Important Announcement
PubHTML5 Scheduled Server Maintenance on (GMT) Sunday, June 26th, 2:00 am - 8:00 am.
PubHTML5 site will be inoperative during the times indicated!

Home Explore VTP 2 render final

VTP 2 render final

Published by enlaza2cr, 2021-05-29 21:44:44

Description: VTP 2 render final

Search

Read the Text Version

Árbol de navidad en casa, sección 1-2 Escuela la Pitahaya Elsa María González Solano, 54 años. Cartago, Costa Rica. 101 Ver galería virtual

Cuando la realidad cambió Manuel Esquivel Alfaro, 57 años. Heredia No dejo de pensar en todos los niños que se quedaron sin su escuela en el país y el resto del mundo. En mi retrospectiva vagan los recuerdos en la memoria de acontecimientos vividos en la escuela. Sí, la escuela es ese espacio donde establecemos nuestros primeros vínculos, más allá de los familiares y construimos nuestras vivencias. Pero de pronto, todo se ha suspendido, las sensaciones de soledad y tristeza que siempre están y cuesta expresarlas con palabras, brotan ahora a flor de piel en este periodo de pandemia. Los niños en este aislamiento social tienden a perder los diversos estímulos sensoriales de forma silenciosa, que van limitando sus capacidades imaginativas y el poder del asombro poco a poco. Pienso en los efectos secundarios de esta generación de niños, que como sabemos, sus etapas de desarrollo no se detienen, la vida sigue y veremos sus impactos con el tiempo. Esta pandemia nos deja un gran reto a todos los encargados o responsables de estas generaciones. Una gran enseñanza también: comprender que la integración social, el contacto entre los seres humanos no es un lujo, es una necesidad como el aire y como el agua en el ser humano. 102

Soledad y silencio 103 Manuel Esquivel Alfaro, 57 años. Heredia Ver galería virtual

Ciudad fantasma Melissa Houed, 37 años. Woking, Inglaterra Londres se ha convertido en una ciudad desolada, lenta y todavía más fría. No se parece en nada a la ciudad que era, los trenes y los subterráneos viajan casi vacíos, ya nadie va a trabajar, no hay filas, nadie se empuja para subir al transporte público, los restaurantes no están abarrotados a la hora del “lunch” (la mayoría no están abiertos por las restricciones o ya quebraron y cerraron definitivamente). Si por algún motivo uno camina por Londres, nadie se acerca, la gente huye de los demás, no quieren ni cruzar miradas. Todos hemos escapado al campo, a la naturaleza; ya que es lo único que está permitido: hacer ejercicio en solitario o con su compañero de casa, o pasear al perro (dicen que los perros nunca han caminado tanto). En fin, la ciudad luce muy distinta y todos creemos que nunca volverá a ser lo que era. 104

Londres. Subterráneos vacíos 105 Melissa Houed, 37 años. Woking, Inglaterra Ver galería virtual

Corrida de toros Dunnia Flores Santamaría, 56 años. Curridabat, San José ¿Y abrieron las puertas…, y salieron a toda velocidad…, como si no pasara nada…, con desdén y deseo de olvidar y negar una realidad que creíamos nos había transformado y enseñado a valorar…, y lo dijimos…, y lo olvidamos…, viernes negro…: iguales ventas, calles, presas muchos carros…, restaurantes llenos, el aforo sin respetar…, cercanía sin mascarilla… Todo sigue igual… ¿¿¿sigue igual??? No lo sé, solo el tiempo lo dirá. Un momento…, también estamos los que hemos vivido resguardados…, sí, resguardados…, no en un encierro. Cuidándonos y cuidando a los demás…, renunciando a la cercanía, al contacto, a la vida cotidiana de antes y en espera paciente, descubriendo mil detalles, creando, concretando y realizando… Sí, en la espera…, una espera que de pronto se volvió productiva… Tampoco olvidar a quienes han vivido con dolor y miedo; la pérdida…, el vínculo roto…, la muerte…, la impotencia. La pérdida del trabajo…, los que han convivido con la realidad desnuda…, una intrusa no invitada que hubo que soportar… ¡Qué duro, qué cruel!, y aun así levantándose…y aun así caminando. 106

Sí, todos ellos nos merecen respeto…, respeto a la vida…, al esfuerzo y al trabajo de quienes han intentado timonear el barco. Nuestra colaboración…, el respeto…, la espera…, la paciencia. Dejemos huella. Está en nuestras manos…, cambiemos, mejoremos, tan solo un poquito es posible y podemos hacerlo. Una responsabilidad histórica…, múltiples caminos, múltiples opciones. Creatividad, flexibilidad, amor, entrega. Ceder…, crecer. 107

Mi experiencia con esta situación de la pandemia Alejandro Robles Cruz, 12 años. San José Mi nombre es Alejandro, tengo 12 años y soy de Costa Rica. Me gustaría contar mi experiencia con esta situación de la pandemia. Comenzaré explicando cómo fue cada situación que viví en este período, luego diré lo que aprendí. Al principio fue difícil; pues íbamos al colegio, pero con medidas que pocas veces eran respetadas. Yo diría que este fue el factor que finiquitó las clases presenciales durante el 2020. Luego de un mes con trabajos asignados para hacer en la casa, comenzaron las clases virtuales, creí que sería fácil adaptarse, pero, al contrario. Los problemas comenzaron con fallas en la conexión de Internet, clases suspendidas y demás problemas. En ese momento el colegio decidió cambiar el programa de recibir clases a “Zoom”. Este cambio fue lo mejor del momento, ya que facilitó mucho lo que fue antes con la anterior aplicación. Mientras yo recibía clases, mi mamá trabajaba virtualmente, estaba en reuniones constantes y trabajaba más tiempo de lo que debía. Al final, logré esforzarme lo suficiente para pasar el año sin mucho inconveniente; por otro lado, fue duro ver al resto de mi familia una vez a la semana, a veces más. Yo extrañaba a mis compañeros de clases, pero al mismo tiempo disfrutaba el nuevo formato de recibir clases. 108

Diría que fue muy duro el tiempo en cuarentena, pues el tiempo se pasaba lento, la creatividad volaba pero en algún momento te aburrías. Quizás fue duro para otras personas, pero agradezco que no fue mi caso y me gusta pensar que fue un tiempo invertido en cosas productivas. Me doy cuenta de que este año me hizo reflexionar sobre la importancia del tiempo en familia y con amigos. Te das cuenta de que el tiempo no se recupera, aprendes a amar a la distancia, demostrar tu afecto con una simple videollamada y otros detalles que hacen feliz a cualquier persona. Estoy de acuerdo que el Internet fue una de las mejores cosas que tuvimos durante la pandemia; pues nos mantuvo informados y en constante contacto con nuestra familia. Aprendí lo difícil que es el mundo de un adulto ya que escuchaba a mi mamá trabajando, estresada porque el tiempo no le alcanzaba y trabajando hasta tarde. Me di cuenta lo mucho que mi mamá y mi papá hacían por traer dinero a la casa. Estoy seguro que este año fue un gran aprendizaje y por más duro que fue no me arrepiento de haberlo vivido.  109

Fluir es parte del milagro Melissa Solano Morales, 31 años. San José Los momentos no son buenos ni malos, simplemente son… Y dentro de la libertad y el poder que se nos ha otorgado, tenemos la posibilidad de tomar perspectiva, enfocar y darle significado a cada situación. Quizá el gran desafío está en aprender a fluir con la realidad, con lo que viene, con lo que va; pero, sobre todo, con la abundancia de oportunidades que siempre nos ofrece el momento presente. Nos vendría bien una amorosa dosis de fe, para experimentar los efectos de “confiar”... Confiar en Dios, en nuestro poder interior, en las personas que tenemos cerca y en las circunstancias que aportan aprendizaje y sentido a este gran milagro que se renueva cada día: la vida. 110

Pintura-Un préstamo en tiempo de pandemia a la obra de don Francisco Amighetti   Melissa Solano Morales, 31 años. San José Ver galería virtual 111

Mi mejor atardecer Yahaira Guillén Hernández, 36 años. Oreamuno, Cartago Vi ese atardecer desde la ventana de mi cuarto y salí corriendo y sin suéter, con una blusa ligera, en short y sandalias, caminé 100 metros norte de mi casa, corrí y corrí, me quité las sandalias para sentir la brisa del viento y por primera vez… Caminé sobre el pasto, respiré profundo y vi el atardecer y me preguntaba, ¡qué colores más hermosos, qué privilegio tenía de estar aquí mirando este espectáculo tan lindo! Sentí, respiré ese aire puro, pero a la vez me dije: ¡qué lástima que muchas personas no podían estar aquí, observando las maravillas del señor!; pero tenía que entender que estábamos en tiempos de COVID y, por nuestra salud, teníamos que estar en la casa, pero cuando de regreso me vine descalza hasta mi casa y de camino me dijo la vecina: “viste que hermoso atardecer” y le dije sisí, ¡qué linda vista tenemos!” y me dijo “¿sacaste fotos?” —¡sí claro! —Mándame una, para enviársela a mi hija de Estados Unidos, es que cuando salí no logré verlo completamente. 112

Pero de verdad tengo muchas-muchas fotos con lindos y maravillosos atardeceres, pero ninguno como ese, porque fue especial para mí en tiempo de COVID-19, cuando tenemos que estar en casa y los autos por su restricción no frecuentaban mucho mi pueblo. Tuve la libertad de caminar libremente descalza y respirar ese aire puro. 113

114

Mi mejor atardecer Audio Yahaira Guillén Hernández, 36 años. 115 Oreamuno, Cartago Ver galería virtual

Carta al Niño María Marta Durán Rodríguez, 53 años. Cartago Gracias al 2020 he crecido muchísimo: agradezco lo vivido, rescato lo aprendido, acepto lo perdido y valoro cada momento. Al acercarse la navidad y el nuevo año, hago recuento de experiencias y de allí nacen las peticiones para el pequeño Jesús, que comparto en la tradicional Carta al Niño. Por favor querido Niño, para esta navidad yo quiero que me traigás… • sonrisas y carcajadas sin máscaras, •muchos abrazos con tranquilidad y seguridad, •confianza para dejar el miedo a la cercanía, al contacto físico, y seguir cuidándome y cuidándonos, •caminatas por el barrio, la ciudad, la montaña, la playa, o adonde me dé la gana, sola o acompañada, •invitaciones: quiero poder abrir la puerta de mi casa para que me visiten y tomarnos un café, o ir a otra o a cualquier lado a hablar un buen rato con quien se apunte, •libertad: para fotografiar graffitis y encontrar mandalas en cualquier 116

lugar, comerme un helado en la calle, ver estrellas, disfrutar el viento que me alborota el pelo y me enfría o me refresca, •a mis chiquitas y chiquitos: quiero acercarme a ellas y a ellos, abrazarles laaaargo y fuerte, darles muchos besos sonoros y hacerles cosquillas, •salud para la gente que amo y sus familias, en cualquier lugar que estén; que vivan la vida y sus procesos con amor y serenidad, •tiempo: para estar con mi gente, ir a sus citas médicas y al hospital, si toca; para ser compañera de convalecencias y compartir cuido, cariño, historias y anécdotas durante la etapa que nos toque... apoyarnos mutuamente frente a lo que venga… Niñito, ¿será mucho pedir? Espero que te acordes de mí y cumplas mis deseos. Te escribo con la misma esperanza con que de niña te pedía otro tipo de regalos. Y ahora, como entonces, sigo buscándolos y trabajando para que lleguen completitos. 117

Unamos nuestras vivencias. A nueve meses de pandemia Cintia Aguilar Sanabria, 56 años. Estados Unidos. Mi identidad como Cintia Aguilar Sanabria ha incluido desde siempre que yo soy a la antigua, lo que no tiene nada que ver con cuestiones de edad, ni calendarios; sino con la forma en que prefiero y elijo relacionarme. Soy a la antigua porque prefiero relacionarme con la gente en vivo y a todo color…, un encuentro en persona, una conversación por teléfono, lograron prevalecer pese al auge de los medios de comunicación social. Aun cuando vivo en un país diferente al que nací, he logrado mantener y nutrir mis relaciones a la antigua. Esto, hasta que el poder de COVID-19 se interpusiera en el camino de los encuentros y los abrazos… Estoy infinitamente agradecida porque he estado protegida durante la pandemia… Tengo salud, familia, amigos, trabajo y hasta la posibilidad de ayudar a otros. Sin embargo, también he tenido mis bajonazos. Dentro de todo el dolor, incertidumbre y ansiedad que nos ha traído la pandemia, la limitación de estar frente-a-frente a los otros ha sido lo más difícil. Cintia, a la antigua, se ha adaptado como lo hemos hecho todos. Y aunque el monitor de una computadora o un teléfono inteligente me han permito conectarme y seguir construyendo y nutriendo mis relaciones, espero con entusiasmo el momento en que mi forma de relacionarme vuelva a ser a la antigua. 118

Arte en la pandemia Benjamín Durán López,10 años. Cartago Ver galería virtual “En la pandemia aprendí a dibujar mejor que antes, también con más color y diferente” 119

Mi vida –“la vida”– en pandemia José Pablo Durán Rodríguez, 49 años. Cartago La vida sigue, diez meses después, la vida continúa, nos hemos acomodado, con gusto o no, a la nueva vida. Lo que era antes, es pasado, y entre más remoto y pasado lo veamos, mejor; pues nunca volverá, como todo. La pandemia nos ha enseñado, a algunos duramente, que la vida son momentos, instantes, resplandores etéreos de alegría, tristeza, emoción, paz, duda, sufrimiento, ansiedad, desesperanza, tantas y tantas emociones. Pero sobre todas ellas, debe prevalecer la esperanza, el agradecimiento, la humanidad, la sensibilidad y el amor… A esos breves momentos, para agradecerlos más, disfrutarlos más, sentirlos más, no en duración, sino en intensidad, en esa memoria que nos ha de quedar en la mente y en el corazón. Hoy sigo decidiendo día a día mi vida en pandemia, como un día de agradecimiento, esperanza y fe, con el deseo para nosotros de que, en las dificultades y las limitaciones, podamos ver siempre la luz de la esperanza, el agradecimiento y de una u otra forma, la mano de Dios que nos guía y nos sostiene. 120

Logros estudiantiles María Marta Durán Rodríguez, 53 años. Cartago Ver galería virtual 121

Aprendizajes Alberto Romero Carvajal, 52 años. Curridabat, San José Luego de diez meses de pandemia, no me pregunto cómo enfrentaré esta situación o cómo será el día a día mientras esto continúe, ahora me pregunto: ¿qué he aprendido? He aprendido que un abrazo, un saludo y un apretón de manos es algo valioso, que no se entrega a la ligera, para algunos ha significado vivir o morir. He aprendido que una buena conversación en torno a un buen café o una comida, mirándose cara a cara está reservado para muy pocos. He aprendido que los días estaban llenos de ruidos innecesarios, de ires y venires que no sumaban nada a mi vida. He aprendido que tener una familia con quien compartir la mesa y pasar el rato comiendo rico y aderezarlo con una deliciosa conversación, es un privilegio y una bendición. Este tiempo me ha enseñado a reírme de los planes, cuando creo que el mañana lo tengo bajo control es para morirse de la risa. Es importante planear, pero no puedo ser rígido ni obstinado cuando la vida te dice: “no es por ahí, esa no es la forma, espere, sea paciente”. 122

También este tiempo me ha enseñado que hay personas tóxicas e irresponsables, de las cuales hay que mantener distancia, con quienes no hay ni siquiera que respirar su mismo aire. La vida permite que camine mucha gente a tu lado, pero la mayoría solo pasarán sin dejar siquiera que el aliento te toque, el verdadero compartir está reservado exclusivamente a muy pocos, realmente pocos, a esos los echo de menos en todo este tiempo. 123

Capullo Jose Romero Flores, 18 años. Curridabat, San José A inicios de la pandemia comprendí que este sería un proceso de transformación, de transmutación, donde me enfrentaría a mí mismo y a mis ideas, algunas se fortalecerían y otras se transformarían. Yo pensaba que ya estaba a punto de salir del capullo. Pero en realidad estaba a punto de comenzar a construir mi capullo. Estos últimos meses me di cuenta de que los inicios de este proceso fueron lo que me alimentaría y me proveería energía para entrar a esta etapa de transformación y quietud en la que nos encontramos. Así como una oruga no sabe lo que le ocurrirá, al universo esto no le importa, el universo sigue y transforma a la oruga en mariposa. Entendí que nosotros también nos encontramos a merced del Cosmos y lo que quiera hacer de nosotros, con la única esperanza de que nos transformemos y surjamos como mariposas que vuelan bajo a cálida luz del sol. 124

El conocimiento y los momentos fueron mi alimento para solidificar un capullo…, un espacio de transmutación de conocimiento en una nueva versión mía más fuerte, libre, consciente y agradecida. No sé qué será de mí mañana, pero sé que será diferente de quien hoy soy. Alguien mejor de quien soy en el presente. 125

El abrazo añorado sin temor Beatriz Eugenia Camacho Soto, 57 años. Heredia El contacto con la naturaleza unido al calor humano es esencial para recibir un Año Nuevo, rebosante de propósitos y esperanza y, al mismo tiempo, despedir otro completo de experiencias, tristes muertes de familiares, allegados, amigos por esta inesperada pandemia, la cual lamentablemente no solo lo causa la enfermedad en sí, sino que ligada a ella nos hemos visto afectados por otras a consecuencia, sufriendo desequilibrio emocional, psicológico que nos ha afectado de una u otra forma... Afortunadamente, si ensayamos, como en un espectáculo teatral el amor, la tolerancia, la paciencia, la solidaridad, la sabiduría, al mismo tiempo que lo hacemos real, en este 2021 nos podamos abrazar de nuevo y aunque ya no será igual, al menos será mejor... 126

El abrazo añorado sin temor 127 Beatriz Eugenia Camacho Soto, 57 años. Heredia Ver galería virtual

Ocho pruebas Adriana Durán Rodríguez, 50 años. Belén, Heredia Cuando en marzo empezamos a experimentar las primeras consecuencias del COVID-19, nunca nos imaginamos que tantas experiencias y pruebas se atravesarían en nuestro camino. Y hablando de pruebas…, que lo diga yo que he pasado por ocho exámenes de PCR para detectar la presencia o no del SARS-COV-2. La primera vez sentí tanto miedo…, estaba realmente asustada a la espera del resultado que duró un día en llegar y, mientras tanto, creía sentir todos los síntomas posibles. Hasta que llegó el correo del laboratorio: NO DETECTADO. Pero esa tranquilidad se esfumó, por el gran pesar de perder en el transcurso de esos días a mi suegra por esta enfermedad, y de no poder acompañarla en sus últimas horas, ni con un funeral como ella se merecía. La segunda vez fue igual de estresante. Y nuevamente juro que sentí todos los males que acompañan el virus…, pero tampoco. 128

Para mi tercer examen de nuevo estaba convencida que tenía COVID, ¡y cómo no!, si mi pareja y dos de mis hijos dieron positivo a pesar de que nos cuidábamos muchísimo. Sin embargo, de nuevo, mi resultado fue “negativo” y la logística para tener a toda la familia en cuarentena fue complicada, pero cumplimos y salimos adelante todos. Luego, por requerimientos laborales y un viaje de trabajo vinieron las otras pruebas con los mismos resultados: No detectado. Ya sé que algunas veces es más molesto que otras, y, como las inyecciones, algunos tienen “buena mano” y otros no tanto para aplicar las pruebas, pero más allá de esto, sigo cuidándome porque es mi obligación, y quiero estar bien para pronto poder abrazar a mis papás (adultos mayores) como antes y no solo verlos desde un portón. ¡Me hacen tanta falta! Por eso, el 2020 nunca lo olvidaremos porque nos cambió la vida. Nos ha hecho reflexionar sobre la aceleración de nuestro día a día, nos devolvió a nuestros hogares, a dejar de reírnos del término “burbuja” y a vivir en ellas de manera literal. Nos ha hecho sentir impotencia, replantearnos la vida, valorar, crear, intentar, dudar..., pero también nos ha enseñado a no claudicar. 129

130

El coronavirus nunca nos robará la Navidad Nazareth Maria Bolaños Solís, 7 años. Grecia Ver galería virtual 131

Cuando el virus es personal Álvaro Moscoa García, 54 años. San José Arrancó el 2020 con una noticia que nos parecía muy lejana; si estaba pasando en China, no nos iba a afectar. De repente, se empezaron a suceder todos los hechos, y sin estar preparados, nos dimos cuenta de que más pronto que tarde, íbamos a estar involucrados en el asunto. En un instante nos llenamos de noticias y estadísticas, y nos empezó a afectar en forma general: economía, educación, movilidad… Hasta que llegó el día en que se hizo personal, y pierdo a un ser especial, la mujer que me dio la vida y me mostró el amor más grande que puede existir. Todos los cuidados posibles fueron insuficientes. ¿Se pudo haber hecho más? Tal vez… ¿Vale la pena confinar a un adulto mayor a no poder estar cerca de su familia cercana, no poder abrazar a sus nietos, no poder disfrutar de sus últimos días y vivirlos con miedo? Es una pregunta para la que no tengo respuesta, pero que en mi experiencia me sugiere que no; pero no podemos adivinar el futuro. 132

Por otras circunstancias, el virus ha seguido acompañándome, incluso personalmente. Sigo creyendo que no hay que aflojar, sin exponerse, sin descuidarse, pero sin culpas y sin miedo, haciendo planes para lo que sigue, construyendo sueños y con el propósito de ser mejores personas. Y, sobre todo, con la tarea de aprovechar cada uno de los momentos que Dios nos concede, disfrutando todos los días de la vida y a las personas que queremos; porque hemos aprendido que el ayer no se puede cambiar, y el mañana todavía no ha llegado. 133

11 de marzo Alejandra Espinoza Arias, 61 años. San José La pandemia eligió para llegar la fecha en que nació Dominique Sanda para entrar tomada de la mano y filmar en la gran pasarela la película que cambiaría la humanidad. Astor Piazola también nace un 11 de marzo en una noche de luna sin año ni calendarios vino para transformar el dolor en tango que fue cantado en los balcones en una noche de aislamiento. Un fantasma recorre el mundo se atrinchera en palacios y favelas gotas invisibles, contagio minúsculo solidaridad entre miedo y sombra. 134

La esperanza brota en tubos de ensayo colapsan mis emociones en este encierro antivírico quiero abrazar pero con los brazos, compartir el café sin una pantalla en medio que una tos no sea motivo de vergüenza que la ilusión nos devuelva los conciertos. Quiero compartir mi vino despedirme de los que partieron acortar ese metro y medio, propiciar el beso reprimido enamorarme del aire Y cantar con los que resistieron “Solo queda un poco más …” 135

136

Héroes Mariel López Moya, 42 años. Cartago Ver galería virtual 137

Agosto en Cartago Frecia María Durán Jiménez, 69 años. Cartago Madre Santísima, Madre nuestra: no te hemos abandonado a propósito, es que no podemos acercarnos físicamente. Cuando más requerimos visitarte es cuando menos lo podemos hacer. La impotencia de querer luchar contra un invisible enemigo hace expandir nuestro corazón a dimensiones infinitas. Es un recurso espiritual para poder ir guardando en cada rincón los bellos recuerdos de un pasado que no habíamos valorado tanto como ahora. Las lágrimas que contenemos para no debilitar el ánimo de nuestros seres queridos. Las intrépidas estrategias que paso a paso debemos extraer de un bolso mágico para lograr sobrevivir sanos y salvos ... otro día más. Los sueños en ciernes, que dilatábamos siempre: porque había “mucho tiempo”. Pero ahora el tiempo cambió de formato, es ya. Estamos siendo empujados por el fuerte movimiento de una ola invisible que nos arrastra hacia donde no queremos. Y es donde estamos. Sin nuestro consentimiento, gusto ni deseo. 138

Agosto en Cartago Frecia María Durán Jiménez, 69 años. Cartago. Ver galería virtual 139

Reproche al Covid 19 Daniel Flores Mora, 72 años. Cartago Hace aproximadamente un año, en diciembre de 2019, el mundo entero se vio sorprendido con TU aparición COVID-19 , virus que rápidamente te has extendido por el mundo entero, provocándonos una verdadera pandemia. Nuestro país se empezó a preocupar y en un par de meses después, nos tenías invadidos. ¡Cuánto daño nos has hecho!, has sido un virus que cambiaste al mundo entero; has creado una pandemia, no solo en la salud pública, física y mental, sino que tus tentáculos han provocado una verdadera pandemia en lo social, lo económico, la educación, lo laboral. Gente de todo el mundo te culpamos de que estemos viviendo esta tragedia: hombres y mujeres sin trabajo, o con una jornada reducida, educación virtual, que no es precisamente la mejor opción en primaria y secundaria y en algunas carreras universitarias. Has provocado un subdesarrollo en la formación, la educación, la adquisición del conocimiento a millones de millones de niños y niñas y jóvenes en todo el mundo. 140

Nuestro país, Costa Rica, país pequeño y en vías de desarrollo, no se ha librado de todos tus efectos negativos COVID-19. Además, si bien es cierto nos has obligado a avanzar en las ciencias médicas, en el uso de la tecnología, entre muchos otros aspectos, para lograr combatirte, tus efectos han sido devastadores, nos encontramos con muchos costarricenses que a consecuencia tuya han pasado por hospitales, clínicas, unidades de cuidados intensivos y lo más doloroso han fallecido, se contabilizan casi dos mil familiares, amigos, vecinos, conocidos y otros ciudadanos costarricenses, de todas las edades, hombres y mujeres de todos los estratos sociales, económicos, que durante estos diez meses de pandemia, han muerto a consecuencia de vos COVID 19. No te lo perdonaremos nunca y te destruiremos para siempre. 141

Reconstruirnos en medio del dolor María Alejandra Solís Madriz, 37 años. Grecia, Alajuela La pandemia ha significado una oportunidad de crecimiento en medio de la dificultad. He tenido la bendición de estar en casa para cuidar de mis hijos, me he convertido en docente sin título de mi hija de 7 años que cursaba el primer año. En este proceso nos encontramos como mamá e hija, aprendiendo juntas y descubriendo capacidades que desconocíamos. Lo que parecía ajeno a nuestra realidad nos comenzó a asediar, hasta que un día tocó la puerta de nuestra casa y entró sin pedir permiso y vulneró nuestro ser. Sabíamos que no podíamos derrumbarnos y tenía que ser el sostén de mis hijos y mi esposo, quien estaba librando una gran batalla. En medio del miedo, el dolor y la angustia logramos vencer el COVID-19. Hoy eso es tan solo un recuerdo que forma parte de nuestra historia, el cual nos hizo más fuertes y nos enseñó a valorar lo que tenemos y a quienes tenemos a nuestro alrededor. Hemos cargado y descargado nuestros hombros varias veces y nos volvemos a construir agradeciendo a Dios que, en medio de todo, hoy tenemos vida y salud para seguir agradeciendo y mantenernos en pie de lucha frente a la vida. 142

Trabajo en casa Tomas Durán López, 7 años, Cartago Ver galería virtual 143

Mis historias en tiempos de pandemia Laura Chavarría Brenes, 42 años. San Rafael, Heredia. Antes de esto tenía una rutina que demandaba muchos esfuerzos, movilidad y contacto con otras personas. Y de repente, un día todo cambio: una casa que pasaba sola ahora la ocupaban cuatro personas con trabajo, estudio y convivencia cotidiana; se convirtió en una aventura nueva, que como tal, generó muchos retos. Podríamos describir una etapa de la humanidad muy difícil, con pérdidas y duelo, con cansancio y desilusiones, pero me aferro a los pensamientos positivos, me aferro a la idea de que de esto estamos aprendiendo mucho, me aferro a la idea de que seremos mejores. Con la pandemia vino una revolución tecnología para todos, unos más adelantados, otros más desventajados, pero al final todos en línea y no puede ser de otra forma, es parte del aprendizaje. Nunca, ni en remota idea me iba a imaginar realizar todo lo que hice desde mi casa para mi trabajo, quizás con jornadas más largas y agotadoras, pero con muchos aprendizajes Sin embargo, resumiré mis aprendizajes más significativos: Aprendí a escuchas los pájaros cantar en las mañanas, a disfrutar el viento entrar por mi ventana, a aprovechar espacios pequeños de mi casa, a crear cosas con mis manos, a compartir pequeños grandes momentos con mi esposo 144

y mis hijas, y reforcé la idea de que, cuando uno quiere hacer la diferencia lo puede hacer no por reconocimiento, no por estatus o dinero, sino porque podemos creer en nosotros mismos y amar lo que hacemos por pequeño que sea. Mis historias de pandemia están llenas de experiencias que me marcarán positivamente para toda mi vida, en 10 o 15 años podré sentarme a pensar en esta etapa, sonreír y sentirme satisfecha de que salí de esta y aprendí, que cada día vale para ser mejor ser humano. 145

Hope/Esperanza Estefanía León Morales, 12 años. San José Mi nombre es Estefanía León Morales, tengo 12 años y curso sexto grado en el Colegio Victoria. Al iniciar la cuarentena por el COVID-19 y tener que quedarme en casa, no estuvo mal. Lo que yo no sabía era que eso se iba a extender por un año. Acostumbrarme a esta nueva realidad no fue fácil, pasaron los meses y me preocupaba no volver a ver a mis amigos y también por mis estudios. En junio aprendí que no todo lo que estaba pasando era malo, leí noticias alentadoras y bonitas como que las aguas en Venecia se habían aclarado y se veían los peces nuevamente, hubo avistamientos de ballenas, la contaminación en China disminuyó. Ahí entendí que en todo lo malo había un poco de esperanza, eso fue lo que me inspiró a hacer este dibujo. 146

Hope / Esperanza Estefanía León Morales, 12 años. an José. Ver galería virtual 147

Un poquito más cerca Ester Durán Navarro, 19 años. Cartago Bueno, para la edición pasada de Tejiendo Historias conté de que me había ido bien desde la casa, la comodidad que por dicha tengo y lo bien que me he podido adaptar al confinamiento. Esta vez quiero hablar de cómo estos meses me han enseñado a valorar el tiempo de calidad con las personas, y a las actividades que son mías y solo mías. Soy esa típica persona que está más cómoda quedándose en la casa que saliendo a alguna actividad social, me gusta mi zona de confort y me cuesta salir de ella. Pero ¡cómo desearía hoy poder salir de mi zona de confort y poder ver y estar con toda la gente que no he podido abrazar en mucho tiempo! Siempre trato de repetirme que estoy un poquito más cerca de poder hacer todas esas cosas de nuevo, pero igual es difícil (supongo que para todos) ser paciente por tiempo indefinido. Me gustaría sacar un espacio pequeñito para mencionar lo agradecida que estoy de tener una familia tan cariñosa y atenta. Poder ver a la familia, aunque sea con distancia, me ha ayudado mucho, poder tomar cafecito con mis abuelos o mis tíos, jugar con mis primitos pequeñitos, en general ese tipo de contacto hace que todo sea más llevadero. ¡Yo sé que ya casi vamos a poder vernos los findes y darnos mil abrazos que nos caracterizan tanto! <3 148

Un día a la vez ... Lydia Morales Mora, 47 años. San José Un día común, y al otro nos encontrábamos armando consultorios improvisados, bajo el sol de marzo, viendo caritas de incertidumbre en los pacientes que uno a uno fueron llegando al servicio designado para ellos. Tuvimos una tarde muy emotiva al fallecer una paciente: nuestro corazón se estrujó cuando sus familiares nos pidieron poner un velo, pues era primordial para su religión. En ese momento me di cuenta de que tendría que vivir un día a la vez. Aprendimos a sonreír, a dar abrazos cuando un paciente se marchaba a su hogar, esperando que su resultado fuese negativo o que sus síntomas fueran menores, todo a través de nuestros ojos. Aprendimos a dar esperanza entre tanto ambiente de desolación… Aprendimos a vivir un día a la vez… Auxiliar de Enfermería, Clínica Dr. Carlos Durán Cartín. 149

Galería Virtual


Like this book? You can publish your book online for free in a few minutes!
Create your own flipbook