EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 97percibe sino raramente en la vida real, la vida delpensamiento consciente, despierto para traducirexactamente el pensamiento de este autor.» Lafacultad imaginativa es la importante en el sueño;pero hay todavía un más allá de nuestra imagi-nación que contradice el principio de que nadahay en nuestro intelecto que antes no haya pa-sado por .nuestros sentidos. Antes he insinuadoen d'Hervey alguna relación poeana; es más bienwellsiana, como debía haber dicho, lo que nodisminuye la gota de poesía, esto es, de crea-ción. Nuestros sueños no son tan sólo combinacio-nes de cosas y sensaciones conocidas. Tododepende, según Vaschide, de la manera con quese puebla nuestra, memoria. Todos hemos podi-do entrever en el ensueño cosas para nosotrosdesconocidas, con el mayor brillo y exactitud, yno gracias a la imaginación. «El ignorante queno sabe ni tener el lápiz en la mano, puede lle-gar a ser de repente, gracias al sueño, un artistaincomparable: éUnventa, crea, ejecuta, sin seren el fondo capaz de nada semejante.» Esto de-
08 R U B É N D A R Í Omostraría la identidad a ese respecto entre elsueño y ciertos estados hipnóticos. Y en cuantoa la imaginación, ¿qué es, en su esencia, la ima-ginación, como no sea, perogrullescamente, lafacultad de imaginar? No hay sino mucha pro-fundidad en la afirmación antigua del ocultismo,de que todo lo que imaginamos, así sea lo másextraordinario y raro, existe. Y es muy posibleque nuestro yo, en la libertad del ensueño, dis-ponga, si no de sentidos, de facultades ignotasque no puede ejercer en la pesadumbre de lavigilia. Si Piranesi pintaba tan prodigiosas arquitec-turas que dan una idea de cómo pictóricamentepueden transponerse las visiones sómnicas, ¿cuálno sería el poderío y el desencadenamiento desu ilusión durante el sueño? Vaschide, al tratarde d'Hervey, aparta deliberadamente lo que noha llegado a los inmediatos y comunes conoci-mientos. Lo sobrenatural, afirma, no podría tenerningún papel en esas prácticas observaciones.¿Por qué? Porque en la apretadísima ciencia delaboratorio, en cuanto se tiende la vista más allá
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 99de ios anteojos, sobreviene la negación... Deallí, en estos últimos días, el antibergsonismo.Pero volvamos a nuestras psiquis. Un día encuentra d'Hervey en la pared de uncorredor una vieja caricatura, en que reconocelos rasgos y las vestiduras de un fantasma quese le había aparecido en sueños dos años antes.Entonces recuerda que un año antes de su sueñohabía visto ligeramente dicha caricatura. Poderde la memoria o archivo de clisés. Pero cuandoen sueños ve en perspectiva a Bruselas y suiglesia de Santa Gudula, no es la memoria lo queobra. A mí me ha ocurrido, antes de haber ve-nido a París, haber visto exactamente variospuntos de París, y sobre todo la torre Eiffel, condetalles y particularidades que ningún grabadode periódico ni descripción me hubieran podidodar a conocer antes. Yo he visto también ensueños, con toda la exactitud de la realidad, unaciudad de la India, Delhi, que no conozco, yque, Dios mediante, he de confrontar algún díacon la ilusión o visión de mi sueño. Vaschideconcentra: «La imagen del ensueño es la copia
100 RUBÉN DARÍOde la idea. Lo principal es la copia, la substan-cia. La visión no es más que accesoria. Estable-cido esto, hay que saber seguir la marcha de lasideas, hay que saber analizar el tejido de los sue-ños; la incoherencia llega a ser entonces com-prensible; las concepciones más fantásticas setornan hechos simples y perfectamente lógicos.Hay una marcha a seguir en la manera en queel análisis debe proseguir en sus incursiones; lospanoramas onéiricos tienen sus senderos, y unaatención bien sostenida impulsa a trepar, parece,aun en esos palacios encantados tan brillantes ytan emocionantes en su arquitectura, toda tejidade imágenes de sueños.» No es verdad quetodos los sueños tengan una explicación de lasmás lógicas, sabiéndolos analizar Hay sueñoscuyas manifestaciones no tienen explicación al-guna por razonamientos científicos. La cienciaactual sola, no tiene cómo entrar por la puertade cuerno. Con los paisajes vistos, cierto, puedela imaginación en libertad componer oíros pai-sajes, y con las diferentes percepciones de loconocido, crear escenas y desarrollar una ilación
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 101de situaciones coherentes e incoherentes; mashay sueños y sensaciones de sueños que no tie-nen comparación con lo que percibimos y cono-cemos en nuestra existencia habitual, y para ex-plicar los cuales no encontramos, una vez des-piertos, palabras ni maneras, no digo de expli-car, sino de relatar. De mi experiencia particu-lar, encuentro que no hallo cómo formular lasensación que tengo en algunas pesadillas cuan-do «algo», un ser ignorado, pero que perteneceal mundo de las tinieblas, en forma de espectro,de monstruo antromorfo, de cadáver animado,digamos, me toca, estrecha mi mano o simple-mente me roza. Es algo — y ésta es una de tan-tas tentativas de explicación—como una sensa-ción eléctrica, penosa y horrorizonte al mismotiempo; pero hay más, y eso no hallo expresarlocon vocablos. Así como los que han intentadopintar el ensueño, d'Hervey, Grandville y norecuerdo qué colaborador artístico del StrandMagazine, por mucho que hayan intentado yrealizado, no exponen seguramente la visiónsómnica exactamente tal como la han tenido.
102 RUBÉN DARÍOMás de sueño «inexpresable» hay en ciertas es-culturas egipcias, en algunos grabados antiguos,que Robert de Montesquieu llama «llenos deinfinito», o en señaladas planchas de OdilonRodon.
EL M U N D O D E L O S . S U E Ñ O S III D'Hervey titne un caudal de observacionesinapreciables para los «sabios», para los hom-bres de ciencia, más que para los curiosos demisterio e indagadores de invisible, como quienestas líneas escribe. Así son del mayor interés—y estudiosos como Vaschide han de ello apro-vechado— lo referente al tiempo en el sueño; loque trata de la atención y de la voluntad en losmomentos- onéiricos. Sobre esto concreta el ma-logrado director adjunto del laboratorio de Psi-cología patológica en la Escuela de Altos Estu-dios: «Para modificar la trama de los sueños anuestro deseo, hay que dirigirse a la accióncombinada de la atención y de la voluntad. Enel estado de vigilia se es siempre dueño de fijarsu pensamiento, pero de una manera definida;
104 RUBÉN DARÍO en el ensueño, la atención, al fijarse en un ob- jeto señalado, tiene más sensible y más grande alcance. El sueño dado como ejemplo, es típico; los actos de voluntad y de atención están admi- rablemente reunidos; no los cito, por temor de alargar este análisis. Durante ese sueño, el au- tor (d'Hervey) ha tenido manifiestamente su libre arbitrio, pues se trataba de escoger entre dos caminos que se presentaban delante de él, y laasociación de ideas le había dado ideas adecua-das a la vía escogida por él. El ha guiado real-mente su sueño. Hay casos en que numerosossueños escapan a la potencia de la voluntad,sobre todo cuando las imágenes evocadas sonde naturaleza violenta. La voluntad obra no so-lamente en la dirección de los sueños lúcidos,sino también sobre los sueños incoherentes oapasionados. Los ejemplos abundan en el librode d'Hervey de Saint Denis, ejemplos de sueñoscon voluntad y atención, con voluntad bajo for-ma de deseo, con voluntad dirigente, con aten-ción y voluntad; este último es de absoluto va-lor documentado. Resulta de esos sueños que
EL M U N D O DE LOS SUEÑOS 105se puede cambiar bruscamente el curso de unsueño y evocar las imágenes que os placen. Elpensamiento puede hacer renacer la trama deios sueños, a condición de aplicarse.» Experien-cias de otros autores están en sentido opuestoal de esta afirmación. Ocurriré a mi contralorpersonal. Tan solamente una vez, de todas lasque recuerdo, he podido renovar el escenariode un sueño, grato desde luego. La personaevocada momentos después de la intervencióndel sueño, volvió a aparecer en condiciones máso menos semejantes a la de la escena que inci-tase mi deseo, pero no pude dirigir el curso delas escenas conforme con mi voluntad; ésta re-sultaba impotente ante algo imperioso del ins-tante sórnnico que ordenaba o desordenaba lomismo que se presentaba en mi volición. Fenó-menos inesperados, cambios teraíológicos a lavista, que no me asombraban, por otra parte,transformaban caprichosamente en el torbellinode la fantasía inconsciente y desbocada, lo pre-visto y voluntariamente solicitado. En cuanto ad'Hervey, «ia posibilidad de la reaparición vo-
106 RUBÉN DARÍOUnitaria, como por encantamiento, de una famo-sa irrupción de monstruos, dio valor al obser-vador, y en las seis semanas siguientes, habien-do tenido diez y seis veces en el sueño la con-ciencia de su estado, pudo renovar la experiencianueve veces, cambiando bruscamente el cursode la visión. Después, ya no cesó de dirigir sussueños. Da como resultado las proporciones si-guientes, obtenidas sobre un promedio de cua-renta y dos observaciones. Veintitrés veces eléxito fué completo, es decir, substitución inme-diata de la imagen deseada; tres veces el resul-tado fué mixto, es decir, no completamente se-gún sus deseos; cuatro veces, asociaciones deideas inesperadas aparecieron en el momentode la mutación voluntaria de las imágenes — esesto lo más acostumbrado en mi caso, como severá cuando exponga mis autobservaciones —;una vez la visión volvió a aparecer ante sus ojoscuando ya la creía apartada, y una vez la expe-riencia tuvo por resultado el despertamiento».De mí puedo decir que he llegado a un comple-to dominio de despertamiento, después de mu-
EL M U N D O DE LOS SUEÑOS lo-chos esfuerzos; pero siempre tengo que darmecuenta de que sueño, de que el sufrimiento quequiero evitar o cortar es una pesadilla. En se-guida, con un enérgico esfuerzo, los ojos seabren y me doy cuenta de las escenas por queacabo de pasar. Otras notaciones que encuentro idénticas a lasmías en d'Hervey. Los arcanos de la memoriason «inmensos subterráneos donde la luz de!espíritu no penetra nunca mejor que cuando hacesado de brillar afuera. Que no haya asombro,pues, si se vuelve a ver en sueños, con una lu-cidez maravillosa, personas muertas o ausentesdesde hace largo tiempo; si se vuelven a encon-trar, con sus menores detalles, lugares que anta-ño se han visitado; si se vuelven a oír aires hatiempo escuchados, y a ver páginas enteras quese han leído muchos años antes». Esta exactí-sima nota de Vaschide, por mí bien experimen-tada: «Existen sueños de ¡os que guardamos lamemoria de un sueño a otro.» Las observacio-nes concernientes a «la exaltación de la sensi-bilidad moral y de conceptividad intelectual en
103 RUBÉN DARÍOsueños, y los trabajos del espíritu que se ejecu-tan soñando». Aquí d'Hervey trae reminiscen-cias de sus versiones del chino y de sus labo-res literarias. Luego cae en la oneiromancía,después de referirse a los trabajos mentales rea-lizados en sueños. Siguiendo en mis referenciaspersonales, yo recuerdo haber compuesto poe-sías soñando: en el sueño parecíanme admira-bles; una vez, ya despierto, logré recordar unaparte de una de ellas, y me apareció incoheren-te. Otra vez soñé estar hojeando una obra mía,de poemas, ilustrada por Gustavo Doré. Recuerdo de las ediciones que en mi adoles-cencia hojeara del Quijote, de La Divina Comediay otras obras, ilustradas por Doré, y que me de-jaron una imborrable impresión. Mas una vezdespierto, no pude, sino en parte, reconstituiralgo de lo leído en el lujoso volumen, y ello notenía coordinación alguna. En otro punto trata d'Hervey sobre la asocia-ción de las ideas en el sueño, «la abstracción enla arquitectura de los sueños». «Las abstraccio-nes son operaciones del espíritu tan frecuentes,
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 109que será difícil, creo, analizar minuciosamente unsueño de cierta extensión sin descubrir varios.Sucede, por otra parte, algo con nuestros sue-ños como con esas mezclas químicas muy com-plicadas, en las cuales hay una infinidad de co-sas combinadas. Lo esencial no es de reencon-trarlas todas, sino de aislar aquellas cuya pre-sencia se tiene algún interés en verificar.» Lue-go hay algo sobre las primeras ilusiones delsueño —lo propiamente hipnagógico—, los co-mienzos del soñar imágenes truncas, fragmentos,sensaciones, pequeños soles que giran, bolas decolores variados que aparecen y desaparecen rá-pidamente del campo visual; ligeros hilos de oro,de plata, de púrpura, de verde esmeralda se en-rollan, se enlazan y que se dividen en mil for-mas geométricas, en su mayor parte regulares,semejantes, según d'Hervey de Saint-Denis, aesos finos arabescos que ornan los fondos delos cuadros bizantinos. De esta multitud informe de imágenes, d'Her-vey aparta las que están bien determinadas—per-tenecen a la categoría de sueños ordinarios—.
no R U B É N D A R Í OLas de las alucinaciones hipnagógicas, que re-cuerdan los cohetes de los fuegos artificiales,han sido estudiadas cuidadosamente con docu-mentos coloreados reunidos por el autor; en sulibro publica algunas muestras. D'Hervey deSaint-Denis hace notar en su graduación de loscolores las formas regulares de los elementos,coloreados o no, que componen esos croquis,y los compara a ciertas cristalizaciones natura-les. Es ésta, a mi entender, una de las partesmás interesantes y atrayentes de esa extrañaobra. Yo no encuentro, por lo que a mí toca,palabras que puedan dar idea de algunas de lasilusiones hipnagógicas que yo he tenido y ten-go frecuentemente, pues tocan a lo que podríallamarse íaniásíicomatemático, y ellas tienen de-masiado que ver con mis preocupaciones de looculto. D'Hervey describe algunas de las suyas: «Un humo blanco parece pasar corno unanube espesa arrojada por el viento. Llamas seescapan por momentos, tan brillantes, que im-presionan dolorosamente mi retina. Bien prontohan absorbido la nube; su brillo se ha suaviza-
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 111tío; se arremolinan, forman anchas cocardas, ne-gras en el interior y anaranjadas hacia el bordeexterior. Al cabo de un instante se entreabrengradualmente por el centro y no forman más quefino anillo dorado, una especie de marco en cuyomedio creo ver el retrato de uno de mis amigos.»Otra visión: «Un montículo color verde se di-buja en medio del campo que mis miradas inte-riores abarcan. Distingo poco a poco que es unmontón de hojas. Hierve como un volcán enerupción; crece, se agranda rápidamente porfuerzas en movimiento que arroja. Flores rojassalen a su vez del cráter y forman un enormebouquet. El conjunto dura su momento, muy ne-tamente. Luego todo se desvanece.» Y así otrasnotaciones de igual íantásticopintoresco. El li-bro de d'Hervey es de los raros sobre esetema de misterio.
UN SOÑADOR La segunda vida. I ¿Saintine?... ¿Quién se acuerda hoy en Fran-cia de Saintine? Y, no obstante, he ahí un espí-ritu excepcional y encantador, y uno de los p o -cos maestros «es revés» que se puedan encon-trar. Saintine nació en París en 1798 y murióen 1875. Premiado por la Academia, satisfechocon honores oficiales, escribiendo ya conmove-dora, ya risueñamente para el libro y para el tea-tro, fué el tipo del verdadero hombre de letras. 8
114 RUBÉN DARÍO Pero, a mi entender, no se ha sabido juzgar a ui varón excelente. Toda su obra variada y profu- sa no vale lo que el, quizá, más desconocido dí sus libros, aquel en que penetra en lo desco- nocido por la meditación, la observación y la fantasía, y que no tiene otro defecto, en ese sen- tido, que la declamación y el sabor romántico de la época. Me refiero a la La seconde vie, que tiene por subtítulo Revés et revertes, visions et caachemars. Esta obra fué publicada en 1864,y es hoy difícilmente encontrable. En este volu-men, Sainíine trata de sueños y de ensueños,visiones y pesadillas, en prosa y en verso. Hayen él cierta elegancia, erudición e imaginación;y no en vano era íntimo amigo de Gérard deNerval. Una de sus poesías se desenvuelve poreste pensamiento: Soñar es todavía vivir. Enuna de las estrofas dice: «Las cosas de la vidaf las cosas del sueño van alternativamente per-liéndonos en medio de los remolinos de su do-)Ie corriente; cual es durante nuestras noches;se sol que se levanta.» Es siempre un persegui-or de la verdad a través de los intrincamientos
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 115de las filosofías, aun cuando ponga ante elloslas brumas del ensueño. Ve a veces el error y laverdad que van por un mismo camino, con losmismos aspectos y dándose la mano como doshermanos. «Soñar—dice—, ¡oh!, cómo dominaesta palabra en la vida y cuánto lugar tiene enella. Despiertos soñamos; en medio de nuestrosmales, soñando, podemos crearnos una felicidadque ninguno nos envidia; y ¿quién de nosotrosquerría cortar de sus días esos dulces instantestan plenos y tan cortos, en que el pensamientoa lo lejos se lanza errante, alza ante nuestrospasos las barreras de un mundo, y allí, rodeán-donos de dulces visiones, de huríes de frentepura, de glorias, de trofeos, pone en nuestrasmanos la varita de las hadas? Y bien, si por inter-mitencia, los ojos cerrados, los ojos abiertos,poseemos en nosotros esa doble existencia, ¡ah,alma mía!, de un modo, de otro, ve, recorre eseotro universo, ese mundo ilimitado de la segun-da vida.» Como mis lectores comprenderán, elinterés que en mí despierta Saintine se basa ensus escritos sobre el mundo de los sueños.
116 RUBÉN DARÍO El también, como d'Hervey de Saint-Denis, escribió un diario de sus sueños, con la diferen-cia de que si en el otro había un propósito cien-tífico, en este autor hay, ante todo, la preocupa-ción de un procedimiento y un fin literarios. Pro-bablemente por ello no se habla de Saintine aeste respecto en ninguna de ¡as obras que for-man la ya larga bibliografía científica del sueño. Desde luego, como conviene, Saintine es unidealista. «En todos los pueblos —escribe—, entodas las épocas, el sueño ha desempeñado ungran papel en la historia de la Humanidad. Lasreligiones antiguas veían en él el indicio reve-lador de los acontecimientos futuros, testigoslos oráculos de Dodona y de Delfcs; el cultode Hécate con sus templos, que servían de hos-pederías a los durmientes, con sus interpreta-ciones, sus evocaciones y su famosa fórmula:«¡Bombo! ¡Momio! ¡Gorgo!», que pertenecentanto a Egipto y a la India como a la Grecia. Hoy mismo todos nuestros ensayos de reno-vación religiosa, el misticismo, el iluminismo, elsv/edenborgismo, el espiritismo, el magnetismo,
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 117¿no llaman al sueño o al ensueño (reverle)llevado hasta la exaltación, para ponernos encomunicación directa con las potencias de loalto?» Con todo, Saintine no toma nunca el aspectodel sabio, no emplea jergas de magister. Hastallega a la sonrisa para garantizar su modestia, yafirma que se ocupa en tales especulaciones, enverso o en prosa, «pour la distraction de tetesá l'envers». En su libro sueña, ya despierto,ya dormido; hay revé y revene. El moscardónde oro, por ejemplo, es una reverle mezcladade filosóficas reflexiones. A veces la reverle sejunta a la alucinación, como en El espejo deVenecia. Había llegado a la casa de campo unamigo, y después de una visita a la propiedad,se fué al lecho. Su sueño fué agitado, por faltade costumbre de dormir de día. Veamos lo queél cuenta: «Un criado, entre un sueño y otro,había venido a cerrar la persiana de mi ventana,sobre la cual daba el sol de lleno. Al despertar-me creí ver una figura dibujarse ante mí; luegootras figuras vinieron, figuras de mujeres, aun de
118 RUBÉN DARlOlindas mujeres, hasta donde podía juzgar poruna inspección rápida, pues no habían sino apa-recido y desaparecido en seguida. Una aberturaredonda había en la parte superior de la persia-na. Pensé que por allí venían mis curiosas a mi-rarme dormir. ¿Pero quiénes podían ser esas en-cantadoras personas? Nada en su fisonomía merecordaba de las damas con quienes me habíaencontrado por la mañana en casa de mi amigoen el desayuno. Luego noté que aun vuelto deespaldas a la ventana, veía nuevas aparicionesfemeninas. Esta vez no se trataba sólo de rostroso perfiles: cada una de mis visitantes mostraba,en su gracioso conjunto, el cuello descubierto,los hombros desnudos, y tan cerca de mí, quepodía tocarlas al pasar. Me hice el dormido y,cuando noté que una de mis encantadoras seacercaba, tendí bruscamente la mano hacia ella y,como único resultado, me golpeé los dedos conun espejo. Un espejo de Venecia, de bordes bi-selados, enmarcado de calados, y cuya existen-cia ignoraba, estaba colocado en el fondo de laalcoba que yo ocupaba. En ese espejo se repro-
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 119 ducía el dulce miraje, llevado por un rayo de sol a través de la abertura circular; al menos lo pensé así. Entonces, pensando que aquello no eran más que reflejos, examiné a mis bellas da- mas con despacio y calma convenientes. >Algunas me eran completamente desconoci- das; pero a la mayor parte de ellas, de seguro, las había encontrado en otra parte; ¿dónde? No podía recordarlo, y no me explicaba por qué caso fortuito se hallaban juntas en casa de miamigo, y tenían su decamerón justamente en laparte del jardín que estaba frente a mi ventana.Cosa igualmente singular, casi todas llevaban,o parecían llevar, un traje de teatro, faldas, peina-dos de otra época; aun las había cuyos cabellosestaban empolvados. ¿Se preparaba en casa demi amigo una sorpresa para la noche? Eso pa-recióme probable. Y mis bellas comediantas des-filaban ante mí: una con la gorguera a lo Enri-que III, otra el cuello a lo Médicis, ésta y aqué-lla con bucles atirabuzonados, los crespos, lospeinados de varios pisos, o las pelucas super-puestas del pouf de los reinados de Luis XIII,
120 RUBÉN DARÍOde Luis XIV y de Luis X V . En verdad, no meexplicaba cómo tantos tocados diferentes ibana figurar en una misma pieza, cuando de repen-te, sin vacilación, reconocí los modelos de dosretratos de Largilliére y de Latour: Mme. deMontespan y Mme. de Pompadour acababan deaparecer en el espejo. Una vez sobre esta pis-ta, los nombres de mis otros personajes me vi-nieron fácilmente a la memoria. Eran nada me-nos que los favoritos de nuestros antiguos reyes,Valois y Borbones: Diana de Poitiers, Gabrielad'Estrées, Miles, de la Fayette, d'Hautefort, deFontanges, de la Valiiére; Mme. de Maintenon,vestida de negro, un libro de horas en la mano,conducía el duelo de una reina; Mme. Dubarry,disfrazada de bacante, cerraba la marcha de laotra. ¿Pero cómo tantas bellas damas habían ve-nido a mi alcoba? Buscaba la razón del fenóme-no y creía haberla encontrado, cuando mi amigoentró en el cuarto. Abrió la ventana; me precipitéa ella; todo había desaparecido. «Poseéis una rica colección de retratos — ledije —; ¿es para hacerles respirar el aire que los
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 121exponéis en vuestro jardín?» Y le conté la histo-ria de mis visitantes, y cómo suponía yo algocomo un efecto de cámara obscura. El sonrió. «Sé de lo que se trata — me dijo —, y sientono haberos advertido. No hay ningún efecto decámara obscura; es el espejo únicamente, quetiene el don de reproducir así las imágenes queotras veces se han reflejado en él. Esta luna deVenecia, comprada por mi abuelo, provenía delsaqueo de Versailles en el 92. Traída a Franciapor Catalina de Médicis, decoró primero el HotelSaint-Pol, el Louvre; de allí pasó a Fontaine-bleau, a las Tullerías, a Versailles, siempre ador-nando el gabinete particular del rey reinante.Como nuestras bellezas en cuestión frecuenta-ban habitualmente ese gabinete, sus imágenes,a fuerza de reflejarse mil y mil veces, se han, pordecirlo así, incrustado; y por un efecto de ópti-ca, o de catóptrica, que no soy capaz de expli-car, por emisión o vibración luminosa, de tiempoen tiempo, en la media sombra sobre todo, laimagen aparece por sí misma en su superficie.» »Yo convine, pero pregunté:
122 RUBÉN DARÍO <—¿Por qué la imagen de los hombres no seha conservado también? > — Eso se explica por sí mismo —dijo rien-do—; las mujeres se miran más al espejo que loshombres.» Con esta explicación, que merece ser japone-sa, cierra Saintine la narración. Ese sueño dedespierto pierde por su mucha intención litera-ria, por su extensión expositiva, por el deseomanifiesto de hacer «el artículo». Y sin embar-go, hay «más allá», hay misterio y se recuerdanlos versos en que la luz de las bujías ... agünise A l'ínfini, dans les glaces de Venise... En la Ascensión de noche al Yungfrau se en-cuentra más la atmósfera del mundo de los sue-ños, con todo y quitar vigor y profundidad a loque toca con lo desconocido, el exceso de prosa,lo largo de lo contado, la insistencia en detallesque no agregan ningún interés, y que, al contra-rio, aminoran la impresión que dan las incursio-nes en la región de lo enigmático y ultraterreno.
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 123 II Una figura que se diría hermana de las muje-res de Poe aparece de cuando en cuando en lasnarraciones onéiricas de Saintine, una figuracuyo nombre latino suena suavemente, y a pesarde su origen horaciano lleno de sol, evoca a lasLigeias y Leonoras en su misterio trágico y me-lodioso : Lalage. La primera vez es en una re-lación algo poeana por cierto: en la Ascensiónde noche al Yungfrau. Se encontraba en Lauter-brunn con varios amigos excursionistas, de loscuales unos eran pintores, otros botánicos o mi-neralogistas. Ellos partían a sus rebuscas; él se quedabacon un libro en la mano. Sonreían de él por esto.Así, en una de las reuniones de la comida pro-
124 RUBÉN DARlOpuso adelantarse al Climbing-CIub en la escala-da del Yungfrau. No me extenderé en los detalles, que son bas-tante minuciosos. Hay sugerentes descripcionesnocturnas, y es singular la figura del guía Chris-tián Roth. Luego la ida a despertar a los compa-ñeros, frustrada, y la resolución de hacer sólocon los guías la ascensión. El comienzo de lasubida, el placer de hacer una herborización ala luz de la luna, los peligros, la historia delmiembro del Club de los Grimpeurs hundido enuna crevasse... «Yo podía verlo allí; allí estabaaún perfectamente conservado, y a diez pasos,Christián bajó de nuevo su antorcha; maquinal-mente incliné la cabeza hacia el abismo, perocerré los ojos; una corriente de aire, cargada depolvo de nieve, se escapaba de las entrañas delventisquero, y no dudé de que fuese el difuntoquien me soplaba así la nieve al rostro...» Se fa-tiga; quiere sentarse; el guía se lo impide. Siguenla ascensión apoyados en sus alpenstocks, recon-fortándose con el usual aguardiente con vinagrey queso asado. Él asciende, asciende; pero el
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 125cansancio se apodera de todo su ser, cuando, depronto, a lo largo de una cornisa ve que se des-liza una sombra. «Una forma humana se dibuja através de los azulados vapores de la noche. Ellahuella, como yo, esos tapices de nieve hastaentonces inmaculados... Mi ardor se renueva;precipito mi marcha con un ardor tal, que misguias quedan atrás. Llevado hacia adelante poruna fuerza sobrenatural, dejando allá mi bastónherrado, desciendo las cuestas deslizándome ylas subo a la carrera; los picos nevados se jun-tan delante de mí para que yo pueda de un solosalto pasar de uno a otro. No tardo en llegara la cima culminante de la montaña; entoncesquedo pasmado. Aquella misma forma humanaque se me había aparecido en los bordes de lacornisa, y que creía muy lejos tras de mí, es-taba erguida sobre la meseta, en una actitud detriunfo y de desafío. Me acerqué... Era unamujer... ¡Lalage! ¡Lalage!... No me preguntéistodavía quién es Lalage.» Lalage obsederá alsoñador. Ella aparece en otros ensueños, a lamanera de la Aurelia de Qérard de Nerval. Así
126 RUBÉN DARÍOen la narración o divagación que lleva por títuloPromethée. Saintine está en su jardín filosofando sobre lamisión del hombre, a quien quizá esté prohibidoconocer lo oculto de la vida. En su meditación,oyendo caer el agua de la fuente, perdido en lovago de su reverle, sin saber cómo, de repente,ve surgir ante él una montaña. Era el Cáucaso, y sobre el Cáucaso estabaenclavado el infeliz Prometeo, en compañía desu buitre, que le roía el hígado. Siguen varias reflexiones. Luego, Prometeo,su montaña y s u buitre, habían desaparecido. Ytiene ante su vista una representación de la pa-triarcal edad de oro. En seguida, tras unos ins-tantes de reflexión, el cuadro cambia; «sorpresaque podía darme voluntad; de ese lado, el en-sueño; la revene es más cómoda que el ensue-ño». Eran ahora templos, palacios; la civilizaciónhabía nacido. Y ve espectáculos de una civili-zación extraordinaria y extraña. Saintine hacesurgir ante su vista un cuadro de la época deSardanápalo. Luego son otros cuadros: aparece
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 127París, grande como Nínive; como ella, pobladade sabios, de escépticos y de epicúreos. Le pareció que durante el itinerario de Nínivea París, «por brusco y rápido que fuese el cambiode tiempo y lugar, había visto a lo largo de sucamino pasar las sombras siniestras de Tiro, deSidón, de Atenas, de Roma, de Bizancio, todasciudades poderosas, que se habían tendido porturno en la hoguera de Sardanápalo». ¿París es-taría amenazada de acabar así? Las visiones pro-vocadas siguen, y son objeto de expansionesfilosóficas. Una voz le había largamente, y luegase calla. ¿De dónde había venido? «Miré a mirededor. Yo no encontré sino a Lalage.» Y conella entabla un diálogo, en que le explicará lacausa de sus visiones. Lalage reaparece para ser cantada, tomandoel poeta como epígrafe una cita de Horacio: Et fugit ad salices Dulce ridentem Lalagem amabo. «Hay una sombra, un fantasma, una mujer— dicen las estrofas—que siempre marcha en
128 RUBÉN DARÍOmis pasos; si estoy triste, ella acude cuando demi alma se escapa el primer ¡ay! Después la es-cucho prodigarme_, en voz baja, buenos consejos,sin que yo los reclame, y de los cuales a menu-do no aprovecho. Indulgente como una madre,siempre diversa y encantadora, antes, cuando demis amores se rompía la trama efímera, revelán-dose a mí en toda su belleza, coqueta, y sin em-bargo púdica en su gracia, para reavivar mi co-razón desencantado, ella tomaba el lugar de miamor ausente. Después, su mano en la mía, jun-tos íbamos bien lejos, bien lejos, y sin cambiarde espacio, al bello país de las visiones, dondela realidad se borra, donde, bajo un cielo sinsombra, sin amenaza, florecen las ilusiones. Hoyque el amor casi no me importuna, tan encanta-dora como otras veces, aunque más grave y mássevera, ella sabe aún distraerme'con placeresmenos vivos, pero tan dulces creo; ella me en-canta, ella me alumbra, y es por sus .ojos que yoveo. En ella está toda mi ciencia, mi razón y miconciencia; sin embargo, estoy convencido deello, algo le hace falta: una nada, un humo, la
EL MUNDO DE LOS.SUEÑOS 129vida... ¡Ah! ¡Lalage, si hubieseis vivido, cuántoos hubiera amado!» La Aurelia de Nerval es unade las formas de una amada que ha tenido exis-tencia; la Lalage de Saintine es una creación,una proyección de su espíritu, y el soñador secomplace en adorar la sombra inasible e impo-sible. Mas todo esto me ha alejado del mundo delos sueños. Saintine presenta en su volumen máscapítulos dedicados a la revene que al sueñoverdadero; sobre el cual, por otra parte, él hace,en lo que llama «aviso a los viajeros», una cortadisertación. «En todos los pueblos—dice—, entodas las épocas, el sueño ha representado ungran papel en la historia de la Humanidad». Re-cuerda que las religiones antiguas veían en élel indicio revelador de los acontecimientos: asíen los oráculos de Dodona y Delfos; recuerdael culto de Hécate, con sus templos que servíande hospedería a los durmientes, con sus inter-pretaciones, etc., como he dicho en párrafos an-teriores. Después narra sus viajes sómnicos, nosin cierto énfasis y sentimentalismo románticos. 9
130 RUBÉN DARÍOY en uno de esos viajes se encontró «diez vecesmás feliz aún que de ordinario. Acampamos enno sé qué lugar del Globo, en Circasia, creo; talvez en el Perú, en Lima. ¡Las limeñas son tanlindas! El cielo, el paisaje, las flores, los pájaros,los productos bienhechores del suelo, y sobretodo la joven huéspeda encargada de hacermelos honores de su casa, me habían encantado atal punto, que me pareció que podían transcurriralgunos días sin temor a la saciedad». Él quisoquedarse. Pero su guía, un ángel — en Saintinehay también algo de swedenborguiano—le dijo:«¡Anda, anda!» El cambio es una de las condi-ciones de la Humanidad.
Áríemidoro. Yo me imagino al admirable trabajador demisterio bajo el poder de Adriano o de MarcoAurelio, o bien bajo Antonino Pío, recorriendolugares, fatigándose en dispendiosos y molestosviajes por Grecia, por Sicilia, por Italia, por lasislas más pobladas, todo al servicio de su deseode la sapiencia arcana de los sueños. Él encontraba a los hombres errantes que ibanen busca de la cuna del Sol, y que sabían leerel porvenir, y lograban su secreto a fuerza dedádivas, pues el viajero del enigma no escatima-ba ni dádivas ni penalidades. No creáis a los que
132 RUBÉN DARÍOos digan que es un antecesor de la charlataneríade posteriores y actuales tiempos. Hay demasia-da convicción en su obra — «nociones sabias,vistas profundas», dice una autoridad francesa—y demasiado sincero esfuerzo para dudar de laaltura de su espíritu. El mismo abate Richard,uno de sus detractores, reconoce esa cantidadprodigiosa de diferentes interpretaciones de lossueños, que están consignados en la gran obraque ha pasado hasta nosotros...; son una pruebade la seducción a que se había entregado porcompleto. Así educó a su hijo, lo que hace creerque haya adquirido en ese estado cierta consi-deración, y que aun le haya sido útil. No en vanoArtemidoro se dice inspirado por Apolo. ¿Todopoeta no es un soñador? «Si alguien — excla-ma—pretende poder agregar alguna cosa a milibro, que guarde para sí sus conocimientos; siencuentra algo de superfluo y que pueda apro-vecharle, que se sirva de ello; pero que no alte-re en nada la substancia, que respete y que temael ojo penetrante del dios que ve y que con-serva todo, de Apolo, la divinidad tutelar de mi
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 133patria, que me ha conducido e inspirado en estaempresa.» Artemidoro era originario de Éíeso. Su obraes clásica en la bibliografía del sueño. No sé quese haya hecho ninguna traducción al castellano.En Francia existe la de Desmoulins. Richard havertido fragmentos. Daré alguna idea, exponien-do algunos extractos de esa enciclopedia anti-gua del sueño, en la cual desde lo antiguo hastaMme. da Thébes tanto han recogido para el es-tudio de la interpretación. Las afecciones diceque se presentan por sí mismas al alma y quetienen a la naturaleza del sujeto, por ejemplo,cuando alguien piensa estar cerca del objeto desu pasión; que el miedoso vea por todas partesmotivos de temblar; que el que tenga hambre osed crea comer y beber: esas ideas, cuya causapreexistente en el sujeto no anuncian sino sudisposición misma y son todas naturales. Entreesas disposiciones, unas se relacionan con elalma, otras con el cuerpo y algunas con ambosa la vez. El enfermo que cree estar con su mé-dico y que arregla con él los medios de curarse;
134 RUBÉN DARÍOel amante que piensa en su querida, tienen elalma y el cuerpo ocupados. El que no tiene másque afecciones puramente espirituales, como deregocijarse o de entristecerse, no cede sino a lasimpresiones que afectan su alma; pero los queestán urgidos por la sed o por el hambre, o quepor haberse servido demasiado están atormenta-dos por la indigestión, ésos no tienen más queafecciones animales y que se relacionan entera-mente con el cuerpo. Estos últimos no puedentener por causas más que la escasez o la abun-dancia. Los sueños son movimientos o impresio-nes variadas del alma que anuncian bienes omales por venir... Admitida esta definición—noimporta el intervalo que se suponga entre el sue-ño y su realización — , el alma, por medio delas imágenes propias y naturales que se puedenllamar elementos, lo anuncia. Es a la razón aquien toca guiarnos en seguida y alumbrarnosen las obscuridades del porvenir. Algunas vecessucede que lo que nos es predicho se cumple, oinmediatamente después del sueño concluido, oen el instante mismo en que se acaba, de mane-
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 135ra que no se percibe la utilidad de la predicción;pero los acontecimientos mismos la hacen sen-tir. Es la experiencia la que instruye, y es difí-cil no escuchar su voz. Cuentan algunos cinco especies de sueñosalegóricos. Primero: los que son propios al so-ñador y que se refieren únicamente a él; los bie-nes o males que anuncian no sucederán sino aél. Segundo: los que son extraños, en los cualesotro parece obrar o sufrir; a él concierne única-mente la predicción. Tercero: los comunes quetocan con nosotros y nuestros amigos. Cuarto:los públicos que se relacionan con todo lo quepertenece a la ciudad y la república. Quinto: losgenerales que abarcan los grandes acontecimien-tos que interesan al Universo, tales como loseclipses, los terremotos. Artemidoro da la interpretación de todos esossueños. Señalaré algunas. Cuando el sueño serefiere a la cabeza, tiene que ver con el padre;el pie se relaciona con el esclavo; la mano dere-cha, con la madre, el hijo, el amigo o el herma-no; la izquierda, con la esposa, la amiga y la her-
138 RUBÉN DARlOmana; las partes genitales, con los parientes, lamujer y los niños; las piernas, con la mujer, conla querida. En regla general, consideran todosesos objetos según sus relaciones. Artemidoroestablece este principio para no caer en diserta-ciones que serían inútiles. En cuanto a los sue-ños públicos y generales, he aquí su aserto:quienes no se ocupan de esos asuntos, no so-ñarán nada en relación, puesto que no sucedeni aun al hombre que descuida sus propios ne-gocios soñar con ellos; y desde luego aquellosasuntos son tan elevados y tan grandes, queestán fuera del alcance y de las vistas de la ma-yoría, que por lo tanto no se ocupará en ellosnunca. Hay circunstancias en que el rango y ladignidad vuelven toda la atención sobre esa es-pecie de asuntos; entonces los sueños tienentoda la utilidad que pueden alcanzar. Así Home-ro, al representar una asamblea de ancianos quese ocupan en el sueño de Agamenón, les hacedecir... (aquí una cita de La Ilíada). Un griego delo común que hubiese tenido semejante sueño,aparecería como un mentiroso y no le haríamos
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS '137ningún caso; pero es el rey quien lo ha tenido,y merece toda nuestra atención. - Los más hábiles intérpretes de los sueños di-cen que se deben mirar como felices los queestán de acuerdo con la naturaleza, las leyes, lascostumbres, las artes, los títulos y el tiempo. Espreciso también apoyar sus conjeturas en lo queconviene y es propio. Para juzgar bien un sueño,es preciso conocer las costumbres ordinarias, nosolamente las del sujeto particular a quien setiene que responder, sino también los usos ge-nerales de la sociedad a que pertenece. Sin eso,uno se engaña fácilmente. De tal manera quequien quiera meterse a explicarlo es preciso quesepa quién es el que ha tenido el sueño, lo quehace, cuál es su calidad, cuál el estado de sufortuna, su salud, su edad. Debe en seguida exa-minar el sueño en todas sus partes, pues si seagregan o se quitan algunas circunstancias, yano es el mismo. Si- se falta a esas atenciones yhay equivocación, la culpa es de uno mismo. Sinembargo, hay sueños tan áridos que no se sabepor dónde explicarlos. Entonces es preciso que
138 RUBÉN DARÍOsuplan la sagacidad y la prudencia del intérprete,agregando algunas circunstancias que parezcannecesarias o aparten la atención, de las nebulo-sas interpretaciones de los hacedores de anagra-mas, que pueden, según las leyes de esta ciencia,agregar o quitar algunas letras. Cuando se sueña que se tiene una cabezagrande, es un buen pronóstico para el que esrico y que no ha pertenecido todavía a la magis-tratura; para el pobre, el atleta, el que presta ainterés, el banquero y aun el que está encargadode la cuenta y gastos de otro. Para el primero eshonor y distinción: portará corona, banda o dia-dema; para los segundos, riquezas y grandesposesiones que les engrandecerán la cabeza;para el banquero, el prestamista, etc., gran amon-tonamiento de dinero; pero para el rico elevadoen dignidad, el orador y el tribuno del pueblo,son injurias y molestias de la parte del público;al que está enfermo, dolor de cabeza; al militar,trabajos; al esclavo, continuación de servidum-bre; al que lleva un género de vida tranquilo,penas y agitaciones. Tener las cejas espesas y
ÉL MUNDO DE LOS SUEÑOS 139bien colocadas, es cosa agradable, sobre todo alas mujeres que se las ponen artificiales. Soñarsemejante cosa es pronóstico de placer y defelicidad; pero tenerlas ralas y en mal orden, per-derlas, es mal augurio, malos resultados, tristezapor venir, pues la antigua costumbre era arran-carse las cejas en los grandes dolores. Soñar quese tiene cabeza de león, de lobo, de pantera, deelefante, está bien; pues el que ha tenido esesueño, si emprende cosas que parecen sobrepa-sar sus fuerzas, las lleva a feliz término, y en-cuentra por todas partes ayudas tan terribles aquien los resiste como pesadas a los suyos. Mu-chos de los que pretendían comando o magistra-tura, han encontrado en esos sueños la predic-ción de sus éxitos. Pero tener una cabeza de perro, de caballo, deasno o de algún pájaro, si es de cuadrúpedos,signo de desgracia o de servidumbre; si es depájaro, signo de transmigración a otro país, yasea a causa del vuelo, ya porque los pájarosabandonen gustosos su familia y la mayoría noes sino pasajera.
140 RUBÉN DARÍO Andar fácilmente y sin obstáculo por la ma-ñana, no ser detenido por los que están en lacasa, es buen pronóstico. Señalan que todo sal-drá según la voluntad y el deseo que se tiene.Pero no poder andar, no encontrar la salida desu casa o de aquella en que se cree estar, anun-cia obstáculos a los que quieren viajar, emba-razos a los que algo tienen que llevar a cabo,una enfermedad larga al que comienza a estarenfermo y la muerte al que lo está desde hacetiempo. Saludar a alguien familiarmente, llamarle, abra-zarle, es de buen augurio y señala placer en loque se tendrá que decir o escuchar. No es tanbueno encontrar gentes que no sean amigosparticulares, aunque sean conocidos. Llamar a sus enemigos y abrazarlos, anunciael fin de la disensión. Besar un muerto, signo demuerte para el que está enfermo, y para el queestá sano, interdicción de todo alegre discurso,puesto que se ha acercado a los labios de unmuerto. Si son difuntos amados o que hayansido gratos, ello no debe causar ninguna inquie-
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 141tud ni impedir nada en las palabras o en losactos. Estar ante el espejo y verse el rostro es buensigno para el hombre o la mujer que piensa encasarse. El espejo anuncia una mujer al maridoy ün marido a la mujer, porque le muestra a cadauno un rostro que le pertenece y que sus hijosse mostrarán uno u otro. Es también un buensigno para los que están tristes, pues servirse deun espejo es un acto que nada tiene de triste ensí. Pero es un mal pronóstico para los enfermos,porque un espejo, de cualquier materia que estéhecho, tiene la tierra por principio. Es para otrosuna transmigración, pues se miran en una tierraextraña. Pero verse con una cara distinta de lasuya, no parecerse, es señal para el que se mirade que pasará por padre de hijos adulterinosy aun de extranjeros. Verse parecido, pero másfeo, deforme, signos de enfermedades o de pe-nas. Mirarse en el agua, pronóstico de muertepara el soñador o alguno de sus íntimos. El tribunal, los jueces, las leyes, anuncian atodos agitaciones y penas, gastos extraordina-
142 RUBÉN DARÍOrios y secretos descubiertos. A los que están en-fermos, días críticos, Si ganan, se mejorarán; sison condenados, morirán. Si alguien sueña estaren lugar del juez, no perderá, pues ¿qué juez secondenará a sí mismo? Si alguien sueña que encuentra un tesoro depoca consideración, males ligeros; pero si esabundante, cuidados, penas, aun la muerte; puesno se encuentra rico tesoro sin cavar la tierra,como cuando se entierra a alguien. «He tenido—agrega Artemidoro—la ocasión de observarme.Estaba triste y muy ocupado en asuntos difíciles;soñé que tenía en mi bolsillo poco dinero y queentré en una tienda, donde me lo robaron. Ha-biéndome despertado, recibí una noticia agrada-ble sobre la cosa misma que me inquietaba; latranquilidad y la alegría sucedieron a mis inquie-tudes. En una asamblea en que me encontraba,en que se hablaba de estos temas, un hombrecontó que habiendo enviado a su hijo a un lugarlejos de su casa a buscar un dinero que le de-bían, le pareció, en sueño, verle de vuelta, contres mil ochocientas monedas que traía. Un hábil
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS 143intérprete le anunció que su hijo volvería sinhaber conseguido nada, primero, porque de or-dinario sucede lo contrario de lo que se sueña,y segundo, porque la posición de los dedos, queindica 3800, no significa nada...»FIN
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