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DON FEDERICO LOPEZ GALVAN on Federico López Galván, conocido en el gremio del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico como Don Lico López, fue un jefe de vía, de aquellos de la vieja guardia, conocedor de su oficio y experto en maniobras de rescate en los accidentes que se suscitaban en el ferrocarril. Conocí a Don Lico López a finales de la década de los años sesenta, cuando el señor era jefe general de vía en el Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, un hombre del cual se pueden contar mil anécdotas, ferrocarrilero de la vieja guardia, de aquellos viejos ferrocarrileros que traían tatuada la camiseta del gremio y que ejercían su oficio con entrega y profesionalismo. Don Lico López fue un hombre que se inició como ferrocarrilero en junio del año de 1920, de manera que cuando lo conocí, el señor ya tenía casi cincuenta años laborando para los ferrocarriles. Muy respetado y respetuoso de toda la gente del gremio. En este capítulo dedicado a Don Fed- erico, por cuestiones de espacio, solo voy recordar tres anécdotas, de las tantas que, de él se cuentan. A Don Federico le gustaba salir a hacer trabajo de campo recorriendo las vías del sistema y, por lo mismo, se le podía encontrar en cualquier parte de las tres divisiones que conformaron el sistema del CH-P. Cuando se presentaban accidentes era seguro que el señor estaría apoyando en las maniobras de rescate. Cuentan que, en una ocasión, se presentó en un accidente bastante desastroso por las pérdidas materiales y, ante la necesidad de levantar las unidades volcadas y siniestradas, para preparar la vía y reanudar el tráfico, Don Lico se metió de lleno a las maniobras, como solía hacerlo normalmente. 73
En una maniobra para levantar un furgón, estaba tan ocupado en aquella tarea, que se emocionó y le gritó a uno de los obreros: ¡Métale a esa cosa una madre para que se sostenga! El obrero, que andaba bastante can- sado, pero, sobre todo, muy presionado y enfadado por tantas horas de intenso trabajo, escuchó que le dijeron: métale a su madre y, sin pensarlo, de inmediato le con- testó a Don Lico: ¡pues métale la suya!, en los ferrocar- riles ese tipo de groserías no eran habituales por el respeto, casi castrense, que allí se acostumbraba. Sin embargo, Don Lico, hombre de buen carácter y de buen humor, pero que, además, sabía tratar a su gente a los que conocía personalmente, casi a todos: rápidamente le respondió al obrero: ¡Pues métale las dos, pero hágalo! Recién me iniciaba en el Ferrocarril (1969) y estando un día por la tarde platicando con unos compañeros en los andenes de la estación, andaba Don Lico caminando por la vía, como siempre, hombre incansable, debe haber andado en labor de inspección. Cuando pasa por donde nos encontrábamos, se detuvo un momento a conversar con nosotros y, en esos momentos, pasaban por el lugar un grupo de chicas muy guapas de la localidad, las cuales seguramente andaban dando la vuelta y mostrando sus bellezas. Don Lico, se les quedó mirando, luego volteó hacia nosotros y nos dijo: ¡Órale compitas!, ustedes que están jóvenes no pierdan la oportunidad, ¡yo como los burros viejos, nomás rebuzno! 74
En otra ocasión, estaba yo trabajando como jefe de estación en la Estación Ing. Heriberto Valdéz Romero, en Sinaloa; en esas estaciones donde uno tiene que hacerse su propia comida, si quieres sobrevivir. Para ello contaba con una parrillita eléctrica, --al fin que yo no pagaba el recibo de la CFE--. Puse en la parrilla eléctrica una olla cosiendo frijoles, que eran parte del menú…bueno, en realidad sigue siendo, solo que, por obvias razones, ya no los consumo en la cantidad que lo hacía entonces. Ese día muy temprano, como era la costumbre y parte de nuestra responsabilidad, salí a las vías particulares de la planta cementera que estaba instalada a un lado de la estación, con el fin de verificar las unidades de arrastre que había en dichas vías, como se decía, “fui a tomar el patio”. En dicha labor, debo haberme demorado unos treinta minutos, tiempo suficiente para que se les consumiéra el agua a los frijoles, lógicamente, se empezaron a quemar llegando el olor hasta la parte de la oficina y del andén, donde en ese momento se encontraba Don Lico López, que hacía un momento había llegado. Recuerdo que unos metros antes de llegar a la estación, se encaminó a encontrarme y me gritó: ¡jefe, los frijoles se le están quemando! 75
FUNCIONARIOS DEL CH-P VISITAN LOS MOCHIS n el mes de noviembre de 1986, un día antes del evento donde se conmemoraron los 25 años de la culminación de la obra que unió Chihuahua con Sinaloa, a través del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. Algunos funcionarios del Ch-P, visitaron Los Mochis, Sin. Un día antes del evento donde se conmemoró el 25 aniversario de la terminación de la magna obra ferroviaria que unió Chihuahua con Sinaloa, a través del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, estamos hablando del mes de noviembre de 1986. Visitaron la terminal de Los Mochis, los siguientes funcionarios del CH-P, todos ellos con residencia en la ciudad de Chihuahua: C.P. Roberto Zueck Santos, que en ese momento era el contralor general; Rubén Jaramillo Amaya, superintendente general de transportes; Guillermo Pérez Iracheta, superintendente general de tráfico; Don Francisco Quintana, superintendente de fuerza motriz y equipo de arrastre; Alfonso Porras Mesta contador general; C.P. Lorenzo Reyes Camacho, jefe del departamento de auditoría interna; Ing. Alfonso Porras Jabalera, de auditoría interna; Ramiro Salazar Sias y Jesús Colmenero Anchondo de fuerza motriz; Guillermo Jaramillo Espinoza de transportes y el Ing. Carlos Carrillo Berumen de la superintendencia general de vías y estructuras. En Los Mochis, se agregaron a la comitiva: Roberto Márquez Arellano, superintendente de transportes en la división Sierra Tarahumara y Genaro Frías Rodríguez, agente comercial. Se hicieron las visitas de rigor en un viaje de trabajo donde se aprovechó para analizar la problemática que existía en la división y la participación que cada uno de los funcionarios presentes, podrían tener en la solución de problemas. En este viaje se incluyó una visita al puerto de Topolobampo, a donde se trasladaron en la autovía A-10, que en ese tiempo hacía los recorridos con pasaje entre Los Mochis y Topolobampo. 76
En el puerto se aprovechó para conocer la planta de petróleos mexicanos y sus vías, se hizo un pequeño recorrido por la bahía a bordo del yate propiedad de los señores Balderrama del hotel Santa Anita. Después del medio día regresaron a Los Mochis y, la comida, un asunto imprescindible, fue en el restaurante “El Bucanero”, ubicado por las calles Allende y Rafael Buelna. Por aquellas fechas, el Bucanero era el restaurante de moda y competencia del famoso restaurante “Farallón”. Allí se servían exquisitos platillos, cuya materia prima eras los mejores mariscos que llegaban del mar a la mesa, directamente. La recomendación de quienes residíamos en Los Mochis, fue: Sopa de marisco a base de camarón, pulpo, ostiones y caracol, solo para abrir boca, el platillo fuerte fue el pescado zarandeado, la especialidad de la casa y de cualquier restaurante especializado en comida marinera, en aquella ciudad, todavía cañera por tradición. Todo lo anterior acompañado con unas cervezas bien frías, de aquellas botellitas de un cuarto y de la marca pacifico y, para terminar, como postre, un rico flan que es un exquisito manjar en aquellas tierras y, que, a pesar de haberlo probado en otras ciudades de México, como el de Mochis, ¡no hay! Posterior a la comida, la comitiva se trasladó al hotel Santa Anita, donde se llevó a cabo una reunión con el fin de acordar la logística para el viaje en tren que al día siguiente se llevaría a cabo de Los Mochis a Temoris, donde se encontrarían con el tren que saldría de Chihuahua. Ambos trenes, trasladaron a los invitados especiales que participaron en el evento conmemorativo al 25 aniversario de la terminación de la obra del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, evento que fue presidido por el Ing. Diego Altamirano Portillo, gerente del CH-P, en aquellas fechas. 77
DE IZQUIERDA A DERECHA: RAMIRO SALAZAR SIAS, GUILLERMO JARAMILLO ESPINOZA, JOSÉ MORENO VALADEZ, ROBERTO MÁRQUEZ ARELLANO, RUBÉN JARAMILLO AMAYA, GUILLERMO PÉREZ IRACHETA, ALFONSO PORRAS MESTA, ROBERTO ZUECK SANTOS, LORENZO REYES CAMACHO Y GENARO FRÍAS RODRÍGUEZ, EL FOTÓGRAFO: QUIEN ESTO ESCRIBE. Parados: Ing. Carlos Carrillo Berumen, Genaro Frías Rodríguez., Oscar Amaya I., José Moreno Valadez, Alfonso Porras Jabalera, Lorenzo Reyes Camacho y Jesús F. Colmenero Anchondo. Sentados: Ramiro Salazar Sias, Humberto Nevárez García, Don Francisco Quintana, Roberto Zueck Santos, Alfonso Porras Mesta y Guillermo Pérez Iracheta. Compartiendo el pan y la sal en el restaurant “El Bucanero” en Los Mochis, Sin. (noviembre de 1986) 78
RAUL DURAN RIVERA s un compañero del CH-P jubilado como despachador de trenes, hombre carismático, amante del chascarrillo a bote pronto… y del beisbol, buen tipo y buen amigo, hoy radica felizmente en Nuevo Casas Grandes, Chih. Muy recién inaugurada la obra ferroviaria del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. Eran los finales del año de 1961. Raúl Durán Rivera se encontraba laborando como jefe de estación en Terrero, Chih. Uno de aquellos días recibe una llamada de Joaquín Campista, compañero que en esa época fungía como Oficial Mayor de la Superintendencia de Transportes en la ciudad de Chihuahua. Le preguntó Joaquín si estaba interesado en trasladarse a estación Loreto a fin de llevar a cabo la apertura de aquella oficina. En ese tiempo, todavía no se abrían al servicio algunas de las estaciones que formaron parte de la División Sierra Tarahumara. Siendo Raúl un joven de 17 años, muy impetuoso y con hartas ganas de conocer, sin pensarlo, aceptó gustoso el ofrecimiento. De inmediato le enviaron un compañero para que lo relevara e hicieron todos los preparativos para que Raúl viajara en el primer tren. Esa madrugada llegó un extra sur que previamente traía instrucciones de pararse en Terrero para que abordará Raúl, quien rápidamente subió al tren su maleta y el clásico camastro plegadizo que era inseparable entre el personal que se iniciaba y que cambiaba constantemente de residencia. Emprendió Raúl su aventura con rumbo al estado de Sinaloa, muy entusiasmado porque Loreto estaba muy cerca del mar. En Creel, subió al mismo tren el compañero Fernando Sias Ramos, quien iba a Témoris con la misma encomienda, llevar a cabo la apertura de aquella estación. 79
Cuando arribaron a San Rafael, mientras el tren hacia varios movimientos de patio, Raúl descendió para ir a saludar al compañero que en ese tiempo laboraban en aquella estación. En virtud de que el tren se demoraría por más de una hora antes de continuar su marcha al sur, a Raúl se le hizo fácil echarse una siesta, se había desvelado la noche anterior y se sentía algo cansado. Cuando interrumpió su siesta se encontró con la novedad de que el tren ya había partido. Le pasó lo que a “Raúl Estrada Contreras”, “se sintió Raúl morir”. ¿Cómo era posible que, habiendo sido seleccionado por sus jefes para ir a cumplir con una misión tan importante, por su irresponsabilidad estuviera pasando por esa situación?, se preguntaba muy consternado, Raúl. Con la pena taladrándole su cerebro, Raúl pensaba mil cosas y buscaba de qué forma él debía o podía resarcir aquella falta de responsabilidad, como se dice coloquialmente, “¡no me hallo y no me hallo!”. Así permaneció un rato y por fin tomó la decisión de emprender el camino… ¡a pie, pos no había de otra! Los trenes en ese momento no corrían regularmente. Como si fuera un raramuri güero, por toda la vía, Raúl emprendió su loca carrera: como quien dice, en ese esfuerzo de caminar, correr y trotar por muchos kilómetros, Raúl estaba pagando su penitencia. Unos kilómetros antes de llegar a Cuiteco, sobra decir, que muy cansado, Raúl fue encontrado por un auto armón que lo hizo llegar hasta la estación, donde el jefe era el extinto compañero Don Agustín Loera González, quien después de la consabida regañada, le dio de comer y un lugar donde pasar la noche. Regañado y todo, hoy Raúl recuerda con mucha gratitud, la acción de aquel compañero que ya se nos adelantó. 80
Al día siguiente, Raúl continuo con su aventura, no había medios de transporte en ese tiempo, de tal manera que estaba obligado a seguirle haciendo competencia a los Rarámuris, solo que, en este caso, él era un Rarámuri güero y en lugar de taparrabo y huaraches, Raúl vestía pantalón de mezclilla de la marca Levis 501… y tenis converse, ¡pues cómo no! En su caminata se encontró muchos túneles, algunos los pasaba tranquilamente pues había personal de la SCOP que todavía hacían algunos trabajos dentro de los mismos, pero donde no había gente, allí le entraba el miedo a lo desconocido y mejor los rodeaba o los brincaba, sin importarle que, con eso, alargaba más el camino. Comenta Raúl que caminar por la sierra sobre la vía y por más de 70 kilómetros, no es algo fácil para un Raramuri güero, pero conocer y admirar lo majestuoso de la sierra tarahumara era una delicia para la vista, que compensaba todo el esfuerzo físico que iba haci- endo. Después de muchas horas, y de haber descan- sado y medio dormitado por ratos en la sierra, por fin avistó la estación de Témoris. Se quedó maravillado con aquellas hermosas montañas, que invitaban a quedarse un rato contemplando sus bellezas naturales. Todavía le faltaba pasar el túnel de la pera para enfilarse al segundo nivel y llegar a la estación. En su desesperación por llegar lo más rápido posible, Raúl optó por la travesía y se dispuso a bajar el cerro, “prácticamente de nalgas”. Al llegar a la estación de Témoris, lo recibió su com- pañero Fernando Sias, el mismo que lo acompañaba en el viaje del tren que lo dejó en San Rafael. Fernan- do sí había llegado a tiempo a cumplir su encargo. 81
El compañero Sias, se reía de Raúl a francas carcajadas, sin embargo, poco después Raúl pudo darse cuenta, que la hilaridad de Fernando, no era tanto porque perdió el tren en San Rafael, sino más bien su risa se desbordaba en virtud de que Raúl traía el pantalón roto de sus asentaderas. Fernando lo recibió con comida y en unas horas, Raúl pudo darse cuenta que su loca carrera a pie, había sido en vano, pues de pronto llegó un tren que iba rumbo a Los Mochis y unas cuantas horas después, ya estaba instalado en estación Loreto. En Loreto lo esperaba Don Emecito, un hombre gordito y de baja estatura que se encargaba de vigilar la estación y las casas del campamento que aún estaban vacías. De la poca gente que habitaba aquel lugar, había una pareja: Salvador y su esposa la Pachita, que tenían una pequeña tiendita done vendían refrescos y otras chucherías. Salvador y la Pachita aceptaron a Raúl como abonado, proveyéndole los alimentos diarios durante unos dos meses. Posteriormente y, por necesidad, Raúl tuvo que aceptar que lo asistiera una señora que vivía en el pueblito de Loreto, que se encuentra a unos tres kilómetros de la estación. Allí la señora lo alimentaba con lo que podía…en la comida le daba frijol blanco en caldo y en la cena frijol blanco refrito y, los viernes, si salían los cazadores, le daban estofado de liebre o caldo de iguana. En Loreto, además de un calor infernal, comenta Raúl, estaban concentrados todos los bichos del universo: moscas, moscos, bobitos, pinacates, cucarachas, arañas, alacranes, sapos, ranas, víboras…y lo que se acumule. 82
En algún momento de su estancia en Loreto, Raúl empezó a sufrir de hemorragias nasales y allí no había manera de recibir atención médica. Un día llegó a Loreto un extra sur donde viajaba Don Oscar Armendáriz Sáenz, quien se dirigía a Los Mochis a tomar posesión como Superintendente de Transportes. El Sr. Armendáriz, al ver que Raúl que casi se desangraba, le dijo: súbase a la segunda máquina (era una fairbanks de la serie 500) se va con nosotros, usted tiene que curarse ese problema de su nariz. Efectivamente, llegando a Los Mochis me llevaron a un hospital donde me trataron y cauterizaron la parte de la nariz que sangraba, que se localizaba en la fosa nasal derecha. Regresé a Loreto curado y desde luego, muy agradecido con el señor Armendáriz. Después de haber permanecido en cautiverio por once largos meses en Loreto, fui relevado por el señor José Socorro Molina Torres, mejor conocido como El Pinito. Antes de que Raúl hiciera el intento por regresarse a su tierra en Chihuahua, le dieron instrucciones de trasladarse a la estación de El Fuerte, allí Raúl debería laborar como ayudante del jefe de estación. Después de aproximadamente un mes trabajando en El Fuerte, Don Oscar Armendáriz, lo comisionó para que se fuera a Topolobampo, a cubrir un interinato por quince días, ya que el jefe de estación, Héctor Hubbard López. --hermano de Jesús, de Tacho y de Juan, todos compañeros del FC Chihuahua al Pacifico-- disfrutaría de vacaciones por ese periodo. Sin embargo, su interinato por vacaciones de su titular que solo eran quince días en el puerto de Topolobampo, se convirtieron en cinco años. En ese puerto de inolvidables recuerdos, Raúl conoció a una hermosa morena porteña, de nombre Margarita, de la cual se enamoró perdidamente, al grado que perdió su libertad…perdón, su soltería. 83
Cuenta Raúl, que varios años después y en el mismo lugar, en la misma ciudad y con la misma gente: un compañero del cual solo voy a dar las iniciales para proteger su identidad: Oscar Javier Amaya Ibarra, correría la misma suerte. Hoy, gracias al arquitecto del universo, ambos permanecen felizmente casados y disfrutando de sus maravillosas familias. ¡Topolobampo era hermoso! Con su madera apilada Mucho marisco sabroso Y un aire de la tiznada ¡Topolobampo querido! De tus playas yo me alejo Me voy pero bien jodido Y si Margarita lo ordena… ¡pos regreso! RAÚL DURÁN RIVERA EN UNA OFICINA TELEGRÁFICA. 84
UN TRACK MOVIL SINIESTRADO n la estación de Ing. Heriberto Valdéz Romero, un track móvil propiedad de Cementos de Sinaloa fue “telescopiado” por unos furgones, en un movimiento de los llamados “volantes”. Corría el mes de septiembre del año 1976, un miércoles por la mañana llegó a la estación de Ing. Heriberto Valdéz Romero, un tren de carga procedente de Chihuahua y cuyo destino final era Los Mochis, Sin., este tren manejaba algunas góndolas con piedra de yeso, de aquel material que se producía en la región del municipio de Aldama y, que, se utilizaba como materia prima en la producción del cemento; así mismo, ese tren dejaría unos furgones vacíos y levantaría otros cargados con cemento. El compañero Eleno Ramírez Tafoya, mejor conocido como “Regulo” fue un garrotero de camino asignado a la división Sierra Tarahumara, en el Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. Régulo, venía laborando ese día en el tren de referencia y fue el encargado de dirigir los movimientos dentro de las espuelas --vías particulares de un cliente del ferrocarril-- en la planta de Cementos de Sinaloa. Al entrar el tren a las vías propiedad de Cementos, llevaba los furgones vacíos a la cabeza, seguidos de cuatro góndolas con yeso, Regulo cortó las góndolas para colocarlas en la espuela destinada para su descarga, y dejó que los furgones vacíos se deslizarán --lo que en el argot ferroviario se conoce como volante-- hacia la espuela del empaque, pero, no se percató que al final de la espuela había cuatro furgones cargados con cemento y pegado a los mismos, estaba el track móvil que servía para efectuar los movimientos de patio dentro de las vías particulares de la cementera, 85
de tal manera, que los furgones vacíos “volanteados” se telescopiaron contra la maquina track móvil y los furgones cargados, obviamente los daños para la pequeña locomotora fueron totales. Por la tarde del mismo día, llegó a la oficina de la estación el compañero Miguel Reza Palomino, conductor de trenes del CH-P que en aquella época fungía como jefe de trenes en la división Sierra Tarahumara. Quiero hacer un paréntesis para agregar que, a Miguel Reza, lo recuerdo como un buen compañero y un gran tipo, un hombre del que, como de tantos otros, se aprende, cuando se tiene sed de aprender. Miguel venía comisionado a efectuar una inspección del accidente y hacer los reportes correspondientes. Me tocó apoyarlo con la máquina de escribir cuando me dictó el acta circunstanciada donde se asentaba lo necesario sobre los acontecimientos ocurridos dentro de la planta cementera. En esta narración estoy incluyendo una palabra que quizás, no sea muy usada, me refiero a: “telescopiaron” palabra que Miguel Reza utilizó en el acta, para referirse a los furgones vacíos que se impactaron contra el track móvil y las unidades cargadas con cemento, como se explicó líneas arriba. A pesar de que hace cuarenta y seis años de aquellos acontecimientos, hoy recuerdo con mucha precisión las palabras que Miguel utilizó y que quedaron plasmadas en el acta, pero, particularmente, la palabra “telescopiaron”. Como es natural, la Cementera hizo su reclamación formal al Ferrocarril de Chihuahua al Pacífico a fin de que le respondieran por la pérdida del track móvil. La gerencia del CH-P reaccionó de manera positiva y les informó que en breve estarían en contacto con ellos para evaluar la situación. 86
Unos días después, llega a Heriberto Valdéz, aquel auto armón que todos conocimos como el “CH-P 3”, a mí me parecía como: muy grande y elegante, algo así como una suburban Hy Rail de las que hoy circulan por las vías de los ferrocarriles privados. El CH-P 3, lo utilizaban para viajes de funcionarios cuando hacían sus recorridos de supervisión. Al frente de aquel camión con ruedas de fierro, venía un señor de triste memoria para muchos ferrocarrileros del CH-P. Se trataba del señor Don Fausto Hernández de la Rosa, “a la sazón”, Subgerente de operación de la empresa. A Don Fausto, se le respetaba y se le temía por su fuerte carácter, decían algunos. Personalmente, yo no lo conocía y la verdad, no me pareció tan malo como se aseguraba, pues su trato hacia mí fue muy normal y podría decir, que hasta respetuoso. Don Fausto me comentó que su visita obedecía a qué quería entrevistarse con la gerencia de la cementera a fin de tratar el asunto del track móvil accidentado. A través de la línea telefónica con la cual manteníamos comunicación con las oficinas de la planta, me comuniqué con el gerente de Cementos de Sinaloa, él Ing. Héctor Valenzuela, un hombre muy decente y que, tratándose del ferrocarril, nos atendía con mucho interés. Le comuniqué que allí se encontraba el Señor Don Fausto Hernández de la Rosa y cuál era el objeto de su visita. Con la diligencia que le caracterizaba, de inmediato el Ing. Valenzuela aceptó la entrevista para ese mismo momento. 87
Don Fausto me pidió que lo acompañará y entramos hasta la planta a bordo del gran CH-P 3. --yo iba fascinado, aunque el recorrido solo duró tres minutos, pues tardó más el ayudante del operador en abrir y cerrar el cambio de vía-- Se llevó a cabo la entrevista con el Ing. Valenzuela, todo en magníficos términos, acordando que el Ferrocarril pagaría cierta cantidad como indemnización por el track móvil siniestrado. Regresamos a la estación y, Don Fausto, bastante satisfecho, eso se le notaba, me felicitó por las buenas relaciones que manteníamos con el personal de la planta cementera y me ofreció todo su apoyo en lo que se me ofreciera. En esos tiempos me encontraba estudiando la preparatoria en El Fuerte, Sin. “Pueblo mágico” que se encuentra a 15 kilómetros de mi lugar de la estación donde trabajaba. Al siguiente año, esto fue junio de 1977, pude culminar con la instrucción preparatoria y, cómo plan “A” yo quería continuar mis estudios en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Por supuesto que nunca olvidé las palabras de Don Fausto ofreciéndome su apoyo… ¡Lástima Margarito!... cuando llegué a Chihuahua me encontré con la novedad de que Don Fausto ya no era parte de la empresa del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. No les cuento más, porque los recuerdos me hacen ponerme eufórico, solo diré que en Chihuahua no recibí el respaldo que yo requería para continuar mis estudios, ni de la empresa, ni del sindicato. Apliqué el plan “B” y me regresé a Sinaloa. Gracias a Dios todo salió bien, aquel episodio negro en su momento, hoy solo es anécdota. 88
LOS CONEJOS DE LOS MOCHIS iven en Los Mochis, son originarios de Sibajahui, San Blas, El Fuerte, Sinaloa, “uno es rico el otro es pobre”, ferrocarrileros ambos, ¡¡buenos amigos!! Los famosos conejos son dos hermanos, “uno es rico y el otro es pobre”, así se les conoce en el gremio ferro- carrilero. El conejo rico, cuyo nombre es José Venancio Ruíz Álvarez; y el conejo pobre, Antonio Ruíz Álvarez. Originarios de Sibajahui, San Blas, El Fuerte, Sinaloa, un pueblito de donde salieron algunos ferrocarrileros y que se encuentra ubicado entre San Blas y El Fuerte. ¡Sibajahui próximo puerto pesquero!, diría Toño, el pobre de los conejos. Ambos hermanos, además de ser buenos compañeros ferrocarrileros, también son buenos amigos. Esos son los famosos conejos del ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, allá en Los Mochis. Al conejo rico la suerte le sonrió amplia- mente y lo colocó en un trabajo de oficina con grandes oportunidades para mejorar su situación económica. Hombre metódico y responsable con sus finanzas familiares; le gusta vivir bien, tener su buen carro, hacer vida social; es muy “cuidadoso” con sus gastos. Venancio, de pronto agarraba la fiesta con sus buenos amigos, Ramón Rodríguez Santos, Silvestre Lerma Vega y muchos otros de los buenos amigos de aquel tiempo, en algunas ocasiones, quien esto escribe también fue parte de esas tertulias, siempre con responsabilidad, nunca de carrera larga. 89
Al conejo rico la suerte le sonrió ampliamente y lo colocó en un trabajo de oficina con grandes oportunidades para mejorar su situación económica. Hombre metódico y responsable con sus finanzas familiares; le gusta vivir bien, tener su buen carro, hacer vida social; es muy “cuidadoso” con sus gastos. Venancio, de pronto agarraba la fiesta con sus buenos amigos, Ramón Rodríguez Santos, Silvestre Lerma Vega y muchos otros de los buenos amigos de aquel tiempo, en algunas ocasiones, quien esto escribe también fue parte de esas tertulias, siempre con responsabilidad, nunca de carrera larga. El conejo pobre, es el hombre sencillo que vive y acepta su vida como le tocó vivirla; él es feliz así. Siempre fue un hombre modesto pero responsable en su trabajo dentro de los talleres del CH-P; tiene una gran familia por la que se preocupa y ocupa, ahora es abuelo y bisabuelo, pero sigue firme junto con su gran compañera Socorrito, atendiendo a sus nietos y bisnietos con el mismo entusiasmo que atendió a sus hijos. Gran amigo y muy buen anfitrión; es de los amigos que se queda sin comer por darle a otros, consciente de que mañana será otro día y ya veremos qué pasa; esa es su filosofía de vida. Su disipada vida es quizá, lo que lo diferencia de su hermano José Venancio. Toño vive el presente, recordando siempre el pasado, pero sin preocuparse por el futuro. De Toño y su familia tengo grandes y muy bonitos recuerdos. Muchas veces los visité en su casa y disfruté de su incondicional atención; pero también de esa rica comida que suele preparar Socorro su esposa y, que, nunca faltaba cuando los visitábamos 90
Siempre deportista, al conejo pobre le fascina el beisbol y, es común que después de un partido con sus compañeros veteranos, los reúna a todos en su casa para ofrecerles un convivio con unas buenas botanas. En los mejores tiempos del CH-P, cuando que había tren de pasajeros… y pases para viajar sin pagar, algunos compañeros ferrocarrileros de Chihuahua solían organizarse para visitar Los Mochis; algunas veces en competencia deportiva, otras más en simple viaje de recreo, aprovechando algún fin de semana largo. Toño siempre fue el gran anfitrión, aquel que no escatimaba en gastarse su quincena con tal de darles a sus amigos una gran bienvenida y una estancia placentera. Aunque la reciprocidad no siempre se le dio cuando él visitaba Chihuahua. ¡Así es la vida pues! diría él buen amigo Toño, “el conejo pobre”. PARADOS IZQUIERDA A DERECHA: ANTONIO RUÍZ ÁLVAREZ (CONEJO POBRE) HUMBERTO OCHOA MUÑOZ (EPD) GENARO FRÍAS RODRÍGUEZ Y OSCAR AMAYA. SENTADOS: ARTURO QUINTANA, ANTONIO SOTO (FERTIMEX) JOSÉ VENANCIO RUÍZ ÁLVAREZ (CONEJO RICO) Y REINEL CANO CARLIN (TAMBIÉN DE FERTIMEX ) CONVIVIENDO Y CONBEBIENDO EN LOS ÁLAMOS POR LA CARRETERA AL EJIDO 20 DE NOVIEMBRE, EN LOS MOCHIS, SIN. 91
UN MAQUINISTA MUY VAQUERO n vaquero train, un maquinista muy vaquero y, además, … ¡excelente cantante! ese es Antelmo Valdemar Hernández Nevárez. Debutó en el FC de Chihuahua al Pacifico allá por el mes de febrero de 1966, fue maquinista de camino y oficial de transportes. Hoy, vive felizmente en ciudad Juárez disfrutando de su jubilación. Temo Hernández o el Vaquero Train, como todos lo conocemos, es en realidad, ferrocarrilero desde niño, pues al lado de su familia que eran comerciantes, recorrieron todos aquellos tramos ferroviarios donde había construcción, la excepción no fue el CH-P. Entre los años de 1958 al 1961, cuando se llevó a cabo la construcción del tramo que unió a Chihuahua con Sinaloa, siendo muy niño, fue testigo de esa colosal obra de la ingeniería, que, entre otras obras, recuerda Temo, tenemos: el puente sobre el rio Chínipas en lo que antes se llamó Palo Dulce, hoy Jesús Cruz y el puente sobre el rio Fuerte en estación Agua Caliente, ambas estaciones ubicadas en el noreste del estado de Sinaloa. De tal manera que a Temo le corre una vena ferrocarrilera que data de muchos años antes de que formalmente ingresara a la empresa. A continuación, voy a incluir breves anécdotas de las andanzas del compañero Antelmo, contadas por el mismo y las cuales le sucedieron ya siendo empleado del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. 92
UNOS PROVEEDORES DE LOCOMOTORAS Siendo Temo ayudante de proveedor de locomotoras en el turno de 0H01 a 7h00, allá por San Rafael, en algún mes y día del año de 1967. El proveedor era Jorge Luján Nevárez. Teníamos entre otros pendientes esa noche, recuerda Temo; sacar un carro tanque con diésel que se encontraba en la vía número 4 y colocarlo en la vía de descarga. Eran tiempos en que los proveedores, además de proveer a las locomotoras con diésel y arena, entre otras obligaciones, también debíamos descargar los carros tanques que contenían diésel, en los depósitos de la zona de abasto. Entramos con nuestra locomotora por la parte sur y cuando llegamos hasta donde se encontraba el carro tanque que íbamos a colocar para su descarga, me cercioré que el acoplador estaba movido, le di señales a Jorge para que detuviera la locomotora mientras yo alineaba el acoplador. Me guardé mi lamparita en la bolsa de atrás del pantalón y con ambas manos, me dispuse a cumplir con aquella maniobra. Pero, cual sería mi sorpresa, que cuando ya había alineado el acoplador, sentí que estaba atrapado, pues resulta que Jorge no hizo caso a mi señal y arrimó la locomotora de tal manera que quedé atrapado entre ambos acopladores. Empecé a gritar como desesperado, consciente que un pequeño movimiento más, me podría destrozar. No sé si Jorge escuchó mis gritos desaforados o si fue mi Dios quien lo guio para que despegara la locomotora, pues de pronto, se echó para atrás y quedé liberado. Recuerdo que tomé varias piedras del balasto y lo empecé a atacar con ganas de matarlo, mi cuerpo temblaba en una rara combinación de nervios, miedo y coraje. 93
UN ALUMBRAMIENTO A BORDO Por el mes de febrero del año de 1971, en ese tiempo, Temo todavía era proveedor de locomotoras. Un día lo llamaron para cubrir el puesto de fogonero en un turno que iba a Bahuichivo, saliendo de San Rafael con puras maquinas y cabús. El conductor era Jesús Vázquez, mejor conocido como Chuy Vázquez, iba como maquinista Antonio López Estrella, dos de los garroteros eran: Francisco Manuel Carlón López, más conocido como el flaco Carlón y Rosario “Chayo” Vázquez Vázquez. Antes de salir de San Rafael, se acercó al conductor una señora en evidente estado de muy avanzada gravidez, que le pidió la llevara a Bahuichivo en virtud de que ese día no había otro medio de transporte. Instalaron a la señora en el cabús y partieron sin más contratiempo. El viaje entre San Rafael y Bahuichivo se llevó a cabo en perfectas condiciones, salvo que, ya casi para arribar a Bahuichivo, llegó hasta el maquinista uno de los garroteros para pedirle que, si era posible, le jalara un poco más a su locomotora, pues en el cabús la señora que viajaba de raite, estaba a punto de parir. El maquinista apuró su tren y muy pronto llegaron a los patios de la estación de Bahuichivo, de inmediato enviaron un propio para que fuera a buscar al médico que laboraba para la compañía maderera en ese lugar. Mientras el maquinista hacía algunas maniobras con la locomotora, le pidió a Temo que fuera hacía la parte posterior del tren para que se enterara de la situación por la que estaba pasando la señora parturienta. 94
En el andén y frente al cabús, había varios compañeros a los que Temo les preguntó: ¿qué está pasando arriba del cabús? Los compañeros le informaron que la señora estaba sola a bordo esperando la llegada del doctor. Temo no la pensó y de inmediato abordó el cabús, por cierto, con muy buen clima porque el calentón estaba a toda su potencia, afortunadamente, pues el frio del mes de febrero calaba hasta los huesos. Temo se encaminó hasta donde la señora se encontraba recostada sobre el camarote del conductor, había una cantidad impresionante de sangre regada en el camarote y en el piso, pero la señora se veía muy tranquila. Sorpresa para Temo, pues resulta que la señora ya había dado a luz y con gran entereza, le preguntó: ¿tiene usted una navaja? herramienta que a Temo nunca le faltaba y le contestó que sí; mire joven, dijo la señora, por favor mida una cuarta a la tripa del ombligo, haga un corte y después hágale un nudo. Cuenta el vaquero train –él de hoy, porque en ese entonces todavía era solo Temo -- estoy seguro que una fuerza divina me ayudó, porque siendo un jovencito de algún lado me salió el valor, hice lo que la señora me pidió y gracias a Dios, todo salió muy bien. Apenas había terminado con mi intervención cuando apareció el doctor. La señora le informó al médico como se encontraba y la forma como yo la había apoyado, me vio con cara de incrédulo, luego me ignoró y procedió a revisar al niño. Fue una experiencia de vida que nunca olvidaré, comenta Temo, visiblemente emocionado ante un recuerdo tan sensible que marcó su vida. Un alumbramiento a bordo de un cabús donde nuestro compañero, fue un factor importante y muy oportuno. 95
UNA FALLA EN LAS VALVULAS DE APLICACIÓN DEL AIRE Ya siendo fogonero de camino, nos cuenta Temo, esto sucedió por el año de 1976, un viernes como a las 14h00 salimos trabajando de Los Mochis a San Rafael, en un tren de carga, era el extra 603 norte, acoplada llevábamos la locomotora 806 y el maquinista era Alfredo Tavares Jasso, a quien cariñosamente le decían: Tabaritos. Sin ninguna novedad iniciamos nuestro viaje llevando tren completo, 41 unidades y el cabús, unas 3,800 toneladas. Antes de llegar al paso a desnivel que se encuentra casi llegando a Sufragio, hay una pequeña pendiente ascendente, que pasando el desnivel y hasta llegar a los patios tiene un marcado descenso, lo que hizo que nuestro tren adquiriera mayor velocidad. El maquinista efectuó una aplicación de aire con la intención de bajar su velocidad preparándose para su llegada a los límites de patio, luego hizo una segunda aplicación, seguida de una tercera. El maquinista visiblemente preocupado me dice: Algo está pasando, no está funcionando el aire, ya hice tres aplicaciones y no me responde, la velocidad sigue siendo la misma, vamos a 60 kilómetros por hora. Reglamentariamente hablando, dentro de los límites de patio nuestra velocidad debía andar por debajo de los 30 kilómetros por hora, a fin de que pudiéramos detenernos ante la presencia de cualquier vehículo sobre la vía. 96
Bastante preocupado, el maquinista instruyó a Temo para que accionara la válvula de emergencia, que está del lado del fogonero, Temo acató la orden y accionó la válvula, pero, esta tampoco respondió y el tren seguía su marcha con la misma velocidad, además, observaron que la vía principal estaba alineada hacia las vías del intercambio, por donde se conecta con las vías, uno, dos y tres y, al fondo, se veía estacionada la locomotora de patio. Una vez que no operó la emergencia con el aire, Tav- aritos le dijo no queda otra más que tirarnos, esto ya valió…, dice Temo que él salió por la puerta del maqui- nista y a 60 kilómetros por hora brincó corriendo lo más que podía para evitar una caída, afortunadamente se topó con un montón de tierra suelta, al lado había un tractor que estaba trabajando cerca de la vía, se aventó un clavado sobre la tierra, y se encomendó a Dios y a todos los santos, pidiéndoles la providencia para que su tren se detuviera o, cuando menos, que no se fuera a provocar una tragedia. Dios escuchó su ruego, pues de pronto el airé se tiró como si alguien hubiese accionado la válvula, el tren se detuvo a escasos 20 metros de la maquina de patio. Todo lleno de tierra, dice Temo, corrí desesperado a buscar al maquinista, lo encontré arriba de la locomotora. Tavari- tos no brincó pues tuvo miedo lastimarse por la veloci- dad que traía el tren. Gracias a Dios no pasó del gran susto, tardamos varios minutos para reponernos de la “temblorina” que se apoderó de nosotros. Una vez repuestos, el maquinista revisó y repuso el aire y así pudimos continuar con nuestro viaje, los empleados del servicio de patio… creo que ellos ni se enteraron de la hazaña que recién habíamos pasado. 97
LABORANDO COMO MAQUINISTA EN EL TREN NUMERO 74 En agosto 30 de 1979, iba Temo laborando como maquinista en el tren número 74, --San Rafael a Los Mochis-- el conductor era Florencio Urías Valdez. Al llegar a Jesús Cruz, la señal de ordenes estaba a parar, allí les dieron una orden de tren con la cual le daban derecho a un extra sur para que corriera adelante del número 74 de Jesús Cruz hasta Loreto. Cuando iban bajando de Los Pozos a Agua Caliente, atropellaron un animal que le provocó un daño a una de las mangueras de un coche de pasajeros. La tripulación del número 74 no contaban con la herramienta necesaria para cambiar la manguera, recuerda Temo, que, por medio del radio le pedimos al extra sur cuyo conductor era Agustín Valencia Tostado, que nos esperara en Agua Caliente para que nos auxiliaran en reponer la manguera dañada. Aplicando el freno dinámico y a velocidad reducida, continuamos el viaje llegando a Agua Caliente a las 22h00. Con la ayuda de los compañeros del extra sur, quienes nos proporcionaron la herramienta, pudimos cambiar la manguera y, por cierto, mientras hacíamos aquellas maniobras, estaba cayendo una gran tormenta. Entre la confusión, por la manguera rota y por el agua que caía a cantaros, sin dilación continuamos el camino, pero de Agua Caliente a Loreto, nuestro tren ya iba adelante del extra sur que comandaba Valencia, olvidando por completo el contenido de la orden que le deba derecho al extra sur para correr adelante de nosotros hasta Loreto. 98
Cuando llegamos a Loreto, ya nos esperaba el jefe de estación, que era el compañero Jaime Cazarez Castil- lo, cuestionándonos por no haber cumplido con la orden. Ni hablar, habíamos cometido una grave infrac- ción al reglamento de transportes. Llegamos a Los Mochis en la madrugada del día siguiente, al llegar a la casa, recuerda Temo, me encontré con la novedad de que mi esposa, que se encontraba embarazada, estaba sufriendo los dolores de parto. Corrimos al hospital y gracias a Dios a las 6h30 nació nuestro hijo. Después de cerciorarme que tanto mi esposa como mi hijo estaban bien, fui a la oficina del superintendente para que me concedieran unos días de permiso a fin de permanecer al pendiente de mi familia. Heriberto Gómez Aguiñaga quien era el superintendente de transportes, me cuestionó sobre el incidente de Loreto. Le conté la verdad, fue un olvido producto del cansan- cio, la lluvia y la manguera rota…total, no había más que hacer que reconocer nuestro error. Estamos en tus manos le dije a Heriberto, haz lo que a tu juicio proce- da. Quizás por haber contado la verdad o simplemente porque Heriberto nos quiso ayudar, la cosa es que allí quedó todo y no pasó nada. 99
EN ESTA FOTO SE OBSERVA A LA FAMILIA DE ANTELMO VALDEMAR HERNÁNDEZ NEVÁREZ (AÑO DE 1956 CON SEIS AÑOS DE EDAD) PASANDO EL PUENTE COLGANTE DE PALO DULCE HOY JESÚS CRUZ. VIENEN PROCEDENTES DE LA HACIENDA “LA HUASA” DEL GENERAL ROBERTO CRUZ, EN LA CAPILLA QUE HABÍA EN LA HACIENDA, SE HABÍA CELEBRADO LA BODA DEL GENERAL CRUZ Y SU ESPOSA SOTERO BURGOS. SE APROVECHÓ QUE LA MISA LA CELEBRÓ UN OBISPO, PARA CONFIRMAR ALGUNOS NIÑOS DE LA REGIÓN. ANTELMO VALDEMAR HERNÁNDEZ NEVÁREZ Y JOSÉ CASTRUITA CHAVARRÍA, AMBOS MAQUINISTAS DE CAMINO CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE SOBRE EL RIO FUERTE, EL MÁS LARGO DE LA RUTA EN ESTACIÓN AGUA CALIENTE, SIN. 100
ANDANZAS DEL LOBO LUQUE n noble animal de cuatro patas al que conocemos como “burro” cuyo nombre real es: asno, jumento o acémila, fue la inspiración para que el buen compañero Rodolfo Luque Vázquez alias “El Lobo” resolviera un problema que apuntaba a mayores. Cuando en estación Loreto en Sinaloa, operaba el taller de Fuerza Motriz y Unidades de Arrastre, donde nuestro compañero Rodolfo Luque Vázquez, mejor conocido en el gremio ferroviario como “El Lobo”, laboraba como inspector de carros. El maestro mecánico, que en ese tiempo era el compañero Ricardo Cruz Velázquez, les dijo a varios de los que ahí laboraban: necesito a un inspector de carros que se traslade a Cuiteco a revisar un furgón que cortaron anoche, porque se venía descar- rilando. Ni tardo ni perezoso, el Lobo alzó la mano, ¡pues como no, sí se iba de aventura! Pues resulta que el furgón que Luque debería ir a inspeccionar, se había descarrilado ya en dos o tres oca- siones entre San Juanito y Cuiteco, mismas en las que el personal de vía lo había encarrilado, pero al llegar a Cuiteco, la tripulación del tren que lo manejaba, ya no quiso arriesgarse más y optaron por cortarlo y dejarlo allí, en espera de que el área mecánica lo fuera a revisar. Ese mismo día, nuestro amigo “El Lobo” tomó la autovía y se trasladó hasta Cuiteco. Cuando llegó al lugar donde se encontraba el furgón, de inmediato procedió a revis- arlo concienzudamente, pues solo así podía dar un vere- dicto que los llevara a corregir la falla por la cual aquella unidad se salía de la vía. Por más que le buscaba arriba y abajo, revisó rodados, retrancas de frenos, chumac- eras, zapatas, Etc. Aparentemente todo estaba en orden y en buen estado. El compañero se sintió un tanto derro- tado, pues en su larga experiencia nunca se había topado con un evento parecido, no entendía ni aceptaba lo que estaba pasando, y le daba mucha pena quedarle mal a su jefe. 101
Casi a punto de llorar de la desesperación, ante aquel acontecimiento que no se explicaba y, además, en aquel lugar donde no había nadie que lo pudiera asesorar o, echarle la mano, ya cuando menos, alguien que le diera ánimos para seguir adelante. Pero, como ya lo dice un viejo y muy conocido refrán “el hambre es canija y quien la aguanta… un poco más”. Nuestro compañero Lobo, visualizó un estanquillo y, quizás, pensando que panza llena y corazón contento ayudan al cerebro a pensar mejor, sin dudarlo, al changarro se dirigió para comprar un refresco y acompañar la lata de atún y su respectivo paquete de galletas saladas que había traído desde Loreto. Cuando estaba en la tiendita saboreando su comida y su refresco, llegó al lugar un tarahumara con un burrito cargado con leña. ¡Cuando se iba a imaginar el Lobo, que ese noble animal de carga lo inspiraría para resolver su problema!. El dueño del estanquillo, haciéndole plática al tarahumara, le preguntó: mientras que el Lobo muy atento observaba: ¿oye compadre, no te da lástima el burro? Trae la carga muy ladeada y se le nota que está sufriendo, ¡reacomódala antes que te lo reclame! El Lobo, que había estado mirando y escuchando atentamente los comentarios que le hacía el tendero al raramuri, le llamó la atención sobremanera, la expresión: “carga ladeada”, no, no es que se haya acordado del corrido de los Tigres del Norte, pues en esa época todavía no lo grababan, lo que si sucedió, es que de inmediato, su cerebro tuvo un presentimiento. Terminó de comerse su atún y rápidamente corrió hasta la estación y le pidió al jefe, --dicen que era el compañero Carlitos Bernal Saénz QEPD-- un favor compañero: ¿puede abrirme el furgón aquel?, quiero checar como viene estibada la carga. Cuando abrieron el furgón, su presentimiento se hizo realidad. Efectivamente, el furgón contenía madera cuyas estibas se habían movido de tal manera que la carga venia ladeada y recargada hacía un solo lado, precisamente, esa era la razón por la cual el furgón se descarrilaba constantemente. 102
Alguna vez me contaron que, en cierto lugar, cuando construían una carretera, soltaban un burro y por donde este caminaba atravesando la sierra, por allí se trazaba la carretera (…) ¡cuentan que en ese lugar nunca falta- ban los burros! Lo anterior solo para resaltar que ese animal doméstico y muy noble, no solo sirve para cargarlo. Cuentan que allá por Loreto Hubo un hombre muy famoso Hombre bragado eso es cierto Sin embargo, ¡era respetuoso! Como el Lobo, se le conocía Cuando andaba en cacería Y como el bien lo decía No me detiene, ¡ni la policía! Sin duda, ese un buen amigo Es Rodolfo “El Lobo” Luque Y de verdad se los digo Pues eso siempre lo supe 103
TALLER DE LOCOMOTORAS Y UNIDADES DE ARRASTRE EN ESTACIÓN LORETO, SIN. EN LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA DEL SIGLO PASADO. 104
RECUERDOS Y ANECDOTAS DE JUAN HUBBARD uan Hubbard López, alias “el Ruso”, garrotero de camino del FC Chihuahua al Pacifico. Un buen compañero, con gran capacidad para improvisar comentarios chistosos y satíricos, salpicados siempre de un humor ácido pero muy sano, buscando siempre la camaradería para pasarla bien. Juan Hubbard fue un compañero del área de trans- portes, lo recuerdo como un hombre tranquilo, siempre al pendiente de su puesto como garrotero en la parte posterior del tren, con un gran humor y en sus comen- tarios siempre tenía la crítica sana y el chiste al trabajo y a sus compañeros. Le gustaba escribir sucesos y anécdotas, los que adornaba con dibujos caricatures- cos muy divertidos. Algunos de esos escritos llegaron a mis manos a través de compañeros que a su vez los recibieron personalmente de Juan; hoy, con todo respe- to para él, que ya se nos adelantó, pero también para su familia, me voy a permitir transcribir una pequeña parte del gran legado que dejó el compañero “El Ruso”: (Se respeta la redacción original) “Recordando las inolvidables máquinas de vapor” “Quien no se acuerda del loco Oregel, el maquinista José Oregel, cuando salía de Mochis con sus “silbatazos”, les ponía un extra, a veces alegres y a veces tristes. Cuando entraba a Mochis hacia lo mismo, sonaba el silbato con más repertorio para entrar a la fábrica con cantidad de jaulas de caña. Era la señal para que el velador abriera la puerta, pero si este se descuidaba o se dormía, entraba con todo y puerta. Pero que bonitos se oían los silbatos… ¡Máquina de vapor, nunca te olvidaremos!”. 27
“La máquina de vapor número 140, recuerdo que llegaste muy fea de Chihuahua, con fugas por todos lados; pero gracias a grandes hombres: como el compañero y gran amigo, Gabriel Ronao, maestro mecánico, Jesús D. Cruz, mecánico de piso y su ayudante Rodolfo Curiel, un señor Ochoa que era tornero, Ramón Almeida y Miguel Navarro, ambos caldereros... y otros más; te dejaron como nueva. Pero un diciembre de 1949, a tu regreso de Topolobampo, saliste en la madrugada con un valioso cargamento de camarón y en el kilómetro diez, explotaste en plena carrera; en tu final trágico te llevaste tres compañeros. La tripulación se componía por: Mariano Romero, conductor –sobreviviente-, Alejandro Apodaca, maquinista, Roberto López Fogonero y Aniceto Luque, garrotero, los tres quedaron en la explosión, y Jesús Gastelum, garrotero que también sobrevivió.”. Cuando Juan Hubbard recordaba a grandes compañeros ya fallecidos y sus muchas anécdotas: “Don Celedonio Gil, maquinista que en 1916 le tocó traer a Bachomo desde San Blas. En los velorios con sus chistes y puntadas sanas, don Cele hacía reír hasta el muerto” Chico Chon del mexicano del Pacifico, Con su famosa guitarra, ¡que alegre y que bonito ambiente ponía en las pachangas!” “Rafael Fierro, el rayo de Charay, en una ocasión el maestro Ronao de pura puntada le dijo en una cantina: (Fierro ya estaba entrado) Fierro, ve y blokea la maquina fulana, se la llevan mañana; Fierro le contestó como enojado: A mí me llamas poy equito, yo no soy cuaquie cabón.” 28
“Miguelito Navarro, dijo: puras papas, se hacen del rogar, fue el que hizo famosos los pisa y corre en las cantinas. En una ocasión le dijo un compa, Navarro, ¡te van a correr!, él contestó preguntando: ¿adió compa, a cuantas millas?” “El Trifón Ochoa y su hijo Panchito. En una ocasión el Trifón miró su reloj y dijo: faltan diez para la media (eran los tiempos en que vendían medias de mezcal a 0.40 cuarenta centavos), Panchito creyó que era de esas medias y le dijo, ¡Yo los pongo apá! El Trifón Ochoa fue uno de los primeros conductores del FC Kansas City México y Oriente.” “Francisco Elguezabal, a quien cariñosamente llamaban el gordo Elguezabal: Gran deportista a todo le entraba. Lanzó como boxeador al Indio Tacho de la Cuchilla, pero… ¡Pobrecito Tacho!, en su debut le pusieron una trapeada. Al gordo, en el bolibol le decían la rana voladora y en el beisbol la locomotora, la motriz voladora. El gordo platicaba de un accidente que tuvo jugando beis. En cierta ocasión, en un juego llanero, se aventó una tremenda jugada, estando en tercera base, se lanzó al robo del hom. Chalo Valdéz que era el cátcher, contaba con su clásica risotada, que lo vio en plena carrera, traía una polvareda que parecía locomotora, decidí hacerle frente…pero al momento de barrerse pegué un tremendo brinco y le caí en el cogote. El ampáyer marco seif y el pobre gordo quedó noqueado como 20 minutos. Ambos eran buenos compañeros ferrocarrileros”. 29
“Dos compañeros ferrocarrileros que se les catalogó como hombres record” “Edgardo Vázquez, alias el Guilo Edgardo, el perdona vidas, el calambres o el tres días. Rafael Carlón, alias el pollo, el pito o el jala jala. Ambos poseedores de records en asistencia a funerales. Pero el Guilo Edgar- do le ganó al jala Jala en lo aventurero, recorrió la republica entera, desde Sonora a Cancún; por avión, por tren y por carretera (nomas). Fue galán y muy relacionado con políticos y no políticos. Canuto Ibarra fue su íntimo amigo, ¡pisteaban juntos!” “Criticas” “Compañeros de espíritu ferrocarrilero. Recordamos con tristeza los bonitos escudos regionales que lucían las máquinas, cabuses, coches y furgones. Sonora Baja California lucia el impresionante yaqui bailando el venado. El Chihuahua al Pacifico su tarahumara bajan- do al pacifico. Los Ferrocarriles Nacionales de México, ¡qué bonito escudo! con sus colores patrios y en el centro su locomotora de vapor. “¿Nuestro Sindicato? Ahora sirve para dos cosas: defender los intereses de la empresa y enriquecerse sus dirigentes generales. Lo único bueno que queda son sus edificios, pero aquí en Mochis no existe nada, si no pregunten ustedes por la delegación. ¿Se acuer- dan ustedes de nuestra delegación No 1 situada en la Obregón y Degollado? Sus líderes que, a compara- ción de los actuales, fueron grandes, mencionaremos algunos: Perico Cárdenas, Chencho Valenzuela, Lito Estrella, Alejandro Mejia y Octavio Ceballos, entre otros”. 30
Juan Hubbard López, como garrotero de camino estaba asignado a un tren local de carga, el cabus que usaban era el 675, como garrotero de la parte posterior o también llamado cabucero, Juan tenía entre otras responsabilidades, conservar en buenas condiciones su cabus, así mismo le gustaba que entre él y sus compañeros hubiera armonía pues convivían juntos por muchas horas, por esas y muchas otras razones, un día les escribió a sus compas, un escrito o “circular” que a la letra decía: “Los Mochis, Sin. Junio 1ro de 1973 Circular No. 3 expediente SIL-04-05-666 Al Personal cabus No. 675 tripulación tren local Presentes: En vista de las anomalías que se han estado observando, sírvanse tomar nota que a partir del día 5 del presente, cada quien se coma lo que traiga para evitar pleitos y discusiones. Casos concretos como el que tuvieron los compas Valerio y Favela, que se dieron de moquetes por un pedazo de chorizo, también en estación Sufragio el agarre de Neto y Favela por un queso y, otro caso reciente, por una cebolla. También se ven casos o detallitos de algunos compas que dicen: a mí me gusta el café nomas en la mañana… y nada que también a medio día y en la tarde. (El ruso) A mí no me gusta el queso (pregúntenle a Neto) A mí no me gusta el pan, yo traía una bolsa de arrayanes, pero pasó igual con las donas bimbo… que yo, que esto, que lo otro, que se me olvidó Etc, Etc. Así que, para evitar una posible tragedia, entra en vigor la ley de la tripulación tortuga, la ley de doña minga. Tengan presente que esta circular no se puede anular en una posible pisteada, como pasó con la tripulación semilla, en una pisteada la anularon. Ríjanse de acuerdo c.c.p. Barrio del Pedo c.c.p. Barrio Zaldívar c.c.p Personal extra c.c.p. Barrio de la cabrería” 31
Para celebrar el día del ferrocarrilero en noviembre 7 de 1992, Juan Hubbard elaboró el siguiente programa: “Los Mochis, Sin. Noviembre de 1992 CLUB FERROCARRILEROS JUBILADOS DE LA “ERA DEL VAPOR” Recordando la casa redonda, canal 8 Programa para el próximo día siete de noviembre, aniversario de la muerte de Jesús García Corona. A los socios del año pasado y de nuevo ingreso, se les comunica organizarnos nuevamente para llevar a cabo este programa. Gestión ante Ferrocarriles para que nos proporcione equipo para un paseo a Topolobampo. El Dr. Roberto Gastelum O. se compromete gestionar ante la Cia. Azucarera nos preste una máquina de vapor para dicho paseo. La tripulación será seleccionada con personal jubilado de la era del vapor y las condiciones que nos ponga la empresa. Nos acompañan en todo el programa, nuestro conjunto ferrocarrilero “Los Bribones del riel” Al regreso un convivio con barbacoa y cerveza pacifico, ¡nada más! Será en el club campestre carretera a estación del FFCC. Organizador: Juan Hubbard López y colaboradores” 32
COMPAÑEROS DEL FC KANSAS (LA ERA DEL VAPOR) QUE EN 1955 PASARON A SER PARTE DEL FERROCARRIL DE CHIHUAHUA AL PACIFICO. 31
VARIOS COMPAÑEROS DEL CH-P REUNIDOS EL DÍA 7 DE NOV. DE 1992, ENTRE OTROS PODEMOS IDENTIFICAR A FRANCISCO CAÑEDO VALDEZ, MANUEL EL JUMBA PALAFOX, JUAN HUBBARD, CONRADO PARRA, EDGARDO VÁZQUEZ (EL GUILO) ALBINO GARCÍA, GENARO FRÍAS RODRÍGUEZ, CHUY MUÑOZ, RAMÓN FIERRO (EL FLACO) SR. ARREDONDO Y ANTONIO SALAS. 32
DON EPIFANIO VAZQUEZ ALIAS \"EL LEON\" pifanio Vázquez Vázquez también conocido como “El León”, es un buen compañero que laboró para el FC de Chihuahua al Pacifico, pero sus inicios se remontan al FC Kansas City México y Oriente. Desde muy joven tuvo el gusto por coleccionar monedas. Recuerdo a Epifanio Vázquez Vázquez desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado, en ese tiempo laboraba en la cuadrilla de puenteros, aquella que comandaba don Ramón Salazar y que se movía por la división Sierra tarahumara, donde, por cierto, también laboraban: Eusebio Álvarez Rodríguez, Antolín Ibarra Ramírez y los hermanos Zeferino y José María Gaxiola García, entre otros. A Epifanio, todos lo conocemos con el mote de “el León”, hombre muy amigable, de buen carácter y muy platicador, ¡me agradaba conversar con él! En los primeros años de la década de los setenta, tiempos aquellos cuando yo laboraba en la estación de Heriberto Valdez (Hornillos), de vez en cuando me lo encontraba en El Fuerte. Una de tantas veces, estuvimos charlando por largo rato mientras degustábamos un refresco. Ya un poco tarde, me ofrecí llevarlo hasta su casa, él vivía en la estación, lugar que también se conoce como Hoyanco. Llegamos a su casa y amablemente me invitó a pasar. Me presentó a su familia y, ya casi para despedirme, con esa confianza muy característica en él León, me hizo el comentario que conservaba una colección de monedas. Me entró la curiosidad y le pedí que me las mostrara, aprovechando su buena disposición. Debo confesar que me dejo fuertemente impresionado, pues tenía Epifanio una gran colección de monedas de varios países, de diversas denominaciones y muchas de ellas acuñadas a finales del siglo XIX, la gran mayoría eran de principios del siglo pasado. 105
¡No podía creerlo!, cómo fue que un hombre tan sencillo y modesto había logrado reunir semejante cantidad de monedas, que además, en la época de la que estamos hablando, deberían tener un gran valor comercial, sin embargo, para Epifanio, solo tenían valor sentimental. Me contó que su gusto por coleccionar monedas empezó por el año de 1950 cuando laboraba en Topolobampo para el Ferrocarril Kansas City México y Oriente; dice que un compañero de trabajo se encontró una moneda de plata y se la regaló, poco después le compró a otro amigo una moneda de un dólar y alguien le regaló una moneda de plata de 1884. A partir de entonces, ya nada lo paró como coleccionista de monedas, con los años (varias décadas después) logró acumular una respetable cantidad. Cuando me entró el gusanito por escribir anécdotas del Ch-P, inmediatamente me acordé de Epifanio y su colección de monedas, por lo que me propuse viajar a Hoyanco a visitar al compañero, el popular “León”. Me encontré a un hombre de 87 años, sentado en una silla en el frente de su casa, tomando el sol, un poco enfermo por el paso de los años y, aunque le falla un poco su sentido del oído, sigue conservando una gran lucidez, lo que nos permitió charlar y recordar viejos tiempos, incluyendo, desde luego, todo aquello que me había contado en los años setenta. Tiene frescos sus recuerdos como ferrocarrilero, se acuerda de fechas y nombres de personas, así como de sucesos que ocurrieron hace más de setenta años. Recuerda “El León” que, además de laborar en el área de vía, tuvo la oportunidad de incursionar como garrotero y hasta como fogonero. Fue para mí un privilegio encontrar y poder conversar con un viejo ferrocarrilero y recordar sus grandes hazañas en el riel. 106
Antes de despedirme del popular León, con su rostro visiblemente triste y a la vez muy molesto, me contó que hacía unos meses, por problemas de salud fue necesa- rio hospitalizarse por varios días. Cuando recuperó su salud y pudo regresar a casa, se encontró con la nove- dad que le habían robado toda la colección de mone- das. Le robaron una fortuna que, quizás, quien lo hizo no tenía la menor idea de su valor comercial o, por el contrario, lo hicieron con todo conocimiento de causa. De lo que no me queda la menor duda, es que le quitaron a Epifanio un trofeo que conservaba desde muy joven y aunque para él solo tenía valor sentimental, deseaba conservarlo hasta su muerte. DON EPIFANIO VÁZQUEZ VÁZQUEZ MEJOR CONOCIDO COMO “EL LEÓN” LO ACOMPAÑA SU HERMANO RODOLFO “EL LOBO” LUQUE VÁZQUEZ. 107
RAMAL NAVOJOA HUATABAMPO l ramal ferroviario entre Navojoa y Huatabampo en Sonora, perteneció al Ferrocarril Kansas City México y Oriente, empresa que a partir de 1955 fue parte del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. Como lo cuento en otro capítulo, El Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, S.A. de C.V. se constituyó en el mes de marzo del año de 1955, con la unión de los Ferrocarriles Kansas City México y Oriente y el Ferrocarril Noroeste de México. El ramal de Navojoa a Huatabampo, en el estado de Sonora, que era propiedad del Kansas, pasó a ser parte de la administración del Ch- P hasta que la Dirección de los Ferrocarriles Nacionales de México decidió anexar dicho ramal al Ferrocarril del Pacifico. Actualmente forma parte de la división Hermosillo del Ferrocarril Mexicano, S.A. de C.V. (Ferromex) este ramal continúa en operación, prestando el servicio de carga de la producción agrícola que en esa zona es bastante importante. Cabe agregar que este pequeño ramal se entronca en Navojoa con la línea “T” que corre de Nogales a Guadalajara. A principios de la década de los años ochenta del siglo pasado, Genero Frías Rodríguez laboraba como Agente Comercial del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, con residencia en la terminal de Los Mochis. Saúl Muñoz Farías, en la misma época era Ayudante de la Superintendencia de Tráfico del mismo Ferrocarril y su residencia se encontraba en la ciudad de Chihuahua. Ambos eran muy conocidos y de todas las confianzas del Señor Francisco José Sáenz Colomo, que en ese tiempo había cambiado su residencia a Guadalajara, Jal, haciéndose cargo de la Superintendencia General de Tráfico en los Ferrocarriles del Pacifico, de Chihuahua al Pacifico y del Sonora Baja California. 108
A don Pepe Sáenz, le habían llegado rumores de que, en Huatabampo, Son., había un jefe de estación que estaba haciendo su agosto con los clientes que embarcaban semilla; se decía que el jefe los obligaba a “aportar una cuota” a fin de que pudieran ser bien atendidos, ¡una mordida pues! –Así se les conoce coloquialmente a las “propinas inducidas--. Por esa razón y por la confianza que les tenía a Genaro y a Saúl, don Pepe no dudó en comisionarlos para que fueran a visitar al jefe de estación en Huatabampo, con la encomienda de que le llamaran la atención y lo invitaran a portarse más decente con sus clientes. Viajó Saúl Muñoz a Los Mochis, y al día siguiente muy temprano, él y Genaro emprendieron el viaje que los llevaría a cumplir con las órdenes de don Pepe Sáenz. Unas horas después llegaron a Huatabampo y buscaron entrevistarse con el jefe de estación. Se encontraron con un hombre muy atento y dicharachero que los atendió muy bien, los invitó a conocer la estación y sus vías y les contó todo sobre el movimiento de granos que se producía en aquella región, y que una gran mayoría se transportaba a diferentes destinos del País a través del Ferrocarril. Luego los invitó a su oficina y les brindó un café con unos ricos panecillos que se elaboraban en la localidad. Después de una amena platica donde hubo comentarios de diversos temas. Obviamente sin faltar el beisbol, deporte muy famoso en Sinaloa y Sonora. Saúl, un poco inquieto porque ya habían perdido tiempo, tomó la iniciativa, para hacerle saber al jefe, de la mejor manera posible, cual era la razón principal de su visita. Le comentó que él y Genaro lo estaban visitando para cumplir con una instrucción que les había dado el Señor Francisco José Sáenz Colomo. 109
Y le explicaron que Don Pepe Sáenz había recibido algunas quejas de clientes embarcadores de semilla, que aseguraban que el señor jefe de estación en Huatabampo, les exigía una cuota por atenderlos y proporcionarles furgones para sus embarques, por lo cual le pedía que le diera una explicación al respecto. El jefe de estación era un hombre de mediana edad, se notaba que era bastante listo, pero también había en él y en su plática, un cierto dejo de cinismo que no podía ocultar. Con mucha frialdad y calculando la situación, el jefe miró fijamente a Saúl, después hizo lo mismo con Genaro… como preguntándose: ¿Quiénes se creen estos compas para intentar cambiar costumbres tan viejas y arraigadas? por fin se decidió a contestar… ¡Miren señores!, con todo el respeto que me merecen tanto ustedes, como el Sr. Sáenz, déjenme decirles lo siguiente: Sí acepté venir a trabajar a esta estación, “fue por las masticadas de chicle”. --Una manera muy cínica de aceptar que estaba allí por los moches que daban los clientes-- Se paro Genaro y le dijo a Saúl, ¡vámonos Saúl!, este no es trabajo para nosotros; ¡este amigo no será honrado, pero se ve que es bastante honesto! Las masticadas de chicle, como decía este señor Eran parte del folclore de los jefes de estación A veces eran propinas por una buena atención ¡Pero exigirlas! Eso era actuar sin el mínimo pudor. 110
VISTA DESDE DOS ÁNGULOS DIFERENTES, DE LA ESTACIÓN DE NAVOJOA, SON; TERMINAL DEL RAMAL NAVOJOA-HUATABAMPO, QUE FORMÓ PARTE DEL FERROCARRIL DE CHIHUAHUA AL PACIFICO
BREVES SEMBLANZAS DE OTROS COMPAÑEROS DE LA DIVISION SIERRA TARAHUMARA ecordando a algunos compañeros de la Sierra Tarahumara del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico, se incluyen breves semblanzas y alguna anécdota. Desafortunadamente, por razones de espacio, tiempo, la pandemia y otras circunstancias, ¡no están todos los que son, ni son todos los que están! RAMÓN RODRIGUEZ SANTOS. - Es un compañero jefe de estación del CH-P, que se inició en el Ferrocarril del Noroeste de México allá por el mes de diciembre del año de 1950. Trabajó en varias estaciones de ese Ferrocarril y posteriormente, con el Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. A principios de los años sesenta, a Ramón le habían asignado en forma definitiva la estación de Tejolócachi, la cual le permutó o cambió, a su hermano Luis Rodríguez Santos, --También jefe de estación-- por la estación de Dublán, de la cual Luis era el titular. Ramón se traslada a laborar a Dublán y Luis a Tejolócachi. La estación de Dublán se encontraba a escasos dos kilómetros de Nuevo Casas Grandes, Quizás por su cercanía a esta estación, es que, en el año de 1962, la empresa decidió suprimir la estación que ahora estaba asignada a Ramón Rodríguez Santos. 111
El contrato colectivo de trabajo para los empleados del CH-P, contemplaba que cuando una estación era cerrada o suprimida, el jefe de estación afectado podía aplicar para cualquier otra estación que estuviera vacante o bien, asignada a un compañero que de acuerdo con el escalafón, tuviera menos tiempo laborando, en este caso, el compañero Ramón optó por aplicar para la estación de Los Mochis, Sin., por cierto, una de las estaciones con mayor movimiento dentro del Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. Ramón Rodríguez laboró en Los Mochis desde el año de 1962, distinguiéndose por ser uno de los mejores jefes de estación, tanto en su trato hacia los clientes, como por su capacidad para administrar y organizar una oficina tan importante, en servicios como el express, carga y pasaje. En esta estación laboró Ramón, hasta 1988, año en que se jubiló. Hoy vive en la ciudad de Chihuahua. JESUS REGALADO GUADERRAMA. - fue telegrafista, despachador de trenes y jefe de despachadores. Ferrocarrilero responsable y muy formal, de aquellos hombres que con el ejemplo enseñaban, de los maestros que algunos, como él que esto escribe, adoptábamos y que, gracias a muchos de ellos, nos formamos en un ambiente de lealtad y responsabilidad al trabajo ferroviario. 112
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