SUMARIO nexos AÑO 31 VOL. XXX NUM. 370 OCTUBRE DE 2008 LOS ANOS 37 SERGIO RAMÍREZ 60 JORGE VOLPI Director Director general CON CARLOS FUENTES De guapos de tiempos idos Su mundo es mejor José Woldenberg Rafael Pérez Gay 7 JEAN DANIEL 38 LUCE LÓPEZ-BARALT que el nuestro Editor Subdirector general La gloria del mestizaje La magia de la palabra 61 JUAN GABRIEL VÁZQUEZ Ciro Murayama Andrés Hofmann 9 JOSÉSARAMAGO hermanada La invención de la historia Asistente editorial Director de administración César Silva Gamboa Bernardo Ortlgoza Díaz La cabeza y la corbata 39 ARTURO ECHAVARRÍA 65 ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA Diseño Jefa de publicidad 10 RAMÓN XIRAU El escritor americano En Política: El periodismo Angélica Musalem Achcar Martfia Elba Gallegos Carta 40 JOSÉ MARÍA PÉREZ GAY militante de Carlos Fuentes Producción 10 CARLA CORDUA El primer recuerdo Leonel Trejo Mendoza CINE MEXICANO En Chile 41 IGNACIO SOLARES ECOS DE LA ENCUESTA Consejero editorial Luis Miguel Aguilar 11 NADINE GORDIMER Atisbos al aleph 77 ALFREDO JOSKOWICZ Mesa editorial A través del cristal 42 HÉCTOR AGUILAR CAMÍN La producción del cine Héctor Aguilar Camín • Ricardo Becerra 13 MILÁN KUNDERA Mural mexicano: Una radiografía José Joaquín Blanco • María Amparo Casar Córdova Rolando Cordera • Lorenzo 81 BERNARDO ESQUINCA Terra nova, Terra riostra 43 GUYSCARPETTA Guillermo Fadanelli • Luis Emilio Giménez Cacho Juego de lágrimas Víctor Manuel Mendíola • Ricardo Raphael 18 ROBERTO TORRETTI Un cierto parentesco 82 MAURICIO MONTIEL Alberto Román • Jorge Javier Romero • Antonio Saborit Creciendo 45 BÁRBARA JACOBS FIGUEIRAS Luis Salazar • Pedro Salazar U. • Raúl Trejo Delarbre 19 JOHNELLIOTT Lo retrato a sus 80 De qué hablamos cuando Consejo editorial Todo el pasado 45 AUNE SCHULMAN hablamos de cine mexicano Adrián Acosta Silva • Héctor Aguilar Camín Solange Alberro • Ignacio Almada Bay • Lourdes Arizpe 20 ELENA PONIATOWSKA El hombre que es POESÍA José Joaquín Blanco • Francisco Bolívar Zapata El héroe 46 GONZALO CELORIO 87 MARÍA ESTHER NÚÑEZ Arturo Borja • Roberto Bouzas • Antonio Camou 21 HUGHTHOMAS Palabra que sí Sosiego María Amparo Casar • Rolando Cordera Cambio de domicilio Arnaldo Córdova • Fernando Escalante Gonzalbo Conquistador 47 JUAN CRUZ Héctor Manuel Falcón • Fátima Fernández Christlieb 21 JUAN GOYTISOLO Retrato de un hombre de pie PRÁCTICAS DE VUELO Julio Frenk • Adolfo Gilly • Gilberto Guevara Niebla Julio Labastida • Soledad Loaeza • Cinna Lomnitz Apunte 48 CÉLINE ZINS 89 ANDREA POZAS LOYO Daniel López Acuña • Cassio Luiselli • Luis Maira 22 VICENTE ROJO A través de las lenguas Y JULIO RÍOS FIGUEROA Adolfo Martínez Palomo • Angeles Mastretta Molina • Silvia Chac Mool 48 SEALTIEL ALATRISTE ¿Puede ser inconstitucional Mauricio Merino • Jean Meyer • María Novaro Alejandra Moreno Toscano una enmienda constitucional? 22 SERGIO PITOL La fuerza evocativa Roberto Diego Ortega • José María Pérez Gay El alumno de Pedroso 50 NURIA AMAT LA VIDA EN NÚMEROS Ruy Pérez Tamayo • Jacqueline Peschard 92 RAMIRO FLORES Teresa Rojas Rabiela • Jorge Javier Romero 24 TOMÁS ELOY MARTÍNEZ Pasión por la literatura Luis Rubio • Luis Salazar • Sergio Sarmiento Sida, una epidemia El balcón que regresa 51 ÁNGELES MASTRETTA que no cede Rafael Segovia «Jesús Silva-Herzog Márquez del pasado La edad de sus tiempos Carlos Tello • Carlos Tello Díaz • Raúl Trejo Delarbre «José Warman -José Juan Villoro Woldenberg LA GRANJA 26 EDITH GROSSMAN 52 BASILIO BALTASAR 94 RAÚL TREJO OELARBRE Comité internacional Maestro de su oficio Si Jacob es el hombre... Carpa y vodevil Carlos Fuentes -Juan Goytisolo • Rubem Fonseca y de su arte Claudio Magris -Tomás Eloy Martínez • Nélida Piñón 52 GEORGINA GARCÍA 27 DAVID BRAOING GUTIÉRREZ VÉLEZ CIUDAD DE LIBROS Julián Ríos • Rüdiger Safranski -Guy Scarpeta En Cambridge Todos los ríos 98 GUILLERMO FADANELLI Jesús García Ramírez (1949-2005) El pesimismo no es un fin, 28 LUISA VALENZUELA 53 FEDERICO REYES HEROLES Oficinas: Mazatlán 119, Colonia Condesa. Delegación Cuauhtémoc, sino un comienzo 5241 2510. D.F. Teléfono: Carlos como regalo De las putas a la semilla C.P. 06140. México, y fax: 01800 904-2222. 5241 6930 ext.35 Suscripciones: Tel 99 JOSÉ MARIANO LEYVA 29 RICARDO LAGOS 55 JUAN VILLORO Nuevas latitudes para nexos en internet: www.nexos.com.mx (http://www.nexos.com.mx/index.asp) Publicidad: 5241 2510ex1.15 Un momento memorable Trabajar descansa una vieja ciudad Dirección electrónica: [email protected] 30 JOSÉ EMILIO PACHECO 56 CARLOS FRANZ 101 GENEY BELTRÁN FÉLIX rolocomposición y color: Perspectiva Digital S.A. de C.V. tel.: 5687 5616 S A. de C.V. Impresión y encuademación: Gráficas Monte Albán Fracciona- Ouerétaro El Marqués. La Cruz. Lote 37-39. Elogio de la amistad La cena sobre el lago La prosa que no incomoda miento Agroindustrial materiales no solicitados. Nexos es una publicación por No se responde mensual de Nexos. Sociedad. Ciencia y Literatura S. A de C V. 33 ANTONIO SKÁRMETA 57 CRISTINA RIVERA GARZA a nadie Certificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas Título registrado en Cada día una gala En nombre de todo eso 103 ROLANDO CORDERA el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Distribución: en Voceadores D.F. y área del Distribución 34 JULIÁN RÍOS 57 XAVIER VELASCO CAMPOS través de la Unión de Expendedores y Voceadores de los Metropolitana de a Periódicos Carta con 80 velas Ritual de abracadabras El blues del Otro invisible México. A. C. Registro en la Dirección Gene- Certificado No. 04-2002-050216192200-102. 35 JULIO ORTEGA 58 PEDRO ÁNGEL PALOU 107 JOSÉ DE JESÚS OROZCO ral de Correos. Nos. PP09-0311 y IM09-0254. Certificado de licitud de titulo No. 146, No. 1 f 57 del 5 de junio de 1981 y certificado de licitud de contenido El presente de la lectura El inagotable HENRÍQUEZ expedido el 25 de enero de 1980 por la Comisión Calificadora de Publicacio- nes y Revistas Ilustradas de la Secretaria de Gobernación. 36 FELIPE GONZÁLEZ 59 IGNACIO PADILLA Respuesta a dos falacias El que conversa Su aldea enorme 110 VÍCTOR REYNOSO Circulación verificada por el Instituto ivri m como escribe De raíces, árboles y frutos >_«***.•»•*. Verificador de Medios Registro No. 128/07
Investigación 10 años de y desarrollo en la innovación La pastilla azul farmacéutica 1. Más de 30 millones de hombres tratados con la pastilla azul en todo el mundo. i 2. Más de 180 millones de recetas prescritas en todo el mundo. paseshanapobdoapas,maazui m i • - • - I 3. Autoridades3. Autoridades d en más de 120 de salud en más de 120 e salud 'Post coitum homo tristis. ' países han aprobado la pastilla azul. rostcoitumnomotrisiis. ^ w I 4. Se venden 6 tabletas por segundo 4. Se venden 6 tabletas por segundo , n,immdo Qué tontería. ~^ en el mundo. - Que tontería. 5. 5. Un estudio epidemiológico Un estudio epidemiológico Ul Si pudiera, realizado entre hombres mexicanos hombres mexicanos realizado entre OS ni|f||APA edad años de de 40 a 70 señala de 40 a 70 años de edad señala UUUI ICI dp que el 55% de la población en este que el 55% de la población en este grupo etario, padece algún grado w grupo etario, padece algún grado Él hasta cantaría.' El hasta cantaría.' de disfunción eréctil. 6. En julio del 2002 la pastilla azul pastilla En julio del 2002 la azul 6. fue el medicamento fue el de mayor W. H. Atldeil, POeta ingléS medicamento de mayor wpnta pn M P Y Í P H venta en México. En México se venden más de n México 7. 7. E se venden más de de unidades oral azul dos millones de unidades 10. La pastilla azul es el único tratamiento oral dos millones 10. La pastilla único tratamiento es el que ha pasado de la pastilla azul al año. contra la Disfunción Eréctil que ha pasado contra la Disfunción Eréctil de la pastilla azul al año. l la prueba del tiempo, y ha comprobado a prueba del tiempo, y ha comprobado „ , . . . . . científicamente su eficacia y seguridad en: científicamente su eficacia y seguridad en: es el séptimo 8. 8. México es el séptimo a) . n ...... México Pacientes diabéticos. . , ,. consumidor consumidor de la pastilla a) Pacientes diabéticos. de la ' „ . , pastilla renal y cardiaco. b) con transplante i b) Pacientes con transplante renal y cardiaco. Pacientes azul a nivel mundial. ' _ . ., . . , . , . azul a nivel mundial. c) Pacientes con lesión de la médula espinal. c) Pacientes con lesión de la medula espinal. d) Pacientes con problemas cardiovasculares d) Pacientes con problemas cardiovasculares 9. México es el más grande como hipertensión e insuficiencia cardiaca 9. México es el más grande como hipertensión e insuficiencia cardiaca consumidor de la pastilla congestiva. ' consumidor de la pastilla congestiva. azul en América Latina. e) Pacientes post-prostatectomía radical. azul en América Latina. e) Pacientes post-prostatectomía radical.
Los años con Carlos Fuentes omo Thomas Mann, Carlos Fuentes ha co- sechado en todas las edades de la vida y en Ctodas sus edades de escritor. Ha escrito libros admirables desde la primera entrega juvenil, Los días enmascarados, hasta la más reciente, de hace unos días: La voluntad y la fortuna. La fortuna ha sido fiel aliada de la voluntad de es- cribir de Fuentes, y ésta, fiel espejo de sus dones litera- rios, ejercidos sin fatiga a lo largo de una vida intensa, dedicada como pocas a escribir. En las páginas que siguen hemos reunido testimo- nios sobre Fuentes de más de cuarenta escritores y ami- gos, también de todas las edades, empezando por sus contemporáneos y terminando por algunos de los auto- res más jóvenes ya reconocidos de la lengua española. Hemos pedido a todos un apunte de su experien- cia personal con Carlos Fuentes: el registro de una anécdota, una experiencia de lectura, un momento memorable. Y eso nos han hecho llegar, salvo en el caso de Mi- lán Kundera, de quien ofrecemos la traducción de un ensayo mayor sobre Terra Nostra. La presente edición de neos incluye un inédito de Fuentes. Es un inédito insólito pues no se trata de un texto escrito, sino de un mural de caricaturas frente a este texto que recorre los personajes de su tiempo: de María Félix a Gabriel García Márquez, de Franklin Roosevelt a William Clinton, de Lázaro Cárdenas a Felipe Calderón. Agradecemos especialmente la colaboración de Silvia Lemus en este número. Sin su ayuda inspirada y diligente no habría sido posible mucho de lo bueno que hay en las páginas que siguen, n
Sobre Fuentes en este número Jean Daniel. Argelia, 1920. Periodista, David Brading. Inglaterra, 1936. Gonzalo Celorio. Ciudad de México, fundador y director de Le nouvelle Su obra más reciente: La virgen 1948. Su más reciente novela: Tres lindas observateur. Su más reciente libro: de Guadalupe (2002). cubanas (2006). Cet étranger qui me ressemble (2004). I ii isa Ya leu/uela. Buenos Aires, 1938. Juan Cruz. Tenerife, 1948. Su libro más José Saramago. Portugal, 1922. Premio Entre sus obras: Trilogía de los bajos reciente: Muchas veces me pediste que te Nobel de literatura. Su libro más reciente: fondos (2004). contara esos años (2008). Las pequeñas memorias (2006). Ricardo Lagos. Santiago de Chile, 1938. Céline Zins. Francia. Traductora y poeta. Nadine Gordimer. Sudáfrica, 1923. Ex presidente de Chile Ha traducido prácticamente toda la obra Su libro más reciente: Beethoven Was de Fuentes al francés. José Emilio Pacheco. Ciudad de México, One-Sixteenth Black (2007). 1939. Autor de No me preguntes Sealtiel Alatriste. Ciudad de México, Ramón Xirau. Barcelona, 1924. cómo pasa el tiempo (1970). 1949. Su novela más reciente Besos Filósofo y poeta. Autor de Poesía pintados de carmín (2008). Antonio Skármeta. Antofagasta, completa (1950-1994). Chile, 1940. Su libro más reciente: Ángeles Mastretta. Puebla, 1949. Su libro Carla Cordua. Chile, 1925. Directora Neruda por Skármeta (2004). más reciente: Maridos (2007). de la Revista de Filosofía de la Julián Ríos. España, 1941. Autor Nuria Amat. Barcelona, 1950. Su último Universidad de Chile. de Larva (1983). libro: Poemas impuros (2008). Milán Kundera. Brno, República Checa, Julio Ortega. Casma, Perú, 1942. Basilio Baltasar. Palma de Mallorca, 1929. Novelista. Su obra más reciente: Profesor en Estudios Hispánicos Brown 1955. Director de la Oficina del Autor. El telón (2005). University. Georgina García Gutiérrez. Crítica Roberto Torretti. Chile, 1930. Profesor Felipe González. Sevilla, 1942. literaria. Autora de Los disfraces. La obra de filosofía de la Univeridad de Chile. Ex presidente de España. mestiza de Carlos Fuentes (1981). Su obra más reciente: Estudios filosóficos 1957-1987(2006). Sergio Ramírez. Nicaragua, 1942. Su Federico Reyes Heroles. Ciudad de libro más reciente: Tambor olvidado México, 1955. Este año se ha reeditado John Elliott. Inglaterra, 1930. (2007). su primera novela: Ante los ojos Historiador. Su obra más reciente: de Desiree (2008). Empires of the Atlantic World: Britain and Luce López-Baralt. San Juan Puerto Spain in America 1492-1830 (2006). Rico, 1944. Catedrática de la Universidad Juan Villoro. Ciudad de México, 1956. de Puerto Rico. Su libro más reciente: Llamadas Hugh Thomas. Inglaterra 1931. de Ámsterdam (2007). Su obra más reciente: Barreiros, Arturo Echavarría. Puerto Rico, el motor de España (2007). catedrático de la Universidad de Puerto Carlos Franz. Ginebra, Suiza, 1959. Rico. Su libro más reciente: El arte Almuerzo de vampiros (2008). Juan Goytisolo. Barcelona, 1931. de la jardinería china en Borges (2006). Este año apareció el volumen V de sus Cristina Rivera Garza. Matamoros, obras completas: Autobiografía José María Pérez Gay. Ciudad de México, 1964. La muerte me da (2007). y viajes por el mundo islámico. México, 1944. Su libro más reciente: La Xavier Velasco. Ciudad de México, supremacía de los abismos (2006). Elena Poniatowska. París, 1932. Su libro 1964. Éste que ves (2007). más reciente: Amanecer en el Zócalo. Los Ignacio Solares. Ciudad Juárez, 1945. Pedro Ángel Palou. Puebla, 1966. 50 días que confrontaron a México (2007). Autor de El sitio (1998). Su último libro: Zapata (2006). Vicente Rojo. Barcelona, 1932. Pintor. Héctor Aguilar Camín. Chetumal, Ignacio Padilla. Ciudad de México, 1968. México 1946. Su más reciente novela: La Sergio Pitol. Puebla, 1933. Premio La gruta del Toscano (2006). provincia perdida (2007). Cervantes de Literatura. Su obra más Jorge Volpi. Ciudad de México, 1968. reciente: Trilogía de la memoria (2007). Guy Scarpetta. Francia, 1946. Novelista Entre sus libros: No será la tierra (2006). y ensayista. Su última novela publicada Tomás Eloy Martínez. Tucumán, es La Guimard (2008). Juan Gabriel Vásquez. Bogotá, 1973. Argentina, 1934. Su novela más reciente: Los amantes de Todos los Santos (2008). El vuelo de la reina (2002). Bárbara Jacobs. Ciudad de México, 1947. Autora de Hojas muertas (1987). Alberto Enríquez Perea. México, 1954. Edith Grossman. Estados Unidos, 1936. Historiador, compiló y prologó Ha traducido al inglés distintos clásicos Aliñe Si -hulmán. Francia. Traductora la obra de Alfonso Reyes en la serie del castellano, entre ellos Cervantes, de Todas las familias felices. Los imprescindibles, de Cal y arena. García Márquez y el propio Fuentes.
La gloria del mestizaje por Jean Daniel antengo con los personajes de Carlos Fuentes una relación diferente a la que Mtengo con él. Esto me ha sucedido con frecuencia, sobre todo con Elio Vittorini y Alejo Carpentier —este último y yo fuimos amigos íntimos algunos años—. Los personajes de mis novelas favoritas han sido toda mi vida compañeros cuyo papel he prolongado con frecuencia. Si hiciera la lista de mis amigos, es decir, la de aquellos cuya presencia me hace más falta en ciertos momentos, los personajes de novela o los héroes de tragedia, así como de la canción o del cine, forman la mitad de la lista. Pero en cuanto a los autores es distinto. Cuando veo a Carlos no pienso en Aura, en el Gringo viejo, en Laura Díaz, en Cristóbal Nonato ni en ninguno de los personajes burlescos, épicos, truculentos o trágicos que pueblan Terra Nostra. Ni siquiera pienso en la suave desesperanza que traducen dos citas rabiosa- mente bien escogidas por Carlos, una de Baudelaire ('Le Goüt du néant': 'El gusto de la nada') y otra de W. B. Yeats {'When you are oíd': 'Cuando estás viejo'). Cuando me encuentro con Carlos, junto con Milán Kundera, Juan Goytisolo o Pierre Nora, veo a otro hombre: olímpico como ya no se permite, aristócrata no por impu- dicia sino por audacia, con una apariencia casi demasiado cuidada, un bigote digno de Adolphe Menjou (¿quién se acuerda de este actor?), cantante de ópera como lo hubieran sido Rachel y Sarah Bernhardt si hubieran cantado, cinefilo infalible, narrador incansable, actor de sus historias, y de cuando en cuando dejando ver en su mirada una luz incier- ta que no engaña y es a la vez tímida y vulnerable. La luz de una herida jamás cerrada, a punto de abrirse otra vez. Veo a un hombre infinitamente más cortés, más atento, más disponible, más fino y en suma más civilizado que la mayor parte de sus personajes. Y de pronto los colores le suben a la cara, los pómulos se le saltan y Carlos hace volar todo por 1945 los aires. Entonces trazo un puente entre el hombre y el autor, entre el creador y las criaturas, pues es el momento en que habla, a galope entre los idiomas y atreviéndose a todos los neologismos, de todos los desafíos gloriosos del mestizaje. ¡Ah, el mesti- zaje es la panacea, el ideal, la salvación! Rara vez he visto a alguien tan embriagado por la multiplicidad de sus culturas y la diversidad de sus herencias. Léopold Sedar Senghor, otro amigo, era sin lugar a dudas un militante del mestizaje y hablaba con elocuencia de su deseo de hacer de la civilización una 'negra rubia'. Pero su ímpetu era refrenado por la mística incantatoria de la negritud. En cambio, Carlos plantea a cada instante esta síntesis de las riquezas universales que su familia, su pasado, su trayectoria y sus obras ilustran. Él es íntimo de todos los que hoy en día cuentan en el mundo y los llama a cada uno por su nombre, mientras que en sus obras no hay más que anónimos. Pero desde que se trata directa o indirectamente de pensar en el mestizaje, vuelve sin decirlo ni quererlo al pueblo bullicioso, sufriente, voraz y or- gulloso de sus personajes que encarnan las figuras auténticas en la comedia humana de la historia de México, n TRADUCCIÓN DE ALBERTO ROMÁN
PHILIP BOETTIGER KELLER, BISABUELO CLOTILDE VÉLEZ DE FUENTES, EMILIA BOETTIGER DE FUENTES, ABUELA PATERNA Los ABUELOS MATERNOS DEL AUTOR: EMILIA RIVAS PATERNO DE CARLOS FUENTES BISABUELA PATERNA DE CARLOS FUENTES DE CARLOS FUENTES, ACOMPAÑADA DE SU HIJO DE MACÍAS Y MANUEL MACIAS GUTIÉRREZ, CON SUS (DARMSTAD, ALEMANIA, 1860). (VERACRUZ, 1868), CARLOS FUENTES BOETTIGER (VERACRUZ, 1896). HIJOS SÉLIKA, BERTA (MADRE OEL AUTOR), CARMEN Y FOTO: CARLOS RITCHIE, VERACRUZ. FOTO: CARLOS RITCHIE, VERACRUZ, MARÍA EMILIA (MAZATLÁN, 1911). EL PADRE DE CARLOS FUENTES, LICENCIADO RAFAEL FUENTES BOETTIGEF BERTA MACÍAS, MADRE DE CARLOS FUENTES (SANTIAGO DE EN (1928). CHILE, 1942). CARLOS FUENTES Y SU PADRE (WASHINGTON. 1933). FOTOS CORTESÍA DE LA FAMILIA FUENTES; DE LA EDITORIAL L'HERNE DE SU EDICIÚN CARLOS FUENTES, PARÍS, 2006; DE LA SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES DE su EDICIÓN ESCRITORES EN LA DIPLOMACIA MEXICANA (TOMO II), MÉXICO, 2000; DE LA EDITORIAL ALFAGUARA CARLOS FUENTES A LOS SEIS MESES DE EDAD (PANAMÁ, 1929). LEWIS DEL LIBRO CARLOS FUENTES. OBRAS COMPLETAS, PHOTO SERVICE. PANAMÁ CITY. 3 VOLS., AGUILAR, MÉXICO, 1989. CARLOS FUENTES Y SU HERMANA BERTA (WASHINGTON, 1934).
La cabeza y la corbata por José Saramago l primer libro de Carlos Fuentes que leí fue Aura. Aunque ferir otros títulos (salvo El espejo enterrado, libro de fondo, Eno he vuelto a él, guardo desde aquel día (más de cuaren- indispensable para un conocimiento sensible y consciente ta años han pasado) la impresión de haber penetrado en un de América de Sur, como siempre me gusta denominar a mundo diferente a todo lo que había conocido hasta entonces, esa parte del mundo) me reconocí, definitivamente, co- una atmósfera compuesta de objetividad realista y de mis- mo devoto admirador del autor de Gringo viejo. Conocía teriosa magia, en que estos contra- al escritor, me faltaba conocer al rios, en el fondo más aparentes que hombre y ese momento no tardó efectivos, se fundían para crear en en llegar, aunque fue necesario que el espíritu del lector una vibración antes me lanzara en esta cosa de es- singular en todos los aspectos. No cribir. A partir de ahí nos fuimos han sido muchos los casos en que encontrando en diferentes países, el encuentro con un libro haya de- en nuestras casas respectivas, en jado en mi memoria un tan intenso actos académicos tutelados por Ju- y perenne recuerdo. lio Cortázar y bajo la mirada, siem- pre benevolente y algo irónica de No era un tiempo en que las li- teraturas americanas (a las del Sur, García Márquez, nos presentamos me refiero) gozasen de un especial amigos que pasaron a serlo de uno y otro, y así hasta que una noche, fervor del público ilustrado. Fasci- en el DF, en un bailongo en que se nados desde generaciones por las liminiéres francesas, hoy empa- festejaba el aniversario de un libro lidecidas, observamos con cierta tan transparente como antaño lo fue la ciudad descrita, Fuentes me displicencia (la fingida displicen- declaró portugués y mexicano y cia de la ignorancia que sufre por tenerse que reconocer como tal) supe que aquella declaración me lo que se iba haciendo a este lado comprometía mucho. Desde lue- del río Grande y que, para agravar go a la reciprocidad, de modo que ahora tengo que declararlo a él, en Lisboa, mexicano y por- la situación, aunque pudiera viajar con relativa comodidad a España, apenas se detenía en Portugal. Existían lagunas, tugués, asunto que debe realizarse cuanto antes, porque hay libros que simplemente no aparecían en las librerías, y tam- motivo y es la hora en punto. bién padecíamos la angustiosa falta de una crítica compe- Y por fin, una confesión. No soy persona que pueda ser fá- tente que nos ayudase a encontrar, en lo poco que iba siendo cilmente intimidada, muy por lo contrario, pero mis primeros puesto a nuestro alcance, lo mucho de excelente que aquellas contactos con Carlos Fuentes, en todo caso siempre cordiales, literaturas, luchando en tantos casos con dificultades seme- como era de esperar tratándose de dos personas bien educa- jantes, iban elaborando. Tal vez en el fondo hubiera otra das, no fueron fáciles, no por su culpa, sino por una especie explicación: los libros viajaban poco, pero nosotros todavía de resistencia que me impedía aceptar con naturalidad lo que viajábamos menos. en Carlos Fuentes era naturalísimo, y que no es otra cosa que Mi primer viaje a México fue para participar, en Morelia, su forma de vestir. Todos sabemos que Fuentes viste bien, con en un congreso sobre la crónica. No tuve tiempo entonces elegancia y buen gusto, la camisa sin una arruga, los pantalo- para visitar librerías, pero ya frecuentaba con asiduidad la nes con la raya perfecta, pero, por ignotas razones, pensaba obra de Carlos Fuentes a través de, por ejemplo, la lectura yo que un escritor, especialmente si pertenecía a esa parte del de libros fundamentales como La región más transparente y mundo, no debería vestir así. Gran equivocación mía. Al final, La muerte de Artemio Cruz. Entonces ya era evidente para Carlos Fuentes hizo compatible la mayor exigencia crítica, el mí también que estaba ante un escritor de altísima categoría mayor rigor ético, que son los suyos, con una corbata bien artística y de una infrecuente riqueza conceptual. Más tarde, elegida. No es pequeña cosa, créanme, n otra novela extraordinaria, Terra Nostra, me abrió nuevas perspectivas y de ahí en adelante, sin que sea necesario re- TRADUCCIÓN DE PILAR DEL Río
Carta En Chile por Ramón Xirau por Carla Cordua Carlos el Escritor, el Ensayista, el Narrador, el arlos Fuentes está siempre en Chile mediante sus li- A Crítico, el gran Conferencista y sobre todo al Cbros, que son leídos y releídos con entusiasmo y ad- Amigo... miración. Mi preferido es La muerte de Artemio Cruz, pero Querido Carlos: ¡Cuántos recuerdos, cuántas ex- esta afición no ha impedido que me interese en los demás, periencias juntos! los de antes y los que lo siguen. Al contrario que obstacu- Te conocí como tú siempre te acuerdas, en un lizar las ganas, ese poderoso libro alimenta expectativas camión 'Mariscal Sucre' en los años cincuenta; nos de lectura e ilusiones. Tal vez otro como ése, un segundo presentó Ana María, que te conocía desde siempre por favorito, aunque suene ilógico. Podría ser. Pero además la amistad que había entre sus familias. de su extensa obra Carlos Fuentes pone en práctica otras Salió tu primer libro Los días enmascarados y luego, formas de presencia entre nosotros. Viene acá y, para suer- magnífica, La región más transparente, seguida por La te nuestra, suele quedarse unos días, tal vez una semana, muerte de Artemio Cruz, Aura y para adelante y hasta durante la cual nos envuelve en un torbellino de activida- ahora cuántos y cuántos más... des insólitas debido a que nuestro amigo es un especialista en variedad e intensidad. Por fin, Recuerdo las fiestas en casa de tus padres además de venir a Chile, Carlos Fuentes pasa con todos los amigos; las reuniones en ca- sa de tus primas las Romandía Ferreira con por aquí, y esto ya es más difícil de describir, sobre todo debido a la velocidad. Si cuando Jaime García Terrés y Celia Chávez, nuestra viene los días de su estadía alcanzan a adquirir gran amistad con Alfonso y Manuela Reyes, una fisonomía recordable, cuando pasa habría con Carito y Raúl Fournier, donde nos re- uníamos los sábados con Juan Soriano, Elena que inscribirlos rápidamente en un diario de vida con todos sus detalles para que no queda- Poniatowska, Jorge Portilla, etcétera... ran reducidos a la alegría pasajera de verlo y de Nuestro viaje en tren (pues no nos gustaba escucharlo de nuevo. volar), tú y yo a Chichén-Itzá, para unirnos FRANCISCO FRANCO al Congreso organizado por Bob Wool, Nor- Una vez aquí, Carlos Fuentes encuentra man Rockefeller y Norman Podhoretz, (que dirigía la abiertas todas las puertas y transitables todas las veredas. revista New Left), Juan Rulfo, Glauber Rocha (cineas- ¿Quién no entrará en la competencia por encontrarse con ta), Lillian Hellman, Marta Traba, Ernesto Sábato, Pe- él? Esta pregunta retórica ni admite respuesta ni tampoco pe Donoso, José Luis Cuevas, Juan García Ponce, John la necesita. Durante tales pasadas y a medida que transcu- Womack y muchos más. rre el día, Carlos Fuentes va recogiendo a los amigos alerta- De regreso a México nos pusieron en un avión vie- dos de su presencia que se le unen y que ya no se separarán jísimo... Juan Rulfo no paró de decir: 'Nos matamos, de él. Hemos almorzado en el Palacio de La Moneda una nos matamos... miren allá abajo los Campos Santos; única vez en la vida, gracias a una de estas apariciones mañana los periódicos dirán nos quedamos sin escri- breves del escritor en Chile, invitados en nuestra calidad de tores, sin intelectuales'. Al llegar a casa todos llegamos amigos de Carlos Fuentes por el presidente Lagos y su es- gritando 'por poco nos matamos'. posa. Después que él parte, recuperamos nuestra condición Días después organizamos en tu casa de San Án- mermada de meros ciudadanos chilenos que almuerzan gel José Luis Cuevas, tú y yo una gran fiesta para prosaicamente en sus casas. los del Congreso con mucho éxito: éramos tantos Pero no olvido la mejor manera de llegar a Chile de Car- que el piso estuvo a punto de hundirse. ¡Qué bien los Fuentes, que es su visita en compañía de Silvia Lemus. la pasábamos!... Algo les faltaba a sus tres formas de presencia en este país, Carlos: así como tenemos tantos recuerdos, tantas que no eran ni libros ni lectores, ni eran banquetes y ho- y tantas buenas experiencias, desgraciadamente nos menajes. Era Silvia, que con su elegancia, su habla pausada han unido grandes penas... y musical, le imprime un ritmo más apacible a sus estadías Ana María y yo te felicitamos por tu cumplea- aquí, no importa su extensión. Los celebramos a ambos ños y por todos tus grandes éxitos. Sabes cuánto te como amigos incomparables y nos gustaría retenerlos má- queremos... n gicamente en Chile sin que por ello faltaran en México, ti 10 neos
A través del cristal por Nadine Gordimer igamos que hablo de la arrogancia del escritor cuando pasión poética y la pasión sexual con el valor que exige aná- Dsostengo que la finalidad profunda de la imaginación lisis del poder. Ha visto el mundo con sus propios ojos y con poética y novelística es crear un conocimiento real de lo que el tercer ojo de un gran escritor. La facilidad con que puede ha sido un país, de lo que es y fue su pueblo. Los otros medios poner en un párrafo o una página de ficción imágenes vivas de comunicación son efímeros: estaciones intercambiables, de valores contrastantes, casi logra lo imposible: la perfecta diarios que terminan en el cesto con la basura del día. Son los contemporaneidad del ser. Eso que sucede en todas partes, de poetas y los novelistas quienes nos han acercado a la literatura distintas formas, al mismo tiempo: la vida misma. latinoamericana (si este adjetivo Sé por experiencia que los auto- genérico dice algo más que una res dejamos de pensar con intensi- inercia colonialista) aun cuando dad en libros que escribimos años no hayamos puesto un pie en sus ^m airas, como si se tratara de algo países. Borges, García Márquez, • I cumplido o superado. Creo haber Cortázar, Fuentes y tantos más. | ^ leído lodos los libros que compo No sólo iluminan la visión de nen hasta ahora la obra única de los extranjeros. Se hacen cargo Carlos Fuentes, obra de grandes con su talento único de abrir la alcances, siempre iluminadora, conciencia de sus pueblos —so- fruto brillante de una vida de ima- bre todo de ellos—. Para Fuentes, ginación creadora y de una inte- la tarea es: 'Revelar México a los ligencia en despiadada búsqueda mexicanos. Rescatar el pasado de de la verdad. Cuando vuelvo a los la mentira y el olvido'. subrayados de los libros de Fuen- Cito de la primera obra de Car- tes, que tanto me han enseñado del los que leí: La región más transpa- mundo interior y del mundo ex- rente. Puede parecer irrespetuoso terno, sea La región más transpa- con un libro volver sólo a las mar- rente o La muerte de Artemio Cruz, cas de lectura, repasar sus subra- la gloriosa Terra Nostra, Los años yados, pero sorprende regresar a con Laura Díaz o La silla del Águi- un libro de Fuentes y encontrar la, donde me detengo para leer de ahí, en la visión penetrante y vi- nuevo es en La frontera de cristal. sionaria del escritor, que lo escri- No es sólo un libro que amplía el SALIDA A FRANCIA COMO EMBAJADOR. CARTÓN DE CARREÑO. SIEMPRE!, 1975 to en 1958 sobre un país lejano espacio siempre cambiante de la pueda ser una descripción de la realidad de mi propio país, novela, llevándola más allá de las formas aceptadas de lo tradi- Sudáfrica, en 2008. cional, lo moderno y lo posmoderno. No es sólo la frontera de Dice Robles, un personaje de la primera novela de Fuen- cristal que hay entre migrantes y habitantes, entre aquellos que poseen algo y los que nada tienen sino el reclamo de un espacio tes: 'Mira allá afuera. Todavía hay millones de analfabetos, millones de pobres y de muertos de hambre, campesinos que humano. La frontera de cristal es la imagen de naciones que se no tienen un pedazo de tierra, desempleados... Pero hay miran a través de ella sin cruzar la línea de las organizaciones también millones que van a las escuelas que la Revolución internacionales del mundo global, la frontera que hay entre personas que viven juntas pero con ella en medio, la frontera construyó. La Revolución nos enseñó que todo el pasado es presente y que si recordarlo es doloroso, tratar de olvidarlo entre dioses de diferentes credos, políticos y religiosos. no destruye su poder'. Las potentes imágenes de Fuentes son el regalo de un pin- Puedo ver 'allá afuera' en mi país y encontrar precisamente tor, que es a la vez un poeta y un novelista, reunidos todos en estas contradicciones en la conquista de libertades que signi- una sensibilidad creadora única. Son las imágenes irresistibles ficó la revolución contra el Apartheid. del mundo en que vivimos con él en su cumpleaños 80, con Carlos Fuentes tiene un vocabulario exuberante y admira- gratitud por la habilidad con que nos hace ver a través de las ble, el temple literario para abordar los asuntos políticos con cosas cada vez que se sienta a escribir, n
Terra nova, Terra nostra por Milán Kundera i Cuando en el mes de enero de 1969, en la Plaza Wenceslao El Doktor Faustus (1947) no es solamente una nove- de Praga, un estudiante checo se inmoló quemándose para la sobre un compositor de nombre Adrián Leverkühn, protestar contra la ocupación rusa de su país, sentí que ese sino también una reflexión sobre cuatro siglos de músi- horror no formaba parte de la historia checa. No existía ca alemana. Adrián no es tan sólo un compositor, sino ningún precedente de ese acto; su origen se encontraba en el compositor que culmina la historia de la música (su otra parte terrible. más grande composición se Ni la guerra mundial, ni llama, por lo demás, Apoca- los campos de concentración, lipsis). Asimismo, él no só- ni el terror estalinista: sólo el lo es el último compositor fuego abrasando el cuerpo de (el autor de Apocalipsis): es Jan Palach me colmó de una también Fausto. sensación apocalíptica. Así como un checo, es- Una definición escolar se tupefacto por la muerte de me hizo presente: un acto Palach, no podía no pensar es moral si puede servir de en la muerte de Jan Hus, un ejemplo para todos; ¿pero alemán, enfrentado a ese cómo imitar a un muchacho momento del apocalipsis, que se ha matado prendién- con los ojos fijos en el diabo- dose fuego? Este acto, ¿no nos CoN v ™ KHNOERT M,LAN KUNDERA Y SILVIA (PARÍS 1975) lismo de su nación, pensaba ' ha llevado más allá de Europa y de su experiencia moral? en el contrato que el hombre mítico encarnación del espí- Después de su muerte y durante semanas, las calles de las ritu alemán había firmado con el diablo. Toda la historia ciudades checas rebosaban de manifestantes excitados; una de su país surgía ante sus ojos como la aventura exclusiva consigna los animaba: Jan Palach es el Jan Hus de hoy. de un personaje único, de un solo Fausto. En realidad, Jan Palach, un adolescente, no se parecía a Jan Hus, gran intelectual del siglo XV. Éste no quería mo- III rir, no le quedaba otra salida si quería permanecer fiel a sí El día en que el fuego se propagó del cuerpo de Jan Hus mismo y a su pensamiento. El ejemplo de Hus, quemado al cuerpo de Jan Palach, en mi estudio de Praga, a unos por herético, es difícil de seguir, pero permanece dentro cuantos cientos de metros de la Plaza Wenceslao, yo es- del rango de lo posible. Imitar al otro Jan, en cambio, re- cribía La vida está en otra parte. De golpe, a través de Ja- sulta imposible. romil, poeta auténtico y acusador, creí descubrir toda la Y no obstante, existe un punto común incontestable historia de la poesía, de forma que en ciertas páginas de entre estas dos muertes: el fuego. Los checos, petrificados la novela el rostro de mi héroe desaparece tras el rostro de en ese horrible momento de enero de 1969, vieron de golpe Rimbaud y Mayakovski, y su muerte se confunde con la cómo la historia de su país se concentraba vertiginosamen- de Lermontov y Shelley. te, como un pasillo entre dos fuegos: el fuego que abrasó Yo conocí el estalinismo de los años cincuenta como el el cuerpo de Jan Hus y el que abrasó el de Jan Palach. Con tiempo en que 'el poeta reinaba con el verdugo', La vida el primer fuego su país entró en la escena europea; con el está en otra parte. Sin embargo, cuando la poesía se iden- segundo, la abandonó. tifica con el terror, uno asiste al Apocalipsis de la poesía. A la luz de la explosión apocalíptica, el pasado (de una II nación, de una civilización, de un arte, de una religión) La Segunda Guerra Mundial y el delirio hitleriano debie- aparece de pronto como catapultado: Jaromil se confunde ron provocar en ciertos alemanes la sensación de apo- con Rimbaud, Jan Palach con Hus. calipsis; Thomas Mann transformó ese momento en un Algunos años después de la muerte de Palach vine a mirador desde donde poder abarcar con la mirada toda la Francia y todos me preguntaron lo que yo pensaba del historia de Alemania. comunismo, del marxismo, de la revolución. Nada me OCTUBRE 2008
interesaba menos que esa clase de preguntas. Tenía en la estalla', escribe Cioran. Esta 'tensión del tiempo histórico' mirada el fuego propagándose a través de cinco siglos y (del tiempo que hoy se precipita, acumula acontecimien- pensaba en Thomas Mann. Pensaba en el arte de la novela tos, se acerca al paroxismo), la experiencia personal que que, única de todas las artes, es capaz de convertirse en Fuentes posee de esta tensión, me parece que es el origen ese lugar privilegiado donde el pasado lejano de la huma- oculto, la fuerza subterránea de este sueño apocalíptico e nidad puede entrevistarse con el presente. Realizar este increíble que es su novela. encuentro me pareció uno de los tres o cuatro más grandes deberes, de las tres o cuatro más grandes posibilidades que caracterizan el porvenir de la novela. Carlos Fuentes ha comparado en varias ocasiones la Y hoy pienso en Carlos Fuentes: en su Terra Nostra novela contemporánea de América Latina con la de (1975), esta nueva posibilidad de la novela se ha materia- Europa Central. lizado de forma tan radical que América Latina y Europa nadie pudo imaginarlo. Central, en efecto, son dos fron- teras de Occidente, dos partes IV del mundo en que Occidente Serenus Zeitblom, el narrador (lo occidental) ha devenido problema; dos partes del mundo del Doktor Faustus, se puso a donde la supervivencia de Oc- escribir los recuerdos que con- servaba de su amigo Adrián Le- cidente no es sólo una cuestión verkühn al final de la Segunda teórica, sino que forma parte de Guerra Mundial. De cuando en la realidad más concreta. cuando interrumpe la narración A partir de 1914, Europa para comentar hechos contem- Central vive en la obsesión del poráneos. Precisamente son es- final: Karl Kraus escribe Los tos pasajes los que me sonaban últimos días de la humanidad; planos y falsos cuando no hace Robert Musil compone El hom- mucho tiempo me puse a releer bre sin atributos, donde una so- la novela. Por desgracia sabemos ciedad planifica su futuro en el que la última guerra presenta- momento en que ya no tiene da por Thomas Mann como un ningún futuro; Hermann Bro- apocalipsis final, con la promesa ch estudia en Los sonámbulos de la resurrección de Occidente, el declive gradual de los valo- no era más que un episodio, una CARLOS FUENTES CON SU PADRE (PARÍS res occidentales; Jaroslav Hasek fase de un proceso mucho más largo que no fue seguida de describe el mundo en que la libertad sólo sobrevive bajo ninguna resurrección, muy por el contrario. la máscara de un idiota, y Franz Kafka imagina un mundo en el que la historia ya está olvidada y la vida pasa en un Por lo cual deduzco que desde el mirador se puede ver el pasado pero no el futuro, y que encima es muy arduo presente sin memoria. hallar el mejor lugar para levantar un mirador. Las causas de esta obsesión del final no son tan difíciles Si Fuentes ha sabido encontrar ese lugar, ese indudable de comprender: la caída de un imperio, tradicionalmente lugar del apocalipsis, es gracias a una gran habilidad (o visto como un modelo de Europa ('la pequeña Europa'), sabiduría) artística: no lo buscó en la historia real sino aparecía como adelanto de un derrumbe mucho más ge- en el mito. El mirador desde donde mira la historia se neral que, por lo demás, no tardó en llegar: Hitler, Stalin llama año 1999, el final del milenio. Su descripción del y, en fin, el verdadero comienzo del fin de Europa Central apocalipsis no será entonces desmentida por la realidad cuya parte más grande se incluyó por un tiempo imprevi- del año 1999 porque en Fuentes no se trata de una fecha siblemente dilatado dentro de la civilización rusa. real sino mítica. De modo distinto pero no menos radical (al ser tan No son las previsiones políticas del autor el origen de antiguo), Occidente es cuestionado en América Latina. Terra Nostra, sino algo más profundo: 'El tiempo histórico Se apoderó de este continente como conquistador y su es un tiempo tan tenso que uno apenas entiende cómo no legitimidad está siempre sujeta a caución. Y aun si Amé-
rica Latina es Occidente por su cultura, es tercer mun- imaginario no idéntico al autor) de golpe tiene una apa- do con todos los reflejos antioccidentales de éste. Como riencia lastimosamente agotada. En los años 1920, Proust dice Fuentes, América Latina es una fachada, y uno no y Joyce habrían explorado todo el universo del alma hu- dejará de preguntarse nunca qué se oculta tras ella. En el mana, alcanzando el fondo. De acuerdo con esta lógica, es continente sudamericano el tiempo histórico occidental lógico pensar que Kafka, quien por la misma época privó ha interrumpido el tiempo indígena. Macondo, el pueblo a K de su rostro visible, de su pasado y hasta de su nom- de Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, 1967), bre, realizó una especie de decapitación final del personaje guarda su soledad patética, soledad de un mundo situado novelesco en cuanto tal. fuera de la historia. No obstante, me parece que la evolución de la novela no Pero el mundo desertado por la historia puede vengarse se ha detenido (todavía) y que lo que parece un final no y un día devolver la historia a su propia soledad: la histo- es más que un cambio de dirección; la cámara del conoci- ria, dejada, abandonada, sola, será olvidada en un mundo miento novelesco gira con lentitud hacia otros horizontes. desembarazado de este espejismo No me parece que Kafka haya deca- occidental que es el 'tiempo histó- pitado al personaje; tan sólo se inte- rico'. Fuentes ve la historia en esta resó en otros aspectos del hombre soledad: la ve como si ya hubiera y tenía otra idea de lo que resulta acabado, sueña con ella como se esencial para la vida humana. sueña con los muertos. K no nos encanta por el 'uni- Sea lo que sea, en Europa Cen- verso' de su alma; si su alma es tral y en América Latina la novela universo, éste está sitiado, ha sido cuestiona la historia de una mane- desechado y absorbido por otro ra nunca vista hasta ahora. universo: el mundo que lo rodea y frente al cual sus posibilidades VI de reacción son extremadamente La novela habla de un mundo sin limitadas. En virtud de una nueva porvenir, pero el mundo prefiere situación de la condición humana cuestionar el porvenir de la novela. (tal y como Kafka la ha entrevis- En una larga entrevista con la to) el rostro físico, el pasado del televisión americana, Fuentes di- personaje y hasta su nombre han jo: 'Fuera del conocimiento de la perdido todo interés. ciencia, de la lógica y de la política, Sin embargo, no hay que olvidar existe el conocimiento de la imagi- jamás una cosa: lo que es primor- nación. .. Hay muchas cosas que ni dial, tanto en Kafka como en todos la historiografía, ni la lógica ni la los grandes novelistas, es el descu- ciencia ven. Hay cosas que sólo un brimiento (de aspectos desconoci- CARLOS FUENTES Y SU ESPOSA SILVIA LEMUS (PARÍS, 1973). Dostoyevsky ve'. dos de la vida humana y a partir de Sin embargo, en las décadas recientes uno tiene la im- ahí de nuevas posibilidades de la novela). La renuncia (a presión de que los procedimientos novelescos están ago- las antiguas convenciones) no es más que una consecuen- tados y que 'un Dostoyevsky' ya no tiene nada que ver cia de ello; inevitable tal vez pero secundaria. ni decir. Paradoja: la renuncia es visible de inmediato, volvién- En ocasiones esta impresión provoca una reacción ra- dose así un signo fácilmente perceptible de la modernidad; dical; no se descubre más que una manera de evitar la ver- en cambio, lo que es nuevo, lo que constituye el descubri- güenza del eclecticismo: la renuncia total a la convención miento es mucho menos visible. de la novela. Se comienza por distinguir de un lado la no- La mirada del lector está acostumbrada a las conven- vela tradicional (cuyo tiempo ha concluido) y por el otro la ciones: así que la renuncia a la convención es desde luego novela moderna (que no es concebida como una nueva fase percibida de inmediato. En cambio, el descubrimiento de lo de la evolución sino como protesta, ruptura y negación). nuevo se produce más allá de las convenciones. El espíritu La renuncia también tiene que ver con lo que constituía convencional no lo registra. Para un espíritu convencional, el fundamento del género novelesco: el personaje (un ser el Doktor Faustus no es más que una novela convencional.
Éste es el porqué las obras menores, que presumen ruido- El principio Esch es como Lutero no es propiedad de Broch. samente su rechazo de las convenciones sin aportar gran cosa Es la orientación general de la novela en un siglo en que 'la de nuevo, son preferidas con frecuencia a las obras que, sin tensión del tiempo histórico' parece a punto de alcanzar su proclamar la renuncia, descubren y amplían. paroxismo y el hombre mira hacia atrás para resumir la his- toria de su civilización. VII Entre éstas, Los sonámbulos (1932) de Hermann Broch es el VIII libro que no dejo de admirar. Casi todas las posibilidades de la El principio Esch es como Lutero se transforma en la estética novela después de Proust están en germen en sus páginas. de Terra Nostra en el principio Esch es Lutero. El más grande logro de Broch en Los sonámbulos es tal vez Si el principio Esch es como Lutero no es propiedad ex- el personaje de Esch (el retrato de éste dice sobre el hombre de clusiva de Broch, el principio Esch es Lutero sólo pertenece a nuestro siglo, y sobre las fuerzas irracionales que guían a dis- Fuentes. La fórmula no puede ser imitada por nadie bajo pena tancia su comportamiento social, más de lo que nadie jamás de caer en el pastiche. ha sabido decir). Esch entra en la novela cuando tiene treinta Hacia el final de Terra Nostra, Fuentes mismo nos procura años; nosotros no sabemos y no sabremos nunca nada de lo la llave de su método: 'Una vida no basta. Se necesitan múl- que hasta entonces fue; su pasado brillará por su ausencia lo tiples existencias para integrar una personalidad'. Y continúa mismo que el de K en El proceso. con una alusión a la Cabala: 'Cada niño que Ahora bien, si el pasado está ausente, ausente nace cada minuto reencarna a cada una de las se encuentra también la 'psicología', por lo me- personas que mueren cada minuto'. Y prosigue: nos tal y como los novelistas de antes de Broch 'No es posible saber a quién reencarnamos por- (y de su generación) la comprendían: búsqueda que nunca hay testigos actuales que reconozcan de la causalidad psicológica, búsqueda de las al ser que reencarnamos'. motivaciones ocultas en las honduras de una La vieja mitología de la reencarnación se ma- biografía. A pesar de esta 'renuncia' (renuncia a terializa en una técnica novelesca. Terra Nos- los procedimientos de la novela conocida como tra es un inmenso sueño en el que la historia psicológica), Esch está perfectamente vivo ante está hecha por personajes que reencarnan sin nuestros ojos; Broch no se ahorra explicarnos cesar y que nos dicen: son siempre nosotros, sus actitudes con descripciones minuciosas (pe- nosotros somos los mismos que continuamos ro que son fenomenológicas, no 'psicológicas'). STALIN representando el espectáculo de la historia. La En el curso de una de estas descripciones, Broch desarrolla continuidad histórica no sólo reside en el vínculo causal de los la comparación entre el criminal y el rebelde; escribe: 'Esch acontecimientos, sino también en la identidad de los actores. era un rebelde. Era rebelde como lo había sido Lutero'. 'Se necesitan múltiples existencias para integrar una per- En lugar de informarnos sobre la infancia y la juventud de sonalidad': éste es el porqué Felipe I se confunde con su nieto Esch, Broch nos hace saber que Esch era como Lutero. Para Felipe II (quien por lo demás en la novela se convierte en su él, el pasado individual de su personaje carece de importancia. hijo), que la misma Celestina recorre todos los siglos, mientras Las raíces de la actitud de Esch se encuentran más allá de su que la Dama de Felipe II llega a Inglaterra para volverse la vida. El pasado de Esch es Lutero. reina Elisabeth. Personajes librescos, Don Juan y Don Quijote, La novedad de la concepción del personaje en Broch es se suman a las personas vivas y en cierto momento las siluetas discreta (aunque consecuente: Passenow, otro protagonista se confunden: Don Quijote deviene Don Juan y Don Juan de Los sonámbulos, está igualmente ligado a San Agustín, a deviene Don Quijote. Séneca, a Zenón, aun a Pitágoras). Sin embargo es clara: el Si Esch es Lutero, la historia que lleva de Lutero a Esch no personaje ya no se concibe como una unicidad inimitable sino, es más que una historia privada Lutero-Esch. Las consecuen- por el contrario, como un lugar de continuidad, como una cias estructurales son turbadoras. ventana que da sobre el pasado lejano del hombre. Desde siempre, la novela estaba construida sobre el espacio Lo que se llama el análisis psicológico en el arte de la novela temporal que no podía rebasar la dimensión de una vida. Ima- no fue propiedad exclusiva de un Richardson o de un Stend- ginar una historia novelesca que dure mil años o incluso tan hal. Fue una de las tareas seculares de la novela en una época sólo un siglo se habría considerado un puro sinsentido. fascinada por el descubrimiento del individuo, de su carácter De tal manera, si Ludovico descubre en México un nuevo irremplazable y no intercambiable. continente ignoto, si enseguida se encuentra en Palestina en
tiempos del imperio romano, y si aparece en el último verano de nuestro siglo, en París, con Celestina, la que fue amante de Felipe I y Felipe II, el tiempo de la novela deviene vasto y sin límites: la historia privada de todos estos personajes reencarnados e inmortales no es más que la historia de la propia historia. Si Esch es Lutero, la novela entra directamente en lo 'fan- tástico'. Lo fantástico de Terra Nostra no está lejos de la locura; pero esta locura (locura barroca) no se opone a la novela en tanto categoría estética: por el contrario, Terra Nostra es la expansión de la novela, la explosión de sus posibilidades, el viaje al final de lo que sólo un novelista ('un Dostoyevsky', como dice Fuentes) puede ver y decir. IX Para Cervantes, la historia era el fondo apenas visible de las aventuras. Para Balzac, la historia se convirtió en una dimensión 'na- tural' e indispensable del hombre que ya no podía conside- rarse fuera de ella. Hoy en día, en fin, la historia aparece como un monstruo, lista para saltar sobre cada uno de nosotros y destruir nuestro mundo; o bien (éste es otro aspecto de su monstruosidad) re- presenta una masa inconmensurable e ininteligible del pasado, del pasado que es insoportable en tanto olvido (porque así el hombre se pierde a sí mismo), pero también en cuanto memo- ARTHUR MILLER. SILVIA LEMUS. CARLOS FUENTES V WILLIAM STYRON ria (porque su masa pesa y nos aplasta con todo su peso). (CONNECTICUT, 1981). Leamos las últimas páginas de Terra Nostra. Felipe II yace en su ataúd del Escorial. Como ha sucedido con frecuencia en la poesía marcada por la tradición del barroco (por esta tradi- ción tan fuerte en mi país natal lo mismo que en el de Carlos —¡otro paralelo entre Europa y América Latina!), el muerto está consciente de estar muerto. El Felipe de Terra Nostra vive su muerte. Un buen día se levanta y sale de su ataúd. Se topa con un guía de turistas que al tenerlo ante sus ojos es presa del pánico y sale por piernas. Pero Felipe también tiene miedo de él y huye a las montañas. Allí encuentra a unos campesinos alrededor de una fogata. Nos encontramos en un porvenir lejano. El viejo montañés le acaricia la cabeza y Felipe se llena de una 'sensación de alivio y gratitud'. El encuentro de Felipe con el guía y los montañeses no es tan sólo 'bello como el encuentro de un paraguas con una máquina de coser'; nos hace oír el diálogo ininterrumpido de nuestro presente con el pasado inmemorial de la humanidad, ese diálogo que sólo la novela de nuestra época (de la época tardía de Occidente) sabe oír y decir, n TEXTO TOMADO DE LA QUINZAINE LITTÉRAIRE, MARZO 1981. TRADUCCIÓN DE ALBERTO ROMÁN CON SU ESPOSA SILVIA LEMUS Y SUS HIJOS CARLOS RAFAEL Y NATASHA (CHESTERBROOK FARM, VIRGINIA. 1974).
Creciendo por Roberto Torretti onocí a Carlos Fuentes cuando teníamos catorce años. fría, el fútbol era obligatorio en nuestro colegio, los días mar- CSu padre representaba a México en Chile y matriculó a tes y jueves por la tarde. Vestidos con la indumentaria de rigor, Carlos en el colegio donde yo estudiaba. Enseguida nos co- Carlos y yo asistíamos sin inmutarnos, desde un extremo de la nocimos y reconocimos, y se formó una amistad muy inten- cancha, a las carreras de nuestros compañeros que en el extre- sa entre los dos. Nos unía un interés desmesurado en ciertas mo opuesto se disputaban el balón. Apoyados en los postes del novelas francesas del siglo XIX, que leíamos traducidas al arco, hablábamos sin cesar de lo humano y lo divino, a veces español, impresas con letra pequeña sobre papel amarillento ante la mirada escrutadora de Luis Weinstein, quien, aunque por la Editorial Sopeña Argentina. En las tardes de invierno, un par de años menor, quizás ya reunía materiales para su después de la interminable jornada escolar, despachaba a toda futuro desempeño como médico psiquiatra. carrera mis tareas para enfrascarme por tres o cuatro horas en Sobre todo, debatíamos el futuro de Europa. Corría el año alguna obra de Dumas pére (o de Víctor Hugo, más adelante); 1943 y el ejército soviético ya había iniciado su avance triunfal y Carlos tiene que haber hecho lo mismo, pues a la mañana y barría a la Wehrmacht a través de las llanuras de Ucrania y siguiente nos juntábamos en los recreos a discutirlas. Polonia. Con nuestra fe y esperanza de adolescentes en los Él ha solido contar que El conde de Montecristo —al que desenlaces extremos, estábamos convencidos de que sólo el rinde homenaje en La silla del Águila— se le manifestó en océano podría parar su marcha, cuando llegara a Lisboa. No esos años como la cima del género, una visión que yo com- resentíamos la amenaza que el cumplimiento de estas previ- partía incondicionalmente. También ha narrado la historia de siones habría significado para el orden social establecido en la novela que escribimos juntos —la primera suya y la única nuestra América por la conquista española y a los catorce años mía— y no hace falta que la repita aquí. Recuerdo el tesón probablemente tampoco la sentíamos, aunque ese orden osten- con que copiaba los párrafos pergeñados por él o desarrollaba siblemente nos ofrecía oportunidades que no estaban —y aún otros que sólo habíamos conversado, tecleando torpemente no están— abiertas a la gran mayoría de nuestros compatriotas. en la máquina Royal portátil que había hallado arrumbada en Ni me parece que a esa edad tuviésemos ya el corazón inflama- mi casa, la misma con que perpetré en los dos años siguien- do de romanticismo igualitario, presto a adorar el icono de la tes una serie de ensayos filosóficos inconclusos, de metafísica Rusia salvadora, que traía justicia y hermandad para todos. Lo voluble y confección pueril. Así, sin haber siquiera escucha- que nos importaba era Europa, aunque yo nunca había puesto do los nombres de Kierkegaard y Heidegger, emprendimos los pies en ella y Carlos, si acaso, sólo en la más temprana espontánea y resueltamente la repetición de la actividad que niñez; nos preocupaba su cultura, quebrantada por dos gue- nos tenía fascinados y que ya a esa edad percibíamos como lo rras horrorosas, y deseábamos su unidad, que una y otra vez mejor que se podía hacer. los ingleses se habían encargado de impedir. Años más tarde, intelectuales hispanoamericanos de poco calibre reprocharán Pero el ejemplo de Dumas no sólo nos llamaba a imitar- a los criollitos como nosotros esta fijación en Europa, que de- lo como escritor. También nos sentimos convocados a repe- clararán 'enajenante' y negadora de la propia 'identidad'. Ob- tir, en el valle del Mapocho y al pie de los Andes, la gesta de sesionados con lo presente, angosto y fugaz pero tangible, no dArtagnan y los tres mosqueteros en desigual combate contra el Cardenal maligno. Armados de varas de colihue, practicá- comprendían que la identidad personal se teje con narraciones alimentadas y sostenidas por la fantasía. bamos la esgrima en los jardines de la embajada de México en Santiago, con Jorge Saavedra, que más tarde militaría en Demasiado pronto, para mi gusto, el padre de Carlos fue des- la Legión Extranjera y en la Compañía de Jesús; con Valerio tinado a otra embajada y los Fuentes se fueron de Chile. Duran- Quesney, que en definitiva prefirió las letras a las armas, y te varios años nos comunicamos por correo aéreo, una novedad con Bartolomé Stipec, que luego llegó a ser mi amigo más entonces y muchísimo más rápido que ahora. Recuerdo aún la cercano —marxista o marxiano incipiente entonces, solíamos impaciencia con que aguardaba los sobres orillados de celeste y llamarlo 'el lobo de Rusia', parodiando a Darío, pero gracias blanco, y luego de verde, blanco y rojo, que me traían las cartas a Dios y a su inteligencia insobornable eventualmente devino de Carlos, primero de Buenos Aires y más tarde de México. To- economista neoliberal. davía duraba la guerra y, en camino a Chile, estas últimas tenían La seriedad con que tomábamos la novela, como escritura que sortear la inspección establecida por el Gran Hermano del y como aventura, corría pareja con nuestra desaprensiva indi- Norte en Panamá. Con una paciencia digna de mejor causa, un ferencia hacia juegos más familiares. Durante toda la estación funcionario recortaba cuidadosamente con tijeritas las frases
Todo el pasado por John Elliott que en su opinión contenían datos racias al diario que llevaba entonces, sé exactamente cuándo y cómo conocí comprometedores. Conscientes de Ga Carlos Fuentes. Fue en 1964, durante mi año sabático de la Universidad de lo que ocurría, empezamos a incluir Cambridge. Hacía mi primera visita a México donde pasaba tres meses para conocer observaciones destinadas justamen- el país y trabajar en sus archivos, como parte de una gran viaje a América Latina te a ser recortadas, a cuya existencia destinado a extender y mejorar mi conocimiento del mundo hispánico. Sucedió que aludíamos en otros pasajes críptica- conocí en una recepción al primer secretario de la embajada canadiense y él me mente, de una manera que anticipá- invitó a almorzar el 4 de marzo en el Pabellón Suizo para conocer a Carlos Fuentes, bamos que el censor de turno sería del cual en aquel tiempo apenas había oído hablar. incapaz de captar. Como cualquier Fuentes llenó el lugar con su entretenida conversación, en un deslumbrante desplie- otro burócrata desde la fundación gue de la variedad de sus intereses que me cautivó. Recuerdo después nuestro encuen- de la primera dinastía faraónica, caía tro en una librería (¿la librería Porrúa?) donde discutimos sobre el tema de la sobre- infaliblemente en nuestra trampa y población. Nuestros caminos no volvieron a coincidir sino hasta 1979, cuando Carlos recortaba la frasecita lla- y Silvia pasaron un año en Princeton, mativa que habíamos es- donde yo era profesor de historia del crito para él. Fue nuestro Instituto de Estudios Avanzados. Tu- primer contacto explícito vimos cenas en nuestras respectivas con la sinrazón de Estado, casas, pero desde entonces, para mi que acompaña como una desgracia, casi no he vuelto a verlo. sombra infaltable a toda No puedo decir que soy amigo cer- vida civilizada. cano de Carlos, pero sigo siendo su La correspondencia gran admirador. Me conmovió y me cesó poco después de que sentí honrado por el hecho de que ambos ingresáramos a la me pidiera escribir un prólogo para carrera de derecho. Nos la reedición de Terra Nostra, novela volvimos a ver al cabo que ejerce y ejercerá una fascinación de quince años, en Con- ^ ^ • ^ ^ ^ j duradera sobre los historiadores de cepción de Chile, cuan- Hispanoamérica. Con el ojo y la ima- do Carlos, que acababa ginación del gran novelista que es, de publicar su Artemio CON SU HIJO CARLOS RAFAEL, NACIDO EN PARÍS EL 22 DE AGOSTO DE 1973. Carlos captura en esa obra aspectos Cruz, fue invitado a dar conferencias del pasado de España y México, de la compleja relación que a la vez los une y los separa, en la universidad donde yo enseña- y que con frecuencia no ven los historiadores demasiado pegados a los documentos. ba filosofía. Luego hemos podido Terra Nostra es mucho más que una novela sobre el pasado, los muchos pasados. reunimos sólo de tarde en tarde, en Aquí, como en otras de sus obras, Carlos nos invita, en su prosa lúcida e irresistible, Oaxaca, en Santiago, en San Juan de a entender y aceptar las ambigüedades de la vida, y las múltiples opciones que en Puerto Rico, reviviendo y ahondan- todo momento ésta nos ofrece. do cada vez la amistad de nuestro Aunque las opciones son múltiples, en último análisis no hay sino una simple primer encuentro. A medida que el y fundamental. Es la opción que presenta la doble voz de Mijail Ben Sama cuando tiempo pasa más admiro la mirada habla con el Señor en Terra Nostra, en una serie de contrastes: amplia y el juicio recto que Carlos Amo lo que desconozco/odio lo que no comprendo; me reconozco en la Fuentes ha logrado conservar no diferencia/extermino lo diferente; comunidad/poder; tolerancia/represión; obstante su largo envolvimiento con diversidad/unidad; muchos/uno; vida/muerte. la vida pública. No dudo que se de- Al precisar las opciones, Carlos no deja dudas de la suya. Su vida, su escritura, be en buena medida a la perspectiva toda su carrera ha estado del lado de la tolerancia, no de la represión, de los muchos distante y objetiva que nos procura no del uno, de la vida no de la muerte. Ésta ha sido su grandeza, y me uno al grupo la frecuentación de ficciones, ya sean de amigos y admiradores que lo saludan en su 80 aniversario que nos recuerda, de de la novela o de la ciencia, n nuevo en la voz de Mijail Ben Sama, que 'todo cambia' pero 'todo permanece', n
El héroe por Elena Poniatowska a literatura mexicana era tranquila, decente, apagada. Al- Fuentes llegó a publicar hasta dos novelas por año. Los días Lfonso Reyes, Martin Luis Guzmán, José Vasconcelos escri- no le alcanzaban, trepidaba, tascaba su freno. El dedo integral bían dentro del canon, ninguno se desbordaba (bueno, Vas- resultó prodigioso. En 1962 salieron La muerte de Artemio concelos sí era 'turgente', adjetivo al que recurría con frecuen- Cruz y Aura; en 1967, Zona sagrada y Cambio de piel; en 1968, cia). Egresados de la Facultad de Derecho, servían al gobierno dos ensayos: París, la Revolución de mayo y Líneas para Adami; en las secretarías de Estado, en la diplomacia; esto los volvía en 1969, tres obras: Cumpleaños, La nueva novela hispanoame- tristes. El propio Alfonso Reyes le aconsejó al joven Fuentes ricana y El mundo de ¡osé Luis Cuevas; en 1971, el ensayo Casa estudiar leyes porque no iba a poder vivir de su escritura. En con dos puertas y Todos los gatos son pardos; en 1975, Terra la Facultad de Derecho, a la sombra de su maestro Manuel Nostra, de 783 páginas, y en 1987 Cristóbal Nonato, de 569. Pedroso, Carlos Fuentes conoció a Sergio Pitol, estudiante de Fuentes era un tornado, un fenómeno tan desconocido como leyes, quien contó que el verdadero interlocutor del maestro la ciudad de México, que se afanó en revelar al mundo con su era Fuentes porque, de todos los discípulos, era el que más visión totalizadora. Así como recorrió el DF de día y de noche sabía. Fuentes había vivido en Panamá, en Quito, en Santiago para contarlo, trasegó al mundo con la sola fuerza del español de Chile, en Montevideo, en Washington, en Río de Janeiro, en que él había hecho entrar por la puerta grande de la literatura, el Buenos Aires. De tanto leer y de tanto escuchar a los ilustres español que no pide permiso ni recurre a los diminutivos, el del invitados de su padre, don Rafael Fuentes, su conocimiento México bronco, el de la poesía y el del habla popular e indígena, superó al de cualquier muchacho de su edad. el de la gran imaginería, el del enorme sentido lúdico y creativo. Fuentes pudo haber escrito en inglés, pero escogió el idio- Carlos Fuentes ofreció al planeta la potencia ignorada del espa- ma español, el de sus padres, el de su país: México. Recuerdo ñol que forma la personalidad de nuestra América Latina. que cuando llegué a México, doña Josefa Martínez del Río, en Fuentes, vestido de lino blanco, tan impecable como Alee cuya casa de la calle Berlín jugábamos, me dijo que no dijera Guinness en El hombre en La Habana, su mint julep mo- 'mande' ni 'con permiso' porque eso era cosa de criados. A jándole los labios, la hierbabuena que emerge del vaso de diferencia de los españoles que hablan a gritos y son los dueños cristal, suscitó la envidia de sus compañeros de sexo y la del idioma, nosotros pedíamos perdón: '¿Te sirvo tu tesito?', pasión de múltiples mujeres que inmediatamente fueron a nos disminuíamos al usar diminutivos, nos desposeíamos. A los dar a sus novelas. 30 años (nace el 11 de noviembre de 1928 en Panamá) Fuentes A casi 80 años de su nacimiento, Carlos parece ser el mis- logró que México entrara al mundo por la puerta grande al mo joven. Delgado, guapo, sonriente, sin panza, seguro de cambiar la literatura nacional para siempre. Ya la había entre- sí. Escribe sin parar y es un modelo que queremos seguir. abierto con Los días enmascarados publicada en 'Los Presentes' Ahora Fuentes ya no podrá afirmar, como lo hizo hace más en diciembre de 1954, en el que leí fascinada el 'Chac Mool' de 50 años cuando lo entrevisté, que en México el escritor es que inició un tema recurrente en su literatura, el del indio. un paria; que la crítica auténtica se le haya negado, que no se Han pasado cincuenta años desde el día en que Carlos le haya otorgado la mínima consideración, tanto social como Fuentes se convertiría en el paradigma del escritor mexica- literaria; no podrá alegar indiferencia pública; no se podrá no. El 7 de abril de 1958 apareció en las librerías de México culpar a sí mismo por haber hecho de la escritura una acti- La región más transparente acompañado de polémica y gri- vidad secundaria relegada por las ocupaciones cotidianas o tos de indignación. Los ojos de Fuentes brillaban más que de de no haber ejercido su conocimiento crítico y su facultad de costumbre. Luis Cardoza y Aragón saludó la aparición de un discernir y proponer valores en la vida inmediata y actual de gran escritor, Elena Garro se deshizo en denuestos. A partir México, como la adecuación de nuestros sistemas políticos a de entonces, Fuentes conocería la guillotina. 'Al que asoma reglas de consenso y participación populares. Más bien, Fuen- la cabeza, en México se la cortan' —me dijo en alguna re- tes podrá llamarse a sí mismo héroe y jactarse de su arrojo al unión. La envidia y la maledicencia habrían de perseguirlo, publicar libros fundamentales para México (como él mismo dijo al referirse al Pedro Páramo de Rulfo). Fuentes podrá pero también un reconocimiento exterior que se manifestó en gritar, finalmente, que salió victorioso de la batalla contra la una cantidad deslumbrante de ponencias, en congresos inter- indiferencia, la abulia y la simulación, una osadía en un país nacionales sobre su obra, en traducciones a todos los idiomas, donde se lee poco y se entiende menos, y que, a pesar de ello, en doctorados, en premios como el Cervantes, en invitaciones todos han oído hablar de esa 'persona' que hizo de la suya una de las grandes universidades del mundo. profesión: el escritor Carlos Fuentes, n A partir de la aparición de La región más transparente,
Conquistador por Hugh Thomas arlos Fuentes es un conquistador no de pueblos y Ccivilizaciones, sino de imaginaciones y sueños. Sus magníficas novelas se publican cada año desde que re- cuerdo. Nunca son la misma. Al contrario, tiene temas distintos del mayor interés. Tienen peso histórico. Si se quiere saber cómo era México entre 1950 y los primeros años del siglo XXI, no hay que buscar en libros históri- cos o políticos, que los hay excelentes. Hay que voltear a las novelas de Carlos. Es el verdadero historiador de esos días, los días de nuestro tiempo. A menudo un gran novelista refleja mejor el espíritu de los tiempos CON JUAN GOYTISOLO (MADRID, 1992). que un historiador. Pienso en Pérez Galdós, en Dickens, Turguenev o Clarín. Pienso también en el Fuentes in- mortal que la gente recordará cuando el siglo termine en sus conversaciones y en sus desacuerdos, n Apunte por Juan Goytisolo e piden un breve apunte de mi experiencia per- Msonal con Carlos: una anécdota, una opinión, un recuerdo de lectura, un aforismo, una impresión, un momento memorable, y la demanda me abruma. ¿Có- mo resumir en quinientas palabras —¿debo contarlas a dedo?— una amistad y una admiración literaria que se prolonga desde hace más de medio siglo? ¿Qué ima- gen, qué impresión escoger? ¿La de mi primera visita a México en 1962, cuando había leído ya con entusiasmo La región más transparente, y fuimos con un grupo de amigos al teatro Blanquita y a la plaza Garibaldi? ¿La de nuestros sucesivos encuentros en París, Nueva York, Berlín —con Silvia y Carlos Lemus, meses an- tes de la caída del Muro—, Barcelona, Marraquech, Guadalajara, Oaxaca? Imágenes y momentos que se superponen en la continuidad: mi lectura fascinada de Aura en París, de Terra Nostra en una playa bretona, de El naranjo o los círculos del tiempo a mi vuelta a Sarajevo. Fragmentos que se funden en un todo como diversos retazos de telas de un tapiz único. Y siempre CARLOS FUENTES EN TRAFALGAR SQUARE (LONDRES. 1968). FOTO: A. GÁLVEZ. el recuerdo de Carlos, fiel en la amistad, animoso fren- te al dolor, creador incansable de una obra tan vasta como rica que le sitúa entre los grandes escritores de nuestra lengua. El de Carlos y Silvia, unidos frente a los crueles zarpazos de la vida. El de... ¿he llegado al límite de las quinientas palabras? ¡Qué lástima! ¡Necesitaría al menos, como Sherezada, mil y una! n
Chac Mool El alumno de Pedroso por Vicente Rojo Querido Carlos, por Sergio Pitol Recuerdo que en 1954 ilustré tu cuento 'Chac Mool' en la Revista de la Universidad, que entonces dirigía nuestro entra- ñable Jaime García Terrés. O sea que más de cincuenta años ste retrato magnífico que ha dibujado Carlos Fuentes nos contemplan. Celebro que en todo este tiempo nos haya Ede don Manuel Martínez de Pedroso se desprende acompañado un aura de amistad. Muchas felicidades, n del prólogo de La aventura del hombre natural y civil, del maestro: Imaginada por Velázquez, pero realizada por El Greco, la figura concentraba, en el fuego alerta de los ojos, la pasión gualda y solar de Goya. Un perfil de paisaje toledano; las pupilas mediterráneas. Y las manos, ¿no recordaban, en el reposo, las célebres del Marqués de Montemayor, y en la acción, las del bailarín flamenco? Encuentro de meseta y olivar, de torre y océano, de paño negro y vino rojo, don Manuel Pedroso —madrileño, andaluz, heleno, eu- ropeo y americano— era el estilo exacto de la gracia profunda. Unidad diversificada, intensidad de las facetas, alegría para lo alegre, inteligencia para lo inteligente, su sabiduría parecía gratuita, y era ne- cesaria, sobrepasaba la ocasión sin dejarse percibir fuera de ella. Y jamás —¡Dios lo librara, y si no, Cer- vantes!— solemnidad. Era nuestro amigo, el de todos los que pasamos por su cátedra. Las masas amorfas no existían para Pedroso: él tenía amigos. Al muchacho atiborrado y listas fácticas, don Manuel le ponía La República, Rojo y negro, El ca- pital. No admitía la simulación; exigía el trabajo, el discurso y la crítica. Y abandonaba sus tareas personales por enseñar, ¡tantas veces!, la lección al alumno que era siempre el amigo y el objeto vital de toda su sabiduría. En 1950 llegué para estudiar en la Facultad de Derecho a México. El primer año me disgustó, las materias eran incomprensibles, tanto que pensaba dejar la carrera. El se- gundo año descubrí un amplio espacio en la universidad, debido concretamente a un gran maestro, don Manuel Martínez de Pedroso, catedrático de Teoría del Estado. Al final de la clase, unos cuatro o cinco estudiantes ro- deábamos su sillón para conversar con don Manuel. Una vez llegó y con él venía un joven que no conocíamos. Se sentó cerca de él, y al terminar la clase se encaminó a nues- PARÍS, 1976. neos
CON JULIO CORTÁZAR (MÉXICO, 1975). tro grupo. Ese día casi sólo hablaron el maestro y 'el des- conocido' de viajes, de libros, de museos, de escritores que habían conocido en Europa y de mexicanos famosos que vivían allí. Me parece que el joven hablaba de sus estudios de derecho internacional en Ginebra y sé que su cultura era extraordinaria. Era, sí, Carlos Fuentes. Recuerdo que después lo acompañé a buscar libros viejos de las inmensas bodegas a la librería de Porrúa y salíamos con tesoros. En un cena en casa de Fuentes, luego de alguna confe- rencia, un grupo tuvo la idea de una revista, Medio Siglo, donde vi por primera vez en letra de imprenta unas pági- nas mías sobre literatura mexicana, quizás sobre los Con- temporáneos, que deben ser horrendas. En 1975 en París, fui agregado cultural, en la embajada dirigida con exce- lencia por Carlos Fuentes y su maravillosa esposa Silvia Lemus. Con frecuencia hablábamos con orgullo de don Manuel Martínez de Pedroso y su extraordinaria paideia. Fue uno de los encuentros con el humanismo que me re- Castro'). En la tertulia de Pedroso el logos y sus rigores sultan definitivos. conviven en plena armonía con la trivia; Alicia Osorio, Lu- pina Mendoza, Ivonne Loyola, Carlos Fuentes, Víctor Flo- res Olea, Luis Prieto y el que esto escribe oyen, absortos, La memoria me devuelve a una sesión de todos los sá- al maestro, celebran sus agudezas, asienten, lo interrogan, bados, en una larga mesa al fondo del café Viena en la se atreven a manifestar alguna objeción, incitados por el calle Amberes, abajo de un inmenso espejo rectangular. propio maestro los incita. Luego, se despiden, conscientes La preside don Manuel Pedroso, rodeado de una parvada de que la vida es portentosa, entre otras cosas porque el de muchachos entre los veinte y los veinticuatro años. Un sábado siguiente se volverán a reunir en ese café donde sin interés real por lo que escuchan y una intensa alegría de que ellos lo sepan se incuba su destino. vivir. Embebidos, oyen a su maestro hablar de Góngora, Los alumnos más comprometidos con la carrera, los de Balzac, de Hobbes y Dostoievski, de sus tiempos de más ordenados, los de óptimas calificaciones en todas las maestro en Sevilla y Madrid, de episodios y personajes asignaturas, desorientados ante la ausencia de un progra- de la República española, de las teorías sobre el amor en ma previamente establecido, y la resistencia del maestro Stendhal y Proust, de sus estudios de filosofía y derecho a señalar un libro de texto, desertaron a las dos o tres se- en Alemania, del auge del expresionismo, del Bauhaus, manas de iniciado el curso. Don Manuel Pedroso fue una de Rilke y las Elegías de Duino, de la Italia de Burckhardt, de las personas más cultivadas que he conocido y, quizás de la de Goethe, de la de Bernard Berenson, los encantos por eso, nada había en él de libresco. Su sentido del orden de las mujeres eslavas, francesas, andaluzas, mexicanas. se manifestaba de la manera más oblicua que pueda uno Invitaba a sus amigos españoles desterrados a conversar imaginar. Cuando en el salón no quedó sino un puñado con nosotros; un día lleva a Américo Castro que está de de fieles, el maestro sevillano inició realmente su paideia. paso en México, él comienza a hablar de Cervantes y de Pedroso solía hablarnos del dilema ético encarnado en El Tirso de Molina, y declara que está en total desacuerdo gran inquisidor, de Dostoievski; del antagonismo entre con las tesis que había expuesto sobre Tirso en su prólogo obediencia al poder y el libre albedrío en Sófocles; de las juvenil a las comedias incluidas en los Clásicos Castellanos nociones de teoría política expresadas por los Enriques de Espasa, que sus ideas sobre el Siglo de Oro habían cam- y los Ricardos de los dramas históricos de Shakespeare; biado radicalmente, y no sólo sobre el Siglo de Oro sobre de Balzac y su concepción dinámica de la historia; de los la entera formación cultural de España. Fue el visitante puntos de contacto entre los utopistas del Renacimiento más importante que tuvo nuestra tertulia y, ante el enojo con sus antagonistas —para Pedroso sólo aparentes—, los de nuestro maestro, lo oíamos más bien con sorna y con teóricos del pensamiento político, los primeros visiona- desapego por la ridiculización a la que Borges lo somete rios del Estado Moderno: Juan Bodino y Thomas Hobbes. en Otras inquisiciones ('Las alarmas del doctor Américo A veces en clase discurría ampliamente sobre su juventud
El balcón que en Alemania, donde había realizado la primera traducción al español de El capital, editado en 1931 al nacimiento de regresa del pasado la Segunda República de España y también la de Despertar de primavera, de Franz Wedekind, uno de los primeros por Tomás Eloy Martínez dramas expresionistas que circuló en el ámbito hispánico; de sus actividades durante la guerra civil, cuando su título de Conde de Pedroso y Marqués de Garro no le impidió ponerse, desde el primer momento, al servicio de la Repú- antas veces he contado cómo conocí a Car- blica; de sus experiencias en el sobrecogedor Moscú de las Tlos Fuentes en un balcón de Buenos Aires, grandes purgas, donde fue el último embajador de la Re- a fines de la primavera austral de 1962, que ya la pública española. A menudo nos vapuleaba con cáustico anécdota se ha convertido en una leyenda con sarcasmo, pero igual celebraba nuestras victorias. Pedroso la que el tiempo hace lo que quiere. A veces la nos incitaba a leer, a estudiar idiomas, pero también a descubro transfigurada en alguno de los blogs vivir. Disfrutaba de los relatos que le hacíamos, inven- que circulan por los arrabales de los suplemen- tándole algunos detalles y exagerando otros, de nuestros tos literarios argentinos y me pregunto si de recorridos nocturnos por un circuito de antros de los que verdad estuve en ese balcón, y si todos los que parecía un milagro salir ilesos. Los halagos del mundo coincidimos allí éramos tan jóvenes y felices convivían en Pedroso de manera perfecta con los rigores como se empeña en creer nuestra memoria. del conocimiento. El humor era uno de sus componentes Cuando Fuentes volvió sobre los pasos de fundamentales. Aun los episodios más dramáticos de la esa historia en una bella columna que publicó guerra civil podían transformarse en el momento de estar El País de Madrid hace ya seis años, me propuse a punto de alcanzar su pathos más alto en un desfile de recuperar algunas de las huellas verdaderas que escenas de comicidad indescriptible. Al terminar el cur- el balcón había dejado en mi vida, a sabiendas so uno sabía Teoría del Estado con mayor claridad que de que lo mejor era dejarlas como estaban: im- aquellos alumnos que desertaron para abrevar en fuentes perfectas, melancólicas, empañadas por el aura más canónicas. de una Buenos Aires que ya no existe. Evoco a don Manuel Pedroso y sus enseñanzas, y al La casa del balcón —en verdad, el séptimo hacerlo tengo presente la energía, la juventud, la voluntad piso de un lujoso edificio de apartamentos en de conocimiento de Carlos Fuentes, seguramente fue su la zona de la Recoleta— estuvo para mí siempre mejor discípulo, el que aplicó de modo más conveniente en la calle Arenales. Ahora sé que era en la ave- sus enseñanzas en el ensayo y la narrativa. Uno es tam- nida Quintana, a pocos pasos del hotel Alvear bién la relación con sus maestros, uno pertenece a tradi- —refugio favorito de Fuentes en sus viajes a la ciones que se inician y culminan en la lectura, n Argentina—, y que los invitados éramos unos quince o veinte: escritores, músicos, actores de cine. Yo carecía de méritos para estar entre ellos: desde hacía un año ya no era crítico de ci- ne del diario La Nación, sobrevivía colaborando con Augusto Roa Bastos en los diálogos de sus películas y escribía desde la medianoche has- ta el amanecer una novela que nunca terminé. Supongo que fue Roa Bastos quien me llevó al balcón, aunque José Bianco me dijo, la última vez que lo vi, que fue él quien llamó esa mañana por teléfono a mi casa de Adrogué para que no olvidara la invitación. No sé por qué la memoria insiste en que el balcón estaba deteriorado y podía precipitarse sobre la calle, abrumado por el peso de tanta inteligencia. He vuelto a pasar muchas veces por MARÍA FÉELIX
aquella casa y el balcón sigue allí todavía, con la salud entera, sin ría, que parecían colgar peligrosamente sobre grietas y sin que los materiales revelen el menor cansancio. el abismo. Llegué al departamento de la avenida Quintana cuando 'Esos balcones —dijo Fuentes—, ¿no son caía la tarde. Aunque Carlos Fuentes era el centro de atención, exactamente iguales al balcón de Buenos Ai- advertí que la conversación fluía distraída, como si la dispersa- res donde toda la literatura latinoamericana se ran otros imanes que no estaban a la vista. Todos los invitados enamoró al mismo tiempo de las espaldas de habíamos leído y admirado La región más transparente en la la mujer más hermosa del mundo?'. No eran única edición que circulaba entonces en Buenos Aires —la de iguales (los de la avenida Quintana son rectan- la Colección Popular del Fondo de Cultura Económica—, y gulares), pero la invocación bastaba para que aún puedo oír la voz de Enrique Pezzoni repitiendo algunas la escena de treinta y seis años antes volviera frases del monólogo inicial de Ixca Cienfuegos con artificial intacta a mi memoria. Recordé el lugar, recordé entonación mexicana: 'Tus héroes no regresarán a ayudarte. la luz dorada del atardecer, la tierna brisa de Has venido a dar conmigo, sin saberlo, a esta meseta de joyas noviembre que acariciaba la ciudad. fúnebres. Aquí vivimos'. La conversación de Fuentes era ingeniosa, deslumbrante, llena de fuego político, de pasión por la justicia y de una sabi- duría intelectual asombrosa para sus años. En las reuniones de Buenos Aires era habitual entonces lanzar al aire citas de Sartre, de Bretón, de Jean Genet, de las grandes películas que amábamos —Fellini, Billy Wilder, Ingmar Bergman—: Fuentes nos las devolvía todas, enriquecidas siempre con algún detalle que no conocíamos. Nos habló con entusiasmo de Pedro Pára- mo y nos deslumhró entretejiendo al azar versos de juventud de José Gorostiza, Salvador Novo y Jaime Torres Bodet hasta componer la música de un poema que era de ninguno de los tres pero que en modo alguno los desmerecía. En el balcón coincidimos Roa Bastos, Enrique Pezzoni, José Bianco y el gran actor Francisco Petrone, al que Fuentes admi- raba desde que lo vio en el film Pampa bárbara. Yo apenas abrí la boca. A pocos pasos, en el enorme living, Ernesto Sábato se Declinaba, como dije, la primavera de 1962. CON LUIS BUÑUEL afanaba explicándole a la dueña de casa las teorías del nouveau Fuentes acababa de llegar a Buenos Aires luego (MÉXICO, 1979). román reflejadas en las novelas de Alain Robbe-Grillet. Ella de asistir al Congreso de Intelectuales organiza- daba la impresión de no entender una sola palabra, pero Sába- do por la Universidad de Concepción, en Chile, to lograba mantenerla suspendida en el éxtasis de un lenguaje donde había deslumhrado a colegas cuyo len- lleno de citas francesas y de referencias científicas. guaje habitual —entonces como ahora— es el Casi enseguida advertí que Petrone, hipnotizado por la lenguaje del desdén. Serían las siete, tal vez las belleza celestial de aquella mujer, trazaba en el aire la silueta ocho de la tarde. El crepúsculo tardaba en vol- de su nuca perfecta, del lánguido pelo esponjoso que le caía verse noche. Fue entonces cuando vimos pasar, hasta la cintura, suspiraba sin recato, y muy pronto todos, bajo esa luz imprecisa, a la mujer con las espal- incluyendo a Fuentes, clavamos nuestros ojos en ella. Luego das más hermosas del mundo. Éramos (yo no la vimos perderse en la penumbra de la tarde, guiada por un lo sabía) huéspedes de su casa. La mujer había Sábato solícito. Eso fue todo. enviudado un año antes del investigador médi- Creí que el encantamiento se había disipado para siempre co Carlos Galli Mainini, discípulo del fisiólogo hasta que muchos años después, hacia 1998, la historia salió Bernardo Houssay. Galli se había hecho famoso de su letargo y reapareció con las mismas melodías del pasado. al crear un nuevo método para el diagnóstico Una mañana de otoño, cuando caminábamos con Fuentes por precoz del embarazo, inyectando orina de mujer una calle cercana a Gramercy Park, en Manhattan, descubri- en batracios machos. Lo que ahora suena vetus- mos al mismo tiempo, en el décimo piso de un edificio de to y anacrónico entonces era revolucionario. El los años veinte, varios balcones abombados, de mamposte- investigador estuvo casado menos de dos años OCTUBRE 2008
Maestro con aquella diosa inolvidable. Murió cuando acababa de cumplir cuarenta y siete. Las fotos de su oficio que han quedado de él lo revelan guapo y feliz. Fuentes recuerda las espaldas de la viuda con tanta nitidez como yo: el dibujo suave de las ve- y de su arte nas bajo la piel traslúcida, el coqueteo de los bu- cles dorados sobre las orejas. Tenía un pelo largo, por Edith Grossman fino y melodioso, que se plegaba y desplegaba al compás de sus movimientos, como el telón de un teatro prodigioso. Las espaldas, que el vestido uve la oportunidad reciente de traducir Todas dejaba al descubierto, son difíciles de describir: Tlas familias felices. Fue un privilegio entrar en sensuales, cálidas, inolvidables como tal vez lo el mundo estilístico que Fuentes crea en cada libro son las praderas donde pacen los ángeles. que escribe. Es un maestro de su oficio y de su arte, Bianco reveló entonces su nombre: 'Se llama y nadie puede saberlo mejor que quien traduce su Laura', dijo (o Beatrice, o Francesca, cualquier obra y hurga en las complejidades de su lenguaje. apelativo mítico da lo mismo). Y a continuación Por décadas el nombre de Carlos Fuentes ha si- enunció un apellido que no supimos retener. do sinónimo de la mejor literatura latinoamericana. 'Es famosa por su belleza', nos dijo Bianco. Prolífico creador de una prosa artísticamente es- 'Más de una vez las revistas de modas de París crita y socialmente comprometida, libro tras libro han enviado corresponsales para tomarle fotos, Carlos explora las posibilidades de la expresión li- pero ella siempre se ha negado'. teraria y de la estructura de la novela, escudriñando Todos sentimos unos deseos irreprimibles en forma precisa, casi científica, lo que quiere decir de verla y quizá la hubiéramos perseguido por ser mexicano. aquellos salones espaciosos si la pintora Lea La muerte de Arte mió Cruz, Cambio de piel Terra Lublin, que andaba por allí y la conocía desde Nostra (por mencionar sólo algunas de mis obras la adolescencia, no nos hubiera dicho: 'Se ha favoritas de Fuentes) tienen un lugar en las obras encerrado en su cuarto. Todas las tardes, a esta de ficción contemporáneas de originalidad sorpren- hora, tiene un ataque de pena. Nunca vuelve dente y profundidad notable. Estoy muy agradecida hasta que se le pasa la melancolía'. con Carlos Fuentes por los dones literarios que tan Fue lo último que supimos de ella. Culpamos generosamente ha compartido conmigo y con todos a Sábato por habérnosla arrebatado y durante los lectores, y es un verdadero placer corresponderle algún tiempo no se lo perdonamos. Antes de en algo ayudando a celebrar su cumpleaños, su obra escribir estas líneas, en julio de 2008, caminé y, desde luego, al maravilloso ser humano que es. las pocas cuadras que separan mi casa porteña Feliz cumpleaños, Carlos, n del balcón. Alcé los ojos, volví a ver las luces de aquella tarde de primavera, y detrás de las celosías reconocí la espalda que regresaba de su largo exilio en el paraíso. Reconocí el pelo de lluvia de la viuda bellísima, las nubes tiernas de su nuca, el perfil huidizo que temí perdido para siempre. Y en silencio le di las gracias por los dones de una memoria que seguía dentro de mí, por los amigos de aquel día, por las novelas con que me enriquecieron la vida. La historia de los hombres se escribe con esos fragmentos hechos de viento. Siempre hay un instante de la vida en el que volvemos a ser lo que fuimos o en el que somos, misterio- samente, lo que nunca pudimos ser. n GUSTAVO DÍAZ ORDAZ
En Cambridge por David Brading onocí a Carlos Fuentes duran- burgo. Había otros siete premiados, Cte el año lectivo de 1986-87, distinguidos científicos, abogados e cuando ocupaba la Cátedra Simón historiadores, todos ingleses salvo Bolívar de estudios latinoamerica- Carlos y Witold Lutoslawski, el di- nos en Cambridge. La cátedra, fun- rector y compositor polaco. dada por generosidad venezolana Siguiendo la tradición, el Orator en 1968, había sido impartida, en- de la universidad hizo el elogio de tre otros, por Octavio Paz, Ignacio los premiados en latín, con una tra- Bernal, Celso Furtado, Fernando ducción de sus palabras al inglés in- Henrique Cardoso, Mario Vargas cluida en el programa impreso de la Llosa y Pablo González Casanova. ceremonia. Cuando llegó a Fuentes el Casi todos dedicaban la cátedra a su doctor Diggle, una autoridad en es- obra y su pensamiento y enseñaban tudios clásicos, lo saludó como Mexi- a pequeños grupos en seminarios canorum fabulator, citó los títulos de especializados. novelas como Las buenas conciencias, Fuentes ofreció una serie de 16 Una familia lejana y Terra Nostra, y conferencias sobre literatura lati- reunió un ramillete de frases sobre noamericana, una cada semana a lo la naturaleza y la historia de México largo de dos trimestres, de octubre que pueden leerse en la penúltima a marzo. Leídas en Mili Lañe, en el sección de La muerte de Artemio 998). centro de la ciudad, estas conferen- CON SU HIJO CARLOS (MÉXICO, 1998). Cruz, las tradujo al latín y las ofreció cias suscitaron gran interés y tuvieron un auditorio numero- en forma de un poema, artificio que fue un buen tributo con- so. Como dijo James Diggle, Orator (orador de circunstan- memorativo del tiempo que Fuentes pasó en Cambridge: cias) de la universidad: 'Lo habíamos leído y admirado por años. Pero este año lo hemos oído, visto y admirado más, en Unum nomen habet, non unam térra figuram: salas de conferencias llenas a reventar'. hac deserta rubent, parte hac arbuscula campos Como director del Centro de Estudios Latinoamericanos urentes spinosa tegit, hac vallas aristis tuve contacto frecuente con Carlos y Silvia Lemus, y con sus luxuriat gravidis etflavae messis acervo; hijos adolescentes, Natasha y Carlos. Fui responsable indi- adde tot abruptis penitus conclusa cavernis recto de hallarles acomodo en Merton House, una impresio- flumina, tot venas argenti aurique metalla; nante mansión victoriana, por cuyos campos podía irse a pie haec genus Indorum communi voce carentum hasta el St. John's College del centro de la ciudad. atque Tonantzintlae ritus et Tlacochaguayae Durante su estadía en Cambridge, Carlos disponía de un extulit; an prisca memorem loca prodita lengua, estudio en Trinity College desde cuya ventana, como recor- vos, Tula atque Uxmal,cum Teotihuacanque Papantla. daría después, admiraba la asimetría de Neville's Court, la obra diseñada por Christopher Wren. A lo largo de aquel año, Lo cual se lee así en español: mi esposa Celia Wu y yo disfrutamos de la buena compañía y la amistad de Carlos y Silvia, y compartimos la preocupación No es uno, son mil países con un solo nombre: por la educación de nuestros vastagos. Carlos chico iba a la los desiertos rojos, el mundo de nopales, Perse School for Boys en Cambridge, causando elogios con los valles dulces del trigo y el maíz; su poesía y su pintura. los ríos perdidos, precipitados, El año de Cambridge tuvo su culminación el 11 de ju- las horadaciones de oro y plata, nio de 1987 cuando la universidad otorgó a Carlos el grado los indios sin la voz común; honorario de Doctor en Letras. La ceremonia tuvo lugar en la fe pagana de Tonantzintla y Tlacochaguaya, Senate House, un edificio del siglo XVIII, presidida por el los nombres viejos de Teotihuacan rector de la universidad, Prince Phillip, Duque de Edim- y Papantla, de Tula y Uxmal. n OCTUBRE 2008
Carlos como regalo por Luisa Valenzuela oy no escribiré sobre el deslumbrante talento de Carlos Hcomo tantas otras veces, mencionaré tan sólo su gene- rosidad. Algo no muy común en nuestros intelectuales y tan desbordante en él. Fuentes, sí, haciendo honor a su nombre a todo caudal. Lo conocí junto con Silvia en el París del 73 en casa de Fernando Botero. Quedamos en volver a vernos, cuando llamé me conminó a tomar un taxi, rápido, rápido, porque Ionesco estaba con ellos. Silvia acababa de entrevis- tarlo para su programa de televisión y me lo quería presentar. Me intención era encontrarme y conversar con los Fuentes, Carlos me ofrecía un bonus, porque sí, porque es su manera de ser en la vida y en la literatura. Desde lo más profundo de su naturaleza, como bien pude vivir en carne propia unos diez años más tarde cuando nos invitaron a ambos a leer en la 92nd Street Y de Nueva York. Yo leería primero, especie de telonera, Carlos como corresponde cerraría el acto con todas las luces. Pero él no lo quiso así, y rompiendo con la tradición sugirió que juntos escribiéramos un diálogo. Lo sentí como un verdadero honor, intimidante al máximo. Nos habíamos visto pocas veces, sólo compartíamos editor: el recordado Roger Straus. En la última semana organizamos el texto y ahí estaba yo, en bambalinas, espiando una sala repleta —900 butacas, entradas a buen pecio— y queriendo que la tierra me tragara. Pero llegó el momento de salir a escena y de ha- cer la presentación tal como había propuesto el gran Fuentes: Ladies, dijo él, and Gentlemen, agregué yo, para luego decir al unísono Welcome to the North-South Dialogue. Y se dio la magia, y así largó lo que fue para mí la más maravillosa experiencia escénica, porque la energía que manaba de ese hombre me iba llegando como un espaldarazo y me izó a su altura, la de alguien que ama al público y está dispuesto a brindarle siempre lo mejor de sí. He ahí uno de los tantos secretos de Carlos Fuentes, el más multifacético de los escritores actuales, alguien que a mi opi- nión pudo hacer una perfecta carrera presidencial pero optó por mantener ese lugar transformativo y arriesgado del verda- dero creador, que siempre pone en juego su propio cuerpo. Y que con toda felicidad y dedicación se entrega en cada página de su vasta obra, en sus llama- dos al diálogo político, en sus presentaciones públicas y hasta en sus encuentros más sim- ples y amistosos. Siempre allí, siempre presen- te con todo lo que tiene para dar. Y por eso cierro mis requeridas 500 palabras con una sola: gracias, n
Un momento memorable por Ricardo Lagos l asumir la presidencia de la República en el año nuestra América 'debemos interpretar el acto de vivir en A2000, decidí restablecer la antigua tradición que los el mundo'. Sí, porque en este mundo de finales del siglo patios del Palacio de La Moneda estaban abiertos a todo XX algunos creen que se ha llegado al fin de la historia aquel que quisiere cruzar por los mismos. Presentes en mi y otros que vamos a un choque civilizatorio. Ni lo uno memoria estaban aquellos años de mi paso por aquellos ni lo otro, dijo con fuerza Carlos Fuentes. Ahí estaba el patios cuando con otros jóvenes o acortábamos caminos humanista que desde este rincón del sur del mundo que hacia el colegio o con un dejo de curiosidad mirábamos los era Chile alzaba su voz para señalar cómo América Latina cañones y el transitar de quien dirigía los destinos del país. debe tener su propia voz en el concierto mundial y par- Era un Chile distinto, pero eminentemente republicano. ticipar en ese mundo nuevo que surge en el siglo XXI y Luego de tomar esa medida la gente empezó a cruzar en donde el centro de todas las preocupaciones era el ser por ellos. Al poco tiempo una amiga me dice: no cree usted humano. Luego de la conferencia, como era costumbre, se que sería necesario colocar algunas esculturas para que es- abrió el debate. Y allí apareció entonces el Carlos Fuentes te paso por La Moneda tenga también un sello más 'bello'. en donde tras el novelista, tras el agudo analista de la rea- Espléndida idea, me pareció y lidad, aparece también un dejo así se hizo. Cada tres meses se de hombre público, de estadista cambiaban las esculturas que a con mayúscula que no por su modo de préstamo estaban en trabajo cotidiano de escritor los patios de La Moneda. deja de ser un ciudadano ilus- Pasa el tiempo y Agustín trado de América Latina. Squella, que era asesor cultural Y allí, al preguntársele sobre de la presidencia, me dice con su actitud ante el movimiento mucha fuerza: 'Presidente, qué zapatista en México, respon- buena iniciativa aquella de las de: 'mi actitud no es negativa, esculturas. Pienso, sin embar- es crítica, lo cual es distinto. go, que aquí también tendría Creo que hay que ser crítico que haber un espacio para la ante prácticamente todo en la palabra escrita. ¿Cuándo lle- vida'. Y, a partir de eso, entra en gará ésta a La Moneda? Y me un análisis magistral en donde propone establecer Conferen- termina concluyendo 'que te- cias Presidenciales de Humanidades, que era una invita- nemos que aceptar un equilibrio entre los avances que ne- ción a una connotada figura para hacer un planteamiento cesitan las poblaciones indígenas y la identidad de éstas'. desde el Palacio de La Moneda. Tomamos contacto, entre Fue una alegría grande para todos los que participamos otros, con Carlos Fuentes, para que participara de alguna de ese evento. Vimos allí cómo Carlos Fuentes a lo largo de estas Conferencias Presidenciales de Humanidades, una de su vida ha nutrido su pensamiento para permitir una o dos por año. lección magistral en donde busca conciliar los derechos Para nuestra alegría Carlos aceptó y su cátedra fue de del ser humano al comenzar el siglo XXI, para ser libre una brillantez notable, como todo lo suyo. Con ese verbo en una sociedad, en una sociedad que por obra de ese ser y esa cultura de tantos años nos ilustró en La Moneda humano debe dejar un espacio para 'el desarrollo libre del sobre la búsqueda de nuestra identidad latinoamericana. espíritu'. Por qué negarlo, fue allí donde Carlos Fuentes Nos señaló de nuestras tradiciones indígenas y africanas rememoró los años de niñez que pasó en nuestra patria y mediterráneas y después de un tiempo mestizas. Con un fue allí también cuando desde el Palacio de La Moneda, dejo de ironía rememorando a Ignacio Solaris dijo: 'yo soy desde el sur del mundo, pudo hablar con la fuerza que sólo puro mexicano, no tengo nada ni de indio ni de español'. un gran intelectual como él tiene para referirse al mundo del futuro. Fue de todas las Conferencias Presidenciales de Luego Fuentes se adentró en nuestra América Latina, la Humanidades un momento memorable, n cual se encuentra 'en un cruce de caminos' y cómo desde OCTUBRE 2008
Elogio de la amistad por José Emilio Pacheco etrato de un desconocido, imagen del otro, revés del tapiz: conozco Ra muchos escritores generosos pero a ninguno como Carlos Fuen- tes. No concibo a nadie que en 1958 y en su primera condición de joven novelista triunfante se dé tiempo para ir al café Sorrento y revisar los balbuceos narrativos de ese otro más que era yo. Es el mismo Fuentes que por esos tiempos celebra Pedro Páramo y nos insta a leer a Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán y Salvador Novo en vez de cancelar toda la literatura mexicana anterior a su aparición fulgurante. Poco después me salva en circunstancias apremiantes y le pide a Fer- nando Benítez que me haga primero secretario de redacción de México en la Cultura y, cuando nos expulsan de Novedades y José Pagés Llergo nos recibe en Siempre!, jefe de redacción de La Cultura en México durante diez años. Fue pura generosidad: no podía esperar nada de mí y tampoco hubiera podido darle nada a cambio. En 1965 y en la Casa del Lago lee la conferencia fundadora, más tarde ampliada en La nueva novela hispanoamericana, en que por vez primera se plantea que los jóvenes novelistas de entonces no son autores de libros aislados sino forman un movimiento. Para Fuentes no existe la envidia, enfermedad profesional de los prac- ticantes de la literatura, mal que a veces no remedian ni los mayores éxitos ni las grandes victorias. A él le gustaría que todos escribieran bien y tuviesen notas, entrevistas, ventas y traducciones. Es 1967 y en su casa de Hampstead en Londres veo formarse un movi- miento que trasciende las fronteras nacionales y me recuerda a los poetas modernistas agrupados en torno de Rubén Darío en el París del 900. Esto será para la prosa en lengua española lo que el modernismo fue para la novela, me digo y lo escribo en una crónica enviada al Suplemento como lo llamábamos sin más. Un domingo comemos con Mario Vargas Llosa, se hacen grandes elogios de Cien años de soledad y a Fuentes se le ocurre un libro colectivo en que cada uno de esos novelistas hará un relato sobre un dictador de su país. No me da tiempo aquí para hablar de la experiencia del 68 en Essex, el Berkeley de Inglaterra, y sobre todo en su otra casa de la isla Saint Louis, alquilada a James Jones, el novelista de From Here to Eternity, y del regreso a un México por completo distinto al que habíamos dejado años atrás. Et in Arcadia ego: yo también, aunque en un rincón opaco y secun- dario, estuve en Arcadia, pero ese imperio de la juventud y el talento, la amistad y el esfuerzo compartido es, cuándo no, asaltado por el dragón de la política. De pronto me veo enfrentado sin querer a mis grandes amigos y pro- tectores. Ellos creen en Echeverría, yo no (ver el número 13 de Plural, octubre de 1972). Pero, buena lección para estos tiempos, aceptan la ab- soluta discrepancia y la amistad y el afecto continúan. El que hayan salido triunfantes en aquel tsunami de los primeros se- tenta me parece una prueba irrefutable: Carlos Fuentes es un amigo sin par y un modelo único e inalcanzable de generosidad, n
Cada día una gala por Antonio Skármeta on Carlos Fuentes siempre es día de gala. Premiare. Uno va a encon- Ctrarlo con el ánimo de pasarla bien y de tributarle junto a quienes lo rodean una standing ovation. Tiene la capacidad de manejar sus co- nocimientos no en la punta de los dedos, sino más bien en la oreja, pues mientras descarga su brillante locuacidad suele hacer el gesto de rascarse el lóbulo con la mano opuesta cruzando el brazo sobre el corazón. Es un intelectual que sabe mucho, que ha pensado todo, y cuando formula sus ideas o argumentos lo hace con la precisión de un dramaturgo. Es un astro para conectar imágenes y produciendo entre ellas fricción saltan matices que muestran la vida enriquecida. Más intensa, más excitante. Su inteligencia es rápida y descargada de cualquier asomo de pedantería. No es que sea sencillo, sino que él hace de la complejidad tal fiesta que sus escuchas o interlocutores lo siguen como llevados por el ritmo de un gracioso bailarín. Lo he visto desplegar su talento en muchos países y en diversos idiomas. Me ha hecho sentir, oyéndolo en Estados Unidos o Francia, el orgullo de convivir con un hombre que ha contribuido sustancialmente a insertar el imaginario de América Latina en el mundo. Ha sido uno de los artífices de esa jugada maestra que puso en órbita la inteligencia y creatividad de nuestro continente dándonos a los escritores de generaciones más jóvenes un pasaporte para movernos con confianza en un mundo que no sólo re- cibíamos de otros continentes sino que podíamos amañarlo y reinventarlo con nuestra fantasía y espontaneidad. Por decirlo deportivamente en este año de Olimpiadas, nos enseñó a pararnos sobre el ring. Su conocimiento y disfrute de la literatura, la política local e internacio- nal, la pintura, el cine, la música culta y la popular, y la admirable energía de su vocación que lo lleva a escribir con ímpetu y belleza aun en tiempos muy arduos, hacen de Fuentes una de las personalidades más atractivas que he conocido. Sólo me puedo permitir una pequeña crítica a este volcán polígloto que es Fuentes. Ésta nace de nuestro común entusiasmo por la literatura ucravina y en especial por la figura epónima de su máximo poeta Vladimir Dunka. Yo aprendí el ucravino con cierta facilidad por cierta base etimoló- gica que me daba el origen dálmata de mi familia. Fuentes, en cambio, viajó varias veces a Kar y tomó en dos ocasiones cursos intensivos de ucravino en la universidad jesuíta de esa ciudad. Lo suficiente para traducir un poema de Dunka al español ('Yasporoya') que publicó hace algunos años justamente en reos. Pero nunca pudo dominar la endiablada declinación de los verbos ucravinos de modo que suele confundir —cada vez que con placer hablamos en este idioma— el dativo con el acusativo. Talvez con este ejemplo, ilustre colega, se te grabe la diferencia. 'Te deseo un feliz cumpleaños' se dice; 'Modje zéprodje' y no como tú me dijiste en Colorado Springs cuando yo celebré mis 58 en un arriesgado bar contigo y el profesor Bizzarro: 'Modeje zé proska'. ¡Modje zé prodie, Carlos Fuentes! n
Carta con 80 velas por Julián Ríos a región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, guaje, el alto y el bajo, el grosero y el fino, tenía su asiento nada L Aura, los tres primeros libros que leí o más bien devoré académico. Esa liberación del lenguaje, a veces de raíz sexual y de Carlos Fuentes, a comienzos de los años sesenta, en Ma- erótica, me interesaba entonces especialmente. Y en 1970, cuan- drid, me acompañan aún en mi biblioteca terca, ahora frente do vivía en Londres, no dejé de resaltarla en mi diálogo con al Sena. Y desde entonces no he dejado de frecuentar su obra. Octavio Paz, Solo a dos voces. Por esa época, en Londres o en Los libros del novelista mexicano y de otros grandes escrito- París, en casas de amigos comunes, estuve a punto de coincidir res latinoamericanos del explosivo boom abrían una brecha más de una vez con Carlos Fuentes. Pero tuvo que pasar bastante en el paredón de aquella tiempo hasta que, una tarde España cerrada a cal y cán- de mediados de los ochenta, ticos por la que de pronto Octavio Paz nos presentó, en entraba el aire libre y el li- el muy literario hotel Palace bre pensamiento extinguido de Madrid, alojamiento de o acallado por la dictadura. tantos escritores de paso, Hace poco encontré un vie- que suelo llamar Palas Ate- jo número de Le Magazine neo. Desde entonces nos Littéraire, de 1979, dedi- hemos visto muchas veces, cado a los 'Escritores de en Madrid, en Cuenca, en América Latina', en el que El Escorial, en Londres, en me refería en un artículo al Bruselas, en Guadalajara, exilio americano de tantos Jalisco, y sobre todo en París intelectuales españoles a durante estos últimos quin- consecuencia de la guerra ce años y puedo afirmar, con civil y a la importancia for- sus mismas palabras sobre mativa que tuvo la literatura Buñuel, que considero uno hispanoamericana para los de los privilegios de mi vi- escritores españoles nacidos da las horas pasadas junto a después de la guerra civil. Carlos Fuentes. Y concluía: 'Visto desde la Al disponerme a escribir Península, el boom fue en cierto modo un boom(erang), el esta celebración recordé a Roy Lichtenstein presentándose regreso de la cultura expulsada'. Carlos Fuentes, que tiene una con una tarta en la fiesta de aniversario de un amigo común, visión amplia y generosa de la cultura hispánica, no ha dejado hace años en Nueva York.Aquella tarta, con sus correspon- nunca de reconocer y agradecer la valiosa contribución de la dientes velas, sólo se podía comer con los ojos porque estaba España Peregrina a la cultura mexicana, en la creación, en dibujada. Estas líneas no pueden emular las del gran pintor la edición, en la universidad, con su maestro de juventud el norteamericano pero con ellas me gustaría enviarte una carta jurista Manuel Pedroso a la cabeza. Desde mis primeras lec- de felicitación, querido y admirado Carlos, en la que no han turas de Fuentes iba descubriendo fuentes españolas, cegadas de faltar las consabidas velas que encenderemos tus lectores u ocultadas en mi país, y en muchas de sus páginas aparecía con destellos de tus novelas, cuentos, ensayos..., en compañía la marca de agua o de fuego, verdadera marca hispánica, de de Ixca Cienfuegos, Aura, Artemio Cruz, Hugo y Víctor He- los mejores heterodoxos españoles. redia, George, Cristóbal, Polo Febo, fray Julián, el padre Ríos, Si la libertad de imaginar, como en Buñuel, es una de las Constancia, Laura Díaz, Inez, el gringo viejo, Tomás Arroyo, libertades fundamentales en la obra de Fuentes, encontraba ade- Nicolás Valdivia, y tantos otros viejos conocidos de La edad más en ella que la imaginación se aliaba con las palabras para del tiempo por los que no pasan los años. Y ni siquiera tú has darles alas, liberarlas a su vez, y convertir las represiones de todo de apagarlas porque ya sopló sobre ellas ese viento que algunos tipo en expresiones o libertad de expresión. Una libertad que llaman Paracleto y sabe Dios qué otros nombres raros para no excluía cualquier casticismo y donde la promiscuidad del len- pronunciar la palabra prohibida: Inspiración, n neoos
.. El presente de la lectura por Julio Ortega e llegado a creer que Carlos Fuentes no es sólo el autor de los libros que Hha publicado sino de varias novelas por escribirse, cuya apasionada trans- cripción prosigue. Quiero decir que la cronología de sus obras visibles no co- rresponde a la temporalidad que ellas anticipan. Sospecho que Fuentes escribió de joven sus libros adultos para escribir de mayor sus libros juveniles. Su obra, en efecto, es una vasta novelización de la temporalidad, de sus tiem- pos y destiempos. Al reordenar sus libros bajo el rubro La edad del tiempo (Al- faguara), nos propuso la ligera paradoja de una lectura que siendo histórica (temporal) es también cíclica (mítica). La novela vendría a ser la figura de una espiral: pone al día el pasado y manifiesta el porvenir. Por ello, esta Edad del Tiempo comienza con Aura (con el joven his- toriador que reescribe las memorias de un viejo militar) y llega a El naranjo (con Cristóbal Colón, que reescribe la fábula del descubrimiento). Las varias etapas del pasado acontecen como distintas formas del presente. Pero si la obra narrativa de Fuentes no se ordena por la cronología de su escritura, ni tampoco por la de su publicación, es porque organiza otra temporalidad, entre anticipacio- nes de una comedia apocalíptica y anacronismos de una historia ucronista. En esa dinámica de canjes y permuta- ciones, el tiempo de la fábula circula forjando su propio registro, entre escenarios proteicos de traza barroca. Al editar las Obras reunidas de Fuentes (Fondo de Cul- tura Económica) me he propuesto ensayar otro orden, libre de la cronología, para postular que sus narraciones ocurren en el presente de la lectura. Porque es la lectura la fuerza desencadenante que establece un campo asociativo, CON SUSAN SONTAG Y JEAN-CLAUDE CARRIÉRE (VENECIA 1967). un espacio reverberante y gozoso. Pero si leer es retener la temporalidad (edad cíclica), es también recorrerla crí- ticamente (ciclo histórica). Releídas, estas obras nos revelan sus anticipaciones, que alargan la orilla del presente. Así, La región más transparente es la partida de nacimiento de la ciudad de México contemporáneo; Cristóbal Nonato, la visión postapocalíptica de la ciudad rendida a las hordas. Si García Márquez necesitó de cien años para escribir, como si fuese leída en unas horas, su novela milagrosa; si Joyce necesitó de un día para probar la banalidad del bueno de Leopold Bloom (aunque Umberto Eco dice que Finnegans Wake requiere un 'lector ideal afecta- do por un ideal insomnio'); Fuentes ha necesitado las últimas horas de Artemio Cruz para escribir el obituario del poder milenario, leído por todas las personas narrativas en los tres tiempos de la lectura. Leer esta novela es una ceremonia política: desmontamos con ella la fatalidad del mal gobierno. Releemos, por eso, los libros de Carlos Fuentes como si estuviésemos leyendo el pasado en clave futura, y a nosotros mismos en un libro siempre por venir. Fuentes le ha dado actualidad a nuestra historia, al recuperar sus voces como si fuesen de mañana. Todavía sigue escribiendo su primer libro, n CTUBRE 2008
: - .: . :; •. ;: ' » ,: El que conversa como escribe por Felipe González e leído a Carlos Fuentes con pasión antes de conocerlo. Después Hhe compartido con él la experiencia de una visita oficial a Boston, en la que tuve el gusto de tenerlo como intérprete en la Universidad de Harvard, de la que era profesor, hace más de 20 años. A partir de entonces he disfrutado de su conversación como amigo y de su magia de expositor ante el público. Carlos me dio la impresión, siempre, de ser un creador completo. Con un estilo personal y no clasificable pasa de la novela al ensayo o los mezcla, para incursionar en el periodismo o para hacer una conferencia perfecta en la forma y en el fondo, como la que me llenó de asombro en la Universidad de Castilla La Mancha sobre El Quijote. Con frecuencia he pensado en esa cualidad multifacética, casi re- nacentista de su personalidad. He conocido a escritores magníficos que se niegan a hablar en público o que no pasan de la brillantez de la pluma a una conversación de nivel parecido. No es la situación de Carlos, que conversa como escribe con un punto de apasionamiento añadido o que expone en público, resumiendo una larga reunión con la precisión de un buen cirujano, o llenando la tribuna de un orador como si fuera un gran actor. Este es el marco de personalidad en el que he disfruta- do con Carlos Fuentes, compartiendo amistad y trabajo en los más diversos foros o presentando algunas de sus magníficas obras. Con un bagaje de tantos años las anéc- dotas descriptivas se amontonan y cuesta destacar alguna de las muchas vividas. Cuando presentamos en Madrid La silla del Águila, que había leído dos veces seguidas, con la pasión de un ensayo sobre la política de calado maquiavélico, le señalé un error banal, casi una licencia literaria que no alteraba ni conte- nido ni continente. En realidad llamó mi atención por el interés por las plantas. Pequeño juego entre Jacarandas y flamboyanes con el que no distraje a los oyentes pero sí al autor. Carlos reaccionó preocupado por la corrección en la segunda edición, como nota de ese carácter. Ahora llega a la frontera de los 80 años, pleno de facultades, igual de inquieto que cuando lo conocí, preocupado siempre por la marcha del mundo, archimexicano en su crítica a la administración Bush. No se le nota ese cambio sutil de ritmo que impone el paso del tiempo, o de horizonte vital. Los 80 de hoy son como los 50 del siglo XIX. Merece la pena una gran celebración con él y por él. Más que para festejar la edad, para compartir su plenitud y recordar la trayectoria y los que tiene por delante. Nunca conocí a nadie en quien se pensara de manera inmediata que era el candidato óptimo para presidir una institución, o un foro, o un seminario. Creador, innovador, sugerente y brillante, es un gozo para sus amigos y un disfrute para sus lectores, n
De guapos de tiempos idos por Sergio Ramírez na noche de hace tiempo en casa de José María Pérez Gay, en la colonia URoma, la conversación espiral alrededor de la mesa de la cena se prolonga- ba en busca del amanecer, y ahora Fuentes sostenía que los libros verdaderos de cabecera son aquellos de los que uno puede recitar la primera línea y entonces yo me acordé de que vine a Cómala porque me dijeron que aquí vivía mi pa- dre, un tal Pedro Páramo, y me atajó Héctor Aguilar Camín: porque acá vivía mi padre, y entonces Fuentes citó con el aplomo de sir Lawrence Olivier en las tablas del Oíd Vic It was the best of times, it was the worst of times, it was the age ofwisdom, it was the age offoolishness, y siguió adelante con todo el párrafo y luego con toda la página a ver quién se le atravesaba con Dickens, y dijo Gabo que mejor memoria había que tener para la letra de los boleros y con precisión de relojero suizo que no equivoca ni bielas ni contrapesos melódicos entonó Tú, que llenas todo de alegría y juventud y ves fantasmas en la noche de tras luz, vete de mí, y miró a todos desafiante en busca de alguien que adivinara el nombre del compositor, los compositores, dijo Fuentes, Homero y Virgilio Espósito, y Alvaro Mutis entonces, que siempre hablaba de guapos de tiempos idos, te acordás, Carlos, que cuando te presenté a Gabito que acababa de llegar desde Nueva York con Mercedes bien apaleados en un bus de la Greyhound me dijiste: me parece raro este tipo, y estalló Alvaro en una carcajada capaz de espantar el sueño de los vecinos de los otros pisos en la alta madrugada, y Chema, al que yo recordaba de pelo largo hasta los hombros en nuestros días de Berlín, citó otra vez a Heimito von Doderer, y entonces Alvaro, llamando cariñosamente Jaimito a Heimito, expresó con otra carcajada la opinión de que se necesitaba el aliento de un atleta de pentatlón para subir Las escaleras de Strudlhof, la novela más célebre de Jaimito, y preguntó Fuentes cómo Alvaro y yo nos habíamos conocido, y fue que Alvaro me visitó en Managua en los años de la revolución para cobrar al gobierno en nombre de la Paramount la deuda por unas películas pasadas por el Sistema Sandinista de Televisión y más bien terminamos hablando de la zarina Alejandra Fiódorovna, y propuso Fuentes ahora que cada quien dijera cuál era su poema preferido de Rubén Darío ya que se hablaba de Nicaragua, y Gabo que estaba con la barba en la mano meditabundo dijo que el poema más grande que se había escrito en lengua castellana era Lo fatal, y entonces yo recité Y la carne que tienta con sus verdes racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, y Gabo me corrigió: con sus frescos racimos, y hubo una discusión de si eran frescos o verdes racimos, y fue Chema a la biblioteca por el libro correspondiente y Gabo tenía razón, frescos racimos, y Héctor me miró con desconsuelo, un nicaragüense no debería nunca equivocarse al citar a Rubén Darío, y yo dije entonces que en Nicaragua los bohemios en las cantinas creían que El brindis del bohemio que le gusta tanto a Carlos Monsiváis era obra de Rubén Darío, pero quien verdaderamente lo escribió es Gui- llermo Aguirre Fierro, mexicano, dijo Fuentes, y yo dije que también pensaban esos bohemios empedernidos orgullosos de ser colegas de Rubén Darío que era suyo aquel otro poema sobre guapos que igual recitan los declamadores, Conversaban unos criollos de guapos de tiempos idos, ayer hombres, hoy leyendas con temblor de aparecidos, parece de Borges, dijo Gabo, pero es de Luis Escagria, dijo Fuentes, quién más en el mundo conoce a un poeta que se llama Luis Escagria, carajo, dijo Alvaro, y volvió a estallar su carcajada y ya clareaba el día. n
La magia de la palabra hermanada por Luce López-Baralt oy testigo directo de la pasión de Carlos Fuentes por Cer- asciende, espejo en mano, una misteriosa escalera en cada Svantes, pues compartimos juntos con José Saramago y uno de cuyos peldaños el espejo le devuelve su rostro cada Arturo Pérez Reverte la filmación del programa la Ruta del vez más enfermo y agusanado. Son los mismos peldaños que Quijote en Sevilla. Esta pasión lo ha llevado nada menos que ascienden a una pirámide mexicana, es el mismo espejo que a emprender la reescritura del Quijote, ese libro que confiesa un náufrago europeo ofrece a los aborígenes de América. La releer con unción cuasi-religiosa cada Pascua de Resurrec- escritura es de todos: Miguel de Cervantes lanza al mar de ción. En Cervantes o la crítica de la lectura Fuentes postula Lepanto un manuscrito insertado en una botella verde, que que don Quijote aún lee como si su lectura obedeciera al es el mismo que lanza al mar Teodoro, timbrado con el sello código unitario y consagrado de Homero, de la épica y de de Tiberio en la antigua Roma. La identidad estalla en mil la escolástica: por eso interpreta las novelas de caballerías pedazos: '¿Quién soy?, ¿Quién eres?', se pregunta un perso- de manera literal. Pero el hidalgo vive en una época en la naje aturdido, que se germina con el lector, aludido en la se- que Erasmo ha roto ya con la lengua literaria unívoca que gunda persona del 'tú', que para colmo también se le otorga lo precedió, para postular la ambigüedad que respaldan a al narrador. Al cierre de la novela un personaje (¿el autor?) su vez Marsilio Ficino —quien se atreve con un novel 'todo ama a Celestina con tal pasión que termina por transformar- es posible'— y John Donne, quien propone que 'todo es- se en ella y por devenir andrógino: los límites ontológicos tá en duda'. Otro tanto Bruno, Nicolás de Cusa y Petrarca, se borran y se muerden la cola. Como otrora los narradores que deconstruye su propio neoplatonismo en el Secretum: múltiples del Quijote —Cide Hamete, el morisco traductor, el discurso del mundo antiguo se rompe en una nueva plu- el tal de Saavedra— los de Terra Nostra se suceden en ner- ralidad de perspectivas. El Quijote constituye para Fuentes vioso caleidoscopio: Guzmán (¿Ibn Quzman? ¿Guzmán de un proyecto crítico contestatario frente al monolitismo de Alfarache?), Teodoro, Julián el cronista, incluso Bocanegra, la España tridentina. un perro pensante al uso de Cipión y Berganza. En un homenaje sin precedentes a Cervantes, nuestro Es precisamente el lenguaje el que hace espejear estos novelista emprende una nueva crítica de la lectura, de la mundos posibles donde Fuentes reescribe la realidad y la li- escritura y aun de la realidad en su ambiciosa Terra Nostra. teratura. El autor ha querido homenajear en su opus tnagnus Sabiéndose hijo de la relatividad de Einstein y Heisenberg, de tres libros cumbres de la literatura española: La Celestina, el Picasso y del cubismo, de Joyce y del cine moderno, rompe Quijote y el del burlador don Juan. Al final de la obra, un la voz unívoca de los que creen poseer una verdad única personaje dialoga con el ensimismado Felipe II, que se cree —desde el nazismo y el marxismo hasta el discurso bélico dueño de un imperio a salvo de la duda y del tiempo: 'Crée- de Bush— para fraguar un mundo verbal que se refracta en me, Felipe, sólo allí, en los tres libros, encontré de verdad el una multiplicidad simultánea de perspectivas. Otro tanto destino de nuestra historia. ¿Encontrarás tú el tuyo, Felipe?'. don Quijote, a quien se le subvertían las coordenadas del Pienso que el rey sí ha encontrado su libro: es la Terra Nos- tiempo —creía vivir en la Edad Media— y del espacio —veía tra, con la que Fuentes dinamita el lenguaje totalitario del gigantes en vez de castillos— y aun las de su propia identi- monarca, oponiéndole un mundo ambiguo donde todo se dad —oscilaba entre ser Quijano, don Quijote, Valdovinos, canjea y donde todo tiene en potencia una nueva oportuni- los doce pares de Francia y los nueve de la fama—. En Te- dad de ser vivido. Fuentes logra su hazaña esgrimiendo pre- rra Nostra Fuentes reescribe con su verba incomparable un cisamente la térra nostra de la lengua española que comparte mundo en el que, como quería Ficino, 'todo es posible', y, con su protagonista el rey Felipe, la misma que a partir de como proponía don Quijote, 'todo puede ser'. Coexisten las 1492 convirtió al Atlántico en íntimo mare nostrum. España épocas y los espacios en la magia de la página escrita: Felipe y América terminan homologándose en uno merced a la II, el protagonista central, cohabita con la Celestina; el París magia de la palabra hermanada, ésa que sonaba a trino de pá- moderno alterna con las profecías joaquinitas; Kafka y Gón- jaros en una orilla y a rumor de botas en la otra. Terra Nostra gora se dan la mano; Jean Vahean se codea con Maximiliano cierra pues el círculo de antiguos enfrentamientos históricos y Carlota, mantean a don Quijote en vez de a Sancho, Jesús es y hace que el Viejo y el Nuevo mundos se miren en el espejo Judas, la marca ominosa de una cruz roja en la espalda y de del lenguaje. Del lenguaje proteico y fecundo que es nuestra seis dedos en los pies canjea de dueño una y otra vez. La vejez mejor herencia y que Carlos Fuentes, novel Caballero de los y la juventud se alternan: Celestina es joven y vieja, Felipe II Espejos, desentierra y pule para todos, n nexos
El escritor americano por Arturo Echavarría res escritores de gran relieve se inscriben en una suerte de de una característica que sólo puede ostentar un americano: el Ttriángulo que une dos extremos del continente americano de ser un verdadero 'europeo', condición, afirma Eliot, que le con un punto geográficamente intermedio que constituye el es negada a los naturales del viejo continente. Me impresionó tercer vértice. Borges al sur, Henry James al norte y Carlos la coincidencia de estas palabras con las nociones expuestas Fuentes en la América Central no sólo tienen en común el por Borges que siempre me parecieron singularmente hecho de haber redactado relatos memorables: también originales. Mi sorpresa fue aún mayor cuando di con una carta los hermana el que hayan meditado sobre la condición de de Henry James fechada en el 1867 y que afirma lo siguiente: América como un espacio marginal en lo relativo a la cultura '. ..tobe an American is an excellent preparation for culture... y lo que significa ser un escritor americano. Las líneas que it seems to me that we are ahead ofthe European races in the siguen aspiran a señalar algunas de esas coincidencias y el fact that more than either ofthem we can dealfreely withforms modo en que están relacionadas. of civilization not our own, can pick and choose En un estudio reciente titulado 'Borges, and assimilate and in short (aesthetically...) Henry James y los europeos', me dispuse a claim our property wherever we find it'. Esas explorar los posibles vínculos de una noción palabras crean un ámbito prodigioso, me literaria-cultural que Borges ha formulado parece, donde coinciden tres grandes maestros en algunos ensayos y entrevistas con una de la narrativa americana: Henry James, Jorge observación que T.S. Eliot había publicado Luis Borges y Carlos Fuentes. Y ese punto de muchos años antes. Todo ello remite a un asunto encuentro, a su vez, remite a un modo de ver que nos ha atareado a los latinoamericanos, las cosas que entiende la identidad cultural para bien o para mal, durante siglos y que del artista americano como una que, si bien se está relacionada con la configuración de nuestra identidad apoya ciertamente en el principio de la diferenciación, rehuye cultural. Es sabido que Borges establece de modo inequívoco las nociones de 'esencia' y de lo único y de lo exclusivo. la condición marginal, de outsider, de los escritores argentinos, Pero el mexicano va más allá que el norteamericano y el y por extensión de los hispanoamericanos, como una de las argentino. A la idea de una identidad cultural entendida de características que lo definen e incluso eleva esa circunstancia a ese modo, Fuentes, además de integrar la herencia indígena y la condición de virtud. El vernos precisados a tener que operar africana, añade algo más: nuestra identidad se complementa culturalmente desde los márgenes nos libera de una sujeción con la europea porque la identidad europea necesita del mundo limitante a los patrones dominantes de los grandes centros de americano, y de lo que representamos, para alcanzar su propia cultura (él piensa primordialmente en Europa) y nos permite plenitud. Es esa relación recíproca y complementaria la que les manejar los componentes de esas culturas con una soltura y permite en buena medida entenderse a ellos mismos. Nuestra una creatividad insólitas que sientan las bases de la innovación soledad, pues, es relativa; nuestra presencia en el contexto del artística. Borges vincula la ubicación en los márgenes con amplio mundo de una cultura de veras abarcadura, cuyo centro otro aspecto que, al poner al alcance del artista un marco de se desplaza constantemente, es en cierto modo necesaria. acción mucho más amplio, en cierto modo también lo libera El espejo, que es la lengua compartida en Terra Nostra, nos y lo enriquece. Se trata de una óptica que tienen los que refleja a todos. Los Heredia de Una familia lejana constituyen habitan esos márgenes y que les permite considerar a Europa, un sistema de relaciones mutuas e interdependientes; aun justamente por estar mirando desde fuera, como una entidad salvando las muchas diferencias y las grandes distancias, se cultural unitaria y coherente. Cuando en ocasiones anteriores configuran, en efecto, en una sola familia. he comentado las posiciones de Borges en torno a la identidad De los muchos placeres que suscita la riquísima obra de del escritor sudamericano, una y otra vez me he apoyado en Fuentes y de los múltiples estímulos que en ocasiones se las nociones análogas que Carlos Fuentes ha elaborado con transforman en súbitas iluminaciones, quisiera privilegiar en una lucidez de veras extraordinaria en particular en Terra esta ocasión las reflexiones que acabo de comentar. No sólo Nostra y muy en especial en una espléndida novela que le es nos invita Carlos Fuentes a repensar nuestra posición en el complementaria titulada Un familia lejana. amplio panorama de la cultura occidental, sino que, al hacerlo, La cita de Eliot fue redactada en 1918 en ocasión de la se inscribe en una ilustre tradición que abarca todo ese 'otro' muerte de Henry James. El poeta angloamericano dota a James espacio, de norte a sur, que es el mundo americano, n
El primer recuerdo por José María Pérez Gay acia julio de 1962, yo tenía diecisiete años y visitaba con Ahora recuerdo la primera vez que vi a Carlos Fuentes, a HHéctor Aguilar Camín la Casa del Lago del bosque de los treinta y cuatro años de su edad, bajando las escaleras de Chapultepec, único centro cultural que valía la pena en la la Casa del Lago, vestido con un suéter azul, pantalones de ciudad de México. Por ese entonces, la prensa mexicana se pana y un ejemplar de La muerte de Artemio Cruz, su última ensañaba con las autoridades de la Casa del Lago, 'el coto fa- novela, en las manos, sonriendo entre un grupo de lectores vorito del poeta Jaime García Terrés y sus seguidores 'rojillos' que le pedían autógrafos, le preguntaban por sus artículos en —escribía el diario Novedades— para envenenar a la juventud la revista Política, por el destino de la revolución cubana, el con obras 'disolventes' y películas 'malditas' como Viridiana, asesinato del líder agrarista Rubén Jaramillo y por sus críti- El perro andaluz o la Dolce vita, que intoxican el espíritu y cas a los estalinistas del Partido Comunista Mexicano. ofenden la moral cristiana'. Yo había leído La muerte de Artemio Cruz de un tirón, me Asistimos a un ciclo de conferencias en la Casa del Lago, y gustaba el ritmo arrebatado de su prosa, los riesgos de que escuché a Carlos Fuentes hablar de tres escritores latinoame- estaba hecha su obra, los beneficios de su sensibilidad, de su ricanos: Julio Cortázar, argentino, autor de Las armas secretas; temperamento, de su imaginación intelectual. La claridad un joven peruano, Mario Vargas Llosa, autor de la novela La de Fuentes era, para nosotros, los jóvenes de entonces, una ciudad y los perros, y Alejo Carpentier, cubano, que había es- forma crítica de la libertad. La historia nacional y la vida crito Los pasos perdidos. Entre todas las maravillosas historias de sus personajes se transfiguraban en una metáfora de la de esa conferencia, el novelista abría las ventanas de México, desdicha mexicana. dejaba que el mundo entrase por ellas. Paralizado por la admiración, ese mediodía de abril de Carlos Fuentes se empeñaba en destruir los hábitos de un 1962, en la Casa del Lago del bosque de Chapultepec, no nacionalismo ciego, analfabeta y rencoroso, un mundo de pe- me atreví a conocer a Fuentes, sino que preferí verlo desde riodistas desvergonzados, mercenarios de la pluma y políti- el jardín. Hoy, cuarenta y tantos después, por la generosi- cos venales menos perversos que ignorantes y menos cínicos dad de su amistad, por cada uno de sus libros, por todo esto que temerosos. Un lodazal de mezquindades. Carlos Fuentes y más, quiero darle las gracias. Decía Balzac: 'Volvamos a iniciaba entonces una revuelta de la imaginación contra el la realidad, hablemos de Eugénie Grandet'. Volvamos pues pecado original de la cultura mexicana: su provincianismo a la realidad: hablemos de la Edad del tiempo, la obra de más ingenuo que distante, más sumiso que torpe. Carlos Fuentes, n 40 nexos
Atisbos al aleph por Ignacio Solares lo largo de la extensa obra literaria de Fuentes podemos Aadvertir su propensión a integrar la totalidad del mundo a través de la literatura, su fascinación por el cosmos, obsesión que manifiesta, por lo demás, lo mejor de la ficción literaria en general. La región más transparente es, de hecho, el primer atisbo al aleph de la imaginación de Fuentes, tal como lo quería Jorge Luis Borges ('el lugar donde están, sin confundirse, todas las cosas y todos los lugares del orbe, vistos desde todos y cada uno de sus ángulos'); un aleph literario, de la memoria, de la imaginación, de las ciudades que ha habitado, como lo serán a partir de entonces todas y cada una de sus obras, sin importar si son cuentos, novelas o ensayos, y que lleva hasta sus últimas consecuencias en esa magnum opus que es Ierra Nostra. La de Fuentes es eso: una mirada cósmica, incesante, siempre lúcida, con una propensión totalizadora, con esa insaciable vocación que busca extenderse, crecer, y multipli- carse en descripciones, personajes y situaciones, hasta agotar su mundo, hasta representarlo en lo más vas- to y lo más mínimo, en todos sus niveles y desde todos los ángulos. Hoy podemos seguir atisbando en ese aleph que es la obra de Carlos Fuentes para vislumbrar, experi- mentar y sentir, gracias a la alqui- mia de la palabra, un mundo, un país y una ciudad que son y ya no son al mismo tiempo: sus paisajes y escenarios, sus calles y edificios, sus personajes y esperanzas, sus recuer- dos, sus dolores y tribulaciones. Carlos Fuentes se ha encargado de demostrarnos que la literatura es capaz de impregnar la esencia de las ciudades y recubrirlas de cierta pátina de mito- logía, con imágenes poderosas e indelebles, que resistirán el paso de los años, de las personas, de la arquitectura e incluso de la propia Historia. Ahí están, por ejemplo, en La región más transparente, esas imágenes indelebles del Centro, del antiguo barrio universitario, de la vida nocturna, de lo que solía ser y sentirse mexicano, inmersos en un país y una ciudad en contrastante e implacable transformación, adonde podemos regresar una y otra vez, gracias a la magia de la imaginación literaria de quien es, sin duda, uno de nuestros más grandes escritores de todos los tiempos, n
Mural por Héctor Aguilar Camín n la ya fugitiva primavera del año 2007 tuvo lugar en Cartagena de Indias una reunión Etumultuosa Academia de la Lengua Española. Había las mesas públicas donde se disertaba de indecibles temas de la lengua, y había las mesas privadas donde se reunían los escritores a tener sus propios coloquios de bolsillo. Uno de los días cenamos con Fuentes y Silvia Lemus en uno de los restaurantes de la placita donde está el Hotel Santa Clara en el centro de la ciudad vieja. El restaurante tenía las ventanas abiertas a la plaza y servía un memorable carpaccio de pulpo. En vez de manteles de tela los ponían de papel de un rollo que iban planchando sobre las mesas cuando se levantaban los comensales. Al centro había cestas de pan y un vaso de crayolas invitando a la gente a pintar sobre los manteles. Llegada la sobremesa, Fuentes tomó una era- yola y ejerció sus dones de caricaturista. Pintó unos trazos sugiriendo las olas del mar de Carta- gena y encima de las ondas los rasgos de García Márquez, que era el homenajeado del Congreso, y los del ex presidente Clinton, que estaba de visita en la isla con su pin anticipatorio de la precan- didatura de Hillary. Fuentes siguió dibujando al presidente mexicano Felipe Calderón, sin ojos tras los anteojos. Añadió a un simiesco George Bush, a un histérico y dentudo José María Az- nar, a un Hugo Chávez con un pozo petrolero por nariz y a un larguísimo Vicente Fox con su pequeña esposa Marta en la funda de la pistola. También a dos gobernadores mexicanos de im- probable memoria. Al terminar la cena, recogí el mantel. Fuentes me preguntó para qué lo quería, le dije que iba a enmarcarlo en recuerdo de nuestra cena.'No lo enmarques', me dijo. 'Déjame terminarlo, porque no está completo'. No lo enmarqué. Pasaron meses antes de que viniera un día a mi casa a completar sus apuntes de Cartagena. Luego de un almuerzo, le puse el papel inacabado en una mesa con unas crayolas y durante hora y media añadió figuras al papel y sonrisas a su rostro mientras resolvía los trazos. Añadió esa tarde personajes del siglo XX. Del mundo: Roosevelt, Stalin, Mussolini, Hitler, Franco, Nixon, Fantomas. De México los ex presidentes Alvaro Obregón, Plutarco Elias Calles, Lázaro Cárdenas, Manuel Avila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines (en un salva- vidas) y Gustavo Díaz Ordaz. Entre Fox y Franco hubo lugar para un López Obrador, encima de Calderón quedaron un probable Jesús Reyes Heroles y una enmascarada sospechosa. Por encima de tan craso olimpo, en una esquina, apenas un esbozo, cejialzada y tumultuosa, María Félix. Fuentes firmó el cuadro con unos apuntes de sí mismo lanzando dardos amorosos a una esencial Silvia Lemus, y me dijo: 'No lo enmarques. Le falta todavía'. No lo he enmarcado, pero lo ofrezco hoy a esta edición de naos como una curiosidad: un ventanillo elocuente hacia la forma en que se mueve y prolifera el impulso creativo de Fuen- tes. En dos sesiones de juego, a propósito de nada, pasó del apunte de unos cuantos rostros al esbozo de un mural de veintitantos, en el modesto espacio de un pliego de papel que acabó resultando un risueño universo en expansión, n
Un cierto parentesco por Guy Scarpetta s cosa sabida: lo que hace grandes a las grandes novelas es la distancia, ignorante de las fronteras, internacional clandestina Ecapacidad de producir efectos de verdad que escapan a to- de todos los que saben que la novela es mucho más que un gé- dos los otros sistemas de representación o de interpretación. nero literario entre otros: más bien una instancia de resistencia Tal es la tesis de Hermann Broch que Carlos Fuentes no ha esencial frente a las visiones del mundo dominantes. Y me dejado de retomar y amplificar. parece que Fuentes despliega ahí una cualidad poco extendida, Por mi parte, sin duda yo no habría comprendido gran por lo general, en los medios literarios convencionales: la de cosa de México (de sus paradojas, de sus ambigüedades, de su un ser excepcionalmente fraternal. violencia fundadora oculta y sin embargo siempre presente, de Por lo demás, es lo que han ratificado con frecuencia nues- su memoria plural y enmarañada) si no hubiera leído, más que tros amigos comunes, sobre todo Susan Sontag, Milán Kun- discursos históricos, filosóficos, políticos o sociológicos, no- dera, Juan Goytisolo... velas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Cristóbal Nonato o La frontera de cristal. Un día sostuvo en mi presencia la idea de que la condición indispensable para convertirse en nove- Hace diez años Carlos Fuentes me hizo el inapre- lista (no suficiente, sino rigurosamente indispen- ciable regalo, con el pretexto de una película sobre sable) era haber gozado en la infancia de la presen- él que yo dirigía, de acompañarme en México a al- cia de una verdadera abuela, capaz de contar un gunos de los lugares magnéticos en que sitúa sus sinfín de historias y de despertar en uno el gusto ficciones; así viajé en su compañía de la ciudad de por ellas. Esto me confortó, pues resulta que ése México a Veracruz, pasando por Puebla, Cholula, también fue mi caso. Tonanzintla, Jalapa. Es a través de su palabra y de su mirada, por decirlo así, que pude penetrar, mucho más que en el espacio mexicano, en su estratificación Una tarde en Veracruz, al final del rodaje, tuvimos la temporal, su genealogía conflictual, su entrelazamiento de fantasía, con objeto de comparar los méritos de Hemingway violencia y esplendor. y de Faulkner, de probar sus bebidas preferidas, que para no- Durante casi una semana no nos separamos. Y en esta sotros constituían su principal fuente de inspiración: el mojito especie de intimidad forzosa, relacionada con las condicio- para el primero, y el mintjulep para el segundo (que no es otra nes del rodaje, a veces me pareció distinguir, más allá de la cosa que una especie de versión del mojito en la cual el ron imagen oficial que el propio Fuentes puede dar de sí mismo es reemplazado por bourbon). Resultó más que arduo decidir (la de un escritor contenido, refinado, 'diplomático', lúcido, nada en la primera ronda, así que pedimos otra. Pero la inde- hipercultivado, cosmopolita, de una mecánica intelectual cisión se apoderó de nosotros. Y volvimos a pedir otra ronda, deslumbrante), la aparición fugitiva, casi inconsciente, de al- y otra más y varias más. Seguimos sin saber quién de los dos, go mucho más enigmático, sombrío, salvaje, irracional. Me Hemingway o Faulkner, resultó vencedor, pues de manera ex- gustaba pensar entonces que se trataba de su imaginario indí- traña ninguno de los dos recuerda cómo acabó la noche. gena que se hacía evidente de esta manera, en esos contados momentos de abandono. En definitiva, hay muy pocos libros de los que se pueda decir que le transformaron la vida a uno. Que uno no es el mismo Hay que ver en Carlos Fuentes a un militante de la novela. después de haberlos leído, no sólo porque han ampliado o Como si para él la novela fuera también una causa que defen- transformado la inteligencia del mundo que uno tenía hasta der. Un arte cuya visión es tan heterodoxa, en nuestro mundo entonces, sino porque le han revelado también los abismos sometido a la doble tiranía del espectáculo y el mercado, que que insospechadamente guardaba. Por lo que me concierne, merece que uno se bata por ella. De ahí la sorprendente red yo diría que de esa clase de libros no hay más de siete u ocho. de solidaridades que Fuentes ha sabido tejer en su rededor, sus Y estoy seguro de que uno de ellos es Terra Nostra. n vínculos con la mayor parte de los verdaderos novelistas de la actualidad, en todos los países. Una especie de complicidad a TRADUCCIÓN DE ALBERTO ROMÁN
Lo retrato a sus 80 por Bárbara Jacobs ¿Es el viento? Sí; el de la región más transparente del aire. ¿Es el fuego? También; el de Ixca Cienfuegos. ¿Es la tierra? Es; pura térra riostra. El hombre que es ¿Es el mar? Lo es; el de agua quemada. por Aliñe Schulman ¿Quién es? Fuentes, Carlos. Es Carlos Fuentes, elemental, n arlos Fuentes fue primero esa abstracción, un Cautor de novelas, al que yo, catedrática en la Sorbona, recortaba cruelmente en sub-abstracciones —narrador, sintaxis narrativa, tiempos de la narra- ción, etcétera—, para dar de leer a los estudiantes La región más transparente o La muerte de Artemio Cruz de tal manera que pudieran, el día del examen, recomponer fragmentos de su estructura. Unos veinte años más tarde conocí durante una cena en casa de amigos al señor Carlos Fuentes. Buen gourmet, gran conversador, tenía esa simpatía natu- ral, mirada atenta y sonriente que me hizo pensar, inmediatamente, en lo que decía Proust de la duquesa de Guermantes: que se mostraba siempre amable y acogedora con los 'plebeyos', intentando minimizar la imborrable diferencia de clase. Entre Fuentes y los invitados sentados en la mesa, por lo menos así lo sentía yo, había la imborrable diferencia que separa al héroe de todos los demás. Y llegó el día, día de hoy, en que escritor y señor se confunden, se funden: estoy traduciendo un libro de Fuentes, porque Carlos me lo ha pedido. Y tra- ducir es introducirse en la intimidad de un ser —ni abstracción ni héroe—, en su intimidad mental; es descubrir sus modales secretos, sus aventuras silen- ciosas, a pesar de las resistencias pasivas —son las peores, las más duras de vencer— que él nos opone. ¿No se ha dicho que 'El estilo es el hombre'? A través de Todas las familias felices, Carlos Fuentes me da la oportunidad inesperada de conocer, hasta en sus manías, al hombre que es. n
Palabra que sí por Gonzalo Celorio n el año de 1955 Carlos Fuentes solía asistir a una tertulia que se celebraba domingo a domingo Een casa de María Luisa Elío y Jomi García Ascot, republicanos españoles exiliados en México, a quienes 12 años después Gabriel García Márquez dedicaría Cien años de soledad. Entre los tertulianos figuraban Jorge Portilla, Ramón Xirau y el escritor y diplomático panameño Roque Javier Laurenza. Para celebrar el cumpleaños 66 de Alfonso Reyes, en cuyas rodillas Carlos se sentó de niño, segura- mente sin imaginar entonces la tutela que el maestro ejercería en su formación y en su disciplina a lo largo de toda su vida, Laurenza y Fuentes se dedicaron a escribir, en el estilo de poetas de varias épocas y de distintas lenguas —Chaucer, Villon, Camoes, Góngora, Lord Byron, Mallarmé— poemas de homenaje al ilustre escritor regiomontano. El resultado fue un pequeño libro de 16 páginas y tantos ejemplares como letras tiene el nombre de Alfonso Reyes, que publicó Juan José Arreóla con el título, también paródico, de Nueva junta de sombras, en tributación al libro de Reyes que bajo ese nombre reúne varios de sus estudios helénicos. Traigo a colación este temprano divertimento de Carlos Fuentes ahora que celebramos sus 80 años de vida, porque es prácticamente desconocido, y si bien confirma algunas de las cualidades del escritor, como su humillante precocidad, su prodigioso don de lenguas y su extraordinaria capacidad histrióni- ca, nos revela facetas insospechadas de su personalidad literaria, como su ignota vocación poética. En efecto, estos ejercicios, como él humildemente los llama, reflejan un profundo conocimiento de la poe- sía, un desmedido gusto por leerla y un enorme talento para escribirla, así haya sido paródicamente. Una noche, en su casa de San Jerónimo, Carlos Fuentes le dijo a Silvia Garza, a la sazón directora de la Cátedra Alfonso Reyes del Instituto Tecnológico de Monterrey, cuyo Consejo Consultivo Carlos presidía, que tenía algo interesante que enseñarle. De un estante de su biblioteca extrajo uno de los 12 ejemplares de este librito, el único que poseía. Ostentaba en la portada una muestra de otra de las caras desconocidas de Fuentes, su habilidad para el dibujo. Para la edición, había retratado, a línea y de manera ligeramente caricaturesca, a un Reyes helenista, sabio y coronado. A Silvia se le ocurrió la idea de hacer una edición facsimilar de esa pequeña joya bibliográfica. Poco después, en marzo de 2001, se publicó Nueva junta de sombras en una edición no venal bajo el sello editorial del Tecnoló- gico y del Fondo de Cultura Económica, que entonces yo dirigía. Su tiraje no fue tan breve como el de la edición original, pero aun así el librito, como todos los de su género, es casi secreto. Por ello he querido dar aquí noticia suya y poner, de ejemplo, uno de los poemas que lo integran, el que Fuentes escribió, hilvanando varios títulos de las obras de Reyes, como si lo hubiera escrito Octavio Paz en loor de don Alfonso: Palabra que sí Las sombras de la junta se hacen resplandecientes En los ancorajes los peces se vuelven rojos Las vísperas de España son vísperas de sangre ¿Clamará Otra Voz sus ecos de rumores? Calendarios que son días que son lunas que son llanto Un tren de ondas vaga sobre el rocío La navaja del día recorta el plano oblicuo Saben las yerbas del Tarahumara a soles calcinados La asamblea de animales reza un padrenuestro En el golfo de México dos gaviotas se incendian Octavio Paz n 46 nexos
Retrato de un hombre de pie por Juan Cruz ay varias imágenes de Carlos Fuentes, cientos de de escribir y escribir y escribir a mano Cristóbal Nonato. Hellas, y la primera es ese hombre con su camisa ¿O fue otra novela la que le puso el dedo así? El dedo no blanca. Está en el Palace de Madrid, puntual; ha hecho lo dice: lo único que dice el dedo es que él no cesa, y ahí lo gimnasia, ha nadado, o ha corrido, está esperando, sonríe, dejo, en Londres, alzando el dedo como el apéndice más se levanta y da la mano como si abrazara un tronco, con productivo (se lo digo, él ríe, lanza una carcajada, abre fuerza, está hecho un brazo de la puerta, nos estamos yendo) mar. Luego se sienta y respon- de su cuerpo. de; estamos en una entrevista. —¡Aparte de mi cerebro, Entrecierra los ojos, escucha, jajá! está pensando; de vez en cuan- Y finalmente le veo en do levanta la mano, subraya, y Asturias, recibiendo en 1993 lo hace con ese dedo curvo de el premio Príncipe de Astu- tanta escritura. Lo levanta en rias de las Letras. Aquí, en el el aire, lo deja ahí, y es como si vestíbulo del hotel, lo espera dejara el testimonio manual de una chica solícita, que hace su esfuerzo. guardia hasta que el maestro Después le veo en la casa, en termine otros compromisos. Londres; sube a buscar algunos Antes hemos estado (yo soy libros, pone música, está vesti- su editor, su edecán feliz, lo do de azul y de blanco, de nue- acompaño) en la calle, ante vo tiene esa camisa perfecta, una librería, firmando libros. recién planchada, le observo ir Le ofrecen mesa, silla, bolígra- y venir, de vez en cuando Car- fos de todos los colores, pero los Fuentes da saltitos, como si él renuncia. Él es un hombre quisiera llegar antes, o recordar de pie. Lleva la corbata en el caminando. Sobre la mesa hay bolsillo, la camisa blanca des- una manzana, la toca y no se abrochada, y con el bolígrafo la come, está enfrascado en un en ristre, de pie derecho, Car- cuaderno que señala con su los Fuentes firma ejemplares dedo curvo, ahí escribe un libro, lo tiene mediado, está de Diana o la cazadora solitaria, un libro en el que rasga a punto de terminar una frase, que ha interrumpido para su autobiografía como si se quitara un antifaz y mostrara recibirme. Luego ese libro será gozoso, para él, para noso- desnuda la mirada de lo que recuerda. tros, los que le leemos desde Cambio de piel, y es La silla del Hasta que deja el esfuerzo de firmar, su dedo curvo Águila. Está aquí, en Londres, y está también en Veracruz. cumpliendo hasta la extenuación el requerimiento de los Se lo digo, y él me dice: que pasan por allí, y entonces él regresa al hotel; la mucha- —Escribir es desplazarse. Corriendo. cha lo mira con su magnetófono en el regazo, y entonces Su escritura es la agilidad, como una gimnasia en la que él repara ('Ah, pero si llevas ahí tanto tiempo') y se queda responden todos los músculos, y en su caso la mano (el junto a ella, 'ya vamos a hacer la entrevista'. dedo curvo) es tan sólo el pararrayos, el lugar en el que se Hace unos años le envié (de nuevo) el recorte que pro- concentra la energía. Es su símbolo, le digo. dujo esa conversación entre el maestro y la aprendiz de —¿El qué, el dedo? periodista, que luego fue una periodista de cuerpo entero y Se ríe. Está feliz de que una parte de su cuerpo sea, aun que ahora está casada con el príncipe de Asturias. Se llama más que los propios volúmenes en una estantería, la me- Letizia Ortiz, es periodista y será reina de España. táfora material de su trabajo. Incansable, ahí está, mos- Su primera entrevista, parece, fue a Carlos Fuentes, el trando el dedo curvo que (él lo dice) quedó así después incansable escritor que firma de pie con su dedo curvo, n
A través La fuerza evocativa de las por Sealtiel Alatriste uando hace años, al finalizar la década de los sesenta, estudiaba en la Facultad lenguas Cde Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, el énfasis de mis maestros estaba puesto en que pudiéramos descifrar los secretos de la escritura. Eran los años en que el estructuralismo se había puesto de moda y el término 'crítica ob- por Céline Zins jetiva' rodaba por los pasillos de la Facultad para ver quién era el guapo que se atrevía a atraparlo. La crítica personal, que se dio en llamar 'impresionista', había caído al más bajo de los peldaños, y defenderla era, más que un desatino, arries- raducir a Carlos Fuentes es ac- garse a reprobar fulminantemente. ¿Qué obtuvimos de aquel sesudo esfuerzo de Tceder a un universo multiforme, crítica objetiva? Nada, o bueno sí, algo: un alejamiento paulatino del placer de la multidimensional, en ocasiones mul- lectura. Recuerdo que entonces casi todos comprábamos libros de ensayos, y que tilingüístico. Es viajar por el tiempo las editoriales de moda tenían alguna colección de crítica literaria. Mas de veinte y el espacio. Viajar a través de las cul- años de vida editorial me han convencido que el ejercicio crítico es, finalmente, la turas. Hay que saber cómo seguirlo expresión de una experiencia con la lectura, y que aquello que pretendíamos obje- (intelectual y estilísticamente) a tra- tivo al tratar de descifrar la escritura de un autor, es una quimera. Cuando uno lee vés de civilizaciones desaparecidas, a través del más puro clasicismo, lo sólo es capaz de descifrar su propio mundo, o dicho de otra manera, leer es poner en contacto el mundo interior del lector con el mundo mágico de la escritura, y mismo que por las invenciones lin- hacer crítica literaria es ir en pos de la cifra que represente ese contacto. güísticas más desbocadas. Hay que identificar las innumerables alusio- Soy lector de Carlos Fuentes desde mi muy lejana adolescencia e inicié mi carrera nes a personajes históricos o figuras literaria bajo la poderosa influencia de su novela Zona Sagrada. No voy a contar aquí literarias, acontecimientos políticos, los detalles de todo lo que significó aquella lectura, pero sí me gustaría comentar que mitos, fantasmas. parte de lo que hoy creo que es la lectura me viene de aquel encuentro con la novela Traducir se vuelve entonces no de Fuentes. Es voxpopuli que el personaje central, una tal Claudia Ñervo, está inspi- sólo el dejarse llevar a lo largo de to- rado en María Félix, y desde que abrí el libro me pregunté cómo le hace uno para ser dos esos viajes, sino encontrar cómo objetivo con una novela que se inmiscuye en los sueños personales. La Claudia Ñervo transcribir el trayecto de una escritu- de la que yo me hice tenía las facciones de la María Félix que durante noches y noches ra pensada, sentida, amada, inventa- había evocado en la soledad de mi habitación de púber atormentado, y finalmente, da en una lengua (la castellana) a otra esa zona sagrada de la que habla la novela, era tanto el sitio recóndito donde vive el (la francesa) cuyo sistema gramati- narrador como mi propio círculo de soledad. La literatura, eso que llamamos el hecho cal, modo de pensar, sensibilidad y literario, lo entendí entonces, radicaba en permitir que mis sueños se nutrieran con sonoridad verbal no son los mismos. el poderoso lenguaje de un autor, en este caso, del de Carlos Fuentes. Cada vez, con cada obra, el milagro Pocos escritores han concebido tan claramente su vocación literaria como Fuen- del 'traslado' debe producirse. tes. Leyéndolo, uno se percata que no podría haber elegido otra profesión. Él mismo En fin, diré que en el curso de lo ha dicho muchas veces: 'Todas las mañanas me despierto contento porque sé que este dilatado viaje a través de las voy a volver a escribir. Escribir no es lo único que sé hacer, sino lo único que me lenguas algo precioso nos ha acom- gusta'. Este narrador vehemente que parece no conocer el cansancio, ha querido que pañado sin falta: la amistad dura- todo lo que toca, todo lo que piensa y desea, se vuelva literatura, y desde muy joven dera, constante, íntima, iluminando emprendió la creación de una obra narrativa que poco a poco va reuniéndose bajo nuestros pasos, n el nombre de La edad del tiempo. Fuentes publicó su primer libro de cuentos, Los días enmascarados, en 1954, a la edad de 26 años, obteniendo un éxito de crítica que lo colocó de inmediato como uno de los grandes escritores mexicanos. El relato principal del libro, 'Chac Mool', ha sido incluido en gran cantidad de antologías y ha servido para ilustrar la constante presencia que el pasado —aun el pasado más remoto— tiene en la vida de los mexicanos. Quizás a partir de ese cuento se pueden comprender algunas características esenciales del estilo narrativo de Fuentes: la obsesión por la fuerza del destino, el papel que juega la identidad nacional en la vida cotidiana, y la puerta
que cifran nuestros mitos para acceder a la realidad. Como los Los años... es en realidad la primera novela realmente histó- grandes maestros del siglo XIX, Carlos Fuentes ha recorrido rica de Fuentes. Nos encontramos muy lejos del mundo de una y otra vez la historia, las creencias, el futuro, los placeres, Terra Nostra, o de la visión de Artemio Cruz, donde, a partir los complejos del pueblo mexicano, para hacer de la suya una del cambio de narradores y de un juego temporal, uno tiene la literatura que desborde los trasnochados conceptos naciona- sensación de que todo sucede en el presente, o, como dije sir- listas y enraice en el universo de lo profundamente humano. viendo del ejemplo de un cuadro cubista, que uno es capaz de Cuando en 1958 apareció su primera novela, La región más observar el anverso y el reverso de un objeto o una persona. En transparente, el personaje de Ixca Cienfuegos consolidó el es- el recorrido que Carlos Fuentes hace de la vida de Laura Díaz tilo narrativo de Fuentes, pues Ixca desplaza su conciencia todo está ordenado, se diría, que obsesivamente, y sin embar- desde un trasfondo mágico a la reflexión revolucionaria del go no pude evitar que su lectura me produjera la sensación presente de su país, y siendo tan mexicano es posiblemente de simultaneidad que observo en los murales de Rivera. Hasta el personaje más entrañable para los lectores no mexicanos el día de hoy tengo la impresión de que Los años... desmonta de Carlos Fuentes. La región..., por otro lado, abrió el camino el estilo de Fuentes, y que ordenados como un mecanismo de su éxito internacional: inmediatamente fue aclamada co- de reloj, los hechos de la novela son los grandes momentos mo una de las grandes novelas del medio siglo, y mostró la de la historia del siglo XX mexicano. La vida de Laura Díaz, compleja realidad de la ciudad de México. su historia, es la Historia de México, y ante Tengo que confesar que leí La región... años nuestros ojos va desfilando el siglo como si después de Zona Sagrada, y que desde el viéramos un proceso de acumulación. Por principio me atrajo una circunstancia: te- ello, tal vez, el capitulo central de la novela nía la sensación de encontrarme frente a cuenta la forma en que Rivera pintó uno un mural de Diego de Rivera. Era como si de sus murales; por ello, también, la novela Fuentes me presentara la historia mexica- se inicia con la descripción de ese mural, y na de los años posrevolucionarios con un termina, de la misma manera, con el mural estilo de muralista, y que, finalmente, con- frente a nuestros ojos. vivían en mi mirada los años de Zapata con Vuelvo a la idea del desmontaje, si La los de Calles, los ideales cardenistas con el región... nos da este gran fresco de la vi- pragmatismo alemanista, o que los poetas da mexicana reduciendo el tiempo real a de la generación de los Contemporáneos se unos cuantos días pero narrando el primer veían al fin las caras con los escritores del medio siglo de nuestra historia, Los años fin de siglo. Un mural de Rivera —el que 1998 con Laura Díaz parten de un mural para está en Palacio Nacional, por ejemplo— provoca la sensación irnos dando, paso a paso, cada uno de los muchos instantes de que la historia entera de México convive en el presente, o concentrados en ese mural. Si volviese a utilizar la imagen del que todo nuestro presente vive en el pasado. Es, dijéramos, cubismo diría que Los años... nos ofrecen primero el cuadro una experiencia de tipo cubista, donde al ver el rostro de un total, y después cada uno de los estudios que comprenden ese personaje de Picasso estamos presenciando varios instantes de gran fresco. Es como si pudiésemos ver el Guernica y todos su vida: una mujer que llora nos entrega al mismo tiempo sus los estudios previos que de él hizo Picasso. instantes de alegría; y un músico que se aferra a su guitarra Vuelvo al principio: con este breve texto no trato de des- encuentra su futuro en el instrumento, al tiempo que es un ser entrañar la escritura de Carlos Fuentes, sino —en este año de que se aburre con la música que éste produce. Si el cubismo su aniversario número 80— descifrar un puñado de imágenes nos entrega la simultaneidad del tiempo (ojo, no de los tiem- que me han dejado sus novelas. Leyendo Los años con Laura pos, sino del tiempo) los murales de Rivera desvelan esa suerte Díaz he recordado la primera vez que mi padre me llevó a de experiencia en la que el hijo de una india es, a la vez, el desayunar al Sanborns de los azulejos y me dijo que después primer mestizo de ojos azules, y el niño Diego autorretratado me enseñaría una pintura maravillosa. Cuando salimos a la como hijo de Frida Kahlo. La región... me dio esa instantánea calle me tomó de la mano, nos dirigimos lentamente a avenida en que era posible convertir a Ixca en un niño Diego, quien Juárez, y me condujo a la recepción del desaparecido Hotel del es a la vez hijo de Teódula, la vieja bruja, y su esposo, cuyos Prado: ahí estaba el mural con que Diego retrató la vida en la huesos guarda en una urna enterrada en el piso de su jacal. Alameda Central. Me pareció que, escondida entre la multi- Me volvería a encontrar con esta sensación de simultanei- tud de figuras, se encontraba mi familia, y que de ahí surgían dad leyendo Los años con Laura Díaz. Me dirán que me equi- los colores con que empezaba a aprehender mi ciudad. Laura voco, pues si algo define a esta novela es su estructura lineal, Díaz me recordó aquella lejana mañana de mi infancia, reviví el paso lento, lentísimo de los acontecimientos, que los hace mis emociones, y me hice eco del siglo que se desliza entre las perfectamente diferenciables uno del otro. Se podría decir que páginas donde se narra su vida entrañable, n
Pasión por la literatura por Nuria Amat uién sabe. Tal vez escribir consista en inventar una fa- su atención (ahora que conozco a Qmilia de escritores que no existe, una familia de autores Fuentes puedo decirlo claramen- que solamente viven en nuestra imaginación siempre nece- te) era, y sigue siendo, su lenguaje sitada y soñadora. Atalaya feliz del escritor es el espacio fin- literario. La voz personalísima de gido del deseo que le permite alcanzar algunos de sus sueños un texto y el mundo poético que se desprende de este resulta- anhelados. Por eso escribimos, para que se cumplan nuestros do son las cualidades que el maestro mexicano ha logrado en deseos más secretos. Leer y escribir tiene mucho que ver con su obra literaria y que busca y disfruta en sus contemporáneos. la entrega que un monje pone en el momento más exaltado Pocas veces he escuchado hablar a un escritor con la sabiduría, del rezo. Seguramente, el acto de leer, tal y como se ha en- genialidad y entusiasmo con la que Carlos Fuentes es capaz de tendido hasta ahora, sea otra ilusión con fecha de caducidad exponer desde las metáforas que sobre el libro hay en Cervan- establecida. De ahí, supongo, las bibliotecas-fantasma que tes a los disfraces ingeniosos o transformaciones librescas de invento en mis novelas donde aparecen muchos de los auto- Borges. No solamente es el autor universalmente reconocido res vivos y muertos que he admirado. ¿Tuvo la culpa de esta de unas de las mejores novelas de nuestras literaturas. Fuentes insolencia literaria mi importante y, ya lejano en el tiempo, es, además, uno de los intelectuales y humanistas más impor- encuentro con Samuel Beckett? Es posible. Desde entonces, tantes de nuestro tiempo. Pero su pasión por la lectura no siempre he querido pensar que la buena literatura se aprende se limita a celebrar y analizar a los grandes. Receloso ante la por contagio, gracias a la lectura, sin duda alguna, y también, cultura efímera, también ofrece palabras de aplauso a aquellos con suerte, gracias a la proximidad con los autores geniales autores más jóvenes que le parecen seguidores de la gran cul- de estos libros. La posibilidad que he tenido de acercarme a tura. A los pocos días de conocernos me llegaron noticias de grandísimos escritores como George Steiner, Gabriel García que Carlos Fuentes, en sus viajes por el mundo, había hablado Márquez, Juan Goytisolo, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuen- en la prensa de mi novela. Luego, volvimos a encontrarnos y tes cobra un sentido que sólo se puede explicar bajo el enigma la amistad fue fluyendo sola, como suele suceder cuando así de las propias leyes secretas de la literatura. Es mucho más lo deciden las sabias tejedoras del tiempo. que una bonita anécdota de infancia la historia de Carlos Carlos Fuentes habla constantemente de los libros que le Fuentes, niño, sentado en las rodillas de Alfonso Reyes. ¿Na- gustan, comenta sus hallazgos, comparte su entusiasmo lector ció el escritor en este feliz encuentro? Quiero pensar que éste y es un enamorado absoluto de la buena literatura. Quiere y fue uno de sus hermosos y sonados nacimientos. Además, los libros actúan como señuelos mágicos. Algunos traen de cuida a sus amigos escritores con una generosidad que no he conocido en ningún otro escritor. Los elige porque admira sus vuelta como regalo un escritor que admiro. Algún país que libros y el compromiso que mantienen ante la vida. Él mismo amo. Otro lector querido. es un héroe de la gran literatura para el que escribir consiste Para conocer a Carlos Fuentes, dos importantes interme- en emprender un viaje de América hacia Europa y lejos de ella diarios lo hicieron posible. La brillante y generosa Carmen 'hasta que tú, viajero, habrás llegado a la región más transpa- Balcells y mi editor de entonces Juan Cruz. Aquella era una rente del aire', la América de la naturaleza, de la libertad, del cena más, como las incontables que mis anfitriones han he- color y de la muerte, la América de Carlos Fuentes. cho en la historia familiar de la literatura. Fuentes y Carmen Carlos y su esposa, la periodista Silvia Lemus, me han en- juntos en una sobremesa son una fiesta de ingenio y agudeza señado a amar América Latina de un modo absoluto, en el que memorística. A la mañana siguiente, seguí el consejo de Juan tradición y universalidad se dan fraternalmente la mano. Si Cruz: 'Déjale tu novela en el hotel'. Se refería a La intimidad. no hubiera sido por su insistencia jamás me habría atrevido a ¡Cuántos libros se habrán perdido en las labores de echar cebo escribir la biografía de Juan Rulfo, otro de mis grandes admi- a mares invisibles! Obedecí a mi editor. ¿Sabía mi destinatario rados. Si no hubiera sido por su amistad, que cultivan con mi- que yo había leído todas sus novelas y que por razones de vida rada atenta, me habría faltado uno de los afectos imborrables y obra siempre me he sentido escritora a medias latinoameri- de mi vida. Cuando nos encontramos le sigo pidiendo que me cana? Claro que no. Lo único que contaba era ese libro en el hable de libros y escritores, porque cuando Fuentes habla tiene que la locura y otras perversiones del ejercicio literario con- algo que resulta contagioso: te estimula a escribir la novela vertían al personaje principal en la esposa de Pedro Páramo. total que él ya ha conseguido y a la que te invita a participar Lo más importante de aquel o cualquier libro que merezca con la misma pasión que siente por la literatura, n
La edad de sus tiempos por Ángeles Mastretta e maravilla Carlos Fuentes. Con cada no- diez mil cuartillas, sino que las ha escrito en una vieja Mvela otra vez: vertiginoso y libre, desafiante máquina mecánica y con un único dedo. y apasionado. ¿Cuántos personajes de los crea- —Ya no recuerdo lo que he escrito —dijo—. Sólo dos por la imaginación aventurera y despiadada pienso en lo que me falta escribir. de Carlos Fuentes se han vuelto parte de nuestra Yo no imaginaba qué podría faltarle, pero entonces imaginación? De chica se me aparecían en sueños no había escrito El naranjo ni todos los libros que le sus mujeres desbordadas, sus hombres incandes- siguieron y seguirán. centes. El paisaje, las casas, los patios, los caminos, Casi siempre, las palabras de Fuentes invocan su el polvo y los amores de sus libros se acomodan obsesión por el tiempo, pero yo sólo hasta esa tarde me en nuestro ánimo y nuestra memoria como en el fondo de un di cuenta de qué manera carga este hombre con un reloj sobre acantilado. Pero no sólo el polvo y el aire de México, no sólo los hombros. Tiene muchas historias apretándole el corazón y muchos de sus hombres y mujeres, no sólo su idioma más ruin, ha de alcanzarle la vida para contarlas. Y no se cansa, o no lo su palabra más suave, son personajes vivísimos, sino Fuentes vemos cansarse. Está siempre inventando algo nuevo y atándo- mismo, el narrador como testigo incansable, como el más ávi- se a proyectos y sueños como un adolescente. Anda con ellos do de los escuchas, como el más vehemente de los que hablan, metidos en el equipaje con que va de un país a otro despertan- termina por convertirse en uno de sus mejores personajes. do en cada amigo al diablo de la curiosidad que contagia. Siempre, en el fondo preciso de la historia, igual en los de- Mientras escribe libros cada vez más llenos de sí, de amores talles y en los guiños, aparece tramado el escritor con su voz y trifulcas brillantes, sube y baja las montañas de la vida como como una espada, como una alegoría, como un ruego: aquí quien se va de pinta. Y escribe como un joven muy joven, estoy, este soy yo, de estas urgencias estoy hecho y con estas urgido de contarlo todo, como si fuera la primera vez que lo historias quiero acercarme al mundo para tratar de compren- cuenta. Además, el tiempo que le hace falta le alcanza para no derlo y trastocarlo. perder a sus amigos, para procurarlos y reunidos. Muchas veces es mejor leer a un escritor que lidiarlo, casi Así las cosas, escribirá unos treinta años más. Lo que ase- siempre es más fácil quererlo por su palabra escrita que por gura por lo menos otras diez mil cuartillas. su voz. No es el caso de Fuentes. Tratar y querer a Fuentes son ¿Cuál de sus personajes ha sido capaz de una fortaleza com- dos cosas en una. parable? No Artemio Cruz y eso que fue de piedra, ni Aura ¿Qué cualidades y desvarios, qué pasiones y olvidos con- que en su afán por asir el tiempo fue capaz de matar lo que vierten al escritor Fuentes en el personaje Fuentes? Creo yo más amó, ni siquiera Ixca Cienfuegos que era eterno. Tampoco que por sobre todo la vehemencia con que vive cada día como la luminosa Laura Díaz. Ningún personaje alcanza a ser tan si fuera el último. ávido como Carlos, tan urgido de rendirle tributos a la vida, No puedo olvidar la tarde, hará como diez años, en que tan incandescente como Carlos. conversando en torno al tiempo, Carlos detuvo el gesto de Los personajes son seres que se graban en la esperanza y avidez con que acostumbra mirar el mundo y dijo como si fecundan los recuerdos de otros. Carlos es un personaje. hablara consigo mismo: Para conseguir esto ha sabido estar cerca de sus sueños, —Yo lo que temo del tiempo es que no me alcance para como están cerca de nosotros los hombres y mujeres que duer- escribir todo lo que me falta. men o reviven en los libros. Fuentes es un hombre que no pue- —¿Pero cuánto te falta? —le pregunté. de separar su trabajo literario de su intensa aventura personal. —Muchísimo —contestó. Para su fortuna y la nuestra hay una alianza ineludible entre —¿No te basta? —le pregunté pensando en las más de diez el Fuentes creador y el Fuentes ser humano. Por eso es el más mil cuartillas que entonces había puesto por el mundo para bravio de sus personajes. Su pasión por las palabras es la más contarlo de una manera ferviente, intrépida, inagotable. intensa de todas las pasiones que ha sabido contarnos. Carlos —No creo que algún día me baste —dijo mirando al mar ha recorrido con celo y avidez cada círculo de su tiempo, ha frente al que conversábamos. logrado quedarse como un lujo en el ímpetu y la memoria de Fuentes tiene torcido el dedo índice de la mano derecha otros. Sin embargo, hay que verlo en sus ojos, sigue necesi- porque algo de sí mismo se ha negado a la modernidad im- tando el absoluto como cuando tenía veinte años. Por eso es placable de su vida viajera. Así que no sólo ha escrito más de fascinante verlo vivir, n
Si Jacob Todos los ríos es el hombre... por Georgina García Gutiérrez Vélez por Basilio Baltasar e los innumerables dones de Carlos Fuentes, me causa Denorme admiración la capacidad de resurgir en los mo- os conocimos en casa de Ben Jakober y desde enton- mentos difíciles. El escuchar su vocación más allá de elogios Nces nuestra conversación evoca, matiza o perfecciona o ataques, de seguir siéndole fiel, de comprometerse con las lo hablado aquel día. La celebración de las obras maestras de causas más nobles, lo han convertido en uno de los mejores la biblioteca universal; la complicidad con el hombre libre de escritores del mundo. Si la conmoción causada por La región tapujos, servidumbres y tinieblas; un admirado asombro por más transparente hace 50 años hubiera sometido, aquietado, la lealtad; una incondicional veneración por la belleza de las al joven de entonces, la gran novela contemporánea mundial, mujeres y la nobleza de los hombres; un sentido profundo de no tendría entre los suyos al genial novelista Carlos Fuentes. la ofensa; el valor a batirse en duelos de honor; un sentido sen- Posiblemente, habría escrito Las buenas conciencias, que sí sual y trascendente de la historia, el combate y la derrota; una tiene lo suyo de novedad, pero no habría dado a México y conciencia del deber y una apetencia del querer; la elocuencia al mundo la 'nueva novela'. La literatura contemporánea es de la palabra dicha; un singular aprecio por la perecedera co- impensable sin La muerte de Artemio Cruz, Aura, Terra Nos- incidencia de los afectos; la trágica certeza de estar viéndolo tra, Cristóbal Nonato y todos los títulos de la obra orgánica, todo por última vez; la humanidad como encarnación olímpi- innovadora, de Carlos Fuentes. ca de dioses errantes; la humanidad como desdicha; el cuerpo La recepción a Los días enmascarados, primero, y sobre como templo del alma fornida; el cuerpo como cuerpo mortal todo a La región más transparente, cuatro años después, en el del erotismo divino; la conversación como única oportuni- contexto de la lucha ideológica entre nacionalismo y cosmo- dad de la inteligencia fugaz; la taberna como eucaristía de politismo, fue el origen difícil de la carrera de Fuentes. Pudo los olvidados; la ignorancia como castigo a los estúpidos; la haber reprimido su vocación e inquietudes novelísticas, su necedad como destino de los miserables; la aristocracia del visión crítica de la realidad y del realismo literario. Por suerte espíritu; ocultar emociones, no negarlas; la misión del escritor no fue así. obligado a desacralizar el misterio de la existencia; conciliar el La 'nueva novela' de Fuentes, ya desde La región más trans- pensamiento crítico y la diplomacia; la gran novela americana; parente, es una respuesta creativa a ese maniqueísmo, que lo la obra literaria como única justificación de la vida; si Jacob es atacó desde ambos extremos. La novela es cosmopolita, mexi- el hombre, el ángel es el tiempo. cana, recupera tradiciones, fantástica, mítica, experimental, Años más tarde, Carlos me metió en su novela Los años novela de la Revolución, novela moderna: inclasificable. La con Laura Díaz. No digo que bautizase a un personaje con primera demostración del talento para resurgir. mi nombre, pues en su historia hay motivos que han pasado Gracias a ese talento Carlos Fuentes cambió el curso de la por mi vida. Y en la charla que en las páginas de su novela literatura en español, internacionalizó la literatura mexicana tengo con Laura hay una melancolía que no me resulta tan y 'mexicanizó' la universal. Pocos hombres han marcado la ajena como para creer que Basilio Baltasar sea un personaje historia del siglo XX con su obra y personalidad como él. de ficción. Le agradezco a Carlos Fuentes una obra inigualable que Haber sido editor de Carlos, o su compañero de viaje, con me ha dado la posibilidad de convertirme en lectora pro- Silvia e Isabel, paseando por las ruinas de Monte Albán o fesional. Leer a Fuentes siempre es un reto feliz. Leerlo es recorriendo las calles de Oaxaca, haber visto bro- estar al día en los acontecimientos nacionales y tar su fértil narrativa en Formentor, Londres o mundiales, enterarse de lo último que se ha es- Madrid, haberle visto culminar con su pletórica crito, captar sus infinitas referencias literarias, creatividad tantos aniversarios, haber festejado, disfrutar la factura literaria de sus textos. Toda la una tras otra, sus enérgicas creaciones literarias, literatura mexicana y universal están en su obra, ver cómo sus novelas dan forma a la experiencia de por eso también es admirable el lector Carlos sus deslumhrados lectores, todo ello me permite [/íA^'x Fuentes, fino, voraz, inteligentísimo. Al escritor y dar a este homenaje un doble sentido. Celebrar al al lector Carlos Fuentes les deseo una larga vida, gran escritor y al incondicional amigo. ¡Salud y feliz, creativa. Feliz cumpleaños para él y para La larga vida, Carlos! n región más transparente, n
De las putas a la semilla por Federico Reyes Heroles RIMERA. Cenábamos en casa. Silvia y Carlos, Cristina y Carlos Payan, Beatriz por supuesto. PNoche animada a principios de los años noventa. Fuentes (para distinguirlos me referiré a los apellidos) dijo algo de un relato en gestación que se desarrollaba en Acapulco,' territorio que ya le resultaba desconocido. Necesitaba recorrer prostíbulos, la zona roja, vamos, los bajos mundos. Me ofrecí de guía, no por ser experto, pero tampoco novato. Iríamos los dos, Carlos y yo. Era una gira antropológica, por los antros que habríamos de recorrer. Próxima escena: Payan y yo lo recibimos en el aeropuerto. Cenamos para establecer la metodo- logía de la investigación. Mañanas de trabajo, lecturas, redacción de notas, la defensa de tres indivi- dualidades sin ánimo de negociación. Tarde de siesta para tener fuerzas para el recorrido nocturno. Mi viejo Maverick sería nuestro transporte. Cena frugal para soportar la juerga. Primer día, once y media de la noche, 'Tabares' era el nombre del lugar. La nueva modalidad de table dance. Se vale ver, dice semioculto el hombre del micrófono, se vale oler, pero nooo se vale tocar. Los pechos pasean en las narices, las piernas bronceadas se abren insinuan- tes, las tangas caen al piso. Mujeres jóvenes, algunas de 'importación', así las anuncian, son rusas, rumanas, qué sé yo. Tomamos cerveza. Las chicas desnudas terminan caminando a la regadera más iluminada que he visto en mi vida. Aparece la espuma y unas manos que frotan incansables. La gritería pospone nuestros comentarios. Hay mucha energía. Hay vida. Quinta Rebeca. El lugar está vacío. Somos los únicos 'clientes' potenciales. Las palmeras tristes se enseñan iluminadas de verde, azul, rojo. Los arbustos ocultan todo. La decadencia es la gran anfitriona. Nos ofrecen MARIO VARGAS LLOSA. CARLOS FUENTES, de beber, pedimos agua mineral, y por favor que venga cerrada y sin hielos. La higiene no era la GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y JOSÉ DONOSO constante del lugar. Cinco o seis auténticas brujas aparecen entre los arbustos, se nos dejan venir. (BARCELONA, 1973). Promedio aproximado de edad: dos siglos y medio. A ver güerito, qué se te ofrece. Y usted, el del bigotote, en qué lo puedo servir. Nos repegamos (entre nosotros) para evitar el contacto. Las excesivas carnes rebasan los extraños velos. La abundante pintura desnuda el abandono. Párpados lilas, morados, con brillantina. Un horror. Emprendemos la huida. Una de ellas lanza en plan de reto, y tan machitos que se veían. Las botas de trabajo son el anclaje de los cuerpos de trabajador: pieles blancas, cabellos descuida- dos, uñas ennegrecidas. La cerveza corre junto con trozos de roast beef. El origen es un vuelo charter directo desde Londres que arroja a trabajadores ingleses a Acapulco, todo por pocas libras. Las muje- res están desbocadas, los varones borrachos. Imaginemos salir de una mina en invierno y llegar a los treinta grados, con la coqueta bahía esperando, todo en tan sólo doce horas. Decidimos el nombre del lugar: The working class got to heaven. Salimos en busca de un mundo para nosotros ajeno. La mujer se contonea en el escenario en un vestido dorado de lentejuelas. Le contiene las carnes, como si estuvieran enlatadas. Es nada menos que Toña la Negra en versión travestí. Fuentes cae subyugado frente a la atrocidad. Payan, mudo, se acaricia el bigote. Esa Toña es insuperable. De regreso los dos Carlos cantan, tarareamos las melodías por las calles vacías de un Acapulco que amanece. Las noches se imponen repletas de imágenes. Son varias, el sitio es inacabable. Los cometarios matutinos se vuelven tan sabrosos como las experiencias nocturnas. Las libretas se llenan. Finalmente ' 'Apolo y las putas', en El naranjo, Alfaguara, 1993.
la bahía está a nuestros pies. Es la discoteca de moda en una buena noche. Una pareja destaca, baila sin pena. Están en un preámbulo muy evidente. Ella es espigada, elegante y muy suelta. El está a la altura. Son un espectáculo bello, atractivo, retador. Ella sabe que juega con nosotros. Los tres con- templamos el nuevo erotismo. Callados gozamos. La gira ha terminado. Es tiempo de regresar. La vida erótica de finales del siglo XX es otra. Fes- tejamos antes de la despedida. Fuentes dispara la cena, elegante, con buen vino blanco. ¿Cuándo volvemos a Acapulco mis queridos Carlos? No podemos perder la práctica. SEGUNDA. Nos vamos solos a Veracruz. Yo manejo. Carlos escribía Los años con Laura Díaz. Descendemos a la niebla de Jalapa. En el trayecto hemos estado envueltos de música francesa de mi cosecha: La Piaf, Moustaki, Le Forestier, algo de clásica. Carlos canta Don Giovanni cuya letra recuerda a la perfección. ¡Increíble! Las horas propician conversaciones más íntimas y pausadas. Hablamos mucho de literatura. Serán varios días de conversaciones fantásticas. Tenemos tiempo, mucho tiempo. Nadie interrumpe, no hay compromisos ni normas sociales a las cuales atenerse. Llegamos al Puerto. Alcanzamos el sol de la tarde. Carlos se asolea, tiene una enorme debilidad por el sol. Con los años me he convencido de que lleva un gen de lagartija. Cenamos italiano. Noche larga de intimidad sin prisa. Carlos desayuna opíparamente, tamales, huevos, frijoles, de todo. ¡Qué envidia! Los próximos días iremos a Tlacotalpan, a Alvarado, a Los Tuxtlas, comeremos lo que se nos atraviese, pescado frito y unas tortillas, y beberemos refrescos, sobre todo cerveza. Tlacotalpan como siempre intriga. El río es su voz. Los changos se nos niegan en Los Tuxtlas. La neblina abraza. Gana- do devorador, árboles bellísimos, destrucción evidente, de todo somos testigos. Los días pasan entre calor, lluvia, ríos, una flora exuberante y conversaciones largas e intensas. Carlos toma notas un minuto sí y al otro también. Estamos solos, con nosotros. Ha llegado el momento de volver. Cenamos con Sergio Pitol en Jalapa, mejor dicho en Coatepec, nos hospedamos en la bella posada que lleva el nombre del lugar. La ciudad se apaga, la conversa- CON GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ción va de lo político a la literatura. Sus miradas expresan la larga relación. A la mañana siguiente Y ALEJO CARPENTIER (PARÍS). trepamos a la camioneta y nos disponemos a emprender el regreso. Carlos exclama con tristeza, me hubiera gustado ir a La Orduña. Lo miro a los ojos, le digo pues vamos, está a media hora de aquí. Los ojos se le iluminan. Beatriz, mi compañera de vida, trabajó allí durante meses. Yo la visitaba con frecuencia. Pregunto al gerente de la posada por la ruta que he olvidado. Recorremos el largo camino de laureles, si no mal recuerdo. También hay hayas en el lugar. Llegamos al viejo ingenio y beneficio de café. El sitio está abandonado. Miramos de lejos. Nos acercamos. Tocamos el portón más bien por no dejar. Se abre lentamente, misterioso, buenos días nos dice un hombre calavérico, ya sabía que andaban aquí. Pasen ustedes. El asombro cae sobre nosotros. ¿Cómo lo sabe? Soy cuñado del ge- rente de la posada, nos dice. No necesitamos más explicaciones. Recorremos los pasillos vacíos y decrépitos. Caminamos por los jardines que invitan a pensar en sus mejores días. Subimos la enor- me escalera que conduce al larguísimo porche. La mirada de Carlos se pierde en los muros, la mía en una fantástica ceiba que abraza la casona. El silencio es nuestro anfitrión. Carlos está ido. De nuevo al camino. ¿Por qué La Orduña?, le pregunto con curiosidad. Mis padres pasaron su luna de miel allí. Yo fui concebido en La Orduña. Con Carlos he guaseado, reído sin límites. Nos ponemos serios cuando así lo merece la si- tuación. Hemos cantado y también por desgracia llorado. Al toparnos nos abrazamos sin recato sabiendo que es difícil explicar lo que es ir de las putas a la semilla. La amistad no tiene explicación. Simplemente es. ¡Felicidades querido Carlos! n
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