El horizonte La nave partió sin sirenas ni despedidas, con el agua encendida en una calma sospechosa; sin miradas hacia atrás, sin movimiento, como si fuera un barco de papel tirado por una cuerda. Las olas, desvanecidas; la espuma, sin burbujas, retenían el aliento, de proa a popa; al paso de la mole quebrando la ruta; en el cielo se entrenaban aves picudas volando en “V\", marchaban al horizonte. El gigante parecía un pingüino dormido sobre un colchón de agua de cielo teñido. Zarpó, dejando atrás ese puerto porteño lleno de vicisitudes sabor caramelo; emprendió la ruta a otro anclaje sereno, quizás vecino… tal vez francés, itálico o griego. 52
Soledad cercada por tropezones de recuerdos; sonrisas netas, en imágenes pronunciadas con vivencias cruzadas, banderas galanas y espejos naturalizando cada acto o bosquejo. El acorazado zarpó con destino al horizonte; cambió el traje negro por el acero; los sueños, los juegos, la tormenta por la voraz paz de un porvenir lento, perdiendo en el mar, el hilo de piel que la unía a ese puerto porteño. 53
El molino Las aspas de mi molino siguen girando al revés, acumulan los desatinos de este inmenso querer. El campo de girasoles, ha perdido su color, parece paisaje de invierno donde el frío tornó a dolor. El reloj se desvanece; la luna, su escenario asumió; el río agotó su cauce y el viento, desapareció. Lloran las aves del cielo, buscan ocultarse del sol, picotean sus alas hasta arrancarlas; volar, su rendición. Corren témpanos por mis venas, cruje el corazón dentro mío, como cristal dolido, como daga con extremo filo. Derrama el mar su contenido en mi campo petrificado; las aspas de este molino, hace tiempo se han quebrado. 54
Ella lloró Ella lloró al escuchar las razones que él esgrimía ayer, hoy y mañana. Se enfureció por quejarse de esas fantasías y palabras, de las imágenes, del reloj parado, del corazón desperdiciado que los separa. Ella lloró porque sabe que hay amor, entre esas almas, y no es suficiente callar. Falta vibrar, sentir, mirar… amanecer sobre su pecho; no solo como condición para llegar al cuerpo, sino para demostrar que no es todo sexo, cuando el amor está despierto sobre el abrazo perfecto. Ella lloró porque se puso en su piel y en su alma. Ella quebró, con su dolor, toda la estancia; sin saber cómo acercar a esos, que hoy no tienen un céntimo, ni una migaja para amalgamar esas vidas que los encarcelan en mundos separados. 55
Era Era el estuario de mis sentidos, aquello que me animaba y revitalizaba mi vuelo; era el despojo de los miedos. La incertidumbre de una noche entre la soledad y los recuerdos. Era estanque de agua clara, la perpetuidad de las manos alzadas, tocando el cielo; era la luna, destellando estrellas; la luz de mi alma reflejada en su mirada, paz concentrada; inmensidad entre sus brazos. Era mucho más que eso… era un mundo de fantasías concretadas, la voz tersa, el oído dispuesto, el consejo certero, arremetiendo con el corazón abierto. Hoy solo tengo el recuerdo de tiempos muy bellos, de sensaciones esquivas que quitaron vendajes; alucinar momentos de euforia… concretados. El recorrido de su perfume, atormentando mi olfato, las estrellas bailando en el despeinado tacto de sus manos. 56
Si las paredes contaran lo que quedó plasmado… Si el espejo hablara de sus visiones… Si los tiempos giraran en reversa… Si el café se volcara sobre la mesa… Eran tiempos perfectos. Momentos completos, espacios abiertos. Era jazmines y saxos; era un planeta aparte. La ilusión de ser, de pertenecer, de vivir plenamente siendo de él. 57
Esas palabras Esas palabras que se dicen y desdicen, a la vez; estas hojas escritas, testimonios del presente y del ayer. Borrar fotos del pasado, como si los recuerdos, también, se fueran en ese acto… Cambiar muebles, colores, estados; como si no hubiera un rincón guardado… regresando. Siempre queda algún manchón, alguna grieta o canción que llevará ese nombre, con el pañuelo flameando un adiós. La palabra, tenía significado; lo escrito, una declaración jurada; lo vivido, estancias florecidas; el presente… un trago amargo. La cuarentena acomoda todo… ¡y digo que NO…! Es negar que hubo un octubre raro, un noviembre, indómito; un diciembre tenebroso… un enero ausente y un febrero… no alcanzado. 58
Hay relatos que refutan las palabras que hoy expreso; hay ausencias bien marcadas; y el dolor, atravesando los huesos; mientras el agua se seca, surcando de salitre las mejillas; hasta besar estos labios, ingresan en las entrañas revueltas. Esas palabras que se dicen… esos mares de soledades cubiertos; este invierno lleno de escarcha y primavera, que regresó, sin abrazos a la espera. El cielo aclaró, humillando; las estrellas, se borraron sin disimulo; de espaldas, el sol brilla burlón; y la luna… la luna atónita con insomnio estivo, va borrando cuadro por cuadro con un paño clorado, cada rincón en el que aún retumba el sonido de su voz. 59
Esperando Le está costando la luna, el verde, el sol. La lluvia, con el tintineo constante en una noche carbón. Un espejo de agua sobre el asfalto lavado. Una madre en la ventana, esperando que un abrazo la llene de motivación. Ha visto los ocasos, sobre su techo plomizo o algún balcón desprovisto de amparo, donde los paraísos están desnudos de floración. Ha mirado terrazas lúgubres, sin pasión; en cada bocanada de aire, reveló su dolor. Ha visto desvanecer pétalos de una flor; ha quedado pensando cuando verá nuevamente al sol. Las mañanas están sin rocío y la noche, sin el brillo de una ilusión. Sus ojos, tiesos… solo mirando el fogón. 60
Espía del silencio Frases atravesadas en mi pecho; corazón desubicado, dentro de este montón de huesos que intentan equilibrar mi estructura, saltando frente a un estómago, fuente de una maratón de retumbes y zarandas. Los ruidos del exterior, sobresaltan el viaje a los sueños; chismosos de estos ojos que no cierran en la plenitud de la noche. El mínimo detalle, sobresalta, y, cada pensamiento, es un cúmulo de oleajes y tormentas, en pleno maremoto in crescendo. Todo es tortura y silencio. Aunque… los ojos están ahí, en movimiento; extrañando los paisajes recorridos, escuchando… la muda sensación del olvido. Risas que se agolpan y espían, balconeando sentimientos; señalando con el dedo acusador y filoso, el “…yo te lo dije…”, como estandarte de verdades; y una bandera blanca, orgullosa, flameando, en lo alto y en el aire. 61
Exilio ¡Si mi amor! Todos los días, con cada pensamiento, en cada despertar; en cada noche, cuando el silencio aprieta, te abrazo en mis versos. En esas palabras sueltas que intentan relacionarse y llegar a tu pecho; en este desarraigo de estímulos que responden con aguaceros. Pero no vuelves a mí hecho aurora, con un beso dulzón como los de antes, ¿recuerdas?, donde despertar no se concebía sin tu ¡Buen día, buen día, buen día! En este exilio, sólo estamos tu recuerdo y mi alma; rememorando un tiempo pasado, único. Esperar aun, algún abrazo furtivo, de vez en cuando, para que nuestro volcán estalle en latigazos de fuego latiendo. En el beso robado, al paso; en el despertar de labios agrietados por la espera. 62
En este tiempo, donde ya casi, nos abraza noviembre y un año nuevo; donde aquel, que se ha acercado, ha huido… sabiendo que no podrá desbancar este amor que ha anidado en mi corazón sin latido. Soy quien pone barreras, murallas y abismos; soy la que sigue construyendo escaleras al paraíso. Soy la que te abrirá la puerta, de par en par, allí, en ese eterno mundo de sueños que vendrán más allá de esta vida. 63
Hasta que la tormenta calle Quizás, fueron las tormentas de verano; esas que acompañó la luna sangre o las estrellas, cuando aun estaban dormitando. Tal vez, haya sido el crujir del otoño despertando; o el invierno intransigente que abrió esos paisajes cálidos dónde nos enredamos. Es posible que haya sido el abandono, la soledad, el distanciamiento social; o la necesidad de hablar y ser escuchados. Vericuetos que no entenderemos hasta que no pase este tiempo irracional que nos mantiene tiesos, sin aires ni esperanzas. Mañana volveremos a reír en libertad, y con capacidades diferentes para contemplar. Sólo hasta que la tormenta calle, es mejor seguir diciendo que no. 64
Hasta que sea tiempo Enmudeció. Enmudeció el silencio, lo atrapó con una timidez que abrumó, hasta se ocultó detrás de los matorrales donde no llegaba el sol. Se cegó. Se cegó con la ausencia de esas calles que no transitó. Se enlodó el calzado para quedar atrapado y no perecer tras sus pasos. Y cayó. Cayó en la ciénaga perenne de su incomprensión; los colores desvanecidos de la ilusión, no cesaban de rasguñar. Tropezó. Tropezó con raíces bravías, que se arraigaban feroces al piso inmóvil; corazón ardiente y enjaulado, partido en mil pedazos. Enmudeció, se cegó y cayó. Tropezó infértil, a la vista; latente en su fondo… con ganas de adormecer el tiempo… hasta que sea tiempo. 65
Historias para contar Existe una brisa clandestina que sopla firme ocasionando que cierre mis ojos, mientras huelo jazmines y maderas estacionadas como el sentimiento que llevo debajo de mis harapos. Hay una historia sin fin, de aromas y pinceladas atrapadas bajo las capas inexorablemente curtidas de cuentos de hadas y de infiernos. Vividos y los que restan. Tiempos cumplidos y cuesta arriba de sueños que están por explotar. Sin vientos a favor; zigzagueando entre tornados que atraviesan la ruta que hay por explorar. La brisa, seca los labios pero no calma la sed; entre corta la respiración pero no ahoga; solo hace pausas para amordazar y no dejar pensar. Un clic, de vez en cuando que nos revuelca en un pantano de arenas movedizas donde no sabemos cómo escapar. Pero siempre hay un respiro de la brisa para tomar aire; 66
ese ínfimo segundo que se distrae, es el que aprovecho para impulsar mis fuerzas y aferrarme. Asir esa rama que parece débil y quebradiza… totalmente inestable pero hace de motor para avanzar con mis manos y ese ímpetu que no entiendo de donde saco. Ese estrepitoso segundo de distracción es la que tomo de ella y hago propio su viento arremetiendo para ser yo quien tenga más historias para contar. 67
Ilusión de mar Trova el silencio en la garganta de algún jilguero; callan las musas esquivas, por lo que siento; veo ese árbol quebrado, carente de savia, en sus adentros. Ruge el mar, sudoroso de espinas; lame el pincel, en su cielo, pinceladas etéreas, mezquinas, de nubes blanquecinas, sobre el naciente día, despidiendo a la luna que un bostezo destila. Huellas de algunos pies que han estado esperando; quizás fue él… con su red completa de ilusiones. Tal vez… era ella, que volvió por él, posando su cuerpo de escamas sobre la blanca arena, en aquel amanecer radiante que cultiva emociones. Mientras tanto, la arena, derrite el sollozo cristalino de las olas que la besan, 68
desenfrenadas, amorfas, burbujeando espuma con siluetas salinas, retornando sus restos, a los brazos sangrientos de su mar que golpea, que arremete, que instiga. Trova el silencio en la garganta la ilusión de un mar que espera. Canta furioso, destellos al viento, con el repiqueteo constante de un corazón somnoliento. 69
Insinuación Se acercó de manera sigilosa por su espalda, luego de haber puesto música que invitaba a bailar; susurro unas palabras por su lado izquierdo y ella, una sonrisa comenzó a esbozar. ¿Será que, en ese murmullo, promulgó una provocación? Con apenas 30 otoños, supo entender su humor; sin importar el redoble de veranos que ella llevaba dentro de su bolso marrón. Ella supo confundir su mirada; él, observaba su paso y su bamboleo; su botón desabrochado hasta sus senos y los jean ajustados color caramelo. Ella, con sonrojadas mejillas y la razón; tomó su tez entre sus manos y con un beso en los labios, le pidió perdón; luego… simplemente partió. 70
Jazmines del alma El universo se abre manifestando el fluir de la benevolencia. Es una vuelta de página, un escribir en una hoja en blanco. Se siente el dulce aroma y envolvente de jazmines; el calor hace mella en la tierra pero ellos, están ahí, firmes, turgentes, emanando su perfume. ¡No se rinden! ¡No me rindo! Y esas lágrimas, derramadas desde el alma, son las mismas que se afianzan gritando que no claudique, que tenga fuerzas, que hay caminos nuevos para descubrir. Porque soy arquitecto de mi vida, decorador de mis sueños, escribiente de mis emociones, hacedor de mis acciones. ¡No me rindo! Consolido mis pensamientos y me armo. Respiro y analizo cada uno de mis actos. Interpreto las señales, sin bajar las defensas ni la mirada. 71
Hay muchas alternativas convertidos en planes de acciones, listas de tareas de sueños por cumplir de tildes para marcar, en esa nueva hoja en blanco que está en frente de ti o de mí. ¡No me rindo! ¡Y te pido que no te rindas! 72
Juegos de seducción Déjame que te diga hacia dónde vuelan mis pensamientos: niño grande, en un cuerpo de señor imponente, escondido tras los escudos que nos impusimos hace tiempo; que prefiere dejar escapar, sutilmente, alguna inspiración que le despierto. Soy esa mujer que quiere mucho, que se deja abrazar y lo escucha; que respeta aunque, de vez en cuando, le envía mensajes seductores con propuestas consecuentes; donde el juego de palabras se sube un tobogán de deseos que caen por aquello que debiera ser correcto. En otros momentos, se impulsan en vuelo y seducen abiertamente. Soy esa pisciana que se deja conquistar con detalles de cariño; con la voz pausada y melódica de un escorpiano atípico; que, claramente, ve la distancia que los separan; que lo deja ser y se muestra tal cual es, con las cartas sobre la mesa. No somos aquel ferviente amor que atrapó nuestras almas; 73
posiblemente, por ello, hacemos un cuarto de giro y no podemos dar la espalda al tiempo. Somos un hoy inmediato; somos la furia de un ayer demasiado cargado y un futuro sin futuro decretado de antemano. Somos todo lo que no nos atrevemos a decir; la resistencia a la hora de escribir páginas nuevas por miedo a lastimar almas. Somos el borrador de capítulos que deseamos esconder; somos la cobardía de hacer frente otra realidad por haber muerto solos en el bosque de los sentimientos. Somos la evasiva de buscar el canto rodado para jugar a la payana; dejando las piedras en nuestras manos por temor a lanzarlas y no saber recogerlas a tiempo; somos pavura a convertirnos en ruleta rusa; somos ciegos e indefensos ante el juego de As que tenemos en el cruce de miradas. 74
La barca Esa barca que encalló en esa playa ilusoria, quedó nevada la melancolía que desataron nuestros labios. De espalda al ocaso de esos días, en el infierno movedizo de mis pasos, se cuela, dócil, una estrella, disolviendo la salitre de mi mar. Sucede tan a menudo que se trepan como enredadera, los hilos deshilachados de mi alma, acrecentando la ausencia. Sombras que arremolinan, como mentores de ácido, van quemando la madera hoyan, a fondo, el espacio. Ya no quedan maderos para balsas; tampoco para remos de abrazos; no hay piso firme que sostenga, el polvo que el viento va soplando. 75
La escalera Siempre pensé que mi lugar de la casa, era la cocina; nunca me tomé el tiempo de descubrir nuevos lugares. Con este encierro anormal, al cual nos sometemos, me di cuenta que, cuando quiero estar sola, el mejor lugar es el descanso de la escalera, justo donde se une con la terraza. Aquí el sol quema, te llena de silencios y abre la mente; al mismo tiempo, que tengo la visión de los patios vecinos; de la misma terraza, con su membrana plata; las perras al sol y la copa del jazmín del Paraguay que se resiste a morir, luego de mis podas inhumanas; sigue erguido con sus verdes hojas, algunas alimonadas. Los ruidos de la calle y el canturrear de los loros, en los árboles, entremezclado con la música de alguna casa, el viento me las alcanza. Pienso, recuerdo, analizó… 76
Sobrevivo; llorando algunas veces, por la angustia de todo lo que ha llegado sin pedirlo. No me atrevo a gritar…pero lo haría. Descargaría mi masa pulmonar hasta hacerla estallar de los alaridos que mi cuerpo encierra. Quiero escribir y contar lo que está pasando… y no me atrevo. Quizás, tratando de que el tiempo retroceda y esto… no esté sucediendo. Me duele el alma por la injusticia, el desamor, la soledad, sin la contención de brazos que te sostengan. El sol enciende mi tez, mis piernas, pero no mi interior; siento que soy una roca desgranándose con el paso del tiempo o de las circunstancias. Deseo sonreír y no me sale. El dolor me atraviesa como daga envenenada; y la escalera, hoy, es la única estructura que me banca, que me da serenidad en este mediodía sin voces ni palabras… más de la que estoy escribiendo. 77
La Luna Susurra el silencio de mi voz dormida; cuando tu recuerdo se acerca a mí. Me habla la noche, cuando estoy en calma; me cuenta historias referidas a ti y en esas noches, la luna se muestra, se agranda, te sueña, te abraza como si estuvieras aquí. 78
La sombra Soy la sombra de lo que fui ayer. Giro tras giro, buscándome; muto mi piel en cuero ajado; mirada ácida, descreída; palabras austeras, deslucidas. Pisada corta, audaz, indolente; manos vacías en reversa, negándose, en continuo movimiento, al ardor que ya no siento. El brillo lastima, agoniza, en el tumulto irreverente de un cielo siniestro que invade la puerta sellada que no llama. Las manos flaquean, no cuentan; los ojos oscuros que se callan; el cuerpo inmóvil, casi inerte, desde ese último amanecer que tuve vida. 79
Libélulas en la estación Volaban desprejuiciadas por el andén cuatro del tren; en ellas, me vi reflejada cuando me preparo para él. Sus alas encendidas, eran mis brazos; y su revolotear, gracioso, ondulante, mis pasos. Oro puro, en mi mirada, al observarlas; rojo furioso en mi pecho enamorado. Vestían dorado cobrizo porque así, el sol, lo quiso; Zigzagueaban la ruta con audaz dominio de su brillo. Las vi y me trajeron su imagen, con la voracidad de su figura; con el desparpajo de sus pasos, cuando arremete a tomarme entre sus brazos. 80
Lluvia, donde estés Se están mojando los sueños de una jornada encantada; diluvia en la ciudad… pensar que ayer, parecía encantada. Se perdió el olor fresco a tierra recién mojada; se levantó la humedad como humo que se apaga. Y con el correr de las horas, la emoción me arrebata, algún suspiro perdido con esta lluvia que canta. ¿Será que la tormenta nos quitará la sed, fundiendo algunas gotas con granos de café? ¿Será que tu recuerdo que es como rocío de miel, se esparce en mi boca, endulzando todo mi ser? ¿O esos sueños que tuve cuando el agua se hizo ver, fue la emoción de a par, abrazándonos la piel? Aunque tengo bien en claro que la magia no culmina 81
por subliminales tormentas de una vida finita. Dónde estés, amado mío, una gota de esta lluvia, será mi alma desnuda que acaricia tu ternura. Dónde estés, en estos momentos, seguro que estas sonriendo, porque sabes que te pienso desde el amanecer hasta la luna. 82
Mejor escapar Mejor no hablar. Mejor acallar los gritos del cuerpo en soledad; mejor taparse los ojos y no ver lo que está sucediendo. Mejor entristecer y guardar dentro de sí, esos sentimientos que rompen barreras, que patean estructuras que creías fijas pero son de arena; mejor morir en el silencio… Mejor sólo contarle al cielo todo lo que llevas dentro; sólo a Dios, sólo a él que conoce tus recovecos. Que la inercia camine pasos de ausencias, empaquetando con doble nudo los recuerdos y las ansias de estar en los brazos que desean igual que los tuyos. Quédate con la sombra de lo que hubiera sido; con ese proceder obtuso que te acapara. Quédate en el patio, entre tus plantas, mirando las aves que de tus manos, se escapan. 83
Melancolía de no ser Se desmoronó mi puente de melancolía quedando un bagaje de nudos secos dentro de mi existir. Desilusión absurda la llamaría; estímulo sincero de mi afluente vacío, deseando con estrepitosa ganas no amarlo más. ¿Le dolerá lo que siento? ¿Sera recíproco mi falta de aliento? No puedo odiar sin motivos, ni insultar tantos huecos completos con su compañía. No puedo reír con la sencillez que lo hacía; ni pedirle a mis ojos que no crezcan como río. Solo recuerdos bonitos; momentos de impacto e intenciones logradas en tiempo certero. Reciclar el aire y los vapores; abrillantar mi cielo, con luces de colores. Quien sabe de él, lo quiere por mi visión; quien lo ha visto, se alegra con mi pasión. Quien me conoce, lo perdona por mi justificación. Fue un átomo de delirio en mi mundo gris; fue verde esperanza en los días que viví. Fui castañuelas entre sus brazos; fui abanico en su descanso. Melancolía llaman a este sentir; susurros del alma que se exhalan, atravesando espadas de hiel y verdad. Fui tantas cosas y nada más. Fui tantas cosas que hoy, ya no soy más. 84
Mi remedio Duele tanto silencio y las palabras magras, el mudo contenido del corazón, la respiración cortada, la mirada altiva, la falta de mirada. Pesan las piernas al caminar ausente; La monótona agonía del bullicio que se fue; la música que no suena, el color de la verbena, la luz que cae de pleno y la que falta. La serenidad del tiempo que camina a cuenta gotas; las descoloridas alas de esa mariposa que todas las tardes, visitaba las clivias naranjas. El ceniza del paredón, el rojo óxido de la glorieta; la luna que ya no refleja y las ansias que me consumen. Duele el encierro, estar lejos, el olor añejo del dolor; el síntoma del recuerdo atravesando los huesos; el hoy que está tan tieso, el mañana que no imagino 85
El ayer condenado de bríos, de risas, de miradas. Las imágenes camufladas, de caricias que se usaban como bandera blanca de rendición, de estupefacta albricia que titilaba. Y he asumido que eras mi remedio, mi pedido al cielo, el regocijo de mis desvelos, mis pasos de madrugada, mi compañero de ruta en mis caminatas al trabajo; mis pensamientos, mis aventuras, mi aguja e hilo porque hoy no concibo ejecutar ni una puntada. Mi remedio, mi cura, mi salvación; mi tormenta, mi respiro, mi suspirar: Mi brillo y ardor; mi lado oscuro, mi karma y mi propio perdón. 86
Murallas de esperanza ¡Acallad el quejido del corazón aullando, por favor! Con una mano extendida, un abrazo ansiado, contendrás el ruido de un cuerpo gritando, para apaciguar el dolor de ese humor que va pululando. Quizás en las palabras, en el tiempo compartido; rememorando esos momentos, que nos han dejado completos de gestos risueños, en el ayer. Sostener la mirada y la voz de esperanza; acompañar cada paso con el megáfono prendido. La Fe será el suspiro sostenido, ansiando un tiempo bueno que está en nuestro camino. Decretar, no bajar los brazos, respirar voluntad de pelear con todas las armas que encontremos, que ninguna fiera te envenena si le sostiene la mirada, más que ella. 87
Suavizar los quejidos hambrientos de las voces que pretenden elevarse, desluciendo esas imágenes buenas que algún día concebimos; decretemos resistencia, fuerza, fe, voluntad. Un puente con nuestras manos unidas, con la vista fija en derrocar al enemigo, con murallas de amor y perseverancia, juntos vamos a salir de esta y de todas aquellas, donde nos quieran avasallar. 88
No es fácil Despreocupados actos que nacen con la inercia sostenida entre hilos muy finos. Caminares perdidos en el alucinante paso de los días sin bríos. Ritmo torpe de los latidos ante cualquier estímulo; sólo la escala musical se hace eco de mi corazón liberando excitación por los recuerdos. No es fácil. No, no lo es. Es intenso el saber que el reloj, no va a interceder. Ni las ganas ni el mismo amor que proceso en la tempestad de mis días; mucho menos la razón. Cambio climático demasiado brusco. Llegando el invierno en horas. Desaparecieron las amapolas carmines de mi pizarra. Llegó un tifón de bofetadas, de tizas húmedas que escriben despertando la humanidad que me habita, descontrolada. 89
No es fácil. No, no lo es. La piel se resquebraja por la impotencia de retrotraer las fuerzas para no ceder. La escritura hace mella, charcos, abismos con huellas en grados exponenciales, de un sentir con demasiada sed. Las palabras juegan distorsionadas; Los silencios gritan, no avalan mi realidad. El verano se fue hace 95 días o 120 o… quizás, sin darme cuenta, ya fueron 176, o 300... ya no lo sé. No es fácil. No, no lo es. Humedad que derrite las retinas, escalofríos proyectados en sombras vivientes y refulgentes; con memorias activas y sinceras que me mecen y esperan sentir el perfume de su piel, o el sabor mentolado de los besos; el sonido de su voz, en el auricular mudo del teléfono… estremeciéndome. Y me pierdo, en el crepuscular velo de la noche, en el esperar que el amanecer, 90
que se despierte con una sonrisa; en el aullido de los animales, a lo lejos; en el frío… que atraviesa mi cuerpo, en la misma sombra del aire que me falta, hasta en la manta, que intenta dar saciedad a mi temblor sin lograrlo… No es fácil. Lo intento a diario. Pero no, no lo es. No es fácil. No… no lo es. 91
Nos parecemos Por momentos… me parezco a él. Imagen apacible, letárgicamente calma, cuando en realidad, me habitan remolinos y ondanadas espesas en estado de ebullición. El sonido repetitivo de su voz, golpeándome los oídos, hablan de aires oxigenados que te envuelven, te giran, te hacen bailar y pensar hasta estremecerte y creerte un grano de lenteja que en su propia agua, se agranda, se enaltece salando tu manto de piel. La frialdad de su cuerpo que shockea y empuja como bofetada, te hace reaccionar; la bruma, en el amanecer, con sus minúsculas partículas, hacen cosquillas sobre todo tu ser. Su olor… dónde quedo presa de momentos vividos en el ayer, es el trono preferido para tomar decisiones y disfrutar del aire puro 92
que inspira y revela. La fiereza de tu fuerza que no permite que quite mis ojos de él, siguiendo cada una de las excelsas formas de su bailotear. La espuma, dibujando siluetas sobre la humedad marrón amarillento de su suelo, dejando aureolas de agónica melancolía. Y esas olas enojadas, arremetiendo y estrellando su enojo contra paredes rocosas, quizás gritándoles por interponerse en su paso; esas mismas rocas que, junto al sol, en el comienzo de algún verano pasado, hicieron de lecho acunándome entre sueños, por un rato, transformándome en camarón. Su textura, su sabor, su potencia, su frescura; su indescriptible inmensidad, que airea y golpea mi pecho con puño cerrado, para hacer que reaccione, que analice, 93
que grite y patee hasta dibujar una huella, o montoncitos sueltos de arena húmeda hasta esperar que una nueva ola, los remueva, los absorba para volver a comenzar, colocando el contador en cero, dando vuelta el reloj de arena, sincronizando nuevos tiempos para arremeter. 94
Otras latitudes Hace rato que hablamos en latitudes distintas, como si lo hiciéramos en otros idiomas y cada palabra, cumple el rol de estalactita que te penetra como sopor hiriente. Desde la banalidad, se ha transformado en un escenario donde el fuego se apagó por un baldazo de arena húmeda, donde el terreno no acepta las semillas germinadas y la seca de raíz. Reconstruirse nuevamente. Si, una vez más, donde la soledad te haga compañía tomando café que no humea y aconseja cuál es el paso que se debe caminar. Hoy, sólo veo las cenizas de una madera que se incendió con la llama de nuestras miradas; y se expanden como partículas en el aire hacia otros horizontes. Reconstruirse cabo a cabo; avanzar con los requechos de una mochila despedazada, con una visión distinta, quizás más austera, menos confiada; más dura, menos dúctil; menos permisiva; más hielo… como esas estalactitas que nos atraviesan hace rato. 95
Después de esto, ¿será el verde tan vital o el rojo tan sensorial? Quizás el amarillo torne a tono suave o deprimido y no, esa espada en el horizonte abriendo las mañanas. Tal vez las noches tomen otro sentido y haya menos insomnios, menos ruidos, si la luna no se asoma y no habla con otras galaxias; quizás, en el cielo, las estrellas pasen a ser puntos amorfos sin intermitencias sostenidas. Podrá ser todo o nada; podrán existir nuevos aires o nevadas; manos extendidas de otros brazos o palabras suaves de otra boca, que inciten o evadan esas huellas que quedaron en el plano de la desilusión y el olvido. Otras latitudes en un contexto distinto, sin luces efusivas ni insomnios que pinten en las noches; otros silencios, nuevas tramas, que nadie sostendrá; quizás lagos para transitar o nuevos mares para navegar. Sin postales para recordar; sin quimeras que planear. Otra realidad. 96
Palabras de amor Ellas sacudían todo mi ser, desde mi sien hasta los pies. Ellas bailoteaban sin parar con su voz tan gutural. Desprendía mariposas que se estremecían con su miel, hasta vociferar a viva voz, cantos de libertad. Se relajaban en chocolate amargo, viajando en el espacio, llevadas por la magia de su voz. Ellas susurraban aletargando el miedo y apurando el abrazo que anhelaba. Eran una suelta de globos; eran serpentinas y silbatos. Eran una fiesta con orquesta. La inmensidad eran sus ojos, el valle, el mar, mi cielo; el amanecer y el ocaso. Eran ellas las que entonaban un tango en algún bandoneón resquebrajado. Eran la sonrisa perpetua, el testimonio mejor firmado. Eran… palabras de amor, es amor que sigue el aire quebrando. 97
Parece que fue ayer Parece que fue ayer donde elegía los textos de mi autoría; que corregía los signos de puntuación y esas palabras donde te revivía. Parece que fue ayer que plasmaba mi alma en cada verso, afirmando que nada fue cuento todo aquello que pintaba. Parece que fue ayer que las libélulas tomaban vuelo, colocándose el sombrero de esta impaciente pasión que me allanaba. Parece que pincelar las emociones con cascadas de identidad, con coplas ofuscadas de un terremoto, era la única salida para calmar mi tormenta. Parece que fue ayer que superaba los obstáculos impuestos por la vida, y hoy, se eleva en el éter de recuerdos que no pretendo ni quiero aplacar. 98
Quebranto Tan perdida en el insomnio de tus ojos; tan amada en el infierno de tus manos, que evocó tu figura a cada paso; y me parto en mil pedazos en tu distancia. Tan ahogada que resisto en este oleaje, esperando verte en el atardecer de algún paisaje; los recuerdos tan presentes, no me dejan soltarte; tú tampoco quieres de mi lado, esfumarte. Y en este juego macabro en donde estamos inmersos, solo sé que me muero por tus besos; que tus manos jugueteen en mi cuerpo entero; que las mías acompañen ese momento. Como puedo convencer de lo que itero, con una afirmación que con actos, no sostengo; cuando leo y releo tus palabras; cuando aún tu respiración está en mi pecho. 99
Como puedo afirmar con voz tajante, que está decisión es definitiva; si al decirlo se me desata el llanto, que hasta mi cuerpo solicitó cambiar de estado. Te pienso de todas las formas, desde el alba hasta el ocaso de la luna; si pidieras lo que sea, yo lo haría, sin importar donde quedan mis partículas. Y en este juego macabro en donde estamos inmersos, solo sé que me muero por tus besos; que tus manos jugueteen en mi cuerpo entero; que las mías acompañen ese momento. 100
Seremos eternos Amerita guardar cada recuerdo con cadenas elaboradas de caricias, besos y risas, dentro de un espacio enloquecido y trasnochado de mi cerebro. Cada luna que respiro, cada viento que he recibido, cada cosmos imaginado, cada lluvia o tempestad que detuvo los pasos, hacia ese océano de locura, de vida y paseos infinitos por nuestro cielo. Es plausible, recordarte dentro de mí por el resto de mi vida, de mi resignación. Este AMOR cumple con todos los requisitos de la misma eternidad. Aunque el tiempo nos haga olvidar o nuestras mentes se desvanezca en los orígenes de la realidad, sé que nuestras almas, finalmente, se van a encontrar. Naceremos nuevamente con una misma voluntad, nos miraremos 101
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