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LLanto y sonrisa

Published by carloshmacchiaroli, 2019-11-22 19:44:00

Description: LLanto y sonrisa

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Entre el llanto y La sonrisa (Cuento verídico) Antonia Luján Vázquez Ediciones APER

Título: Entre el llanto y la sonrisa Autor: Antonia Luján Vázquez Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Reservado todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento infor- mático. ISBN 978-987-82731-4-7 Cámara Argentina Del Libro Ediciones APER Octubre 2019 [email protected]

Dedicado A mis hijos Amigos Y A mis lectores

Antonia Luján Vázquez “Entre el llanto y la sonrisa” Jamás dejes a un niño solo!!!

Un lugar en el mundo, don- de el creador me mandó para curtir la piel y sentir el dolor, para luego poder acariciar la sonrisa que tanto me costó, pero logré encontrar detrás de las piedras que adornaron un despertar. Y muchos la envidian, sin sa- ber el motivo, sin conocer la razón, pero los comprendo, no todos somos iguales, por algo la ciencia nos dice que somos ÚNICOS E IRREPETI- BLES!!! Y el tiempo transcurre im- placable, no tiene tiempo de fijarse en ti, te lleva hacia don- no todos somos iguales de quiere que estés, porque tienes un plazo y lo tienes que cumplir. Desde que nací vivo en poesía, cuento, novela, historia, Algún motivo, razón o circunstancia me hicieron llegar a la tie- rra, siempre me pregunto que este misterio es tan grande que -5-

nadie puede acariciar la realidad si hasta el suspiro no se ve. Todo cambia constantemente, el viento, el sol, la lluvia, pero eso a nivel vida, pero tu alma tiene tempestades, arco iris, mares y paisajes, esos que otros no pueden ver que solo tú los puedes acariciar, y son el aliento para comenzar en otro latido tu decir. Tres añitos, un ángel rubio, despeinado, con ojitos de sueño, queriendo aprender con gestos pequeños estados que iba tocando, camino de tierra sellado de amor, dolor y asombro... Primer asombro, quien era ese ángel negro que tocada, lastimaba sus partes íntimas cuando su ángel madre los sen- taba en aquella esquina del barrio donde vivían, el sol calen- taba sus cuerpos porque poca ropa había. Un día la señora curiosidad le anunció que algo pasaba cuándo vio su prenda interior con una mancha de sangre que nada le gustó. Ella la llevó al lugar y allí descubrió que era ultrajada y conoció que el mal se presenta cuándo encuentra la ocasión. Del acto recuerda mandarinas volando por el cielo, que llegaban a la tierra en forma de pago por el insensible. Ya no había esquina, si había sol, el que siempre la acompañó. Y llegaron sus seis años, entre olor a tizas y hojas en blanco de un cuaderno azul, y le toco representar en el patio de la escuela cubierta con un tul blanco, los labios pintados de rojo, una corona de juguete a la Virgen STELLA MARIS, reina de los mares, y a sus pies diez marineros con las ma- nos en rezo queriendo llegar con ruegos al universo. -6-

Primera representación en su vida de un acto que jamás olvidaría. Todas las mañanas se tiraba al piso para saborear la tierra, le gustaba su sabor, secaba su saliva y era una ceremonia, un rito, mientras su único hermano varón, un año mayor que ella, miraba su delantal blanco con la panza marrón y se enojaba con su acción, cosa que con el tiempo aprendió al- go que era normal, y cuándo llegaban a ese lugar, se paraba ya sin importar que la gente la miraba con curiosidad. Ya de vacaciones, casa de la abuelita de color, aquella hija de esclavos que dejó en su ser la enseñanza más ama- da que un ser puede tener, el amor y la caricia, y el cuento de terror que ella les contaba antes de dormir y abrazados los seis dormían casi cayendo de la cama grande donde se refugiaban para encontrar alivio a su diario vivir. El cuento siempre era el mismo, un horno lleno de fuego, y el hombre del cuchillo que buscaba pequeños para matar... Eran seis los hermanos, cinco mujeres y un varón, tres blancos y tres morenos, su madre descendiente de france- ses y su padre de esclavos e indios. Pero su infancia siempre transcurrió en casa de su abue- la paterna, quien había llegado de la Banda Oriental, cuándo se abolió la esclavitud, procedente de Brasil, ya que sus pa- dres no quisieron dejar a sus amos y la mandaron solita a los trece años con otras familias que marchaban por lo mis- mo. La abuela materna era descendiente de españoles, esta- ba casada con el francés pero el terminó debajo de un tren porque siempre caminaba por las vías, cantando -LINYERA SOY- -7-

Su comida preferida, sopa de tostadas en aceite, rebosa- das con sal y ajo, lo que daba el sabor a esa plato tan sabro- so, o huesitos de cerdo con batata, pero nunca faltaba algo para saborear. Los domingos sagrados, sus fideos verdes amasados y su salsa en la cacerola de barro, los preferidos de mi padre... A la mañana pasaba el carro de la leche y el pan fresqui- to, y antes de irse a trabajar preparaba el desayuno para to- dos, café con leche con pan que ellos esperaban como polli- tos... A los nueve años fue su primer contacto con seres supe- riores, un atardecer de pueblo hermoso, un cielo iluminado, ya ocaso, jugando con los chicos de la vecindad, de pronto una nube la envolvió, el cielo se hizo blanco a comenzó a subir como si alguna fuerza la elevara, no entendía nada hasta que la abrazó un ángel plateado y nada le dijo, solo le transmitió algo bello que ella jamás pudo borrar, olor a rosas en su cuerpo y mucha bondad, luego despertó en el mismo lugar. Sus preguntas fueron varias, los chicos seguían jugando, miraba, se miraba la ropa y solo emanaba de su vestido ese olor a rosas que aún conserva en su ser, y esa sensación de sentirse bien a pesar de todo lo que vino después. Y así la divinidad siempre la protegió de esos ángeles ne- gros, porque los ángeles grises corrían en su protección. Comenzó a ayudar a una señora de buena posición ha- ciendo confituras y pizzas para la confitería de su hijo, y allí comprendió que había algo más que la pobreza. En la casa de ese ser adorable tomó la primera comu- nión, y le festejaron su primer cumpleaños, ya cumplía nueve -8-

años. Fue su otra familia la que la ayudó, siempre en todo mo- mento. Y así terminó la primaria, doce años tenía, ya se habían sepa- rado sus padres por la infidelidad de la madre, pero nunca ni soñaron los llevarían delante de un juez que dio el veredicto. La hermana mayor, 14 años tenía, se casaría, las que las seguían irían con sus primas, a ellas les faltaban sirvientas y ellas le venían de perillas… Mi hermano el único varón y yo a un colegio de la minoridad, y así comenzó la otra travesía.. Una tarde de un caluroso noviembre, apareció un patrulle- ro con dos policías y le dijeron al padre que venían por los ni- ños, ya tenían la fecha para ser internados. Mi hermano no había llegado del campo, porque juntaba frutillas. No hay problemas, dijo un gordo con cara de malo, en un rato volvemos, pero hoy los tenemos que llevar. Hay!!! pobre mi padre, su cara estaba desencajada, sus lágrimas brotaban y trataba de hablar con mi abuelita de color que lo acompañaba… -Bueno, Periquita, uds. van a estar mejor, van a poder es- tudiar, ser personas de bien, nada les faltará, y los visitaré siempre que podamos... En eso bajó del camión el hermano, rojo como una antorcha a punto de estallar, cansado, con los ojos chiquitos y muerto de sed... Siempre llegaba, se refrescaba y comía algo, pero ese día era especial.. Pini, dijo el padre: -9-

-¿Qué pasa? -Vístete te vienen a buscar, van a un colegio... No termino de hablar, los gritos y el llanto del hermano se sentían en casi todo el pueblo y repetía... -¡No quiero, no quiero ir, por favor papá!!! Pero sus ruegos fueron en vano, apareció el patrullero y ante la desesperación y entre gemidos solo pidió: -Quiero despedirme de mi madre, solo eso.. Los policías se miraron entre sí, y con lástima le dijeron: -No te preocupes, te vamos a llevar... -Ud. quédese, los llevamos nosotros. Mi padre no entraba en razones, todos en el pueblo sabían que él quería matar a mi madre, por eso ella estaba escondi- da, pero el juró y juró que no se le acercaría. Y así fue mi pobre hermano se despidió y mi padre en una esquina esperaba pasar el patrullero el que corrió hasta la sa- lida del pueblo, con las manos en alto, despidiéndonos. Si hay un recuerdo doloroso, dentro de todos este es uno. Y así llegamos los dos agarrados de la mano a una comisaría cercana, y en un calabozo común, una mujer morocha de pe- lo largo nos recibió y comenzaron las preguntas.. -Che, ustedes ¿Qué robaron??? -A nadie. -¿Y por qué están acá? -Porque mañana nos llevan a un colegio de la minori- dad...mis padres se separaron y por eso vamos allá.. - ¡¡Aaaa!! Yo estoy acá porque maté a mi marido.. Y ahí me dí cuenta que se había perdido nuestro paraíso. El llanto del hermano seguía igual, la agarraba a su hermana y le decía: - 10 -

-No te separes de mí, es lo único que te pido.. Al rato apareció el gordo con cara de malo y nos trajo un plato con milanesas y papas fritas. El hermano no comió, solo pidió algo para su espalda por- que su dolor no lo dejaba en paz, Trajeron una palangana y una toalla con agua fría y su hermana toda la noche le puso los paños, pero ella sabía que lloraba por otro dolor. Era ya el otro día, seis de la mañana El gordo ya se iba y decía: -Agarren sus cosas, ya está el camión que los llevará a LA PLATA Nos pintaban los dedos, cosa de no creer, éramos sim- ples reos. Subimos a ese camión, nos separaba del chofer un pro- tector de alambre, y al lado nuestro iba otro policía, el viaje fue largo, y al fin cerca de las dos de la tarde legamos al lu- gar. Mirábamos asombrados, la primera vez que nos separa- ban de nuestros padres, y un edificio inmenso nos recibió... -Soltale la mano a tu hermana. -le decía el policía -Si de acá se van a ir juntos los dos.. Nos subieron a un ascensor, y en el tercer piso bajamos los dos.. Una hermosa señora nos recibió al mismo tiempo que de- cía.. -Tráele a los chicos un mate cocido con galletas que vie- nen viajando hace cinco horas. Una carpeta para cada uno, datos y más datos, y cuándo me di cuenta mi hermano ya no estaba en el otro escritorio... - 11 -

Exploté en llanto y pregunté... -No llores hija, acá no hay colegios mix- tos, solo varones o mujeres y luego se encontrarán, porque siempre les dicen dónde van a estar.. Eso sí que era lin- do, había perdido a mi familia, y ahora a mi hermano.. Alguien dijo.. -La niña está lista, la pueden llevar... - ¿A dónde me lle- van, a un colegio? Nadie respondió, solo me dieron el pa- quete con cuatro tra- pos y así fue mi des- pedida de ese lugar donde el cemento te Cruel situación la que me tocaba vivir, parece acariciar porque tiene más calor que las personas que había ahí... La llegada al colegio fue triunfal, trescientas miradas te desnudaban, mientras otras se sonreían, otras aplaudían, y otras eran como plantas secas a punto de quebrarse. - 12 -

El colegio tenía casi una manzana de extensión, dormitorios de cincuenta camas, olor raro, a pobreza y tristeza y luego del ba- ño con un camisolín ayudada por una preceptora del lugar, con mucho detebencil, me dieron un uniforme y allí conocí la otra realidad... Mujeres de trece a dieciocho años, miraban, hablaban, y una en especial me llamó para contarme comportamientos del lugar. -Acá tenés que cuidarte mucho, hay muchas clases de chicas, están las lesbianas que pronto te harán una propuesta, las chorras que te robarán las cosas, las prostitutas que te ofrece- rán por poca plata y en los baños está el peligro porque te que- rrán violar... POR AHORA ESTE RELATO RECIÉN COMIENZA… Cruel situación la que me tocaba vivir, jamás había tenido una mente puritana, en el ambiente que me había criado era difícil no aprender y escuchar cosas que traen acarreadas, la ignorancia y la total impunidad de los adultos que tienen el de- ber de por lo menos callar ante la inocencia. En esos días estallaba en mi mente una frase que una de mis tías le decía a mi padre.. -Tienes que sacar las chicas de acá sino serán PUTAS co- mo su madre, siempre me pregunté quién tiene la blancura in- tacta para juzgar al otro, pero eso es cosa de todos los días, con el tiempo lo aprendí.. Y así pasaron pocos días y los ángeles grises comenzaron su trabajo, que no era poco. Llegaban las fiestas de fin de año, ni noticias de mi pobre her- mano, pero todos los días se me acercaba una preceptora ru- bia, alta y hermosa y me preguntaba como estaba, mis ojos ya - 13 -

cansados de llorar. Solo repetía, bien...bien... Pero mi alma era lágrima, pasaron dos semanas y en ese lugar no había nada que hacer, solo el chismerío rudo y barato de las pu- pilas del lugar se hacía escuchar. Y solo pensaba en que todo era nada, y me sentía maltratada y ultrajada, pero nadie se animaba a ponerme un dedo encima porque según decía era LA PROTEGI- DA... Mi madre no podía acercarse a nosotros por orden del juez, y mi padre que había quedado con mi abuela solo sabía viajar hasta RE- TIRO, de mis tíos nada se sabía, porque ellos fueron los que estu- vieron presentes para juzgar, pero cuándo todo se calmó, ellos lleva- ron a dos de mis hermanas y si te he visto, no me acuerdo. Y las heridas que como profundas huellas quedaron en noso- tros, es el día de hoy que una de mis hermanas no puede comer sin una gaseosa porque a ella la hacían comer sola y tomar agua mien- tras ellos en el comedor diario disfrutaban de sus ricas comidas. Y ésta preceptora con cara de ángel un día se acercó y me dijo.. -No pasarás las fiestas en este lugar, voy a hablar con el juez para que te deje estar con mi familia. Así fue que a la semana estaba en casa de ella, su familia esta- ba constituida por sus padres y una hermana, profesora de piano, pero creo allí pasé los tres meses de vacaciones más maravillosos de mi vida. Amor, calidez, respeto, armonía, compañerismo y sin diferen- cias, eso que quedó grabado en mi vida junto a la cara de ese ángel que aún recuerdo todavía. Cuándo ya terminaban las vacaciones, ella quería ser mi tutora y citó a mi padre y a uno de mis tíos para comentarle que haría los trámites para dicha acción.. Implacable mi tío, dijo: -¡NOOOOOOO! - 14 -

Mi padre que no sabía manejar su dolor, me habló y queda- mente me dijo.. -Hija tienes que volver al colegio, quiero que estudies, que seas una persona de bien... Pobrecito él con su alma blanca jamás pensó que si vol- vía a ese lugar lo que menos sería una persona de bien, co- mo él decía.. El ángel lloraba y ese mismo día con su hermana me sen- taron en una salita donde ella daba las clases de piano y me dijeron.. -Bueno Nita ya está todo dicho, pero no volverás a ese lu- gar horrible, nosotras te vamos a buscar un lugar donde pue- das estudiar de verdad.. Rogaba no separarme de ellas pero mi destino, creo esta- ba escrito.. Un día vino contenta y con muchos papeles.. -Ya lo conseguí, irás a un colegio de monjas, donde hay pocas chicas y podrás estudiar, aparte si no pueden venir tus familiares yo estaré cerca para lo que necesites. Así fue otra vez el dolor de la partida... Llegamos a ese lugar, parecía un palacio, lleno de plantas hermosas, bien pintado, a la entrada una gruta con la virgen de Fátima, piedras y una fuente, pero grande fue mi asombro cuando vi en su patio, una pileta de natación, una cancha de tenis, y mucho verde, bueno creo era una bendición. De mi hermano, ni noticias. Ya casi cinco meses que no lo veía, cada vez que pensa- ba en él lloraba tanto que creo nada era más importante que verlo. Y un día tuve un sueño, él me decía que si estudiaba mu- - 15 -

cho, volvería pronto, y eso fue lo que hice, me volví un libro, por la mañana hacía SECRETARIADO COMERCIAL, por la tarde PROFESORADO DE LENCERÍA, y aparte estudiaba piano, con un profesor que era ciego, tocaba el piano como los dioses, pero jamás dejaba que alguien lo ayudara a cru- zar la calle, era una avenida, pero se manejaba solo, luego comencé folclore, y así pasaba mi vida, no me dejaba pen- sar, ya mi familia era tan lejana, pero mi padre venía de vez en cuando a visitarme, eso fue el primer año. Las monjas eran las TERCIARIAS CAPUCHINAS de Colom- bia, de ellas todo lo aprendí, y con ellas compartí siete años de mi vida hasta que pude salir de ese lugar para seguir una carrera terciara. Los domingos eran de obras de teatro, óperas, ballets, conferencias, y eso me estimulaba mucho.. Y los domingos de visita que no se salía, como a mí na- die me visitaba me iba a preparar las materias que tenía atra- sadas, y un gran día ocurrió el milagro. Era un domingo hermoso, a la mañana había recitado a la virgen en la gruta, y me fui a estudiar, y de pronto sentí que mi nombre retumbaba en el micrófono, y cuándo lo oí por tercera vez fue cuando una monja que yo adoraba venia en mi busca. -Nita alguien te vino a visitar - tenía una cara de alegría que no era normal en ella.. -¿Quién??? -¡Vamos, vamos, hay que apurarse! Me agarró la mano y cuándo llegábamos al salón donde todos estaban me dejó y me dijo: - 16 -

-¡tienes que entrar! Tanta gente, pero no veía ningún familiar, ni persona co- nocida, hasta que una manito levantada y un bracito flaco me hacía señas... -¿PINI????? Y entró la monja y me agarró, creo me caía de la emoción, siiii, era mi hermano, mi hermanito del alma, no lo podía creer, con un amiguito de su mismo edad... Y las monjas nos abrazaron a los dos, para contener nuestra emoción, y comenzamos a gritar. Nadie entendía, hasta que las chicas le contaban a sus familias la historia, y todo termino en un gran aplauso.. Eso éramos tu y yo, ese abrazo que siempre nos faltó, esa caricia del alma que no puedes nunca olvidar, porque cuándo se es pequeño y te sacan lo afectos las heridas son huellas, pero huellas de verdad!!! No podíamos hablar, nos acariciamos creo por todo el año que había pasado y no nos habíamos visto. Él preguntaba: -Te sientes bien? Comes bien? qué haces, estudias??? Mientras en su mano temblaban un paquete de galletas y caramelos que no se animaba a darme. Las monjas se fueron y quedamos en esa mesa mi hermano, su amigo y yo... Me venía a la mente el día que nos separamos, lleno de tierra, su ropa rota, sus manos color tierra, su pelo duro por el sol y ahora lo veía prolijo, peinado, limpio, era otro este her- mano que me habían traído, no, era mi hermano del alma, ese que el día de hoy llevo en mi.. Y así fue que nunca faltó un día de visita y cada vez que me daba las galletas y los caramelos decía: - 17 -

-Hermana para que tu semana se haga más corta. –pero ya había pasado casi un año y un día vino triste y me dijo: -Hermana yo extraño mucho a mamá, si puedo me voy a ir a vivir con ella, pero prometo visitarte siempre... Y así fue, en un mes el juez le permitió ir con mi madre y venía muy poco, según él trabajaba mucho, lustraba botas en la estación CONSTITUCIÓN y vendía diarios, y cuándo tenía tiempo le ayudaba a vender choripán a un amigo. Cruel realidad la de mi hermano, que si no traía plata para comer, ese día no comía, pero él había buscado esa vida. Pasó otro año, con las monjas viajábamos mucho, nos ha- cían grandes fiestas, para los cumpleaños, para las pascuas, para navidad y siempre nos llevaban a CHAPADMALAL, lugar que adoro, porque ese mar guarda mis más hermosos secre- tos, y mis lágrimas de soledad y falta de afecto. No tuve fiesta de quince, pero aprendí modales, a comer la fruta con cubiertos, y cultura no me faltó pero nada se com- para con el abrazo y la manta que tus padres pueden poner a tu espalda, esa cuándo tienes frío, nada comparado con el eli- xir de la vida, la máquina del amor que cuándo te falta eres chueco toda la vida, hablo de afectos... Ya iba creciendo y comprendiendo más cosas, pero tenía una máscara de burguesía que no me pertenecía. A veces me iba al pueblito donde nací para pasar las vaca- ciones, me sentía bien, pero quería volver, pero cuándo se acercaba el final todo se volvía color tristeza. Ya recibida una amiga mayor me sacó de ese lugar y pude trabajar en la Universidad Nacional de La Plata como dactiló- grafa, había comenzado mi primer año de Odontología y era otra mi visión de la vida, pero pronto - 18 -

me di cuenta que no podía manejarme sola, los costos eran muy caros, y la política ponía rara la cosa para los estudian- tes, y como siempre me tiraba el estar al lado de mi her- mano, vino a hablar con mi madre y ella me invitó a vivir con ellos, y en dos meses ya estaba en su casa. Me di cuenta que no podía manejarme sola, - 19 -

Cuando llegué como todo nuevo es color de rosas, me iba a CONSTITUCIÓN a buscar a mi hermano, que ya por ese en- tonces vivía con olor a alcohol, pero no se notaba tanto, en la casa éramos un montón, ellos tenían cuatro hijos pequeños de su matrimonio, y los sábados siempre salían, así que sus her- manas y yo nos hacíamos cargo de nuestros hermanitos hasta que ellos llegaran. Me era difícil conseguir trabajo y más sabiendo que había estudiado en un colegio de la minoridad, casi nadie te tomaba, porque siempre existió eso de la discriminación, en cualquier parte del mundo y en cualquier lugar. Mi hermano iba de mal en peor, todavía no nos habíamos encontrado con mis otras hermanas, pero de a poco cuándo se enteraban dónde estábamos empezaron a venir, con ellas los problemas fueron cada día más grandes. Mi primer pelea con mi padrastro, fue que sin querer me dio una palmada en la cola y le tiré con un plato, fue suficiente para que mi madre durmiera dos días sentada en una silla pi- diéndome que me fuera porque tenía miedo que él algo me hi- ciera. Cuándo se enteró mi hermano consiguió plata y nos fuimos al pueblo a la casa de mi padre diciéndole que yo estaba de vacaciones. Pini se iba, pero me decía no te preocupes her- mana, tengo amigos y pronto te vengo a buscar. Si me dejaba allí a mi padre le alcanzaba poco con lo que el ganaba, porque tenía a su cargo mi hermana la más peque- ña, y mi abuela seguía trabajando, y nosotros contábamos con poco así que era irme o pasar necesidades. Pasaron pocos días y volvió mi hermano, diciendo a mi pa- dre que ya tenía que volver a trabajar. - 20 -

Grande fue mi sorpresa, él me hablaba de sus amigos, y de un lugar llamado DOCK SUD. -No te hagas problemas, vas a estar cerca de mamá, para el decir eso era como acariciar por la falta de afecto. Y al fin llegamos a ese lugar, era una villa miseria detrás de la petrolera, me acuerdo que subimos y todo se movía, le pedía por favor que no me dejara, pero él se tomó dos vinos y se marchó. La gente era maravillosa, no sabían cómo atenderme, pe- ro mi mente burguesa se resistía, como una niña criada en un colegio de monjas, con toda la educación, tenía que dormir en una habitación donde dormían diez más o menos. Pero fiel a su convicción a la semana apareció mi hermano y con alegría me dijo: -Hermana te conseguí otro lugar, es más lindo y podrás trabajar. Si era un matrimonio que había venido del Chaco, tam- bién seres adorables, trabajaba de cualquier cosa, plancha- ba, limpiaba casas, y empecé a conocer a mis hermanos, nos habíamos separado tan chicos y ahora éramos todos gran- des, íbamos a bailar, comíamos juntos, pero lejos de mi ma- dre, ella tenía otra meta para su vida. Y así seguimos la vida, pero para esa época él tendría su primer intento de suicidio, nunca se notaba su tristeza pero había algo en él que no podía decir.... Pero a pesar que se había clavado un cuchillo en la pan- sa, sobrevivió, pero nunca dejó de sufrir. Se casó tuvo hijos, pero siempre dormía con un arma de- bajo de la almohada porque siempre decía que a la noche lo venían a buscar para matarlo. - 21 -

Y es allí donde cada día que lo visitaba me daba consejos y me pedía siempre lo mismo. -¡Cuídame sicóloga! -era su dicho, así él me llamaba, y ahí comenzamos la misión entre mis hermanas y yo de salvar a ese humano que tanto sufría y cada día estaba peor... Iba a verlo día por medio, trataba de hablarle pero siempre me decía.. -Ud. no me dé consejos, porque MARTIN FIERRO ya mu- rió. -y volvía con mi desilusión, hacíamos oración frente al Hospital Argerich, allí venía un poderoso sanador, creo se lla- maba Annacondia, y era un pastor, todos los llevábamos e íba- mos a rogar por su integridad. Pero él tenía sus amigos en DOCK SUD, y nos reuníamos todos en nombre de él, que llegaba borracho como la uva, solo se callaba cuándo mi hermana la menor hablaba en LENGUA, ese lenguaje que parecía lo entendía porque cuándo ella decía la primer palabra y cantaba se callaba. Un día nos tomábamos las manos para orar por él, y cuándo el pastor comenzó su oración, a pedir por los necesitados... Se levantó y dijo... -No se olviden de mi PININO Y BORRACHO. Hay hermanito como te extraño y sé que por algo estoy es- cribiendo esto, que a muchos puede servir, porque no eres la única oveja que terminó tan mal.... Pasaron los días, y ya su vida era tres meses en rehabilita- ción y lo que podías en tu casa.. Y ahí tu segundo intento de suicidio, justo para un día de la madre... Pero milagrosamente te salvaste, no era tu hora, y cuándo - 22 -

se incendió el barco en el DOCKE, no quisiste salir de tu ca- ma, eso fue un 28 de junio y justo el 29 yo cumplía años, ya vivía en QUILMES, éramos muchos en mi casa pero vos falta- bas, hasta que dejó de arder que fueron tres días y como siempre me mirabas y decías.. Viste no pasó nada y me iba llorando de tu casa al verte cada día más flaco y sin ningún interés por el mundo. Cuándo vino una inundación y el agua te llegaba al col- chón y no hubo forma de sacarte, luego el agua bajó y otra vez me mirabas y me decías: -¡LA PUTA QUE LO PARIÓ! Cuándo casi en tu última recuperación conseguiste novia, se llamaba Cristina y que bonita era, y nosotras contentas porque ya no ibas a estar más solo, ella siempre tomaba jugo, era modista, y un día llegué con tus sobrinas que eran chicas, LAS TIAS VINAGRE, como tú las llamabas y una de ellas te- nía sed y le dije a tu novia que le diera jugo, y tomó y con ca- rita de no sé, me dijo: -Mami, el jugo del tío Pini tiene olor a vino, no tenía olor ,era vino, y ya la chiquita se había mandado un trago, El día que nos fuimos al PARQUE LEZAMA a una fiesta de disfraces para llevar a las nenas y nos avisaron que ha- bías tenido una recaída.. Hablamos entre las hermanas y dijimos.. -Bueno mañana vamos a verlo, sin saber que era tu des- pedida. Y ya se cumplen veinte años de tu partida, pero contigo hablo y te cuento mis cosas, que si no hubiera sido por tí no hubiera comenzado mi carrera de escritora, porque aquella úl- tima navidad cuándo te fuiste a brindar con el viejo abandona - 23 -

do de la esquina y no viniste hasta que todos habíamos brin- dado y casi no podías estar en pie, me suplicaste: -¡HERMANA, PSICÓLOGA, NO ME DEJES MORIR! Era esa época donde toda la familia se reunía y en aquel caserón viejo y en su patio lleno de glicinas bailábamos hasta el amanecer y bailaste la última cumbia, agarrado de mí como queriendo decir... “NO TE OLVIDES DE ESTE DÍA” Al otro día llegué a mi casa y escribí la primer prosa que por ahí guardo para que siempre tenga tu aroma y tu energía. Me viste el domingo estrellita, cuando hablaba el cura sana- dor, me miraba y sentía tu mirada, cuando me dio su bendi- ción, cuando nos pidió que rezáramos por los que partieron, por los que están. Solo tengo una alegría, que ahora GRA te cantará en len- gua, y saldrán a jugar entre las nubes porque fuimos herma- nos, pero no pequeños, porque nos trajo la misma madre, pe- ro no tuvimos sus nanas en nuestra cama, pero la respeta- mos porque fue nuestra transmisora de vida, porque nuestro cariño sigue intacto a pesar del tiempo, y somos todos UNO, sin miramientos, la misma energía, el mismo sentir. Ni que decir de todos los que te acompañan.. El viejo, las abuelas, nuestra hermana y tus amigos de la vi- da, esos los del boliche, que salían corriendo cuándo mira- ban tu cajón sin una flor en tu recuerdo... Pero nosotras cumplimos, te acordás cuándo decías.. No quiero una flor en mi velorio, porque voy a venir a visitar- las y no las dejaré en paz, y a todo el que traía flores lo sacá- bamos corriendo, la gente nos miraba como diciendo.. Es tanta la pobreza que no tiene una flor éste… - 24 -

Y así te marchaste mi querido hermano de sangre por el que tanto di y al que tanto recuerdo, pero sé en cualquier lugar nos encontraremos y jugaremos a la mancha, al huevo po- drido, y me dirás: -¡Loca no comas más tierra! Y acá está tu psicóloga siempre soñando con un mundo me- jor, dejando letras en nombre de la PAZ Y EL AMOR, y de- jándote como en éste hermoso día este recuerdo para que veas que siempre mientras tenga un corazón y vida, serás mi guía. BENDICIONES HERMANO DE MI ALMA, QUE TU LUZ SEA INFI- NITA, Y CADA VEZ MAS POTENTE PARA ACARICIAR EL CORAZÓN DE QUIENES AÚN TE NECESITAN!!! Antonia Luján Vázquez - 25 -

Antonia Luján Vázquez Nacida en Santa Lucia, San Pedro. Buenos Aires, Ar- gentina Premios naciona- les e internaciona- les. Edición siete li- bros personales. Participación en cuarenta antolo- gías. Embajadora cultu- ral del foro mun- dial de escritores y poetas, Rosario, Santa Fe. Argentina Cóndor latinoamericano (2018) Mujer girasol (2019), igualdad asorbaex-toledo-comunidad Castilla la Mancha, España Cóndor latinoamericano (2019) Autora “El matecito”, candombe.


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