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A RAS DEL PISO-MIGUEL FERREIRA-NOVIEMBRE 2020

Published by Encuadernaciones Pax, 2020-11-13 23:06:17

Description: A RAS DEL PISO-MIGUEL FERREIRA-NOVIEMBRE 2020

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A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ¿FINAL DIRÍA? ¿Final diría? Después de buscar libro en el basural, ser atrapado por las lluvias, como vagabundo en los trastos por su único tomo de historia elaborada, asistir a inte- rrogatorios por personas sin imaginación que no com- prendían su aflicción por el libro que había extraviado, que repetían las preguntas, y le aconsejaban pastillas para dormir, como si durmiendo se aclararían las cosas. El posterior hallazgo por otras personas que le devuel- ven el texto le hicieron recuperar su serenidad – es mi libro –¡Sí! – sabe alguien de eso? Escribir un libro, perseguir una idea, en el bus, en la ca- lle, cuando te aseas, ir elaborando la trama, acercar un personaje, o las poesías, días, horas y meses, reelaborar- lo, reiniciar, todo a ritmo febril así las horas de escribir- lo, si es relato ubicarse en un universo, describirlo todo, y la imaginación se abre se extiende y aparece todo allí, y no te deja respirar, ellos salen de sus escondites ha- blan, buscan, recorren lugares aman. Se anotan situacio- nes y las noches de sueño son de vigilia mental, para descargarla a la mañana, o quizás entre otras actividades añadir algo más. Lo tal el señor se juntó con su libro y ¡Feliz final! Y el otro que había solicitado asistencia estatal, ningu- neado, sin asco, o al Gremio afiliado y solo recibió un silencio de radio y algunas pobres excusas, nunca una recepción por algún responsable que le explicara los motivos del No! , al final asistido por una persona ajena a su entorno, de elegante corbata y modales de Lord, es- cucho su lisonja y la soluciono como ejecutivo brillan- te, después el vuelo, las palabras de bienvenida, el afec- to y ese paisaje imponente, otras letras otros rostros otras conductas el paisaje avasallador de las montañas 51

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira rodeando todo. Es un lugar peligroso le habían advertido lo único que vio de eso fueron los enormes perros con bozal custodiando lugares de reserva cultural, después nada más que rostros distendidos, amabilidad en todos sus habitantes y el aroma a café sobrevolando los bares y plazas. Las enormes distancias entre un lugar y otro, embote- llamientos, desvíos de trayectos por reparaciones en las autopistas, enormes edificios, plazas con sus monumen- tos cubiertos de lienzos, por las maquinas que levantan polvo le habían aclarado. Custodian sus monumentos eso sí es orden se había di- cho a sí mismo. Había retratado cada rincón cuando le fue posible hacerlo, su máquina zumbaba constantemen- te frente a tanta belleza, calles alargadas, techos de tejas antiguas, galerías con adornos de colores, catedrales de colores, antiguas solemnes, carreteras bordeando mon- tañas, inmensas librerías de más de una manzana. Hoy sentado frente a la pantalla teclea algo, mira por el ventanal, palomas haciendo alas en los cables y el mirto languideciendo su verdor de diciembre en fuga. Mañana no habrá combustible anuncian en la tele. 52

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira OBJETIVO Alcanzar con el objetivo al distraído que baja a la calle justo el instante de bajar el escalón disparar con justeza al blanco a la dama que lee su diario en recoleto café y su figura de reina de la tarde cuaja en la calle disparar sin dudar sobre la terraza esperar estático el paso de las palomas en vuelo de aire ondulado de alas de colores disparar sin repetir sosteniendo firme el cañón al ómnibus en su entrada a la avenida sobre su techo color amarillo asomarse a la ventana de piso ocho sobre la plaza y buscar a la pareja en el amor y disparar sucesivos toques de gatillo hasta alcanzar el cuadro que después pondré sobre los papeles de los diarios. 53

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira AUSENCIA Acuciado de memoria extraviado del roce de la piel casi al ras del suelo de soledades mis pasos de mocasines gastados escarban la mañana más allá del ventanal hacia el lapacho verde como si sus ramas escondieran las líneas del ansiado despegue transcurro palabras, silen- cios ladridos de perros esquineros Y la maña- na rodando sol de primavera. Y busco entre los juncos sobre la piel prófuga del rio recuperar sonidos de mi nombre S.Spinazzola. Amurallada las aguas se aquietan corren con lentitud de peces muertos su sabana amarronada es lisa de olas la luna resbala su brillo en noches de silencio es como una espalda de frio su quietud encerrada entre muros extraña las palas del buscador de pan en su vientre con redes, anzuelos y mate amargo amanecido la ciudad brilla en farolas de plástico una larga celda recorre la cintura de agua y la aleja del pescador. 54

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Nunca tuvimos casa ni paciencia ni olvido pero un poco más lejos hacia nada están las lámparas de viaje temblando suavemente E. Molina ELLA Y EL Los navegantes se despiden hacen guiños se abrazan a los amigos elucubran una saludo formal. Se alejan por el pasillo hacia la garganta de una nave que los tragara en mullidos asientos y voces en otros idiomas les atenderán sus sentidos cruzaran el horizonte en otros aires estela de nube blanca, signara el derrotero hacia las ciudades de canciones panes frescos y arcos de triunfo otros rostros verán el arribo a aeropuertos de locura carros de valijas encintadas y altavoces emitiendo partidas y llegadas la dama de cabellera cana un alma infante entre algodones con juventud atenta que la cuida y resguarda algún instante quizá al doblar. 55

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Elucubrado un domingo dos de septiembre, ante el ventanal de la casa, con gorriones en los postes, perros blancos y guanacos en Jujuy. Una esquina del trayecto entre cafés y coches amarillos rememoraran a los marinos lejanos que se quedaron en la explanada con el pañuelo en alto y un signo de tristeza en la mirada. La primavera les ofrecerá canciones en francés y entre los que se quedaron les dirá al oído tú serás el de la próxima vez. 56

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Sin motivo nos viene la tristeza las ganas tremendas de Cátulo Castillo, las desesperaciones y las furias. Ernesto Goldar. Vas a venir. He tomado la decisión de esperarte y me amuro a las veredas con letras de nostalgia cansino trato de palabras más allá de estas horas entre aguas cristalinas en garganta que no es de tango. Miradas de ojos negros en la espesura de la selva con lágrimas de amanecer en Fa sin milonga ni gotán remedo unas palabras en el papel tratando de espirarme del cuore del olvido aquel. Vivir a esperar nada a interrogar a besos Corrió la tarde su esbelta figura las hojas del mirto reverdecieron de sol las últimas garzas cruzaron el cielo la calle se despobló de gritos nadie cruje su esqueleto en ellas soledad de perros solo las esquineras luces iluminando algún desvencijado carro. La noche arrastra sus trapos entre estrellas y la pálida luna allá arriba tan blanca. 57

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira LAGRIMEA UN FAROL Lagrimea un farol la luz de su alma Discépolo come alejado del mundo dos gaviotas llegadas en un barco francés resbala Borges entre literatos La fábrica en su sirena pide limosna y llueven dos gotas de cemento sobre la mirada pérdida de Carriego. Aleluya que se mueran los que no quieran vivir. De pronto callaron las voces el viento nos dejaba sordos el mar se detuvo de pronto la ola cubrió el horizonte Un caballo cruzo al galope el doble horizonte de tus ojos los días se hicieron más cortos la vida transcurrió de noche Será imposible repetirla esa temporada en el invierno premonitoria de desastres pero fue vida todo es vida amor cierto días inciertos distancia eterna de este viaje. Aleluya, cárcel para los que no sepan sonreír. 58

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira OJOS DE MAÑANA Cada día más luz más notas en Fa más noches pálidas de estrellas titilantes ojos nocturnos revisan sueños opacados ilusiones de linyera en clave de sol memoria de la memoria se dejan caer en los muros pasos de danzarín aleteos de gorrión matinal llamando a sus ojos para algún decir de lilas de campos nevados tropel de caballería en las horas desandar la historia a atrapar la memoria crucificar las horas beber la sed en copas de cristal asomarse a las ventanas y salir a volar. 59

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Te acercas como una avecilla asustada a hacer nido al pie de mis palabras. tus silencios rompen el espacio poblándolo de signos, en tanto tu ternura no cabe en mis ojos. O.L. Pineda.- Corre noviembre días de agua, y paraguas de color inundan las calles, taxis amarillos llevando seres ce- lestes con paquetes de regalo, sonrisas de damas ele- gantes te despiden en las esquinas, te ofrecen un pa- pel, te invitan a danzar para estas fiestas que se acer- can al fin de otro calendario con ilusiones, desilusio- nes, atracciones, separaciones, olvidos y recuerdos, música y silencio, llanto y risas. Cartas y citaciones, estaciones de trenes oxidados, pasajeros demorados en aeropuertos alejados, subtes conflictuados en las ve- nas del País, cenizas lejanas traen desazón, blanquean el horizonte tapan las ilusiones de las plantas, asfixian a los corderos y apuran decisiones. Mis amigos se aso- man a la ventana de la palabra la llaman y salen con ella a recorrer el muro perimetral entre autos entre ár- boles, entre mate y salutaciones hacen correr las horas con tintura de azul y le ponen música de pájaros que anidan en sus rostros. 60

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A BOCA DE JARRO A boca de todos los jarros. P. De Vicari Abstraídas licencias de la lengua dan las tardes encendidas de este verano alguien enumera textos en voz baja atrapa sueños en desvanes húmedos se arroja desde un octavo piso a buscar dalias de un jardín amanece acodado y solo gritando sus acuciantes amores en un bar entre parroquianos sordos las letras se estiran cual bandoneón milonguera. Las palabras resuenan a voz en cuello entre puntos y comas una silenciosa despedida se estila en un pasillo de hotel a mano suelta las poesías, a mano abierta los abrazos, las despedidas las entradas y salidas del papel a modo de gotan mis días. 61

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Escribo, dejo de escribir. Otras veces me distraigo y me levanto. Tino Villanueva Alguna nube se desplaza allá arriba inmaculadamente algodonosa la tarde devana horas apenas de la mesa levantada mis migas a las palomas en el círculo allá abajo ronroneos guturales, aleteos de colores desplazo mis aires entre la ventana alguna lectura olvidada en el piso ocho el poema late su soledad de sones aun es el papel aun no es carne mis memorias del día apenas soledad de vocales y consonantes apoyo la punta de mis dedos intento las nubes allá arriba inmaculadamente blancas algodonosas. Se necesita solo tu corazón echo a la viva imagen de tu demonio o tu Dios. Olga Orozco.- Los retazos de un recuerdo de mujer dan vueltas en la tarde, alguna paloma sobrevuela cables a ojos abiertos mis pensamientos atraviesan lejanías paisajes de lunas a través de vidrios esmerilados sombras difusas de abrazos, llegadas y partidas.- 62

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira CASI DE TANGO Estas clavada en mí lo siento en el latir tengo miedo de perderte de pensar que no he de verte que letras me desmadejo entre lluvias me hago milonga húmeda entre mirtos perros de sombra y pájaros ausentes palomas invisibles hamacan cables de paredes descascaradas te siento en el latir abrazador de mis sienes casi las horas de gotas perladas relojes de agua manecillas de horas largas ausente la musa de cabellera negra alguien estrella su soledad contra un ventanal y la tarde escapa hacia una noche de llovizna. Piano de teclas blancas y negras latido de cuerdas tensas desnudan melodías descalzas de ti estribillos de ausencia entre corcheas mi devaneo salgo a la calle de tu olvido cuando la lluvia moja desiertas veredas y las esquinas alejan perros de soledad desacostumbrado a tu latir caigo en el desierto de plazas solas bancos de cemento y árboles con ramas secas. 63

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira VITTO Salto de alegría al leer “los cascarudos lo invadieron to- do” solucionada mi angustia, El Profe ni lo sabrá reco- rro el texto con avidez, el resto de los habitantes de la librería desaparecen, tan ensimismado estoy en la lectu- ra del texto. Era un trabajo del taller sobre este texto, na- die lo había encontrado, y yo aquí en un abrir y cerrar de páginas en un estante a la derecha del resto estaba el te- soro, la panacea para mi deberes del taller, albricias, al fin. De pronto se me aparece una delicada dama de traje marrón, quien interroga: ¿le gusta?, desciendo a lo terre- nal es una delgada y bella presencia, emana un dulzón aroma a colonia importada, me gusta, pues me mira di- rectamente a los ojos al interrogarme. Tartamudeo un – Si es interesante – Yo diciendo de Juan Filloy – es in- teresante una osadía tremenda la mía pero ella es tan suave en su decir que es lo único que se me ocurre en ese instante- Asiente muy cordial, y sigue allí interro- gando con toda su estilizada figura, me atrevo a pregun- tar - ¿cuánto cuesta el ejemplar?- Observa el código de barra del texto, se acerca a una computadora, con dedos finísimos tabletea algo, yo la observo actuar expectante, por lo que me imagino de sus horas fuera de este lugar, donde vivirá, ¿estará sola?, es de Palermo, no por su manera de hablar y digitar los números es muy mesura- da, ¡Barrio Norte Quizás!, al rato levanta la vista y dice: Cincuenta pesos señor – la miro un instante siento mi respiración entrecortada y rápida, por favor que bella, no se me ocurre nada alguna frase rebuscada algo de mis avatares diarios alguna salida elegante ante este estigma de dama en librería , nada, seco golpe al hígado, a la lo- na nocaut de gil frente a la bella dama. 64

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Me interroga con sus ojos que traspasan más allá de mis horas de estilista en el ajetreo de escribir algo, a la vera de mis abúlicas odiseas entre expedientes de oficina, cierro el texto lo deposito en el estante, musito no sé qué gutural respuesta, se me desploma la estantería, ella es bella y yo un catador de Filloy que no puede tenerlo, re- trocedo lentamente, me acerco a la puerta del local, y desaparezco entre la multitud que en ese instante puebla la peatonal Florida. III Miro el reluciente celular que está en la mesita de luz, no es el mío es un plateado ejemplar con visor de horas y segundos, el mío es oscuro y no tiene visor, es una ma- quina bella, brilla allí a la pálida luz del amanecer que se filtra por la hendijas del ventanal, miro la ventana corti- nas. No hay cortinas en el dormitorio mío, en la mesita de luz un velador, en el mío no hay velador alguno, manoteo las cobijas un frío me recorre la espalda, miro hacia donde debería estar mi compañía de treinta y tres años, un per- fume dulce y esas guedejas de cabello rubio y es delgadí- sima no puede ser. Miro de nuevo el celular la luz titila en un mensaje, el mío tenía un sonido apropiado esta es una luz parpadeante azulada, abro la tapa un mensaje de texto: Estas en el lugar equivocado Michel... Me siento en la cama con la cabeza llena de interrogantes por Dios, que es esto, no me animo a encender la luz, transpiro frío y el celular abierto sigue golpeando la fra- se: Estas en el lugar equivocado Michel - miro la venta- na, las cortinas son blancas a rayitas finas oscuras, ano 65

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira che estuvimos con Giorgio y Susan en lo de Valentine, con mi esposa y Naty, llegamos bien a casa y yo conduje hasta la entrada, Naty, ella debe saber, salto hacia el piso, no hay tal piso caigo en un profundo oscuro agujero trato de asirme de las sabanas y grito agudamente, sigo cayen- do hacia las profundidades del agujero, que frío hace, una mano se me abalanza desde las sombras, es tremen- damente fría y gruesa soy zamarreado violentamente ha- cia arriba al borde del pozo, mis ojos abiertos totalmente abarcan el dormitorio: Michel ultimas vez bebes whisky con Giorgio por favor duérmete, despertaste a Naty que vergüenza siempre el mismo, la que me habla es ella mi compañera de siempre y en la mesita esta mi celular ne- gro y las paredes del ventanal no tienen cortinas. Me levanto lentamente voy hacia la cocina un vaso de agua fría calma mis nervios. Miro el vaso no es el de siempre es facetado y de fino cristal, no digo nada lo dejo en la mesada y salgo a la calle tal cual estoy. 66

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira LOBA Definitivamente me rajo del entorno, asciendo al amarillo ómnibus, con mis paquetes de mercado, el vino, y un poco de pan recién horneado. Las demás personas del viaje están abrigadas, mantas, sacones, bufandas, coloridas, grises, con escarapelas, sin esca- rapelas. Me hago espacio hacia el fondo del ómnibus, es más fácil descender , evitar apretujones y ásperos comentarios, cuando uno desciende, pero este no está muy lleno hay espacio para estar cómodo, los asien- tos todos ocupados con rostros violetas de frio, algu- nos sonríen otros hablan al celular en voz alta como para que se entere el resto de los allí presentes, otros miran un punto delante del chofer como ensimisma- dos, me acerco hacia el final del pasillo hacia el pa- samanos cercano a la puerta trasera, un perfume es- pecial me hace mirar a mi lado, una esbelta mujer de cabellera renegrida brillosa con un sacón gris que no impide adivinar su bella silueta está allí como espe- rando que alguien le hable, al menos es lo que se me viene a la cabeza, con esa belleza, disimuladamente la miro a los ojos, son dos ojos de feroz loba azulinos y rasgados que emiten un brillo de estepa, me acerco más a ella , un gruñido leve escucho salir de sus la- bios. 67

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira CRÓNICA Quiero iniciar este cuadernillo esta tarde de julio con alguna máxima, un relato de voces airadas, un desper- tar hacia otros lados, hacia otros horizontes, no repe- tirme en el papel, ni en mis actos. Alguna historia de amor, una traición en algún nivel, espionaje en el go- bierno. Espero entre tanto, salgo, entro, me dibujo en las calles de esta ciudad alargada hacia el rio. Despe- jar el frente de batalla ir lanza en ristre en la búsqueda del poema. Ella se guarda el mundo debajo del ombligo, mientras danza. Entre tanto más allá del ventanal, hay encuentros, desencuentros, despedidas, alejamientos, discusio- nes de vecinos por un metro de arena en una obra en construcción, desfiles de escolares con sus guar- dapolvos acortados como sus aspiraciones de futuro cierto La palabras de ciertos mandantes que se olvi- dan de eso ser mandantes, y se evaporan en las altu- ras de la baja hipocresía. Se estiran desencuentros y se pierden valiosas esperanzas, se deja pasar el ins- tante preciso. 68

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira No sé si es tuya o mía la mano con que firmo mi único contrato con la vida. Agosto se estira en la ochava de mirtos y guayuviras, entre los cables con palomas de murmullo gutural, en- tre perros oscuros de huesos escuálidos, me desperezo a ras de papel en blanco y espero la visita del soplo elemental de vocales y consonantes. - GRAGEAS El que cumple horario siempre llega tarde donde lo esperan. El adicto a algo suele tener súbitos cambios de humor. En los pasillos me cruzo con bellas damas me dicen son del fondo Desde cuando se dejó en desuso la presentación y porque ese silencio de parpados caídos 69

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira CRIMEN EN MANHATTAN No me dices nada Michel – Clara parada frente a la ventana en el piso veinte del hotel Clark en pleno Man- hattan esperaba la respuesta de un hombre tendido en la cama con el cuerpo desnudo hasta la cintura, delgado y semicalvo, sus pantalones de Jean estaban impecable- mente planchados. - ¡Nada exclama Michel, nada! ¡No puedo salir adelante en esta novela, ¿lo ves?, ¡Nada no se me ocurre nada! – No te preocupes le dice ella, es un estado pasajero, ya vendrá algo, porque no salimos a be- ber algo en lo de Vitto allí siempre hay buena asistencia y el ambiente de música te va a dar la inspiración que falta, la ves a Frida ella lee en el café la vida íntima, por favor tú también me cargas ¡la inspiración se fue Clara; aut, addio, silencio, nada¡ Raúl el editor necesita mis textos me dijo hace dos días que ya estaban las empresas contratadas en la impre- sión, y yo aquí como una ostra en otoño, frío, no me ha- gas reír exclama ella: - ¡Vitto nos sirve unos tragos y ya! ¡Oh! todo es tan fácil para ti, hace tanto que andaba de- trás de una editora y ahora esto de una obra de crimen en Manhattan, por favor yo quería comedia, música, da- mas desnudas danzando en un cabaret! botellas de champagne, ruido de copas, amor, mucho amor, gla- mour de la noche - quieres que lo llame y le diga no hay nada – y los diez mil que me adelanto qué, se eva- poran en otros dedos, y el Chevy y tus trajes, mon amí – -!Espera! - exclama ella con sus ojos vivaces abiertos pícaramente, el libro de Chandler ese que te regalo el Cesar de la compañía área, lo lees y a lo mejor allí !Zas! 70

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Lo sacas - copiar, copiar a Chandler exclama Nicols sal- tando casi de la cama ni se me ocurrió antes, quien crees que soy un simple escritor de poca monta, un co- pista barato y sin imaginación, un libretista de menús ¿de Restaurante? y mis amigos del Circulo Woody, mis tíos de Scotland, mi trayectoria hasta ahora, las galerías, los cafés literarios, los empresarios del ¡Holden! -Nunca te hablan le responde ella mientras sonríe con una cómplice mueca, además ¿lee Raúl a Chandler? Leer nunca lo hace, si lo hace su secretaria Angélica, la mexicana de cabellera ensortijada y espalda de atleta, y si la invitamos a lo de Vitto con unos tequilas, es una devota del mescal, además las veces que visitaste a Raúl, ella te mira de una manera muy especial y te habla en su idioma como si tu fueras su ídolo blanco, que es- peras para sacar al galán dentro de ti, una sola noche y piensa en la limusina, las luces de los teatros, fotógrafos en las veredas, gritos de admiración, y tu allí con tu fi- gura de escritor sonriendo a todo el mundo . -Vamos Michel!, una noche y después la gloria, ¡Michel the Best Seller! ¡Eso! Exclama Michel. ¿donde estaba ese libro? Las luces se van apagando lentamente. 71

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira DE LLUVIA Llueve mientras leo en la ciudad inmersa en oscuros nubarrones truenos retumbantes entre calles desiertas, imagino las veredas con gente apresurada corriendo del viento algunas que llegan, otras partiendo otras esperando las goteras de mi memoria sacan letras entre actos de profetas adictos al tinto que me escuchan o se olvidan porque leo en una ciudad que se desploma en aguas y se hace nave cerca del rio y de la plata leo con voz humedecida mis romanzas de Guillen. allá afuera entre edificios de cristal un relámpago ilumina marquesinas de cabarutes y cafés. 72

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Ella encuentra una moneda en cualquier parte y pasea desnuda por las azoteas para mantener candente La llama del amor.- NO LLEGO No ha venido y si llego la lluvia no ha venido y si llego el frio de carnes de mantas deshilachadas entre las calles de perdidos del amor no ha venido y deja caer esta lluvia que humedece las veredas hace cantar a los techos de lata ensombrece temprano la ciudad y el helado sopor que encierra a los amantes, desaloja de los cables a las palomas de gutural sonido no ha venido, los sentidos quedaron tendidos como alambres las caricias prometidas se hicieron ronda de café, o música de ausencia no ha venido y este desteñido papel lo canta lo hace girar entre puntos y comas la da vuelta como si su desnudo estuviera y esos besos de amapolas en flor fueran pero, no ha venido y llueve, y hace frío y mis horas de fugaz escribiente se consumen en un piso helado sin mantas de amante ni palabras al oído ella no ha venido, susurros de agua recorren las calles, mojan el pan de la poesía 73

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira se hacen ríos de cristal en las esquinas y alejan palomas de sonido gutural. He venido a ser otro ha ser el mismo a entrar salir a estar despierto no quiero eternizar me en una cara en un traspiés canal en un cuidado. Y la lluvia sigue y es domingo de frio en todo el País. 74

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ÍNDICE Palabras de Esteban Abad……..... 3 Prólogo…………………………. 5 Plazas…………………..………. 7 A la vida………………….…….. 8 Ausencia….…………………..... 9 Me doy por vencido………………10 Dame……………………….......... 11 Mirada……….................................12 Acuclillado o y más………………13 Gioconda Belli……….………….. 14 Noche………………….………... .14 A los que…...………….……....… .15 Cristo poeta…………………. …....16 Alguien……………….……...….. 17 Así…………………………....…...18 Atardece…………………..….….. 18 Amarillo y azul…….……..….…....19 A Benedetti……..…………...……2 0 En hora o a destiempo……...…..…21 Estío de pájaros……………...….. 22 Alas…………………………...…. 24 Cinco once, veinte diez………..... 25 Inspirado de trenes……….…...…..26 Memoria del duende………….…...27 Centenarias araucarias…...…..……29 Quien…………………...…..……..30 Del maestro………………….….…30 Otro…………………..……….…...31 Guadalupe……………….…...…....33 75

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Aquí hubo un niño de las lluvias….35 De linyera……................................36 Entre dos………….………….……37 Viernes de junio…….……….….... 38 Lobo………………….……....…....40 Punto III……………………….…..42 Ella……………...…….……....… ..42 Atardece...…………….……....….. 43 Miércoles….…………….….......…43 Octavio Paz…..…………..…..….. 44 Sol…………...…………..….….….45 Aullido.....……..…………...….…. 45 A Aurelio...………...……...…....…46 La palabra…….…………..…...…. 47 Palomas…..…………….……..…. 48 De Boccanera………...….…..….... 49 ¿Final diría?..........………...………51 Objetivo…………...………..….….53 Ausencia…………….…….…..…..54 Ella y él.……………...……….…...55 Lagrimea un faros..……...………..58 Ojos de mañana..………...………..59 Boca de jarro……...…………..…...61 Casi de tango..………….….………63 Vitto………………………….……..64 Loba……………………….………..67 Crónica …………………...….…….68 Grageas…………………………….69 Crimen en Manhattan……….……...70 De lluvia……………………….…...72 No llego……………………….…....73 76

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira 77


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