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SUEÑOS Y PLUMAS - ANTOLOGÍA

Published by Gunrag Sigh, 2020-11-20 21:33:42

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SUEÑOS y PLUMAS Antología 1er. Aniversario

Sueños y plumas: antología: 1er aniversario / Lidia Aguirre Vela ... [et al.]. - 1a ed. - Longchamps: LENÚ; José Mármol: Cautiva Ediciones, 2020. Libro digital, EPUB Archivo Digital: online ISBN 978-987-4983-48-0 1. Antología Literaria. I. Aguirre Vela, Lidia. CDD 860 Título original: “Sueños y Plumas” Poesía – Narrativa © Aguirre Vela, Algañaraz, Amado, Barbona, Bugallo H., Bugallo V., De Telleria, Errante, Fenza, Cuello Fernández, Marcos, Ojeda, Papalia, Perez, Zabala. Arte de portada y logo: Elizabeth Ojeda Corrección: Antonio Papalia Primera edición diciembre 2020 CAUTIVA EDICIONES Trabajo de edición a cargo de Ediciones Lenú Mail: [email protected] Facebook: Ediciones Lenú Aclaración: en determinadas expresiones y/o criterios narrativos, se respetaron los deseos del propio autor. Hecho el depósito que previene la Ley N° 11.723 Esta obra se terminó de imprimir en talleres gráficos de Ediciones del País. Impreso en Argentina. Queda prohibido sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento comprendidos reprografía, tratamiento informático ni en otro sistema mecánico, fotocopias, ni otros medios, como también la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Agradecimientos y dedicatoria Hoy presentamos nuestra primera antología. Este es el resultado de la unión mancomunada de un grupo literario, que granito a granito, dio forma a que un sueño conjunto sea una hermosa realidad tras el esfuerzo de cada uno de nosotros. Hemos dejado en estas páginas, para ustedes, un trozo de alma y una lágrima de felicidad. En primer lugar, damos gracias a Dios por permitirnos recorrer este camino, juntos como escritores, amigos y familia simbólica. Luego, a nuestros lectores y seguidores, tanto de nuestra página principal: “Cau- tiva Ediciones”, como la asignada a la comunidad: “Cautiva Literaria Comunidad”. De mi parte, como fundadora, agradezco a cada uno de mis compa- ñeros y columnistas porque creyeron en mí apoyando este proyecto literario, porque día a día, durante este primer año, pusieron todo su amor para que sendas páginas y esta obra tomaran vida en la realidad, realidad maravillosa para mí. Esta es la antología de nuestro primer aniversario, el tercer libro que llevamos a ustedes con nuestro propio sello editorial. Vivimos estos momentos eternamente agradecidos al poder llegar a vuestra considera- ción a través de nuestro amor por las letras. \"Nosotros no somos lo que escribimos, somos lo que ustedes sienten al leernos\". Queridos lectores, nuevamente gracias por darnos el motivo para crecer como escritores en el día a día. Jesica Elizabeth Cuello (Gitana) Fundadora de Cautiva Ediciones



Lágrimas de lluvia Llueve… y mi alma se agita pensando en tu última morada; la humedad traspasa mis huesos. Camino lentamente, por un cementerio lúgubre, entre flores marchitas y cruces desgastadas. Cuervos graznan de vez en vez logrando desviar mi mirada, que se clava en tu tumba imaginaria. Esa que en realidad nunca conoceré, pero que en días grises y con niebla, como éste, siempre está presente y me invita a sentarme frente a su cruz… La lluvia y mi triste llanto se funden, para colarse hasta lo profundo, allí donde tú duermes… son susurro que trasmiten a tu alma, mi amor, mi delirio, mis recuerdos, mi sueño fallido grabado en mis sienes. Se agitan las hojas al silbar el viento y siento tu aliento en mi oído; aumenta mi encriptado rubí su latido cuando te escucho decirme: “Soy tuyo y siempre lo he sido”. Las gotas escurren lentamente sobre el cristal de mi ventana… Me pregunto si me esperarás en la eternidad, o si permanece cerca de mí, tu alma… Si eres ahora… mi Ángel de la Guarda… Lidia Aguirre Vela (Licenciada en Lengua y Literatura) (Apodaca, Nuevo León, México)



VIVIANA ALGAÑARAZ Viviana Algañaraz es nativa de un pueblito con bellos paisajes na- turales llamado Rucanelo, La Pampa. Es hija de padre hachero y madre ama de casa y es la menor de siete hermanos. Escribe desde que tuvo noción de para qué servía un lápiz y un papel. Lo hace desde el alma, con la misma pasión que ésta le inspira desde la cuna donde guardó sus letras para plasmarlas en poemas conforme fue creciendo. Ama escribir y su instinto bohemio la hace llegar y tocar los corazo- nes de quienes al leerla se identifican con sus románticos versos. Pertenece al grupo literario Cautiva Ediciones y en esta Antología lo hace con los siguientes títulos: “Mujer” “Promesa de amor” “Mucho más que un sueño” “Aroma a letras” “Trazar un camino” “¿Dónde estás? “Si pudiera” “Suspiro de amor” 9

Mujer Mujer valiente, enfrentas huracanes sostenida a la nada, irrevocables tempestades de puños que marcan su cara... callar duele más, pero aun así su boca permanece cerrada. Mujer valiente, escalas montañas caminando bajo los diluvios, true- nos y relámpagos, desprotegida por quien creía la amaba. Sigue de pie sin rendirse ante el cansancio del maltrato extremo al cual es sometida, corre las piedras de su camino sacando fuerzas que ni ella misma puede entender su fortaleza. Cada día arrastra en su espalda una carga muy pesada equivalente a mil toneladas, transeúntes pasan a su lado, la ignoran aunque sus golpes sean visibles, ella es una más, no le dan importancia. Labios secos, molestia en la garganta, a duras penas llega a emergencias, la atienden en la guardia. — ¡Señora! — dijo una enfermera — Usted tiene Covid y desde ahora debe estar aislada, no puede quedarse aquí, ya no tenemos más camas. ¡Váyase a su casa y por favor no salga! Le dieron un barbijo. ¿Otra vez querían callarla? Se marchó, pero esta vez se dijo así misma que ya no ocultaría nada, era hora de gritarle al mundo lo que a ella le pasaba. Tal vez, solo tal vez si rompía el silencio alguien la escucharía. Colocó una carta en su puerta, mujer valiente y denigrada, contó su sufrimiento y el motivo por el cuál callaba... casi al final de la misiva se notaban las letras manchadas por lágrimas pero eso no la detuvo, su boca ya no callaba y claramente decía la enfermedad que enfrentaba. Ella temía por su vida, sus vecinos querían quemarla. “¡Qué mundo tan cruel, miserable mi vida, yo que fui tan solidaria, hoy nadie ve por mí! Si entendieran, tan solo si entendieran las cicatrices en mi cara, sabrían que soy víctima y tuve que callar debido a las amenazas, me cansé de la justicia pues nunca hizo nada, me señalaron culpable, seguro yo me lo buscaba. Hoy no hablo solo por mí, hablo por tantas mujeres golpeadas y por enfermos de Covid, los incito a no callar más, somos seres humanos y nos haremos escuchar”. 10

Promesas de amor En una noche estrellada, entre susurros le declaró su amor, ella aceptó sin dudarlo siguiendo los instintos de su corazón. Le prometió el cielo, inalcanzable promesa de amor, pero ella en sus brazos sintió el abrigo del cielo y con sus manos lo alcanzó. Le hizo muchas promesas... ella nunca de él dudó. —¡Te bajaré la luna! —le dijo—, y brillarás con su esplendor. Ella no dijo nada, simplemente le sonrió. Se quedaron dormidos, él pensó en su promesa de amor, sumido en un sueño profundo vagó por el espacio y una larga escalera bajó. ¡Ahí!, estaba ahí…, estaba la luna, esperándolo. La tomó con delicadeza, su brillo radiante lo envolvió, un cometa que pasaba fingió no verlo, pues estaba celoso, le arrebataron su primor. Las aves planeaban en bandadas entonando un canto alegre y lo se- guían desde lejos, cual si fueran ángeles cuidándolo. Bajó despacio cada escalón, ya era de madrugada cuando despertó. A través de su ventana una luz plateada se filtró en su habitación, era la luna, la misma que él bajó. Llamó a su amada, quien dormía plácidamente a su lado y le dijo: —¡Mira!, mi promesa se cumplió. Ella abrió los ojos muy grandes y sorprendida le preguntó: —¿Adónde has ido amor? El respondió sonriendo: —Hice un viaje muy largo, el sueño que tuve mientras dormía me elevó hacia las alturas y me pareció abrir el portal a otra dimensión. Te prometí el cielo y la luna, tú eres mi mágico y tibio resplandor. Aquí y ahora, en el lecho de nuestra cama, prometo amarte para siempre... en esta vida, y si volviera a nacer entre millones, te elegiría. Promesas de amor que no romperé jamás, aunque algún día por alguna razón me dejes o aun si nos separa la muerte, seguiré amándote así... con la misma fuerza eternamente. Ella emocionada sin poder pronunciar palabra, en su pecho se acurrucó. Lo besó apasionada y en silencio también hizo su promesa de amor. 11

Mucho más que un sueño Cada noche antes de dormir, en mi mente nace un nuevo poema y soy un libro reposando sobre mi cama. La magia fluye y es como escri- bir en las sábanas. El título yace en la almohada y vuelo en una alfombra mágica sin importar adónde me lleve. Me siento una mariposa, un ave y todo aquello que tenga alas, una pluma solitaria llevada por el viento con total libertad, expresión de mi alma. Me recuesto sobre un colchón de arena en armonía con mi propia naturaleza imaginaria, la brisa suave y el tibio sol rozan mi cara con delicadeza, mientras en mis manos sostengo el libro que aún no poseo y lo sostengo con firmeza porque sé que es un sueño... un sueño perfecto del cual no quiero despertar. No desistiré, lo seguiré persiguiendo aun cuando sus hojas caigan amarillentas como las de un árbol muriendo en otoño. Seré primavera y me deslizaré cual pétalos de rosas desprendidos por el viento sin rendirme, hasta hacerlo realidad. Las fantasías florecerán y con ellas crecerán las esperanzas donde mis letras perdurarán siendo su sello, huellas imborrables de una apasionada poetisa. Amanece y al despertar, mi inspiración permanece intacta, recuerdo el poema de la noche y recorro cada rincón donde se posaron las palabras que hilvané en el lecho de mi descanso, las que plasmé en la calma del silencio antes de cerrar mis ojos. Desayuno tinta, es mi alimento, mi adicción favorita, suspiro orgullo y satisfacción brotan al ritmo de los latidos de mi corazón bohemio. Entonces sé que soy un libro... toda yo, soy un libro abierto, escrito a puño y letra donde hasta el cielo lee mis versos... y entonces compren- do..., comprendo que mi pasión por escribir es un don divino... mucho más que un sueño y que mi libro ya está completo plasmado en mi pensamiento. 12

Aroma a letras Anoche mientras dormía, una suave brisa traía el aroma de tu ausencia. Respiré profundo, mientras mi mente percibía la inspiración que nacía en mi sueño... ... y fuiste poesía de letras melancólicas en la presencia de un verso. Sé que te abracé y te besé en silencio, tú... tú hiciste lo mismo con tu aroma en el viento. Cerré los ojos para comprender por qué estabas en mi pensamiento, pero tu olor a ausencia en poesía me hizo entender con lágrimas, deslizadas por mis mejillas, que tú... que tú no estabas, que eras tan solo una dulce pesadilla. Una sombra que iba y venía a mi encuentro invadiéndome a su antojo. Aroma a letras ausentes escritas para ti en tu memoria, letras que vuelan por los aires y se apoderan de mí, cual si estuvieras aquí. Aroma a la fragancia de tu cuerpo llegan a inquietar mi sueño, mientras doy vueltas y vueltas sin saber si estoy despierta o si duermo. Tu sombra es el aroma que me trae el viento y con él, 13

inolvidables recuerdos. Y entonces... y entonces lo entiendo aunque no lo acepto, que solo eres ausencia viviendo en mis versos. Trazar un camino Si pudiera trazar el camino del olvido borraría las amarguras escritas en el destino. Cubriría con cemento los dolores de la vida e inventaría momentos colmados de alegría. Si pudiera por un instante colorear los días nublados pintaría un sol gigante sobre nubes coloridas. Si me dieran un minuto dibujaría un paisaje con árboles frondosos donde aniden las aves. Oír el canto de un jilguero posado en mi ventana admirando la belleza del sendero a la distancia. Un prado multicolor resaltando flores blancas simbolizando el amor en las noches perfumadas. Si pudiera con mis letras enderezar el camino que dibuja mi mente círculos de un laberinto, y así encontrar la salida para hallarme a mí misma. Si me dejas que te diga que no existe el olvido en la línea del tiempo o en el corazón mismo... ... lo sé porque lo he intentado y no he logrado evadirlo. Si estuvieras a mi lado podrías trazar conmigo en las estrofas de un verso a orillas de un lago un camino perfecto. ¿Dónde estás? ¿Cómo saber dónde estás si mis ojos solo ven tinieblas en el día o en la oscuridad? 14

Solo veo sombras moverse, árboles danzar, gigantescos monstruos en medio de la gran tempestad. Sombras intentando atraparme y yo queriendo escapar de la soledad. Y el grito de mi alma silenciosa pregunta... ¿dónde estás? Nadie responde, todos pasan sin voltear y me siento... ¡nada! Mas nadie repara en mí, destinada a sufrir te sigo buscando perseguida por tus recuerdos que no me dejan rendir. Tu nombre palpita en mi pecho al ritmo violento de un espontáneo estallido, sangrante y dolido... ... aún te sigue buscando. No le temo a la tempestad ni a los horrendos alaridos que invaden mi mente queriendo detenerme, al buscarte. Le temo a tu ausencia, al callar de tus palabras... ¡Dime! ¿Dónde encontrarte? Me da miedo el olvido, mas prometiste nunca olvidarme, pero al no saber de ti, desesperada salgo a buscarte. ¡Dime! ¿Dónde estás? O enséñame a olvidarte. 15

Si pudiera Cientos de momentos fríos congelan mi alma cada noche volviéndome escarcha. Cientos de miradas perdidas en busca de tus ojos que... ya no me miran. Caminos empedrados o llenos de espinas puntiagudas causándome heridas que no cicatrizan y crece el dolor. Las horas que pasan son el tiempo perdido de los sentimientos que fluyen en lágrimas al escuchar nuestra canción. Silencio profundo... o voces que me llaman y ninguna palabra pronuncia tu nombre en mi desolación. Suspiros en el viento o en la calma de un amanecer cuando despierto y no puedo evitar pensarte, mas si pudiera, si pudiera abrazarte... con la misma fuerza de mis latidos, ya no podría soltarte. Si pudiera... si pudiera abrazarte como abrazo tu ausencia o rozar tus labios con los míos que desean tus besos... dejarías... dejarías de ser un sueño. Si pudiera... si pudiera abrazarte ya no podría soltarte y dejaría de desangrarme en la soledad que sin ti me condena. 16

Suspiros de amor Quise en mi mundo cultivar jazmines y florecieron rosas, traían en sus pétalos burbujas transparentes, semejantes a perlas plateadas. Se hicieron gigantes y volaron por al espacio donde las esperaba un pintor para adornar su cuadro. Suspiros de amor inhalé aquel día cuando en tus brazos me encontré rendida. Suspiros de un mundo invadido por jardines que solo en mi imaginación existían, creaba mi mente la alucinación de la más bella y dulce fantasía. Ilusiones mágicas e irreales, sueños truncados que aún dormida incansablemente perseguía. Tan solo un suspiro cambiaba mi vida, sumergida en burbujas donde nada era mentira. El jazmín que deseaba se hizo cenizas, cediendo su magia a mi rosa preferida. Quise por un instante ver la realidad, abrí mis ojos... sí, abrí mis ojos y vi la cruel verdad que me rodeaba, los suspiros de amor no sirvieron de nada, tampoco la imaginación con su propia magia, el mundo seguía dividido en mil pedacitos y la maldad continuaba de pie, la regaba el odio, el rencor y la cosechaban como fruto de un árbol ya maduro, lo vi en tus ojos, ¡cuánto orgullo y desigualdad! Desde entonces mis suspiros de amor se igualaron a la tristeza 17

y siento con amarga melancolía que ya no quiero despertar. Suspiros de amor me trajo una rosa, tan pura y radiante en mi mundo irreal. Quisiera por un momento suspirar felicidad... felicidad perpetua y real donde tú, yo y toda la humanidad naveguemos en aguas calmas del inmenso y profundo mar, naveguemos por el mismo rumbo, a la misma velocidad, sin apuros para que haya igualdad. Suspiremos la fragancia de los pétalos de la vida sin ser uno más que otro, nunca más. Busquemos la verdad, nada perdemos con intentar ser mejores suspirando la verdad en el polen de la rosa mágica que me hizo reflexionar. Suspiros... suspiros de amor y de luz nos aguardan, no nos detengamos, es nuestra esta lucha, continuemos, continuemos buscando la claridad. Al final habrá un jardín colorido donde suspirar. 18

OSVALDO AMADO Nació un 10 de abril de 1946 en la Ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Las “Rimas y Leyendas” de Bécquer fueron su primera lectura que lo introdujeron al mundo de la literatura. A los veinte años comienza a escribir sus primeras letras. Autodidacta, con apenas estudios primarios; aún no ha publicado un libro, a pesar de contar con más de dos mil escritos. Su poesía general- mente vivencial, lo llevó por los senderos de las rimas, sonetos y prosa, sumándole algunos relatos cortos a modo de ensayo. Hoy con más de cincuenta años de trayectoria en las letras, publica por primera vez, en esta Antología de Cautiva Ediciones. Cabe destacar que es el impulsor de algunos grupos literarios a través de las redes sociales de Facebook, tales como la creación de los grupos: \"Ventisquero\", \"Alas de Inspiración\", “Viento Azul\" y una página: \"Poesía Diferente\". En esta antología lo hace con los siguientes títulos: “Silencio y soledad” “Humo” “Preludio” “Patio de los naranjos” “Soledad” “Señora, usted…” “No es mi culpa” “Rimas” 19

Silencio y soledad Silencio... soledad como gotas resbalan por las paredes, los sonidos escapan por las rendijas de puertas y ventanas, las luces desteñidas se mimetizan entre las sombras. Palabras escritas en desorden se funden con pensamientos... El corazón late acelerado ante el avance de las escarchas del olvido, que congela sentimientos... El tic-tac del reloj que dormita colgado de la pared, acrecienta la monotonía... Los gimientes acordes de un violín, en la lejanía, semejan el canto de un pájaro que agoniza, lentamente... La soledad se viste con sus mejores galas, y se adueña de la habitación. No está sola, del brazo la acompaña… el silencio. Desbordándose cuan caudaloso río, cuando avanzan las horas nocturnas... Un poeta abatido, copa de vino en mano, se desangra en versos, gota a gota, letra a letra, 20

evocando un amor, una sonrisa que al marchar sin rumbo van abriendo heridas por el antiguo sendero del olvido. Humo Un café... un cigarrillo, algunos pensamientos que se esfuman como el humo retorcido del tabaco quemado mezclándose con el vaho del café. Espirales de caprichosas formas que van y vienen según mandato de la brisa. Pensamientos, aves que flotan, nubes ligeras sin destino transitando rumbos inciertos por senderos misteriosos. Gotas de sentires sin sustento, desequilibrante equilibrio, entre el ser, y el no ser, el estar, sin estar. El triste padecimiento de un gemido que pretende ser grito encapsulado en una burbuja de silencios... Un café humeante, un cigarrillo que se consume. Tan solo quedan como fieles testigos, una taza vacía... y cenizas en este gris amanecer secuela de una ausencia. 21

Preludio Se durmió la noche entre bostezos de aterciopelada luna y estrellas que juegan a ser luciérnagas. Mientras a la distancia se oye el murmullo del río que entona arrumacos de ruiseñores acunados entre las ramas de añosos sauces llorones, esos mismos árboles que añoran las siluetas de dos enamorados paseando por la ribera, en estivales atardeceres... Amanecidas semblanzas entre besos furtivos de tempraneras golondrinas. Y esa vieja pasión que se mece al vaivén de las sensaciones, que florecen cual amapolas al solo contacto de las manos que acarician el trigal de una larga cabellera... Susurro de los labios sedientos de amores, con lánguidas frases que juramentan amor eterno, ebrios los sentidos, de pasiones, y deseos satisfechos. Preludio de un despertar no deseado húmedo de soledades. 22

Patio de los naranjos Hospital El Salvador... La cafetería, el silencio que se mete dentro del alma para rebrotar el grito ahogado que se queda en eso, un grito ahogado por miles de pensamientos. En medio de esta quietud se respira en el aire, la angustiosa soledad... ¿Qué estoy haciendo aquí? Espe- rando... sufriendo la incertidumbre por no saber qué tan grave puede ser la enfermedad de un hijo... Esperando, si acaso es necesaria la intervención quirúrgica, o no, esperando lo que dictamine el médico tratante. Si fuese hipócrita, reza- ría... pero no lo soy. Mucha gente se refugia en la fe. Pero no es de la fe de lo que hablaría ahora, solo deseo pintar un cuadro, con palabras, y así retratar el sentir que me embarga en este momento. El Patio de los Naranjos, un \" Capuchino\" bien cargado, una libreta, lápiz y unos minutos que traen a mi memoria, otros instantes, que hace algunos años, ya viví en este mismo lugar, cuando un cáncer maligno me dejó sin mi compañera. Hoy en medio de esta Pandemia, asoma el fantasma de la duda, y vuelvo a sentir en mi pecho, las garras de la desazón. El Patio de los Naranjos, si bien es el mismo, me brinda un poco de paz, vuelve a ser mi refugio. Sorbo a sorbo voy calmando mi angustia, letra a letra, retomo mi fe al observar el trato diferente de los trabajadores de la salud, mucha gente joven con sentido de vocación, la disposición y dedicación es más humanitaria y amable. Miro los naranjos verdes, las palomas revolo- teando y ya es hora de partir. Guardo mi libreta, el lápiz y bebo de un sorbo, el resto del \"Capuchino\", ya frío... —¿Vamos Papá? La voz de mi hija me vuelve a la realidad... —¡Sí, vamos cariño! Y así nos fuimos por los pasillos del hospital en busca de la salida mientras me contaba, lo hablado con el médico... 23

Soledad 1 Hoy, hay silencios en mi alma. Hoy es mi presente. Hoy presiento en la mía calma que estás latente... Soledad... Hoy la luna está ausente en mi poesía, y en mi corazón amante Ya no eres mía... Soledad... 2 Olas del mar agitadas, pensamientos en caos. Tropel de arcanas palabras en sentimientos vanos Soledad... Hojas sacudidas del árbol, vaivén de sensaciones. Notas dispersas de arrebol en fuga de canciones. Soledad... 3 Montañas, nieves eternas. Frío en el alma, la oscuridad. Un adiós sin primaveras me abrazo con mi soledad. Soledad... 24

“Señora, usted...\" Usted, señora que me envuelve con su sonrisa, y que logra que mi sentir se eleve a las nubes, cuan voluta de humo, en una espiral de sueños amalgamados de realidad y fantasía. Usted señora, que con solo suspirar en tiempo y distancia, hace que una brisa cargada de amores refresque el alma ardiente, en desespero, y ansias de llegar a su lado, abrazarla y besarla. Usted, bella señora, que espera anhelante a mirarse en mis pupilas, buscando saber si su corazón palpita con más fuerza. Sentir estremecerse de pasiones su piel y la mía, bajo el manto romántico de una luna escarlata. Acaso usted, señora no ha soñado la fantasía 25

de reclinar su cabeza en mi pecho y hacer su fantasía, realidad, de abrazarme, de sentir como corre por mis venas la corriente de mi pasión, la misma que usted tiernamente despierta en mí. No es mi culpa... Qué sería de mí, sin lápiz ni papel. Si tuviese que vivir tan solo con el pensamiento, y la palabra que lanzo al viento. Qué sería de la humanidad si no existieran los poetas... Yo traigo escrito en el corazón lo que por temor callan los oprimidos... Tantos versos yacen dormidos, reprimidos por la sinrazón... El grito ahogado del desamparado, que se muere en la garganta antes de salir, y que nadie se atreve a defender. Hay muchos que no conocen esta realidad porque han nacido con la panza llena, y se dicen poetas, porque escriben bonito y florido hablan del mar, las montañas, el amor de la belleza de las flores y de mieles. ¡Por qué no se atreven a hablar de hieles! ¡Por qué le tienen miedo a la censura, 26

y la mordaza que impone la sociedad! ¡Yo vengo a gritar por ellos...! Porque traigo en mis versos, la rebeldía, del que no se atreve a gritar... El dolor de los enfermos y su impotencia, haciendo filas por largas horas en un hospital. Mi pena... es la pena y la tristeza, del que apenas gana para sobrevivir, trabajando de sol a sol, para el patrón... Mis versos son pan para el hambriento... Y si mi voz suena fuerte, ¡que caray! No es mi culpa, es culpa de esos negreros que matan con hambre la rebeldía, los sueños, las esperanzas de los obreros en las fábricas, de los temporeros, en los campos. De las mujeres que sirven en casas de ricos soportando la prepotencia de la patrona... No, no es mi culpa que tenga la boca grande para escupir las injusticias para afuera. ¡No señor... no es mi culpa...! Rimas 1 Soy del aire, un sutil suspiro, ese, que apenas respiro sin que nadie me nombre. 27

Soy el aire silente que acaricia la piel de la flor en capullo, la miel que endulza la mente. 2 Visiones intangentes, esa imagen que aparece y en el aire se desvanece, cuan burbujas iridiscentes. Libélulas multicolores danzando con la muerte, dejando a la efímera suerte, abanico de dolores. 3 Con la sangre palpitante, la respiración entrecortada, del aire ya no queda nada, cruel realidad inquietante. Nebulosas que todo envuelven entre silencios renuentes... Visiones frecuentes que en nada se vuelven. 28

VICTORIA BARBONA Argentina y santafesina de veras (como dice la canción), se llama Victoria Isabel Barbona y firma solo con un “Vic”. Escribe desde los doce años, pero nunca optó por mostrar su obra. En el año 2012 la maternidad le dio la audacia suficiente para ins- cribirse en un concurso literario a nivel departamental, el cual ganó. Comenzó a concurrir a un Taller de Literatura y en el año 2015 publica- ron los trabajos del taller en el marco de la Feria del Libro. En el año 2017 tuvo el agrado de ser revisora de textos y realizar el comentario de contraportada del libro: \"En carne viva\" de la poetisa mexicana Gloria Ortíz Méndez. Le gusta relatar cuentos, aunque le agrada mucho más escribirlos, volcar ese humor bastante ácido, irónico y sarcástico que tiene y hacerles finales inesperados que sorprendan. Los hace para ella y para quien quiera leerlos. Está aquí, participando de esta primera antología de Cautiva Edicio- nes, sumando su pluma y sus sueños a los de sus maravillosos compañe- ros. Asimismo, agradece por el espacio y la posibilidad que Jesica Fernández le otorgó a sus letras; dándole forma a su primer libro de cuentos, mostrando lo que escribe y viendo con alegría que la gente de su entorno la alienta al hacerlo. Lo hace con los siguientes títulos: “Condenado” “La espera” “Obsesión” “Apocalipsis ahora” “La última confesión” “Volver a casa” “La botella” “La reacción” “La reacción II” “Vacilar” 29

Condenado La respiraba. Hipnotizada, estaba a su merced. Le olfateó la frente, sus mejillas y muy despacio siguió hasta el cuello. Se deleitó oliendo esa mezcla letal de piel y perfume e inevitable le resultó rozarla con la lengua. El corazón bombeaba rápido y con tanta fuerza ante la proximidad. Sus colmillos asomaron, solo debía hundirlos, libarle la vida. Su instinto lo deseaba, lo anhelaba. Volvió la vista un segundo y miró su rostro. Se vio en sus ojos, entonces ya no pudo. No, no le fue posible dañar a quien amaba. Incluso para él. La espera Por fin llegó la noche del encuentro. Afuera llovía copiosamente y sentada junto a la ventana de aquel bar aguardaba con impaciencia. Dado que él llegaba de lejos, disculpaba su tardanza y lo seguía espe- rando. Absorta miraba cómo las gotas golpeaban contra el cristal. El rechinar de la puerta la trajo a la realidad. Ahí estaba, parado frente a ella, tal como lo imaginó tantas veces. Se observaron un eterno instante, el mundo entero quedó atrapado en el cruce sostenido de sus ojos. Sobraban las palabras. Él se dirigió hacia el baño de hombres y lo siguió en silencio a una prudente distancia. Se asomaron para verificar que no hubiese nadie dentro y luego trabaron la puerta. Con sus enormes manos tomó su rostro y la miró tiernamente. Despacio, muy despacio, fue acercando sus labios a los suyos y sua- vemente los rozó con su lengua, degustando sus besos. Varios minutos estuvieron entregados al placer de tenerse abrazados, besándose apasio- nadamente. De pronto, la urgencia los asaltó. Ella todavía llevaba puesto el trench, quiso desabrocharlo para sacárselo, pero él se lo impi- dió, y con seductora sonrisa, le mostró la practicidad de levantar la falda. 30

Se encendieron de pasión, ni el contacto del frío mármol de los lavatorios con sus glúteos logró aplacarlos. Ahogaban sus gemidos mordiéndose mutuamente los labios. Era tan imperiosa la necesidad de canalizar los deseos que todo les resultaba una pérdida de tiempo. Metió su mano en la entrepierna y con los dedos corrió la ropa interior mien- tras ella le bajaba el cierre del pantalón. Penetró sus sentidos extasiándola y saciando sus inmensas ansias de poseerla. Manos entrelazadas contra el espejo mientras encallaba y hundía su tempestad en sus húmedas costas. Cuando todo hubo acabado para ambos, la estrujó contra su pecho y con dulzura la besó en la frente. Así estaban cuando escuchó: —Señorita... señorita. Ya estamos cerrando. Contempló a su alrededor. El bar vacío, las sillas sobre las mesas, el mozo que la interrogaba y su brazo, sobre el cual se quedó dormida, entumecido. A través de la ventana pudo ver que aún llovía. Obsesión Nadie nunca iba a amarla como él lo hacía. Vivía por ella. Era capaz de lo imposible. Incluso de matar. Los pensamientos se agolpaban en su cabeza mientras revolvía la enorme olla que tenía sobre el fuego. Cualquier mujer daría lo que fuese por ser amada de esa manera. ¿Cómo es que ella no lo valoraba? ¿Por qué no podía dejarse querer? No, no lo valoraba. Lo único que hizo fue alejarse de él, huir, esconderse, denunciarlo. No se merecía tanto amor. Sí, esa era la verdad y por fin acababa de comprenderla. Un destello de ira iluminó su mirada. Se cansó. Ya no más ruegos, ni sufrimientos. Su mente desquiciada no reparó en el intenso dolor que seguramente sintió al tomar la olla caliente con las manos. Jamás olvidaría su bello rostro y el terror en sus ojos mientras volcaba la cera líquida dentro del cajón donde la tenía maniatada. 31

Apocalipsis ahora ¿Cuántas veces se burló cuando escuchó hablar del Apocalipsis? A carcajadas se reía, se mofaba, pero este amanecer, recorriendo en sole- dad los pasillos de cemento, no le causaba ninguna gracia. Le costaba respirar ese aire encerrado y viciado. Días, caminando sin descanso, y a nadie pudo hallar. Parecía ser que la única vida inteli- gente en pie sobre la faz de la Tierra era él. Eso sí era muy gracioso. Tan chistoso que comenzó a reír. Su estri- dente y estentórea risa resonaba haciendo eco. A pesar de sus carcaja- das, las lágrimas le empapaban el rostro. La última confesión Corrió hasta su lugar de trabajo y lo enfrentó: —Estoy enferma, muy enferma y no me quiero morir sin decirte que te amo. Siempre te amé. Desde que te conozco, desde la primera vez que nos vimos te amo. Él no reaccionaba, parado frente a ella sin saber qué hacer, qué contestarle, si abrazarla, consolarla, besarla por haber tenido la valentía que nunca tuvo ya que sentía exactamente igual y jamás se animó a confesárselo. Separó sus labios en un intento por articular palabra, pero ella le dijo: —No vine a pedirte nada, ni explicaciones, ni respuestas, ni prome- sas. Simplemente no me quiero morir sin expresar este sentimiento. Se conocieron en la escuela. Primero fueron compañeros, luego, de a poco, se hicieron amigos. Se palpaba el amor entre ellos. Quizás por miedo a perder lo que habían construido, guardaron sus sentires. Al terminar la secundaria cada uno siguió su camino y pasaron varios años hasta que se volvieron a ver. Ese encuentro fue mágico, el amor estaba intacto en sus ojos, pero ambos tenían pareja y tampoco se animaron. Se despidieron con un tímido beso sabiendo que pasaría largo tiempo para un reencuentro. 32

Cuando ello ocurrió, el amor que se conservaba inalterable en sus miradas, quedó enterrado pues se habían casado y formaron sus respec- tivas familias con hijos inclusive. A esa altura no podía haber marcha atrás. Le confirmaron su terrible diagnóstico y lo único que se le cruzó por la cabeza, como una urgencia irrefrenable, fue la idea de decirle en la cara cuanto lo amaba. Ya estaba hecho. Su alma se encontraba liviana ahora. Se miraron por última vez, intensamente. En esa mirada iban todos los besos, todos los abrazos, todas las caricias que no fueron y no serían... Ella se alejó con una sonrisa en los labios, mientras una lágrima caía por la mejilla de él. Volver a casa Parado nervioso en el rellano, debía decidir si correr escaleras abajo o subir a ver que había quedado, si es que quedaba algo. Un temblor recorría su cuerpo. Dudas más que certezas, miedo a lo incierto, pensamientos varios carcomían su abrumada cabeza. Tantos años, mu- cho tiempo. ¿Y ahora qué? ¿Cómo proseguir? ¿Retomar? ¿Reanudar? ¿O empezar de cero comenzando algo nuevo? Así dubitativo, analizando, debatiendo internamente sus sentires, no había reparado, que sin querer, uno a uno fue subiendo peldaños. Se encontraba frente a esa puerta que tantas veces, durante su encierro, soñó cuando el insomnio le daba tregua. Apoyó su mano contra el algarrobo dejando transcurrir eternos segundos, hasta que animándose a ir en busca de lo que fuera que debía acontecer, golpeó con sus nudillos poniendo fin a sus agónicas dilaciones. La llave giró en la cerradura, la puerta se abrió y sus ojos se encon- traron abrazándose, disculpándose, consintiéndose, prometiéndose todo con solo mirarse. Una nueva oportunidad para reescribir su historia. Único hacedor de su destino, dueño de sus errores y desaciertos, en sus manos estaba otra vez la ruleta de su vida. Su suerte corría con la ventaja de las experiencias ganadas. Ante sí se abría, además de esa puerta, un sin fin de posibilidades. De él dependía aprovechar esta etapa. 33

La botella El “Aguamarina” surca veloz el océano con sus velas desplegadas al viento. Amanece y los tenues rayos iluminan la triste escena. El capitán David Wolf, conocido como \"Lobo de Mar\", es el corsario más despia- dado y sanguinario que ha navegado los siete mares. Sin embargo, allí está de rodillas, sus ojos muestran una desgarradora expresión de dolor, su mirada empañada por lágrimas que se resisten a salir y en sus brazos, agonizando, aquella maravilla de la naturaleza. Cabellos rojizos, cola de tornasoladas escamas, un ser fantástico salido de alguna leyenda que me contaron de niño. El tiempo apremia y debe decidir si dejarla morir junto a su pecho o arrojarla al mar para que viva y renunciar para siempre a su amor. Hoy aprendí tres cosas importantes que me van a servir para el resto de la vida y quiero compartirlas contigo, que hallaste esta botella, quién quiera que seas. Primero: La realidad supera a la fantasía. Segundo: El verdadero amor no es egoísta. Suelta y deja en libertad buscando el bien del ser amado por sobre todo. Tercero: Todos tenemos alguien que nos ama y alguien a quien amar, incluso el temible \"Lobo de Mar\". La reacción Fue sin premeditación ni alevosía. En defensa propia mezclada con emoción violenta. Era él o ella. Cansada de las palizas, cuando la arrin- conó contra la mesada intentando quemarle el rostro con su cigarrillo, no dudó en enterrarle el cuchillo con el que pelaba papas en el cuello. Limpiando la hoja en su delantal, siguió cocinando. De repente sonrió: iba a sobrar comida para la noche. 34

La reacción II Salían del banco y él todavía sostenía la puerta para darle paso cuando un tipejo le arrebató la cartera con tanta brutalidad, que la an- ciana cayó golpeando su rostro contra el cordón de la vereda. La furia lo atravesó y emprendió veloz persecución, mientras el delincuente intentaba escapar a toda carrera. Lo derribó y sentándose encima comenzó a darle puñetazos en la cara. Uno tras otro sin parar hasta matarlo. Cuando la policía llegó, él aún seguía sentado sobre el malviviente con las manos ensangrentadas, abrazando la cartera de su madre contra el pecho. Vacilar ¿Premeditado o accidente? La cuestión es que allí estaba, colgando de la ventana del quinto piso donde vivía. ¿Se sostenía o la sostenía? Ella sonreía en esa angustiosa situación mientras él retenía con fuerzas la lágrima que buscaba asomarse. —No te esfuerces, yo no lo hago. —Hacelo entonces, ayúdame para que te pueda levantar. —Con una condición —replicó sonriente. — ¿Estás loca? —La miraba desencajado, no podía entender de qué se reía, pero viendo que no tenía opción. —La que quieras. —Respondé sin vacilar, sí o no a la pregunta que te voy a hacer. —Bueno. Dale, dale —le dijo urgido porque sentía que el brazo con el cual la sujetaba empezaba a acalambrarse dolorosamente. —¿Me amás? Jamás imaginó esa pregunta. ¿Así, ahí, por qué? No se percató que esas milésimas de segundo que le llevó pensar fue vacilar. Aún sonriendo, ella abrió su mano, soltándose. No, no pudo él solo. Mientras la veía caer le gritó: —¡Sí! —y su lágrima fue tras ella. 35

HUGO BUGALLO Hugo Alejandro Bugallo nació un 2 de enero de 1982 en la provincia de Córdoba, Argentina. Pasó sus primeros años en un pueblo a unos 250 km de la ciudad. Fue criado por sus abuelos maternos y comenzó a leer a la temprana edad de 4 años impulsado por su abuela, quien le ense- ñaba incansablemente con revistas de editorial Columba. A los 6 años se muda a la ciudad para comenzar el colegio primario. En esos años se interesa mucho por las historietas y periódicos de época. Ya en el secundario e instalado definitivamente en la ciudad, lleva siempre consigo papel y lápiz para hacer las cartas de amor que sus compañeros le pedían para atribuirse, ellos mismos, alguna conquista adolescente. Sin terminar el secundario comienza a estudiar música e informática al mismo tiempo, dejando las dos cosas a medias por aventuras en motocicletas y conciertos. Sorprendido por las profundas letras de artistas destacados, usa esa misma influencia para perfeccionar la escri- tura y adoptar preferencias por famosos escritores como Julio Cortázar. Entre idas y vueltas se refugia en otro pueblo, siempre alejado de la ciudad, casado, tiene dos hijas y en esta convivencia afectiva sigue investigando la magia de las letras que tanto lo apasionan. En esta antología, su primera participación en libros, lo hace con los siguientes títulos: “Montaña rusa” “A Giuliana” “La ínfima línea” “Improvisando” “Paranoia” “Sueños…” “Unión…” “Privilegio” “Confusión” “Emma” “Sensaciones” “Ironía…” “El cigarrillo y yo” “Noche de luna vacía” 36

Montaña rusa El creador de nuevas sonrisas, esos gestos que jamás has experimen- tado, las líneas perfectas de no cualquier diseñador, la coma en el lugar justo, un velador incinerado, el miedo sin miedo, las mañanas lluviosas de un París gris, encerrados en vidrio empañado, en papeles desordena- dos y olor a hogar... un jazmín en tu costado, una mirada perdida y esa brisa cálida que consume los segundos eternos. Y estás tan sola durmiendo con esclavos vanidosos sacándote un peso del medio de tu cuerpo. Y estás tan triste cuando sonríes sin parar, y estás tan alegre con tanta tristeza en tu cara, en tu ciudad, en tu noche, en tu perdición, yo... contigo, más allá del infinito, con la resaca de ayer y un pasado sin mañana. Mil agujas del reloj no marcan, sino estás... donde la coincidencia quiso empañar este destino de tenerte cuando no te tengo, de marcharme cuando no me voy, ahí me quedo, esperando que vuelvas sin que te vayas... así de confuso es nuestro saber estar juntos, así de jugoso es nuestro porvenir, de a ratos te espero, de a ratos te quiero, planeando nada, me desespero y me quedo sin aliento... Y me fui, me volé con el viento, tormento de costumbres, buenas y malas, sanas y enfermas, como nuestro amor. A Giuliana Tengo la certeza de que voy a estar bien, mujer, amor, alimento de mis mañanas, consuelo de mis viejos recuerdos dormidos, alegría de mis penas, todo lo puedes, generalicemos, que vales más que el universo... Mujer, sinónimo de un conjunto de poemas, brisa que caducas en un beso, mujer, suavidad, constancia, oportuna noche de luna; mujer, que salga mil veces de mi boca. Mujer, envuélveme en tu abrazo, manipula esta bendita necesidad de sentirte aquí... Mujer... Jazmín, orquídea, ro- sa... Himno de mi alma, toma mi mano, no me sueltes, llévame, enséñame. 37

Mujer, siempre intacta, tan nítida... Los puntos cardinales, los océa- nos y el más allá... Mujer, nunca los diccionarios te pudieron definir... Mujer, desde la cuna al infinito, indescifrable, tenue y brillante a la vez... Siempre mujer. La ínfima línea... Como la cruda hoja que se lleva el viento, singular, insignificante... como ese cabello que vuela hacia cualquier lugar. Ese poco de nada, esa ínfima línea que nos separa y nos une, imperceptible, intocable, invisi- ble, un poco más y no existe, no se siente, no se ve... Nuestra despedida, nuestro fin, algo así... como que se desliza por las paredes de la percepción, algo que huele a nada, nos dice adiós de a poco, de a mucho, con el paso de los apurados minutos, en los cuales eternamente somos una sola pieza, un solo y tangible trozo de poema, una y muchas canciones, una nota... Una pluma, un hielo invencible, y bebemos de nuestra agua, confun- didos con la noche que llega tan de prisa, para despejarnos en sueños, en soledades, en costumbres... Como si hubiese otra opción, como si fuese fácil no pertenecernos. Improvisando Vamos a improvisar, una cama para dos, un desayuno para tres... un medio para llevarte a mi cuarto. Vamos a improvisar una barba de tres días, una siesta por salida... una fiesta en la alcoba, una luna manchada y una silla al revés... Vamos a improvisar una taberna barata, un galope liviano, una costilla que se siente, una planta que se seca... improvisemos que nos queremos, que cortamos el aire, que caemos al vacío, que somos peces en el barro. Plantemos un bosque, tengamos diez hijos, escribamos la Biblia, rompamos los espejos... nos midamos en besos. Improvisemos que no sabemos improvisar, nos vistamos de viejos, salgamos atrás, en blanco y negro, bien cerca y muy lejos... improvisemos. 38

Paranoia Una línea cruza mi psiquis, paranoia de mi alma, que a veces des- piertas para recordarme que estoy dormido... trastorno épico como este sol de enero, perseguido salgo a buscarte, te veo a cada instante, entre niebla y ruidos molestos que perturban mi pensamiento. Paranoia, loca paranoia que me saludas cuando amanece, entre rejas y puro cuento lucho por escaparme de a ratos... lento, adormecido y tibio está mi cuerpo, tambaleante, insonoro, sin escrúpulos... con veneno. Paranoia y delirio, prometo no atormentarme hasta que me ator- mento. Escucho un susurro en cualquier acontecimiento... y salgo a bus- carte cuando no te encuentro... paranoia de veinticuatro horas en un solo momento, paranoia de mis días que caminas vacía, solo detente para mirarme al espejo. Triste paranoia en felices momentos, todo tiene su por qué... menos esto que tengo. Paranoia congelada que contagias mi almohada, para no soñarte y te sueño... eres espejismo en este pobre desierto, yo soy la paranoia y tú el desconcierto. Sueños... ¿Adónde duermen los sueños? ¿Por qué viene el recuerdo agoni- zante por las mañanas y se desintegra antes del entendimiento? Sueños morados de dolor, quiso el tiempo perderlos y unirlos en algún pensamiento antes de dormir... después de despertar. Sueños que traen a quien sea, sin medir consecuencias, y se quedan para ponernos a pensar, a buscar, a querer descifrar... Paredes que se cierran en un olvido secuencial... perseverancia en vano por recordar un sueño de papel mojado o una estrella que nos suele visitar. Sueños de volar, de reír o llorar, sueños que nos hacen recapacitar, silenciar, hablar o callar... los sueños van a dormir al olvido, nos acari- cian a veces y otras también, nos apuñalan sin piedad, quizá sea un sueño nada más... tal vez sea una verdad. 39

Sueños cruzados, oxidados o juveniles, somos lo que queremos sin querer, sueños entre lágrimas al amanecer, sueños con ojos abiertos también tienen poder... lástima a veces que solo es un sueño y nada más... Unión... Dormidos están los reproches, inmaculados en su burbuja dañina. No tenemos tiempo de sobra, ni rumores para aclarar. Nos movemos en sutilezas recíprocas, planteamos abismos ascendentes... somos el dos en uno. Una mañana de lluvia, un café y varios recuerdos, capaz viene otro más a quedarse para serlo en algún tiempo. Temporal de anécdotas que no se fabrican aún... y sellamos todo en un beso, en una promesa pasa- jera, en otro beso más. Monumento al amor, sin cadenas ni sobresaltos, cómplices de estos dedos entrelazados, sin necesidad de perforar ningún momento, ¡jamás! Y sobran los \"te amo\" sin decirlos demasiado, sin mostrar a los demás, vamos escalonados, de a uno por vez y juntos al mismo tiempo. No te fuiste y te extraño, estás tan lejos, como a dos metros y me alejo, me acerco, tiemblo y te sueño, despierto, dormido... da igual, si estás aquí, todo da igual. Simplemente compleja, todo es tan mucho, así. Y lágrimas de alegría, si sellamos cada día esta maravilla de pertenecernos, enamorándonos cada día, de ti, de mí... de esto que se nos dio, siempre, para siempre. Privilegio De usted… De mi consideración deseo plasmar mi sello. De mi recuerdo, por si acaso me olvido… ¿quién soy? De mis tristezas, arrancar suspiros en su alegría. De mis sentidos, tenerla en mi olfato al viento. 40

De saber que usted es el octavo pecado capital… el quinto mandamiento. De no cumplirlo en mis deseos… siempre en sueño real. De dejarme en pleno anhelo, esperando esa lluvia torrencial. De mis oídos, su música… tenue locura que asesina mis entrañas. De usted, de mí… de la última vez, de la bondad… de aquí, de allá. De usted, reciclar esto que nos pasa y convertirlo en amor. De la lágrima que yo le detengo, de su baile en mi tórax… De la oscuridad, de la llave del paraíso… tibio beso… De su espejo roto que junta pedazos nuestros… De una carta nunca escrita, la que leo mil veces… De usted, yo así soy, de mí… para usted… poco a mucho. De cada paso que doy, en cada respiración… de usted soy yo. Confusión ¿Sabes? Si tuviese tiempo te extrañaría un poco menos. El amor que pueda sentir por ti es, en toda su magnitud, el daño que vas a causarme, de eso estoy seguro, pero ¡igual te quiero! Sobre todas las cosas, te quiero, sobre mí también te quiero, o entre la ropa amontonada... y en este baile que aprendo, vas a cambiarme el ritmo, también lo sé, te conozco casi como a una extraña. A veces ando recordando esas cosas que tu olvidaste... pero igual, ven y vamos a darle de qué hablar a este amor. Y esa droga preferida que tengo es tu perfume, tu piel en mi piel, tu espalda también... y hasta tu pelo me duele, pero otra vez un pero, y es que, te irás sin motivos, volverás con excusas, capaz poniendo la noche, yo llevando los recuerdos y mañana sentir envidia de esas personas que pueden verte a diario, pasado ya no estarás, y otra confusión más... en este poco que es tan mucho. 41

Emma Por tierra o por aire yo te amo siempre igual, hasta un poco más que respirar. Entre el calor y el frío, con la tormenta encima o el intervalo de las milésimas de un tiempo que mañana será recuerdo, en cada can- ción eres tú la poesía. En el balcón o el piso, en el ritmo que me guía, cuando estoy al cien o en plena monotonía, más allá de las predicciones afirmadas en el quizá de algún día, yo te amo en silencio y en el grito más lento... agudo sentimiento que no tiene explicación. En tus manitas está mi descanso, en tu mirada mi agonía, casi alcan- zando la inexistente palabra que supere al amor en pleno esplendor. Yo soy la calle que caminas, con rosas, sin espinas... con mutiladas maña- nas sobre mi pecho dormida. Antes del tiempo, de los cuentos de hadas, antes de cualquier camino ya te amaba, sonrisa hipnótica, dueña de mi corazón, te amo en cada suspiro, en cada pestañeo, mientras respiro... o estoy dormido. Eres lo que soy mientras voy viviendo, me consumo en tu abrazo de fuego, de a dos, una vez más, no quiero que termine nunca esto que recién comienza... y tal vez este invierno sea cálido, y mañana sea igual... Sensaciones Casi imperceptibles, amables sensaciones. Ansiedad comprimida, minutos que son horas. Lástima mis noches que sobran... y los días que faltan. Curativo milagroso, ese mirar de reojo que tienes al pasar, maldita poesía que se posa sobre ti cuando una mueca disfrazas al terminar de hablar... de pensar, de sonreír. Concluye una fría madrugada y yo, en mis delirios de grandeza, pienso y medito en algún argumento pobre que pueda adueñarse de tu perfume matinal. 42

Un golpe a la perdición en tus ojos de no sé qué, una ilusión que me invita a bailar un tango de a tres... tu, mi soledad y yo. Mañana será igual, los príncipes azules no vendrán, las lágrimas que secaste sin saber, otra ilusión se hecha a volar... Ironía... Y paso por tu casa a menudo, las cosquillas siguen intactas, y estás transparente en tu ausencia, inevitable espejismo que me sonríe al pasar. Y por aquí ando besándote de mentira, acostándome a tu lado, abra- zando ese espacio en el que no estás, cuando estás, cuando te lamentas de mí. Ironía, ésta de perderte sin haberte encontrado, sin haber cruzado de la mano por algún pasado juntos, por alguna calle vacía, de esas que nos llaman a pisarlas. Ya te extraña hasta mi almohada, mis costillas te desean, esta silueta esta imperfecta, lastimosa madrugada que no te ve desvelada andar por nuestra casa. En mi locura inconstante solo me converso y sin miedo a la plática, te espero y desespero, una noche tras otra... así, sin silencios incómodos, la ironía es que fuiste mía. El cigarrillo y yo Y llega la noche apagada, mi fiel compañero me acompaña a pasar el mal trago de esta soledad absurda, se enciende entre mis labios resecos de desolación y angustias contenidas... hoy eres mi compañero de vida, de heridas y algo más. Y llega la mañana entre sábanas frías que rozan el piso desolado, en el cuarto de al lado una sombra ilusa, tiñe mis ojos desorientados... y despierto con ganas de dormir, entre el cigarro y el café te pienso más que ayer, menos que mañana, últimamente te pienso más de dos veces, por vez. 43

Ahora mismo, antes de salir, me disipo más que el humo de mi tóxico y viejo amigo, y emprendo el viaje hacia cualquier destino, implorando lluvia, como buscando el refugio que me distraiga de la pro- pia humillación y enciendo otro cuento más, entre pensamientos me olvido cuánto daño me has hecho ya... tú, él y los demás. Pienso, medito, supongo unos varios años menos, y en el encierro de esta cárcel de libertad, nada me importa más, que esta cruel compañía, recordando que fuiste mía pero él no me abandonó... y así, sin rumbo fijo, entre pastillas para no dormir, prefiero este viejo sentir de tabaco encerrado, entre tanta nicotina que me aprisiona los pulmones, considero finalmente, nada en mí está flamante, y mi corazón mucho peor. Noche de luna vacía Un viejo ventilador hace ruido frente a mi silueta pálida, mi torso desnudo, como el vacío de mis sueños truncos… los dedos adormecidos y mil preguntas, algunas sospechas, ninguna esperanza… Una ciega respuesta. La luz que asoma por el cerrojo de esa vieja puerta oscura me trae un brillo amarillento a mi pobre rostro cansado y miro esa puerta de espaldas a mí, la misma que a veces cerrabas para abrirte a ideas nuevas, a invenciones del momento. A la perfecta armonía de encuentros entre tu fantasía y mi realidad… y este vino negro lleva consigo los secretos que nuestra almohada supo callar, húmeda de bocas sedientas por un poco y otro poco más… Qué tiempos felices cuando me contabas tus tristezas, qué callada está la lluvia que solo moja y nada más… Será el destino y todas esas cosas que solíamos inventar como una excusa, para quedarnos a mirarnos y eso, solo eso. Hoy la puerta se cerró otra vez, ya su rechinar no me trae alegría, ya tu silueta estará en algún balcón vacío buscando una caricia, una mentira por piedad. Una lágrima que ponga sal a tus labios que fueron míos… Hoy me saluda la soledad. 44

VILMA BUGALLO Vilma nació en la provincia de Córdoba un cinco de enero y em- pezó a escribir poemas a los doce años, edad en la que también hacía redacciones literarias en el colegio. Amante de la lectura, señala como autores que admira a Frida, Bukowski y también a Becker. Ama los días grises, la llovizna, la música suave de letras profundas. Como persona ella es maravillosa, dulce, soñadora, es fuerte y frágil a la vez, pero siempre admirable. Como escritora, Vilma es capaz de romperte en pedazos cuando se lee sus versos; tan tristes si hablan de su ángel y tan apegados a lo real cuando cuenta una historia. Lleva en su alma, un mar de tinta que envuelve y acaricia a quien lee sus letras. Participó en innumerables grupos literarios creando el propio: “Alas de inspiración” con éxitos relevantes. En esta antología participa con los siguientes títulos: “Veo pasar” “Prohibido sentir” “Yo te pensaré” “Letras…” “Cuando un hermano se va” “Ángel de la guerra” “¡Réquiem a tus ojos!” “¿A dónde va el amor?” 45

Veo pasar… Veo pasar el tiempo, ese que dice lo cierto, si las alegrías se conforman de una carcajada determinada o si el llanto es nada... Veo pasar las horas con ojos abiertos, en real danza a la esperanza de soñares en la mirada aunque el ocaso sea lontananza. Veo pasar la gente, en ritual cansancio con minúscula imperfección en actos, en pactos que como pájaros viajeros son volátiles pasajeros. Veo pasar la primavera en la ruta de mis manos con la impotencia de las letras interpretadas, liberadas en los lares de la melancolía de colores, de amores, de poesía. Prohibido sentir Que se quiebra la voz en la garganta, cuando se quiere gritar \"me haces falta\". Y el gutural sonido se vuelve silencioso latido entre rejas y murallas altas. 46

Prohibido sentir las manos frías y vacías de ternura y cristales rotos, envueltos en paños y espacios, de angustias y alegrías, en ausencia de la vida misma. Prohibido sentir que lo amado se olvida en cerrojos y puertas cerradas, con candados de recuerdos, con sutiles llaves sin secretos expuestas a tormentos y lamentos. Prohibido sentir que se agrietan las mejillas en la sal de una lágrima, desafiando profundo sentimiento, en debilidad desnuda, impotente erguirse, volar y ser valiente. Prohibido sentir que los pedacitos se esparcen, en humano vértigo sin tiempo, en vulgar sueño profundo cuando se quiere revelar al mundo... extrañar, faltar, amar verbos permitidos o prohibidos en el aire de vivir, y de sentir… Yo te pensaré… Cuando los girasoles, levanten sus pétalos 47

recibiendo los rayos del astro, en sus amarillas flores yo te pensaré. Cuando el trino de un gorrión gorjee en la altura y solitario, su vuelo levante justo en ese instante, yo te pensaré. Cuando un campanario repique en sonoro tañido e imagine tu voz en el latido a ti, a quién jamás olvido, yo te pensaré. Cuando una guitarra, se vuelva cigarra en la voz enamorada de una canción deseada y una plegaria inspirada, yo te pensaré. Cuando la noche estrellada sea nocturna y callada en recogidos fragmentos exactamente en esos momentos, yo te pensaré Cuando en alquimias de mi existencia y mi credo… sea cumbre en brillante estrella, eterna tú serás la luz que alumbre, y... yo te pensaré. Cuando la vida sea difícil y crea ahogarme 48

en un círculo atraparme y en llanto desarmarme, yo te pensaré. Y serás luz, en mis tinieblas mientras mi pluma tiembla en letras y poesías cada vez que lágrimas mías se derramen en papel, yo te pensaré. Sin tonalidad, sin casualidad te imagino en la eternidad, y el vacío acorrala cuando elevaste tus alas para volar al más allá y en tristes letras, ¡yo te pensaré…! Letras... Andar de sueños ausentes en la noche, de rodillas en momentos hecha astillas. Aplastando huellas de memoria en lineales manos con lo que queda de mi historia. Describiendo rumbos de plegarias benditas andar..., buscar en letras desesperadas 49

tu sonrisa, tu mirada. Letras... para nombrarte, en ellas suelo buscarte y sin testigos llorarte como quiero, o anhelo. Y me inmovilizo en la languidez e insensatez de tempestades, de inequívocos y en cada letra te invoco. Y en alas de tinta en letras muero, con cada recuerdo porque soy humana y recorro el camino de mi designio, de mi destino. Huyo en palabras, escapo en silencios, en vacíos, en espacios de versos sin porqué... con razones. Honrar la luna de ser... una, que vuelca letras de melancolía en humilde poesía. Cuando un hermano se va A mi hermano Néstor Con él la niñez, se vuelve raíz, de recuerdos, de inocencia, de saber a ciencia cierta 50


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