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La Maga

Published by paulina, 2020-11-23 04:49:07

Description: Cuento escrito por Mónica Moccia inspirado en la historia de Paulina Rucco y su proceso creativo "Tierra Adentro", durante el confinamiento 2020.

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La Maga del Fuego Por Mónica Moccia

La Maga del fuego La primera vez que la ví pensé que escondía un misterio detrás de su timidez y sus temores. Y no me equivoqué. Parecía frágil ante cualquier ráfaga de viento. Yo la miraba en silencio, tratando de ver el más allá de sus ojos. Me contaba que con sus manos trabajaba la arcilla, la tierra, el barro, y sin quererlo confesó que eternizaba personajes con fuego. Esas palabras me llenaron de inquitud, de preguntas: ¿quiénes eran esos personajes? ¿Cómo los eternizaba con fuego? La maga vive en la casa que fue de la abuela de una amiga. Que queda enfrente de la casa que fue de su abuela, que hoy es su taller. A ambos jardines los conocía de toda la vida. Jugó en ellos desde la infancia. Sus flores arrojan aromas de amores y sueños. Hoy en esos jardines también juega su hijo, Vicente, que tiene 3 años, porque los amores y los sueños se llenaron de la música de un fiel compañero.

La Maga del fuego Es curioso que el mundo de la Maga se desarrolle en dos casas enfrentadas, que habían sido de abuelas. Como es curioso que su segundo nombre fuese el mismo que el de su madre, el de su abuela y el de su bisabuela, casi como en 100 años de soledad, pero en Ramos Mejía, no en Macondo. Esas casas espejadas, me parecieron un ícono del vinculo con su hermana gemela. Ella misma lo dice “antes de conocer a mi madre, conocí a mi hermana”. Una percepción de dos que son una, o fueron una.

La Maga del fuego La maga también tiene un sapo que encontró un día y nunca más la dejó, O’Higgins, así se llama. Vive escondido entre las plantas del jardín. Solo sale cuando ella está en su taller creando personajes como talismanes que reunen lo sabio y lo bello de nuestros ancentros. Era la época del encierro, de la cuarentena por el corona virus. No podíamos salir y eso nos hizo explorar aún más el adentro, la casa propia. Por eso La Maga del fuego pensó en hacer un pozo para extraer barro que pudiera “amasar” en personajes, que puedan contar lo que la tierra, de por sí, no puede.

La Maga del fuego Mientras removía la tierra seca, porque aún no llegaba el frio y la lluvia, sintió el poder de la herencia, de la historia propia. En ese momento, sus ojos regaron lágrimas. Tantas que finalmente llegó el agua en forma de tormenta. Lluvia, mucha lluvia, que le dió otra la forma al pozo. La Maga vio desecha la labor ardua de escavar la tierra con las manos. La tierra le pedía en silencio, volver a empezar. Una vez más.

Las Machis La tierra se convirtió en barro, que la Maga uso para modelar figuras y utensillos. Un ejercito de muñequitas que algunos llaman, Machis como las chaman del pueblo Mapuche que se encargan de las dolencias fisicas y de aquellas generadas por las fuerzas espirituales o transgresiones de la norma. Dirigen las ceremonias de curación que llaman Machitún, ya que tienen la sabiduría para conocer el uso medicinal de ciertas plantas y curar las enfermedades. Además, se ocupan de proteger a su comunidad de las fuerzas dañinas del mundo.

Las Machis Una figura femenina que cura y protege, eso es lo que la Maga mejor sabe hacer. Por eso no es casual que sus dedos modelaran en barro pequeñas Machis que ofrecería al fuego, para etenizarlas como talismanes que nos recuerden que, en cada espíritu femenino, vive la fuerza de la sanación y la protección. La primera Machi fue ofrecida a la tierra, en un ritual de agradecimiento. Sus formas se unieron al suelo para transformarse en nueva vida. Mientras la Maga cantaba:

El Canto “Soy tu pozo / Que Tal vez te llegue / al ombligo / O quizá / un poco más Para llegar hasta mí / traspasarás un cadáver, al principio sentirás / el escozor y te asustará. Más tarde me recorrerás / te darás cuenta que habito allí, cerca de tus raíces. /Te sentirás a gusto, comenzarás a jugar en mí. Cerca de mi, en mi. Seré el refugio en el que te despliegues desde allí observaras el mundo sin que te vean. Te divertirás como una niña. Ya verás.” Cerca de mi /en mi / como una niña /ya verás.

Las Machis Además de Machis, la Maga modelo ollitas, cucharones y utensillos que usaría para alimentar a su familia, como buena chaman que era. Había aprendido de un maestro alfarero cómo hacer un horno para quemar sus personajes. Juntó madera, papel, cera de abeja, guano, parrilla, ladrillos. Todos sus vecinos la ayudaron con esta colecta.

La quema La Maga eligió un día para hacer el fuego, debía ser una luna llena. El quinto día de Julio, en ese atardecer, que tendría además un eclipse, la Maga con la ayuda de su compañero y su hijo terminaron de armar el horno en el que venían trabajando hacia ya, dos días. Dos días armando el horno, dos noches sin dormir porque la Maga no tenía la certeza de que el fuego y la tierra estuviesen de su lado. ¿Funcionaría la quema, eternizaría finalmente sus personajes en fuego? ¿O simplemente todo se desvanecería en cenizas? Las dudas y temores le robaron el sueño.

La quema El ejercito de machis, ollitas, utensillos y corazones de barro se acomodaron gentilmente en el horno. La primera chispa, el primer fuego. Allí, en su jardín. El fuego ardía como ardía su corazón, fuerte, constante, expandiendo calor en una noche fria de invierno. Abrigando a su hijo y a su compañero que cantó como si el fuego fuese un oráculo de familia. Una cosa es cierta en la Maga, es una maga de fuego que expande amor y se nutre de él al mismo tiempo. “Nos amo”, pensó un día previo a la quema mientras ella, su hijo y su amoroso compañero modelaban con los pies la tierra.

Eternizadas Al día siguiente de la quema, hubo que esperar un poco más, el fuego seguía ergido como un gerrero valiente que cuida un tesoro. El fuego dejó brasas y humo. El humo dejó marcas y colores. Allí estaban las Machis, eternizadas en fuego. Bellas, tibias, como animadas. Cada una contará su historia. Y todas nos recordaran que dar amor, alimento, sanación y protección es lo más mágico que nos puede pasar.


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