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Revista Casa de las Américas 296-297

Published by bibliotecacasadelasamericas, 2020-06-08 10:36:26

Description: Revista Casa de las Américas dedicada a Roberto Fernández Retamar.

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Caliban* Una pregunta Un periodista europeo, de izquierda por más señas, me ha preguntado hace unos días: «¿Existe una cultura latinoa- mericana?». Conversábamos, como es natural, sobre la reciente polémica en torno a Cuba, que acabó por enfrentar, Revista Casa de las Américas No. 296-297 julio-diciembre/2019 pp. 50-93 por una parte, a algunos intelectuales burgueses europeos (o aspirantes a serlo), con visible nostalgia colonialista; y por otra, a la plana mayor de los escritores y artistas latinoamericanos que rechazan las formas abiertas o veladas de coloniaje cultural y político. La pregunta me pareció revelar una de las raíces de la polémica, y podría enunciarse también de esta otra mane- ra: «¿Existen ustedes?». Pues poner en duda nuestra cultura es poner en duda nuestra propia existencia, nuestra realidad humana misma, y por tanto estar dispuestos a tomar partido en favor de nuestra irremediable condición colonial, ya que se * Estas páginas son solo unos apuntes en sospecha que no seríamos sino eco desfigurado de lo que sucede que resumo opiniones y esbozo otras en otra parte. Esa otra parte son, por supuesto, las metrópolis, para la discusión sobre la cultura en los centros colonizadores, cuyas «derechas» nos esquilmaron, nuestra América. El trabajo apareció y cuyas supuestas «izquierdas» han pretendido y pretenden originalmente en Casa de las Amé‑ orientarnos con piadosa solicitud. Ambas cosas, con el auxilio ricas, No. 68, septiembre-octubre de intermediarios locales de variado pelaje. de 1971. 50

Si bien este hecho, de alguna manera, es Tampoco puede establecerse un acercamien- padecido por todos los países que emergen del to necesario entre mestizaje y mundo colonial. colonialismo –esos países nuestros a los que Este último es sumamente complejo,1 a pesar esforzados intelectuales metropolitanos han lla- de básicas afinidades estructurales, y ha inclui- mado torpe y sucesivamente barbarie, pueblos de do países de culturas definidas y milenarias, color, países subdesarrollados, Tercer Mundo–, algunos de los cuales padecieron o padecen la creo que el fenómeno alcanza una crudeza sin- ocupación directa –la India, Vietnam– y otros gular al tratarse de la que Martí llamó «nuestra la indirecta –China–; países de ricas culturas, América mestiza». Aunque puede fácilmente menos homogéneos políticamente, y que han defenderse la indiscutible tesis de que todo hom- sufrido formas muy diversas de colonialismo –el bre es un mestizo, e incluso toda cultura; aunque mundo árabe–; países, en fin, cuyas osamentas esto parece especialmente válido para el caso de fueron salvajemente desarticuladas por la espan- las colonias, sin embargo, tanto en el aspecto tosa acción de los europeos –pueblos del África étnico como en el cultural es evidente que los negra–, a pesar de lo cual conservan también países capitalistas alcanzaron hace tiempo una cierta homogeneidad étnica y cultural: hecho este relativa homogeneidad en este orden. Casi ante último, por cierto, que los colonialistas trataron nuestros ojos se han realizado algunos reajus- de negar criminal y vanamente. Aunque en estos tes: la población blanca de los Estados Unidos pueblos, en grado mayor o menor, hay mestizaje, (diversa, pero de común origen europeo) exter- es siempre accidental, siempre al margen de su minó a la población aborigen y echó a un lado línea central de desarrollo. a la población negra, para darse por encima de divergencias esa homogeneidad, ofreciendo así Pero existe en el mundo colonial, en el planeta, el modelo coherente que sus discípulos los nazis un caso especial: una vasta zona para la cual el pretendieron aplicar incluso a otros conglome- mestizaje no es el accidente, sino la esencia, la rados europeos, pecado imperdonable que llevó línea central: nosotros, «nuestra América mes- a algunos burgueses a estigmatizar en Hitler lo tiza». Martí, que tan admirablemente conocía el que aplaudían como sana diversión dominical idioma, empleó este adjetivo preciso como una en westerns y películas de Tarzán. Esos filmes señal distintiva de nuestra cultura, una cultura proponían al mundo –incluso a quienes estamos de descendientes de aborígenes, de africanos, de emparentados con esas comunidades agredidas y europeos –étnica y culturalmente hablando. En su nos regocijábamos con la evocación de nuestro «Carta de Jamaica» (1815), el Libertador Simón exterminio– el monstruoso criterio racial que Bolívar había proclamado: «Nosotros somos un acompaña a los Estados Unidos desde su arran- pequeño género humano: poseemos un mundo cada hasta el genocidio en Indochina. Menos a la aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en vista el proceso (y quizá, en algunos casos, me- nos cruel), los otros países capitalistas también 1 Ver Yves Lacoste: Les pays sous-développés, París, 1959, se han dado una relativa homogeneidad racial esp. pp. 82-84. Una tipología sugestiva y polémica de y cultural, por encima de divergencias internas. los países extraeuropeos ofrece Darcy Ribeiro en Las Américas y la civilización, trad. de R. Pi Hugarte, t. 1, Buenos Aires, 1969, pp. 112-128. 51

casi todas las artes y ciencias»; y en su mensaje Este hecho está en la raíz de incontables al Congreso de Angostura (1819) añadió: malentendidos. A un euronorteamericano podrán entusiasmarlo, dejarlo indiferente o deprimirlo Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es las culturas china o vietnamita o coreana o árabe el europeo, ni el americano del norte, que más o africanas, pero no se le ocurriría confundir a bien es un compuesto de África y de América un chino con un noruego, ni a un bantú con un que una emancipación de Europa, pues que italiano; ni se le ocurriría preguntarles si existen. hasta la España misma deja de ser europea Y en cambio, a veces a algunos latinoamericanos por su sangre africana, por sus institucio- se los toma como aprendices, como borradores nes y por su carácter. Es imposible asignar o como desvaídas copias de europeos, inclu- con propiedad a qué familia humana perte- yendo entre estos a los blancos de lo que Martí necemos. La mayor parte del indígena se ha llamó «la América europea», así como a nuestra aniquilado; el europeo se ha mezclado con el cultura toda se la toma como un aprendizaje, un americano y con el africano, y este se ha mez- borrador o una copia de la cultura burguesa eu- clado con el indio y con el europeo. Nacidos ropea («una emanación de Europa», como decía todos del seno de una misma madre, nuestros Bolívar): este último error es más frecuente que padres, diferentes en origen y en sangre, son el primero, ya que confundir a un cubano con un extranjeros, y todos difieren visiblemente en inglés o a un guatemalteco con un alemán suele la epidermis; esta desemejanza, trae un reto estar estorbado por ciertas tenacidades étnicas; de la mayor trascendencia. parece que los rioplatenses andan en esto menos diferenciados étnica aunque no culturalmente. Y Ya en este siglo, en un libro confuso como es que en la raíz misma está la confusión, porque suyo, pero lleno de intuiciones (La raza cósmi‑ descendientes de numerosas comunidades indí- ca, 1925), el mexicano José Vasconcelos señaló genas, europeas, africanas, asiáticas, tenemos, que en la América Latina se estaba forjando una para entendernos, unas pocas lenguas: las de nueva raza, «hecha con el tesoro de todas las los colonizadores. Mientras otros coloniales o anteriores, la raza final, la raza cósmica».2 excoloniales, en medio de metropolitanos, se ponen a hablar entre sí en sus lenguas, nosotros, 2 Un resumen sueco de lo que se sabe sobre esta materia se los latinoamericanos y caribeños, seguimos con encontrará en el estudio de Magnus Mörner La mezcla de nuestros idiomas de colonizadores. Son las linguas razas en la historia de América Latina, trad., revisada por francas capaces de ir más allá de las fronteras el autor, de Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, 1969. Allí se que no logran atravesar las lenguas aborígenes ni reconoce que «ninguna parte del mundo ha presenciado los créoles. Ahora mismo, que estoy discutiendo un cruzamiento de razas tan gigantesco como el que con estos colonizadores, ¿de qué otra manera ha estado ocurriendo en América Latina y en el Caribe puedo hacerlo, sino en una de sus lenguas, que desde 1492» (15). Por supuesto, lo que me interesa en es ya también nuestra lengua, y con tantos de estas notas no es el irrelevante hecho biológico de sus instrumentos conceptuales, que también las «razas», sino el hecho histórico de las «culturas»: son ya nuestros instrumentos conceptuales? Ver Claude Lévi-Strauss: Race et histoire [1952]... París, 1968, passim. 52

No es otro el grito extraordinario que leímos en de los hombres que darían material para aquel una obra del que acaso sea el más extraordinario símbolo. El domingo 4 de noviembre de 1492, escritor de ficción que haya existido. En La tem‑ a menos de un mes de haber llegado Colón al pestad, la obra última (en su integridad) de Wi- continente que sería llamado América, aparece lliam Shakespeare, el deforme Caliban, a quien esta anotación: «Entendió también que lejos de allí Próspero robara su isla, esclavizara y enseñara el había hombres de un ojo, y otros con hocicos de lenguaje, lo increpa: «Me enseñaron su lengua, perros que comían a los hombres»;3 el viernes 23 y de ello obtuve/ El saber maldecir. ¡La roja de noviembre, esta otra: «la cual decían que era plaga/ Caiga en ustedes, por esa enseñanza!». muy grande [la isla de Haití: Colón la llamaba («You tought me language, and my profit on’t/ por error Bohío], y que había en ella gente que Is, I know to curse. The red plague rid you/ For tenía un ojo en la frente, y otros que se llamaban learning me your language!»). (La tempestad, caníbales, a quienes mostraban tener gran mie- acto I, escena 2). do». El martes 11 de diciembre se explica «que caniba no es otra cosa que la gente del gran Can», Para la historia de Caliban lo que da razón de la deformación que sufre el nombre caribe –también usado por Colón: en la Caliban es anagrama forjado por Shakespeare a partir de «caníbal» –expresión que, en el sentido 3 En las palabras iniciales de su Diario, dirigidas a los de antropófago, ya había empleado en otras obras Reyes Católicos, Colón menciona «la información que como La tercera parte del rey Enrique VI y Ote‑ yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y lo–, y este término, a su vez, proviene de «caribe». de un príncipe que es llamado Gran Can, que quiere decir Los caribes, antes de la llegada de los europeos, en nuestro romance Rey de los Reyes». En lo que toca al a quienes hicieron una resistencia heroica, eran término «caribe» y su evolución, ver Pedro Henríquez los más valientes, los más batalladores habitantes Ureña: «Caribe» [1938], Observaciones sobre el de las tierras que ahora ocupamos nosotros. Su español en América y otros estudios fllológicos, nombre es perpetuado por el Mar Caribe (al que comp. y pról.. de Juan Carlos Ghiano, Buenos algunos llaman simpáticamente el Mediterráneo Aires, 1976. Y en lo que toca a la atribución de antro- americano; algo así como si nosotros llamára- pofagia a los caribes, ver estos autores, que impugnan mos al Mediterráneo el Caribe europeo). Pero ese tal atribución: Julio C. Salas: Etnografía americana. Los nombre, en sí mismo –caribe–, y en su deformación indios caribes. Estudio sobre el origen del mito de la caníbal, ha quedado perpetuado, a los ojos de los antropofagia, Madrid, 1920; Richard B. Moore: Caribs, europeos, sobre todo de manera infamante. Es «Canibals» and Human Relations, Barbados, 1972; Jalil este término, este sentido, el que recoge y elabora Sued Badillo: Los caribes: realidad o fábula. Ensayo de Shakespeare en su complejo símbolo. Por la im- rectificación histórica, Río Piedras, Puerto Rico, 1978; portancia excepcional que tiene para nosotros, vale W. Arens: «2. Los Antropófagos Clásicos», El mito del la pena trazar sumariamente su historia. canibalismo, antropología y antropofagia [1979], trad. del inglés por Stella Mastrángelo, México, 1981; En el Diario de navegación de Cristóbal Co- Peter Hulme: «1. Columbus and the Cannibals» y lón aparecen las primeras menciones europeas «2. Caribs and Arawaks», Colonial Encounters. Eu‑ rope and the Natíve Caribbean, 1492-1797, Londres y Nueva York, 1986. En los tres últimos títulos se ofrecen amplias bibliografías. 53

propia carta «fecha en la carabela, sobre la Isla puede añadirse, a propósito de ambas visiones. de Canaria», el 15 de febrero de 1493, en que La de la criatura edénica es, para decirlo en un Colón anuncia al mundo su «descubrimiento», lenguaje más moderno, una hipótesis de trabajo escribe: «así que monstruos no he hallado, ni de la izquierda de la burguesía, que de ese modo noticia, salvo de una isla [de Quarives], la se- ofrece el modelo ideal de una sociedad perfecta gunda a la entrada de las Indias, que es poblada que no conoce las trabas del mundo feudal contra de una gente que tienen en todas las islas por el cual combate en la realidad esa burguesía. En muy feroces, los cuales comen carne humana».4 general, la visión utópica echa sobre estas tierras los proyectos de reformas políticas no realiza- Esta imagen del caribe/caníbal contrasta con dos en los países de origen, y en este sentido no la otra imagen del hombre americano que Co- podría decirse que es una línea extinguida; por lón ofrece en sus páginas: la del arauaco de las el contrario, encuentra peculiares continuado- grandes Antillas –nuestro taíno en primer lugar–, res –aparte de los continuadores radicales que a quien presenta como pacífico, manso, incluso serán los revolucionarios consecuentes– en los temeroso y cobarde. Ambas visiones de aboríge- numerosos consejeros que proponen incansable- nes americanos van a difundirse vertiginosamente mente a los países que emergen del colonialismo por Europa, y a conocer singulares desarrollos. El mágicas fórmulas metropolitanas para resolver taíno se transformará en el habitante paradisíaco los graves problemas que el colonialismo nos ha de un mundo utópico: ya en 1516, Tomás Moro dejado, y que, por supuesto, ellos no han resuelto publica su Utopía, cuyas impresionantes simili- en sus propios países. De más está decir la irri- tudes con la isla de Cuba ha destacado, casi hasta tación que produce en estos sostenedores de «no el delirio, Ezequiel Martínez Estrada.5 El caribe, hay tal lugar» la insolencia de que el lugar exista, por su parte, dará el caníbal, el antropófago, el y, como es natural, con las virtudes y defectos hombre bestial situado irremediablemente al no de un proyecto, sino de una genuina realidad. margen de la civilización, y a quien es menester combatir a sangre y fuego. Ambas visiones están En cuanto a la visión del caníbal, ella se corres- menos alejadas de lo que pudiera parecer a pri- ponde –también en un lenguaje más de nuestros mera vista, constituyendo simplemente opciones días– con la derecha de aquella misma burguesía. del arsenal ideológico de la enérgica burguesía Pertenece al arsenal ideológico de los políticos naciente. Francisco de Quevedo traducía Utopía de acción, los que realizan el trabajo sucio del como «No hay tal lugar». «No hay tal hombre», que van a disfrutar igualmente los encantadores soñadores de utopías. Que los caribes hayan sido 4 La carta de Colón anunciando el descubrimiento del tal como los pintó Colón (y tras él una inacabable Nuevo Mundo, 15 de febrero-14 de marzo 1493, Ma- caterva de secuaces), es tan probable como que drid, 1956, p. 20. hubieran existido los hombres de un ojo y otros con hocico de perro, o los hombres con cola, o 5 Ezequiel Martínez Estrada: «El Nuevo Mundo, la isla de las amazonas, que también menciona en sus pá- Utopía y la isla de Cuba», en Cuadernos Americanos, ginas, donde la mitología grecolatina, el bestiario marzo-abril de 1963; en Casa de las Américas, No. 33, medieval, Marco Polo y la novela de caballería noviembre-diciembre de 1965. Este último número es un Homenaje a Ezequiel Martínez Estrada. 54

hacen lo suyo. Se trata de la característica versión la presentación de aquellas criaturas que «guar- degradada que ofrece el colonizador del hombre dan vigorosas y vivas las propiedades y virtudes al que coloniza. Que nosotros mismos hayamos naturales, que son las verdaderas y útiles».6 creído durante un tiempo en esa versión solo En 1603 aparece publicada la traducción al prueba hasta qué punto estamos inficionados inglés de los Ensayos de Montaigne, realizado con la ideología del enemigo. Es característico por Giovanni Floro. No solo Floro era amigo que el término caníbal lo hayamos aplicado, por personal de Shakespeare, sino que se conserva el antonomasia, no al extinguido aborigen de nues- ejemplar de esta edición que Shakespeare poseyó tras islas, sino al negro de África que aparecía en y anotó. Este dato no tendría mayor importancia aquellas avergonzantes películas de Tarzán. Y es si no fuera porque prueba sin lugar a dudas que el que el colonizador es quien nos unifica, quien libro fue una de las fuentes directas de la última hace ver nuestras similitudes profundas más allá gran obra de Shakespeare, La tempestad (1611). de accesorias diferencias. Incluso uno de los personajes de la comedia, Gonzalo, que encarna al humanista renacentista, La versión del colonizador nos explica que el glosa de cerca, en un momento, líneas enteras del caribe, debido a su bestialidad sin remedio, no Montaigne de Floro, provenientes precisamente quedó otra alternativa que exterminarlo. Lo que del ensayo «De los caníbales». Y es este hecho no nos explica es por qué, entonces, antes incluso lo que hace más singular aún la forma como que el caribe, fue igualmente exterminado el Shakespeare presenta a su personaje Caliban/ pacífico y dulce arauaco. Simplemente, en un caníbal. Porque si en Montaigne –indudable caso como en otro, se cometió contra ellos uno de fuente literaria, en este caso, de Shakespeare– los mayores etnocidios que recuerda la historia. «nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas na- (Innecesario decir que esta línea está aún más ciones [...] lo que ocurre es que cada cual llama viva que la anterior). En relación con esto, será barbarie a lo que es ajeno a sus costumbres»,7 siempre necesario destacar el caso de aquellos en Shakespeare, en cambio, Caliban/caníbal hombres que, al margen tanto del utopismo –que es un esclavo salvaje y deforme para quien son nada tenía que ver con la América concreta– pocas las injurias. Sucede, sencillamente, que como de la desvergonzada ideología del pillaje, Shakespeare, implacable realista, asume aquí impugnaron desde su seno la conducta de los al diseñar a Caliban la otra opción del naciente colonialistas, y defendieron apasionada, lúcida, mundo burgués. En cuanto a la visión utópica, valientemente a los aborígenes de carne y hueso: ella existe en la obra, sí, pero desvinculada de a la cabeza de esos hombres, la figura magnífica Caliban: como se dijo antes, es expresada por del padre Bartolomé de Las Casas, a quien Bo- el armonioso humanista Gonzalo. Shakespeare lívar llamó «el Apóstol de la América», y Martí verifica, pues, que ambas maneras de considerar elogió sin reservas. Esos hombres, por desgracia, no fueron sino excepciones. 6 Miguel de Montaigne: Ensayos, trad. de C. Román y Salamero, t.1, Buenos Aires, 1948, p. 248. Uno de los más difundidos trabajos europeos en la línea utópica es el ensayo de Montaigne 7 Loc. cit. «De los caníbales», aparecido en 1580. Allí está 55

lo americano, lejos de ser opuestas, eran per- interpretaciones. La primera de ellas proviene de fectamente conciliables. Al hombre concreto, Ernest Renan, quien en 1878 publica su drama presentarlo como un animal, robarle la tierra, Caliban, continuación de La tempestad.10 En esclavizarlo para vivir de su trabajo y, llegado esta obra, Caliban es la encarnación del pueblo, el caso, exterminarlo: esto último, siempre que presentado a la peor luz, solo que esta vez su se contara con quien realizara en su lugar las conspiración contra Próspero tiene éxito, y llega duras faenas. En un pasaje revelador, Próspero al poder, donde seguramente la ineptitud y la advierte a su hija Miranda que no podrían pasar- corrupción le impedirán permanecer. Próspero se sin Caliban: «De él no podemos prescindir. espera en la sombra su revancha. Ariel desapare- Nos hace el fuego,/ Sale a buscarnos leña, y nos ce. Esta lectura debe menos a Shakespeare que a sirve/ A nuestro beneficio». («We cannot miss la Comuna de París, la cual ha tenido lugar solo him: he does make our fire/ Fetch in our wood siete años antes. Naturalmente, Renan estuvo and serves in offices/ That profit us»). (Acto I, entre los escritores de la burguesía francesa que escena 2). En cuanto a la visión utópica, ella tomaron partido feroz contra el prodigioso «asalto puede –y debe– prescindir de los hombres de al cielo».11 A partir de esa hazaña, su antidemo- carne y hueso. Después de todo, no hay tal lugar. cratismo se encrespa aún más: «en sus Diálogos filosóficos», nos dice Lidsky, «piensa que la so- Que La tempestad alude a América, que su lución estaría en la constitución de una élite de isla es la mitificación de una de nuestras islas, no ofrece a estas alturas duda alguna. Astrana 10 Ernest Renan: Caliban. Suite de «La tempéte», Pa- Marín, quien menciona el «ambiente claramente rís, 1878. (Curiosamente tres años después, en 1881, indiano (americano) de la isla», recuerda algu- Renan publicó también L’eau de Jouvence. Suite de no de los viajes reales, por este continente, que «Caliban», en que se retractó de algunas tesis centrales inspiraron a Shakespeare, e incluso le propor- de su pieza anterior, explicando: «Amo a Próspero, pero cionaron, con ligeras variantes, los nombres de no amo en absoluto a las gentes que lo restablecerían en no pocos de sus personajes: Miranda, Sebastián, el trono. Caliban, mejorado por el poder, me complace Alonso, Gonzalo, Setebos.8 Más importante que más. [...] Próspero, en la obra presente, debe renunciar ello es saber que Caliban es nuestro caribe. a todo sueño de restauración por medio de sus antiguas armas. Caliban, en el fondo, nos presta más servicios que No me interesa seguir todas las lecturas po- los que nos prestaría Próspero restaurado por los jesuítas sibles que desde su aparición se hayan hecho de y los zuavos pontificales. [...] Conservemos a Caliban; esta obra notable.9 Bastará con señalar algunas tratemos de encontrar un medio de enterrar honorable- mente a Próspero y de incorporar a Ariel a la vida, de 8 William Shakespeare: Obras completas, trad., estudio tal manera que no esté tentado ya, por motivos futiles, preliminar y notas de Luis Astrana Marín, Madrid, 1961, de morir a causa de cualquier cosa». Renan reunió esas pp. 107-108. y otras piezas teatrales en Drames philosophiques, París, 1888. Ahora es más fácil consultarlos en sus 9 Así, por ejemplo, Jan Kott nos advierte que hasta el siglo xix Oeuvres complètes, tomo III [...], París, 1949. La cita «hubo varios sabios shakespearólogos que intentaron leer que acabo de hacer está en las pp. 440 y 441). La tempestad como una biografía en el sentido literal, o como un alegórico drama político». J. K.: Apuntes sobre 11 Ver Arthur Adamov: La Commune de París (8 mars-28 Shakespeare, trad. de J. Maurizio, Barcelona, 1969, p. 353. mai 1871), Antologie, París, 1959; y especialmente Paul Lidsky: Les écrivains contre la Commune, París, 1970. 56

seres inteligentes que gobiernen y posean todos de honor, gobiérnesela con justicia, extrayendo los secretos de la ciencia».12 Característicamente, de ella, por el beneficio de un gobierno así, el elitismo aristocratizante y prefascista de Re- abundantes bienes, y ella estará satisfecha; nan, su odio al pueblo de su país, está unido a un una raza de trabajadores de la tierra es el negro odio mayor aún a los habitantes de las colonias. [...]; una raza de amos y de soldados, es la raza Es aleccionador oírlo expresarse en este sentido: europea [...]. Que cada uno haga aquello para lo que está preparado, y todo irá bien.14 Aspiramos [dice], no a la igualdad sino a la dominación. El país de raza extranjera deberá Innecesario glosar estas líneas que, como dice ser de nuevo un país de siervos, de jornaleros con razón Césaire, no pertenecen a Hitler, sino agrícolas o de trabajadores industriales. No al humanista francés Ernest Renan. se trata de suprimir las desigualdades entre los hombres, sino de ampliarlas y hacer de Es sorprendente el primer destino del mito de ellas una ley.13 Caliban en nuestras propias tierras americanas. Veinte años después de haber publicado Renan Y en otra ocasión: su Caliban, es decir, en 1898, los Estados Unidos intervienen en la guerra de Cuba contra España por La regeneración de las razas inferiores o bas- su independencia, y someten a Cuba a su tutelaje, tardas por las razas superiores está en el orden convirtiéndola, a partir de 1902 (y hasta 1959), en providencial de la humanidad. El hombre de su primera neocolonia, mientras Puerto Rico y pueblo es casi siempre, entre nosotros, un las Filipinas pasaban a ser colonias suyas de tipo noble desclasado, su pesada mano está mucho tradicional. El hecho –que había sido previsto mejor hecha para manejar la espada que el útil por Martí muchos años antes– conmueve a la servil. Antes que trabajar, escoge batirse, es intelligentsia hispanoamericana. En otra parte decir, que regresa a su estado primero. Regere he recordado que «el 98» no es solo una fecha imperio populos, he aquí nuestra vocación. española, que da nombre a un complejo equipo de Arrójese esta devorante actividad sobre países escritores y pensadores de aquel país, sino también, que, como China, solicitan la conquista extran- y acaso sobre todo, una fecha hispanoamericana, jera. [...] La naturaleza ha hecho una raza de la cual debía servir para designar un conjunto obreros, es la raza china, de una destreza de no menos complejo de escritores y pensadores mano maravillosa, sin casi ningún sentimiento de este lado del Atlántico, a quienes se suele llamar con el vago nombre de «modernistas».15 12 Paul Lidsky: ob. cit., p. 82. Es el 98 –la visible presencia del imperialismo 13 Cit. por Aimé Césaire en Discours sur le colonialisme 14 Cit. en ob. cit., pp. 14-15. [1950], 3a. ed., París, 1955, p. 13. Es notable esta requisitoria, muchos de cuyos postulados hago míos. 15 Ver R.F.R.: «Destino cubano» [1959], en Papelería, La Traducido parcialmente en Casa de las Américas, Habana, 1962, y sobre todo: «Modernismo, 98, subde- No. 36-37, mayo-agosto de 1966. Este número está sarrollo», trabajo leído en el III Congreso de laAsociación dedicado a África en América. Internacional de Hispanistas, México, 1968. Incluido en Ensayo de otro mundo, 2a. ed., Santiago de Chile, 1969. 57

norteamericano en la América Latina– lo que, que nosotros los latinoamericanos vendríamos habiendo sido anunciado por Martí, da razón de curiosamente a formar parte) está amenazada la obra ulterior de un Darío o un Rodó. por el yanqui «canibalesco». Es bastante poco probable que por esa época escritores argelinos Un temprano ejemplo de cómo recibirían el y vietnamitas, pateados por el colonialismo fran- hecho los escritores latinoamericanos del mo- cés, estuvieran dispuestos a suscribir la primera mento lo tenemos en un discurso pronunciado parte de tal criterio. Es también francamente por Paul Groussac en Buenos Aires, el 2 de mayo extraño ver que el símbolo de Caliban –donde de 1898: Renan supo descubrir con acierto al pueblo, si bien para injuriarlo– sea aplicado a los Estados Desde la Secesión y la brutal invasión del Unidos. Y sin embargo, a pesar de esos desenfo- Oeste [dice], se ha desprendido libremente el ques, característicos por otra parte de la peculiar espíritu yankee del cuerpo informe y «caliba- situación de la América Latina, la reacción de nesco», y el viejo mundo ha contemplado con Groussac implicaba un claro rechazo del peli- inquietud y temor a la novísima civilización gro yanqui por los escritores latinoamericanos. que pretende suplantar a la nuestra declarada No era, por otra parte, la primera vez que en caduca.16 nuestro Continente se expresaba tal rechazo. Aparte de casos de hispanoamericanos como El escritor francoargentino Groussac siente los de Bolívar, Bilbao y Martí, entre otros, la que «nuestra» civilización (entendiendo por literatura brasileña conocía el ejemplo de Joa- tal, visiblemente, a la del «Viejo Mundo», de la quín de Sousa Andrade, o Sousândrade, en cuyo extraño poema «O Guesa Errante» el canto X 16 Cit. en José Enrique Rodó: Obras completas, edición está consagrado a «O inferno de Wall Street», con introd., pról. y notas de Emir Rodríguez Monegal, «una Walpurgisnacht de bolsistas, policastros y Madrid, 1957, p. 193. Ver también, de Rubén Darío: «El negociantes corruptos»;17 y de José Verissimo, triunfo de Calibán», en El Tiempo, Buenos Aires, 20 de quien en un tratado sobre educación nacional, mayo de 1898 (cit. muy parcialmente en Rodó: ob. cit., de 1890, al impugnar a los Estados Unidos, es- p. 194). En aquel artículo, que no se sabe si Rodó llegó cribió: «los admiro pero no los estimo». a conocer, Darío rechaza a esos «búfalos de dientes de plata [...] enemigos míos [...] aborrecedores de la Ignoro si el uruguayo José Enrique Rodó –cuya sangre latina, [...] los bárbaros», y añade: «No puedo famosa frase sobre los Estados Unidos: «los ad- estar de parte de ellos, no puedo estar por el triunfo miro, pero no los amo», coincide literalmente con de Calibán. [...] Solo un alma ha sido tan previsora la observación de Verissimo– conocía la obra sobre este concepto [...] como la de Sáenz Peña; y esa del pensador brasileño; pero es seguro que sí fue, ¡curiosa ironía del tiempo!, la del padre de Cuba conociera el discurso de Groussac, reproducido libre, la de José Martí» (R.D.: «El triunfo de Calibán», en su parte esencial en La Razón, de Montevideo, en Prosas políticas, introd. de Julio Valle-Castillo y notas de Jorge Eduardo Arellano, Managua, 1982, 17 Ver Jean Franco: The Modern Culture of Latin America: pp. 85-86). Darío, citando al curioso ocultista francés Society and the Artist, Londres, 1967, p. 49. Josephin Peladan (a quien atribuye la comparación), ya había equiparado los Estados Unidos a Caliban en su «Edgar Allan Poe», en Los raros [1896], Buenos Aires, 1952, p. 20. 58

el 6 de mayo de 1898. Desarrollando la idea allí está acompañada de una apreciación positiva esbozada, y enriqueciéndola con otras, Rodó de Caliban. Hay que agradecer a este libro de publica en 1900, a sus veintinueve años, una de Guéhenno el haber ofrecido por primera vez una las obras más famosas de la literatura hispanoa- versión simpática del personaje.20 Pero el tema mericana: Ariel. Implícitamente, la civilización hubiera requerido la mano o la rabia de un Paul norteamericana es presentada allí como Caliban Nizan para lograrse efectivamente.21 (apenas nombrado en la obra), mientras que Ariel vendría a encarnar –o debería encarnar– lo me- Mucho más agudas son las observaciones jor de lo que Rodó no vacila en llamar más de del argentino Aníbal Ponce en la obra de 1935 una vez «nuestra civilización» (223 y 226); la Humanismo burgués y humanismo proletario. El cual, en sus palabras como en las de Groussac, libro –que un estudioso del pensamiento del Che no se identifica solo con «nuestra América La- conjetura que debió haber ejercido influencia tina» (239), sino con la vieja Romania, cuando sobre él–22 consagra su tercer capítulo a «Ariel o no con el Viejo Mundo todo. La identificación la agonía de una obstinada ilusión». Al comentar Caliban-Estados Unidos que propuso Groussac La tempestad, dice Ponce: «en aquellos cuatro y divulgó Rodó estuvo seguramente desacertada. seres ya está toda la época: Próspero es el tirano Abordando el desacierto por un costado, comen- ilustrado que el Renacimiento ama; Miranda, su tó José Vasconcelos: «si los yanquis fueran no linaje; Calibán, las masas sufridas [Ponce citará más Calibán, no representarían mayor peligro».18 luego a Renan, pero no a Guéhenno]; Ariel, Pero esto, desde luego, tiene escasa importancia el genio del aire, sin ataduras con la vida».23 al lado del hecho relevante de haber señalado Ponce hace ver el carácter equívoco con que es claramente dicho peligro. Como observó con acierto Benedetti, «quizá Rodó se haya equivoca- 20 La visión aguda pero negativa de Jan Kott lo hace do cuando tuvo que decir el nombre del peligro, irritarse por este hecho: «Para Renan», dice, «Calibán pero no se equivocó en su reconocimiento de personifica al Demos. En su continuación [...] su Calibán dónde estaba el mismo».19 lleva a cabo con éxito un atentado contra Próspero. Guéhenno escribió una apología de Calibán-Pueblo. Algún tiempo después –y desconociendo se- Ambas interpretaciones son triviales. El Calibán shakes- guramente la obra del colonial Rodó, quien por peareano tiene más grandeza» (Ob. cit., p. 398). supuesto sabía de memoria la de Renan–, la tesis del Caliban de este es retomada por el escritor 21 La endeblez de Guéhenno para abordar a fondo este francés Jean Guéhenno, quien publica en 1928, tema se pone de manifiesto en los prefacios en que, en las en París, su Caliban habla. Esta vez, sin embar- sucesivas ediciones, va desdiciéndose (2a. ed., 1945; 3a. go, la identificación renaniana Caliban/pueblo ed., 1962) hasta llegar a su libro de ensayos Caliban y Próspero (París, 1969), donde, al decir de un crítico, 18 José Vasconcelos: Indología, 2a. ed., Barcelona, s.f., convertido Guéhenno en «personaje de la sociedad bur- pp. x-xiii. guesa y un beneficiario de su cultura», juzga a Próspero más equitativamente que en tiempos de Caliban habla» 19 Mario Benedetti: Genio y figura de José Enrique Rodó, (Pierre Henri Simon en Le Monde, 5 de julio de 1969). Buenos Aires, 1966, p. 95. 22 Michael Löwy: La pensée de Che Guevara, París, 1970, p. 19. 23 Aníbal Ponce: Humanismo burgués y humanismo pro‑ letario, La Habana, 1962, p. 83. 59

presentado Caliban, carácter que revela «alguna no ha encontrado nada mejor que forjar el que enorme injusticia de parte de un dueño», y en llama «complejo de Próspero», «definido como Ariel ve al intelectual, atado de modo «menos el conjunto de disposiciones neuróticas incon- pesado y rudo que el de Calibán, pero al servicio cientes que diseñan a la vez la figura del pater- también» de Próspero. El análisis que realiza de nalismo colonial» y «el retrato del racista cuya la concepción del intelectual («mezcla de escla- hija ha sido objeto de una tentativa de violación vo y mercenario») acuñada por el humanismo (imaginaria) por parte de un ser inferior».25 En renacentista, concepción que «enseñó como este libro, probablemente por primera vez, Cali- nadie a desinteresarse de la acción y a aceptar ban queda identificado como el colonial, pero la el orden constituido», y es por ello hasta hoy, en peregrina teoría de que este siente el «complejo los países burgueses, «el ideal educativo de las de Próspero», el cual lo lleva neuróticamente clases gobernantes», constituye uno de los más a requerir, incluso a presentir y por supuesto a agudos ensayos que en nuestra América se hayan acatar la presencia de Próspero/colonizador, es escrito sobre el tema. rotundamente rechazada por Frantz Fanon en el cuarto capítulo («Sobre el pretendido complejo Pero ese examen, aunque hecho por un latino- de dependencia del colonizado») de su libro americano, se realiza todavía tomando en con- de 1952 Piel negra, máscaras blancas. sideración exclusivamente al mundo europeo. Para una nueva lectura de La tempestad –para El primer escritor latinoamericano y caribeño una nueva consideración del problema–, sería en asumir nuestra identificación (especialmente la menester esperar a la emergencia de los países del Caribe) con Caliban fue el barbadense George coloniales que tiene lugar a partir de la Segunda Lamming, en Los placeres del exilio (1960), sobre Guerra Mundial, esa brusca presencia que lleva todo en los capítulos «Un monstruo, un niño, un a los atareados técnicos de las Naciones Unidas esclavo» y «Caliban ordena la historia». Aunque a forjar, entre 1944 y 1945, el término zona eco‑ algún pasaje de su enérgico libro, el cual tiene nómicamente subdesarrollada para vestir con de ensayo y de autobiografía intelectual, podría un ropaje verbal simpático (y profundamente hacer creer que no logra romper el círculo que confuso) lo que hasta entonces se había llamado trazara Mannoni, Lamming señala con claridad zonas coloniales o zonas atrasadas.24 hermosos avatares americanos de Caliban, como la gran Revolución Haitiana, con L’Ouverture a En acuerdo con esa emergencia aparece en la cabeza, y la obra de C.L.R. James, en especial París, en 1950, el libro de O. Mannoni Sicología su excelente libro sobre aquella revolución, The de la colonización. Significativamente, la edición Black Jacobins (1938). El núcleo de su tesis en inglés de este libro (Nueva York, 1956) se lo expresa en estas palabras: «La historia de llamará Próspero y Caliban: la sicología de la colonización. Para abordar su asunto, Mannoni 24 J.L. Zimmerman: Países pobres, países ricos. La bre‑ 25 O. Mannoni: Phychologie de la colonisation, París, 1950, cha que se ensancha, trad. de G. González Aramburo, p. 71, cit. por Frantz Fanon en: Peau noire, masques México, D.F., 1966, p. 1. blancs [1952] (2a. ed.), París [c. 1965], p. 106. 60

Caliban –pues tiene una historia bien turbulenta– dieran a conocer». Sin embargo, esta bondad pertenece enteramente al futuro».26 es recibida con ingratitud: Calibán, a quien se permite vivir en la gruta de Próspero, ha inten- En la década del sesenta, la nueva lectura tado violar a Miranda; cuando se le recuerda de La tempestad acabará por imponerse. En El esto con mucha severidad, dice impertinente, mundo vivo de Shakespeare (1964), el inglés con una especie de babosa risotada: «¡oh, John Wain nos dirá que Caliban jo!... ¡Lástima no haberlo realizado! Tú me lo impediste; de lo contrario, poblara la isla de produce el patetismo de todos los pueblos Calibanes». Nuestra época [concluye Wain], explotados, lo cual queda expresado punzan- que es muy dada a usar la horrible palabra temente al comienzo de una época de coloni- miscegenation (mezcla de razas), no tendrá zación europea que duraría trescientos años. dificultad en comprender este pasaje.27 Hasta el más ínfimo salvaje desea que lo dejen en paz antes de ser «educado» y obligado a tra- Y casi al ir a terminar esa década de los se- bajar para otros, y hay una innegable justicia senta, en 1969, y de manera harto significativa, en esta queja de Calibán: «¡Porque yo soy el Caliban será asumido con orgullo como nuestro único súbdito que tenéis, que fui rey propio!». símbolo por tres escritores antillanos, cada uno Próspero responde con la inevitable contesta- de los cuales se expresa en una de las grandes ción del colono: Calibán ha adquirido cono- lenguas coloniales del Caribe. Con independen- cimientos e instrucción (aunque recordemos cia uno de otro, ese año publica el martiniqueño que él ya sabía construir represas para coger Aimé Césaire su obra de teatro, en francés, pescado y también extraer chufas del suelo Una tempestad, adaptación de La tempestad de como si se tratara del campo inglés). Antes de Shakespeare para un teatro negro; el barbadense ser utilizado por Próspero, Calibán no sabía Edward Kamau Brathwaite, su libro de poemas, hablar: «Cuando tú, hecho un salvaje, ignoran- en inglés, Islas, entre los cuales hay uno dedicado do tu propia significación, balbucías como un a «Caliban»; y el autor de estas líneas, su ensayo bruto, doté tu pensamiento de palabras que lo en español «Cuba hasta Fidel», en que se habla de nuestra identificación con Caliban.28 En la 26 George Lamming: The Pleasures of Exile, Londres, 1960, obra de Césaire, los personajes son los mismos p. 107. No es extraño que al añadir unas palabras a la que los de Shakespeare, pero Ariel es un esclavo segunda edición de este libro (Londres, 1984), Lamming mulato, mientras Caliban es un esclavo negro; manifestara su entusiasmo por la Revolución Cubana, que además, interviene Eshú, «dios-diablo negro». según él cayó «como un rayo del cielo [...] [y] reordenó nuestra historia», añadiendo: «La Revolución Cubana fue 27 John Wain: El mundo vivo de Shakespeare, trad. de J. una respuesta caribeña a esa amenaza imperial que Próspe- Silés, Madrid, 1967, pp. 258-259. ro concibió como una misión civilizadora» (Ob. cit., p. [7]). Al comentar la primera edición del libro de Lamming, el 28Aimé Césaire: Une tempête. Adaptation de La tempête de alemán Janheinz Jahn había propuesto una identificación Shakespeare pour un théâtre nègre, París, 1969; Edward Caliban-negritud. (Neo-African Literature: A History of K. Brathwaite: Islands, Londres, 1969; R.F.R.: «Cuba Black Writing, trad. del alemán por Oliver Coburn y Ursula hasta Fidel», en Bohemia, 19 de septiembre de 1969. Lehrburguer, Nueva York, 1969, pp. 239-242). 61

No deja de ser curiosa la observación de Prós- pero invadió la islas, mató a nuestros ancestros, pero cuando Ariel regresa lleno de escrúpulos, esclavizó a Caliban y le enseñó su idioma para después de haber desencadenado, siguiendo entenderse con él: ¿Qué otra cosa puede hacer las órdenes de aquel, pero contra su propia Caliban sino utilizar ese mismo idioma para conciencia, la tempestad con que se inicia la maldecir, para desear que caiga sobre él la «roja obra: «¡Vamos!», le dice Próspero, «¡Tu crisis! plaga»? No conozco otra metáfora más acer- ¡Siempre es lo mismo con los intelectuales!». tada de nuestra situación cultural, de nuestra El poema de Brathwaite llamado «Caliban» está realidad. De Tupac Amaru, Tiradentes, Tous- dedicado, significativamente, a Cuba. «En La saint L’Ouverture, Simón Bolívar, José de San Habana, esa mañana [...]», escribe Brathwaite, Martín, Miguel Hidalgo, José Artigas, Bernardo «[e]ra el dos de diciembre de mil novecientos O’Higgins, Juana de Azurduy, Benito Juárez, cincuenta y seis./ Era el primero de agosto de Máximo Gómez, Antonio Maceo, Eloy Alfaro, mil ochocientos treinta y ocho./ Era el doce de José Martí, a Emiliano Zapata, Amy y Marcus octubre de mil cuatrocientos noventa y dos.// Garvey, Augusto César Sandino, Julio Antonio ¿Cuántos estampidos, cuántas revoluciones?».29 Mella, Pedro Albizu Campos, Lázaro Cárdenas, Fidel Castro, Haydee Santamaría, Ernesto Che Nuestro símbolo Guevara, Carlos Fonseca o Rigoberta Menchú; del Inca Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés Nuestro símbolo no es pues Ariel, como pensó de la Cruz, el Aleijadinho, Simón Rodríguez, Rodó, sino Caliban. Esto es algo que vemos con Félix Varela, Francisco Bilbao, José Hernández, particular nitidez los mestizos que habitamos Eugenio María de Hostos, Manuel González estas mismas islas donde vivió Caliban: Prós- Prada, Rubén Darío, Baldomero Lillo u Horacio Quiroga, a la música popular caribeña, el mura- 29 La nueva lectura de La tempestad ha pasado a ser ya lismo mexicano, Manuel Ugarte, Joaquín García la habitual en el mundo colonial o referido a él. No Monge, Heitor Villa-Lobos, Gabriela Mistral, intento, por tanto, sino mencionar unos cuantos ejem- Oswald y Mário de Andrade, Tarsila do Amaral, plos más. Uno, del escritor de Kenya James Nggui: César Vallejo, Cándido Portinari, Frida Kahlo, «África y la descolonización cultural», en El Correo José Carlos Mariátegui, Manuel Álvarez Bravo, [de la Unesco], enero de 1971. Otro, de Paul Brown: Ezequiel Martínez Estrada, Carlos Gardel, Miguel «“This thing of darkness I acknowledge mine”: The Ángel Asturias, Nicolás Guillén, El Indio Fer- Tempest and the Discourse on Colonialism», en Politi‑ nández, Oscar Niemeyer, Alejo Carpentier, Luis cal Shakespeare. New Essays in Cultural Materialism, Cardoza y Aragón, Edna Manley, Pablo Neruda, ed. por Jonathan Dollimore y Alan Sinfield, Ithaca y Joâo Guimarâes Rosa, Jacques Roumain, Wifredo Londres, 1985. Ver nuevos ejemplos (y muchos de los Lam, José Lezama Lima, C.L.R. James, Aimé ya citados) en: Rob Nixon: «Caribbean and African Césaire, Juan Rulfo, Roberto Matta, José María Appropiations of The Tempest», en Critical lnquiry, Arguedas, Augusto Roa Bastos, Violeta Parra, No. 13 (Primavera 1987), y José David Saldívar: The Darcy Ribeiro, Rosario Castellanos, Aquiles Dialectics of Our America. Genealogy, Cultural Cri‑ Nazoa, Frantz Fanon, Ernesto Cardenal, Gabriel tique, and Literary History, Durham y Londres, 1991, esp. «III. Caliban and Resistance Cultures». Saldívar llega a hablar de «La escuela de Caliban». 62

García Márquez, Tomás Gutiérrez Alea, Rodolfo Estas observaciones están apoyadas por reali- Walsh, George Lamming, Kamau Brathwaite, dades incontrovertibles. Que la visión de Rodó Roque Dalton, Guillermo Bonfil, Glauber Rocha sirvió para planteos posteriores menos ingenuos o Leo Brouwer, ¿qué es nuestra historia, qué es y más radicales, lo sabemos bien los cubanos con nuestra cultura, sino la historia, sino la cultura solo remitirnos a la obra de Julio Antonio Mella, de Caliban? en cuya formación fue decisiva la influencia de Rodó. En un vehemente trabajo de sus veintiún En cuanto a Rodó, si es cierto que equivocó años, «Intelectuales y Tartufos» (1924), en que los símbolos, como se ha dicho, no es menos Mella arremete con gran violencia contra falsos cierto que supo señalar con claridad al enemigo valores intelectuales de su tiempo –a los que mayor que nuestra cultura tenía en su tiempo opondrá los nombres de Unamuno, Vasconcelos, –y en el nuestro–, y ello es enormemente más Ingenieros, Varona–, Mella escribe: importante. Las limitaciones de Rodó, que no es este el momento de elucidar, son responsables de Intelectual es el trabajador del pensamiento. ¡El lo que no vio o vio desenfocadamente.30 Pero trabajador!, o sea, el único hombre que a juicio lo que en su caso es digno de señalar es lo que de Rodó merece la vida [...] aquel que empuña sí vio, y que sigue conservando cierta dosis de la pluma para combatir las iniquidades, como vigencia y aun de virulencia. otros empuñan el arado para fecundar la tierra, o la espada para libertar a los pueblos, o los Pese a sus carencias, omisiones e ingenuida- puñales para ajusticiar a los tiranos.32 des [ha dicho también Benedetti], la visión de Rodó sobre el fenómeno yanqui, rigurosa- Mella volverá a citar a Rodó ese año, 33 y al mente ubicada en su contexto histórico, fue en siguiente contribuirá a formar en La Habana el su momento la primera plataforma de lanza- Instituto Politécnico Ariel.34 Es oportuno recordar miento para otros planteos posteriores, menos ingenuos, mejor informados, más previsores tevideo, junio de 1971. En cambio, ya en 1928 José [...] la casi profética sustancia del arielismo Carlos Mariátegui, después de recordar con razón que rodoniano conserva, todavía hoy, cierta parte «a Norteamérica capitalista, plutocrática, imperialis- de su vigencia.31 ta, solo es posible oponer eficazmente una América, latina o ibera, socialista», añade: «El mito de Rodó 30 «Es abusivo», ha dicho Benedetti, «confrontar a Rodó no obra ya –no ha obrado nunca– útil y fecundamente con estructuras, planteamientos, ideologías actuales. Su sobre las almas». J.C.M.: «Aniversario y balance» tiempo es otro que el nuestro [...] su verdadero hogar, [1928], en Ideología y política, Lima, 1969, p. 248. su verdadera patria temporal, era el siglo xix» (Ob. cit., en nota 19, p. 128). 32 Hombres de la Revolución. Julio Antonio Mella, La Habana, 1971, p. 12. 31 Ibíd., p. 102. Un énfasis aún mayor en la vigencia actual de Rodó se encuentra en el libro de Arturo Ar- 33 Ibíd., p. 15. dao Rodó. Su americanismo (Montevideo, 1970), que incluye una excelente antología del autor de Ariel. Ver 34 Ver Erasmo Dumpierre: Mella, La Habana [c. 1965], también de Ardao: «Del Calibán de Renan al Calibán p. 145; y también José Antonio Portuondo: «Mella y de Rodó», en Cuadernos de Marcha, No. 50, Mon- los intelectuales» [1963], en Crítica de la época, La Habana, 1965, p. 98. 63

que ese mismo año 1925, Mella se encuentra manía» que en 1900 denunció Rodó, trate de también entre los fundadores del primer Partido emascular tan burdamente su obra, solo prueba Comunista de Cuba. Sin duda el Ariel de Rodó que, en efecto, ella conserva cierta virulencia sirvió a este primer marxista orgánico de Cuba en su planteo, aunque hoy lo haríamos a partir –y uno de los primeros del Continente– como de otras perspectivas y con otro instrumental. «plataforma de lanzamiento» para su meteórica Un análisis de Ariel –que no es esta en abso- carrera revolucionaria. luto la ocasión de hacer– nos llevaría también a destacar cómo, a pesar de su formación, a Como ejemplos también de la relativa vigen- pesar de su antijacobinismo, Rodó combate allí cia que aún en nuestros días conserva el planteo el antidemocratismo de Renan y Nietzsche (en antiyanqui de Rodó, están los intentos enemigos quien encuentra «un abominable, un reaccionario de desarmar ese planteo. Es singular el caso de espíritu», 224), exalta la democracia, los valores Emir Rodríguez Monegal, para quien Ariel, ade- morales y la emulación. Pero, indudablemente, más de «materiales de meditación filosófica o el resto de la obra ha perdido la actualidad que, sociológica, también contiene páginas de carácter en cierta forma, conserva su enfrentamiento polémico sobre problemas políticos de la hora. Y gallardo a los Estados Unidos, y la defensa de ha sido precisamente esta condición secundaria nuestros valores. pero innegable la que determinó su popularidad inmediata y su difusión». La esencial postura Bien vistas las cosas, es casi seguro que es- de Rodó contra la penetración norteamericana tas líneas de ahora no llevarían el nombre que aparecerá así como un añadido, como un hecho tienen de no ser por el libro de Rodó, y prefiero secundario en la obra. Se sabe, sin embargo, que considerarlas también como un homenaje al gran Rodó la concibió, a raíz de la intervención nortea- uruguayo, cuyo centenario se celebra este año. mericana en Cuba en 1898, como una respuesta El que el homenaje lo contradiga en no pocos al hecho. Rodríguez Monegal comenta: puntos no es raro. Ya había observado Medardo Vitier que «si se produjera una vuelta a Rodó, La obra así proyectada fue Ariel. En el discur- no creo que sería para adoptar la solución que so definitivo solo se encuentran dos alusiones dio sobre los intereses de la vida del espíritu, directas al hecho histórico que fue su primer sino para reconsiderar el problema».36 motor [...] ambas alusiones permiten advertir cómo ha trascendido Rodó la circunstancia Al proponer a Caliban como nuestro símbolo, histórica inicial para plantarse de lleno en el me doy cuenta de que tampoco es enteramente problema esencial: la proclamada decadencia nuestro, también es una elaboración extraña, de la raza latina.35 aunque esta vez lo sea a partir de nuestras concretas realidades. Pero ¿cómo eludir entera- El que un servidor del imperialismo como mente esta extrañeza? La palabra más venerada Rodríguez Monegal, aquejado por la «nordo- en Cuba –mambí– nos fue impuesta peyora- tivamente por nuestros enemigos, cuando la 35 Emir Rodríguez Monegal: en Rodó: ob. cit. en nota 16, pp. 192 y 193 (Énfasis de R.F.R.). 36 Medardo Vitier: Del ensayo americano, México, 1945, p. 117. 64

guerra de independencia, y todavía no hemos desde el otro protagonista. El otro protagonista descifrado del todo su sentido. Parece que tiene de La tempestad no es Ariel, sino Próspero.38 No una evidente raíz africana, e implicaba, en boca hay verdadera polaridad Ariel-Caliban: ambos de los colonialistas españoles, la idea de que son siervos en manos de Próspero, el hechicero todos los independentistas equivalían a los negros extranjero. Solo que Caliban es el rudo e incon- esclavos –emancipados por la propia guerra de quistable dueño de la isla, mientras Ariel, criatura independencia–, quienes constituían el grueso aérea, aunque hijo también de la isla, es en ella, del Ejército Libertador. Los independentistas, como vieron Ponce y Césaire, el intelectual. blancos y negros, hicieron suyo con honor lo que el colonialismo quiso que fuera una injuria. Otra vez Martí Es la dialéctica de Caliban. Nos llaman mambí, nos llaman negro para ofendernos, pero nosotros Esta concepción de nuestra cultura ya había sido reclamamos como un timbre de gloria el honor articuladamente expuesta y defendida, en el siglo de considerarnos descendientes de mambí, des- pasado, por el primero de nuestros hombres en cendientes de negro alzado, cimarrón, indepen- comprender claramente la situación concreta de dentista; y nunca descendientes de esclavista. Sin lo que llamó –en denominación que he recordado embargo, Próspero, como bien sabemos, le ense- varias veces– «nuestra América mestiza»: José ñó el idioma a Caliban, y, consecuentemente, le Martí,39 a quien Rodó quiso dedicar la primera dio nombre. ¿Pero es ese su verdadero nombre? edición cubana de Ariel, y sobre quien se propuso Oigamos este discurso de 1971: escribir un estudio como los que consagrara a Bolívar y a Artigas, estudio que, por desgracia, Todavía, con toda precisión, no tenemos al cabo no realizó.40 siquiera un nombre, estamos prácticamente sin bautizar: que si latinoamericanos, que si Aunque lo hiciera a lo largo de cuantiosas pá- iberoamericanos, que si indoamericanos. Para ginas, quizá la ocasión en que Martí ofreció sus los imperialistas no somos más que pueblos ideas sobre este punto de modo más orgánico y despreciados y despreciables. Al menos lo apretado fue su artículo de 1891 «Nuestra Amé- éramos. Desde Girón empezaron a pensar un rica». Pero antes de comentarlo someramente, poco diferente. Desprecio racial. Ser criollo, ser mestizo, ser negro, ser, sencillamente, 38 Jan Kott: ob. cit. en nota 9, p. 377. latinoamericano, es para ellos desprecio.37 39 Ver Ezequiel Martínez Estrada: «Por una alta cultura Es, naturalmente, Fidel Castro, en el décimo popular y socialista cubana» [1962], En Cuba y al aniversario de Playa Girón. servicio de la Revolución Cubana, La Habana, 1963; R.F.R: «Martí en su (tercer) mundo» [1964], en Ensayo Asumir nuestra condición de Caliban impli- de otro mundo, cit.; Noël Salomon: «José Martí et la ca repensar nuestra historia desde el otro lado, prise de conscience latinoaméricaine», en Cuba Sí, No. 35-36, 4to. trimestre 1970, 1er. trimestre 1971; 37 Fidel Castro: Discurso de 19 de abril de 1971. Leonardo Acosta: «La concepción histórica de Martí», en Casa de las Américas, No. 67, julio-agosto de 1971. 40 José Enrique Rodó: ob. cit. en nota 16, pp. 1359 y 1375. 65

querría hacer unas observaciones previas sobre podido leer a Martí sino muy insuficientemente: el destino de los trabajos de Martí. Martí apenas estaba publicado para entonces. Un texto como el fundamental «Nuestra América» En vida de Martí, el grueso de su obra, es buen ejemplo de este destino. Los lectores del desparramada por una veintena de periódicos periódico mexicano El Partido Liberal pudieron continentales, conoció la fama. Sabemos que leerlo el día 30 de enero de 1891. Es posible que Rubén Darío llamó a Martí «Maestro» (como, algún otro periódico local lo haya republicado,42 por otras razones, también lo llamaban en vida aunque la más reciente edición de las Obras com‑ sus seguidores políticos) y lo consideró el hispa- pletas de Martí no nos indica nada al respecto. noamericano a quien más admiró. Ya veremos, Pero lo más posible es que quienes no tuvieron por otra parte, cómo el duro enjuiciamiento de la suerte de obtener dicho periódico, no pudieron los Estados Unidos que Martí solía hacer en sus saber de ese texto –el más importante documento crónicas era conocido en su época, y le valdría publicado en esta América desde finales del siglo acerbas críticas por parte del proyanqui Sarmien- pasado hasta la aparición en 1962 de la Segunda to. Pero la forma peculiar en que se difundió la Declaración de La Habana– durante cerca de obra de Martí –quien utilizó el periodismo, la veinte años, al cabo de los cuales apareció en oratoria, las cartas, y no publicó ningún libro–, forma de libro (La Habana, 1911) en la colec- tiene no poca responsabilidad en el relativo olvi- ción en que empezaron a publicarse las obras de do en que va a caer dicha obra a raíz de la muerte Martí. Por eso le asiste la razón a Manuel Pedro del héroe cubano en 1895. Solo ello explica que González cuando afirma que durante el primer a nueve años de esa muerte –y a doce de haber cuarto de este siglo, las nuevas promociones no dejado Martí de escribir para la prensa continen- conocían sino muy insuficientemente a Martí. tal, entregado como estaba desde 1892 a la tarea Gracias a la aparición más reciente de varias política–, un autor tan absolutamente nuestro, ediciones de sus obras completas –en realidad, tan insospechable como Pedro Henríquez Ureña, todavía incompletas– es que «se le ha redescu- escriba a sus veinte años (1904), en un artículo bierto y revalorado».43 González está pensando sobre el Ariel de Rodó, que los juicios de este so- sobre todo en el deslumbrante aspecto literario bre los Estados Unidos son «mucho más severos de la obra («la gloria literaria», como él dice). que los formulados por dos máximos pensadores ¿Qué no podemos decir nosotros del fundamen- y geniales psicosociólogos antillanos: Hostos y tal aspecto ideológico de la misma? Sin olvidar Martí».41 En lo que toca a Martí, esta observación muy importantes contribuciones previas, hay es completamente equivocada, y dada la ejem- plar honestidad de Henríquez Ureña, me llevó a 42 Ivan A. Schulman ha descubierto que fue publicado sospechar primero, y a verificar después, que se antes, en enero 1 (no 10, como se lee por error) de debía sencillamente al hecho de que para esa épo- 1891, en La Revista Ilustrada de Nueva York. (I.S.: ca el gran dominicano no había leído, no había Martí, Casal y el Modernismo, La Habana, 1969, p. 92). 41 Pedro Henríquez Ureña: Obra crítica, México, 1960, 43 Manuel Pedro González: «Evolución de la estimativa p. 27. martiana», en Antología crítica de José Martí, recopil., introd. y notas de M.P.G., México, 1960, p. xxix. 66

puntos esenciales en que puede decirse que es con Artigas, con Recabarren, con Mella, incluso ahora, después del triunfo de la Revolución con Mariátegui y Ponce. Y tengo la triste sospe- Cubana, y gracias a ella, que Martí está siendo cha de que si los extraordinarios textos del Che «redescubierto y revalorado». No es un azar que Guevara conocen la mayor difusión que se ha Fidel haya declarado en 1953 que el responsable acordado a un latinoamericano, el que lo lea con intelectual del ataque al cuartel Moncada era tanta avidez nuestra gente se debe también, en Martí; ni que el Che haya iniciado en 1967 su cierta medida, a que el suyo es nombre prestigio- trascendente Mensaje a la Tricontinental con so incluso en las capitales metropolitanas, donde, una cita de Martí: «Es la hora de los hornos, y por cierto, con frecuencia se le hace objeto de no se ha de ver más que la luz». Si Benedetti ha las más desvergonzadas manipulaciones. Para podido decir que el tiempo de Rodó «es otro que ser consecuentes con nuestra actitud anticolo- el nuestro [...] su verdadero hogar, su verdadera nialista, tenemos que volvernos efectivamente patria temporal era el siglo xix», nosotros debe- a los hombres y mujeres nuestros que en su mos decir, en cambio, que el verdadero hogar de conducta y en su pensamiento han encarnado e Martí era el futuro, y por lo pronto este tiempo iluminado esta actitud.44 Y en este sentido, nin- nuestro que sencillamente no se entiende sin un gún ejemplo más útil que el de Martí. conocimiento cabal de su obra. No conozco otro autor latinoamericano que Ahora bien, si ese conocimiento, por las cu- haya dado una respuesta tan inmediata y tan riosas circunstancias aludidas, le estuvo vedado coherente a otra pregunta que me hiciera mi in- –o solo le fue permitido de manera limitada– a terlocutor, el periodista europeo que mencioné al las primeras promociones nuestras de este siglo, principio de estas líneas (y que de no existir, yo las que a menudo tuvieron por ello que valer- hubiera tenido que inventar, aunque esto último se, para ulteriores planteos radicales, de una me privara de su amistad, la cual espero que so- «primera plataforma de lanzamiento» tan bien breviva a este monólogo). «¿Qué relación», me intencionada pero al mismo tiempo tan endeble preguntó este sencillo malicioso, «guarda Borges como el decimonónico Ariel, ¿qué podremos con los incas?». Borges es casi una reducción al decir de autores más recientes que ya disponen absurdo, y de todas maneras voy a ocuparme de de ediciones de Martí, y, sin embargo, se obstinan él más tarde; pero es bueno, es justo preguntarse en desconocerlo? No pienso ahora en estudiosos qué relación guardamos los actuales habitantes más o menos ajenos a nuestros problemas, sino, por el contrario, en quienes mantienen una con- 44 No se entienda por esto, desde luego, que sugiero secuente actitud anticolonialista. La única expli- dejar de conocer a los autores que no hayan nacido cación de este hecho es dolorosa: el colonialismo en las colonias. Tal estupidez es insostenible. ¿Cómo ha calado tan hondamente en nosotros, que solo podríamos postular prescindir de Homero, de Dante, leemos con verdadero respeto a los autores an- de Cervantes, de Shakespeare, de Whitman –para no ticolonialistas difundidos desde las metrópolis. decir Marx, Engels o Lenin? ¿Cómo olvidar incluso De ahí que dejemos de lado la lección mayor de que en nuestros propios días hay pensadores de la Martí; de ahí que apenas estemos familiarizados América Latina que no han nacido aquí? Y en fin, ¿cómo propugnar robinsonismo intelectual alguno sin caer en el mayor absurdo? 67

de esta América en cuya herencia zoológica y –estrechamente relacionado con este–, ¿acaso cultural Europa tuvo su indudable parte, con los la historia burguesa no pretendió borrar a los primitivos habitantes de esta misma América, héroes de la Comuna del 71, a los mártires del esos que habían construido culturas admirables, primero de mayo de 1886 (significativamente o estaban en vías de hacerlo, y fueron extermi- reivindicados por Martí)? Pues bien, Tamanaco, nados o martirizados por europeos de varias Paramaconi, «los desnudos y heroicos caracas» naciones, sobre los que no cabe levantar leyen- eran indígenas de lo que hoy llamamos Venezuela, da blanca ni negra, sino una infernal verdad de de origen caribe o muy cercanos a ellos, que sangre que constituye –junto con hechos como la pelearon heroicamente frente a los españoles esclavitud de los africanos– su eterno deshonor. al inicio de la conquista. Lo cual quiere decir Martí, que tanto quiso en el orden personal a su que Martí ha escrito que sentía correr por sus padre, valenciano, y a su madre, canaria; que venas sangre de caribe, sangre de Caliban. No escribía el más prodigioso idioma español de será la única vez que expresa esta idea, central su tiempo –y del nuestro–, y que llegó a tener la en su pensamiento. Incluso valiéndose de tales mejor información sobre la cultura euronortea- héroes,46 reiterará algún tiempo después: mericana de que haya disfrutado un hombre de nuestra América, también se hizo esta pregunta, Con Guaicaipuro, con Paramaconi [héroes de y se la respondió así: «Se viene de padres de las tierras venezolanas, probablemente de ori- Valencia y madres de Canarias, y se siente correr gen caribe], con Anacaona, con Hatuey [héroe por las venas la sangre enardecida de Tamanaco y de las Antillas, de origen arauaco] hemos de Paramaconi, y se ve como propia la que vertieron estar, y no con las llamas que los quemaron, por las breñas del cerro del Calvario, pecho a ni con las cuerdas que los ataron, ni con los pecho con los gonzalos de férrea armadura, los aceros que los degollaron, ni con los perros desnudos y heroicos caracas».45 que los mordieron.47 Presumo que el lector, si no es venezolano, El rechazo de Martí al etnocidio que Europa no estará familiarizado con los nombres aquí realizó en América es total, y no menos total su evocados por Martí. Tampoco yo lo estaba. Esa identificación con los pueblos americanos que carencia de familiaridad no es sino una nueva le ofrecieron heroica resistencia al invasor, y prueba de nuestro sometimiento a la perspec- en quienes Martí veía los antecesores naturales tiva colonizadora de la historia que se nos ha de los independentistas latinoamericanos. Ello impuesto, y nos ha evaporado nombres, fechas, explica que en el cuaderno de apuntes en que circunstancias, verdades. En otro orden de cosas 45 José Martí: «Autores americanos aborígenes» [1884], 46 A Tamanaco dedicó además un hermoso poema: «Ta- en O.C., t. VIII, p. 336. Me remito a la edición en manaco de plumas coronado» [c. 1881], en O.C., t. veintisiete tomos de las Obras completas de José Martí XVII, p. 237. publicadas en La Habana entre 1963 y 1965. En 1973 se añadió un confuso tomo con «Nuevos materiales». 47 J. M.: «Fragmentos» [c. 1885-1895], en O.C., t. XXII, Al citar, indico el tomo y la(s) página(s) de esa edición. p. 27. 68

aparece esta última cita siga escribiendo, casi sin más radicales y modernos de su tiempo en los transición, sobre la mitología azteca («no menos países coloniales. Este acercamiento de Martí bella que la griega»), sobre las cenizas de Quet- al indio existe también con respecto al negro, 48 zalcoatl, sobre «Ayacucho en meseta solitaria», naturalmente. Por desgracia, si en su época ya sobre «Bolívar, como los ríos...» (28-29). se habían iniciado trabajos serios sobre las cul- turas aborígenes americanas –textos que Martí Y es que Martí no sueña con una ya imposible estudió amorosamente–, habría que esperar hasta restauración, sino con una integración futura de el siglo xx para la realización de trabajos así en nuestra América que se asiente en sus verdaderas relación con las culturas africanas y el notable raíces y alcance, por sí misma, orgánicamente, aporte que ellas significan para la integración de las cimas de la auténtica modernidad. Por eso la la cultura americana mestiza (Frobenius, Dela- cita primera, en que habla de sentir correr por fosse Suret-Canale; Ortiz, Ramos, Herskovits, sus venas la brava sangre caribe, continúa así: Roumain, Metraux, Bastide, Franco).49 Y Martí había muerto seis años antes de romper nuestro Bueno es abrir canales, sembrar escuelas, siglo. De todas formas, la «guía para la acción» crear líneas de vapores, ponerse al nivel del la dejó claramente trazada en este campo con propio tiempo, estar del lado de la vanguar- dia en la hermosa marcha humana; pero es 48 Ver, por ejemplo, «Mi raza» [1892]: O.C., t. II, bueno, para no desmayar en ella por falta de pp. 298-300. Allí se lee: «El hombre no tiene ningún espíritu o alarde de espíritu falso, alimentarse derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: por el recuerdo y por la admiración, por el dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos [...]. estudio justiciero y la amorosa lástima, de ese Si se dice que en el negro no hay culpa aborigen, ni ferviente espíritu de la naturaleza en que se virus que lo inhabilite para desenvolver toda su vida nace, crecido y avivado por el de los hombres de hombre, se dice la verdad [...], y si a esa defensa de de toda raza que de ella surgen y en ella se la naturaleza se la llama racismo, no importa que se la sepultan. Solo cuando son directas prospe- llame así; porque no es más que decoro natural, y voz ran la política y la literatura. La inteligencia que clama del pecho del hombre por la paz y la vida del americana es un penacho indígena. ¿No se ve país. Si se alega que la condición de esclavitud no acusa cómo del mismo golpe que paralizó al indio inferioridad en la raza esclava, puesto que los galos se paralizó a América? Y hasta que no se haga blancos de ojos azules y cabellos de oro, se vendieron andar al indio, no comenzará a andar bien la como siervos, con la argolla al cuello, en los mercados América. [«Autores americanos aborígenes», de Roma, eso es racismo bueno, porque es pura justicia, cit., 336-337]. y ayuda a quitar prejuicios al blanco ignorante. Pero ahí acaba el racismo justo». Y más adelante: «Hombre La identificación de Martí con nuestra cultu- es más que blanco, más que mulato, más que negro. ra aborigen fue pues acompañada por un cabal Cubano es más que blanco, más que mulato, más que sentido de las tareas concretas que le impuso la negro». Algunas de estas cuestiones se abordan en el circunstancia: aquella identificación, lejos de trabajo de Juliette Oullion «La discriminación racial en estorbarle, le alimentó el mantener los criterios los Estados Unidos vista por José Martí», en Anuario Martiano, No. 3, La Habana, 1971. 49 Ver el No. 36-37 de Casa de las Américas, mayo-agosto de 1966, dedicado a África en América. 69

su tratamiento de la cultura del indio y con su a los políticos exóticos. Injértese en nuestras conducta concreta en relación con el negro. repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante Así se conforma su visión calibanesca de la vencido; que no hay patria en que pueda tener cultura de lo que llamó «nuestra América». Martí el hombre más orgullo que en nuestras dolo- es, como luego Fidel, conciente de la dificultad rosas repúblicas americanas. incluso de encontrar un nombre que, al nombrar- nos, nos defina conceptualmente; por eso, después Vida verdadera de un dilema falso de varios tanteos, se inclina por esa modesta fór- mula descriptiva, con lo que, más allá de razas, Es imposible no ver en aquel texto –que, como de lenguas, de circunstancias accesorias, abarca se ha dicho, resume de modo relampagueante los a las comunidades que con problemas comunes criterios de Martí sobre este problema esencial– viven «del [río] Bravo a la Patagonia», y que se su rechazo violento a la imposición de Próspero distinguen de «la América europea». Ya dije que, («la universidad europea [...] el libro europeo [...] aunque dispersa en sus numerosísimas páginas, el libro yanqui»), que ha de ceder ante la realidad tal concepción de nuestra cultura se resume de Caliban («la universidad hispanoamericana felizmente en el artículo-manifiesto «Nuestra [...] el enigma hispanoamericano»): «La historia América». A él remito al lector, a su reiterada de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al idea de que no se pueden «regir pueblos origina- dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de les, de composición singular y violenta, con leyes Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia heredadas de cuatro siglos de práctica libre en que no es nuestra». Y luego: «Con los oprimi- los Estados Unidos, de diecinueve siglos de mo- dos había que hacer causa común, para afianzar narquía en Francia. Con un decreto de Hamilton el sistema opuesto a los intereses y hábitos de no se le para la pechada al potro del llanero. Con mando de los opresores». una frase de Sièyes no se desestanca la sangre cuajada de la raza india»; a su arraigado concepto Pero nuestra América había escuchado tam- de que «el libro importado ha sido vencido en bién, expresada con vehemencia por un hombre América por el hombre natural. Los hombres talentoso y enérgico muerto tres años antes naturales han vencido a los letrados artificiales. de aparecer este trabajo, la tesis exactamente El mestizo autóctono ha vencido al criollo exó‑ opuesta, la tesis de Próspero.50 Los interlocutores tico» (énfasis de R.F.R.); a su consejo fundador: no se llamaban entonces Próspero y Caliban, sino civilización y barbarie, título que el argentino La universidad europea ha de ceder a la uni- Domingo Faustino Sarmiento dio a la primera versidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, 50 Me refiero al diálogo en el interior de la América La- aunque no se enseñe la de los arcontes de tina. La opinión miserable que América le mereciera Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Gre- a Europa puede seguirse con algún detalle en el vasto cia que no es nuestra. Nos es más necesaria. libro de Antonelio Gerbi La disputa del Nuevo Mundo. Los políticos nacionales han de reemplazar Historia de una polémica 1750-1900, trad. de Antonio Alatorre, México, 1960, passim. 70

edición (1845) de su gran libro sobre Facundo barbarie, que es el nombre que los que desean Quiroga. No creo que las confesiones autobio- la tierra ajena dan al estado actual de todo gráficas interesen mucho aquí, pero ya que he hombre que no es de Europa o de la América mencionado, para castigarme, las alegrías que europea.51 me significaron olvidables westerns y películas de Tarzán en que se nos inoculaba, sin saberlo En ambos casos, Martí rechaza la falsa dico- nosotros, la ideología que verbalmente repudiá- tomía que Sarmiento da por sentada, cayendo en bamos en los nazis (cumplí doce años cuando la la trampa hábilmente tendida por el colonizador. Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo), Por eso, cuando dije hace un tiempo que «Martí, debo también confesar que, pocos años después, al echarse del lado de la “barbarie” prefigura a leí con apasionamiento este libro. Encuentro en Fanon y a nuestra revolución»52 –frase que al- los márgenes de mi viejo ejemplar mis entusias- gunos apresurados, sin reparar en las comillas, mos, mis rechazos al «tirano de la República malentendieron, como si Fanon, Fidel y el Che Argentina» que había exclamado: «¡Traidores a fueran apóstoles de la barbarie–, escribí «barba- la causa americana!». También encuentro, unas rie» así, entre comillas, para indicar que desde páginas adelante, este comentario: «Es curioso luego no había tal estado. La supuesta barbarie cómo se piensa en Perón». Fue muchos años más de nuestros pueblos ha sido inventada con crudo tarde, concretamente después del triunfo de la cinismo por «quienes desean la tierra ajena»; los Revolución Cubana en 1959 (cuando empeza- cuales, con igual desfachatez, daban el «nombre mos a vivir y a leer el mundo de otra manera), vulgar» de «civilización» al «estado actual» del que comprendí que yo no había estado del lado hombre «de Europa o de la América europea». mejor en aquel libro, por otra parte notable. No Lo que seguramente resultaba más doloroso para era posible estar al mismo tiempo de acuerdo con Martí era ver a un hombre de nuestra América Facundo… y con «Nuestra América». Es más: –y a un hombre a quien, a pesar de diferencias «Nuestra América» –y buena parte de la obra de insalvables, admiró en sus aspectos positivos–53 Martí– es un diálogo implícito, y a veces explí- cito, con las tesis sarmientinas. ¿Qué significa si 51 J.M.: «Una distribución de diplomas en un colegio de no la frase lapidaria de Martí: «No hay batalla los Estados Unidos» [1884], en O.C., t. VIII, p. 442. entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza»? Siete años antes 52 R.F.R.: Ensayo de otro mundo, cit. en nota 15, p. 15. de aparecer «Nuestra América» (1891) –aún en vida de Sarmiento–, había hablado ya Martí (en 53 «Sarmiento, el verdadero fundador de la República Ar- frase que he citado más de una vez) del gentina», dice de él, por ejemplo, en carta de 7 de abril de 1887 a Fermín Valdés Domínguez, a raíz de un cálido pretexto de que la civilización, que es el elogio literario que le hiciera públicamente el argentino nombre vulgar con que corre el estado actual (O. C., t. XX, p. 325). Sin embargo, es significativo que del hombre europeo, tiene derecho natural de Martí, tan atento siempre a los valores latinoamericanos, apoderarse de la tierra ajena perteneciente a la no publicara un solo trabajo sobre Sarmiento, ni siquie- ra a raíz de su muerte en 1888. Es difícil no relacionar esta ausencia con el reiterado criterio martiano de que para él callar era su manera de censurar. 71

incurrir en este gravísimo error. Pensando en fi- civilización, arquetípicamente encarnada en guras como Sarmiento fue que Martínez Estrada, los Estados Unidos, abogó por el exterminio quien había escrito antes tanta página elogiosa de los indígenas, según el feroz modelo yanqui, sobre Sarmiento, publicó en 1962, en su libro y adoró a la creciente República del Norte, la Diferencias y semejanzas entre los países de la cual, por otra parte, a mediados del siglo no América Latina: había mostrado aún tan claramente las fallas que le descubriría luego Martí. En ambos extremos – Podemos de inmediato sentar la premisa de que son precisamente eso: extremos, bordes de sus que quienes han trabajado, en algunos casos respectivos pensamientos–, él y Martí discreparon patrióticamente, por configurar la vida social irreconciliablemente. toda con arreglo a pautas de otros países al- tamente desarrollados, cuya forma se debe a Jaime Alazraki ha estudiado con algún un proceso orgánico a lo largo de siglos, han detenimiento «El indigenismo de Martí y el traicionado a la causa de la verdadera eman- antindigenismo de Sarmiento».55 Remito al lector cipación de la América Latina.54 interesado en el tema a este trabajo. Aquí solo traeré algunas de las citas de uno y otro aportadas Carezco de la información necesaria para en aquel estudio. He mencionado algunas de las discutir ahora las virtudes y defectos de este observaciones de Martí sobre el indio. Alazraki peleador burgués: me limito a señalar su con- recuerda otras: tradicción con Martí, y la coherencia con su pensamiento y su conducta. Como postuló la No más que pueblos en ciernes, [...] no más que pueblos en bulbo eran aquellos en que 54 Ezequiel Martínez Estrada: «El colonialismo como con maña sutil de viejos vividores se entró el realidad», en Casa de las Américas, No. 33, noviembre- conquistador valiente y descargó su ponderosa diciembre de 1965, p. 85. Estas páginas aparecieron herrajería, lo cual fue una desdicha histórica originalmente en su libro Diferencias y semejanzas entre y un crimen natural. El tallo esbelto debió los países de la América Latina (México, 1962), y fue- dejarse erguido, para que pudiera verse luego ron escritas en aquel país en 1960, es decir, después del en toda su hermosura la obra entera y florecida triunfo de la Revolución Cubana, que llevó a Martínez de la naturaleza. ¡Robaron los conquistadores Estrada a considerables replanteos. Ver, por ejemplo, su una página al Universo! «Retrato de Sarmiento», conferencia en la Biblioteca Na- cional de Cuba el 8 de diciembre de 1961, donde dijo: «Si 55 Jaime Alazraki: «El indigenismo de Martí y el antin- se hace un examen riguroso e imparcial de la actuación digenismo de Sarmiento», en Cuadernos Americanos, política de Sarmiento en el gobierno, efectivamente se mayo-junio de 1965. (Los términos de este ensayo comprueba que muchos de los vicios que ha tenido la –y casi las mismas citas– reaparecen en el trabajo de política oligárquica argentina fueron introducidos por Antonio Sacoto «El indio en la obra literaria de Sar- él»; y también: «Él despreciaba al pueblo, despreciaba al miento y Martí», en Cuadernos Americanos, enero- pueblo ignorante, al pueblo mal vestido, desaseado, sin febrero de 1968). Ver también, de Jacques Lafaye: comprender que este es el pueblo americano». Revista «Sarmiento ou Martí? [...]», en Langues Néo-Latines, de la Biblioteca Nacional, La Habana, Año 56, No. 3, No. 172, mayo de 1965. julio-septiembre de 1965, pp. 14-16. 72

Y también: Por supuesto, esto implica una visión de la conquista española radicalmente distinta de la ¡De toda aquella grandeza apenas quedan en mantenida por Martí. Para Sarmiento, «español, el museo unos cuantos vasos de oro, unas repetido cien veces en el sentido odioso de impío, piedras como yugo, de obsidiana pulida, y inmoral, raptor, embaucador, es sinónimo de uno que otro anillo labrado! Tenochtitlán no civilización, de la tradición europea traída por existe. No existe Tulan, la ciudad de la gran ellos a estos países». Y mientras para Martí «no feria. No existe Texcuco, el pueblo de los hay odio de razas, porque no hay razas», para palacios. Los indios de ahora, al pasar por el autor de Conflicto y armonías de las razas en delante de las ruinas, bajan la cabeza, mueven América, apoyado en teorías seudocientíficas, los labios como si dijesen algo, y mientras las ruinas no les quedan detrás, no se ponen puede ser muy injusto exterminar salvajes, el sombrero. sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos que están en posesión de un terreno Para Sarmiento, por su parte, la historia de privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la América son «toldos de razas abyectas, un gran América, en lugar de permanecer abandona- continente abandonado a los salvajes incapaces da a los salvajes, incapaces de progreso, está de progreso». Si queremos saber cómo interpre- ocupada hoy por la raza caucásica, la más taba él el apotegma de su compatriota Alberdi perfecta, la más inteligente, la más bella y la «gobernar es poblar», es menester leerle esto: más progresiva de las que pueblan la tierra; «Muchas dificultades ha de presentar la ocu- merced a estas injusticias, la Oceanía se lle- pación de país tan extenso; pero nada ha de ser na de pueblos civilizados, el Asia empieza a comparable con las ventajas de la extinción de moverse bajo el impulso europeo, el África ve las tribus salvajes»: es decir, para Sarmiento go- renacer en sus costas los tiempos de Cartago bernar es también despoblar de indios (y de gau- y los días gloriosos del Egipto. Así pues la chos). ¿Y en cuanto a los héroes de la resistencia población del mundo está sujeta a revolucio- frente a los españoles, esos hombres magníficos nes que reconocen leyes inmutables; las razas cuya sangre rebelde Martí sentía correr por sus fuertes exterminan a las débiles, los pueblos venas? También Sarmiento se ha interrogado civilizados suplantan en la posesión de la tierra sobre ellos. Esta es su respuesta: a los salvajes. Para nosotros Colocolo, Lautaro y Caupoli- No era pues menester cruzar el Atlántico y cán, no obstante los ropajes nobles y civili- buscar a Renan para oír tales palabras: un hombre zados [con] que los revistiera Ercilla, no son de esta América las estaba diciendo. En realidad, más que unos indios asquerosos, a quienes si no las aprendió, al menos las robusteció de este habríamos hecho colgar ahora, si reapare- lado del Océano, solo que no en nuestra América, ciesen en una guerra de los araucanos contra sino en la otra, en «la América europea», cuyo Chile, que nada tiene que ver con esa canalla. más fanático devoto fue Sarmiento, en nuestras 73

tierras mestizas, durante el siglo xix. Aunque no Sarmiento no permaneció silencioso ante la faltaron en ese siglo los latinoamericanos adora- crítica que –con frecuencia desde las propias dores de los yanquis, sería sobre todo gracias al páginas de La Nación– hacía Martí de sus cipayismo delirante en que, desgraciadamente, idolatrados Estados Unidos, y comentó así la ha sido pródigo nuestro siglo xx latinoamerica- increíble osadía: no, que encontraríamos pariguales de Sarmiento en la devoción hacia los Estados Unidos. Lo Una cosa le falta a don José Martí para ser un que Sarmiento quiso hacer para la Argentina publicista [...]. Fáltale regenerarse, educarse, fue exactamente lo que los Estados Unidos ha- si es posible decirlo, recibiendo del pueblo en bían realizado para ellos. En sus últimos años, que vive la inspiración, como se recibe el ali- escribió: «Alcancemos a los Estados Unidos [...] mento para convertirlo en sangre que vivifica Seamos Estados Unidos». Sus viajes a aquel país [...]. Quisiera que Martí nos diera menos Mar- le produjeron un verdadero deslumbramiento, un tí, menos español de raza y menos americano inacabable orgasmo histórico. A similitud de lo del Sur, por un poco más del yankee, el nuevo que vio allí, quiso echar en su patria las bases de tipo del hombre moderno [...]. Hace gracia oír una burguesía acometedora, cuyo destino actual a un francés del Courier des Etats Unis reír hace innecesario el comentario. de la beocia y de la incapacidad política de los yanquees, cuyas instituciones Gladstone También es suficientemente conocido lo que proclama como la obra suprema de la especie Martí vio en los Estados Unidos como para humana. Pero criticar con aires magisteriales que tengamos ahora que insistir en el punto. aquello que ve allí un hispanoamericano, un Baste recordar que fue el primer antimperialista español, con los retacitos de juicio político militante de nuestro Continente; que denunció, que le han trasmitido los libros de otras durante quince años, «el carácter crudo, desigual naciones, como queremos ver las manchas y decadente de los Estados Unidos, y la existen- del sol con un vidrio empañado, es hacer cia, en ellos continua, de todas las violencias, gravísimo mal al lector, a quien llevan por un discordias, inmoralidades y desórdenes de que se campo de perdición [...]. Que no nos vengan, culpa a los pueblos hispanoamericanos»;56 que a pues, en su insolente humildad los suda- unas horas de su muerte, en el campo de batalla, mericanos, semi-indios y semi-españoles, a confió en carta a su gran amigo mexicano Manuel encontrar malo [...].58 Mercado: «cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso [...] impedir a tiempo que se extiendan por Sarmiento, tan vehemente en el elogio como las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa en la invectiva, coloca aquí a Martí entre los fuerza más, sobre nuestras tierras de América».57 «semi-indios», lo que era en el fondo cierto y, 56 J.M.: «La verdad sobre los Estados Unidos» [1894], 58 Domingo Faustino Sarmiento: Obras completas, en O.C., t. XXVIII, p. 294. Santiago de Chile-Buenos Aires, 1885-1902, t. XLVI, Páginas literarias, pp. 166-173. 57 J.M.: Carta a Manuel Mercado de 19 de mayo de 1895, en O.C., t. XX, p. 151. 74

para Martí, enorgullecedor, pero que en boca de A los criollos les quiero hablar: a los hombres Sarmiento ya hemos visto lo que implicaba... que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna están en Por todo esto, y aunque escritores valiosos han Europa. Tierra de desterrados natos es esta, querido señalar posibles similitudes, creo que se de nostalgiosos de lo lejano y lo ajeno: ellos comprenderá lo difícil que es aceptar un paralelo son los gringos de veras, autorícelo o no su entre estos dos hombres como el que realizara, sangre, y con ellos no había mi pluma [...]. 59 en doscientas sesenta y dos despreocupadas pá- ginas, Emeterio S. Santovenia: Genio y acción. Es verdad también que allí aparece presen- Sarmiento y Martí (La Habana, 1938). Baste una tado Sarmiento como un «norteamericanizado muestra: para este autor, indio bravo, gran odiador y desentendedor de lo criollo»; 60 pero sobre todo es verdad que por encima de las discrepancias que señala- ese Borges no es el que ha pasado a la historia: ron el alcance o las limitaciones de sus res- este memorioso decidió olvidar aquel libro de pectivas proyecciones sobre América, surgió juventud, escrito a pocos años de haber sido la coincidencia [sic] de sus apreciaciones uno de los integrantes «de la secta, de la equi- [las de Sarmiento y Martí] acerca de la parte vocación ultraísta». También para él fueron que tuvo la anglosajona en el desarrollo de una equivocación aquel libro, aquellas ideas. las ideas políticas y sociales que abonaron Patéticamente fiel a su clase, 61 iba a ser otro el el árbol de la emancipación total del nuevo Borges que se conocería, que se difundiría, que mundo [73]. sabría de la gloria oficial y de los casi incon- tables premios, algunos de los cuales, de puro Pensamiento, sintaxis y metáfora forestal dan desconocidos, más bien parecen premiados por idea de lo que era nuestra cultura cuando formá- él. El Borges sobre el cual se habla, y al cual bamos parte del mundo libre, del que el señor voy a dedicar unas líneas, es el que hace eco al Santovenia fue eximio representante –y ministro grotesco «pertenecemos al Imperio Romano» de Batista en sus ratos de ocio. de Sarmiento, con esta declaración no de 1926 Del mundo libre 59 Jorge Luis Borges: El tamaño de mi esperanza, Buenos Aires, 1926, p. 5. Pero la parte de mundo libre que le toca a la América Latina tiene hoy figuras mucho más 60 Ibíd., p. 6. memorables: pienso en Jorge Luis Borges, por ejemplo, cuyo nombre parece asociado a ese ad- 61 Sobre la evolución ideológica de Borges, en relación jetivo; pienso en el Borges que hace tiempo dedi- con la actitud de su clase, ver Eduardo López Morales: cara su traducción –presumiblemente buena– de «Encuentro con un destino sudamericano», Recopilación Hojas de hierba, de Walt Whitman, al presidente de textos sobre los vanguardismos en América Latina, de los Estados Unidos, Richard Nixon. Es verdad pról. y materiales seleccionados por Oscar Collazos, La que este hombre escribió en 1926: Habana, 1970. Ver otro enfoque marxista sobre este autor en: Jaime Mejía Duque: «De nuevo Jorge Luis Borges», en Literatura y realidad, Medellín, 1969. 75

sino de 1955: «creo que nuestra tradición es El capital, tomándose el ejemplo de Inglaterra. Europa».62 «La América europea», cuyo capitalismo logra- ría expandirse fabulosamente sin las trabas de Podría parecer extraño que la filiación ideo- la sociedad feudal, añadió a la hazaña inglesa lógica de aquel activo y rugiente pionero venga nuevos círculos infernales: la esclavitud del a ostentarla hoy un hombre sentado, un escritor negro y el exterminio del indio inconquistable. como Borges, representante arquetípico de una Eran estos los modelos que Sarmiento tenía ante cultura libresca que en apariencia poco tiene que la vista y se propuso seguir con fidelidad. Quizá ver con la constante vitalidad de Sarmiento. Pero sea él el más consecuente, el más activo de los esta extrañeza solo probaría lo acostumbrados ideólogos burgueses de nuestro Continente du- que estamos a considerar las producciones su- rante el siglo xix. perestructurales de nuestro Continente, cuando no del mundo entero, al margen de las concretas Martí, por su parte, es el conciente vocero realidades estructurales que les dan sentido. de las clases explotadas. «Con los oprimidos Prescindiendo de ellas, ¿quién reconocería como había que hacer causa común», nos dejó dicho, descendientes de los pensadores enérgicos y «para afianzar el sistema opuesto a los intereses audaces de la burguesía en ascenso a las ruinas y hábitos de mando de los opresores». Y como a exangües que son los intelectuales burgueses de partir de la conquista indios y negros habían sido nuestros días? Basta con ver a nuestros escrito- relegados a la base de la pirámide, hacer causa res, a nuestros pensadores, en relación con las común con los oprimidos venía a coincidir en clases concretas a cuya visión del mundo dan gran medida con hacer causa común con los in- voz para que podamos ubicarlos con justicia, dios y los negros, que es lo que hace Martí. Esos trazar su verdadera filiación. El diálogo al que indios y esos negros se habían venido mezclando asistimos entre Sarmiento y Martí era, sobre entre sí y con algunos blancos, dando lugar al todo, un enfrentamiento clasista. mestizaje que está en la raíz de nuestra América, donde –también según Martí– «el mestizo autóc- Independientemente de su origen, Sarmien- tono ha vencido al criollo exótico». Sarmiento to es el implacable ideólogo de una burguesía es un feroz racista porque es un ideólogo de las argentina que intenta trasladar los esquemas de clases explotadoras donde campea «el criollo burguesías metropolitanas, concretamente la exótico»; Martí es radicalmente antirracista por- estadunidense, a su país. Para ello necesita im- que es portavoz de las clases explotadas, donde ponerse, como toda burguesía, sobre las clases se están fundiendo las tres razas. Sarmiento se populares, necesita explotarlas en su trabajo y opone a lo americano esencial para implantar despreciarlas en su espíritu. La forma como se aquí, a sangre y fuego, como pretendieron desarrolla una clase burguesa a expensas de la los conquistadores, fórmulas foráneas; Martí bestialización de las clases populares está inol- defiende lo autóctono, lo verdaderamente ame- vidablemente mostrada en páginas terribles de ricano. Lo cual, por supuesto, no quiere decir que rechazara torpemente cuanto de positivo le 62 Jorge Luis Borges: «El escritor argentino y la tradi- ofrecieran otras realidades: «Injértese en nuestras ción», en Sur, No. 232, enero-febrero de 1955, p. 7. 76

repúblicas el mundo», dijo, «pero el tronco ha de A esta luz se ve con más claridad el vínculo ser el de nuestras repúblicas». También Sarmiento entre Sarmiento, cuyo nombre está enlazado a pretendió injertar en nuestras repúblicas el mundo, vastos proyectos pedagógicos, a espacios inmen- pero descuajando el tronco de nuestras repúblicas. sos, a vías férreas, a barcos, y Borges, cuya Por eso, si a Martí lo continúan Mella y Vallejo, mención evoca espejos que repiten la misma Fidel y el Che y la nueva cultura revolucionaria desdichada imagen, laberintos sin solución, latinoamericana, a Sarmiento, a pesar de su com- una triste biblioteca a oscuras. Por lo demás, si plejidad, finalmente lo heredan los representantes se le reconoce americanidad a Sarmiento –lo que de la viceburguesía argentina, derrotada por aña- es evidente, y no significa que represente el polo didura. Pues aquel sueño de desarrollo burgués positivo de esa americanidad–, nunca he podido que concibió Sarmiento, ni siquiera era realizable: entender por qué se le niega a Borges: Borges no había desarrollo para una eventual burguesía es un típico escritor colonial, representante entre argentina. La América Latina había llegado tarde nosotros de una clase ya sin fuerza, cuyo acto a esa fiesta. Como escribió Mariátegui: de escritura –como él sabe bien, pues es de una endiablada inteligencia– se parece más La época de la libre concurrencia en la eco- a un acto de lectura. Borges no es un escritor nomía capitalista ha terminado en todos los europeo: no hay ningún escritor europeo como campos y todos los aspectos. Estamos en la Borges; pero hay muchos escritores europeos, época de los monopolios, vale decir de los desde Islandia hasta el expresionismo alemán, imperios. Los países latinoamericanos lle- que Borges ha leído, barajado, confrontado. Los gan con retardo a la competencia capitalista. escritores europeos pertenecen a tradiciones muy Los primeros puestos, están definitivamente concretas y provincianas, llegándose al caso de asignados. El destino de estos países, dentro un Péguy, quien se jactaba de no haber leído del orden capitalista, es de simples colonias.63 más que autores franceses. Fuera de algunos profesores de Filología que reciben un salario Integrados a lo que luego se llamaría, con por ello, no hay más que un tipo de ser humano involuntario humorismo, el «mundo libre», que conozca de veras, en su conjunto, la literatura nuestros países estrenarían una nueva manera europea: el colonial. Solo en caso de demencia de no ser independientes, a pesar de contar con puede un escritor argentino culto jactarse de escudos, himnos, banderas y presidentes: el neo- no haber leído más que autores argentinos –o colonialismo. La burguesía a la que Sarmiento escritores de lengua española. Y Borges no es había trazado tan amenas perspectivas, no pasaba un demente. Es, por el contrario, un hombre de ser simple viceburguesía, modesto socio local muy lúcido, un hombre que ejemplifica la idea de la explotación imperial –la inglesa primero, martiana de que la inteligencia es solo una parte la estadunidense después. del hombre, y no la mejor. 63 José Carlos Mariátegui: «Aniversario y balance», en La escritura de Borges sale directamente de Ideología y política, Lima, 1969, p. 248. su lectura, en un peculiar proceso de fagocitosis que indica con claridad que es un colonial y que 77

representa a una clase que se extingue. Para él, no es Argelia ni el Senegal».64 Es decir: ¡los la creación cultural por excelencia es una biblio- Estados Unidos no le pueden hacer a Europa lo teca; o mejor un museo, que es el sitio donde se que Europa le hizo a Argelia y a Senegal! Hay reúnen las creaciones que no son de allí: museo malas noticias para Europa. Parece que después de horrores, de monstruos, de excelencias, de de todo, sí, sí se lo pueden hacer, se lo vienen citas o de artes folclóricas (las argentinas, vistas haciendo hace algún tiempo. Y si ello ocurre con ojo museal), la obra de Borges, escrita en en el terreno económico –con complejas deri- un español que es difícil leer sin admiración, es vaciones políticas–, su superestructura cultural uno de los escándalos americanos de estos años. está revelando claros síntomas coloniales. Bien podría ser uno de ellos el auge de la escritura/ A diferencia de otros importantes escritores lectura de Borges. latinoamericanos, Borges no pretende ser un hombre de izquierda. Por el contrario: su po- Pero, naturalmente, la herencia de Borges, en sición en este orden lo lleva a firmar en favor quien ya vimos que se desangraba la de Sarmien- de los invasores de Girón, a pedir la pena de to, hay que buscarla sobre todo en la América muerte para Debray o a dedicar un libro a Nixon. Latina, donde implicará descender aún más en Muchos admiradores suyos, que deploran (o el ímpetu y en la calidad. Como este no es dicen deplorar) actos así, sostienen que hay una un panorama, sino un simple ensayo sobre dicotomía en su vida, la cual le permite, por una la cultura latinoamericana, voy a ceñirme a parte, escribir textos levemente inmortales, y un caso, que me doy cuenta de que es muy por otra, firmar declaraciones políticas más que menor, pero que es un síntoma, a pesar de todo, malignas, pueriles. Puede ser. También es posible valioso: voy a comentar un pequeño libro crítico que no haya tal dicotomía, y que debamos acos- de Carlos Fuentes: La nueva novela hispanoa‑ tumbrarnos a restituirle su unidad al autor de El mericana (México, 1969). jardín de senderos que se bifurcan. Con ello, no se propone que encontremos faltas de ortografía Vocero de la misma clase que Borges, Fuen- o de sintaxis en sus pulcras páginas, sino que tes tuvo, como él, veleidades izquierdistas en la las leamos como lo que después de todo son: el juventud. A El tamaño de mi esperanza (1926), testamento atormentado de una clase sin salida, de Borges, corresponde La muerte de Artemio que se empequeñece hasta decir por boca de un Cruz (1962), de Fuentes. Y seguir juzgando a hombre: «el mundo, desgraciadamente, es real; Fuentes por este libro, sin duda una buena novela yo, desgraciadamente, soy Borges». nuestra, sería tan insensato como seguir juzgando a Borges por aquel libro. Solo que Borges, más Es singular que la escritura/lectura de Borges consecuente –y más valioso en todo: Borges es conozca un destino particularmente favorable un escritor verdaderamente importante, aunque en la Europa capitalista, en el momento en que discrepe tanto de él–, decidió asumir plenamen- esa misma Europa inicia su condición colonial te su condición de hombre de derecha, mientras ante el «desafío americano». En el libro de este título, con desembozado cinismo, exclama Jean- 64 Jean-Jacques Servan-Schreiber: El desafío americano, Jacques Servan-Schreiber: «ahora bien, Europa La Habana, 1968, p. 41. 78

que Fuentes actúa como tal y pretende conservar, espació de modo creciente su apoyo, hasta que en a ratos, un vocabulario de izquierda, donde no estos meses, aprovechando la alharaca desatada falta por supuesto la mención de Marx. en torno al mes de prisión de un escritor cubano, rompió estrepitosamente con Cuba. En La muerte de Artemio Cruz, un secretario integrado plenamente al sistema, sintetiza su Es aleccionadora esta simetría: en 1961, en el biografía en este diálogo: momento de Playa Girón, el único conjunto de escritores latinoamericanos que expresó en un –Es usted muy joven. ¿Qué edad tiene? manifiesto su deseo de que Cuba fuera derrotada –Veintisiete años. por los mercenarios al servicio del imperialismo –¿Cuándo se recibió? fue el grupo de escritores argentinos centrados –Hace tres años... Pero... en torno a Borges;66 diez años después, en 1971, –¿Pero qué? el único equipo nacional de escritores del Con- –Que es muy distinta la teoría de la práctica. tinente en romper con Cuba aprovechando un –Y eso le da risa. ¿Qué cosa le enseñaron? visible pretexto y calumniando la conducta de –Mucho marxismo. Hasta hice mi tesis sobre la Revolución, ha sido la mafia mexicana. Es un la plusvalía. simple relevo dentro de una actitud equivalente. –Ha de ser una buena disciplina, Padilla. –Pero la práctica es muy distinta. A esa luz se entiende mejor el intento del –¿Usted es eso, marxista? librito de Fuentes sobre la nueva novela hispa- –Bueno, todos mis amigos lo eran. Ha de ser noamericana. El desarrollo de esa nueva novela cosa de la edad.65 es uno de los rasgos sobresalientes de la litera- tura de estos últimos años, y su difusión más El diálogo expresa con bastante claridad la allá de nuestras fronteras es, en gran medida, situación de una zona de la intelligentsia mexi- consecuencia de la atención mundial que nuestro cana que, aunque comparte la ubicación y la Continente merece desde el triunfo de la Revo- conducta clasista de Borges, difiere de este, por lución Cubana en 1959.67 razones locales, en aspectos accesorios. Pienso, concretamente, en la llamada mafia mexicana, Lógicamente, esa nueva novela ha merecido una de cuyas más conspicuas figuras es Carlos variadas interpretaciones, numerosos estudios. Fuentes. Este equipo expresó cálidamente su El de Carlos Fuentes, pese a su brevedad (no simpatía por la Revolución Cubana hasta el año que, en 1961, la Revolución proclamó y 66 Hoy nadie ha retenido aquel manifiesto; en cambio sí demostró ser marxista-leninista, es decir, una el artículo en que Ezequiel Martínez Estrada lo con- revolución que tiene al frente la alianza obrero- testó: su «Réplica a una declaración intemperante», campesina. A partir de ese momento, la mafia le en En Cuba y al servicio de la Revolución Cubana, La Habana, 1963. 65 Carlos Fuentes: La muerte de Artemio Cruz, Mé- xico, 1962, p. 27. 67 Me he detenido algo más en este punto en el ensayo «Intercomunicación latinoamericana y nueva litera- tura» [1969], en volumen colectivo sobre la literatura latinoamericana publicado por la Unesco: América Lati‑ na en su Literatura, coord. e introd. de César Fernández Moreno, México, 1972. 79

llega a cien páginas), es toda una toma de posi- «Simplismo épico» era la lucha durante el siglo ción ante la literatura y ante la política, que sin- xix entre civilización y barbarie, en la que, según tetiza con claridad una hábil posición de derecha Fuentes, «el escritor [quiere decir, el escritor en nuestros países. como él] invariablemente toma partido por la civilización y contra la barbarie», esto es, se con- Fuentes pone rápidamente las cartas sobre vierte en un servidor incondicional de la nueva la mesa: en el primer capítulo, que se llama oligarquía y en un enemigo cerril de las masas de modo ejemplar «Civilización y barbarie», americanas; «la complejidad dialéctica» es la hace suya de entrada, como era de esperarse, forma que asume esa colaboración en el siglo la tesis de Sarmiento: en el siglo xix, «solo un xx, cuando aquella oligarquía se ha revelado drama puede desarrollarse en este medio: el mera intermediaria de los intereses imperiales, que Sarmiento definió en el subtítulo de Fa‑ y «el escritor» como Fuentes debe ahora servir cundo: Civilización y barbarie». Ese drama a dos amos, lo que, aun tratándose de amos tan es el conflicto «de los primeros cien años de bien llevados, desde el Evangelio sabemos que la novela y de la sociedad latinoamericana» implica cierta «complejidad dialéctica», sobre (10). La narrativa correspondiente a ese capí- todo si se pretende hacer creer que a quien se está tulo presenta cuatro factores: «una naturaleza sirviendo de veras es a un tercer amo: el pueblo. esencialmente extraña» (¿a quién?) que «era Es interesante, aunque con una ligera ausencia, el verdadero personaje latinoamericano»; el la breve síntesis que ofrece el lúcido Fuentes de dictador a escala nacional o regional; la masa un aspecto de la penetración del imperialismo explotada, y «un cuarto factor, el escritor, que en nuestros países: invariablemente toma partido por la civilización y contra la barbarie» (11-12, énfasis de R.F.R.), Este [dice Fuentes], a fin de intervenir efi- hecho que implica, según Fuentes, «defender a cazmente en la vida económica de cada país los explotados», etcétera, y que Sarmiento hizo latinoamericano, requiere no solo una clase ver en qué consistía de veras. Esa polaridad intermediaria dirigente, sino toda una serie decimonónica, sin embargo, no se mantendrá de servicios en la administración pública, el igual, según él, en el siglo siguiente: «en el siglo comercio, la publicidad, la gerencia de ne- xx, el mismo intelectual deberá luchar dentro de gocios, las industrias extractivas y de trans- una sociedad mucho más compleja, interna e in- formación, la banca, los transportes y aun ternacionalmente», complejidad debida a que el el espectáculo: Pan y Circo. General Motors imperialismo penetrará en estos países mientras, ensambla automóviles, repatria utilidades y algún tiempo después, se producirá «la revuelta patrocina programas de televisión [14]. y el ascenso [...] del mundo subindustrializado». Fuentes olvida considerar, dentro de los factores Como ejemplo final, nos hubiera sido más internacionales que en el siglo xx habrá que to- útil –aunque siempre sea válido el de la General mar en cuenta, al socialismo. Pero desliza esta Motors– el ejemplo de la CIA, la cual organiza fórmula oportuna: «se inicia el tránsito del sim- la expedición de Playa Girón y paga, a través de plismo épico a la complejidad dialéctica» (13). 80

transparentes intermediarios, a la revista Mundo ránea»... de otras literaturas, no de la literatura Nuevo, uno de cuyos principales ideólogos fue hispanoamericana; lo que, por otra parte, casa precisamente Carlos Fuentes. perfectamente con la ideología enajenada y enajenante de Fuentes. Sentadas estas premisas políticas, Fuentes pasa a postular ciertas premisas literarias, antes Tras el magisterio de hombres como Alejo de concentrarse en los autores que estudia –Var- Carpentier, que en vano han tratado de negar gas Llosa, Carpentier, García Márquez, Cortázar algunos usufructuarios del boom, la empresa y Goytisolo–, y concluye luego con nuevas ob- acometida por la nueva novela hispanoamerica- servaciones políticas. No me interesa detenerme na, empresa que puede parecer «superada» o ya en las críticas en sí, sino simplemente señalar realizada por la narrativa de los países capitalistas, algunos lineamientos ideológicos, por otra parte como no han dejado de observar ciertos críticos, muy visibles: este librito parece a veces un ver- implica una reinterpretación de nuestra historia. dadero manifiesto ideológico. Indiferente a este hecho palmario –que en muchos casos guarda relaciones ostensibles con la nueva Una apreciación crítica de la literatura requie- perspectiva que la Revolución ha aportado a nues- re partir de un concepto previo de la crítica mis- tra América, y que tiene no poca responsabilidad ma, debe haberse respondido satisfactoriamente en la difusión de esta narrativa entre quienes la pregunta elemental: ¿qué es la crítica? Me desean conocer a ese continente del que tanto parece aceptable la modesta opinión de Krystina se habla–, Fuentes evapora la carnalidad de esa Pomorska (en Russian Formalist Theory and its novela, cuya crítica requeriría en primer lugar Poetic Ambiance, Mouton, 1968), la cual, según generalizar y enjuiciar esa visión de la historia Tzvetan Todorov, expresada en ella, y le aplica tranquilamente, como ya he dicho, esquemas derivados de otras defiende allí la tesis siguiente: todo método literaturas (de países capitalistas), reducidas hoy crítico es una generalización de la práctica día a especulaciones lingüísticas. literaria contemporánea. Los métodos críticos de la época del clasicismo fueron elaborados El extraordinario auge que en los últimos años en función de las obras literarias clásicas. La ha conocido la lingüística, ha llevado a más de crítica de los románticos retoma los principios uno a considerar que «el siglo xx, que es el siglo del propio romanticismo (la sicología, lo irra- de tantas cosas, parece ser, por encima de todo, el cional, etcétera).68 siglo de la lingüística»,69 aunque para nosotros, entre esas «tantas cosas», tengan más relieve Pues bien, al leer la crítica que hace Fuentes el establecimiento de gobiernos socialistas y la de la nueva novela hispanoamericana, nos da- descolonización como rasgos salientes de este mos cuenta de que su «método crítico es una siglo. Puedo aportar, como modesto ejemplo generalización de la práctica literaria contempo- personal de aquel auge, que todavía en 1955, 68. Tzvetan Todorov: «Formalistes et futuristes», en Tel 69 Carlos Peregrín Otero: Introducción a la lingüística Quel, No. 30, otoño de 1968, p. 43. transformacional, México, 1970, p. 1. 81

cuando era alumno de lingüística de André Mar- esta se resume a decirnos que nuestra narrativa tinet, los temas lingüísticos estaban confinados actual –como las de los países capitalistas apa‑ en París a las aulas universitarias; fuera de ellas rentemente coetáneos– es ante todo hazaña del hablábamos con nuestros amigos de literatura, lenguaje. Eso, entre otras cosas, le permite mini- de filosofía y de política. Tan solo unos años mizar graciosamente todo lo que en esa narrativa después, la lingüística –que en su vertiente es- implica concreción histórica precisa. Por otra tructuralista había napoleonizado otras ciencias parte, la manera como Fuentes sienta las bases sociales, como ha contado Lévi-Strauss– era en de su abordaje lingüístico tiene la pedantería y París el tema obligado de las conversaciones: el provincianismo típicos del colonial que quiere literatura, filosofía y política se abordaban en- hacer ver al metropolitano que él también puede tonces en estructuralistas. (Hablo de hace unos hombrearse con los grandes temas a la moda años: ahora el estructuralismo parece encontrarse allá, al mismo tiempo que espera deslumbrar a en retirada. Pero en nuestras tierras se insistirá sus compatriotas, en quienes confía encontrar todavía un tiempo en esta ideología). ignorancia aún mayor que la suya; lo que emite son cosas así: Pues bien: no dudo de que existan razones específicamente científicas que hayan abonado El cambio engloba las categorías del proceso y en favor de ese auge de la lingüística. Pero sé el habla, de la diacronía; la estructura, las del también que hay razones ideológicas para tal sistema y la lengua, de la sincronía. La inte- auge más allá de la propia materia. En lo que racción de todas estas categorías es la palabra, atañe a los estudios literarios, no es difícil se- que liga a la diacronía con la sincronía, al habla ñalar tales razones ideológicas, del formalismo con la lengua a través del discurso y al proceso ruso al estructuralismo francés, cuyas virtudes con el sistema a través del evento, así como al y limitaciones no pueden señalarse al margen evento y al discurso en sí [33]. de esas razones, y entre ellas la pretendida ahis- torización propia de una clase que se extingue; Estas banalidades, sin embargo –que cual- una clase que inició su carrera histórica con quier buen manualito de lingüística hubiera utopías desafiantes para azuzar al tiempo, y podido aliviar–, no deben provocarnos solo una que pretende congelar esa carrera, ahora que le sonrisa. Fuentes está elaborando, como puede, es adversa, con imposibles ucronías. De todas una consecuente visión de nuestra literatura, de formas, es necesario reconocer la congruencia nuestra cultura; una visión que, significativa- de esos estudios con las respectivas literaturas mente, coincide en lo esencial con la propuesta coetáneas. En cambio, cuando Fuentes, ha- por escritores como Emir Rodríguez Monegal y ciendo caso omiso de la realidad concreta de Severo Sarduy. la narrativa hispanoamericana de estos años, pretende imponerle esquemas provenientes de Es revelador que para Fuentes, la tesis del otras literaturas, de otras elaboraciones críticas, papel preponderante del lenguaje en la nueva no- añade, en una típica actitud colonial, un segundo vela hispanoamericana encuentre su fundamento grado de ideologización a su crítica. En síntesis, en la prosa de Borges, «sin la cual no habría, 82

simplemente, moderna novela hispanoameri- y complicidades académicas. Inventar un cana», dice Fuentes, ya que «el sentido final» lenguaje es decir todo lo que la historia ha de aquella prosa «es atestiguar, primero, que callado [30, énfasis de R.F.R.]. Latinoamérica carece de lenguaje y, por ende, que debe constituirlo». Esta hazaña singular la De ese modo, esta interpretación salva la col logra Borges, según Fuentes, creando «un nuevo y la cabra; concebida así, la literatura no solo lenguaje latinoamericano que, por puro contras- se sustrae a cualquier tarea peleadora (que aquí te, revela la mentira, la sumisión y la falsedad queda degradada con un hábil adjetivo: «la vieja de lo que tradicionalmente pasaba por lenguaje obligación de la denuncia»), sino que esta sus- entre nosotros» (26). tracción, lejos de ser un repliegue, es «una elabo- ración mucho más ardua», ya que va a decir nada Naturalmente, sobre tales criterios, la ahisto- menos que «todo lo que la historia ha callado». rización de la literatura puede alcanzar expresio- Más adelante se nos dirá que nuestro verdadero nes verdaderamente delirantes. Nos enteramos, lenguaje está en vías de ser descubierto y crea- por ejemplo, de que La pornografía, de Witold do, «y en el acto mismo de su descubrimiento y Gombrowicz, creación, pone en jaque, revolucionariamente, toda una estructura económica, política y social, pudo haber sido contado por un aborigen de fundada en un lenguaje verticalmente falso» la selva amazónica [...]. Ni la nacionalidad ni (94-95, énfasis de R.F.R.). la clase social, al cabo, definen la diferencia entre Gombrowicz y el posible narrador del Esta manera astuta, aunque a la vez superficial, mismo mito iniciático en una selva brasileña de proponer las tareas de la derecha con el lengua- sino, precisamente, la posibilidad de combi- je de la izquierda, nos hace recordar –y es difícil nar distintamente el discurso. Solo a partir de olvidarlo un solo instante– que Fuentes pertenece la universalidad de las estructuras lingüísti- a la mafia mexicana, cuyos rasgos ha pretendido cas pueden admitirse, a posteriori, los datos extender más allá de las fronteras de su país. excéntricos de nacionalidad y clase [22]. Por otra parte, que este planteo es el traslado Y, consecuentemente, se nos dice también que a cuestiones literarias de una plataforma política «es más cercano a la verdad entender, en primera raigalmente reaccionaria, no es una conjetura. instancia, el conflicto de la literatura hispanoa- Está dicho a lo largo del librito, y en especial, de mericana en relación con ciertas categorías del modo explícito, en sus páginas finales: además de quehacer literario» (24, énfasis de R.F.R.) y no los consabidos ataques al socialismo, aparecen en relación con la historia; aún más: allí observaciones como estas: «Quizá el triste futuro inmediato de América Latina sea el popu- la vieja obligación de la denuncia se convierte lismo fascista, la dictadura de estirpe peronista en una elaboración mucho más ardua: la ela- capaz de realizar algunas reformas a cambio de boración crítica de todo lo no dicho en nuestra la supresión del impulso revolucionario y de la larga historia de mentiras, silencios, retóricas libertad pública» (96). La tesis de «civilización y barbarie» parece no haberse modificado un 83

ápice. Y, sin embargo, sí: se ha agravado con adecuado: la revista Mundo Nuevo, 70 financiada la presencia devastadora del imperialismo en por la CIA, cuyo basamento ideológico está nuestras tierras. Fuentes se hace cargo de esta resumido en el mentado librito de Fuentes de realidad, con un espantajo: el anuncio de que se una manera que difícilmente hubieran podido abre ante nosotros realizar la pesantez profesoral de Emir Rodrí- guez Monegal o el mariposeo neobarthesiano una perspectiva mucho más grave: a medida de Severo Sarduy –los otros dos críticos de la que se agiganta el foso entre el desarrollo revista. Aquella publicación, que reunió a esos geométrico del mundo tecnocrático y el de- hombres y además a otros muy similares a ellos, sarrollo aritmético de nuestras sociedades anci- como Guillermo Cabrera Infante y Juan Goyti- lares, Latinoamérica se convierte en un mundo solo, va a ser relevada en estos días por otra que prescindible [énfasis de C.F.] para el imperia- parece que contará esencialmente con el mismo lismo. Tradicionalmente, hemos sido países equipo, más algunos añadidos: la revista Libre. explotados. Pronto, ni esto seremos [énfasis de La fusión de ambos títulos es suficientemente R.F.R.]; no será necesario explotarnos, porque explícita: Mundo Libre. la tecnología habrá podido –en gran medida lo puede ya– sustituir industrialmente nuestros El porvenir empezado ofrecimientos monoproductivos [Ibíd.]. La pretensión de englobarnos en el «mundo A esta luz, y habida cuenta de que para Fuentes libre» –nombre regocijado que se dan hoy a sí la revolución carece de perspectivas en la Amé- mismos los países capitalistas, y de paso regalan rica Latina –insiste en hablar de la imposibilidad a sus oprimidas colonias y neocolonias– es la de una «segunda Cuba» (96), y no puede aceptar versión moderna de la pretensión decimonónica las formas variadas, imprevisibles, que asu- de las clases criollas explotadoras de someternos mirá ese proceso–, casi debemos sentirnos a la supuesta «civilización»; y esta última preten- agradecidos de que la tecnología imperialista sión, a su vez, retoma los propósitos de los con- no prescinda de nosotros; de que no se ponga a quistadores europeos. En todos estos casos, con sustituir industrialmente (como «lo puede ya») ligeras variantes, es claro que la América Latina nuestros pobrecitos productos. no existe sino, a lo más, como una resistencia que Me he detenido quizá más de lo necesario en 70 Sigue teniendo vigencia el análisis que de esta publica- Fuentes, porque es una de las más destacadas ción hiciera Ambrosio Fornet: «New World en español», figuras entre los nuevos escritores latinoameri- en Casa de las Américas, No. 40, enero-febrero de 1967. canos que se han propuesto elaborar, en el orden (Pero ahora debe añadirse la compartida observación cultural, una plataforma contrarrevolucionaria que en una reciente entrevista hiciera Fornet a propósito que en apariencia vaya más allá de las burdas de Severo Sarduy, quien por supuesto no es un escritor simplificaciones propias del programa Cita con «francocubano», y jamás debió haber sido dejado fuera Cuba, de La Voz de los Estados Unidos de Amé- de un diccionario de escritores de Cuba. Ver Leonardo rica. Esos escritores contaron ya con un órgano Padura: «Tiene la palabra el camarada Ambrosio», en La Gaceta de Cuba, septiembre-octubre de 1992, p. 5). 84

es menester vencer para implantar sobre ella la Esto es algo que ha sabido señalar, pese a que verdadera cultura, la de «los pueblos modernos sus ojos estuvieran alguna vez en Europa más de que se gratifican ellos mismos con el epíteto lo que hubiéramos querido, el mexicano Alfonso de civilizados», en frase de Pareto71 que tanto Reyes. Al hablar él y otro latinoamericano de la recuerda la que en 1884 escribiera Martí sobre nuestra como una cultura de síntesis, la «civilización, que es el nombre vulgar con que corre el estado actual del hombre europeo». ni él ni yo [dice] fuimos interpretados por los colegas de Europa, quienes creyeron que nos Frente a esta pretensión de los conquistadores, referíamos al resumen o compendio elemental de los oligarcas criollos, del imperialismo y sus de las conquistas europeas. Según esta inter- amanuenses, ha ido forjándose nuestra genui- pretación ligera, la síntesis sería un punto ter- na cultura –tomando este término en su amplia minal. Y no: la síntesis es aquí un nuevo punto acepción histórica y antropológica–, la cultura de partida, una estructura entre los elementos gestada por el pueblo mestizo, esos descendientes anteriores y dispersos, que –como toda estruc- de indios, de negros y de europeos que supieron tura– es trascendente y contiene en sí noveda- capitanear Bolívar y Artigas; la cultura de las des. H2O no es solo una junta de hidrógeno y clases explotadas, la pequeña burguesía radical oxígeno, sino que –además– es agua.72 de José Martí, el campesinado pobre de Emiliano Zapata, la clase obrera de Luis Emilio Recabarren Hecho especialmente visible si se toma en y Jesús Menéndez; la cultura de «las masas cuenta que esa agua partió no solo de elementos hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, europeos, que son los que enfatiza Reyes, sino de obreros explotados» de que habla la Segunda también indígenas y africanos. Aun con sus limi- Declaración de La Habana (1962), «de los inte- taciones, Reyes es capaz de expresar, al concluir lectuales honestos y brillantes que tanto abundan su trabajo: «y ahora yo digo ante el tribunal de en nuestras sufridas tierras de América Latina», pensadores internacionales que me escucha: re- la cultura de ese pueblo que ahora integra «una conocemos el derecho a la ciudadanía universal familia de doscientos millones de hermanos» y que ya hemos conquistado. Hemos alcanzado la «ha dicho: ¡Basta!, y ha echado a andar». mayoría de edad. Muy pronto os habituaréis a contar con nosotros».73 Esa cultura, como toda cultura viva, y más en sus albores, está en marcha; esa cultura tie- Estas palabras se decían en 1936. Hoy, ese ne, desde luego, rasgos propios, aunque haya «muy pronto» ha llegado ya. Si hubiera que seña- nacido –al igual que toda cultura, y esta vez de lar la fecha que separa la esperanza de Reyes de modo especialmente planetario– de una síntesis, nuestra certidumbre –con lo difícil que suelen ser y no se limita de ninguna manera a repetir los esos señalamientos–, yo indicaría 1959: llegada rasgos de los elementos que la compusieron. 71 Vilfredo Pareto: Tratado de sociología general, 72 Alfonso Reyes: «Notas sobre la inteligencia america- v. II, cit. por José Carlos Mariátegui en Ideología y na», en Obras completas, t. XI, México, 1960, p. 88. política, cit., p. 24. 73 Ibíd., p. 90. 85

al poder de la Revolución Cubana. Se podrían ir nuestra cultura. Y en realidad es todo lo contra- marcando algunas de las fechas que jalonan el rio: nuestra cultura es –y solo puede ser– hija de advenimiento de esa cultura: las primeras son la revolución, de nuestro multisecular rechazo imprecisas, se refieren a combates de indíge- a todos los colonialismos; nuestra cultura, al nas y revueltas de esclavos negros contra la igual que toda cultura, requiere como primera opresión europea. En 1780, una fecha mayor: condición nuestra propia existencia. No puedo sublevación de Tupac Amaru en el Perú; eximirme de citar, aunque lo he hecho ya en en 1804, independencia de Haití; en 1810, otras ocasiones, uno de los momentos en que inicio de los movimientos revolucionarios en Martí abordó este hecho de manera más sencilla varias de las colonias españolas de América, y luminosa: «No hay letras, que son expresión», movimientos que van a extenderse hasta bien escribió en 1881, «hasta que no hay esencia que entrado el siglo; en 1867, victoria de Juárez expresar en ellas. Ni habrá literatura hispanoa- sobre Maximiliano; en 1895, comienzo de la mericana hasta que no haya Hispanoamérica». etapa final de la guerra de Cuba contra Es- Y más adelante: «Lamentémonos ahora de que paña –guerra que Martí previó también como la gran obra nos falte, no porque nos falte ella, una acción contra el naciente imperialismo sino porque esa es señal de que nos falta aún el yanqui–; en 1910, Revolución Mexicana; en pueblo magno de que ha de ser reflejo».74 La los años veinte y treinta de este siglo, marcha cultura latinoamericana, pues, ha sido posible, en de Prestes al interior del Brasil (1925-1927), primer lugar, por cuantos han hecho, por cuantos resistencia en Nicaragua de Sandino, y afianza- están haciendo que exista ese «pueblo magno» miento en el Continente de la clase obrera como de «nuestra América». fuerza de vanguardia; en 1938, nacionalización del petróleo mexicano por Cárdenas; en 1944, Pero esta no es, por supuesto, la única cul- llegada al poder de un régimen democrático en tura forjada aquí. Hay también la cultura de la Guatemala, que se radicalizará en el gobierno; anti-América: la de los opresores, la de quienes en 1946, inicio de la presidencia en la Argentina trataron (o tratan) de imponer en estas tierras de Juan Domingo Perón, bajo la cual mostrarán esquemas metropolitanos, o simplemente, man- su rostro los «descamisados»; en 1952, revolu- samente, reproducen de modo provinciano lo que ción boliviana; en 1959, triunfo de la Revolución en otros países puede tener su razón de ser. En la Cubana; en 1961, Girón: primera derrota militar mejor de las posibilidades, se trata, para repetir del imperialismo yanqui en América y proclama- una cita, de la obra de «quienes han trabajado, en ción del carácter marxista-leninista de nuestra algunos casos patrióticamente, por configurar la Revolución; en 1967, caída del Che Guevara al vida social toda con arreglo a pautas de otros paí- frente de un naciente ejército latinoamericano en ses altamente desarrollados, cuya forma se debe Bolivia; en 1970, llegada al gobierno, en Chile, a un proceso orgánico a lo largo de los siglos», y del socialista Salvador Allende. que al proceder así, dijo Martínez Estrada, «han Fechas así, para una mirada superficial, podría 74 J.M.: «Cuadernos de apuntes, 5» [1881], en O.C., parecer que no tienen relación muy directa con t. XXI, p. 164. 86

traicionado a la causa de la verdadera emanci- intelectual77 de la misma isla que Caliban: puede pación de la América Latina».75 optar entre servir a Próspero –es el caso de los intelectuales de la anti-América–, con el que Todavía es muy visible esa cultura de la aparentemente se entiende de maravillas, pero anti-América. Todavía en estructuras, en obras, de quien no pasa de ser un temeroso esclavo, en efemérides se proclama y perpetúa esa otra o unirse a Caliban en su lucha por la verdadera cultura. Pero no hay duda de que está en agonía, libertad. Podría decirse, en lenguaje gramsciano, como en agonía está el sistema en que se basa. que pienso sobre todo en intelectuales «tradi- Nosotros podemos y debemos contribuir a colo- cionales», de los que, incluso en el período de car en su verdadero sitio la historia del opresor transición, el proletariado necesita asimilarse el y la del oprimido. Pero, por supuesto, el triunfo mayor número posible, mientras va generando de esta última será sobre todo obra de aquellos sus propios intelectuales «orgánicos». para quienes la historia, antes que obra de letras, es obra de hechos. Ellos lograrán el triunfo defi- Es sabido, en efecto, que una parte más o me- nitivo de la América verdadera, restableciendo nos importante de la intelectualidad al servicio su unidad a nuestro Continente, y esta vez a una de las clases explotadas suele provenir de las luz del todo distinta: clases explotadoras, de las cuales se desvincula radicalmente. Es el caso, por lo demás clásico, Hispanoamérica, Latinoamérica, como se de figuras cimeras como Marx, Engels y Lenin. prefiera [escribió Mariátegui], no encontrará Este hecho había sido observado ya en el propio su unidad en el orden burgués. Este orden nos Manifiesto comunista de 1848. Allí escribieron divide, forzosamente, en pequeños nacionalis- Marx y Engels: mos. A Norteamérica sajona le toca coronar y cerrar la civilización capitalista. El porvenir En los períodos en que la lucha de clases se de la América latina es socialista.76 acerca a su desenlace, el proceso de desinte- gración de la clase dominante, de toda la vieja Ese porvenir, que ya ha empezado, acabará por hacer incomprensible la ociosa pregunta sobre 77 «Intelectual» en el sentido lato del término, tal como lo nuestra existencia. emplea Gramsci en sus clásicas páginas sobre el tema, que suscribo plenamente. Por suficientemente conoci- ¿Y Ariel, ahora? das no considero necesario glosarlas aquí: ver Antonio Gramsci: Los intelectuales y la organización de la cul‑ Ariel, en el gran mito shakespeareano que he tura, trad. de Raúl Sciarreta, Buenos Aires, 1960. Con seguido en estas notas, es, como se ha dicho, el este sentido amplio se usó ya la palabra entre nosotros en el Seminario Preparatorio del Congreso Cultural de 75 Ezequiel Martínez Estrada: «El colonialismo como La Habana (1967), y últimamente Fidel ha vuelto sobre realidad», cit. en la nota 54. el tema, en su discurso en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, al rechazar que la denominación 76 José Carlos Mariátegui: cit. en Siete ensayos de inter‑ sea usufructuada solo por un pequeño grupo de «hechi- pretación de la realidad peruana, La Habana, 1963, ceros», el cual «ha monopolizado el título de intelectua- p. xii. les», pretendiendo dejar fuera de él a «los maestros, los ingenieros, los técnicos, los investigadores...». 87

sociedad, adquiere un carácter tan violento y sirvan, / del tirano es inútil la saña, / que no en tan patente, que una pequeña fracción de esa vano entre Cuba y España / tiende inmenso sus clase reniega de ella y se adhiere a la clase olas el mar». O el de José Martí, al cabo de quin- revolucionaria, a la clase en cuyas manos está ce años de estancia en los Estados Unidos –es- el porvenir [...]. Y así [...] en nuestros días un tancia que le permitirá familiarizarse plenamente sector de la burguesía se pasa al proletariado, con la modernidad, y también detectar desde su particularmente ese sector de los ideólogos seno el surgimiento del imperialismo norteame- burgueses que se han elevado teóricamente ricano–: «Viví en el monstruo, y le conozco las hasta la comprensión del conjunto del movi- entrañas; y mi honda es la de David». Aunque miento histórico.78 preveo que a algunos oídos la sugerencia de que Heredia y Martí anduvieran maldiciendo les so- Si esto es obviamente válido para las naciones nará feo, quiero recordarles que «tirano», «viles capitalistas de más desarrollo –a las cuales tenían traidores» y «monstruo» tienen algo que ver con en mente Marx y Engels en su Manifiesto–, en maldiciones. Shakespeare y la realidad parecen el caso de nuestros países hay que añadir algo tener razón contra ellos. Y Heredia y Martí no más. En ellos, «ese sector de los ideólogos bur- son sino ejemplos arquetípicos. Últimamente, gueses» de que hablan Marx y Engels conoce no han faltado tampoco los que han atribuido a un segundo grado de ruptura: salvo aquella deformaciones de nuestra Revolución –Caliban, zona que orgánicamente provenga de las clases no lo olvidemos, es visto siempre como defor- explotadas, la intelectualidad que se considere me por el ojo hostil–, la violencia volcánica de revolucionaria79 debe romper sus vínculos con algunos discursos recientes de Fidel, como el la clase de origen (con frecuencia, la pequeña que pronunciara en el Primer Congreso Nacio- burguesía), y también debe romper sus nexos nal de Educación y Cultura. El que algunos de de dependencia con la cultura metropolitana que esos sobresaltados hubieran hecho el elogio de le enseñó, sin embargo, el lenguaje, el aparato Fanon –otros posiblemente ni habían oído hablar conceptual y técnico. Ese lenguaje, en la termi- de él, ya que guardan con la política, como dijo nología shakespeareana, le servirá para maldecir Rodolfo Walsh, la misma relación que con la a Próspero. Fue el caso de José María Heredia, astrofísica–, y ahora atribuyan a deformación o a exclamando, en el mejor español del primer influencia foránea una actitud que está en la raíz tercio del siglo xix: «Aunque viles traidores le misma de nuestro ser histórico, puede ser prueba de varias cosas. Entre ellas, de total incoheren- 78. Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto del Partido cia. También de desconocimiento –cuando no Comunista, Obras escogidas en dos tomos, tomo 1, de desprecio– de nuestras realidades concretas, Moscú, s. f., p. 32. tanto en el presente como en el pasado. Lo cual, por cierto, no los autoriza para tener mucho que 79. Y hay que recordar que hace más de cuarenta años que ver con nuestro porvenir. Mariátegui escribió: «este es un instante de nuestra historia en que no es posible ser efectivamente nacio- La situación y las tareas de ese intelectual nalista y revolucionario sin ser socialista». J.C.M.: Siete al servicio de las clases explotadas no son por ensayos..., cit., p. 26. 88

supuesto las mismas cuando se trata de países «nuestra propia realidad», «nuestro propio len- en los que aún no ha triunfado la revolución guaje», y a ellos me he referido largamente. Pero socialista, que cuando se trata de países en los el imprescindible orgullo de haber heredado lo que se desarrolla tal revolución. Por otra parte, mejor de la historia latinoamericana, de pelear al ya he recordado que el término «intelectual» es frente de una vasta familia de doscientos millones lo bastante amplio como para hacer inútil forzar de hermanos, no puede hacernos olvidar que, por la mano con simplificación alguna. Intelectual eso mismo, formamos parte de otra vanguardia será un teórico y dirigente –como Mariátegui o aún mayor, de una vanguardia planetaria: la de Mella–, un investigador –como Fernando Ortiz–, los países socialistas que ya van apareciendo en un escritor –como César Vallejo–. En todos esos todos los continentes. Eso quiere decir que nues- casos, sus ejemplos concretos nos dicen más tra herencia es también la herencia mundial del que cualquier generalización vaga. Para plan- socialismo, y que la asumimos como el capítulo teos muy recientes, relativos al escritor, véanse más hermoso, más gigantesco, más batallador ensayos como «Las prioridades del escritor», de de la historia de la humanidad. Sentimos como Mario Benedetti. plenamente nuestro el pasado del socialismo, desde los sueños de los socialistas utópicos hasta La situación, como dije, no es igual en los países el apasionado rigor científico de Marx («aquel donde las masas populares latinoamericanas han alemán de alma sedosa y mano férrea», que dijo llegado al fin al poder y han desencadenado una Martí) y Engels; desde el intento heroico de la revolución socialista. El caso entusiasmante de Comuna de París hace un siglo hasta el triunfo Chile es demasiado inmediato para poder extraer de la Revolución de Octubre y la lección impe- de él conclusiones. Pero la revolución socialista recedera de Lenin; desde el establecimiento de cubana tiene más de doce años de vida, y a estas nuevos regímenes socialistas en Europa a raíz de alturas ya pueden señalarse algunos hechos: aun- la derrota del fascismo en la llamada Segunda que, por la naturaleza de este trabajo, aquí no me Guerra Mundial, hasta revoluciones socialistas propongo sino mencionar rasgos muy salientes. en países asiáticos «subdesarrollados». Al de- cir que asumimos esta herencia –herencia que Esta revolución en su práctica y en su teoría, además aspiramos a enriquecer con nuestros habiendo sido absolutamente fiel a la más exigente aportes–, no podemos olvidar que ella incluye, tradición popular latinoamericana, ha satisfecho naturalmente, momentos luminosos y también en plenitud las aspiraciones de Mariátegui: «no momentos oscuros, aciertos y errores. ¡Cómo queremos, ciertamente, que el socialismo sea podríamos olvidarlo, si al hacer la historia nues‑ en América calco y copia. Debe ser creación tra (operación que nada tiene que ver con leer heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra la historia de otros), nosotros también tenemos propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al aciertos y errores, como los han tenido y tendrán socialismo indo-americano».80 Por eso no pue- todos los movimientos históricos reales! de entenderse nuestra Revolución si se ignoran Este hecho elemental es constantemente re- 80 José Carlos Mariátegui: «Aniversario y balance», cit., cordado no solo por nuestros enemigos abiertos, p. 249. 89

sino incluso por algunos supuestos amigos que Durante estos doce años, en busca de solucio- lo único que parecen objetarle en el fondo al so- nes originales y sobre todo genuinas a nuestros cialismo es que exista, lleno de grandeza, pero problemas, ha habido una amplia discusión sobre también de dificultades, con lo impecable que se cuestiones culturales en Cuba. En la revista Casa ve en los libros este cisne escrito. Y no podemos de las Américas se han publicado materiales de dejar de preguntarnos: ¿por qué debemos estar esta discusión: pienso especialmente en la mesa dando explicaciones sobre los problemas que redonda que un grupo de compañeros realizamos afrontamos al construir el socialismo, a esos en 1969.81 supuestos amigos, quienes, por su parte, se las arreglan con su conciencia permaneciendo Tampoco han sido remisos los propios diri- integrados a sociedades explotadoras: y, en gentes de la Revolución a expresar sus opiniones algunos casos, abandonando incluso nuestros sobre estos hechos. Aunque, como dijo Fidel países neocoloniales para demandar, con el en 1961, «no tuvimos nuestra conferencia de sombrero entre las manos, un sitio en las propias Yenán»82 antes del triunfo de la Revolución, sociedades explotadoras? No: no hay por qué después de ese triunfo no ha dejado de haber dis- dar explicación alguna a personas así, a quienes, cusiones, encuentros, congresos en que se abor- de ser honestas, debía preocupar el coincidir daban estas cuestiones. Me limitaré a recordar en tantos puntos con nuestros enemigos. La algunos de los muchos textos de Fidel y el Che: manera superficial con que algunos intelectua- en el caso de Fidel, su discurso en la Biblioteca les que se dicen de izquierda (y a quienes, sin Nacional el 30 de junio de 1961, que se publicó embargo, las masas populares parecen importar ese año –y así ha seguido siendo conocido– con un bledo) se lanzan sin pudor a repetir al pie el nombre de Palabras a los intelectuales; su de la letra los criterios que sobre el mundo so- discurso del 13 de marzo de 1969, en que plan- cialista propone y divulga el capitalismo, solo teó la universalización de la Universidad, y al muestra que aquellos intelectuales no han roto que nos referimos varias veces en nuestra mesa con él tan radicalmente como acaso quisieran. redonda de 1969, y por último su intervención La natural consecuencia de esta actitud es que, en el reciente Congreso de Educación y Cultura. so capa de rechazar errores –en lo que es fácil No son ni de lejos, naturalmente, las únicas veces poner de acuerdo a tirios y troyanos–, se rechace en que Fidel ha abordado problemas culturales; también, como de pasada, al socialismo todo, pero creo que dan idea suficiente de los criterios arbitrariamente reducido a tales errores; o se de la Revolución Cubana en este orden. deforme y generalice alguna concreta coyun- tura histórica y, sacándola de sus casillas, se Aunque han transcurrido diez años entre el pretenda aplicar a otras coyunturas que tienen primero de estos discursos –que estoy seguro sus propios caracteres, sus propias virtudes y sus propios errores. Esto es algo que en lo 81 «Diez años de Revolución: el intelectual y la sociedad», tocante a Cuba hemos aprendido, como tantas en Casa de las Américas, No. 56, septiembre-octubre cosas, en carne propia. de 1969. Se publicó también, con el título El intelectual y la sociedad, en México, 1969. 82 Fidel Castro: Palabras a los intelectuales, La Ha- bana, 1961, p. 5. 90

de que apenas ha sido leído por muchos de sus La misma frase de 1961 que tanto se ha citado comentaristas, quienes se limitan a citar alguna fuera de contexto, hay que reintegrarla a este para que otra frase fuera de contexto– y el último, la que adquiera todo su sentido: lectura real de ambos lo que demuestra sobre todo, a diez años de distancia, es su coherencia. dentro de la Revolución, todo; contra la Re- En 1971, Fidel dijo sobre las obras literarias y volución, nada. Contra la Revolución nada, artísticas: porque la Revolución tiene también sus de- rechos, y el primer derecho de la Revolución Nosotros, un pueblo revolucionario, valo- es el derecho de ser y de existir. Nadie, por ramos las creaciones culturales y artísticas cuanto la Revolución comprende los intereses en función de lo que aporten al hombre, en del pueblo, por cuanto la Revolución significa función de lo que aporten a la reivindicación los intereses de la nación entera, nadie puede del hombre, a la liberación del hombre, a la alegar un derecho contra ella. felicidad del hombre. Nuestra valoración es política. No puede haber valor estético sin Coherencia no quiere decir repetición. Que contenido humano. No puede haber valor aquel discurso de 1961 y este de 1971 sean con- estético contra la felicidad del hombre. ¡No gruentes, no significa que los diez años hayan puede haberlo! transcurrido en vano. Al principio de sus Pala‑ bras a los intelectuales, había recordado Fidel En 1961, había dicho: que la revolución económica y social que estaba teniendo lugar en Cuba, tenía que producir inevi- Es precisamente el hombre, el semejante, tablemente, a su vez, una revolución en la cultura la redención de sus semejantes, lo que de nuestro país. A esta transformación que sería constituye el objetivo de los revoluciona- producida inevitablemente por la revolución rios. Si a los revolucionarios nos preguntan económica y social, y que ya anunció en 1961, qué es lo que más nos importa, nosotros corresponden, entre otras, las decisiones procla- diremos: el pueblo y siempre el pueblo. madas en el discurso del 13 de marzo de 1969, El pueblo en su sentido real, es decir, esa sobre la universalización de la Universidad, y mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en el discurso del Primer Congreso Nacional de en la explotación y en el olvido más cruel. Educación y Cultura, en 1971. Durante esos diez Nuestra preocupación fundamental serán años se ha ido produciendo una ininterrumpida siempre las grandes mayorías del pueblo, radicalización de la Revolución que implica es decir las clases oprimidas y explotadas una creciente participación de las masas en el del pueblo. El prisma a través del cual lo destino del país. Si a la reforma agraria de 1959 miramos todo, es ese: para nosotros será seguirá una revolución agraria, a la campaña de bueno lo que sea bueno para ellas; para alfabetización seguirá la de seguimiento, y luego nosotros será noble, será bello y será útil, todo se anunciará una universalización de la Universi- lo que sea noble, sea bello y sea útil para ellas. dad, que supone ya la conquista por las masas de 91

los predios de la llamada alta cultura; mientras, del capitalismo actual o su prolongación en paralelamente, el proceso de democratización nuestra sociedad; o viceversa. U olvidan cómo sindical hace sentir el indetenible crecimiento previó con pasmosa claridad algunos problemas en la vida del país del papel de la clase obrera. de nuestra vida artística en términos que, al ser retomados por plumas menos prestigiosas que la En 1961 no hubiera podido ser así todavía; suya, producirían objeciones que no se atrevieron ese año se estaba realizando apenas la campaña a hacerle al propio Che. de alfabetización: se estaban echando las bases de una cultura realmente nueva. Hoy, 1971, se Por ser mucho menos conocido que El socia‑ ha dado un salto en el desarrollo de la cultura; lismo y el hombre en Cuba, quisiera terminar un salto que, por otra parte, ya había sido pre- citando con alguna extensión el final de un dis- visto en 1961, e implica tareas de inevitable curso que el Che pronunciara en la Universidad cumplimiento por cualquier revolución que se de Las Villas el 28 de diciembre de 1959, es decir, diga socialista: la extensión de la educación a al comienzo mismo de nuestra Revolución. La todo el pueblo, su asentamiento sobre bases re- Universidad le había otorgado al Che el título volucionarias, la construcción y afianzamiento de profesor honoris causa de la Facultad de de una cultura nueva, socialista. Pedagogía, y el Che debía agradecer en ese discurso la distinción. Pero lo que sobre todo Para comprender mejor tanto las metas como hizo fue proponerle a la Universidad, a sus los caracteres específicos de nuestra transforma- profesores y alumnos, una transformación que ción cultural en marcha, es útil confrontarla con requerían –que requeríamos– todos para poder procesos similares en otros países socialistas. El hacer que todo un pueblo que vivió explotado ha causado el temor extemporáneo a esa concepción, y analfabeto acceda a los más altos niveles del en un proceso que ha descrito bien Ambrosio Fornet: saber y de la creación, es uno de los pasos más «Durante diez años [escribió], los novelistas cubanos hermosos de una revolución. sortearon hábilmente los peligros de una épica que podía llevarlos al esquematismo y la parálisis. En cambio, la Las cuestiones culturales ocuparon también mayor parte de sus obras, tanto en su contenido como en buena parte de la meditación de Ernesto Che su forma, acusan un aire de timidez del que se libraron, Guevara. Es suficientemente conocido su trabajo por ejemplo, el cine documental y la poesía (y del que El socialismo y el hombre en Cuba como para quizá se libre la cuentística) [...] si la nueva narrativa, que sea necesario glosarlo aquí. Baste con sugerir en el clima de libertad artística en que creció, hubiera al lector, eso sí, que no proceda como algunos atravesado por un período épico, de exaltación ingenua que lo toman por separado, reteniendo, por ejem- de la realidad, quizá habría descubierto al menos un tono plo, su censura a cierta concepción del realismo propio, que le hubiera exigido nuevas formas, y hoy po- socialista,83 pero no su censura al arte decadente dríamos hablar –es un decir– del vanguardismo épico de la narrativa cubana [...]. El riesgo debía asumirse a partir 83 Cierta concepción estrecha del realismo socialista –que de una caída y no tratando de evitarla, porque el hecho el Che rechaza en este texto al mismo tiempo que rechaza de que no se cayera en el panfleto no garantizaba que la falsa vanguardia que se atribuye hoy el arte capitalista no se cayera en el mimetismo y la mediocridad». A.F.: y su influencia negativa entre nosotros– no ha causado «A propósito de Sacchario», en Casa de las Américas, estragos en nuestro arte, como dijo el Che, pero sí lo No. 64, enero-febrero de 1971. 92

ser considerados verdaderamente revoluciona- la tomen, no; lo digo simplemente porque rios, verdaderamente útiles: sería un ejemplo más de los tantos bellos ejemplos que se están dando en Cuba, que No se me ocurriría a mí [dijo entonces el Che] los dueños de la Universidad Central de Las exigir que los señores profesores o los seño- Villas, los estudiantes, la dieran al pueblo a res alumnos actuales de la Universidad de través de su gobierno revolucionario. Y a los Las Villas realizaran el milagro de hacer que señores profesores, mis colegas, tengo que las masas obreras y campesinas ingresaran en decirles algo parecido: hay que pintarse de la Universidad. Se necesita un largo camino, negro, de mulato, de obrero y de campesino; un proceso que todos ustedes han vivido, de hay que bajar al pueblo, hay que vibrar con largos años de estudios preparatorios. Lo que el pueblo, es decir, las necesidades todas de sí pretendo, amparado en esta pequeña historia Cuba entera. Cuando esto se logre, nadie ha- de revolucionario y de comandante rebelde, es brá perdido, todos habremos ganado y Cuba que comprendan los estudiantes de hoy de la podrá seguir su marcha hacia el futuro con un Universidad de Las Villas que el estudio no es paso más vigoroso, y no tendrán necesidad de patrimonio de nadie, y que la casa de estudios incluir en su claustro a este médico, coman- donde ustedes realizan sus tareas no es patri- dante, presidente de Banco y hoy profesor de monio de nadie, pertenece al pueblo entero pedagogía que se despide de todos.84 de Cuba, y al pueblo se la darán o el pueblo la tomará. Y quisiera, porque inicié todo este Es decir, el Che le propuso a la «universidad ciclo en vaivenes de mi carrera como uni- europea», como hubiera dicho Martí, que cediera versitario, como miembro de la clase media, ante la «universidad americana»; le propuso a como médico que tenía los mismos horizontes, Ariel, con su propio ejemplo luminoso y aéreo si las mismas aspiraciones de la juventud que los ha habido, que pidiera a Caliban el privilegio tendrán ustedes, y porque he cambiado en el de un puesto en sus filas revueltas y gloriosas. curso de la lucha, y porque me he convencido de la necesidad imperiosa de la Revolución y cLa Habana, 7‑20 de junio de 1971 de la justicia inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera que ustedes, hoy dueños de 84 Ernesto Che Guevara: «Que la Universidad se pinte la Universidad, se la dieran al pueblo. No lo de negro, de mulato, de obrero, de campesino», en digo como amenaza para que mañana no se Obras 1957‑1967, La Habana, 1970, tomo II pp. 37‑38. 93

Para una teoría de la literatura hispanoamericana* La teoría literaria es de aparición tardía y, en general, escasa- mente frecuentada en Hispanoamérica. Ello no es extraño: la propia historiografía de conjunto de nuestra literatura no surge sino hasta bien entrado este siglo, y su primer ejemplo se debe, por cierto, a un autor extranjero, el norteamericano Alfred Coester: Literary History of Spanish America (Nueva York, 1916; trad. esp. de Rómulo Tovar, Madrid, 1929). Revista Casa de las Américas No. 296-297 julio-diciembre/2019 pp. 94-102 Parece que el primer intento orgánico de teoría literaria en nuestras tierras es el folleto del costarricense Roberto Brenes Mesén Las categorías literarias (San José, Costa Rica, 1923), al final de cuyas ochenta y siete páginas se lee: «capítulo primero de una obra de mayor consideración; se edita por separado para servir a un propósito literario del autor». Los otros capítulos, que yo sepa, no vieron nunca la luz. En 1944, el mexicano Alfonso Reyes publicó en su país su ambicioso libro El deslinde, con el heráldico subtítulo de * Con ligeras variantes, este es el texto Prolegómenos a la teoría literaria. (Recogido en el tomo XV, de una ponencia leída en francés en México, 1963, de las Obras completas de Reyes). Trece años el Coloquio sobre ideologías, litera- después de aparecida esta obra, cuya continuación esperábamos tura y sociedad en la América Latina, con impaciencia sus ávidos lectores, Reyes escribió en la «Carta celebrado en Royaumont del 15 al 17 de diciembre de 1972. Apareció por a mi doble» (1957): primera vez en Casa de las Américas, ¡Ay! Mi órbita de cometa se dejó atrás esa cierta zona del No. 80, septiembre-octubre de 1973. espacio. Medir la distancia a pequeños pasos me parece hoy [N. de R.F.R.]. 94

menos tentador y, además, no creo ya tener Alberto Escobar La partida inconclusa (Santiago tiempo para levantar otra armazón semejante y de Chile, 1970), a pesar de llevar el subtítulo aun he llegado a creer, sinceramente, que le jeu Teoría y método de investigación literaria y de ne vaut pas la chandelle [...]. Así acabó, pues, mencionar aspectos teóricos de la literatura, no aquella tan ambiciosa teoría de la literatura. es en rigor una teoría literaria, y se emparienta Alas, poor Yorick!1 más bien con obras pedagógicas como la de Wolfgang Kayser Investigación y análisis de la En 1945, el cubano José Antonio Portuondo obra literaria (1948). Martínez Bonati procla- dio a conocer en México su Concepto de la poe‑ ma «haber logrado en este estudio, por caminos sía, que cuatro años antes había defendido como puramente filosóficos y formales, una teoría de tesis de grado en la Universidad de La Habana la obra poética». con el subtítulo, que eliminó en la publicación, de Introducción a la teoría literaria. En la Quiero adelantar dos observaciones a pro- «Advertencia» inicial explicaba Portuondo que pósito de estas obras: la primera, que conviene su libro, concebido con criterio marxista, «no recordar lo que a propósito del pensamiento se asoma a todos los problemas que plantea el contemporáneo español e hispanoamericano en fenómeno poético y que debe estudiar la teoría general –y por consiguiente también la teoría de la literatura, sino solo [...] al inicial, referente literaria– escribió José Gaos al frente de su a su génesis, a su desarrollo, a su esencia. Los notable antología sobre el tema.2 Dice allí Gaos demás serán abordados en próximos estudios que «en la medida en que» ese pensamiento se sobre la expresión poética, sobre la signifi- aleja «de la política en la acepción amplia hacia cación de la obra poética, sobre la crítica y la la filosofía pura», desciende «en originalidad y historia literaria». (5). Al reditarse el libro (La valía»; y también: «en cuanto a la forma, la del Habana, 1972), apareció acompañado de cinco tratado o curso sistemático y metódico es la de valiosas «Aproximaciones a la teoría de la lite- la parte también menos original y valiosa, más ratura», pero sin los nuevos capítulos anunciados meramente didáctica, de la obra colectiva; la de más de un cuarto de siglo atrás. la parte más original y valiosa es la del ensayo y el artículo y la del discurso...» (xxxv). Este Ello hace que, hasta ahora, probablemente la criterio aconseja que, en lo que toca a los estu- única teoría literaria completa escrita en Hispa- dios de teoría literaria en nuestra América, no noamérica sea el libro del chileno Félix Martínez nos limitemos a las obras que asumen la forma Bonati La estructura de la obra literaria. (Una «del tratado o curso sistemático y metódico», y investigación de filosofía del lenguaje y estética) en cambio tomemos en consideración otras, al (Santiago de Chile, 1960: ed. de la que cito; 2a. parecer menos rigurosamente estructuradas en ed., Barcelona, 1972): pues la obra del peruano 1 Alfonso Reyes: Al yunque (1944‑1958), México, 1960, 2 José Gaos: Antología del pensamiento de lengua espa‑ p. 9. Este libro se recoge en el tomo XXI (México, 1981) ñola en la edad contemporánea, México, 1945. Es útil de las Obras completas de Reyes. recordar que los últimos textos que aparecen en esta antología provienen de El deslinde, de Reyes. 95

torno a esta disciplina, y que debemos a autores con tener presentes los ejemplos mayores de El como algunos de los mentados –Reyes, Portuon- deslinde, de Reyes, o de La estructura de la obra do– y otros como Baldomero Sanín Cano, Pedro literaria, de Martínez Bonati, para comprobarlo. Henríquez Ureña, José Carlos Mariátegui, Juan Portuondo, por su parte, al comentar la difundida Marinello, Mariano Picón Salas, Ricardo Latch- Teoría literaria (1949) de René Wellek y Austin man, Héctor P. Agosti, José Luis Martínez; o a Warren, apunta: «Los autores admiten el estudio autores no latinoamericanos como la soviética de las literaturas nacionales, las cuales constitu- Vera Kuteischikova, el alemán Adalbert Dessau, yen algo más que simples categorías geográficas el checoslovaco Oldřich Bělič o el francés Noël o lingüísticas, pero estiman que ellas deben ser Salomon: sin excluir, por supuesto, a muchos estudiadas siempre en función de la tradición protagonistas de nuestra literatura, como José europea» (lo que obviamente es inaceptable), y Martí, Rubén Darío, César Vallejo, Ezequiel considera que en ningún caso «parece justo, en Martínez Estrada, Jorge Luis Borges, Alejo una obra de teoría literaria, limitar su alcance a Carpentier, José Lezama Lima, Octavio Paz, lo europeo. Toda teoría debe aspirar a una com- Cintio Vitier... Esta exclusión sería absurda, ya prensión universal» (Concepto..., 1972, p. 190). que la división del trabajo entre productores, enjuiciadores y teóricos de la literatura no es El propio Wellek parecería avalar esta última frecuente en nuestras letras. Pero conviene no opinión cuando, en la Teoría de la que es coau- pasar al extremo opuesto, y tener en cuenta, tor, define la «teoría literaria» como el «estudio en cambio, lo que ha recordado el colombiano de los principios de la literatura, sus categorías, Carlos Rincón: «Una concepción materialista criterios, etcétera».4 Solo que, por supuesto, para de las ideologías impide tomar al pie de la letra que esa teoría fuera de validez universal, además como científicamente válido lo que puede decir de elaborarse con el instrumento intelectual correc- un escritor sobre su obra o sobre la de otros. Esta to, tendría que ser universal, en primer lugar, la tesis se apoya en la definición de los clásicos [del literatura con la que está operando, y de la cual marxismo] según la cual “el proceso ideológico deriva sus «principios [...], sus categorías, crite- se realiza de manera conciente, pero con una rios, etcétera» –o, de lo contrario, tales entidades falsa conciencia”».3 no las extrae sino las impone, normativamente, a la literatura, de la que ya no puede pretender La segunda observación que quiero hacer es ser su teoría, sino su preceptiva–. Ahora bien: que las obras que mencioné al principio son in- ¿existe ya esa literatura universal, esa literatura tentos de teoría de la literatura escritos en Hispa- mundial, no como un agregado mecánico, sino noamérica, pero no teorías de la literatura hispa- como una realidad sistemática? Todos podemos noamericana. La razón de ello es simple: aspiran citar aquel memorable 31 de enero de 1827 en a ser teorías generales de la literatura. Bastaría 4 René Wellek y Austin Warren: Teoría literaria, trad. del 3 Carlos Rincón: «Para un plano de batalla de un combate inglés por J.M. Gimeno, La Habana, 1969, p. 48. La por una nueva crítica en Latinoamérica», en Casa de definición se repite en: René Wellek: «Literary Theory, las Américas, No. 67, julio‑agosto de 1971, pp. 39‑40. Criticism, and History» [1960], en Concepts of Criti‑ cism, 7da. ed., New Haven, 1965, p. 1. 96

que Eckermann entró en casa de Goethe y lo Indudablemente, pues, la expansión capita- encontró leyendo una novela china, después lista europea había sentado las premisas para de comentar la cual, y de compararla magná- una literatura universal, porque había sentado nimamente con su propia Germán y Dorotea, las premisas para la verdadera mundialización pontificó: «la poesía es patrimonio común de la del mundo. Pero esas premisas no podrían ser humanidad [...]. La literatura nacional no signifi- coronadas dentro del marco capitalista: esa ca hoy gran cosa, este es el tiempo de la época de tarea correspondería precisamente al sistema la literatura mundial, y todos debemos contribuir que iba a quebrar –por el momento, de modo a apresurar el advenimiento de esa época».5 Que todavía incompleto– a ese marco. No hay que para entonces se habían echado ya las bases para olvidar la magnífica frase andariega con que esa futura «literatura mundial», lo explicarían, se abre el Manifiesto: «Un fantasma recorre veintiún años más tarde, los compatriotas y Europa». Como hoy sabemos, a ese fantasma fervientes admiradores de Goethe que eran los le esperaban muchos caminos extraeuropeos. jóvenes Carlos Marx y Federico Engels, quienes No existe todavía, por tanto, un mundo uno. al describir en el Manifiesto comunista (1848) Cuando en 1952 el demógrafo francés Alfred las hazañas de la burguesía europea, la creación Sauvy inventó la expresión «tercer mundo», que por la gran industria del mercado mundial y el tanta fortuna iba a tener a pesar de lo equívoco correspondiente carácter cosmopolita de la pro- del ingenioso nombre (que hoy nos satisface tan ducción y el consumo, añaden: poco), la amplia aceptación y difusión del mismo por los más disímiles pensadores y dirigentes y esto se refiere tanto a la producción material ratificaría la inexistencia de un mundo homogé- como a la producción intelectual. La produc- neo. Y al no existir este aún, no existe todavía, ción intelectual de una nación se convierte en naturalmente, una literatura mundial o general. patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan cada día Y si el objeto en cuestión, la literatura gene- más imposibles; de las numerosas literaturas ral, no existe todavía, ¿cómo puede existir ya la nacionales y locales se forma una literatura teoría, contemplación o revelación de ese objeto? universal.6 Cabe una respuesta a esta pregunta, que supone incurrir en lo que podría llamarse la falacia fe- 5 Sobre el tema, ver Fritz Strick: Goethe and World Literature, nomenológica. Un ejemplo arquetípico de ella lo trad. del alemán por C.A.M. Sym, Londres, 1949, pp. [3]‑16 da Martínez Bonati en La estructura de la obra y 346‑351. Hans George Ruprecht ha revelado en su literaria cuando dice: notable investigación «“Weltliteratur” vue du Mexique en 1826» (Bulletin Hispanique, julio‑diciembre de 1971) Podría pensarse en una «teoría» al modo de una anticipación de la idea goethiana expresada desde las ciencias empíricas, en una hipótesis que 1826 en la revista mexicana El Iris, bajo la dirección resulta de la generalización inductiva del co- del cubano José María Heredia. nocimiento de un número, cuanto más grande mejor, de obras literarias. No es tal el método 6 Carlos Marx y Federico Engels: «Manifiesto comunista», que seguimos. Se trata, por el contrario, de en Obras escogidas, La Habana, ca. 1962, p. 17. 97

una determinación apriorística de la estructura Tales limitaciones son insuperables cualquiera esencial y necesaria de estos objetos de pura que sea la postura que se adopte [...]. Pudiera intencionalidad que son las obras poéticas. suceder [...] que este estudio, considerado des- Una determinación de validez irrestringida- de un punto de vista, revistiera tan solo algún mente general para la cual basta idealmente interés para lectores de habla alemana [24‑25]. una sola experiencia poética [...]. Se trata, pues, de filosofía, y los métodos correspon- He aquí a qué queda reducida, pues, esa dientes son el análisis de las significaciones supuesta universalidad. En ese sentido, no es y la fenomenología [14]. ocioso oír lo que, a continuación de aquella de- claración suya, añade Martínez Bonati: Esta falacia fenomenológica ha sido ejercida ya por muchos autores de la Europa occidental a El tema de esta investigación formaba parte quienes directa o indirectamente sigue Martínez del [...] complejo de problemas a que di un Bonati. Por ejemplo, en su libro –por demás es- primer tratamiento [...] en mi tesis doctoral timulante– Conceptos fundamentales de poética «Zu den Fragen einer Logik und Ontologie [1946] (traducción del alemán por Jaime Ferrero, der Literarischen Erzälung», realizada bajo la Madrid, 1966), afirma Emil Staiger que la idea dirección del profesor Josek Köning y presen- de lo lírico, de lo épico y de lo dramático «se me tada a la Facultad de Filosofía de la Univer- ha revelado alguna vez en un ejemplo. El ejem- sidad de Göttigen en diciembre de 1956 [16]. plo habrá sido tal vez una poesía determinada. Pero ni siquiera eso es necesario [...] la idea de Su rigurosa investigación, pues, aunque lo “lírico”, una vez que la he captado, es tan in- ofrecida como una teoría de la obra poética en conmovible como la idea del triángulo o como general, está sustentada en una específica rea- la del “rojo”, es objetiva, independiente de mi lidad literaria –que no es la nuestra–. «Pudiera capricho o antojo» (23). Solo que unas líneas suceder», para retomar las palabras de Staiger, después Staiger revela honestamente: «que este estudio, considerado desde un punto de vista, revistiera tan solo algún interés para De hecho, los ejemplos debían ser tomados lectores de habla alemana». Pues es lo cierto del conjunto de la literatura universal. Pero que, como Wellek explica, difícilmente se hubiera podido evitar que los ejemplos elegidos no delataran la nacionalidad a las teorías literarias, a los principios, a los cri- del autor de estas consideraciones. Se han terios, no se puede llegar en el vacío: cada aducido con preferencia los poetas alemanes crítico en la historia ha desarrollado su teoría o griegos, por la única razón de que con ellos en contacto [...] con obras concretas de arte, estoy más familiarizado. Mi punto de partida que él ha tenido que seleccionar, interpretar, se hubiera denunciado también aun cuando analizar y, finalmente, enjuiciar. Las opiniones estuviera mucho más versado en la literatura literarias, las jerarquizaciones y los juicios eslava, nórdica o incluso extraeuropea [...]. de un crítico están apuntalados, confirmados, 98

desarrollados por sus teorías, y las teorías han ratura ha sido algunas veces concebido como sido extraídas de obras de arte, sustentadas, ética antes de serlo como estética.9 ilustradas, hechas concretas y admisibles por ellas [«Literary Theory...», 5‑6]. De Aristóteles a nuestros días, abundan los ejemplos concretos de esta verdad: bastaría con No procedió de otra manera el autor de la recordar, en este siglo, los casos de los forma- primera teoría orgánica de la literatura que co- listas rusos, los estructuralistas checoeslovacos, nocemos. La Poética de Aristóteles, como ob- los estilísticos españoles, los «nuevos críticos» servó Brenes Mesén en Las categorías literarias norteamericanos, Barthes y sus secuaces, en un (8‑9), fue construida «en vista de las creaciones orden; Lukács, Caudwell y Brecht, en otro, para literarias entonces a su alcance. Es de justicia verificar, dentro del mundo euronorteamericano, pensar que si literaturas distintas de la griega cómo sus conceptos teóricos (y sus correspondien- hubiesen entrado en el círculo de su observación, tes críticas) han nacido del afrontamiento de una la generalización teórica habría sido diferente». específica praxis literaria. Si es cierto que muchos Ya en este siglo, Boris Eijenbaum nos dirá: «toda de esos conceptos tienen una validez que va más teoría es una hipótesis de trabajo, sugerida por allá de esa praxis, también es cierto que hay para el interés en los hechos mismos»;7 Krystyna Po- tal aplicabilidad límites, los cuales, como dice la morska ha reiterado que «la teoría de la literatura Pomorska (13), «son directamente proporcionales es una generalización de la literatura, es decir, de al trasfondo del que [los conceptos] surgen». la práctica literaria [...] un acercamiento teorético es básicamente una generalización del conjunto de Las teorías de la literatura hispanoamericana, problemas representados en una obra o en un grupo pues, no podrían forjarse trasladándole e impo- de obras literarias dadas»;8 y más cercanamente niéndole en bloque criterios que fueron forjados aún, Robert Escarpit ha reparado en que en relación con otras literaturas, las literaturas metropolitanas. Tales criterios, como sabemos, no es cierto que los criterios de especificidad han sido propuestos –e introyectados por noso- que hemos retenido sean mundiales o universa- tros– como de validez universal. Pero también les. Hay tiempos o regiones a los cuales nuestra sabemos que ello, en conjunto, es falso, y no fenomenología de la literatura no es aplicable, representa sino otra manifestación del colonia- aunque no fuera más que porque la relación lismo cultural que hemos sufrido, y no hemos significante‑significado no es la misma [...] o dejado enteramente de sufrir, como secuela del porque el equivalente de lo que llamamos lite- colonialismo político y económico. Frente a esa seudouniversalidad, tenemos que proclamar la 7 Boris Eijenbaum: «La vida socioliteraria» [1929], en simple y necesaria verdad de que una teoría de Problemas de Literatura, Revista Latinoamericana de la literatura es la teoría de una literatura. Teoría y Crítica Literaria, Valparaíso, No. 1, mayo de 1972, p. 27. 9 Robert Escarpit: «La littérature et le social», en La littérature et le social. Elements pour une sociologie 8 Krystyna Pomorska: Russian Formalist Theory and its de la littérature [editado por Robert Escarpit], París, Poetic Ambiance, La Haya, 1968, p. 11. 1970, p. 15. 99


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