LOS MITOS EGIPCIOS que recuerda remotamente a las palabras plañideras del bíblico Job, exhibe también similitudes con la profecía bíblica. Por eso los nombres de las personas intervinientes y de los sitios aludidos carecen de significación para el carácter de la creación poética. El campesino, en realidad, no es ningún campesino, sino evi- dentemente un propietario rural de cierta fortuna que inclusive hace explotar su propiedad por medio de un asociado artesano. A sus haberes debe añadirse lo relativo a la jardinería, aves de corral y peletería. Proviene del Wadi Natrun y su meta es la ca- pital Heracleópolis. El nombre del campesino, Khe-en-Anubis, explica por qué en un último acto de desesperación quiere acudir al dios Anubis. 3. Es muy importante desde el punto de vista mitológico, que en este poema, durante la querella del campesino, los dioses, de manera ostensible, se mantengan al margen y no intervengan. Sólo son incomodados como testigos para la aplicación de la jus- ticia. Pero la importancia de Anubis se ve debilitada, ya que el campesino no cuenta más con su ayuda sino con la del faraón. La posición esclarecedora del poeta, que lo marca como miembro del círculo cortesano de poetas eruditos, presupone en efecto aquel sentimiento fundamental pesimista que fue puesto en evidencia en los textos anteriores de este capítulo. El poeta ve al derecho y a la justicia, ciertamente, todavía asentados junto a Ra y en el reino de los muertos, pero hace que su realización dependa de la bondad del faraón. El poema es un “reflejo del Estado” y vale la pena ser recordado. No se trata de un escrito revolucionario porque no atenta contra los fundamen- tos de ambos territorios o contra el predominio del dios Ra en su barca solar. Este orden es digno a lo sumo de ser criticado porque está socavado por empleados incapaces y corruptos. El final feliz de la historia, que recuerda a la acción de fondo del libro de Job, pertenece al topos de la poemática del buen monarca. 201
WALTER BELTZ e) Los presagios de Nefert Una hermosa mañana, después de una recepción brindada a sus funcionarios, el faraón Snofru se hallaba ocioso en su trono, sin saber qué hacer. Para ahuyentar el aburrimiento convocó nue- vamente a sus funcionarios y les ordenó que le trajeran un sabio que con buenas palabras o excelsos poemas pudiera embellecer el naciente día. Y la elección de los funcionarios recayó sobre Nefert, uno de los criados de la diosa Bastet, que era muy famoso porque podía narrar historias muy bien. Nefert fue convocado de inmediato. Al llegar, se hechó boca abajo ante el soberano pero éste le ordenó que se levantara y que conversara con él. Entonces Nefert le preguntó al faraón sobre qué debía hablar, si prefería un programa con sucesos de la historia o con previsiones del futuro. El monarca se decidió por el último y mandó a traer los útiles del escriba. Él mismo se puso a escribir lo que Nefert narraba. Después de haber cobrado suficiente ánimo, Nefert presentó al faraón sus denuncias sobre inminentes catástrofes que habrían de asolar al país. Llegaría un día en que se preocuparía más en el país por su prosperidad, en que nadie lo alabaría ni lo lamentaría porque todos los hombres, todos los habitantes del territorio esta- rían desalentados. Las aguas del Nilo se evaporarían secando los campos y las naves encallarían. Nefert describió al faraón cómo los enemigos penetrarían en su territorio por las fronteras del Este y nadie podría dormir más en paz. De las estepas y desiertos ven- drían hienas y chacales junto a otros animales salvajes, invadien- do los cultivos, no pudiendo la gente evitarlo. Los tumultos se des- encadenarían en el país, la gente se mataría entre sí, y el hambre haría que padres e hijos se volviesen enemigos, los ricos pobres y los enemigos propietarios de los bienes y dominio del país. El odio 202
LOS MITOS EGIPCIOS reinaría entre los hombres y los antagonismos se resolverían con la muerte. Los gobernadores serían más poderosos que el faraón y los recaudadores de impuestos procurarían lo mínimo lleván- doselo para sí. El sol y la luna cambiarían y el orden del tiempo se entreveraría. Los que antes hubieran sido débiles regirían con la espada y todo aquello que hubiese estado antes arriba estaría ahora abajo. Pero entonces llegaría un faraón, Amenemhet, del Sur y ceñiría de nuevo las coronas de ambos territorios sobre su cabeza. Impondría otra vez el derecho y el orden y expulsaría a los enemigos del país. Los crímenes y las revueltas serían reprimidos en el país por la magnificencia de la serpiente Uraus ciñendo su cabeza y todos le servirían con alegría. A. H. Gardiner, Journal of Egyptology I, traducido al alemán por Erman, Ägyptische Literatur, págs. 151-157. 1. El poema fue escrito seguramente bajo el reinado de Ame- nemhet I, durante la decimasegunda dinastía, considerado como el renovador del antiguo predominio de Egipto después de la caó- tica situación en la que estuvo sumido durante el primer período intermedio. La obra pertenece así al género de profecía histórica cortesana que delata la situación coetánea a manera de adelanto profético elevándose míticamente. 2. El poeta no conoció personalmente las circunstancias histó- ricas. Él se ha hecho cargo de lo que le fuera transmitido. La des- cripción de la catástrofe se convierte en modelo para toda posible catástrofe en ambos territorios: el Nilo se seca y el orden estatal se derrumba. Y esta calamidad puede repetirse en cualquier momen- to. El objetivo del poema está dirigido a dominar el pesimismo creciente así surgido, por medio del anuncio de la llegada de un 203
WALTER BELTZ salvador. Nefert y Snofru son nombres de la legendaria cuarta dinastía del Imperio Antiguo, que será para las generaciones sub- siguientes la “Edad de Oro”. Ellas responden por el contenido veraz de la obra puesto que el monarca ha registrado el relato de su puño y letra. 3. Las imágenes tomadas de la tradición, convertidas en to- pos fijos para un género literario, sirven igualmente y de mane- ra apropiada al propósito de ponderar al faraón Amenemhet. La resignación no debe generalizarse después de que el sobe- rano haya asegurado el Delta, es decir el reino del Norte, por medio de fortalezas, mientras que el reino del Sur, del cual él es originario, ya se halla bien afianzado en sus defensas por su familia. El anuncio de este optimismo en lo concerniente a las metas parece no haber sido del todo infundado. Las convulsio- nes del primer período intermedio han persistido evidentemente de tal modo que han influido en la disposición del ánimo, ese gozo de vida de las generaciones posteriores. Es muy signifi- cativo desde el punto de vista mitológico que la prosperidad del país no dependiera de la buena voluntad por trabajar de los pobladores sino únicamente del soberano. El hombre es en verdad tan sólo una pelota de juego en las manos de los dioses. Solamente la barca solar del dios Ra garantiza al país felicidad y bienaventuranza. f) El apocalipsis de Hermes Trismegistos El gran Hermes Trismegistos hizo informar a Asklepios por intermedio de Thot sobre el futuro, pues todavía Asklepios ig- noraba que Egipto debía ser la imagen del cielo, o aun mejor, la morada del cielo y de todas las fuerzas celestiales, es decir, el templo del mundo. 204
LOS MITOS EGIPCIOS Pero antes de que ocurriese esto, dijo el adivino, llegará un tiempo en el que los egipcios venerarán a los dioses en vano y to- dos sus servicios y ofrendas serán infructuosos porque los dioses abandonaron Egipto y subieron a los cielos. Egipto será como un huérfano después de que haya sido abandonado por todos los dioses. Entonces arribarán al país extranjeros que lo domina- rán. Impedirán que los egipcios cumplan sus prácticas religiosas y castigarán a aquellos que, sorprendidos en sus hogares, sirvan a sus antiguos dioses. Y es así como el país que había llegado a ser el más piadoso del mundo se volvería ateo. Dejaría de estar repleto de templos para estarlo de tumbas, no tendría más dioses sino cadáveres. Y todos los enemigos serán entonces estimados en el país como habitantes del mismo. Y todos los egipcios que hasta ese día no hubieran abandonado el territorio deberán morir. Y el país no só- lo quedará huérfano de dioses sino que sus propios habitantes lo dejarán desamparado. El Nilo acarreará sangre en lugar de agua y los cadáveres se amontonarán sobrepasando a los diques. Nadie más llorará por los muertos pues todos los egipcios preferirán irse al extranjero y huir de sus guardias. Y Egipto se convertirá en el modelo de la impiedad. El mundo y su orden se verán trastrocados íntegramente. A los devotos se los tomará por locos y a los impíos por gente sabia. Se honrará a los criminales y a los buenos se los castigará como si fueran reos, pues ya nadie se preocupará por su alma. En aquellos tiempos la tierra no estará firme y el hombre no podrá navegar, ya que no podrá ver las estrellas en el cielo. Todos los ruegos enmudecerán y lo propio del mundo será: impiedad, vergüenza y desprecio por las palabras justas. Pero cuando todas estas cosas ocurran y esta profecía se cumpla y cuando el señor, el padre, el creador divino, haya visto todo esto, detendrá su cólera. A veces destruye él todo con una gran marea, otras veces con fuego, y también con 205
WALTER BELTZ pestes, guerras y otras catástrofes. Y esto es el nacimiento del mundo, del bueno, renovado y pío mundo, reflejo de la bondad superior. Biblioteca de Nag Hammadi, Codex VI, 8, 70-74. Traducido por Robinson, Library, 300-307. 1. El texto pertenece a la gnosis hermética. El héroe epóni- mo Asklepios es introducido en los secretos del mundo por el mistagogo That, enviado por Hermes Trismegistos. El Corpus Hermeticum contiene muchos materiales helenísticos y egipcios. Así, por ejemplo, el dios egipcio Thot, con el nombre de That, es el hijo de Hermes Trismegistos. El texto proviene probablemente del siglo iii y era hasta entonces conocido solamente por una traducción latina cuya autenticidad se acreditará a través de una copia más vieja. 2. La descripción del Egipto de la época de la caída del mundo, perteneciente a este apocalipsis, se asemeja a los topos ya cono- cidos, que se hallan expuestos en otras fuentes de este capítulo. El mundo que hallamos muere antes de que emerja uno nuevo. Este esquema se basa también en los mitos de la creación univer- sal, que con la muerte de un soberano hace desaparecer una era del mundo, para con un nuevo monarca dar la vida a un nuevo mundo. Ese mundo hallado se encuentra fatalmente en vísperas de su fin, por lo que el egipcio es muy escéptico en lo que respec- ta a su época y prefiere confiar en la vida eterna en las regiones occidentales, o sea, en el reino de los muertos. El mundo hallado es siempre impío y falso y merece ser sacrificado. Los topos del apocalipsis sobre la decadencia del mundo corresponden a los motivos de la gnosis sethiánica, tal vez del apocalipsis de Adán, 206
LOS MITOS EGIPCIOS NHC V, 5. Es posible que esto esté relacionado en su origen con las tradiciones samaritanas. 3. Las imágenes de la caída de Egipto fueron metáforas muy expandidas. Para Egipto es típica la referencia a sus muchos dio- ses y templos contra los que Asklepios dará sus argumentos. Este sinnúmero de dioses contradice la teoría gnóstica de un único dios superior. Ellos deben desaparecer cuando este dios superior se hace presente. Una reminiscencia egipcia es aquella frase que dice que “nadie más se preocupa por su alma”. Ya no una dis- cusión entre alguien harto de la vida, sino que tampoco la de un cualquiera con su alma. Los hombres están muy cansados para ello, perdido todo interés. La desesperación del hombre por su tiempo y su mundo está fundada, dice el poeta, pero no dura una eternidad. 207
CAPÍTULO XI Viaje a la salvación eterna a) Tras los textos de las pirámides Cuando el faraón dejó la vida, no se fue de ella muerto sino viviente, pues él se sentó en el trono de Osiris y empuñó el poder para mandar también a los vivos. También mandó a todos aque- llos cuyos nombres se desconocen, pues él se convirtió en Atum después de haber pasado por las casas de Horus y Seth. Cuando se acercaba a la casa de Ra fue anunciado con las palabras siguientes: “Mira, tu hijo viene hacia ti”. Entonces, se despacharon mensajeros a través de los cielos para anunciar a todos los dioses en sus horizontes que ahora el rey había llegado, a quien ellos deberían servir porque él era, a partir de ese instante, también señor de sus vidas. Por eso Seth y Neftis, Osiris e Isis, Thot y Anubis y Horus fueron llamados para que se informaran sobre los deseos del soberano. Aparecieron sobre la luz de sus horizontes y se encontraron de tal modo con el ser luminoso, el hijo de Ra el eterno. Y en plena posesión de todos sus miembros y fuerzas surgió el faraón inmortalizado como Osiris a quien la diosa Isis le había ya devuelto todos sus miembros después de haber sido asesinado por Seth. Y como Osiris, el monarca ahora había dejado la tierra y se había elevado al cielo, en vuelo cernido hasta alcanzar la barca solar de Ra, su padre divino, en donde se instaló sobre el trono ya preparado para él. Desde allí podía gobernar a los países cuando los atravesaba en la embarcación. Los cielos temblaron y con ellos las estrellas tras el milagro 208
LOS MITOS EGIPCIOS que se había realizado con el viaje celestial del monarca por el cual él adquirió el poder del cielo al igual que Atum y Ra, para volverse todavía más poderoso que sus padres divinos. Su Ka lo acompañaba y las serpientes de su diademas adornaban su cabeza. Fue erigido en formidable toro celestial y regresó triun- fante de la Isla del Fuego. Después de que él se hubo instalado en su trono, administró justicia y proclamó sus fallos y todos los dioses se pusieron a su servicio. Durante sus comidas convocó a los dioses y se hizo esperar por ellos. El faraón recorrió a pie los horizontes de ambos territorios y se convirtió en el más grande de los poderosos y se adueñó de todas sus cualidades. La dura- ción de su vida fue la eternidad y su continuidad fue el infinito. Y del mismo modo que Seth y Neftis, Osiris e Isis, también Ho- rus se presentaba a diario ante el monarca. Y se inclinaba ante él para venerarlo. Y Horus contó cómo el dios Thot rechazó a los adeptos de Seth y a éste mismo para que el faraón pudiese convertirse en Osiris, su padre. Geb ya había ubicado a Isis y a Neftis junto al faraón y Horus había incitado a todos los dioses a unírsele. Y Horus entregó su ojo al monarca y lo convirtió en un ser luminoso. Y Nut escogió al faraón como si fuera su hijo y se aprestó a proteger sus bienes. Y de tal modo, los dioses en asamblea saludaron al monarca como si fuera Osiris, a quien su madre Nut le había dado la vida y cuyo padre Geb le había concedido el poder total del saber divino, es decir, una boca vigorosa. E Isis concibió con él como lo hiciera con Osiris dando a luz a Sirio quien lo acompañaría en su barca solar. Y todos los dioses acompañaron al rey como a Osiris y lo invistieron con las insignias imperiales y salieron corriendo para anunciar su llegada por todas partes: “El dios llega”. Isis y Neftis lo acom- pañaron y le besaron los pies antes de que él entrara en la casa de Ra, conducido por su madre Nut quien le abrió las puertas del aposento del divino Ra. Y Ra lo recibió con honores dignos 209
de un dios pues él estaba provisto del ojo de Horus y revestía la figura del dios Osiris. Además, le prometió que su gobierno sería seguido por su hijo Horus por todo el mundo y que le serían rendidos los eternos tributos divinos. Mas todos los dioses se unieron en el ruego para inducir a la divina madre Nut a proteger al faraón como a su propio hijo, dado que Nut era la diosa más poderosa: “Tú eres la hija que en el seno materno eras ya poderosa, deja ahora que el rey reluzca como una estrella y que sea eterno, pues tú has satisfecho al país todo con tu belleza y tú has abrazado la Tierra y todas sus cosas con tus fuertes brazos. Pon ahora a este rey bajo las estrellas im- perecederas que se hallan en tu órbita”. Y Horus se arrojó ante el faraón y lo alabó, a él que no desig- naba más a un padre humano o a una madre humana como suyos propios; y ponderó su trono, que era el primero del poniente. Y el faraón se irguió y se purificó junto a su Ka tal como se lo había propuesto Horus, y con la ayuda de éste para que cumpliera el deseo que los dioses habían dirigido a Nut. Así, el cuerpo del monarca se convirtió en un cuerpo de luz resplandeciente antes de que subiera al barco que desde entonces le pertenecería en exclusividad y con el que podría en más trasla- darse a la casa de las estrellas inmortales. Kurth Sethe, Die Altägyptysche Pyramidentexte, 4 tomos, Leipzig, 1908-1922, Comentario y traducción, t. I-IV incomple- to; Glückstadt, desde 1935, págs. 134-135; 152-160; 364-369; 393-413; 575-581; 626-633; 752-763; 777-782; 809-811; 824; 841-846; 1223-1224; traducido por G. Roeder, Urkunden, pág. 186-188. 210
LOS MITOS EGIPCIOS 1. Los textos de las pirámides están inscriptos en las cámaras de los sarcófagos y en los pasillos desde la quinta dinastía y fueron utilizados hasta las postrimerías del Nuevo Imperio. Se trata de pasajes sueltos, pero coherentes de épocas y estilo distintos. Es así como pasajes de carácter narrativo en tercera persona alternan con otros en los cuales el muerto es tratado de tú, junto a textos en primera persona. El texto precedente es una interpretación libre y narra la historia de un faraón que es válida para todos los demás. La fórmula se encuentra siempre substituida por la respectiva fórmula “el soberano”. La escritura es difícil de leer y el contenido del texto debe adivinarse con frecuencia. La forma de nuestro texto es una reconstrucción que tiene en cuenta por ello los diferentes estadios de redacción del texto y sobre todo pasa por alto sus relaciones con el ritual funerario. Sólo tiene en cuenta la fábula mítica de la deificación del faraón muerto, nunca lo suficientemente comprobada. 2. Nuestra reconstrucción de una fábula de los textos de las pirámides sigue el mito de Osiris (ver II a, I a-c). El monarca vive el destino de Osiris. Después de su muerte es resucitado. Pese a la gran cercanía de su existencia con la de Osiris, su existencia distinta es expresada a través de la exaltación mito- lógico-astral. En tanto que hijo de Ra, o ser luminoso, se vuelve una de las imperecederas “estrellas circumpolares” (Kees). Para eso era esencial que el faraón iniciara su viaje, en primer término en la barca solar de Ra, claro está, antes de que él llegara a su morada definitiva en su propia embarcación. Nut era el símbolo del cielo por lo que él encuentra “en ella” su lugar. Por esa razón (T. Pir. 1428) ella es también su madre, la que lo alumbra y por lo tanto le abre las hojas de la puerta celestial (T. Pir. 1480). Los pasajes de Nut están siempre en proximidades de los sellos de las entradas de las cámaras mortuorias o más tarde en las tapas los sarcófagos. 211
WALTER BELTZ 3. En este texto no están recogidos los diálogos que mantiene el faraón con los diferentes personajes que participan en su viaje por los cielos. Éstos tampoco están mencionados en el parágrafo referente al libro de los muertos –en el que este género literario se da por terminado– pues son, de manera predominante, fórmulas mágicas que posibilitan al monarca su travesía. El texto preceden- te describe solamente el mito de la apoteosis del faraón. La ideo- logía imperial ha acuñado la imagen que los egipcios se hacían del más allá. El cielo como morada del futuro de los reyes, que los textos de las pirámides sitúan indistintamente en el Levante o en el Poniente, se transformó en el símbolo de los mitos orientales de la resurrección. Los mitos del viaje celestial aluden siempre al afán de acordar inmortalidad a los hombres extraordinarios. Los faraones eran para los egipcios tales hombres extraordinarios. b) Los textos de los sarcófagos Cuando el hombre se haya reunido de nuevo con su familia, las embarcaciones serán entonces equipadas con abundantes co- midas y bebidas, con las que él contará para su viaje. Y este barco pertenecerá a Ra y será bogado por la tripulación de las estrellas, que nunca se ponen ni tienen descanso. Inmortalizado, las comidas le serán preparadas para cuando Ra se disponga a saciar su hambre y a apagar su sed. Preparado de tal modo el inmortalizado arribará ante Ra y le solicitará su ingreso al reino: “vengo a ti, sé indulgente conmigo, ilumina tu cara sobre mí y alíviame”. Y Thot le mostrará el camino hacia la morada de Ra a lo largo de la casa de Horus a orillas del mar celestial y junto al recinto de Geb, y lo dejará suspenderse de las alas de los pájaros y mantener su equilibrio sobre las torsiones de los gusanos o sobre las serpien- 212
LOS MITOS EGIPCIOS tes que trepen a los árboles. Y, además, lo proveerán de conjuros que lo pondrán a salvo, en las regiones subterráneas, de robos o del peligro de perder allí la cabeza. Así, tomará muy en conside- ración las palabras que intimidan a los pájaros de la muerte y no vacilará en destruir sus cabezas y sus recados para escribir para que ellos no puedan escribir ni sublevarse por padecer el hambre. Y entonces él, como Osiris, costeará los cielos y lo investirán con su cetro, el que le abrirá todas las puertas. Y su Ka lo acompa- ñará y ante Ra se manifestará como Horus, aguardado por Isis y Neftis, felicitado y jubilosamente saludado por los señores del poniente. Y así, el inmortalizado entrará a las capillas de ambos territorios y todas las divinidades entrarán detrás de él y lo hon- rarán como señor del cielo, de quien los corazones de todos los habitantes del cielo estarán pendientes. Y será un halcón, o sea Horus. Y él será para los dos territorios, como el Nilo, coronado con ambas coronas y venerado, al tiempo que viajará en la barca solar de Ra; Geb y Nut lo aceptarán como hijo y lo ampararán bajo sus alas protectoras a tal punto que todos los secuaces de Seth huirán ante él. Bastet se parará en la proa de su barco y le procurará un viaje feliz. Y Horus llegará corriendo y reconocerá en este hombre a su padre, y lo saludará como él saludaría a su padre Osiris. Y lo anunciaría llamándolo Osiris, abrirá su boca con Ptah y le fortalecerá el corazón y los miembros para que el eternizado pueda ejercer su reinado. Y Horus cuidará de que él así perpetuado pueda viajar con toda la pompa real y comer como un rey. Su éxito en la caza lo hará famoso y nunca más conocerá las penurias. Se regalará con blanco pan y roja cerveza y las tene- brosas fuerzas no encontrarán ningún medio de fastidiarlo con cosas inmundas, ni con heces ni con orina. El dios Shu lo llevará y la muerte lo abandonará siempre cuando él se presente ante el rostro de Ra, unido a su Ka, y a quien el dragón Rarak no dañará y Apofis no podrá vencer. Y él atravesará la Isla del Fuego intacto, 213
WALTER BELTZ conducido por Shu y protegido por Nut, pudiendo, así, continuar su viaje. Isis le permitirá caminar con pasos seguros y los dioses, que bendicen las tierras egipcias con la fertilidad que les propor- cionan, lo acompañarán como sus servidores. Él dirá todas las palabras que le permitirán no sólo cruzar a través del fuego, incó- lume, sino también aquellas que le abrirán las puertas de la casa de Ra, de la que saldrá en la persona de Ra-Atum. Anubis y Thot y sus escribas lo acompañarán y le narrarán sus grandes hechos. El ojo de Horus lo guiará y elevará hacia el refulgente Ra des- pués de haberle ordenado Geb que reúna a toda su familia con sus hijos y sus servidores y después de que Hathor lo haya ungido. Entonces no habrá dios alguno que lidie con él y tampoco tribunal alguno que esté por encima de él. Comerá del pan y beberá de la cerveza que reposen sobre la mesa de sacrificio de Ra y lo hará en compañía de los grandes que se alojaren en el interior de la casa de Ra. Y Horus derribará a todos sus enemigos para, así, concederle, su Ka y su Ba, la transfiguración y la glorificación para que los dioses del Norte y del Sur, la tripulación de la barca solar y todos los pobladores del Horizonte desborden de inefable alegría. Papiro de Berlín, Pap. 10482. Según Pierre Lacau, Textes religieux égyptiens, París, 1904-15; traducido por G. Roeder, Urkunden, págs. 201-213. 1. Los textos de los sarcófagos son aquellos que fueron es- critos sobre los costados, tapas y pisos de los sarcófagos tras el derrumbamiento del Imperio Antiguo. Estos textos se remontan a los modelos normativos como los que se conservan por ejemplo en el papiro de Berlín F. 10482. En parte se hallan escritos en tercera persona singular y, en parte, también en primera persona 214
LOS MITOS EGIPCIOS singular, y recurren al ritual funerario en el que ya estaba prevista la deificación del difunto. La idea por la cual el difunto adquiere la personalidad de Osiris tiene su origen en la tradición del ritual funerario real del Imperio Antiguo y perdura a través de los tiem- pos en los libros de los muertos. 2. Los textos son mixtos. Precisiones rituales alternan con elementos mitológicos-narrativos. Los títulos indican en ellos las etapas que el difunto debe pasar durante su ascenso al sitio donde permanece Ra. El viaje por los cielos será completado por el as- censo a la barca solar de Ra, que conduce a Occidente al muerto con la escolta de los astros. Isis (VIII f) y Neftis (VIII f) lo acom- pañarán ante Ra (VII d). Adquirirá la figura de Horus, el Halcón (VII c) y se convertirá en Ra-Atum (VII c) y finalmente en Osiris (VII b). Apofis no puede más ofrecerle peligro. Los dioses de la gran enéada (I a) estarán para servirle. Los elementos míticos han perdido su autonomía y ahora sólo sirven de ilustración del ritual religioso, que presupone un nuevo mito. Este mito responde a la ideología real del Antiguo Imperio, que había puesto a los dife- rentes dioses distritales al servicio de un dios imperial o faraón. 3. Los textos de los sarcófagos y los libros de los muertos (XI c) muestran cómo la representación de la deificación del soberano después de la caída del Imperio Antiguo se ha vuelto la imagen del endiosamiento de cada ser humano. Esta doctrina, que los antro- pólogos egipcios distinguen de la bíblica, de la oriental antigua y de la griega antigua, se extenderá en primer lugar por medio del movimiento helenístico por toda la ecumene mediterránea. Ella encuentra sus manifestaciones preñadas de símbolos en los cultos helenísticos de misterios y en las representaciones de la redención gnósticas. Si antaño el faraón era el reflejo de la teogonía, ahora, a fines de la historia egipcia, lo es todo hombre que se somete a las liturgias de iniciación gnósticas o practica los cultos de misterios, un heredero potencial de la glorificación, tal como está viva acaso 215
WALTER BELTZ también en el pensamiento cristiano primitivo del apóstol Pablo en su segunda epístola a los corintios. c) Los libros de los muertos Largo es el viaje que emprende el inmortalizado el día en que lo colocan en el sarcófago que lo transportará hasta el tribunal de Osiris, al Duat y a la bienav enturanza. Él debe, entonces, de- cir que él es el dios Thot, el que está firme al lado de la barca de Ra y el que lucha por la justicia de Osiris junto a las plañideras a “orillas del Nilo”. Y él se transformó en Thot después de haberse convertido pri- meramente en sacerdote en Busiris, luego en profeta de Abydos y más tarde en supremo sacerdote de Menfis y, del mismo modo que el dios excavó la tierra durante las festividades que conmemoran la azadonada. Y, así, él debió llamar a los dioses y pedirles su ayuda, a ellos que custodiaban la casa de Osiris. Y recibió tanta comida y bebida como era suministrada en casa de Osiris, y un hospedaje en su casa, y le fue igualmente dispensada una cordial bienvenida y una feliz despedida. En su compañía había muchos ushabtis que estaban a su ser- vicio cuando los dioses convocaron a los muertos que estaban de paso para que trabajaran en los canales, en los campos, en los barcos. Pues en el camino hacia Ra, el sol triunfante, se presen- taban muchos obstáculos por vencer. Los himnos ayudaron bien a Ra a dar la bienvenida a la mañana y a ofrecer la despedida al anochecer, pues en el matinal Ra y el vespertino Atum se había convertido ya el rey de los dioses quien había creado el mundo como señor del cielo y de la Tierra, quien regaló a los países la bajamar y la pleamar y las crecidas del Nilo y las montañas con sus riquezas, quien entronizó a la diosa Maat y dio a los hombres 216
LOS MITOS EGIPCIOS las leyes. Pero Ra era también el señor en el poniente, en el reino de los muertos y el que diariamente esperaba allí como el más apasionado de los hombres. Armado de tal manera con eficaces palabras mágicas y preña- das de milagros el inmortalizado cupo en tanta figura como quiso entrando y saliendo por cuanta puerta había en el mundo, sin ser estorbado por dioses ni por demonios. Al fin se manifestó como el dios Atum ante los dioses y reclamó para sí el ser acogido en el círculo divino: “Pues por cierto nada he hecho que los dioses aborrezcan y por eso puedo ingresar a vuestra sala como un igual a vosotros”. Después de su admisión se inclinó de inmediato ante Osiris y saludó al señor de los jueces de los muertos: “Siempre mi corazón permaneció fiel a la causa del bien y nunca el mal dominó mi pecho. Jamás he mentido y tampoco he embaucado a la gente con dobleces”. Después ciñó la corona de la victoria de Osiris quien le había hecho derrotar a todos los enemigos. Luego pudo subir al trono de su divino padre Ra pues los dioses le habían permitido conservar su corazón obedeciendo a sus fervorosas súplicas. Su Ka y su Ba lo acompañaron. Las “buenas palabras” conjuraron a los cocodrilos y serpientes endemoniados que intentaban devorarlo. El mismo Apofis, el mayor enemigo del dios Ra, fue matado. Y entonces el eternizado se transformó en fuerza divina, “en el presente, en el ayer, y en el mañana, en la fuerza que está contenida en el cielo, en el Duat y en Aminte”. Así se convirtió en el propio Ra que creó el cielo de Ptah y, a través de sus rayos, la luz despertó a la vida y produjo la madurez de los frutos y la germinación de las cosechas. Él reunió en sí todas las fuerzas de los dioses, las de Ra y Anubis, de Osiris y Horus. Todas las puertas de las infinitas regiones del mundo se abrían a su paso y así fue él rey en el cielo, que bendijo a los dioses, señores de la eternidad y a quienes él 217
WALTER BELTZ se reveló como aquel que es puro y divino, fuerte e inspirado, poderoso y glorificado y que trae a los dioses mirra e incienso para poder eliminar las impurezas de su corazón y expulsar toda maldad del mismo y liberarse de todos sus pecados. Se manifestó igualmente bajo las figuras de la flor del loto y del halcón dorado de Horus ante los pobladores del cielo, y los habitantes del Duat se espantaron al verlo, como todos los que habitan los lugares en donde el mundo se desmorona y comienza el reino de las tinieblas. Y, así, como él conocía y dominaba todos los lugares del más allá, también reinaba en todas las ciudades y templos en ambos países. Él era el señor de Mekhen y de Eshmunen, de Heliópolis y Tebas, pues se había confesado ante Osiris y los cuarenta y dos jueces de los muertos y había sido hallado libre de pecados, porque no había pecado ni en contra de los hombres ni en contra de los dioses. No había oprimido a los pobres ni los había reducido a la esclavitud así como tampoco no había arruinado la vida a nadie ni dejado morir de hambre, sed o frío a quien fuere. Nunca había matado a nadie, ni destruido pare- jas ni impartido medidas injustas de gobierno. Tampoco había mentido ni discutido en voz alta en calles o plazas, ni delinquido contra un soberano ni saqueado tumbas. Entonces, como él hu- bo encontrado clemencia por parte de los severos jueces de los muertos y como también supo nombrar a todos los guardianes de las puertas celestiales y como todos los dioses habían apro- bado ante Osiris sus discursos e informes como verídicos, su deificación resultó perfecta. Más tarde le fue asignado un barco “como a Ra, y el cielo está abierto para él y la Tierra también, y el Poniente está abierto para él tanto como el Levante, y la mitad austral del cielo así como la boreal le están abiertas cuando él, como Ra, cuyos rayos iluminan la noche”, por su parte, conduz- ca las almas que lo siguen a la vida eterna. 218
LOS MITOS EGIPCIOS Según Totenbuch der Ägypter, Richard Lepsius, Leipzig, 1842; Edouard Neville, Das ägyptische Totenbuch der XVIII- XX Dynastie, Leipzig, 1886. Traducciones de Roeder, Urkunden, p. 226-296. 1. Libros de los muertos se llama, a partir del Nuevo Imperio, a los textos que se depositan junto al muerto en su ataúd y en los que, a veces con similar contenido y tenor que en los textos de los sarcófagos del Imperio Medio (L. m. cap. 69-71 y 108- 115), el muerto puede ver qué etapas debe cumplir en su viaje hacia la inmortalidad. El ordenamiento en capítulos sigue a las primeras ediciones del libro de los muertos de Turín, de Lepsius, otros en cambio propusieron ordenarlos por parágrafos pues así podrían distinguirse mejor las diferentes versiones de los libros de los muertos. El muy mal estado en que se encuentra la mayo- ría de los textos escritos en jeroglíficos o en cursiva nos llevan a pensar que el propio escriba no comprendía el contenido de estos importantes textos rituales que debía transcribir. La composición de textos –oraciones y preceptos rituales– es muy diferente, las repeticiones no han sido excluidas y los errores abundan, por lo que se comprende el juicio de A. Erman que estima que estos textos están plagados de absurdo y sin sentido; pero si un texto no siempre puede comprenderse aisladamente, su significado mi- tológico es claro. El difunto se transforma en Osiris en su camino hacia la inmortalidad, después de haberse convertido, como lo fuera antes el faraón, primero en sacerdote y luego en encarnación de alguno de los dioses. Las precisiones rituales, los componentes mágicos ilustran la gran mayoría de estos textos que han de ser recitados quizás al colocar los amuletos de adorno a las momias o al sepultar los utensilios del muerto. 219
WALTER BELTZ 2. Los mismos textos están redactados en el egipcio más arcai- co y han sido vinculados y aun entremezclados con otros saíticos y egipcios medios por parte de los escribas del Nuevo Imperio. Los títulos y las ilustraciones o viñetas en los diferentes ejemplares de los libros de los muertos debían facilitar al difunto la lectura y la comprensión de los textos. Ante todo, permiten las diversas maneras de interpretar los textos cuya redacción y edición no están acabadas. 3. La interpretación textual precedente se aparta considera- blemente de la fuente por cuanto que de las múltiples interpre- taciones de oraciones, himnos y rituales –redactados todos en primera persona– hizo una exposición descriptiva en tercera per- sona calcada del proceso de endiosamiento del difunto y que da la apariencia de una ceremonia a un compendio de textos. Esta subordinación está basada en el conocimiento de que los textos de las pirámides y de los sarcófagos tenían la misma función que el libro de los muertos. Las etapas sobre la ruta pretenden desta- car los diferentes momentos de la glorificación unos de otros. El muerto se convierte en sacerdote y en profeta, en monarca Horus, y finalmente en dios como Osiris y dios supremo como Ra. Esta representación del camino de la vida del difunto que se transfor- ma en un rey celestial, investido del ropaje luminoso del dios Ra, no ha dejado de influir en el sistema gnóstico de la Antigüedad tardía, influyendo también en la Divina Comedia de Dante y en las representaciones del más allá de las iglesias cristianas. d) El viaje de Khaemvese a las regiones subterráneas A Khaemvese le nació un hijo de manera milagrosa y lo llamó Si-Osire, hijo de Osiris, tal como le fuera presagiado en un sue- ño. Cuando Khaemvese vio un día cómo enterraban a un rico y 220
LOS MITOS EGIPCIOS poco después cómo enterraban a un pobre, intentó enseñar a su hijo que era mejor morir como un rico y ser enterrado con todos los honores que ser llevado de modo tan sencillo al desierto. Pero Si-Osire tomó a su padre por la mano y lo condujo a un lugar del desierto que hasta el momento le era desconocido. Y ahí se alzaba una casa con siete grandes salas. Después de haber atravesado tres, llegaron a una cuarta en donde había gente que debía eje- cutar trabajos sin sentido alguno mientras que otros individuos se esforzaban en vano por acallar su hambre y sed. Algunos per- manecían en pie en un silencio augusto y en un estado de gloria, otros en cambio se quejaban y lamentaban amargamente porque a uno se le había metido en el ojo derecho el gozne del portal. En la sexta sala se hallaban los jueces de los muertos y escuchaban las quejas presentadas por sus servidores. Y en la séptima sala se erguía majestuoso Osiris sobre su sitial de gran juez, flanqueado por Anubis y Thot. Y delante de él estaba la balanza donde eran pesadas todas las buenas y malas acciones de los humanos. Y los jueces permanecían de pie contra las paredes. Y todos aquellos cu- yos malos actos pesaban más que los buenos eran entregados a la devoradora del reino de los muertos, que se comía a los hombres que no debían seguir viviendo. Por el contrario, todos aquellos cuyos buenos actos eran más pesados que sus vilezas entraban junto a los jueces y podían ver cómo sus almas se elevaban a una perfecta glorificación. Y todos aquellos cuyas malas acciones pe- saban tanto como las buenas eran puestos al servicio de Osiris para que pudiesen purificarse. Así fue como Khaemvese vio todo lo que ocurría en el reino de Osiris. Si-Osire señaló a su padre en esas circunstancias a uno de los glorificados, que estaba cubierto por un lujoso lienzo real, diciéndole: “Ése es aquel pobre que tú compadeciste. Por causa de su rectitud y fidelidad Osiris le orde- nó que se le diera la sepultura de aquel rico que tú envidiabas y que debe cargar, ahora, con el gozne del batiente de la puerta en 221
WALTER BELTZ su ojo derecho por todas las fechorías que cometió”. Y aquellos que realizaban trabajos absurdos eran los que habían engañado a sus mujeres y malgastado la bendición y paga de su trabajo. Y aquellos que saltaban en balde en pos de bebidas y alimentos eran aquellos que, debido a sus bajezas y malas acciones, tenían que correr sin descanso tras algo de comer o beber sin por ello conse- guir lo que les hacía falta. Si-Osire explicó a su padre que el que había sido bueno sobre la Tierra, sería bien tratado en el mundo subterráneo, pero quien hubiera sido un malvado, debería hacerse a la idea de que sería atormentado. Entonces Khaemvese se maldijo y se maravilló de la sabiduría de su hijo y retuvo todas esas palabras en su corazón, palabras que nunca había pronunciado antes. F. L. Griffith, Stories of The High Priests of Memphis, Oxford, 1900; traducido al alemán por Roeder, Altägyptische Märchen, pág. 158 ff., y por Brunner-Traut, p. 192-198. 1. El texto fabuloso nace en la primera mitad del siglo I a. de C. y nace en estilo popular lo que en un principio era el saber sacerdotal referido a la existencia en las regiones subterráneas y a lo que servía como estructura para los textos de las pirámides, de los sarcófagos y los libros de los muertos. Seton Khaemvese debió de ser un alto funcionario sacerdotal de Menfis y en este cuento es considerado como testigo de la verdad de esta historia. Los topos son muy simples y corresponden al sentido de la jus- ticia del cuento. La parábola bíblica del hombre rico y del pobre Lázaro en el Evangelio de Lucas, 16, en este caso sencillamente no ha sido tomado de su antecedente egipcio sino que parece haber sido un motivo legendario oriental como lo muestra el paralelo rabínico. 222
LOS MITOS EGIPCIOS 2. Las múltiples relaciones consignadas con la Divina Come- dia de Dante, por las cuales no sólo se alude a un mundo de imá- genes, sino también a un Virgilio como psicogogo de Dante, se hallan de ese modo circunscriptas al hecho de que tales viajes de seres vivos al infierno vuelven indispensable a un acompañante en la lógica del fabulista. Orfeo nunca habría podido atravesar los ríos Estige y Aqueronte si no hubiese estado acompañado. El ba- bilónico Ziusudra-Utanapishti debe permanecer al lado del héroe Gilgamesh, a modo de barquero. Sin el acompañamiento de Vir- gilio, Dante no podría huir del infierno. Las doctrinas gnósticas del éxodo de las almas, que usan motivos similares, se encuentran en estrecha relación con los cultos antiguos de misterios. 3. El relato del nacimiento de Si-Osire, que en otro texto está narrado de manera aún más detallada, muestra claramente que este niño es de origen divino. Su nacimiento le será anunciado a la madre por un mensajero, y el niño puede sondear y explicar los más profundos secretos de la humanidad, como lo harían precozmente Jesús o el legendario Moisés. Su éxtasis perfecciona solamente el topos de la individualidad y de la unicidad. e) El viaje luminoso del alma de Mani Tres tiempos, enseñaba Mani, determinan la historia de la Tierra. En el tercero y último tiempo, que ahora nos toca vivir, las luces celestiales abandonarán el mundo para regresar a su hogar. El espíritu viviente filtró las partículas lumínicas del hombre y la naturaleza formó las dos naves luminosas, el sol y la luna, y las otras las elevó al firmamento creando los astros. En la primera mitad del mes, las partículas subieron en una columna de gloria hasta la luna antes de producirse el plenilunio. Luego esas partículas llegaron al sol, y de ahí al paraíso de la luz, 223
WALTER BELTZ visible junto a la rejuvenecida luna creciente, el signo ostensible de la nave vacía. Y el alma se eleva junto con la figura de su amo y tres ángeles que lo acompañan, tan pronto como haya abando- nado el cuerpo del hombre. En cuanto ella entra y se presenta ante los jueces de la verdad percibe el premio de la victoria, la indu- mentaria luminosa y las coronas, guirnalda y diadema de la luz. M 77, T II, D 79, Kef. VII CXLI. Traducido por Böhling- Polotzky, Mänichaische Texte der Staatlichen Museen zu Berlin, vol. I, primera y segunda mitades, Stuttgart-Berlín, 1940 y 1966. 1. La configuración mítica egipcia sobre las expectativas en el más allá concluye las teorías maniqueístas gnósticas del origen lumínico de los electi, o sea, de los elegidos gnósticos. Los dogmas eclesiásticos cristianos sobre la muerte, el descenso a los infiernos, el purgatorio y la purificación para ser admitido en el paraíso celestial, como ya ha sido bien descripto por Dante, se remontan tanto a las viejas tradiciones egipcias, traducidas también en el Libro de las puertas como a las tardías representaciones escatoló- gicas gnósticas y helenísticas antiguas. Las imágenes de las naves de luz que proceden de la herencia iraní de Mani encontraron entre los egipcios representaciones similares y coadyuvaron en gran medida a la divulgación del maniqueísmo en Egipto. Tanto la idea del tribunal de los muertos como la de la investidura con las insignias del rey celestial de los dioses despertó entre todos los egipcios, que conocían sus propios libros de los muertos, recuer- dos que les eran familiares. 2. Mani enseñó que el hombre contiene en sí una pequeña partícula lumínica que por voluntad del dios mayor, el padre de los grandes, debe ir uno a buscarla al paraíso luminoso. A este fin 224
LOS MITOS EGIPCIOS sirve la misión del tercer enviado y también la del quinto padre y el viaje celestial de las almas representado de modo mecanicista. Los dos primeros períodos de la historia universal yacen en el pasado, son las épocas de la creación y de confusión de la luz y la oscuridad. 225
CAPÍTULO XII Para proseguir la obra de la mitología egipcia La historia de la ciencia egiptológica aun tiene mucho por hacer. Algo más de un siglo y medio ha transcurrido desde que la lectura y desciframiento de los jeroglíficos y monumentos de Egipto se ha vuelto nuevamente posible. Corresponde a los trabajos dignos de mención de la política colonial europea que, como consecuencia, la “Piedra de Roseta entrara a jugar su papel” y que, al permitir descifrar la escritura egipcia, hiciera posible también el acceso al arte poético del antiguo Egipto. La gramática y la sintaxis egipcias permanecían vivas en la lengua copta que, siendo cono- cida como la lengua de los pobladores cristianos de Egipto, había opuesto con éxito una tenaz resistencia a la islamización y su consecuente arabización durante más de un milenio. Con el conocimiento de la escritura de los antiguos egipcios quedó de manifiesto la estrecha vinculación existente entre Eu- ropa y la cultura egipcia, y cuánto el cristianismo tiene que agra- decer a las visiones poéticas del antiguo Egipto, referidas a las imágenes mitológicas sobre el más allá, a la vida después de la muerte, y a las representaciones del infierno y del purgatorio. Las visiones dantescas del infierno en la Divina Comedia, del mismo modo que las exhortaciones a penitencia y las confesio- nes medievales, aparecen como miembros de una cadena cuyo comienzo debe buscarse en los antiguos libros egipcios de los muertos, o sea, el libro de las puertas y de los caminos. El reino de los muertos se encontraba para los antiguos egipcios en el cielo pero al mismo tiempo se lo concebía en las regiones subterráneas, al Poniente. Después de la muerte, para poder transformarse en 226
LOS MITOS EGIPCIOS Osiris, y lograrlo sin sufrir menoscabo alguno, el egipcio debía conocer el mundo de los muertos a través de las descripciones en los libros mágicos, acaso de Amduat, para poder convertirse sin menoscabo, después de la muerte, en Osiris. De ello nada se ha recogido en la mitología preexistente porque estos textos en lugar de poseer una función mitológica tienen una neta función mágico-rreligiosa, que podría quizás también demostrarse en el llamado Libro de la Tierra. En estos textos mágicos, el muerto, al leerlos, experimenta con lujo de detalles cómo transcurrirá su camino después de la muerte cuando atraviese el mundo subte- rráneo y recorra las diferentes etapas. Desde la época de los textos de las pirámides del Imperio Antiguo se piensa que los muertos emprenden su viaje celestial hacia la salvación, atravesando los vientos, bajo la forma de un pájaro o bien sobre una nube. Este viaje es considerado la salva- ción y la resurrección ya que el muerto sólo cambia el aspecto de su ser. Las representaciones gnósticas de la redención tal vez se encuentren mucho más cerca de las esperanzas cifradas por los antiguos egipcios en la salvación que de las doctrinas griegas o iranias al respecto. La imagen egipcia del dios solar –quien, según el Libro de los muertos, atraviesa precisamente las puer- tas de las doce regiones del mundo subterráneo defendidas por serpientes y es recibido jubilosamente por sus moradores como el liberador– es aún más vieja que la imagen cristiana del des- censo al infierno de Cristo, quien rompe las puertas del infierno y vence a los monstruos de la muerte y redime a los muertos rescatándolos del poder de los príncipes del infierno, conducién- dolos desde su avasallamiento al poder de la decadencia hacia el mundo de la luz celestial. La antigua representación egipcia por la cual el hombre resucitado vuelve a unirse con su Ba mien- tras que su Ka permanece en su cámara mortuoria dentro de la estatua y ahora se halla en la luz del rostro del dios solar y por 227
lo tanto glorificado, es más inmediata que la imagen bíblica del Antiguo Testamento del cuerpo glorioso del hombre resucitado en analogía con el del Redentor. Ra “ilumina su rostro y lo trata con misericordia, alza su mirada sobre él y le otorga su bienaventuranza”. La Biblia comparte también, en la bendición de Aarón, el mundo conceptual de la poesía egipcia. No menos evidente es la estrecha unión entre universo de imá- genes clericales antiguas y Egipto cuando uno observa las repre- sentaciones del exterminio de los enemigos de Dios. Los vínculos gnósticos no eran necesarios para hacer comprensible a los apo- calípticos cristianos la representación del dragón infernal Apofis, como está descripto en el Libro de las puertas. La antigüedad, en su tardía fase helenística, no absorbió menos fervorosamente que la joven iglesia el universo conceptual del antiguo Egipto. Ambas se mezclaron indolentes, con los motivos griegos y del antiguo Oriente en una seguridad poética que aún hoy causa admiración. La peculiaridad de las distintas partes de esta cosmovisión ha sido posible por medio del redescubrimiento y de la investigación científica de los textos egipcios. La abundancia de descripciones medievales sobre la justicia y la salvación universales, del infierno y del paraíso, las descripciones del Cristo que resucitó de la muer- te venciéndola como Osiris para bendición de la especie humana, pone de manifiesto, gracias a los resultados de la egiptología, la fuerza vital que poseen las antiguas imágenes míticas, creadas en su momento por los poetas egipcios. La tricotomía cósmica de la Tierra, el Cielo y el Infierno, concebida por los poetas egipcios, aparece todavía en pleno siglo xx como una metáfora ineludible. La Divina Comedia de Dante, que hasta bien avanzado el siglo xix fue siempre pensada con ayuda de la mitología grecorroma- na, una vez más permite reconocer que su universo de imágenes, como lo demuestran las transcripciones del Amduat, ya había sido utilizado un milenio antes por los hombres para hacerlo com- 228
LOS MITOS EGIPCIOS prensible por medios poéticos, artísticos y de las experiencias del hombre sobre la Tierra. Y otra concatenación intelectual, no de menor relieve, une a Europa con Egipto, a cuyos eslabones iniciales se tuvo sólo acceso cuando los viejos textos egipcios pudieron ser leídos nue- vamente. Se trata de la ética y de la filosofía. Las enseñanzas de la vida de Amenemope son más antiguas que la sabiduría de Salomón y los apophtegmata patrum cristianos; los apotegmas del padre no son otra cosa que la continuación de las doctrinas sapienciales y consejos para la vida de los antiguos egipcios. El cristianismo de Egipto se muestra como intermediario entre el antiguo país de los faraones y la Europa de nuestra era. Grecia y Roma no viven solamente de los cereales que Egipto, el granero del Imperio, les provee, sino también de su sabiduría. La heren- cia de más de tres milenios del Imperio faraónico no desaparece sin dejar rastros en el helenismo y en el Islam. Se impuso la ne- cesidad de una ciencia egiptológica para ponerla en evidencia. Todavía no se han descubierto y puesto a salvo todos los textos provenientes de las arenas egipcias y muchos otros textos se encuentran en un estado cuya investigación filológica presenta dificultades. De tal suerte que Egipto alberga aún hoy muchas maravillas y secretos cuyo descubrimiento atañe por igual a la historia y al destino de Europa. La historia de la egiptología es muy corta comparada con la historia de Egipto. La fase inicial –tomada en serio– comienza tras los trabajos preliminares de Athanasius Kirches y Pietro della Valla, al ser descifrada la Pie- dra de Roseta por Champollion en el año 1821, y por el primer trabajo de R. Lepsius, de unos cinco a diez años más tarde. El arsenal literario egipcio aún no está agotado, dado que su histo- ria, de unos tres mil quinientos años, tenía ya, enhorabuena, una duración de casi dos mil años más que la bastante rica historia europea. 229
WALTER BELTZ El poeta egipcio no ignoraba los sentimientos que agitaban a los hombres al recibir la vida o al entregarla. A éstos los senti- mientos de desengaño y frustración les eran tan poco extraños como los tormentos causados por la desesperación, el amor o el odio. El amor y el odio pertenecen, así como la vida y la muerte, a la naturaleza humana, lo que permanece inmutable, aunque pueblos y clases desaparezcan. Reyes y dioses marchan al frente a manera de ejemplo. Las imágenes poéticas de la envidia, el odio, el amor y la disputa daban alas a la fantasía humana y fertiliza- ban constantemente la conciencia estética y las artes plásticas. La materia del mito era siempre un asunto mayor, quizá la propia suerte del Imperio, del mundo o de la humanidad, en tanto que el cuento elige un tema menor formando una fábula de la que extrae una moraleja general, configuración de lo particular, y la leyenda queda supeditada a una moral y una ética de actualidad social. En la literatura egipcia todos los géneros se hallan siempre muy próximos. Todavía hoy su encanto surte efecto. Esta mitología pretende concederle el camino de acceso y rescatarla del olvido en el que el poeta egipcio la vio hundirse: Las estirpes se desvanecen, otras ocupan su lugar. Esto rige desde los días de los antepasados, de los dioses que ahora descansan en las pirámides. Los nobles, glorificados, también yacen enterrados, al pasado pertenece lo que ellos han creado, ¿y qué ha sido de su suerte? La antigua poesía egipcia termina por cierto en la resignación y en el hedonismo. No ha dado lugar a utopías. La concepción de un ciclo histórico, que es restituido de modo patético por la ideología imperial, impedía la idea de la finitud de una época y la 230
LOS MITOS EGIPCIOS de la finitud del mundo y un futuro mejor, un tiempo nuevo, una existencia nueva en este mundo. Tal vez, conservaba el instinto de crear tales poesías tendenciosas y efímeras surgidas de la extrema necesidad, pues las utopías y los apocalipsis escatológicos y las visiones de un nuevo mundo de gran porvenir han sido así y todo sólo una propiedad espiritual de los extáticos y rara vez de efecto masivo. Una sociedad no puede vivir de utopías y apocalipsis es- catológicos. De ese modo se exceptuaron, hacia fines del período imperial egipcio, a aquellas previsiones helenísticas que definen el malestar de la sociedad esclavista. La finalidad trazada por las ansias de los egipcios es la de arribar, felices y sanos y salvos, a Aminte, no con todo el mundo en un nuevo eón, como lo aguarda la esperanza bíblica, sino “estar arriba”, convertirse en un dios viviente. Para estar en la barca de Ra y para prodigar ahí los exquisitos dones de los templos. En efecto, quien esté arriba será un sabio, a quien no le será puesto ningún límite, quien le habla a Ra, cuando emite su palabra. (De la Conversación del cansado de la vida con su alma) La nave de esta mitología se propone vencer esos límites, la ignorancia y la falta de memoria para contribuir de ese modo a adquirir la sabiduría. 231
CUADRO CRONOLÓGICO Prehistoria Años a. de C. Hacia 4500 Cultura de Merimde. Hacia 4000 Cultura de Badari, en el Alto Egipto. Hacia 3500 Primera cultura Nagada. Hacia 3200 Segunda cultura Nagada. Hacia 3100 Comienzo de la unificación del Alto y el Bajo Egipto. Hacia 2950-2660 Primera y segunda dinastías (Narmer). Los primeros períodos dinásticos El Antiguo Imperio 2660-2590 Tercera dinastía (Djoser). 2590-2470 Cuarta dinastía (Keops, Khefren y Micerino). 2470-2320 Quinta dinastía (Userkaf, Sahure). 2320-2160 Sexta dinastía (Pepi I, Pepi II, Merenre). 233
WALTER BELTZ Primer período intermedio 2160-2134 Séptima y octava dinastías. 2134-2040 Novena y décima dinastías. Imperio Medio Hacia 2040 Mentuhotep II, de la undécima dinastía reúne otra vez la nación. 1991-1785 Decimasegunda dinastía (Sesostris I, Sesostris II, Amenemhet I/IV). 1785-1660 Decimotercera y decimocuarta dinastías. Segundo período intermedio 1660-1559 Decimoquinta y decimosexta dinastías (dominio de los hicsos asiáticos). 1559 Kames, de la decimoséptima dinastía, expulsa a los hicsos. Imperio Nuevo 1559-1320/19 Decimoctava dinastía (Amenofis I/ III, Thutmosis I/IV, la reina Hatshepsut). 1.378-1.326 período de Amarna (Ekhnaton, Nefertiti; después de 1.362 Tutankhamon, Ai y Horemheb). 234
LOS MITOS EGIPCIOS 1320/19-1200 Decimonovena dinastía (Ramsés I/II, Sethi I/II) 1200-1085 Vigésima dinastía (Ramsés III/XI). Tercer período intermedio 1085-950 Vigesimoprimera dinastía en el Bajo Egipto, Estado divino de Amón en el Alto Egipto. 950-730 Vigesimosegunda y vigesimatercera dinastías de los Libios. 730-715 Vigesimocuarta dinastía. Último período 715-656 Vigesimoquinta dinastía de los cuchitas. 664-525 Vigesimosexta dinastía de Sais (Psammetiq I, Nekao, Apries, Amasis). 525-404 Vigesimaséptima dinastía de los persas (Cambises, Darío, Jerjes). 404-341 Vigesimoctava, vigesimonovena y trigésima dinastías. 341-332 Trigesimoprimera dinastía de los persas. Período helénico 332 Alejandro Magno conquista Egipto. 235
WALTER BELTZ 305/04-30 d. de C. Dominio de los griegos (Macedonios: Ptolomeo I/XIV, Cleopatra VII). Período romano Era cristiana 30-395 Egipto como provincia (granero del Imperio Romano. Cristianización completa: coptos). 395-641 Egipto como provincia del Imperio de Oriente. 529 Clausura del último templo pagano en Filas. 641 Los árabes conquistan Egipto. 236
VOCABULARIO Adyton (en griego Lo impenetrable): En los templos, el sagrario. Aker: Divinidad egipcia que personifica a la Tierra. Se la repre- senta como una franja estrecha de tierra con dos cabezas de león o humanas enfrentadas y que observan la salida y la puesta del sol. En medio se halla la esfera de acción del Dios. Amarna: Lugar de residencia del faraón herético Amenofis IV (1357-1358 a. de C.), que era también llamado Ekhnaton. El sitio fue habitado solamente en la época de este monarca y conservaba muchos documentos del archivo y obras de arte del faraón entre sus ruinas. Amuleto (del latín amuletum, medio de defensa): Figuras imi- tando formas de la flora y de la fauna cargadas de fuerzas se- cretas. Tales figuras divinas, escarabajos, dientes, conchillas, trozos de pergamino y bandas de papiro con inscripciones de textos mágicos, se encuentran sobre todo en las instalaciones funerarias. Androginidad (del griego): Se refiere a la bisexualidad divina por la cual ciertos dioses pudieron procrear, a partir de sí mismos, al mundo, a los hombres y a otros dioses. Así Ptah, Atum o también el dios del Nilo, Hapi, están representados como se- res bisexuados, con pene y senos. Animismo (del latín anima, alma): Término que designa a la con- cepción del universo que cree en la existencia de espíritus que animan todas las cosas. Antropogonía (del griego Encarnación del Verbo divino): Repre- sentación religiosa del nacimiento del hombre. 237
WALTER BELTZ Antropomorfo (del griego): De forma humana. Apocalipsis (en griego: revelación): Hablando del antiguo Egip- to, textos que pretenden pasar por revelaciones sobre el fu- turo de la humanidad y de la Tierra y que provendrían de la trascendencia. Apoteosis (del griego): Se refiere al fenómeno mítico de la glorifi- cación divina de un ser humano. Apotrópico (del griego, desviar, conjurar): Adjetivo que se aplica a todo lo que sirve de defensa mágica o encantamiento para contrarrestar las fuerzas enemigas. Aretología (del griego, enseñanza de la virtud): Enseñanza de las virtudes y de las propiedades de un ser divino o humano. Autóctono (del griego, autós, mismo y ton, tierra, propio de la Tierra): Designa a los dioses surgidos de la misma región o a las culturas aborígenes de una determinada región. Ba: Concepción original egipcia de la energía. En el Imperio An- tiguo, sinónimo de divinidad. Designa a las fuerzas impere- cederas del hombre. Así, el Ba de un faraón es su poder, el Ba de un sabio su espíritu. El Ba es representado con forma de pájaro. Barca: La embarcación del Nilo fue ya utilizada en los primeros tiempos del Antiguo Imperio y lleva un templo en lugar de la cabina. En el culto de los muertos la barca de Osiris juega su papel ya que el mortal que sube a ella quiere “convertirse en Osiris”, es decir, en un inmortal. Por lo general, la nave es me- táfora de un dios, claramente visible en la barca solar de Ra, y la actuación de esa divinidad, que puede por ende convertirse también en una metáfora del Ba. Barca solar: El egipcio imaginaba al cielo como si fuera las aguas en las que los astros recorrerían en naves sus órbitas, ante to- do, naturalmente, Ra, el dios solar. El sol era la imagen de la acción, y la del dios mismo. Los modelos de barcas solares en- 238
LOS MITOS EGIPCIOS contrados en las sepulturas datan del Imperio Antiguo y son un símbolo de que el muerto participa de la naturaleza de Ra. Cosmogonía (del griego, formación del mundo): Concepción re- ligiosa de la formación del mundo por medio de un acto crea- dor divino. La cosmología designa el estudio del universo en general. Ctónico: V. autóctono. Demonio (del griego daimonion, numen): Desde Platón designa la idea del dios creador que se transforma, sobre todo en la gnosis, en el antípoda y rival del dios salvador. Dicotomía (en griego, bipartición): Concepto de la dualidad del ser humano, en especial dividido en cuerpo y alma; se refiere también a la del mundo y el cosmos. Dualismo (del latín: dualis, compuesto por dos): Doctrina de los principios antagónicos que rigen al universo, por ejem- plo: hombre y mujer, luz y oscuridad, inmanencia y trascen- dencia, el dios y el mundo. En Egipto no se dio ese dualismo. Las oposiciones fueron entendidas siempre mucho más como complementos y como una unidad en la que se confundían los límites. Emanación: (en latín, efluvio): Concepto según el cual todos los seres nacieron de un único y primer dios. De acuerdo con ello la humanidad, particularmente en los sistemas doctrinarios gnósticos, sería la consecuencia de un desarrollo de lo supe- rior a lo inferior, que para alcanzar su perfección debe em- prender de nuevo el camino hacia su morada original. La con- cepción opuesta es la teoría científica evolucionista que sólo reconoce el proceso de un desarrollo que va de lo inferior a lo superior. Enéada: Reconstrucción teológica del sacerdocio de On con el fin de ordenar a los principales dioses en un sistema, en un ár- bol genealógico: Atum es el creador andrógino que engendra 239
WALTER BELTZ a Shu y a Tefnut (Aire y Agua, por medio de la autofecunda- ción. Éstos engendran a Geb y a Nut (Tierra y Cielo). Y éstos a su vez a Osiris, Isis, Seth y Neftis. Escarabajo: V. Khepre. Escatología (en griego, enseñanza de las últimas cosas): Idea de la representación del fin del mundo y del tiempo y de lo que le ocurra al hombre en las postrimerías de ultratumba. Etiología (del griego, estudio de las causas): Se dice del género li- terario en el que se explica míticamente lo etnológico, lo his- tórico y lo referido al culto. Eufemismo (del griego): Concepto que designa el fenómeno de reemplazar los hombres o las ideas desagradables o indecen- tes por otros términos más agradables, en especial en lo con- cerniente a lo sexual. Éxtasis (del griego, fuera de sí): Estado de arrobamiento del ser, en la vigilia o en el sueño, durante el día o por la noche. En el último período, sobre todo en los cultos de misterios, el hom- bre intenta provocar este estado. Gigantomaquia (en griego, combate de gigantes): Designa a los combates entre divinidades enemigas, por ejemplo entre Seth y Horus o Ra y Apofis. Gnosis (en griego, conocimiento): Doctrina religiosa que surgió en Asia Menor en el siglo i de nuestra era y que se expandió sobre todo en Egipto. Los gnósticos renunciaron a mejorar sus condiciones de vida, sentidas como intolerables, en favor de una vía de reconocimiento de su salvación de origen celes- tial. Las principales fuentes literarias gnósticas de Egipto fue- ron encontradas en Medinet Mahdi y en Nag Hammadi. Héroe (en griego, el señor): Hombre dotado de poderes semejan- tes a los divinos, como puede ser el caso de un patriarca míti- co, un soberano o un sabio hasta tanto no fuesen erigidos en dioses. 240
LOS MITOS EGIPCIOS Itifálico (en griego, con el falo erecto): Las divinidades represen- tadas así son, en su mayoría, andróginas y provistas de una gran potencia de procreación. De tal manera la diosa Mut de Tebas también puede ser representada como la “madre de su progenitor”, como la madre total y con falo, e Isis se convier- te en hombre “para permitir que el nombre de Osiris perdure sobre la Tierra”. Jeroglíficos (del griego ierós, sagrado y glifo, grabar): Denomina- ción de los pictogramas de todo tipo de la Mesopotamia y en particular de Egipto. Término técnico referido en especial a los ideogramas del antiguo Egipto. Ka: Expresión egipcia aplicada a la fuerza vital de un ser humano, que fue creada junto a él y que, metafóricamente, le sobrevive. La sepultura es la casa destinada al Ka, en la que éste vive y en donde recibe las ofrendas. En un principio, el Ka sólo era fuer- za procreadora masculina. Es menester diferenciarlo del Ba. Kamutef: Aposición documentada desde el Nuevo Imperio con el sentido de “toro de su madre” y que describe a los dioses Min y Amun, por ejemplo, como sus propios progenitores. Khepre: Designación egipcia del primer dios, que se engendró a sí mismo y cuyo símbolo es el escarabajo, el que provino de la tierra sin ser engendrado. El geotrogo del color de la antracita que arrima sus huevos a un bolo de estiércol, o de barro, fue erigido en imagen de Atum, el dios de la creación, y compa- rado al dios del sol. Del mismo modo que el escarabajo pone ante sí el bolo de estiércol, Atum hace rodar ante sí al sol. Así el escarabajo se convirtió en el símbolo del calor y de la luz y en el talismán más apreciado. Libación (en latín: verter, derramar): Se refiere a los sacrificios religiosos de vino, leche, sangre, aceite, agua u otros líquidos, a modo de alimentos o dádivas para los dioses, los demonios y los muertos. 241
WALTER BELTZ Magia: (del latín, magus, mago): Designa el fenómeno por el que los hombres utilizan a las fuerzas impersonales de las cosas o de los seres muertos y vivos para neutralizar o activar a otras personas u objetos. El término original, meda, significa astró- logo, intérprete de los sueños, hechicero, adivino. Mántico (en griego, mantiké, arte de la adivinación): Se refiere a los ritos y los procedimientos dirigidos a reconocer la volun- tad de dioses y espíritus y conocer el porvenir. Mito (en griego, mithos, fábula): El concepto original de narra- ción ha sufrido una restricción en Egipto y desde la decimoc- tava dinastía es aplicado solamente a los relatos sobre dio- ses. “Mythologem” en el original alemán (del verbo griego mythologeo) es traducido por “descripción o narración míti- ca” (N. del T.). Naos (en griego, armario, cofre, por extensión, sagrario): Con- cepto aplicado a los armarios, relicarios o tabernáculos en los que se conservan imágenes o símbolos de los dioses. Nous (palabra griega): Inteligencia, intelecto, sentido. Conoci- miento. Óctada: Reunión de los dioses del caos original según la mi- tología de Hermópolis. A ella pertenecen Nun y Naunet, las fuerzas del agua, Amun y Amanuet, los invisibles, Huh y Hauhet, símbolos de la infinitud espacial, Kuk y Kauket, las tinieblas informes. En un comienzo se dio a las divinida- des masculinas la forma de la rana, y a las femeninas la de la serpiente. Hacia fines del Imperio se los representa oca- sionalmente como monos cuando saludan al sol. Medinet Habu era un importante lugar de culto y estaba situado al Oeste de Tebas. Ojo: Apreciado símbolo popular egipcio, no únicamente como amuleto de los dioses (ojo de Uzat). El sol y la luna eran con- siderados ojos de Horus, y Osiris; como lo demuestran los je- 242
LOS MITOS EGIPCIOS roglíficos, significa propiamente “asiento del ojo”. El ojo me- tafóricamente, se vuelve alegoría de la luz crepuscular y de la aurora, de la barca nocturna y de la barca matinal. Parénesis (del griego, exhortación): Exhortaciones ético-morales y religiosas. Pirámide: En la historia de la arquitectura es el perfeccionamien- to de la mastaba de las instalaciones funerarias del antiguo Egipto, entre las IV y VI dinastías, que eran las moradas para los Ka de los faraones. Las ofrendas a los muertos y las solem- nizaciones rituales eran celebradas en los templos funerarios ubicados delante de ellas. Politeísmo (del griego poli, muchos, y theós, dios): Concepto aplicado a las religiones en las que se adoran muchos dioses. Lo opuesto es el monoteísmo ya que sólo reconoce la existen- cia de un dios, por ejemplo, en el Islam. Presagio (en latín: presentimiento, predicción): Concepto aplica- do a las interpretaciones mánticas y mágicas sobre los suce- sos futuros. Son llamados textos presagiantes aquellos textos en los que se extraen conclusiones a partir del curso solar, del vuelo de los pájaros o de otras observaciones de la naturale- za y que sean susceptibles de afectar a la vida humana, tanto privada como pública. Procesión (en latín, peregrinación): Recorrido del tipo religioso que se origina en las representaciones mágicas de la transmi- sión de energía, como por ejemplo el recorrido de Apis. Ade- más, pueden revestir el carácter de visita a un santuario como era habitual en Egipto. Profeta (del griego profemi, predecir): Denominación que se apli- ca a los hombres que anuncian la voluntad de un dios o de va- rios y, más raramente, a los que hacen vaticinios. El arte de las profecías se había extendido en Asia Menor, Palestina y Egip- to con independencia del sacerdocio. 243
WALTER BELTZ Sincretismo (en griego, mezcla): Fenómeno histórico-religioso por el cual se confunden elementos de diversas religiones y culturas. Teóforo (del griego theós, dios, y forós, que lleva): Este adjeti- vo coloca a su portador en relación con un dios cuyo nombre conlleva. Teologúmenon (griego): Descripción de la existencia de un dios o de parte de ella que comprende siempre únicamente sus mo- dos de aparición y obrar mientras que el relato detallado de uno o más dioses es tratado por la teología. Teriomorfo (en griego, de forma de animal): Concepto aplicado a las divinidades con formas animales que poseían comporta- miento antropomorfo. Topoi (palabra griega): Argumento, fuente de argumentos. Topos (en griego, lugar): En teología este término no designa en absoluto sólo un lugar sino también todos los fenómenos his- tórico-religiosos que están vinculados con él. Tríada (latín): Reunión de tres dioses, ciudades o seres humanos en una unidad que los abarca, como la tríada Isis-Osiris-Ho- rus o el Dios Padre-Hijo-Espíritu Santo. Tricotomía (en griego, tripartición): Concepto aplicado a la dife- renciación de un ser, por ejemplo del hombre o de la sociedad en “materialistas”, en “psíquicos”, o sea en hombres guiados por lo anímico, y “gnósticos”. Este tipo de tripartición en el hombre es pues la de cuerpo-alma-espíritu. Ushabtis: (“el que responde”): Figurillas moldeadas representan- do labradores que se solían colocar en las tumbas para que acompañaran al difunto en el país de Aminte, donde adqui- rían tamaño humano y vida, y reemplazaban al difunto en los arduos trabajos que debía cumplir. 244
SELECCIÓN DE LA MÁS RECIENTE BIBLIOGRAFÍA EN LENGUA ALEMANA Historia H. Kees, Das Alte Ägypten. Eine kleine alterstumskunde, 3ª ed., Berlín, 1977. E. Otto, Ägypten. Der Weg des Pharaonenreiches, 3ª ed., Stut- gart, 1968. A. Scharff, en: Scharff-Moortgart, Ägypten und Vorderasien im Altertum. Münich, 1950. K. H. Schüssler, Ägypten, Artemis-Cicerone, Zürich, 1977. Lengua y literatura H. Kees, S. Schott, H. Brunner, E. Otto, S. Morenz, en: Hand buch der Orientalistik, 1er. vol., “Ägypten”, 1er. cap., “Ägyp- tische Sprache und Schrift”, Leiden, 1959. H. Brunner, H. Grapow, H. Kees, S. Morenz, E. Otto, S. Schott, S. Spiegel, en: Handbuch der Orientalistik, 1er. vol. “Ägyp- ten” 2do. cap., “Literatur”, Leiden, 1952. E. Brunner-Traut, “Altägyptische Literatur”, en: Neues Han- dbuch der Literaturwissenschaft, Tübingen, 1978. H. Brunner, Grundzüge einer Geschichte der altägyptischen Li- teratur, Darmstadt, 1966. E. Brunner-Traut, Altägyptische Märchen, Düsseldorf-Colonia, 1963. E. Brunner-Traut, Altägyptische Tiergeschichte und Fabel, Darmstadt, 1968. 245
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