Anorexia y Bulimia-Recuperación

Informe sobre Anorexia y Bulimia Las secuelas de la recuperación: lo que los médicos no le dijeron El verano de 2014 comencé mi primer año de universidad. Al provenir de una ciudad que solo puedo describir como un vacío sin cultura, estaba extasiada de finalmente escapar y comenzar mi nueva vida en Glasgow. Habiendo nacido en Glasgow y pasado muchos veranos deambulando por Byres Road con asombro, fue un sueño hecho realidad para mí finalmente regresar a casa. Sin embargo, mi primer año, un tiempo que debería haber estado lleno de emoción, fiesta y la conferencia ocasional fue eclipsada por la enfermedad mental que me mantenía como rehén. Verá, desde abril de 2014 hasta el verano de 2015, sufrí de anorexia. Dos años después, y puedo decir con orgullo que estoy tan completamente recuperado como uno puede estar. Incluso ahora, con un peso saludable y una actitud mucho más relajada hacia la comida, sé que mi relación con la comida nunca será la misma que una vez, la diferencia ahora es que tengo el control de mi enfermedad. La anorexia ya no dicta mis acciones o sentimientos hacia mí mismo. Ahora soy capaz de hablar desde la cornisa donde una vez estuve parado preguntándome si sería más fácil soltarme y entregarme a la enfermedad que me está consumiendo. He hablado mucho sobre mi lucha con la anorexia en el pasado; Sin embargo, no he podido comentar sobre lo que sucede después de la recuperación. Lo que muchas personas no entienden sobre la anorexia es que a menudo se trata de control. Por lo general, la enfermedad no está sola; en su lugar, actúa como un mecanismo de afrontamiento retorcido para lidiar con otros problemas en su vida como la depresión y / o ansiedad. Cuando finalmente te permites dejar de tener el control, tienes que lidiar con los problemas que has estado tratando de resolver todo el tiempo. Cuando finalmente sentí que me había recuperado de la anorexia, me encontré con la ansiedad y la depresión que había estado evitando al poner toda mi energía en bajar el número en la escala. Por horrible que parezca, una parte de mí extrañaba mi trastorno alimentario, ya que sentía que al menos estaba canalizando esos sentimientos de ansiedad y depresión en algo productivo. Cuando el conteo de calorías se detuvo y el ejercicio excesivo se desvaneció en la memoria, me sentí más perdido y vacío que nunca. Donde antes corría kilómetros para liberar mi ansiedad, ahora me encontraba escondido debajo de mi edredón, demasiado asustado para enfrentar el mundo. El odio hacia mí mismo que sentía permanecía, excepto que ahora, en lugar de ser sobre mi apariencia física, estaba dirigido al núcleo mismo de quién era. Las ocasiones sociales se volvieron mentalmente agotadoras. No podría tener una conversación sin pensar demasiado en todo lo que dije y pasaría el día siguiente preocupándome de haber aislado a las personas a través de comentarios sin sentido que probablemente ni siquiera recordarían. Me pasaba horas sollozando en mi habitación,

incapaz de precisar la causa exacta y de hablar con nadie por miedo a que me vieran como una carga. Me sentí tan indigno de amor que me aislé de las personas antes de que tuvieran la oportunidad de rechazarme. Esto es algo de lo que ningún médico o consejero me advirtió. Su enfoque siempre se centró en llevarme a un peso saludable, como si esto rectificara el proceso de pensamiento negativo que me había estado atormentando durante años. Tan pronto como mi peso ya no era un problema, tuve que lidiar con los problemas más profundos, sin el mecanismo de control que me había permitido hacer frente durante tanto tiempo. Afortunadamente, ahora he podido acceder a medicamentos que me han ayudado a aliviar estos síntomas, pero una parte de mí todavía desea haber recibido más apoyo sobre cómo lidiar con las consecuencias de un trastorno alimentario. Hay otro aspecto de la recuperación que creo que a menudo se pasa por alto y, sin embargo, es igualmente perjudicial para la salud mental. Aquellos que sufren de anorexia a menudo están tan consumidos por su enfermedad que no pueden ver el daño colateral de su enfermedad. Una vez que puede dar un paso atrás y ver su enfermedad desde una perspectiva racional, puede ver el daño que ha causado no solo a usted sino a quienes lo rodean. La negación que viene con un trastorno alimentario a menudo es irritante para quienes te rodean. Atacas a las personas que amas en un intento de defender acciones que en el fondo sabes que te están destruyendo. Fue solo cuando me recuperé que pude ver el dolor que atravesé a los que me rodeaban y la tensión emocional que mis acciones les habían causado. Con la recuperación vino una abrumadora sensación de culpa inquebrantable. Era joven cuando estaba sufriendo, pero también lo eran las personas que me rodeaban. Exigí una gran cantidad de apoyo emocional de personas que también eran jóvenes y que trataban de descubrir el mundo por sí mismas. Hasta el día de hoy todavía lucho con la culpa que siento por lo que puse a los que me rodean. Sin embargo, también me he dado cuenta de que es importante luchar contra estos sentimientos de culpa. La culpa no beneficia a nadie. No beneficia su recuperación y no ayuda a aquellos con quienes se siente en deuda. Todo lo que hace la culpa es aumentar el ciclo de autodesprecio y arrastrarte de regreso a un lugar del que has luchado tanto para escapar. Durante mucho tiempo, tanto durante mi enfermedad como durante la recuperación, me sentí como una carga. Este sentimiento me hizo aislarme de las personas y fue perjudicial para mi proceso de recuperación. Este sentimiento de ser percibido como una carga es la razón por la que muchas personas que sufren de problemas de salud mental no se expresan, y lleva por un camino muy peligroso. Una solución fácil para esto sería buscar ayuda profesional, y esto es extremadamente importante. Sin embargo, la falta de fondos para los servicios de salud mental a menudo significa que esto no es posible para muchas personas. Animaría a cualquiera que sufra a hablar con alguien y nunca sentirse culpable por hacerlo. Buscar ayuda profesional es increíblemente importante, pero es igualmente importante que hable con quienes le rodean mientras tanto. Te prometo que los que te rodean preferirían que hables con ellos antes que permitirte entrar en espiral en una oscuridad de la que muchos no pueden recuperarse. Ya sea que sufra una enfermedad mental o se esté recuperando, hay una cosa que debo enfatizarle. No eres una carga. No eres \"demasiado\". Eres humano y cometerás errores y, a veces, pedirás mucho a las personas que te rodean. Pero te lo prometo, la gente que te

rodea siempre preferirá tenerte aquí hablando con ellos que perderte porque sufriste en silencio. Todos merecen ser escuchados. Todos merecen la oportunidad de recuperarse. Nunca eres una carga.