I.•U 1) ' ¡Vaya viaje! Tienes que tratar dé que no se te olvide nada de lo sucedido. Estás deseando llegar a casa para con tarlo. «Homero» aparece corriendo y co mienza a lamerte la cara. ¡Uff! Te está poniendo perdida a lametones.
36 Bajas de la barca y avanzas por la orilla del río. Al cabo de un rato ves un precioso jardín. ¡Vaya! En el centro del jardín hay un autobús muy extraño. Más parece una salchicha sobre ruedas. Tampoco tiene conductor, pero deci des subir. El autobús sale del jardín y se mete en una gran carretera. En un santiamén llegas a tu casa. «Homero» se pone tan contento al verte que casi te tira al suelo. Fin
Pagas al conductor. La barca tiene alas y puede volar. En ella vuelas hacia el cielo y vas contemplando el paisaje que se extiende debajo. ¡Allí está tu casa! Tu madre está en el patio de atrás y te saluda con la mano. La barca aterriza en el patio y tu madre corre a abrazarte. —Bienvenida a casa.
38 ¡Estás de suerte! La puerta roja conduce a un circo. Allí ves a tu hermano, que se lo está pasando muy bien. Te unes a un grupo de payasos. El número consiste en meterse todos
juntos en un coche diminuto. Los espectado res se quedan boquiabiertos cuando os ven salir a los catorce payasos del coche como si tal cosa. Fin
En un extremo de la habitación hay un túnel. Un regordete ratón pardo aparece por él y te dice: —No te asustes, soy tu amigo. Sígueme y nos divertiremos. Si sigues al ratón por el túnel, pasa a la página 14.
¡Bravo! ¡Has elegido bien! 41 Escogiste la llave dorada y la puerta de la libertad. «Homero» te recibe moviendo el rabo. El túnel tiene una salida al patio poste rior de tu casa. Fin
La llave de plata es mágica. Cuando la tomas en tus manos puedes volar hasta las cumbres de las más altas montañas del mundo y contemplar el panorama que se ofrece a tu vista. Por fin regresas a la tierra y a tu hogar. «Homero» está en el jardín esperándote. Se echa sobre ti moviendo el rabo y te da un hú medo y efusivo beso perruno. Fin
—¿Quién eres? —Soy el alcalde de esta ciudad. ¿Y tú? ¿Te importaría decirme quién eres para andar por ahí comiéndote nuestras casas? Le dices tu nombre. El hombrecillo se inclina ceremoniosamente y estrecha tu mano. —¿Cómo puedo llegar a mi casa? —le pre guntas. —Basta con que lo desees para que te en cuentres allí. Cierras los ojos, formulas tu deseo y ¡zas! Te encuentras de nuevo en casa. Fin
¡Sorpresa! La puerta amarilla se abre al campo de béisbol que hay detrás de tu cole gio. Estás en el jardín central y te llega una pelota. Reaccionas a tiempo y la atrapas con las manos. Los niños gritan: —¡Hurra! ¡Hemos ganado! Tus compañeros de equipo te rodean y abrazan. ¡Has salvado el partido! Todo lo demás fue un ensueño que tuviste mientras estabas esperando en el jardín cen tral. Estás deseando volver a casa para ver a «Homero».
de crema. A su lado hay otra de pastelillos de chocolate. Pruebas un poco de cada una y comienzas a pasear por la calle. Por todas partes ves casas edi-
47ficadas con tus dulces favoritos. ¡Qué ma- ravilla de ciudad! Un hombrecillo, no más alto que un gato, te dice: —¡Eh, tú! ¡No te co mas mi casa! ¡Yo vivo ahí! Pasa a la página 43.
49¡Despierta! ¡Son cohetes! Miras por la ven- tana de tu dormitorio. Cuatro niños están lan zando cohetes. ¡Claro! ¡Como que estamos en fiestas! Vuelves a la cama preguntándote cuál será tu siguiente sueño. Fin
Has cometido una gran equivocación. Al comer el bombón te conviertes en una gran tortuga peluda. ¡Mala suerte! Fin
¡Bien hecho! No conocías a la tortuga y no sabías qué podían contener esos bombones. La tortuga come uno y se convierte en una piedra. Pasas sobre ella y encuentras una puerta se creta en la pared. La puerta conduce a un late ral del jardín de la casa, cerca del grupo de grandes árboles. El Sol brilla en el cielo. Estás a salvo y en tu presencia se halla «Homero» con el palo que dio lugar a tu gran aventura en la casa encantada.
52 —No quiero ir a ningún sitio. Estoy asus tada. —Está bien. Síguenos. ................................................. ...................................................rüimüüüüüü] l>
—¡Yip! ¡Yip! ¡Yip! Es «Homero» que te estaba esperando. Se encuentra a salvo lo mismo que tú. Con la mano te despides de tus amigos. Al volver, ves a «Homero» persiguiendo a otro gato blanco. ¡Oh, no! ¡Otra vez no!
El rayo de sol se convierte en un gi gantesco tobogán. ¡Ssssssssss! Acabas en la «Casa de la Risa» del Par- Atracciones.
Decides continuar tras de la misteriosa mujer. Por fin se detiene y se te dirige. —Ése es el camino de Venus. Síguelo si quieres. Y se desvanece en humo rosa. Comienzas a andar por el sendero. Es muy hermoso. Venus parece muy pequeño. ¡Qué raro! Tiene ventanas y cortinas, un bonito papel en las paredes y trofeos de natación. Pero, ¡espera un poco! ¡Si es tu propia habita ción! Te sientas en la cama. Todo ha sido un sueño.
nburg nació en 1948, en una Florián estaba enfermo sinbeX. Curso estudios de Edu semanas. Tenía una pierna ogía en la Universidad de Ham- que quedarse en cama. La cuando su madre le cambiaba maestra durante doce años. A mucho. Pero lo peor era el al solamente a la escritura y a la todo, por las mañanas, cuando en el sur de California (Estados taban trabajando. Solía qu< contando los lunares de la alf estamos enfermos, nos aburri taba aventuras apasionantes di üstos... hasta nos ponemos ca perro. emos ganas de que nos mimen juién no le gusta que, abrigadi- Su madre llegaba al med un cuento? Pero... ¿si esa his cansada para ocuparse de él. Si quem potar miedo, se cuen también. que está en cama, enfermo. Su i y hasta el médico le cuentan Después de comer, Florián l —¿Jugamos? cer uno de los terroríficos epi
gó con la cabeza. Florián frunció el enfermo es espantoso. ie quedaría bien contenta una sema dejándome mimar. ir?\" Florián se hubiese echado a reír. ' solo toda la mañana y cuando llegás iempo para mí. Podrías prestarme n. r agotada —djo la madre. se mordió el labio y añadió: rés que luego te cuente una historia? solamente? Je miedo. ís una historia de miedo? /iví yo misma. sí, contame. ués, cuando haga café. serio viviste una historia de miedo? Florián cuando la madre se sentó ama. nabía nacido? iace dos años, cuando buscábamos
ites que esta, vimos otra: un piso grande —Soy Bárbara. Venga, le m íjo edificio con un gran jardín silvestre. de los chicos. or qué no lo alquilaron? i cuento: —Quisiera ver las otras hab 3 vio el aviso. El alquiler era barato, mero —contesté. acordamos con los dueños para visitar —No —dijo Bárbara brusc, dificio, con su pequeña torre, parecía tes tiene que ver esta pieza. 'Hito. Yo estaba entusiasmada: me en n las casas antiguas. Curiosa, subí al Parecía tan apurada... Fuim liso y toqué timbre. Al rato, oí pasos. tación grande y vacía al final c zbrió una nena de pelo negro y enru los colores se notaba que había rgo hasta la cintura. Llevaba un vesti tación para niños. Bárbara corr cco, de encajes, hasta los tobillos. La y pálida. —Acá estaba mi mesa —d Quiere ver ¡a casa?—preguntó. aquí, veía el castaño. Su hijo tie —dije—. ¿Están tus padres? se también acá, ¿me promete? enen enseguida —contestó—. Yo pue rársela. —No sé —contesté, e intenté é. La nena dijo: —¡Por favor! —exclamó, n rienen hijos? un varón. plicante. \"orno se llama? —Bueno —dije para conform 1orián. én entonces, ¡a nena sonrió. ba que era cosa nuestra cómo habitaciones. 0 —Ahí estaba mi cama —exp 1 do la pared junto a la ventana- | veía el cielo y sabía cómo estab, <D V —Pero ese no es buen lugai I —comenté. ® Bárbara me miró sorprendic
no? traron la casa: dos cuartos de estar, c ente en la ventana. Podías aca rio, baño. Nos detuvimos en la cocina, i nía unos hermosos azulejos antiguos. irme? —gritó— . ¿Dice que ma al? El hombre me miró, con una cara pá } no —aseguré. como la de Bárbara: *ra mal lugar para la cama. ecir algo. —¿Le gusta la casa? a a decir una cosa tan horrible —Sí —contesté entusiasmada— . Es t u voz se volvió aguda. gua y amplia, como quería. ida de tu mamá. —Hay otra habitación —dijo él—. Pe el pasillo. no entramos allí. ser tus papás —dije aliviada, y —Era la pieza de los chicos —susurr mujer. * —Sí, ya sé —dije, sorprendida por el terio con que hablaban. , pero esa nena me atemoriza —¿ Vio la habitación?—titubeó la muj y un hombre venían por el pa —Me la mostró su hija. é, porque iban completamente La mujer me miró fijamente: ro>. El tenía el pelo oscuro co —¿Nuestra hija? lla, sus mismos ojos grandes. —Sí, quería que acomodara el cuarto ¡ usted? —preguntó extrañada ¿ igual que cuando estaba ella. á. :¡ue la puerta estuviera abierta “O caries que su hija me había i —¿Cómo era esa nena? —gritó el hom o me dieron tiempo. Me mos I con voz ronca. 0 —Tenía una melena negra, larga y lle\\ 1 un vestido blanco —dije extrañada. 9 — ¡ Bárbara! —exclamó la mujer.
? miedo. Salieron de la cocina y los oí sa y nos alegró que no nos recibiera ritando ese nombre. Me sentí incómo —¿Bárbara parecía un fantasma :omprendía su excitación, pero adver i encuentro con Bárbara los alarmaba. saber Florián. seguí lentamente. Se quedaron para —Estaba muy pálida y débil, co a puerta de la habitación infantil. i está —dijo el hombre con palabras que está enfermo hace mucho tiemp s. —¿Por qué no me llevaste con v ro yo la vi —insistí—. Estaba en la —Estabas en la escuela. Bueno, , y habló de su castaño. íujer sacudió la cabeza tristemente. que ir. Me queda mucho que hacer. be haberse equivocado. Florián torció la boca, pero calló i, estoy segura. Oyó a su madre en la cocina. Er imposible. ro ¿por qué? llegó el cla-cla-cla de los platos en l írbara está muerta —dijo el hombre. —¡Mamá! —gritó. /luerta?—repetí, incrédula. urió hace cuatro semanas —explicó —¿Qué? esta habitación, de una pulmonía. —¿Bárbara murió por dormir pe lo! —grité. ventana? os, mirándome, afirmaron con la ca —No sé. i media vuelta y huí. —¿Realmente la mamá no la cu ladre de Florián hizo una pausa. Luego, • —No sé. Florián aspiró hondo y gritó: ia semana después encontramos esta ca —Yo también podría pescarme no te ocupás más de mí. La madre no contestó. Florián c y suspiró. Siquerés
Una historia que p un cuento de hada También parece u para niños peque ,, pero no lo es. 11.72.1
storia de un príncipe y de una abía una vez un castillo, con príncipe, princesa, muralla, f de príncipe y princesa? ¡Qué dor, puente levadizo y un ter )s ya no los aguanta nadie! en la puerta del castillo, que no dejaba Dquito! Todavía no sabés cómo die. ¡juro que tiene un castillo! > ene. íina. ecir que no tiene dragón! dad, sí, tiene un dragón. fas a decir que no es uno cte esos s en que la princesa se pasa ) al príncipe encantado? s, dejame que te cuente. Des 3 gusta. ¡Qué cosa! Desde que ) de \"no lo leí pero no me gus- ma costumbre... en! Contalo.
m i a'Y_—^ r —i___ los dejaba? ). La verdad es que parecía muy pe n algún peligro en el dragón. *1 Dan que tenía uñas muy largas, ie tenía dientes filosos. Alguien ha '. I Vro al príncipe, desde 0 enía una cola enorme, con la punta chiquito, lo estaban entrenando is... Había gente que pensaba que tatn que un día saliera del ( tintillo y recorriera el mundo, pensaban que era amarillo, o mo nuno lo hace todo príncipe que de un burro cuando huye... Y de la jego. ¡De verdad! Por eso nadie se Hfi |MP('U\\ el patio para salir del castillo. rSzi
ssor de todo: profesor de esgrima, mundo, pudiera hablar con las a usar la espada; profesor de alari personas y entenderlas... Tenía clases para andar a caballo, para de alarido? ¡Eso nunca lo había dar puntapiés... Tenía clases de natación, para atravesar el foso sí. En las películas de Kung Fu, o cuando llegara el momento; tení karate siempre dan unos alaridos clases para aprender a usar el idversario. El príncipe tenía clases codo... clases de corrida, para atravesar pido y llegar enseguida al muro... & jndinismo, que es el arte de subir que él practicaba en las paredes clases de todos los idiomas, para del castillo y fuera a recorrer el
eso no! Estás inventando. \"Mientras tanto, la princesi )d. Le enseñaban a usar el brazo do príncipe, que era linda como el odo bien en punta, para dar un coda ojos más azules que el azul del le pusiera adelante. Y también tenía dorados como las espigas del cam ender a escupir en el ojo... Y hasta blanca como las nubes de invierno... Ddillas en el suelo, para que se endu se le lastimaran cuando se cayera. Y —¿Blanca como las nubes i llorar todo el tiempo, porque a veces qué de invierno? ¿No puede ser de v io, pero llorar demasiado puede ser —Ah, no, no puede ser. Las pérdida de tiempo. Y quien tiene son nubes de lluvia. Son oscuras... n dragón, darle un codazo, o enga í tiempo para andar lloriqueando por —Sí, pero en los países fríos, nubes son oscuritas...
a terminar con estas discusio j nada. Sólo alargan el libro y ¡do... La piel de la princesa era las manos de la princesa eran io, no importa. Las manos eran pequeños, y la voz de la prin elodiosa! Sé que esa palabra no utilizo algunas palabras raras, a decir que no incentivo la cul- —¿Y la princesa, qué hacía todo el día —La princesa se ocupaba de ocupa cipescas, es decir, tomaba clases de caí dado, de tejido, de pintura sobre cerá cursitos de iniciación á la poesía de R estudiaba un poquito de piano, hacía fl< zapán... —¿Qué es el mazapán? —Ah, el mazapán es un dulce muy no come casi nadie, porque no hay din cance.. ; \"Y ella aprendía a decorar tortas, cabellos... —¿Con cabellos? —Así es; en aquel reino era muy dotes...
hacer cosas que no sirven para na nte se hacen para que todos sepan es rica... Porque sólo hace esas co erse... Si una persona estudia dacti jemplo, es porque quiere trabajar en pone a estudiar medicina, ingeniería, al... está claro que quiere trabajar, ganar dinero, ¿entendés? si esa persona estudia las cosas que incesa, está claro que sólo lo hace ara pasar el tiempo...
\"Por fin llegó el día en que el príncipe debía sa lir a recorrer el mundo. No quiso llevar mucho é* quipaje, para que no le pesara. Salió de madruga da, bien tempranito. Y se fue corriendo, dando co dazos, escupiendo en el ojo del que pasara cerca. Paso por donde estaba el dragón, escaló el muro del palacio, cayó del otro lado, nadó por el foso, su bió en la otra orilla, y se fue por el mundo, buscan do no sé bien qué, pero con muchas ganas. o o
1. \"¡Pero la princesa estaba de no era el príncipe que estaba espe sa? es que no era feo, tenía ropa mu \\ seguía esperando. Y tanto espe que debía de tener dinero, pero era jreció un príncipe con cara de en y parecía estar convencido de que ló el muro del castillo bajó por tuación. dio unos codazos al dragón, montó irmable que había llevado, atrave ' 'La princesa frunció la nariz. subió por las trenzas de la prince \"El padre y la madre de la pri erza para no perder la elegancia ron, y quisieron arreglar las cosas. etrefe le subía por las trenzas. riz fruncida de la princesa, porque je llegó arriba, empezó a hacer re parecía muy agradable... Después incesa y enseguida le preguntó si príncipe de Petrolandia, un lugar él. quido de olor espantoso que todo e ba que algún día iba a valer mucho din
madre de Linda Flor (la princesa \"La madre y el padre de Linda Flor, ¿te lo había dicho?) se acer lio un codazo disimulado y le dijo, sieron blancos del susto... Si su hj nelosa que el almíbar: jita, andá a prepararle un postre al agradar a los muchachos que venía namá, no voy nada. No tengo ganas. ¿cómo iba a hacer para casarse? Ento ué es eso, hja? ¿Por qué no tenés ga ios. Andá a hacer unos alfajorcitos de se puso furioso: r a que este muchacho vea lo habilido \"—¡Vas inmediatamente a prepa no voy nada. Ese tipo no me in o muy aburrido... matambre para el muchacho! ¡Ya mismo! Mirá, papá, yo puedo hacer m so de lentejas, puchero de gallina, ci pero sacate la idea de la cabeza, po príncipe no me voy a casar. ' 'A esa altura, el príncipe estaba aquella princesa que no hacía nada cerlo, que se fue y no volvió más, pa los reyes y gran alivio de Linda Flor.
bo de un tiempo, otro príncipe es ' Linda Florcita, hjita que ¡altó por encima del dragón, le tiró car los dibujos que hiciste, pí s, y subió por las trenzas de la prin muchacho... r aguantó firme el peso del príncipe se molestó en parecer elegante. ' Tero Linda Flor, ¡nada! )e llegó, se presentó, habló unas pa ' '—Hjita adorada, andá a bu: 3y, hizo unos elogios a la reina, le bautismo para que las vea el much¡ Linda Flor, y enseguida le preguntó \"Pero Linda Flor, ¡nada! ' con él. ' 'El padre intervino: ipe tampoco era feo. Estaba bien ) tenía una pluma de gallina en el Andá, hjita, andá a busc ;ía ser buen mozo, pero a Linda macramé que hiciste para los a. chinchina, así las ve el muchacho.. no le gustaba? o! No le gustaba y listo. ' 'Linda Flor respondió: la madre pidió con amabilidad: \"—Escúchenme. Yo puedo m tas de macramé, los vestidos de pas plisadas que hice. ¡Pero con e caso! ' ' ¡Los padres de Linda Floi perados! Porque el príncipe era hjo del rey de Computolandia, opinaba que tarde o temprano lo a dar buen dinero.
muchos príncipes llegaron, muchos ' '¿Y la ropa de Linda Flor? eron. Linda Flor ya no les arrojaba lindos vestidos de terciopelo con de armiño que uno ve en las figi que subieran. Había puesto una es de hadas. ma, que era más práctico. verdad, Linda Flor se había cortado \"Ahora usaba... ¡pantalones larg rn susto de sus padres, y usaba un —¿Y para qué usaba pantalones ) copiado de algún pueblo lejano de —Ah, todavía no te lo voy a dería la gracia. Usaba pantalones el príncipe. Y estaba diferente, el sol.,7 ¡ju sto ella,, .que. .era tan blanqui
ofesores se quejaban de que no iba más ' 'Cierto día todo el mundo en el de craquelé, ni a las clases de etiqueta, un gran susto. ;s de minué. Y la corte entera se espan ransformación de la princesa, que aho ' 'A media mañana, a la hora en ierte, y se entrometía en las conversa sas delicadas todavía están durmien ds mayores. ¡Hasta opinaba sabré los terrible alarido. a política! Y ya no quería que la llama —¿Alarido? 3 nombre más pretensioso! Quiero que —Sí, un alarido. ¡Un alarido de p _ucila, Teresa, María Sol, ¡un nombre ' —¿Qué pasó? —preguntaba uno moderno! ' —¿La princesa estará en peligr ba otro. ' —¡No, no parece en peligro! — ro—. Ella está dando alaridos igualito ba el príncipe... ' 'Los alaridos continuaban, cada tes. Y todos corrieron hacia donde v dos, en la torre del castillo. \\s
en llegar fue el rey. * 'La reina, que acab dó espantado cuando vio a la prince gar, se detuvo horrorizada: de un lado para otro, con la espada lo esos gritos horribles. ' '—¿Aprendiendo alari ié es esto? ¿Qué es lo que está pa \"Y la reina se desmay mismo, pero nadie se inc ;a dejó de correr, se enjugó la fren mucho, porque a la reina de la mano y sonrió, muy contenta: cantaba desmayarse. Hacía 3á, no te puedo decir! ¡Qué diverti po que venía diciendo que la ndo clases con los instructores de cesa necesitaba tomar unas Estoy aprendiendo esgrima, estoy ses de desmayo, porque es útil desmayarse en los mor rrer, y estoy aprendiendo alari- adecuados.
siguió explicando: Í'X stoy aprendiendo todo lo necesario íl castillo y recorrer el mundo co 3? 5' \"—Pero hja mía —tartamudeó la re el mundo? —preguntó el rey, casi ibién. Pero no se desmayó por ¿dónde se ha visto semejante cosa? ¿ ie los hombres no se desmayan. ¿Y los dragones? ¿Y los monstruos? el mundo? —preguntó la reina, despertado, porque sentía mucha \"—Bueno, justamente por los | scuchar las explicaciones de la dragones y los monstruos es que clases para defenderme! Ya sé dar ca o, recorrer el mundo! Estoy can pes por sorpresa. Me falta entrenan en este castillo esperando que en salto con garrocha y gritos de mando jiera venga a salvarme. Es mu > ¿Gritos de mando? i salir a recorrer el mundo co ncipes. Y si tengo que casarme contraré por ahí, pues el mundo debe de estar lleno de príncipes J
No sirve de nada que uno apenas gri ¡o dar los gritos con convicción, o sea, i que uno va a ser obedecido, porque sultado. ¿Quieren ver? ÍAN DE ACÁ, PLOMOS¡ r la princesa gritó, todo el mundo em las escaleras corriendo. Drincesa, sastisfecha, le dio un apretón nstructor de alaridos. gritos ya están a punto, también —dijo. 'El palacio se revolucionó con la r 'Sólo se veían personas que murm -Es así como le digo. La princes '— Escuche bien. La princesa... '—¿Sabe que la princesa... 'Y la princesa seguía con sus entr todos los días, sin desanimarse.
Dr fin... día de que la princesa saliera a re llevar mucho equipaje, para que no de madrugada, bien tempranito. a del frente, y allá se fue, corrien » cerca del dragón, dio tres saltos, do en las clases de ballet, se acer saltó con una vara, subió a una ca erca, remó con fuerza y llegó al i. Saltó a la orilla, saludó a la gente de el castillo, y se fue por el mun i qué, pero con muchas ganas.*'
Nadie te creería Luis María Pescetti Ilustraciones de O'Kif V
Al finalizar el horario de clases llega una ma dre a buscar a su hijo. La intercepta la maestra, que (rae al niño de una mano. —Señora, hoy Fernando se portó fatal. —¿¡Otra vez!? —Pero fatal, fatal... no hace caso, contesta, se burla de los compañeros... —Pues, entonces, deme otro. —¿¡Cómo que \"otro\"!? ¿Otro niño? —Sí, porque tampoco sé qué hacer. —Pero, es que no puede ser. —Con su padre ya le dijimos (mirando al niñoXpero si él no quiere hacer caso... Qué, ¿no hay más niños? —Es que no se trata de eso, la escuela está llena de niños... —Pues cámbiemelo y listo. —(Dubitativa). No, pero... —Casi mejor pruebo con una niña, estoy pensando. —Es que se me desordena todo, señora, lue go vendrá la madre de la niña... —Pero yo llegué primero.
—Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. ¡Claro que hay tele! Y un perro muy hermoso, que a Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el Fernando le gustaba mucho, ¿verdad, Fernando? problema a otra familia. —...(el niño, con la mirada baja, asiente). —No, porque así aprende, para la próxima — ¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque lo va a pensar. mis papás no me dejaban! —Pues vamos a casa, que ya tienes uno. Y —¿Y si no lo quiere nadie? tú, Fernando, pórtate bien con tu nueva familia y nos —¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a que vienes a visitar cuando quieras, ¿sí? rer si es un niño precioso? —Precioso sí que es, pero se porra... El niño asintió otra vez, sin levantar la mira —Ah, ¿y qué pretende? ¿Que me lo lleve yo? da. La madre saludó amablemente a la maestra. Esta —No, si no digo eso. se despidió de Elena con un beso y dio vuelta hacia el —Hay que hacer algo, maestra, hay que po patio, con Fernando de la mano. ner límites, si 110 van de peor en peor. —Bueno, ¿y cuál quiere? —Una niña, ¿no le digo? (mira hacia elpa tio). Aquélla, la que está saltando. —¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre! —¡Uf! (la ñifla con evidente fastidio), ¡estoy jugando! ”—¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué pri mera impresión más fea le vas a dar a la señora. La niña, resoplando contrariada por la inte rrupción del juego, va al salón. —¿No será peor que éste, no? (la madre, preocupada). —¡Qué va! Es un ángel, lo que ocurre es que estaba jugando; los niños son así. Llega la niña con su mochila. —¿Vamos a casa, Elenita? —¿Y hay tele? —(La maestra y la madre sueltan una risa).
Pablo, el que hacía caca en un establo, le di jo a Inés, la de la caca al revés, si quería jugar con él y con Rubén, que hacía caca en un tren. Inés estaba con Sofía, la que hacía caca todo el día, y le contestó que no. Pablo, el de la caca para el diablo, se enojó. Justo pasaba por ahí, la maestra Teresa que hacía ca ca con frambuesa, y le dijo: —Pablo, el que hace caca cuando le hablo, no le digas así a Inés, la de la caca de pez. Mejor vete a jugar con Luis, el de la caca y el pis, o con Gusta vo, el de la caca por centavo. Pablo le contestó: —Señorita Teresa, que hace caca con destre za, lo que pasa es que ellas, las que hacen caca tan be lla, nunca quieren jugar con nosotros, que hacemos caca con otros. Las invitamos y no quieren y a nues tra caca la hieren. La maestra Teresa, que hacía caca en una me sa, miró con mucho cariño a Pablo, el que hacía caca en un vocablo, y le preguntó: —¡Ay tesoro, el que hace caca de loro! ¿No será que estás enamorado de ellas, que hacen caca con estrellas?
Justo llegaba Tomás, al que la caca das, y EL POETA DE LOS SUEÑOS cuando oyó eso le dijo a la señorita, que hacía caca Había una vez un señor que soñaba poesías. Despierto no destacaba en nada; pero dormido se le tan finita: aparecían poemas. Hablaba y su mujer copiaba; por —Es verdad maestra, la que la caca le cues la mañana ni él mismo podía creer que eso había si do creación suya (esto les sucede a muchos creadores, ta, él está muy enamorado de Sofía, la que hace caca casi nadie puede explicar de dónde nacen las ideas; pero en este caso la sensación era más fuerte ya que en las vías... Pablo, que no estaba enamorado sino muy dictaba dormido). Y Todo terminaría acá si no fuera porque esta enamoradísimo, se puso colorado de enojo y les con ba disconforme con eso, pues se hizo famoso en todo el mundo, 110 tanto por los poemas sino por cómo le testó: nacían. Lo invitaban a programas de televisión, pero —¡No es cierto! ¡Y tú, Tomás tomalosa, que esos de concursos y fenómenos extraños. Lo entrevis taban de diarios y revistas para preguntarle si, ade hace la caca en Formosa, tú gustas de Inés, que hace más, veía espíritus. Aparecía en libros, pero en aque llos de récords y hechos inexplicables. Él quería ser una caca por vez! poeta, y no un fenómeno de circo. —¡Mentiroso! ¡Mira, Pablo pableta, que ha Sufría tanto que, desesperado, le dio un mar ce caca en bicicleta, mejor te callas! tillo a su mujer para que le pegara cuando hablara dormido, lo que ocurrió esa misma noche. Fue una La señorita Teresa, que tenía caca en la cabe poesía sobre una tortuga. Su esposa no le pegó, lo sa cudió de los hombros. Él no despertó, pero la tortu za, los miró y les dijo: ga del poema apareció de verdad en la habitación. —Pablo Pablito, caca de pajarito, y Tomás Tomasito, caca de perrito, ustedes son amigos y no tienen que pelearse ni por la caca enojarse. Por ahora vayan a jugar entre ustedes, que ya va a llegar el día en que esas niñas, con la caca en trensiñas, los busca rán para jugar. Pablo y Tomás, salieron corriendo abrazados, haciendo caca de parados, y se olvidaron de pregun tar si trensiñas quiere decir algo o nada más lo inven tó la señorita haciendo caca con palabritas.
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