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Published by EUGLENAVIRIDIS, 2017-04-19 18:46:09

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Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allenespécimen de una subespecie nuestra, y si luego resulta queella es un animal, pues entonces todos lo somos. Intentaddecirle eso al ciudadano medio sin causar un disturbio. –¿Se puede intentar algo con la idea de las cronoespecies? –¿Qué es una cronoespecie? –preguntó Michael. –Una especie es una población reproductiva, ¿vale? Perono puedes tener niños con una mujer que murió hacedoscientos años; sus genes ya no están disponibles demanera directa. Tampoco puedes tener descendencia conuna mujer que todavía no ha nacido. Ambas mujeres estánaisladas reproductivamente por el tiempo. Unacronoespecie es una especie proyectada a través del tiempo,para tener en cuenta casos como esos. Por supuesto, nadiees demasiado tiquismiquis con el tema. Obviamente, un serhumano sigue siendo de la misma especie a través de unoscuantos siglos de nada, y sólo los más neuróticos yretentivos anales entre nosotros insistirían en referirse a suabuela como «cronoespecífica». »Pero si retrocedemos lo suficiente, los suficientes ciclosde progenitores y progenie para que haya tenido lugar algode verdadera evolución, el miembro más antiguo del linajeno podría reproducirse con el más moderno, aunquepudieras meterlos en la misma habitación. En teoría, sepuede rastrear mi ascendencia a través de veinte millonesde años de emparejamientos con éxito. Si no hubierantenido éxito, no estaría aquí para pagar la próxima ronda.Pero hace diez millones de años, mi retatara-retatara-tatarabuela tenía el aspecto de un lémur, y nadie diría quepertenecemos a la misma especie. En algún momento entrelos últimos cien años y los últimos veinte millones de añosdejamos de ser la misma especie. De hecho ocurrió varias 451

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allenveces. Así que se inventaron esa idea de las cronoespeciespara responder a esas paradojas. ¿Ha quedado claro como elpetróleo? –Casi –dijo Mike–. ¿Te vas a comer esas patatas fritas? –Tú mismo –replicó Rupert, empujando su plato hacia elterritorio neutral en medio de la mesa–. De cualquier forma,Liv, quizá puedas decir que los boiseanos son una faseanterior de nuestra cronoespecie. No es que tenga muchosentido en realidad, pero siempre será mejor que decir queno te importa que tu hermana se case con uno. Livingston sonrió y alargó la mano en dirección a laspatatas fritas restantes. –Le pasaré tu sugerencia a los demás. El sábado por la noche era el momento en que a Barbarale gustaba leer el periódico, reclinada en la cama con lostitulares, la sección de anuncios, las tiras cómicas y lassecciones de estilo y espectáculos esparcidas sobre lacolcha, deslizándose hacia el suelo. Por primera vez en loque parecía mucho tiempo, no había nada sobre ella, sobreJueves o sobre los australopitecos en el Post... ni siquieraun articulillo confuso y mal redactado sobre la evolución.Era agradable volver a ser una persona normal, sin fama,anónima. Michael entró procedente del cuarto de baño encalzoncillos bóxer, secándose la cara con una toalla.Barbara le sonrió. –Hola, grandullón –le dijo–. ¿Vienes por aquí a menudo? Él le devolvió la sonrisa y apartó la sección de tirascómicas para sentarse al borde de la cama. –No lo suficiente. Te he echado de menos. 452

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allen –Odio admitirlo –dijo ella con un poco de tristeza–, peroyo también te he echado de menos. Es agradable verte... yes agradable tener de vuelta un poco de tu antiguo yo. Sinpreocuparte tanto por lo que piensen los demás, sólorelájate y sé tu mismo. –Sí, lo sé. En cierto modo es un alivio. Pero... no sé. Hetenido mucho tiempo para pensar en los últimos meses, yno estoy tan seguro de que éste sea mi antiguo yo... o unonuevo que tú hayas ayudado a crear, uno que perdí por untiempo. Al crecer, lo único que me preocupaba era noquedarme atrapado en aquel barrio. Pelear, esforzarme,estudiar, trabajar hasta tarde, trabajar más duro que losdemás, conseguir esa beca. Siempre eran los demás los queme juzgaban, no yo. Lo que importaba era lo que pensabanellos. Incluso la gente que me tenía en estima me tratabacomo una inversión, como algo que probablemente daríadividendos... pero a lo mejor no. Tenía que impresionar atodo el mundo. Michael le acarició la mejilla con la mano, y le retorció lanariz juguetonamente. –Fuiste la primera persona en mucho tiempo que me veíacomo lo que era, a la que le gustaba por lo que era. Hicisteque me empezara a gustar a mí mismo tal y como era, nopor lo que debería o podría ser. Pero entonces obtuve laplaza, y empezó el competir, competir, competir y lasinterminables horas de trabajo. Otra vez volvía a juzgarmepor lo que pensaban ellos... y empecé a juzgarte Dios sabecómo. De cualquier manera, siempre que fracasaras, y deesa forma yo quedara mejor que tú –Mike se encogió dehombros–. Confesiones dignas de un reality show, ¿no? 453

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allen »Cuando te fuiste a la excavación de Gowrie, y luego aÁfrica, de repente me di cuanta de que te había perdido deverdad. No ibas a volver. Empecé a preocuparme por ti, alláen la selva, imaginándome todo tipo de cosas que podíanocurrirte. Me preocupaba que... que pudieras morir. Ypensaba en lo terrible que sería, en lo vacío que quedaría elmundo.. –Mike se levantó y fue hacia el tocador al otro ladode la habitación–. Lo siento. De verdad. Todo. Barbara salió de la cama y fue a dar con él. Le rodeó conlos brazos, sintió la fuerza de estar envuelta en su abrazo. –Está bien. Yo tampoco he sido la persona más fácil detratar del mundo. Empecemos desde aquí, empecemosdesde cero. –Quizá haya otras cosas que intentar de nuevo –dijoMichael–. Quizá podríamos intentar tener hijos otra vez. Noteníamos por qué haber desistido tan rápido. ¿Quieresllamar de nuevo a la clínica de fertilidad, intentarlo denuevo? Barbara contempló su rostro y creyó que iba a llorar.¿Cómo decírselo? No podía. –Ya tengo cita. Para mañana. Mike sonrió, una sonrisa hermosa y feliz, y Barbaraenterró la cabeza en su pecho para no verla. ¿Cómo podíahacer lo que estaba haciendo? Pero no había otra forma. Esa noche hicieron el amor, feroz y apasionadamente,intensa y suavemente, como si fuera la primera y la últimavez. Las acciones, los actos, eran fáciles. No tenía cita, porsupuesto. Lo que sí tenía era una receta robada, garabateadaen una hoja robada del recetario de Michael. 454

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allen Fue hasta el hospital en coche, aparcó, cruzó la calle,entró, haciendo todas esas cosas rutinarias con una atenciónsobrenatural, observando sus propios movimientos como sicada uno fuera algo especial. Sabía exactamente a dónde iba. Ya había estado allídemasiadas veces. Sabía en qué lugar del hospital sehallaba la clínica. Cuál era la única silla cómoda en la salade espera, qué emisora solía poner la enfermera del turno dedía en la radio de la recepción. Había aprendido todas esascosas sobre ese lugar en el transcurso de su batallainfructuosa por tener un niño. La aburrida enfermera recogió la receta y se fue hacia elcongelador. Barbara sabía cuánto tardaría en volver, tiemposuficiente para conseguir las otras cosas que necesitaba.Con el corazón martilleándole, intentando mirar detrás deella a cada paso del camino, se introdujo en una sala deexamen vacía y se hizo con el instrumental que necesitaría.En treinta segundos ya tenía lo que quería, y estaba devuelta en el mostrador, esperando a la enfermera.Finalmente, la enfermera reapareció con el pequeñopaquete congelado, envuelto en material aislante. Diezminutos más tarde, Barbara estaba en la calle, conduciendohacia Santa E. Ningún problema. Barbara había calculado y cronometrado su plan con todocuidado. El momento adecuado era esa misma noche. Aúnasí, haría falta algo de suerte. Barbara se sabía elprocedimiento de memoria, gracias a sus propias y difícilesexperiencias. El sedante para la paciente era fácil deconseguir. Ningún problema, seguía diciéndose a sí misma.Barbara sentía una extraña disociación casi onírica mientrastrabajaba, una confortable neblina de irrealidad que se 455

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintidós Roger MacBride Allenasentó sobre ella y que hacía que la tarea fuera menosdemencial porque, simplemente, no era real. Media hora de trabajo y estaba hecho. Barbara abandonó Santa E. silenciosamente, sin serpercibida, luchando por mantener la frágil compostura quehabía construido para sí. Quería llorar, gritar, confesar, perose negó a perder el control. No había vuelta atrás. Si fallabaesta vez, lo volvería a intentar otra vez. Y otra. No había otro modo.Tres semanas más tarde, en mitad del examen físicorutinario que le hacía a Jueves, Mike se dio cuenta de unascuantas cosas extrañas sobre su paciente, e hizo algunaspruebas. No podía creerse los resultados.Jueves estaba embarazada. 456

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride AllenABRILCAPÍTULO VEINTITRÉS –¿Y lo admites tan tranquilamente ahí sentada? Hace unmes o así era yo el que argumentaba lo contrario, Barbara,pero, Jesús, ahora sí que no veo razón alguna para que no teencierren –Rupert caminaba en círculos en la Fosa de losExcavadores, la oficina abarrotada en el Museo de HistoriaNatural donde había visto por primera vez a Ambrose,donde toda esta locura había comenzado para él.Livingston, Michael y el doctor Grossington estabansentados sobre sillas y escritorios de la habitación. Desde laventana llegaba el siseo de neumáticos húmedos sobreasfalto resbaladizo, gracias a la lluvia nocturna. Barbara estaba tranquilamente sentada en su escritorio,impertérrita ante su ira. Le parecía como si ya nada pudieraafectarla, molestarla o enojarla. Los cuatro habíanirrumpido mientras ella terminaba con algo de papeleo.Esperaba que lo averiguaran tarde o temprano. Casi era unalivio que la espera hubiera acabado. Con calma, conprecisión, recogió los documentos formando un fajoordenado, los metió en una carpeta y dejó la carpeta en subandeja de salida. Había encontrado el valor necesario paracometer y admitir la trasgresión definitiva, el pecadodefinitivo. Nada podría asustarla a partir de ahora. Sabíaque se mentía a sí misma, que su mente era un torbellino yque sus manos le temblaban, pero necesitaba las mentiraspara seguir sin derrumbarse. –¿Quién más? –preguntó, la mirada fija en la mesa delescritorio. Rupert dejó de caminar y le lanzó una mirada furibunda. 457

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen –¿Qué coño quieres decir con eso de quién más? –Michael te lo contó –se volvió hacia su esposo–. ¿Quiénmás? ¿Quién más está al corriente? ¿A quién más se lo hascontado? –A Livingston, al doctor Grossington, a Rupert. Ésos sontodos por ahora –respondió Michael, su voz tenía un tonoduro y lejano. Nadie habló–. La puta clínica de fertilidad ala que íbamos –dijo Michael al fin–. Fue ahí, ¿no?Conseguiste el semen de mi puñetero hospital, ¿no? Nobastaba con que la puñetera mona esté preñada, no bastabacon que tuviera que ser de un humano porque hamenstruado dos veces desde que está aquí, sino que ademástuviste que hacerlo en mi hospital. ¿Alguna idea de quién esel papaíto? –preguntó sarcásticamente. Barbara siguió sin levantar la mirada, continuaba mirandofijamente el centro del secante del escritorio. –Tú –dijo quedamente. En su interior sentía como si elmundo se alejara de ella en un remolino, como sidesaparecieran las últimas esperanzas–. Eres tú. –¿YO? –gritó Michael. Intentó abalanzarse sobre elladesde el otro extremo de la habitación, y Livingston casi nopudo sujetarlo a tiempo. Livingston tuvo que recurrir a todasu fuerza para retenerlo. –¿Yo? ¿Me has convertido en el padre de un mono? –forcejeó contra la presa de Livingston, inclinando el rostrotan cerca de Barbara como pudo. Barbara se obligó amirarlo. El sudor le resbalaba por la frente y tenía los ojosenormemente abiertos por la furia–. ¿Éste va a ser el niñoque siempre quise? Eres un monstruo. –Lo siento –dijo ella–. Lo siento de veras, condesesperación, pero necesitaba dar un número de registro... 458

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen¡y el tuyo era el único que conocía! Después de todo... –sederrumbó súbitamente, al fin, llorando y riendo al mismotiempo– ¿de dónde va a sacar esperma una mujer por sísola? –sintió las lágrimas que le fluían y buscó un kleenexen uno de los cajones del escritorio–. ¿No es graciosocuando se piensa? –se colapso en lágrimas y sollozos.Finalmente, las lágrimas amainaron. –Suéltame, Livingston –dijo Michael en tono bajo.Parecía controlado, pero Livingston vaciló durante unmomento–. Suelta. Liv lo soltó y Michael quedó frente a Barbara. –Ahora mismo quiero hacer algo que juré que jamásharía... quiero golpearte, quiero pegarte. Y no creo queninguno de los presentes pudiera detenerme. Te lo mereces.Pero no lo haré. No voy a hacerte nada, excepto alejarme deti y de tu enfermedad. No quiero ensuciarme aún mástocándote o trabajando más con tu puñetera mona. –Seinclinó sobre ella y durante un momento Livingston creyóque la iba a golpear–. Todo el mundo siempre pensaba queyo era el que tenía problemas, que yo era el enfermo. Pero,por Dios y Cristo, mírate, mírate. Adiós, Barbara. Barbara miraba el escritorio, incapaz de mirarlo a él estavez. Michael se dio la vuelta y salió de la habitación. Nadie habló durante mucho tiempo. Jeffery Grossington se removió, incómodo, en la durasilla de madera que había encontrado para sentarse. –Barbara, en nombre de Dios, ¿qué se te pasó por lacabeza para hacer algo así? –exigió–. ¿Cómo has podido...cómo has podido pervertir a Michael, a ti misma, pervertira Jueves de esa forma? ¿Cómo pudiste cruzar humano conbestia? 459

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen –Pude, Jeffery. Porque me preocupan los seres humanos ylo que les ocurra. –Sí, lo que les ocurra cuando los cruces con animales –dijo Rupert–. Jesús, Barbara. –Lo hice porque no quiero que vuelva la esclavitud. Túmismo lo dijiste, Liv, cuando nos contaste las comparativasde ADN. Es humana... y no hay mejor manera dedemostrarlo que lo que he hecho. –¿Pero qué demonios tiene eso que ver con la esclavitud?–exigió Livingston. –¿Has leído lo que está haciendo Lowell? –preguntóBarbara quedamente–. ¿Has leído acerca de su campo paraboiseanos? –preguntó–. Un campo con alambradas,cámaras de vigilancia y barracones de dormitorio. Esperatener unos veinte boiseanos, o como sea la palabra, para elverano. Está trazando planes para tener una granja. Hayotro equipo de investigación que está haciendo lo mismo enInglaterra, y otro en Alemania. Ambos quieren boiseanoscautivos para estudiarlos. El equipo británico estáenfocando el asunto para ver lo educables que son, lo quese les puede enseñar a hacer. Algunos de los científicosinvolucrados ya están especulando con usarlos como manode obra, para trabajo pesado. Alguien incluso ha trabajadoen una fórmula hipotética para calcular el precio según susprestaciones. Lo vi en un artículo supuestamentehumorístico en el Wall Street Journal. Por ahora hacenbromas, pero la idea está presente en sus mentes. Un día lopensarán en serio –alzó la vista, finalmente, para mirarlos atodos–. ¿No lo entendéis? Precio según prestaciones ycostes, basados en los costes de importación o crianza, laformación requerida, costes sanitarios de mantenimiento, 460

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allengarantías, valor de novedad. Los muy hijos de puta losquieren como esclavos. –Maldita sea, Barbara, ya hemos pasado por esto –objetóLivingston–. Para poder ser un esclavo primero tienes queser una persona... ¿o es que todos los animales domésticosson esclavos también según tú? –Para y piensa un poco, Liv. Los animales no puedenhacer trabajo humano. Jueves puede. Piensa en lo queocurrirá si decidimos que compartimos el mundo consubhumanos. Imagínate a los trabajadores inmigrantes quepierden sus trabajos reemplazados por esclavos boiseanos.Con mucho entrenamiento, con una buena cantidad de palospara castigar los errores, a lo mejor Jueves podría serentrenada para hacer de barrendero, o incluso de obrero delínea de montaje. ¿Se parece a los demás animalesdomésticos, entonces? ¿Pero cómo podrían ser esclavos sison animales? ¿En serio te crees de verdad lo que hasdicho? »¿Estás preparado para los disturbios antiboiseanos dedentro de diez años? ¿Y qué pensará la gente del trabajodentro de veinte años si es algo que hacen los esclavos?Liv, Rupe, ya visteis cómo eran los utaani. ¿Queréis quenuestra sociedad tenga esas actitudes? Barbara sentía que el corazón le martilleaba, que letemblaban las manos por las emociones y las reacciones. –¿Y os habéis parado a pensar acerca de cuándoocurrieron esas otras «intrusiones» anteriores de geneshumanos? Podéis apostar a que no fueron medianteinseminación artificial. Pensadlo. ¿Podría haber algo másdegradante que eso? Hace que la prostitución y elproxenetismo normales parezcan algo saludable en 461

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allencomparación. Éste no será el primer híbrido que nace... peropodéis apostar el culo que no será el último a menos quehagamos algo al respecto. »El mundo necesita una sacudida, algo que lo hagadespertarse y pensar en todo esto... justo antes de queempecemos a deslizamos hacia una horrible catástrofesocial antes de que nos demos cuenta. Este desastre esresponsabilidad nuestra. Tenemos que proporcionar esasacudida, y no se me ocurre manera mejor que lo que hehecho. Nosotros, los presentes en esta habitación ahoramismo, tenemos la oportunidad de decidir cómo será elmundo a partir de ahora. Éste es el momento, éste es ellugar, y nosotros somos las personas. Y yo no voy apermitir que metan a esas criaturas en campos deconcentración en nombre de la ciencia, o que los pongan atrabajar para que insulten al trabajo honrado de verdad yque vuelvan a resucitar la pesadilla que anida en el alma detoda persona negra. ¿Alguno de vosotros quiere pasar a lahistoria de esa manera? –Barbara se detuvo y se apoyócontra el respaldo de su silla. Inhaló profundamente y sepasó la mano por el pelo, intentando alisárselo–.Sinceramente, ojalá que jamás hubiéramos encontrado aJueves. Pero lo hicimos y tenemos que enfrentarnos alhecho. Y ese pobre niño nonato es la mejor oportunidad quetenemos de un futuro decente. –Barb –dijo Livingston–. No sabes si convertirán a losboiseanos en esclavos, y aunque ocurra, no puedes estarsegura de que este nacimiento, esta maniobra publicitaria,pueda prevenirlo. Has cometido un delito, un delitoterrible... ¿Vale la pena sólo porque puede que impida quese cometa otro delito hipotético más adelante? 462

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen –Oh, la esclavitud volverá. No te preocupes por eso.Porque si los boiseanos no son humanos, entonces sonanimales, y los animales no pueden ser esclavos, tal y comodices. Cualquiera en este país o en todo el mundo quenecesite mano de obra barata puede percatarse de esalaguna jurídica. Y si es legal, entonces ocurrirá. Créeme.Así que la pregunta es: ¿quieres que la esclavitud sea legalde nuevo, Livingston? –preguntó Barbara en tonovenenoso–. ¿Quieres vivir en un mundo en el que sea legalcomprar un homínido, legal hacer trabajar a la criaturahasta que muera, o torturarla, o llevar a cabo experimentossobre ella que son demasiado peligrosos para la gente «deverdad»? –Abrió el cajón de su escritorio y sacó un libro–.Y la esclavitud no es mala sólo para los esclavos, Liv. LaTía Josephine me envió el original del diario de Zebulonhace tiempo. Y en el diario había algo que me decidió ahacer lo que hice. Escucha. ...nunca fui azotado con furia, sino que siempre lofui de una manera estudiada, meticulosa y científica,calculada con precisión para producir losresultados deseados, de la misma manera que unherrero podría martillear una herradura sobre elyunque, sometiendo el hierro a su voluntad sin furiani emoción, sin pensar en que el metal sobre el quetrabajaba pudiera sentir dolor, miedo o necesidad... Mejor el castigo airado de un amo enfurecido queun hombre forjando metódicamente una herramientapara que se ajuste a sus necesidades. No era sólo enla forma en que nos azotaban, sino también en laque nos alimentaban, nos alojaban y nos vestían que 463

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allennuestros antiguos amos nos trataban no comohombres y mujeres, ni siquiera como criaturascarentes de razón, sino como objetos, comoherramientas a usar, remendar si parecía que valíala pena, y descartar sin preocuparse ni dedicarlesun pensamiento... Qué lisiada debe quedar el almade un niño blanco cuando es criado, formado yenseñado a creer que un ser humano puede sermenos que un animal. Qué vil es obligarse unomismo a creer que el dolor que infligió no dolió enrealidad, que su crueldad estaba justificada. Quémaligno es aprender, y luego enseñar a otros, lastécnicas para despojar a otro ser humano de todadignidad... Qué horrible es saber en el último rincónde la mente de uno que toda tu riqueza, toda paz yprosperidad, están cimentadas en la sangre, en ellátigo, en la barbarie cuidadosamente oculta bajouna compleja fachada de cortesía y buena sociedad.La culpa pende como una pesada mortaja fúnebresobre las plantaciones del hombre blanco. Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa. –¿Quieres vivir en un mundo como ése, en el que vivierontus antepasados? ¿Quieres vivir como vivían aquelloshombres blancos, los esclavistas, en ese mundo? ¿Quierestener que explicarles a tus hijos por qué estaba mal el quenosotros fuéramos esclavos, pero que pueden ir y darle unapaliza al boiseano de la casa si les da la gana? ¿Quiereseducar a tus hijos en la creencia de que una criatura quecamina como nosotros, que se parece a nosotros, que puedehablar con nosotros si le enseñamos, es un animal? 464

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen¿Quieres dejarlo en un parque infantil lleno de niños que sedarán cuenta de que es del mismo color que los boiseanos?¿Te imaginas lo que le haría sólo eso a la gente de color? Se levantó y los miró por turno. –¿Habéis pensado en el efecto corrosivo y degradante quetendrá sobre la sociedad, sobre el mundo, si mantenemos enesclavitud a una raza humana inferior? Nadie habló. –Si Jueves es un animal, ¡entonces todos lo somos! –exclamó Barbara casi gritando–. Los suyos están tancercanos a nosotros que da miedo. Sólo son algunos de lospedacitos más pequeños de ADN, una o dos moléculasconstituidas así en vez de asá, lo que evita que seamosnosotros los simios bípedos sin habla que caminantorpemente, que apenas saben cavar un agujero con un paloafilado, que tienen problemas para construir frases. Uno odos minúsculos cambios en los genes, y nuestra especiesería como la suya... De hecho, éramos como ella, no hacetanto tiempo. –Pero Jueves no es un ser humano –dijo Grossington–.No es una persona. –Demuéstramelo –dijo Barbara–. Señálame la parte de tique hace de ti una persona, e iré a mirar si le falta a Jueves. –¿Cómo se puede señalar el alma de un ser humano? –exigió Grossington. –No se puede. Pero antes de que me digas que no importaque los de su raza sean tratados como autómatas sin alma,sacrificables en trabajos y experimentos peligrosos, primerodemuéstrame que no tiene un alma. Puede que no sea un serhumano, pero sé que tiene un alma. 465

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen –Vamos, Barb –dijo Rupert–. ¿Cómo lo sabes? ¿La hastocado? –No, pero me ha tocado a mí –restalló Barbara–. Sé quetiene un corazón amable, sé que puede amar, y hablar, eintentar quebrantar las reglas y salirse con la suya si puede.Confió en mí cuando le dije que nunca sería una esclava.Ha sido una esclava durante toda su vida, de eso no hayduda, y ahora es cuando está empezando a ser libre. Nodejaría que volviera a la esclavitud. –Así que, en vez de eso, la convertiste en madre –dijoRupert. –Si podemos procrear juntos, entonces somos la mismaclase de criaturas. Esa es la definición de especie –dijoLivingston en voz baja–. Y ahora tenemos que elegir entredecir que somos animales o que los boiseanos sonhumanos. Ninguna de las dos opciones es bonita, pero creoque me gustaría seguir siendo humano. Si traeconsecuencias, pues vale. Pagaré el precio. Que se hagajusticia aunque se desplomen los cielos. Barbara miró a su primo a los ojos y sonrió con tristeza. –Gracias, Liv. –No me lo agradezcas todavía. Aceptaré a Jueves comohumana sólo si se trata de elegir entre eso y que yo sea unanimal. Pero por ahora eso no importa. Dime otra cosa:¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? –Porque no había otra manera –dijo Barbara con undestello apasionado y al mismo tiempo pesaroso en losojos–. No había otra manera de mostrárselo a la gente... nosólo a los científicos y a los antropólogos moleculares y alos genetistas, sino a la gente, mostrarles que es igual, quees como nosotros. 466

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen –¡Pero no sabes qué es! –dijo Rupert–. Se ha quedadoembarazada, sí, ¿pero tiene un niño o un monstruocreciendo en su interior? –Ha habido otros entrecruzamientos –dijo Barbara a ladefensiva. –En el historial genético de Jueves hay evidencia deentrecruzamientos, sí –dijo Livingston–. Pero puede quehubiera cientos de intentos por cada éxito... y puede que elúltimo intento tuviera lugar hace miles de años. No losabemos. Por otro lado, las generaciones subsiguientes dehíbridos lograron volver a reproducirse dentro del linajeaustralopiteco, hasta ahí sabemos. La progenie sobrevivió ytuvo descendientes. Si no hubieran sobrevivido, su ADN noaparecería en los genes de Jueves. ¿Sobrevivirá este niño?Es algo arriesgado de predecir. Y en cuanto a qué aspectotendrá el niño... no hay manera de saberlo. Pero hay unabuena probabilidad, si el embarazo llega a término, de quetenga una existencia deforme y maltrecha. No será«normal», eso seguro. –El niño nacerá –dijo Barbara–. Nadie lo podrá impedir.Si es necesario, me llevaré a Jueves, la esconderé hasta quehaya alumbrado. Tendréis que encerrarme para detenerme.–La voz le falló durante un momento, pero la recobró confuerza–: Sé que está mal. Sé que es una violación... deJueves, de mí misma, de... de la «decencia», a falta de unapalabra mejor. ¡Pero no seré la mujer que trajo de vuelta laesclavitud, o algo peor! Rupert se giró y miró por la ventana. –Así que lo que dices es que tenemos que elegir –dijo–.No hay duda de que vamos a traer una abominación almundo; pero la pregunta es: ¿cuál? ¿Será la esclavitud 467

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allendeshumanizadora y el odio? ¿O un pequeño bebé híbrido?Buena o mala, no sabemos qué tipo de vida tendrá el niño,o siquiera si vivirá. Es jugar a Dios de la peor maneraposible. Pero de la forma en que lo expones, Barb, cometerel grave y terrible crimen de dejar que continúe el embarazoes la mejor opción que tenemos para evitar que el mundo sevuelva mucho peor de lo que ya es. Me gustaría poderrebatirlo, pero no puedo. Livingston negó con la cabeza. –Yo tampoco puedo. Pero la criatura... el niño... ese pobrebebé. Lo siento. Por él. El doctor Grossington llevaba un rato escuchando yesforzándose por pensar. –Ya veo –dijo–. Creo que empiezo a verlo. Lo que hashecho es una locura, algo perverso e insano, pero empiezo apreguntarme si podrías haber hecho otra cosa en realidad –se aclaró la garganta y reflexionó durante otro minuto más–. Pero si ese extraño nacimiento va a tener el efectodeseado, si va a ser el sacudir de conciencias que detenga laexplotación de los boiseanos, tendrá que tener la máximapublicidad. Al principio, sin embargo, tendremos quemantenerlo en silencio mientras preparamos el terreno.Habrá que educar al público–. La revulsión será fuerte detodas maneras. Si Jueves va a ser madre en vez de arder enla hoguera, va a hacer falta muchísima planificación ycuidadosas maniobras. –Será complicado –concedió Rupert–. No puedo creer queme esté apuntando a esto... pero considerando lo que hadicho Barbara, ¿qué elección tenemos? Pero, de todasformas, nosotros cuatro podemos aceptarlo; después detodo, conocemos a Jueves. ¿Pero lo aceptará el mundo? 468

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allen En algún momento de la larga noche de conversación setrazó un plan. Se pasó de la oposición al embarazo a suaceptación, y de ahí a discutir sus méritos y a planear cómohacer que funcionara. Esperarían hasta la publicación delartículo de los de antropología molecular, de forma que lagente entendiera que el entrecruzamiento era posible. Esoharía que el escándalo fuera algo más aceptable. Quizáesperarían hasta que Lowell volviera de Gabón, y tuviera sucolonia de australopitecos bien establecida enMassachusetts. Con suerte, habría algunas protestas contraeso, quizá un ambiente más comprensivo como reacción.Sabían que no podían precipitarse en anunciarlo. Tendríanque esperar al momento que pareciera adecuado. Se fuerona casa esa noche con un plan aparentemente razonable pararevelar la información en el momento y la forma que elmundo pudiera aceptar. Excepto que, dos días más tarde, Michael presentó unademanda en la Corte Federal para que el embarazo fuerainterrumpido.REVELADO EMBARAZO HUMANO-BOISEANO(AP) La Australopiteca traída de África haquedado embarazada con esperma humano.Este asombroso hecho ha sido revelado por elDr. Michael Marchando, el marido, ahora endesavenencia, de la Dra. Barbara Marchando.Michael Marchando ha presentado unademanda contra su esposa, acusándola dehaber usado su esperma para fecundar a 469

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride AllenJueves, la famosa «boiseana» procedente deGabón. Una fuente en la Institución Smithsonianaconfirmó que Jueves estaba realmenteembarazada y que investigaciones recientesindican que la fecundación con espermahumano debería ser posible entre losboiseanos. Barbara Marchando, que presentó surenuncia esta mañana a su puesto en laInstitución Smithsoniana, no negó la acusación,pero declaró que presentaría batalla contra lademanda y que haría todo lo que pudiera paraque el embarazo continuara... Barbara estaba atónita por lo fácil que era explicarle aJueves que iba a tener un bebé. Era un encantador día deprincipios de primavera, y las dos paseaban de nuevo porlos jardines del hospital. Sólo hacía un día o dos desde quesalió la noticia, pero ninguno de los investigadores delSanta E., ninguno de sus antiguos compañeros de trabajoquerían hablar o tener trato alguno con ella. No importaba,siempre que pudiera ver a Jueves. Aunque Barbara tuvo querenunciar a su trabajo para evitarle posteriores apuros alSmithsoniano, todavía se le permitía entrar en los terrenosdel hospital... por ahora, de todas formas. Había más de unoque pensaba que debería alojarse allí de forma permanente.Quizá tuvieran razón. No importaba. Había perdido su trabajo. Su marido, su carrera y a casitodos sus amigos. Quizá la metieran en la cárcel, siencontraban la forma. No importaba. Nada importaba, 470

Huérfanos de la Creación: Capítulo veintitrés Roger MacBride Allenexcepto el hijo de Jueves. Tomó la mano de Jueves y lacondujo al mismo banco del parque en que se habíansentado la vez anterior. –¿Jueves sabe lo que Jueves tiene dentro? –preguntóBarbara, acariciando el estómago de su amiga. –No –replicó Jueves. –Bebé crece dentro. Bebé crece, tú serás madre. –¿Madre?¿Madre con bebé?–preguntó Jueves conentusiasmo. Su gesticulación mejoraba cada vez más, eramás expresiva, más precisa, y su uso de las palabras eracada vez más sofisticado... aunque parecía haber alcanzadoalgún límite en el aprendizaje de palabras nuevas. –Serás madre, con bebé –le aseguró Barbara–. Pero largotiempo desde ahora, debes esperar a que bebé crezcadentro.–¡Feliz! Gusta bebé. ¡Quiere que bebé venga! –Bebé vendrá, pero no pronto. –¿Cómo será bebé?–preguntó Jueves entusiasmada. –No lo sé –replicó Barbara verazmente. ¿Qué tipo decriatura conspiraban para traer al mundo? ¿Un monstruo?¿Alguna especie de desastre genético que moriría inclusoantes de nacer? ¿Un bebé saludable que simplementetendría un aspecto y un comportamiento un poco extraños?¿Qué tipo de vida tendría? Barbara ya se había preguntadotodas esas cosas cuando había introducido el inyector llenode esperma, pero los misterios, las ambigüedades moralesno se volvían más claros. Ahora no podía hacer más que esperar. 471

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride AllenVERANOCAPÍTULO VEINTICUATRO [Extracto de un artículo de la edición del 26 de junio del Washington Post] ... Las maniobras legales alrededor de este caso han continuado durante meses. La demanda del Dr. Michael Marchando para la interrupción del embarazo fue rechazada en su apelación final el viernes. El juez dictó que, bajo los términos de su acuerdo con la clínica de fertilidad del hospital, Marchando había cedido su derecho a controlar el uso de su esperma almacenado en la clínica, y que además no existía ninguna ley civil o penal contra los actos que cometió la Dra. Barbara Marchando, exceptuando la falsificación de receta, el robo del esperma y del instrumental del hospital que usó para llevar a cabo el procedimiento de inseminación. La Dra. Marchando se declaró culpable de ese delito y recibió suspensión de la pena. Libres ahora de la demanda Marchando contra Marchando y de las órdenes de restricción temporal, parece que ahora las autoridades pueden enfrentarse directamente a la cuestión de qué hacer con ese extraño embarazo. Pero nadie parece ansioso por abordar la cuestión. Pueden hacerse varias interpretaciones desde uno u otro punto de vista sobre este caso, asignando la jurisdicción472

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allenal Servicio de Pesca y Vida Silvestre, alServicio de Aduanas, al Servicio de Inmigracióny Naturalización, al Departamento de Estado, alFBI o incluso a la Comisión de DerechosCiviles de los Estados Unidos. También hayvarias agencias gubernamentales del Distritode Columbia que podrían implicarse. Peronadie parece estar dispuesto a ser el quedecida si el embarazo debe llevarse o no atérmino. Incluso en el caso de que un burócratafederal o local decidiera intentar interrumpir elembarazo, hay unos cuantos problemas en elcamino. El que una agencia federal intentellevar a cabo un aborto es ilegal, por supuesto,y Jueves está supuestamente bajo jurisdicciónfederal, aunque no se pueda identificar unaagencia específica al cargo. Está en unainstitución con participación federal, fueimportada a este país por científicosgubernamentales y mediante avionesgubernamentales, y ha sido alimentada,alojada, cuidada y estudiada con fondosfederales. Hay un segundo problema: Jueves ya hapasado el primer trimestre de su embarazo, ypor tanto ya ha excedido el plazo antes del cualla mayoría de las clínicas y médicos estaríandispuestos a realizar un aborto, aunque lasInterrupciones son legales en el Distrito hastala vigésimo primera semana. Que en este caso473

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allensería alrededor del 15 de julio. Para complicaraún más las cosas, está el hecho de queJueves ha indicado claramente que sabe queestá embarazada y que quiere el bebé. TodoIndica que el feto se desarrolla con normalidad,sea lo que sea lo que «normalidad» signifiqueen esta situación. En tal caso, y suponiendo que seaconsiderada como una persona con derechosante la ley, es virtualmente imposible, desde unpunto de vista legal, obligarla a someterse a unaborto, y para cuando se resolvieran lascomplicaciones legales, ya habría pasado elplazo de la vigésimo primera semana. Si es un animal, por supuesto, sus derechos odeseos no necesitan ser consultados, y noparece que haya estatutos pertinentes queregulen el aborto en animales. El debate, entonces, es: ¿es un animal o unapersona? La cuestión ya estaba siendodebatida mucho antes de que se descubrierasu embarazo, pero las circunstancias actualesle han dado renovada urgencia al debate. Ya que ninguna agencia gubernamentaldesea hacerse cargo del caso, muchosesperan que el embarazo llegue a término.Nadie puede decidir, y retrasar las cosas haráque llegue un momento en que la discusióncarezca de sentido y ya haya nacido el hijo deJueves...474

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allen5 DE JULIO PROYECTO DE LEY para establecer losderechos legales y el estatus de todas laspersonas australopitecas en la Mancomunidadde Massachusetts. 1. Todas las personas australopitecasresidentes en la Mancomunidad en la fecha enque este proyecto se convierta en ley pasarana la tutela de la Mancomunidad, y les seránadjudicados tutores legales por el gobernadorpara su protección. 2. Se prohíbe por la presente la importación ointroducción de personas australopitecas en laMancomunidad, excepto en el caso deimportaciones temporales de tales personas encaso de asistencia humanitaria o médica. ElSecretario de Estado queda autorizado por lapresente a otorgar licencias para talesimportaciones temporales. Durante talesimportaciones temporales, tales personasestarán bajo la tutela temporal de laMancomunidad. 3. Ninguna persona australopiteca que estébajo la tutela de la Mancomunidad seráconfinada contra su voluntad sin el debidoproceso legal, ni le será denegado el debidoproceso, ni será sujeto de experimentaciónmédica o de otro tipo...20 DE JULIO 475

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allen [Declaración de la Oficina del Presidente,República de Gabón; traducción del francésoriginal] Se ha establecido que los individuosconocidos como tranka, boiseanos,australopitecos o Australopithecus boisei hansido mantenidos ilegalmente en un estado deservidumbre por la tribu utaani, y además se haestablecido que cualquier retirada adicional decualquiera de estos individuos fuera de laRepública de Gabón constituye un acto desecuestro. Los australopitecos liberados de losutaani por el gobierno la pasada semana sondeclarados por la presente especie en peligrode extinción y refugiados. Mientras no se tomenposteriores decisiones, quedarán bajo laprotección y el cuidado conjunto del gobiernode Gabón, la UNESCO y el World WildlifeFund...4 DE SEPTIEMBRE [Extracto de una entrevista con el Dr. RupertMaxwell, 60 Minutes] ...Pregunta: ¿Pero no hay peligro, porejemplo, de que el niño desarrolle un cerebrode tamaño humano dentro de un cráneo detamaño boiseano? Dr. Maxwell: Ése es un resultado menosprobable de lo que se podría esperar. No hayun gen para el tamaño del cerebro y otro parael del cráneo. En vez de eso lo que hay es toda476

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allenuna orquesta de códigos genéticos quefuncionan en concierto para desarrollarsistemas completos del cuerpo. En este caso,hay grandes evidencias de que el cráneo esestimulado a crecer por la forma del cerebrosubyacente. Es como el chiste de Abe Lincolnde que un hombre debería ser losuficientemente alto para que sus pies toquenel suelo. No es el cráneo el que decide eltamaño del cerebro, sino más bien al revés. Pregunta: ¿Prevé usted que nazca un niñonormal y sano? ¿No habrá problemas? Dr. Maxwell: Sano, sí, pero no normal. Dehecho, por debajo de la cabeza, los planescorporales de las dos subespecies son tansimilares que el niño debería tener un aspectonormal, si bien un poco más fuerte e hirsutoque la mayoría. Lo único que me preocupa sonlos dientes. Pregunta: ¿Los dientes? Dr. Maxwell: ¿Le ha echado un vistazo a losdientes de un australopiteco? Elentrecruzamiento entre esos dientes y loshumanos sí que puede que sea máscomplicado que lo del cerebro. Ese niñoprobablemente va a gastarse una buena pastaen ortodoncia.26 DE SEPTIEMBRE Barbara se agitó, incómoda, sobre la durasilla y volvió a ordenar sus notas. A estas477

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allenalturas ya debería estar acostumbrada, perohablar en público siempre la ponía nerviosa.Testificar ante un subcomité del Congreso eraincluso peor. Tomó un sorbo de agua y esperó. Finalmente, llegó el presidente, abrió lasesión del comité y empezó con lasformalidades habituales. Barbara no leescuchó, no de verdad. Tras meses de desfilardelante de cada foro público del país, ya habíaaprendido qué partes podía ignorar conseguridad. –Doctora Marchando, ¿está lista paraempezar? –preguntó el presidente. –Ah, sí, señor presidente, gracias, y gracias alcomité por invitarme. Dio otro sorbo de agua y recogió sus notas. –Lo que parecía inimaginable hace un año, eimpensable hace sólo unos meses, no sólo haocurrido, sino que además ha sido aceptado engran parte por el pueblo americano. Aúnquedan algunos meses hasta el acontecimientoprincipal, pero el embarazo de Jueves sedesarrolla bien, y cada día tenemos másrazones para ser optimistas acerca delresultado. »Hay, cosa comprensible, bastantes personasque aún se resisten vehementemente a la ideade que podamos entrecruzarnos con unaespecie inferior. Pero se trata de una ideaerrónea. Este embarazo demuestra quepertenece a nuestra especie, según dictan478

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allentodas las reglas de la ciencia y el sentidocomún. El Australopithecus boisei puede serconsiderado una subespecie de la nuestra. Fuepara demostrar ese hecho que emprendí lasacciones que llevé a cabo, y acepté lasconsecuencias de tales actos. Como esconsciente el comité, mis gastos legales hansido elevados, y la disrupción en mi vidaconsiderable. Nada de eso importa. Demostrarque Jueves es humana es más importante. »Jueves porta un niño humano, y estoysegura de que lo llevará a término. Por tanto,Jueves debe ser humana. Pero incluso aunqueel niño nazca con malformaciones, cosa queahora parece improbable, o que nazca muerto,posibilidad aún más remota si cabe, debequedar claro que estamos hablando de unparentesco cercano. Debemos mirar en surostro y ver el nuestro. Jueves es una ciase dehumano menos inteligente, menos cultural,menos lingüística... pero es humana. »No podemos permitir que la usen paraexperimentación animal, de la misma maneraque no podríamos permitir que se hiciera unavivisección de un niño con retraso mental, nopodemos considerarla una esclava; y no demosrodeos con las palabras: esclavos es lo queeran los suyos, y lo que algunos harían quevolvieran a ser bajo nuevos y bonitoseufemismos; no podemos considerarlaapropiada para ser una esclava tanto como no479

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allenpodemos considerar que una víctima delsíndrome de Down es apropiada para trabajaren las minas de sal. »Me complace decir que muchos estados yahan promulgado leyes que impiden laimportación y la explotación de los boiseanos.Este comité del Congreso está considerandouna legislación similar, así como lo consideranmuchas naciones extranjeras. Se espera que laAsamblea General de las Naciones Unidas sepronuncie pronto. –Barbara se detuvo duranteun momento, y dejó sus notas. »Pero hay más. Jueves y su hijo han hechomás que simplemente conseguir que seescriban leyes. Nos han enseñado algo. Inclusolas minúsculas diferencias genéticas entrenuestra clase y la suya dan como resultadosgrandes cambios en comportamiento ycapacidad. Es diferente a nosotros, muydiferente. Y eso demuestra que todas las razasde Homo sapiens sapiens son exactamenteiguales, que las diferencias en color de piel,forma del rostro, textura del cabello y todas lasdemás carecen completamente de importancia. »Hemos encontrado a nuestros primos largotiempo perdidos. Que la experiencia nosenseñe que todos somos hermanos yhermanas. De vientre enorme, grávida, moviéndose lentamente,Jueves caminaba con su amiga por los ya familiares480

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticuatro Roger MacBride Allenjardines del hospital. Las hojas caídas se arremolinabanentre sus pies, y el tiempo extrañamente cambiante de estelugar volvía a cambiar una vez más. Volvía a tener frío. Barbara le había advertido una vez más que el bebé podríaestar enfermo, o ser extraño, o que puede que creciera paraconvertirse en algo diferente a Jueves. Eso la asustó unpoquito, pero no tanto como podría; Jueves era unafatalista. Barbara también le contó sobre los demás que estabansiendo liberados de los utaani, y le dijo que era gracias aella. No podía entender cómo eso era posible, pero estabaorgullosa, pese a todo. Pero no tan orgullosa, percibió,como lo estaría un humano. No parecía posible que hubierahecho algo tan enorme. Jueves no podía imaginar que podía cambiar el mundo. Quizá, pensó Barbara, mientras contemplaba a su amiga,ésa era la diferencia entre las dos razas.481

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticinco Roger MacBride AllenDICIEMBRECAPÍTULO VEINTICINCO Era el momento. Según la ecografía, parecía que la cabeza del niño podríaser un poco demasiado grande para un parto seguro; serequirió una cesárea. La anestesiaron, la llevaron en silla deruedas, envuelta en blanco, a la sala de operaciones.Barbara fue con ella. Aunque Jueves estuviera inconsciente,querría tener a una amiga cerca. Livingston, Rupert y Jeffery Grossington esperabanansiosos en la sala de espera, en la larga tradición, si no defuturos padres, al menos sí de futuros tíos. Liv y Rupert estaban de pie y dando vueltas, pero Jefferyno sólo parecía calmado, sino tranquilo y feliz. Era más delo que Livingston pudo soportar. –Jeffery, en nombre de Dios, ¿por qué no te estássubiendo por las paredes? –exigió–. ¿Es que no sabes lo queestá pasando ahí dentro? El doctor Grossington sonrió. –Lo sé. He estado pensando, eso es todo. Quizá estamosmucho más cerca de ser bestias o animales de lo quepensábamos... pero tampoco lo hemos hecho tan mal, pese atodo. »Si estamos emparentados de cerca con losaustralopitecos, entonces ellos están cerca de nosotros... ymirad lo que suponen las pequeñas diferencias. Losnuestros, o para ser más precisos, nuestra especie ysubespecies, sólo llevan por aquí unos 35.000 años. Quizáunas mil ochocientas generaciones en total. Eso no es 482

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticinco Roger MacBride Allenmucho tiempo. Todas las demás especies de homínidostuvieron mucho más tiempo. Cientos de miles o millones deaños. Los australopitecos llevan sobre la tierra más decuatro millones de años. Ninguno de ellos ha hecho siquieraun intento de hacer lo que nosotros hemos hecho. »En todos sus millones de años, ninguno de ellos haseguido el curso de las estrellas, fundido metal, cultivóplantas, construyó una ciudad, escribió una historia o unacanción o un poema. Ninguno de ellos inventó la rueda odescubrió el fuego o creó cultura. Ninguno de ellos sepreguntó con tanto empeño de dónde venían para registrarel mundo en busca de sus ancestros, enterrados bajo losmilenios. »Nosotros sí buscamos, y encontramos a unos parientespobres, a unos huérfanos de la creación, que seguían connosotros, para recordarnos lo mucho que hemos hecho ycon qué poco. »Fue esa diferencia en nosotros la que nos hizo ir a mirar,a intentar averiguar cómo de semejantes éramos. Si nosparece humillante ser los parientes de jueves, piensa en lohumillante que debe ser para ella serlo de nosotros. Lossuyos no tenían más que esclavitud en la selva. Nosotrostenemos el mundo, y las estrellas ya nos llaman. »Después de todo, nosotros también somos huérfanos.Dios y la Naturaleza nos dejaron que nos defendiéramospor nuestra cuenta, sin nada de la intervención divina quecreíamos tener, y que creíamos necesitar. Lo hemos hechopor nuestra cuenta. Lo suficientemente bien para que ahorapodamos aceptar a nuestros parientes pobres, aunque nosepamos exactamente dónde ponerlos todavía. 483

Huérfanos de la Creación: Capítulo veinticinco Roger MacBride Allen Rupert estaba a punto de responder cuando oyó un ruido asu espalda. Era la puerta que se abría. Barbara entró en la habitación,y se bajó la mascarilla de quirófano. –Es una niña –dijo–. Y está perfectamente. 484

Huérfanos de la Creación: Posdata Roger MacBride AllenPOSDATA Era un bebé bastante feo. La piel no era losuficientemente oscura, y no tenía suficiente pelaje en lasextremidades ni en el cuerpo. La nariz no era losuficientemente chata, tenía la barbilla demasiadopuntiaguda, y los labios eran demasiado anchos, sin unhocico de verdad. No tenía ni un solo diente al nacer, y lacabeza entera era demasiado grande y redonda. Pero era el bebé de Jueves, e incluso mientras catalogabasus defectos, Jueves se olvidaba de ellos, y al volver amirarla... era el bebé más bonito que jamás hubiera visto. Barbara se sentó a su lado en la cama, sonriendo. –¿Sostenerla? –gesticuló. –Sí –gesticuló Jueves, un poco torpemente, con la manoque no sostenía al bebé. El estómago le dolía un poquito,allí donde el médico tuvo que cortar para extraer al bebé.Pero no importaba. –¿Qué nombre para ella? –preguntó Barbara–. Debesdarle nombre al bebé –tomó al extraño y maravillosamentecreado bebé entre sus manos y lo acunó. Jueves pensó durante un tiempo.–¿Puedo dar dos nombres?–Sí, tantos como quieras.–Barbara-Jueves. Nombre Barbara-Jueves. Porque escomo nosotras dos. –Sí, sí que lo es –concedió Barbara–. Gracias por elnombre.–Grossington... él pregunta hace mucho tiempo, cuandoacaba aprender buen habla mano... él pregunta qué espersona, y yo no sé. –Jueves alargó los brazos para recoger 485

Huérfanos de la Creación: Posdata Roger MacBride Allena su hija y Barbara se la traspasó con cuidado–. Ahora sé.¿Le dirás respuesta? –Sí, se lo diré. ¿Qué es persona, Jueves? Jueves acarició la pequeña cabeza peluda de su bebé conunas manos encallecidas, peludas, de uñas desiguales yretorcidas y también infinitamente amables. Señaló al bebé,y miró a Barbara.–Dile que es esto. 486

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride AllenNOTA DEL AUTORActualizada y revisada para la edición de FoxAcre Press Posiblemente no hay ciencia de importancia donde sesepa tan poco con seguridad, o donde tanto estudio yreflexión se base en tan pocas pruebas, como lapaleoantropología. En ella buscamos leer nuestra historia en anónimosfragmentos de hueso, y lo maravilloso no es que lohayamos logrado en absoluto, sino que lo hayamos logradocon tanto éxito. Se dice que todos los huesos de nuestrosantepasados desde hace un millón de años cabrían en un parde mesas de caballete. Esta escasez de pruebas queda ocultapor la habilidad del creador de moldes, que nos permite lailusión de que hay suficientes Lucys, o Zinjs, o Mister Piespara que todo museo tenga uno. En realidad, pocosconservadores de museo se atreverían a mostrar un cráneode homínido original aunque poseyeran uno... y la mayoríano tiene ninguno. Los «cráneos» que se muestran vieneninvariablemente acompañados de una pequeña placa queafirma, en letra pequeña, que el cráneo es una reproducción. La fragilidad y la imposibilidad de reemplazo de losrestos de nuestros antepasados hacen que la exhibiciónpública sea demasiado arriesgada. El zarandeo accidentalde una vitrina podría reducir a polvo a un valioso fósil. Por tanto, el cráneo australopiteco medio estará en unacaja de almacenaje a medida, con cada fragmento de huesobien colocado en su nicho en forma de mano, tallado engomaespuma químicamente neutra, y la caja en sí estaráamorosamente alojada en una bóveda subterránea deentorno controlado, a prueba de bombas dentro de loslímites de su nación de origen. Pocos son mostrados a la 487

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenvista del público vulgar. La Institución Smithsoniana seatreve a mostrar el verdadero diamante Hope... pero no uncráneo real de prehomínido. Exceptuando los descubrimientos excitantes y a vecesperturbadores de los antropólogos moleculares, esos huesosfrágiles y mimados son la única prueba física y tangible quetenemos de nuestro pasado lejano. Los antropólogosmoleculares y los primatólogos han hecho grandescontribuciones, pero casi todo nuestro escaso conocimientode nuestros ancestros distantes se basa en esos pocoshuesos. No es extraño que los interrogantes seaninfinitamente mayores que las certezas. Ninguna persona racional, al examinar las evidencias,puede dudar del hecho esencial de la evolución humana...pero ninguna persona en su sano juicio puede afirmar queconoce toda la historia. He hecho todo lo posible paraacomodar mi historia a los hechos conocidos, y creo que engran medida lo he logrado. Además, sin duda hay especiessin descubrir, no sólo en los confines inaccesibles de lasdensas selvas ecuatoriales de la Tierra, sino en todo entornodel planeta. Hasta donde llegan mis conocimientos, no haynada en la taxonomía o en el consenso existente sobre elorigen de la humanidad que haga que esta historia seaimposible. Pero, hablando de imposibles, una palabra sobre elcreacionismo. Unos cuantos amigos me han expresado ensu momento su incredulidad acerca de que el creacionismoy su fraudulenta progenie, el «creacionismo científico»,sean en realidad fuerzas a tener en cuenta. Tened laseguridad de que sí lo son. Rascad la superficie de mucha 488

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allengente aparentemente bastante razonable y debajoencontraréis a personas asustadas, que se sientenamenazadas, e incapaces de sobrellevar la idea de que lahumanidad no siempre fue lo que es ahora. Esa buena gente lanzará citas mal dichas atribuidas acientíficos prominentes, usará argumentos completamenteerróneos, desenterrará viejos fraudes y «hechos» y«pruebas» manipulados, negará la voluminosa cantidad deevidencias aportada por la paleoantropología (porquemuchos tipos de animales están mejor representados en elregistro fósil que los homínidos), interpretará mal esasevidencias para que encajen con sus propósitos, y a vecesmentirá directamente, antes que admitir que un hermoso,poético, mal traducido y contradictorio mito de la creaciónno es la verdad exacta y la palabra literal de Dios. Lamayoría de esas personas no mienten, sino que creengenuinamente en lo que dicen. Por otro lado, alguien hatenido que manipular las citas y falsificar las pruebas quecitan. Para empezar, alguien deliberadamente cincelóhuellas de pies junto a huellas fósiles de dinosaurio para«demostrar» que ambas especies convivieron. Existe un gran corpus de «pensamiento» (uso la palabracon prudencia) creacionista que al menos reconoce laexistencia de un registro fósil complejo y consistente entodos los estratos de roca sedimentaria de la Tierra.Desafortunadamente, esta «teoría» (usando ese término conprudencia) en realidad sugiere que Dios emplazódeliberadamente todos esos fósiles falsos ahí, como falsaprueba de un pasado inexistente (después de todo, el mundofue creado en el 4004 a. C.). Dios, por lo que parece, estáponiéndonos a prueba, viendo si puede hacer flaquear 489

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allennuestra fe en Su palabra revelada plantando pruebas falsas,colocando fósiles falsificados en la Tierra, y, en general,dotando a todo el lugar de un aspecto antiguo, haciendo queel planeta de 6.000 años de antigüedad parezca tener milesde millones de años. Esa buena gente sugiere que Dios estáponiendo a prueba nuestra fe... mintiéndonos. Si es así, unodebería al menos aplaudir Su minuciosidad. Después detodo, no sólo ha creado falsos fósiles de plantas y animales;también ha colocado cordilleras erosionadas, volcanesextintos de pacotilla, enormes cañones de erosiónsimulados, e incluso sucedáneos de coprolitos... de hecesfosilizadas. Fue un trabajo complicado, supongo, pero yapuesto a hacerlo, había que hacerlo bien. Sería divertido si no fuera tan triste. Oculta detrás de esa yde otras afirmaciones obviamente absurdas expresadas contoda la seriedad y el entusiasmo posibles por parte de loscreacionistas, está la desesperada determinación a negarnuestros vínculos con el resto de las maravillas de lanaturaleza, y una urgente necesidad de evitar a toda costaadmitir esa terrible verdad: que la humanidad es mejor hoyen día de lo que fue. ¿Qué hay de tan terrible en saber que somos un modelomejorado, que en nuestra breve estancia como especie en laTierra hemos logrado cosas que jamás se habían hecho encuatro mil millones de años? ¿Por qué es causa devergüenza antes que de orgullo? Ya me gustaría saberlo. Pero las teorías idiotas, las pruebas evidentemente falsas ylas citas triviales mal repetidas a posta son meros petardos,las defensas menores del creacionismo. Cuando necesitanrecurrir a la artillería pesada, traen rodando el arma másdevastadora de todas: la ignorancia. 490

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allen Todas las batallas para lograr libros de biologíaexpurgados de tal forma que no expliquen biología, todaslas demandas exigiendo persecución religiosa de esos librosque dicen que los niños deberían respetar otras religiones,todas las tonterías sobre que no tener religión es en sí unareligión y que por tanto todos los libros de texto públicosque no apoyan una religión son un intento por implantaruna religión estatal (y no me invento nada de esto); todasésas son batallas por el derecho a ser ignorante. Padres, profesores y directores, equivocados todos ellos,ayudados y apoyados por abogados y jueces que biendeberían saber lo que hacen, y que probablemente lo saben:intentan censurar ideas. Parecen asustados porque los niñospuedan recibir ideas extrañas y ajenas que no coinciden conla ortodoxia que impera en casa. Puede que una de esasideas se quede trabada en la cabeza del niño, y que luego nose la puedan sacar. Y lo próximo que ocurre entonces esque va el chaval y se le ocurre tener ideas propias, Dios nolo quiera. Entonces, inevitablemente, tirará por la bordatoda una vida de formación ética y guía moral paradedicarse a actuar como un pagano sin Dios que fuma rockand roll y pone las drogas a todo volumen en el equipo demúsica, o algo así. Después de todo, a la gente decente nose le ocurre pensar por sí misma, hacen lo que se les dice yya está. ¿Qué hay de tan amenazador en permitir que circule másde una idea en el mundo? ¿Por qué debemos pensar todosdel mismo modo? ¿Por qué todo lo que se quede por debajode una ortodoxia impuesta por el estado se consideradiscriminación religiosa? Si esos padres están tanpreocupados, ¿por qué no dedican una hora al estudio de la 491

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride AllenBiblia con su hijo? ¿No bastaría eso para ser una defensacontra las ideas foráneas? Para mí, lo que todo esto me sugiere es que los creyentesestán mostrando una perturbadora falta de fe. ¿Es que lapalabra revelada de Dios es tan frágil y débil que no puedesobrevivir al contacto con las simples ideas humanas?¿Puede la dedicación de un padre devoto que ha pasadotoda su vida enseñando a su hijo decencia, amabilidad,coraje y tolerancia ser destruida por los meros hechos ydibujos que aparecen en un libro? ¿Es la religión una flortan delicada que la educación puede destruirla? No lo creo.La gente que teme al conocimiento parece que se haformado la opinión contraria. Están equivocados. Debo dar las gracias a las personas cuya pacienciacolectiva fue más allá, con creces, de la llamada del deberdurante la gestación de este libro, empezando por la editoraoriginal y ahora amiga desde hace mucho, Betsy Mitchell.Tuvo fe en mí y en este libro cuando no había pruebasobjetivas (ni manuscrito) sobre las que basar tal fe. También me gustaría darle las gracias a mi madre poranimarme a seguir adelante; y a mi padre, cuyassugerencias mejoraron inmensamente este libro gracias asus habilidades como editor. Y por insistir en que no meachicara al final. Le debo una mención también a Shariann Lewitt porprestarme libros de consulta que luego tardé mucho endevolver. A Charles Sheffield por señalarme la existenciade una cantidad descorazonadora de literatura sobre eltema, y a Van y Ellie Seagraves por acomodarse a mí de 492

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenforma que pude tener el tiempo (y el hardware) paraterminar este libro. De igual manera, mis gracias a JimBaen, que fue quien publicó el libro por primera vez. Yfinalmente, mis agradecimientos a la Dra. KathleenGordon, de la Institución Smithsoniana, que encontró eltiempo para proporcionarme una visita entre bastidores deldepartamento de antropología. Debo recalcar que nobusqué, ni ella ofreció, ningún consejo ni opinión sobre eltema central de este libro, o sobre cualquier aspecto técnico.Cualquier error que haya cometido en este libro, lo cometísin ayuda externa. ***Apostilla a la Nota del autor sobre la edición de FoxAcrePress Este libro fue publicado originalmente en 1988, y tuvoreseñas apasionadas y ventas marginales. Sólo hubo unaúnica edición, de Baen Books, y cuando quedódescatalogado poco después de su publicación, así sequedó. Hubo ediciones en el Reino Unido y Alemania, peroel libro desapareció de su mercado natal. Desde entonces heintentado republicarlo en los Estados Unidos. El deseo deque este libro volviera a la imprenta fue la principal fuerzaimpulsora de mi decisión de crear FoxAcre Press, y de lamisión primaria de FoxAcre Press: resucitar títulos deciencia ficción y fantasía que merecen volver a publicarse. Las cosas han cambiado en la paleoantropología desde1988. Se han descubierto más fósiles, y varias especies dehomínidos y humanoides han sido descubiertasrecientemente, han sido puestas en entredicho, han sidobautizadas, y, en algunos casos, rechazadas. Las criaturasque una vez fueron llamadas Australopithecus, ahora son 493

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenllamadas por algunos Paranthropus (literalmente, «casihumanos»). El Cráneo Negro, WT-17000, recibe el nombretanto de Australopithecus como de Paranthropusaethiopicus en estos días, aunque algunos siguenllamándolo boisei. Los detalles sobre la familia de lahumanidad han sido reescritos incontables veces durante laúltima década y media, mientras los científicos discutensobre qué especie es ancestral y cuál no, según aparecennuevas evidencias, nuevas pruebas, nuevas dataciones.Descubrimos muchas cosas, y comprendemos muchasotras... para descubrir una vez y otra, y otra, y otra, lomucho que nos queda por aprender. En resumen, cuantomás cambian las cosas, más permanecen iguales. Muchas cosas permanecen iguales que cuando escribí estelibro. Sigue sin haber muchos conjuntos de fósilesprehumanos en el mundo. Mucha ciencia, mucha ciencia decalidad, se basa en una cantidad relativamente pequeña deevidencia física. Pero la evidencia que se ha acumuladoafirma más claramente que nunca que nuestro linajeancestral se remonta a África. Parece muy probable, dehecho casi es una certeza, que varias especies homínidascompartieron el continente durante millones de años. Hoyen día estamos solos, pero no siempre lo estuvimos. Dehecho, la situación actual es inusual precisamente porquesólo hay una especie homínida en el mundo. Tendemos aaceptar esa circunstancia como la norma general... pero dehecho es la excepción. Cuando me senté a revisar Huérfanos de la Creación parala nueva edición, me sentí tentado de actualizar el libro, y laciencia que aparece, y reversionar el libro en el año 2000 opor esas fechas. Sin embargo, pronto quedó claro que una 494

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenactualización no funcionaría demasiado bien, no lograríamucho en términos de mejorar la ciencia, ni tampoco enmejorar la historia. Esta historia pertenece a la época en quefue escrita. Sin embargo, sí he adecentado un par de cosas aquí y alláen el texto, pero he actuado en calidad de editor, no comoautor de una reescritura. Los cambios que he hecho tienencomo objetivo afinar la escritura preexistente, mejoraralgunas expresiones, dejar algunos puntos más claros, ylimpiar algunos trozos embarrados. Se trata, en esencia, delmismo libro que la versión de 1988, pero con unos cuantoserrores y fragmentos de escritura pobre que han sidoeliminados y corregidos. Esta nueva edición, sin embargo, sí que hace gala de uncambio significativo. Quiero explicarlo aquí por una razónmuy simple. Como lector, cuando diviso algo como unadedicatoria cambiada, o un nombre que desaparece yreaparece en la página de agradecimientos de una edición aotra, me pica la curiosidad por saber la historia, así decotilla soy. Odio cuando los escritores dejan ese tipo depequeños misterios sin resolver. Me resulta profundamenteirritante que me digan que hay una buena historia detrás dealgo, pero que no se me permita oírla. Por tanto, una breve explicación. La edición de 1988estaba dedicada a Joslyn Read, mi novia de aquel entonces.Pues bueno, resulta que Joslyn y yo estamos felizmentecasados... con otras personas. Joslyn y yo seguimos encontacto, y en buenos términos, pero no me parecíaapropiado dejar la dedicatoria previa (hay dos cónyuges quepodrían poner objeciones, para empezar). Pero seguía 495

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenqueriendo referirme a la dedicatoria previa, por otra razónmuy simple, y una que es consistente con mis objeciones alcreacionismo: odio que la gente finja que losacontecimientos del pasado, que ahora parecen algoembarazosos, no tuvieron lugar. Por tanto, consideren ladedicatoria previa debidamente presente. Pero eso me dejaba con otro problema. No me hago a laidea de enviar un libro al ancho mundo sin una dedicatoria,y sin embargo se me hacía extremadamente raro asignarleotra dedicatoria que, por muy sincera que fuera, pudieraparecer un simple intento de cubrir el hueco que ha dejadola dedicatoria previa. Cuando quiero dedicar un libro,quiero que signifique algo, y quiero dejar claro quesignifica algo. He pensado en hacer esta nueva edición durante años, yhe estado meditando sobre el problema de una re-dedicatoria apropiada durante un tiempo casi igual de largo.Finalmente, a menos de una semana antes de que planearapublicar la edición de FoxAcre, la solución, la soluciónobvia e increíblemente apropiada, me vino a la cabeza:Harry Turtledove. La elección era tan obvia que noentiendo por qué no se me ocurrió antes. Hay muchas ybuenas razones para dedicarle esta edición a Harry Yporque se basa en cosas que sucedieron después de que sepublicara Huérfanos de la Creación, y que de hechosucedieron porque Huérfanos de la Creación fue publicado,no puede considerarse que ésta sea sólo la segunda mejoropción para la dedicatoria. El libro tenía que ser publicadoantes de que pudiera existir esta dedicatoria. En la primavera de 1988, cerca de una semana después dela publicación de Huérfanos de la Creación, recibí una 496

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenllamada de teléfono de Harry, a quién no conocía en aquelentonces. Sin embargo, quedaba claro por el tono de vozdel desconocido que algo lo tenía asombrado. Harry mecontó que acababa de publicar A Different Flesh, que era sunovela de ciencia ficción acerca de un encuentro entrehumanos y otra especie de homínidos. La novela estababasada en las historias cortas que había publicado (en elIsaac Asimov’s Science Fiction Magazine, si no recuerdomal). Como mi novela no había sido serializada, Harry notenía ni idea de que iba a salir. Esto significaba que yo teníauna ligera ventaja, ya que yo conocía sus historias... desdelejos. Como muchos escritores, intento no leer nada que separezca demasiado a aquello en lo que estoy trabajando pormiedo a ser indebidamente influenciado y/o quedarmedesmoralizado. Según recuerdo, leí la primera de lashistorias, y luego me retiré porque las historias estabanbasadas en un tema demasiado cercano a mi trabajo en esemomento. Poco sabía yo cuan cercano estaba. Para lo que mellamaba Harry era para hablar sobre la cita de Stephen JayGould que aparece en las primeras páginas del libro queestás leyendo en este momento. Harry, según resultó, sehabía inspirado precisamente en las mismas palabras. Laobra de Gould nos había impulsado a ambos a explorar unfascinante ¿y si? Al mismo tiempo, la obra de Gould habíaproducido un sorprendente ejemplo de evolucióndivergente. Harry y yo, empezando desde precisamente elmismo punto de partida, habíamos contado dos historiascompletamente diferentes. Y Harry acababa de abrir el librode un perfecto desconocido, y ahí leyó el párrafo que le 497

Huérfanos de la Creación: Nota del autor Roger MacBride Allenhabía hecho pensar tanto que acabó escribiendo un libro.No me extraña que sonara un poco impresionado. Le sugerí a Harry que ambos deberíamos demandar al Dr.Gould por incitación a la ficción y de ahí la nuevadedicatoria. La demanda nunca se presentó, pero así fuecomo nos conocimos Harry y yo. Ése fue el principio deuna amistad duradera, una amistad que, sin duda, seguiráevolucionando según pasen los años.Roger MacBride Allen de 2000Takoma Park, MarylandNoviembre 498

Huérfanos de la Creación Roger MacBride AllenROGER MACBRIDE ALLEN Nacido en 1957 en Bridgeport (Connecticut, EEUU),Roger MacBride Allen se graduó en periodismo en 1979 enla Universidad de Boston. Sus primeras novelas fueroninteresantes y amenas aventuras de space opera como TheTorch of Honor (1985) y Rogue Powers (1986), refundidasmás tarde en Allies and Aliens (1995). Mayor enjundia y éxito tuvo su tercera novela, con la quefue redescubierto en 1987, Huérfanos de la Creación, unaexcepcional y sugerente narración sobre paleontología quese interroga sobre el significado y el alcance del serhumano. Es sumamente conocido por haber sido el autor elegidopor Isaac Asimov para escribir la trilogía formada porCalibán, Inferno y Utopia (1993), que extiende la idea delas tres leyes clásicas de los robots positrónicos de Asimova unos nuevos robots «gravitrónicos» en los que es posiblegrabar cualquier conjunto de reglas éticas. Aunque Calibánes un primer robot experimental con un cerebrogravitrónico sin leyes pregrabadas, las Nuevas Leyes de laRobótica han de permitir, en teoría, que los robots dejen deser esclavos de los seres humanos para pasar a ser suscolaboradores y compañeros. Ha escrito también diversas novelas en el universo de LaGuerra de las Galaxias, como las tres novelas de la Trilogíade Corellia (1995). Aunque hay otras, su trilogía másreciente se llama The Chronicles of Solace y está formadapor The Deeps of Time (2000), The Ocean of Years (2002)y The Shores of Tomorrow (2003). 499


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