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Acto Literario9 de Mayo de 2015



ANTIGÜEDAD CLÁSICAΜῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆοςοὐλομένην, ἣ μυρί᾽ Ἀχαιοῖς ἄλγε᾽ ἔθηκε,πολλὰς δ᾽ ἰφθίμους ψυχὰς Ἄϊδι προΐαψενἡρώων, αὐτοὺς δὲ ἑλώρια τεῦχε κύνεσσινοἰωνοῖσί τε πᾶσι, Διὸς δ᾽ ἐτελείετο βουλή,ἐξ οὗ δὴ τὰ πρῶτα διαστήτην ἐρίσαντε. Homero (s.VIII), Ilíada, I, vv.1-6.Canta, oh, diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólerafunesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitóal Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizopresa de perros y pasto de aves — se cumplía la voluntadde Zeus- desde que se enemistaron el Atrida, rey dehombres, y el divino Aquiles. 

Λίσσομαι, παῖ Ζηνὸς Ἐλευθερίου,Ἱμέραν εὐρυσθενέ᾽ ἀμφιπόλει, σώτειρα Τύχα.τὶν γὰρ ἐν πόντῳ κυβερνῶνται θοαὶνᾶες, ἐν χέρσῳ τε λαιψηροὶ πόλεμοικἀγοραὶ βουλαφόροι. αἵ γε μὲν ἀνδρῶνπόλλ᾽ ἄνω, τὰ δ᾽ αὖ κάτω ψεύδη μεταμώνιατάμνοισαι κυλίνδοντ᾽ ἐλπίδες.σύμβολον δ᾽ οὔ πώ τις ἐπιχθονίωνπιστὸν ἀμφὶ πράξιος ἐσσομένας εὗρεν θεόθε.τῶν δὲ μελλόντων τετύφλωνται φραδαί.πολλὰ δ᾽ ἀνθρώποις παρὰ γνώμαν ἔπεσεν,ἔμπαλιν μὲν τέρψιος, οἱ δ᾽ ἀνιαραῖςἀντικύρσαντες ζάλαις ἐσλὸν βαθὺ πήματος ἐνμικρῷ πεδάμειψαν χρόνῳ.υἱὲ Φιλάνορος, ἤτοι καὶ τεά κεν,ἐνδομάχας ἅτ᾽ ἀλέκτωρ, συγγόνῳ παρ᾽ ἑστίᾳἀκλεὴς τιμὰ κατεφυλλορόησε ποδῶν,εἰ μὴ στάσις ἀντιάνειρα Κνωσίας ἄμερσεπάτρας.νῦν δ᾽ Ὀλυμπία στεφανωσάμενοςκαὶ δὶς ἐκ Πυθῶνος Ἰσθμοῖ τ᾽, Ἐργότελες,θερμὰ Νυμφᾶν λουτρὰ βαστάζεις, ὁμιλέωνπαρ᾽ οἰκείαις ἀρούραις. Píndaro (518-438 a. C.), Olímpicas, XII.

¡Te suplico, hija de Zeus Liberador, protege a la poderosaHímera, salvadora Fortuna! Pues en el mar gobiernas lasrápidas naves y en la tierra las ágiles guerras y lasasambleas que llevan consejo. Las esperanzas de loshombres, cuando se han elevado hasta el cielo, o cuando sehan hundido en el abismo, son agitadas por encima de unocéano de falsas ilusiones. Jamás ningún mortal obtuvo delos dioses un presagio cierto que lo iluminara sobre cosasfuturas, y nuestro espíritu no puede desgarrar las tinieblasdel porvenir. Muchas cosas suceden a los hombres contrasu propósito, por cierto, opuestas a su satisfacción, otros alencontrarse con molestos vendavales, en poco tiempopasaron de la pena a una profunda dicha.Hijo de Filánor, ciertamente también la fama de tus pies,lo mismo que el gallo que lucha en el corral, se hubieradeshojado despojada de gloria en tu hogar de nacimiento,si la disensión de los hombres no te hubiera despojado detu patria cnosia. Ahora coronado en Olimpia y dos vecesen Pitia y en el Istmo, Ergóteles, elevas los cálidos bañosde la Ninfas, morando en campos que te pertenecen.

Conticuere omnes intentique ora tenebantinde toro pater Aeneas sic orsus ab alto:Infandum, regina, iubes renovare dolorem,Troianas ut opes et lamentabile regnumeruerint Danai, quaeque ipse miserrima vidiet quorum pars magna fui. quis talia fandoMyrmidonum Dolopumve aut duri miles Ulixitemperet a lacrimis? et iam nox umida caelopraecipitat suadentque cadentia sidera somnos.sed si tantus amor casus cognoscere nostroset breviter Troiae supremum audire laborem,quamquam animus meminisse horret luctuque refugit,incipiam. Virgilio (70 a. C.-19 d. C), Eneida, II, vv. 1-13.Todos callaron y atentos mantenían la mirada;a continuación, el padre Eneas así comenzó a hablar desdesu elevado lecho:Un dolor inefable, reina, me mandas renovar,Cómo el poder de Troya y su reino digno de compasióndestruyeron los dánaos, y hechos lamentables que yo mismohe vistoy de los que fui parte importante. ¿Quién eso narrandode los mirmídones o dólopes o qué soldado del cruel Ulises

contendría las lágrimas? Y ya la húmeda noche del cielose precipita y las estrellas que declinan invitan al sueño.Pero si tan grande es tu deseo de conocer nuestrasdesgraciasy escuchar brevemente el supremo infortunio de Troya,aunque mi ánimo tiene miedo de recordarlo y evita eldolor,comenzaré.Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibifinem di dederint, Leuconoe, nec Babyloniostemptaris numeros. ut melius, quidquid erit, pati.seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,quae nunc oppositis debilitat pumicibus mareTyrrhenum: sapias, vina liques et spatio brevispem longam reseces. dum loquimur, fugerit invidaaetas: carpe diem quam minimum credula postero. Horacio (65 a. C.-8 d. C.), Carmina, I-XI.No preguntes, Leucónoe, (no es lícito saberlo) qué fin handado los dioses a tu vida y a la mía, ni examines los

cálculos babilonios. Cuanto mejor será soportar lo quevenga, bien Júpiter te conceda muchos inviernos o bien estesea el último que ahora debilita al mar Tirreno con lasrocas que se le enfrentan. Sé sabia, filtra el vino y limitauna larga esperanza al breve espacio de tu tiempo.Mientras hablamos, se escapa envidiosa la edad:aprovecha el día, confiada lo menos posible en el siguiente. Pyramus et ThisbeE quibus una levi deducens pollice filum'dum cessant aliae commentaque sacra frequentant,nos quoque, quas Pallas, melior dea, detinet' inquit,'utile opus manuum vario sermone levemusperque vices aliquid, quod tempora longa viderinon sinat, in medium vacuas referamus ad aures!'dicta probant primamque iubent narrare sorores.illa, quid e multis referat (nam plurima norat),cogitat et dubia est, de te, Babylonia, narret,Derceti, quam versa squamis velantibus artusstagna Palaestini credunt motasse figura,

an magis, ut sumptis illius filia pennisextremos albis in turribus egerit annos,nais an ut cantu nimiumque potentibus herbisverterit in tacitos iuvenalia corpora pisces,donec idem passa est, an, quae poma alba ferebatut nunc nigra ferat contactu sanguinis arbor:hoc placet; hanc quoniam vulgaris fabula non est,talibus orsa modis lana sua fila sequente:'Pyramus et Thisbe, iuvenum pulcherrimus alter,altera, quas Oriens habuit, praelata puellis,contiguas tenuere domos, ubi dicitur altamcoctilibus muris cinxisse Semiramis urbem.notitiam primosque gradus vicinia fecit,tempore crevit amor; taedae quoque iure coissent,sed vetuere patres: quod non potuere vetare,ex aequo captis ardebant mentibus ambo.conscius omnis abest: nutu signisque loquuntur,quoque magis tegitur, tectus magis aestuat ignis.fissus erat tenui rima, quam duxerat olim,cum fieret, paries domui communis utrique.id vitium nulli per saecula longa notatum —quid non sentit amor? — primi vidistis amanteset vocis fecistis iter, tutaeque per illudmurmure blanditiae minimo transire solebant.saepe, ubi constiterant hinc Thisbe, Pyramus illinc,

inque vices fuerat captatus anhelitus oris,\"invide\" dicebant \"paries, quid amantibus obstas?quantum erat, ut sineres toto nos corpore iungiaut, hoc si nimium est, vel ad oscula danda pateres?nec sumus ingrati: tibi nos debere fatemur,quod datus est verbis ad amicas transitus auris.\" Ovidio (43 a.C.-8 d. C), Metamorfosis, IV, 55-77.Píramo y Tisbe, el uno el más hermoso de los jóvenes, laotra la más destacada de las doncellas que Oriente, teníandos casas adosadas donde se dice que Semíramis habíaceñido de murallas de ladrillo su elevada ciudad. Lavecindad provocó el conocimiento y sus primerosencuentros, con el tiempo creció el amor; también se habríanunido por las leyes conyugales, pero lo prohibieron suspadres; lo que no pudieron prohibir, los dos ardían porigual con sus pensamientos cautivos. Lejos está cualquiercómplice, se hablan por gestos y señas y, cuanto más seoculta, más se abrasa el ocultado amor. La pared común auna y otra casa estaba hendida por una pequeña rendija,que se había producido en otro tiempo, cuando se construía;este defecto no evidente para nadie a lo largo de los siglos(¿de qué no se da cuenta el amor?) lo visteis por primeravez vosotros enamorados y lo convertisteis en camino de la

voz; por él solían transitar seguras vuestras lisonjeraspalabras en un murmullo apenas audible. A menudo,cuando estaban por esta parte Tisbe, por aquella Píramo,y mutuamente habían notado el aliento de su boca, decían:“Celosa pared, ¿por qué eres obstáculo para losenamorados? ¿Qué dificultad había en que nos permitierasunirnos con todo nuestro cuerpo, o. si esto es excesivo, quete abrieras para besarnos? Y no somos desagradecidos:confesamos que te debemos que se haya concedido un pasopara las palabras hasta los oídos de los amantes.”(Traducción de Mª Consuelo Álvarez y Rosa Mª Iglesias)



SIGLO XV Seranilla VILa vaquera de la Finojosa Moza tan fermosa non vi en la frontera, como una vaquera de la Finojosa. Faciendo la vía del Calatraveño a Santa María, vencido del sueño, por tierra fragosa perdí la carrera, do vi la vaquera de la Finojosa. En un verde prado de rosas y flores, guardando ganado con otros pastores,

la vi tan graciosaque apenas creyeraque fuese vaquerade la Finojosa.No creo las rosasde la primaverasean tan fermosasni de tal manera,fablando sin glosa,si antes supierade aquella vaquerade la Finojosa.No tanto mirarasu mucha beldad,porque me dejaraen mi libertad.Mas dije: «Donosa(por saber quién era),¿dónde es la vaquerade la Finojosa?»Bien como riendo,dijo: «Bien vengades;

que ya bien entiendo lo que demandades: non es deseosa de amar, nin lo espera, aquesa vaquera de la Finojosa.»Marqués de Santillana (1398-1458), Serranilla VI. Romance del Conde Olinos Madrugaba el conde Olinos, mañanita de San Juan, a dar agua a su caballo a las orillas del mar. Mientras el caballo bebe canta un hermoso cantar: las aves que iban volando se paraban a escuchar; caminante que camina detiene su caminar,

navegante que navega la nave vuelve hacia allá. Desde la torre más alta la reina le oyó cantar:-Mira, hija, cómo canta la sirenita del mar. -No es la sirenita, madre, que esa no tiene cantar; es la voz del conde Olinos, que por mí penando está. -Si por tus amores pena yo le mandaré matar, que para casar contigo le falta sangre real .-¡No le mande matar, madre; no le mande usted matar, que si mata al conde Olinos juntos nos han de enterrar!-¡ Que lo maten a lanzadas y su cuerpo echen al mar! Él murió a la media noche; Ella, a los gallos cantar. A ella, como hija de reyes, la entierran en el altar, y a él, como hijo de condes,

unos pasos más atrás. De ella nace un rosal blanco; de él, un espino albar. Crece uno, crece el otro, los dos se van a juntar. La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar; el galán que los cortaba no cesaba de llorar. De ella nacería una garza; de él, un fuerte gavilán. Juntos vuelan por el cielo, Juntos vuelan par a par.Anónimo (siglo XV), Romancero viejo. Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte

tan callando;cuán presto se va el plazer,cómo, después de acordado,da dolor;cómo, a nuestro parescer,cualquiere tiempo passadofue mejor.Pues si vemos lo presentecómo en un punto s'es idoe acabado,si juzgamos sabiamente,daremos lo non venidopor passado.Non se engañe nadi, no,pensando que ha de durarlo que esperamás que duró lo que vio,pues que todo ha de passarpor tal manera.Nuestras vidas son los ríosque van a dar en la mar,qu'es el morir;allí van los señoríos

derechos a se acabar e consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos e más chicos, allegados, son iguales los que viven por sus manos e los ricos. Anónimo (siglo XV), Coplas de don JorgeManrique por la muerte de su padre, vv.1-4.8



SIGLO XVICerca del Tajo en soledad amenade verdes sauces hay una espesura,toda de yedra revestida y llena,que por el tronco va hasta la altura,y así la teje arriba y encadena,que el sol no halla paso a la verdura;el agua baña el prado con sonidoalegrando la vista y el oído.Con tanta mansedumbre el cristalinoTajo en aquella parte caminaba,que pudieran los ojos el caminodeterminar apenas que llevaba.Peinando sus cabellos de oro fino,una ninfa del agua do morabala cabeza sacó, y el prado amenovido de flores y de sombra lleno.Movióla el sitio umbroso, el manso viento,el suave olor de aquel florido suelo.Las aves en el fresco apartamiento

vio descansar del trabajoso vuelo. Secaba entonces el terreno aliento el sol subido en la mitad del cielo. En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba.Garcilaso de la Vega (1501-1536), Egloga III, vv. 57-80. En una noche escura, con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A escuras y segura por la secreta escala, disfrazada ¡oh dichosa ventura!, a escuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía

ni yo miraba cosa,sin otra luz y guíasino la que en el corazón ardía.Aquesta me guiabamás cierto que la luz del mediodíaadonde me esperabaquien yo bien me sabía,en parte donde nadie parecía.¡Oh noche, que guiaste;oh noche amable más que el alborada;oh noche que juntasteAmado con amada,amada en el Amado transformada!En mi pecho florido,que entero para él solo se guardaba,allí quedó dormido,y yo le regalabay el ventalle de cedros aire daba.El aire del almena,cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serena en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado; cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.San Juan de la Cruz (1542-1591), Noche oscura del alma. No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,que aunque no hubiera cielo, yo te amara,y aunque no hubiera infierno, te temiera.No me tienes que dar porque te quiera,pues aunque lo que espero no esperara,lo mismo que te quiero te quisiera. Anónimo, siglo XVI.



SIGLO XVIIEl bachiller fue por el escribano y de allí a poco volvió conél y con Sancho Panza; el cual Sancho, que ya sabía pornuevas del bachiller en qué estado estaba su señor, hallandoa la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucherosy a derramar lágrimas. Acabóse la confesión y salió el curadiciendo:–Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdoAlonso Quijano el Bueno; bien podemos entrar para quehaga su testamento.[…]–Iten, es mi voluntad que de ciertos dineros que SanchoPanza, a quien en mi locura hice mi escudero;[…] y si,como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de laínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino,se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidadde su trato lo merece.Y, volviéndose a Sancho, le dijo:–Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado deparecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo

he caído de que hubo y hay caballeros andantes en elmundo.–¡Ay! –respondió Sancho llorando–. No se mueravuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y vivamuchos años, porque la mayor locura que puede hacer unhombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sinque nadie le mate ni otras manos le acaben que las de lamelancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desacama, y vámonos al campo vestidos de pastores, comotenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremosa la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya másque ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido,écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchadomal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestramerced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosaordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que esvencido hoy ser vencedor mañana. Miguel de Cervantes (1547-1616), Segunda parte delingenioso caballero don Quijote de la Mancha, capítuloLXXIIII.

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta cubierto de rocío pasas las noches del invierno escuras? ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el Ángel me decía: «Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»! ¡Y cuántas, hermosura[s] soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana!Lope de Vega (1562-1635), Rimas sacras, sonetoXVIII.

Amor constante más allá de la muerte. Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso lisonjera; mas no de esotra parte en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama el agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, venas, que humor a tanto fuego han dado, médulas, que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.Francisco de Quevedo (1580-1645), Parnaso español.

Suspiros tristes, lágrimas cansadas, que lanza el corazón, los ojos llueven, los troncos bañan y las ramas mueven de estas ramas a Alcides consagradas; Mas del viento las fuerzas conjuradas, los suspiros desatan y remueven, y los troncos las lágrimas se beben, mal ellos, y peor ellas derramadas; Y aun de mi tierno rostro aquel tributo que dan mis ojos, invisible mano de sombra o viento me lo deja enjuto, porque aquel ángel fieramente humano no crea mi dolor, y así es mi fruto llorar sin premio y suspirar en vano.Luis de Góngora (1561-1627), soneto XIX .

En tanto, pues, que el palio neutro pendey la carroza de la luz desciendea templarse en las ondas, Himeneo,por templar en los brazos el deseodel galán novio, de la esposa bella,los rayos anticipa de la estrella,cerúlea ahora, ya purpúrea guíade los dudosos términos del día.El juïcio, al de todos indeciso,del concurso ligero,el padrino, con tres de limpio acerocuchillos corvos absolvello quiso.Solícita Junón, Amor no omiso,al son de otra zampoña que conduceNinfas bellas y Sátiros lascivos,los desposados a su casa vuelven,que coronada lucede estrellas fijas, de astros fugitivosque en sonoroso humo se resuelven.Llegó todo el lugar y, despedido,casta Venus, que el lecho ha prevenidode las plumas que baten más suavesen su volante carro blancas aves,los novios entra en dura no estacada:que, siendo Amor una deidad alada,

bien previno la hija de la espuma a batallas de amor, campo de pluma.Luis de Góngora (1561-1627), Soledades, I, vv. 1065-1091. Tu voz pudo enternecerme, tu presencia suspenderme, y tu respeto turbarme. ¿Quién eres? Que aunque yo aquí tan poco del mundo sé, que cuna y sepulcro fue esta torre para mí; y aunque desde que nací (si esto es nacer) sólo advierto este rústico desierto, donde miserable vivo, siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerto; y aunque nunca vi ni hablé sino a un hombre solamente

que aquí mis desdichas siente,por quien las noticias séde cielo y tierra; y aunqueaquí, porque más te asombresy monstruo humano me nombres,entre asombros y quimeras,soy un hombre de las fieras,y una fiera de los hombres;y aunque en desdichas ta[n] gravesla política he estudiado,de los brutos enseñado,advertido de las aves,y de los astros süaveslos círculos he medido,tú sólo, tú, has suspendidola pasión a mis enojos,la suspensión a mis ojos,la admiración al oído.Con cada vez que te veonueva admiración me das,y cuando te miro másaun más mirarte deseo.Ojos hidrópicos creo

que mis ojos deben ser; pues cuando es muerte el beber, beben más, y desta suerte, viendo que el ver me da muerte, estoy muriendo por ver. Pero véate yo y muera; que no sé, rendido ya, si el verte muerte me da, el no verte qué me diera. Fuera, más que muerte fiera, ira, rabia y dolor fuerte; fuera muerte; desta suerte su rigor he ponderado, pues dar vida a un desdichado es dar a un dichoso muerte. Calderón de la Barca (1600-1681), La vida essueño, vv.190-240.

Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata, maltrato a quien mi amor busca constante. Al que trato de amor, hallo diamante, y soy diamante al que de amor me trata, triunfante quiero ver al que me mata y mato al que me quiere ver triunfante. Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo; de entrambos modos infeliz me veo. Pero yo, por mejor partido, escojo; de quien no quiero, ser violento empleo; que, de quien no me quiere, vil despojo. Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695),Inundación castálida, soneto IV.

SIGLO XVIIIEpitafio a una perrita llamada Armelinda Bajo de este jazmín yace Armelinda, perrita toda blanca, toda linda, delicias de su ama, que aún hoy la llora; llórala su cama, la llora el suelto ovillo, como el arrebujado papelillo con que jugaba; llórala el estrado, y hasta el pequeño can del firmamento, de Erígone olvidado, muestra su sentimiento. Solamente la nieve se ha alegrado, pues si yace Armelinda en urna breve, ya no hay cosa más blanca que la nieve. José Antonio Porcel (1715-1794).

El lunarcito La noche y el día, ¿qué tienen de igual?¿De dónde, donosa,el lindo lunarque sobre tu senose vino a posar?¿Cómo, di, la nievelleva mancha tal? La noche y el día, ¿qué tienen de igual?¿Qué tienen las sombrascon la claridad,ni un oscuro puntocon la alba canalque un val de azucenashiende por mitad? La noche y el día, ¿qué tienen de igual?

Premiando sus hojas,el ciego rapazpor juego un granatefue entre ellas a echar;mirolo y riose,y dijo vivaz: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»En él sus saetasse puso a probar,mas nunca lo hallarasu punta fatal.Y diz que picado,se le oyó gritar: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»Entonces su madrela parda señalpor término pusode gracia y beldad,

do clama el deseoal verse estrellar: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»Estréllase, y mira,y torna a mirar,mientra el pensamientomil vueltas le da,iluso, perdido,ansiando encontrar, la noche y el día ¿qué tienen de igual?Cuando tú lo cubresde un albo cendal,por sus leves hilosse pugna escapar.¡Señuelo del gusto!¡dulcísimo imán! La noche y el día, ¿qué tienen de igual?

Turgente tu senose ve palpitar,y a su blando impulsoél viene y él va;diciéndome mudocon cada compás: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»Semeja una rosaque en medio el cristalde un limpio arroyuelomeciéndose está,clamando yo al verlesubir y bajar: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»¡Mi bien!, si alcanzasesla llaga mortalque tu lunarcitome pudo causar,

no así preguntaras, burlando mi mal: «La noche y el día, ¿qué tienen de igual?»Juan Meléndez Valdés (1754-1817), Letrillas, XIII.

SIGLO XIX Canción del pirata.Con diez cañones por banda,viento en popa a toda vela,no corta el mar, sino vuela,un velero bergantín;bajel pirata que llamanpor su bravura el Temidoen todo el mar conocidodel uno al otro confín.La luna en el mar riela,en la lona gime el vientoy alza en blando movimientoolas de plata y azul;y ve el capitán pirata,cantando alegre en la popa,Asia a un lado, al otro Europa,Y allá a su frente Estambul:

-Navega, velero mío,sin temorque ni enemigo navío,ni tormenta, ni bonanzatu rumbo a torcer alcanza,ni a sujetar tu valor.Veinte presashemos hechoa despechodel inglésy han rendidosus pendonescien nacionesa mis pies.Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad;mi ley, la fuerza y el viento;mi única patria, la mar.Allá muevan feroz guerra

ciegos reyespor un palmo más de tierra,que yo tengo aquí por míocuanto abarca el mar bravíoa quien nadie impuso leyes.Y no hay playasea cualquiera,ni banderade esplendor,que no sientami derechoy dé pechoa mi valorQue es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad;mi ley, la fuerza y el viento;mi única patria, la mar.A la voz de ¡barco viene!,es de vercómo vira y se previene

a todo trapo a escapar:que yo soy el rey del mary mi furia es de temer.En las presasyo dividolo cogidopor igual:sólo quieropor riquezala bellezasin rival.Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad;mi ley, la fuerza y el viento;mi única patria, la mar.¡Sentenciado estoy a muerte!Yo me río:no me abandone la suerte,y al mismo que me condena

colgaré de alguna antenaquizá en su propio navío.Y si caigo,¿qué es la vida?Por perdidaya la dicuando el yugodel esclavocomo un bravosacudí.Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad;mi ley, la fuerza y el viento;mi única patria, la mar.Son mi música mejoraquilones,el estrépito y temblorde los cables sacudidosdel negro mar los bramidosy el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento, y del viento, al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad; mi ley, la fuerza y el viento; mi única patria, la mar.José de Espronceda (1808-1842),

OrientalCorriendo van por la vegaa las puertas de Granadahasta cuarenta gomelesy el capitán que los manda.Al entrar en la ciudad,parando su yegua blanca,le dijo éste a una mujerque entre sus brazos lloraba:«Enjuga el llanto, cristianano me atormentes así,que tengo yo, mi sultana,un nuevo Edén para ti.Tengo un palacio en Granada,tengo jardines y flores,tengo una fuente doradacon más de cien surtidores,

y en la vega del Geniltengo parda fortaleza,que será reina entre milcuando encierre tu belleza.Y sobre toda una orillaextiendo mi señorío;ni en Córdoba ni en Sevillahay un parque como el mío.Allí la altiva palmeray el encendido granado,junto a la frondosa higuera,cubren el valle y collado.Allí el robusto nogal,allí el nópalo amarillo,allí el sombrío moralcrecen al pie del castillo.Y olmos tengo en mi alamedaque hasta el cielo se levantan


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