Lucio Miguel Perdomo, hermano del Suboficial Marcelo Fabian Perdomo, uno de los vecinos de Ituzaingó, Buenos Aires, que perdiera la vida en el hundimiento del Crucero Gral Belgrano, nos comparte sus vivencias. 101
Ediciones iNSomnes Lucio M. Perdomo narra la historia (transcripción de un audio) Marcelo Fabian Perdomo nació el 15 noviembre 1962, en Buenos Aires. En 1964 su familia se muda a Ituzaingó. Pasó su infancia, mimado y consentido por ser el me nor de tres hermanos. Fue muy buen alumno en la prima ria y en la secundaria, al decir de sus profesores. Cursa la escuela secundaria hasta tercer año,… pero su vocación siempre fue la Marina. Él no tenía autitos ni aviones, siempre tenía barcos. Tal es así que rindió examen en la ESMA, ingresó a la Marina cumpliendo su sueño. Allí hizo tres años en el sector de electricidad y se recibió de Cabo Segundo Elec tricista, destacándose como alumno y compañero. Hizo tres viajes en el ARA Gral. Belgrano salvaguar dando las costas de la república desde Ushuaia hasta Buenos Aires. En 1982 estando de vacaciones en su casa, el 7 de marzo, día del cumpleaños del papá, le llega el telegrama que a la noche se tenía que presentar en Retiro para destino Crucero Gral. Belgrano. Mi hermano lo acompañó hasta Retiro con los bolsones redondos de la Marina cargados de ropa y sus pertenencias, Marcelo también llevó la guitarra. Cuando el Crucero zarpó y perdimos contacto con Marcelo, ya no teníamos información para nada y todo fue preocupación, dolor llanto. Recuerdo el sufrimiento de mi padre, de mi madre, entre todos. La casa fue un total desorden, estábamos nerviosos queríamos saber de nuestro hermano, de nuestro hijo. 102
El 1º de mayo nos enteramos que el submarino Conqueror seguía al Crucero Belgrano muy de cerca con intenciones de bombardearlo. Cuando el Crucero que se había escondido en la Isla de los Estados... el Conqueror permaneció en las aguas, no podía estar muy cerca porque es una zona muy rocosa… y cuando el Crucero sale a la mar el Conqueror lo sigue. El 2 de mayo a las cuatro de la tarde lo bombardea. Te podés imaginar lo que fue para nosotros la noticia cuando escuchamos por la tele, la información. Queríamos tener, de alguna forma, algo que nos dijera que lo que pasaba también. Vimos las barcazas que salían de al lado del Crucero y cómo se hundía. En ese momento se tragó a muchos chicos porque hizo embudo. No teníamos información pasaban los días y yo traba jaba en Coca Cola, era mantenimiento. El gerente de planta 4, San Justo dijo: —Perdomo vaya tranquilo que la empresa le costea todos los gastos. Así que ahí me fui a Bahía. Me hospedé en un hotel en Bahía Blanca y me iba en taxi hasta Punta Alta, que son unos cuantos km y permanecía en el portón de la Base porque no dejaban pasar. Había muchos familiares esperando información. Cada tanto salía algún oficial y daba información sobre los cuerpos y los muchachos que estaban en el hospital de la Base. 103
Ediciones iNSomnes El nombre de mi hermano no aparecía en las listas pe ro un oficial que me vio todos los días, estuve casi quince días en Bahía, me preguntó y me ayudó a que yo pudiera pasar al hospital para ver si podía reconocer a mi herma no. Te imaginás el desastre que era: Las enfermeras, médi cos, corriendo de un lado para otro. Chicos vendados, quemados, llenos de grasa para quemaduras, algunos sin una pierna, sin un brazo, otros que no podían ver, otros con hipotermia todavía. Era un desastre… pero no pude encontrar a mi hermano. Hablé con el Cabo 2º Moya, que conocía a mi hermano, era compañero, con algunas señas y algunas palabras entrecortadas me dijo que mi hermano estaba justo arriba de donde estalló el torpedo. En ese momento mi hermano estaba de franco y esta ba durmiendo porque había pasado por enfermería por los nervios, no sé, así que quedó en el barco. De ahí me vine para hablar con mis padres. Les comenté lo visto y sucedido y todo fue dolor angustia impotencia. Marcelo era un chico muy dócil, muy buen hermano, hijo, orgullo de la familia y nosotros llevamos este dolor los 40 años . Si tienen alguna pregunta o algo más en lo que yo pueda colaborar cuenten conmigo. Siento mucho dolor en este momento recordando a mi hermano. Hoy tendría 59 años, pero tengan la plena seguridad que fue un amante de la Marina, un enamorado de la Marina. Él siempre hablaba de su barco de sus compañeros, de la alegría de pertenecer a la Marina. 104
En el centro el Suboficial Marcelo Perdomo Héroe del Crucero General Belgrano. La Sra. Irma Nelly Lobos madre del Suboficial Marcelo Perdomo 105
Ediciones iNSomnes salón Islas Malvinas de la EP Nº 4, de Ituzaingó, Bs.As. donde Marcelo Perdomo cursó la escuela primaria y que hoy lleva una placa con su nombre por ser reconocido “Héroe del Crucero General Belgrano”. Una calle de Ituzaingó Norte lleva el nombre del Subofical Marcelo Perdomo. Foto gentileza de Raúl Sosaya 106
Yamila Hamad Súcari, nacida en la provincia de Bs. As., Argentina, en 1988, oriunda del barrio Villa Madero, estuvo siempre influenciada por el arte y la literatura, especialmente la segunda, cuya inspiración comienza con las escrituras casuales pero bien sentidas y genuinas de sus abuelas materna y paterna, mujeres que encon traron, en la hojas, el espacio para expresar sus más fuer tes sentimientos. Trabaja como profesora de Historia, es acompañante terapéutico y escritora de guiones en los que, desde 2015, basa sus cortos que ella misma dirige y produce. Luego de ver un documental sobre las madres de Malvinas comenzó a interesarse en el conflicto bélico, profundizando sus lecturas sobre el hecho histórico y con tactando a veteranos que hayan participado del mismo. En 2016 filma el corto CLAMA EL VIENTO, inspirado en testimonios verídicos, el que tuvo gran recepción entre la comunidad malvinense y el público en general; fue presentado en festivales, escuelas, clubes y centros cul turales, incluyendo la Biblioteca Nacional. A partir de ese momento se intensificó su interés sobre Malvinas y la historia contada a través de las voces de sus protago nistas: combatientes, enfermeras y familiares. Su objetivo es seguir creando espacios (o participan do) de reflexión sobre Malvinas y que se revisione el dis curso para reconstruir una historia aséptica de políticas partidarias que dividen, con una mirada distinta, prio rizando las vivencias de quienes participaron para que Malvinas sea un símbolo puro de verdadera unión nacional. 107
Ediciones iNSomnes Clama El Cielo Las manos me temblaban mientras leía las vanas líne as de la cédula que comunicaban que mi hijo era convo cado para “servir a la Patria”. Una expedición que necesitaba de la presencia militar argentina en las islas Malvinas. ¿Las Islas Malvinas? Ese lugar tan nombrado en nues tro hogar. Esa perla despojada, símbolo de nuestra soberanía nacional, tan bastardeada por la historia, como aquellos que fueron a defenderla. El agua de la pava hervía rabiosa, mientras yo sentada en la cocina no podía contener el llanto. Me levanté apresurada y corrí al cuarto de Carlitos, aún sostenía fuerte la carta con mi mano. No lo vi, no estaba ahí. Un nudo en mi garganta apretó muy fuerte. Contuve tanto el aire que casi me desvanezco, me obligué a sostenerme del marco de la puerta. En ese momento una melodía se filtró por mis oídos, me hizo flotar hacia la ventana que daba al patio. Sus piré liberando el aire contenido. Carlitos estaba sentado tocando la guitarra. Lo rodea ba un colchón de hojas secas y los tímidos rayos del sol otoñal se asomaban entre las nubes y se filtraban atra vesando las ramas del viejo limonero envolviéndolo como un manto. Yo miraba sus manos teñidas de luz que irradiaban sus dedos danzando armoniosos sobre las cuerdas. Lo vi sereno y concentrado. Recuerdo que vestía una remera azul en medio del patio. ¡Cómo le gustaba esa remera! 108
El día se nubló repentinamente. El sol se escondió de trás de las nubes, pareciera que ni el astro quería atesti guar ese momento. Hacía frío, como si el clima se mimetizara con la sensación que tenía en el alma. Salí al patio y lo cubrí con una colcha, lo abracé tan fuerte deseando poder fusionarnos para que volviera a ser parte de mí y no tener que dejarlo ir nunca. Él soltó la guitarra y palmeó dulcemente mis brazos que lo rodeaban. El silencio surgido al callar su guitarra fue cercenado por sus palabras; palabras que nunca voy a olvidar: “voy a volver, mamá…”. Hizo una leve pausa y terminó de clavar la daga: “…de un modo u otro”. El día que Carlitos se fue, mi mundo se desvaneció. Un sentimiento de impotencia me invadió desde ese momen to y nunca más se fue. Pero hubo siempre un pensamien to que me atormentaba de vez en cuando: que ya no iba a poder acobijarlo con una colcha y darle un abrazo cuan do sintiera frío (y sabía que lo iba a sentir) y sé que lo sintió. Ese pensamiento no me dejaba dormir en las noches, menos aún en invierno. Mi hijo iba al peor lugar donde una persona podría es tar, y yo que me juré protegerlo de todo mal desde el día que nació no iba a poder estar ahí para cumplir esa promesa. Él se alejaba de mí, a punto de subir a ese tren que ya nunca lo traería de regreso. Mi corazón se salía del pecho. Mi esposo me abrazaba y me susurraba al oído que son riera, que no mostrará preocupación, que dejara que se fuera tranquilo. 109
Ediciones iNSomnes No malgastes lágrimas pronto lo vas a tener de vuelta en casa. Yo no dejaba de ver a Carlos saludando colgado desde la ventana. Él me sonreía también, las palabras de su padre hacían eco en su mente. El tren se alejaba y mi vida se iba con él. —Carlitos no va a volver… —expresé mirando las vías, mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos y se suicidaban por mis mejillas. —¿Qué motivo tenés para decir algo así? —mi esposo me recriminó indignado. —El mismo motivo que tuvo para ir… —le dije girando sobre mis pies para mirarlo a los ojos, recordando ese día en el patio y las palabras que Carlitos me había tatuado en el alma: “Má, tengo la oportunidad de ser parte de la recu peración de las Malvinas, el honor de defender nuestra patria, de ocupar un lugar importante en nuestra historia, de inspirar un legado. Te prometo luchar por esas islas y ser tan fuerte como me enseñaste”. —Espero que esta Patria valga la pena, porque le es toy entregando un hijo… Un tiempo después, de meses sin noticia alguna, de tantas especulaciones y mentiras que se nos dijo, me llegó una carta. El remitente era un tal Luis, compañero de trinchera de Carlos. Sus palabras en la carta rezaban: “…se adelantó en una avanzada para cubrirnos, los disparos de francotiradores ingleses nos rodeaban; Carlitos vitoreaba que: 110
¡las Malvinas eran argentinas! ¡No tengan miedo, yo los cubro! Yo había caído a varios metros de donde estaba él. Carlitos corrió entre los disparos y se lanzó sobre mí cubriéndome de las esquirlas que caían del cielo como una lluvia de meteoritos” Cuatro disparos impactaron cruelmente en su espalda Luis me relató que otros compañeros pudieron correr hacia ellos y acercarlos a donde estaban ubicados detrás de una colina. Allí, expresó sus últimas palabras antes de que su vida se apagara para siempre: “Volvimos a las islas. Por favor, avísenle a mamá que me quedo de guardia a cuidarlas; y díganle que no sien to frío” Su cuerpo estuvo perdido en aquella colina, sus compañeros no pudieron moverlo entonces y yo no pude volver a acariciar su rostro y decirle que “todo va a estar bien”. Las guerras no entienden del alma. Cuando las familias tuvimos la oportunidad (o la posibi lidad) de ir a Malvinas, me sentí extrañamente emocio nada durante todo el viaje. Caminando por los montes donde se nos permitía tran sitar, sintiendo el viento seco y frío cortando mi rostro, el aire salado inundando ese paisaje de cielo gris y mar azul, mirando el horizonte austral, les juro, que sentía a mi hijo en ese lugar. 111
Ediciones iNSomnes La imagen del cementerio de Darwin donde estaban enterrados nuestros hijos fue desoladora: mucho frío y cruces blancas. Eran muchas pero sabía que no eran todas. Yo caminaba entre las cruces, leía una y otra vez los nombres escritos. Iba dejando el rastro de los pétalos y las hojas del ramo que cargaba entre mis manos temblorosas y que se deshacía de a poco. No encontraba el nombre de mi hijo, porque en realidad no estaba el nombre de mi hijo. Ni siquiera tenía un lugar simbólico donde poder rezar por él. Finalmente me desplomé en el suelo delante de una cruz y comencé a llorar abrazándome a la tierra que cubría los restos de algunos de los hijos que fueron a ese lugar… Cuando pude abrir los ojos, aún con lágrimas, miré la cruz que tenía en frente de mí y leí la leyenda a la que no había prestado atención hasta ese momento: “Soldado argentino solo conocido por Dios.” Una frase sin duda bautizada por alguien que no co noce la historia de cada una de las personas que se entregaron a lo que creyeron era una causa noble y digna de ser defendida. 112
La cruz no tenía flores ni rosarios. Nadie la había visitado aún. Entonces miré mi ramo y volví a mirar la cruz preguntándome si Carlos podría estar ahí. Pero si no lo estuviera entonces significaría que ahí estaba el hijo de alguien más, un hijo que también merecía ser honrado y recordado. Entonces adopté esa tumba, hice mía la cruz y le he rendido honores desde entonces. Le hablo, le cuento de Carlos. Le digo que “todo va a estar bien, que esté en paz, que acá alguien está recordando y pidiendo por su alma”. Vuelvo al continente, orgullosa de ellos que se quedaron en cuerpo y alma a cuidar nuestras islas. Tardé muchos años en entender que su lucha era ese legado al que se refería Carlos. Un legado que reivindico cada día de mi vida. Hoy mi lucha, mi motor, es seguir clamando, no solo por las islas Malvinas sino por esa reivindicación histórica. Mis 649 hijos se lo merecen... 113
Ediciones iNSomnes LINK del cortometraje https://www.youtube.com/watch?v=hmTuwGGDYhE&t=1s Contacto con la autora: E-mail: [email protected] IG: @yamidesiderata 114
Juan Carlos Viale nació en la ciudad de Cañuelas, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, en 1958. Es Profesor de Música y Asistente en Relaciones Labo rales. Autor y Compositor de temas musicales, creador e integrante del conjunto musical “Grupo Latino”, con nu merosas canciones grabadas y editadas. Socio de AADI y SADAIC. Escribe poesías y canciones desde su adolescencia. A partir del año 2007 incursiona en el género narrati va, con cuentos breves, inspirado en historias reales e imaginarias. Intervino en distintos concursos y convocatorias, obte niendo algunos premios y participaciones en varias Antologías. 115
Ediciones iNSomnes Reencuentro… Cortó el pan por la mitad, a lo largo, lo tostó directa mente sobre la llama de la hornalla, y lo untó con mante ca y dulce de leche… Como cuando lo recibía al llegar del colegio, pero esta vez lo guardó en un táper. Preparó el mate. Calentó el agua en la pava (pero esta vez la pasó al termo). Al rato, después de recorrer un frío y ventoso camino, y abrazada por la espesa niebla, que, como una lluvia eterna cae, llegó a destino. Descargó su pesada y emotiva mochila, y apoyó todo lo que había preparado y guardado desde hacía más de 35 años, sobre las piedras del lugar… al lado de una placa que ya no tenía la leyenda: SOLDADO ARGENTINO SOLO CONOCIDO POR DIOS 116
Carta de un Soldado herido… Carta de un Soldado herido… Domingo, 6 de enero de 2008. A pesar de ser día domingo, Lucio madruga. Quiere tener todo listo y en condiciones, sobre todo el auto, para salir de viaje mañana (lunes) temprano y con la fresca. Van a ser unas vacaciones diferentes, es la primera vez que va a la provincia de Corrientes, lo más lejos que anduvo por ese mismo camino, fue hasta Gualeguaychú; pero, si bien, 860 kms. lo separan desde Cañuelas (la ciudad donde vive) hasta el Pueblo Colonia Pando, hay una misión muy especial que lo une con ese pueblito; y es algo que tiene desde hace mucho tiempo, y que debe entregar y desprenderse, algo que no le pertenece …; y por lo tanto hacia allí va, junto con su esposa Carmen y su hijo Tony. Además, como agregando más sentimiento a su misión, la fecha coincide con el día de Reyes, esa celebración que nos transporta a la infancia, y es sinónimo de la etapa de la inocencia de nuestros hijos (de los hijos…). Cerca de las 17:00 hs. Tony pregunta: —Papá ¿falta mucho? Y es justo cuando están llegando a San Roque y se preparan para encarar lo últimos veinte y pico de kilómetros que les faltan (esta vez por camino de tierra) para llegar a Colonia PANDO. Al fin, media hora más tarde, entran al Pueblito; y al primer lugareño que en 117
Ediciones iNSomnes cuentra, Lucio, le pregunta: —Buenas tardes Sr., disculpe, estoy buscando el Ba rrio “Los Árboles”. —Buenas tardes, sí sí, lo conozco. ¿A quién busca? —Busco a la Sra. Tomaza García (viuda de López) que, según tengo anotado, vive en la calle Guaraníes al 2207 entre las calles Quebrachos y Algarrobos del Barrio Los Árboles. —Sí, sí, la conozco. Pobre Doña Tomaza, desde que se quedó sola casi no sale de su casa. Pero mire buen hom bre, es fácil de llegar. Ud. siga derecho hasta una placita que está en el medio de la calle, de esa placita doble a la izquierda y se va a encontrar a la derecha con un monte de algarrobos, ni bien termina el monte dobla a la izquier da y ahí empieza el barrio. No se puede perder porque to das las calles tienen el nombre en cada esquina.Espero llegue bien. —Gracias señor, respondió Lucio. Luego, siguiendo las indicaciones del lugareño, llega hasta la casa de Doña Tomaza. Era una casa humil de pero muy bien cuidada. Parado en la vereda, frente a la puerta de alam bre, cerrada con candado, que da al jardín de la casa, Lucio golpea las manos una, dos y tres veces, hasta que escucha y observa que se entreabre la puerta de la casa; y, a través de ella escucha una voz alerta y desconfiada (a causa de la actual inseguridad) que dice: —Sí, ¿qué necesita? —Buenas tardes, busco a la Sra. Tomaza García. —Sí, soy yo, pero… ¿qué necesita? Sacando el coraje que venía acumulando, Lucio responde: 118
—Mire, Ud. no me conoce, me llamo Lucio Contreras, vengo de la ciudad de Cañuelas, Buenos Aires, y fui compañero de su hijo en las Islas Malvinas. Yo estaba cer ca de Antonio la noche de su accidente; y recogí una carta que él estaba escribiendo para Ud. en ese momen to. Hace mucho tiempo que la tengo, con la promesa y el compromiso de algún día poder entregársela a Ud. mis ma en mano, y aquí estoy… Doña Tomaza todavía no comprende bien lo que está escuchando; pero la voz sentida de Lucio la anima a salir de la casa y arrimarse a la puerta de alambre. En tonces Lucio estira su mano a través del tejido de alam bre y le dice: —Esto es suyo Sra. Tomaza. Doña Tomaza agarra la hoja de papel y con sólo mirarla se estremece… sí, es la letra de Tonio (Antonio); y en ese instante recuerda a Graciela (la Maestra de 5° Grado) cuando le decía: “Antonio es muy buen alumno, pero hace la letra tan chiquita que me obliga a ponerme los anteojos”. Y sí, Antonio era muy buen alumno, y soñaba con hacer el Servicio Militar; por eso, aunque su padre había fallecido, habló con su madre para no presentar ninguna excepción y poder hacerlo. Doña Tomaza miró al cielo, se le humedecieron los ojos, y apretó la carta contra su corazón… Lucio emocionado y con la convicción de haber hecho lo correcto balbuceó: —Hasta siempre Sra.…; subió al auto y cuando arran caba Tony le preguntó: —Papá ¿quién es esa señora? 119
Ediciones iNSomnes —Es la Mamá de un gran amigo mío. Lucio se fue y Doña Tomaza nunca pudo recordar si le dio las gracias… Al rato, Doña Tomaza entró en la casa, acomodó su viejo sillón de algarrobo en frente del aparador donde tiene las fotos de su esposo Pepe (José) y de su hijo Tonio (Antonio) y, con la luz del día y la brisa tibia que entraban por la ventana, se puso a leer la carta… Islas Malvinas, mayo de 1982.- Hola Mamá, espero ande bien. Yo estoy bien, quédese tranquila; eso sí, la extraño, extraño su pan con dulce casero, el calor de la cocina a leña, el gusto de su comida, su voz... Sabe Mamá, no se qué día es hoy, pero debe estar cerca el 25 de Mayo porque nos prometieron chocolate, como en la escuela ¿se acuerda? Dicen que son choco lates que juntó la gente de Buenos Aires para nosotros. La pucha, al final no son tan malos los porteños; le cuento que me hice muy amigo de un muchacho de Buenos Aires, se llama Lucio Contreras y vive en una ciudad chiquita que se llama Cañuelas, y parece estar hecho de la misma madera que nosotros; a pesar de quererme hacer creer que nació y vive en la Cuna del Dulce de Leche Doña Tomaza observa que la última palabra de esta frase termina con un rayón, y sigue leyendo: Disculpe Mamá por la letra pero estoy casi a oscuras porque no podemos alumbrarnos ni con una velita, es para que no nos vean los Piratas sabe. 120
La letra se hace cada vez más ilegible, pero sigue: Mamá la quiero much La escritura se corta, la carta termina así…; y Doña Tomaza se queda dormida pensando en esa última palabra que Tonio nunca pudo terminar de escribir. Luego, entre sueños, Doña Tomaza cree seguir leyendo la carta, y descubrir debajo del último rayón, borroneado por el paso del tiempo, que Tonio le dice: Mamá, tengo frío, mucho frío; no se qué me pasa pero la necesito, necesito de sus mimos, como cuando me acariciaba de chico y me hacía cosquillas con sus manos ásperas por juntar la leña cuando Papá se iba a la cosecha de naranjas. Pero, no puede ser, ¡estoy viendo a Papá! Pero si Papá está muert…, ¿qué me pasa Mamá? Sabe, Papá me está invitando a ir con él, como cuan do me llevaba a pescar al Río Santa Lucía en su moto Puma, ¿se acuerda Mamá…? Mamá, tengo miedo, mucho miedo, la necesito Mamá; ¡Mamááááááá…! 121
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Adrián Darío Arévalo es un autor argentino que ha te nido el honor del siguiente reconocimiento, desde Espa ña, de la Fundación César Egido Serrano y el Museo de la Palabra nombrándolo en sesión plenaria como Emba jador del idioma español de la Argentina en el mundo en 2018. En 2021 participó del libro “Un libro por la paz” del Museo de la palabra de España. Ha obtenido medallas y publicaciones en antologías de concursos de Fundación Cathedra y Editorial Dunken. Recientemente ha editado su libro de cuentos infanti les y juveniles “¿Dónde estás, Tomás?”, y está en etapa de edición de varios libros. Contacto con el autor: [email protected] 123
Ediciones iNSomnes “1982” Memorias para Pensar El día en que llegó la carta, sabía que no era nada favo rable. Mi madre estaba en la cocina. Sonó el timbre. Mi hermana fue la portadora en traer la buena nueva: -¡Carta para Carlitos!- En ese momento yo me preparaba para ir a lo de Eve, mi novia. Papá estaba en el taller arreglando una silla descola da, en la cual justo, pero justo, siempre le tocaba sen tarse al abuelo cuando venía de visitas, y este protestaba porque se movía. Rara vez pasó, pero un día terminó en el piso, y hasta Dios padeció sus maldiciones, las cuales fueron dirigidas en todas las direcciones posibles. Mi hermana fue quien abrió la carta con ansias pensan sando que era algún reconocimiento o premio a mi escri tura, pero nada de eso sucedió. La noticia era fresca, por no decir que era primicia. Todavía no había un dictamen ni noticia en las radios o TV, pero se preveía que el desarrollo era inminente. La invasión para recuperar las Malvinas había sido un éxito, pero la repelencia no tardó en actuar para recupe rar el territorio. La guerra había comenzado… 124
Tuve que presentarme al otro día para la contienda, y partiríamos pasada la medianoche. Mi padre abrió entonces una botella de ginebra y solo brindó en mi nombre mientras mi madre se desmayó por los nervios. Al día siguiente me presenté temprano a las 5 am. Mi despedida fue como una película de Fellini, con mi novia aferrada a mí de mis manos y a la ventana del vagón, sin soltar tampoco el pañuelo que yo mismo le había dado al ver a sus ojos brillar embravecidos. En pleno viaje dudé y hasta quise bajarme, pero ya era tarde. Debía comportarme como un hombre, a pesar de ser un niño. Lo demás está escrito, y ya todos sabemos el trágico final. Pero lo que no saben, es que yo pude haberme salvado de no haber subido a ese tren, para ese día defender lo indefendible, sin yo tener nada que ver en esa historia. Hoy todavía divago por aquí y por allá, al ver a mi fami lia lamentarse, al rezar y pedir por mi vuelta imposible. Y jamás voy a poder relajarme, porque ya no siento el tiempo, y mi sombra todavía está viva. 125
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La Trinchera. El coronel manda buscar a Tiburcio en una noche llu viosa, con truenos y relámpagos. Tiburcio se mueve como nadie entre las ruinas, e inten ta llegar al otro lado de la trinchera, pero es imposible ante la balacera de las metralletas. En la ceguera de la noche ajetreada solo se escuchan gritos; desgarradores gritos. El olor es nauseabundo, hace días que los cuerpos es tán en estado de putrefacción. La guerra todavía continúa y el deceso es casi inme diato, solo queda salvarse como uno pueda. El bombardeo es incesante; las bombas caen por to dos los costados posibles; la más cercana estalla y hace un aluvión de escombros mezclado con tierra y metales. El recluta se apega a la trinchera junto a los compañe ros muertos, a los que usa de escudo. El coronel a gritos manda a pedir que se ejecute la Ope ración Trotamundos y pide al Cabo que reacondicione la radio que hace dos días ha dejado de funcionar. El enemigo está enfrente, observando pero sin dejar de gatillar. 127
Ediciones iNSomnes No puede ni siquiera moverse, ya que lo tienen rodeado, y solamente atina a estar al resguardo. No hay lugar donde esconderse, únicamente simular la muerte cubriéndose con algún cadáver mutilado. Mientras las ratas tiran del otro lado de la pierna de un recluta que ha fallecido hace tres días; trata de quitárse las de encima. Dibujo de Matías Zárate En este mismo momento el periódico del domingo titula: “Euforia por la recuperación de Las Malvinas”. 128
Liliana Bianco nació en Buenos Aires, Argentina. Cursó la Carrera de Formación del escritor en la EMAC. Obras publicadas: Infernum (cuento y poesía), 2012 bilingüe; La caja violeta (cartas / libro-objeto), 2015; La caballita blanca (fábula), 2017 bilingüe; Pentimenti (cuentos), 2018; De amores (y des-amores), 2019; El arte en las calles de 3F (Antología en construcción). En preparación: Las semillas de los días (poemario); Noche, niebla, humo (novela); Zoología inquieta (minicuentos en colección de videominutos) Contacto con la autora: [email protected] Martín nació en Caseros, Prov. de Buenos Aires. Artista, Muralista del movimiento del arte urbano. Es conocido como uno de los diez mejores muralistas del mundo, cofundador del programa \"Embellecimiento Urbano\". Ha realizado obras en ciudades como Londres Tallin, Penang (Malasya), Brístol, Miami, Tenerife, Bremen, Glauchau, llevando color y vida a las calles. Sus obras a gran escala se caracterizan por el estilo hiperrealista, por el uso de colores fuertes, texturas y elementos de la vida cotidiana. Ha trabajado con la técnica del 3D, dándole más realismo a su obra. 129
Ediciones iNSomnes También es un artista sobre lienzo, usando este sopor te para la expresión de otro tipo de arte, en menor esca la, pero con muchos de los elementos que lo caracteri zan. Estudió Gestión de arte y cultura en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, lugar en el que luego se desempeñó como docente dictando cursos de Muralis mo. Actualmente continúa desarrollando seminarios y ta lleres de manera independiente. 130
Secuelas Sueño a veces todavía con la niebla en la penumbra clara con el frío que adormece los dedos de mis pies con el hambre que aprieta mi estómago a la espalda Sueño a veces todavía con el arma que mi mano congelada no dispara con mis hermanos que no volvieron a sus casas con el claro amanecer oscuro quitándome el aliento Sueño a veces todavía que me acurruco como un feto entre las piedras con el vapor cristalizado de mis respiros con la eterna madrugada más helada que la noche Sueño a veces todavía me agito me enrollo en las sábanas sudadas me cubro la cabeza con las mantas en un inútil afán de no ser visto de no ver nada Sueño a veces todavía con el fantasma arrancándome las piernas 131
Ediciones iNSomnes con el silente puñal que mi corazón desgaja con la aureola magistral que hiela mi alma Sueño a veces todavía y tarda el despertar en despertarme y mis gritos silenciosos rompen la vigilia y mi agitación hace temblar a las estrellas Sueño a veces todavía. 132
Letras: © Liliana Bianco Mural: © Martín Ron Nota: Este mural estaba realizado en el Edificio Municipal de Tres de Febrero “Héroes de Malvinas”. Ha sido reemplazado por el siguiente: 133
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Ivone nació en Libertador General San Martín prov. de Jujuy, Argentina, en el año 1979. Forma parte del grupo Tizas, Nómades y Massones. Participó en numerosas antologías tanto provincial, nacional como internacional. Colección Argentina en tres cuentos, El Tincho, Coquena, y otros, se encuentra den tro del Directorio Mundial de Escritores, es directora ejecutiva de la Confederación Latinoamericana de Poetas y Artistas del Mundo, actualmente vice presidente de La Academia Argentina de Literatura Moderna filial Jujuy. Escribió novelas, libros de cuento y poesías. Ganó premios en concurso literarios. Natalia escribe desde los trece años, lleva las palabras desde lo más profundo del alma. Es profesora en psicología y trabaja en el COE de la provincia sector epidemiología, donde salió su último libro de Covid. Es bailarina folclórica y artista plástica. 135
Ediciones iNSomnes Carta para mamá (Malvinas) Si te contara madre, que mis ojos lloran Noche tras noche La ausencia de tu mirada. Aquí no hay luceros brillantes, La noche es más oscura De lo que yo me imaginaba, La muerte tapa el cielo Con su deslumbrante traje. Madre mía, si yo te contara Que no tengo un buen saco Que me abrigue Como el que vos me tejías Cuando el invierno llegaba… Sólo tengo los recuerdos De un abrazo cálido, De mis mejillas posadas en tu pecho, Pero es mi ingrata ilusión esta noche Cuando hambre tengo De comer un guisado de tus manos Una sopa caliente. Aquí eso no existe, 136
El cuerpo se nos congela y la panza grita /desconsolada, Solamente nos inyectan. Mira madre, acaba de caer una bomba, Todos gritan, todos corren, Dónde no se sabe, Si somos peores que pájaros enjaulados. Yo sé que esta noche mis alas Se habrán cortado. Ya no volveré a ver el brillo del sol En la mañana, Ni siquiera una noche estrellada Como muchos jóvenes Compañeros míos Que se quedaron en el camino dormidos. Hasta ayer, madre, tenía esperanzas De mirarte cuando llegue, Pero cuando veo Que ni siquiera tenemos armas Y mis botas abrigan el frío antes que el calor, Me da miedo Tengo miedo ¿Sabes? Algo atravesó mi pecho, 137
Ediciones iNSomnes Mi cuerpo comenzó a temblar Y mi boca se secó del todo, No tengo agua, hace frío aquí Y por instantes se dibuja en mi mente Un pasillo infinito, casi blanco, A veces pienso que es el camino madre Para salir del infierno. Tengo miedo, mi corazón se para. Pero ¿Cómo termino? Termino con un beso, Como el que jamás hubiese pensado darte, Sólo veintiún años Y te digo adiós para siempre, Sin mirarte a los ojos, Sin la bendición de tus manos. 138
Susana Becce es docente jubilada residente en la ciudad de 9 de julio. Prov. de Buenos Aires, Argentina. Siempre le gustó escribir, pero hace poco tiempo se está dedicando a la escritura. Le gusta mucho compartir y leer lo que otros escri ben. Contacto con la autora: [email protected] 139
Ediciones iNSomnes Malvinas 40 años Sueña la Patria sobre la niebla y se vuelve espuma , en mar bravío. Sueña la patria sobre sus mártires y se vuelve recuerdo que es emblema por quienes dejaron allí sus vidas. Duerme la historia acunando sueños de quienes dejaron allí sus sueños. Tiembla y recuerda a sus valientes, que aunque volvieron sin gloria conquistaron el respeto la grandeza y el honor de una generación entera. Nieblas cerradas, cubren su suelo tan amado y tan sentido, hasta el desvelo. Duerme en el abrazo gigante de sus héroes muchachos valientes, aguerridos guerreros. Duermen las ansias de esta Patria grande, conquistar su cielo Y sentirlas por siempre, parte de este suelo. Malvinas… Dolor, pesar, espera… Esfuerzo, frío y miedo. Por ese espíritu que pusieron nuestros chicos; no cesaremos, en nuestro anhelo. 140
Virginia es docente, escritora y poeta nacida en Chivil coy, residente en La Plata. Autora de obras para niños y adultos, ha publicado en más de cincuenta antologías, libros, revistas. Es miembro del Grupo Literario Ayacucho. Ha partici pado como autora en Ferias Internacionales del Libro (CABA) y recibido numerosas premiaciones, plaquetas y distinciones. Participante expositora en el Encuentro por la Paz del Centro de Ex Combatientes de Malvinas, Mar del Plata. Participa con continuidad en Certámenes y Concursos Literarios. Forma parte de Talleres, Grupos de Letras, Clínicas diversas, incluyendo Universidad del Este y Facultad de Periodismo y Comunicación de la ciudad de La Plata. Es autora de Ramillete de poemas. Haikus y Tankas in fantiles, y otras obras en edición. 141
Ediciones iNSomnes Carta a un Soldado Juan Carlos: Ibas a ser médico. Será por eso que pudo la vocación de servicio, y vos mismo te ofreciste para defen der la Patria, en un rincón pequeñito al sur, que no cono cías: las Islas Malvinas. Con tus ilusiones intactas creías profunda mente que no existía otra forma, más que poner el pecho. Pero hubo hambre, congelamiento, húmedas fosas, castigos físicos y psicológicos, humillaciones que no merecías. Hace 40 años y no te olvidamos. La muerte ga nó la batalla. Junto a un centenar de cuerpos y almas caídos en guerra, descansas en el Cementerio de Darwin, allí donde tu hermano y tu madre te dieron identidad y ya no fuiste tan sólo un soldado conocido únicamente por Dios. Te admiro, destaco tu valentía, y siento tu sa crificio como un estandarte donde la Bandera Argentina te honra, cada día en Malvinas y en toda la extensión del territorio de la República. En las melodiosas notas del Himno, va implícito el homenaje a todos ustedes. ¡Gracias, soldado de mi alma! Nadia Contacto con la autora: [email protected] 142
Liliana Chuzeville Córdoba, nacida en Córdoba, Vera cruz, participa desde Villahermosa, Tabasco, México. Es autora del libro “Regresar no es opción y otros cuen tos”. Presidente de la Sociedad de Escritores de Tabasco \"Letras y Voces\" A.C., miembro del Consejo Consultivo de la Secretaría de Cultura., pertenece al Consejo Académico de la Escuela de Escritores José Gorostiza, tiene diversos diplomados, en literatura mexicana siglo XX, ensayo, novela, etc. Contacto con la autora [email protected] 143
Ediciones iNSomnes Malvinas Queridos hermanos argentinos, 2 de abril no se olvida. Tanto dolor, tantos muertos, heridas que por siempre estarán. Las Malvinas fueron tomadas, por un invasor que no para de llevarse la riqueza de este gran continente. Madres, esposas, hijas lloran cada día, recordando días de tanto dolor. ¿Cómo olvidar esta invasión? Que los dejó en estado de indefensión. Las Malvinas son de los argentinos, están en su sangre y en su corazón, el precio a pagar fue muy elevado, se pagó con la sangre de esposos, padres e hijos muy amados. 144
Oscar Chorroarín nació un 22 de septiembre en Guale guaychú, E.Rios. A los diecisiete años ingresó en la Armada. Viajó en el año 1973 en la Fragata Libertad visitando más de catorce países como músico de la Banda Sinfónica. Viajando con esta banda visita todos los rincones de Argentina en la apertura de los festivales y países limítrofes. En el año 2.000 asciende a suboficial Mayor y es pues to en funciones como maestro de banda cargo que de sempeñó muy poco tiempo. Es nombrado para ocupar otro cargo, el cual lo ponía al frente para comenzar el traslado de la ESMA a la base naval de puerto Belgrano, el capitán de navío Rodríguez le informa que había sido designado para entregar una plaqueta recordatoria al hijo del Suboficial Castillo en el día del aniversario de su muerte. Se retira de la Armada el 1 de enero de 2003. 145
Ediciones iNSomnes En el Pozo de Trinchera Se llamaba Julio Saturnino Castillo y su sangre quedó aferrada a las piedras en Malvinas. A veces cuando uno escribe tiene una idea, la ficciona, la condimenta y poco a poco le va dando forma; pero otras veces, una historia es tan real, de esas que no necesitan condimentos, entonces el escritor le da forma y la da a conocer tan solo porque vale la pena. Y la historia de Julio Saturnino Castillo vale la pena. Siendo muy joven ingresó a la Escuela de Infantería de Marina. Allí aprendió matemáticas, historia , geografía… todo lo que se aprende en una escuela pero en esa , la que forma a los hombres de mar , se les enseña que en el mar la vida propia vale tanto como la del compañero, y como tal hay que cuidarla. Esa enseñanza a él le quedó grabada a fuego. Pasaron los años y el conflicto por la posesión de islas se hizo tangible. El Suboficial Segundo Julio Saturnino Castillo, como tantos otros, partió rumbo a las islas. Por su cargo le asignaron un grupo de tres o cuatro soldados y una posición en un pozo de trinchera. La lucha fue dura. Las bajas se sucedían en ambos lados. 146
Cuando sus soldados fueron heridos, se dedicaba a atenderlos. Pudo haberlos dejado a su suerte y buscar una mejor posición. Sí, por supuesto que hubiera podido, pero en Castillo aquella enseñanza marcada a fuego en su corazón estaba encendida: Jamás abandonaría a un compañero y por eso se quedó. Julio Saturnino Castillo murió aferrado a su metralleta junto a sus hombres. Dicen quienes allí estuvieron que fue como un león defendiendo a sus cachorros, un buen amigo que no abandona a la barra o un padre que prefirió morir antes que abandonar a sus hijos (claro que esto es una licencia del escritor, del amigo). Sus compañeros y hasta los soldados enemigos que lo encontraron aseguraron que Castillo fue un héroe. Muchos años después a mi, Oscar Chorroarín, su compañero, su amigo, me llega la hora de despedirme de la Fuerza pero el destino me tenía reservada una sorpresa… Me correspondería el honor de entregarle al Cabo Segundo Gabriel Oreste Saturnino Castillo, el diploma de honor y el reconocimiento por los servicios prestados por su padre. 147
Ediciones iNSomnes Esta historia no tiene una sola palabra de ficción. Todo cuanto recuerdo fue escrito… pero quien dude puede ir a Malvinas y preguntar por las piedras que tienen aferrada la sangre del Suboficial Segundo Julio Saturnino Castillo, que se quedó allí esperando… 148
Reconocimientos La Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate La Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate es la más alta condecoración militar otorgada por la República Argentina establece que será concedida al personal militar, personal de las fuerzas de seguridad, fuerzas policiales civiles, argentinos o extranjeros, que en combate motivado por acontecimientos extraordinarios revistan ca rácter de función de guerra, realicen aislados o en el ejercicio del mando, una acción ponderable que se destaque considerablemente de las pautas de conducta normalmente consideradas correctas. 149
Ediciones iNSomnes La Armada Argentina bautizó con el nombre ARASuboficial Castillo a un aviso-remolcador incorporado a su Flota de Mar el 7 de junio de 1994. 150
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