SUSANA CLAUDIA REBEQUI POSTALES DE SUEÑOS PROHIBIDOS POEMAS
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Se los dedico a: Mis hijos, Daniela y Santiago; A Rodolfo y Hugo, mis hermanos; a mamá y papá, Julia y Domingo; a mis amigas - hermanas de corazón: Noemí, Patricia, Susana y a Luciano. 5
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Prólogo POSTALES DE SUEÑOS PROHIBIDOS me insta a escribir sobre la autora: sobre Susy, tal como la llamamos quienes la conocemos, o ¿cómo no?, sobre Sheherazade. Conocí a Susy haciendo eso que tanto nos gusta a muchos poetas: en un evento de poesía donde cada uno de nosotros leíamos nuestros textos y cohabitamos dentro del mundo virtual de una página social Facebook que congrega a infinidad de colegas, cuando por causa de la pandemia, nos vimos forzados al aislamiento eterno, dentro de esa misma página llamada “Festival de Poesía”. Comencé a hacer transmisiones en vivo en una suerte de formato de radio en el que cada noche leía la poesía de los miembros de esa comunidad virtual. Susy era una asidua “radioescucha” y muy generosamente me “etiquetaba” en las publicaciones de sus textos en la plataforma digital para que yo los leyera; tal era una de las premisas establecidas para así yo poder ir prontamente a los textos de sus autores y compartirlos con todo el resto de la comunidad. No tardé mucho en notar cierta particularidad en los poemas de Susy: los numeraba. De pronto, me hallé leyendo su poema número 999 y advertí que estaba a dos poemas de alcanzar a Sheherazade, aquel 7
mágico, creativo y prolífico personaje de “Las Mil y una Noches”. Dado que Susy también es mágica, creativa y prolífica, no tardó demasiado en alcanzar la admirable cumbre de los mil y un poemas, a los que no habiendo transcurrido más de un par de días, ya había superado. Ante esto, dejó de ser Susy para pasar a ser “nuestra Sheherazade”, una suerte de heterónimo que a todos nos resultó muy divertido y, en particular a Susy. Al tiempo, también empezamos a compartir la virtualidad gracias a estas nuevas plataformas digitales dentro de las cuales los poetas nos congregábamos para leer nuestra poesía en voz propia. Aquí la dejo descansar a Sheherazade luego de sus inspiradas mil y una noches y vuelvo a Susy. Es un gran placer escucharla declamando su poesía. Tiene carácter, impronta; un color de voz, un tono, una cadencia y una forma de decir que revelan su personalidad. Su personalidad poética. Y uno, luego de haberla escuchado, al momento de darle continuidad a la lectura de sus poemas, de pronto se va adentrando en un proceso de mutación que va de la propia voz interna que resuena en nuestra mente cuando la leemos. He vivido esa experiencia y he sentido curiosidad por desentrañar su porqué. Susy escribe con su voz y desde ésta. Susana tiene voz propia y está puesta de manifiesto en su 8
escritura poética. Es ella, sin velos, sin cobertura alguna, quien escribe. La modulación con la que escribe se replica cuando lee y viceversa: es un todo orgánico. Es fiel a sí misma en cada verso, en cada párrafo, en cada imagen, semblanza, sensación, emoción, razonamiento, proyección y cada historia subyacente en sus poemas. Plasma su historia -y sus circunstancias- en sus escritos, aunque haya textos donde no esté eventualmente narrando algo en directa relación con ella misma. No obstante, incluso en éstos, también es ella: es la sensible antena receptora que captura “eso” que está moviéndose en el éter; es el tamiz y quien modela al poema valiéndose de esa voz interna que encuentra su eco en la voz interna del lector. Y el lector, que quizás nunca la oyó declamando sus poemas, de algún modo, la oye. Y esto responde a un singular evento que ella propicia: la generación de un vínculo. Hay vínculo entre la poeta y el lector y viceversa. Es una poesía que vincula a ambos artífices. Quien lee sus poemas, se encuentra en ellos; se ve reflejado, retratado -y también contrastado o interpelado- debido a que dentro de esa voz propia con la que ella escribe, coexisten también infinidad de voces. Las voces del universo que la circunda, con las que se relaciona en su devenir; voces que ella misma escucha en el aire; voces que la seducen, de las que se enamora, que las transita. Voces que celebra, o también llora, añora, extraña, desea. Las que también habitan en los sueños, inclusive en aquellos 9
sueños prohibidos que, pese a esta condición, igual se hacen oír y mutan a un compendio de postales que se dejan ver y vivenciar. Es todo parte de esas mismas postales del mismo universo que nos envuelve a todos y a cada uno, el cual Susana o Susy o Sheherazade, a través de su arte poético retrata y reproduce, verso a verso, estrofa a estrofa, poema tras poema. Será, lector, tu voz interna la que naturalmente le brinde silente sonoridad a esta poesía inminente que habrá de desplegarse a un infinito más allá de los mil y un poemas que a lo largo de su trayectoria poética y libros publicados, Susana ha ido plasmando y que en este libro, ofrece en parte; mas con la misma progresiva naturalidad del viaje sonoro que habita en la entrelínea, será además la voz de Susana la que leas. Serán ambas voces. Serán ambos los que lean. Serán mutuos ecos. Serán vínculo. Interacción. Compañía. Fusión. Imágenes cohabitantes dentro de una sucesión de postales plenas de voces y sonidos. Ambos serán desde el primer poema hasta el último, una misma poesía. Una misma noche y sus miles; y sueños prohibidos. Una misma continuidad del día con su impronta, viaje y vuelo. Una misma voz. Unas mismas postales. PABLO FUNES Escritor 10
Ahí es donde quiero ir Domíname con tus ruidos, me someteré a silencio en el vaivén de mis pensamientos, solo para contemplarte y llenarme de ti. 11
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A cuenta gotas Se quedó sin el silbido del amanecer, sin el arrullo del silencio en las noches estrelladas; sin el abrazo del viento cuando más lo necesitaba, sin la expresión de júbilo cuando sus ojos la miraban. Fue mordaz la falta de música y los pétalos… se evaporaban. A cuenta gotas, fue gastando los últimos pasos hacia el Edén, y ese tiempo que fue hermoso, se transformó en desdén. Caminó perdido agasajando cada recuerdo, olvidando el eco de ese corazón que copiaba en su cuerpo, los suyos. Se marchó entre silencios cuando aun había ocasiones para aletargar; se esfumó en el aire como polvo arrebatado luego de un vendaval. El brillo se hundió en el mar; nadó sin aire, sin cielo, sin tormenta y se estrelló en las arenas desiertas muy lejos de los ecos. 13
Desvanecido por la agonía de mordazas corridas, sólo quiso gritar ese nombre… Pero su voz no se hizo escuchar; solo fue cómplice de su ausencia y echó a correr. Intento trepar el acantilado acero, pero el aire apretó su cuello sin vacilar. En el borde del abismo, a orilla de su propio infierno, se durmió, a cuenta gotas, sin recuerdos. 14
A veces A veces, escuchamos historias que nos cierran; a veces, no. A veces, creemos los cuentos que nos endulzan; pero no siempre, porque carcome estilo Pac-Man nuestro interior, y hasta brotan presentimientos sin saber por qué sucede eso en esos momentos. A veces… asentimos comprender todo… pero no; estamos a años luz de entender eso que, para algunos, es tan fácil de solucionar y, para otros, se siente como una soga al cuello que aprieta fuerte. A veces, tener capacidad de raciocinio, no significa nada; se queda ahí, inertes de movimiento. ¿Se quedan ahí? ¡Nos quedamos ahí! Debo incluirme y hacerme cargo de esto. Y en ese camino, a veces, 15
nos hacemos los tontos cuando nos damos cuenta que nos mienten, que nos usan, que nos hieren (aunque a veces no, a veces, es sin querer). A veces guardamos cartas en la manga para una mejor ocasión; a veces sangramos al escuchar cierta sarta de estupideces que no poseen sustento… a veces, no; simplemente, nos reímos irónicamente y decimos para nosotros mismos: “ya vas a caer\" porque todo en algún momento cae. A veces… golpea, en forma estrepitosa; otras, en silencio. A veces lloramos, sobre todo, cuando eso que presentimos, se cumple; a veces, respiramos alivianados porque salió a la luz; y, en el mientras tanto, miro, digo, oigo; caigo mil veces y me persigno. A veces, no. 16
A veces, otra piel A veces, la mejor función son esos ojos que te observan extasiados, ante el contornear de mis pasos cuando se van. Apreciar el veneno de esa mirada que, en cada poro engendra, llamas de intensidad. Sentir el empujón del viento, que me lleva a caminar en harapos húmedos, tres metros más. Escuchar el gemido que de tu pecho escapa como súplica, solicitando le otorgue un poco más. A veces, bajar el telón de esta escena, será cadencia exquisita por verte vibrar; penetrar la saña de tus propias manos como cuchillas armónicas, dejándote en escamas, si regresara a donde tú estás. A veces, mi somnolienta espada hace mella; a veces, quisiera vestirte con mi piel. A veces, quisiera sentarme en otra banca, sobre todo, cuando te ausentas, para que tu esencia absorba esas ácidas hojas del motor que me alcanza, secándome. 17
Agobio Muchas veces uno sabe que se va a estrellar y acelera; otras, las ganas de cambiar la realidad, nos hace avanzar; subir peldaños quebradizos, bajar a sótanos inhumanos, con la esperanza de encontrar una hendija que cambie algo de aquello que nos hace golpear. Quizás una sorpresa que aparezca como catarata de agüita fresca; un cielo despejado donde, estirando los brazos, sintamos tocar las estrellas. Utopías que uno se inventa en la desesperación de encontrar un respiro al entorno que poseemos; a los sueños, que se van perdiendo; o por la esperanza de respirar aire fresco y no morir, cada día, en el intento. 18
Ahora Ahora… que el tiempo se ha detenido, y el viento no emite soplido, ya no puedo respirar. Ahora… que el frío es mi nuevo vestido, el silencio se atreve a gritarle a mi voz. Ahora… no quiero pensarte a lo lejos; tampoco que nos falten tus besos ni tu pecho que me encanta escuchar. Ahora… que tu voz es solo recuerdo; que no te siento a mi lado, tu ausencia es mi realidad. Y no puedo, cerrar la maleta, vestir una nueva careta para este estadío, intentar superar. Ahora… no quiero mirar el paisaje, ni abrazar sueños e ideales, sabiendo que no te voy a encontrar. Ahora… solo promulgo mi amor al mundo, sin mirar la tierra ni el cielo porque sé que ellos, de ti, van a hablar. 19
Sólo espero… que el día menos pensado, podamos mirarnos y amarnos, sin que exista la alternativa de dejarnos pasar. Ahora… estoy serena en esta indulgencia, entendiendo que hoy no te tengo y en otra existencia, sí me abrazarás. 20
Alondras Dejaron de posarse en nuestra ventana, ya no cantaron más; fue desde aquella mañana que lo vieron cuando me amaba. Se pusieron tan celosas, que picoteaban el vidrio con esmero, haciendo bullicio con sus alas, chirriando sus trinos, buscando llamar la atención. Las miramos y seguimos en lo nuestro, las alondras, ofendidas, no volvieron. Ellas, abandonaron el nido, de nuestra ventana, han huido. Alondras que alegraban las mañanas, sepan nuestro amor entender, prometemos escucharlas en el alba ¡vuelvan a cantarnos al amanecer! 21
Amor de nadie Tal vez… he sido demasiado transparente para sus ojos; y mi piel, fuertemente efusiva, para sus brazos. Quizás…mis labios muy ardientes para los suyos; porque mi corazón transita como perdido, buscando sus latidos. ¿Será por ello que embadurnó su cuerpo con mallas metálicas? ¿Será, por eso que no ha querido claudicar a la pasión de mi alma entusiasta? O, tal vez, su cubierta no ha dejado ver su corazón enfrascado; y sus latidos, son como una máquina que suena como el repiquetear de una lata. Sentimiento que no puede parar; que se la juega, cada día, que hace malabares para estar juntos, acomodando dulces melodías, vibrando en la tempestad que conllevan sus brazos, hasta el minuto final que demarca su partida. 22
Y resurge de las cenizas, cada vez que lo veo; como sucedió esa tarde, donde su boca, me atrapo in fraganti, al ritmo de nuestros pechos. Aunque debe quedar así, sin ser respiro ni piel en llamas; tal vez es lo que merecemos, por habernos animado a ser nadie dentro de nuestras ya realizadas vidas. Quizás, ambos seamos cuerpos de lata, con corazones fragmentados, por astillas que la vida nos ha dibujado; dejándonos solo hendijas para observar el paso del tiempo. No hay dudas que estos cuerpos, un corazón vivo, envuelven; y como en una partida de naipes, a la hora señalada, ellos se estremecen. Pero no alcanza el firmamento ni la eternidad, en ese juego; solo acelera un revés que el tiempo asegura. Somos… un desperdicio de astucia que alguna vez nos cruzó; somos sentimiento puro, que la circunstancia, encapsuló; protagonizando a diario 23
un hermoso amor; amor que se siente en el tono de su voz, en mi mirada, en sus manos, en la forma de amar. Él, todos los días, fija distancias y arguye: “no se romperán”; ambos, aceptamos nuestra realidad, desperdiciando el fuego existente en nuestro mirar, con un brillo pasajero, intentando a ninguno, enredar. Amor infinito, amor divino; amor tardío, al cruzar nuestros hilos. 24
Aprendiendo Hay que acostumbrarse a respirar bajo el agua, caminar en el barro y encharcar el alma. Otra actitud. Mayor voluntad para demostrarle al mundo que vos… sabes continuar. Aprender a mirar con ojos abiertos para que nadie te venga a sobresaltar. Encerrarse entre rejas con una sonrisa labial; quizás hablar con humor, tratando de sostener tu rededor; hacer que nada sucede, que todo importa nada; pensar en lo importante, desechar las frases cruzadas. Aprender a caminar como bebé que se va largando; mirar con incredulidad al que se está acercando. Mientras tanto… el cuerpo tiembla; la mente patea, las palabras se traban y el agua se suelta. El paso se hace pesado; los ojos, tinieblas; las manos se esconden y el corazón… se hizo piedra. 25
Aquí y ahora Como capricho no resuelto, como lago en el desierto; así es el deseo insostenible de que habites en mí, en todo momento. Exhalo las tempestades de encrucijadas que moran en forma permanente, en la inconsciencia de amarte, aquí y ahora. Insostenible bastión de sentimientos que se baten a duelo constantemente Entre lo soñado y todo lo que nos hace frente. Y caigo en la realidad expresa que no es factible ver la luna, abrazados juntos al mar, en una noche donde el frio, por la ausencia, no nos separe más. Esperar un año nuevo brindando juntos, por más; o besarnos bajo un muérdago invisible, que sepamos solo nosotros dos. Aquí y ahora, es donde deseo que estés; amanecer en tus brazos, disipando la angustia a perder la luna, el cielo, las estrellas y el sol del amanecer. 26
Buscándote Me pasaría horas cincelando sobre rocas cada capítulo vivido; retocando los detalles imperceptibles a la vista del mundo, como aquellos, que se arraigaron con fuerza, con el carmín de mis venas y las transparencias del alma que siempre han existido en cada latido emitido por este loco corazón. Limpiaría con brochas suaves las caricias de la vida, de tu vida y de la mía; soplaría el veneno que, en algún hueco, quedó. No sé si será una obra de arte o un laberinto sin salida, pero será testimonio del esfuerzo por caminar erguida, con la mirada al frente, quizás perdida… buscando en el horizonte, ese espacio que oculta recovecos y zonas desconocidas, y están a muy pocos soplidos entre lo conquistado y la razón de seguir hurgando hasta la eternidad que nos una. 27
Calma Parece volver todo a su sitio; el aire, retomando su ritmo, el camino acercándose a su propia ubicación; las pulsaciones, casi en su normalidad… y las ansias por abrazarlo… esa sí, no quiere desacelerar. ¿Será que hasta que no estemos frente a frente, las chispitas no cesarán? ¿Será que la falta de aire, ya no regresará? ¿Será que saberlo lejos acelera mi corazón? Todo se volvió tormenta, llena de melancolía por el tiempo transcurrido, y pensamientos atravesados; de espadas envenenadas contándome historias que activaron la provocación. En un rato, se activará la calma. La mente tomará una siesta para soñar esos pasajes nuestros llenos de paz, de pasión, donde no hay defectos y el sentimiento, 28
es el motor que nos abraza, sin soltarnos. Ese mismo elemento que nos separa cada día, hasta la próxima vez que nos encuentre un lugar poniéndonos cara a cara, sin miedo a nada, para hacernos el amor. 29
Como ráfaga Suena a brisa cuando llega, y de a poco, se hace vendaval que levanta todo lo que aparece a su andar. Es una ráfaga deliciosa que te abraza y te domina; y en su boca se avecinan tifones de pasión que despeina la calma aparente de mi ser. Repentina tempestad que no cesa; inequívoca sensación que ataca desde todos los ángulos, como tentáculos, que sostienen mi cuerpo sometido a sus encantos, desprejuiciado la acción que desata mis infiernos. Dentro de esa loca sensación de bienestar que arremete huracanes, me sumerjo en la obsesión de amarlo con locura; como si mañana no existiera ni brisa ni ráfaga que me contenga. Y en la dicotomía de saberlo remolino que me envuelve y sostiene, me visto de pánico por pensarlo como un sueño 30
que vivo despierta; cada vez que lo contemplo y espero que su mirada me colme de pasiones y demonios que me duren para el resto de mi vida. 31
Contigo Contigo fue fácil caminar, soltar, desear. Contigo fue fácil mirar, cantar, escuchar. Hacer audible el sonido más recóndito de nuestro pecho; hacer cierto el sueño guardado en nuestros adentros; cuando el tiempo se escondía en los rincones para no escuchar chirriar la soledad. Contigo no dormir era vida porque escondía el cielo azul que hoy no miro. Contigo hablar eran escenas colmadas de aventuras y hasta me atraía plantar, en el jardín, estrellas. Contigo volar era estupendo, no quedaba nada sin movimiento; la visión de mi mundo estaba entera, ilimitada para los sueños, para expresar, para pintar. Contigo el sol me golpeaba en mi ventana, todas las mañanas, 32
y la luna caminaba hacia la noche sobre alfombras doradas. Sin ti, el silencio muerde; la luz, quema; el vuelo, corta; el cielo hunde, la alfombra es lodo; y yo… simplemente me desarmo rasgando el aire que respiro, en cenizas. 33
Cuadrilátero Una espada incisiva está sobre mi espalda en el cuadrilátero de mi existencia; que azota los días, con una mano oscura qué revuelve los absurdos susurros de esas palabras escritas que he ido decretando. Pero estas manos cansadas que viven en un cuerpo impostado con él “yo puedo” pegado al frente, visten corazas inmunes a quien se acerque; “vendedores de humo”, ¿de qué quieren convencerme? Con el Alzheimer avanzando en la mente de mi madre; con el cáncer circundando entre mis amigas y hermana; con la premisa de dejar un legado a mis hijos, sacando piedras del camino, voy cayendo en mi propio olvido. La inspiración perdida en un remolino, cae rendida sobre brazos de aire que me lleva a los recuerdos; y en este cuadrilátero, donde no me hallo, donde miro y desconozco los espacios, no sé qué hacer, ni qué decir ni a dónde voy. 34
Dicen que te llega aquello que puedes soportar; pues pido “un basta para mí”, ya no sé cómo seguir. Una espada aguda que pincha y se mueve constantemente como bicha apretando a su presa; palabras escritas que se cruzan en la garganta; mientras recorro este box que me tocó en suerte; veo mis batallas ganadas y las que he sido vencida; me subo a una balsa perdida, buscando curar mi propia herida. 35
Cuando abras los ojos Me he quebrado varias veces pero, en esta oportunidad, fue tanto, tanto... que no tengo idea de cómo levantarme ni la forma de sosegarme. No hay luces que blanqueen algún rincón de mi presente; sólo vivo (y no quiero) recordándote a mi lado. Las llegadas fortuitas, las despedidas emotivas; el preparar un momento con la vista fija en mi tormenta. Cabizbaja y ausente, ruedo entre estaciones, viendo pasar en imágenes, el camino recorrido, la memoria, estrellada; la piel erizada, los ojos fundidos; nuestras manos jugueteando en nuestra piel como el agua lo hace en sus surcos y ríos. Telas negras no estrenadas; la luna, ciega y estanca; las pompas de jabón desarmadas en el agua. 36
El perfume sin aroma, el rocío cristalizado, el espejo ahumado por los pómulos de mi cara. Mi cuerpo, sin las mantas penetrantes de tu abrigo; las transparencias opacas como el mismo punto fijo. El cabello acomodado y las manos desnudas, ya no alcanzan las estrellas; ni siquiera se mofan de ellas. Duermo pensándote… despierto de la misma manera y, entre tantas quimeras, siento tu respiración a mi lado que perturba este enjambre de recuerdos, perdidos en una isla de burbujas de algún vino espumante saboreado, que atraviesa y ensordece, que destruyen los espacios alados; hoy, obtusos y amargos. Momificar los sentidos, abrir compuertas de alguna represa; para limpiar los rincones inertes, toscos… indómitos. Cuando abras los ojos, de este trunco estado, aunque sea, en un sueño profundo, quisiera verte a mi lado. 37
Cuarenta y cuatro Homenaje a los caídos en el hundimiento del Ara San Juan- Argentina Toda la noche dando vueltas sin compatibilizar el cansancio con el sueño, recordando un mar bravío que corta la respiración, provocando mi entumecimiento. Ese mar argentino que posee guardado tesoros y cuerpos sin almas, que alguna vez ha absorbido, impulsándolos hacia el fondo barrenando sus sentimientos. En algún lado, de esa gran mole, hay una trampa de hierro, que presurizo el tiempo, acorazando a cuarenta y cuatro almas, que aún no poseen ni tumbas ni calma. Sobre la superficie, en tierra, hay familias, hay amigos que ya no contemplan su retorno a casa, por ese mar que ha decidido acortarles su destino. 38
Atrapados en una coraza de hierro, hay cuarenta y cuatro compañeros perdidos, llorados por un pueblo que arenga devolverlos a tierra y al centro de sus afectos. Toda una noche en vilo viajando en una capsula de sensaciones inertes. Hoy evoco a cuarenta y cuatro guerreros, que no pudieron escapar de su temprana muerte. 39
Cuatro estrofas Cuatro estrofas no me alcanzan; la voracidad de mi mar, tampoco. La cordillera es liviana ante el letargo de mis pasos. Circundo la frontera del abismal terreno del desierto; busco y no encuentro el hábitat que me iluminaba. La mochila inexpresiva de gestos, el cambio de hábitos que me molesta; la realidad que se asemeja a un naufragio y el sonido del viento…evaporado. Cuatro estrofas no me alcanzan, ni mi mar, ni las montañas, ni el desierto, ni la nada. Solo escarbo en mi acongojado pecho. Solo estoy entre costumbres mundanas; solo espero que las horas se diluyan esta mañana; y como lámpara mágica, mis deseos se hagan eco, desmitificando el presagio de verte de lejos. 40
Decreto A la orilla de algún remanso o en medio de la tempestad; en el destello de una mirada o entre sus brazos húmedos de tanto amar. Colgado en la letra de alguna canción, esperando que un saxo me conmine a su lado, mil veces más; mirando en mi propio parador, anhelando alguna señal. Absorbida por la furia de la ausencia que defenestra mi parada audaz, mis brazos caídos, mi nudo, que aprieta como boa hambrienta, cada latido, un poco más. Hoy amanecí con la premisa, de volverme a levantar, y con el recuerdo de tanto tiempo hermoso vivido, sentencias que a nadie más voy a volver a amar. Porque fueron sus ojos, los que me supieron conquistar; sus palabras, las que contuvieron mi pesar; sus manos, las que me hicieron vibrar y boca, me volvió loco de atar. 41
En esta insanía hermosa que no paro de aclamar, hay un alma desnuda, que ya no se sabe guardar. Sólo digo que es mi respiro, mi luz, mi voluntad; mi deseo más profundo, que nuestros hilos, algún día, se vuelvan a enlazar. El amanecer apagado y grisáceo que este despertar me insinuó, al pensar aquellas vivencias que juntos supimos dibujar, me redimió atrayendo a mi sol. Si decirle que lo amo, me condena a la soledad; si no quiero dejar mis sentimientos, a la buena de otro mirar; si no merezco que sea mío, entonces yo mismo decreto que, como a él, a nadie más volveré a amar. 42
Dejarse ser Cada palabra, cada signo de puntuación que colocó en mis textos, me las dicta el corazón y están escritas con la pluma de mi alma; a veces, con tinta transparente; casi siempre elijo las de color. Cada sensación apuntada, cada emoción relatada, va surcando un camino, muchas veces no sabiendo a dónde van a terminar, como esto mismo que estoy escribiendo. Hay una voz que me dice “ve por allá”… y sigo el instinto; algunas cosas ahondan y dejan huellas talladas como piedra; en otros casos; son efímeras y pasan de largo. Observo una pisada, una postura; en qué momento una hoja se desprendió de su rama para suicidarse en el piso; un ademán o vaivén en el caminar, el acento puesto en el tema que alguien me cuenta; cómo se acerca a saludarte o una despedida. Muchas veces sentí que me caía, deslizándome despacito, 43
en el umbral de la vereda cuando alguien partía; muchas veces entré desconsoladamente llorando sin respiración… cuando él partía; en otras, me vi saltando como adolescente en plena ebullición, tocando la frialdad de las paredes que rodean el pasillo que me lleva a casa, para sentir que era realidad y estaba viva. Creo en las señales, en la intuición, en los sueños premonitorios; en la seducción de una mirada, en el arrebato de un beso o un abrazo espontáneo, también en el tacto de cómo se lleva a cabo algo; en la potencia de los gestos o el de una palabra, que llega como aire musicalizado y con retorno permanente en mi mente o en mis oídos. Y así, nace la inspiración, las ganas locas de dejar correr el bolígrafo como mejor quiera hablar, porque es, en ese momento, donde dejo escapar mi alma de tinta expresando lo que soy: EMOCION. 44
Deseos escondidos dentro de mí Seguir sembrando campos de papel con mis poemas e historias; buscar la complicidad de aquellas lenguas de fuego que encienden mi memoria. Volar sobre lechos de algodón observando la artesanía infinita de Dios; en cada punto cardinal de mi universo y de mi corazón. Purpuras para soñar, verdes para respirar, azules para nadar y rojos pasión para amar; sin dejar de alumbrar mi vida con el sol de mi alma; con el blanco de mi conciencia y la voluntad de seguir cosechando campos de amistades, en cada capullo de papel que se suelte y viaje a tu corazón. 45
Donde el viento… Escapar del hielo que me tiene atrapada, de los hilos morados que iluminan mis ojos; de la monotonía de pensamientos rudos, sin brío. Cerrar los ojos… e imaginar un camino; observar la dirección del aire e ir en reversa. Mirarlo firmemente hacia donde corre… y huir. Correr tan rápido como gacela, en dirección inversa. Dejar el gélido aliento, atado, en algún travesaño de este tórrido invierno. Es hora de quitar abrigos, sombreros y soltar el cabello, sentir al sol secar la humedad de mi espectro. Donde pegue la vuelta el viento, dejaré mi equipaje. Donde el sol se instale, abriré un nuevo mundo con coraje. 46
Duele Duele… el quejido del silencio, las preguntas sin respuestas, el amanecer encerrado entre puertas abiertas; el quejido arenoso del recuerdo evaporado, las palabras atrapadas del anzuelo de la esperanza. Duele… la noche azul profundo, el blanco de las nubes tapando el brillo que nos unía. El indio se desata entre humedales y tormentas; el cuerpo yace sin estímulos entre aquellas sabanas que nos hablaban. Ni un rayo ni un trueno me asusta. Solo la imagen enganchada en ese haz de luz que atravesó las miradas enajenadas de caricias en el alma. Duele… las horas que no corren, el vacío permanente, el agua seca de ese manantial en el que reposaba mientras me acurrucaba en la humedad de tu piel, en el eco de los versos que salían, 47
en el perpetuo murmullo del latido compartido. Duele… el paso de un caminar ausente; la sonrisa inexistente; los brazos inertes y las voces camufladas en enojos permanentes. Duele… el aire inspirado y el exhalado, mucho más; la razón, la incoherencia que levanta banderas de rendición; duele el estómago, el pecho, la pasión; las hadas y querubines, los paisajes. Duele todo; la oscuridad, la luz, el ruido y la música que sonaba entre los dos. Duele el abrazo que confortaba; habrá que acostumbrarse. 48
El aguijón No me di cuenta que tenía un aguijón; su veneno fue haciendo efecto con el correr del verano. Molestaba, sí, pero seguí andando, escatimando el dolor, la presión y el latido desordenado. Sin percibir el origen, anduve con la mirada altiva hasta que el silencio colmó los espacios vacíos. Llegaron los sueños con visiones de dolor; no imaginé que la infección, se instalaba muy adentro. Esa primera señal, que no quise observar; esa mancha que aparecía, era la herida que salía cobrando visibilidad. Punzante fue la ocasión, dramático el rasguño en la piel; ya no era superficial… quemaba como la hiel. No me di cuenta de nada; obnubilada por la magia del cielo, de la tormenta, imperceptible fue el sol qué, de puntillas se retiraba, sin la intención de volver a sentarse a mi lado. 49
El bosque del olvido Se me ha perdido la razón, yendo en busca del corazón por el bosque del olvido. En los hilos del ayer di un traspié y tendido quedó mi amor en un paraje perdido. Los suspiros se ahogaron, su perfume… evaporado, y esos ojos que sacudían mi espacio, se los llevó el silencio. Ni un adiós existió, tampoco una canción de amor como despedida. La lluvia cubrió mis ojos borrando las huellas y las marcas de sus besos, como un cuento de suspenso con final abierto. En ese bosque perdido, no existía ni sol ni luna; ni el color de amanecer ni un ocaso lejano. Mis raíces se entumecieron hasta el centro de mi alma; secándose a la espera de un aliento o un soplido 50
que diera indicios de estar vivos. En el bosque del olvido, yace mi cuerpo tendido sin recuerdos, sin memoria; solo cenizas amontonadas de un corazón perdido. 51
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