Important Announcement
PubHTML5 Scheduled Server Maintenance on (GMT) Sunday, June 26th, 2:00 am - 8:00 am.
PubHTML5 site will be inoperative during the times indicated!

Home Explore Colonización, conflicto y paz

Colonización, conflicto y paz

Published by FAO Colombia, 2022-04-09 19:14:50

Description: Historias del Guaviare a partir de los procesos de investigación en memoria y oralidad, realizados por los jóvenes de Asunción, Calamar, ETCR Charras y ETCR Colinas.

Keywords: Memoria histórica,Conflicto armado,Guaviare,Amazonía Joven,desplazamiento,colonización,paz

Search

Read the Text Version

["Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz un modelo empresarial de cultivo de coca; el grupo guerrillero determin\u00f3 que cada unidad econ\u00f3mica familiar solo deb\u00eda sembrar una hect\u00e1rea de esta planta por cada tres hect\u00e1reas de alimentos. Como explica Mar\u00edn, este aspecto gener\u00f3 que las ganancias de la coca terminaran invertidas en pastos y ganado; o en ma\u00edz, cacao y ca\u00f1a, sembrados en las parcelas de los campesinos. Sin embargo, al llegar los a\u00f1os noventa, la lucha contra las drogas, sustentada en las fumigaciones con glifosato, gener\u00f3 una importante reacci\u00f3n de organizaci\u00f3n y movilizaci\u00f3n social en Calamar, Miraflores y en todo el Guaviare, descrita muy bien por, entre otros autores, Henry Salgado43 ; y tambi\u00e9n afect\u00f3 la producci\u00f3n de subsistencia y la salud de los pobladores. Las protestas y movilizaciones termina- ron en acuerdos incumplidos y, en 1996, el Gobierno decret\u00f3 la regi\u00f3n como \u201czona de guerra\u201d. El Guaviare se convirti\u00f3, entonces, en Zona Especial de Orden P\u00fablico y los enfrentamientos armados no se hicieron esperar. En medio del crecimiento de sus estructuras y de su expansi\u00f3n territorial, las FARC-EP llev\u00f3 a cabo la sangrienta toma guerrillera ocurrida en Miraflores, en 1998. Una acci\u00f3n desproporcionada hacia la Base Antinarc\u00f3ticos ubicada en ese municipio, pero, sobre todo, una acci\u00f3n que demostraba la incomprensi\u00f3n del Gobierno de Samper, y del pa\u00eds entero, frente a las complejas configuraciones del Guaviare y su historia como territorio de colonizaciones diversas, marginalidad y riquezas, en medio de un Estado plagado de inequidades e injusticias sociales. El Guaviare es uno de los lugares que mejor ejemplifica el equ\u00edvoco de combatir con armas y represi\u00f3n un fen\u00f3meno tan espinoso como el cultivo de la coca, y esta, a su turno, es la mejor met\u00e1fora de las grandes tensiones, conflictos y pro- blemas aplazados de un pa\u00eds injusto e inequitativo. C\u00f3mo se arman los relatos calamarenses Esa hojita verde, la coca, motor de sue\u00f1os y ambiciones, ha sido protagonista de la historia de Colombia en general, de la Amazon\u00eda en particular y del Guaviare muy especialmente. Como los r\u00edos, la econom\u00eda de la hoja de coca configur\u00f3 los nuevos ciclos de colonizaci\u00f3n en los a\u00f1os setenta y ochenta. Al igual que los r\u00edos Ariari y Guayabero, la coca ha recorrido un trecho muy largo, hasta convertirse en lo que hoy conocemos de ella. Su evoluci\u00f3n, como bien lo dec\u00eda Alfredo Molano, \u201ces larga e intrincada y est\u00e1 lejos de ser una improvisada y exitosa aventura de algunos empresarios del narcotr\u00e1fico\u201d44 . 43 Henry Salgado, Don Armando Monta\u00f1a R\u00edos: una historia oral de la acci\u00f3n colectiva del Guaviare, 1970-2010 (Bogot\u00e1 D.C.: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018) 44 Alfredo Molano, Selva adentro: una historia de la colonizaci\u00f3n del Guaviare (Bogot\u00e1 D.C.: El \u00e1ncora editores, 2006: 125) 50","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. La coca despert\u00f3, en la colonizaci\u00f3n de los a\u00f1os 60, 70 y 80, ese mismo esp\u00edritu ra- paz de los caucheros y trigrilleros que, entre 1910 y 1950, se adentraron al Guaviare en busca de fortuna, sin meditar en las consecuencias sociales o ambientales de su aventura. Bien dec\u00eda Mar\u00edn45 que la balata, el tigrilleo y otras actividades extrac- tivas, de semillas, plumas de aves o madera de la selva, m\u00e1s que olas reales de colonizaci\u00f3n, en el sentido de asentar y \u201cfundar\u201d, significaron incursiones fr\u00e1giles y variables que no se\u00f1alaban a\u00fan la consistencia de un proceso de consolidaci\u00f3n territorial. Sin embargo, la explotaci\u00f3n de la coca es muy distinta a la econom\u00eda cauchera pues, a diferencia de los ind\u00edgenas sometidos a las siringas46 ; el campesino colo- no hu\u00eda, en su mayor\u00eda, de la violencia de sus territorios de origen y tra\u00eda consigo unas inmensas ganas de hacerse merecedor de la vida en esta tierra, as\u00ed como la b\u00fasqueda de otras garant\u00edas para negociar y acceder a la bonanza que tra\u00eda la coca. Ello les permiti\u00f3 tomar decisiones y gozar de cierta autonom\u00eda para sem- brar, procesar, vender y reinvertir, de acuerdo con sus posibilidades. Los rumores sobre fortunas reci\u00e9n habidas y las historias sobre el polvo blanco, en los a\u00f1os ochenta y noventa, subieron por el piedemonte llanero y amaz\u00f3nico hasta esparcirse por buena parte del pa\u00eds, provocando una migraci\u00f3n interna que fue aumentando poco a poco, hasta llegar a conformar los pueblos y veredas del Guaviare actual. Entre los susurros de aquellas historias el nombre de Calamar dejaba un eco en el aire. Ese asentamiento que, en su momento, fue la primera capital del Vaup\u00e9s se convirti\u00f3 en una promesa dorada del departamento; fue la esperanza de muchas familias que llegaron al Guaviare buscando refugio, de muchos hombres que, simplemente, ven\u00edan huyendo de la injusticia o, tambi\u00e9n, de la justicia. Como sea, la econom\u00eda cocalera fue un motor muy fuerte de la co- lonizaci\u00f3n y destron\u00f3 el inter\u00e9s comercial que hab\u00edan generado la marihuana, el caucho, el pescado y las pieles. As\u00ed, el municipio de Calamar fue creciendo. Los r\u00edos dejaron de ser las \u00fanicas ar- terias comerciales; ahora, por v\u00eda a\u00e9rea, peque\u00f1as avionetas viajaban con \u201cla mer- canc\u00eda\u201d y aterrizaban en aeropuertos clandestinos. La bonanza crec\u00eda y la violen- cia tambi\u00e9n, no se pod\u00edan entender separadas, pues la econom\u00eda de la coca se ve\u00eda beneficiada por la fuerza del Estado o de guerrillas y paramilitares, en tanto la represi\u00f3n al narcotr\u00e1fico y su disputa violenta eran instrumentos funcionales y necesarios para mantener elevadas las tasas de ganancia de ese negocio trans- nacional. 45 Jorge Iv\u00e1n Mar\u00edn, \u201cColonizaci\u00f3n y recomposici\u00f3n campesina en el Guaviare, 1960-1998,\u201d Memoria y sociedad, no. 13 (2014): 117-158 46 Nombre com\u00fan para los \u00e1boles de caucho de la familia de las Euforbi\u00e1ceas. Luis Enrique Arag\u00f3n Farkas. Diccionario folcl\u00f3rico colombiano. Ibagu\u00e9: Universidad de Ibagu\u00e9, 2018, p. 1406 51","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Las vivencias de estos a\u00f1os dibujan un rastro latente en el presente. Los m\u00e1s vie- jos cuentan a los m\u00e1s j\u00f3venes sus aventuras y desventuras. Las historias sobre el dinero de la coca, los muertos, los enfrentados y enfrentamientos, la podero- sa profundidad de la selva y lo lindo del llano tienen vida propia. Cada relato es contado con m\u00faltiples acentos y viaja hasta el presente con su propio ritmo y direcci\u00f3n. No obstante, los j\u00f3venes, como grandes receptores de las memorias de esos d\u00edas, no son escuchas pasivos, no reciben una memoria ajena, sino que despliegan una historia m\u00e1s amplia de lo que ellos ya conocen; eso los hace, al tiempo, herederos y colonos, por el artificio de la palabra narrada. Son colonos, son calamarenses. En Guaviare, los calamarenses son aquellos colonos que nacieron y fueron cria- dos en Calamar. Por ello, conocen las ra\u00edces de sus padres y abuelos, pero son tambi\u00e9n conscientes de las ra\u00edces propias. Esta generaci\u00f3n abarca un amplio ran- go de edad, pero la cuota juvenil dentro de ella, es decir, quienes oscilan entre los 13 y 28 a\u00f1os, son calamarenses excepcionales; han empezado un proceso muy importante, pero a veces doloroso, de indagar en el pasado de sus familias y de su pueblo, intentando encontrar en esa mirada, que se lanza hacia atr\u00e1s, algunas claves que lleven a descifrar la humanidad que se gesta en medio de un conflicto armado. Estos j\u00f3venes han venido sintiendo los efectos del Acuerdo de Paz de La Haba- na en el ritmo y ruido de los d\u00edas, y han sabido construir sus sue\u00f1os y aspiracio- nes personales junto a los silencios que la Paz propone al departamento. En sus an\u00e9cdotas familiares est\u00e1 la red de procesos vivos que componen el apasionante episodio de la colonizaci\u00f3n. Esas narrativas adquieren un valor agregado al ser vistas con los ojos de presente, de tal manera que cada historia se convierte en un impulso que alimenta el futuro. Para ellos, la valent\u00eda de los pioneros, el empuje de los reci\u00e9n llegados y la vida bonita que ofrece el campo coexisten sin ning\u00fan problema con las caras m\u00e1s oscuras del duelo, del trauma y la violencia; en virtud de esa coexistencia, distinguen los claro-oscuros de su realidad pasada, presente y porvenir. Tener esta visi\u00f3n privilegiada sobre lo luminoso y lo oscuro es una fortaleza. Por un lado, les permite a estas j\u00f3venes generaciones hacer una pausa para no re- petir errores del pasado y, por otro, el ejercicio de identificar los matices de la memoria abre paso a que la palabra dicha pueda ser palabra escrita. Mediante esa transacci\u00f3n, las memorias personal y familiar pasan a ser soporte de una me- moria hist\u00f3rica colectiva, cada vez m\u00e1s amplia y sabia, donde la voz del joven es valorada como forjadora de futuro. 52","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. En una tarde soleada, entre jugo de guayaba y risas, unos j\u00f3venes calamarenses se entrevistaron mutuamente, escribieron, leyeron y demostraron que es posible absorber la memoria oral para traducirla en memoria escrita. Si bien un testi- monio no se agota nunca, el ejercicio de su registro nos ense\u00f1a algo realmente importante: qu\u00e9 hacer con aquello que no deber\u00edamos olvidar. Y, precisamente, lo que descubrieron sobre ser calamarenses, as\u00ed como los recuerdos que han he- redado, ense\u00f1an a no olvidar. Es un aprendizaje que permite recordar que la Paz abre posibilidades, pues no cierra caminos; y que a\u00fan hay muchas heridas por sa- nar. En ello, los j\u00f3venes quieren aportar. Pervive en su esencia el emprendimiento de los primeros colonos, pero con una conciencia m\u00e1s grande sobre los l\u00edmites de la naturaleza y de la comunidad. Las Cr\u00f3nicas calamarenses, como fueron bautizados posteriormente sus ejercicios de escritura, dan cuenta de la sabidur\u00eda fresca y el talento con el que esta generaci\u00f3n busca dejar una huella y ser feliz en el territorio que sus ancestros construyeron a punta de sue\u00f1os. 53","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz El comienzo siempre es dif\u00edcil. Mar\u00eda Olga Le cuento que yo ya llevo varios me- Foto: \u00a9 Warner Valencia ses haciendo entrevistas. Inclusive que ya, por ah\u00ed hace como 4 meses, sali\u00f3 un libro.47 Pero venga, le vuelvo a contar. Yo soy caldense. Yo nac\u00ed en Palestina, Caldas, y all\u00e1 yo o\u00ed la propa- ganda por la radio, del programa de Orlando L\u00f3pez Garc\u00eda. Todos los d\u00edas hab\u00edan unas historias por el radio; yo prend\u00eda la Radio Sutatenza y hab\u00eda un programa que se llamaba Natacha, una novela, porque, cuando eso, uno no o\u00eda sino radio. Al o\u00edr la propaganda en ese programa, en el a\u00f1o 1967, cuan- do estaba de presidente Carlos Lleras, todav\u00eda; mi marido decidi\u00f3 que nos ven\u00edamos porque estaba cansado de que lo humillaran por no tener nada de tierra. Y mi marido se vino adelante, se junt\u00f3 con unos cinco compa\u00f1eros y pagaron el pasaje hasta Bogot\u00e1 y de all\u00e1 los trajeron en un avi\u00f3n grande que lo dejaba a uno en San Jos\u00e9 y de all\u00e1 cog\u00eda uno en tractor para El Re- torno. Cuando lleg\u00f3, mi marido fund\u00f3 una finquita all\u00e1. \u00c9l, a m\u00ed, me dej\u00f3 en Caldas y, como a los tres o cuatro meses, me mand\u00f3 pa- saje pa\u00b4 que me viniera, tambi\u00e9n, de la misma manera. Yo llegu\u00e9 con mis cuatro ni\u00f1os: Mario, Nora, Dora y Car- los Alberto, y viaj\u00e9 con unos se\u00f1ores que ven\u00edan para ac\u00e1 tambi\u00e9n: Mario 47 Se trata de un peque\u00f1o documento elaborado por el Ministerio de Cultura, en el que Olga com- part\u00edo parte de su vida. Ministerio de Cultura (2019) Memorias de colonizaci\u00f3n, Calamar Guaviare. Bogot\u00e1: Digital. Disponible en: https:\/\/issuu.com\/pcalamarguaviare\/docs\/memorias_de_colonizaci_n_ san_ jos__del_guaviare 54","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Cifuentes, Orlando Rinc\u00f3n y Alfonso Rinc\u00f3n. En ese viaje tambi\u00e9n ven\u00eda Mario de Jes\u00fas Rivera Valencia. De San Jos\u00e9 para El Retorno, nos toc\u00f3 en tractor y eso era muy cans\u00f3n, se demoraba uno ocho d\u00edas porque el aparato se enterraba. Ah\u00ed, yo llegu\u00e9 a donde Pablo S\u00e1nchez, a un sitio que llamaban El Trueno, nos dieron comida y de ah\u00ed a la finquita que mi marido hab\u00eda levantado con una huerta sembrada con solo maticas de yuca y pl\u00e1tano; pero, como estaban peque\u00f1as, no daban nada; entonces, tocaba ir a traer comida y semillas a San Jos\u00e9 y toca- ba pescar. Ya despu\u00e9s, \u00e9l se dedic\u00f3 a trigrillar, cog\u00eda tigres, cachirre48 y pescaba y, por mucho tiempo, vivimos de eso. Cuando arreglaron un poco la carretera, nos fuimos a vivir a El Retorno (caser\u00edo) otra vez, y all\u00e1 conseguimos una case- tica y vend\u00edamos comida y yo alimentaba a los trabajadores de la carretera; yo preparaba hasta 70 almuerzos. Ah\u00ed estuvimos un tiempo, pero \u00e9l se puso a to- mar mucho trago y nos devolvimos a la finca, una finca como de 120 hect\u00e1reas y la trabajamos duro. Una vez, all\u00e1 en la finca, me perd\u00ed. Me pas\u00f3 una vez que, cuando viv\u00edamos en El Retorno, sal\u00eda de la casa, que iba de la casa que dizque pa\u00b4l Retorno, y \u00e9l (el marido) se me adelant\u00f3 un poquito, me dijo: \u201cespere, que yo ya la alcanzo\u201d, y se qued\u00f3 y yo segu\u00ed. Resulta que me embolat\u00e9, eran como las 6:30 y yo iba a andar y gritaba y gritaba; y \u00e9l, pues, muy tranquilo, se vino para El Retorno porque cre\u00eda que yo ven\u00eda adelante; y yo, todo el d\u00eda, reviente bejucos por all\u00e1. Sal\u00ed a las 6 de la tarde en El Retorno porque uno hay veces que le pone cuidado a las cosas, y un d\u00eda yo lo o\u00ed a \u00e9l dici\u00e9ndole a un se\u00f1or por all\u00e1 en El Retorno que uno, cuando se embolataba en la selva, deb\u00eda orientarse siempre al sur, \u201cdonde el sol iba vol- tiando, pa\u00b4 all\u00e1 iba a voltiar uno\u201d. Cuando yo me vi tan perdida en esa selva tan espesa \u2013no se ve\u00edan sino micos\u2014, y yo corra, yo no hac\u00eda sino correr, voltiando pa\u00b4 donde el sol iba voltiando. Y el sol se ocult\u00f3 en el cementerio del Retorno, y all\u00e1 sal\u00ed, a las 6 de la tarde. Y Mario ten\u00eda una rasca (risas). Yo llegu\u00e9 a una parte y o\u00eda que golpiaban y golpiaban, y yo dec\u00eda: \u201cpor aqu\u00ed hay gente tumbando selva o algo\u201d. Y, cuando llegu\u00e9 al tumbador, corr\u00ed a ver por d\u00f3nde sal\u00eda y ya era bastante monte. Entonces, me puse a gritar. Cuando me contestaron: \u201c\u00bfqui\u00e9n hay por ah\u00ed?\u201d, entonces, yo dije: \u201cla se\u00f1ora de Mario\u201d, y me dijeron: \u201cno se vaya a meter por encima de la selva, m\u00e9tase redonda, v\u00e9n- gase a mano derecha por toda la orilla del tumbado\u201d, y ah\u00ed sal\u00ed. \u00bfLe digo qui\u00e9n era el que estaba all\u00e1?: Emilio, el sordo. Emilio estaba con otro se\u00f1or tomando guarapo, me dieron una tazada de guarapo y yo con esa sed todo el d\u00eda. Y ah\u00ed me dijeron: \u201cv\u00e1yase aqu\u00ed derecho que usted sale al cementerio, en vez de coger pa\u00b4 abajo, coja as\u00ed\u201d. Qu\u00e9 susto, y yo reci\u00e9n venida por aqu\u00ed, que nada m\u00e1s ten\u00eda 48 Nombre que se le da a la babilla o peque\u00f1o caim\u00e1n de agua dulce. Luis Enrique Arag\u00f3n Farkas. Diccionario folcl\u00f3rico colombiano. Ibagu\u00e9: Universidad de Ibagu\u00e9, 2018: 287 55","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz como tres o cuatro meses de haber venido. Estaba muy jovencita. Yo llegu\u00e9 por aqu\u00ed de 16 a\u00f1os. Y mi esposo cre\u00eda que yo me hab\u00eda devuelto (risas). Yo llegu\u00e9 toda llena de verde, del monte, yo llegu\u00e9 ah\u00ed rayada, vuelta nada. Otra vez, me acuerdo que mi marido se fue pa\u00b4l pueblo y me dej\u00f3 sola. Yo no te- n\u00eda velas, solo ten\u00eda un cabito de vela, as\u00ed, chiquito; y no ten\u00eda linterna. Entonces, me acost\u00e9 como a las 6:30 o 7 de la noche; le di de comer a la ni\u00f1a. Y, cuando yo sent\u00ed como que me tocaron as\u00ed la cara (risas), yo, ah\u00ed mismo, me hice as\u00ed; cuando mir\u00e9, era una culebra. Una culebra por el medio entre la ni\u00f1a y yo, o no s\u00e9 c\u00f3mo, as\u00ed quietecita, y yo le ech\u00e9 mano a la ni\u00f1a, y brinc\u00f3. Claro, la culebra qued\u00f3 loca, yo ve\u00eda que ella brincaba de lado a lado. Imag\u00ednese el susto, yo durmiendo con todos esos muchachitos, ten\u00eda cuatro o cinco ya. Y yo iba a sacar a esos mucha- chos y esa culebra all\u00e1 volaba, era una toche. Y yo solita, imag\u00ednese, y va y se me acaba el cabito de la vela y yo a lo oscuro. Yo dec\u00eda: \u201c\u00bfqu\u00e9 hago?\u201d. Entonces, los saqu\u00e9 a todos y los sub\u00ed por all\u00e1 a una camareta donde aporre\u00e1bamos ma\u00edz. No ten\u00eda m\u00e1s que hacer, sino ponerme a gritarle a un vecino que quedaba retirado, como de aqu\u00ed al puerto, casi; pero, entonces, \u00e9l viv\u00eda por ah\u00ed en un alto y yo viv\u00eda en el otro. El se\u00f1or alcanz\u00f3 a o\u00edr y se vino. Ese se\u00f1or vino a matar esa culebra y me dec\u00eda: \u201cyo aqu\u00ed no me quedar\u00eda porque dicen que donde matan una culebra llega la otra\u201d. A lo \u00faltimo, yo cog\u00ed y \u00e9l me dijo: \u201cpues, v\u00e1monos para la casa\u201d; y yo dije: \u201cno, yo no me voy para all\u00e1\u201d. Entonces, yo saqu\u00e9 a todos los ni\u00f1os y a todos los muchachos los met\u00ed en el toldillo; \u00bfusted cree que yo dorm\u00ed esa noche? Y \u00e9l me dej\u00f3 una linterna. Ese fue otro susto bien bravo. Dicen que las culebras, cuando uno est\u00e1 amamantando, ellas van y le chupan la leche a uno. Entonces, yo creo que se deb\u00eda a eso. Otra vez, yo estaba en el fog\u00f3n de piedra y, resulta que en esa finca donde nosotros nos fundamos hab\u00eda mucha culebra; una vez estaba yo haciendo el desayuno o el almuerzo, yo no s\u00e9, pero como uno manten\u00eda el diario, cuando eso hasta los pies se le secaban a uno porque uno manten\u00eda en botas; entonces, yo sent\u00eda que me hac\u00edan as\u00ed, y cuando saco el pie, esa culebra ah\u00ed pegada en la bota. Yo saqu\u00e9 el pie y la cule- bra, ah\u00ed mismo, sali\u00f3 volando. El caso es que nosotros ten\u00edamos ya esa finquita muy bonita, pero \u00e9l tomaba mucho trago; y un d\u00eda lleg\u00f3 a la casa diciendo que hab\u00eda vendido la finca, pa\u00b4 tom\u00e1rsela en trago. Entonces, ten\u00edamos que desocupar all\u00e1 y nos vinimos. \u00c9l compr\u00f3 por all\u00e1 una bodeguita en Potos\u00ed, m\u00e1s cerquita de La Libertad que de El Retorno. \u00c9l compr\u00f3 una bodeguita por all\u00e1 y pusimos una cantinita y ah\u00ed traba- jaba yo, pero \u00e9l se vino para Calamar. Yo estuve trabajando como un a\u00f1o sola en ese lugar, y hac\u00edamos buena plata, hasta que me aburr\u00ed por all\u00e1 y yo le dije que me quer\u00eda venir a donde estaba \u00e9l, porque nosotros ya ten\u00edamos cuatro ni\u00f1os y estaban grandecitos; pero \u00e9l se puso bravo, no quer\u00eda, porque como yo vend\u00eda 56","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. mucho trago all\u00e1, entonces, cada vez que [\u00e9l] sub\u00eda, hab\u00eda buena plata. Una vez, all\u00e1 en la bodega, llegaron unos se\u00f1ores que dec\u00edan que eran mineros, y lleva- ban ocho d\u00edas tomando, y yo ya no quer\u00eda venderles trago, entonces, les tir\u00e9 unos costales para que se acostaran. Al rato, se arm\u00f3 una balacera y encendieron la casa a plomo, una plomiza en la madrugada, y eso me aburri\u00f3 m\u00e1s. Entonces, yo me vine para Calamar a buscar a mi marido y le volv\u00ed a decir que yo me iba a venir. Cuando yo llegu\u00e9 ac\u00e1, hab\u00eda un se\u00f1or llamado Sisiaca y \u00e9l me dijo: \u201cdo\u00f1a Olga, esta casa y una finca la est\u00e1n vendiendo\u201d, eran de don Ismael, un se\u00f1or de El Retorno. Camino a Calamar Yo ten\u00eda una platica, ah\u00ed, guardada y hab\u00eda comprado, al escondido de \u00e9l (el marido), una novilloncita y una potranquita. Entonces, al otro d\u00eda, me fui al Re- torno y habl\u00e9 con Ismael y le dije: \u201c\u00bfusted est\u00e1 vendiendo la casa donde vive Sisiaca?\u201d \u2013Sisiaca, en ese entonces, estaba haciendo su casita en la esquina, al lado de all\u00e1\u2014, y me dijo: \u201cs\u00ed, do\u00f1a Olga, y le vendo tambi\u00e9n la finca. Yo le dije: \u201cno, yo para la finquita no tengo, tengo pa\u00b4 la casa\u201d, y me dijo: \u201ctranquila, yo se la f\u00edo, \u00bfqu\u00e9 tiene usted pa\u00b4 darme?\u201d, y le dije: \u201cpues, tengo una novilloncita y la potranquita\u201d; entonces, me dijo: \u201cpues, deme lo que tenga y despu\u00e9s me paga la finca\u201d. La finca val\u00eda 40.000 pesos. Como le dije que le daba los animalitos, \u00e9l despu\u00e9s fue a verlos, pero no me los recibi\u00f3. Me dijo que la novilloncita estaba de cr\u00eda, y que eso era de suerte, y que le dejara los 14.000 pesos que \u00e9l me ten\u00eda guardados de la venta de la otra finca, porque \u00e9l se la hab\u00eda comprado a mi marido, pero yo le dije que no le fuera a decir nada. Yo me vine y le dije a mi marido que hab\u00eda hecho el negocio y que yo me ven\u00eda pa\u00b4 ac\u00e1. Y eso, se puso bravo, me dijo que era que yo ten\u00eda un mozo y no s\u00e9 qu\u00e9, porque con qu\u00e9 yo iba a conseguir esto. Entonces, me toc\u00f3 decirle la verdad, que yo hab\u00eda comprado esos animalitos y le dije: \u201custed, el d\u00eda menos pensado, se enferma o se enferma uno de los ni\u00f1os y no tenemos en qu\u00e9 echar mula, hay que tener algo\u201d. \u201cAh, bueno\u201d, me dijo. Entonces, \u00e9l negoci\u00f3 la bodega de Potos\u00ed y le dieron 900.000 pesos por eso, me acuerdo tanto. Yo, por eso, le tengo fe al n\u00famero nueve (risas). Y, antes el se\u00f1or ten\u00eda una tienda y nos dio dos carrados de remesa pa\u00b4 que trajera, pa\u00b4 que vendiera. En El Retorno duramos como siete a\u00f1os y yo me vine ya para Calamar un lunes, con esa remesa; y ac\u00e1, Sisiaca no hab\u00eda desocupado todav\u00eda. Nosotros llegamos y descargamos ah\u00ed afuera, todo. Nosotros que llegamos con esos dos carros de remesa, y eso estaba solo, y comienza la gente a llegar; que les vendiera comida, y yo comenc\u00e9 a sudar ese poco de pl\u00e1tanos y de carne, a asar una arroba de car- 57","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz ne, y haga arroz. Nosotros llegamos como a las cuatro de la tarde, con 25 cajas de cerveza, tra\u00edamos de todo; era que tra\u00edamos como 10 cajas de aguardiente. Y a las nueve de la noche ya no hab\u00eda nada, todo se vendi\u00f3. Al otro d\u00eda nos llega- ron otros dos carrados de remesa. Despu\u00e9s de que Sisiaca desocup\u00f3 la casa, ya pusimos negocitos, vend\u00edamos en una cantina, hicimos una tienda muy grande, tuvimos modo, gracias a Dios, pero, otra vez ca\u00edmos por el vicio de mi esposo. Yo trabajaba mucho, pero nada me ganaba porque todo se lo tomaba \u00e9l. Nosotros ten\u00edamos una tienda muy grande aqu\u00ed, y a m\u00ed comenz\u00f3 a perd\u00e9rseme la plata; vend\u00eda una remesa de $ 200.000 pesos que, cuando eso, era mucha plata, y yo me iba, como manten\u00eda ah\u00ed en la cocina, yo manten\u00eda de a 100, 200 comensales, entonces, mientras yo me iba para la cocina, la plata se me perd\u00eda. Y as\u00ed, hasta que ca\u00edmos. Cuando mataron a mi marido, nosotros ya est\u00e1bamos sin nada. Nosotros alcanzamos a tener como 300 reces, todo eso, y \u00e9l fue el que acab\u00f3 con todo; el d\u00eda que lo mataron vendi\u00f3 la \u00faltima. Yo nunca fui capaz de decirle nada. Yo le ten\u00eda mucho miedo. Era tanto el vicio, cuando eso, aqu\u00ed, que yo, una vez, sal\u00ed y me fui y \u00e9l se fue a traer una carne que pa\u00b4 trabajar, y no llegaba. Entonces, alguien me dijo: \u201cdo\u00f1a Olga \u00bfusted no sabe d\u00f3nde est\u00e1 Mario?\u201d, dijo: \u201cvaya a tal parte, pero no se deje ver. Vaya y se asoma, dentre por tal parte, no vaya a pedir permiso para entrar\u201d. Yo sal\u00ed y me fui, y lle- gu\u00e9, y el se\u00f1or que estaba en la entrada me dijo: \u201custed pa\u00b4 d\u00f3nde va\u201d, y le dije: \u201cno, no, no, nada\u201d, y segu\u00ed. Iba a lo que iba. Cuando yo llego, y me pongo a mirar y a ver, hab\u00eda un redondo por ah\u00ed de 50 personas, as\u00ed todas; y llegaban y pasaban el uno al otro, fumando vicio, y ah\u00ed estaba Mario. A m\u00ed me dio como una tristeza. Un hermano m\u00edo, que tambi\u00e9n estaba ah\u00ed, me vio y de una vez se vino, y me dijo: \u201custed, qu\u00e9 hace aqu\u00ed\u201d, y yo dije: \u201cno, nada\u201d; entonces, ah\u00ed mismo, me volti\u00f3 a mirar mi marido, y me dijo: \u201custed, qu\u00e9 hace ah\u00ed\u201d, y yo: \u201cno, nada, no estar\u00e9 haciendo lo mismo que usted anda haciendo\u201d, y me dijo: \u201cen la casa me las paga\u201d. Yo me vine muerta del miedo, eso s\u00ed, porque \u00e9l s\u00ed me daba muy duro. Y yo me vine a hacer oficio, fui y consegu\u00ed lo que ten\u00eda que hacer, pero ese d\u00eda se me quem\u00f3 toda la comida, porque a m\u00ed me daba miedo, y yo no pod\u00eda estarme en la cocina tranquila, porque a m\u00ed me parec\u00eda que \u00e9l llegaba y me acababa. \u00c9l lleg\u00f3 al otro d\u00eda, lleg\u00f3 a pegarme y yo me le devolv\u00ed. Y ya, de ah\u00ed pa\u00b4 ac\u00e1, yo me desanim\u00e9 mucho a trabajar, no trabajaba como con esa moral, hasta que nosotros quedamos sin nada, que fue cuando ya lo mataron a \u00e9l. 58","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. La muerte A \u00e9l lo mataron aqu\u00ed mismo, en la calle. Estaba tomando, estaba por ah\u00ed, como bailando con otros, y ese d\u00eda, \u00e9l me hab\u00eda amenazado que me iba a matar; en- tonces, yo estaba por all\u00e1, escondida. De pronto, yo vi que se puso a hablar con otro se\u00f1or y, entonces, le dije a mi hija: \u201cmija, yo me voy a ir pa\u00b4 dentro, no sea que su pap\u00e1 me pegue un tiro aqu\u00ed\u201d. Entonces, por all\u00e1 hab\u00eda un portoncito, y yo fui y me par\u00e9 por all\u00e1, cuando son\u00f3 el tiro. Y, ah\u00ed mismo, yo dije: \u201cay, Dios m\u00edo, Mario mat\u00f3 ese se\u00f1or con el que estaba alegando\u201d. \u00c9l andaba con una pistola, y era una pistola que no era de \u00e9l, me la hab\u00edan dado a m\u00ed a guardar. Entonces, mi hija fue a arrancar a correr, y yo le dije: \u201cno, espere a ver\u201d; cuando entr\u00f3 el mu- chacho, y se qued\u00f3 todo callado. Despu\u00e9s, sali\u00f3 el se\u00f1or con el que estaba Mario, y dijo: \u201cuy, virgencita, le pegaron un tiro a Mario\u201d. Y la hija me dijo: \u201cay, mam\u00e1, mataron a mi pap\u00e1\u201d. Cuando yo sal\u00ed, el se\u00f1or con el que \u00e9l estaba alegando lo ten\u00eda as\u00ed, cogido con una mano, y en la otra ten\u00eda la pistola. Entonces, yo le dije: \u201c\u00bfqu\u00e9 fue, Carmelo?\u201d, y dijo: \u201cno, que mataron a Mario\u201d, \u201c\u00bfusted lo mat\u00f3?\u201d, le dije, me dijo: \u201cno, do\u00f1a Olga, no piense eso, que yo no soy un asesino; mire la pistola, que no est\u00e1 disparada\u201d. Ah\u00ed, a m\u00ed se me fue el mundo en ese momento, pues, a pesar de que yo ten\u00eda tanto miedo de ese se\u00f1or, se me fue el mundo. Yo me acuerdo que qued\u00e9 fr\u00eda, no me acuerdo de nada. Solo volv\u00ed en s\u00ed cuando me dijeron \u201cdo\u00f1a Olga, v\u00e1yase con Mario, que se lo llevaron\u201d; entonces, yo volti\u00e9 a ver y me dijeron \u201cv\u00e1yase, v\u00e1yase as\u00ed como est\u00e1\u201d. Yo sal\u00ed corriendo. Lo hab\u00eda matado su mismo trabajador. As\u00ed fue, yo no s\u00e9 qu\u00e9 problema tendr\u00eda \u00e9l con ese muchacho, ni nada. Los trabajadores, esos se volaron de la finca tambi\u00e9n, y que- d\u00e9 yo sola luchando con todos mis hijos. Cuando a \u00e9l lo mataron, yo no ten\u00eda sino deudas. Gracias a Dios, yo como que no he sido muy ca\u00edda, porque quer\u00edan quitarme todo, iban a quitarme la finca, iban a quitarme esto por deudas. Y yo les dec\u00eda: \u201csi le fiaron a \u00e9l, que era m\u00e1s irresponsable, por qu\u00e9 no me f\u00edan a m\u00ed; deje, que yo les pago\u201d, y as\u00ed fue, gracias a Dios. Trabajando, porque yo trabajaba mucho. Yo vend\u00eda por ah\u00ed, comida y, daba de comer. Me toc\u00f3 muy duro al prin- cipio porque no ten\u00eda negocio, no ten\u00eda un peso, ten\u00edamos muchas deudas, yo ten\u00eda que salir a buscar comidita para darle a los hijos. La fuerza para seguir, yo la sacaba trabajando. Yo estuve unos d\u00edas muy, muy mal. Por ah\u00ed yo iba a coger pl\u00e1tano, yuca por all\u00e1, porque tambi\u00e9n me gustaba irme al monte, y con eso manten\u00eda a los hijos. Un d\u00eda, yo estaba aqu\u00ed y como todo esto era un solo sal\u00f3n, lleg\u00f3 y me dijo un muchacho: \u201cdo\u00f1a Olga, \u00bfa usted no le gustar\u00eda poner un almacencito o alguna cosa aqu\u00ed?\u201d, y yo le dije: \u201cno, y yo con qu\u00e9?\u201d, y me dijo: \u201carri\u00e9ndeme un pedacito, y yo lo hago, y del arriendo vamos descontando\u201d. Me acuerdo que la primera vez que arrend\u00e9 eso, me gan\u00e9 10.000 pesos. Y s\u00ed, \u00e9l hizo un vainito all\u00e1, y puso un almacencito y despu\u00e9s todo el mun- 59","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz do se me vino encima para que les alquilara, y me hicieron puros localcitos, as\u00ed, y con el mismo arriendo iba pagando. Ya con eso, comenc\u00e9 a sobrevivir, a pagar las deudas y a darle estudio a mis hijos. Cuando el narcotr\u00e1fico lo consumi\u00f3 todo Nosotros, cuando llegamos aqu\u00ed en el 67, la gente viv\u00eda matando animales, en los llanos, pescando y tigrillando. Tra\u00edan esas cosas y compraban una remesa grande, y se juntaban tres o cuatro y estaban por all\u00e1 dos o tres meses, en los llanos, en el monte; pero, despu\u00e9s de eso, como a los cuatro o cinco a\u00f1os, co- menzaron con el cuento de la coca. Yo me vine a dar cuenta fue mucho tiempo despu\u00e9s. Yo ve\u00eda a mi marido con secreteos, por ah\u00ed, con la gente, y un d\u00eda me dijo: \u201cyo le tengo que hacer papeles sobre usted porque, uno no sabe, por ah\u00ed y ma\u00f1ana caiga a la c\u00e1rcel, y usted quede por ah\u00ed sola\u201d, le dije yo: \u201c\u00bfpor qu\u00e9?\u201d, y me dijo: \u201cno, por nada\u201d. Cuando, a los d\u00edas, me di cuenta de que era que estaban en el cuento de eso, pero \u00e9l se envici\u00f3 y eso le cost\u00f3 la muerte. Adem\u00e1s, con ese asunto de la coca hubo mucha violencia, mucha muerte; uno ve\u00eda a la gente c\u00f3mo desperdi- ciaba la plata; y con la coca tambi\u00e9n mucho conflicto, se agarraban a plomo. Yo ten\u00eda ac\u00e1 un negocito, un restaurante, y hab\u00eda veces que se agarraban a plomo, y a uno casi ni le daba tiempo ni de sentarse ni de esconderse. Una vez hubo un enfrentamiento, eso hace mucho tiempo; por ah\u00ed, no s\u00e9 qu\u00e9 fue lo que hubo y se agarraron a plomo, y esto estaba aqu\u00ed lleno de matas. Al otro d\u00eda, amanec\u00edan los muertos tirados, yo no s\u00e9 a qui\u00e9n mataron, pero fue horrible. Todo el mundo se hab\u00eda metido en la cocina porque les daba miedo, y todos estaban tirados en el suelo. La balacera comenz\u00f3 como a las siete de la noche y eran las tres de la ma\u00f1ana y no se acababa. Eso fue tan horrible. Me acuerdo tambi\u00e9n de la historia de un se\u00f1or llamado Reinaldo. \u00c9l ten\u00eda avio- netas y los hijos eran pilotos, ten\u00eda mucha plata, ten\u00eda muchas lanchas, \u00e9l traba- jaba por aqu\u00ed pa\u00b4 all\u00e1. Me acuerdo mucho de ese se\u00f1or porque \u00e9l era muy pat\u00e1n, muy pato; y ese se\u00f1or nos hac\u00eda muchos gastos a nosotros, y ven\u00eda y mandaba a matar cuatro, cinco o diez gallinas; y era muy corrompido. Me acuerdo mucho que se pon\u00eda a comer con todos los choferes, con toda la gente y, cuando le daba la gana, que estaba tomado o cualquier cosa, llegaba y se quitaba la caja de dientes y cog\u00eda y se la met\u00eda a la gente en los platos (risas); entonces, a uno esas cosas no se le olvidan (risas). Reinaldo ten\u00eda un hijo, uno o dos, que eran pilotos. 60","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Aqu\u00ed llegaban porque no hab\u00eda d\u00f3nde m\u00e1s llegar. Aqu\u00ed llegaba gente que fuera importante, que no fuera importante, que tuviera plata, que no tuvieran plata. Cuando eso, no estaban las casas de la orilla del r\u00edo, ni nada. Hab\u00edan poquitas casas; entonces, uno se levantaba por la ma\u00f1ana o, yo, al menos, me levantaba porque, como yo vend\u00eda comida, y, junto con los muchachos, llev\u00e1bamos tres canecas ah\u00ed, al r\u00edo; uno se pon\u00eda a coger agua y, al llegar a la casa, suba toda esa agua, hasta que llen\u00e1bamos las canecas para gastar lo del d\u00eda. Eso s\u00ed, para lavar tocaba ir all\u00e1. Cuando eso, hab\u00eda mucho movimiento en este pueblo; las lanchas no eran en hierro, cuando eso, las lanchas eran unas canoas grandotas de palo; entonces, aqu\u00ed era donde llegaba toda la gente en esas canoas. Esta casa no estaba cercada, no hab\u00eda sino unas piecitas aqu\u00ed, y el resto era as\u00ed (se- \u00f1ala el patio), y esto era llenito de puras matas, porque aqu\u00ed era donde llegaba la gente, y yo les vend\u00eda la comida, aqu\u00ed almorzaban, todo. La gente se quedaba en hamaca, y aqu\u00ed serv\u00eda la comida. Yo vend\u00eda mucha comida. Y esto era bodega; esto era llenito, usted miraba y todo era llenito de puros tambores de gasolina. Una vez, me dio a m\u00ed por pren- der algo y, claro, todas esas canecas de pura gasolina, y se me prende todo eso, y esas canecas de ah\u00ed para all\u00e1, \u00a1Virgen Sant\u00edsima!, estaba yo muy asustada. Yo no s\u00e9 c\u00f3mo hice para apagar todo, pero eso se fue en candela, as\u00ed. Brutalidad de uno, porque uno no sabe, y yo saqu\u00e9 una cobija grande, a toda, y me fui y apa- gu\u00e9 eso. Por eso, este patio aqu\u00ed no sirve para sembrar matas casi, en el suelo, porque est\u00e1 empapado de aceite. Oiga, y en ese entonces, y c\u00f3mo es de bravo ese ACPM, que ese piso uno se pone a hacer un hueco y eso tiene mucha made- ra, entonces eso ha cogido ya mucha tierra y eso huele a puro ACPM. Pero se vend\u00eda buena comida. Aqu\u00ed llegaban los tractoristas. Cuando eso, entra- ban la carga era en tractores y unos carros que les dec\u00edan Reos, por su marca. Y yo, por ah\u00ed, a veces estaba acostada, cuando llegaban y me despertaban: \u201cdo\u00f1a Olga, traemos hambre\u201d. Yo nunca dejaba a nadie sin comida, me levantaba, y como manten\u00eda gallinas aqu\u00ed, corr\u00eda y, ah\u00ed mismo, preparaba dos o tres gallinas. Imag\u00ednese, yo a la una de la ma\u00f1ana d\u00e1ndoles una ollada de sancocho (risas). Esa era la vida m\u00eda, trabajar y trabajar. Todo el mundo me dec\u00eda que dizque mam\u00e1 Olga, tal cosa. 61","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz C\u00f3mo se fue formando el pueblo: personas y lugares. Cuando nosotros llegamos aqu\u00ed, enseguida hab\u00edan dos ranchitos y ah\u00ed estaba la estaci\u00f3n de polic\u00eda, donde queda la comisar\u00eda. Yo no me acuerdo c\u00f3mo se llamaba el de la comisar\u00eda, pero a los dos o tres meses lleg\u00f3 un se\u00f1or que fue el primer alcalde que hubo ac\u00e1, se llamaba Leino Sastoque. \u00c9l lleg\u00f3 all\u00e1, a ese ranchito, y estuvo un tiempo. Despu\u00e9s, se fue \u00e9l. Yo no s\u00e9 si era buen alcalde, eso s\u00ed, vago como todos (risas), tomatrago. Y despu\u00e9s, lleg\u00f3 Luis L\u00f3pez, pues, ese era uno de los m\u00e1s antiguos aqu\u00ed. Hab\u00edan dos: \u00e9l y otro Luis L\u00f3pez que era ind\u00edgena. La se\u00f1ora de \u00e9l (del ind\u00edgena) todav\u00eda vive y est\u00e1 all\u00e1 en el ancianato, se llama Emilia, ella es ind\u00edgena; a ella le mataron los hijos en la guerrilla. Tambi\u00e9n hab\u00eda otro se\u00f1or que se llamaba Alfredo Otero, y Marco L\u00f3pez tambi\u00e9n, ya muerto. Don Ibrahim Sanabria vino en esos diitas, y Mateo, que tambi\u00e9n ya est\u00e1 muerto. Tambi\u00e9n estaba Don Eudoro. A los poquitos d\u00edas de nosotros estar aqu\u00ed, ah\u00ed, enseguida, hab\u00eda otro ranchito. Despu\u00e9s, donde es la joyer\u00eda, hicieron el puesto de salud. Entonces, vino una en- fermera y atend\u00eda los partos. Yo, inclusive, el \u00faltimo ni\u00f1o que tuve, que ya tiene 40 a\u00f1os, lo tuve ah\u00ed. Y despu\u00e9s, hicieron el hospital como en los ochenta. Eso fue muy bueno porque, al principio, a la gente le tocaba sacar los enfermos de aqu\u00ed en camilla hasta La Libertad, pero le tocaba sacarlos cuando se agravaban, o dejarlos morir porque no era sino ese puesto de salud y, cuando eso, todav\u00eda no hab\u00eda avionetas. Despu\u00e9s fue que construyeron la pista en medio. La primera escuelita quedaba all\u00e1, donde don Alejandro. Ese se\u00f1or prest\u00f3 la casa para comenzar a estudiar, y ah\u00ed estudiaron las primeras veces, el primer medio a\u00f1o, hasta que hicieron un ranchito all\u00e1, donde est\u00e1 ahora. Era un ran- chito que, un d\u00eda, casi mata a los chinos porque se les cay\u00f3 encima (risas). Hum- berto fue muy buen profesor, y la profesora Rosal\u00eda. A Humberto lo mataron, no sabemos por qu\u00e9 raz\u00f3n; en esa \u00e9poca mataban mucha gente, o sea, era muy com\u00fan que la gente se matara mucho. Cuando eso, hab\u00eda un movimiento aqu\u00ed: la JUCO, la JUCO, y esa gente, entonces, le dec\u00eda a alguien \u201cdeme una cerveza o tal cosa\u201d, y si la otra persona le dec\u00eda que no, solo por eso, ya pod\u00edan matar a la gente. La iglesia s\u00ed se demor\u00f3 mucho, como a los dos o tres a\u00f1os ya comenzaron a venir los sacerdotes e hicieron una improvisada en un ranchito donde ven\u00edan y hac\u00edan las misas. Primero, las misas las daban era donde ahorita es la casa del Moncio Aponte. Ah\u00ed empezaron a darlas, y despu\u00e9s s\u00ed las pasaron para all\u00e1. Esta iglesia 62","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. que est\u00e1 ahora s\u00ed es nueva, no tiene sino como ocho a\u00f1os. El padre que m\u00e1s ha estado aqu\u00ed es el padre Ibrahim, ya lleva como 20 a\u00f1os. \u00c9l se fue y volvi\u00f3, y as\u00ed, se ama\u00f1\u00f3 aqu\u00ed. Lo quer\u00edan mucho. Y yo me acuerdo del padre L\u00edbano, que el padre L\u00edbano era muy especial, ese fue de los primeros. Marco Tulio fue otro alcalde, y tambi\u00e9n estuvo Aldemar Gavil\u00e1n. Entre \u00e9l, el cura y don Germ\u00e1n Olarte, hicieron la Alcald\u00eda. Don Germ\u00e1n ayud\u00f3 mucho al pueblo, \u00e9l cuidaba mucho los mangos y, sobre todo, un sitio muy especial que \u00e9l cuidaba porque dec\u00edan que ah\u00ed se hab\u00eda sentado Jos\u00e9 Eustasio Rivera a narrar lo de La Vor\u00e1gine. S\u00ed, all\u00e1 en unas carnicer\u00edas hab\u00eda un mango, muy grande. Y ese man- go todos lo cuidaban, porque ese era el mango de Rivera. Pero, despu\u00e9s lo tum- baron y \u00a1qu\u00e9 problema tan verriondo con ese mango! Eso, hicieron demandas y todo; yo no me acuerdo qui\u00e9n fue el que tumb\u00f3 ese mango. La pavimentada de las calles s\u00ed fue hace poco, por ah\u00ed del 2000 para ac\u00e1. En el 2006 pavimentaron desde la Alcald\u00eda hasta all\u00ed, hicieron la L; pero nos toc\u00f3 pagar, pagamos como tres o cuatro cuotas a la guerrilla. Eso lo comenz\u00f3 a pavi- mentar la guerrilla. Se uni\u00f3 la guerrilla y ten\u00edan que traer cemento, y los comer- ciantes ten\u00edan que traer gravilla; se metieron a la Alcald\u00eda, y la Alcald\u00eda dio plata; pero, en esas, entr\u00f3 el ej\u00e9rcito, entr\u00f3 la polic\u00eda y, pues, le toc\u00f3 irse a la guerrilla, entonces, no acabaron. Y eso estuvo otro tiempo as\u00ed, hasta que el alcalde Gavi- l\u00e1n ayud\u00f3 para terminar la pavimentada. Me acuerdo que don Germ\u00e1n Olarte, el alcalde anterior, hizo el parque y dej\u00f3 una palomera, el gallinero ese (risas), que Gavil\u00e1n tumb\u00f3 y lo demandaron por eso. Pero es que las palomas estaban da\u00f1ando las casas, se met\u00edan a las casas y todo. 63","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Traer vidas al mundo. Blanca Foto: \u00a9 Warner Valencia Yo soy nacida en Jenesano, Boyac\u00e1; tengo 73 a\u00f1os, ya mismo cumplo 74, ya falta poquito; y me cas\u00e9 en el Meta. Mi marido era tolimense y yo era de Boyac\u00e1, \u00e9ra- mos, una de Jenesano con un tolimense. All\u00e1, como dicen, fabricamos nuestros hijos. En esa \u00e9poca, ninguno pensaba que por ser parte de la Uni\u00f3n Patri\u00f3tica nos fuese a pasar algo, pero esa fue la raz\u00f3n por la que mataron a mi marido en Medell\u00edn del Ariari, all\u00e1 en el Meta; y de all\u00e1 fue que me toc\u00f3 venirme desplaza- da, y aqu\u00ed sigui\u00f3 la persecuci\u00f3n conmigo. El hecho de que me maten a m\u00ed es lo de menos, pero me quedaba todo ese animalero (los hijos) para levantar. El desplazamiento A \u00e9l, yo no me acuerdo cu\u00e1ndo lo mataron, pero ah\u00ed tengo todos esos papeles porque estamos ahora en el proceso de lo de v\u00edctimas. De ah\u00ed, me toc\u00f3 venirme en una volqueta de Granada para ac\u00e1, y esa volqueta nos trajo, gracias a Dios, hasta Tierra Negra; y ah\u00ed me descarg\u00f3 y con ese muchacher\u00edo me vine, con esa escuelita, como yo dec\u00eda. Cuando yo llegu\u00e9 aqu\u00ed al Guaviare, hace unos 30 a\u00f1os, aqu\u00ed no entramos en busetica, y as\u00ed de facilito como es ahora. Yo llegu\u00e9 y por all\u00e1 me ten\u00edan trabajito, en una finca, para hacerle de comer a unos los traba- jadores, y los muchachos m\u00edos, pues, no estaban tan grandes ni tan peque\u00f1os. Bol\u00edvar, el que est\u00e1 ah\u00ed (se\u00f1ala a un se\u00f1or de unos 40 a\u00f1os, o m\u00e1s), era el que 64","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. m\u00e1s me ayudaba, pero mi camada fueron seis y, no conforme con esos, recog\u00ed nueve que yo no par\u00ed, porque no los par\u00ed, pero los recog\u00ed. Resulta que a esos otros muchachos les mataron la mam\u00e1, entonces quedaron hu\u00e9rfanos, y yo, aunque era muy pobre \u2013mire que la pobreza nos enriquece mu- cho\u2014, los recog\u00ed, y para nadie es un secreto. Tengo uno que yo no lo par\u00ed, que es \u201cPatebuey\u201d, me qued\u00f3 de dos horas de nacido; tengo otra que, aqu\u00ed el \u201cAparato\u201d (se\u00f1ala a uno de los j\u00f3venes de Calamar) la distingue, es Yamile, y me la dejaron botadita, pero la recog\u00ed y, ahora mismo, es madre de familia y es abuela, y ah\u00ed est\u00e1. Y as\u00ed, sucesivamente. Unos han muerto, otros est\u00e1n vivos, pero como tuve pan para los propios m\u00edos, tuve pan para los ajenos. Hoy en d\u00eda, que uno est\u00e1 en la edad que est\u00e1, a uno le duele que, de pronto, le echen cara y que digan: \u201ceste, como es pobre y viene a pedir un vaso de agua, \u00a1ay, no!, agua pa\u00b4 usted no hay\u201d. Y pa\u00b4 uno, que ha llevado la pobreza toda una vida, eso es muy duro, re duro, porque yo no les pude dar tanto estudio a los muchachos porque fueron hartos, pero les di estudio a todos hasta donde m\u00e1s pude, eso de que \u201cno alcanz\u00f3 por- que tengo muchos hijos\u201d, no; donde van los propios, comen tambi\u00e9n los ajenos; y donde comen los ajenos, comen tambi\u00e9n los propios. Y as\u00ed llegu\u00e9 yo aqu\u00ed, al Guaviare, con todo ese animalero. A m\u00ed me dejaron en Tierra Negra y, de ah\u00ed, de la carretera, caminamos hasta una finca donde me estaban esperando. Y all\u00e1 llegu\u00e9 a organizar, a hacer de comer, a lavar ropas ajenas y a atender partos. Entonces, en esas veredas se dieron cuenta de que yo era partera, y el uno me llamaba y el otro me llamaba, y yo volaba, como gallina ardida, de un lado a otro, pero le respond\u00eda a todos. Hasta en una hamaca me toc\u00f3 dormir una vez, con una invernada dura, y yo, como jam\u00e1s hab\u00eda dormido en hamaca, fue dif\u00edcil, pero aqu\u00ed me toc\u00f3 venir a acostumbrarme a eso, ah\u00ed me pegu\u00e9 mi costalazo, pero bueno, eso lo ense\u00f1a a uno a darle m\u00e1s moral a la vida. Y, otra vez, me llevaron por all\u00e1 a atender un parto donde una se\u00f1ora muy pobre, y all\u00e1 s\u00ed que menos hab\u00eda cama, porque hab\u00eda la sola camita de la pareja, y ya uno cansado y trasnochado, pues, \u00e9chele a dormir al pie del perro porque no hay m\u00e1s. Hab\u00eda un costalito que yo mira- ba bueno pa\u00b4l colch\u00f3n, entonces, dije: \u201cacu\u00e9stese ah\u00ed, Blanca, porque no hab\u00eda d\u00f3nde m\u00e1s\u201d. Y as\u00ed me toc\u00f3 por ah\u00ed en esas fincas, pero, gracias a Dios. 65","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz La parter\u00eda Yo ven\u00eda atendiendo los partos desde el Meta, desde muy ni\u00f1a. Yo nunca pensa- ba que nosotras, como mujeres, ten\u00edamos eso. Como yo jam\u00e1s hab\u00eda visto a una mujer as\u00ed, y a mam\u00e1 nunca la vimos con vestidos escotados, mucho menos, con vestidos cortitos, ella usaba era vestidos de manga larga; entonces, el d\u00eda que yo mir\u00e9 nacer el primer beb\u00e9 \u2013yo tendr\u00eda por ah\u00ed de siete a ocho a\u00f1os\u2014, cuando yo mir\u00e9 esa se\u00f1ora ah\u00ed botada en el piso, encima de unos costales, con un poco de chiros, y yo mir\u00e9 que ese beb\u00e9 sal\u00eda por ah\u00ed, pero, como a nosotras no nos dec\u00edan que esa era la vagina, sino que nos dec\u00edan: \u201cc\u00fabrase, pues, porque usted no va a mostrar la panocha por ah\u00ed\u201d; y la panocha, en ese tiempo, eran unas arepas de panocha de mazorca, y yo dec\u00eda: \u201c\u00bfpero, por qu\u00e9 dicen que panocha?\u201d. Ese d\u00eda, lleg\u00f3 mi mam\u00e1, que s\u00ed era partera, y le tocaba atender un parto, pero el r\u00edo se creci\u00f3 y no la dej\u00f3 pasar, y yo, mientras tanto, miraba a esa se\u00f1ora embarazada. Despu\u00e9s, yo le dije a mi mam\u00e1: \u201c\u00bfmam\u00e1, ser\u00e1 que, cuando yo est\u00e9 grande, voy a ser as\u00ed?, \u00bfme van a salir vellos en la panocha?\u201d, y esa se\u00f1ora ten\u00eda vellos en las axilas tambi\u00e9n; entonces, ella me dijo: \u201cpues, a usted tambi\u00e9n le va a pasar lo mismo, porque usted es mujer\u201d, yo dije: \u201cay, Dios m\u00edo, ser\u00e1, entonces, que nos convertimos en animales\u201d. Yo, por eso, digo siempre que nosotros venimos de la raza animal, porque siempre traemos algo de ella. Y, desde ah\u00ed, empec\u00e9 yo la parter\u00eda. Y, lo mismo, para aplicar inyecciones, a m\u00ed nadie me dijo: \u201cDo\u00f1a Blanca, venga le ense\u00f1o c\u00f3mo se aplica esta inyecci\u00f3n\u201d; uno aprende es por las experiencias, las veces que a uno le tocaba y los sufri- mientos, porque, cuando yo tuve el primer hijo en Villavicencio, el m\u00e9dico le formul\u00f3 diez inyecciones, cada tercer d\u00eda le ten\u00eda que aplicar una, y yo fui a la droguer\u00eda y le dije al se\u00f1or: \u201cAy, es tan amable y me le aplica una inyecci\u00f3n a mi ni\u00f1o, que el m\u00e9dico mand\u00f3 que cada tercer d\u00eda, pues, no tengo plata, pero alg\u00fan d\u00eda le pago\u201d; \u201cAy, do\u00f1a Blanca, usted es una mujer muy pobre y tiene todo ese reguero de muchachitos, \u00bfcu\u00e1ndo me va a pagar?, no, yo no le aplico esa inyecci\u00f3n\u201d. \u201cGracias, don Acero. No me la aplique\u201d. Entonces, me fui lejos, a conseguirme un inyector porque, cuando eso, los inyec- tores eran de hervirlos y hervir la aguja; ahorita s\u00ed hay inyectores desechables y todo; y all\u00e1 me lo consegu\u00ed, y yo misma le puse las inyecciones a mi hijo. Des- pu\u00e9s, fue que un suero y, \u00bfde d\u00f3nde flores, si no hay jard\u00edn?, no hab\u00eda alcohol, no hab\u00eda algod\u00f3n, mucho menos, espa[ra]drapo. Entonces, us\u00e9 la tira del brasier, le pinch\u00e9 aqu\u00ed y busqu\u00e9 la vena; pa\u00b4l esparadrapo, saqu\u00e9 unas brechas de los costales donde viene la papa y le amarr\u00e9 eso, y as\u00ed aprend\u00ed, sin ning\u00fan cuento 66","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. de tanta cosa. Tiempo despu\u00e9s, cuando yo hice mi curso de promotora de salud, el m\u00e9dico nos dijo: \u201ces que se tienen que aplicar inyecciones unos a otros\u201d. Yo le dije al doctor: \u201cqu\u00e9 pena, doctor, pero yo ya s\u00e9\u201d. Y, como ah\u00ed, era aprender en una naranja o en un lim\u00f3n y que, luego, en la cola suya, despu\u00e9s, que en la cola de aquel y, despu\u00e9s, venga pa\u00b4 ac\u00e1; le dije: \u201cno\u201d. Yo le dec\u00eda a la muchacha que me iba a pinchar: \u201csi usted sabe, me la aplica aqu\u00ed, donde yo le voy a se\u00f1alar\u201d, y yo le se\u00f1alaba: \u201caqu\u00ed me la va a aplicar\u201d, y yo as\u00ed aprend\u00ed; por eso dice el dicho: \u201cel que mi Dios manda para torero, del cielo le caen los cuernos\u201d (Risas). Ese cuento de la parter\u00eda, yo lo aprend\u00ed sin estudiar; y no tuve necesidad de que ninguno me explicara. Eso s\u00ed, mi mam\u00e1 me ense\u00f1\u00f3 algunas cosas; un d\u00eda, que una se\u00f1ora tuvo un muchachito, ella s\u00ed me dijo: \u201c\u00bfel ombligo? \u00a1qu\u00e9 cuento de hilo!\u201d. Cuando mi mam\u00e1 hac\u00eda los alpargates de fique, ella cog\u00eda los ripios y los torc\u00eda en las piernas, bien torcidos, o una cabuya, y qu\u00e9 cuento de alcohol, vaya al palo y b\u00e1jese un lim\u00f3n y \u00e9chele lim\u00f3n a eso; y con el cuchillo de la cocina, lim- pie ese cuchillo con un pedazo de lim\u00f3n y con eso corte el ombligo de ese mu- chachito, y am\u00e1rreselo con la cabuya o con el ripio. Ahorita, dizque no se puede porque eso produce una infecci\u00f3n y no s\u00e9 qu\u00e9 m\u00e1s, eso son pendejadas. Yo aprend\u00ed con mi mam\u00e1, pero, en realidad, ella nunca nos dejaba poner cui- dado, porque, cuando iba a atender esos beb\u00e9s, nos mandaba por all\u00e1, pa\u00b4 los cafetales, nos dec\u00eda: \u201cbueno, se van por all\u00e1, lejos\u201d; y, si era de noche, nos man- daba a dormir en ese cambull\u00f3n y, cuando volv\u00edamos, ya el chinito o la chinita berreaban; pero nunca nos llegaron a decir: \u201cmiren, si un caso, ustedes llegan a crecer, esto les va a pasar, eso pasa por ac\u00e1, no\u201d. Eso era, mejor dicho, muy clan- destinamente que aprendimos esas cosas. Ahora que me acuerdo, hubo un caso muy raro aqu\u00ed, en Calamar, hace muchos a\u00f1os, aqu\u00ed en el pueblo. Fue tan raro que la gente qued\u00f3 aterrada. A m\u00ed me dio miedo porque yo hab\u00eda atendido muchos partos, pero jam\u00e1s hab\u00eda recibido un beb\u00e9 de esa manera. El beb\u00e9 naci\u00f3, pero con dos dientes aqu\u00ed arriba y dos para ac\u00e1 abajo; esto de aqu\u00ed s\u00ed lo ten\u00eda, pero esto de aqu\u00ed, no; esto era pegado ac\u00e1 en los ojos, era como si ya se le fueran a brotar de la cara, grandes, pero unos ojotes tenaces y, de aqu\u00ed, de este dedito, le sal\u00eda otro dedito ac\u00e1, y aqu\u00ed le sal\u00eda el otro, ac\u00e1. Piecitos s\u00ed ten\u00eda. Donde iban a ser los test\u00edculos, no ten\u00eda nada, pipicito s\u00ed, pero no era un pip\u00ed normal, era como un granito de arroz larguito; y ten\u00eda vagina, como para que fuera mujer, pero no vagina, sino apenas el rastro de donde iba a ser la vagina, entonces, yo digo, no se sab\u00eda si iba a ser mujer u hombre. El caso es que, cuando yo mir\u00e9 nacer ese beb\u00e9, a m\u00ed me dio mucho miedo por- que yo no hab\u00eda visto nada as\u00ed. Y naci\u00f3 ese ni\u00f1o y yo lo envolv\u00ed ligerito, le pinc\u00e9 el 67","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz cord\u00f3n umbilical, se lo cort\u00e9 y dej\u00e9 a esa se\u00f1ora ah\u00ed quietita, y me fui al hospital porque el m\u00e9dico era amigo m\u00edo. Cuando yo llegu\u00e9, le dije: \u201c\u00a1Ay, doctor, acabo de recibir un beb\u00e9 impresionante, yo no hab\u00eda recibido un beb\u00e9 as\u00ed!\u201d. Dentramos con \u00e9l, y me dijo: \u201cno se asuste, eso es un beb\u00e9 que naci\u00f3 sin cerebro, dele gracias a Dios que lo alcanz\u00f3 a recibir vivo\u201d. Pues s\u00ed, \u00e9l naci\u00f3 vivo, porque relampaguea- ba esos ojitos, pero muri\u00f3 r\u00e1pido, y yo le dije: \u201c\u00bfA raz\u00f3n de qu\u00e9 sucede esto, Doc- tor?\u201d, y me dijo: \u201cesto es de las fumigadas que hace el Gobierno con el glifosato, esto es lo que pasa, que las mam\u00e1s, las maternas est\u00e1n en embarazo y, claro, tienen poquitas defensas y el que recibe todo eso es el beb\u00e9\u201d. Y, la verdad, eso fue todo. La gente que lo miraba dec\u00eda que era un astronauta: \u201ceso es un peligro, es un astronauta que naci\u00f3\u201d, y bueno, el m\u00e9dico dijo: \u201cno, eso es un beb\u00e9 de caso especial\u201d. Gracias a Dios, el pap\u00e1 no dej\u00f3 que lo miraran tanto, r\u00e1pido lo meti\u00f3 al ata\u00fad y lo llev\u00f3 al cementerio, porque era un beb\u00e9 impresionante. Otro beb\u00e9 que recib\u00ed naci\u00f3 con cabecita y cuerpito, sin huesitos, y se qued\u00f3 como una plasta; eso s\u00ed, al m\u00e9dico le toc\u00f3 ayudarme, pero \u00e9l dec\u00eda lo mismo, que era por el glifo- sato, que el beb\u00e9 no recog\u00eda el calcio para los huesos y que nac\u00edan as\u00ed, deformes, pero, gracias a Dios, naci\u00f3 y se muri\u00f3 ese beb\u00e9, porque s\u00ed sufri\u00f3 esa mam\u00e1 para parirlo. Yo creo que criaturas que hayan padecido, y esa se\u00f1ora, es muy duro. En la casa yo no pod\u00eda atender partos, pero cuando alguien necesitaba que yo le fuera a atender a su se\u00f1ora, a su hermana o a su vecina, yo iba. Me tocaba ir lejos y pantanear entre la monta\u00f1a. El temor que a m\u00ed me daba eran las cule- bras, pero dec\u00edan que las culebras le tienen miedo al ajo, entonces, yo permane- c\u00eda con mi ajo entre las tetas. \u00bfNo ve que, a varia gente, de verdad, la picaban las culebras? y, s\u00ed; uno miraba que le quedaban los bracitos secos, la piernita seca y era porque ah\u00ed lo hab\u00eda picado la culebra. A veces, me ten\u00edan que llevar a Tierra Negra, o m\u00e1s all\u00e1, a patica; a veces, cuando se consegu\u00eda un caballito, santo y bueno, y, si no, eche patica. Si yo llegaba y ya hab\u00eda pasado el parto, pues ya qu\u00e9 vamos a hacer, prepararle el ombligo a la criatura y hacerle curaci\u00f3n, y eso era lo \u00fanico que hab\u00eda que hacer. Pero es que hoy usted tiene alcoholcito o una gasita, de resto, yo qu\u00e9 iba a llevar, ten\u00eda que irme con las manos limpias. Ahora no, ahora mismo, ya uno, para un parto se previene: que el caucho, que s\u00e1banas, que las pinzas, que las tijeras, que d\u00f3nde va a echar la ri\u00f1onera o a d\u00f3nde va a desinfectar las tijeras, las pinzas, d\u00f3nde va a desinfectar el hilo y todo eso; porque, primero, llegaba uno y si no hubo m\u00e1s qu\u00e9 hacer, saque unos ripios de cabuya, mijito, porque de a d\u00f3nde m\u00e1s le vamos a amarrar el ombligo al muchachito ese. En el Meta me toc\u00f3 a m\u00ed un caso, en plena carretera. Salimos con la se\u00f1ora por ah\u00ed, de una casa, para irnos a San Mart\u00edn; y se nos agrav\u00f3 la se\u00f1ora en plena carretera y no pasaba ni un alma. Ella nos dec\u00eda: \u201cya, d\u00e9jenme aqu\u00ed, que yo me voy a morir\u201d, y la mir\u00e9 y ya ven\u00eda el beb\u00e9 para afuera; al final, naci\u00f3 el ni\u00f1o en 68","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. ese rayo de sol, y yo pensaba: \u201c\u00bfcon qu\u00e9 mochamos el ombligo, si no llevamos nada?\u201d Yo le dije al esposo: \u201ca punta de muela, c\u00f3rtese un pedacito del borde de la camisa suya porque no hay con qu\u00e9 m\u00e1s amarrar\u201d, y as\u00ed nom\u00e1s lo hicimos. Y \u00bfcon qu\u00e9 m\u00e1s vamos a cortar?, \u00bfc\u00f3mo hac\u00eda \u00e9l para echarle muela a ese cor- d\u00f3n?, le dije: \u201ccons\u00edganse una piedra anchita y otra piedra\u201d, metimos esa anchita por ah\u00ed debajo y encima el cord\u00f3n y, a punta de tiestazos, machuque y machu- que, hasta que se le cort\u00f3 la tripita a ese muchachito. Y, despu\u00e9s de eso, pues nos toc\u00f3 devolvernos con ella, otra vez, para la casa y dejar por ah\u00ed ese reguero porque a d\u00f3nde \u00edbamos a enterrar eso. Yo me pongo a pensar ahorita, que es muy distinto: si no es la tijera bien desinfectada, el bistur\u00ed, que si no es la cama desinfectada, que si no es no s\u00e9 qu\u00e9, bendito sea mi Dios. Tambi\u00e9n me ha tocado en las canoas. Esas canoas llenas de barro y de mugre. \u201cMijita, y le toc\u00f3 parir ah\u00ed, \u00a1para ah\u00ed, mijita!\u201d porque no hay para m\u00e1s. Un parto no es \u201cesperemos hasta que lleguemos\u201d, \u00a1no, mamita!, lleg\u00f3 la hora y \u00a1para afuera fue! Y rec\u00edbalo entre esas cochas de barro, y ah\u00ed est\u00e1n hoy esos muchachitos. En el Meta recib\u00ed uno que ahorita mismo est\u00e1 en Espa\u00f1a y es un cantante de primera, y vaya a ver; y el chino que le digo que toc\u00f3 meter una piedra debajo de la otra y machucarle ese ombligo a punta de tiestazos, es un gran m\u00e9dico en C\u00facuta, y vaya a ver. Y eso, qu\u00e9 cuento, es que los m\u00e9dicos dicen: \u201cay, no; es que no se puede recibir un parto en una casa\u201d. Pues s\u00ed se puede. Hace tiempo recib\u00ed aqu\u00ed, en esta casa, un parto. Una mucha- cha que, supuestamente, ten\u00eda 16 a\u00f1os y el m\u00e9dico le dijo que por tener esa edad no pod\u00eda recibirlo porque era de alto riesgo; pero, imag\u00ednese, cuando nos han tocado ni\u00f1as de 11 o de 12, ah\u00ed las atendemos. Pero los m\u00e9dicos dicen que eso es para ces\u00e1rea. Esta muchacha que les cuento, se hab\u00eda dado de cuenta que a una prima que tuvo el beb\u00e9 en el hospital la martirizaron, la rega\u00f1aron; le dec\u00edan: \u201cque no llore, que no se queje, que c\u00f3mo cuando s\u00ed estaba en tal cosa, no lloraba\u201d. Para m\u00ed, eso, en el caso de uno de mujer que ya pas\u00f3 por ah\u00ed y que le doli\u00f3, que una persona le gritara esas cosas, es una cosa \u00edntima y dolorosa. Y la china, al ver todo eso, se vino y aqu\u00ed tuvo su chinito, y qu\u00e9 cuentos de tanta cosa, pero despu\u00e9s del parto, eso s\u00ed, yo les dije que la llevaran al hospital para que le aplicaran la vacuna, y me dijeron: \u201cno, que, porque no lo hab\u00eda tenido en el hospital, que, entonces, tocaba echar para San Jos\u00e9\u201d. Al final, llevaron al beb\u00e9 a San Jos\u00e9 y todo sali\u00f3 bien. Uno se defiende de muchas formas, y la gente prefiere tener los beb\u00e9s aqu\u00ed, con uno, porque uno se da ma\u00f1as. Yo me acuerdo de que, apenas llegaban las mu- chachas, yo las palpaba, despu\u00e9s aprend\u00ed a hacer el tacto. Y, p\u00f3ngale cuidado, antes de aprender, a m\u00ed me dec\u00edan y yo no entend\u00eda; yo, para hacer un tacto dec\u00eda: \u201c\u00bfpero, un tacto?, \u00bfc\u00f3mo es eso?, \u00bfc\u00f3mo era? Y, como dicen, \u201cel inocente\u201d, perd\u00f3neme la expresi\u00f3n: \u201ccome mierda y no la siente\u201d porque la verdad es esa. 69","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Yo no sab\u00eda qu\u00e9 era un tacto y un ind\u00edgena, ca\u00f1o abajo, fue el que me dijo: \u201cun tacto se hace aqu\u00ed as\u00ed\u201d, y yo le dije: \u201cpues, vea, qu\u00e9 pena, yo no s\u00e9\u201d. Entonces, \u00e9l me explic\u00f3: este es el \u00fatero de todas las mujeres, y este es el \u00fatero cuando la mujer empieza trabajo de parto; entonces, usted hace el tacto y este \u00fatero tie- ne que empezar a aflojar; si usted reconoce que este \u00fatero est\u00e1 aflojando, est\u00e1 empezando a trabajar el parto; y este \u00fatero tiene que abrir, llegar a nueve, diez, once de dilataci\u00f3n, para que pueda dar a luz esa persona. Y ah\u00ed fue donde, como dicen, vine a saber, sin preguntar. Ah\u00ed aprend\u00ed yo a hacer los tales tactos. Y lo mismo, las ecograf\u00edas (se r\u00ede): \u201cAy, es que toca ir a San Jos\u00e9 a la ecograf\u00eda y hay que hablar con el ec\u00f3grafo, y ese cobra\u201d, me dec\u00edan. P\u00f3ngale cuidado, yo hac\u00eda ecograf\u00edas y no las cobraba, y yo no ten\u00eda aparato para hacer ecograf\u00edas. Simplemente que, si usted estaba en embarazo y usted tambi\u00e9n, si el embarazo suyo era de una ni\u00f1a y el suyo de un ni\u00f1o, yo, simplemente, les de- c\u00eda: \u201cv\u00e1yanse las dos para la puerta, ag\u00e1chense a recogerme ese papel y vengan aqu\u00ed\u201d. Ah\u00ed, seg\u00fan la posici\u00f3n en que usted lo recog\u00eda, le marcaba ni\u00f1a; seg\u00fan en la posici\u00f3n que usted lo recog\u00eda, le marcaba ni\u00f1o. As\u00ed nom\u00e1s, esa soy yo, hac\u00eda mis ecograf\u00edas sin tanta plata. Adem\u00e1s de mi \u201cec\u00f3grafo\u201d, yo tambi\u00e9n palpaba a las mujeres. Yo las tocaba e identificaba que la cabecita estuviera en la posici\u00f3n que necesit\u00e1bamos, por- que hay beb\u00e9s que vienen con los piecitos para abajo, esa es la principal cosa. Lo otro es identificar si vienen uno o dos beb\u00e9s. Aqu\u00ed abajo hay una tienda que es de un se\u00f1or que maneja esos carros de pi\u00f1a, y tiene 24 o 25 muchachos tra- bajando. Reci\u00e9n vino el ec\u00f3grafo aqu\u00ed, a Calamar, la mujer de \u00e9l estaba en em- barazo y ella se fue a hacer su ecograf\u00eda, pas\u00f3 lloviendo en un aguacero que, ay, Dios m\u00edo, pero bueno, se la hicieron. Y \u00e9l le pregunt\u00f3: \u201c\u00bfqu\u00e9 marco la ecograf\u00eda?\u201d, y ella le respondi\u00f3: \u201cque estoy bien\u201d, y \u00e9l le pregunt\u00f3: \u201c\u00bfqu\u00e9 le dijo el ec\u00f3grafo?\u201d, \u201cnada, me puso ese aparato y me limpi\u00f3 y ya, b\u00e1jese de ese aparato que usted est\u00e1 bien\u201d, le respondi\u00f3 ella. Bueno, como al cuarto d\u00eda, me toco ir a atender ese parto; y s\u00ed, para qu\u00e9, gracias a Dios, el primero sali\u00f3 normal de cabeza, pero eran dos, y el ec\u00f3grafo no conoci\u00f3 los dos, porque el uno ven\u00eda de cabeza y el otro ven\u00eda de patas. Ni corto ni perezoso, naci\u00f3 el primero; y yo s\u00ed vi que, al sacar el beb\u00e9, me quedaba cortito el cord\u00f3n, no jalaba mucho, y el cord\u00f3n, cuando es un solo beb\u00e9, debe ser largo. Entonces, se me quedaba cortito, y yo dec\u00eda: \u201c\u00bfpero, por qu\u00e9 tan cortito?\u201d; volv\u00ed y me fui con ese mismo cord\u00f3n adentro y me encontr\u00e9 otra bolsa, como para reventar, porque uno la toca y sabe que ese no es el beb\u00e9, que est\u00e1 blandi- ta, pero, para ser esa la placenta, tampoco parec\u00eda. Bueno, mas sin embargo, le dije a la mamita: \u201cpuje, mam\u00e1, puje duro\u201d; y s\u00ed, ella hizo la fuerza y \u00a1pum!, revent\u00f3 la otra fuente y, a lo que revent\u00f3 la otra fuente, me lav\u00f3 ese muchachito en agua. 70","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Y me fui por ese mismo cord\u00f3n, \u00a1ay, mijito!, cuando me top\u00e9 adentro, me encon- tr\u00e9 con la patica del otro beb\u00e9. Cojo la patica y la voy jalando, la saqu\u00e9, y met\u00ed la mano otra vez y saqu\u00e9 la otra y jal\u00e9. Entonces, le dije a la mam\u00e1: \u201cp\u00fajelo sin des- cansar, como si estuviera en la tasa del ba\u00f1o\u201d, hasta que lo saqu\u00e9. Todo esto sale f\u00e1cil (se se\u00f1ala las piernas y el abdomen), pero nos quedamos de ac\u00e1 (se se\u00f1ala los hombros y el ment\u00f3n); a lo que llegamos ac\u00e1, met\u00ed la mano y baj\u00e9 un bracito, met\u00ed y saqu\u00e9 el otro, entonces, cog\u00ed el beb\u00e9 e hice la que se lo tiraba encima del est\u00f3mago a la mam\u00e1, y sali\u00f3 la cabecita, y cog\u00ed un pedacito de gasa y comenc\u00e9 a darle respiraci\u00f3n boca a boca, y a tocarle la parte de las paticas, a golpearle las nalgas, las espaldas, y h\u00e1gale, hasta que lo devolv\u00ed, gracias a Dios, ah\u00ed est\u00e1. Otro d\u00eda me toc\u00f3 un parto similar de dos ni\u00f1as, y, \u00a1dentro de una cueva! porque hab\u00eda una balacera, \u00a1ay, c\u00e1llese la boca! y ella dando a luz, y yo convencida de que era uno solo. Cuando naci\u00f3 la primera, ay, bendito sea mi Dios, pero, como a la media hora, se nos viene la otra, y s\u00ed, dos ni\u00f1as. Pero, claro, en esa balacera, yo creo que la se\u00f1ora del susto tan tenaz, como se escuchaba la bala, bot\u00f3 a esa muchachita rapidito. Esa vez no, pero en los partos yo tambi\u00e9n les ayudaba a las mam\u00e1s usando algunas plantas. La yerbabuena; la manzanilla; la malta con canela; las c\u00e1scaras del mango, se cog\u00edan tres c\u00e1scaras de mango de para abajo y se pon\u00edan a cocinar y eso tambi\u00e9n se les daba; o el zumo de la pura yer- babuena, con un poquito de vino tibio; y eso era pujo seguro. A m\u00ed, por ser partera, hace mucho tiempo me toc\u00f3 meter la ficha para pedir una ambulancia para sacar las maternas. Eso fue cuando estaba don Germ\u00e1n Olar- te. Eso s\u00ed, pa\u00b4 qu\u00e9, \u00e9l siempre ayud\u00f3 mucho, y ah\u00ed, de una manera o de otra, al fin mandaron una ambulancia vieja. Funcionaba amarr\u00e1ndola con cabuya y con lazos, pero, ah\u00ed serv\u00eda, a trancazos y machazos. Claro que el transporte era muy demorado. Un paciente, si estaba muy grave, tocaba moverlo por el camino, mijito, porque no hab\u00eda m\u00e1s, y c\u00e1lmese porque qui\u00e9n sabe a d\u00f3nde nos vamos a quedar. Bueno, en avioneta tambi\u00e9n se transportaba a los pacientes m\u00e1s gra- ves, llegaba la avioneta y ah\u00ed, en el centro, donde es la panader\u00eda de Pablito, ah\u00ed, en todo eso, era la plaza; ah\u00ed mismo, aterrizaba la avioneta o tiraba la cebolla, el repollo, las papas; eso era unos chochales de barro, pero compr\u00e1bamos todo ah\u00ed, porque nos tocaba. Por un tiempo, tambi\u00e9n trabaj\u00e9 de promotora para la Alcald\u00eda. Yo ten\u00eda que tra- bajar, supuestamente, ca\u00f1o abajo, por donde hay un colegio; ah\u00ed era mi puesto, y tuve la mala suerte de que, estando all\u00e1, cay\u00f3 mi hija a la c\u00e1rcel; y despu\u00e9s, todos mis hijos terminaron en la c\u00e1rcel porque, supuestamente, todos \u00e9ramos guerrilleros. Yo, supuestamente, era la principal de la guerrilla porque andaba con la guerrilla, les atend\u00eda los partos a las guerrilleras. Claro, yo no puedo negar que le atend\u00ed partos a las guerrilleras, pero tambi\u00e9n a las mujeres de los poli- c\u00edas y a las de los soldados y a todo el mundo que lo necesitara, ese era mi gran 71","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz delito. El cuento es que mi hija, la que falleci\u00f3 hace seis a\u00f1os, dec\u00edan que era comandanta de la guerrilla. Ella nunca aprendi\u00f3 a manejar cicla, pero dec\u00edan que ella manejaba moto y ambulancia, y que cargaba heridos para San Jos\u00e9; ella nunca aprendi\u00f3 a manejar moto. Y, cuando la cogieron presa, le pusieron por delante toda una cantidad de fusiles y pistolas y granadas, le hicieron un montaje; para que vea, y yo nunca supe qu\u00e9 era un fusil, menos una pistola. Yo siempre hablaba con la polic\u00eda, con el ej\u00e9rcito, con los paracos y con la guerrilla, pero, vea, qu\u00e9 l\u00edo en que me met\u00ed, y yo, lo \u00fanico que hac\u00eda era servirle a la comu- nidad, as\u00ed fuera en pata y media (se se\u00f1ala una lesi\u00f3n ulcerada que tiene en la pierna derecha), y me gusta es servirle a la gente. Uno sabe, por ejemplo, que a los ind\u00edgenas no se les puede cobrar, que ellos tie- nen prioridad en el hospital, y yo le[s] digo que vayan al hospital, y las mujeres ind\u00edgenas me dicen: \u201chospital no, all\u00e1 matarme a m\u00ed, all\u00e1 uno parir as\u00ed, amarra- do, y nosotras no\u201d. Y es verdad, ellas (las Nukak y las Jiw) no paren as\u00ed, acostadas; ellas pasan su dolor y, cuando les toca la hora, botan su blusita al piso, ponen una pata all\u00e1 y otra ac\u00e1 y se cogen de un lazo y, ah\u00ed paradas, les va saliendo la criatura; ellas se van parando del piso, no se dejan mirar el cuerpo y ni el mari- do se acerca. Paren a su hijo solas, y nada de acostarse; ellas se visten y, de una vez, se van pa\u00b4 su terru\u00f1o, para su tierrita. Yo, aqu\u00ed, atend\u00ed una a las ocho de la noche, y dije: \u201ca las cinco o seis me levanto a hacerle chocolate\u201d y, cuando me levant\u00e9, la cama sola; ellos, hace mucho rato, se hab\u00edan ido. La \u00faltima vez me toc\u00f3 una ni\u00f1a ind\u00edgena, ella no pensaba que ya le tocaba el parto porque, por ecograf\u00eda, todav\u00eda le faltaba un mes, pero yo siempre he dicho, la \u00fanica que lleva bien las cuentas es la materna; el m\u00e9dico podr\u00e1 saber mucho, las parteras po- dremos saber mucho, pero las que mejor lleva[n] las cuentas son las maternas. Entonces, ella vino a pasar un control m\u00e9dico y esa noche se quedaron ac\u00e1 y le agarraron sus \u201cayayayes\u201d. Le pregunt\u00e9, p\u00e1seme la ropa y los pa\u00f1ales, y me dijo: \u201cno, nosotras no tenemos nada\u201d. Y, con una tela, le hicimos pa\u00f1ales y busqu\u00e9 ropita de beb\u00e9 de la vecina y, as\u00ed, se llevaron su chinita y su chinito. Yo, la verdad es que hace muchos a\u00f1os perd\u00ed la cuenta de cu\u00e1ntos partos he atendido, he tra\u00eddo miles y miles de criaturitas. Y, por gusto, pregunten por ah\u00ed si me distinguen. Por ah\u00ed hay un estudiante de caso especial, muy buen estudian- te. Cuando ese ni\u00f1o naci\u00f3, ay, Dios m\u00edo; los brazos son cortitos, \u00e9l no camina nor- mal, pero ese muchacho es tan inteligente, tan entendido, tan buen estudiante, \u00a1y tan enfermo que se ha visto!, ese muchacho es una belleza. Otros son unos gemelos que estudiaron en Pamplona, muy buenos estudiantes, y as\u00ed, y para cualquier lado que vayan les van a hablar de m\u00ed. Traer tantas vidas al mundo es tan bonito, es tan hermoso. 72","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Calamar, tiempos dif\u00edciles Adem\u00e1s de la parter\u00eda, yo atend\u00eda a los trabajadores en la finca donde viv\u00edamos primero y, de pronto, pues ya pas\u00f3 lo que pas\u00f3. Me desaparecieron a dos hijos que ven\u00edan de Tierra Negra a Calamar. Yo no sab\u00eda si, de pronto, se fueron a la guerrilla y alg\u00fan d\u00eda iban a volver, pero quedamos en espera. Pas\u00f3 el tiempo y esta es la hora que nada. Despu\u00e9s, yo me enferm\u00e9 porque me dio paludismo, y dur\u00e9 un tiempo hospitalizada, aqu\u00ed, en Calamar, y el hijo aqu\u00ed, pag\u00e1ndome re- sidencia y, cuando medio me mejor\u00e9, me fui al campo, pero volv\u00ed y me enferm\u00e9 all\u00e1 y, otra vez, vuelva para ac\u00e1. Al final, llegamos aqu\u00ed (Calamar) y yo me puse a lavar ropas ajenas. Le lavaba la ropa a la polic\u00eda, al ej\u00e9rcito y, supuestamente, a la guerrilla, porque, eso, nosotros no ten\u00edamos distingo de \u201custed es el guerrillero, usted es el polic\u00eda o usted es el soldado\u201d. Todos viv\u00edan en uni\u00f3n y no se ve\u00eda esa discriminaci\u00f3n que se ve ahorita; hoy, si usted es polic\u00eda, est\u00e1 por all\u00e1 aparte y, si usted es soldado, est\u00e1 ah\u00ed, y, si usted es guerrillero, s\u00ed esc\u00f3ndase por all\u00e1 otro po- quito, porque ese s\u00ed que peor. Cuando eso, uno miraba que la polic\u00eda o el ej\u00e9rcito tomaban cerveza en la misma mesa, con esos fusiles ah\u00ed encima y con pistolas, pero nadie dec\u00eda nada, y miraban televisi\u00f3n en una pantalla grande. Eso era para el lado del puerto, en esos barrios de gozar, pero as\u00ed viv\u00edamos muy bien, dentro de todo. Ya despu\u00e9s fue que colocaron los radios de comunicaci\u00f3n y la gente tra\u00eda la mercanc\u00eda (la coca) en costales, en lonas y, eso, nadie se pon\u00eda a mirar usted qu\u00e9 tra\u00eda ah\u00ed, era el negocio de ellos y la plata se miraba por lado y lado. Uno no fue afortunado en todas esas cosas, pero bueno, la suerte no fue para todos. En esos a\u00f1os de la bonanza, no hab\u00eda alcalde o personero, cuando eso, el corregidor era don Osvaldo Valle, que era tambi\u00e9n corregidor de El Retorno. En ese tiem- po, empezaron a llegar los carros grandes, entraban camiones grandes, pero se quedaban enterrados hasta ocho y quince d\u00edas en esas picas, porque hab\u00eda unos huecos inmensos, y nosotros, por all\u00e1, encima de esos barrancos, brinque como los sapitos y corra pa venirnos ac\u00e1 al pueblo. Yo me acuerdo de que, una noche, yo ten\u00eda tres partos para atender; uno para aqu\u00ed, del lado de las Malvinas; otro all\u00e1, en el centro y; yo creo que ustedes han ido por all\u00e1, al lado del puente colgante. All\u00e1, en esas tres partes, ten\u00eda tres pa- cienticas. Pues, yo fui y chequi\u00e9 a la de las Malvinas y todav\u00eda le faltaba; despu\u00e9s me fui a chequear la del centro y, cuando iba para all\u00e1, me qued\u00e9 a oscuras porque la luz iba nada m\u00e1s hasta las nueve y media, diez de la noche, por mu- cho, de resto la luz apagada. Yo saqu\u00e9 mi linterna y all\u00e1, en el parque, o\u00ed que me silbaban, pero como yo no ten\u00eda compromisos con nadie, yo no ten\u00eda por qu\u00e9 parar, y segu\u00ed con mi linterna, cuando o\u00ed: \u201c\u00a1la que lleva la linterna, la que lleva la linterna, que nos espere!\u201d. Y yo dije: \u201cpero yo no tengo que esperar a nadie por- 73","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz que yo voy es a ver una paciente\u201d, cuando arrancaron a correr, y se me acerc\u00f3 un man con un lazo, un guerrillero, y me dijo: \u201c\u00bfUsted, para d\u00f3nde va?, \u201cVoy a ver una materna\u201d, le dije. \u201cEst\u00e1 prohibido salir de noche\u201d. \u201cPues, qu\u00e9 pena, pero yo tengo que ir porque est\u00e1n en trabajo de parto y est\u00e1n a mi cargo\u201d. \u201cNo se\u00f1ora, usted no puede moverse de aqu\u00ed\u201d. \u201cDe todas maneras, usted responder\u00e1 por esas maternas porque son tres que tengo en este momento\u201d. \u201cD\u00e9jelas, que se larguen pa\u00b4l hospital\u201d. \u201cEs que ellas no quieren ir al hospital\u201d, le dije. Bueno, \u00e9l pens\u00f3 que eran mentiras, y le dije: \u201csi cree que son mentiras, camine conmigo\u201d. Entonces, llegamos a la casa y yo iba a atender a esa se\u00f1ora del cen- tro, pero yo no sab\u00eda que ella era la se\u00f1ora de un guerrillero; claro, en ese tiempo, yo no era de preguntarle a las mam\u00e1s: \u201custed, \u00bfqui\u00e9n es? o \u00bfc\u00f3mo es su mari- do?\u201d, eso es vergonzoso; yo, a veces, ni les preguntaba c\u00f3mo se llamaban porque eso es cuesti\u00f3n de cada uno. Entonces, yo le dije al tipo: \u201ccamine, vamos y le muestro d\u00f3nde tengo las pacientes\u201d. Llegamos ah\u00ed, al centro, y golpi\u00e9; y me dijo la se\u00f1ora: \u201cdo\u00f1a Blanca\u201d, y yo le dije: \u201cp\u00f3ngame cuidado, se\u00f1ora, que yo estoy aqu\u00ed por una pacienta, y resulta que este se\u00f1or me quiere amarrar que porque yo estoy andando tarde en la noche con esta linterna, pero yo no estoy en son de tomata ni en son de esperar a nadie, y este se\u00f1or me quiere amarrar que porque est\u00e1 prohibido salir de noche, que la guerrilla dio orden de que ninguno pod\u00eda salir tarde en la noche\u201d. Entonces, ella me dijo: \u201cno, a do\u00f1a Blanca no la va a amarrar\u201d. Lo mir\u00f3 a \u00e9l y le dijo: \u201ca do\u00f1a Blanca la deja libre\u201d. El caso es que despu\u00e9s me lo llev\u00e9 al puente colgante, donde estaba la otra paciente que yo ten\u00eda y, despu\u00e9s, a donde la otra, en las Malvinas. Y, al final no me amarr\u00f3 y atend\u00ed a las tres maternas esa noche. Gracias a Dios, me devolv\u00ed porque la \u00faltima que sali\u00f3 fue la del centro, sali\u00f3 como [a] las cuatro y media o cinco de la ma\u00f1ana. Y, resulta que, a esas horas, lleg\u00f3 una voladora por ah\u00ed, por el ca\u00f1o, con un se\u00f1or vestido de civil, con una peinillita ah\u00ed en la cintura, con su poncho y su camisa, todo muy campesino; y la otra se\u00f1ora le dijo: \u201cc\u00f3mo le parece que a do\u00f1a Blanca la iban a amarrar anoche\u201d, y \u00e9l dijo: \u201c\u00bfc\u00f3mo as\u00ed?, \u00bfqui\u00e9n?\u201d. Pues, cuando se fue descubriendo el cuento, result\u00f3 que ese se\u00f1or era un guerrillero, un comandante, y la se\u00f1ora era su mujer, una comandanta, mejor dicho, era la se\u00f1ora del comandante, y yo la atend\u00ed, s\u00ed se\u00f1or. Ah\u00ed me di de cuenta c\u00f3mo era la vaina. Entonces, en medio de ese conflicto y esa guerra, yo atend\u00eda a la mujer del que fuera, y as\u00ed me ha tocado aqu\u00ed, me tra\u00edan la se\u00f1ora de un paramilitar y no me interesaba que fuera paramilitar, no me interesaba si era la mujer de un guerrillero o de un polic\u00eda, mi deber era atender a las mujeres que lo necesitaban, no me interesaba qui\u00e9n fuera. Por ejemplo, una vez, un polic\u00eda que estuvo en Calamar tuvo a la se\u00f1ora dos ve- ces en el hospital, en San Jos\u00e9, para trabajo de parto, pero la se\u00f1ora se le vol\u00f3 del hospital y lleg\u00f3 aqu\u00ed, y la noche que lleg\u00f3, se agrav\u00f3. Como yo sab\u00eda que era un 74","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. polic\u00eda, lo \u00fanico que le dije fue que \u00e9l ten\u00eda que colaborarme a la hora del parto, y \u00e9l me dijo: \u201cs\u00ed, yo le colaboro\u201d, y se le lleg\u00f3 la hora del parto y yo dije: \u201cvea, ll\u00e1- menme el polic\u00eda que est\u00e1 en el puesto, en el parque\u201d, y el polic\u00eda lleg\u00f3, se quit\u00f3 su uniforme, su fusil lo meti\u00f3 debajo de la cama, se puso una pantaloneta y un busito, y yo le dije: \u201cbueno, papito, aqu\u00ed tiene que ayudarme; cuando yo le diga, colab\u00f3rele; usted le va a colaborar a su mujer. Esta es la posici\u00f3n en que usted le va a ayudar a ella, le coloca las manos aqu\u00ed durito y, cuando yo le diga, usted hace fuerza y ayuda\u201d. \u201cListo\u201d, me dijo, \u201cyo le ayudo\u201d, \u00a1Ja! \u201cyo le ayudo, yo le ayu- do\u201d, cuando vio pintar sangre, ese pobre se\u00f1or, \u00a1pum!, ah\u00ed cay\u00f3 en la cama, ah\u00ed qued\u00f3. Me toc\u00f3 llamar al vecino y decirle que me sacara ese polic\u00eda desmayado de ah\u00ed para el hospital. Lleg\u00f3 al hospital y se le fue el mareo. Cuando volvi\u00f3, me dijo: \u201cno, do\u00f1a Blanca, yo no pensaba que eso fuera as\u00ed\u201d (risas). \u00c9l pensaba que un parto era m\u00e1s f\u00e1cil, pero no, eso no es f\u00e1cil. Para uno que ya est\u00e1 ense\u00f1ado, es f\u00e1cil, pero para la persona que no est\u00e1 ense\u00f1ada, pues no; a \u00e9l se le dificult\u00f3 y eso que era un polic\u00eda. Lo cierto es que, al final, a uno le tocaba convivir con todo el mundo, pero lo que no era tan sencillo era lo de la coca. Aqu\u00ed se cultivaba el ma\u00edz, la yuca y el pl\u00e1ta- no, poquito, pero s\u00ed se ve\u00eda, pero lo principal era la coca. A donde usted llegara, hab\u00eda coca, en el patio de la casa ve\u00eda usted las cocaleras, muy hermosas, por- que eso hay que decirlo, usted a la finca que fuera no encontraba mucho jard\u00edn, sino coca por todo lado, y era normal. Y llegaba la polic\u00eda, llegaba el que fuera y todo eso lleno de coca y la gente ah\u00ed raspando, delante de todo el mundo. Yo me acuerdo, cuando llegue por ac\u00e1, que la gente hablaba de \u201cla mercanc\u00eda\u201d, y que \u201cla mercanc\u00eda\u201d, y yo dec\u00eda: \u201c\u00bfcu\u00e1l mercanc\u00eda?\u201d. Resulta que el pap\u00e1 de un muchacho de aqu\u00ed, de Calamar, fue un tipo rico, rico, rico. Ese se\u00f1or no sacaba la mercanc\u00eda en lonitas, sino en avionetas, y no pa- raban en el aeropuerto de ac\u00e1, sino en aeropuertos clandestinos, por all\u00e1 en el campo, por all\u00e1 era donde cargaban esa mercanc\u00eda. Y me acuerdo de que la gente dec\u00eda: \u201ces que toca ir a asolear la mercanc\u00eda\u201d, y yo dec\u00eda: \u201c\u00bfser\u00e1 ropa muy bonita? porque, para que la vayan a asoliar, \u00a1debe ser muy bonita!\u201d Y una tarde le dije al hijo m\u00edo: \u201chijo, yo quiero darme cuenta de esa mercanc\u00eda, c\u00f3mo es\u201d, y dijo: no, mam\u00e1, eso es un polvo que sacan de esa coca y eso huele a feo, pero le dicen dizque mercanc\u00eda\u201d. Yo le dije: \u201cll\u00e9veme\u201d. Y fuimos. \u00a1Ja! eso es un berrinchero, un olor a berrinche, y yo dec\u00eda: \u201cpero, \u00bfla gente es que se orina afuera o qu\u00e9?\u201d Yo pensaba que la mercanc\u00eda, de pronto, era ropa o zapatos, pero eso, jum, y vaya usted a ver esa mercanc\u00eda hasta d\u00f3nde lleva a la gente: a la tumba o hasta el cielo. Aqu\u00ed, con la coca, mucha gente hizo plata, pero muy pocos quedaron ricos. Este muchacho que acab\u00f3 de salir (se\u00f1ala a un joven que sali\u00f3 de la casa), el pap\u00e1 de \u00e9l fue rico, rico, y cuando dej\u00f3 embarazada a la mam\u00e1 de \u00e9l (del mismo mu- 75","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz chacho), ac\u00e1 vino y se consigui\u00f3 otra mujer y pens\u00f3 que la plata nunca se aca- baba, que la riqueza segu\u00eda lo mismo y, mentiras, eso se acaba. Imag\u00ednese que la plata le llegaba en costales en una avioneta, y as\u00ed mismo sacaba la mercan- c\u00eda. Ten\u00eda tres o cuatro avionetas que le sacaban toda esa mercanc\u00eda por all\u00e1. Y, en el bautismo de ese ni\u00f1o, yo le dije: \u201cdon Gabriel\u2026\u201d, como se llamaba ese se\u00f1or, \u201c\u2026voy a bautizar el ni\u00f1o\u201d, y \u00e9l me dijo: haga lo que quiera, pero ese ni\u00f1o no es m\u00edo, es de un polic\u00eda\u201d. Yo le respond\u00ed: \u201cest\u00e1 bien, dej\u00e9moslo que sea de un polic\u00eda\u201d, pero yo sab\u00eda que era de \u00e9l. A la hora del bautismo, el padrino del mu- chacho me dijo que hici\u00e9ramos un trato: \u201cyo s\u00e9 qui\u00e9n es el pap\u00e1 y yo s\u00e9 qui\u00e9n es usted, una mujer muy pobre; yo voy a buscar a don Gabriel por cielo y tierra y yo lo consigo, pero le quito toda la plata que tiene por haber abandonado ese hijo y a usted la dejo para que se ba\u00f1e en plata, pero la dejo sin el hijo\u201d. Y yo le dije: \u201cno, doctor, d\u00e9jelo que disfrute esa plata como \u00e9l quiera porque yo, gracias a Dios, voy para vieja y quiz\u00e1 el muchacho este me acompa\u00f1e cuando yo sea vieja\u201d. El tal don Gabriel vive hoy en San Mart\u00edn, Meta, todav\u00eda, y est\u00e1 viejo, enfermo y sin cinco centavos; quienes aprovecharon esa plata fueron los otros abogados. Hoy no tiene nada y yo le digo al muchacho: \u201cpapito, llame a su pap\u00e1, y que\u2026\u201d. En cambio, ni ese se\u00f1or ni los t\u00edos dijeron nada cuando sab\u00edan que yo cuidaba a su hijo. Yo era pobre y ya era viuda, a mi marido lo hab\u00edan matado, pero a m\u00ed no me import\u00f3 y ese muchacho tiene es el apellido del marido m\u00edo. La hija que tengo ac\u00e1 yo tampoco la par\u00ed, pero la cr\u00ede, y dije: \u201c\u00bfqu\u00e9 pap\u00e1 le pongo a esta ni\u00f1a?\u201d; le dije al hijo m\u00edo: \u201cmijo, nos vamos a Cubarral y el pap\u00e1 que le voy a colocar a ella es usted mismo\u201d, y, pues, as\u00ed qued\u00f3, el hijo m\u00edo es el pap\u00e1 de ella. El verdadero pap\u00e1 de ella vive en San Mart\u00edn, pero no la quiso reconocer porque era hija de una prostituta que se fue a vivir con un polic\u00eda, y a ella la tent\u00f3 el dia- blo y con un corta u\u00f1as mat\u00f3 al polic\u00eda y cay\u00f3 a la c\u00e1rcel. Ninguno la volvi\u00f3 a mi- rar, le dio pena moral y se muri\u00f3, y la ni\u00f1a me qued\u00f3 a m\u00ed. C\u00f3mo es la vida, ahora que est\u00e1 vieja, el pap\u00e1 la llam\u00f3 a pedirle perd\u00f3n, y ella le dijo: \u201cya para qu\u00e9, es que me duele decirle pap\u00e1, usted para qu\u00e9 me dice hija, ya para qu\u00e9\u201d; ella tiene por pap\u00e1 al hijo m\u00edo. F\u00edjese, esos son mis hijos, los que par\u00ed y los que recog\u00ed. Solo me hacen falta los que est\u00e1n desaparecidos, con ellos nadie nos est\u00e1 ayudando. Supuestamente, vinieron desde San Jos\u00e9, vino la JEP, los de las v\u00edctimas, vinie- ron muchos, y me hicieron un derecho de petici\u00f3n, vino el de los Marruecos y me dijo que me iban a mandar un papel para un juez, para que yo lo llevara a San Jos\u00e9. Yo fui y se lo entregu\u00e9 y, el juez dijo: \u201cay, no, se\u00f1ora, yo soy juez, pero no voy a cargar con estos papeles\u201d, \u00e9l dijo: \u201cno, se\u00f1ora, conmigo no cuente\u201d, y le dije: \u201cgra- cias, se\u00f1or, muy amable\u201d. Al final, el personero me lo llev\u00f3, pero hoy no aparece ninguno de los papeles por all\u00e1, toca esperar, estamos como las embarazadas: esperando que llegue la hora. 76","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. La vida en un lugar inh\u00f3spito: Reina Mi pap\u00e1 se llamaba Hortensio Cubides, mi mam\u00e1, Ana Silvia \u00c1vila Casta\u00f1eda, ellos eran primos hermanos, y la familia de ellos yo no la conoc\u00ed, ni de mi pap\u00e1, ni de mi mam\u00e1. No conoc\u00ed a nadie. Ellos eran de Bo- yac\u00e1, de San Luis de Gaceno; yo nac\u00ed all\u00e1 y me vine pa\u00b4 ac\u00e1 como de 11 o 12 a\u00f1itos. Primero, arrancamos con unos hermanos, all\u00e1 en La Alianza, y des- pu\u00e9s de eso, ya con mi esposo y mis hi- jos nos organizamos fue aqu\u00ed. Cuando yo era peque\u00f1a, nos vinimos como por una ambici\u00f3n de tener algo, dir\u00eda yo. La idea de nosotros era venirnos por- que dos hermanos m\u00edos estaban ac\u00e1, yo era peque\u00f1a y ellos me trajeron. Hice la primaria por ah\u00ed, hasta quinto, y cuando me gradu\u00e9, la profesora me quer\u00eda llevar por all\u00e1 para Santa Ma- r\u00eda, para Garagoa, yo no s\u00e9 d\u00f3nde ser\u00eda eso, y mi mam\u00e1 dijo que s\u00ed, pero yo dije que no. Tal vez hubiera sido mejor, pero como la \u00faltima palabra la tiene Dios, nadie m\u00e1s. Entonces, la profesora, que se lla- maba do\u00f1a Hilda, ten\u00eda un hermano; yo, a pesar de ser tan peque\u00f1a, de 12 a\u00f1os, ella me llevaba con \u00e9l a fin de darme estudio y sacarme adelante, pero yo no quise, yo dije que no por mi mam\u00e1. Es que ese muchacho ten\u00eda un hermano que se llamaba Gustavo. \u00c9l, Foto: \u00a9 Warner Valencia 77","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz cuando se dio cuenta de que ya me iban a llevar, entonces, le dijo a la profesora que me llevara y que, apenas estuviera grande, que \u00e9l se casaba conmigo; y yo era muy peque\u00f1ita y ya con ese cuento, y entonces, por eso no me fui en ese mo- mento. Mis hermanos se vinieron para ac\u00e1 y yo me vine con ellos. Mi pap\u00e1, la verdad, no me quer\u00eda; eso duele harto, y mi mam\u00e1 me mand\u00f3 con mi hermano. El caso es que, cuando nosotros viv\u00edamos por all\u00e1, en La Alianza, nos gast\u00e1bamos hasta un mes en llegar ah\u00ed a Villavicencio, y de ah\u00ed para ac\u00e1 fue lo mismo, en tractores y, eso, dur\u00e1bamos hasta 15 d\u00edas viajando de El Retor- no hac\u00eda ac\u00e1, en un tractor o mulas, o bueno, la gente como pudiera. Cuando llegamos, no hab\u00edan sino cuatro casas ah\u00ed en el frente, yo cog\u00ed un lotecito y me hice un rancho. En una de esas casas viv\u00eda don Alfredo Monta\u00f1ez, \u00e9l fue el pa- drino de dos hijos m\u00edos, con su esposa, do\u00f1a Olga, yo no me acuerdo bien el apellido. En ese tiempo, yo ten\u00eda un almac\u00e9n grande en una esquina, por all\u00e1, grande, dec\u00eda yo (risas). Y, m\u00e1s all\u00e1, hab\u00eda un se\u00f1or, pero se me olvida el nombre, la se\u00f1ora de \u00e9l s\u00ed se llamaba Reinalda, ellos tambi\u00e9n ten\u00edan otro negocito ah\u00ed, y tambi\u00e9n estaba don Pablito, que ten\u00eda un negocito peque\u00f1ito. En ese momento se empez\u00f3 a poblar el pueblo, llegaba gente, despu\u00e9s ya lleg\u00f3 do\u00f1a Olga con el esposo. Aqu\u00ed, hasta llegaron, por primera vez, los Nukak, los indios, los ind\u00edgenas, pero cuando ellos llegaron, ya hab\u00eda sido quemado el pueblo, las casitas, todo eso por all\u00e1. Ellos llegaban desnudos, pelaos y com\u00edan por ah\u00ed, pepas, y en la finca, uno no se pod\u00eda descuidar porque todo se lo llevaban, m\u00e1s que todo la panela, y eso, una caja o lo que uno tuviera, si uno se descuidaba, eso era poquito pa\u00b4 ellos. Y, algunas personas les daban ropa para que ellos se las colocaran y, apenas volteaban por all\u00e1 el pico, se la quitaban y la botaban y se iban otra vez, segu\u00edan su camino. En esa \u00e9poca, apenas usted sal\u00eda del pueblo, de ah\u00ed para all\u00e1, todo eso era mon- ta\u00f1a, selva, y con el tiempo hicimos la finquita, que es la que hoy d\u00eda tengo yo, pero en ese entonces, todo esto era selva. Tal vez, con el paso de los a\u00f1os, hicie- ron un potrero y como un parque y en la pista aterrizaba la avioneta. La pis- ta terminaba all\u00e1, llegando a la finquita, inclusive, dos avionetas cayeron en el potrero de la finca. En un tiempo, yo compraba marranitos y los ten\u00eda all\u00e1 y los mataba para hacer rellenas, chicharrones, bueno, de todo; hab\u00edan unas can- chas de tejo, a m\u00ed me ha gustado todo el tiempo ser como independiente, o sea, no vivir atenida al marido y cosas de esas, me gustaba mucho trabajar, ahora, ya porque no puedo. Despu\u00e9s, yo qued\u00e9 sola, me separ\u00e9 cuando el ni\u00f1o ten\u00eda como un a\u00f1o. El pap\u00e1 de mis hijos me dej\u00f3 sin nada, vendi\u00f3 esa casita porque \u00e9l ten\u00eda otra mujer y 78","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. vendi\u00f3 lo que yo ten\u00eda all\u00e1, y se fue con otra se\u00f1ora. Lo \u00fanico que yo s\u00e9 es que yo saqu\u00e9 mi ropa en una lona (risas), y mis hijos, mis cuatro chiquitos, y una comadre me daba trabajo y me daba la comida para ellos y pa\u00b4 m\u00ed; y volv\u00ed y cog\u00ed pa\u00b4 arriba. Y, ya con el tiempo, me junt\u00e9 con otro se\u00f1or que, por all\u00e1, ten\u00eda unas coqueras (cultivos de coca). Ese camino para all\u00e1 era muy feo, \u00a1ay, se\u00f1or!, y eso era a pie y no hab\u00eda cerca nada porque no entraban ni los camiones. En ese tiempo, la gente empez\u00f3 con el cuento de la coca y tambi\u00e9n segu\u00edan con el tigrilleo. A prop\u00f3sito, a m\u00ed me llevaban por all\u00e1 pa\u00b4l lado el Unilla, al Tigrilleo, por all\u00e1 me hac\u00edan un camarote alto pa\u00b4 que no me fueran a coger esos animales. Los hombres se iban a cazar y a m\u00ed me dejaban en el rancho, por all\u00e1, entre la selva. Me quitaban la escalera y all\u00e1 arriba me dejaban. Yo solo miraba los bi- chos desde all\u00e1. Cuando hicieron la pista para el avi\u00f3n aqu\u00ed, en Calamar, ech\u00f3 a llegar m\u00e1s gen- tecita, gentecita, y comenzaron a hacer sus ranchitos, cada uno, sus casitas. Y, f\u00edjese que uno, de pronto, no miraba como m\u00e1s all\u00e1 porque, en el momento, uno no pensaba que esto se iba a poblar. Entonces, yo ten\u00eda ah\u00ed el lotecito y, cuando el pap\u00e1 de mis hijos se fue, \u00e9l vendi\u00f3 todo eso, y yo me qued\u00e9 sin nada, me toc\u00f3 irme a vivir donde una comadre, solo despu\u00e9s pude hacer esta casita, pero en esta parte, que ha sido invasi\u00f3n. Esta parte de Calamar todos los que tenemos casa es porque ha sido de invasi\u00f3n. Yo me acuerdo que, en esa \u00e9poca, Calamar no era ni siquiera un municipio, era un corregimiento, y lo dirig\u00edan los inspectores, y en esa \u00e9poca se quem\u00f3 el pueblo varias veces. Cuando yo llegu\u00e9, ya se hab\u00edan quemado dos veces; en ese tiempo, aqu\u00ed viv\u00edan era ind\u00edgenas en chocitas, de esas chozas que hacen. Despu\u00e9s, volvi\u00f3 a quemarse, por all\u00e1, pero eso s\u00ed fue mucho despu\u00e9s, entonces, hicieron la pista para que pasara la avioneta porque aqu\u00ed aterrizaban y viajaban para el Unilla, all\u00e1, al otro ca\u00f1o, donde unos se\u00f1ores que se llaman patemarranos; cuando eso, la coca ya estaba con m\u00e1s fuerza. Entonces, ellos llegaban y cargaban las avionetas y comenz\u00f3 a llegar la plata que produc\u00eda la coca. Nosotros nos sus- tent\u00e1bamos era de eso, de la coca. Hab\u00eda tiempos de buen precio, como hab\u00eda tiempos en que una gaseosa la cambiaban por un gramo de coca. Eso fue una experiencia muy fuerte porque la gente dejaba el trabajo y se dedicaba a la coca. En algunos momentos sub\u00eda, por ejemplo, a 2.000 pesos el gramo, quiere decir que el kilo val\u00eda 2.000.000, pero cuando bajaba, cambiaban el gramo por una gaseosa, una gaseosa era barata. Entonces, con la plata de la coca se fue poblando el pueblo, mire eso, ya para donde vamos, hasta el otro r\u00edo, cuando eso era sola selva. 79","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz La mercanc\u00eda y el poder En ese entonces, llegaban eran los bultos de plata y ah\u00ed la dejaban, en el suelo, y yo les cuidaba todo eso. Nunca tuve mal coraz\u00f3n con nada porque eso era, de verdad, para habernos llenado de plata, y ah\u00ed ven\u00edan, ah\u00ed compraban, eso no era poquita, sino por bultos y por bultos, tambi\u00e9n de coca, y nunca nadie puede de- cir que yo les quit\u00e9 un peso o un gramo, nunca, nunca y mis hijos tampoco. Hubo muchos que s\u00ed consiguieron mucha plata, pero ya no viven, no por edad, sino por negocios y por cosas, de pronto, qui\u00e9n sabe, pero cuando hay un apogeo de esa vaina en los pueblos, mucha gente aprovecha, mucha gente no aprovecha, ese apogeo llega y despu\u00e9s se va. Chucho Fino, que era un se\u00f1or que le tocaba duro, hizo plata, pero despu\u00e9s se muri\u00f3. Ah, y don Uribe Gait\u00e1n, don Carlos, don Carlos, \u00a1ay, se\u00f1or! \u00c9l tuvo negocio grande, ah\u00ed tambi\u00e9n, \u00e9l vive ahorita y alcanz\u00f3 a sacar algunos hijos y alcanz\u00f3 a quedarse como con uno o dos. Samuel G\u00e1lvez, Armando Trampas, don Helio- doro y los abuelos. Y est\u00e1 el exgobernador, ese est\u00e1 vivo. Dar\u00edo Echeverri, \u00e9l ten\u00eda un negocio grande y era el que nos surt\u00eda a nosotros para llevar para la finca, por toneladas, de remesa. Y estaban los Lugo, esos eran varios, ya despu\u00e9s, el boyaco, Argemiro, Chucho Nieves, que era otro que viv\u00eda por all\u00e1 arriba y por all\u00e1 lo mataron en la casa. Y mucha gentecita, si yo me pusiera a acordarme, me acordar\u00eda de muchos, muchos eran, c\u00f3mo decir yo: \u201cque no se les miraba como mala gente, no, solo trabajaban, pero por trabajar en eso, vea\u201d. Por ac\u00e1 vinieron muchos narcos famosos, y Tirofijo tambi\u00e9n estuvo ac\u00e1, Manuel Marulanda, pues, como el pueblo era manejado por ellos. Eso era como mirar la polic\u00eda, ellos controlaban todo. Y, s\u00ed, de pronto era sano y, de pronto, el que la embarraba, tambi\u00e9n se fregaba, porque mataban mucha gente. Ellos llegaron despu\u00e9s, cuando yo ya estaba aqu\u00ed. Con ellos fue cruel por una parte y bueno por otras partes; cruel, porque mataban mucha gente y, por otras partes, era bueno por la seguridad. El que tuviera negocios o lo que fuera, nadie cog\u00eda lo de nadie, nadie robaba nada a nadie, no hab\u00eda bazuqueros, ni borrachos jovenci- tos, todos sanos, pero, eso s\u00ed, el que no hac\u00eda caso, lo mataban. Yo me acuerdo que una vez, nosotros viv\u00edamos en la finca con mis hijitos y, con el tiempo, entonces, ya llegaba el ej\u00e9rcito y hac\u00eda una barridas terribles y lleva- ban gente. Como no hab\u00eda cosa de acantonamiento, ellos llegaban all\u00e1 y se acantonaban en la finca y yo duraba ocho d\u00edas all\u00e1 encerrada y no pod\u00eda salir al pueblo. Entonces, la gente ya estaba preocupada porque dec\u00edan que all\u00e1 me te- 80","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. n\u00edan el ej\u00e9rcito y, la verdad, yo no sal\u00eda no porque no me dejaran, sino para estar pendiente de todo. El caso es que estuvieron un buen tiempo ah\u00ed, no se mov\u00edan mucho. Despu\u00e9s, ya se movieron y llegaron al pueblo, entonces, la gente estaba reunida para irse a meter all\u00e1 a la finca que, porque yo no sal\u00eda, que era que me ten\u00edan all\u00e1 amarrada, pero, la verdad, a m\u00ed nunca me amarraron, ni nada. S\u00ed me investigaron, s\u00ed, feamente, y yo nunca les dije nada porque, era la verdad, yo no sab\u00eda nada. Ellos me dec\u00edan \u201ca usted la guerrilla la tiene bien adaptada, bien preparada, bien no s\u00e9 qu\u00e9\u201d, y yo les respond\u00eda: \u201cno, a m\u00ed ning\u00fan guerrillero me ha puesto un arma en la frente y ni s\u00e9 qui\u00e9nes ser\u00e1n los guerrilleros\u201d. Inclusive, hasta un se\u00f1or que no se le miraba nada, solo los ojos, lo metieron all\u00e1 a investigarme, y dijo: \u201cno, no, con esta se\u00f1ora no podemos\u201d, le dije: \u201ces que uste- des no pueden hacer algo conmigo porque yo qu\u00e9 me voy a poner a decir \u201cyo vi tal cosa\u2026\u201d, no, nada porque si yo vi, ustedes se van y yo qu\u00e9, en seguida lo matan a uno, no, yo no, yo no vi, yo no escuch\u00e9, yo no s\u00e9 nada\u201d. Despu\u00e9s, la guerrilla comenz\u00f3 a aparecer y el ej\u00e9rcito ven\u00eda m\u00e1s seguido y se daban unas balaceras, muy duro. En una de esas, se fue por all\u00e1 la guerrilla, del lado de arriba, y ej\u00e9rcito al otro lado, y el ej\u00e9rcito po\u00b4all\u00e1, avanz\u00f3 hasta donde est\u00e1n las palmas y ah\u00ed par\u00f3 el ej\u00e9rcito, y el plomo que s\u00ed sonaba. Yo estaba con nuestros hijitos en los colchones y colchonetas, de rodillas, porque dec\u00edan que pod\u00eda caer una bomba y los hijos se reventaban con uno ah\u00ed. Para qu\u00e9, pero la casa nunca me la tocaron con balas ni nada, pero, ah\u00ed, cerquita de la casa, s\u00ed cayeron bombas, incluso, un caballito me lo mataron as\u00ed. Bueno, pero esa vez se encerr\u00f3 el ej\u00e9rcito all\u00e1 y \u00bfc\u00f3mo no iba a saber el ej\u00e9rcito que nosotros est\u00e1- bamos ah\u00ed con mis hijitos y m\u00e1s gente?, y entonces, la guerrilla cerc\u00f3 al ej\u00e9rcito, cuando, de un momento a otro, el ganado envolvi\u00f3 al ej\u00e9rcito y \u00a1eso s\u00ed fue ver- dad! Los envolvi\u00f3 porque ellos quedaron en la mitad, y la guerrilla par\u00f3 de dispa- rarles y no hubo m\u00e1s plomo. Eso s\u00ed fue muy raro y el ganado hizo una cosa muy linda, muy linda, rodeando a los del ej\u00e9rcito. Eso se arrodillaba el ganado y se le escurr\u00edan las l\u00e1grimas, donde no los encierren, los mataban los de la guerrilla. Ese testimonio es muy lindo porque el ganado salv\u00f3 al ej\u00e9rcito. Otra vez, me fui yo por all\u00e1 ,y estaba trayendo comida, m\u00e1s pa\u00b4 all\u00e1 de la finca, y se form\u00f3 otra balacera en mi casa y estaban mis hijos all\u00e1 solos y, entonces, al ver que yo no llegaba, ellos cogieron pa\u00b4 la selva, para que no los mataran y, cuando eso, Luisito se subi\u00f3 en un caballo y se fue el chinito sin camisa y con un chiro blanco, bandeando ese chiro para que no le fueran a tirar a \u00e9l, y lleg\u00f3 al borde de la selva y no se pudo meter porque no nos pudo encontrar, nosotros est\u00e1bamos muy lejos. En la selva, si uno se queda quieto, es peligroso, y ya cuan- do yo baj\u00e9, estaban todos ah\u00ed. Entonces, fue cuando el ej\u00e9rcito nos dijo: \u201cv\u00e1yanse porque, as\u00ed como va esto\u2026, gracias a Dios no les ha pasado nada\u201d. 81","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Y yo no puedo decir que yo vi caer una persona muerta o que la vi, no, porque yo no vi eso. Despu\u00e9s de tantos sustos, yo me vine para ac\u00e1 y ah\u00ed fue cuando dej\u00e9 la finca sola mucho tiempo, y se acab\u00f3 todo. Cuando eso, tambi\u00e9n estaba aqu\u00ed en el pueblo la mujer de los patemarranos, ella s\u00ed vive, y estaba don Eduardo, bueno, el apodo era Sisiaca, \u00e9l vive todav\u00eda en Agua Azul, Casanare. A \u00e9l le dio catarata en los ojitos y \u00e9l le toc\u00f3 irse de aqu\u00ed, se alcanz\u00f3 a ir, gracias a Dios, y por all\u00e1 est\u00e1, fue y se enferm\u00f3 de los ojitos y por all\u00e1 se oper\u00f3. Yo fui a visitarlo hace unos d\u00edas. Yo me acuerdo que cay\u00f3 una granada, el helic\u00f3ptero solt\u00f3 un artefacto explosi- vo y cay\u00f3 muy cerca a la casa, mis hijos estaban ah\u00ed. Nelson, el menor, vio todo. Cuando cay\u00f3 la granada, le vol\u00f3 al caballo toda esta parte (se\u00f1ala el costado derecho), al pie de la cerca. Despu\u00e9s de eso, Nelson miraba un soldado o guerri- llero y temblaba, entonces, lo mand\u00e9 para donde el pap\u00e1 a que le hicieran ex\u00e1- menes porque, \u00e9l miraba algo verde, alguien con uniforme camuflado, un sol- dado o algo militar, y temblaba, por culpa de esa granada. Nelson ten\u00eda como cuatro o cinco a\u00f1os, \u00e9l tiene varios recuerdos de eso en la cabeza. Mire que \u00e9l no abr\u00eda casi los ojos para no ver, as\u00ed fuera una persona que llevara una camisa verde o algo as\u00ed, me cog\u00eda las piernas y temblaba. A \u00e9l fue al que m\u00e1s duro le dio, los otros m\u00e1s grandecitos pod\u00edan soportar m\u00e1s, le digo que los conflictos as\u00ed son muy duros y muy peligrosos, pero yo creo que despu\u00e9s de que uno no est\u00e9 metido ni a un lado ni al otro, no pasa nada. Me acuerdo que a uno le investigaban muchas cosas, y el ej\u00e9rcito se inventaba cosas, pero como yo nunca me he asustado, entonces, me fue bien. Gracias a Dios, tuve valent\u00eda y lo hice. Me dec\u00edan: \u201ca este se\u00f1or usted lo conoce\u201d, y yo les respond\u00eda: \u201cpues, usted me conoce mucho a m\u00ed y, \u00bfpor qu\u00e9 no me muestra su cara? porque yo no lo quiero ver, si usted es un guerrillero, pues t\u00e1pese para no saber\u201d. Si era o no era, o si lo recuerdo, o no. Todas esas cosas fueron muy buenas para m\u00ed porque, entonces, cuando ven\u00edan a investigarme, me tra\u00edan personas y yo frenteaba. Yo lo viv\u00ed con mis hijos, fui una mujer que no sali\u00f3 volando para otra parte, no, yo no, porque yo dec\u00eda: \u201c\u00bfpa\u00b4 d\u00f3nde voy a coger sin nada?\u201d. Es muy feo porque lo que yo pude conseguir entonces, era muy poquito, y as\u00ed fue, y as\u00ed es como estoy todav\u00eda aqu\u00ed. Al primer hijo, lo tuve a los 18 a\u00f1os. Los tuve muy seguido, los cuatro primeros fueron como de a\u00f1o a a\u00f1o, muy seguidos, tambi\u00e9n los levant\u00e9 joven. Pero bue- no, se acompa\u00f1aban. Por mucho tiempo, la felicidad m\u00eda fue que mis hijos fue- ron muy alentados, no se enfermaron de nada, por ah\u00ed, gripitas, pero pasajero y ya, no m\u00e1s, y la felicidad m\u00eda fue que en ning\u00fan momento les dieron ganas de coger las armas o algo as\u00ed, nada de eso. Yo les daba muchos consejos. Mire que, cuando Nelson se ten\u00eda que ir a pagar servicio militar, \u00e9l ten\u00eda mucho miedo y me dec\u00eda: \u201cpero, mam\u00e1, es que yo no s\u00e9 coger un arma, a m\u00ed me da mucho 82","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. miedo, o, pegarle un tiro a otro sin saber por qu\u00e9, yo no soy capaz\u201d, y yo le dec\u00eda: \u201cbueno\u201d; como a los ocho d\u00edas, \u00e9l me volv\u00eda a decir: \u201cmam\u00e1, y es que yo tampoco voy a ir a pagar servicio por una cosa, porque es que yo soy m\u00e1s alto que todos los otros soldados, me pueden matar a m\u00ed primero\u201d (risas). Y, hasta ah\u00ed fue, lo mand\u00e9 para Villavo y hasta que sac\u00f3 la libreta no se vino. De buenas, pero es que ninguno de mis hijos tiene libreta de primera porque yo trataba de com- pr\u00e1rsela para que no pagaran servicio, pero el \u00faltimo, que es mi nieto\u2026 mi hijo, porque a \u00e9l no le gusta que le diga que es mi nieto, \u00e9l s\u00ed fue a pagar servicio, pero en la Fuerza A\u00e9rea, pero no salieron a pelear. Nosotros somos muy bendecidos porque no nos gust\u00f3 el conflicto, porque, en ese entonces, tambi\u00e9n la guerrilla incentivaba a los j\u00f3venes para que hicieran parte de ellos. Mi hijo puede dar fe de que a las malas no se los llevaban. Ellos qu\u00e9 hac\u00edan, pues, como a los j\u00f3venes les gusta la plata, les gusta las cosas f\u00e1- ciles, entonces, les pon\u00edan un arma, una moto y dinero y, entonces, los mucha- chos, jum, claro, se llenaban de ilusi\u00f3n y, mentiras, que a los ocho d\u00edas los ten\u00edan trajinando monte. Entonces, as\u00ed enga\u00f1aban a los muchachos, pero no que los agarraran, no, no que yo conozca testimonio, pero los incentivaban para llev\u00e1r- selos de esa forma. Nelson estudi\u00f3 con varios muchachos que se fueron pa\u00b4 la guerrilla, y se acuer- da de eso; solo uno o dos est\u00e1n por ah\u00ed vivos, que se fueron por esa \u00e9poca y los ilusionaron. Hoy en d\u00eda, hay uno que est\u00e1 en el Cerro Colinas, el hijo de potro, a \u00e9l le dicen pulm\u00f3n. Y como \u00e9l hac\u00eda las bombas dentro de la pieza, no dejaba que la mam\u00e1 se metiera, pero, un d\u00eda, la mam\u00e1 se meti\u00f3 y abri\u00f3 la cartera y estall\u00f3 la bomba y le vol\u00f3 la mano al muchacho aqu\u00ed (se\u00f1ala la mu\u00f1eca), y el ojo. Ah\u00ed vive, la se\u00f1ora vive a la vuelta. Por ese accidente, despu\u00e9s, el muchacho todo deses- perado cogi\u00f3 una granada y se iba a matar, casi que no lo convencen, dur\u00f3 toda la noche con esa granada desactivada en la mano, que la soltaba, que no, y el pap\u00e1 b\u00fasquelo, hasta que lo convencieron de que no se matara. Claro, es que fue grave, casi mata a la propia mam\u00e1, v\u00edctima de su propio invento y del con- flicto. Y, \u00bfsabe qu\u00e9 es lo triste de eso? que fue por coger malos caminos. Mi hijo Nelson naci\u00f3 en el hospital de aqu\u00ed, de Calamar, pero no lo registraron all\u00e1 porque uno afuera dec\u00eda que era de Calamar y lo primero que le dec\u00edan es que era guerrillero, lo estigmatizaban muy feo: \u201custed es guerrillero, usted es de Calamar\u201d, y era maluco, pero nada. Aqu\u00ed, tambi\u00e9n me acuerdo que hubo una plaza de toros, ac\u00e1 trajeron al Charro Negro y creo que al Charrito Negro, en su \u00e9poca, en la \u00e9poca del dinero. La plaza de toros era a la salida del pueblo, y mi hijo vend\u00eda preparada y helados. Yo nunca los dej\u00e9 coger ning\u00fan vicio, desde peque\u00f1itos los puse a trabajar. 83","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Tambi\u00e9n hab\u00eda que ver, por ejemplo, a los comandantes; la guerrilla no era mala, como de pronto despu\u00e9s, cuando se mezcl\u00f3 con el narcotr\u00e1fico, porque usted a un miliciano no le pod\u00eda decir \u201cnegros ten\u00e9s los ojos\u201d porque le pod\u00eda pegar su tiro, lo mataba a uno y listo. Y como ten\u00eda las armas, y el que tiene las armas es el que manda. Mucho[s] de esos milicianos manten\u00edan amedrentando al pueblo, hac\u00edan lo que quisieran, hasta que bajaba la guerrilla y ya les pon\u00eda su tatequieto para que respetaran a la gente. Es ir\u00f3nico porque, donde es hoy el batall\u00f3n, era el cambuche de la guerrilla, todo eso lo ten\u00eda ah\u00ed la guerrilla. Ah\u00ed, donde ten\u00edan el batall\u00f3n, ah\u00ed mismo ven\u00eda gente muy rica, tambi\u00e9n de mucha plata producto de la bonanza. Esa bonanza trajo m\u00e1s cosas malas que buenas. Lo bueno es que ayud\u00f3 al pueblo y la gente que- d\u00f3 por ah\u00ed con sus fincas, los que lo lograron, pero, malo porque qued\u00f3 mucho hu\u00e9rfano, muchas viudas y viudos por la misma cosa del conflicto y la coca. Si llegaba por ah\u00ed alguien con una mujer muy bonita y a un guerrillero le gustaba o a uno de los capos, usted perdi\u00f3 el a\u00f1o, entonces, eso s\u00ed fue como lo malo. Y, despu\u00e9s, ya vino algo muy cruel que fue la entrada de los paramilitares. Ellos hicieron m\u00e1s da\u00f1o que la guerrilla en toda su historia en el municipio porque lle- gaba un encapuchado y dec\u00eda: \u201ceste trabajaba con la guerrilla\u201d, pero si la guerri- lla le ped\u00eda un favor a usted, ah\u00ed ver\u00e1 si se niega, y entraban los paras y ya dec\u00edan que uno era colaborador. En ese momento, los paras desaparecieron mucha gente, la entrada de los paramilitares fue demasiadamente cruel. Lo de los paramilitares fue como en el 2002 y 2003. Ellos comenzaron a entrar y a incursionar y eso s\u00ed marc\u00f3 al pueblo, hubo mucha gente que perdi\u00f3 a sus familiares. Uno, a las seis de la tarde cerraba su puerta y no le abr\u00eda ni a Dios, y ya cuando colocaron a esa gente, \u00a1uy, no!, o sea, le hizo mucho da\u00f1o a este municipio. Uno mir\u00f3 todo ese horror, pero no tiene pruebas, fue mucho testimo- nio, mucha la complicidad del ej\u00e9rcito, los dejaban hacer lo que quisieran y el mismo ej\u00e9rcito, a ratos, se prestaba para eso, hubo muchas vivencias, muchas experiencias de la gente con eso, que el mismo ej\u00e9rcito se llevaba a la gente y los entregaba a los paramilitares. A un muchacho que fue candidato ac\u00e1 a la Al- cald\u00eda, le desaparecieron al pap\u00e1, se lo llevaron y, al sol de hoy, no se sabe nada, nadie sabe d\u00f3nde est\u00e1, d\u00f3nde los pueden haber dejado o enterrado. Yo, con mi primer hijito, que ya parti\u00f3, casi se me lo llevan, eso fue terrible. Yo sufr\u00eda mucho por eso, entonces, cuando estaba con el pap\u00e1 de \u00e9l, yo le dec\u00eda, no s\u00e9 hasta d\u00f3nde o qu\u00e9 tendr\u00e1 usted que hacer, no s\u00e9, solo s\u00e9 que usted no debe dejar que mi hijo se vaya pa\u00b4all\u00e1, y me dijo: \u201c\u00bfverdad?\u201d, y yo: \u201cpues claro\u201d. Y se lo llev\u00f3 po\u00b4all\u00e1 pa\u00b4l r\u00edo, y en la canoa dur\u00f3 como unas dos horas d\u00e1ndole consejos, hasta que lo pon\u00eda a chillar, y vea, s\u00ed sirvi\u00f3 o, si no, se lo habr\u00edan llevado, porque \u00e9l era aficionado que \u00e9l se iba a la guerrilla porque quer\u00eda coger un arma, pero no. . 84","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Relatos de los primeros habitantes: Josefina Foto: \u00a9 Warner Valencia Yo tengo 63 a\u00f1os; de estar sin padres, hace muchos a\u00f1os. Mi madre se fue y a m\u00ed me dejaron por all\u00e1. Por eso, la mayor\u00eda de mi crianza fue en Caquet\u00e1, viviendo la violencia y huyendo. Yo viv\u00eda en San Vicente del Cagu\u00e1n, en un case- r\u00edo que se llama Las Guacamayas y sufr\u00ed muchas cosas de la guerrilla y me toc\u00f3 esconderme muchas veces. Cuando yo me sal\u00ed de all\u00e1 y me vine para el Gua- viare, ten\u00eda, por ah\u00ed, unos veinte a\u00f1os, inclusive, yo no estaba bautizada, me toc\u00f3 comprar mi c\u00e9dula despu\u00e9s para poder tener una pertenencia, un ranchito que tengo por all\u00ed. Yo sal\u00ed de San Vicente porque usted sabe que uno de mujer siem- pre se deja enredar de los varones, entonces, me vine por ac\u00e1, con mi marido y la mam\u00e1 de \u00e9l. Ellos ya ten\u00edan finquita y la idea era llegar en alg\u00fan momento ah\u00ed. Cuando llegamos, no encontr\u00e1bamos pista ni nada. Yo me vine en un avi\u00f3n grande y cay\u00f3 a un potrero, pero estaba limpio y ah\u00ed nos recogieron en carretilla pa\u00b4 cargar la maleta, no hab\u00eda carros, no hab\u00eda nada. Llegamos fue a San Jos\u00e9. Primero, cuando lo estaban fundando, San Jos\u00e9 no ten\u00eda pista, no hab\u00eda centro, no hab\u00eda comercio, no hab\u00eda nada de eso. Solo hab\u00eda unas pocas casas, hab\u00eda potreros y no hab\u00eda ni corregidor tampoco, lo que hab\u00eda era una cosita [casita] as\u00ed, para cuando iban a poner una demanda o algo. 85","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Llegando a Calamar Yo, de todas maneras, ya tra\u00eda familia, con camada. Duramos un tiempito y nos sacaron desplazados de San Jos\u00e9, no por cuesti\u00f3n de violencia, sino por el agua, porque, donde est\u00e1bamos, se creci\u00f3 el r\u00edo y nos sacaron de all\u00e1. Entonces, el co- rregidor dijo que quer\u00eda formar un pueblo y para ac\u00e1 nos trajeron. Ya ven\u00edamos a la mitad de camino y nos trajo una volqueta de la comisar\u00eda hasta donde pudo entrar. De ah\u00ed, seguimos por la trocha, lo que se llama trocha. Entonces, para entrar una remesita o lo que uno tuviera que ir a comprar, ten\u00eda uno que salir de aqu\u00ed a San Jos\u00e9 y, a veces, le prestaban a uno bestias, pero, a veces, no. Uno pod\u00eda durar una semana trayendo por ah\u00ed una cajita de panela, lo que uno pudiera cargar. Pero bueno, cuando ya llegamos a Calamar, aqu\u00ed no hab\u00eda tampoco iglesia, no hab\u00eda colegios, no hab\u00eda escuela, no hab\u00eda ni hospital. Eso era un potrero y un medio kiosquito; entonces, ah\u00ed nos arrimamos pa\u00b4 hacer la casita, por all\u00e1, en el centro, pero, como le digo, uno se demoraba en venir a la casa y, como se demoraba uno, ya la guerrilla le hab\u00eda quitado esa casa. Ellos eran los que man- daban. Yo nunca en mi vida tuve problemas con la guerrilla, gracias a Dios, no. Seguro porque toda la vida he sido as\u00ed soncita, callada (risas), yo era guisandera nom\u00e1s; ni mirar, ni fiscalizar, ni escuchar. Eso s\u00ed, yo le ped\u00eda mucho a Dios por los hijos porque hab\u00edan familias a las que les quitaban los hijos. Me acuerdo que hab\u00edan unas tres casas y en esas tres casas viv\u00edan unos ind\u00ed- genas. Ellos, al ver que entramos, porque entr\u00f3 harta gente, ellos se fueron y quedamos nosotros. A m\u00ed me ayudaron para hacer un ranchito, por all\u00e1, en el centro porque todo lo dem\u00e1s eran potreros y selva, mejor dicho, no hab\u00eda nada; hab\u00edan unas tres maloquitas. Despu\u00e9s, ya arreglaron, midieron el pueblo y toda esa vaina para armar calles, despu\u00e9s mandaron un corregidor para ac\u00e1, pero ese corregidor trabajaba en Miraflores porque en Miraflores no hab\u00eda tampoco nada. Aqu\u00ed, en Calamar, no se miraba nada, no hab\u00eda m\u00e9dico, si uno se enfermaba tocaba ver, o uno se mor\u00eda de paludismo. Lo que m\u00e1s hab\u00eda era paludismo y balaceras. Cuando entr\u00f3 la guerrilla a mandar, ya uno manten\u00eda todos los d\u00edas asustado porque eso era una bomba o, uno se levantaba y, eso, amanec\u00edan cin- co o seis muertos. A uno le tocaba estarse quieto, con la boca cerrada, as\u00ed uno mirara lo que mirara, ten\u00eda que estarse callado y quieto, pa\u00b4 poderse estar. En medio de ese miedo, levantamos la familia. Despu\u00e9s, ya fueron formando igle- sia y hospital, yo fui guisandera de la primer casa que echaron a formar para el hospital. De pronto, de un momento a otro, lleg\u00f3 una se\u00f1ora para que acompa- \u00f1ara a las otras se\u00f1oras al parto y para que aplicara una que otra inyecci\u00f3n; en 86","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. ese entonces, hab\u00eda un puesto de salud y atend\u00eda una se\u00f1ora que se llamaba Bernarda. Y, ah\u00ed se fue formando el pueblo. Cuando yo llegu\u00e9 ac\u00e1, el mismo comisario de San Jos\u00e9 vino y me dio el terreno, all\u00ed. Ya los que se quedaban por all\u00e1, a todos les vendieron el solar. Despu\u00e9s que hubo corregidor, entonces, ya \u00e9l entregaba los solares y ya se fue viendo que se form\u00f3 el pueblo, entonces, empezaron a comprar ladrillo; de este no se miraba, era de ese de barro. Donde queda la estaci\u00f3n de polic\u00eda, ah\u00ed era la Alcald\u00eda y, entonces, ah\u00ed era donde trabajaba el corregidor. Esa casa la hicimos nosotros, embutida, o sea, se le pon\u00eda un palo para all\u00e1 y otro para ac\u00e1 y se le iba echando el barro en un[a] tabletica y lo iba uno arreglando; esas eran las paredes. En esa casa hay una parte del trabajo de nosotros tambi\u00e9n. Solo que no pudimos con las casitas propias porque yo consegu\u00eda una casita, pero como me tocaba salir al campo a trabajar, cuando ven\u00eda, ya la encontraba ocupada, y uno, con tal que no le hicieran nada, se callaba, y le tocaba dejarla ah\u00ed. Despu\u00e9s, la comisar\u00eda desde San Jos\u00e9 nos ayud\u00f3 para formar las casas con ma- teriales, nos dieron el zinc; nosotros, encerr\u00e1bamos con tabla y chonta. La casita m\u00eda fue como una maloquita, una casita de zinc, techo por aqu\u00ed y techo por all\u00e1, entonces, ya uno encerraba la piecita y arreglaba la cocinita, y cocinaba uno, ah\u00ed, en latas de zinc viejas. Y aqu\u00ed no se miraban sino solo potreros, inclusive, donde los Renter\u00eda, hablando de todo un poquito, yo iba y me robaba la yuca (risas), s\u00ed, porque usted no se puede quedar manicruzado y una mata de yuca all\u00e1, iba y me la tra\u00eda, una mata de ma\u00edz, por ah\u00ed, lo que se le presentaba a uno, uno se lo tra\u00eda para poder sostener la familia, pescado; aqu\u00ed, en este r\u00edo, hab\u00eda mucho pescado. En esos primeros tiempos echamos a sufrir aqu\u00ed. Se pasaba mucha hambre, pero como hab\u00edan indios, a veces \u00edbamos a que nos regalaran fari\u00f1a49, pescao, porque en el pueblo no se miraban carnicer\u00edas ni nada de eso. La carne era del monte, marisca50 que llamaban, y hab\u00eda gente que iba a cazar y la tra\u00eda pa\u00b4 vender ac\u00e1, eso era lo que se miraba, de resto, no. Ya cuando se form\u00f3 un poqui- to el pueblo, fue cuando echaron a formar carnicer\u00edas. Pero antes, todo eso co- m\u00edamos ac\u00e1, para qu\u00e9 le voy a ser mentirosa, com\u00edamos fari\u00f1a, de lo que tra\u00edan los indios; inclusive, yo, a veces, iba a acompa\u00f1ar a las ind\u00edgenas a buscar pepas en la selva y de eso com\u00edamos. El indio conoce mucho de pepas, muchas carnes, se comen un gusano, as\u00ed, grande, que se llaman mojojoy; eso lo envuelven en hojas, lo echan a asar en la ceniza, en el fog\u00f3n con fari\u00f1a y se lo comen, pero yo 49 Harina que resulta del proceso de tosti\u00f3n y trituraci\u00f3n de la yuca brava. 50 Por marisqueo se entiende la pr\u00e1ctica de caza de animales de monte para su consumo, su carne se conoce como marisca. 87","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz nunca pude probar eso (risas). S\u00ed com\u00ed micos, pero los gusanos no. Esos micos los moquiaban51 , les pon\u00edan harta candela y, cuando estaba listo, lo raspaban y le quitan el cuero y quedaba la pura carne, lo mismo el pescado, tambi\u00e9n lo moquiaban. Cuando estaba mi marido, \u00e9l tambi\u00e9n se dedic\u00f3 a cazar. En ese tiempo los lla- maban cachirreros porque mataban los cachirres (caimanes), y esas pieles las sac\u00e1bamos. Tambi\u00e9n cazaban el tigre y los tigrillos (trigrilleros). Para cazarlo, pong\u00e1mosle que este es el r\u00edo (dibuja un r\u00edo imaginario en el piso de tierra), en- tonces, usted va en una canoa, ah\u00ed dentro de la canoa y, como el animal saca esa trompa para afuera, entonces, con la linterna uno lo alumbra y le mira los ojos, se le ven rojos; a ese rojo, entonces, se le dispara, y ah\u00ed cae el cachirre. O el tigre, se le dejaba su carnadita, ah\u00ed, carnadita quiere decir un mico, entonces, el tigre llega a coger el mico y ah\u00ed se mataba el bicho. A veces se le pon\u00eda aqu\u00ed, en la pura cabeza. El proceso para sacarle el cuero al cachirre era demorado, se le sacaba el cuero con mucha ma\u00f1ita, para que no se fuera a da\u00f1ar, se halaba y se le echaba la sal. Uno lo iba halando hac\u00eda arriba y se iba amontonando en un sitio, hasta que botaba toda esa agua y quedaba solo el cuero, la piel. Eso era lo que nosotros le vend\u00edamos a la gente de El Retorno que ven\u00eda a comprar. A dife- rencia del cachirre, a la piel del tigrillo no se le echaba la sal, sino que se sacaba el cuero, o sea, la piel, y se extend\u00eda pa\u00b4 que se secara al sol. Hace poquitico estuvimos en el Caquet\u00e1, pero yo no s\u00e9, como que a m\u00ed me sem- braron por aqu\u00ed o, no s\u00e9 qu\u00e9 ser\u00eda, pero a m\u00ed no me ha dado por irme; tal vez, por los hijos, uno ya ech\u00f3 ra\u00edces. Yo tuve diez hijos y tengo, casi, como unos veinte nietos, ya tengo tataranietos. Cinco hijos se me han muerto, a una la mat\u00f3 una bomba en Bogot\u00e1. Ella ven\u00eda saliendo del hospital porque ella estaba enferma, cuando \u00a1boom!, se estall\u00f3 una bomba, y esa muri\u00f3 all\u00e1. Otra muri\u00f3 ac\u00e1, otros ni- \u00f1os murieron enfermos, no ten\u00eda uno el recurso pa\u00b4 sacarlos ligero pa\u00b4l pueblo y, cuando uno los sacaba, ya era avanzados de la enfermedad. Uno yendo a San Jos\u00e9 yo creo que se mor\u00eda de camino, pero mire que ac\u00e1, el corregidor ten\u00eda un machito que alquilaba pa\u00b4 uno traer media remesita, le alquilaban a uno para ir a El Retorno y de aqu\u00ed uno se iba con el machito y all\u00e1 uno lo cargaba y se ve- n\u00eda para ac\u00e1 en esa bestia. De ida, se echaba uno como dos d\u00edas y, para traer de vuelta la bestia cargada, con ese camino tan feo, se completaba una semana de viaje, porque hab\u00eda una trocha muy fea. Esta carretera que hay ahora est\u00e1 es buena, lleva unos cinco a\u00f1os, no lo tengo preciso. 51 El procedimiento de \u201cmoquear\u201d consiste en cocer bajo tierra la carne, generalmente, de pescado, previamente envuelta en hojas de pl\u00e1tano. Esta envoltura se pone en un hueco, a unos 15 o 20 cent\u00edmetros de profundidad, se tapa y, encima, se prende una hoguera. Es una pr\u00e1ctica propia de comunidades ind\u00edgenas amaz\u00f3nicas y orinoquenses. 88","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. Los avatares del conflicto Con el tiempo ech\u00f3 a mandar la guerrilla, ac\u00e1, en Calamar, ya era lo que la gue- rrilla dijera. Y nos toc\u00f3 comenzar a andar de rancho en rancho, hasta que nos re- galaron una tierra, por all\u00e1, y nos fuimos a trabajarla. Nosotros somos selv\u00e1ticos y mi persona no tiene estudios, yo no tengo sino arruguitas (risas). Despu\u00e9s, en los tiempo[s] del toque de queda que pon\u00eda la guerrilla, uno en las fincas ten\u00eda que salir corriendo, dejar todo tirado, gallinas, lo que uno tuviera, porque \u00bfqu\u00e9 hac\u00eda uno en medio de una balacera?, tocaba salir con los chinos para otra parte, y sal\u00eda uno y, lo mismo, \u00a1unas balaceras, mejor dicho! En realidad, ac\u00e1 ha habido mucho muerto, ni\u00f1os inocentes muertos, mujeres inocentes, profesoras, profesores; hoy ya estamos un poquito tranquilos, pero eso fue terrible. La situaci\u00f3n econ\u00f3mica que ten\u00edamos no era f\u00e1cil, nos la pas\u00e1bamos luchando por caminos, cargando la remesita pa\u00b4 uno medio sostenerse y, la mayor\u00eda de gente por ac\u00e1, al que no lo mataban, se iba, porque le dec\u00edan: \u201cbueno, usted est\u00e1 hablando mal de la guerrilla, v\u00e1yase o lo matamos\u201d. Ten\u00eda uno que estar muy callado, muy derechito y yo creo que por eso estamos nosotros viviendo, porque nos toc\u00f3 quedarnos as\u00ed. La guerrilla controlaba a la gente ac\u00e1. El que la hac\u00eda, la pagaba; si yo robaba, me mataban. Ahorita es que se mira mucho ladr\u00f3n, mucho bazuquero, mucho de todo. Ahora, pero, primero, cuando mandaba esa gente, no, porque esa gente al que tantico hiciera una pilatuna, de una vez, le daban pis- tola, pero en la guerrilla s\u00ed hubo gente que humill\u00f3 mucho. La guerrilla nos quit\u00f3 muchas cosas, yo soy desplazada de aqu\u00ed porque a m\u00ed me dejaron sin nada, en- tonces, toc\u00f3 pasarme al desplazamiento, o sea, yo soy v\u00edctima. La demora fue que entrara el ej\u00e9rcito y, en seguida, comenzaron las balaceras. Por all\u00e1 hay un puente que lo llaman puente de bal\u00edn, y hab\u00eda d\u00edas que amanec\u00edan hasta diez se\u00f1ores del ej\u00e9rcito muertos all\u00e1, porque en la noche los mataban, eso era muy intenso y uno quietico en las casas. A ra\u00edz de eso, mucha gente fracas\u00f3, a muchas se\u00f1oras las mataban en la calle. La guerrilla dejaba ollas expr\u00e9s, usted sabe que uno de pobre encuentra una olla y va a recogerla, imag\u00ednese esa olla llenita de explosivo, era una bomba, una bomba en esas ollas. Tambi\u00e9n dejaban bombas en las motos, bombas en los caminos, bombas colgadas de las hojas; hay gente que hasta molest\u00f3 la bomba, pero no les pas\u00f3 nada. A una se\u00f1ora, por ejemplo, se le estall\u00f3 una bomba y no le pas\u00f3 nada. Yo digo, gracias a Dios, no haberme pasado mayor cosa a m\u00ed, que s\u00ed ve\u00eda una que otra vez muertos, pero no se sabe de d\u00f3nde, ni cu\u00e1ndo. 89","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Otras veces, la guerrilla nos dec\u00eda que necesitaban algo de comer y, nos dec\u00edan, y tocaba ir all\u00e1 a llev\u00e1rselos: un marrano, una res, pollo, huevos, comida. Todo eso porque esa gente de todo eso ped\u00edan, yo hace mucho no miro esa gente, desde que yo me vine pa\u00b4 ac\u00e1, pa\u00b4l pueblo, porque a m\u00ed no me qued\u00f3 chance de devol- verme otra vez para la finca, no, porque a m\u00ed me dio miedo, entonces, con lo poco que consegu\u00ed del pedacito de tierra, mi ahijado me dej\u00f3 un ranchito, yo tengo un ranchito en el barrio comuneros, una casita, no la he podido arreglar muy bien, pero s\u00ed me sirvi\u00f3 para vivir, sino que estoy ac\u00e1 al pie de la hija porque yo manten- go muy enferma, el az\u00facar, la tensi\u00f3n, todo eso me dio. Yo antes no estaba sola, ten\u00eda mi marido. Pero al pap\u00e1 de mis ni\u00f1as, de un mo- mento a otro, le dijeron: \u201cv\u00e1yase\u201d. Y se fue, y me dej\u00f3 a m\u00ed como con siete criaturas; y a todos los levant\u00e9, yo lo que no les pude dar fue casi estudio, pero ellos estu- diaron ac\u00e1 en una escuelita que hicieron donde queda un mango, despu\u00e9s s\u00ed ya hicieron el colegio; pero yo a los hijos m\u00edos no les pude dar colegio, se quedaron con lo poco que les ense\u00f1aron en la escuela, y ya nosotros seguimos pa\u00b4 delante porque sigui\u00f3 llegando m\u00e1s pueblo. La guerrilla fue la que desplaz\u00f3 a mi marido. De la noche a la ma\u00f1ana, el coman- dante le dijo que le tocaba irse. Nosotros nos pregunt\u00e1bamos que por qu\u00e9 se iba, que por qu\u00e9 tal cosa; no nos quiso informar. Cuando nosotros lo acompa\u00f1amos, de all\u00e1 para ac\u00e1, ya echaban a caer avionetas, ah\u00ed hab\u00eda pista, pero, entonces, for- maron una media pista para donde est\u00e1 el ej\u00e9rcito, por all\u00e1 hab\u00eda una media pista y ah\u00ed ca\u00edan avionetas. \u00c9l se fue en una avioneta, nosotros vinimos a acompa\u00f1arlo. De ah\u00ed pa\u00b4lante, me toc\u00f3 seguir yo bregando con los hijos, a veces, me tocaba dejarlos solos ac\u00e1 e irme a trabajar por all\u00e1, porque me ha tocado trabajar en coci- nas, haciendo de comer pa\u00b4 varios obreros, de todo eso que llaman raspachines, todo eso, los patrones lo buscaban a uno y lo llevaban a eso, a hacerle de comer a la gente porque, pa\u00b4 qu\u00e9, le pagaban a uno muy bien. Uno se levantaba a las tres de la ma\u00f1ana, ten\u00eda que levantarse a hacer caf\u00e9 por- que a esa hora tomaba caf\u00e9 el obrero; se iba a trabajar, o sea, a raspar hoja, \u00bfme entiende?, como decir, all\u00e1 hay un cultivo, entonces, se levanta el obrero, se toma el tinto y se va; y uno sigue haciendo el desayuno y tiene que irlo a llevar all\u00e1. Pues, se va uno por la plata, ah\u00ed s\u00ed, como dice el cuento, \u201cpor la plata baila el perro\u201d. De desayuno, yo hac\u00eda por la ma\u00f1ana arepas, caldo de papa con pasta, huevos o, a veces hab\u00eda carne, entonces, arreglaba uno la carne o papas o caf\u00e9 en leche, ese era el desayuno. Despu\u00e9s de que ya llevaba a las nueve el desayuno, segu\u00eda con el almuerzo. A veces, el almuerzo era un sancocho campesino, con yuca, pl\u00e1tano, carne, la cebolla, el cilantro, toda esa vaina para arreglar el sancocho y el arroz, el arroz no debe faltar en ninguna comida, el arroz y la carne bien arregladita, y ah\u00ed le hac\u00eda un piquete y el caldo aparte, esas son las comidas campesinas, a veces 90","Cap\u00edtulo 2. Aproximaciones a la colonizaci\u00f3n, la coca y el conflicto en Calamar. Relatos de vida de cuatro mujeres. se hac\u00edan envueltos de ma\u00edz con cuajada, que quedaban bien buenos pa\u00b4 los desayunos. Por la noche, apenas los obreros llegaban, ya tra\u00edan preparada la qui\u00f1apira, un pescado que ten\u00eda aj\u00ed, tambi\u00e9n tra\u00edan racimos de pepas para hacer chicha. Se ca- lentaba el agua, no muy caliente, y se echaba el racimo all\u00ed, a lo que volaba la cas- cara ya estaba buena, entonces, uno lo bajaba, la desaguaba, la pilaba y, de eso, se sacaba esa leche; eso era como una leche y se tomaba, y quedaba m\u00e1s rica, con pl\u00e1tano asado o cualquier cosa. A veces yo iba con ellos, busc\u00e1bamos las pepas y las arregl\u00e1bamos. Inclusive, de eso tambi\u00e9n se sacaba aceite, a veces nos toca- ba sacar aceite para calentar pl\u00e1tano, cuando no ten\u00edamos nada para comprar. Entonces, se sacaba el aceite y eso lo pilaba uno y lo pon\u00eda a calentar en el fog\u00f3n y sal\u00eda la nata y se iba sacando ese aceite que serv\u00eda para secar arroz y quedaba muy rico, o para echarle a la comida, para fritar el pl\u00e1tano, todo eso hac\u00edamos, de todas esas comidas yo com\u00eda y le daba a los hijos, sino que ya han cogido alitas, entonces, ya no comemos ali\u00f1o (risas), pero a veces yo voy y lo compro. Sembrando coca Qu\u00e9 pena con usted, pero, la verdad, yo fui sembradora de coca y trabaj\u00e9 con la coca. En la vereda que nosotros vivimos, La Esmeralda, cerquita de ac\u00e1, yo tuve cultivos y fui muy azotada por el ej\u00e9rcito porque ellos me quemaban los cambu- llones, hasta que fuimos quedando manicruzados porque, piense usted: cu\u00e1nto no le mete uno para poder sacar esa harina; eso es una harina que se saca de una mata, y a la mata tambi\u00e9n hay que meterle mucho trabajo. Mientras estuvo vivo mi marido, \u00e9l disfrut\u00f3 de todo, de lo que sacaban. Ya cuando \u00e9l se fue, se comenz\u00f3 a acabar el negocio de la coca porque yo no era capaz de trabajar sola, y la finca se acab\u00f3 porque, con las balaceras, nosotros salimos co- rriendo de all\u00e1 y nos vinimos para ac\u00e1, pa\u00b4l caser\u00edo. Cuando nos dieron el chance de volver a entrar, se hab\u00edan desaparecido las gallinas y los marranos que ten\u00eda- mos. Nosotros tambi\u00e9n hab\u00edamos conseguido con la coca unas vaquitas, pero todo eso se nos acab\u00f3 por dejar sola la finquita; y por el miedo, pero si no nos ve- n\u00edamos, qui\u00e9n sabe qu\u00e9 nos habr\u00eda pasado. Adem\u00e1s, estaba el glifosato. Cuando comenzaron a fumigar, pasaba esa avioneta y rociaba todo, \u201csuich\u201d, y eso acababa con el pl\u00e1tano, con la yuca y con los potreros, y se empezaba a caer todo; es que eso, si pasa una avioneta por ac\u00e1 (se\u00f1ala al horizonte), alcanza a \u201cchispiar\u201d todas esas matas de pl\u00e1tano, y todo eso se va secando y se va acabando. 91","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Despu\u00e9s de que se fueron los de las FARC, comenz\u00f3 a haber mucho bazuquero. A esos bazuqueros, ahora, no les hacen nada. Ya nadie los controla; y la polic\u00eda no los controla, pues, yo he visto, no s\u00e9, dicen que la polic\u00eda tambi\u00e9n fuma, no s\u00e9 (risas), no s\u00e9, pero ese es el cuento, que la polic\u00eda hace el cuarto pa\u00b4 que de pronto haiga ladrones, porque es que ellos tambi\u00e9n necesitan platica, entonces, yo creo que eso\u2026 Pero, para el futuro, esto puede estar bueno. Ahorita uno ve muchas ayu- das, que Familias en Acci\u00f3n, eso es una ayuda, ahora siempre les dan remesita, la comida, uno ve que ahora a los ni\u00f1os les dan esas cosas, y en el tiempo que yo cr\u00ede los m\u00edos, ellos no conocieron ni pa\u00f1al desechable, y ahorita las mam\u00e1s no se ocupan ni de lavarlo. S\u00ed, porque ahorita ya sale mucho pa\u00f1al y tanta cosa. Primero, uno remendaba un vestidito, alguna cosita, porque no se pod\u00eda poner ropa buena; ahora, ya ha cambiado mucho, todo eso es un cambio y una ayuda pa\u00b4l pobre. Pero, tambi\u00e9n hay personas que no cuidan lo que les dan, hay familias donde el pap\u00e1 se pone a tomar o, de pronto, la mam\u00e1 tambi\u00e9n, ahora se mira mucho eso. Yo, cuando me crie, no mir\u00e9 todo eso, yo he sido m\u00e1s bien criada en la antig\u00fcedad, no me gust\u00f3 el baile, no me gustaban las pinturas, nada de eso, me gusta el trabajo, no conoz- co ni discotecas, pero ahorita s\u00ed se mira mucha vagancia. Ya en los \u00faltimos a\u00f1os, el ej\u00e9rcito entr\u00f3 y hubo como un a\u00f1o o dos a\u00f1os de solo plomo, solo balacera, hasta que, por fin, se calm\u00f3 todo. Gracias a Dios, ya est\u00e1 calmado y ahorita hay mucha finca, mucha ganader\u00eda, mucho de todo. Esto ha cambiado un poquito desde que entr\u00f3 el ej\u00e9rcito. El ej\u00e9rcito entr\u00f3 hace unos cua- tro o cinco a\u00f1os. Antes, por ejemplo, las navidades eran muy tristes porque ten\u00eda uno que estarse por all\u00e1, en la finca, ni sab\u00eda qu\u00e9 d\u00eda era a\u00f1o nuevo, ni nada. Y, pues, ahora s\u00ed por- que uno ya est\u00e1 en el pueblo y ya hace comidita. Ahora s\u00ed hay fiesta, pero antes uno la pasaba por all\u00e1, amargado, porque qu\u00e9 m\u00e1s, estarse quieto. La naturale- za tambi\u00e9n ha cambiado hart\u00edsimo porque, principiando, hab\u00eda mucho monte y escombro, pero ahorita usted sale y no hay selva, ac\u00e1 cerquita no hay selva, eso siempre tiene uno que caminar mucho para llegar donde haya selva, pues s\u00ed, ha cambiado mucho. 92","","Foto: \u00a9 Warner Valencia","Cap\u00edtulo 3. El conflicto y la paz, experiencias de vida en el ETCR de Charras En los a\u00f1os setenta del siglo XX llegaron al Guaviare des- de Santander y desde las monta\u00f1as del eje cafetero, mujeres y hombres buscando tierra para fundarse, para producir alimento, para cultivar marihuana o simplemente para vivir. Se trataba de una nueva ola de colonizaci\u00f3n; una de tantas que ya hab\u00edan llegado al territorio en los a\u00f1os ante- riores bien fuera orientadas por el extinto INCORA, dirigidas por la Caja Agraria, espont\u00e1neas, o bien, armadas, es decir, espoleadas por guerrillas. \u00bfQu\u00e9 los motivo? Es posible que fuera la pobreza, la violencia, las inequidades sociales, la falta de oportunidades en sus territorios de origen, o bien la falta de tierras, fen\u00f3meno especialmente cr\u00edtico en las regiones cafeteras del occidente colombiano. Lo cierto es que todo ello fue producto de varias circunstan- cias que vivi\u00f3 Colombia en aquel tiempo. Desde los a\u00f1os se- senta, el pa\u00eds se hab\u00eda enrutado en un modelo de desarrollo, promovido por la Comisi\u00f3n Econ\u00f3mica para Am\u00e9rica Latina (CEPAL), que nunca logr\u00f3 implementarse completamente y que promet\u00eda un c\u00edrculo virtuoso entre desarrollo econ\u00f3mico y social52 . Este modelo, si bien no alcanz\u00f3 sus objetivos, per- miti\u00f3 que el pa\u00eds se urbanizaba parcialmente, de la mano de una industrializaci\u00f3n a media marcha y sin modificar sustan- cialmente la problem\u00e1tica rural. 52 Jos\u00e9 Antonio Ocampo, Historia econ\u00f3mica de Colombia (Bogot\u00e1 D.C.: Fondo de Cultura Econ\u00f3mica, 2017) 95","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz Bajo las inercias pol\u00edticas del Frente Nacional, que se hicieron visibles en los Go- biernos del conservador Misael Pastrana (1970-1974) y de los liberales Alfonso L\u00f3pez Michelsen (1974-1978) y Julio C\u00e9sar Turbay (1978-1982), ese pa\u00eds con preten- siones de modernidad no solo segu\u00eda aplazando una soluci\u00f3n para el problema de la tierra, sino que echaba para atr\u00e1s las posibilidades de reforma agraria que hab\u00edan sido promovidas por la Ley 135 de 1961, al implementar, por v\u00eda legal, varias normas anti reforma derivadas del Pacto de Chicoral53. La combinaci\u00f3n de un desarrollo a medias y una cuesti\u00f3n agraria no resuelta, junto a la decisi\u00f3n de privilegiar la actividad agroindustrial sobre la peque\u00f1a pro- ducci\u00f3n campesina, fueron el n\u00facleo de muchas conflictividades sobre las que se cabalg\u00f3 un conflicto armado de baja intensidad. Tambi\u00e9n, eran tiempos de una crisis econ\u00f3mica y social derivada, tanto de la situaci\u00f3n internacional de los precios del caf\u00e9, como del comportamiento de la econom\u00eda del petr\u00f3leo en el mundo. Tampoco hay que olvidar que esa d\u00e9cada estuvo marcada por un clima geopol\u00edtico e ideol\u00f3gico particular: la Guerra Fr\u00eda; entre EEUU, el adalid del capi- talismo y la democracia liberal, y la URSS, el promotor del socialismo. Una guerra que no fue tan fr\u00eda en pa\u00edses del sur global, como Vietnam, Nicaragua o Nepal54. En medio de semejante contexto mundial, nacional y regional; varios de los co- lonos que llegaron al Guaviare en los a\u00f1os setenta, buscando una vida mejor, se dirigieron a la parte oriental del municipio de San Jos\u00e9, un lugar transitado, desde tiempos inmemoriales, por pueblos ind\u00edgenas, como los Jiw, y que, debi- do a su ubicaci\u00f3n remota, conservaba ecosistemas poco intervenidos. Los reci\u00e9n llegados se enrutaron r\u00edo abajo, recorrieron las sabanas, tumbaron selva y se ubi- caron a orillas del r\u00edo Guaviare. All\u00ed levantaron un peque\u00f1o caser\u00edo que llamaron Charras. Contaba con una calle principal y casas de tabla sin servicios p\u00fablicos. En su mayor\u00eda, los colonos comenzaron sembrando yuca, pl\u00e1tano, ma\u00edz y ca\u00f1a; otros se dejaron deslumbrar por las hipot\u00e9ticas ganancias que podr\u00eda dejarles la marihuana. A finales de los a\u00f1os setenta e inicios de los a\u00f1os ochenta, la bonanza marimbera que hab\u00eda motivado a varios de los pobladores de Charras a abrirse espacio por aquellas tierras merm\u00f3 y un nuevo negocio se hizo atractivo para ellos: la coca. Esta nueva realidad no era producto exclusivo de din\u00e1micas locales, sino que ha- c\u00eda parte de fen\u00f3menos que trascend\u00edan las riberas mismas del r\u00edo Guaviare. El mundo cambiaba y la producci\u00f3n, la demanda y los precios internacionales de las drogas modulaban las expectativas de los productores. Colombia transitaba hacia una nueva etapa como productor de coca\u00edna y sus derivados, de la mano de la consolidaci\u00f3n de grandes carteles y capos, as\u00ed como de una nueva red del narcotr\u00e1fico que lo permear\u00eda todo, incluso al Estado. 53 Dar\u00edo Fajardo \u201cLa tierra y el poder pol\u00edtico; la Reforma Agraria y la Reforma Rural En Colombia\u201d Revista Reforma Agraria Colonizaci\u00f3n y Cooperativas, n. 1 (2002): 4-20 54 Eric Hobsbawm, La historia del siglo XX (Buenos Aires, Argentina: Cr\u00edtica, 1998) 96","Cap\u00edtulo 3. El conflicto y la paz, experiencias de vida en el ETCR de Charras Al principio, este cultivo promet\u00eda riqueza y, en efecto, las din\u00e1micas econ\u00f3micas y los recursos que lo acompa\u00f1aron entre 1978 y 1982 inundaron el r\u00edo Guaviare de una actividad comercial y productiva nunca antes vista. Dada su ilegalidad, el cultivo de coca requer\u00eda espacios marginales para la siembra, as\u00ed como puertos cercanos o v\u00edas aleda\u00f1as para su transporte y comercializaci\u00f3n. Charras cumpl\u00eda con las dos condiciones; estaba relativamente alejado e incomunicado de San Jos\u00e9 y carec\u00eda completamente de presencia estatal e institucional, pero se ubica- ba suficientemente cerca de Puerto Jab\u00f3n y Mapirip\u00e1n, dos lugares estrat\u00e9gicos para la comercializaci\u00f3n de la coca y su transporte por v\u00eda terrestre. Como muchas zonas de colonizaci\u00f3n reciente en el pa\u00eds, Charras no estaba co- nectado con los desarrollos m\u00e1s importantes del Estado colombiano, pero s\u00ed se articulaba eficientemente al negocio transnacional de la coca y a sus consecuen- tes fen\u00f3menos de violencia y conflictividad. La riqueza de la coca fue ef\u00edmera. Al auge inicial de la producci\u00f3n le sigui\u00f3 una ca\u00edda de los precios internacionales debido a la sobre oferta entre 1982 y 1986, lo que reintrodujo pobreza, migraci\u00f3n, conflictos y violencias, ante lo cual, las migajas del narcotr\u00e1fico fueron suficientes de cara a las expectativas de una poblaci\u00f3n colona empobrecida y carente de cualquier derecho. En ese contexto, hacia mediados de los a\u00f1os ochenta, las FARC-EP ingres\u00f3 al territorio con el Frente 16, lo que produjo una situaci\u00f3n parad\u00f3jica. En medio del caos y la arbitrariedad, que son propios de las zonas de colonizaci\u00f3n, el ejercicio de poder y control que comenz\u00f3 a ejercer la insurgencia impuso un orden valo- rado por sus pobladores como positivo, incluso, aunque el costo que hab\u00eda que pagar por \u00e9l fuese demasiado alto. La regulaci\u00f3n del negocio de la coca, que m\u00e1s adelante volvi\u00f3 a repuntar en materia de precios, produciendo un nuevo ciclo de auge, as\u00ed como el control territorial de aquella guerrilla con su proyecto de orden armado, generaron en aquel peque\u00f1o caser\u00edo complejas din\u00e1micas. Al controlar el negocio de la coca, las FARC-EP puso a andar una econom\u00eda lo- cal que, ante la ausencia de otras formas productivas, se convirti\u00f3 en la principal fuente de ingresos para muchos. Al mismo tiempo, este control cre\u00f3 una identi- dad regional: Charras es territorio FARC-EP. Para varios de sus pobladores, detr\u00e1s de esa aparente estabilidad, propiciada por la insurgencia y por el negocio de la coca, hab\u00eda miedo, no solo por la etiqueta que se les impon\u00eda, sino por la arbitra- riedad y la violencia que pod\u00edan sorprenderlos en cualquier momento. Todo cambi\u00f3 entre los a\u00f1os ochenta y finales de los noventa, cuando los panora- mas nacional y regional del conflicto armado interno dieron un giro dram\u00e1tico. El crecimiento del paramilitarismo, impulsado por el mismo narcotr\u00e1fico y por otras actividades extractivas, y vinculado, en algunos casos, con el Estado, se manifest\u00f3 con todo su rigor en la forma de masacres, desapariciones y violencias innombra- bles contra poblaciones acusadas de colaborar con la guerrilla. 97","Colonizaci\u00f3n, Conflicto y Paz En el Meta y el Guaviare, el paramilitarismo, presente desde finales de los a\u00f1os ochenta, se expres\u00f3 con toda su crueldad en la Masacre de Mapirip\u00e1n, en julio de 1997, y en la de Puerto Jab\u00f3n, en 1998, donde se asest\u00f3 un golpe efectivo sobre uno de los bastiones econ\u00f3micos de las FARC-EP. Estos hechos antecedieron a la masacre ocurrida en Charras, de la que poco se conoc\u00eda hasta hace unos a\u00f1os. Entre el 14 y el 15 de septiembre de 2002, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entraron al peque\u00f1o caser\u00edo, acabaron con la vida de un n\u00famero indeter- minado de personas y destruyeron todo lo que encontraron a su paso. Para entonces, ese orden inestable que, de la mano del narcotr\u00e1fico, prove\u00eda el dominio de las FARC hizo aguas. La fuerza que impon\u00eda su autoridad en la zona a trav\u00e9s de las armas no logr\u00f3 proteger ni al territorio ni a sus pobladores. Charras fue despoblado y, por algunos a\u00f1os, la naturaleza, con su propio orden, retom\u00f3 el control del espacio. Las casas en ruinas y la \u00fanica calle que atravesaba al pueblo se enmontaron; en lugar de personas, cobraron protagonismo arbustos y ani- males silvestres. Durante cuatro a\u00f1os nadie se atrevi\u00f3 a volver. Finalmente, hacia 2006, tras el Acuerdo de Ralito, firmado en 2003 con el paramilitarismo, algunas familias decidieron retornar, con mucho miedo, pero con la certeza de que ese lugar les pertenec\u00eda y era preciso recuperarlo. Sin embargo, all\u00ed no termin\u00f3 esta historia. Gracias a la firma del Acuerdo Final en- tre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC-EP, emergieron varias condiciones necesarias para que Charras pudiera recuperar su vida como asentamiento. No solo las FARC dejaban sus armas y su control sobre el territorio; ahora, toda la institucionalidad, tanto nacional como internacional, que se dispo- n\u00eda a cumplir lo pactado y a garantizar la implementaci\u00f3n de la Paz, posaba su mirada sobre aquel peque\u00f1o pueblo. En esa calle \u00fanica y polvorienta, que en el pasado fue escenario del control armado y del terror paramilitar, se hicieron ha- bituales los chalecos azules de la ONU, las gorras de las instituciones del Estado colombiano, los uniformes camuflados del ej\u00e9rcito y las camisetas de una infini- dad de ONG nacionales e internacionales. Con estos nuevos actores llegaban las promesas de seguridad, protecci\u00f3n, recur- sos, proyectos productivos, inversi\u00f3n y desarrollo. Por primera vez, el nombre de Charras aparec\u00eda en la escena nacional de la mano de una paz esperanzadora, pero dif\u00edcil. Como bien describi\u00f3 Estefan\u00eda Avella Berm\u00fadez, en una nota para el portal Cero Setenta55, el pa\u00eds se conectaba con Charras; pero las inquietudes no desaparec\u00edan: \u00bfC\u00f3mo irrigar efectivamente la financiaci\u00f3n que ven\u00eda para la Paz a las comunidades aleda\u00f1as? \u00bfC\u00f3mo garantizar el bienestar de estas poblaciones vecinas, m\u00e1s all\u00e1 de los programas dirigidos a los excombatientes? \u00bfC\u00f3mo garan- tizar la autonom\u00eda de los civiles respecto de la evidente organizaci\u00f3n y hegemo- n\u00eda que podr\u00eda tener ahora el partido de las FARC? 55 Estefan\u00eda Avella Berm\u00fadez, \u201cEl olvido de Charras\u201d, Revista Cerosetenta, Universidad de los Andes (14 de septiembre de 2017) (https:\/\/cerosetenta.uniandes.edu.co\/el-olvido-de-charras\/ 98","Cap\u00edtulo 3. El conflicto y la paz, experiencias de vida en el ETCR de Charras Un lugar de pacificaci\u00f3n y di\u00e1logo en este territorio es la huella m\u00e1s visible del Proceso de Paz y, a la vez, constituye el mejor resumen de la larga y cruenta histo- ria de toda una regi\u00f3n sujeta al vaiv\u00e9n de las complejas din\u00e1micas de ilegalidad, narcotr\u00e1fico, desidia estatal y conflicto; que no son excepcionales, pues muchos lugares del pa\u00eds las comparten; ni est\u00e1n del todo superadas, pues la Paz a\u00fan est\u00e1 por construirse. Se trata del Espacio Territorial de Capacitaci\u00f3n y Reincorporaci\u00f3n (ETRC) de Charras, llamado as\u00ed desde el 15 de agosto de 2017, cuando desapareci\u00f3 la figura de las Zonas Veredales Transitorias de Normalizaci\u00f3n. Ese mismo a\u00f1o, 80 miembros de las FARC de los Frentes 16, 29 y 44 llegaron a un sector que, pese a ser Zona de Reserva Forestal por Ley 2\u00aa de 1959, fue arrendado hasta el 31 de enero de 2021 por el Gobierno para construir la Zona Veredal Marco Aurelio Buend\u00eda, donde, un tiempo despu\u00e9s, m\u00e1s de 250 guerrilleros se desmovilizar\u00edan. Aunque, entre los a\u00f1os 2016 y 2020, funcionarios, investigadores y ciudadanos interesados recorrieron estas zonas entrevistando a 126 exguerrilleros y a los fami- liares de estos que all\u00ed habitan, as\u00ed como a las comunidades aleda\u00f1as; la historia de Charras, que transita entre la colonizaci\u00f3n, el conflicto armado y la Paz, y la de sus nuevos pobladores, que recorrieron varios lugares del pa\u00eds antes de asentarse all\u00ed, est\u00e1n por escribirse. Solo una parte habita en la memoria de los exguerrilleros que han encontrado en el ETCR un lugar para transformar su vida. Las voces de ellos, plasmadas en dos breves relatos de vida recogidos por j\u00f3venes y ni\u00f1os que viven en el mismo espacio, son apenas una puerta de entrada para comprender los recorridos de estos excombatientes, sus razones y motivaciones para entrar y salir de la guerra, y el significado que tienen Charras, el Guaviare y la Amazon\u00eda en esa historia personal, que dibuja el tr\u00e1nsito dif\u00edcil de las peripecias de la guerra a los retos de la Paz. 99"]


Like this book? You can publish your book online for free in a few minutes!
Create your own flipbook