Socia N°2 Nacionalidad: argentina. Lugar de nacimiento: Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Género: cuento. Obras: La soga del tiempo, Corredor de silencios, Acurru- cada en la luz, Sueño de alas azules, Disfrazada de som- bras, El despojo, cuentos. Entre las hojas, poesía. Estudios cursados: secundario y talleres literarios. Premios, distinciones: La Soga del tiempo, Faja de Honor de la SADE, cuento (2002). Entre las hojas, Faja de Honor de la SADE, poesía (2017). [email protected] 51
Socia N° 8 Nacionalidad: argentina. Lugar de nacimiento: Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Género: narrativa. Poesía. Obras: Los ecos de Moreno (inédito). Fuegos de artificio. Azzurro sull verde. Estudios cursados: Bachiller Superior en Letras (1975, Universidad del Salvador). Profesora de Enseñanza Se- cundaria Normal y Especial en Letras (1976, Universidad del Salvador). Especialización, Perfeccionamiento y Ac- tualización para Auxiliares Docentes de la Universidad Na- cional de Lomas de Zamora. Premios, distinciones: Mención especial para los cuentos Pompas y circunstancias y Saga en el concurso Había una Vez un Amor, auspiciado por el Diario La Unión de Lomas de Zamora (2002). Enviada especial del periódico InfoRe- gión. Laboratorio de Medios de la UNLZ al III Congreso In- ternacional de la Lengua Española. Rosario. Argentina. (2004), con artículos publicados. [email protected] 52
Socia No. 28 Nacionalidad: argentina. Lugar de nacimiento: Moquehuá, Buenos Aires. Género: poesía. Obras: publicaciones en varias antologías: Colección 90 Aniversario, SADE, 2018 - Poesía. Poemario en prepara- ción. Poemas en el tercer espacio, Lanús, Brause, 2020. Otras Publicaciones: Versos en el aire, Diversidad literaria, 2014. Unidos por la palabra, I.C.L. Junín, 2014. Revista Cultural, SADE Lomas de Zamora, 2015. El Aleph, Bahía Blanca, 2015 U.P.F. Argentina. Antología del VII Concurso Poético Internacional, 2016. Encuentros de Publicaciones: Versos, 2016. Revista Cultural, SADE Lomas de Zamora, 2017. Encuentros de café II, Brause Ediciones, 2018. Re- vista Sueltos, SADE Chivilcoy, 2017, 2018 y 2020. Misterio y Palabra, Enigma Ediciones, 2019. Antología Dorada Oto- ñal y Antología Dorada de Invierno, Mercedes SADE 2019. Poesía inmune, Sofía Ediciones, Chacabuco, 2020. En- cuentros en pandemia, Brause Ediciones, 2021. Estudios cursados: Licenciatura en Fonoaudiología. Premios, distinciones: 2014, Versos en el aire, Diversidad Literaria, España, Antología, 2016, La paz como cuidado de la creación, UPF. Antología SADE Chivilcoy, 3er. Pre- mio Pluma de Plata. [email protected] 53
Lugar: Huehuetenango. País: Guatemala. Seudónimo: Mapuche. Título de la obra: “Entre espejos y lunas”. Género: Poesía. [email protected] 57
Lugar: Merlo, Buenos Aires. País: Argentina. Seudónimo: Noestamosolas Título: “Nochebuena de 1930”. Género en el que participa: cuento. [email protected] 58
TESTIMONIOS Como escritor/a, narre brevemente: ¿Cómo transcurrió este difícil momento de pandemia? ¿Qué papel ocuparon las letras en este tiempo? ¿Qué significó formar parte de una institución cultural como SADE? Comparta con nosotros un poema o cuento breve. 60
Los primeros meses de la pandemia fueron terribles. Ex- trañaba las reuniones, no ir a leer cuentos a los colegios, el abrazo de oso de los nenes… Hasta que SADE tuvo la gran idea de conectarnos por Zoom y Meet. Pertenecer a SADE Lomas de Zamora fue tocar el cielo con las manos. He aquí un poema de su autoría: LA SORPRESA DE HABER PERDIDO EL SONIDO El aire de la mañana cadena de memoria al ritmo deseado. Paisaje imponente frente a la calle Canning. La plaza, rosetas de helechos bordeando el camino, árboles frondosos, los juegos… Objetos no presentes de mi niñez, desintegrados por la velocidad. 61
Impresionaba una atracción eléctrica que circulaba por rieles empotrados en el pavimento. Esquina, ruidos tranviarios que con su talán talán nos apresuraba a subir. Relámpago de fotografía fue la sorpresa de haber perdido el sonido. Silencio total. 62
MI NIÑO ALADO Llegaste a mi vida en primavera e inundaste el aire con aroma de verbenas. Colmada mi alma de gozo y alegría tu tierna mirada se ancló en la mía. Tu pequeña manito buscó mi dedo y nos fundimos ambos en el amor eterno. ¡Mi niño alado! Mi mundo. Mi cielo. Mi bello Joaquín te adoro, te quiero. 63
Nunca me considere un escritor o un poeta, simplemente un médico que se apartaba, un poco, de la profesión y ga- rabateaba algunos versos o pequeños cuentos, intentos nomás, tampoco la transpiración fue mi característica, cuando algo sobrevenía, fácil y espontáneo, trataba de plasmarlo en palabras. En cuanto a escribir en tiempos de pandemia, no fue ins- piradora en absoluto, excepto por el pedido de un colega y amigo para prolongar un documento fotográfico sobre la misma, que espero poder enviarte en este correo. AISLADOS Se expandió en túneles de sombras corredores verticales, espacios secuestrados a la cotidianeidad. Se nutrió de viejos balbuceos y antiguos silencios de encuentro y multitud. Se elevó sobre arcaicas dimensiones, anacrónicos conceptos. Invisibles… Y un día despertamos sin brazos, sin besos, distanciados, con nuevos temores. Fantasmas agitándose. Protocolos que surgen y se desploman. 64
Avances. Retrocesos desbaratando la comunión médico-paciente. La ciencia tambalea entre cadáveres Hurgando la oscuridad en busca de una luz definitiva. Aislados, como robots deambulando torpemente buscando espacios libres de miedo y ángulos de visión sin pesadillas. La charla, el café, el mate, la gestualidad, todo se desdibuja y esconde detrás de los barbijos y las máscaras. ¿Oculta entre cofias, botas, camisolines y distancia…y en el entorno? ¿Habremos perdido los gestos espontáneos? Los símbolos de afecto, la misa diaria que nos convoca en nuestra área de trabajo, La alegría de haber compartido y todo aquello que por natural y cotidiano transitábamos sin advertirlo. Unidos y aislados. 65
Los momentos de pandemia más difíciles fueron para mí, cuando se enfermó mi hija de Covid 19. Fue al principio de la pandemia y sabíamos muy poco de la enfermedad. Salió airosa después de 17 días de internación. Hoy, sana y ale- gre como siempre. En lo que atañe al resto de la pequeña familia, todos sanos y bien. Algunos días más largos que otros, pero escribir y pintar, algunas artesanías, leer, los hicieron más transitables, hasta hoy. La cocina también ocupó un lugar importante. Y llamar por teléfono a las ami- gas solas, viudas, divorciadas o ninguna de las dos cosas, pero solas. Creo que hay que “acompañar”. Y tratando de ser más amiga que nunca de mi marido. TARDE DE SIESTA Mi homenaje a las víctimas de las inundaciones en Alemania17/07/2021 La tarde se tornó oscura, con nubes amenazantes en el horizonte. Era el momento de una siesta. El hogar, con el fuego crepitante distraía con sus chispas mi mirada. Un li- bro, una poesía y por qué no, una película. Y así lo atrapó la modorra, mientras la lluvia tintineaba en sus oídos. El conjunto perfecto para dormir una siesta. “He dormido tres horas” pensé al mirar el reloj, ya despierto. Al mismo 66
tiempo un rumor llamó mi atención. Vi que el fuego se ha- bía apagado, el humo se hacía sentir. Al abrir la ventana, quedé aterrado. No había jardín, ni calle ni árboles en pie. El río adueñado del pueblo, lo cubría todo. Las nubes que se mostraron amenazantes lanzaron su furia contra el pueblo. La inun- dación se llevó amigos, vecinos, y los niños que jugaban en la vereda. El hermoso paisaje que se dibujaba en mi ventana… ya no existía. Mi casa socavada en la planta baja me hizo temblar. Todo era río y espanto. Gritos y llanto a los lados del agua. Algunos flotando amarrados a troncos. Era una visión del infierno. No faltaban las llamas de los escapes de gas ni el combustible derramado por los caños rotos. Los peces eufóricos salpicaban la ventana. Entonces supo que estaba en un barco sin destino. 67
Como pude, en pandemia me llené de laburo y no tuve tanto tiempo para escribir para mí, tampoco la inspiración me fue fácil, me dedique más a la difusión del material que ya tenía escrito a través de las redes sociales y medios y el festival de poesía y narrativa que organizo, que concen- tra a más de 17.000 personas y contó con 17 festivales virtuales, un documental de mi obra “Amores truncos” que se llama “Poético” y un cancionero con letras del mismo libro. Por falta de tiempo no participé de la SADE como hubiera querido, perdón. Poema inédito: MUERTE A CRECER El mar teje el tiempo dorado por el sol o las olas, envolviendo azules en la orilla de playa. Una niña jugaba en el círculo de espuma que se abría en dos. Es el viento o la bruma que agitan sus sueños de olas gigantescas, de castillos de arena que vienen de Asia. Un balde y una pala hacían de anzuelo. 68
Y el cielo o se esconde o se divierte. Vertical, como el padre que estaba. Y eso que está un poco encorvado, sufre de mareos y hasta peina canas. Y no quiere crecer. Y moriría por eso. ¡Si no como se explica una hija tan linda! Cómo le gustaría congelar el tiempo, y hundirse de una con ella en la playa. Detener el cielo. Acercar el oído a un caracol y el caracol al agua. Y escuchar océanos, enjambres de peces, ballenas gigantes y por qué no canguros y hasta incluso jirafas. Como cuando éramos chicos y nos conformábamos con poco. O imaginábamos todo. Cuando un pozo de playa nos llevaba hasta Australia. 69
¿Cuándo, en qué instante, que día preciso apareció el fan- tasma del miedo? Preguntas sin respuesta que, omnipresentes, nos empujan hacia una necesidad imperiosa a de construirlo, entender sus particularidades, encararlo como humanidad y como sociedad, es decir, hacerlo reflexivo, hoy más que nunca, tarea con hondas implicancias sociales, políticas y sanita- rias; esto nos lleva a tratar de estar capacitados para ana- lizarlo, entenderlo, y, mediante la cavilación, eliminarlo. El escritor sufre desde la pluma un dolor diferente y único, y lo expresa con multiplicidad de ejemplos que dan cuenta del papel que en todo esto ha tenido la escritura tanto poé- tica como narrativa. Por momentos, nos embiste una suerte de demonización, usamos la personificación para referirnos al virus, nos ha- cemos cómplices, involucrándonos en un plural inclusivo. A veces nos acomete la pulsión de darle identidad, impo- nerle que dimita, que se extinga, que deje de atormentar nuestros cuerpos. Nos conmueve, nos inquieta, nos lleva a sentir desesperanza y vacilación, y, tras el dolor, la sen- tencia efectiva de la muerte; pero allí donde surge, quizás, alguna metáfora, algún giro de la poesía salvífica, que nos deje entrever otro posible amanecer. Hasta podríamos equiparar el agudo sufrimiento con el naufragio, el defini- tivo hundimiento, según Nietzsche: \"vivir para desapare- cer\". El poeta ese auténtico demandante de la tinta, verterá en la hoja palabras que denuncian la mentira, se quiebran y lloran catástrofes... 70
Como poetas, seguiremos luchando para vencer la grave- dad interior y exterior, liberarnos de lo sórdido; reclamar la elevación del espíritu y el cuerpo simbolizándolas en el acto redentor de la creación literaria. AUNQUE SEAN INÚTILES Mayo 2021 Completamos los renglones con preguntas, y escarbamos en el diario apocalipsis de las cosas. Escribimos el engaño de los cálculos, y las pruebas, las promesas de un futuro, no cercano, que nos permita sa- ber, saber qué es realmente, contra quién luchamos y pudimos escuchar decir un padre, la enfermera, una ca- milla rota, los abuelos sorteados todo vino desde el grito de voces ausentes y cada día, cada nuevo rutinario interminable día, busca- mos excusas para lograr decirlo todo, desde el insomnio de la noche con el presentimiento debajo de la almohada y el dolor... tanto dolor... hoy, nuevamente, nos acometieron bocanadas de noti- cias, todas ellas surcadas con barbijos y estadísticas. Quizás logremos deshacernos del espanto tal vez entonces, solo tal vez nos interese cubrir tanto suplicio con preguntas que no serán respondidas. 71
______________________________________________ Tiempo de pandemia. Ausencias y soledad, temor, miedo, dolor. Me salvó el amor por la palabra escrita. Como socia de SADE Lomas, presidente de varios colectivos interna- cionales y de la AALM filial Bs As estoy en contacto con muchos escritores y poetas de diversos países y gracias a ello presenté ante la UNLZ: UNITE la propuesta de hacer un libro de Cartas de Amor del Mundo para el Mundo y ellos me apoyaron y puedo decir que hoy dicho libro reco- rre más de veinticuatro países. Me sumergí en esa idea de hacer puentes entre países, pueblos, personas. Eso me salvó del dolor por la ausencia de mis seres queridos, me distrajo de la angustia por no poder ver a mis nietos ni a mis hijos. La pandemia nos ha partido la vida y en mi caso ha agudizado los síntomas de mi asma. La palabra escrita es y ha sido siempre mi madero en la inmensidad del mar que habita mi corazón. Poema inédito de mi próximo libro: Usted no sabe nada de mí. QUE NO AMANEZCA Que no amanezca Que no amanezca Que la noche sea noche hasta cansarse 72
Porque tu mirada no llegó ni te trajo Ni fueron beso nuestras bocas sagaces No quiero pensar más quiero dormirme cómo duermen las aves en sus ramas Sin saber que son aves sólo vuelan son las dueñas del cielo y tampoco lo saben Ayer no fuiste abrazo no lo serás mañana El sueño de valiente te dejó en su abandono. Quien ayer no llamó hoy ya no llame Mi corazón mudo su territorio. 73
Durante la pandemia me sentí encerrado y añorando los espacios y tiempos compartidos, entre poesía, amigos y seres queridos. Formar parte de SADE Lomas de Zamora es un orgullo y un honor, me sentí acompañado, porque la amistad no se puede cortar por una pandemia. Y a pesar de todo en este difícil tiempo se produjo el mila- gro de publicar mi primer libro real: “Bastoneando recuer- dos”. Comparto con ustedes un poema inédito: LA MUJER DE MIS SUEÑOS ¡Cómo me desvelaba en tiempos de juventud! Era mi Venus soñada que compartía mi almohada sentía su aliento en mi cara y me provocaba inquietud vaya pues, la paradoja por la mujer de mis sueños pasaba la noche … despierto temblando como una hoja, ¿estaría allí, de verdad? 74
No me atrevía a moverme por miedo a que se fuera ¿era mi sueño… quimera? Aunque parezca imposible el tiempo aventó fantasmas y ahora… ¡Ella está en mi vida exultante en cuerpo y alma ya no es sueño, ni utopía! Ahora es mi verdad noche y día. 75
Como escritor, la pandemia fue un llamado a la reflexión, igual a lo que aconteciera en la edad media. Es posible, en ese encierro abocarse a meditar sobre recuerdos y temas sepultados en el fondo de la mente. Las letras permitieron que tomemos estas experiencias y generemos un ordenamiento de nuestra imaginación. La SADE ofrece un gran respaldo, pues hace sentir al es- critor, que no está solo, que otros comparten sus mismas inquietudes, y en muchos casos permite corregir un ca- mino equivocado: el de la soledad en medio de las letras. Obra poema de su libro Aprisioné un instante. MESA DE CAFÉ Una mesa de café miradas olvidadas y la tristeza que no admite llanto. El pasado transforma en poca cosa la canción de cuna en la vejez. Las manos que un día acariciaron 76
ensimismadas, revuelven y revuelven la mezcla del azúcar como si en el fondo de la taza se escucharán ecos de soplos de ilusiones. Fantasmas amistosos entrecruzan pliegues buscan resucitar aquel mundo en que pintara la suerte. Solo una fotografía desteñida una taza casi vacía la borra del olvido y el humo de algún cigarrillo gesticula adormecido. 77
______________________________________________ Esto es una guerra bacteriológica por lo tanto la he tomado como tal, me cuido de las bombas en el refugio de mi ho- gar, en él leo, escribo, escucho música, veo películas y es- pero con paciencia el final feliz. El pertenecer a instituciones culturales —sobre todo en mi caso que llevo más de treinta años de pertenencia— es enriquecedor. El dialogar con mis pares ayuda al desarro- llo de la escritura. Soy una enamorada de las palabras como poeta y narradora. Mi muletilla es: “cada disciplina tiene su lenguaje” el de mi profesión es bastante técnico- la pertenencia cultural me entretiene, me da placer esté- tico, me integro, de este modo disfruto de palabras y co- municación. En Banfield, a los 21 días del mes de pandemia (julio), 2021. Este poema está en el libro Palabras para una ausencia. Se puede bajar de bajaLibros.com POR EL RESTO DEL CAMINO “Por el resto del camino llevaré el color de tu mirada. Tus ojos, lagos claros y quietos verdes remansos. 78
Cabalgo dentro de tus ojos. Busco el antiguo lenguaje, me llama, no puedo descifrarlo, aunque lo grites. En el atardecer de tu mirada sin defensas me iré”. 79
Lo vivido hasta el momento, durante la pandemia, no se parece a nada que recuerde, puso a prueba mis certezas, la incertidumbre reinó, y el clima, nos afectó a todos de una u otra manera. Particularmente sentí que mis estados de ánimo fluctua- ban, entre el miedo a lo desconocido, el temor a ver sufrir a mis seres queridos, el fantasma del contagio, las prohi- biciones, las injusticias, etc. Confieso que ver a la sociedad sin rostro, muchas veces me parecía una pesadilla. Pero una vez más, pude reinventarme, es allí donde apa- recen las letras, como puentes, para salvarme y salvarnos. Pertenecer y presidir SADE Lomas de Zamora, fue en tiempos de pandemia, un DESAFÍO con mayúsculas. Tal es así que no dejamos de realizar ni una sola de nuestras actividades, concretamos el 1° Concurso internacional de poesía y cuento Julio Cortázar, y el libro Nuestros escrito- res II. En lo personal tuve la enorme alegría de recibir el Premio Croquis a la poesía y a la trayectoria 2020, juntamente con la publicación de mi libro: Diluvia Buenos Aires. Comparto con ustedes un poema de mi libro inédito: Ama- necida, (2021). 80
AL LECTOR Te escribo a vos, sin conocerte Te confieso mis infiernos más profundos… Mis sueños alocados, mis anhelos, Los amores terrenales, y mi mundo. Te escribo a vos y me libero Jamás veré tu nombre, ni tu rostro, íntimo, secreto, carcelero, me reescribes con tu voz hecha susurro. Te escribo a vos, que estás ausente, Descifrando tantas claves sin un rumbo Silencioso compañero omnipresente Florezco ante tus ojos o sucumbo. Te escribo a vos, y aún no lo sabes Que en un amanecer sin precedentes Nuestro encuentro se dará en estas páginas ¡Y me otorgarás la vida, para siempre! 81
PORQUE SOY COMO EL ÁRBOL TALADO QUE RETOÑO La ambulancia me traslada veloz; no me confirmaron hacia dónde. Seguramente a su paso alguien debe angustiarse como lo hago yo ahora mismo o como lo hacía cuando, desde casa, escuchaba la sirena que me remitía a emer- gencias pasadas. Esta vez no voy de acompañante ni tengo compañía. No lo permite el protocolo. Durante estos meses, el tiempo se me escurría como agua entre los dedos. Solo me limitaba a verlo pasar, impávida, aunque consciente de cada hora desperdiciada en la con- templación. Los segundos marcados por los latidos del co- razón y mis pulsaciones, casi imperceptibles, me hicieron reflexionar sobre un presente que nunca llega a ser conti- nuo porque cada instante transcurrido ya forma parte del pasado. Ante tanta incertidumbre me preguntaba qué pa- saría con el futuro, destinatario de sueños y deseos. Como respuesta, obtuve una absoluta imposibilidad de proyectar. No contaba con las garantías necesarias. Se sumaban al hastío y la renovación de la rutina, actos voluntariosos por sorprender con algo diferente. Y de esta manera se suce- dían los días de la marmota; no encontré mejor definición que la de esa película en la cual se repetía siempre el mismo día. La ambulancia se detiene. Me llevan a la guardia. La más- cara de oxígeno me impide preguntar. Creo que ya estuve en este hospital, aguardando lo inevitable en la estación de la desesperanza. Me había propuesto no volver, pero 82
no me dieron opción. Todos proceden con urgencia a mi alrededor. Se suceden el termómetro, el estetoscopio, el suero. Ahora, sin hacer comentarios, me llevan a través de un largo pasillo en una camilla destartalada. Me acomodan en una cama rodeada de aparatos que titilan y producen sonidos molestos. Un médico me informa que estoy en te- rapia intermedia. Siento cierto alivio. No quisiera perder la dignidad entre tubos y sondas. El tránsito entre el sueño y el despertar es incesante, en parte lo determinan: puertas que se abren, luces que se superponen a la iluminación tenue, ruidos de un robot que escudriña mis signos vitales, un gemido lejano, un llanto ahogado y una vez más el ardor del metal fino y punzante que mis venas ya no resisten. Después, nuevamente la nada. Me gustaba estar en casa, el hartazgo que sentía la gente me resultaba incomprensible. La calle es insegura, con- fusa, amenazante. Es tan lindo sentirse protegida, aunque sea por cuatro paredes. Habíamos pintado todo de blanco, combinable y simple como la leche. En ese espacio lumi- noso, el color únicamente se desprendía de los cuadros elegidos con esmero en los que predominan los tonos pas- teles. Cuando en verano el follaje espeso de los árboles se convertía en un muro de frescura, cada ventana mutaba en una gran mancha verde que se sumaba a las otras pin- turas y mi hogar olía a menta. Este camisolín humilla mi pudor, mejor me tapo hasta el cuello. Se llevaron a la mujer que ocupaba la cama de al lado. ¿A dónde? Mejor no pregunto. De todos modos, no me van a responder. Ya trajeron otra paciente. Me duele 83
tanto el cuerpo. Creo que tengo mucha fiebre. Entro al qui- rófano una vez más, las luces me encandilan, los médicos comentan lo que comerán el fin de semana: el asadito, la picada y yo, en ayunas. Esta vez, ¿dónde será la disec- ción? El bisturí me mutiló tantas veces y no siempre con maestría. Antes de que me anestesien tengo que decir “en la boca del lobo”. No sé qué significa, pero alguien me dijo que trae suerte. En la boca del lobo, en la boca del lobo, en la boca… —Señora, señora. Tranquila. —¿Ya me operaron? —No, estuvo delirando. Breve, la enfermera se asoma a mi realidad. Ligera, la en- fermera desaparece. Hace bien, tengo la peste. El llanto de ausencias acompañó el deterioro de mi casa. Las paredes se ensombrecieron con manchas grises de humo y marrones de humedad. Olía a viejo y a tabaco. Estos azulejos blancos son tan fríos. Anoche los vi rojos, la sala olía a sangre. Ahora huele a desinfectante. ¿Qué día es hoy? No tener noción del tiempo me desequilibra. La bruma que invade este espacio me desubica. No hay referentes que me ordenen. Siempre esperé que el in- vierno pasara pronto, pero esta vez urge más. ¿Qué hará la marmota cuando se despierte y salga a la luz? ¿Se en- contrará con su sombra? Si se asusta de sí misma se es- conderá en la madriguera y el invierno durará seis sema- nas más. Ojalá no haya sol cuando se asome. 84
En mi casa hiberné mucho tiempo rodeada de paredes amarillas. Eran blancas. No, amarillas. Pálidas como la muerte. Así las veía cuando me asustaba con mi sombra. Porque fui una sombra. Esperaba los días lluviosos para justificarme. El sol me sorprendía espiando la vida a través de la ventana, con la ñata contra el vidrio. Este pabellón debe estar en el subsuelo porque vi pasar un gato frente al ventiluz; hay muchos en los jardines, por los roedores, supongo. Anoche una rata estuvo royendo la pata de la silla. Sentí más asco que miedo. Aquí no hay marmotas, tal vez sirva que salga la rata, siempre que el día esté nublado. Es necesario que el invierno no se pro- longue. Sogno con l’estate. ¿Llegará el fin de la plaga? Los devotos leerán los evangelios y encontrarán la justificación en el pecado. El crimen y castigo será el argumento acep- tado. Los hombres inclinarán la cabeza, pedirán perdón y una vez más renunciarán al libre albedrío. Desperté mejor, me ofrecieron el celular para que me conectara con el ex- terior. Lo corrijo: con los afectos. Creo que después de esta convalecencia atemporal me voy a encontrar con un pre- sente distópico. Me costará reconocer y que me recuer- den. ¿Seguiremos siendo iguales o seremos mejores? A juzgar por lo que algunos escriben en WhatsApp y otros aplauden, la gente no cambia, pero, claro, ante todo había que respetar la libertad de expresión. Por esa razón ya no participo en los grupos, me hace mal. El silencio me pre- servó de las agresiones. Mi familia está bien. Ya estamos comunicados. Volver a mi casa es inminente. Mi casa… (la señalo como E.T. cuando miraba al cielo). Mi techo y mi piso: mi resguardo y mi apoyo. Las paredes: la 85
contención de mis miedos, el límite de mis ansiedades, la expansión de mis ilusiones. Mi casa es un micro mundo redondo y algodonado. Carece de ángulos hirientes y des- borda de materiales nobles. Ya es hora de pintarla. La mar- mota salió de la cueva. Vi cómo asomaba la cabeza a tra- vés de una alcantarilla y comenzaba a correr a lo largo de la última calle empedrada para dejar atrás el invierno. Ya puedo llamar al pintor. Estoy deseosa por ver las paletas de colores. Porque soy como el árbol talado que retoño. 86
Pertenecer a SADE Lomas de Zamora significó garantía absoluta. Es un aval para los escritores. En esta pande- mia. Del libro inédito: El grito del alma, el poema: “Desde el alma”. DESDE EL ALMA Tengo un poema desde el alma que quiere hacerse ver, solo necesita la proclama para hacerlo renacer, es un grito que reclama que nace desde el alma. Para ser escuchado y ser así declamado, ante este silencio obligado que nos tiene prisioneros, pero en días venideros renacerá la esperanza, vendrán días de bonanza dónde seremos mejores, aprendimos los valores 87
renacerán las flores, que apagaron sus colores lloraremos de alegría, al recibir ese nuevo día esta prueba va a pasar, jamás debemos olvidar los muertos que ha dejado, este virus mutado que está preparado, para un gran exterminio el COVID es el dominio de toda la humanidad a Dios pedimos piedad queremos sobrevivir, para volver a existir. 88
No fue, ni es fácil este tiempo de pandemia que nos toca vivir. Las letras, la lectura y la escritura me ayudaron mu- cho. Asistí, y continúo asistiendo a cursos de escritura en forma virtual. Todos muy interesantes. EL DÍA EN QUE EL MUNDO CAMBIÓ El día en que el mundo empezó a girar al revés todo cambió. La música del viento se desparramó libremente por cada rincón. Las plantas se elevaron abrazando al sol. Los pájaros salieron de sus nidos sin miedo, jugando a las escondidas con mariposas y libélulas alegres sobrevivientes de la historia. Bellas melodías cantaron las cigarras, ¡hacía tanto que no se las escuchaba!… Las playas recibieron al mar contentas. Tibias olas las acariciaban de día y de noche. Las noches se transformaron en escenarios dónde miles y miles de estrellas iban y venían danzando en el cielo y adueñándose de la inmensa oscuridad, iluminándolo todo. 89
La luna y el sol abrazaron la vida juntos. Desde ese día, juntos… Mis ojos no podían dejar de extrañarse, no podían dejar de mirar lo que estaba sucediendo. Sólo nosotros, los humanos, nos tuvimos que guardar, nos escondimos detrás de murallas, nuestras propias murallas. Nuestras voces dejaron de escucharse, ni siquiera para pedir perdón. Ya no había forma de sanar el daño. Hoy respiro soledad. Con ella viajo por esta nueva vida. Me hace bien… espero encontrar nuevas soledades. En el camino veo destellos que se esconden cuando me acerco. Son otras soledades que, como la mía, necesitan renacer de a poco. Una vez que este mundo nos reconozca, quizás podamos compartir abrazos. Mi voz, renaciente, brillante canta otra vez, se entrega a recuerdos que vuelven a sonar por allí. Me siento en algún lugar cerca de la tierra, la siento latir, con fuerza, con ganas. Quiero latir como ella. ¿Podré? El día en que el mundo empezó a girar al revés todo cambio. 90
El aislamiento presencial por la situación de pandemia posibilitó la búsqueda de nuevas formas de encuentro comunicacional: la virtualidad, el mayor uso de medios digitales, la ampliación de contactos internacionales con pares. La escritura siempre es un placer, un juego, un encuentro con un otro: El lector. En este tiempo ese lector es más cercano por la inmediatez de respuesta que permiten las redes virtuales. Considero que la pertenencia a SADE coincide con mi criterio sobre otros ámbitos de desarrollo profesional: La construcción colectiva posibilita mayores aprendizajes, amplía el acceso al conocimiento y potencia los vínculos creativos. NO BASTA UNA VEZ Acaricio tus bordes con la punta de mis dedos. Los deslizo suavemente en un movimiento circular, tenue, silencioso, constante, para que no te inquietes. Te miro: dorado, brillante, jugueteando con tus luces. Te toco levemente y llevo a mi boca tu sabor, en una pequeña dosis de iniciación. Si supieras que mi vida depende de vos. 91
Busco agitarte, conmoverte. Te tomo y te acerco a mi piel. Apoyo mi rostro en vos y te deslizo lentamente por mi cuello, por mi pecho casi desnudo. Te siento suave, sudoroso, fresco. Aquietás mi ardor interior. Y te tomo así, sin más, esperando ese fuego que bañe mis entrañas, oyendo los ruidos inquietos que provocás y ese calor que toma mi lengua, mis labios, que arde con esa amarga y fuerte sensación. No basta este instante para tenerte. Necesito ese rito una y otra vez. El pedirte, el buscarte, esa excitación cuando te tengo, por fin, aquí. Y ese beberte de mil modos que vos me permitís: lentamente con todos tus sabores; exigente, con todos tus fuegos. Que te derrames en mí, y a veces, hasta sobren algunas gotas. Y me aquietás por un momento, por largos momentos de vez en vez. Pero siempre vuelvo a necesitarte: en mis tristezas, mis soledades, mis triunfos, mis exultantes placeres. En soledad y en compañía. Nadie puede ser, como vos, tan próximo como en este instante: cuando te acabo por completo, pero necesito renovarte. —Servime otro, por favor… Publicado en Antología V Cuentos, Escuela de Arte Banfield Teatro Ensamble. 92
Debo decir que la pandemia me sirvió para bajar la veloci- dad de mis rutinas. Me encontró en casa, trabajando on line y siendo la maestra de mi hijo que, por no tener clases presenciales, necesitaba las explicaciones de sus profeso- res. La verdad es que no me aburrí en ningún momento, mis actividades y mis lecturas diarias, además de los mo- mentos que reservo para escribir, han sido fundamentales para mantener el buen ánimo. A la SADE me acerqué justo en medio de la pandemia, me hice socia por correo electrónico y me han gustado mucho las conferencias por zoom. Se adjunta un cuento inédito de mi autoría, titulado: DOS FORMAS DE MORIR El hombre bajó del taxi y empezó a caminar como perdido. El sudor frio y las palpitaciones rítmicas que lo acompaña- ban desde que salió de su casa, ahora se intensificaban. Entró al bar de la esquina. Buscó una mesa en el fondo, cerca de los baños y se camufló agazapado detrás de un ficus como un cazador en la selva y espero con ojos centi- nelas concentrados en la única puerta del local. El mozo llevó el café y con su torso blanco de botones pla- teados, tapó sin querer el objetivo y el hombre vigilante, corría su cabeza para no dejar de ver, y vio que la puerta 93
se abría y la vio entrar con una sonrisa hacia uno de traje azul que se paraba para recibirla en sus brazos, como cada jueves, desde hacía 6 meses. Los vio sentarse, acariciarse y acercar sus bocas para de- gustarse sin prisa. Él, apretaba su mandíbula y cerraba su mano como un puño rojo sangre. Su mente estaba indecisa, pero de pronto su cuerpo cobró voluntad propia y camino palpando el frio metal en su costado. —¡¡¡Atilio!!! —gritó ella. Y Atilio, con mirada zombi descargo dos disparos certeros en la frente de cada amante. Luego la sangre, la policía, la celda fría. Tras la última visita de su única hija, todavía oía en su ca- beza sus palabras heladas y definitivas. —Mamá te dijo mil veces que se había terminado, pero te empecinaste y me la quitaste para siempre… El veredicto lo condenó a 25 años. La hija no estuvo pre- sente. Un año después, su única relación con los vivos. El abogado, le contó que había nacido su primer nieto. Un nieto al que jamás conocería. No tenía nada. No tenía a nadie. Solo le quedaba la eternidad del encierro que con su lenta agonía lo consumía segundo tras segundo en su larga e insoportable existencia sin amor ni testigos. 94
TAL VEZ UN MAÑANA Acaso una mañana vuelva a ver tu sonrisa entre los claroscuros de un rosal florecido. Vuelva a escuchar tu voz brotando del follaje y tu cálida mano acaricie mis canas. Una mañana límpida un sereno silencio cuando apenas la brisa estremece las hojas, al abrir mi ventana volverá tu sonrisa, mariposa perdida temblando entre mis manos. Y la dejaré irse por el mismo camino que conduce a la senda donde no se regresa. Pero un polvo dorado quedará entre mis dedos para siempre escribiendo tu nombre inolvidable. Nuestro amor tuvo alas de seda y fantasía como esa mariposa que se pierde en el cielo. Poema de Anny Godoy de su último libro Senderos de vida. 95
El 23 de marzo del 2020, lancé la convocatoria para armar la primera antología “¡Unidos pudimos!”, idea que surgió con la situación del Covid-19 donde la humanidad debe quedarse aislados para afrontar la situación. En la antología participan 54 autoras y autores de diferen- tes edades del cual uno apenas tiene 8 años y pertenecen a ocho provincias de nuestro país y a tres países de Lati- noamérica Somos consciente de que el humano valora lo tangible, lo que experimenta con los sentidos, en una situación difícil sentí la necesidad de colaborar como mensaje de supera- ción y de confianza en sí mismo. El objetivo es la lectura y la escritura, fomentar el autoco- nocimiento, que las personas que rondan el arte, persistan y se animen a escribir, muchos escriben por primera vez en la vida, desde un niño de 8 años a un señor de 60 años En primeras instancias se creó la convocatoria de diferen- tes autores para la antología “¡Unidos Pudimos!”. Pero a base de las buenas respuestas se creó una segunda anto- logía y finalmente una tercera. A consecuencia se creó un grupo de Facebook llamado “Comunidad Almas Unidas\" como espacio de encuentro. Pertenecer a SADE es importante porque uno se encuen- tra incentivado y apoyado por sus pares y la entidad de excelencia. 96
ALIMENTO DEL ALMA EN VIDA (Inédito) Cada cultura nos deja enseñanza, a lo largo de la historia supimos de cada una de ellas y adaptamos a nuestra so- ciedad lo sabido de las milenarias. Necesitan preservarse, el folclore de cada pueblo es testi- monio vivo de origen y legado. Debe ser respetado porque comprender de dónde venimos colabora en la búsqueda filosófica del ¿quién soy yo? Aprendamos de la naturaleza, de nuestros mayores y pa- res, validemos el tiempo transcurrido en este plano físico. Con la llegada de la globalización ha sido accesible estar al alcance del mundo con solo un clic, un objetivo debe ser cultivar nuestra esencia y nutrir nuestro espíritu. Somos una generación que no terminaba de disfrutar un avance tecnológico que ya llegaba otro nuevo, todos tene- mos un ejemplo en el subconsciente o recuerden los dis- tintos reproductores de música. Voy a avalar lo que reflexiono con una anécdota. Transcurría el año 1999 y era estudiante en el Colegio Ma- dre Teresa, aquella institución que hasta el día de hoy se encuentra activa a siete cuadras de la casa donde me crie. ¡Qué alivio tener la escuela cerca!, más en invierno, más siendo dormilón y siendo inscripto en turno mañana. 97
En cuarto grado, tener en el aula señoritas o maestras era cosa pasada, llegó el momento de profesores. Tuve el pri- vilegio de tener a la profesora Fernanda Bogado, una do- cente severa (según los rumores de ex alumnos) pero buena gente y pude experimentarlo cuando una mañana ordinaria llegó un nuevo alumno, un inmigrante del conti- nente asiático, al cual la profe lo abrazó asegurando que todo iba a estar bien; un gesto que nos pinta de cuerpo entero. Desde un primer momento lo observé, pero también lo oía ¡hablaba en español!, luego supe que, hace años, estaba radicado en Buenos Aires pero que le costaba permanecer en una escuela. En la mesa de la cena aturdí a mamá y papá sobre la no- ticia del nuevo compañero, ellos amablemente me escu- chaban, pero también solicitaron que ponga atención en mis notas, eran bajas y ya era grandecito para no seguir el ritmo del dictado. Mis padres fueron exigentes tanto en la primaria como en la secundaria. A la clase siguiente le hablé al recién llegado, para que se sintiera acompañado, yo también muchas veces me sentí como una hoja de carpeta rota por el gancho y el trajín de la mochila, estando sin ojalillos. Me gané la confianza de él cuando lo invité a comer palitos salados, snack que con mi técnica quedaban calentitos. Mi fuerte culinario fue ponerlos sobre el respiradero de la estufa de la biblioteca, que daba al patio, ahí se tostaban. 98
Le gustó y nada volvió a ser como antes. Se incorporó al grueso de niñas y niños, soñaba, aunque en su mirada había algo que luego de grande supe inter- pretar como nostalgia. Ni turista, ni viajero, supe entender que un refugiado de guerra había llegado a mi vida, quizá por mi edad no tenía recursos para acobijarlo, pero di todo de mi amor de niño y de buen compañero. Las semanas pasaron, y el compañerismo se convierto en una fuerte amistad, en esas que se pierde el tiempo y es- pacio, además no debe haber relación de nada en virtud de los vínculos afectivos. Hayk era un hombrecito de estatura promedio, con gafas, diferente éramos todos a Ernesto que era el más alto de los niños en ese momento. A ninguno nos motivaba hacer educación física, ambos amábamos la matemática, los días soleados y las horas libres para iniciar interesantes partidas de ajedrez. Un momento que añoro es cuando jugamos al fútbol, él desde que llego al país deseaba hacerlo y yo siempre ha- bía dudado de mis facultades en el potrero. Esa tarde fue maravillosa, se marcó en el sentir. Los días germinan en años, y la secundaria, un terciario y un posgrado conseguí gracias a la buena educación pri- maria. 99
Aprecio comer bien, soy un gourmet, en cada viaje que pude realizar me traje sabores y música agradable de cada sitio recorrido. Al llegar el momento de la cena de este día, sin dudarlo disfruté un necesario shawarma, ahora ya en medianoche acompaño con café una fotografía que contemplo de una celebración religiosa. El shawarma ¡es delicioso! carne sazonada, generalmente de cordero, que se asa en un eje vertical que gira sobre sí mismo y se sirve cortada en tiras a menudo dentro de un pan de pita, eso dice el diccionario, pero para mí es simple: es un plato ¡exquisito! que ya siendo adulto me hizo probar el padrino de mi hija mayor, aquel que en algún momento fue el nuevo del salón y hoy mi hermano del alma. 100
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