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INGENUIDAD CONGÉNITA - Estela Ceballos

Published by Lidia Susana Puterman, 2021-05-12 21:18:39

Description: INGENUIDAD CONGÉNITA - Estela Ceballos
"Ingenuidad Congénita" no sólo es un libro de relatos y poesías, sino que es una exposición de lo que el hombre lleva .en lo profundo de su ser.
La autora se asoma a este interior desde la visión inocente de una niña, de quien no puede comprender el abandono, el sufrimiento del otro; pero también nos muestra que el ser humano puede mejorar, en ese interior donde nos esclaviza el egoísmo, también nos libera el amor, que traspasa todos las barreras, que no conoce de distancias, ni clases, ni de edades, y podemos enfrentar la vida, el desamparo y... la muerte.
En este nuevo libro se relata algunas vivencias crudas y conmovedoras, realidades que trata de sanar desde su aporte a la cultura y su trabajo desinteresado en la búsqueda del mejoramiento del ser humano.
Tiene una pesada tarea..., pero es esperanzadora.

Keywords: relatos,poesías,amor,desamparo,muerte

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María Estela Ceballos INGENUIDAD CONGÉNITA 2005 1O años 2015 Poesías y Relatos Sociales breves

Estela Ceballos Queda hecho el depósito que exige la Ley 11.723 Copyright © by María Estela Ceballos. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o retransmitida en cualquier forma o por cualquier medio electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabación o cualquier otro sistema de archivo y recuperación de información, sin el previo permiso por escrito de la autora. IMPRESO EN LA ARGENTINA

Este libro está dedicado A mi abuela \"Gracia\" que llenó mi infancia de amor y ternura. Y esa misma ternura se transformó en amar la vida y a las personas que los sentimientos se encargaron de que nacieran mis padres, mis hermanos, mis hijas, mis nietas, mis sobrinos y todo lo bueno que aun me falta conocer Mi agradecimiento Fresia Vallejos Marcos Pérez K.

Prólogo \"Ingenuidad Congénita\" no sólo es un libro de relatos y poesías, sino que es una exposición de lo que el hombre lleva .en lo profundo de su ser. La autora se asoma a este interior desde la visión inocente de una niña, de quien no puede comprender el abandono, el sufrimiento del otro; pero también nos muestra que el ser humano puede mejorar, en ese interior donde nos esclaviza el egoísmo también nos libera el amor, que traspasa todos las barreras, que no conoce de distancias, ni clases, ni de edades, y podemos enfrentar la vida, el desamparo y... la muerte. En este nuevo libro Estela relata algunas vivencias crudas y conmovedoras, realidades que trata de sanar desde su aporte a la cultura y su trabajo desinteresado en la búsqueda del mejoramiento del ser humano. Tiene una pesada tarea pero es esperanzadora. Azucena Vallejos

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Plaza Constitución Locura de manicomios, de hospitales con paredes húmedas, ventanas dibujadas, vidrios rotos y pintura descascaradas. Niñez apagada, serenata de andenes, subterráneos y delincuencia son paralelos que se juntan, tardes de Raulito, de tráfico de niños. Noche de punguistas, de prostitución, y de domesticas que esperan ser ocupadas. Chicos que abren taxis, duendes de bares y linterna sin futuro. Plaza Constitución terrón de azúcar y medias corridas, baldosas flojas y veredas sin ilusión. Ramón, el cartonero, con los pies ulcerados, que dejaba entrever el cuero con harapos sin ropa interior que generaban repulsión a las señoras.

Mañanas con la loca del palo, desayuno con puteadas, lugar de despedidas, encuentros desencontrados, cuna de futuros delincuentes, o de chicos colgados en la reja de color verde con la bufanda sucia. Plaza Constitución te reconozco por tu olor de bafios con olor a orina cansada, madrugada de hotel, primera plana, leche aguada, escalinatas regadas de miseria. Los trenes te abren una plegaria, el Poxiran te duerme en un sueñoprofundo, sueño en que la droga hace aun tu vida más perecedera, luego... la muerte súbita, la muerte pagana, la muerte puta. Plaza Constitución ¿cómo serías sin todo esto? Creo que no serías simplemente.

El balcón entumecido de vejez lastimosa El viejo con el codo apoyado en la madera podrida, sus arrugas se deslizan por un tobogán formando un acordeón de piel exhausta terminando en el mentón incrustado . La ventana da a la calle Necochea, calle de cabaret de puertas cerradas, la1uz cortada, el viejo se desdibuja casi con imagen fantasmal, con la mirada ausente sin aviso, tarde noche de soledad crónica, de pintura resquebrajada nada cambiará su vida. Solo el alcohol lo adormece por un rato, mientras la vida pasa tus miradas encierran racimos de nubes descarriadas el espejo roto del pasado, proyecta tu silueta plasmada como la sombra enmarcada en tu ventana.

Deshollinando la ciudad Me encanta captar imágenes, lo bello y lo desgastado, lo triste en lo miserable, la riqueza, la pobreza, ombligo color gris, tomo un soneto olvidado de las veredas quejosas con el olor inconfundible del río verdinegro. Elijo otro escenario terrenalque está reflejado en cualquier transeúnte, o un perro en el basural, ¿Qué diferencia existe entre el perro y el hombre? Si ambos se nutren de la misma basura. .

Los Indocumentados Balcón desgarrado de miseria clandestina deja entrever de refilón la cama sin sábanas la sonrisa de harapos de alegrías perdidas, arropo la tentación de fotografiar el lugar, espero que no vean mi interés por tatuar la proyección para darle un sentido, a los chicos que jugaban con un muñeco roto, mientras mordían un trozo de pan viejo que rayaban con sus dientitos de leche como roedores. Sin tiempos.

Kika en el geriátrico El humo de luna tiñe su cabellera serena, sus manos se despliegan temblorosas agitando el pañuelo estrujado preparado para la futura visitade Gustavo, su nieto menor, y guardado después de la partida. Ella mira, ella vuela en el túnel del recuerdo... y reúne a su gente ¡cómo antes! ¡cómo siempre! debajo de su higuera amplia los niños corriendo, la mesa de Navidad, los abrazos de sus hijos, ,,, sus recuerdos se desvanecen como las hojas de su higuera verde.

Los donantes Los políticos donan juguetes el día del niño, las damas hacen caridad, nosotros donamos muebles viejos, la viuda la ropa de su difunto, las casas de comida, los restos a los pobres, la iglesia dona posibles milagros, los artistas sus espectáculos, pero aún no podemos ponernos de acuerdo para donar lo esencial lo que ya no usaremos más: \"nuestros órganos\". En este momento alguien sufre un gran deterioro físico ¡imaginemos sus ojos con tanto dolor! Y así hacernos cargo que a partir de nosotros dependen aquellos que aún tienen chance de quedarse para vivir por los que ya no pueden hacerlo. Entonces... con una mano en el corazón, Imaginemos: Cuánto tiene por hacer un niño en toda una vida

La resistencia El grito de espanto, el traslado, el cautiverio, el parto, la despedida inexorable, la súplica, el rezo, luego le toca el tumo a la trágica desaparición. La búsqueda, la negación del dato, el hallazgo, el encuentro, la resistencia a la sangre, la confirmación, la nueva identidad, el cambio, son muchas identidades que aguardan ocultas tapadas por el horror. Ellas están cubiertas con un grueso manto De ausencia, aunque nunca será el del olvido.

La búsqueda incansable de la verdadera identidad La identidad es el primer derecho que un ser humano tiene. Es el patrimonio, es la dignidad de los hombres, su pasado, el presente, la naturaleza. La necesidad de saber a qué lugar u origen uno pertenece, Cualquiera que altere físicamente o mentalmente este derecho tendrá la categoría de sub-ser, este deberá ser enjuiciado y por nada del mundo ser perdonado, indultado, olvidado, ya que el daño causado es irreparable.

Manos que luchan Abuelas de lucha arduas, abuelas de carpetas llenas, abuelas de plaza cansada, de corazones desgarrados. Abuelas de búsqueda incansable con las manos llenas de identidad esperando abrazar a sus nietos de sangre y de largas esperas, días de cumpleaños sin torta, de muchas fechas de reyes sin zapatos, y el gran premio sería que esta ausencia de niño hoy hombre la reconozca como tal. Abuelas de lucha ardua jamás claudican ante la impunidad. Aunque el reloj de la vida detenga el fatigado andar seguramente dejarán el legado a quien por ellas siga la lucha en el paso del tiempo (tiempo que pasa, identidad que escapa).

Un terciopelo rojo para Nidia Sans La noticia me paralizó la sangre y derramé el peor de todos los miedos, sentí que me quede huérfana de golpe, me reduje sin querer en el tiempo y recordé tu hermoso vestido rojo bermellón para tu gran noche. Hoy ya pasó el tiempo y de esa noche sólo queda la foto amarillenta, mojada de melancolía, reflejando nuestra fresca adolescencia. Trato de distraerte en mi memoria tapando mis oídos por tus gritos ensordecidos, aún te imagino con tus ojos renegridos, tu voz cálida, tu sonrisa llena de pájaros. El tiempo se esfuma, inútilmente seguí buscándote.

Ellos, los genocidas, te encapucharon, te torturaron, te desangraron, te desaparecieron. Un manto de terciopelo rojo cubretu cruz imaginaria con el inmemorable despegue, tus pies se alzaron en el vuelo. La noticia de saberte inalcanzable me condenó en la sangre. Dejándome así en una ciudad inundada de injusticia con el desgarro interno en la trama emocionali

Embarazo Interrumpido Mi vientre vacío ya no cree en la proeza de que los frutos verdes caídos maduren algún día. Si se cegó la vida dentro de la mía propia, si la muñeca se trilló un día tapándole la boca al silencio entonces... nunca he de escuchar su llanto. Si los senos junto a él se esfumaron, si los atacó la sequía evaporando sus ríos, entonces mis pechos de luto jamás mojaron tus labios de gajos. Si la cuna que preparé para ti en mi útero húmedo no pudo albergar tu cuerpito vivo, si mi vientre blando no pudo calentar tu cuerpo duro. Entonces... ¿ya no soy madre? Por eso... Mi vientre yermo ya no cree en la proeza de que los frutos verdes caídos maduren algún día. Toda mujer puede funcionar como mamá de un niño sin madre algún día.

Don Juan, el albañil La nota sobre la mesa apoyada sobre la botella, la comida te espera fría y revuelta, te invadió el temor ¡si hasta esperaste un ratito para darle el desdobles trágico a la esquela! Como todas las noches pusiste la danza de la fortuna, te sentaste y sin poder escuchar nada dejaste la nota arrugada y te quedaste pensando en nada, la purreta se piantó de tu lado, tus manos áridas de mezcla seca apretaron la copa llena y la tragaste por encargo de tu expresa amargura, esa que te pica .hasta las muelas, la quiniela te falló otra vez, esa era la plata de tu jornada, la noche se te hacía larga, el ahogo en el alcohol endurecieron tus manosal punto de derramar la copa de vino tinto en la miga de pan que se hinchó paulatinamente, tu cara pegada al mantel rompió en llanto por la premura de melancolía con el tango de Marianito \"tanguera\", que tanto te gustaba bailar cuando eras petitero, pero este será tu último solitario, el tabaco tendió una cama a tu tercer y último infarto, el vino derramado bautizó tus manos curtidas. ¡pucha carajo justo que salió tu número vos no lo escuchaste! ¡cuarenta y ocho; cuatro, ochoooooooooooooo!

Manuela Su cuerpo se desplaza lento como cola de escorpión. Su mesa es un cajón de manzana Rionegrina De madera blanda. Igual de vulnerable es su inseguridad. Su rostro muy arrugado a pesar de sus 49 años. Sin familia, oriunda de Bahía Blanca. Su postura temerosa. Sus manos están bien limpias y con sus uñas cortas se estiran para alcanzar las galletitas Vocación. El humo de la taza de café caliente desdibuja la cara sin un centavo de futuro y a la vez entibia sus manos de repetidos inviernos, sentada en medio de la ironía del umbral del banco Citibank. Mientras fraccionaba su sonrisa, aliviada poco a poco desenvolvió a su sorpresa cuando la adolescente Daniela le trajo la humeante taza de café.

-Gracias querida, yo como en la Iglesia del Socorro pero para dormir no hay lugar. La adolescente se despidió con un beso y un caramelo de coco y chocolate como para endulzar su paladar, y que baje un poco de saliva dulce a su estómago y de paso darle una palmadita de solidaridad al alma. El papel dorado se quedó acunado en sus manos huérfanas de abrazos y de caricias ajenas. 2 años después Manuela vive de bajo de un puente de Figueroa Alcorta por las inmediaciones de Canal 7

Cuerpos de barro y mirada de agua Cuerpo de barro que presiente cómo se desbarata el futuro, calesita de alambre que cerca el territorio, donde termina el límite de la pobreza para parcelar la miseria, el agua se tragó las casas, el teléfono del progreso quedó en un silencioso abandono, los cuerpos empapados con arrugas blanquecinas, los críos, de brazo en brazo, en brazos de desolación desconocidas, pero si tienen suerte tomaran sopa caliente hoy en el comedor. ¡cómo duelen los pies con las botas de lluvia!, pesadas por el agua, que terminan lastimando con su borde maloliente. Los animales asustados, olvidados en los techos expuestos a las inclemencias del tiempo, las mujeres en cuarentena volverán a los trapos de la primera menstruación, incómodos y ásperos, las madres darán teta a los niños ajenos pero de desgracia similar. A los viejos les picará la cabeza más que de costumbre, sus huesos corroídos por el tiempo no cesaran de doler, sólo les resta rezar y morir. La niña enamorada aprovechará el río revuelto y José la hizo mujer en el desorden familiar

y en esa suerte de litoral sin obelisco la Claudia tendrá una gurisita dentro de unos meses. Cuerpos de barro y miradas sin reyes, pocos zafarán, otros tendrán el barro como herencia y la peor excusa para su resignación. Mientras que los políticos tienen a sus hijos bien abrigados calentitos y bien alimentados, Sobre pisos lujosamente alfombrados, desde sus escritorio discuten estrategias de cómo distribuir los alimentos para poder sacar más votos y rédito político, mientras tanto. Una \"diva\" va de compras a un shopping de moda, y un niño se electrocuta en la ciudad de Rosario, a un grupo de lugareños que salían en un bote se les da vuelta la precaria embarcación, bueno... ¡para que contarles lo que pasó! Pero no todo es barro podrido. Los cuerpos de barros y miradas de agua, sonríen y esperan a la mano amiga que vendrá del tan ansiado progreso que parece dormido en el perplejo rostro triste que carga el peso en nuestros inundados.

Los balseros Abanico de colores sombrilla abrochada viaje de ida Apenas treinta centavos por cabeza. El miedo de los chicos Balsa de vaivén inquieto, el puente que enmarca la tarde, en un casillero de metal el trino empacha la osadía del paisaje, la noche cambia las acciones, el rubro de \"balseros para el amor\" el viaje ansioso a la isla Maciel, el borracho que ocupa la balsa a lo largo, noche abarajada de caricias pagas, de bombachas negras, de perfume baratos \"siete brujas es reina de la noche\", puntillas con hilachas, labiales por negocios, de noche los balseros se exponen al igual que los demás, donde todo entra en la misma bolsa, de noche todos los gatos son pardos.

Sol pagano La película se terminó antes de lo previsto todo parece una hemorragia de visiones hermosas una mejor que otra y ¡cuanto pueden tocarme en los recuerdos! Como perfume que se evapora, me suceden los recuerdos, uno tras otro, me sucede igual la vida con la memoria Bien fundado. La niña aparece con una pollera azul y el suéter de color rojo donde apenas querían contornear los botones, unas puntas de piel suave en lento desarrollo, la niña está alejada atrás del hueco de mis ojosel recuerdo la despierta, la llama y la atrae hastala que hoy soy y tengo, se forma un puente entre ella y yo. Una de las dos tiene que tomar la decisión de tocarnos, de vernos las carasmientras ese eclipse que seráúnico en 37 años, el ayer se vuelve hoy, mientras tanto, el Sol soberanamente juega a ser un viejo espejo familiar.

Yenia El tablero vacío, ya la tarde deshojaba la última flor un carguero desafilaba mientras desvirgaba el pasado río, lo abría y las olas aceitosas apenas se mecían. Ella corrió para que yo pueda sacar la foto, En realidad, mi ego sólo la había elegido a ella. Ella era parte viviente en ese mural. Pregunté su nombre,con voz tranquila Y dulce dijo... Yenia...Yenia, ¿Yenia? Es realmente un hermoso nombrecorto, breve, humilde y majestuoso y tal vez ¡sí! el nombre encajaba con su cuerpo, con su pelo teñido, con su espalda pequeña los óleos ya guardados cantaba a coro mi curiosidad algo teníamos en común que elegimos la misma belleza para plasmar, yo con mi cámara, ella con sus manos de piel fina infectadas de bohemia.

Luna sabia Nos despidió la tarde con aquel barco encallado de nombre el Remanso, en nosotros dejándonos un silencio otoñal postrándonos en una morada de eterna plenitud y bienestar, mientras la noche lloraba la partida. La luna sabia nos ata de los brazos y cuerpo contra cuerpo más como un susurro, apenas un soplido me dijo: \"del puerto de la Boca nadie se va\". Aunque un día vengan solos, los fantasmas de los amantes seguirán juntosy bailaran en el empedrado, pasarán en el tiempo reencarnando en cuerpos donde la pasión se hace empedrado. El vientre de mi madre La ventana se abre a la vida y la flor más bella crece dentro de ella sin sufrir, el agua más transparente fluye, el ciego ve los colores, el negro no es esclavo, el frío no llega, todo es tibio y

silencioso, las armas nucleares no tienen espacio, pues el seno de tu vientre es un santuario, en este lugar no se discrimina al homosexual, ahí no hay ricos ni pobres sólo hay un nuevo corazón latiendo vida, sólo en el vientre de mi madre las nutrias no son perseguidas para abrigos de ricos, los obreros no son explotados, en el no hay religiones o tres poderes sólo en tu vientre hay paz, en ese lugar de algodón no capturan guerrilleros ni hay holocausto para judíos…, el vientre de mi madre me alimenta y me prepara para salir a enfrentarme a las adversidades y placeres de la vida corta y única. Solo en tu vientre blando hay la más autentica riqueza, la riqueza de la vida. En el vientre de mi madre fui coronada reina, fui esperanza, fui mañana, tierra fértil, fui cosecha... Esto está dedicado al vientre de mi madre y al de todas las madres del mundo. Sueño blanco impalpable Se esfumó la niña sus manos de cordero manso, unidas atrapando un último sueño,

la última cara los últimos besos, las grandes lágrimas, cristalizando tu nuevo universo. Duerme la niña, su sueño es blanco y eterno. Mientras un gallo despierta al cielotu estas renaciendo en recuerdo, pronto emprenderás tu viaje, dejando todo, y cuando llegues al cielo una mujer alada te abrazará el encuentro... Esto está dedicado desde lo más profundo de mi ser al recuerdo de la bella Cintia mi primera sobrina e hija adoptiva que hoy puedo encontrarla en una estrella. Café Tortoni Sanatas y confesiones Sanatas y confesiones

que corren el telón culturoso imponiendo un estilo a Buenos Aires, pintura de Quinquela, plagada de personajes importantes en la historia, como de ilustres desconocidos, ¡cuántos amores se albergaron en tus rincones añosos! Y cuantas despedidas obligadas escuchaste poniéndole silencio acongojado a la partida, Tortoni y Viejo Toro, billar, bohemia pura. Cuantos poetas llegaron con su paso envenenado de tristeza. Como un nuevo amor súbito te inspiraste en la piel de una joven muchacha enamorada, capuchino y primera plana, con el humor repentino, con tu grandeza le marcaste el camino al arrabal, cuna de tangueros, con los ceniceros desbordados de ideas creativas. Tortoni, pesebre viviente Del arrabal, te evoco con ciudadano orgullo mostrando al mundo entero tu grandeza, y de paso al visitarte hago un viaje al pasado. María Soledad Perdón por tanta impunidad por no poder justificar tanta tardanza de justicia ciega.

Perdón por tanto desprestigio, en el mundo del revés La víctima es la investigada y aunque te haya sorprendido la muerte desmedida si de algo te sirve con vos nacieron las marchas del silencio, todos te ofrendaron el aliento muchos ojos acusadores condenan tu muerte, coronan como ejemplo de lucha a tus cansados padres ... \"tiempo que pasa verdad que escapa\"...tus gritos desgarradores despertaron a los pájaros y como un sortilegio no paran de trinar taladrando la conciencia de todos tus asesinos por las noches, tu mirada agonizante les quitó las ganas de reír y tu muerte ya los condenó. Nuestros hermanos aborígenes Nunca hay que descartar que alguien que se crea superior a ellos esté de tumo

y los discrimine por su condición de indios muriendo muchos de ellos en la historia. Por no haber sido socorridos, escuchados, otros agonizaron en el peor ensordecedor de los silencios. Por resignarse a su condición. Hay que darles la oportunidad de que puedan estudiar y aprender a escribir sus nombres por primera vez, escribirán mamá, papá , abuelos, hermanos, amigos, solidaridad. Escribirán la palabra amor, la palabra suerte, y la más prometedora, que es la palabra esperanza, esperanza para ellos y para nosotros y sus hijos. Y podrán también escribir una carta de agradecimiento a sus maestros y a todos los que tuvieron la grandeza, la sensibilidad de mirar dentro del monte y de saber que además de flora y fauna hay corazones de gentes que sufren y esperan poder estar reconocidos como lo que son. La fuente de nuestra cultura. Excomunión de un sentir Es así como voy a contarles una

pequeña pero no menos importante por eso, historia de amor... Era... un amor de esos anunciados. Denunciado y, a posteriori, castigado. Al parecer, permanecía arropado de un sabroso y lujurioso silencio. Aunque en el damero del pueblo, siempre se sabe todo de todos. De pronto un día de esos, se destapó la olla por tanta presión acumulada y saltaron por los aires los sentimientos, los besos y las infaltables lágrimas, como la caja de Pandora, situada en las pulpas de los corazones y ¡claro!... lo último que se ha de perder es la esperanza. El Decidió entonces una mañana lluviosa hacer público su sentir delante de un micrófono gris; sin levantar la frente dijo con despiadada tristeza su penar. Aquí estoy de nuevo en solitario. Inventando ternura entre tus brazos. Rompiendo mi cordura en mil pedazos al calor de tu cuerpo imaginario. Aquí estoy de nuevo entre mi sueño, intentando ser poeta y no payaso. Y así me mantengo acurrucado al amparo de tu sonrisa amada

que hace desaparecer como si nada la autocompasión, el miedo y el pecado. ¡Pecado por amor no es pecado! ¡Pues si algo es el amor... es inocencia! Y en este lote va la penitencia de no poder gozar al ser amado... Ella, temblorosa pensó Tal vez debí quedarme quieta en vez de buscar a la evadida. Tal vez debí quedarme en el amor sin movimiento y no humedecerme en los vapores de la fantasía donde el mar es triste y azul. Así es... entre poesía y poesía, esta breve historia de \"un pequeño gran amor\" se diluye en su fugaz presente, no obstante poco tiempo es suficiente para saber que han de permanecer encandecidos por dentro y para siempre.

RELATOS La niña y el funeral del ángel 23 de agosto de 1991; la vivienda de la calle Wenceslao Villafañe y Palos; la mañana estaba fría

y caminando por la vereda era tanto el frío que hacía que los pies, a la niña de escasos 4 años, le dolieran en la parte de los dedos. Las manos de la niña estaban semi ocultas y asomaban espiando por el borde de la campera y le salían los deditos colorados; la naricita dejaba correr una gota salada que se detenía en los labios de ají paspados, pero luego se limpia con la campera azul impermeable; el humo que es- capaba de la boca era una simple chimenea que llenaba de vapor los ojos dejándolos empañados. Ese día era un día distinto, el frío era más frío, la niña recién se había mudado hacía ocho meses de capital a provincia y eso hacía dividir su mundo en dos partes como dos racimos de uvas de diferente color. Lo extraño era que don Aurelio, que vivía en la calle Boulevard de los Italianos (Lanús Este) la llevaba a la casa natal en capital (la Boca), ese lugar entrañable. Él la llevaba en silencio y cada tanto limpiaba su nariz con un pañuelo que sacaba de su pantalón azul. Llegaron a la casa de la abuela de María y todo estaba distinto, extraño, raro, había un pájaro oscuro en la ventana, la niña que ya conocía muy bien el camino se detuvo frente a la casa como guiando ahora ella el camino de don Aurelio, \"el tano\", amigo de su padre. Entran, él la sigue y ante la casa de inquilinato en la primera escalera comienza a descender y los es- calones caen como hojas en otoño.

La galería estaba llena de gente que esta- ba sentada contra el enrejado verde botella, de algún lugar venía un olor permanente casi feo o algo así, ese olor sería inolvidable para ella. Los ojos de sus vecinos la miraban y ella no salía de su asombro, lo curioso y confuso era que la gente estaba mezclada de los dos racimos, se soltaron las uvas y se juntaron, eso no disgustó a María ya que le gustó la idea de juntar el antes con el ahora. Sin duda, esa casa le dio alojamiento a sus primeros cuatro años y en esa casa recibiría su primera experiencia fuerte, carnal, que su breve y menuda vida, como una factura, dejaría ejecutado el primer mal recuerdo en su historia. La niña entró en un acorralado silencio y vio entre la gente a su madre que estaba sentada y sumamente demacrada. El lunar del lado izquierdo de su rostro estaba más oscuro y ex- puesto a la vista que nunca, la madre tenía los ojos cerrados y un murmullo se oía como música de fondo, la nariz estaba muy colorada como tomate maduro a punto de desflorar; brilloso y dolorido era su semblante, la cara tirada para el lado del hombro derecho y una especie de sollozos lentos y disfónicos resultaban gemidos cortos y ensordecedores. Una mujer llamada Ana mojaba un pañuelo con un perfume viejo, tenía en la mano un frasco con etiqueta amarilla de Polyana 555 y luego de mojar lo más parecido a un pañuelo se lo ponía en la nariz y decía:

-Respira Irma que esto te va hacer bien. María estaba como estatua viviente parada delante de su madre que no advertía su presencia. El camino de la galería se hizo interminable y cuando llegó a la habitación color café con leche, de ese lugar provenía el olor y cada vez era más fuerte y más feo, ese olor era de la cantidad de flores juntas que había de todos colores y una pegadita a la otra. La habitación estaba sin muebles y con una caja que ella veía desde su altura, también había sillas contra la pared, cuatro velones y una cruz grande con un hombre clavado y desnudo. Cuando la niña entró vio a su padre con saco y corbata, el saco era de color gris y resaltaba el tono oscuro de su cara. Cuando vio que María lo miraba con sus ojos grandes e intranquilos, al borde del precipicio que era el miedo, su padre le tocaba la cabeza con las yemas de los dedos, despeinaba el flequillo y lágrimas caían deslizándose al cuello de la camisa, él sacaba un pañuelo y se secaba dejando sus lágrimas presas en la trama del algodón blanco. Ese ritual siniestro, algo parecido a un cuento de terror pero, por suerte estaban sus padres y su abuela, pero faltaba la hermanita que estaba en el hospital. A la niña le pesaban los pies y no faltó quien la llevara hasta el otro lado de la pared, todo era tan nuevo, con ese olor tan pesado; María es conducida hasta esa caja blanca con cordón grueso y manijas bien lustradas. Faltando medio metro para saber el contenido de esa caja, María se para y

baja la mirada al piso entabla- do y con el pulgar en la boquita caliente, paspada, de atrás surgen unos empujones suaves como palmaditas con fuerza para cruzar la línea imaginaria, tenía la carita pegada al pecho hasta que alguien la levantó de atrás y sus pies rozaron con la puntilla blanca que pendían de la caja como cascada de tul. La niña se elevó con un gesto autoritario y un escalofrío le encogía el corazón; la niña cuando se quiso acordar ya su medio cuerpo estaba adentro de la caja, un sacudón inevitable con la inexorable realidad del que aprieta el gatillo y ya es tarde, el rumbo de la bala no se puede cambiar, la bala del destino desgarra la carne de María y en esa mañana fría de agosto María no tuvo opción. Sus labios cristalizaron el vuelo, traspasaron la blancura de seda, la carita de Alejandra era tan perfecta, tan chiquita con sus escasos 90 días, estaba ahí quieta y dormida. Todos los interrogantes resonaron como el campanario de un pueblo fantasma. ¿Por qué está dormida? ¿Por qué está fría? ¿Por qué tiene frío? ¿Por qué no llora? ¿Por qué no se ríe? ¿Por qué no se mueve? Sobre el pecho estaban las manitas endurecidas y tenía una cruz con claveles blancos,

un sonajero que tenía una esfera transparente y dentro unas campanitas que se movían de un lado para el otro, las bolillitas que contenía sonaban un rato largo, el mango era de plástico blando color blanco y tenía una serie de onditas que unían las partes para formar la esfera; también tenía una virgen en un recipiente de agua y cuando se agitaba parecía que estaba lleno de coco rallado que luego se depositaba en el fon- do; pero los juguetes también dormían junto a su pequeña hermana. Eso pasó en un soplo, pero para María fue un siglo, cuando una voz de Gladis le dijo: -dale un beso. María cerró fuerte los ojos y su boca que quemaba se entibió de pronto. La bajaron, miró para arriba y vio a ese hombre con una corona clavada en su cabeza que vertía sangre, clavos en las manos, en las rodillas como raíces rojas y riachos en los pies. Después de horas ella supo que ese era Dios. Las horas fueron pasando como hojas de calendario que caen, así se deshojó la noche; cada vez que alguien venía, María aprovechaba para darle un besito y otro. Alejandra era para ella su primera hermanita, su primera compañera de juegos, su muñeca de carne que mira y sonríe. Pero... ya no tiene movimiento ni sonidos. Cuando sus tías le hablaban de su hermanita decían que era un ángel y que Dios la necesitaba en el cielo, que se la lleva porque era muy linda y buena, en algo se ponían de acuerdo,

que a Ale se la llevaba Dios al cielo porque era un ángel. María en silencio las miraba sin ver y las escuchaba sin querer hacerlo. Cuantas versiones, pero al menos coincidían en que era un ángel y estaría en el cielo y con Dios. ¡Dios...! María ese día pasó muchas cosas fuertes, a cada rato la estremecía ver llorar a su padre y ella se sentía mal por eso. Era la primera vez que vio a un hombre llorar, la primera vez que vio a su gente de acá y de allá juntas. Fue la primera vez que conoció a Dios, ya que su abuela la llevaba a la Iglesia nueva Apostólica y ahí había cruz pero sin hombre lastima- do ni sucio con sangre; también cuando se hizo de día, María no supo que pasó, como que se hizo de día sin que ella y la gente no se fueran a dormir a la cama. El medio día llegó... María vio una gran carroza negra y automáticamente comprendió que su hermana se iría en ese coche, que ese coche vino a buscarla, entonces se llena de desesperación y corrió para adentro, el día estaba soleado, pero cuando llegó a la habitación la gente lloraba fuerte y le taparon la cara a su hermanita con la puntilla, luego pegaron con chinches un par de alas blancas con papel crepé y cartulina y, por último, le pusieron una tapa y la llevaron al coche. Ella corrió, corrió, corrió... y corriendo llego al fondo por una calle de adoquines que terminaba en un

corralón, donde antiguamente guardaban caballos y contra la pared había un gran palomar que con el sonido del aleteo crispaba a la niña en silencio, mientras tanto María labraba la tierra con una chapita de cerveza Quilmes. Las aves volaban y hacían música y María pensaba en las alas de Alejandra y la imaginaba moviéndolas agitadas como las palomas, por suerte María estaba muy lejos de saber que en el reino del revés su Alejandra estaba bajo la tierra y no arriba del cielo. Finalmente la niña se hacía grande y su historial quedó grabado. El beso frío temprano, el sonajero, el hombre de yeso lastimado y perdiendo sangre, la cara demacrada de la madre, el llanto callado de su padre, la tapa de la caja donde ella sintió su propio y peor ahogo, el coche negro que se llevó a su hermana, la chapita con la que labró la tierra y cada vez que olía el corcho ese aro- ma la transportaba a ese día y cada vez que ve una paloma después de muchas décadas recuerda... a la niña en el funeral del ángel. El tiempo pasó luego del funeral del ángel y María cada noche le rezaba a Dios le suplicaba que no se lleve a su abuela o a sus padres ya que él era el que decidía a quien se llevaba al cielo, también le aterraba que se lleven a otros porque no se llevaba a los suyos.

María cada día agradecía y quería portarse bien para que Dios no se lleve a su abuela que ya era un poco viejita y si le rezaba no era por amor, era por temor. María tuvo otra hermana y, por mucho tiempo, cada vez que la veía dormir la despertaba o la tocaba para ver si su piel estaba calentita y la agregó en la súplica de Dios en esa lista de que no la necesite en el cielo. Estimados lectores desde mi humildad los invito a recordar la magia de su primera vez que la noche dio luz al día sin que ustedes se hayan ido a dormir; siempre es bueno recordar la ingenuidad del niño, los primeros pasos para hacernos grandes, a veces sin quererlo. La caja de las serpientes En una noche de San Juan en el viejo barrio de la Boca fuimos un grupo de chicos a buscar escobas en desuso para quemar en la gran

fogata que luego nos iluminaría la cara, mientras con pedazos de virulana que arrancábamos de los rollos semi oxidados, las chispas alegran la noche mágica. Al día siguiente recordé la caja, una caja de madera fina con tapa corrediza que estaba en un estante olvidado, pasé delante de ella y me detuve, la tome en mis manos pequeñas y podía sentir el peso del futuro. Con la imagen de la caja dando vueltas en mi cabeza, fui al corredor donde tejía mi abuela le pregunto sobre el contenido de aquella caja, intrigante caja. Mi dulce abuela respondió con tono de sabios, los niños no tiene que detenerse en esas cosas, hay que pensar en la llegada de papá Noel en diciembre, en la cansada llegada de los reyes, esperar que la cigüeña venga de París para traer un nuevo hermanito a casa, hay que pedirle a Dios que tengamos salud y comida, yo la miraba deseosa de escucharla pero... la caja... Un día después de la muerte de mi abuela yo estaba en el sótano sentada de rodillas recogidas y mi breve frente agotada sobre ellas, las manos apretadas aferradas a la puntilla que arrastraban el orillo del desconsuelo. Luego de largas horas del más amargo in- fortunio, luego de llorar un río, de cruzar el puente que me dividiría, me incorporé en su misterio en ese sótano, con la misteriosa caja... Si, llegó el momento de develar el gran misterio, a mi blanca abuela ya le habrán crecido

alas por lo tanto yo no la decepcionaría, la mujer alada ya nada podía hacer para evitarlo. Mi mirada orientada al misterio, mi paso lento y decidido, en ese momento tenía los ojos cansados pero hacía mucha fuerza para tener- los abiertos, estiro los brazos y me detengo, trago saliva, respiro profundo y me hago la señal de la cruz, mi abuela me enseñó que ante una situación difícil hay que acudir a Dios; tomo coraje y encierro en mis manos la ansiada caja, abro los ojos y pongo en funcionamiento mis tendones, mis dedos, deslizo la tapa un poquito y veo una grieta fina y oscura, corro un poquito más y veo vegetación, ¡oh Dios, la caja tiene movimientos vivos! Dos ojitos negros me miran curioseando y se asoman cada vez más hasta que saca la cabeza y con delgada lengua que me da un mordisco dulce, mi susto aumentaba cada vez más, -¿Quién eres? -Soy la serpiente de la curiosidad, lo mis- mo que tú sientes ahora, ahora ya sabrás. Y se esconde. Sale otra y me muerde, siento un miedo casi parecido al pánico, me dijo: -Yo soy la serpiente del miedo, lo que tú sientes ahora-. Encoge la cabeza y desaparece. Le sigue otra, es la del egoísmo, me muerde suave y se marcha. Una nueva serpiente me seduce, es dorada, diferente a todas. -¿Cuál eres? -Soy la serpiente del dinero.

Luego del ritual del mordisco, muy escurridiza, desaparece. Luego aparece una que pa- rece ser frágil y enferma, incapaz de picar, pero me mordió. -Yo soy la serpiente de la traición. Y como esa siguieron otras que por supuesto me picaron, la serpiente del pero... la de la duda, la serpiente de la envidia, la del poder, la serpiente de la destrucción; una color gris, la de la soledad; una color negro, la peor de todas, la de la muerte. Luego de todo lo que me tocó vivir pude entender la acertada sabiduría de esa anciana, entiendo cómo se desbarató mi ingenuidad, luego de abrir la caja me haría grande, sin hadas ni reyes, sin abuela.... ... este hilo de fantasía lo conservo de mi infancia dedicado a \"doña Gracia\", mi abuela. El relojero (8 de Octubre de 1973) La casa de inquilinato de la calle Magallanes donde habitaban Francisco y su dulce María.

Él era un relojero dedicado en ese barrio pintoresco, ellos estaban felizmente casados, vivían con una dependencia elegida en el nostálgico barrio de la Boca. La entrada tenía un largo zaguán viejo pero muy limpio, en el medio del angosto lugar había una lamparita de bajo voltaje, las caras de los inquilinos sólo se podía ver debajo de la pobrecita lámpara. El piso era calcáreo, con diferentes colores y los desniveles que dejó el tiempo con su paso, año atrás año, ese pasillo sería fiel testigo de una noche inusual. La gente se juntaría en grupitos de cinco como pétalo de flores. Es noche de octubre el viento sonaba como murmullo suave pero molesto. Curiosa noche de sauce llorón, la noche que fue diferentes a todas Francisco había nacido una cálida mañana de septiembre, día veintitrés, hijo único, nacido en el porteño barrio de Barracas en el año cua- renta y tres, en una casa antigua con un patio andaluz rodeado de malvones sugestivos y de ollas con violetas, en un rincón dormían las blancas camelias cercanas al rincón donde nace la planta de madreselvas, pegadita a la pared de ladrillos amusgados. En el lado derecho del patio rompía de la tierra una gran parra disfrazada de glorieta. Si bien a él le gustaban las uvas que salían de ella, de esas hojas verde, lo


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