hechos como de lodo y de miseria. cansada de llevar el duelo de todas las penumbras, y las nieblas; quiero un cielo con nubes en retazos y una noche de estrellas. Ah, no sentir temor de ser la llama: no, ni de arder, ni de quemarse en ella. Toda la vida fue un interrogante sin eco ni respuesta, todas las horas fueron lejanías: hoy quiero ser por fin, una presencia.

LLUVIA Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve: siempre el amor me llega con la lluvia. Sobre la calle una llovizna breve y aquí en mi corazón, cómo diluvia... Llueve. Y el agua cae sin relieve sobre las piedras, ávidas de lluvia. Aquí en mi corazón, cómo remueve; aquí en mi corazón, cómo diluvia. Siempre el amor me llega así. Sin ruido, con silencioso paso estremecido: niebla menuda que después diluvia. Siempre el amor me llega así, callado, con silencioso andar desesperado... Y no sé dónde estás. Y esta lluvia

NO AMARSE AHORA, PERO HABER AMADO No amarse ahora, pero haber amado. Y encontrarse otra vez... Recuerdo grave como el de alguna flor de aroma suave que se mustia en un libro ya olvidado. Va surgiendo el recuerdo desvelado: una palabra, un gesto... Es una clave que nadie descifró, que nadie sabe; recinto nuestro, cántico inviolado. Estamos en silencio, frente a frente. Y sin verte, yo sé que me has mirado con no sé qué recuerdo transparente en los ojos lejanos... No has cambiado. Y es dulce estarse así, indolentemente, pero no amarse ya. Haberse amado.

TAL VEZ NO SERÁS NUNCA CÚANDO Y CÓMO Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo quise salvar mi amor, tu amor. El nuestro. Una vez será tarde. Yo presiento esa herida que avanza, ese cierto dolor de no querernos. Cómo decirte ahora: mírame aún, así, trata de verme como soy, duramente. Con mi ternura. Claro, y mis tormentas. Cómo decirte: sálvalo, si quieres y cuídalo. Se te ha ido de las manos, se me va de la sangre y no regresa. Cómo decirte que te quiero menos y que quiero quererte como entonces. Y que entiendas y no te encierres más. Y me dejes creer en ti, de nuevo. Cómo decirte nada. Un día será tarde. Tarde y lejos.

TÚ DUERMES, YA LO SÉ Tú duermes, ya lo sé. Te estoy velando. No importa que estés lejos, que no escuche tu cadencia en la sombra; no importa que no pueda pasar mi mano sobre tu cabeza, tus sienes y tus hombros. Yo estoy velando, siempre. No importa que no pueda acurrucarme para que tú me envuelvas sin saberlo, para que tú me abraces sin sentirlo, para que me retengas mientras yo tiemblo y digo simplemente palabras que no escuchas. Yo puedo estar tan lejos pero sigo velando cuando duermes.

QUIERO ESTAR EN TU SUEÑO Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño. Penetrar más allá de lo que advierte la mirada sutil. Como beleño recorrer, galopar tu sangre inerte. Quiero quebrar con definido empeño toda defensa en ti: muralla, fuerte: y adentrarme, crisálida de ensueño más allá de tu vida y de tu muerte. Más allá de tu piel, y más adentro de toda sombra, y más allá del centro desconocido, virgen, tembloroso... Y estar dentro de ti -seguro puerto- como un paradojal milagro cierto, presentido a la vez que pavoroso.

QUIERO LLEVAR TU SELLO Quiero llevar tu sello, estar marcada como una cosa más entre tus cosas. Que las gentes murmuren: allá pasa, allá va feliz, la señalada, la que lleva en el rostro esa antigua señal de risa y lágrima, la cabellera derramada y viva, toda ella una antorcha y toda llama, musgo de eternidad sobre sus hombros resplandeciendo así, como una lámpara. A mis pies, un rumor de muchedumbre se irá abriendo en canal, como una calle. No me importa que digan: esa mujer que escapa como ráfaga, que no ve fuera de su sangre, nada, que ya no escucha fuera de sus voces, que no despierta sino entre sus brazos, que camina sonriendo; esa mujer que va segando el aire, la boca contra el viento, le pertenece toda como un libro, como el reloj, la pipa o el llavero. Como cualquier objeto imprescindible que es uno mismo a fuerza de ser nuestro. Quiero que todos sepan que te quiero: deja tu mano, amor, sobre mi mano. Sobre mi corazón, deja tu sello.

QUIERO UN AMOR DE TODOS LOS INSTANTES Quiero un amor de todos los instantes, aunque no sea un amor para la vida; quiero un amor con la ansiedad del antes para después del ansia desmedida. Quiero la fe de todos los amantes en este solo amor, ver contenida: tumulto de horizontes trashumantes y luego, claridad de agua dormida. Quiero un amor transfigurado en fuente de todo florecer: fruto y simiente; a tal único amor, mi amor sentencio: aquél de la impaciencia y el latido y la fiebre y el grito y el gemido y el difícil momento del silencio.

UN DÍA TE QUERRÉ Un día te querré... Un día: ¿cuándo? No lo sé, ni me importa, todavía. Tan segura de amarte estoy, un día, que ni anhelo ni busco, voy andando. Mi mano que la espera va ahuecando hoy reposa indolente, blanda y fría. Un día te querrá... Hoy sólo ansía encerrarse en la tuya, descansando. Mi amor sabe aguardar. No es impaciente: su deseo es arroyo, y no torrente que hacia ti, con certeza, sigue andando. Y una tarde cualquiera y diferente me ha de dar a tu amor, serenamente. Un día te amaré: ¿qué importa cuándo?

VOY HACIA TI COMO UNA ROSA VIVA Voy hacia ti como una rosa viva deshojada en distancias y en esperas... No lo sabes aún. Y no aceleras el encuentro en la hora decisiva. Voy hacia ti con precisión altiva y antes que yo -oscuras mensajeras del porvenir- las grises hilanderas van tejiendo la trama fugitiva. Estás en mí. Y no eres el culpable: algo de tu presencia indescifrable me dilata en las venas el latido y se estira en mi piel con grave alarde. Mis pájaros se alargan en la tarde y todo es tan perfecto, que ya ha sido.


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