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A RAS DEL PISO-MIGUEL FERREIRA-NOVIEMBRE 2020

Published by Encuadernaciones Pax, 2020-11-13 23:06:17

Description: A RAS DEL PISO-MIGUEL FERREIRA-NOVIEMBRE 2020

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A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A RAS DEL PISO Miguel Ángel Ferreira 1

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Ferreira, Miguel Ángel Poemas a ras de piso - 1ª. ed. - Posadas - Misiones PAX EDITORIAL, 2015 80 p.: il. ; 14x21 cm. ISBN 978-987-3771-03-3 1. Poemas. I. Título Poesía Argentina CDD A861 Fecha de catalogación: 08/08/2015 Diseño de tapa: el autor Contacto con el autor: [email protected] Editado por PAX EDICIONES Roque González 1068 Cel. 3764 58 38 07 Facebook;. Encuadernaciones Pax [email protected] POSADAS-MISIONES-ARGENTINA 2

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Hace muchos años que conozco a Miguel Ángel Fe- rreira –Mel - para el cósmico espacio de la poesía y los poetas, y he estado cerca suyo en momentos alegres y tristes, olvidables o trascendentales, des- de aquella vez que asomó apenas su cabeza en la redacción del diario en que trabajo y dejó su carpeta para que se viera de dar publicación a algún trabajo literario de su autoría. En mérito a ese acercamiento han sido vaciadas infinitesimales botellas de Malbec o Cabernet Sauvignon para regar carnes a la parrilla o empanadas de varios gustos en reuniones donde la gastronomía suplantaba con éxito a la poesía y la narrativa e incentivaba la amistad. He viajado con él largas y medias distancias en ómnibus o en auto, solos o con nuestras esposas, con amigos y colegas como Moreyra, Valledor, Silvero, Delgado Cano, Larraburu y tantos otros, con propósitos siempre ligados a la literatura como la par- ticipación en un encuentro cerca de las Cataratas o en un campa- mento cultural en la lejana Andresito y compartimos aulas de co- legios y escuelas para brindar un mensaje que acerque a los alumnos a la lectura, los libros, las letras de Misiones. Hubo siempre en cada capítulo de lo que ya puede ser llamado amistad un hito señalando la cercanía de lo poético, lúdicas actividades simultáneas a la alquimia de letras, palabras y frases liberadas de la prisión de nuestras mentes como colombas pequeñísimas pero de vuelo perdurable. Por eso no es casual que este prólogo aparezca en un libro de Mel; ni es sorpresa que en algún verso se aspire el aroma de los guisos degustados y vibre la voz de los brindis por un reconoci- miento, por el éxito de un viaje o con la simplicidad de la cele- bración de un año más de vida, de una nueva aparición de un poema o un cuento en las páginas de un diario. Aclarada que ha sido, esa situación, es preciso rescatar algo de la verba y el verso de Ferreira en sus poemas que afrontan los más 3

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira disímiles terrenos proporcionados por la inspiración; de pronto sugiere en un poema un erótico encuentro en un hotel del jet set de países legendarios del Oriente o de Europa y con elegantes y perfumadas mujeres que terminan siendo espías como las de Ja- mes Bond o alegres protagonistas de las noches del Mediterrá- neo. O se interna en la problemática ecológica, económica, etno- lógica, histórica o de la cotidianeidad de la provincia donde nació hace un poco más de cinco docenas de años, para reivindicar al natural y al inmigrante, al recién venido o al criollo antiguo, fren- te a situaciones demasiado conocidas como para recrearlas aquí. Sus escritos pasan de una página a la otra de tener “olor a taba- co y Chanel” a exhalar el aroma fantástico del mate y el reviro en olla de hierro, aquella para una noche de misterios y amores de- senfrenados o pretendidos; esta otra para un amanecer entre enor- mes lapachos florecidos, blancos inciensos, ibirá pytá amarillos cerca de arroyos canturreando una galopa o un chamamé, a los que a Mel no le cuesta nada trocarlos en un dos por cuatro de Mores, Troilo, Manzi, Discépolo, utilizando esa poética suya sin- gular, comprensible, fresca, renovada y sorprendente siempre. Para situarse en el cenit de ese mundo fantásticamente real, so- lo es necesario, concluir esta lectura y avanzar, páginas adentro de “Poemas a ras de piso”. Esteban Abad Periodista, escritor Ex presidente de la Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones 4

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Prólogo Intensamente al descubierto mis delirios se apagan, se hacen sombra. Silencio, mirada a ras de piso descalzo mis ambiciones me hago sombra No haremos poesía donde toda la palabra es inú- til. La poesía por la que trabajamos tendrá siem- pre una inexorable acción sobre las relaciones humanas. La poesía a través de los que identifi- can con su vida ese hacer, ha de llegar también a los que no comprenden el escrito, ha de llegar en acto y presencia. El poeta hará posible la comu- nicación, los bellos gestos, la continuación de la vida (viejo perro sin amo, habrá gustado el curso de vuestras palabras, acelerado por su presencia, el más bello ademán matara al último de los ca- nallas. Gustavo Aguirre 5

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira 6

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira PLAZAS Arboles recortados plazas inmaculadas farolas elegantes calles alargadas en color sepia transeúntes en gris, escarapelas deshilachadas en pechos anhelantes: Oíd mortales el grito sagrado cartelones de promesas enmascaran sitios baldíos edificios con memoria olvidados tras fachadas de colores Alguna paloma sobrevuela el monumento que indica el Sur y las palabras de amor se silencian por las ansias del poder. Oíd el ruido de rotas cadenas ¡¡Oh!! Juremos con gloria morir. 7

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A LA VIDA (a Natalia) Con mi vacilante oficio de poeta urbano secreteo unas letras a la niña que me convida con sus aleteos de ojos negros palpitaciones de un insomne desafío al tedio cotidiano acomodo mis huesos a una silla de aluminio para dejar en el papel el retrato glamoroso unas gotas de miel pasos de tango de café recomendaciones de madre en el amanecer melodías de flauta traversa desde dársenas desiertas que la adapta como niña escucha los veinticuatro un numero el resto es rumor de tacos altos perfume dulce al salir silueta de barrio para descubrir. Dedicado a su hija Natalia, al cumplir veinticuatro años, en su primer libro, Latidos.- 8

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira AUSENCIA Acuciado de memoria extraviado del roce de la piel casi al ras del suelo de soledades mis pasos de mocasines gastados escarban la mañana más allá del ventanal hacia el lapacho verde como si sus ramas escondieran las líneas del an- siado despegue transcurro palabras, silencios ladridos de perros esquineros y la mañana rodando sol de primavera. Y busco entre los juncos sobre la piel prófuga del rio recuperar sonidos de mi nombre S. Spinazzola. Amurallada las aguas se aquietan corren con lentitud de peces muertos su sabana amarronada es lisa de olas la luna resbala su brillo en noches de silencio es como una espalda de frio su quietud encerrada entre muros Extraña las palas del buscador de pan en su vientre con redes y anzuelos y mate amargo amanecido la ciudad brilla en farolas de plástico una larga celda recorre la cintura de agua la aleja del pescador. 9

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ME DOY POR VENCIDO Me doy por vencido. La religión, la mafia, la política o el fútbol, el ejército o la moda mueven más gente que yo. M.Trejo.- Ave Marías inconclusas en catedrales abarrotadas de feligreses que son cantantes de blues, tiroteos en ciudades de vidrios blindados con atracadores de pasta blanca. Promesas incumplidas de afiliados a la mentira en discursos de tribuna con menesterosos de escuchas. El ídolo con el diez es un alcohólico de gambeta larga y aliento a uvas las armas niqueladas brillan en el sol del caribe. Unas piernas como alambres entre espectadores con cera en los oídos desfilan sus esqueletos trajeados Mis poesías son leídas en plazas lejanas con el aplauso de alas de palomas. y verdes solitarios bancos. Lástima bandoneón mi corazón almas perdidas deambulan entre cartoneros desarraigados con carritos cargados de amargura niñez abandonada de futuro entre papeles membretados de Ministerios de mentiras, copas de champagne, y catálogos de viaje. 10

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira DAME Dame una milonga dulce que aquerenciao en el estaño apetezco de la dama lejana mientras corre la vida su línea de cal y el orsay de mi juego me da banderín en alto apenas de ella sus cartas amarillas rosas entre hojas y el pétalo de una lagrima se nota en la tinta corrida dame una milonga hermano que quiero meter este dolor en el fuelle de la noche y espirarme un faso a la deriva de los demás en el coche. Sin motivo nos viene la tristeza las ganas tremendas de Catulo Castillo, las desesperaciones y las furias. Ernesto Goldar. Vas a venir. he tomado la decisión de esperarte y me amuro a las veredas con letras de nostalgia cansino trato de palabras más allá de estas horas entre aguas cristalinas en garganta que no es de tango miradas de ojos negros en la espesura de la selva 11

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Con lágrimas de amanecer en fa sin milonga ni gotán remedo unas palabras en el papel tratando de espirarme del cuore del olvido aquel.- MIRADA Un linyera de urbana ciudad redacta cartas en papeles amarillos atrapa vuelos de palomas, cuenta de perros oscurecidos plazas con árboles añosos plazoletas con farolas rotas luces de neón azulinas hoteles de cien años entre tazas de café, cigarrillos y copas de tinto. una mirada de mar más allá de su entorno lo observa en su divagar de letras en líneas azules y lo acompaña desde un mar con playas desiertas.- Una trompeta enrosca su melodía entre cuadros en la pared, sillones desvencijados, libros entre papeles amarillos, tazas de café que se enfrían y la fiebre del que escribe es línea celeste más allá de la ventana en el piso ocho. Manhattan. abril de 2006. 12

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ACUCLILLADO Y MÁS Acuclillado, inclinado sobre el nacimiento de tu espalda, yo que odio los peces y a todos los frutos de los ríos y mares me dedico a la anegación del lago en el que enseguida me ahogare aturdido de algas insurgentes. Gracias por haberme enseñado la paciencia del pescador. Beso de araña. Tsunami en boca. Bella Clara Ventura. A partir de las voces alargadas en la sala por la claridad de un poeta imagino tus doradas palabras en la noche estelar de mi paso circunstancial de linyera para delirarte sola en la playa de mi vida desnudarte de silencios inaugurar un fuego en tus cabellos atrapar luciérnagas de luz en el parpadeo de tus ojos escuchar el murmullo de grillos en tu voz de nacarada garganta deletrearte la cintura en danza amarte de lunas pálidas en las estrellas cómplices de mi delirio de linyera sentado a dos pasos de ti.- 13

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira GIOCONDA BELLI Uno no escoge el País donde nace pero ama el país donde ha nacido uno no escoge el tiempo para venir al mundo pero debe dejar huella de su tiempo nadie puede evitar su responsabilidad nadie puede taparse los ojos, los oídos, enmudecer y cortarse las manos todos tenemos un deber de amor que cumplir una historia que nacer una meta que alcanzar. Dios dijo: Ama a tu prójimo como a ti mismo en mi País el que ama a su prójimo se juega la vida.- La leo y sus palabras encierran todo el mensaje que es universal. Es miércoles del 2012 y está nublado en todo el País. NOCHE Soñé tres veces un mismo sueño y en los tres no estabas tú busque debajo de mi almohada. La única carta y se había ido con uno de los sueños ese sueño no es mío la carta si.- 14

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A LOS QUE “Nada por aquí, nada por allá nada en esta mano, nada en esta otra” O. Orozco Se adivina el pasado, el presente, el porvenir con las manos atadas se lee el pensamiento en el papel en blanco se bebe un elixir que transforma los sueños en el ojo de la cerradura. Se permutan horas de ocio, por aventuras más allá de este cerco de incomodos, de pálidos rostros desatentos, de parias entre la multitud, de desapegos entre manos sin fuerzas más que para beber de su copa, y no derramar el vino de la poesía al que corta las horas en vuelo solitario. Aportando copas de fino elixir, a quien no la merece, a ver si lee el mensaje o si queda en su sitial de cardos, aletear, molestar, adivinar los mefistos, “nada por aquí, nada por allá”, “ni en esta mano, ni en la otra”. Si quieres, puedes interrogar al desvarío de tu sangre convertida en oráculo 15

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Puedes buscar la lámpara enterrada en el borde de tu alma. Ya puedes elegir. Alguien va a dar la orden de hacer fuego. Vas a entrar en la cárcel de tu inmolación. CRISTO POETA Alguien me abraza y un gallo canta tres veces las puertas de la catedral se rajan de arriba abajo, las palmeras emiten pájaros oscuros los mesiteros huyen de las plazas. Las encrespadas aguas del mar revientan contra las costras de mí figura de linyera una marcha de protesta atrasa a los apresurados, desvía el tránsito, irrita a los rostros curtidos de sol. Lo que es justo no cabe ante lo injusto, las sirenas aullantes acompañan a los uniformes pretorianos que custodian el orden dentro del desorden, una voz se alza en grito de alerta: !No disparen! El poeta cruza la calle y todo se congela. 16

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ALGUIEN Apenas de mi un paso sentí las emanaciones de flor unas pupilas negras que imagine en el bello rostro de la mujer con acento de marfil apenas presentí sus manos alargadas en el gesto de una palabra acompasando el tono de letras alargadas como las horas que espere en este lugar de próceres, cortinas delicadas y voces atenuadas en un escenario con murales de color afuera la lluvia humedecía palmeras aplacando mi sed arrullando tejas y haciendo volar mis líneas hacia una imagen que esperaba detrás mío.- 17

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ASÍ En un mundo de pan y azúcar en las tardes de pájaros en los arboles esferas de cristal en el hoyuelo de la tierra camine mi infancia de sueños y arlequines de madera. ATARDECE Canto de pájaro más allá de la ventana me hace imaginar selvas purpuras ramas humedecidas de tiempo suelo en riego de hojas secas enredaderas verdes abrazando troncos mallas de hojas con espinas saltos de agua, pájaros en vuelo oscuros monos aúllan en árboles enormes la tarde cae a ras de cemento y el pájaro me imagina selvas más allá de la ventana.- 18

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira AMARILLO Y AZUL De cantos llevados entre tanto espanto a paso de danza las miserias Las damas ligeras aprontan sus carteras a ritmo de son pueblan carreteras con labios rojos amoratados ojos felinos azulinos senos de infarto piernas de encanto y caderas que menean cinturas de sal para beberlas en este tiempo de sed de canto entre tantos espantos.- 19

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A BENEDETTI El me tira una mano me la tiende en esta tarde de sol más allá de sus ojos de mirar de río, más allá de su Uruguay de oficinas aburridas más allá de sus manos entre manos y me siento en su compañía de amores de plazoletas y arboledas de tácticas y estrategias entre amores de película el me tiende su mano esta tarde de sol y mirto florecido Y simplemente me la tiende para que escriba y vuele en el papel en su compañía de fe y sabiduría. La tarde anida palomas en su vientre deletreo mis memorias de abstemio escribiente entre manos color azul entre palabras en fa menor entre rostros esfumados susurros acordonados a una esquina escaparates de maniquíes desgarbados sueños en café almidonados damiselas de ojos de rubí plazas con desnudeces ataviadas calles de autos amarillos con pasajeros en color blues entre tanto la tarde anida palomas en su vientre.- 20

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira EN HORA O A DESTIEMPO Cansado o no, espero. Jorge Prieto. La mañana se estira entre mirtos húmedos palomas ausentes, canto de pájaros calles de cemento con baches de humo esquinas con verdes añejos últimos referentes del clamor de ramas alguien canta en un pasillo salta desde un balcón una dama con alas y desaparece en la esquina. Las sandalias me llevan hacia otras voces otras manos otras indiferencias otras esperanzas que se esfuman en promesas de palabras huecas alguien me grita su ausencia desde un papel en blanco y la mañana sigue. Amanece se estiran las sabanas en su blancura de soledad las manos buscan a la compañera ausente.- 21

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ESTÍO DE PÁJAROS Amaneció nublado casi con lluvia las palomas ululan su pan desde los cables mis dedos escriben tu nombre en papeles de color en servilletas de papel Sobre una mesa sin mantel en tanto, un tango desperezan bandoneones en una esquina En vías enterradas de olvidos apresurados enterrados en el cielo abierto de una ilusión desilusionada antes del amanecer saltar de la cama hacia un vacío de día por iniciar.- 22

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A manera de pájaro en este fin de invierno nubes de lluvia paseantes semidormidos mocasines de galería anda mi sombra que no. Cada noche es una noche distinta de las demás. M. Benedetti.- Saltar de la cama con sueños inconclusos y la sed de agua fría en la garganta seca de un sueño atrapar entre tragos las memorias desmemorias de un sueño a través de campos de magnolias a través de aguas frías de un desencuentro a través de las lastimaduras de un adiós inconcluso en una estación de trenes oxidados En vías enterradas de olvidos apresurados enterrados en el cielo abierto de una ilusión desilusionada antes del amanecer saltar de la cama hacia un vacío de día por iniciar. 23

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para uno estar mejor. J. Benavente.- ALAS Acabo de regresar de una esquina vi ómnibus grises ruedas desinfladas sobre el asfalto pasajeros del retorno o el escape alguna solitaria paloma picotea. Mis devaneos de carne en el papel y se aleja batiendo alas de mariposa. 24

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira CINCO ONCE, VEINTE DIEZ Dar vueltas por la galería de descubiertas personas asumir el tránsito de rostros de viernes. En el ómnibus amarillo que atraviesa la ciudad a ritmo de asfalto roído llegar a la mesa y descubrir dos rosas que sonríen. La mañana desierta de semana cae en forma de lluvia mis mocasines de Gascón la gastada camisa de Florence Antigua agenda en ristre memorias de compas tanguero después la mañana dedicará a secarme la piel de voces y entretenerme en páginas de poesía. 25

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira INSPIRADO DE TRENES Algún andén descansa de pasos apresurados los pasillos de madera destilan soledad de gritos paquetes y embalajes de viaje los durmientes desaparecidos en el verde de la penúltima salida las ventanillas arrullan viento de agosto saludos de fin de año el eco de la última partida aún resuena en el aire lástima bandoneón mi corazón ecos de fierros oxidados en la partida al olvido última curva de despedida última estación del poema un andén desconocido de pasos apresurados estira mis letras a este bandoneón desafinado. Ella desata sus pasos con un gesto absoluto y distraído. Néstor Barrón. La mirada tibia de la mañana me encontró en una esquina con árboles hojas verdes ramas extendidas olor a flores bendecidas en la calle cruzando la esquina una pareja de niños color sepia inaugura papeles de felicidad abandonada. 26

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira MEMORIA DEL DUENDE Me encuentro en uno de esos momentos en que nada fluye en mí, es decir totalmente vacío de algún te- ma, mi terapia a esos momentos es salir, dejarme llevar nada más, recorro las calles sin atención al- guna, miro las vidrieras y relojeo algunas revistas en esas revistarías que son atendidas por duendes, es decir personas amables, siempre sonrientes, atentas. Hablar de esas personas quizá me haga salir de este estado de pescador sin caña. Entre estos duendes puedo poner sin duda alguna, ni retaceos al gesticu- lante personaje que una vez conocí, hace ya tiempo en uno de esos bares que sacaban mesas a la calle en horario matutino, los sábados a la mañana, yo andaba en un programa de radio sobre tangos en esa época, el que convocaba era el amigo de lenga barba negra, caja de cigarrillos Moore tipo carpeta, siempre de humor de perros, puteando a todo el go- bierno de turno, haciéndose calentar el café cada instante por el atento mozo que atendía su mesa, para él, esto era su más bello acto, mandar, ordenar a alguien que lo atendiera. Si no estaba en el bar so- bre la Bolívar se ausentaba hacia otro más alejado, en la calle Félix de Azara en una galería comercial. Allí repetía su acto de siempre y se reía a solas, su profesión de entomólogo lo había llevado a ser em- pleado público en un tiempo, en el laboratorio de exámenes bacteriológicos de agua potable, junto a otros que en ese tiempo se acostumbraba a utilizar los guardapolvos inmaculadamente blancos. 27

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Al observar las mesas de los bares hoy no veo per- sonaje alguno, salvo el Tano claro, ultimo reflejo de la bohemia salvadora en estas calles con luces de neón. Siempre tenía un comentario agrio al recibirte, nunca pase una monja u algún representante de la curia cer- ca se debatía en cavilaciones muy agrestes sobre es- tos personajes, caminaba con cierta renguera. Haciendo más saliente su figura con barba, sus ciga- rrillos, el paso casi lento, usaba zapatones gruesos y la carpeta en forma de caja de cigarrillos importados, de campera casi siempre sea la temporada que sea, de esas de plástico color negra o gris dependía de su áni- mo, a mis letras las leía le gustaba la poesía, siempre tenía alguna mujer cerca de la mesa y decía a su veci- na ocasional – El señor es poeta – y le alargaba uno de mis trípticos como obsequio. In memorial a mi amigo el Lirussi 28

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira CENTENARIAS ARAUCARIAS Jalonan los montes de color verde, estatuas de verdor entre los pájaros, banderas de color en este tiempo, recuerdos de gritos y rotas cadenas. Anduvieron desde chico dando vueltas por los cuatros costados del coraje y el miedo, levantando viaje a viaje derrotas juntas y victorias sueltas. Nos encuentre más unidos y en la ruta, del abrazo este tiempo de memorias miradas desde el monte, el hermano de tez morena es bandera de grito silenciado. 29

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira QUIÉN Quién habré sido antes si miro las estrellas y el fósforo me quema los dedos y los cigarrillos se mueren en los ceniceros quien cuando como llegue a lo que soy si miro la ventana y veo una luna de enero noche de silencios que hablan de otras cosas rebelan mis pensamientos quién como cuando en el último minuto de esta noche alguien me hablara al oído y se caerá la piedra de mis latidos como quien cuando, como es que no se quien era esto que soy.- DEL MAESTRO Con la última luz que se rezaga de esta tarde de octubre que no vuelve he muerto un poco más que de costumbre, que de costumbre un poco más. Dice mi epitafio: Yace en este bar, Carlos Levy bebiendo ginebra con más tedio que otras veces.- 30

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira OTRO Espejos empañados borronean las mascaras el que está allí no es el que mira es otro y cuando ese se va aparece su rostro que mira a otro que no es el que mira. Alguien me lo relata yo, lo miro y la voz que escucho no es la de ese rostro. Deliro mi estancia en un bar de transeúntes el mozo de rostro aceitunado hace pasos de danza entre las mesas copas y platos emiten su ruido de gestión la sed apaciguada en un tinto le da letras a alguien que entona en el rincón una de Tormo haciendo temblar la bordona escabiando este pasar de horas entre las copas y el cantor damas elegantes, siluetas pal levante de algún ansioso señor y se me pego nomas el fraseo de aquel señero payador haciendo pinta en la barra y sacando rimas 31

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Deliro mi estancia en un bar de transeúntes el mozo de rostro aceitunado hace pasos de danza entre las mesas copas y platos emiten su ruido de gestión la sed apaciguada en un tinto le da letras a alguien que entona en el rincón una de Tormo haciendo temblar la bordona escabiando este pasar de horas entre las copas y el cantor damas elegantes, siluetas pal levante de algún ansioso señor y se me pego nomas el fraseo De aquel señero payador haciendo pinta en la barra y sacando rimas nocheras, de campo y damas ligeras, amores de antes De los de zaguán, del picaflor y calandrias en su gorjeo de amor y se me atraganta el garguero por ser este el primero espero que para el segundo me salga algo mejor. 32

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira GUADALUPE Corre la niña su infancia de peluches hilos de pescar y azucenas en el pelo corre la niña este sol de primera vez este estío de calles con bronca de traiciones y despidos palabras de oficios y descompromisos de voluntades corre la niña su niñez en peligro de lágrimas entre pancartas de felicidad y mariposas de plástico.- 33

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Tengo ganas de leer algo hoy. Me sangra la poesía por la boca. Francisco Madariaga. Podría hablar de ojos de labios amoratados de besos de abrazos a manos partidas despedidas entre dos asesinatos de silencios masacres del ser común pasajes a la luna misterios de una flor entre mirtos florecidos lapachos de jardín guayuviras alargadas del aguara guazú en los montes del teyú de perros oscurecidos en rincones de paredes amarillas podría enumerar horas en blanco sentado en un banco a la vera del clamor o el desamor podría deletrear un tango con letras de Piana para decir de este sopor y sin embargo solo observo los gorriones en su poste de luz en un día jueves de tarde y me guardo mis memorias para más tarde o quizás para quien las quiera deletrear. 34

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira AQUÍ HUBO UN NIÑO DE LAS LLUVIAS Con su remoto testimonio ladrón del fuego de los pájaros acido y cruel como el insomnio casas que ofrecen a la sed una copa llena de hormigas un café frio como un muerto la negra huella de una huida Un olor de faro mendigo extiende la mano vacía la escalera crece sin fin se hunde en el polvo de otros días casas más duras que las piedras con el desierto hasta los ojos casas soldadas como féretros por el plomo de lo remoto. Préstame tu mirada unos instantes en este día de semana, aleja lo cotidiano, ahuyenta la indiferencia, solo préstame tu mirada y deja que la palabra sea una llama almibarada.- 35

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira DE LINYERA Los vientos que azotan ventanas abren puertas mal cerradas hacen caer maceteros y cuadros ahuyentan los félidos caseros caniches de damas tristes se acurrucan bajo la cama a la mañana ese viento me hace latir el deseo de quien hace las veces de nostalgia una dama en sepia se deja caer en mi recuerdo y las gotas después del viento humedecen mis horas. Las almendras de tus ojos están atentos a la mañana que se deslía en la ventana en el piso ocho. Las almendras de tus ojos acompañan la despedida del linyera que calle abajo se hace sombra en una esquina de tango. Me urge un estaño una copa de tinto una dama de labios rojos que me pida pista y me haga estirar los huesos a la danza de la vida. 36

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ENTRE DOS A los pilotos del sueño que no despierta o a los que sueñan despiertos esperando el sueño cumplido o el insomnio recién amanecido. me dejo caer en asientos de cuero de ómnibus urbanos con arlequines y payasos ojos sombreados y espaldas de infarto despenando el último tinto en oscuro bodegón el caballero de afinada figura despide su año, o el último tango escurre sus letras de Manzi en esquina renovada entre lluvias con frio de invierno calores de espanto en un verano acosante y mis cuadernos son leídos entre gritos de júbilo, o desoídos en silencios alargados. 37

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira VIERNES DE JUNIO (Lobo interior) Salgo de la oficina temprano asciendo al ómnibus en verde con el número quince en su frente, mi rodilla iz- quierda envía mensajes de inestabilidad, desde la entra- da, observo al fondo un asiento libre, la hora hace que sean muy pocos los navegantes aun. Me deslizo hacia ese lugar, me siento, el chofer deja abierta la puerta tra- sera y el viento de la de la mañana golpea mi rostro prolijamente afeitado, unas paradas más adelante parece darse cuenta del detalle y la cierra, raro, nadie asciende y las paradas van pasando velozmente para mi agrado, desde mi lugar observo en las veredas las pancartas, afi- ches de los “candidatos” nombres conocidos y otros completamente desconocidos sonriendo, entre slogans de futuro, simple- za, desarrollo y todo lo que se pueda imaginar alguien en promesas de candidatos. En el bolsillo derecho de mi campera la orden de ki- nesiología pagado, sellado autorizado por la Obra Social de los trabajadores, mi premura en salir es la de hacerme la kinesio solicitada por el parco Doc. que me la reco- mendó, la fría mañana hace que se sienta ese punzar en la zona del musculo. El ómnibus llega a la plaza del cen- tro, desciendo rengueando mi mísera rodilla, miro hacia la renovada plaza, un pasacalle corta la imagen, los tres rostros rejuvenecidos, brillantes tapan el lugar, con slo- gans de quedarse en el poder hasta que las velas no ar- dan, sutilezas políticas de este actual país, al volverme hacia la vereda una pulposa chica en ajustado jeans blanco me sonríe y estira hacia mí su mano con boletas del candidato en la esquina. Le sonrío y atrapo el men- saje al mismo tiempo le acaricio la punta de los dedos, ella responde. 38

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira Tomándome ligeramente la mano, mis sensores de lobo siberiano se ponen erizados en la espalda, aprovecho el momento y le hago un comentario sobre su sonrisa de be- lla dama, ella responde ¡gracias! Y me acompaña hacia la esquina, el lobo interno gruñe y me zarandea los sentidos, le hablo de la mañana y de este tiempo frío, y acaricio su brazo como al pasar, en respuesta, ella se me pega disimu- ladamente al paso, el lobo interno aúlla y espumas de fu- ria ansiosa emanan de sus colmillos – la mente se me hace una usina de interrogantes a esta oportunidad de caza im- perdible, la observo es una dama de senos turgentes, re- dondos aumentados por la remera proselitista que luce, una cintura fina y el jeans blanco haciendo notar una en- trepierna ansiosa. El lobo ruje, se tira contra los troncos y zamarrea las ra- mas, la espalda erizada de sed. Estas bella le digo con mi tono de cantante de tango amanecido, ella dice gracias, la estiro ya sin ninguna clase de reparos, a nuestro alrededor los autos cruzan en cámara lenta, los pasacalles estiran rostros afeitados, los demás miran vidrieras o se quedan esperando algún mensaje del más allá que los salve de las mishiaduras actuales, un remis amarillo y azul está esta- cionado exactamente en el lugar adecuado, ella arroja sus volantes en el elegante cesto de la basura, gestión del ac- tual candidato en el pasacalles, asciende antes que yo al vehículo velozmente, la sigo prestamente y doy la direc- ción al chofer que enciende la máquina al punto, mi lobo interior aúlla largamente de placer los pelos de la espalda erizados de furia y los colmillos salientes de hambre fe- roz, en ese instante el chofer del auto mirando por el espe- jo me guiña un ojo y exclama: ¡Viva Perón Carajo!! 39

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira LOBO Leo una entrevista a Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, entre jocosa y con líneas de ironía muy fina responde a una de las preguntas-¿Cuál es su mayor ambición? Responde: Ser camionero y que Moyano no muera nunca. Eso me permitirá disponer de un sueldo que triplica al de un docente y de un vehículo para arrasar al que no piensa como uno. El ómnibus que me transporta dobla la plazoleta del mástil en la entrada que es hacia el centro, un tumulto inesperado de personas y de jóvenes que bajan del ómnibus en la para- da, hace que mire hacia la multitud, pancartas de docentes reclamando lo mismo de hace años, sueldos dignos, equidad palabra está muy poco ejecutada en tiempos “políticos” co- mo dicen algunos que creen serlo, o en otros que se alejan de las masas y se abroquelan tras escritorios lustrados y no aso- man a estas manifestaciones, los denominan “opositores” al Estado. De qué estado de cosas nos encontramos si el simple acto de solicitar lo correcto enseguida es respondido con agresiones verbales por parte de los que están en ese Estado, el mandamás diría mi madre. Los allí reunidos de todos los credos son, en silencio veo se movilizan sin bocinas, ni vehículos atronando el espacio con vivas al líder fallecido, como es costumbre en otros, que de estar ya se presentaría ante ellos a ver qué sucede. Como en una oportunidad presencie frente a nuestra casa de Gobierno al Vice Gobernador, un señor de traje recuerdo, rollizo elegante, salió a hablar ante una manifestación de unos trabajadores no recuerdo ahora quienes o de que rubro eran, che que pasa recuerdo dijo – pasen vamos a hablar ¡chamigo! de esto ya hace muchos vinos antes, cuando ve- nían en líos de alambre de litro marca Toro, esqueletos de- cíamos, en ese entonces los gobernantes estaban a la vista, 40

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira salían de la casa de gobierno y se pasaban al Club Social, o los veías caminando por la calle principal, los saludabas te respondían al saludo, pero esto ya es historia, a esta historie- ta de guardaespaldas, sirenas, y actos manifestantes con asis- tentes rentados sacados de las oficinas. Con la visión de esto el ómnibus sigue hacia el destino de cada uno, el mío es la kinesio de mi rodilla izquierda, aparte ver unas vidrieras apoyarme en la pared a la dos cuadras por las punzadas, lle- go a mi destino el sanatorio inmaculado con secretarias de rostros angelicales y de uniforme azul, saludo a la rubia de pelo recogido hacia atrás, labios encendidos color rojo que la hacen una vestal , manos delicadas con uñas en rojo tam- bién, al estirarse para tomar mi orden siento crujir el cuero del asiento en el que deposita su anatomía – asesina – gruñe mi lobo interno. Ausculta mi papel mira una lista, vuelve ha- cia mi sus ojos color celeste y exhala – su Obra Social está suspendida hasta nueva fecha señor. No sé qué responder, animo un - ¡Pero ya pagué el coseguro! – lo siento pero está suspendida, responde en el mismo tono y mira hacia mi es- palda como desentendiéndose de mi presencia, el lobo in- terno emite un feroz aullido, babas de furia salen entre sus colmillos arquea el lomo erizado. Salta fuera de mi me toma de la mano y me arrastra esca- leras abajo en enloquecida carrera hacia el lugar de los ma- nifestantes, detrás mío al fondo siento el alarido de una sire- na policial, todo se oscurece. ALGO SUCEDE 41

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira PUNTO III Arancelo las horas a punto de palpar la lluvia en mi piel agujas heladas de acero fríos metales que me traspasan las membranas de mi silencio desnudan soledad. Atrapan mis dedos arremeten la mañana a gota a chorros, de lluvia de soledad, de desiertos, de esquirlas mortales y redacto en hojas mojadas mi seca inspiración de poeta. ELLA La miro y parece que tuviera flores en el rostro ojos almendrados avizores cabellera renegrida en movimiento voz de luna en ademanes de ángel nocturno. Pasillos lánguidos la ven pasar entre escritorios de madera máquinas en desuso y papeles membretados. Perfuma las ochavas de mi ser en fuga llena de música mis oídos al hablar y me hace correr al papel a dejar memoria escrita mi seca inspiración de poeta de tanta gracia terrenal. 42

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira ATARDECE Canto de pájaro más allá de la ventana me hace imaginar selvas purpuras ramas humedecidas de tiempo suelo en riego de hojas secas enredaderas verdes abrazando troncos mallas de hojas con espinas saltos de agua, pájaros en vuelo, oscuros monos aúllan en arboles enormes la tarde cae a ras de cemento y el pájaro me imagina selvas más allá de la ventana. MIÉRCOLES Una soledad de mujer aletea en el espacio reducido lugar carpetas con anotaciones cigarrillos apagados en ceniceros de bronce, abroquelados rostros en marcos de madera una lisa pared blanca llueve desde el cielorraso silla de metal, vaso de tinto vacío. La mañana aletea su bruma de verano y comienza la rueda su giro de manecillas en horas y minutos. 43

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira OCTAVIO PAZ Y lustrosas baldosas y no me encuentro y miro al poeta de ojos amarillos y ojeo un texto sin letras, las que aún no escribí. Como el poeta de ojos amarillos quisiera deletrear esta tarde que se escapa delgadamente hacia el nacimiento de la noche elucubrar memorias de otras tierras nombras a Sócrates milenario desandar la montaña en busca del gigante que duerme su sueño de néctares ambarinos atrapar entre la pálida tela del papel la palabra y hacerla música delicada suave armoniosa dulce, elevada, de terciopelo con arabescos en sus bordes almibaradamente armoniosa cascara de limón o palta verde naranja amarilla o roja frutilla palabra elegante que me cuente de los días más allá de esta ventana al mar de estas paredes con cuadros más allá del último mirto que despereza ramas verdes aletear el símbolo grafico de las vocales y consonantes para cantar a la mujer que se despierta en cama solitaria al albañil que elabora las paredes del museo lejano al indio de mirada oscura en el monte al punto de arrase a mí mismo que deambulo entre pasillos con máscaras 44

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira SOL Abro la puerta el sol ametralla mi vista el enorme edifico parece un tempano amarillo navegando en la mañana. AULLIDO Acurrucado, enroscado en si el lobo duerme su sueño. De lluvia en los techos silencio de luna escondida, el papel espera sus líneas en la desnuda mesa. Mañana se volverá de carne y hueso, se vestirá de traje y corbata. Saludará a los demás. Ascenderá al ómnibus de linyeras urbanos. Cortés, amable, predispuesto gruñirá para si sus ansias de beber, la sangre del poema que no escribe. 45

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira A AURELIO Es cierto Nos están robando la savia del árbol se los llevan afanosos de lo ajeno arribistas de traje y corbata empujan su ignorancia de almas y miran los billetes tiznados en sus arcas de infelices. Entre tanto en las calles de mi ciudad, unos ojos del monte miran a mis ojos y me hablan con su silencio milenario. Y me preguntan, donde está la igualdad. En memoria al amigo poeta Aurelio Benítez maestro, pensador amante de la tierra y de las cosas nuestras 46

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira LA PALABRA La palabra lobo no muerde el que muerde es el lobo la palabra no muerde. El que muerde es el poeta. M. Trejo. De nuevo las escaleras de doble ida y los pasillos lar- gos, y las Mona Lisa que miran detrás de los vidrios, de nuevo los expedientes de uno al mil, mil palabras para encontrar un teléfono perdido, un viaje no res- pondido en tiempo y forma, que se evapora entre car- petas de cuentas muy especiales. Y alguien que te mi- ra detrás de un escritorio y no sé, se extravió, mañana, tal vez se encuentre. De nuevo el escalafón perdido, las horas reducidas, los tramites entre horas de mate y de charla. De nuevo salir al sol cruzar las plazas con murallas de chapa, y fuentes de agua, palomas sin plumas, bancos sin linyeras, miradas de anteojos os- curos con sentimientos puros, asesinas de la mañana con pantalones ajustados, caminadas de pasarela para la vereda de los añosos que quedaron en la vía. De nuevo todo de nuevo y que lindo es salir a buscar de nuevo a lo que encuentro. La que duerme lejos de mí, la que sueña conmigo, la que despierta en la oscuridad. El sueño de la vida de transeúnte es mi bitácora abierta con anotaciones de estaciones, ómnibus en retirada, de lugares de sueño, calles de baldosas flo- jas, plazas ornamentadas con flores nacaradas, pája- ros en los cables y algún colibrí nectarizando la mañana, mis viajes a los lugares a descubrirme y des- 47

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira cubrir el secreto de la palabra, vaya pretensión apenas balbuceo mis escasos intentos, ese sueño de otros ros- tros, otras horas, más que horas deshoras de palabras, abrazos de amigos, brindis por el retorno y de nuevo machacar rutas en la noche en ómnibus de luces apa- gadas, celulares encendidos y el ansia de la llegada que se hacen abrazos, preguntas, apretones de manos, alguna palmada de cariño, melodía de poetas buscan- do un bar abierto y relatar esto que quizás no es cier- to. (Amante) PALOMAS Se desplazan de los cables aletean en el ventanal. murmuran puntuales advertencias a ras del suelo. Con ojos bien abiertos picotean migas de pan en el verdor del jardín. Azulinas alas desplazando aires esta mañana, a la cual me asomo con mis letras en sol menor. pocillo de café y melancolía retazos de insom- nios hacen arder mi vista. Con gusto a noche en blanco ordeno mis papeles los dedos se hacen letras titubeando palabras que salen del amarillo fondo y hacen poemas a las palomas en los cables. 48

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira DE BOCCANERA La selva es lo inminente, eso que esta por desencadenarse. Es lluvia detenida. Espuma a punto de plumaje. Urgencia. Estar y devenir en una misma boca. Lo que se viene. Pronta. Y se va a desatar. Telegramas que ruedan por el aire. Mi oficio es recibir eso que vive de anunciarse. Ser la rama de aquello que no se posa nunca. Espero en el bar de siempre, aun nadie saluda, la mañana esta recostada en los enormes edificios de Manhattan, se va deslizando despacio el sol por ellos, como una enorme lagartija que iluminara después todo, los que bocean dia- rios, letales atentados, escapes de Cuba, denuncias de fraude en la Casa Blanca, armas de argentina a ciudades que nadie vio salir, las palomas picotean restos en la cana- leta, alguien cruza la calle apresuradamente, entre sus ma- nos un arma de fuego , nadie se da cuenta, corre hacia la esquina y desaparece, nada de sirenas aun. Espero un instante se me acerca una mesera y me dispone los diarios atentamente, pido mi café y roscas dulces, azú- car, los edulcorantes me dan ansiedad, lo químico siempre me produce efecto contrario, cuando tomaba pastillas para dormir me pasaba la noche con los ojos abiertos insomne total, y me dormía en el subte en la mañana. A las palomas se las ve redondas, buen estado se ve hay mucho en las al- cantarillas para ellas, espero por el café, aroma desde el fondo del lugar, un blues lento en los parlantes cobija mi soledad de Francine. Pensaba redactar algo sobre alguien sentado en un bar en Manhattan, pero no se me ocurre nada, ese alguien no aparece y los diarios son insulsos, hablan sobre atentados 49

A ras del piso - Miguel Ángel Ferreira y la desaparición de armas en un tren, y que en algún lugar del mundo alguien conspira contra los de menos recursos con demagogias de migajas y subsidios. El café está en su exacto hervor, y las roscas dulces cro- cantes, me rozan el codo, levanto la vista y está allí una be- lla dama bien vestida, grandes anteojos negros, cabellera oscura, de saco azul y pantalones grises, uñas de rojo y anillos en cada uno de los dedos de sus delicadas manos, le invito a retirarse me dice – ante mi perplejidad extiende su credencial del Bureau. ¿Por? -Interrogo, nada solamente dice: -Se retira por favor, salgo, dejo los dólares sobre la mesa, cuando llego a la puerta un enorme negro de anteojos os- curos me dice: -Lo dejo en la esquina sígame, que misterio este. Pero todo se desencadenara después, ahora solo escribo el adelanto. 50


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