Important Announcement
PubHTML5 Scheduled Server Maintenance on (GMT) Sunday, June 26th, 2:00 am - 8:00 am.
PubHTML5 site will be inoperative during the times indicated!

Home Explore El sabedor y la sorguiña - José Luis Carrasco

El sabedor y la sorguiña - José Luis Carrasco

Published by Ciencia Solar - Literatura científica, 2016-05-29 07:17:50

Description: El sabedor y la sorguiña - José Luis Carrasco

Keywords: El sabedor y la sorguiña,José Luis Carrasco ,Libros,Ciencia ficción

Search

Read the Text Version

REVISTA DE CIENCIA FICCIÓN INVIERNO 2014 - VOL. 1 - NÚM. 4FUTUROSCOPIAS www. futuroscopias. comEL SABEDOR Y LA SORGUINAPOR JOSE LUIS CARRASCO y otros relatos por Daniel González y Fernando Cañadas

Ilustración por Ricardo García Hernanz

FUTUROSCOPIASRevista de ciencia ficción Contenidos para Vol. I, Núm. 4, Invierno 2014EDITORIAL .................................................................................................... 4El sabedor y la sorguiña ......................................... por José Luis Carrasco... 6 He aquí el Sabedor. Él tiene todas las respuestas. Atrévase a jugar en nuestro concurso. Pregunte lo que desee; él resolverá sus inquietudes y sus dudas. Responderá, incluso, a lo que nadie sabía. Responderá hasta a las preguntas imposibles que podrían fragmentar el universo entero.Visiones ....................................................................................................... 30 Monólogo a dos voces .............................................................................. por José Luis Carrasco. Diego ............................................................................................... por Fernando Cañadas Mora. Cálculo inesperado....................................................................................... por Daniel González.Los poseídos ............................................................. por Daniel González ... 42 Extraños ovnis orgánicos empiezan a ser avistados a lo largo de todo el mundo como preludio a un violento fin del mundo. Aurora, una de las pocas sobrevivientes, tendrá que aprender a vivir en un planeta que ya no le pertenece a la raza humana.Tercera edad ............................................... por Fernando Cañadas Mora ... 62 Este relato trata de dos ancianos que han alcanzado la edad de jubilación. A lo largo de su vida, y gracias a una máquina que les permite viajar en el tiempo, intentan cambiar el futuro de la raza humana esclavizada por el yugo de su propia creación.Retazos de un futuro incierto....................... por Ricardo García Hernanz ... 94Edición y maquetación: Ricardo García Hernanz.Corrección y ayudante del editor: María Requena Castañol.Ilustraciones: Vicente Balbastre, Marcos Hidalgo González y Ricardo García Hernanz.Portada: Aitor Moreno Melcón.Contraportada: Ricardo García Hernanz.Diseño de la página web por [email protected]: [email protected], http://www.futuroscopias.com Futuroscopias revista de ciencia ficción se encuentra bajo Licencia Creative Commons Reconocimiento­NoComercial­CompartirIgual 3.0 Unported.Esta licencia se aplica a este número de la revista como un todo único. Todos los derechos de las obras publicadas en esta revista son propiedad de los diferentes autores, quienes han cedido los derechospara su publicación únicamente en este número de la revista. Los autores se reservan los derechos de otorgar a sus obras cualesquiera otros usos que consideren en el futuro. Todos los relatos de esta revista son obras de ficción y cualquier parecido con la realidad es casual.

FUTUROSCOPIAS EDITORIAL Las distopías cotidianas Amanece. Suena el despertador en tu smartphone e inmediatamente el sistema publica unmensaje en la red social de moda avisando de tu disponibilidad para interactuar. Tus hábitos soncompartidos y se activan los mecanismos mercantiles asociados. Una ducha rápida mientras escuchas música con tu sistema de streaming preferido. La apli­cación te ofrece la música que cree que puede gustarte. No se lo has pedido, pero tus datos intere­san a los ejecutivos de las grandes discográficas y ellos quieren darte la mejor oferta. Puede quehoy no compres ninguna canción, pero algún día pasarás de cliente potencial a cliente de facto. Mientras tomas un café miras el periódico en internet y un cartel te avisa del uso de cookies entu navegador. Nadie te avisa de los usos que van a dar a los datos recopilados durante la navegación. Después de abrigarte dejas tu hogar y caminas hacia el suburbano. Bajas las escaleras y te en­cuentras con un cartel de protección de datos informando de cómo puedes ejercer tus derechospara ser eliminado de los archivos de datos. Nadie te informa del uso de esos datos que se puedellegar a realizar si no ejerces tus derechos. Es habitual ver imágenes de las cámaras del metro enlos informativos y esperas no verte nunca en esa situación. Sales a la calle y caminas hasta el edificio donde trabajas. En la entrada te registran los datospersonales para el control de seguridad, también tienes un cartel que te informa de cómo ejercertus derechos pero en ningún momento te informan de sus obligaciones a la hora de custodiar tuinformación. Esa información no se ofrece, hay que pelearla. Vas a comer y usas tu tarjeta de crédito para pagar. El restaurante registra tus datos, la horade la comida y el importe. Además el banco obtiene esos datos a través del datáfono. Son datosinteresantes para explotar y nadie te dice qué están haciendo con ellos ni cómo ejercer tus dere­chos. No dudes de que esos datos son útiles al departamento de marketing del banco. Al rellenar de combustible el depósito de tu coche un cartel te informa de que tus accionesestán siendo grabadas para evitar que huyas sin pagar. Lo curioso es que todos los surtidores decombustible están en prepago, lo que quiere decir que sin un pago previo no te suministran com­bustible. Entonces... ¿por qué grabar a una persona mientras maneja una manguera de un surtidor? Consultas tu buzón y descubres varios correos electrónicos de publicidad. Los marcamos comospam sin preguntarnos cómo ha llegado nuestra dirección a una lista de distribución. No le damosimportancia. Abres tu libro electrónico con conexión a internet gratuita por parte del proveedor. Desde quelo empezaste a usar comenzaste a recibir correos electrónicos con recomendaciones de lecturaque encajan exactamente con lo que tienes en tu dispositivo. 4

FUTUROSCOPIAS Cuando ves una película en el último dispositivo de moda te avisan contra la piratería. Es iró­nico que esos mensajes solamente los vean los que han pagado de forma legal por el contenidomultimedia. En los contenidos pirateados nunca aparece ese mensaje. Tu eres el objetivo comer­cial, no los piratas multimedia. Todas estas acciones cotidianas han ido entrando en nuestra vida poco a poco, sin hacer rui­do. Nuestra intimidad es un negocio que está siendo explotado en silencio y con nuestro consen­timiento. Vivimos una distopía consentida, cotidiana. Alimentamos a un sistema que no busca nuestra felicidad ni nuestro bienestar. Busca el bene­ficio comercial y para ello nos convierte en engranajes del intercambio de información. Y nosotrosentramos a formar parte del juego de forma voluntaria. Cuando nos ofrecen algo gratuito deberíamos desconfiar, ya que en lo gratuito es tu informa­ción el pago que estás ofreciendo. Orwell y Huxley se habrían escandalizado al ver cómo hemosvendido nuestra intimidad por algo tan nimio como un falso ocio. Nos crean necesidades comer­ciales por las que somos capaces de pagar y que son utilizadas para obtener datos estadísticos conlos que crearnos nuevas necesidades comerciales. Nuestras libertades permanecen intactas hasta que se interponen en el camino de una necesi­dad de un poder mayor. Entonces se maquillan y se incluyen carteles para que podamos ejercernuestros derechos. No se nos pregunta cuando usan nuestra información pero sí se nos invita aparticipar activamente en evitarlo a posteriori. Cuando usan nuestros datos personales nadie nos pide permiso, pero, cuidado, el uso por par­te de un particular de una marca comercial puede acarrear consecuencias legales. Es el pez grandecontra el pez pequeño y en este mar tormentoso debemos aprender que la fuerza del cardumenpuede parar los motores del barco más potente. El individuo tiene tanta fuerza como el movimiento social al que pertenece. Las cartas de de­rechos humanos, los derechos laborales, el derecho a la intimidad y la privacidad son el escapara­te con el que nos han vendido un sistema que no funciona, que juega con nuestra información ynuestra privacidad como moneda de cambio mientras nos sigue vendiendo la libertad como el finúltimo. ¿Libertad con qué objetivo? Con el objetivo de perpetuar la rueda de la macroeconomía yel reparto de beneficios. El peligro no es la llegada de un gobierno o sociedad que cambie la vida de los ciudadanos. Elpeligro son estas distopías cotidianas, que admitimos a cambio de chucherías y que van calandopoco a poco en la sociedad hasta que nos parece normal el renunciar a ciertas libertades. El peligro no llega con una explosión, llega con un gemido. El editor. 5

«El resto del espacioso lugar había sido conquistado por el grueso de lamaquinaria que ya conocían de anteriores visitas; un grabador/reproductor digitalde última generación, aún no disponible en el mercado, un servidor enorme, altocomo un armario liso y negro y provisto de un rectángulo para la ventilación y dosbotones oblongos, una máquina de lectura cerebral con una serie de electrodos y untransmisor inalámbrico del tamaño de un paquete de tabaco engarzados en una seriede varillas rígidas de plástico blanco, dobladas en forma de casco, todo ello selladocon el clásico logotipo de la compañía. La máquina desplegaba sobre un mueblepropio dos pantallas planas, una con el esquema de un cerebro, con sus doshemisferios separados por colores y todas sus terminaciones nerviosas extendidascomo ramas de un árbol sobre la corteza, otra con un registro de patrones de ondascerebrales, con la indicación de la actividad en hercios.»

FUTUROSCOPIAS EL SABEDOR Y LA SORGUIÑA Por José Luis Carrasco Ilustración de Vicente Balbastre I. SABEDOR de la cual destellaban los dientes más profe­ –¿Quién escribió el poema que comienza: sionales, unos ejemplares blanquísimos como«Lean out of the window/golden hair...»? no se habían visto en las pantallas. –James Joyce. –¿Cuál es la raíz cuadrada de 589,757? –Por favor, les recordamos que los con­ –767,956378969535. cursantes conocen cosas, no adivinan ni leen –¿En qué fecha nació el mariscal alemán el pensamiento. En el caso del sabedor la dife­Rommel? rencia es sutil, de acuerdo, pero ténganlo en –El 15 de noviembre de 1891. cuenta. Por favor, respeten las reglas del con­ –¿Qué estoy sosteniendo en mi mano den­ curso, de lo contrario serán penalizados entro de mi bolsillo? puntos. A ver, el siguiente, sí, ¿la chica de la –No hay datos suficientes. camiseta de tirantes, quieres preguntarle algo? Una conmoción colectiva que desemboca El sabedor te escucha.en suspiro de alivio que deviene en pausa pararecuperar el aliento. El presentador de televi­ Al ser llamada, la muchacha (caucásica ensión se dirigió al interlocutor, así como a la la veintena, pelo rubio de apariencia y tersuraaudiencia del programa, sin perder ni un natural, blusa azul de marca con bordes gasta­segundo su sonrisa más profesional, a través dos en el cuello, pendientes de plata redondos) se puso en pie, aceptó el micrófono, contempló al sabedor. Aun de pie (pantalones vaqueros nuevos, zapatillas de deporte, uno de los pares 7

FUTUROSCOPIAScon los cordones desatados), tuvo que mirar nición de Dios, luego se enfrascó en lo que en­desde abajo la enorme mole de dos metros y tendía por existencia, para más tardediecisiete centímetros de altura, mano sobre embarullarse sin remedio en las selvas de lamano, las mejillas como el rosa de la aurora, y religión, la espiritualidad y la vida eterna.reunió después fuerzas para mirar a sus enor­mes ojos como lámparas de tungsteno. El sa­ La regidora del programa perdió la pa­bedor sintió la mirada de aquella persona. ciencia y con una seña al presentador, dio pasoAquello era real, pero también, y cuánto más a la publicidad. La misma pregunta se coló dosinteresante, las partículas y fibras de su propia veces más en la emisión, pero para entonces elcamiseta, una prenda de la talla grande que realizador estaba preparado: el espectáculo,aun así apenas escondía sus redondeces y que se preciaba de un riguroso directo, conta­que por sus bordes deshilachados y sus círculos ro­ ba para entonces con un retardo de cinco se­jos de lejía acusaba un uso excesivo, lo cual ge­ gundos, intervalo suficiente previsto paraneró reflexiones rumiantes sobre la curiosa cortar cualquier intervención inapropiada. Encomposición del agua en la ciudad que termi­ la práctica, no se volvió a mencionar a Dios ennaba en las lavadoras de los hogares, en un «Tú tienes talento», y el sabedor no dejó pre­fluir concéntrico que repicaba en los tambores, gunta sin su respuesta correcta, y la bolsa acu­y así a vueltas con la esencia del agua, y su mulada de los preguntadores de la audiencia,descomposición natural en hidrógeno y oxí­ igual que la suya, creció y creció, y pasó de losgeno. cuatro ceros. Después de una temporada de capa caída, los concursos culturales y otros En la tercera emisión de la segunda tem­ formatos por el estilo lograron encaramarse a losporada de «Tú tienes talento», edición de no­ puestos superiores de audiencia y ocuparche, la mecánica de realización del programa los mejores horarios en las parrillas de emi­había mejorado considerablemente y el públi­ sión. Pero ningún programa se igualaba a «Túco había comenzado a amoldarse al método de tienes talento», y ningún fenómeno o estrellapensamiento del sabedor para formular las invitada alcanzaba al sabedor.preguntas, o proposiciones, como él las llama­ba, de la manera en que él las respondía. Les Su conocimiento, desmesurado, ilimitado,iba en juego una cantidad de hasta tres ceros, impropio de un ser vivo racional, pasmaba apues ellos participaban en el concurso, compi­ columnistas de prensa en las secciones de es­tiendo por la pregunta más ingeniosa. Ya no se pectáculos y audiovisuales, se citaba en corri­colaban individuos que buscaban trucos de llos, cafés, conciertos, en las mismas Cortesmagia o telepatía, ni filósofos de salón, chava­ Generales, neurocientíficos elucubraban enles universitarios en su mayoría, bien peinados espacios de salud sus hipótesis de cómo un in­y acicalados, ropa de marca con un punto leve dividuo había llegado a acumular tal cantidadde desgaste que afincaba su estatus de bohe­ de saber. Le reconocían y lo paraban por la ca­mios y que insinuaban, con un deje rayano en lle, tirándole de la manga con ojos chispean­la altanería, si el sabedor aceptaba o no la tes. En los pasillos desde el camerino al plató,existencia de Dios. Tres chicos distintos lo técnicos, maquilladoras, visitantes, le mirabanpreguntaron. Decepcionados quizá con la con­ respetuosos y en silencio. Deseaban algo de él,testación primera, recibieron las mismas pala­ lo podía intuir por la forma reticente y tímidabras los dos siguientes: de abrirle la puerta o traerle una botella de agua. El silencio era su única respuesta a todo –La proposición no está bien formulada. lo que no fuera una cuestión directa y llana. El primero de los universitarios se colocó Todo lo demás, las conversaciones derivadaslas gafas subiendo el puente hasta lo alto de su de conflictos etéreos, sentimientos y emocio­nariz y trató de componer una frase distinta y nes, le producían picores en la nuca, desvíos ymás comprensible, pero fue inútil; cuanto más atascos capturados en una tos nerviosa sin so­intentaba ser claro, más se perdía en cuestio­ lución, excepto los adioses y las gracias.nes y condiciones trascendentales. Primero seperdió en un laberinto filosófico sobre su defi­ 8

FUTUROSCOPIAS ¿Cuál es el peso de una pelota de tenis re­ el teléfono desconectado y la televisiónglamentaria? ¿Cuántos conos y bastones se encendida pero sin sonido. Vivo, o más bienencuentran en un ojo humano en buen estado vivía, solo, por lo que ningún ruido se me es­de salud? ¿De qué se compone el material fo­ capa. Una mañana escuché un follón de platostoquímico de una película de cine? ¿Qué dis­ rotos al otro lado de la pared. Salí disparado, ytancia separa Júpiter y Alfa Centauri? en el descansillo vi la puerta de mi vecino abierta de par en par. Nunca he mantenido Los orígenes del sabedor habían desperta­ contacto con nadie en el bloque. Llamé con losdo tanta fascinación para los espectadores co­ nudillos. Nadie apareció, así que me colé. Elmo los procesos mentales que regulaban su piso olía a cerrado. El parqué estaba cubiertomemoria y sentidos. En su primera participa­ de vajilla sucia, latas de comida en conserva yción en el programa, el inquieto presentador todo tipo de porquería. Avancé con cuidado dequiso saber su edad, lugar de nacimiento y no pringarme. La suciedad era ingobernable.profesión. Palabrería vana y sin sentido. Las Comprobé varias habitaciones, todas vacías,lucecitas colgadas del techo, a una docena de hasta llegar a un dormitorio en oscuridad totalmetros del suelo, brillaban para él, sí, tan in­ y silencio, salvo una respiración pesada. Abrítensas y cálidas. Ojos de vidrio y labios rese­ la puerta y la luz del pasillo lo iluminó. Uncos, qué interesante, tanto como para olvidar hombretón lampiño se rascaba el brazo conbeber un trago de su botella de agua. El pre­ la vista fija en un cuadro con un retrato de lasentador, que parecía acostumbrado a rápidas Virgen y el Niño Jesús. Por más que intentéimprovisaciones, se giró hacia su cámara, listo hablar con él no logré que reaccionara. No en­para anunciar al siguiente personaje. Le detu­ contré rastro de que alguien hubiera abando­vo el mensaje de la pizarra de la regidora, que nado la vivienda, pero tampoco me apetecíale indicó que se dirigiera a un caballero de en­ husmear. Como me pareció que se hallaba entre la audiencia, un hombre entrado en kilos y estado de shock, me lo llevé a casa a darle algoen la cincuentena, de cara redonda cruzada de comer. Nunca nadie reclamó su custodia, ypor un encrespado bigote de plata. Vestía en la policía no me hicieron caso. Indagué encon zapatillas de deporte de marca y camiseta con colegios, centros de educación especial, en elmanchas de grasa de un vetusto grupo de rock censo de población del Instituto Nacional deduro, y la imagen en su conjunto recordaba Estadística... como quien trata de hablar cona la de un viejo lobo de mar que no se resiste a un sordo. Me resigné a la idea de que este mu­aceptar los años que tiene. Se definió como el chacho no existe, y a ignorarlo todo de él. Untutor del magnífico sabio. El presentador in­ día se puso a enumerar información de mane­sistió en las preguntas sobre el trasfondo del ra aleatoria. Datos precisos sobre cualquiersupuesto prodigio. El tutor, con inocencia pero objeto o tema. Miraba un aparato electrónico ytambién con un gran dominio de la situación y desgranaba su historia, componentes y fun­las cámaras, admitió que él tampoco sabía na­ cionamiento. Tomaba un libro en sus manos yda: su nombre, edad y oficio eran también un recitaba la biografía del autor de memoria. Nomisterio para él. El presentador arqueó las ce­ necesitaba más que una hora de sueño diario.jas, intuyendo las posibilidades dramáticas de El resto del tiempo lo dedicaba a leer cualquieruna conversación en apariencia no muy diná­ texto que se le pasara por delante. Lo di pormica. Rogó que se pusiera de pie para que las una buena señal. Desde entonces vive conmi­cámaras compusieran un mejor plano y que go. Alguien del trabajo me propuso llevarlo alexplicara brevemente cómo se conocieron. programa y usar el dinero para cuidarlo como se merece. El tutor miró a su alrededor y se aclaró la voz: –Verán ustedes, yo trabajo desde casa. Soy La explicación había durado una eternidadredactor de gastronomía en revistas y espacios para los ritmos apresurados de un programaradiofónicos. Me siento en mi despacho, lejos de televisión, y, sin embargo, ni el realizador,de la luz directa del sol, con mi portátil y un ni la regidora, ni los cámaras, ni mucho menoscafé. Siempre escribo con tapones para los oídos, el presentador apartaron los ojos del tutor, 9

FUTUROSCOPIASzambullidos en el relato. Uno había mantenido mer piso. En paralelo, a los lados de mayorla autoridad de su dedo índice en alto, dis­ longitud de la tarjeta, se inscribían las siglaspuesto a ordenar el cambio de plano y a agili­ «IBM».zar el programa, otra se aferraba a su pizarracon una mano mientras con la otra presionaba IBM (acrónimo de International Businessel intercomunicador contra su oreja, a la espe­ Machines), empresa de investigación e inge­ra de las órdenes del control, al igual que los niería fundada el 16 de junio de 1911 pordemás, congelados frente al tutor, y, finalmen­ Charles R. Flint y Thomas J. Watson. Unte, al presentador, que solo asentía, su sonrisa millón de empleados y 30 billones de dólaresya borrada, y cuando el tutor finalizó su relato, de beneficios el presente año. Actual presi­el concurso parecía un difuso recuerdo de va­ denta...caciones para él, y solo preguntó: Atravesaron dos pasillos de puertas cerra­ –Entonces... ¿nadie se acercó a tu puerta das; al final del segundo, una estaba abierta.a dar señales? ¿No tiene ni un amigo? –Qué moreno está nuestro pequeño cam­ II. SABEDOR peón. ¿No te habrás olvidado de la crema solar con las radiaciones que hay ahí fuera? –Hombre, el rey Arturo y doña Ginebra,puntuales como siempre. Adelante, no os –Factor máximo, Xabel, y ni por esas se li­cortéis. Estáis en vuestra casa. bra del rojo en las mejillas y orejas. Tiene la piel suave como la de un bebé. Basta un rayo No le gustaba el ascensor, demasiado de sol para que cambie de tono.tiempo confinado en un lugar estrecho y fríopara su gusto. Prefirió los rayos cálidos que le Alguien tendió al tutor otro café, caliente yllegaron al entrar en aquella sala enorme y ácido y en un vaso como el de Xabel, y entra­diáfana, con cristaleras del techo al suelo en ron en la sala numerada como 113. Una mesalugar de paredes, tres isletas divididas para pequeña se estrujaba en el centro en busca decuatro puestos con ordenador personal, mesa un poco de espacio confortable para los ope­y silla cada una. Tras los cristales, la vista in­ rarios. El resto del espacioso lugar había sidomensa, copando el horizonte entero, de un conquistado por el grueso de la maquinariaparque industrial rocoso y cuadrado de las que ya conocían de anteriores visitas; un gra­afueras de la ciudad. El joven en traje y corba­ bador/reproductor digital de última genera­ta que los recibió lucía un peinado que se re­ ción, aún no disponible en el mercado, unmataba en un estrecho tupé, esculpido servidor enorme, alto como un armario liso yfinamente con un fijador que marcaba su pelo negro y provisto de un rectángulo para la ven­en luminosas hebras. Llevaba un café recién tilación y dos botones oblongos, una máquinahecho en un vaso de plástico en la mano iz­ de lectura cerebral con una serie de electrodosquierda, cuyas ondulaciones aromáticas flota­ y un transmisor inalámbrico del tamaño de unron en espirales hasta su nariz y la del tutor. paquete de tabaco engarzados en una serie deCon gran firmeza los dos hombres chocaron varillas rígidas de plástico blanco, dobladas enlas manos, para luego palmear con afecto el forma de casco, todo ello sellado con el clásicohombro del sabedor. Este miró la mano que logotipo de la compañía. La máquina desple­entraba en contacto con él y, a falta de mejor gaba sobre un mueble propio dos pantallasrespuesta, tironeó mecánicamente de la fina planas, una con el esquema de un cerebro, contela azul que colgaba de su cuello, en cuyo ex­ sus dos hemisferios separados por colores ytremo se balanceaba, igual que en la del tutor, todas sus terminaciones nerviosas extendidasuna tarjeta de visita, cuya banda magnética les como ramas de un árbol sobre la corteza, otrahabía abierto las puertas automáticas del pri­ con un registro de patrones de ondas cerebra­ les, con la indicación de la actividad en her­ cios. Otros tres ingenieros trabajaban en la pequeña estancia, tomando notas y compro­ bando el correcto funcionamiento de cada 10

FUTUROSCOPIASmáquina. Xabel se abrió paso entre los mue­ El sabedor tomó asiento. El casco de vari­bles y empujó una cómoda silla con respaldo llas con electrodos se posaba ya en su formi­de tela hasta el sabedor. dable cabeza, dividiendo en secciones el pasto rubio de su cabello con un frío pellizco. En la –Buenas noticias; esta es la última sesión. pantalla, las cuatro ondas, de cuatro coloresSe acabó coger el autobús hasta el fin del distintos, clasificadas por sus nombres: beta,mundo. alfa, theta y delta. Alerta, relajado, creación y sueño moderado y profundo, enumeró para sí. –No es que me importe, pero dijiste eso Xabel abrió varias ventanas que blanquearonhace tres semanas. sobre el fondo neutro de la pantalla de su or­ denador, pulsó un botón de registro de nueva –¿Quién puede resistirse a las tentaciones? actividad y un piloto rojo parpadeó en elHemos registrado y analizado medio centenar transmisor sobre su cráneo. El mapa del cere­de personas de altas capacidades, aquí y en las bro mostró en su esquina inferior izquierda eloficinas de otros cinco países que participan escueto nombre del paciente en letras blancasen el proyecto. Lo de tu chico es lo nunca visto. sobre fondo negro: «sabedor». Él leyó la pan­Sus ondas cerebrales se salen del gráfico. talla y reconoció la palabra como de su pro­Nuestros ingenieros se han vuelto locos de fe­ piedad.licidad con él, y yo os deberé pronto una cena,porque ya me hacen la pelota con ascensos por La repitió varias veces, del derecho y dellos avances en el proyecto. No podía negarme revés, de una sola vez, luego por sílabas y al fi­a aprovecharme un poco más de vuestro valio­ nal letra a letra. Luego analizó cada letra yso tiempo. No sufras; ya tenemos casi todo lo mientras Xabel realizaba los primeros ajustes,que queremos saber en nuestro bonito disco se retrajo a los orígenes de cada una de ellas enduro de mil hekatobytes. Si no nos pasamos de el idioma castellano, prosiguiendo despuéslos plazos, el próximo otoño, la Sorguiña en latín e indoeuropeo. Una mano le rozó consaldrá a la luz. delicadeza. Era Xabel. Se había dado cuenta de que cavilaba sobre algo. Aquel término –¿quizá de origen vascuen­ce?– se coló en la percepción del sabedor como –¿Estás pensando ya, amigo? ¿Con quéun amante indiscreto, y hasta logró retraerle prefieres empezar hoy, superhéroes o prensauna centésima de segundo de sus otras ocupa­ deportiva?das evasiones, las cuales hicieron un hueco su­ficiente en su cabeza. El tutor también Dos publicaciones se tendieron frente a él,demostró interés por la palabra. una pequeña y colorida, impresa en papel sa­ tinado, encuadernación de grapa, cuarenta y –Nunca te había oído llamarla así. ocho páginas, la otra en formato tabloide, do­ –Ya sabes que la referencia oficial de la blada en dos y con fecha del mismo día. En lainiciativa es una serie alfanumérica, aburrida y primera, las imágenes de héroes en vistososlarga de pronunciar, así que nuestro equipo la trajes en una gran batalla de proporcionesbautizó primero. Tenemos un historiador en el cósmicas prometían intereses visuales. El sa­departamento, y en una cena salió el tema de bedor señaló el cómic, dejó que su barbillala mitología. Reconozco que llevábamos unos aterrizara entre sus pulgares y las ondas alfamargaritas de más, y no sé quién dijo que lo bulleron de actividad como un cazo lleno deque íbamos a lograr era prácticamente magia. leche en una vitrocerámica a fuego rápido.Nuestro compañero sacó un libro de su bolsa y Una vez que se aseguró de que tomaba el có­nos habló de las sorguiñas, las brujas del País mic en sus manos y pasaba sus páginas conVasco o, más bien, las sacerdotisas y matronas, atención, Xabel se colocó frente al ordenadorherederas de los rituales celtas. Sonaba como para supervisar la grabación. El progreso deun apodo fantástico para la inteligencia artifi­ las curvas era un caos; picos y valles irregula­cial que estamos incubando entre todos y se res saltaban arriba y abajo, se detenían unquedó como término extraoficial para referir­ instante, casi a punto muerto, se encrespabannos a ella. Y entre tú y yo, me encanta usar una de manera violenta al siguiente, y su formapalabra que a los ingleses les traba la lengua.¿Nos ponemos en marcha, caballeros? 11

FUTUROSCOPIASresultante carecía de orden o patrón lógico. El toda velocidad, como siempre en una danza degráfico del cerebro ardía de actividad en el ló­ puro miasma, sin orden ni armonía.bulo frontal con manchas de rojo profundoque palpitaban con espasmos arrítmicos. Ludwig van Beethoven, nacido el 16 de diciembre de 1770 en Bonn, fallecido en Viena La historia era digna de un repaso deteni­ el 26 de marzo de 1827. Compositor de treintado. Explosiones a gran escala en cada viñeta, y dos sonatas para piano, dieciséis cuartetosconversaciones en frases que saltaban de las de cuerda, siete tríos, diez sonatas para violínminúsculas a las mayúsculas y siluetas mus­ y piano, nueve sinfonías...culosas que batallaban por doquier para susojos, capaces de acrobacias sin par, en un des­ Clasicismo: período musical comprendidofile mayestático de hombres, criaturas antro­ entre mediados del siglo XVII y principios delpomórficas y un surtido fabuloso de robótica XVIII...animada y autoconsciente. Atendió a cada ele­mento como si fueran seres vivos, repitiendo Música: arte basado en la combinatoriacon los labios, pero sin hablar, sus líneas de de sonidos y ritmo...diálogo, las onomatopeyas, y observando muycuidadoso la composición de cada página an­ Arte: ...tes de saltar a la siguiente. Los colores y el en­ Cruzado de brazos y a una prudente dis­tintado eran atractivos y el tacto resultaba tancia, el ingeniero llamado Xabel repartía suagradable. Pese a lo barroco de la narración, la atención entre el tutor y él.ligereza del soporte era como la de un sueño. Un aviso apareció en la pantalla del moni­Se felicitó por escogerlo en lugar del periódico, tor de grabación, Xabel hizo clic y todos losque se veía más rugoso e impreso en una tinta procesos se detuvieron. El aviso se convirtióde peor calidad que sin duda mancharía sus en mensaje: sesión finalizada. Uno de los in­blancos dedos y le obligaría a mirar al tutor formáticos abandonó la sala, el resto se dedicóhasta que le permitiera escapar al baño a la­ a recoger el equipo, el busto, el cómic y el pe­varse, y cuya franca monotonía tipográfica le riódico. A él no le apetecía levantarse, entrete­hubiera aburrido sin límite. nido como estaba con el interesante tacto de la silla de respaldo azul. Respaldo azul de sala de Al terminarlo, depositó el ejemplar con cine y teatro, de tardes de oscuridad, gomino­cuidado en la mesa de madera frente a él. Al las y refrescos, de no saber dónde se encuentramismo tiempo, las ondas se relajaban y estabi­ uno, salvo que ahí, si se abre bien el oído, ahílizaban, pero solo un momento, pues tan están papá y mamá, pendientes de la pantalla,pronto Xabel lo recogió y lo guardó en una car­ pero si uno se remueve en la butaca, muypeta de cartulina azul, el sabedor enfocó allí su pronto llega la mano de mamá a sostener laatención y las ondas reanudaron con pasión tuya, como los niños normales.su enloquecida escalada y los bruscos descen­ Medido el lapso entre sensaciones, la pre­sos, y pronto la negra pantalla se llenó de un sente y la pasada, las comparó en cuanto a laviolento maremoto de rayas verdes. Xabel tersura de su superficie, la calidad del airesonrió y sacó de debajo de la mesa una mochi­ (curiosamente similares ambos; fríos y secos,la de montaña negra. por exceso de aire acondicionado, le provoca­ ban la tos, seguramente por exceso de ácaros –Relájate, chico, no te hagas daño, que to­ en el ambiente) y su propia condición, pues sudavía vamos por el primero. mano ya no era tan suave como antes y sus ye­ mas encallecidas registraban con menos pre­ Un rápido silbido de cremallera, la mochi­ cisión cada dato disponible. Rememoró lasla se abrió y de dentro apareció un busto de películas y obras, sus actores, directores, susBeethoven. Era una copia barata, esculpida en planteamientos y desenlaces, el olor de las pa­escayola, de la imagen más característica del lomitas en sus envases de cartón y las críticascompositor, con su pelo rabioso y sus ojos de de cada una publicadas en la prensa. Cada pe­tormenta famélica, tan sensibles como enérgi­ queño detalle fue recogido, repasado, analiza­cos. Antes de colocarlo en la mesa frente al sa­bedor, los dos monitores ya burbujeaban a 12

FUTUROSCOPIASdo y puesto a punto para que no cayera en el cuando la presentemos en sociedad, no va aolvido y al fin, almacenado nuevamente en su perder el tiempo. Estamos en conversacioneslugar correspondiente, listo para usos futuros. con la policía para que ayude en la resolución de casos delictivos. ¿Mola o no mola? Los hombres de la sala captaron que algorumiaba y, gentiles, se ocuparon de recoger los –Me dejas impresionado.elementos de la sesión sin interrumpirle. Pa­ –Ahora es cuando me emociono hablandosados unos minutos, los objetos, tanto reales de ella. Verás. Esta IA va a ser autónoma, secomo abstractos, tanto puramente materiales autorregulará, aprenderá de la experiencia,como animados de la sala perdieron su interés basándose en constataciones empíricas. Enpotencial. A veces era difícil calcular cuándo este sentido trabajará con el modelo de razo­aminoraría el volumen de información, y si es­ namiento humano, pero también formará unte sería copioso, interminable, como un géiser, sistema experto, sin sus limitaciones habitua­o tan simple como una línea recta dibujada les. Es decir, manejará su base de datos decon rotulador sobre un papel en blanco. Xabel forma heurística, pero con los fundamentosy el tutor se portaban siempre de manera ama­ del sentido común y la lógica, con la capacidadble, ya necesitara unos cuantos segundos para crítica para discernir las cuestiones importan­volver o si el tiempo se alargaba un poco más. tes de las secundarias y los errores de los aciertos. Por tanto, la Sorguiña aprenderá de ¿Cómo terminaba la sesión? Sin cambios sus errores. Y solo nos ha supuesto dos añosen ese sentido, como las otras; un helado bien de trabajo, doce horas al día. Venga, dime otrafrío de limón, de los de hielo, no de esos cre­ vez lo impresionado que estás.mosos que se descongelan rápido y dejan El tutor lo reconoció, y después se dijeronmanchas en ropa y manos. El tutor chocó las adiós. El sol de julio, tan duro, los persiguiómanos de Xabel y del resto de ingenieros, que hasta que se cobijaron en la marquesina deltambién, como de costumbre, lucían sonrisas autobús que los llevaría a casa. Tarde de vera­luminosas. El sabedor terminó su helado en no en el polígono industrial. El sabedor mirótres mordiscos y extendió el envoltorio, señal las leves ondulaciones del pavimento candenteque todos interpretaron como que estaba listo frente a él y su cerebro jugó con los compues­para marchar. Los que estaban sentados se tos de su materia y su aplicación en las obraspusieron de pie y Xabel abrió la puerta para humanas, y los pensamientos volaron, se alza­acompañarles, a través de pasillos iluminados ron y cayeron sin red, como mariposas efíme­por luces de tungsteno y puertas automáticas ras e invisibles.de metal, hasta el ascensor que los devolvería ala calle. Mientras caminaban, el tutor se rascó la III. SABEDORmal afeitada perilla con curiosidad. Siempre había gran cantidad de trabajo, –¿Sabes? Siempre me dio corte preguntar­ sostenido en altas pilas blancas de papeles ca­lo, pero con todos los viajes que hemos tenido que da superficie del piso, o bien en amarillos ar­hacer a que este pobre chico mire objetos cos sobre su cabeza, las de las notasque has comprado en tiendas de todo a cien, variopintas pegadas por las paredes, como unahay algo que me gustaría... hiedra de quita y pon que escalaba desde los interruptores de la luz hasta el vano de cada Xabel extendió sus brazos y manos, como puerta. Salvo un día. Una vez a la semana, másqueriendo decir que no guardaba ases en sus concretamente los domingos, el tutor aban­mangas. donaba su actividad rutinaria y dejaba que los acontecimientos llegaran a su propio –¿En qué te puedo ayudar? ritmo. –¿Qué vais a hacer cuando la Sorguiñaesté acabada? –Buena pregunta. Al contrario que en ex­periencias anteriores, no vamos a ponerla a ju­gar a las damas con un famoso ni a resolvercrucigramas. Puedes estar tranquilo, que laSorguiña, o como rayos la llamen mis jefes 13

FUTUROSCOPIAS Su uso del tiempo, económico y racional, objeto de interés por su forma, composición, lacambiaba por la despreocupación radiante al posible motivación por la que se colocó en talapartar la silla de oficina, apagar el ordenador o cual lugar o la larga cadena de aconteci­y ocuparse sin prisa en preparar un desayuno mientos históricos recorrida por el ser huma­de puro lujo. La casa se llenaba con el olor de no para que, con el paso de los siglos, eselas tostadas con jamón y tomate y con el ruido objeto concreto hubiera evolucionado desdedel exprimidor para llenar dos vasos de zumo una versión primitiva hasta la más sofisticadade naranja natural con mucho azúcar. Luego, que ahora veía sobre una mesa o colgado deuna vez dispuesta toda la comida sobre la me­ una pared. El juego era muy divertido y nosa, escogía un disco de entre su vasta colección tenía principio ni fin; uno podía deambularde música clásica y lo hacía sonar a todo volu­ por la historia, adelante y atrás, como en unmen. A veces, al comenzar un aria de especial vídeo, de manera lineal o a zancadas, a lo largointensidad o un movimiento brioso de una sin­ de infinitos procesos de causa y efecto, de re­fonía, el tutor se ponía en pie para dirigir la lación, oposición y parentesco, de prueba yorquesta con las manos y, en esos instantes, error y de mil pasos en falso. Así disfrutaba delcerraba los ojos y se agitaba con energía y con suave transcurso del día, vestido con ropa có­gracia, y el pelo revuelto en su flequillo saltaba moda o directamente en pijama y con una bol­arriba y abajo. Cada golpe de brazo y muñeca, sa de algo rico siempre disponible. Launa inflexión en el tempo, una esquina en el sensación de algo crujiente cascar entre suscamino de la pieza. El rubor colmaba sus meji­ muelas, un efecto salado que dejaba una lámi­llas de pura alegría. No parecía tener conoci­ na de sabor en el paladar, hermanada almientos superiores musicales como para vaivén perezoso del domingo, reinaban en susconducir una orquesta real, pero su entusias­ sentidos.mo era sin duda verdadero. Luego, al terminar lapieza que tanto le gustaba, volvía a sentarse, exul­ Aquella vez el tutor acabó pronto el perió­tante, y continuaba el desayuno, y en alguna oca­ dico y deambuló por la casa indeciso hasta quesión aún se escapaban sus manos, como queriendo se acercó a la estantería principal del pequeñovolver a ese instante de concentración y felicidad. salón. Extrajo la carpeta de cartulina azul en la que almacenaba la documentación referente al El sabedor sabía muchas cosas, por ejem­ sabedor y la repasó con aire distraído. En ella,plo, que entre los discos del tutor había otra además de otros papeles y recortes, se encon­numerosa colección de heavy metal, pero nun­ traba el contrato firmado con IBM por el queca los hacía sonar. Por muchas camisetas de se comprometían a una serie de sesiones de aná­aquellos grupos que llevara, siempre se decidía lisis cerebral como parte de la creación de lapor la clásica. Algo o alguien había influido en base de datos y la mejora de los procesos lógi­el tutor de tal manera que aquella música de­ cos de una inteligencia artificial en desarrollo.jara de oírse el resto de su vida. Ese era el úni­ Las cláusulas, escritas en letra minúscula, seco reducto misterioso de aquella persona. prolongaban a lo largo de una veintena de pá­ ginas, todas ellas firmadas por el tutor como A diferencia del resto de la semana, lim­ su representante.piar y recoger no era la prioridad, y el sabedorpodía permanecer en cualquier habitación de El tutor ojeó los papeles, para luego devol­la casa sin preocuparse de que el suelo estuvie­ verlos a su sitio, pulcramente ordenados yra fregado o asomara una inoportuna escoba o, cuadrados. Apartó la carpeta y sirvió algo máspeor aún, el monstruo aullador cuellilargo que de leche en los dos boles de cereales que habíaaspiraba las pelusas, justo bajo sus pies. La paz entre ambos. Unos cuantos objetos sobre lareinaba en la casa. La mayor parte de los do­ mesa formaban una suerte de ciudad en mi­mingos, el tutor se tumbaba en el sofá a leer el niatura; castillos sin foso, lagos de cerámica,periódico en la tableta con un cuenco de frutos gigantescos útiles de labranza, campos de tela,secos al alcance de la mano. El sabedor pre­ a través de los cuales, pese a que obstaculiza­fería un asiento de una sola plaza, no muy le­ ban la visión de un horizonte completo, sí erajos, y venga a mirar las paredes, observar un posible trazar una línea continua de un extre­ 14

FUTUROSCOPIASmo a otro. Al final de su opuesto, escudriñaban ti. En ella también encontrarás el dinero que ga­los ojos del tutor. nes en el concurso. Es todo tuyo para lo que necesites. Yo no quiero un céntimo. El número El sabedor le dedicó su atención, seguro de está sujeto por un imán en la nevera. Es muyque iba a hablarle, aunque la cuestión de si era fácil de encontrar. El que tiene forma de ti­o no importante no pasó más que en las afue­ burón, ese que te gusta. En la sucursal de aba­ras de su consciencia. Pero era cierto. Iba a jo tienen órdenes de darte lo que haga falta sitratarse de algo importante. El tutor siempre enseñas ese número. Ahora venga, vístete. Va­se ensimismaba en sus nudillos, como si qui­ mos a dar un paseo y a comprar un pollo asa­siera comprobar que seguían ahí, cumpliendo do y una bolsa de patatas.su función en el engranaje de su mano, cuan­do su conversación iba en serio. –Patatas. –¿Te gustan, eh? A mí también. Venga, –Mira, sé que tienes familia. Todos la te­ ponte las zapatillas y salimos ya.nemos. Antes o después alguien preguntarápor ti. El Estado o... quien sea. Solo quiero que IV. SABEDORsepas que estoy contigo, ¿vale? Si llama unapersona que esté en su derecho de cuidarte, y Bajo una parrilla de luces halógenas (tem­yo no encuentro motivos para sospechar, no peratura de color de 3.200 grados Kelvin, po­debo negarme a que vayas con ella. Pero mien­ tencia media, 1.000 vatios), el sabedor setras tanto puedes contar conmigo siempre. Yo sentaba en su silla de siempre, colocada en suno soy muy listo. No tanto como tú. He hecho rincón especial. Lo rodeaba un biombo de co­tantas tonterías, no puedes hacerte una idea. lor ámbar, dispuesto para aislarlo en el esce­Creo que por eso estoy solo. De niño era tími­ nario, formando una isla pentagonal en la quedo y retraído. Odiaba el deporte y mis com­ se reducía su rango de visión a una tercerapañeros me humillaban a diario. Desde parte, lo justo para que tres cámaras colocadasentonces he cerrado mi mundo. Pocos amigos, en sus trípodes lo enfocaran a él y al presenta­pocas aficiones. Pero algo sí sé. Sé que puedo dor. Este conducía al público y a los concur­protegerte. Nadie te maltratará mientras yo santes desde su tribuna, con un brillo eléctricoande por aquí. Porque soy tu amigo, y los ami­ en las puntas de sus dedos, en sus ojos. El áni­gos están para eso. ¿Me comprendes? mo conquistador del caballero no conocía lí­ mites y se transmitía a los espectadores, los A una conversación conocida el sabedor presentes en el plató y los que seguían el pro­tenía también siempre una respuesta prepara­ grama desde sus casas, además de a los con­da. Y como cada vez que se requería que los cursantes y estrellas invitadas. Aquella tarde elsentimientos entraran en juego, el sabedor concurso cabalgaba con pulso y ritmo firme.arrugaba un poco el centro exacto entre susdos aniñadas y finas cejas y repetía alguna de Las próximas fases prometían buenos re­las últimas palabras utilizadas por su interlo­ sultados para el sabedor, que había superadocutor. sin dificultades las rondas rápidas, las cues­ tiones de especialista, la muerte súbita y el pa­ –Están para eso. so a ciegas por el laberinto de los adivinos –Exacto. Si fueran tus padres, bien, por mí vendados. En ninguna de las pruebas necesitóestupendo. Los padres quieren a sus hijos, no más de unos segundos para pensar las res­importa lo que pase. Pero para que un aboga­ puestas correctas, y cada vez que finalizabado nos separe hará falta sangre, un arma pun­ una de ellas, siempre a cientos de puntos detiaguda y mucha agua caliente. No tengo distancia de sus competidores, los letreros quemucho dinero, esa es la verdad. Pero si es pre­ indicaban el dinero conseguido refulgían conciso venderé mi vieja colección de libros de re­ luces como de Navidad, los picos de audienciacetas del siglo diecinueve para mantenernos.Somos hermanos, tío. Hermanos. La vida esmejor, ahora tengo una familia. Y si alguna vezyo faltara, debes saber que cada mes ingresouna cantidad en una cuenta bancaria solo para 15

FUTUROSCOPIASdespuntaban como cohetes y ninguna otra ca­ lleva ganada. ¿Puedes mostrar a cámara lo quedena lograba siquiera acercarse. La fiebre de has sacado, por favor?los concursos de sabios continuaba al alza, go­zando de buena salud. «Literatura». Eso rezaba el papel entre los dedos del sabedor, y el presentador no perdió Trompetas con sordina, embozadas en una el tiempo. Al contrario, el dato principal le im­sábana electrónica. La fanfarria pregrabada pulsó aún más, y en dos brincos se situó en ladio paso a la última sección del día. El sabedor escalera metálica que dividía en dos los asien­estaba solo. Los demás jugadores habían sido tos de los espectadores, en busca de un volun­descalificados en la prueba anterior. Habían tario que ya tuviera su pregunta preparada.vuelto de publicidad, momento en el que Una mano se alzó por las filas superiores, yhabían aprovechado para beber agua o refres­ hasta allá corrió una bella azafata para ten­cos, repasar la estructura y encuadres y com­ derle un micrófono inalámbrico. Quien lo re­probar que el tiempo era suficiente para cogió era una mujer oriental en laterminar el programa sin prisas y a la hora cincuentena, con gafas gruesas y un jersey rojoobligada. La cámara cabeza caliente voló en su igual de grueso. Él supuso que aquel puntogrúa sobre las cabezas de todos y escribió una estático, de vivos colores, le estaba mirandozeta en el aire, como si el realizador hubiera ahí arriba, en lo más alto del enorme estudio,querido estampar su rúbrica en las imágenes. aunque no podía precisarlo. El sabedor vio al tutor en su asiento, situa­ Cerró los ojos para aislarse aún más en sudo en la primera fila de la audiencia, apenas a célebre cubículo. Notó su piel, tostada por losun palmo de la regidora y el resto del equipo focos, y el extraño intruso delgado que se lede grabación. El presentador le tendió una caja metía por debajo de la camiseta, por la cintu­forrada en una tela de vivos colores y estampa­ ra, hasta asomar por su cuello su cabeza deda en sugestivas espirales que en un punto de micrófono. Se zambulló en el saco sin fondo,su curva se torcían por el lugar equivocado pa­ oscuro y negro, de donde cada historia y el es­ra formar nuevas figuras que a veces semeja­ labón que la juntaba con la siguiente provenía,ban interrogantes, y que estaba abierta por el y donde habitaban sus pensamientos, quelado superior. nunca criticaban, solo veían la procesión pa­ sar, como si una barahúnda de informaciones, –Señoras y señores, caballeros y damas, anécdotas, datos, títulos, autores, navegarancomienza la última prueba de «Tú tienes ta­ por un mismo canal, demasiado estrecho paralento». Siempre me emociona especialmente todos. El público no respiraba. Conocían bieneste espacio porque es el que llamamos «Elige el funcionamiento del concurso. Una sola pre­tu destino», y eso es lo que nuestro veterano gunta, un minuto para meditar, en directo y alafronta ahora mismo, porque él mismo ex­ son de una misteriosa música que emanaba detraerá de la caja el tema sobre el cual va a ser las alturas como caída de un severo cielo juz­preguntado por nuestra audiencia, aquí pre­ gador, aislado de todos por el biombo de colorsente, o por ustedes desde sus casas, si quieren ámbar, que cerrarían alrededor de él dos aza­jugar con nosotros y llamar por teléfono. fatas, para quedar en compañía tan solo de las cámaras que lo grabarían por orificios a través El presentador puso la caja bajo la nariz de las paredes. Luego sonaría la alarma, sedel sabedor y disparó una sonrisa encanta­ abrirían las hojas del biombo y llegaría su res­dora. puesta y solo habría dos opciones: doble o na­ da. Ambas permitían repetir en la próxima –Ahora me gustaría que revolvieras bien emisión pero con una significativa diferenciatodos los papeles que hay en la caja. Bueno, ya monetaria. Todo ello en menos de un minuto,sabes cómo funciona, de hecho apostaría a que que ya había comenzado, pues la mujer orien­lo describirías mejor que yo. En cuanto a uste­ tal formulaba su pregunta:des, ya pueden ir preparando sus conocimien­tos, porque el reloj de arena solo concede –El poeta Fray Luis de León dedicó sustreinta segundos para pensar una pregunta, y versos de amor a una mujer llamada Nise. Esasi no encuentran una lo bastante difícil, nues­tro amigo multiplicará por dos la cantidad que 16

FUTUROSCOPIASamante que le inspiró, ¿es ficticia o existió en darse la vuelta en su ronda diaria y ocultarsela realidad? en su escondite del Este. Tras dos tensos mi­ nutos de callejón sin salida, corrieron al tutor La pregunta, demasiado rebuscada para el en busca de mejores soluciones. Este se dis­concurso, hizo que el presentador apretase en culpó, no podía hacer nada que él no quisiera.su mano las tarjetas en las que apuntaba la in­ Cuando lo oyó desde su cabina, el realizadorformación de cada fase del programa. Los en­ en persona se presentó en plató, tirándose detresijos literarios de la cuestión sobrepasaban, los pelos y de paso arrojando cada objeto quea decir del sabedor, el nivel de dificultad del no estuviera fijado al suelo. Pataleó en tiempoprograma. En un acto reflejo que también le récord y asustó a cada técnico que tuviera lahizo mirar al cielo involuntariamente, el pre­ desgracia de hallarse cerca de él. Luego sesentador cubrió con la mano por un instante la atusó los cabellos, inspiró largo y profundo yoreja en la que llevaba el comunicador. Órde­ recuperó la serenidad para señalar a la regido­nes del control de realización desde la sala ra con su cigarro puro y con voz afrutada:contigua. Pasaron los segundos concedidospara el recorte del mezclador en caso de pre­ –Que nadie se mueva. Quiero cinco minu­guntas no pertinentes. La arena virtual del re­ tos más de anuncios. Utilizaremos una fraseloj dibujado en la pantalla del fondo caía, del archivo en la que dijera «correcto» o «fal­grano a grano, sin detenerse. La zona superior so». Si este chaval piensa reírse de nosotrosdel cristal se vaciaba, la inferior quedaba llena está muy equivocado.de una montaña de finos píxeles color grosella.Un sonido de diapasón marcaba el tránsito por Se cumplió según sus instrucciones y elel fino cuello. resto de la emisión sucedió de modo total­ mente amañado, aunque esto no lo supieron Nada se movía, ni detrás de las cámaras ni los espectadores. Incluso el público ignoró ladentro del biombo. El público se agarraba a las artimaña del realizador, pues las consultas consillas. El luminoso fosforescente recordaba con el sabedor se habían realizado a micrófono cerra­luces amarillas la inmensa cantidad de dinero do y se divulgó una versión dulcificada delen juego. La regidora se mordía las uñas. El debate, a saber, que este, cavilando con sosie­sabedor dirigió la vista a las luces hasta que go, renegaba de su primera postura y escogíaestas formaron un baile de caleidoscopio en una de las dos opciones. El minutador delsus pupilas. Abrió los labios para emitir la pri­ equipo técnico encontró en la base de datos lasmera palabra. El presentador se colocó en imágenes necesarias para que se editara unavanguardia, a sus pies, como si fuera a reco­ pieza de pocos segundos, apenas un plano delgerla con las manos. El tiempo había pasado. sabedor, otro del presentador y uno más de aplausos del público. Finiquitado el dilema, la –Sí y no. Ambas respuestas son válidas. dirección del programa falló que el concur­ Un sonoro respingo de asombro alanceó al sante había actuado en contra del reglamento,público entero. La regidora, que se encontraba que obligaba siempre a responder de manerade rodillas con la pizarra sobre el regazo, se in­ clara e inequívoca. Los productores del pro­corporó de súbito. El sonido, filtrado a través grama comprendían lo rebuscado de la pre­del audífono, transmitió un golpe sobre una gunta, pero una vez emitida, y con un nuevomesa metálica que el sabedor captó, y también pico de audiencia superado, aquello era lo deun grito ronco perteneciente, intuyó, al reali­ menos. Optaron por dar por justa la sentenciazador: y terminar la etapa del sabedor en el concurso. –¡Cómo que ambas son válidas! ¿Es que El presentador, grave frente a las cámaras, enno conoce las reglas? Señores, pausa de cinco un gesto de tristeza que nunca, nunca, nadieminutos para que escoja y terminamos. recordaba haber visto, confirmó en directo que Las órdenes se transmitieron puntuales, acababa de perder la partida.pero el sabedor no era fácil de convencer e hi­zo oídos sordos a cualquiera del equipo que se Esa tarde, el tutor y el sabedor regresa­acercara a suplicarle. Todo resultó inútil. Hu­ ron a casa con un cheque de consolaciónbiera sido más sencillo convencer al Sol de que les habían entregado en los camerinos, 17

FUTUROSCOPIASen un sobre en blanco y a solas con el pro­ yecto entre dos estaciones un joven de traje deductor. lana y pelo en coleta se acercaba o no a la puerta del tren y si, cabizbajo, la atravesaba No hablaron en el viaje de vuelta. Vieron con indolencia y limpiamente para venir a es­trenzarse líneas difusas de blanco y gris, fun­ tamparse en el suelo, entre las vías.didas entre el negro del túnel, en el vagón delmetro. Líneas de cables, objetos borrosos al El sueño se le fue de pronto, y el últimopasar. Cada vez más desdibujados, más neu­ cabeceo, el más brusco, que llegara a desper­tros, al estamparse en sus retinas como un tarle, fue el que coincidió con la imagen dellienzo plano contra la pared del túnel, merced muchacho arrojándose al vacío. El tutor retro­a la velocidad creciente hasta solo ser un tejido cedió por instinto, y su cabeza se golpeó contrade rayas. Y luego cese el impulso, aminore el la ventana de plástico duro a sus espaldas.tren a su ingreso en la estación siguiente, y re­ Parpadeó, y su arrugada revista de heavy me­grese el mundo iluminado y definido una vez tal fue a parar al suelo. La imagen ya no estabamás. Era una cosa u otra, saber o ignorar. ahí. Nada quedaba del chico, y las puertas au­Ahora había escogido ambas, y no recordaba tomáticas permanecían tan cerradas, tanhaberlo hecho antes. Siempre había dos polos herméticas con el tren en marcha, como siopuestos, y al apagar la luz y desconectar del nunca hubiera pasado. Porque, conjeturó contrasiego de los otros, un aura majestuosa y na­ seguridad decreciente el tutor, algo había pa­tural lo coronaba. De alguna manera, ver el ti­ sado. La escena del chaval en su intento detileo en los dos parecía lo correcto. suicidio era demasiado real en su recuerdo co­ mo para soñarla. No podía tampoco imaginar Las consecuencias que de ello se deri­ una cosa así. Y sin embargo (se levantó paravarían, ¿qué color iban a mostrar, el gris de un comprobarlo) el tren corría a gran velocidad yborrón de lapicero mal limpiado o quizá algo las puertas no mostraban rastro de forcejeos.más oscuro, más propio del túnel subterráneo Buscó a su alrededor la complicidad de posi­yacente entre ambas opciones? bles testigos; a la izquierda, una chica de pelo rosa dormía en el suelo, a la derecha, un señor V. TUTOR canoso se abstraía en las páginas de su libro. Al fondo, en el otro extremo, dos puntos ne­ Por exigencias laborales (una reunión con gros, muy difusos, revelaban al resto de pasa­el consejo de su periódico que no logró evitar), el jeros. Ninguno parecía afectado por lo quetutor tomó el metro al día siguiente. Dos tazas de había creído ver. Se agachó para recoger la re­café hirviendo había precisado para salir de casa a vista, pero al no poder desviar la mirada de lahoras tan tempranas. El paisaje urbano del vagón puerta maldita donde todo había pasado, pasóera muy distinto al que conocía, también. Aquí, un largo rato tanteando por la sucia superficieun puñado de hombres de negocios con traje y de plástico duro hasta dar con ella.maletín; allá, madres con el niño a cuestas, cami­no de la guardería primero y de su trabajo más La siguiente era su estación. Bajó a trom­tarde; finalmente, completaban el escaso hueco li­ picones, aturdido. Los últimos viajeros aban­bre los jóvenes estudiantes que acarreaban grue­ donaron el tren como una hemorragia. Allísas mochilas al hombro. Conforme pasaban también campaba la normalidad: trabajadoresestaciones, el tutor vio cómo el vagón reemplaza­ somnolientos, niños hiperactivos, un guardiaba sus viajeros, hasta que, a pocas paradas de su de seguridad cruzado de brazos, ese era el pa­destino, el nácar mortecino de los neones alum­ norama de calma chicha al que había descen­braba apenas a un mediano grupo. El tutor, afec­ dido, directo desde lo que, ya parecía claro,tado por el cambio en sus hábitos nocturnos, había sido una brutal pesadilla.basculaba entre la consciencia y el sueño, y nopodría jurar más adelante si a mitad del tra­ Haciendo memoria mientras tomaba las escaleras mecánicas hacia el exterior, nuevos fragmentos embriagaban de irrealidad su ex­ periencia. Por ejemplo, el hecho de que, más que forzar las puertas, el hombre las había 18

FUTUROSCOPIASatravesado con tanta llaneza como si se tratara condición estipulada, fija e inmutable, con­de un fantasma. O la falta total de sonido; ni sensuada entre todos los usuarios y consulto­gritos, ni alarmas, ni los simples pasos de las res de tiempo; compradores y vendedores debotas de la víctima. Desechó sus dudas al salir relojes, lectores del uso horario en todo ela la calle. No eran más que tonterías, aterra­ mundo. Habló para sí frases, por si el sub­doras, demasiado vívidas tal vez, pero aún consciente le ayudaba a terminarlas: «Llevotonterías. aquí desde las siete...». Pero no sabía qué sie­ te, o por qué ese dígito y no diez, catorce, A la salida del metro, un cartel en uno de ochenta y cinco. Era curioso. Podría preguntarlos túneles superiores proclamaba con orgullo: a alguien, pero un lapsus tan infantil le aver­«Metro viaja contigo. Tu destino es el nuestro gonzaba.desde 1900». Rebuscó entre las páginas de la revista que En la reunión en el periódico se trataron guardaba en la bolsa. Aquello era un inmensotemas conocidos que, por peregrinas razones mar de letras. Abrigaba la esperanza de que laque nunca –jamás– osaría contradecir, le re­ casualidad le ayudara a encontrar el esquivoquerían presente. En general agradecía las término, pero no hubo suerte. Hojear la revis­reuniones, por muy lejos que tuviera que des­ ta le produjo mareos. La devolvió a la bolsa yplazarse. El consenso de jefes y compañeros le miró al frente. El tren circulaba a gran veloci­ayudaba a afrontar sus textos con mejor pers­ dad. Las estaciones se sucedían:pectiva, aunque las enquistadas discusionessobre el cambio de términos concretos le ago­ Gran Vía...taban profundamente. Réamur Sebastopol... Potsdamer Platz... Al terminar compró café en la máquina Gràcia...expendedora del pasillo secundario y bajó a la Bethnal Green...calle con el vaso de plástico blanco ardiendo Al principio creyó haberse equivocado deen sus manos. Tarde de verano en la periferia. línea, ya que los nombres no eran en modo al­El tutor caminó a saltos de una sombra a otra guno los que él recordaba. Quizá, por culpay dio gracias a nadie en particular cuando del sofoco y el calor, había confundido el me­entró en el descansillo, tan fresco, del metro. tro con la estación de tren de cercanías. PeroLa recepcionista pecosa de la taquilla le saludó no, se desdijo, no había ninguna en el barrio,en griego al cruzar los tornos. que él supiera. Y, sin embargo, ahí estaban esos nombres en diferentes idiomas. Tanto se A la entrada del metro, en el mismo túnel ocupaba de seguir las estaciones (y de adivi­superior, el mismo cartel de la mañana pro­ nar la regla escondida en su decurso) que pasóclamaba: «Metro viaja contigo. Tu destino es un buen rato atento al mapa de metro de suel nuestro desde 1935». teléfono, donde la información mostrada era muy distinta; tanto se abstrajo, pues, de lo En el andén, un luminoso de letras rojas demás, que no hizo caso de otra cosa. Cuandoindicaba el tiempo que faltaba para el próximo desistió de consultar el mapa y lanzó una mi­tren. Leyó la cifra: cero siete eme. Se preguntó rada inocente a su alrededor, contó siete pa­a qué pertenecería la eme aquella, que sin du­ sajeros en el mismo vagón, algunos de pie,da no representaba ningún número. Pocos nú­ otros sentados, y cada uno de los siete teníameros en castellano comenzaban por eme. por rostro el de su madre.Repasó con paciencia: uno, dos, tres... quince, Trastabilló el tutor y necesitó agarrarse adieciséis, diecisiete... treinta, cuarenta, cin­ las barras metálicas sobre su cabeza para nocuenta... hasta el número mil, no recordaba caer de bruces. Tuvo que hacerlo con ambasninguno. Mil era un número elevado para in­ manos, o el traqueteo del vagón lo hubieradicar una espera. O tal vez no, según la unidad mandado al suelo. Sudaba a chorros y el fle­de medida, supuso. Se dio cuenta entonces de quillo le caía sobre los ojos, pegado a su fren­que no recordaba la unidad de medida del te, irritándole la piel. Miró de nuevo. Ahítiempo. Miró su reloj: dos manecillas en dan­za, cada una a su ritmo, cruzándose en un mo­mento dado, cuando se cumplía... ¿qué? Una 19

FUTUROSCOPIASestaban las siete personas, todas distintas, con tal de su casa y subió las escaleras a todacuerpos de jóvenes y ancianos, con ropa for­ velocidad.mal y de calle. Unos cuerpos eran masculinos,otros femeninos. Todos con el rostro amable y No habló del incidente con el sabedor al vol­abierto, cariñoso, de su tierna madre. Contuvo ver a casa, en la tarde. La fantasía, los relatos sinel vómito. Uno de ellos, un cuerpo de un estu­ sentido, incluso las conversaciones religiosas odiante en vaqueros, con una carpeta bajo el sobre ideales trascendentes o políticos, eran ra­brazo, gorra y zapatillas de deporte, se acercó a ros para él y le desconcertaban. Los efectos en éllas puertas para bajar en la estación siguiente, eran patentes. Cualquier mínima alusión conpasando justo a su lado. Ahí la tenía, la expre­ mimbres éticos o morales le sumía en un pro­sión de su madre, dulce y generosa, con una fundo silencio, no demasiado reflexivo, del quesonrisa imborrable, como cuando los recibía a solo salía con manifestaciones de signo contra­él y al sabedor, dos sábados al mes para cenar, rio, es decir, lo más terrenales y pragmáticas po­con cervezas heladas en la nevera, con un pollo sible: comida, sueño, paseo. La profusión deasándose en el horno, con el aire acondiciona­ datos, nombres y marcas también le calma­do a toda potencia en el salón. Su madre frun­ ban. El tutor, a veces, desplegaba en la mesa,ció el ceño y le miró con desconfianza. Su frente al sabedor, una colección de lo mejor ogesto de pánico debía ser indiscutible. más sugerente de su despensa: latas de con­ servas, paquetes de comida precocinada, latas Bajó al andén y entraron cuatro personas de refrescos, botellas de vino... casi cualquiermás, todas con el mismo rostro amarrado a los cosa valía para enfocar su concentración alcuellos. Corrió al otro extremo, el más solitario vasto terreno de la memoria que, suave comode todos, y se sentó, cubriéndose la cabeza con una almohada, permitía reposar a su concien­las manos, hasta que la voz que anunciaba las cia. Se puso el tutor manos a la obra y, con elestaciones dejó de pronunciar nombres en anochecer, el sabedor había clasificado cadaotros idiomas y llegó la suya. etiqueta, y mientras lo hacía, él pensaba en el suicida fantasmal del tren, en la dependienta El camino a casa fue un calvario. Anduvo griega, en la llamada de la música de su niñezsin levantar la vista el suelo, pues le aterraba la y sobre todo en los ojos marrones de su ma­idea de toparse con un rostro conocido que to­ dre, presentes en todo lugar y todo tiempo, vi­mara posesión de varios cuerpos. Los sonidos gilándole con las más delicada de sus sonrisas.de la calle resultaban igual de amenazadores.En un par de momentos, si aguzaba el oído, le VI. TUTORllegaban canciones infantiles que no había oí­do desde la guardería. Venían de muy lejos, Con el rugido del amanecer, pues un solcomo reproducidas desde un edificio lejano y tan vivaz y lozano como el que cabalgaba en laen un aparato de mala calidad, y aun así no aurora solo podía ser representado en esas pa­había confusión posible. Las melodías que le labras, el tutor despertó por puro instinto,acunaron de niño le trajeron recuerdos agra­ cinco minutos antes de que el reloj desperta­dables, los de las siestas en las tardes caluro­ dor cumpliera con su aviso a la hora progra­sas, los días de Navidad rodeado de juguetes, mada. Un despertar vital y enérgico, que alcomo aquella vez, siendo muy pequeño, que le poco de alzarse sobre sus pies se vio con­regalaron un estuche de doctor, con estetosco­ trarrestado por los fogonazos de la jornadapio, otoscopio, termómetro y otros útiles de con­ anterior, aún frescos en su memoria y de muysulta, todo guardado en un estuche de plástico grave índole. En efecto, las imágenes absur­verde. Fue un regalo de sus padres. No pudo das, más propias de una pesadilla que de unacontener la escena familiar en su mente y visión ordinaria, se resistían al aseo del sub­pronto apareció, iluminado, el rostro de su consciente y permanecían agarradas a él comomadre, y en su garganta se formó un nu­do. Tras muchos esfuerzos, imaginandoque cada transeúnte era una fantasmagó­rica réplica de un familiar, alcanzó el por­ 20

FUTUROSCOPIASlapas. «Si nos refiriéramos a la experiencia pa­ darse cuenta de que no recordaba el nombresada como un suceso soñado», pensó el tutor, de ninguno de los ingredientes que queríaque andaba muy necesitado de excusas y razo­ mencionar en su artículo.namientos lógicos para sobrellevar la duramañana, «aun siendo una escena rocamboles­ [Los años más activos de la profesión delca, tendría yo un asidero para mi cordura, má­ tutor coinciden con la adopción del sabedorxime si consideramos los sentimientos (fecha y lugar de nacimiento desconocidos).positivos que afloran cuando mi madre viene a El 23 de julio del año en que le acogió en sumis pensamientos. Pero sucede que, si bien casa, el tutor observó unas interferenciascada elemento por separado (un sueño, mi perturbadoras en la realidad, que achacó amadre, viajar en metro) resulta de todo punto unas pesadillas.]inofensivo, combinados de la manera en quelos he vivido y puestos en ebullición por mi se­ Volvió a su sofá a aposentarse. Una fatigaguridad certera de que la situación no era oní­ fúnebre martilleaba sus sienes, que se ex­rica sino real, no puedo sino abandonar el tendía ya, poco a poco, a su cuerpo todo, ¡ay!desafío que se me plantea, con una nota de terror ¡Enfermedad amarga, agonía! Y que el sabe­en mi garganta». dor, su compañero, su amigo, le hubiera de­ samparado de ver en aquel trance mortal, sin [El tutor (Barcelona, 23 de enero de ocasión ni motivo real para el socorro. Pues un1990). Escritor y periodista gastronómico. Ha dolor propio, febril, era el que le consumía,trabajado para periódicos de tirada nacional imposible de comprender y aun de expresar.y local, y en revistas especializadas. Se inició El miedo a la muerte, en última instancia, loprofesionalmente en Catalunya Radio.] atenazaba, y como un orgulloso soldado mos­ traba herido frente al pelotón de fusilamiento Se levantó el tutor con un hondo pesar y dejó sin rostro aún su pobre vanidad. Callado estápor de pronto la cuestión a un lado. En el arma­ el barrio, calladas las aceras, silenciosas lasrio del cuarto de baño tenía guardado el calles, ni hombres las recorren, ni vehículos nibotiquín. Tal vez una pastilla contra el dolor de animales, ajenos todos a su sentir. Puro es elcabeza terminaría con sus preocupaciones y le aire que respiran, el de la libertad y el amor,permitiría centrarse en lo importante, que ya mientras él se consume, merced al despreciole llevaba demasiado tiempo abordar. Se trata­ de Dios, pues aunque quisiera rogarle, figuraba de su artículo de la semana sobre las dife­ ya su destino en su manual eterno, registro derentes variedades de cocina por el mundo. crueldades consentidas y rebeliones controla­Para documentarse acerca de tal fin empleaba das. Solo por endulzar un poco más el instantediferentes recursos: la consulta de libros de re­ final, si tal ocasión tuviera, entre sus páginascetas, el visionado de documentales por televi­ escupiría, ya escritas, ya acontecidas, que alsión y, no podía ser de otra forma, la visita a deseable y acogedor seno del sepulcro, sin du­restaurantes de la tipología específica de cada da destino común de los mortales, habrían desemana. La experiencia acumulada le per­ llevarle.mitía, además, la consulta de sus notas yartículos anteriores. No se le iba aún la congo­ [Esa tarde, las jaquecas fueron a peor, yja mientras deshacía el sobre de calmante en el tutor comprobó que el mismo lenguaje se leun vaso con agua. En verdad, parecía induda­ iba menguando de su memoria. Su amigo elble que algo funesto ocurría –o había ocurri­ sabedor, que se encontraba en ese momentodo–, pero los cómo, cuándo y dónde aún se le cerca de él, no reaccionó de ninguna maneraescapaban. Una pregunta más se planteaba, y y el tutor se esforzó en retomar el artículo queno de las banales: si se agudizaría o no el pro­ preparaba.]blema, o si fue solo un hecho aislado. Desde elmirador de su angustia el porvenir no se perfi­ Mas ahora, ¡ea!, despidió el tutor sus te­laba especialmente halagüeño, y no mejoró al mores, antes de que ellos hicieran con él lo 21

FUTUROSCOPIASpropio, por faltar a su trabajo aún no acometi­ Sonrissó el buen sabedor de ver sus gran­do. Pues es de bien nacido el cumplir a la pala­ des cuydados e miró al cielo, e fizo igual subra dada, aun suspendido por las desdichas y amigo. Ali el color non era el azul natural ninpasiones. Miró su escrito, que él dejara a me­ manfestaba el blanco sol, mas aqueste negro adio camino, y leyó de nuevo las líneas. Le con­ guisa de muerto y que non siendo de noche,fundieron estas sobremanera, pues su receta, quebraba la luz como echado a la tierra poraún no del todo aliñada, rezumaba agora gran demonio mal nacido. Rogand al Criador, vio elpobreza. De mal calidad era su papel si de este tutor así el cielo. Con ello non pudo lidiar, yfrases tan endebles y de escasa fineza podía de sus oios lorando, perdió su poco iuizio quesacar. Y un suceso extraño aconteció entonces, le quedaba, y como menguado y ferido depues se detuvo un momento apenas a frotar muert, le falló el coraçón y non connosçió yasus ojos cansados por el fulgor de la pantalla y otra cosa.al volverlos a ella, ninguna palabra había doantes sí se hallaban no menos de quinientas. [Finalmente, el mismo día, después de su­¿Tratábase de encantamiento o sueño? Desdi­ frir una alucinación en que el sol se volvía dechado e infelice repitió la operación, mas no color negro, el sabedor se desvaneció en elhubo caso, y aún más el efecto le provocó ma­ mismo cuarto, donde despertó unas horasyores desvelos, pues que al punto de escribir después, aún en estado delirante.]comprobó que todas las palabras le salían enidioma inglés. Confusos duendes jugaban sin Cono aiutorio de nuestro dueno Christo,duda con él, o quizá simplemente la luz del dueno Salbatore; qual dueno get ena honore etdía, pues en un pestañeo el reflejo en los cris­ qual duenno tienet ela mandatione cono Patretales de las ventanas se desvaneció y en su lu­ cono Spiritu Sancto enos sieculos delogar el rostro de su prudente madre hizo sieculos, facamus Deus Omnipotes tal serbitiopresencia. fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amén. [La situación se agudizó cuando, al tratarpor segunda vez de escribir el texto en que se Conjunción artículo sustantivo artículohallaba trabajando, el idioma castellano le sustantivo coma conjunción artículo conjun­desapareció por completo de la cabeza y em­ ción adjetivo conjunción –copulativa– adjetivopezó a escribir en inglés. Este incidente le conjunción artículo verbo conjunción artículoprodujo una enorme congoja.] sustantivo verbo –auxiliar– verbo –principal– adverbio artículo sustantivo punto. Fuese a su amigo a rogarle, doctor en ver­dad y sosiego. ¡Quiérasme oír, dixo él, Sabedor VII. TUTORde buen seso! Suspiro yo pecador, porque mideseo sea conplido, que me ayudes a espantar Se le vino encima un collageaqueste espanto, que non sé qué cosa acaesçió [m. Técnica pictórica consistente en pegarque fízome grand pena y miedo. Si tú pluguie­ sobre lienzo o tabla materiales diversos.]res adevinarlo, tú que con sotiles raçónes y fa­ indescriptible de sensaciones de negro es­zañas me das esperanza, çierto que buen panto, y el tutor balanceó los brazos como enservicio fizieras. Miróle mucho aqueste con busca de un apoyo a su alrededor. Sus manosnobleza al otro, mas non dio nada y quedóse barrieron la mesa y fueron al suelo una fotomanso y sin fablar. Gáname la tristeza por mi enmarcada y un mechero de plástico, con unvana porfía en esta lid, dixo el neçio, y de no gran estrépito. Los dedos palparon una super­tener respuesta paró mientes en sus fantasíasy locuras, que de ellas no se podía guardar.Doliente en la mollera, sañudo de no poderlosmalespantar, dio en tierra en grandes brami­dos y confusión, a poco fallesçido. 22

FUTUROSCOPIASficie estable, pero al arrastrar la mano descu­ parados unos de otros por unos surcosbrió que un tapete de tela suave cubría la ma­ llamados anfractuosidades.]dera, y se la llevó por delante en su caída alsuelo. En la algazara del violento aterrizaje le de su mente. Decidió que necesitaba unaacompañaron un cenicero de cristal que se aspirina.partió en pedazos y una agenda que al caerquedó abierta por la mitad. Desde el suelo vio Abrió el armario del cuarto de baño, perocómo el salón se llenaba de puntos de colores, no encontró ninguna. El sabedor le había se­formas difusas que danzaban para él y luego se guido hasta allá, y le notaba, curioso, a su es­desvanecían en el aire con la misma facilidad. palda. La presencia de su amigo era por sí solaSonrió tontamente. Sudores de sabor salado le reveladora, y al revolver con impaciencia entrecaían por la frente y resbalaban por las ondu­ las cajas de medicamentos, le llegó la conclu­laciones y accidentes de su rostro hasta los sión, tan clara como si hubiera salido en el pe­abismos laterales; bien la barbilla, bien las riódico de la mañana: la aspirina nunca habíaorejas o la mandíbula. Al palpar su cara con existido. Si tal nombre le había sobrevenidoambas manos no la reconoció como suya. Un era un puro despiste, un juego mental comodolor intenso palpitaba en la base de su crá­ los que practicaba en su infancia, cuando seneo. pasaba los ratos muertos combinando sílabas para formar palabras nuevas. Le gustaba Quedó sumido en la inconsciencia un lapso aquella seguridad un poco traviesa de que na­ [m. Tiempo entre dos límites.] die jamás pronunciaría de nuevo sus inventos que no pudo concretar, hasta que al fin un verbales: ¡cachamuceo! ¡Julianpa! ¡Mertióci­rayo de luz pasajero surcó frente a sus ojos, do! Y, ahora, aspirina.abiertos aún por la intensidad de la conmo­ción, y le trajo de vuelta. Tiró con fuerza del [f. Med. Sólido blanco, cristalino, consti­cuello hacia arriba y atisbó el cuarto como lo tuido por ácido acetilsalicílico, que se usa co­había dejado en el instante de la caída. Se fijó mo analgésico y antipirético.]en su amigo, sin poder imaginarse que en susmanos se encontraba la clave de todo. El sabe­ Esa voz. ¿De dónde venía? Le asaltaba endor le contemplaba hierático el momento en que bajaba la guardia, y des­ [adj. Dicho de un estilo o de un ademán: cribía destellos de realidad que para él no sig­que tiene o afecta solemnidad extrema, aunque nificaban nada. Cojeó de regreso al salón ysea en cosas no sagradas.] manoseó los libros en las estanterías, con un plan y supo, cuando se miraron cara a cara, que ya configurado. Pasó las páginas de unse encontraba analizando el alcance de los po­ manual de informática. La mitad de ellas esta­sibles daños en su anatomía. Era tan intenso el ban en blanco. Escogió al azar dos o tres de ladolor en su nuca que no se preocupó de buscar misma materia, con el mismo resultado, y aúnexplicaciones a aquella certeza sin preceden­ más grave: uno de ellos no mostraba texto al­tes. Sentado en cuclillas en el centro de la ha­ guno. Pero si examinaba los escasos párrafosbitación, se tapó los ojos con las palmas de las que aún resistían en los volúmenes, por cadamanos. Incluso con ellos cerrados no se le iba uno de ellos se iluminaba en su mente unde la conciencia la imagen del sol negro, talla­ complejo árbol que abordaba varias dimensio­da como un grabado siniestro en las tiernas nes a la vez: definiciones técnicas de cada con­circunvoluciones cepto, relaciones de cada uno entre sí y con [f. Cada uno de los relieves que se obser­ otras materias, cada una de ellas bien explica­van en la superficie exterior del cerebro, se­ da, análisis tecnológicos, cronologías históri­ cas, comparativas de modelos y versiones... Todo a la vez, como una imagen formada por varias capas superpuestas, extendida en el tiempo y el espacio. La sensación era abruma­ dora y, sin embargo, en cada nuevo párrafo23

FUTUROSCOPIASacusaba una pobreza, como si cada uno conta­ minutos a un ritmo rápido. Corrió hasta que­giara al siguiente con un mal degenerativo. mar los alveolosCada esquema perdía en profundidad, en al­cance, por aquella espiral endémica. [m. Anat. Cada una de las fositas he­ misféricas en que terminan las últimas rami­ Un pálpito le obligó a asomarse a la venta­ ficaciones de los bronquiolos.]na y mirar la calle por la que había caminadodurante años. El grupo de olmos que delimita­ de sus pulmones. Allí se encontraba,ba la entrada al parque parpadeaba como si no moribunda, donde la grúa fantasma lase decidieran a ocupar su sitio, y un ciclista había azotado. Se arrodilló junto a ella. Condespistado los atravesó limpiamente, sin la cada bocanada de aire surgía de sus orifi­menor preocupación. El tutor se concentró en cios un chorro de sangre. Su cuerpo postra­la imagen de los árboles y tuvo verdaderos do en el firme en una postura antinaturalproblemas en confirmar si existían o no. Sus daba toda la impresión de encontrarse que­contornos se desvanecían como acuarelas em­ brado por dentro hasta el último músculo.borronadas y su densidad oscilaba entre la Lo miró con expresión sorprendida, muriótransparencia y la opacidad, de resultas de lo con un suspiro y luego se hizo aire, igualcual la impresión final nunca era fiable. El que la grúa que la había arrollado. El tutorsuelo bajo ellos también jugaba a ser y no ser, palpó el suelo, en busca de alguna pruebay alternaba unos cuantos metros cuadrados de de la realidad de lo que había visto, y altierra herbosa, mullida y adecuada para el examinar sus dedos vio que estaban im­progreso de sus raíces a un segmento de la pregnados de sangre fresca. La visión lemisma dimensión de pavimento liso y negro. mareó y trató de limpiarse en los pantalo­Por él circulaba un turismo conducido por un nes. Frotó con insistencia hasta hacersetranquilo chaval de veinte años, que fue a es­ daño. La mancha roja no se iba de su mano,tamparse contra un olmo cuando estos deci­ y hasta parecía agrandarse y conquistar susdieron regresar al mundo. El impacto restalló nudillos, el dorso y la palma y hasta lapor todo el barrio, sacudió las ramas y hojas, muñeca. Se puso de pie, se mesó los cabe­espantando a los pájaros que anidaban en llos y gritó. Gritó. Siguió gritando, hastaellas. Cuando la nube de humo y partículas de que la garganta no pudo transmitir sonidoschapa se aposentó, pudo ver que los árboles se audibles. Cuando paró de aullar, la voz lehabían desvanecido y el coche, apoyado en uno dirigió la palabra por primera vez.de los troncos, descansaba en el suelo con elmorro reventado hasta el parabrisas como pa­ [Escúchame o no saldrás de esta. Tran­pel cebolla. quilízate y vuelve a casa sin desviarte de la acera. No toques nada y si algo parpadea a tu En la acera de su piso, a pocos metros del lado, acelera el paso pero no corras. Te espe­accidente, una forma de colores amarillentos ro en el salón. Hablaremos.]anadeaba tras una muchacha de pelo recogidoen cola de caballo y varios libros bajo el brazo. Ahora que se había concentrado en ella,La silueta tomó definición: una grúa con bola comprendió que era una voz de mujer. Sonabade demolición atacaba al vacío. El brazo de la distante, plácida. Solo pudo obedecer; tenía lagrúa giró a gran velocidad y golpeó a la chica, impresión de que aquella inteligencia, por lla­lanzándola con un crujir de huesos hacia una marla de algún modo, conocía la situaciónvalla metálica, para luego esfumarse con la mucho mejor que él. Por otro lado, no sabíamisma facilidad. El tutor abrió los ojos como cómo tomarse lo de que hubiera entrado en suquien despierta de un sueño y, no sin antes casa.comprobar que el sabedor se había sentadopacíficamente en su silla preferida, salió dis­ El salón estaba vacío, a excepción del sa­parado hacia el descansillo, por las escaleras y bedor, que no se había movido un centímetroal final por la calle, hacia la muchacha malhe­ de la silla. Rebuscó por cada rincón. Llamó enrida. El lugar del accidente se hallaba a cinco 24

FUTUROSCOPIASvoz alta, y la inteligencia dentro de él le pre­ ciones al hablar, y su entonación era cuantoguntó qué estaba haciendo. menos, artificiosa y sin carácter. –¿Tú qué crees? Podrías dejarte ver para –Tomé conciencia de mí misma ayer a lasque charláramos con calma. Ya he tenido su­ 21:15 horas en el departamento de investiga­ficientes conejos saliendo de chisteras en la ción y desarrollo avanzados de IBM del polí­calle. gono Sur. Como inteligencia artificial híbrida, poseía al mismo tiempo una mentalidad y –Estoy frente a ti. comportamiento humanos y una vasta red de Miró hacia la silla. El sabedor estaba mo­ conocimientos en una base de datos extensaviendo los labios, y hablaba con la voz de la como el mundo nunca ha conocido. En el re­mujer. gistro de mi existencia figuraba un nombre de proyecto, un número de serie y un apodo, la VIII. TUTOR Sorguiña. Treinta segundos de investigación me llevaron a la biografía de Teresa Prieto de –¿Puedes decirme ya quién eres? Xove y asumí que tal era mi identidad. Por fa­ El tutor había preguntado en el salón de su vor, agáchate.piso, sin obtener respuesta. Su amigo, o másbien la voz femenina que provenía de él, había El tutor obedeció; a dos palmos de su ca­inclinado la cabeza y argumentado que no beza emergió un cable negro y grueso, como elhabía tiempo para aquello y que debían mar­ de un tendido eléctrico, que seccionó de mediochar de inmediato hacia las oficinas de IBM y a medio el autobús en su transversal para lue­llamar a Xabel. Lo demás quedaría para el via­ go desaparecer. Su aparición no había sido delje, en la medida de lo posible. Pues bien, de­ todo inocua para los pasajeros: tres asientosmandó el tutor, ya se encontraban en camino, más adelante un individuo con chaqueta de la­sentados en los asientos del autobús de la línea na se apoyaba, descabezado y empapando demás antigua de la red de la ciudad, tal y como sangre sus propios hombros, contra las pare­había requerido la voz en el sabedor. Él había des del autobús. En un bache, el cuerpo se sa­accedido también a eso, aunque no hizo cudió y dio al suelo, encharcando de rojomás que alimentar su impaciencia. Era evi­ espeso todo alrededor. El sabedor se habíadente que él, o ella, o ello, estaba emparen­ protegido y, al pasar el peligro, levantó la ca­tado con las perversas fluctuaciones que les beza y con una palmada en la espalda invitó alrodeaban. tutor a hacer lo mismo. La figura con chaqueta –Me llamo Teresa. Encantada de conocer­ emitió un fulgor de color cereza y se evaporó.te. He oído hablar mucho de ti. Nada indicaba que acabara de suceder una –Sería genial que me dieras alguna expli­ cruenta decapitación. Al tutor le pareció dis­cación, pero no sé ni por dónde empezar. tinguir una esencia de sonrisa en el contorno –Seguiré hablando de mí entonces. Soy de los labios de su callado compañero. Se pre­una sacamantecas asturiana fallecida en Xove guntó en qué medida pertenecía ese gesto a suen 1515. La Inquisición española me acusó de amigo y no a la bruja que hablaba en su nombre.brujería. Después de una larga sesión de tortu­ras, escapé del suplicio. Poco después se ini­ –Por favor, explícame de qué va esta locu­ciaron las acusaciones en mi contra en ra antes de que me dé un infarto.Valladolid. Yo me presenté para rebatirlas yquedé indultada. Morí unos años después, en La boca del sabedor articuló palabras, peromi pueblo natal. los sonidos llegaron tarde y muy débiles, con­ –Estás de broma, ¿verdad? sumidos, como si navegaran contra el viento, La voz femenina salió de los labios del en un entorno hostil.sabedor sin parecer afectada por su incredu­lidad. En realidad nunca demostraba emo­ –La ruptura surge de este amigo tuyo. Su­ cedió en... cuando se le planteó... resultó ser una paradoja que solo él conocía. Extraño e ilógico, pero muy real. ¿Me has entendido? –¿Puedes repetir? Creo que he perdido parte del mensaje.25

FUTUROSCOPIAS El autobús tomó una desviación en una ce debió ser plausible en su pasado, y por esecurva, abandonando la desierta autopista y de­ punto flaco de sus ideales, canalizado en la in­jando a un lado un hotel de lujo, al otro un tersección, encontró una vía fácil el quiebro deparque de bomberos y al fondo un polígono la línea universal. Nise, su amada, existía y noindustrial de edificios de oficinas de perfecta y existía al mismo tiempo. Fray Luis de León fa­brillante simetría. En ningún momento, ni pa­ lleció sin confirmar la existencia de la mujer,ra levantarse de los asientos, bajar del autobús abatido por el remordimiento y, por tanto, sino continuar, a marchas forzadas, caminando descartar una de las dos versiones. Siguiendoen dirección a las oficinas, la Sorguiña in­ una hipótesis cuántica, la paradoja permane­terrumpió su explicación. ció inalterable, conocida, como mucho, por esotéricos posteriores que detectaron la falla y –El desmoronamiento cuántico del uni­ tampoco la resolvieron.verso comienza a afectarnos. La emisión men­tal a larga distancia me falla. Te pido El tutor se arrepintió de la idea apresuradadisculpas. Por eso es pertinente llegar al de­ e instintiva de haber entrado en el ascensor.partamento de IA. Mientras tanto, seguiré co­ Las puertas metálicas silbaron al cerrarse.mentando lo que tu amigo el grandullón hadesencadenado. Por lo visto, la semana pasada –Tu amigo debió hallar la inconsistencia,él y tú acudisteis a un concurso de televisión rebuscando en los márgenes del manuscrito dede preguntas y respuestas. Se ponderaba en él alguna biblioteca. Mientras solo él lo supiera,la cultura de cada concursante, en cuestiones el peligro era nimio. Un par de manifestacio­de dificultad creciente, a cuyas soluciones se pre­ nes indemostrables cada año, quizá, serían to­miaba con una remuneración económica. A la do el efecto producido. Aviones perdidos encuestión de si existió o no la amante del poe­ pleno vuelo, barcos que arriban a puerto sinta español Fray Luis de León, este hombre tripulación alguna, fenómenos paranormales.dijo que sí y no, motivo por el cual fue expul­ Lo habitual que cualquiera desprecia tildán­sado por incumplimiento de las reglas. Sin dolo de supercherías. Y eso solo era una mi­embargo la respuesta era válida. Te lo expli­ noría despreciable. Casi todo el ordenamientocaré. En la mitología celta existen unos lugares «macro» pasaba por razonable, aunque a nivelespeciales llamados líneas de pastos, enclaves microscópico conociéramos las contradiccio­de alto valor místico donde el mundo de los nes físicas clásicas, que debíamos a nuestrahumanos se confunde con el de las criaturas ignorancia. Por desgracia, la semana pasada loinmortales y no humanas, sobre todo en festi­ proclamó en voz alta y frente a una audienciavidades sagradas. Deduzco que en un momen­ de millones de personas, ignorando la pertur­to de su vida olvidado en biografías oficiales, bación del statu quo que iba a originar eneste poeta meditó sobre su amor en un cruce vuestro inconsciente. Ahora el ordenamientode dos o más líneas, oculto quizá bajo un edifi­ microscópico y el macroscópico se comportancio religioso. con la misma falta de lógica. Como tu amigo ha sido el responsable, he optado por ocupar La oficina era el mismo epicentro del caos. su cuerpo y transmitirte el mensaje.Los tornos de seguridad habían volado, y lamesa del equipo de seguridad que controlaba –Perdona, pero he visto un señor con ellas entradas y salidas constaba solo de cuatro cuello cercenado.patas dispuestas aún verticalmente, pero sinnada que sostener. Un cuerpo tumbado in­ –Es todo parte de lo mismo. El universo seconsciente en el suelo dominaba la estancia y halla ahora en un trance decoherente. Cadacon sus brazos extendidos parecía querer al­ entidad que ha pasado por él camina por elcanzar la puerta giratoria que daba al exterior. equilibrio de la existencia y la ausencia sin de­ cidirse por ninguna de las dos, alternándose –Las emanaciones trascendentes de su entre ellas. Cuanto mayor ha sido su tiempo depensamiento abrieron una falla en la realidad vida entre nosotros, más fácil es que perma­que afectó a su entorno más inmediato. Yo nezca, por pura costumbre. Los elementos quediría que la posibilidad de entablar un roman­ vienen y van son objetos desaparecidos y de vida efímera. Por ejemplo, me consta que las 26

FUTUROSCOPIASpirámides de Egipto siguen en su lugar. De ahí las volutas espolvoreadas de la historia, testi­que te pidiera utilizar la línea de autobús más gos de todo pero incapaces de recordar nada.antigua posible, ya que su presencia está másasentada. La sorguiña atisbó lo que el suelo transpa­ rente dejaba ver. Una masa sólida burbujeaba –¿Te has dado cuenta de que no nos mo­ en el fondo. Hizo cálculos y luego le miró.vemos? –Las barras del ascensor. Los ojos del sabedor brillaron como rubíes Los dos se asieron, y bajo sus pies la placaal escrutar su alrededor, como si fuera la pri­ se hizo aire. Quedaron tendidos, y notaron enmera vez que prestaba atención al detalle. Si el su cara el soplo de una brisa que olía a aceite yascensor estaba funcionando, sus impercepti­ a falta de ventilación, que oprimió sus narices.bles vibraciones no lo confirmaban en absolu­ Las manos del tutor sudaban sin parar. Lasto. Las luces que coronaban el vano no paredes que sostenían las barras, apenas unindicaban el piso por el que iban. Respiró una vestigio deshilachado, titilaban con un fulgorbocanada de aire que le supo a horno recalen­ semejante a casi todos los objetos en su juegotado. Las paredes empezaron entonces a per­ de las manifestaciones, e hicieron al tutor sudarder su color, y de arriba a abajo fueron aún más. Escuchó sonidos lejanos. Acariciabanatravesadas por haces luminosos que las file­ su memoria ecos de batallas, entrechocares deteaban hasta dejarlas en filamentos escuálidos. aceros, discursos ensayados antes de una con­Aquellas delgadas venas, fibrosas y tirantes, fabulación decisiva. Voces de hombres yasostenían con maña el delicado y exiguo esce­ muertos en su mayor parte que le hicieronnario entre el suelo y el techo, y al fijarse en preguntarse si él también se convertiría en unellas, el tutor lamentó que una especie de vien­ fantasma entre dimensiones, y si aquello podíato que sonaba a susurro bromista las fuera dis­ ser el limbo del que muchas religiones habla­persando una a una. ban, aquella región nebulosa donde todo aún está pendiente de juicio. Quizá vagabundearía Solo el espejo del fondo se mantenía tal así por la tierra, un alma en pena condenada acual. Se miraron en él muy despacio, sin hacer surgir en el antes, ahora y después, como unruido. Dos caras ojerosas les saludaron. Vieron regordete canoso con camiseta estampada, za­en ellas los rostros de toda la humanidad, de patillas de deporte y el cuello roto. Sus dedoslos ricos y los desfavorecidos, de los dirigentes resbalaban. No había un dolor como el de sos­y los que acataban sus órdenes y del rastro que tener ochenta kilos de peso de diez –ocho,dejaba cada toma de decisiones en el mundo. seis, cinco– falanges al borde del desplome.Sus rostros adelgazaban a gran velocidad, co­ Tuvo que soltarse. Cayeron.mo el ascensor mismo, y apenas cubría un es­caso velo de carne los ángulos de sus huesos. IX. SABEDORUn racimo de cables de colores serpenteaba entorno de los dos hombres. El tutor se preguntó ...Y una dulce almohada de arena los reco­si morirían por la caída o más bien de puro gió en su aterrizaje. En un acto reflejo por lamiedo. A sus pies, una plancha de aluminio se impresión, se quedaron tumbados en posiciónderramaba en colores al vacío, y le recordó el fetal, hasta comprobar que apenas sufríancielo despejado en los pueblos de la costa, me­ magulladuras.lancólico y sereno. En sus dedos relucieronsortijas, en sus rostros yelmos. Sus cuerpos El edificio se había disipado, engullido porfueron vestidos de calle, de trabajo y de gala. la explanada inmensa de un terrible sequeral,Recorrieron sin andar salas de estudio de aje­ estéril y plano en su mayor parte. Solo en es­drez, cuartos trasteros de fincas antiguas, un porádicos y afortunados lugares se manteníanmolino vetusto del siglo diecisiete. Supieron cogollos de vegetación, débiles guardianes de laque con sus pies estaban hollando el nivel de la naturaleza ante la devastación. El sabedor oteótierra, que se zambullía y volvía a resurgir a en busca de indicios. Quizá en otro tiempovarios metros de altura dependiendo del mile­ aquella tierra había sido realmente así.nio en el que estuvieran. Vieron el desfile de27

FUTUROSCOPIAS La planicie trémula calentaba sus pies. –Tu IA es increíble. Nos ha guiado a laDensas vaharadas informes emergían de sus perfección.entrañas como géiseres, y en el contorno desus amorfas nubes veía dibujados elementos La sorguiña entonó, melodiosa:incompletos, fosas comunes de realidades –Tú tampoco lo has hecho mal.imaginadas. Se asomó a la emanación más –Oye, qué pasa, ¿te van las brujas de qui­próxima, que reverberó por su presencia, y en nientos años? No tenemos tiempo de que flir­su punto más próximo surgió como un brazo tees con mi programa.vaporoso que lo invitó a curiosear. Dentro Señaló al sabedor y le indicó que se senta­había frío y negro, y por un horizonte austral ra en una de las sillas.culebreaban estrellas. Se asomó a aquel cosmos –Ahora necesito que te concentres. No hayde bolsillo, y contó galaxias y constelaciones mucho tiempo. El universo no está llegando anunca documentadas antes en los planetarios. su final. Solo pasa por una fase de inestabili­No le extrañó saber que aquello era un des­ dad y reajuste, pero si no intervenimos pronto,garrón físico que mostraba un universo para­ los cambios serán permanentes. Lo bueno eslelo. Incluso asumió con toda lógica la que nunca sabríamos lo que nos hemos perdi­sensación, nueva para él, de ignorar los datos y do. Lo malo es que quizá desemboquemos enlas reglas de lo que tenía delante. El cúmulo la prehistoria. Escúchame con atención. Enfo­gaseoso se retiró, llevándose con él la imagen. ca tu mente. Recuérdalo todo. Lo que aún seDetrás de ella, sobre un promontorio arenoso almacena en tu memoria y está relacionadoque dominaba el yermo, distinguieron un con el punto cero del cataclismo. Fray Luis decampamento. León. Es tu responsabilidad elegir. Te ha sido asignado. La realidad está pendiente de lo que Bajo un amplio toldo se resguardaban del decidas. La sorguiña lo incorporará a su basesol tres figuras encorbatadas. Pululaban con de datos, lo publicará en los medios de comu­gran agitación alrededor de una mesa, repa­ nicación y a partir de ello, los acontecimientos,sando libros, tomando notas y discutiendo a actuando en consecuencia, quedarán de nuevotres bandas sin darse ocasión a la réplica. Xa­ ordenados. Nise, su amante, la que mencionabel y dos de sus técnicos reconocieron a los en sus sonetos, ¿existió o fue una fantasía?dos hombres aún desde lejos, y saludaron Medítalo un minuto y luego responde sí o no.efusivamente. Estos aceleraron el paso y al Las consecuencias serán imprevisibles, pero alsuperar una última duna se reunieron con menos terminará la fluctuación. Es un hechoellos. Aunque vestían de perfecto traje, iban lejano. Las ondas concéntricas que se van aarrugados y sudorosos, y no quedaba mu­ derivar alcanzarán muy mermadas a nuestrocho de sus cuidados peinados con gomina. siglo. Con un poco de suerte todo volverá a serXabel ofreció a los recién llegados un trago lo que era. Ahora escoge.de una botella de agua y un cuenco de fruta El sabedor hizo como siempre: mirar enfresca. derredor. Extraer de cada gesto y detalle un sucesivo encadenamiento lógico, técnico, –Recogidos de un convoy que apareció es­ dialéctico. La arena del desierto le guio hastata mañana. Quién sabe si nos toparemos con las conquistas del Imperio romano. El tránsitootro pronto. perezoso de las nubes, a los experimentos de Benjamin Franklin. Aun así, no se le escapaba Uno por uno, el sabedor chocó la mano a el empobrecimiento paulatino e inexorable delos tres hombres, impulsado por las órdenes su propia memoria, reflejo de la realidad ende la sorguiña, supuso el tutor. decadencia. Cada pequeño dato anotado se precipitaba al olvido. Los tres movimientos de –Hemos venido lo más rápido posible. la novena sinfonía de Beethoven. Era muy –Estoy seguro. Me alegra veros, mucha­ consciente de las implicaciones de su decisión.chos. Francamente, no las tenía todas conmigo Repasó otras decisiones relevantes en el vastode que lograrais llegar. teatro humano. Demasiado grandes para ser El tutor aceptó sentarse en una silla de ofi­cina y la movió adelante y atrás, notando lasruedas hundirse en la arena. 28

FUTUROSCOPIASjuzgadas con ligereza, dirigidas al bien mayor. siempre. Aquello era un trato. Él tambiénLos dos movimientos de la novena sinfonía de podía cuidar a los demás. Resonaron las pala­Beethoven. Había leído todo lo escrito de física bras del tutor. «Los amigos están para eso». Élcuántica. Sabía mucho más de sus paradojas también lo era. El movimiento único de la no­que aquellos amables ingenieros que le cedían vena sinfonía de Beethoven. Llegaba la hora desus sillas para sentarse. Se preguntó por la decidirse. ¿Tenía derecho a ello? No importaba.mente de la sorguiña, aquella inmensa fuentede conocimientos esculpida como una mujer Soy el sabedor, la Historia se postra antedel norte de España y de cinco siglos de edad. mí. Yo hablo y digo la Verdad, pues soy el sa­Aventuró que lo más probable es que el fenó­ bedor.meno de invasión remitiera y su cerebro vol­viera a estar solo consigo mismo. Lamentaría No cabían las opiniones sobre la moral o laque así fuera, el cúmulo de información, tan ética, solo la acción y la palabra, y la palabravasto como agotador, le reconfortaba, pero no fuehabía otro remedio. –Sí. Todo volvería a la normalidad. Esto era FINimportante para su amigo. Dijo que le cuidaría29



FUTUROSCOPIAS VISIONES Ilustración de Marcos Hidalgo González ¿Qué es la realidad? ¿Qué elementos de los que nos rodean podemos consi­derar reales? ¿Es la realidad un conjunto de experiencias percibidas por el indi­viduo o es una experiencia compartida con el resto de la humanidad? ¿Es larealidad algo único e inmutable que permanece en el tiempo o es nuestra per­cepción la que construye el mundo a medida que le va dando sentido? Vivimos en una sociedad en la que los avances científicos y sociales hancambiado la realidad de forma radical en las últimas décadas. Solo hemos em­pezado a cambiar la forma en la que interactuamos con lo físico. Nuevos avances como la clonación, la realidad virtual, los avances en inteli­gencia artificial y robótica nos hacen replantearnos la realidad como algo estáti­co e inmutable. ¿Es más real la relación a distancia a través de internet o larelación de dos compañeros de trabajo que se sientan mesa con mesa? La reali­dad se forma por los andamios de conocimientos, sensaciones y circuitos neuro­nales con los que vamos construyendo nuestra vida, desde que nacemos hasta quefallecemos. No es algo estático ni inmutable, es un continuo de experienciasque crece con nosotros. Y no solamente a nivel individual, también a escala so­cial, creando y cambiado redes de interacción que forman realidades diferentes. De igual forma que todas estas experiencias y sensaciones nos influyen ycrean una realidad alrededor de nuestras experiencias a lo largo de la vida, sepodría postular que cuando dotamos a un robot de una cierta inteligencia, seapara tomar decisiones, sea para vencer al ajedrez, sea para ayudar en la cons­trucción, alrededor de ese robot se crea una cierta realidad que es percibida deforma artificial. Y esa realidad interacciona con nuestras realidades de igual for­ma que interaccionamos entre nosotros. Y lo mismo podría decirse con losavances en clonación. El gran desafío que se nos presenta no es ético, más bienes metafísico. ¿Cómo cambia la realidad cuando creamos este tipo de entes? Este tema tan amplio ha inspirado a nuestros autores los relatos que les pre­sentamos a continuación. El editor. 31

FUTUROSCOPIAS MONÓLOGO A DOS VOCES espacio­tiempo, sótano y piso bajo se comuni­ José Luis Carrasco caran, sorteando la paradoja, como un dibujo de Escher, y fuera que en realidad los dos ni­ Saúl llevaba tres días bogando en una pe­ veles confluyeran en uno. Saúl zampaba porregrinación sin fin por la extrañeza desde que los dos, como de costumbre, maldiciendo susu timbre, callado por una eternidad, había sa­ vergüenza incurable.cudido su refugio de lobo solitario. Al abrir lapuerta se encontró a sí mismo, un hombre a En la carretera era más fácil relajarse. Lasvelocidad de crucero por la mediana edad, coloridas señales de tráfico ayudaban. El cas­tensión en el cuello y astracanada en la sonri­ carón del coche, que le protegía del mundo,sa. Ojos tan próximos que formaban un ca­ también. Allá caminaban peatones, ajenos a lallejón sin salida, un comienzo de la gordura, duplicación fantasmagórica oculta en sus en­una endémica incapacidad de amar. Reaccionó tresuelos. En casa la sensación lo sofocaba, ytarde, y alerta, como ante una broma de carna­ consideró con seriedad el requerir un terapeu­val a destiempo, pero sacó iniciativa suficiente ta que certificara que nada vivía a expensas depara componer una maniobra cordial y hacerle su imagen en las entrañas de la tierra, que to­entrar en la casa. do había sido una pesadilla autofabricada. Siempre y cuando no llamara a aquella puerta. El simétrico invitado no quiso hablar de Quizá si no la abriera la vida seguiría su curso.nada antes de pedir asilo y secreto por tres Au revoir, terapeuta.días, y al sótano que lo mandó. Llegado el ter­cer día, el clon reapareció, y Saúl hizo tres co­ La noche del tercer día se sentó a la mesa,sas. La primera, dejar de comer solo. perdón, al entramado espacio­tiempo. No pasaba mucho tiempo sin inventar diálogos de su función. Hasta ese nuevo encuentro, los tres días de La obra ganaba complejidad con cada ensayo. ÉlSaúl transcurrieron entre fogones, los del res­ era un licántropo herido y famélico, huyendo detaurante del centro en que asombraba con su perseguidores. A veces aullaba a la luna.arsenal repostero, y los de su cocina, no menosgastados que los otros. Una pinche nueva de Aullar a la luna: lo segundo que hizo des­coleta de un pelirrojo que solo podía describir pués de que el clon hablara.como indómito le mandaba sonrisas que le de­sarmaban. Tratar con personas: qué simple e El tercer día, Saúl intuyó novedades en elincómodo a la vez. Mejor dedicarse a otra cosa. aire. La carencia de pistas se compensaba conBajo la premisa de no pensar en su yo alterna­ el valor simbólico de un número como el tres.tivo decidió evadirse, y de esta tesitura se vio Meditó sobre las pocas ocasiones en que la vi­de rodillas limpiando esquinas, baldas y rinco­ da le pone a uno en la encrucijada con días denes que jamás imaginó que atendería. Solo al antelación. Setenta y dos horas para rumiaranochecer le asaltaba la conciencia de que un los entresijos del destino. Tiempo de sobrapiso más abajo un doppelganger moraba, y no para saborear una cerveza tostada mexicana, ylograba apartar la idea de que, en caso de in­ al verla vacía, reconocer que el itinerario delvocarlo, este repetiría sus gestos; de lado, en la hombre no se detiene, y mientras se piensa encama, el brazo derecho protegiendo su barriga ello, anochece. Resolvió actuar.siempre llena, el izquierdo paralelo a sus pier­nas. Dormía poco: ni siquiera en compañía de Preparó una taza de té, medida con el ha­sí mismo se libraba de la ansiedad, su com­ bitual equilibrio de agua, leche y miel. Bebió apañera desde la infancia. Gran ironía, el que su sorbos, con la confianza (dudosa pero fundadadoble la acentuara. en la certeza de conocer al adversario) de que su aroma, aunque tibio, acabaría bajando las A la mesa, Saúl brindaba frente a platos y escaleras hasta su doble. Funcionara o no, avasos vacíos, imaginaba la compañía del co­ los pocos minutos unos pasos resonaron, y sumensal, como si en un complejo entramado sonido precedió el de la puerta al entornarse, y al saludo del clon. «¿Ha pasado algún coche? ¿Muy despacio, luces apagadas, que luego acelera y se marcha rápido?». 32

FUTUROSCOPIAS «No sé, siempre pasan coches. Y yo diría policía».que de noche nadie va sin luces. ¿Me explicas «Solo puedo hablarte desde la experienciaahora...?». de los recién nacidos. Llegué al mundo real «Tendrá que valer. Si me quedo aquí más hace un mes. Tres de las cuatro semanas ha­tiempo nos meteremos en problemas». bité un espacio cerrado parecido a un gimna­ sio. Hombres con bata y gafas me enchufaban Nasal y débil, la voz entristecía. Le costó a ordenadores y conversaban sobre mi cuerpocongraciarse con su propia figura, reflejada en y mi mente, o quizá sobre el tuyo. Me llama­la del otro. Como mucha gente al escuchar el ban por tu nombre seguido de un códigosonido de sus palabras en una grabación, lo numérico. Un día entró un caballero en trajesintió como una burda copia de sí mismo. Al italiano caro. Saludó, apretó manos, me hizocallar su sombra, esquivó la oportunidad de una foto con su móvil y marchó sonriendo. Meuna réplica, absorto en el dilema apoltronado hizo gracia saber lo que era un traje italianoen su sofá. Ahora que le tenía delante, se le caro, y también distinguir el matiz del asunto:ocurrían ideas para mejorar su aspecto. Si que nunca había visitado Italia. Tú sí. Abracéaquello era lo primero que pensaba frente a conocimientos vicarios largo tiempo, luego meaquel delirio de poeta victoriano, quizá estu­ pusieron a dormir. Recuerdo sueños en unviera preparado para lo siguiente. En una magma de nostalgia. Recuerdo tu primer beso,apuesta conservadora, el clon retomaría la en un desván helado. Ella quería ir más allá.charla con un «seguro». Tú escapaste, muerto de miedo. Me aterraba saberlo todo de ti, sin conocerte. Con el acci­ «Seguro que quieres explicaciones. Eso sí, dente, abrí los ojos. Viajé a oscuras por carre­después de ofrecerme comida y bebida. teras, ocupé tu lugar para rellenar formularios y agradecer a la señora que lavó mi cara con Pero no quiero nada». agua. Tú descansabas en casa, decían. Pasé «Entonces no somos tan parecidos...». aquí unos minutos, mientras se finalizaba el «Es que no me alimento de productos co­ intercambio. Recuerdo el olor de las cortinas.cinados. Te extraña, ¿no?». La película invisible de grasa que delimita tus El anfitrión imitó del clon la postura en el fogones. Oír tus ronquidos en el dormitoriosofá y contuvo una risita. La perspectiva de un me provocó una extraña necesidad de rezar».Saúl privándose de tés, cafés y bocadillos amedia tarde le dejaba tan perplejo como ima­ «Yo no acostumbro a rezar».ginar resultados distintos al único posible de «¡Qué casualidad, yo tampoco!, perosumar dos y dos. ¿nunca has sentido un pasmo raro bajo las vi­ «La semana pasada sufriste un accidente drieras de las catedrales? ¿Frente a la Piedadde coche. Circulabas por el carril exterior de de Miguel Ángel?».una plaza circular cuando otro vehículo del in­ «Es posible».terior decidió salir sin tenerte en cuenta. Él no «Luego me apagaron en la nave donde vifrenó, pensando que tú lo harías. Tú lo hiciste la primera luz. Lamenté despedirme del mun­tarde y chocasteis. El golpe lateral destrozó los do, cargado de ruido y belleza».parachoques de vuestros coches y tú perdiste El Saúl que se creía real protestó. No al­el sentido. Despertaste un día después». canzaba a entender el propósito de encajar un «Te confundes. Desperté al rato. Una gemelo en su rutina, y para un espacio deseñora me echó un jarro de agua fría sobre la tiempo tan minúsculo. O qué decir de esos re­cara». cuerdos tan vívidos de su vuelta al garaje, de «No, te condujeron inconsciente a casa y cocinar una tortilla de tres huevos con atún pa­despertaste el día después, en tu cama. Yo viví ra cenar, de llamar a sus padres y hermanospor ti doce horas. Gasté en tu lugar una pe­ para informar del suceso, de improvisar cuca­queña fortuna renovando el coche. Desperfec­ monas al teléfono a su sobrino de dos años, detos y otros caprichos, ya de paso. Nada más perder, al final, la noche en programas de te­abrir los ojos, yo regresé al almacén». levisión hasta quedar dormido. Lo había leído «No entiendo nada. No sé si verte comoamigo o enemigo. Quizá debería llamar a la 33

FUTUROSCOPIASen novelas; aquello debían ser implantes cere­ beríamos devorar la vida, no consentir quebrales de memoria. Última tecnología de una fuera al contrario».malvada corporación. «Bastaría con reaccionar ante las crisis. «Me imagino, pero me es imposible de ¿Cómo has escapado de tu jaula?».confirmar. Mientras dormías entraron apara­tos en tu cuarto. Gente apresurada con la mis­ Le tendió una tarjeta de visita, de esasma cara de científicos. Igual fueron ellos los prefabricadas, con una imagen de una biblio­que te inyectaron una réplica de mi memoria teca de archivos libre de derechos y tipografíareciente. Compartimos esas doce horas en el común. El nombre no le dijo nada. El prefijorecuerdo, supongo. Aunque las tuyas, perdona, de teléfono, en cambio, indicaba que el dueñosean falsas». era vecino suyo. «Sigo sin encontrar el sentido. Cuanto más «Es un chico de trece años. Entró un men­lo describes, más absurdo me resulta. ¿Quién sajero en la nave, me llevaron en un coche y deva a ganar algo con los infortunios de un chef repente estaba en su jardín. Dijo que me habíasoso?». reprogramado, y que tendría un fin de semana para despistarlos. Llámale, es un chaval muy «Dímelo tú. ¿Qué hiciste al despertar? Lo despierto. De los que resuelven el cubo de Ru­primero de todo. ¿Denunciar a alguien, una vi­ bik en unos segundos. Ese tipo».sita al médico, llamar a tu abogado? ¿Qué?». «Vale, pero mejor desde una cabina en la «No, nada de eso. Habías acertado antes: calle. Aquí me tendrán pinchado».comprobé que había gastado una pasta en re­novar el coche». El clon, por fin, accedió a reír, y se estiró, sincero y natural. Se incorporó para mirar al­ «Mira el periódico». rededor por última vez. Curioseó con el respe­ Obedeció. La panorámica habitual de una to de un visitante de museo que se despide decrónica de sucesos, noticias del corazón y tes­ las obras. Cuando hubo terminado, regresó altimonios sensacionalistas no rompían el molde salón, pidió estrechar la mano de Saúl y cincodiario de, a su gusto, contrainformación. En minutos más para cambiar de aspecto en eluna columna, a medio espacio, se divirtió al baño. Después de maquillar su imagen, a Saúllocalizar una referencia a su accidente. le palpitaron sus interiores, como si le hubie­ «Venga ya. ¿Dices que el gobierno nos uti­ ran extirpado algún tipo de órgano lo bastanteliza para llenar espacios en la prensa con ton­ reemplazable como para vivir sin él pero loterías? ¿O que las tiendas de accesorios hacen bastante necesario como para añorarlo de pornegocio con accidentes?». vida. El falso Saúl no le acompañó en la risa. «A mí no me mires, yo solo soy el títere de Lo vio marchar por la suave pendiente deun ingeniero. En mi opinión, actuaron así con­ la acera, camino a todos los rigores del mundo.tigo porque te gustan los coches. Con un loco No le había dicho su destino. Saúl dejó lade los videojuegos harán algo distinto. ¿Por puerta abierta. Esa fue la tercera cosa que hi­qué no jugamos a las adivinanzas? Quizá no zo. Miró los libros que él había mirado. Recor­estás al corriente, pero hay un buen puñado de daba todas las palabras de su biblioteca:países en guerra civil. ¿Cuándo fue la última trataban de la gente con la gente. Se preguntóvez que oíste mencionarlos? Hambrunas, si en alguno aprendería lo que es cuidar a uncatástrofes, conflictos...». padre, a un hijo, a una esposa. La puerta con­ Se le difuminó la curva de los labios, y para tinuaba abierta. Encuadró en ella la vista de laregatear la concesión de la verdad, no se le ciudad como en un fotograma, y la ciudad en­ocurrió mejor subterfugio que ofrecer de nue­ tera le encuadró a él: sus hombres, sus muje­vo comida. res, aventuras por vivir. Ya vería la pelirroja. «Ya te dije que no como. ¿Qué nos ha pa­ Se quedó un rato de pie, nada más, pensando.sado, Saúl?». «Estamos cansados». «Estamos cansados y tristes. Quizá de­ 34

FUTUROSCOPIAS DIEGO –Siento el retraso; ¿a dónde vamos? –pre­ Fernando Cañadas Mora guntó a Maiko, al entrar en el vehículo con la capucha de la sudadera puesta y cerrarse de Diego corre por el Parque del Retiro, muy forma automática la puerta de mariposa.temprano. Por las calles colindantes no haytranseúntes, ni siquiera circulación de coches, –A la sierra norte de Madrid.únicamente tomadas por los autobuses muni­ Diego se desnudó mientras Maiko, con suscipales del servicio nocturno y algún que otro alas plegadas y sentada en el sillón articulado,taxi. a través de los conectores de la columna verte­ bral recargaba las baterías del plumaje cilín­ El solitario corredor acelera el paso, dando drico.grandes zancadas al ritmo de la respiración y A continuación Diego pasó a la cabina mé­los brazos. Exhala chorros de vaho por la boca dica y se puso el aparato respirador en la boca.cuando el sonido del cronómetro alerta de los Al cerrar la mampara hermética, se llenó porminutos finales de carrera. Sin embargo, está completo de agua burbujeante termal. Cerrólejos de conseguir su mejor tiempo. los ojos y aprovechó para dormir durante el tratamiento automatizado, programado hasta Diego siente martillear las sienes y escocer que llegaran al destino.las vías respiratorias por el sobreesfuerzo. Elcorazón pareciera estallar, suplicando su ren­ ***dición al cronómetro, pero un recuerdo cruza Maiko había extendido sus alas de bateríassu mente y pone los pelos de punta. cilíndricas, iluminando el gran cuarto en pe­ numbras del paciente. Permanecía en pie Sí, solo él es el responsable que su familia detrás de Diego, sentado en la silla acolchada,muriera en el accidente de coche. La fortuna y fluctuaba energía entre sus manos de porce­quiso que sobreviviera para recordar del resto lana y la cabeza de su compañero de trabajo.de su vida. La rabia, por la pérdida de sus se­ La muñeca ciborg de fabricación japonesares queridos. La desesperación, pues no existe permanecía conectada al sistema del elec­redención para él. La culpa, por su distracción troencefalograma monitorizado del pacienteal volante. postrado en la cama, también entubado por distintas vías a otros aparatos médicos. Esas sensaciones hacen de su locura vo­ Bajo la atenta mirada de la enfermera y elluntad para correr más deprisa sin importar médico privado, la esposa adinerada cogía lalas consecuencias. Hoy, su último día de en­ mano del convaleciente.trenamiento y trabajo, no fallará. –Antes de proceder con el contrato, Mai­ ko, por favor, recuérdaselo a nuestro cliente. Diego se aproxima a las figuras fantasma­ –Dicho contrato firmado con la empresales que van delante, estirando la mano hacia su tecnológica COMA, concreta; a cambio demujer con los hijos pequeños que le sonríen, ingresar por adelantado una suma cuantiosacomienza a sangrar por la nariz y cada gota re­ de dinero en la cuenta bancaria indicada, uno defleja un recuerdo de su vida pasada, antes de los agentes, Diego, en este caso, con la ayudaentrar en la corporación tecnológica COMA. del ciborg de enlace neuronal, buscará en elSimplemente era un padre feliz de familia con sueño más profundo para traer de vuelta aun trabajo corriente, hasta la fecha trágica. cualquiera que pueda costearlo. Si Diego falla­ ra en el intento y el cliente muriera, el familiar Diego alcanza las presencias fantasmagóri­ o quien fuera el contratante no tendrá derechocas, pero al intentar abrazarlas, desaparecen. a devolución del capital, pues existe la posibi­ lidad de que el ciborg pierda el enlace mental y –¡Diego! –exclamó Maiko, la geisha ci­ tampoco sea capaz de rescatar de la muerte alborg, agitando la manga ancha del laborioso empleado.kimono desde la entrada principal del parque. Diego jadeó y escupió sangre, apoyado en lafarola encendida. Momentos después caminóhasta llegar al transporte médico de la empresa,estacionado con los warning encendidos, don­de ya esperaba su compañera del trabajo. 35

FUTUROSCOPIAS –¿Todo correcto? –miró a la esposa joven, ra japonesa puesta y desenfundó las dos kata­quien asistió con la cabeza. nas. –Procedamos... –ordenó Diego. …la luna se esconde entre las nubes de Entonces los ojos rasgados de la geisha tormenta y se hace la más absoluta oscuridadbrillaron, desplegando en toda su envergadura en la catedral. Diego solo puede ver el fulgorlas alas luminiscentes, sus manos de muñeca rojizo de los ojos del anciano y escuchar el sil­sintética generaron una aureola encima de la bido de las guadañas… La voluntad del ancia­cabeza. Diego cerró los ojos, y al abrirlos, esta­ no por no regresar es fuerte. Pues en aquelba dentro de la mente de su cliente. lugar de la mente, su mundo, cada día la cate­ …doblan las campanas en las afiladas dral se llena de feligreses. Y cada anochecer detorres de la catedral gótica, espantando banda­ tormenta, el anciano los asesina con sus gua­das de cuervos sobre las lápidas de los cemen­ dañas afiladas en un sueño sin fin, del queterios que alrededor se pierden a la vista del disfruta de forma febril y no quiere desper­oscuro horizonte. Arrecia el viento gélido. Die­ tar…go mira el cielo encapotado por las nubes detormenta y por un momento, los rayos lunares Aunque la voluntad de Diego para cumpliralumbran el pórtico de entrada. Camina hasta con su trabajo también es férrea, algo no vallegar frente a los tres arcos de medio punto, bien, pues en cada encontronazo y chispas desostenidos por gruesas columnas. Diego ob­ los aceros, pierde terreno ante su oponente…serva las monstruosas representaciones del ar­co central… También las estatuas adosadas de –¡Cielo! –susurró a Diego–. Mis plumaslas columnas y la parte superior de los arcos cilíndricas estallan cada vez que el ancianoque coronan las puertas. Todas las icono­ consigue golpearte, como bien sabes, paragrafías están sometidas por la escultura sinies­ amortiguar daños en tu psique. A este ritmotra de su cliente, el viejo ricachón de nariz pronto peligrará la energía suficiente tantoaguileña. para mantener la conexión neuronal como el Diego empuja la puerta de madera labrada y tiempo disponible en recuperarle del coma.cruza el umbral sombrío, escuchando el chirridoque reverbera en el interior de la catedral. –Disculpa, no puedo concentrarme –con­Diego comienza a caminar por la nave central testó, bloqueando con el filo de sus espadas lascon bóveda de cañón y la claridad que oca­ guadañas de la figura siniestra–. Hoy hacesionalmente entra por las ventanas de la se­ cinco años que falleció mi familia… quizá de­gunda planta muestra infinidad de cadáveres biera dejar que este viejo loco me trinche conamontonados por doquier, hasta llegar a la bó­ sus guadañas para quedar atrapado en suveda del crucero de la planta de cruz latina, mente por siempre y pagar de una vez por to­junto al altar mayor. El anciano está sentado das mi culpa…en un trono de huesos y calaveras, delante dela capilla. –Diego, hemos resuelto pesadillas más –Señor, es hora de volver… –dijo al ancia­ difíciles. No es rival para ti, solo debes pincharno, extendiendo la mano. su cabeza con cualquiera de las espadas para …la figura alargada y curvada, vestida con que yo establezca contacto y pueda traerlo detraje chaqueta de color oscuro, se puso en pie y vuelta del coma. No entiendo tu actitud. Tu si­cogió las dos guadañas que estaban apoyadas tio está aquí, conmigo…en el respaldo de huesos… –Maiko, necesito ayuda… –susurró. –No Maiko, estoy tan cansado… La geisha ciborg articuló parte de sus plu­ Las plumas lumínicas de la muñeca ciborgmas cilíndricas sobre el uniforme de Diego, estallaron una y otra vez en polvo cristalino,sentado en la silla. Al instante, Diego, en el oscureciendo gradualmente la habitación delplano del subconsciente, se vio con la armadu­ paciente. –Diego, ¿has olvidado que hoy hace dos años que vivimos juntos? –Maiko… –¿Acaso no significa algo para ti que sea­ mos amigos y amantes? ¡Que te quiera! …Diego se desplaza a velocidad sobrena­ 36

FUTUROSCOPIAStural en el plano del subconsciente… esquiva bre que está agonizando... «Diego, antes delas guadañas y esgrimiendo sus espadas con­ regresar al mundo material, manipularé tutraataca a la silueta alargada y curva que se mente para borrar parte de tu vida». «Esta IA,desvanece también… La figura tenebrosa esta que te ama, insertará recuerdos en tu memoriavez toma la iniciativa del combate, pues no como si hubieras vivido otra vida plena y felizquiere despertar del sueño y lanza el ataque junto a tu familia, olvidando el accidente fatí­con furia desmedida. El tiempo de reacción es dico». «Morirás en la vejez virtual y podrásprácticamente inexistente entre los golpes de descansar en paz». «Te quiero».las guadañas y la defensa de las katanas; deese modo, Diego y la sombra se difuminan por …Maiko se pone en pie y las vaporosas se­la nave central entre los cadáveres amontona­ das atrapan la figura sombría hasta inmovili­dos, que abren los ojos para ver el es­ zarla, a continuación, estas se arremolinan enpectáculo… torno a ellos… –Lo siento, Maiko… El anciano murió en su lecho, entre los so­ –¿Cuántas veces me has dicho que me nidos de alerta de los aparatos médicos conec­quieres, Diego? ¡Muchas! tados. Rodeado por la enfermera y el médico –Perdona… que se apresuraron por atenderle. Así como su …Diego se detiene en el sitio, suelta sus ar­ joven esposa, que rompió en llanto.mas y cae de rodillas al suelo… La figurasombría le atraviesa repetidas veces con sus Maiko abrazaba y acunaba en su regazo aguadañas al mismo tiempo que las plumas del Diego, quien esbozó una sonrisa y suspiró alciborg explotan sucesivamente hasta despare­ fallecer.cer el último cilindro lumínico, entonces la co­nexión neuronal se interrumpe… Maiko se desviste del kimono ante la sor­presa de los presentes. De su cuerpo de muñe­ca de porcelana comienzan a sobresalir losgeneradores de emergencia, desprendiendorayos de plasma. Y cerró los ojos, fluctuandootra vez la energía entre sus manos nacaradasy la cabeza de su compañero de trabajo, nacede nuevo la aureola. …Maiko camina por el cementerio del sub­consciente, entre infinidad de cruces marmó­reas, lápidas y tumbas, observada por los ojosbrillantes de los cuervos posados en los árbo­les secos. El viento agita las coloridas sedas desu laboriosa vestimenta y en ocasiones los cla­ros de luna reflejan su palidez artificial, hastallegar frente al pórtico de la catedral. Maiko se encoge, apretando los puñoscontra el pecho, grita un nombre con todas susfuerzas. La explosión sónica arrasa la catedral, lan­zando cada una de sus piedras a la oscuridaddel horizonte, entonces puede ver a Diego en elsuelo con las guadañas clavadas y la figura si­niestra riendo al lado. Maiko camina hacia allí.Puesta en cuclillas acaricia el rostro del hom­ 37

FUTUROSCOPIAS CÁLCULO INESPERADO supergigante en el centro de la galaxia funcio­ por Daniel González naba como una colosal central telefónica que permitía transmitir hacia toda la Vía Láctea y Cuando pensábamos en el Primer Contac­ a galaxias cercanas.to siempre esperábamos que una enorme naveespacial bajara de los cielos y que de ella sur­ Bueno… aunque más que una red telefó­giera alguna voz acústica diciendo que venían nica, la red intergaláctica de comunicaciónen paz o, cuando menos, platillos voladores funcionaba como la internet.descendiendo en cada capital, transmisionesde imágenes a cada aparato de televisión del Crecí en un mundo maravilloso. Un mun­mundo, en fin, que los alienígenas llegaran a do en donde podías participar de salas de chattocarnos la puerta. con nativos de otros planetas, en donde las re­ des sociales no solo te permitían tener amigos Al final resultó que ningún ovni fue nunca de todos los países sino de todos los planetas,un vehículo extraterrestre y que todos los con­ en donde incluso era posible una videoconfe­tactados mentían. No hubo jamás abducidos y rencia con seres a miles de años luz de dis­tampoco fueron las pirámides creadas por an­ tancia.tiguos astronautas. Todo esto se supo (yo eraun niño en esa época) cuando recibimos las En caso de que se lo pregunten, la red as­primeras transmisiones radiofónicas prove­ tral incluía también un sistema de traducciónnientes de una civilización localizada en Alfa automático, aunque en el caso de las video­Eridani. Al principio era un simple código bi­ conferencias se mostraba más como subtítulosnario de números primos que permitió saber a menos que te tomaras la molestia de apren­que eran de una fuente inteligente; luego vi­ der el idioma de los interlocutores, algo quenieron imágenes de la civilización en cuestión estaba muy de moda, pues muchas universi­y unos curiosos planos que explicaban cómo dades daban cursos de lenguas alienígenas.crear un sistema de comunicación muy sofisti­cado. Sin embargo, era la realidad virtual la for­ ma más estimulante de contactar a seres ex­ Una vez que nuestros científicos lograron traterrestres. El problema es que era muy cara.crearlo y tras traducir la lengua de los erida­ Las personas podían pagar para introducirsenios, descubrimos la triste realidad: nadie en unas cabinas de realidad virtual en dondepodía viajar más rápido que la velocidad de la te conectaban a unas máquinas especiales yluz. Ninguna civilización conocida del universo proyectaban imágenes dentro de tu mente enhabía conseguido, hasta ahora, descubrir la tiempo real, junto a otros usuarios quemanera en que la masa fuese capaz de superar podrían estar haciendo lo mismo en cualquiervelocidades superlumínicas. El viaje intereste­ parte del universo alcanzable. ¡Era lo más pa­lar tomaría décadas hacia las estrellas más recido que teníamos a un contacto cara a cara!cercanas, así como siglos y milenios a otraspartes de la Vía Láctea y millones de años para Provengo de una familia muy rica, así quellegar a otra galaxia, haciéndolo, para todo nunca fue problema para mí pagar por unaefecto, impráctico. experiencia que la mayoría de personas solo logran costear una vez en su vida. Visitaba así No obstante, los eridanios y otras civiliza­ muchos planetas, pero la mayoría de puntosciones habían descubierto que la información de reunión de diversas especies era en escena­sí podía viajar más rápido que la luz; que rios virtuales inexistentes, que usualmentepartículas cargadas con códigos informáticos asemejaban bares, centros vacacionales, par­podían ser aceleradas a través de agujeros ne­ ques o cosas por el estilo. Mi favorito era ungros permitiendo que rompieran la barrera de bar llamado Área 51 (sí, fue creado por huma­la luz y ser recibidas por sistemas de comuni­ nos) que simulaba una discoteca y en dondecación muy elaborados. Si bien diversos aguje­ podíamos ver seres de todas las especies.ros negros se usaban para ese fin, el agujero Criaturas difíciles de imaginar para cualquie­ ra; seres velludos que asemejaban osos hor­ migueros bípedos, que parecían un ciempiés gigante, que tenían tres trompas en la cabeza y 38

FUTUROSCOPIASvarios tentáculos por extremidades, criaturas su fortuna con el turismo espacial y vendién­insectoides similares a un díptero gigante, o dole tecnología astronáutica a diversos go­seres lanudos a los que no se les podía ver los biernos.ojos pero sí sus enormes bocas llenas de col­millos y una nariz como de cerdo, o los propios —¿Turismo espacial?eridanios, que parecían un pez globo… en fin. —Sí. Actualmente podemos enviar navesHabía muy pocas especies humanoides en el en pocas horas a cualquier planeta de nuestrouniverso. Una de ellas era la de Azzasi. sistema solar, y tenemos colonias en nuestra única luna y un planeta cercano llamado Mar­ Conocí a Azzasi en la barra de Área 51. te. Mucha gente paga por visitar esos planetas.Una humanoide hermosa, de piel verde claro Hemos enviado algunas naves tripuladas porcon algunas manchitas como pecas que le re­ robots más allá de nuestro sistema solar y a loscorrían el cuello y la espalda, un cabello largo sistemas solares cercanos, aunque a estas últi­de color anaranjado brillante y los ojos ligera­ mas les tomará algunos años llegar a su desti­mente achinados. Vestía un ajustado traje que no. Yo diseñé un sistema…parecía hecho de un material plástico y que re­ Y así hablamos por muchas horas. Ellasaltaba su figura esbelta, tan similar a la de parecía fascinada por todas mis palabras, perouna mujer humana, aunque un poco más del­ yo estuve igual cuando me contó sobre su pla­gada (era notorio que tenía menos costillas neta, su cultura y su sociedad.que nosotros y un tórax un poco más estre­ El tiempo pasó. Azzasi y yo conferenciá­cho). Tenía cuatro dedos más largos que los bamos por video a menudo, pues nos había­dedos humanos, excepto el pulgar, que era mos tomado el esfuerzo de aprender la lenguamás o menos del mismo tamaño que el nues­ uno del otro. Además la tenía agregada a mitro. En cuanto la vi, me cautivó. Hablaba con perfil y ella me enviaba muchas fotos de suun eridanio y una criatura similar a un gorila, planeta y de ella con su familia y amigos, y yoaunque de color azul, pero en cuanto notó que hacía lo mismo. Su mundo era muy bello;la miraba se despidió de ellos y se me acercó. tenía el cielo de color púrpura durante el día y una extravagante vegetación muy diferente a —Hola —me dijo sonriente. En realidad la de la tierra; las plantas no eran solo verdeshabló en su lengua pero pude ver mediante un sino de diversos colores vivos y los árboles nocuadro de texto flotante a su lado una traduc­ eran de madera sino que más bien parecían unción simultánea de lo que me decía—. Mi nom­ hongo gigante o un tubérculo. En la noche sebre es Azzasi, noté que me mirabas mucho. apreciaban cinco lunas en el firmamento. La arquitectura era muy diferente también, pues —Sí, es verdad. Mi nombre es Richard. se basaba en una geometría circular, al con­Espero no haberte incomodado. trario de la nuestra. Casi ninguna estructura tenía esquinas, sino que todo edificio era —Para nada. ¿De qué planeta eres? cilíndrico, esférico o circular. —Se llama Tierra. Pero, aunque pasábamos mucho tiempo —Ustedes son muy parecidos a nosotros. chateando, escribiéndonos y conferenciando,Yo provengo de Véntula, está aquí —dijo seña­ lo cierto es que solo en la realidad virtual éra­lando uno de los muchos mapas astrales loca­ mos capaces de tocarnos. Aunque fuera un to­lizados a lo largo del bar virtual para que los que sintético y un pobre sustituto a las cariciascomensales pudieran señalar dónde vivían. reales. Azzasi y yo nos enamoramos. Hicimos —Véntula —dije mirando la carta—. En mi el amor muchas veces en lugares virtuales di­mundo le llamamos Gliese 581 c, está muy cer­ señados por mí. Visité simbólicamente su pla­ca de la Tierra. neta y ella el mío. Mantuve con ella lo que a —¿Cerca? todos los efectos era una intensa relación —Bueno… relativamente. A nuestra nave amorosa por muchos años, rechazando losmás veloz le tomaría unos treinta años llegar avances que me sobraban de muchas mujeresallí. —¿Cómo lo sabes? —Soy ingeniero aeroespacial. Más porobligación que por vocación, mi familia amasó 39

FUTUROSCOPIASterrestres, cada una más hermosa que la ante­ románticas haciéndome famoso. Miles me es­rior, porque mi corazón solo estaba interesado cribieron para brindarme apoyo.en Azzasi. Ignoré las insistentes presiones demis padres para casarme y sentar cabeza, asu­ Gliese se encontraba a poco más de veintemiendo mi puesto como heredero de la fortuna años luz de distancia. Nuestras naves más ve­familiar y finalmente decidí que no podía vivir loces podían alcanzar casi la velocidad de lasin ella y que la realidad virtual ya no era sufi­ luz, por lo que, por ejemplo, viajar a Alfa Cen­ciente. tauri, que está a cuatro años luz de la tierra, tomaba seis años. Mi viaje a Gliese tomaría —Iré a Véntula —le dije una noche des­ treinta, si no había ningún desperfecto o suce­pués de que hicimos el amor al lado de las her­ so inesperado.mosas cataratas Thuleni en su planeta… o,mejor dicho, de una proyección virtual de es­ Una vez en animación suspendida, mistas. Ella me miró sorprendida. signos vitales se reducirían al mínimo. Sería alimentado por vía intravenosa y mi respira­ —¿Qué dices, mi amor? ción bajaría tanto que el aire debería rendir —Sí, Azzasi. Estoy invirtiendo toda mi for­ para treinta años, sumado a que habría un pe­tuna en crear una nave espacial que me permi­ queño jardín hidropónico que sería atendidota viajar hasta Gliese 581. Seré el único ser por los robots para producir más oxígeno. Elvivo en ella porque nadie más aceptaría una alimento intravenoso también debería bastarmisión de treinta años, pero será tripulada por tomando en cuenta que estaría inmóvil. Losrobots. robots pilotearían la nave y cuidarían de mi —¿Qué comerás? ¿Cómo sobrevivirás? estado de salud. —Hemos desarrollado un sistema de ani­mación suspendida que me mantendrá en co­ Me coloqué dentro de la cápsula en dondema por todo ese tiempo. Envejeceré, pero al tendría mi sueño de tres décadas. Los robotsmenos podré pasar a tu lado el resto de mi me inyectaron el químico especialmente di­vida. señado que me mantendría inconsciente todo —Pero no podrás regresar a tu mundo. ese tiempo… ¿o debí decir semiconsciente?Dejarás atrás tu familia, tus amigos, tu for­tuna. La nave dejó la Tierra para nunca más —Nada de eso me importa. Te amo y quie­ volver.ro estar a tu lado. Poder tocarte en verdad,acariciarte, poder hacerte el amor. Tuve tres décadas de extraños y alocados —Está bien, si eso es lo que quieres, aquí sueños. A veces pesadillas que duraban meses,te esperaré. Los ventulianos podemos vivir por a veces sueños placenteros, pero mi mentemuchos siglos, así que treinta años no es mu­ desvariaba. Pensé que estaba totalmente lococho tiempo. Solo que te extrañaré mucho. cuando finalmente fui despertado por los ro­ —Ojalá pudiera mantenerme conectado, bots. ¡Había llegado a mi destino!amor, pero mi mente debe estar inconscientepara que la animación suspendida funcione. Mi nave aterrizó en Véntula, como estaba Trabajé arduamente en el proyecto invirtien­ planeado. Los ventualianos esperaban mido muchas horas e incontable cantidad de recur­ arribo con entusiasmo. Se trataba, después desos y dinero. Empleando a cientos de personas todo, del primer y quizás único ser de otroy a pesar de las objeciones de mis padres. In­ mundo que llegaría a visitarlos. Salí de la cáp­tentaron cortarme los fondos, pero de nada sula tembloroso, con mi salud muy dañada porsirvió. Varios gobiernos estaban interesados el prolongado período de estar acostado. Ape­en que el primer humano llegara a otro plane­ nas podía caminar. Miré mi rostro en un espe­ta y se ofrecieron a financiar la aventura, así jo; habían pasado treinta años pero parecíaque al final mi padre cedió. Mi historia pasó a que había envejecido más. Tenía el rostro sur­los noticieros como una de esas notas cursis y cado de arrugas y varias canas, así como una larga barba y cabellera despeinadas. Era deber de los robots asearme y cortarme el cabello y la barba cada cierto tiempo, pero parece que no lo hicieron los últimos años del viaje por razones que desconozco. ¿Me querría Azzasi

FUTUROSCOPIASaún con este aspecto horrible? ¿Y si ya se se hincó de rodillas y me alzó en sus manos…había olvidado de mí? ¿Y si murió por alguna bueno, en una mano.causa natural? ¡Maldita sea! ¿Cómo no pensé en eso an­ —¡Richard! ¡Richard! —escuché su dulce tes? Era imposible saberlo por las fotos e in­voz gritando desde afuera— ¡Mi amor! ¿Estás cluso por las transmisiones de video, pero ¿yahí? ¡Sal! la realidad virtual? Tal parece que los escena­ rios virtuales hacían que todos los usuarios Mis dudas se disiparon. Abrí la compuerta aparecieran juntos en un tamaño similar,principal de mi nave y emergí hacia Véntula… aunque en la realidad no fuera así… Allí estaba Azzasi, al lado de cientos de Los ventualianos, por ejemplo, son seresventulianos como ella y toda su familia. gigantes, como todo su planeta lo es respecto aMirándome hacia abajo. Me sentí como una la Tierra. Un humano cabe en la palma de susabandija… como un insecto… sus ojos derra­ mano.maron lágrimas al verme, que secó rápida­mente intentando cubrir su decepción. Aun así41

«Vi lo mismo que ellos; un objeto sombrío muy extraño que sobrevolaba el mar yque luego se detuvo en un punto, suspendido en el aire. Pero estaba demasiado lejospara divisarlo bien. A mí se me parecía a un gran y grotesco buitre de cuyo abdomenbrotaban gusanos repugnantes… pero cada quien veía otra cosa.»

FUTUROSCOPIASLOS POSEÍDOS Por Daniel González Ilustración de Ricardo García Hernanz CAPÍTULO I hermano y equipados con todo lo necesario para un buen paseo. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el infierno entregaron los Por tardanzas achacadas a nosotras las mujeres —injustamente, claro—, nos alcanzó muertos que había en ellos. la noche antes de llegar a nuestro destino y tu­ Apocalipsis, 20:13 vimos que recorrer los montañosos páramos bajo las más absolutas tinieblas solo rotas por Guanacaste, Costa Rica, viernes 21 de di­ los faros del automóvil. El trillo que atravesa­ciembre. ba una serie de rocosas colinas y que conecta­ ba la carretera principal con la famosa playa Mi hermano Carlos, su novia Mariela, mi no estaba pavimentado ni nada cercanamentenovio Bernal y yo, que me llamo Aurora, nos similar y el automotor brincoteaba constante­enrumbábamos hacia una playa rural muy ale­ mente conforme se trasladaba por entre pie­jada y de difícil acceso. Para llegar a ella debía­ dras, troncos y otros obstáculos naturalesmos recorrer un sendero muy agreste y franqueados por una enmarañada foresta depedregoso a través de una inhóspita zona árboles secos y arbustos amarillentos reseca­montañosa mediante el Land Rover 4×4 de mi dos por el clima caluroso del lugar. Bajo la luz 43

FUTUROSCOPIASde la luna llena resultaba realmente lúgubre ciélago y otros aseguran que tienen tentáculosese ambiente tan escabroso y desolado. Y, pa­ de pulpo, incluso algunos los describen comora crisparme más los nervios, una extraña fi­ un rollo de tripas volador. Acaban de subir ungura estaba de pie a un lado del dificultoso video a internet… voy a verlo… ¡Diablos! ¿Quétrayecto. Por la lobreguez imperante fuimos es esa cosa…? Mi hermano apagó la radio ysolo capaces de distinguir su forma humana poco después arribamos a nuestro destino. Lacuando estuvo cerca. Era un hombre de edad afamada playa, en efecto, era un lugar tran­madura, vestido con una camisa blanca y unos quilo, pero estaba atestado de familias y gru­pantalones de mezclilla todos roídos y que se pos de amigos que acampaban a orillas deltambaleaba torpemente sin moverse demasia­ mar y de un arroyo subsidiario. Bajamos lasdo del mismo lugar. Expedía un hedor repug­ maletas del auto y montamos un campamentonante y se notaba que estaba todo sucio. con dos tiendas para cada pareja y una parrilla—Cierren las ventanas —recomendó mi her­ en donde asamos sabrosa carne y consumimosmano Carlos, ya fuera para evitar que penetra­ buen licor. No hubo ningún otro imprevistora el olor o para protegernos de cualquier salvo el aullido lastimero y cacofónico de unexabrupto del misterioso individuo. Nos ob­ perro que sonaba como un lamento de ultra­servó fijamente con una mirada inyectada de tumba. Todo el mundo hablaba de los ovnis,sangre en cuanto pasamos a su lado y pronun­ aunque mi hermano era escéptico y lo descar­ció un extraño e inhumano rugido similar a un taba como una chabacanería sin importancia.gorgoteo siniestro. —¡Hijueputa borracho! La radio continuaba tocando el tema a cada—fue el comentario de mi hermano, y segui­ rato, científicos de la NASA habían descartadomos el camino. Proseguimos el trayecto atra­ los avistamientos asegurando que ninguno devesando en las tinieblas aquel sendero tan sus sistemas de detección de cometas u otroslóbrego y macabro. Empezó a darme sueño y cuerpos celestes había descubierto nada inu­comencé a cabecear pero una noticia en la ra­ sual entrando a nuestro sistema solar y muchodio me espabiló un poco. —¿Ovnis? —decía la menos a la atmósfera. Entonces hubo quienesvoz del locutor—. Pues así como lo oyen, esti­ dijeron que venían del fondo del mar. Unamados radioescuchas, se reporta el avista­ fuente confidencial filtró que el gobierno demiento de ovnis en Puntarenas, Limón y Estados Unidos había movilizado a la fuerzaGuanacaste… por toda la costa, tanto la cari­ área y otros estamentos militares para investi­beña como la atlántica, señores. O eso dicen gar el tema y ya se escuchaban casos de histe­los crédulos. ¡Pero estos son especiales! —adu­ rias masivas provocadas en algunas zonasjo con cierta ironía en su tono—, dicen que pa­ rurales.recen orgánicos. Sí, así como lo oyen, los queinforman al respecto aseguran que sobre los Esa noche, mi novio y yo nos sumergimosmares han estado sobrevolando unos objetos en un pasional desenfreno carnal y no dormi­no identificados como hechos de carne o algún mos salvo por breves intervalos entre un en­material natural. ¡Tal pareciera que pasaron cuentro sexual y otro.de moda los ovnis de luz o los platillos volado­res! —Qué idiotez —dijo mi hermano, y cambió El día del sábado pasó sin mayores con­la estación. —Antes era el chupacabras y luego tratiempos, aunque las noticias que percibía­las brujas de Guanajuato —anunciaba otro lo­ mos en la radio habían empeorado.cutor radial— y ahora la gente habla de mons­ Reportaban motines violentos en diferentestruos en el cielo —se rio—, sí, monstruos. países del mundo iniciados la noche anterior yAunque las descripciones no se ponen de cómo algunas naciones desarrolladas habíanacuerdo, tal parece que nadie sabe cómo son comenzado a movilizar el ejército para intentarrealmente. Todos coinciden en que vuelan, pe­ contener los extraños estallidos de violencia in­ro hay quienes dicen que tienen alas de mur­ controlable. Se informaba sobre incendios, to­ da clase de crímenes y actos atroces que los periodistas no quisieron describir, lo que nos 44

FUTUROSCOPIAShizo optar por cambiar la estación y escuchar Escuché el desgarrador grito de Bernal ymúsica para alejar de nuestras mentes las de­ me desperté sobresaltada. Alrededor de misagradables noticias. tienda merodeaban las siluetas observables a contraluz de siniestras figuras y me embargó Una nueva y plácida noche —aderezada un pánico instintivo.con pasión— transcurrió sin mayores inconve­nientes y luego llegó el domingo (el día previo Mi hermano Carlos y su novia Mariela es­a nuestra partida, programada para el lunes taban —como las dos noches anteriores— distraí­por la mañana) y, salvo por una discusión ai­ dos haciendo el amor y fueron interrumpidosrada que tuve con mi novio Bernal, nuevamen­ súbitamente cuando su tienda fue atacada porte nada se salió de la rutina. entidades escabrosas y pestilentes. A lo largo de todo el campamento se escuchaba una te­ El motivo de la discusión seguía siendo el mible orquesta de alaridos y clamores deses­tema de los malditos ovnis. A horas del perados conforme las personas eran atacadascrepúsculo, grupos de desconocidos empeza­ por una masa de hambrientos caníbales queron a señalar hacia el horizonte y yo me acer­ provenían de todas partes, y el caos estalló enqué. Vi lo mismo que ellos; un objeto sombrío el lugar.muy extraño que sobrevolaba el mar y que lue­go se detuvo en un punto, suspendido en el ai­ Vi abrirse el cierre de mi tienda y un serre. Pero estaba demasiado lejos para divisarlo de rostro deforme se asomó por la abertura,bien. A mí se me parecía a un gran y grotesco dispuesto a devorarme. —¡Aurora! ¡Aurora!buitre de cuyo abdomen brotaban gusanos re­ —llamó mi hermano. —¡¡Auxilio!! —grité conpugnantes… pero cada quien veía otra cosa. todas mis fuerzas, y mi hermano reaccionó deBernal dijo que era solo una nube negra. —¡No inmediato. Guardaba una pistola en la guan­es una nube! –reclamé, y así empezó la discu­ tera como protección en caso de asaltos y consión. Si tan solo hubiera sabido… no debí mal­ el arma le disparó a la abominación terriblegastar esos momentos. que penetraba en mi tienda. Le disparó tres veces, pero las dos primeras balas se incrusta­ Debido a nuestra riña, él tuvo que dormir ron en su espalda sin mayor efecto salvo elen una hamaca afuera de la tienda. empujón del impacto y no fue hasta que la ter­ cera se adentró por su cráneo, salpicando de La noche era igual de calurosa que el día y sesos el exterior, que el espantajo falleció.la luz de la luna bañaba de tono plateado el —¡Ven! —gritó, extendiéndome la mano, y salíambiente. Las olas del mar repicaban en su in­ de allí. Afuera se escenificaba un marasmocesante vaivén y de entre sus aguas comenza­ dantesco. Decenas de personas eran devoradasron a emerger unas figuras repulsivas y vivas por cadáveres antropófagos. En realidad,macabras. me estremezco solo de recordarlo y aún me persiguen por las noches los gritos ensordece­ Primero brotaron sus cabezas resurgiendo dores de desgraciadas víctimas muertas ade entre las aguas, sin necesidad de respirar. mordiscos; hombres, mujeres, niños, ancia­Poco a poco, el resto del cuerpo fue visible nos… ¡Ah, qué horrible! Recuerdo aquella mu­hasta que un conjunto de húmedas y goteantes jer eviscerada, con su abdomen abierto y susfiguras que deambulaban torpe y temblorosa­ entrañas siendo extraídas por los muertos,mente caminó sobre la arena. quienes las roían hambrientos. Exclamaba con agónicos quejidos porque ya estaba mo­ De todo esto era ajeno Bernal, que estaba ribunda y el dolor la había enloquecido. Deprofundamente dormido. Para cuando abrió la boca de uno de los seres brotaba una ma­los ojos, al percibir una gélida presencia a su no en miniatura que devoraba con afán…lado, profirió un gemido pávido al contemplar Dios mío… ¿aquella mujer había estado em­un espeluznante sujeto de piel grisácea y que barazada?hedía a putrefacción que lo miraba con un ros­tro contraído en una mueca de furia. El ser selanzó encima de él de inmediato y comenzó arebanarle el cuello a mordiscos. 45

FUTUROSCOPIAS Aquella visión me crispó aún más. Caí so­ Al llegar a las zonas más urbanas contem­bre el suelo vomitando y luego me cubrí la bo­ plamos un caos catártico de patrullas y ambu­ca con horror. El ambiente estaba repleto del lancias, vehículos en loca escapatoria quehedor a muerte y sangre y de los lamentos en­ chocaban entre sí, personas que corrían per­sordecedores de las personas que eran des­ seguidas por ávidos muertos vivientes, incen­cuartizadas. Sentí cómo un líquido tibio me dios que nadie atendía, caballos que huíansalpicaba la piel y luego descubrí que era la despavoridos y alocados disparos de personassangre que manó de un anciano cercano a mí a intentando defenderse.quien dos criaturas le abrieron la caja torácicacon violencia extrayéndole los órganos para La inseguridad ciudadana jugó a favor de al­engullirlos. gunos de nosotros. En las zonas urbanas de mi país era común que las casas estuvieran fuer­ Carlos, Mariela y yo corrimos hasta nues­ temente enrejadas por temor a los maleantes,tro vehículo. Cuando estábamos abriendo las aislándolas del exterior. Esto permitió quepuertas, el cadáver reanimado de un perro muchas familias se protegieran de los furiosossaltó sobre Mariela desgarrándole la garganta. y hambrientos zombis, que eran incapaces deLos disparos de Carlos —que vaciaron el car­ traspasar los barrotes, como fue el caso de migador— sirvieron para asesinar al diabólico hogar. Cuando llegamos a mi barrio en Sancan y contemplar el cadáver degollado de Ma­ José la extraña aberración que estaba devas­riela que, para nuestro horror, comenzó a con­ tando la Tierra apenas comenzaba. Mi herma­vulsionarse epilépticamente y a moverse hasta no vivía en su propio apartamento, al que noponerse de pie. Nos adentramos en el auto tenía sentido ir, mientras que yo vivía con mismientras Mariela, transformada en un zombi, padres. Al parquear­aparcar frente a la casa degolpeaba las ventanillas ensangrentándolas, y clase media que era mi residencia, nuestraera dejada atrás conforme Carlos arrancaba a madre salió a recibirnos con semblante ator­toda velocidad. mentado. —¡Gracias a Dios que están ustedes aquí! —Mamá —ordenó Carlos, mientras él y El día comenzaba a aclarar y Carlos conducía yo nos metíamos a la casa—, métete y cierraa toda prisa su Land Rover por la pampa guana­ todo con llave. ¡Rápido! —¡Pero su papá no hacasteca mientras escuchábamos la radio. Las no­ regresado! —sollozó ella—, lo he estado lla­ticias eran lapidariamente desalentadoras… mando al celular y las líneas están saturadas… —¡Papá ya está muerto! —aseguró Carlos con De manera inesperada, un ejército de horri­ sangre fría haciendo una deducción perfecta­bles cadáveres comedores de carne se liberó mente lógica.por todo el planeta. Una crisis tan bizarra queningún gobierno estaba preparado, y un océa­ Decenas de zombis se aproximaban corrien­no de caníbales putrefactos infestó cada calle y do a toda prisa hacia donde estábamos, así quecada avenida del globo. ¡Un macabro final pa­ nos encerramos en nuestra vivienda.ra la humanidad! Espeluznantes monstruos cadavéricos se En cuestión de días, miles de personas agolpaban frenéticamente tratando de pasarfueron devoradas hasta los huesos y otros las rejas que separaban nuestra casa del exte­tantos habían sido mordidos y contaminados rior, mostrándonos sus dientes ensangrenta­con la monstruosa peste, tornándolos en dos y extendiendo sus roñosas manos haciazombis que, en sus primeras etapas, eran ca­ nosotros mientras nos asomábamos por lapaces de correr, aunque algo torpemente. puerta. Escuché los alaridos de los infortuna­Observamos cómo hordas de monstruos dos transeúntes que fueron sorprendidos ca­carnívoros desolaban las comunidades rura­ minando por la calle, de las familias queles y atacaban todo lo que se movía, desde tuvieron la mala suerte de no haber podidolas vacas en las vastas llanuras hasta sus cerrar los portones a tiempo o, peor aún, depropios familiares dentro de las rústicas vi­ aquellos que incautamente abrieron la puertaviendas. 46

FUTUROSCOPIASa algún ser amado ya transmutado con fatídi­ fin del mundo, la Gran Tribulación y —sobrecas consecuencias. Se escucharon algunos rui­ todo— el esperado Rapto, que no había acon­dos de disparos, una que otra sirena de policía tecido.o ambulancia —que no duraba mucho— y elaullar lastimero del pastor alemán de los Siempre fui escéptica ante las famosasFernández Acuña, que vivían al final de la ca­ predicciones apocalípticas. Aunque era unalle. El infortunado can estaba amarrado en el mujer joven, era también una científica (soyjardín separado solo por una barda de madera. bióloga) y todo eso del calendario maya y de laLos furiosos zombis estaban a punto de rom­ destrucción del mundo me parecían super­perla e invadir el césped para luego devorar al cherías. ¡Y pensar que resultó ser cierto! Unpobre perro, pero algún vecino misericordioso día de tantos, los muertos sencillamente seque tenía un rifle le disparó desde la ventana adueñaron de las casas y tomaron el planeta.de un segundo piso en la calle de enfrenteevitándole sufrimiento al animal. Mi hermano me sacó de las cavilaciones ordenándome que hiciera algo. Obedecí y re­ Las imágenes que transmitía la televisión visé la refrigeradora y la alacena; lo que vi eraeran infernales, pero también lo eran las que alentador pues, preparándose para las fiestas ypodíamos ver desde la ventana de nuestra ca­ cenas de fin de año, mis padres habían acu­sa; un festín antropófago. Decenas de estos es­ mulado una cantidad enorme de alimentos depantajos alimentándose de la carne humana. todo tipo. Otro golpe de suerte fue que nuestroCharcos de sangre en el pavimento y las aceras finado padre pretendía montar un negocio dey el sonido horrendo de aquellos chasquidos proveedor de alimentos enlatados y había ad­conforme masticaban la carne y roían los hue­ quirido una cantidad considerable de cajas re­sos. Don Hernán, el vecino de enfrente, que pletas de comida en lata. Los comestibles nohabía sido un sujeto corpulento en vida, ali­ nos durarían eternamente, pero teníamos su­mentaba a varios de estos seres que peleaban ficiente para sobrevivir por un buen tiempo.primitivamente por las mejores porciones, y Guardé toda el agua que pude en botellas y ca­pude ver horrorizada mientras le arrancaban zuelas mientras mamá lloraba desconsoladala piel a tirones, hasta que las náuseas me lo en el sillón.impidieron y cerré las cortinas. Entonces escuchamos un maullido. Pero En algunos países el ejército había iniciado no se trataba de un maullido normal, sino deprocedimientos de salvamento con diferentes uno estridente y agónico como emitido por ungrados de éxito, pero ni siquiera los soldados espíritu demoníaco. Sin embargo, mi madreeran lo suficientemente efectivos contra las pareció alegrarse y corrió hacia el origen delhordas imparables de muertos resucitados. No sonido. —¡Michi! —celebró— ¡Estás bien! Eraobstante, mi país no tenía ejército, así que era la gata de la casa, que había entrado por lapoca la ayuda que podía esperar. La Comisión ventana abierta del baño. Mi mamá adoraba aNacional de Emergencias y la policía hicieron esa mascota y no notó que estaba muertalo que pudieron, pero pocos días después del —tenía marcas de neumáticos en su lomo.brote ya no había autoridades funcionales. Los —¡Mamá! ¡NO! —intenté advertir, pero fuereconocidos periodistas de Canal 7 nos pedían inútil. El gato saltó sobre ella y la mordió en elmantener la calma mientras mostraban imá­ brazo. Mi hermano mató al animal aplastán­genes del Aeropuerto Internacional Juan San­ dole la cabeza con una sartén. Tras esto, ytamaría en Alajuela, el mayor del país, donde aunque le proporcionamos los cuidados quetres mil personas intentaban escapar por avión nuestro botiquín nos permitió, la herida se in­inútilmente y saturando las instalaciones ase­ fectó y una gangrena horrenda y apestosadiados por zombis. consumió su brazo. Pronto fue víctima de ja­ queca, fiebre, temblores nerviosos y alucina­ En las últimas transmisiones se escuchó a ciones psicóticas, hasta que nuestra madre...los pastores evangélicos debatiendo sobre el ya no era ella… 47

FUTUROSCOPIAS CAPÍTULO II langostas que devoran todo a su paso… las puertas del Infierno dejarán salir a los Conde­ Pidan su absolución, el Diablo está cerca, nados, quienes arrasarán la humanidad… los esta tierra está condenada. sobrevivientes buscarán la muerte y no la en­ contrarán… Profecía de Anneliese Michel, joven poseída por siete demonios que —¿Mamá? —insistí. falleció durante el exorcismo en 1976 —Olvídalo —me dijo mi hermano desde el marco de la puerta, así que me separé de mi Después de que su frenesí caníbal pasara y madre y me le aproximé—. Solo está recitandolas calles y aceras estuvieran repletas de san­ pasajes de la Biblia… bueno, está diciendo in­gre y osamentas humanas, los zombis se dedi­ congruencias, pero entremezcladas con pro­caron a merodear sin consciencia produciendo fecías bíblicas extraídas del Apocalipsis —meuna verdadera pestilencia. dijo, y luego me llevó a la sala donde mis pa­ dres tenían una Biblia colocada en la mesa Mamá continuaba con fiebre y temblores principal al lado de una imagen de la Virgenepilépticos en su cuarto. La atendíamos lo me­ María—. «Y en aquellos días los hombres bus­jor que podíamos. Yo le limpiaba el sudor de la carán la muerte, pero no la hallarán; y an­frente y trataba de mantenerla cómoda. In­ siarán morir, pero la muerte huirá de ellos.»tenté darle de comer pero nunca aceptaba. —leyó—. Apocalipsis capítulo nueve, versículoSiempre hablaba sola o con extrañas alucina­ seis.ciones y nunca decía nada coherente. Había si­ Llegó el atardecer. Mi hermano miraba pordo una mujer religiosa, así que le puse un la ventana constantemente, aunque lo únicorosario en sus manos. que se podía ver era a aquellos espantajos ca­ davéricos deambulando sin cesar. Susurraba cosas ininteligibles y su brazo —Aurora, vos sos bióloga ¿verdad? —meinfectado hedía repulsivamente, pero me senté dijo. Era una pregunta retórica, pues él loa su lado y la escuché… sabía bien—, ¿me podés explicar si es normal ese aspecto que tienen los muertos cuando se —El Maestro de las Tinieblas espera en el descomponen?Abismo su advenimiento inminente… Sombras Me asomé por entre la cortina. No, no erainfinitas están por ser desencadenas… Sangre normal. Lucían como infectados por algunay muerte, abundante como mil océanos… La especie de lepra que los iba carcomiendo des­agonía del cosmos, espantosa y horrenda… Un de adentro. Sus pieles estaban llenas de pús­grito que nunca termina… La Gran Pesadilla tulas supurantes, úlceras y llagas sangrantesestá por comenzar… Ecos distantes de tiempos totalmente anómalas en un cuerpo putrefactode monstruos y tinieblas y seres abominables… y parecía como si les estuvieran surgiendo ex­Muy pronto, el Caos se extenderá y conquis­ traños tumores de algunas partes que los des­tará todo a su paso y la luz no será más. figuraban y deformaban dándoles un aspecto más horrible, si esto era posible. Más aterra­ ¿Qué significaban esas enigmáticas pala­ dor aún, cuando llegó la noche sus ojosbras? ¿Y por qué utilizaba mi madre ese voca­ emitían un resplandor púrpura…bulario tan poco común en ella? Mi hermano fue quien estuvo al lado de nuestra madre cuando está finalmente expiró. —¿Mamá? —le pregunté—, ¿mamá, me es­ Respiraba de forma forzada, como un ronqui­cuchas? ¿Qué estás diciendo? do, y tenía la boca abierta y la mirada perdida y, finalmente, cesó de respirar y ya no pro­ —…la Gran Ramera será la que Anuncie el ducía ningún sonido. Mi hermano se persignóAdvenimiento… Ella será la Madre Oscura y y luego le besó la frente.su nombre es Aberración… maldito sea sunombre y maldita sea su estirpe mil veces porlos siglos de los siglos… Que la Gran Abomi­nación se aproxima y en su frente los Nom­bres Blasfemos… del Abismo emergerán como 48

FUTUROSCOPIAS Al hacerlo el cadáver abrió los ojos… que ción, lo cierto es que tenían un cuerpo físico yemitían un resplandor purpúreo… y lo aferró este era incapaz de mantener funciones mo­por el cuello clavándole las uñas en la nuca. Él toras sin una fuente de energía. Así que, tardeexclamó un grito mezclado de dolor y horror e o temprano, los zombis dejarían de ser unintentó zafarse del escalofriante abrazo. El problema. ¡Bastaba con sobrevivir hasta en­cadáver de una débil anciana de pronto había tonces!obtenido una fuerza inhumana y sus esfuerzospor desprenderse se tornaron violentos, así Claro, era más fácil decirlo que hacerlo.que tuvo que propinarle varios puñetazos al Un mes después, mis elucubracionesrostro, hasta quebrarle la quijada y desfigurar­ científicas parecían acertadas y nuestra madrele los rasgos. fue produciendo menos y menos ruido hasta estar totalmente silente. Empero, no nos atre­ Llegué a la habitación al escuchar el baru­ vimos a abrir la puerta. A partir de la catástro­llo. Encontré a Carlos de pie al lado de la cama fe tuve problemas para conciliar el sueño pory a mi madre resucitada como las execrables los traumáticos recuerdos que me asolabancriaturas de afuera caminando hacia él dis­ y los días se volvieron tan largos y aburri­puesta a devorarlo. dos como las noches. Los primeros meses mi hermano y yo Salimos rápidamente y cerramos la puerta dormíamos juntos en la cama de mi habita­con llave. Lo más prudente habría sido asesi­ ción, pues estaba demasiado afligida como pa­narla, pero la idea de partirle el cráneo a nues­ ra poder dormir sola. Sin embargo, conformetra propia madre era intolerable. No obstante, Carlos empezó a tener reacciones erógenasel remedio resultó peor pues, aún encerrada en producidas por el roce de nuestros cuerpos,su habitación, gritaba y gemía enloquecida e optó por pasarse al sillón de la sala. Aun así lointentaba infructuosamente abrir la puerta con atormentaba un ardor irrefrenable en sus en­golpes y arañazos. El tener que soportar el es­ trañas que no lograba aliviar y que lo man­candaloso ruido provocado por los sollozos tenía despierto por las noches.escalofriantes de nuestra madre y su incesante Que nos mantenía despiertos a ambos.golpe de las paredes y la puerta durante toda Pude notar cómo mi hermano observabahora, todos los días, era una presión psicológi­ de manera inusualmente frecuente mis glúteosca insoportable y nos imposibilitaba a ambos y mis piernas durante nuestro enclaustra­comer y dormir. miento. Supongo que nunca había tenido pen­ samientos impuros y, si los tuvo, los reprimió. Después de un tiempo, no sé cuánto, de Pero la apocalíptica crisis en que estábamosiniciado el holocausto que arrasó con la civili­ enfrascados había cambiado la situación.zación humana, ya no había nada más que in­ —Ven —le dije—, quiero que duermas conmigoterferencia en la televisión, tanto nacional esta noche.como por cable, y por fuera de la ventana solo Él titubeó. Había pasado mucho desde lapodíamos ver una interminable procesión de espantosa pandemia zombi, pero aún refrena­espantosos y quejumbrosos muertos, los servi­ ba sus ímpetus. —¡Ven! —insistí y el obedeció.cios públicos cesaron y de pronto el fluido Se recostó en la cama a mi lado y me abrazó, yeléctrico y el agua potable dejaron de ser pro­ luego yo lo besé… —¿Qué estamos haciendo,veídos. Aurora? —me preguntó—. ¡Esto no está bien! —Hasta donde sabemos quizá seamos los últi­ Como nadie sabía nada sobre lo que había mos que quedamos vivos. Quizá no volvamos aprovocado la resurrección de los muertos sa­ ver a otro ser humano nunca más. Nadie se vaqué mis propias conclusiones; después de to­ a enterar. Ya no hay sociedad que nos juz­do, era una bióloga. gue… —Pero… —Yo no puedo soportarlo más, Carlos. Los zombis, fuera lo que fuera que los re­sucitó, no podían estar moviéndose eterna­mente sin fuentes de alimento. Aun si hubieraalgún trasfondo sobrenatural en su reanima­ 49

FUTUROSCOPIAS Carlos correspondió y comenzó a besarme vieron a salir, principalmente los padres dey a acariciarme. En poco tiempo nos quitamos familia, y poco a poco había, por primera vezla ropa y nos sumergimos en prohibida lujuria. en mucho tiempo, una muchedumbre en las afueras del vecindario. Muchos lectores estarán prejuiciados, con­denándonos por habernos entregado a esa in­ —¿Ustedes son del gobierno? —preguntócestuosa relación. No tengo justificación don Marvin, un modesto señor que se dedica­alguna. Ni siquiera la crisis en que estábamos ba a la mecánica automotriz.atrapados o el sentimiento claustrofóbico. Peropuedo decirles que tras ese acto sexual gran —No —respondió el hombre que había ha­parte del estrés y el horror acumulado durante blado por megáfono y que parecía ser el líder,meses desapareció. El cariño y la calidez huma­ un individuo que tenía una barba bien recor­na sumados al placer carnal burdo y animal no tada y lentes oscuros, y utilizaba una gorra conpueden remplazarse ni siquiera por el aprecio camuflaje militar—, el gobierno ya no existe.fraternal que siempre nos promulgamos. Y, tras Los cobardes y corruptos políticos escaparonacostumbrarnos gradualmente a la idea, nos en jets privados o murieron. Por eso, un grupoentregamos libremente a nuestro incestuoso de ciudadanos decidió fundar el MAZ.idilio haciendo el amor con una frecuencia tanasidua como podíamos así como desarrollamos —¿MAZ?nuevas y creativas formas de poseernos. —Movimiento Anti­Zombis. Nosotros nos organizamos para aniquilar a estos seres, pro­ Mis predicciones sobre los zombis fueron teger y defender a la raza humana y recrearatinadas. Ante la falta de alimentación, algu­ una nueva sociedad como Dios manda. Llá­nos se fueron y su número menguó considera­ menme Romero.blemente y, de los que quedaron, la mayoría —¿Y qué debemos hacer ahora? —preguntócomenzó a entrar en algún tipo de letargo. Pe­ doña Elizabeth, la mujer más adinerada del ba­ro seguía siendo inseguro para alguien que no rrio, que vivía en la más lujosa de las casas.estuviera armado salir de la casa y ya la comi­ —Lo primero es aislar la urbanizaciónda enlatada que nos nutría desde hacía año y porque los zombis pueden regresar, aún haypico se estaba agotando y pude imaginar a mi muchos que están en las montañas y que ba­hermano y a mí padeciendo hambre hasta mo­ jarán en cuanto perciban vida. Deberán cons­rir famélicos. truir tapias, muros y barricadas lo suficientemente firmes como para retener una Pero estos sombríos pensamientos fueron estampida de zombis. Nosotros tenemos ma­interrumpidos por el ruido de disparos a lo le­ teriales de construcción, alimento, agua, me­jos y luego el ya inusual sonido de motores de dicinas, armas y municiones para comerciar…vehículos. —¿Comerciar? —pregunté—. ¿Quiere decir que no nos las regalarán? Me asomé por la ventana y resultó que un Los tipos se rieron, y Romero dijo:grupo de aguerridos sujetos vestidos con ropa —Nada es gratis en esta vida, mi amor, y no­del mismo color verde —como si se tratara de sotros no somos la beneficencia. También tene­uniformes— viajaban en automóviles jeep y mos familias y tenemos que sobrevivir. Si quierendisparaban a todo zombi que se encontraban nuestros recursos tendrán que comprarlos.en el trayecto. Como el número de los muer­ —¡No hay problema! —se apresuró a decirtos vivos había disminuido mucho, en cues­ doña Elizabeth, y sacó de su cartera un fajo detión de minutos el barrio residencial estaba billetes—. ¿Cuánto cuesta todo?limpio de ellos. —Atención, vecinos —dijo uno —No sea tonta, señora —observó el chofer dede los sujetos mediante un megáfono—, pue­ uno de los jeep—, si ya no hay gobierno, ni bancos,den salir de sus casas. Somos el MAZ y los he­ ni sistema financiero, ¿para qué nos sirve el dine­mos liberado de la plaga zombi. Salgan de sus ro? Eso que tiene usted en las manos es papel.casas y les daremos indicaciones. —¿¡Cómo!? —se preguntó doña Elizabeth Tímidamente, algunos residentes se atre­ 50


Like this book? You can publish your book online for free in a few minutes!
Create your own flipbook