La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMAL Fue ya a comienzos de la década de los años setenta que un grupode intelectuales por encargo del Club de Roma (Meadows, Meadows,Randers, Behrens, 1972) propuso en un análisis que existen límitespara el crecimiento económico. Al observar la situación de variaseconomías de países industrializados que se encuentran en situaciónde estancamiento, se puede afirmar que lo predicho hace poco más de40 años tenía ya sentido. El crecimiento depende de la disponibilidadde recursos naturales y estos son limitados; a su vez, existen límitesprácticos para la utilización de las fuentes energéticas que han movidohistóricamente nuestras economías, como también, existe un límite enel planeta para absorber nuestros desechos y accidentes industriales. En la actualidad, para gran parte de la población, la cotidiani-dad depende de la disponibilidad energética. Casi todo lo que hace-mos está basado en la disponibilidad del recurso energético existente.Nuestras economías están configuradas a partir del suministro energé-tico y en gran medida de la disponibilidad de petróleo. Muchas veces,en nuestra vida diaria contemporánea nos cuesta apreciar con claridadcuánto dependemos de la disponibilidad de energía. Para imaginarcómo sería nuestro día a día sin los combustibles fósiles resulta ilus-trativo reflexionar acerca de, por ejemplo, cómo sería si tuviésemosque empujar nosotros mismos el vehículo que nos traslada cuando seacaba el combustible, o cómo haríamos para mantener nuestras bebi-das frías en días de verano, o cuánto tardaríamos en llegar a visitar anuestras familias y amigos que viven en otras ciudades o países si esque no pudiesen volar los aviones, o correr los ferrocarriles y busetasproducto de la escasez de combustible. O, más simple aún, cómo noscomunicaríamos con nuestros seres queridos si no hubiese energía parahacer funcionar los teléfonos y las computadoras. Sin energía pocascosas suceden. La energía es un prerrequisito para casi cualquier ac-tividad hoy en nuestras vidas. Luego, es un hecho que el aspecto de la disponibilidad energéticanos ayuda a comprender de manera fundamental nuestra trayectoriapasada, entonces, es sensato pensar que este mismo aspecto tambiéndebe ser una variable clave cuando reflexionamos acerca del rumbo 153
Clima y energíasque nuestro sistema socioeconómico lleva y también sobre la trayecto-ria que quisiéramos darle.Realidad energética actual y nuestra problemáticadependencia de los combustibles fósilesEn nuestros días, el petróleo es la piedra angular y mayor fuente decombustible de nuestros sistemas energéticos y por ende económicos:mueve cerca del cien por ciento del transporte global –siendo claveesto para el comercio–, del mismo modo mueve el sector agrícola quealimenta a la población del planeta y también de este recurso se ob-tienen una enorme cantidad de químicos y materiales industriales. Sucondición líquida, así como la de sus derivados como la gasolina y eljet fuel, lo hacen fácilmente almacenable y refuerzan su confiablidad,disponibilidad y facilidad de transporte, situándolo por encima decualquier otra fuente energética conocida. La energía contenida en unbarril de petróleo, equivalente a 159 litros, no tiene rival en el carbón oel gas natural y, en términos energéticos, es equivalente a 25 000 horasde trabajo humano. De este modo, cuando se analizan las cifras de descubrimientode nuevas reservas de crudo convencional con viabilidad técnica yeconómica de explotación, se observa que estas vienen hace ya variosaños en descenso. Similarmente, la producción de petróleo en el pla-neta habría llegado a su cenit durante 2005/2006 como lo sentencióla Agencia Internacional de Energía en 2010, generándose a partirde ahí un plateau en la producción de petróleo convencional. Cierta-mente, en las últimas décadas ha habido una revolución en la extrac-ción de reservas no convencionales de petróleo, aquellas contenidasen formaciones geológicas conocidas como esquitsto,3 esto gracias aavances tecnológicos para horadar este tipo de rocas, como son la per-foración horizontal y la fractura hidráulica (este última técnica cono-cida en ingles como fracking). No obstante, los recursos requeridos para la explotación de esetipo de reservas son significativamente superiores que los requeridos3 Conocido en ingles como tight.154
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMALpara extraer el crudo convencional,4 por lo cual los costos de extrac-ción y el precio internacional de los commodities energéticos son fac-tores clave para entender la disponibilidad de energía. Adicional a loanterior, la extracción de reservas no convencionales de combustiblesfósiles (crudo y gas principalmente) conlleva mayores riesgos medio-ambientales, puesto que la extracción del recurso se hace cada vezmás compleja y, por ende, costosa. En este sentido, la extracción decombustibles fósiles mediante fracking desde formaciones geológicasde esquisto requiere la implementación de infraestructura y procesosindustriales intensos en el consumo de agua, cemento, como tambiéngran extensión de tuberías. El agua utilizada en el proceso de fracturahidráulica es mezclada con químicos, lo cual plantea la problemáticarespecto de qué hacer con los residuos industriales líquidos de esteproceso sin originar daños en el medioambiente (Rudnick, Cortés,Salamunic y Dattas, 2011) (tabla 1). Luego, si bien hay regiones del planeta y países con importantesreservas de combustibles fósiles no convencionales como las reservas enformaciones geológicas de esquisto, vale la pena preguntarse qué sen-tido tiene extraer este tipo de hidrocarburos conociendo los enormesimpactos medioambientales locales de sus tecnologías de extracción. Yde un modo más ideológico y moralmente imperativo, qué sentido tieneseguir erigiendo nuestros sistemas energéticos y socioeconómicos conbase en un recurso que sabemos es finito y tarde o temprano, en 50 o100 años, estará agotado. En este contexto, la drástica baja en el precio del petróleo du-rante la segunda mitad de 2014 no hace más que delatar los signos delagotamiento de este recurso. Ya en diciembre de 2014, medios especiali-zados reportaban que el boom en la explotación de reservas de esquistono duraría lo suficiente, esto debido a que la vida productiva de estetipo de pozos es relativamente corta, lo cual obliga a que nuevos pozossean perforados para mantener el nivel de producción, con los respec-tivos costos de exploración y perforación que ello significa, lo cual hace4 Es fundamental hacer notar que las definiciones de ‘reserva convencional’ o ‘reserva no convencional’ son meras clasificaciones inventadas por el ser humano. 155
Clima y energíasTabla 1. Experiencias de explotación de esquistos en Estados Unidos Estados Unidos fue el país pionero en materia de investigación acerca de la extracción rent- able de este tipo de formaciones geológicas. A mediados de la década de los años setenta, el Departamento de Energía de ese país realizó una serie de convenios con empresas privadas para el desarrollo de tecnologías para la extracción de combustible fósil desde este tipo de reservas no convencionales, lo cual permitió que entre 1980 y 1990 compañías privadas ya estuviesen en condiciones de aventurarse a extraer gas de esquisto con fines comerciales desde las profundidades de la cuenca de Barnett Shale en Texas. El éxito de esta extracción permitió la inclusión agresiva de nuevas compañías, de manera que para 2005 los resultados en Texas y otras cuencas del país señalaban que el combustible extraído desde las forma- ciones de esquisto podía ser una alternativa energética comercialmente rentable. Por otro lado, observaciones de expertos y múltiples reclamos por parte de ciudadanos en Texas y Pennsylvania han sugerido que las nuevas tecnologías para la explotación de las formaciones de esquisto no son la panacea. Un estudio del Departamento de Conservación Ambiental de Nueva York identificó más de doscientos químicos utilizados en el proceso de fracking. Entre los químicos se encontró: hidrocarburos, metales pesados, cancerígenos probados y veneno antimicrobios, entre otros. Similarmente, un documental popular del canal estadounidense HBO llamado Gasland muestra los potenciales peligros del fracking y la extracción de gas de esquisto. En este tra- bajo, el realizador Josh Fox muestra los crecientes problemas de salud de los ciudadanos y animales que habitan en las cercanías de un campo de extracción en Pennsylvania, los cuales sufren de pérdida de cabello y se enferman con frecuencia. El documental también sugiere evidencia acerca de un pozo de agua que habría explotado debido a la presencia de hidrocarburos.Fuente: elaboración propiaque las nuevas explotaciones deban bregar por su viabilidad económicadado el bajo precio al cual se puede comercializar el petróleo extraído(Oil & Gas Magazine, 2015). Es así como el petróleo que explotamos enel planeta resulta cada vez más complejo y costoso de extraer, puestoque ya hemos consumido gran parte de lo que los angloparlantes de-nominan el low hanging fruit, o bien los recursos más fáciles de extraer –en inglés se hace esta alusión para hacer referencia a la fruta que cuelgadel árbol a un alcance fácil de la mano del hombre.156
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMAL Al analizar el ratio EROEI5 o el retorno de energía sobre la energíainvertida en la extracción y la producción de cierto recurso energético,se observa que en estudios realizados acerca del petróleo extraído en Es-tados Unidos, este ratio era aproximadamente 1:100 en 1930 –es decir,por cada unidad de energía utilizada en la extracción y la producción depetróleo, se obtenían cien unidades de energía–, ratio que en 1970 habíadeclinado a 1:30, y en 2005 ya era de 1:12 ((Heinberg, 2011), dichatendencia es similar para otros países con reservas de petróleo, comotambién para el carbón y el gas natural, puesto que las reservas menoscomplejas de extraer van siendo consumidas. Si el EROEI de los recursos energéticos que extraemos declina enel tiempo, esto significa que cada vez una proporción mayor de los re-cursos y de la energía de la sociedad deben ser destinados a la extraccióny la producción de energía, lo cual disminuye la eficiencia del sistemaenergético también incrementa los riesgos y los impactos de desastresambientales. Al complejizarse la extracción de crudo desde reservorioscada vez más difíciles de acceder, así mismo, se acrecienta el riesgo deaccidentes y el consiguiente costo de la dependencia energética fósilpara la sociedad en su conjunto. Adicional a toda la realidad de nuestro consumo energético ante-riormente descrita, está el impacto que nuestra dependencia de los com-bustibles fósiles genera en el medio ambiente. Más allá de los impactoslocales que la extracción y el consumo de combustibles fósiles puedegenerar en nuestros ecosistemas –derrames de petróleo en plataformasde extracción o producto de accidentes de navieros que transportancrudo, contaminación de acuíferos, polución en centros urbanos pro-ducto de altas concentraciones de contaminantes locales generados porutilización de combustibles fósiles en industrias–, también se encuentrael impacto de la utilización de combustibles fósiles intensos en carbonoen nuestro sistema climático planetario al incrementarse las concentra-ciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera,6 con lo5 EROEI: energy return on energy invested.6 El dióxido de carbono, o CO2, es uno de los gases de efecto invernadero cuya concen- tración en la atmósfera la ciencia plantea es necesario limitar. Desde la industrialización, 157
Clima y energíascual se intensifica el efecto invernadero del planeta y se aumenta la tem-peratura promedio de este, lo que trae asociado consigo trastornos ennuestro sistema climático. Este fenómeno, conocido como calentamien-to global y su consiguiente cambio climático, es entendido por algunossectores de la sociedad como el desafío más grande que la humanidaden su conjunto ha debido enfrentar (Friedman, 2008). En este sentido, la discusión internacional en el ámbito políticopara hacer frente al cambio climático originada en 1992 en la Cumbrede Río plantea en la actualidad la necesidad de estabilizar las concen-traciones de GEI en la atmósfera de manera de evitar el aumento dela temperatura del planeta en más de 2 ºC, para ello existe un procesode negociación en el marco de Naciones Unidas7 que busca generar unacuerdo entre los Estados del planeta que limite la emisión de GEI a laatmósfera, pero dicho proceso de negociación se ha caracterizado porsu complejidad y poca eficacia a la hora de acordar mecanismos con-cretos y robustos para hacer frente al problema climático en cuestión.Año tras año, la Conferencia de las Partes de UNFCCC se reúne paradiscutir cómo hacer frente al problema del cambio climático, peropareciera ser que los discursos y anuncios públicos de los gobiernoscada vez con mayor volumen y fanfarria impiden escuchar el tic-tacdel reloj. De acuerdo con los análisis desarrollados por el Panel Interguber-namental de Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), desdela revolución industrial, las sociedades del planeta –léase los países in-dustrializados– han generado emisiones de GEI, de modo que en la ac-tualidad, para lograr el mencionado límite de los 2 ºC, los países en con-junto deben aproximar sus emisiones de GEI a cero durante la segundamitad del presente siglo XXI. Luego, si se considera que las emisionesde CO2 de nuestros sistemas energéticos, producto de la utilización decombustibles fósiles, corresponden a más del 70 % de las emisiones deGEI, entonces es evidente que el sistema energético global requiere la emisión de CO2 se estima corresponde al 75% de las emisiones de GEI (UNFCCC, AR5, WG3, SPM).7 United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC).158
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMALtransformaciones radicales para hacer frente al desafío que presenta elcalentamiento planetario. Es así como cuando observamos en perspectiva la trayectoria quenuestras sociedades han llevado durante los últimos dos siglos y se ana-liza en detalle lo fundamental que ha sido la disponibilidad energéticapara construir las bases y la infraestructura de nuestros sistemas socio-económicos, es posible deducir que el modelo de consumo energéticoactual ya no sea sostenible. Esto es debido a que representa un enormeriesgo y conflicto ético seguir impulsando sistemas socioeconómicos,basados en el consumo de recursos, que es sabido se agotarán en algu-nas décadas –los combustibles fósiles, particularmente el petróleo, cuyaproducción habría llegado a su peak hace pocos años como se mencionóanteriormente– y, a su vez, por la amenaza catastrófica que representaseguir emitiendo GEI de la forma que se ha hecho desde tiempos de laindustrialización. Pero sucede que, como se ha mencionado, nuestros actuales sis-temas socioeconómicos y financieros globales están construidos sobreestructuras que ponen en el crecimiento económico su más prepon-derante indicador de progreso y bienestar; y ese crecimiento dependede la disponibilidad del recurso energético y de la infraestructura parautilizarlo. Pero si los recursos energéticos fósiles que han sido el pilarque ha sustentado el desarrollo socioeconómico de la humanidad enlos últimos dos siglos representan hoy una conminación a las futurasgeneraciones en cuanto a su seguridad y prosperidad, entonces se haceimperioso pensar en la transformación esencial que dichos sistemasrequieren para disminuir y limitar al máximo su dependencia de loscombustibles fósiles. Dicha transición implica el cambio paradigmáticoen la dinámica de nuestros sistemas energéticos, lo cual es lo que cono-cemos como descarbonización.Fuentes energéticas para la era post-carbonoEn la actualidad, una serie de tecnologías energéticas alternativas, orenovables se encuentran disponibles principalmente al servicio de lageneración eléctrica: solar, eólica, geotermia, mareomotriz, bioenergía. 159
Clima y energíasTodas estas fuentes de generación son efectivamente una alternativa anuestra dependencia del petróleo y otros combustibles fósiles y, por lotanto, deben ser promovidas, difundidas y priorizadas al máximo. Perohay dos aspectos fundamentales que deben ser considerados con cautelacuando se argumenta a favor de las tecnologías renovables: Primero, en el ámbito global solo el 22 % de la energía se consume en forma de electricidad; y Segundo, sucede que todas estas tecnologías en su conjunto no podrán en el corto ni en el mediano plazo alcanzar el desarrollo requerido para satisfacer la demanda energética que hoy los com- bustibles fósiles logran satisfacer. Efectivamente, las energías alternativas poseen una serie de atribu-tos, pero no igualan a los combustibles fósiles debido a aspectos relati-vamente simples y fundamentales: no son transportables, carecen delalto contenido energético de los fósiles –el cual se originó durante milesy miles de años– y son intermitentes en su generación. Mención aparte merece la energía nuclear. La potencialidad deesta fuente de generación energética es debatida. Hay quienes dicen quela energía nuclear desempeñará, o debería desempeñar, un papel im-portante en nuestro futuro energético. Pero lo cierto es que en el ámbitomundial, la energía nuclear, a diferencia de la energía solar, eólica yotras fuentes renovables, parece estar disminuyendo. Alemania liderael desarme nuclear en su matriz energética, seguida por otros comoFrancia que prioriza la promoción de energías renovables antes que lanuclear en su matriz (The Wall Street Journal, 2014); siendo China unaTabla 2. Energía nuclear y poder militar La industria nuclear se destaca por su borrosidad y por actuar buscando las espaldas de la opinión pública. Desde sus comienzos a mediados de la década de los años cuarenta con la primera bomba nuclear de Alamogordo en Estados Unidos, la industria se ha caracterizado por el secretismo y la re- sistencia a explicar sus reales propósitos a la ciudadanía. Esto se debe a sus orígenes militares ligados a proyectos de fundamental relevancia estratégica en lo geopolítico. Una práctica recurrente en la industria nuclear es minimizar la sustantividad de los accidentes.160
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMALde las pocas excepciones a esta observación, país en el cual la alterna-tiva energética nuclear iría en aumento. Quienes consideran el cierrede sus plantas nucleares lo hacen debido a los altos niveles de inversiónrequeridos, lo cual en prácticamente todos los casos es abordado por elEstado con importantes subsidios que vinculan la finalidad de los reac-tores nucleares para generación energética con propósitos militares y dedefensa de los Estados (Bardi, 2014). No obstante, más allá de los grandes subsidios que esta alternativaenergética requiere, el decrecimiento de la energía nuclear también seda por la alta percepción de riesgo de accidentes y una cierta demoni-zación de esta alternativa energética, sobre todo desde que se desató lacatástrofe en la instalación nuclear de Fukushima en Japón en 2011.Tras los accidentes en las instalaciones de la Tokyo Electric Power Co.el país nipón comenzó a impulsar políticas para reducir gradualmen-te el componente nuclear de su matriz, políticas que se comenzaron arevertir a partir de 2014, a pesar de la oposición de la opinión pública(The Japan Times, 2014). Los impulsores de la energía nuclear aboganpor nuevos combustibles o nuevas tecnologías para hacer frente a estaspreocupaciones de seguridad. Pero ciertamente serán necesarios mu-chos años de pruebas antes de que estas alternativas estén listas para serdesplegadas a escala, y aún así no está claro si podrían estar a la alturade las demandas y las expectativas (Sohr, 2012). Resulta entonces indiscutible que nuestros sistemas económicosirían en una trayectoria hacia una realidad de menor disponibilidadenergética. Dicha trayectoria puede darse como una transición planea-da si nos planteamos las preguntas correctas de cómo lograr un procesode descarbonización de nuestras matrices energéticas que sea capaz desatisfacer las necesidades de la sociedad.Fundamentos e interrogantes de nuestra realidadenergética en la era poscarbonoEn algunos círculos donde se discute acerca del futuro de nuestrossistemas energéticos, en reiteradas oportunidades se plantean las in-terrogantes de cuándo y cómo las tecnologías renovables estarán en 161
Clima y energíassituación de mover nuestros actuales sistemas económicos y se sugiereque mejoras en la conservación de energía y el diseño de mega-redes dedistribución pueden resolver la intermitencia de las energías renovables.Pero es importante tener en mente que dichas mejoras cuestan dineroy energía, y al mismo tiempo, le adicionarían niveles de complejidad yvulnerabilidad a los sistemas energéticos. Sumado a lo anterior, estu-dios recientes que han analizado el EROEI de sistemas de energía reno-vable que consideran tecnologías de almacenamiento que resolveríanel problema de la intermitencia y la variabilidad de este tipo de fuentesde energía sugieren que a la larga dichas inversiones en su conjunto nopagan el gasto energético de la fabricación de los dispositivos de gene-ración más los de conservación energética (Prieto y Hall, 2013; Palmer,2014). Del mismo modo, cuando se piensa en la nueva realidad energéticaque como sociedades deberemos enfrentar a partir del agotamiento delos combustibles fósiles y la problemática del cambio climático es fun-damental tener presente que la transición energética de los siglos XIXy XX gatillada a partir de la revolución industrial fue incremental. Lossistemas energéticos que hoy empleamos fueron adicionando una sobreotra nuevas fuentes energéticas, así se acrecenta de manera paulatinalas capacidades productivas de la economía posrevolución industrial.En contraste, la transición energética del siglo XXI requiere reemplazarnuestras fuentes primarias de energía, recambio que, o bien es condu-cido por políticas gubernamentales que propicien dicha transición enforma coherente, sensata y diligente, o será producto de situaciones decrisis como la escasez de combustibles, el ocaso económico de ciertasnaciones o desastres climáticos. Es así como, desde un primer enfoque de perspectiva práctica, latransición energética que nuestros sistemas requieren debiese estar sos-tenida en dos bastones fundamentales que nos sirvan para avanzar auna nueva realidad: Eficiencia y conservación energética, y Recambio a combustibles con baja intensidad de carbono (Brown, 2009).162
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMAL Estos dos sostenes de pragmatismo tecnológico requeridos paranuestra transición hacia sistemas socioeconómicos poscarbono debenser asumidos por nuestras sociedades en forma seria, de manera coor-dinada por los distintos sectores y a la brevedad posible, proveyendode incentivos y el requerido ambiente que propicie la transformacióntecnológica indispensable. La reconversión de nuestras tecnologías energéticas debe ser ca-racterizada por un proceso de construcción participativo, en el cuallos distintos actores de la sociedad como gobiernos, empresa privada,academia y organizaciones de la sociedad civil aporten sus visiones decómo facilitar la requerida transformación. En este sentido cabe men-cionar, por ejemplo, las iniciativas de gobiernos subnacionales, comoel grupo C40, una coalición que reúne a líderes de cuarenta mega-ciu-dades del planeta para intercambiar visiones de cómo las áreas urbanaspueden transitar hacia una era poscarbono (C40 Cities Climate Leader-ship Group ); o bien iniciativas mixtas como el Corporates Leaders Group(CLG) que reúne a líderes empresariales con el apoyo académico dela Universidad de Cambridge y propugnan orientaciones y solucionespara enfrentar el desafío del cambio climático. Referencia aparte y especial requiere también la firma Google, quehace algunos años se embarcó en un proyecto con el objetivo de buscarsoluciones a los desafíos energéticos del planeta, concluyendo que lastecnologías de energías renovables no están en condiciones de reempla-zar a los combustibles fósiles para satisfacer las necesidades energéticasde la humanidad (IEEE Spectrum, 2014) (tabla 3). De este modo, y más allá de la perspectiva práctica e indispensa-ble previamente planteada que promueve la eficiencia energética y lasustitución de los combustibles fósiles como fuente de energía, vale lapena también preguntarse desde una perspectiva más fundamentalacerca de qué tipo de sistemas socioeconómicos son los que nuestro fu-turo energético podría ser capaz de sostener. La experiencia del trabajode los profesionales de Google, antes descrita, resulta inocentementecontundente al dejar de manifiesto el hecho palmario de que nuestrassociedades deberán modificar la forma en que la energía es valorada, 163
Clima y energíasTabla 3. La experiencia de la empresa Google En 2007, la firma se embarcó en el proyecto ‘RE<C’ con el objetivo de proveer alternativas de solu- ción a los desafíos energéticos y climáticos del planeta. Un equipo de destacados profesionales de la compañía tuvo por objeto identificar sistemas energéticos renovables que pudiesen competir econó- micamente con las fuentes energéticas fósiles tradicionales y, a la vez, tuviesen una viabilidad de im- plementación lo suficientemente rápida como para evitar los peores impactos del cambio climático. El equipo analizó proyectos de energía renovable a gran escala e investigó una amplia gama de tecnolo- gías innovadoras, como torres de aerogeneradores, sistemas de perforación para energía geotérmica y sistemas de energía solar térmica que captan la energía del sol en forma de calor. Luego de más de tres años de trabajo la firma decidió poner fin al proyecto, ya que el perspicaz grupo de profesionales no estaba avanzando hacia el alcance de los objetivos originalmente planteados. Se concluyó que el actual desarrollo de las tecnologías renovables no está a la altura del objetivo de reemplazar a los combustibles fósiles para satisfacer la demanda energética del planeta.debiendo adecuarnos a la cantidad y la calidad de energía que tendre-mos disponible. Los combustibles fósiles han configurado a lo largo dela historia nuestras estructuras socioeconómicas, cómo también nuestraactual infraestructura; mucha de esta infraestructura tendrá posibilidadde seguir siendo de utilidad y deberá ser adaptada a las nuevas condi-ciones de la nuestra realidad energética, pero en un importante númerode casos, dicha adaptación no será posible y esa infraestructura deberáser dejada atrás. Pero la adaptación también pasa de manera clave porcómo nosotros como sociedad asumimos que la realidad con que nosencontraremos corresponde inevitablemente a un escenario de menordisponibilidad energética, lo cual requiere replantearnos inexcusable-mente nuestras estructuras socioeconómicas. En este sentido, vale lapena hacer la reflexión acerca de que la problemática del agotamientode los recursos naturales –entre ellos los combustibles fósiles– y suscausas sociales, y por ende, las salidas a esos problemas deben ser abor-dadas con métodos y perspectivas sociales (Bookchin, 2012). Al reflexionar acerca del futuro energético del planeta, parece serque los planteamientos de cuándo y cómo las nuevas tecnologías deenergías alternativas estarían a la altura para satisfacer las dinámicas164
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMALde nuestras sociedades y economías de consumo actuales no fuesen lasinterrogantes más acertadas. Tal vez, más que sugerir que el recambiotecnológico pasa por la buena voluntad común (Sachs, 2008), resulta per-tinente plantear la cuestión acerca del tipo de sociedades y dinámicaseconómicas que las tecnologías renovables o alternativas son capacesde satisfacer y sostener, y hacia esa interrogante dirigir determinada-mente nuestros esfuerzos de transformación y transición hacia la eraposcarbono. Preguntas acerca de cómo debemos construir esos siste-mas socioeconómicos son las que debemos plantearnos. Tan funda-mental como preguntarnos de dónde obtendremos energía para movernuestras sociedades y sus sistemas productivos, es preguntarnos cómoy para qué utilizaremos la energía que tengamos disponible en una so-ciedad poscarbono. La reflexión pasa de manera esencial por examinarla relación de nuestras sociedades con la naturaleza, de la cual somosparte, aunque a veces esto último haya sido, y siga siendo en reiteradasocasiones, no considerado.Reflexiones para una sociedad poscarbonoCiertamente, el panorama de nuestro futuro energético es desafiantey a ratos intimidante. Pero los planteamientos expuestos en este escri-to acerca de nuestra futura realidad energética no deben ser recibidoscomo fatalistas; el desánimo y el pesimismo frente a nuestro desafíoenergético no es ni será ninguna clave para resolver nuestras necesi-dades. Los progresos en la historia de la humanidad se han debido engran medida a individuos o grupos de personas que han sido capacesde cuestionar el status quo e imaginar una realidad mejor de maneraoptimista. Los planteamientos desalentadores no son los que nues-tras sociedades requerirán, como tampoco las utopías o las ideologíasquiméricas, o misantrópicas. Lo que requeriremos son propuestas es-peranzadoras y sensatas que nos sirvan de “paracaídas” para pasar delas actuales dinámicas de nuestros sistemas socioeconómicos intensosen consumo energético y emisiones de carbono, hacia sistemas socialesy económicos con dinámicas de menor demanda energética y más sus-tentables. Debemos entonces también reflexionar respecto de cuáles 165
Clima y energíasson los mensajes sociales que servirán para incentivar a nuestros pares aadaptarse a una nueva realidad poscarbono. No existe una bala de plata para encarar las próximas décadas y losdesafíos que plantean nuestra realidad energética y la descarbonización.En ese sentido, la pretensión hasta aquí ha sido presentar ciertas con-sideraciones fundamentales de sopesar respecto de nuestra trayectoriahistórica desde el catalejo de la disponibilidad energética y el futuro queavizoramos cuando como sociedad nos enfrentamos a la necesidad deconducir nuestros destinos. La reflexión de cómo avanzar hacia siste-mas socioeconómicos para una era poscarbono requiere la reflexión y laparticipación de la sociedad en su conjunto, en aras de incentivar dichareflexión de quienes hasta aquí leen; a continuación planteo algunosaspectos que considero fundamentales de meditar cuando se recapacitaacerca de la trayectoria que nuestras sociedades, muchas veces sin dar-nos cuenta, llevan: A pensar en cómo superar los problemas ecológicos que hoy nos aquejan en el planeta, debiésemos revisar aquellos principios ideo- lógicos extremos referentes a la relación del ser humano con la naturaleza. Aquella idea presente mayoritariamente en nuestros actuales sistemas que considera que el ser humano domina por completo a la naturaleza y esta es un subconjunto de la economía, es irreflexiva y lerda. Similarmente, la idea antagónica de que el ser humano debe obedecer las leyes de la naturaleza y subyugarse ante esta también es insensata. Ambas posturas comparten las ideas de sujeción y dominación. Ambas posiciones están construidas con base en la idea de orden jerárquico. Revisar esta idea de jerarquías que parece estar muy presente en las estructuras de nuestras socie- dades puede ser una clave para imaginar sociedades más sustenta- bles. Los sistemas básicos de nuestra sociedad moderna debiesen ser repensados y rediseñados, relegando al pasado todas aquellas dinámicas socioeconómicas que no son una contribución real a una mejor la calidad de vida y el bienestar de la sociedad en su con- junto. Fundamentos económicos básicos de la actualidad, como la166
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMAL competitividad y la eficiencia, deben ser replanteados consideran- do principios de cooperación, solidaridad y dignidad de la vida como ejes conductores de las dinámicas humanas. Las sociedades deben sostenerse en el trabajo conjunto, en la cooperación mutua para alcanzar objetivos comunes, donde la competencia solo debe caber para determinar quién podría contribuir de mejor manera a un fin común. El crecimiento debiese dejar de ser el principal indicador de pro- greso de nuestros sistemas socioeconómicos. Como se ha descrito con anterioridad en estas líneas, esto sucederá de manera volun- taria y resiliente o por situaciones de crisis dadas por la escasez que enfrentaremos de recursos energéticos, y otros, o bien por de- sastres propiciados por el aumento de la temperatura en el planeta. Debiésemos medir y apuntar hacia indicadores que representen mejoras reales en la calidad de vida de nuestras sociedades y que no requieran incrementos en el consumo de combustibles fósiles y otros recursos no-renovables. Aquellos incrementos en el producto interno bruto (PIB) que resultan de una situación invariable o de descenso en los beneficios sociales debiesen ser erradicados de la medición de progreso y mejora en el bienestar de nuestras so- ciedades. Situaciones que producen aumento del PIB, pero que poco aportan a la mejora de la calidad de vida y bienestar de la sociedad en su conjunto –como por ejemplo el incremento en la contratación de servicios de seguridad frente a robos y asaltos, o servicios para la remedición de daño medioambiental y social– debiesen ser repensados cuando planteamos las métricas de nues- tra prosperidad. La estimación del PIB no discrimina entre el in- cremento de la contratación de servicios de lujo, la contratación de abogados para hacer frente a causas judiciales o la satisfacción de necesidades básicas y fundamentales de la población. Ergo, debemos replantear la forma en que hacemos seguimiento al in- cremento de bienestar en nuestras sociedades. Para el bienestar de la humanidad es fundamental comprender que los recursos renovables deben ser consumidos a tasas menores, o 167
Clima y energías a lo menos equivalentes, a las tasas a las cuales estos se regeneran. Consumir a tasas mayores a las de reposición de los recursos no es sustentable. Similarmente, los recursos no-renovables deben ser consumidos a tasas decrecientes, abandonado así nuestra depend- encia de estos. El reciclaje y la reutilización de residuos deben ser promovidos de manera universal. Similarmente, los desechos de nuestra sociedad deben ser minimizados, volviéndolos en no-tóxi- cos para la humanidad y para los ecosistemas del planeta. Como se ha descrito en estas líneas, la sociedad global en su conjunto debe prepararse para una era poscarbono de menor disponibilidad energética. La menor disponibilidad de energía traerá ciertamente menor actividad industrial y, por ende, dismi- nución, en la actividad económica, lo cual puede originar proble- mas políticos y geopolíticos en aquellas naciones que no enfrent- en la necesidad de incrementar su resiliencia a la nueva realidad energética. La brecha entre nuestro actual nivel de consumo en- ergético y aquel que será posible de sostener con la futura dis- ponibilidad de recursos es muy significativa, por lo tanto, nuestra transición hacia la descarbonización requiere un prominente y persistente lugar al centro de la conversación pública y política. Debemos construir resiliencia y saber que los obstáculos serán inevitables. Pero no debemos amedrentarnos de cara a nuestra nueva realidad energética, estudios sugieren que existe baja cor- relación entre el nivel de felicidad de las sociedades y el nivel de energía consumida por estas (Csikszentmihalyi, 2014). En nuestro día a día individual, así como en el de nuestros sistemas socioeconómicos, debemos valorar aspectos como la libertad, la posibilidad de tener tiempo de calidad con nuestros seres queri- dos, la buena salud y la posibilidad de disfrutar de ella. Debemos trabajar en la construcción de comunidades felices, con equidad y seguras, y de economías locales y prósperas para el buen vivir. Repensar la escala y la relocalización de nuestras economías, prio- rizar la calidad por sobre la cantidad, a cooperación y el compartir debe convertirse en una dinámica natural de nuestra economía,168
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMAL ¿acaso cada uno de los hogares de nuestra comunidad necesita un equipamiento completo de utensilios de cocina o de herramientas de jardinería para cada situación posible de imaginar? Finalmente, un aspecto muchas veces tabú: el crecimiento de la po- blación humana –y del consumo asociado– no podrá ser sostenido con las tasas y los paradigmas de consumición actuales. Como lo planteó el Club de Roma en la década de los años setenta, existen límites para crecer y eso también se aplica para la población hu- mana. El incremento de la población necesita recursos para satis- facer las necesidades de cada individuo, si entendemos aquello de la forma más básica, entonces cada ser humano nacido requerirá alimentarse y consumirá energía de alguna u otra manera a lo largo de su vida. Si consideramos que, en la actualidad, con el desarrollo tecnológico existente, en el planeta cerca de 900 millones de per- sonas –aproximadamente el 13 % de la población mundial– muere año a año producto de problemas relacionados con la hambruna, entonces es evidente que el aumento sin límite de la población gen- erará más muertes asociadas a la problemática de la disponibilidad de alimento. Del mismo modo, cada nuevo individuo que nace será un nuevo consumidor de energía y de otros recursos naturales (renovables y no renovables), así como una adición incremental a las fuentes de emisión de GEI a la atmósfera y también una poten- cial víctima del cambio climático. En un ecosistema con recursos limitados es evidente que una mayor población necesitará mayores recursos para ser sostenida. Algo que cualquier madre sabe, inclu- so en el mundo menos desarrollado viviendo con muy poco dinero al día, es que alimentar y satisfacer las necesidades de tres o cuatro niños es más sencillo que hacerlo para cinco, o seis, o siete. De esta forma, resulta indesmentible que las estructuras de nues-tros sistemas socioeconómicos se resquebrajan y se agrietan. El desafíode conducir la trayectoria de nuestras sociedades y rehacer sus estruc-turas es muy grande, pero es por medio de esas grietas en las estructurasde nuestros sistemas que debemos dejar que la luz entre y nos ilumine. 169
Clima y energíasConstruir una sociedad poscarbono, sustentable y de menor consumoenergético requerirá enormes esfuerzos. Es la contienda de nuestra era,mientras antes lo enfrentemos, menos profundos serán los trastornosque percibiremos. Debemos afrontar este desafío de manera seria, lú-cida y con esperanza. Al final, se trata de nosotros, de nuestra gente, denuestras familias.ReferenciasAnderson, D. A. (2010). Environmental Economics and Natural Resource Management. USA: Routledge.Caparros, M. (2014). El hambre. Colombia: Planeta.Bookchin, M. (2012). Rehacer la sociedad, senderos hacia un futuro verde (P. Abufom, Trad.; obra originalmente publicada en 1990). Chile: LOM.Brown, L. (2009). Plan B 4.0, Mobilizing to Save civilization. USA: Earth Policy Institute.Csikszentmihalyi, M. (2014). Flows and Foundations of Positive Phisicology – Chapter 9: Energy Consumption in Leisure and Perceived Happiness. Holanda: Springer.Friedman, T. (2008). Hot, Flat and Crowded. USA: Farrar, Straus and Giroux.Heinberg, R. (2011). The End of Growth, Adapting to our new economic reality. Canadá: New Society Publishers.Institute for Sustainable Development and International Relations (ID- DRI) & Sustainable Development Solutions Network (SDSN) (2014). Deep descarbonization pathways. USA: SDSN&IDDRI.International Energy Agency (2010). Executive Summary – World Energy Outlook 2010. France: OECD.Max-Neef, M., Smith, P. (2011), ‘La economía desenmascarada’. España: Icaria170
La sociedad sin carbono y la transición energética CRISTIAN RETAMALMeadows D., Meadows, D..; Randers , J., Behrens, W. (1972), The Li- mits to Growth. USA: Potomac Associates.Palmer, G. (2014). Energy in Australia. Peak Oil, Solar Power, and Asia’s Economic Growth. USA: Springer.Prieto, P., y Hall, Charles A.S (2013). Spain’s Photovoltaic Revolution. The energy return on investment. USA: Springer.Rudnick, H., Cortés, V., Salamunic, L.. y Dattas, M. (2011). La revolu- ción del shale gas. Chile: PUC.Sachs, J. (2008). Common wealth, economics for a crowded planet. New York, USA: Penguin Press.Sohr, R. (2009). Chao, Petróleo. Chile: Debate.Sohr, R. (2012). Chile a ciegas, la triste realidad de nuestro modelo energético. Chile: Random House Mondadori.United Nations (2012). World Population Prospects, The 2012 Revision. USA: United Nations.Wrigley, E. A. (2010). Energy and the English Industrial Revolution. UK: Cambridge.Sitios web:- Web Oil&Gas Magazine, www.oil&gasmagazine.com.mx- The Wall Street Journal, www.wsj.com- The Japan Times, www.japantimes.co.jp- Spectrum, http://spectrum.ieee.org 171
Cambio climático, más que un compromiso formal Javier Alonso Méndez Sandoval*ResumenEl cambio climático constituye un asunto de vital importancia para lahumanidad, sin embargo esta ha sido inferior al reto impuesto por símisma. Detener el cambio climático, reparar el daño y poner en prác-tica la equidad, los derechos humanos y la protección ambiental es unaresponsabilidad que no hemos logrado permear a nosotros mismos ynuestros dirigentes. Todos somos conscientes, pero continuamos meti-dos en un remolino de teóricos, burócratas y especuladores, expectantesa ver quién nos va a resolver el problema, quién nos da una orden oquién nos impone un estilo de vida diferente. Parece que solos no se-remos capaces de sacrificar nada, de tomar medidas simples y prácticasque contribuyan a hacer de nuestras confesiones de coctel y adhesión alas teorías de moda un testimonio de vida. Si le gusta este planeta, estadisertación le llevará a una lista de acciones que podrían contribuir asalvarlo. Si supiera que el mundo se acabaría mañana, hoy todavía, plantaría un árbol. Martin Luther King1 Agrólogo, Especialista en Derecho Ambiental. Con más de 25 años de experiencia en el área ambiental del sector energético y desarrollo de energías renovables. Profe- sional Investigación y Desarrollo de Isagen S.A. ESP. Teléfono 3102244490. Correo electrónico [email protected] - [email protected] 173
Clima y energíasEl cambio climáticoUn refrito que no sale de las buenas intenciones. Los científicos hanhablado sobre los gases de efecto de invernadero (GEI) y el cambioclimático, el deterioro del planeta, las hambrunas, las guerras, etc., comovisiones apocalípticas, que no por apocalípticas están lejos de la realidad.Una cronología del desarrollo del tema, en la era moderna, podría ser: 1798: Tomas Malthus estableció que la población crecía de manera exponencial, mientras que los recursos lo hacían de manera arit- mética, que un día los recursos no serían suficientes para alimentar a la población y vendría un colapso de la humanidad. 1949: la ONU puso sobre la mesa la preocupación sobre el uso de los recursos naturales y el clima. 1958: Charles Kelling (Hawai) realiza las primeras mediciones de CO2 en la atmosfera, desmiente la teoría de que la vegetación y los océanos son capaces de absorber, por sí solos todo el CO2 que se emite. Pronosticó el aumento progresivo de la concentración de CO2 y sus efectos. 1968-1972: un grupo de científicos, denominados como el Club de Roma, hizo anuncios sobre la crisis del planeta causado por la contaminación, los pesticidas, las emisiones atmosféricas y la con- taminación del agua (los límites al crecimiento). 1972: la ONU realiza la primera cumbre de la tierra (Estocolmo); en esta se tratan temas de medio ambiente y desarrollo, lo que dio origen al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambi- ente (Pnuma). 1979: James Lovelock establece la teoría de Gaia (diosa griega de la Tierra). El plantea es un sistema natural autorregulado en equi- librio que es sometido a cambios, por lo tanto, tenderá nuevamente al equilibrio, cualquiera que sea esa nueva condición y en la cual podrían no ser viables las actuales formas de vida. 1979: la ONU realiza en Ginebra la Primera Conferencia sobre el clima, se discute el tema, se considera una amenaza y se llama a los gobiernos a tomar medidas.174
Cambio climático, más que un compromiso formal JAVIER ALONSO MÉNDEZ SANDOVAL 1987: se firma el protocolo de Montreal que busca reducir el uso gases que agotan la capa de ozono. El acuerdo fue tratado en Hel- sinki (1989); Londres (1990), Nairobi (1991); Copenhague (1992); Bangkok (1993); Viena (1995); Montreal (1997); Pekín (1999). Este ha avanzado con buen éxito. 1987: la ONU publica el Informe Brundtland, elaborado por una comisión dirigida por la Noruega Gro Harlem Brundtland, so- bre los efectos del crecimiento y el deterioro de las condiciones ambientales del planeta (nuestro futuro común). Originó el término desarrollo sostenible, entendido como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. 1988: la ONU crea el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC); en 1990 este entregó un informe basado en las investigaciones de más de 400 científicos sobre el calentamiento global. 1992: la ONU realiza la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro: participan 178 países, culmina con la declaración de Río sobre Me- dio Ambiente y Desarrollo o Agenda 21 que incluía compromisos para contrarrestar el cambio climático, protección de la biodiversi- dad y el control de la emisión de sustancias tóxicas. 1995: la ONU realiza en Berlín la primera conferencia de las partes que han firmado el Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (Cmnucc). 1997: el Protocolo de Kioto establece el compromiso de reducir la emisión de GEI para el periodo de 2008 a 2012 en un 5,2 % por debajo de las emisiones de 1990. Otras conferencias sobre el cambio climático: Johannesburgo (2002); Bali (2007); Copenhague (2009); Cancún (2010); Durban (2011); Doha (2012); Varsovia (2013); Nueva York (2014); Lima (2014) y París (2015). Sobre este tema se han dado un número casi infinito de reuniones,simposios y seminarios; nacionales, regionales, de Organizaciones No 175
Clima y energíasGubernamentales, de universidades, gobiernos, gremios, sectores pro-ductivos y consultores, los cuales han tenido como fin principal, educar,difundir, vender servicios y preparar las cumbres más grandes, con el finde sentar una posición en pro o en contra sobre establecer obligaciones decontrol de emisiones de GEI. Se podría afirmar que es posible asistircada día a una gran conferencia sobre el ambiente o el cambio climáti-co, en algún lugar del mundo y en la cual seguramente no se decidiránada, ni se tomará una medida práctica. De este escenario tan particular surge la pregunta sobre lo que haquedado de esta explosión de la conciencia ambiental, del desenfrenomediático y esnob del cambio climático, el desarrollo sostenible; el de-sarrollo sustentable; la vida silvestre; la capa de ozono; sobre los dere-chos de los humanos y de las humanas (por aquello de la equidad degénero), ¿qué podríamos concluir? a) Se ha logrado crear un conocimiento global sobre la importancia de la protección del ambiente, de los efectos del cambio climático y sobre los derechos humanos y equidad, entre otros. b) Se creó una extensa red burocrática mundial sobre el cambio cli- mático, las cuestiones ambientales y de derechos humanos, que incluye directivos y delegados de la ONU, Pnuma, OMS, OIT; de los gobiernos, de empresas, ONG, evaluadores, certificadores, con- sultores, etc. c) Es posible que la cantidad de GEI emitido, solo por el metabo- lismo propio de la burocracia ambiental internacional, conferen- cistas, certificadores y demás, sea mayor que la reducción efectiva de emisiones que han logrado. A lo anterior se debe sumar las emi- siones por sus reuniones, viajes y las provenientes de los bosques que se han talado para los informes y libros que se han escrito sobre el tema. d) Se ha creado un complejo sistema de certificaciones, certificadores, auditores de los certificadores y auditores de los auditores, califi- caciones, calificadores, sellos de calidad y exclusivos clubes de mu- tuo elogio, a los cuales se adhieren empresas y gobiernos para ser176
Cambio climático, más que un compromiso formal JAVIER ALONSO MÉNDEZ SANDOVAL reconocidos como tal o cual, para lograr una calificación en uno u otro campo, lo que no siempre se refleja en sus actos diarios o la realidad de su entorno, pero quizás sí en el valor de la acción de las empresas que logran tal o cual reconocimiento.e) En general, las empresas, grandes grupos corporativos, organi- zaciones de todo tipo, gobiernos nacionales y locales, anuncian logros ambientales o en derechos humanos espectaculares, apoya- dos en campañas publicitarias, que no parecen equivalentes a los cambios estructurales logrados en las comunidades y el entorno afectado.f) El protocolo de Kioto estableció compromisos de reducción de GEI que no fueron cumplidos por los países firmantes y no se logró el compromiso de las grandes potencias industrializadas. El mercado voluntario ha sido una alternativa para los países que no han adquirido compromisos, al cual se adhieren para mostrar voluntad, claro está, sin compromiso alguno.g) Estados Unidos, China, Rusia e India son los países con mayor cre- cimiento económico y emisión de GEI, y están entre los mayores consumidores y comercializadores de carbón, petróleo y deriva- dos de petróleo del mundo. Sin embargo, ninguno de estos países quiere adquirir compromisos de reducción vinculantes, al menos hasta que tal o cual haga… o hasta que… quién sabe qué.h) Ni los países pobres ni los ricos asumirán una posición responsable frente al cambio climático y el deterioro ambiental. ¿Este será un problema de Superman? ¿Superman es quien debe venir a solu- cionarlo? ¿Es otro quien debe limpiar aunque todos perezcamos, esperando que el otro haga lo que yo debo hacer?i) Dos guerras mundiales, una guerra fría, bloqueos económicos, dos bombas atómicas, armas nucleares por doquier, comercio de ar- mas por debajo de la mesa, conflictos externos e internos en todos los continentes, terrorismo y extremismo religioso, miles de espe- cies extintas, deforestación y contaminación están a la orden del día. 177
Clima y energías j) La ineficiencia, el capitalismo salvaje, la violación de los derechos humanos, la injustica, la corrupción, la inequidad social y la po- breza son el común denominador para un amplio sector de la hu- manidad. k) No se ha logrado cambiar la forma de vida de las personas, somos conscientes del efecto ambiental, pero creemos que es problema o responsabilidad de otros. l) Quizás sea tarde, no nos importa, no hemos oído a tiempo a nues- tros humanistas y científicos; al parecer, el efecto ambiental del cambio climático es irreversible. m) Las personas creemos que son los estados y las empresas las que deben tomar acciones y no tomamos acciones en nuestra vida dia- ria, no estamos dispuestos a ceder parte de nuestra comodidad o a hacer sacrificios. Salvar el planeta ya no es una opción, hemos dilapidado tiempovalioso en la retórica, la planeación, los diagnósticos, los inventarios ylos estudios, cuando estamos ante eventos catastróficos, que amenazanla misma existencia, entonces valdría la pena preguntarse: ¿Más allá del reconocimiento público, cuál es la contribución real a la reducción de la emisión o la concentración de GEI del mercado de las validaciones y certificaciones? ¿Será ético ingresar en la corriente de la burocracia internacional del cambio climático? ¿Es necesario suscribir un convenio, un tratado o que alguien me certifique para hacer lo que debo hacer? ¿Existen formas más efectivas de contribuir a la solución, diferentes a invertir en medidas reales de control la emisión o captura de GEI? Así, el objetivo y la responsabilidad global inmediata deberían es-tar enfocadas en la reducción de la emisión y la concentración de GEIen la atmosfera; esto está en cabeza de los Estados, las empresas y laspersonas; cualquier acción que no logre este objetivo es inútil y, por lotanto, innecesaria. Se requiere desarrollar acciones inmediatas y prácti-178
Cambio climático, más que un compromiso formal JAVIER ALONSO MÉNDEZ SANDOVALcas derivadas de una responsabilidad colectiva e individual, no esperara que los grandes tomen decisiones, argumentando que la contribuciónpropia no afecta o no suma. Más allá de entrar en corrientes que condu-cen a ninguna parte, es necesario saber lo que debo hacer, lo que debodejar de hacer y lo que no debo hacer.Lo que debo hacer1. Sembrar árboles de especies protectoras y productoras a todas las escalas, de manera masiva.2. Utilizar, generar, comprar y vender energía proveniente de fuentes renovables.3. Utilizar y desarrollar sistemas de almacenamiento, de energía a todas las escalas.4. Implementar programas de uso eficiente, ahorro de agua, energía y reciclaje a todas las escalas.5. Usar sistemas de transporte masivo, bicicletas y vehículos eléctri- cos, restringir el uso del automóvil particular.6. Restringir el transporte de carga únicamente al sistema ferroviario, fluvial, marino y de cabotaje.7. Construir ecológicamente, usar ventilación y luz natural. Hacer construcciones y muebles en guadua, maderas y fibras cultivadas industrialmente.8. Intensificar el cultivo y el uso de materias primas naturales (bio- combustibles, abonos, pesticidas, fibras, empaques y alimentos).9. Imponer impuestos ambientales al consumo de combustibles fó- siles (petróleo, carbón, gas y sus derivados), al consumo suntuario de agua y energía.10. Aplicar las políticas públicas de control demográfico, derechos hu- manos y trabajo digno. 179
Clima y energíasLo que debo dejar de hacer11. Usar productos desechables, bolsas y empaques innecesarios y no biodegradables de cualquier índole.12. Usar productos derivados del petróleo (fertilizantes, plásticos, pin- turas, resinas, etc.).13. Transar, comprar o vender acciones o papeles de valor del mercado especulativo.14. Realizar evaluaciones y tomar decisiones financieras basadas en comodities.15. Exportar e importar, comprar o vender petróleo, gas, carbón, químicos tóxicos y pesticidas.16. Comprar productos por marca, con publicidad engañosa o por moda.17. Comprar productos que requieran pilas o baterías, que no sean mecánicos, recargables o que tengan una corta vida útil.18. Preferir la marca, la reputación o el efecto esnob, sobre la eficien- cia, utilidad, ciclo de vida y vida útil del producto.19. Comprar, comprar, comprar, comprar y acumular cosas que no necesito.20. Invertir en diagnosticar, mostrar, medir, certificar o validar más que en controles reales de la emisión o reducción de la concen- tración GEI en la atmosfera.Lo que no debo hacer21. Esperar a que otros hagan lo que yo debo hacer y creer que la re- sponsabilidad es de otros.22. Querer ser reconocido por…, querer parecer como…, querer pert- enecer al grupo o lista de…23. Quedarse en los diagnósticos, los inventarios, la planeación, la queja, la crítica y no tomar acciones prácticas y estructurales.180
Cambio climático, más que un compromiso formal JAVIER ALONSO MÉNDEZ SANDOVAL24. Comprar, vender o promover el uso de productos y tecnología que involucre externalidades negativas.25. Comprar o vender metales y piedras preciosas (oro, plata, platino, esmeraldas, diamantes, etc.).26. Comprar productos vegetales y animales provenientes de bosques naturales.27. Promover o apoyar líderes corruptos o que no tengan un claro y real compromiso ambiental.28. Comprar productos de países o empresas corruptas, que violan los derechos humanos, usan mano de obra infantil, cualquier forma de esclavitud o discriminación.29. Adaptarse como única respuesta. Esta es una posición cómoda, egoísta y transitoria que no contribuye a una solución de fondo.30. Ser indiferente, ante empresas, países, líderes y personas que no contribuyan de manera práctica, para una mejora sustancial del futuro del mundo. Si le gusta este planeta solo se necesita que cada uno haga lo quese debe hacer. Deje de hacer lo que no se debiera hacer y no haga loque no se debe hacer.BibliografíaIsaza D., J. F. y Campos R., D. (2007). Cambio climático. Glaciaciones y Calentamiento Global. Bogotá: Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.Malthus, T. R. (1998). Ensayo sobre el principio de la población (2a ed., obra original publicada en 1798). Fondo de Cultura EconómicaMeadows, D. H. (Comp.) (1972). Los límites del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la humanidad (4ª ed). Fondo de Cultura Económica.Naciones Unidas (1972). Informe Estocolmo. Conferencia de las Nacio- nes Unidas Sobre el Medio Ambiente. ONU. 181
Clima y energíasNaciones Unidas (1987). Informe Brundtland. Informe de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. ONU.Naciones Unidas (1992). Informe de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Río de Janeiro: ONU.Lovelock, J. (1979). Gaia a new look at life on Earth. Oxford: Oxford Uni- versity Press.Ramírez, S. y Restrepo, L. A. (1997). Colombia entre la inserción y el ais- lamiento, la política exterior colombiana en los años noventa. Bogotá: Siglo del Hombre Editores y Universidad Nacional.Sundquist, E. T. y Keeling, R. F. (2010). The Mauna Loa Carbon Diox- ide Record: Lessons for Long-Term Earth Observations. U.S. Geological Survey, Woods Hole, Massachusetts, USA. Scripps Institution of Oceanography, University of California, San Diego, La Jolla, Cali- fornia. USA.Vengoechea de, A. (2012). Las cumbres de las Naciones Unidas sobre cambio climático. Colombia: Fundación Friedrich Ebert (FES). Proyecto Energía y Clima. Colombia.182
La transición energética local Ariel CarbajalResumenEste artículo ofrece una perspectiva práctica sobre casos exitosos detransición energética local en los cuales los nuevos actores del cambioclimático (ciudadanos, empresarios, gobiernos locales) cobran especialimportancia. Parte de la consideración de que en el escenario post 2015entrarán en acción estos nuevos actores del cambio climático cuyas ac-ciones principales girarán necesariamente en torno al eje energético.Dentro de estos nuevos actores se considera que las ciudades y los go-biernos locales desempeñarán un papel preponderante si estimulan ac-ciones ciudadanas relacionadas con una mayor conciencia sobre la vul-nerabilidad climática y si incorporan criterios de energías distribuidasy descentralizadas, cambios en los modelos de gestión y propiedad delas centrales eléctricas e iniciativas de pequeña escala sobre energíasrenovables. Se exponen los avances, las experiencias y los movimien-tos de algunas ciudades hacia una era de bajo carbono y se incluyeniniciativas que son el resultado de múltiples tipos de alianzas para lastransiciones, dentro de las cuales se destacan las cooperativas locales,las alianzas para la descentralización energética, las iniciativas de auto-consumo eléctrico sostenible, los proyectos de crowfunding, las alianzaspúblico privadas para pequeños emprendimientos de nuevas energías,las microcentrales de generación hidráulicas, los colectivos de ciudadespor el cambio climático, etc. 183
Clima y energías Palabras clave: democracia energética, generación distribuida,sostenibilidad, ciudades sostenibles, microcentrales, energías renova-bles, pequeña escala, energía distribuida.IntroducciónLa relación que existe entre el cambio climático global y las ciudades,especialmente sobre las mega ciudades es cada vez más evidente y tam-bién más alarmante. Las presiones de los efectos del cambio climáticosobre los sistemas urbanos pueden agravarse en el futuro (UN-Habitat,2011). Debido estas presiones y a su aumento, se considera pertinentepropiciar análisis que aborden tanto las manifestaciones del cambio enlas mega ciudades, como sus alternativas de adaptación y transiciónhacia esquemas más sostenibles y resilientes. Presentar un conjunto decasos de ciudades de Estados Unidos y Europa puede ser útil para quelas ciudades de América Latina y del Caribe apropien sistemas propiosde gestión local del futuro energético, con el fin de adaptar mejor susterritorios al cambio global. Buena parte de la actual población del mundo que antes ocupabamayoritariamente los campos se ha ido trasladando paulatinamentepara las grandes ciudades, lo que ha ocasionado un fenómeno nuevoque impacta de manera notable la demanda de servicios energéticos.La transición energética local emerge como una respuesta a este nuevofenómeno urbano y a la necesidad de ofrecer alternativas de sustentabi-lidad frente a la crisis del clima. Un proceso integral de adaptación de las grandes ciudades a losefectos de la variabilidad climática y a la necesidad de construir territo-rios más resilientes y menos dependientes del carbono. Si esta transiciónes adecuada, las ciudades podrán convertirse en palancas de primergrado para acelerar la transición global hacia un futuro más sostenible. En la actualidad, más de la mitad de la población del mundo resideen grandes centros urbanos. Las ciudades aportan más del 80 % del totalde emisiones de carbono y son los motores del desarrollo en cada uno184
La transición energética local ARIEL CARBAJALde los países. Si bien esto indica que en ellas se darán las grandes bata-llas por la sostenibilidad global, también hay que tener en cuenta queson centros de conocimiento y cultura, donde se debaten las ideas sobreel futuro y se desarrollan los proyectos de innovación social que puedenayudar a la construcción de una nueva sociedad. Ahora bien, muchos de estos grandes centros urbanos tambiénson los más vulnerables, debido a que las ciudades han crecido de-sordenadamente y con ello se han intensificado las condiciones de po-breza1. De esta manera, sus habitantes, que no cuentan con serviciosadecuados de infraestructuras urbanas y de servicios sanitarios, se venexpuestos a los impactos del cambio climático. Según datos de exper-tos, más de mil millones de residentes urbanos viven hacinados enviviendas de mala calidad, en barrios subnormales o en asentamientosinformales (Monteiro et al., 2011). Muchos de estos lugares están enriesgo de sufrir inundaciones o remociones en masa. En todas las regiones del mundo han crecido las grandes ciu-dades, si por ello entendemos ciudades de más de un millón de habit-antes, pero las llamadas megaciudades han crecido especialmente enAsia, África y América Latina. Allí se encuentran hoy muchos de losnuevos centros urbanos con más de diez millones de personas, segúnlo revela Urban Age (www.urban-age.net) El enfoque que generalmente se utiliza para examinar la relaciónentre el cambio climático y el desarrollo de las grandes ciudades con-siste en proponer una serie de medidas de mitigación (Sánchez y Bonil-la, 2007) que, sin embargo, no enfrentan el problema a largo plazo, puesno tocan la raíz causal de los factores de la mitigación: la creciente pro-ducción de gases de efecto invernadero de las ciudades, especialmentemetano y dióxido de carbono. Este enfoque se hace insuficiente debidoa que todos los escenarios del cambio climático (IPCC, 2014) indican1 La vulnerabilidad es una variable compleja y se relaciona con la interacción entre la exposición, la sensibilidad y la resiliencia de las sociedades. Implica una pérdida de activos y recursos y, por ende, de capacidades para la adaptación. En este con- texto, el concepto de vulnerabilidad se refiere a las condiciones sociales, ambientales, económicas e institucionales que determinan la capacidad de una sociedad para sufrir o evitar daños 185
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