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Published by enlaza2cr, 2021-05-29 21:44:44

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Compiladoras Maria Marta Durán Rodríguez Lucia Camacho Soto Dunnia Flores Santamaría Memoria colectiva

152.4 V857v Vivencias: en tiempos de pandemia/ María Martha Durán Rodríguez, Lucía Camacho Soto, Dunnia Flores Santamaría (Compiladoras). San José, Costa Rica: Enlaza2: 2021. 1 recurso en línea (174 páginas): ilustraciones a color, libro electrónico HTML; 20,6 MB. Esta es una obra colectiva realizada sin fines de lucro que recoge textos e imágenes sobre la experiencia de vida en pandemia en los meses de noviembre y diciembre 2020. 63 personas con edades entre los 7 y 80 años hacen parte de esta memoria. 1. SUCESOS VITALES. 2. VIDA COTIDIANA. 3. EXPERIENCIA. I. Durán Rodríguez, María Martha. II. Camacho Soto, Lucía. III. Flores Santamaría,Dunnia. Vivencias: En tiempos de pandemia Se permite la reproducción total o parcial del material aquí publicado para fines no comerciales siempre y cuando no sea alterado y se refiera a la obra original asignando los créditos correspondientes. Cualquier duda o sugerencia, escribir a [email protected] Publicación: Marzo 2021 Diseño gráfico y diagramación: Raquel Badilla Barrientos





Dedicamos este libro a doña Ana Cecilia García Vargas, mujer, madre y abuela que quiso tejer parte de su historia con la nuestra. Vivió su tiempo en pandemia con esperanza, y se supo amada y cuidada por su familia. A todas las personas que han visto de frente al virus en cualquiera de sus formas y siguen escribiendo sus historias.





Vivencias en tiempos de pandemia Compiladoras Nueve meses después Memoria colectiva Maria Marta Durán Rodríguez Lucia Camacho Soto Dunnia Flores Santamaría Autoras y autores: Priscilla Montoya Abarca • Hazell Chaves Méndez • Grettel Scott/Harycki • Marta Eugenia Rojas Porras • Rodrigo Rojas Vargas • Ana Mercedes Flores Vallejos • Anayancy Vallejos Quirós • María Pérez Yglesias • Rolanda Rodríguez Álvarez • Daniela Carvajal Riggioni • Lucia Camacho Soto • Manuel Rojas Salas • Benjamín Durán López • Cintia Aguilar Sanabria • Carlos Durán Jiménez • Marta Isabel Palavicini Aguilar • Elena Durán Navarro • Josué Solano Morales • Jimena Esquivel Camacho • Jorge Manuel Badilla Mena • Patricia Anaya Campana • Ani Brenes Herrera • Carlos Durán Rodríguez •

Fabio Falcón Campos • Roberto Guillén Córdoba • Cecilia Macha Tenorio • Jeannette María Arauz Muñoz • María Auxiliadora Zablah Córdoba • Inés Morales Carvajal • Sofía Castillo Abarca • Lygia Morales Vega • Laura Chavarría Brenes • Emily Gabriela Alvarado Chavarría • Tabatha Alvarado Chavarría • Gabriela Montiel López • Manuel Esquivel Alfaro • Melissa Houed • Andrés Sandí Vargas • Dunnia Flores Santamaría • Susana Ramírez Guillén • Alejandro Robles Cruz • Melissa Solano Morales • Yahaira Guillén Hernández • María Marta Durán Rodríguez • Alberto Romero Carvajal • Jose Romero Flores • Beatriz Eugenia Camacho Soto • Adriana Durán Rodríguez • Álvaro Moscoa García • José Pablo Durán Rodríguez • Alejandra Espinoza Arias • Gabriel Esquivel Camacho • Leda Ureña Umaña • Mariel López Moya • Nazareth Maria Bolaños Solís • Tomas Durán López • Wilberth Eduardo Guillén Hernández • Felipe Durán Brenes • Amelia Amén Espinoza • Elsa María González Solano • Frecia María Durán Jiménez • Daniel Flores Mora • María Alejandra Solís Madriz • Estefanía León Morales • Ester Durán Navarro • Lydia Morales Mora.

Presentación Número mágico El 2020 fue un año que marcó la historia de la vida de alrededor de 7700 millones de personas. Un pequeño pero poderoso virus, el SARS-CoV-2 causante del COVID-19, ha alcanzado a todo el mundo. Con la declaratoria de pandemia el 11 de marzo y la de emergencia nacional el 16, desde Enlaza2 compartimos nuestro interés por buscar estrategias de acción que permitieran apoyar y minimizar los impactos personales que se generaban. Gracias al apoyo de amigas y psicólogas (“arañas tejedoras” las llama doña Ani Brenes) nace el proyecto Unamos nuestras vivencias en tiempos de pandemia para poner en palabras e imágenes las experiencias, emociones y sentimientos que afloraban durante la primera etapa del confinamiento en personas de todas las edades. Así se realizó la primera recopilación entre abril y mayo de 2020. El proyecto se transformó en el libro virtual Vivencias en tiempos de pandemia que entregamos a la comunidad nacional e internacional en una bellísima y emotiva reunión efectuada el día 11 de julio. 10

Sin embargo, la circulación del virus no se detuvo en mayo ni julio. Llegamos a setiembre y aún nos trastocaba la vida. Ante esto, se propuso una nueva convocatoria, cuya coordinación fue asumida por tres de las colegas y, durante seis semanas -entre noviembre y diciembre-, se recopilaron valiosísimos aportes en los cuales seguimos reflejándonos y nos recuerdan que vivimos la misma época desde lugares diferentes, con condiciones similares, pero impactos únicos. Son esas perspectivas y posiciones las que mantienen la magia en este segundo libro: se logra, a través de palabras e imágenes, hilvanar historias y movilizar emociones asociadas con transformación, introspección, crecimiento, pausa, con el sueño de un nuevo mundo en gestación. Nuestro agradecimiento a todas las personas autoras que nos han honrado con su confianza. A Lucía, Dunnia y María Marta quienes se enamoraron de la idea inicial y la han acompañado y fortalecido en esta nueva oportunidad; a ABC Familiar y Centro de Estudio y Atención para la Adopción (CEEAD) que, junto a Enlaza2, han permitido ampliar la red que nos une, visibilizar los hilos que nos vinculan, tejer juntas y juntos otra parte de esta historia que sigue en desarrollo. 11

Sobre las compiladoras Dra. María Marta Durán Rodríguez Psicóloga con posgrados en Psicología del Trabajo y las Organizaciones, Gestión de Personal con Perspectiva de Género, Entornos Virtuales de Aprendizaje y Educación. Cuenta con amplia experiencia en Psicología Laboral, docencia universitaria, investigación, asesoría académica y editorial. Costa Rica Mag. Lucía Camacho Soto Psicóloga, con posgrado en Pedagogía con énfasis en Diversidad en los procesos educativos. Tiene 26 años de experiencia en el campo de la psicología escolar y es docente en la Universidad Nacional de Costa Rica desde el año 2007. Es integrante fundadora y parte del equipo interdisciplinario del Programa Educativo ABC Familiar, desde el 2013. Costa Rica 12

Sobre las compiladoras Mag. Dunnia Flores Santamaría Psicóloga con posgrado en Psicoterapia de Familia. Es fundadora del Centro de Estudios y Atención para la Adopción y profesora universitaria en campos de la psicología del desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Es coordinadora de posgrados en Psicología. Costa Rica 13

Seguimos hilvanando Los meses pasaron y las experiencias se fueron asentando en nuestras vidas trayendo menos incertidumbre y más seguridades. Las vivencias de ansiedad, sufrimiento, preocupación y desasosiego se acompañaron de consuelo y crecimiento a medida que fueron pasando los días. Nueve meses de vida en el contexto de una pandemia, fortalecieron la esperanza y el aprendizaje. En su segundo momento, este libro recoge historias de esa etapa. Se unen diversidad de edades, lugares, países, géneros y formas de expresión, para formar parte del compendio que les presentamos. Hemos tenido el privilegio de ser el vehículo para que estas originales fuentes de comunicación tengan un lugar especial. Muchos autores y autoras quisieron repetir la experiencia de escribir o entregar la imagen que los representara, algunas personas llegan por primera vez. Con el hilván de cada historia nuestro tejido creció con muchas voces y relatos colmados de variadas tonalidades, escenarios, representaciones y símbolos. Tenemos el privilegio de presentarles este legado. 14

Hemos querido dedicarle esta segunda entrega a doña Ana Cecilia García Vargas, quien a sus 85 años compartió su relato en el primer libro y hoy teje cielos con las nubes. En su texto, ella alude a la necesidad de tener contacto con sus familiares y nos deja un mensaje cargado de esperanza, esa que es parte de la transformación que estamos viviendo, esa que llega a lo más hondo de nuestra existencia y hoy colabora, más que en otros momentos, a dar sentido a nuestras vidas y nos permite avanzar. En nuestro telar tenemos un nuevo abrigo hilvanado con las partes que cada autora y cada autor nos ha compartido. Con mucha alegría y profundo agradecimiento lo entregamos para que lo disfruten y aprovechen. Nosotras lo seguimos haciendo. Lucia, Dunnia y María Marta 15



Relatos e imágenes

Dos monarquías, una pandemia Grettel Scott/Harycki, 52 años. Madrid, España Cuando empezó la pandemia, llevaba viviendo en Medio Oriente casi tres años, en una isla pequeñita que tiene una monarquía: el Reino de Bahréin. Estuve ahí los primeros seis meses y noté lo difícil que es estar en una isla sin montañas. Tan pequeña que se recorre en una hora de un lado al otro. Las vicisitudes de la vida me trajeron a España, otra monarquía con montañas hermosas y muchísimo más grande. He aprendido mucho y en este pequeño relato me interesa recalcar cuánto agradezco poder mirar las montañas cada mañana, poder abrir las ventanas y dejar entrar el aire frio del otoño, nunca tomaré esas cosas por sentado. Cada mañana veo pasar las cigüeñas que habitan en un parque cercano, el calentamiento global las ha hecho dejar la migración. Ahora permanecen todo el año en el que ahora es mi barrio. Extraño no poder recorrer más la belleza española, pero esas limitaciones me han dado la oportunidad de conocer mi barrio, sus lugares para caminar, hasta en un bar terminé escuchando la sabiduría en boca de un señor mayor. La vida es muy linda, ¡vale la pena aventurarse! 18

Puerta de barrio 19 Grettel Scott/ Harycki, 52 años. España. Ver galería virtual

De mis poesías en tiempos de pandemia Marta Eugenia Rojas Porras, 70 años. San José Dos tristes I ¿Culpar de mi tristeza a este claustro obligado? También, en otros tiempos, llorando, abandoné una fiesta. En tardes llenas de sol, las tareas me han atrapado en la casa. Pospuse, con mis perros, la salida al parque. No quise ir sola al cine. Cualquier domingo me encerraba y no le abría a nadie. La planta se secó por no regarla. Pospuse la llamada a la vecina enferma. Me excusé. Ciertamente, quiero correr por las calles. El pecho se hace hilachas. Pero esta luna de penumbras no es distinta a la de antes. El mismo monstruo interior me acompaña. Hoy, mi lucha, en lo profundo, es la misma, pero, por voluntad propia, 20

me he mudado con ropajes de luz sin las ansias del escape. II El anciano llama. Está más flaco. Más arrugado. Más triste. La ropa y los zapatos le quedan grandes. Viene al Bosque, desde Cartago. Desde hace como diez años hacía jardines en este barrio. El reumatismo lo inmovilizó. Ahora busca ayuda para su ser necesitado. A sus nietos los hemos visto crecer en sus historias. Él los ha cuidado; pues a su hija la mataron. Viaja gratis en los buses. Sostiene la tos del hambre para que no lo bajen. Necesita llevar comida al rancho. No puede atender el miedo por el contagio. En su casa no lo espera ningún perro que al olerlo muera de amor. El “quédate en casa” le retumba, hueco, en su cansado paso.   21

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Video: El reloj cotidiano cambió Leda Ureña Umaña, 60 años. San José Video 23

Una gota del rocío mañanero, asemeja a la lágrima que se desprende de mi pupila y cae en tierra fecunda Rodrigo Rojas Vargas, 69 años. Alajuela ¿Qué fortalezas he descubierto ante la realidad del CORONAVIRUS COVID-19? En tiempos de crisis y épocas de zozobra y abatimiento, siempre deben resurgir las oportunidades que, si se saben aprovechar, se convertirán en fortalezas que permitirán paliar esos momentos de congoja. La minúscula y mortal partícula de saliva que ha hecho estremecer al mundo, a mi país y mi cantón, ha permitido redireccionar mi vida, reinventarme, buscarle “la comba al palo”, adecuar cada una de mis tareas a esta nueva realidad. He fomentado la lectura que me apasiona, doy espacio a la escritura, hago ensayos, escudriño información sobre la historia y anécdotas de mi pueblo, participo en concursos literarios, observo el fútbol que me apasiona, leo con detenimiento los acontecimientos políticos que suceden en el mundo, particularmente en mi país, me actualizo y hago uso de las herramientas 24

tecnológicas, asesoro en el campo administrativo a un Hogar de adultos mayores. En fin…, el tiempo no me alcanza, aunque tenga para ello que realizar mis tareas encomendadas por ahora, desde mi trinchera denominada residencia. Cuando escucho el canto del yigüirro que diariamente se posa en una rama del viejo árbol de níspero localizado sobre el verdor del amplio patio de mi casa, deduzco, no solamente, que está cortejando a su pareja en vísperas de preparar el nido de sus futuras crías, sino quizá está demandando la parte oscura de algunos de los humanos inhumanos. Una gota de saliva contaminada tiene al mundo en vela, y tal vez, es más destructiva que el propio misil interoceánico utilizado en la guerra. Lo que el mundo ocupa más que todo, es una inyección que supla comida, un antídoto que haga resplandecer la solidaridad y una vacuna que infunda AMOR. Cambiemos ese hilo conductor que nos ha llevado al despeñadero y este planeta será más sano, acogedor y brotará en él la fe y la esperanza. 25

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El amor convertido en obras Rodrigo Rojas Vargas, 69 años, Alajuela Ver galería virtual 27

Lo positivo en medio de lo negativo Priscilla Montoya Abarca, 26 años. Santa Ana, San José Desperté un día de abril, respiré profundamente y todo cambió… Entonces, me di cuenta de que podía respirar sin dificultad, de que tenía salud, casa, comida, trabajo, mi familia completa y mi feliz bisabuela de 92 años. Me estremecí; sentí vergüenza de que he dado muchas cosas por sentado, estaba bastante sumergida en mi trabajo, las noticias sobre la pandemia y no me había detenido a observar y valorar las cosas que poseía. Varias preguntas cruzaron por mi mente: ¿cuántas veces al día nos detenemos a dar gracias?, ¿cuántas veces pasamos quejándonos y no valoramos lo que realmente poseemos? Obsequiando las respuestas a mis preguntas; ese día, esa mañana, empecé a agradecer. Ese día, esa tarde, por primera vez me di una pausa en mi trabajo, en mi rutina y dediqué tiempo a mi familia y a mí. Gracias a ese día aprendí a disfrutar de las pequeñas cosas, valorarlas e incluso a agradecer por ellas. Gracias a ese día he dedicado tiempo cuidando de mi salud mental y física. Gracias a ese día de abril en media pandemia aprendí que sí existe lo positivo en medio de lo negativo. 28

Mis ideas de la cuarentena Felipe Durán Brenes, 12 años. Alajuela Ver galería virtual 29

El amor en los tiempos del COVID Ana Mercedes Flores Vallejos, 27 años. Guangzhou, China ¡Ma, Pa que me caso en setiembre! Pero se ve muy oscuro Mejor en febrero Así más seguro. Mejor en China Será fácil te lo aseguro Y la boda…, ¿pa’ cuando? Jale a comer Puerta cerrada, de fijo te contaminarás Vamos a Shangai Sin prueba y sin máscara no andarás. Volvamos a Costa Rica Si sales de China, no hay vuelta atrás Y entonces..., ¿dónde estás? El día se aclara, volvemos a la rutina. Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe? 30

El amor en los tiempos de COVID 31 Ana Mercedes Flores Vallejos, 27 años. Guangzhou, China Ver galería virtual

Pandemia, una montaña rusa emocional Anayancy Vallejos Quirós, 56 años. Curridabat, San José El 6 de marzo de 2020 se diagnosticó el primer caso de COVID 19, no imaginé lo que esa noticia impactaría mi vida. Al principio esperé, recé que ese virus muriera y confié en no contagiarme. En Semana Santa, el aislamiento creció y la ciudad de San José vacía y silenciosa, gritó que algo no estaba bien. Por mi ventana vi como el mundo se detuvo; mientras afuera la naturaleza, noble y gentil florecía, los mares comenzaron a besar las playas libres de presencia humana. En Guanacaste, los venados corrían libres en las playas, las aves volaban sin temor y mis ojos vieron como Dios regeneró sin nuestra presencia el regalo natural que nos fue dado. Debí reinventarme, soy abogada y todo comenzó lentamente a despertarse. El reto fue comenzar a usar conferencias virtuales, interrumpidas por la venta de verduras o huevos a todo pulmón en la calle, había que arrancar de nuevo la vida. 32

Ese despertar se llevó más de seis meses. Reflexionandosobre ello aprendíquenuestrafamilia,allegados yla naturaleza, son invaluables. El sentir del sol sobre la piel más que vitaminas y el calor de los abrazos el mejor consuelo. Aprendí, por otro lado, que es muy duro perder allegados, este virus no diferencia entre los seres humanos y ha dejado muchos vacíos, quienes perdieron la batalla injusta y dolorosa. Vivir esta experiencia ha sido muy enriquecedora, hoy valoro al máximo a quienes tengo, lo que tengo y, por ello, al cierre de este año me siento muy agradecida por estar viva y vivir, en lugar de sobrevivir… 33

Amigos en pandemia María Pérez Yglesias, 71 años. San José La pandemia se aleja de mí con el contagio… La sufro, me duele; disfruto y celebro su resultado positivo. ¡Sobreviví! La advertencia médica resulta falsa y mi respuesta milagrosa. En San José, familia y amigos en cuarentena; la propia aquí en Santa Cruz. Cada mañana recibo la visita de un gran amigo, decidido a no abandonarme ni en los peores cataclismos. Desayunamos juntos, desde hace medio año. Las inundaciones, las tormentas, no le impiden llegar a tiempo. Nos vemos en el jardín; en la cocina mientras preparo el café o la papaya. Me acompaña a mi terapia del pie en la piscina y le intriga mi habitación. Positivo, siempre asiente. Es educado, imperturbable, amistoso, aunque a veces un poco atrevido. Por él, por mi señor Feo -que ahora encuentro guapísimo-, Guanacaste penetra profundo en mi corazón… Con él converso sobre las novedades y los encuentros en las caminatas matutinas, sobre cada insecto y pájaro colorido, la impertinencia de los perros que le hacen temerles, las noticias del COVID 19. También le comento sobre mis escritos abundantes en este tiempo de concentración y pocas visitas, el duelo y la nueva orfandad de la viudez. Me mira con sus ojos profundos. Silente, a 34

veces bosteza y me arranca una sonrisa. ¿Y si es un enamorado con apariencia prehistórica y no me gusta en su versión humana? Decido aceptarlo tal cual y no arriesgarme a perder su amistad. Temo por su vida cuando le dicen “gallina de palo” por su delicioso sabor. Es enorme, viejo como yo, sensato y aunque le llamo iguana…, es garrobo. Un garrobo capaz de conjurar la soledad del encierro. Un reptil negro y blanco amarillento, verde turquesa y esmeralda arrepentidas, rayas irregulares y garras capaces de escalar árboles, muros y esperanzas. 35

Si Dios quiere Yolanda Rodríguez Álvarez, 77 años. Cartago Quienes peinamos canas aprendimos de nuestra familia a anteponer a cualquier proyecto de vida el “Si Dios quiere”. Nunca como ahora tenemos que retomarlo para nosotros y las nuevas generaciones, porque si hubiéramos anotado todos los planes que teníamos para este año, tendríamos que romper la hoja porque nada se hizo realidad. Este será un año inolvidable para todos, con situaciones diferentes y con cosas positivas y negativas. Positivo es que se unieron más las familias, a pesar de la distancia; se preocuparon más los hijos por sus padres; se preocuparon más los papás por saber dónde estaban sus hijos; los educadores se preocuparon por dar más refuerzo a los alumnos; los papás se preocuparon más por saber cómo iban las lecciones de sus hijos, especialmente de los más pequeños y ser educadores para ellos. Positivo también es acercarnos tanto a la Santa Iglesia, con las facilidades para participar desde nuestras casas en actividades y festejos religiosos. 36

Las cosas negativas son muchas, especialmente la irresponsabilidad de mucha gente que no ha sentido en carne propia el dolor de ver partir a un familiar y no poder despedirse, de ver como sacan a un familiar para el hospital y no verlo regresar; el no haber podido participar y abrazar a nietos pequeños, ni aconsejar y abrazar a los nietos grandes, a los hijos y los vecinos. Mirarnos como extraños en la calle, porque con la careta no siempre reconocemos a quien nos saluda y nos pregunta por la familia… Han sido nueve meses, y tal vez llegaremos al año en esta situación, hasta que se tenga la vacuna. Es un cambio de vida: tenemos que valorar lo que tenemos en el momento, vivir el día a día, anteponiendo siempre el Si Dios quiere. Sueño con la primera reunión familiar en que estemos todos juntos, el podernos abrazar y valorar cada día y cada momento lo que tenemos, lo que podemos disfrutar. Por eso, lo que rescato especialmente es el amor, la fe y la esperanza en que vendrán tiempos mejores. 37

La pandemia y mis pacientes adolescentes Daniela Carvajal Riggioni, 39 años. Santa Ana, San José Desde que inició la pandemia el miedo a la muerte se apoderó de todos, de nosotros los que trabajamos en salud y de nuestros pacientes adolescentes, muchos de ellos con enfermedades crónicas, que sabían que estaban dentro del grupo de alto riesgo. Los adolescentes vivieron la separación de sus amigos así como la convivencia escolar tan necesaria para el desarrollo de su personalidad. La graduación, el baile de salida de clase, las salidas al cine o el novio o novia fueron cosa del pasado. Conforme pasaban los meses la desesperanza amenazó con apoderarse de sus mentes. El agotamiento por las clases virtuales prolongadas o la realización de guías de estudio sin fin; así como la angustia, conllevaron a trastornos del sueño por la alteración del ciclo circadiano y trastornos alimenticios. Hoy, nueve meses después, esta historia parece inacabable. Compañeros y familiares han fallecido. 38

Muchas personas han bajado la guardia. Sin embargo, la realidad es que estamos agotados y no hemos terminado. Nos queda sacar fuerzas para seguir adelante y enfrentar esta realidad que continúa. Independientemente de nuestros sentimientos, tenemos que dar un mensaje positivo que debe calar en nosotros mismos, pero sobre todo en los demás, en nuestros pacientes. Es la única alternativa, dar un mensaje esperanzador e interiorizarlo, imaginarnos que pronto acabará y tendremos una reunión con nuestros amigos y familiares en algún momento. Todo pasa y Dios nos ayuda a enfrentarlo todo. 39

¿Qué diría…? Lucia Camacho Soto, 55 años. Heredia He escuchado a muchas personas, incluidas expertas, decir que la pandemia nos ha hecho retroceder entre 30 y 40 años. Nada más distante de la realidad. Algunas experiencias han sido dolorosas, como la ausencia de mi madre; pero muchas otras me han llenado de plenitud: mi familia en casa y compartir tiempo completo, salir a caminar regularmente, disfrutar de la naturaleza, emprender acciones de autoconocimiento, reposar, disfrutar hermosos atardeceres, leer. ¡Ni en sueños lo hubiera logrado en condiciones típicas! Me he preguntado ¿qué diría el poste de luz en esta pandemia? Que extraña el ruido de las barras de personas jóvenes que hacen planes futuros; los encuentros futbolísticos, donde llegan las familias, amigos y novios aprovechando el claroscuro para besarse con pasión. El posté pensó que durante muchos meses hubo tanto silencio y ausencia de personas en las calles, habría sido buena idea descansar él también sin embargo, nadie lo previó y su mundo continuó como siempre, esta vez en soledad. De forma similar lo piensa la calle principal, que verdaderamente ha extrañado el cosquilleo de los carros, buses, motos y todo tipo de vehículo pesado y ruidoso; duda de si volverá a ser importante. 40

El portón de la escuela añora los gritos y los juegos, tal y como lo hace el parque y el patio del cole. Jamás pensó que pasaría encadenado con pesadez. Extraña los secretos de madres resolviendo sus dificultades diarias con amigas; mientras sostiene esperanzas. ¿Qué diría la mascarilla si pudiera hablar?: que esconde sonrisas, permite que el dolor se diluya suavemente, mil veces recibe el “si tan solo te pudiera abrazar”. Y, ¿qué diría una piedra en el camino? Que ahora su destino no es rodar y rodar, finalmente entiende el valor de su rodaje y aprecia todo lo que daba por garantizado: libertad, salud, amistad, familia, trabajo, vida… 41

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Atardecer en San José de la Montaña Lucia Camacho Soto, 55 años. Heredia 43 Ver galería virtual

Los últimos tiempos Manuel Rojas Salas, 55 años, San José. Seguimos en pandemia… Si en algún momento se pensó que serían unos pocos días, dentro de poco irá para un año. Sin duda, ha sido duro y lo sigue siendo. Hay que continuar, porque se debe seguir adelante, pensando que cada vez falta menos para que termine. Me he sentido impotente por la cantidad de personas fallecidas y, a la vez, me enoja mucho que las actividades se hayan reanudado de una forma que no puedo aprobar. No soy experto en el tema, pero aprecio que no se han hecho las acciones con prudencia y medida y prueba de ello: las cifras. El virus nos ha evidenciado al mundo entero, y de un modo irónico, aunque nos decimos respetuosos de los Derechos Humanos, hemos antepuesto la bonanza económica y la generación de ingresos por sobre la integridad humana y la salud. La vida debe seguir, aunque no la de todas las personas, evidentemente. Las clases virtuales son opción, pero en esto son decisión y, sin duda, cualquiera finaliza agotado, como han terminado nuestros niños y adolescentes. Ni quienes impartimos lecciones, ni quienes las reciben 44

pensamos que íbamos a tener que visualizarnos a través de pantallas. Más que los costos económicos, hay que prestar atención a los costos emocionales de esta situación. Solo espero que cuando esto termine podamos valorar la importancia de un abrazo, la cercanía, el contacto con otros, el bullicio y las reuniones para conversar. Quizá sea necesario reinventarnos como seres humanos, pero que sea para bien. 45

Mi familia en medio de la pandemia Susana Ramírez Guillén, 10 años. Cot de Oreamuno, Cartago En el 2020 inició la pandemia, con esto tuvimos que adaptarnos a nuevas movilidades, de estudio, hasta de compartir físicamente con la familia y amigos. Tuvimos que permanecer en burbuja, tal vez no nos podamos ver frente a frente pero sí por una pantalla, y aunque no es lo mismo, es lo único que podemos hacer para vernos y para eso hay aplicaciones como: -WhatsApp -Facebook -Teams -Zoom y Snapchat. Así que usemos esas aplicaciones para no sentirnos solos y quedémonos en casa. No ha sido fácil, pero nos ha dejado muchas enseñanzas a valorar el significado de un beso, un abrazo, o un buen apretón de manos, esto pronto va a pasar y volveremos a estar juntos. 46

Clases Video Susana Ramírez Guillén 47 10 años. Cartago Ver galería virtual

El año que no olvido Carlos Durán Jiménez, 80 años. Cartago A principio de 2020, cuando se inició esta catástrofe mundial, pensamos a la luz de la fe que, si bien era sorpresivo, pronto se encontraría una solución. Me equivoqué, y hoy a punto de terminar el año pienso que si pudiera lo borraría de mi mente. Pero no hay borradores mágicos que borren el tiempo. Por ejemplo, yo cumplí este año 80 primaveras y ya escuchaba los planes de celebración de mis hijos y nietos. Pero se quedó ahí, en planes; pues gracias a Dios tengo una familia numerosa y serían muchas burbujas. Así pues, sus planes se cambiaron por una reunión virtual que les agradecí pero que sentí el deseo de estar con ellos presentes. Estoy agradecido con Dios y la Virgencita porque en mi familia ninguno se ha enfermado del virus. Creo que es gracias a la información que se nos da para el cuido y porque no decirlo, cuesta mucho, pero nos libra de contagio. Las enseñanzas han sido muchas, tanto positivas como negativas, pero mientras Dios nos ayude, solamente recordaremos “el año que hubiéramos querido borrar”. 48

¿Por qué me gusta tanto lo imposible? Jimena Esquivel Camacho, 19 años. Heredia No es justo que mis placeres sean ficción, camino con la asíntota pisándome los talones. Abrir los ojos con gotas de realidad, vivir el tiempo de mi vida, responsabilizarme de mi posición en el mundo. La de una gota de agua que aspira a humedecer sequías. Coleccionar recuerdos llenos de acción; alejarme de crear memorias donde me perciba inactiva. La vida es mi ventaja con la que le huyo al vacío de morir, exprimirla con el presente, eso quiero, a eso aspiro. 49

Sol de Medianoche Marta Isabel Palavicini Aguilar, 58 años. Tibás, San José En octubre de 2019 estrené el estado oficial de abuela. Franco, mi primer nieto… Recuerdo los primeros mágicos meses. Para marzo de 2020, se anunció la pandemia. Una corriente helada penetró en mi instinto de protección. No me pasó por la mente la diferencia que iba a experimentar. Se comenzaba a mover el piso. Aún con las medidas estrictas para Semana Santa, me negaba a creer que nuestro país fuera azotado por COVID19, así de duro como lo estaba siendo en otros países. Acostumbrándome en cada visita a llevar una segunda mudada para desechar “la contaminada” o si venía del supermercado, limpiar esos artículos, el alcohol en gel al alcance y usar la mascarilla. Franco aprende a gatear, divertido, quiere solo estar en el suelo, entonces todos a quitarnos los zapatos y limpiar. Cuando lo paseaba en coche iba intranquila por si alguien pasaba cerca y quería echar una ojeada al bebé. 50


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