De todas maneras, es posible que, aunque existe una característica predominante, utilicemos dos a más sentidos en el aprendizaje y en nuestra relación con el mundo. Una vez que nos identificamos como pertenecientes a un grupo, iniciemos la actividad utilizando el sentido predominante. Suponiendo que seamos visuales, veamos una escena en la cual se concreta nuestro objetivo, por ejemplo, nos visualiza- mos recibiendo un diploma, luego incorporamos el sonido con el aplauso de los presentes y así continuamos enrique- ciendo la escena hasta que logramos generar una emoción positiva. Cuando tenemos la visión competa, sintiéndonos felices por el objetivo logrado, disfrutamos del momento y expresamos gratitud. Ejercicio 2 Llevar un registro de la pauta explicativa para las pequeñas adversidades que enfrentemos, describiendo cuál fue la circunstancia, qué pensamos y cómo nos sentimos. Luego podemos ver si atribuimos a causales circunstanciales o permanente, específicas o universales, internas o externas y pasar a la discusión de cada tema. Adversidad: Creencia: Consecuencia: Lo mismo podemos hacer con los hechos afortunados. 101
Conductas no asertivas Si bien estos temas los he tratado en mi libro “Diálogos con MAC. 52 pasos hacia la felicidad”, voy a hacer aquí una breve referencia a ciertas conductas que conspiran contra la felicidad, en las que podemos emplear mucha energía sin obtener ningún resultado favorable. Estas son quejarse, criticar, compararse, controlar en demasía. Generalmente nos comparamos con personas que tienen un mejor nivel, ya sea económico, social, afectivo o que obtienen mayor reconocimiento. Si avanzamos en cual- quiera de estos aspectos, lo disfrutamos por unos días y luego buscamos otra persona en mejores condiciones con la cual compararnos. En cualquier caso, esto nos ocasiona sufrimiento. Algunas personas desmerecen a otras para lograr elevar su autoestima y rodearse de cierto halo de superioridad. Sea cual sea el objetivo al compararnos es totalmente estéril, a menos que lo hagamos con nosotros mismos para medir nuestros avances o para tomar concien- cia de todas las ventajas con que contamos. Hablar del hábito de controlar a quienes han nacido en la era digital y tienen la capacidad de controlar, tres, cuatro o cinco pantallas a la vez, parece un contrasentido, sin embargo, a lo que me voy a referir es al apego excesivo a los resultados y al control sobre las personas que nos rodean. En el primer caso se pierde flexibilidad para adaptar las metas a los cambios que se producen permanentemente y la posibilidad de generar esos cambios si fuera necesario. En el segundo 102
caso el control se ejerce sobre las personas por temor a que no sean capaces de realizar perfectamente una tarea. Este aspecto es particularmente interesante en este momento en que baby bloomers, X, milenials y centenials o Z deben convivir en muchas organizaciones. Esta necesidad de controlar lo “qué hace y cómo lo hace” el integrante de otro grupo puede conspirar con el saludable intercambio de saberes y el consiguiente enriquecimiento personal. Induda- blemente controlar es necesario, pero cuando comienza a generar estrés tanto para el controlador como para el controlado, es momento de relajarse, confiar y dejar que las cosas fluyan, interviniendo solamente cuando sea imprescin- dible. Las quejas y críticas son deportes nacionales en Argentina. Vivimos quejándonos, muchas veces con motivos reales, pero si no emprendemos acciones para resolver los proble- mas, estas expresiones no pasan de ser solo meras expresio- nes que no modifican la realidad, pero pueden generar una mayor sensación de angustia. Otra conducta no asertiva es la costumbre de aplazar obligaciones y tareas en general, pero por su importancia le dedicare un capítulo especial. Por último voy a referirme a vivir en presente. Nuestra mente tiene la habilidad de divagar entre el pasado y el futuro generando con esto un sufrimiento innecesario. Los jóvenes que han nacido en épocas de inestabilidad e inseguridad económica tienen motivos para estar ansiosos por lo que ocurrirá en el futuro, sin embargo, está en sus 103
manos remediarlo. El título del libro de Andrés Oppenheimer en el que analiza los cambios que ya están en marcha y los que se avecinan es “Sálvese quien pueda” y precisamente los que pueden son los que han nacido en la era digital o se han adaptado. Tanto milenials como centenials tienen la capaci- dad de adaptación y la posibilidad de transformar la realidad que los coloca en inmejorables condiciones no solo para “salvarse” sino de provocar un cambio que redundará en beneficio de la humanidad. Parece extraño que mencione la capacidad de adaptación juntamente con la de transforma- ción. Lo hago porque creo que adaptarse, no es conformase sino aceptar las características de origen para lograr realizarse en un determinado ambiente. Una vez hecho esto vendrá el momento de transformar ese medio para mejores las condiciones existentes. Sin embargo, la angustia por la inestabilidad e incertidumbre que genera el futuro si bien es razonable, resulta totalmente estéril y paralizante. Tengamos en cuenta que cuando con mayor frecuencia incurramos en cualquiera de estas actitudes, nos haremos expertos en ellas y encontraremos cada vez más y más motivos para quejarnos, compararnos, criticar o angustiar- nos por el futuro. Los ejercicios que he propuesto en diversos capítulos pueden ayudar a evitar estas conductas y reemplazarlas por otras potenciadoras. También puede aportar grandes beneficios la práctica diaria de meditación. 104
Cómo percibimos la realidad y tomamos decisiones ¿Alguna vez se han preguntado por qué no nos hemos dado cuenta de lo que ocurría frente a nosotros o por qué no percibimos un acontecimiento de la misma manera que otros testigos presenciales? Todos estamos convencidos de que somos muy objetivos al percibir la realidad, pero esto no es absolutamente cierto. De la misma manera que existen ilusiones ópticas como la muy conocida de Muller-Lyer en la cual, aunque sabemos que ambos segmentos tienen la misma medida, nos parece que el superior es más largo existen sesgos en la percepción de los acontecimientos. 105
Cuando presenciamos un evento no lo captamos en su totalidad, sino que seleccionamos una parte del todo. Si concentramos nuestra atención en un objeto dejamos de percibir otros elementos del entorno. Esto se denomina “ceguera por falta de atención” y queda explícitamente demostrado con un sencillo experimento realizado en la Universidad de Harvard que se conoce con el nombre de “Gorila Invisible”. Se le muestra a un grupo de voluntarios un video de un partido de básquetbol que dura menos de un minuto y se les pide que cuenten la cantidad de veces que se pasan la pelota los jugadores vestidos de blanco. Terminado el video cada uno debe informar el resultado obtenido. Los experimentadores les preguntan si han visto algo más, a lo que la mitad de los participantes responde que no. Lo notable es que entre el grupo de jugadores circula una persona disfrazada de gorila negro, que hubiera sido perfectamente visible sino hubieran estado concentrados en contar los pases. Sin embargo, los voluntarios que no lograron verlo cuando se les informa de la existencia del gorila se sorprenden y no pueden creer que estuviera en el video original, lo que crea una doble ilusión16. Por otra parte, tendemos a ver todo aquello que fortalece nuestras creencias, lo que nuestras creencias nos dicen que es real, lo que ve la mayoría y lo que queremos ver. Frecuen- temente notamos los acontecimientos que nos hacen felices y tendemos a ignorar todo aquello que podría hacernos 16 Por Christopher Chabris y Daniel Simons. www.theinvisiblegorilla.com 106
sufrir. No lo hacemos en forma consiente, pero constante- mente estamos filtrando la realidad. Saber esto nos permite enriquecernos con la visión de los otros. Al participar en un grupo de estudio, cada integrante aportará su percepción e interpretación del tema en análisis. Pensar que tomamos decisiones racionales es otra ilusión que nos afecta permanentemente. Si bien ante hechos importantes hacemos un análisis de las distintas alternativas y las consecuencias de cada una de ellas, las decisiones cotidianas surgen espontáneamente impulsadas por nues- tras creencias, el contexto en el que se realizan, el estado de ánimo, la actitud con la que encaramos un desafío, entre otros factores. No reaccionamos de la misma manera si tenemos que exponer un tema frente a nuestros compañe- ros de estudios que ante una audiencia de cientos de personas, ni si lo hacemos ante eruditos o ante nuestros pares. Puede resultar sorprendente la manera en que influye el contexto y las circunstancias en nuestras decisiones. Cuando hacemos hipótesis sobre cuál será nuestro compor- tamiento en determinadas circunstancias corremos el riesgo de equivocarnos si no consideramos los efectos del medio ambiente. Se han realizado investigaciones que nos muestran hasta dónde puede modificarse la conducta en circunstancias extremas o cuando estamos bajo presión ya sea esta real o mera percepción personal. Un estudio realizado por Charles Hofling en hospitales demostró que las enfermeras obede- cían ciegamente a un médico desconocido aun cuando les 107
ordenaba aplicar una dosis excesiva de un medicamento y además lo hacía por teléfono. Existían suficientes razones para desobedecer, pero mayoritariamente no lo hicieron porque consideraban que el médico era la autoridad. La misma situación se da cuando alguien repite determinada información en la certeza de su veracidad simplemente porque lo leyó en el diario, lo vio en televisión o lo dijo el profesor. Es muy útil no subestimar lo susceptibles que somos a las sugerencias de una persona con autoridad. Ya hablamos del experimento realizado por Stanley Milgram17, publicado bajo el título “Estudio conductual de la obediencia” que demuestra hasta qué punto podemos dejarnos influenciar por una figura de autoridad aun cuando no medie ninguna amenaza o castigo. Como conclusión Milgran dice: LA GENTE COMÚN, SIMPLEMENTE HACIENDO SU TRABAJO, Y SIN NINGUNA HOSTILIDAD PARTICULAR, PUEDE LLEGAR A SER AGENTE DE UN TERRIBLEMENTE DESTRUCTIVO PROCESO. Esto nos lleva a reflexionar sobre al menos dos aspectos: uno, todos pensamos que no hubiéramos aplicado las des- cargas eléctricas en caso de ocupar el sitio de profesor, sin embargo, una gran cantidad de personas si lo hizo. Dos, debemos estar atentos a la forma en que nos dejamos influenciar por personas a las cuales consideramos revesti- das de autoridad. La influencia del entorno nos puede llevar a realizar actividades para conformar al resto del grupo aun cuando no 17 Ver Punto 3 de actitud optimista y pesimista 108
sabemos si la conducta propuesta en realidad es la que ellos desean. El relato de Jerry Harbey de la Universidad George Washington titulado la “Paradoja de Abilene” es muy ejemplificadora. Cuenta que una tarde calurosa, se encuen- tran reunidos en la casa paterna, los padres, la hija y su esposo. Este piensa que todos se están aburriendo y pro- pone un viaje a Abilene, no porque él tuviera ganas de ir sino porque cree que a los otros podría gustarle. La esposa manifiesta inmediatamente que es una buena idea, no por- que quiera ir sino porque cree que a su esposo le agradará el viaje. Similares conductas asumen los suegros de manera que se realiza la excursión. Al regreso, después de un viaje cansador, uno tras otro manifiesta que no quería ir, pero lo hicieron para complacer a los demás. Por otra parte, el fenómeno denominado desindividualización ocurre cuando un gran número de personas presencia un hecho sin realizar ninguna tarea para impedirlo tal como el caso descripto como Horror de Wako. Los casos mencionados parecen extraños a nuestra forma de actuar e incluso podemos pensar que malas o tontas son las personas que describí en uno u otro caso, pero la realidad es que esa muestra puede representarnos también a nosotros. Menciono estos experimentos y relatos con el único objetivo de tomar conciencia sobre lo permeables que somos al entorno, a la autoridad y a las circunstancias. El estado de ánimo también modifica las decisiones: cuando estamos felices, todo nos parece hermoso, cuando estamos tristes, tenemos más y más pensamientos dolorosos. Entra- mos en un círculo vicioso que nos lleva a experimentar 109
emociones negativas automáticamente, de forma reactiva. Si recibimos una alabanza respondemos amigablemente, si nos atacan, huimos o agredimos. Reconocernos como personas reactivas nos permite trans- formarnos en seres proactivos, responsables de nuestras decisiones porque las respuestas no dependen del estímulo sino de la evaluación que hacemos del mismo y de lo que consideramos más beneficioso en esas circunstancias. Cono- cernos y ser conscientes de nuestras emociones puede permitirnos crear relaciones más armoniosas y también incorporar con más facilidad el conocimiento. Son muchos los casos de estudiantes que dejan una materia porque el profesor no les resulta agradable o el contenido no les parece útil. Independientemente de la calidad del profesor, del grupo de estudio, contenido y otras circunstancias, las decisiones debiéramos tomarlas teniendo en cuenta el objetivo final y considerando la oportunidad en que las tomamos, cuál es nuestra motivación, estado de ánimo y si estamos influenciados por el entorno, y las creencias. 110
TERCERA PARTE Las emociones La educación tradicional ha dejado al margen del contenido curricular el aprendizaje social y emocional aun cuando entre los requerimientos del siglo XXI se encuentran induda- blemente estas competencias además de las del campo cognitivo. Ser conscientes de las propias emociones y saber gestionarlas tanto como ser sensibles a las emociones ajenas y desarrollar empatía son requisitos básicos para generar relaciones resonantes en cualquier ámbito y especialmente en los equipos de trabajo. En lo personal estoy totalmente convencida de que estos aspectos son imprescindibles para ser exitoso en cualquier actividad que se emprenda y más importante aún para vivir de manera distendida y feliz. Constantemente experimentamos emociones positivas y negativas, ya sea porque las provoca un estímulo externo o nuestra propia mente. En este aspecto pareciera que no hacemos distinción y los cambios en nuestro cuerpo se pro- ducirán sea cual sea el origen. No importa si el estímulo es externo o creado por nuestra mente. Hay personas que piensan que las emociones negativas son malas y hay que suprimirlas. Yo creo que no son ni malas ni buenas. Lo que nos beneficia o nos perjudica es como eva- luamos y reaccionamos a esas emociones. Por ejemplo, el miedo, ha tenido una función importante en la preservación de la especie, gracias a él sobrevivimos. Nuestros antepasa- 111
dos se escondieron, construyeron refugios y armas, se agru- paron y se protegieron unos a otros. Si no lo experimentára- mos haríamos cualquier cosa y nos pondríamos en peligro constantemente. Cuando el temor a ser reprobados en un examen hace que tomemos muchos recaudos, que repase- mos, que consultemos diversas fuentes y estudiemos en grupo, esa emoción está a nuestro servicio. Sin embargo, hay otro tipo de miedo que es paralizante, no nos impulsa a tomar precauciones, nos impide avanzar: nos enfermamos el día del examen o simplemente no nos presentamos, postergamos enfrentar un desafío o nunca lo afrontamos, no nos animamos a comprometernos. Todos le tenemos miedo al ridículo y al fracaso, pero si tomamos la vida como un juego (con reglas, por supuesto), si la vemos como una película en la cual, se van sucediendo escenas de éxito y otras frustrantes y no nos quedamos anclados en la foto del momento negativo, veremos que cada circunstancia tiene un mensaje, una enseñanza que nos llevará al próximo escalón hacia el logro de nuestro objetivo. Las emociones positivas son en general más numerosas que las negativas, pero también más sutiles. Constantemente recibimos estímulos que podemos convertir en emociones positivas, esas pequeñas cosas que si no las tuviéramos, nuestra calidad de vida cambiaría. Depende de cada uno de nosotros hacer una valoración de los hechos e interpretarlos. Hay personas que tiene cierta propensión a ver cada circuns- tancia como un peligro. El dicho popular: “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”, nos predispone a pensar que detrás de cada regalo que recibimos, hay una segunda 112
intención. Sin embargo, como lo probaría la experiencia de Rosenthal Jacobson o efecto Pigmalión, generalmente obtenemos de las personas lo que esperamos de ellas, es decir las respuestas que recibiremos responderán a nuestras expectativas: espera de alguien lo mejor y obtendrás lo mejor. El Dr. Rick Hanson considera que el cerebro tiene tendencia a la negatividad y que aprende muy rápidamente de las experiencias negativas. En su libro ‘’CULTIVA LA FELICIDAD”, explica cómo se ha ido moldeando el cerebro a lo largo de nuestra evolución como especie. Durante millones de años el hombre debió estar atento a las amenazas y reaccionar rápidamente a ellas para mantenerse con vida. Cuanto más recordaba los indicios de una situación de peligro, más rápido podía responder y defenderse o huir. Por ello desa- rrolló lo que llama “parcialidad negativa” que es como una alarma que continúa funcionando dentro de nosotros aún hoy día. A causa de esto tenemos tendencia a estar alerta para detectar situaciones de peligro y a suponer algo malo cuando existe incertidumbre. Hanson dice que nuestro cere- bro es como “velcro para las experiencias negativas y como teflón para las positivas”. Para desactivar esta parcialidad negativa aconseja absorber sistemáticamente lo bueno que nos ocurre, aunque sean pequeñas experiencias. Generalmente no valoramos de manera consciente esas cosas simples de la vida cotidiana de manera que cuando ocurre un hecho positivo no lo recono- cemos como tal y si lo hacemos no lo convertimos en una buena experiencia y no lo incorporamos a nuestro archivo de 113
memoria porque no las mantenemos presentes el tiempo suficiente. Menciona cuatro pasos para absorber lo bueno: 1- Tener o crear una experiencia positiva: no tiene impor- tancia si el hecho ocurre realmente como cuando recibi- mos un elogio inesperado o si recordamos el momento en que lo recibimos. Puede ser una sensación de placer, un sentimiento por alguien, cosas por las que se puede estar agradecido, nuestras buenas cualidades, éxitos del pasado, tareas bien realizadas, etc. 2- Enriquecerla: mantener viva esa experiencia positiva por algunos segundos. Disfrutando de ella, percibién- dola con todo el cuerpo, descubriendo aspectos nove- dosos. Notando lo bien que nos sentimos y cómo esta experiencia puede fortalecernos. Supongamos que he- mos sido elogiados por la forma en que realizamos una actividad, no tiene por qué ser algo sumamente impor- tante, basta con que nos sintamos bien recordando ese momento. Podemos enriquecerlo recordando quiénes estaban presentes, nuestras sensaciones, de qué ma- nera esta situación puede replicarse en otros ámbitos de la vida, cómo se la relatamos a nuestros seres queridos y la forma en festejaron nuestro logro. Pueden ser hechos simple como un regalo de cumplea- ños. Tal vez al momento de recibirlo nos produjo mucha alegría, pero luego lo incorporamos y dejamos de valorarlo. Supongamos que se trata de nuestro Smartphone. Lo estamos utilizando todos los días y ni 114
nos percatamos de lo importante que es para nosotros. Podemos detenernos a recordar el momento en que lo recibimos, lo que sentimos, valorar lo bien que podemos comunicarnos, especialmente lo que nos ha permitido compartir y explorar. 3- Impregnarse de ella. Es sentir que la experiencia pasa a formar parte de nosotros y nosotros de ella, dejar que nos impregne como si fuera garúa que cae suavemente o un perfume envolvente que notamos que se integra a nuestros recursos disponibles en cualquier momento. Cuanto más intensa sea la sensación, más importante será el efecto. 4- Relacionar lo positivo con lo negativo haciendo que la experiencia positiva ocupe el primer plano de nuestra mente y se superponga a alguna otra negativa de tal manera que esta termine desvaneciéndose o diluyén- dose bajo la influencia de la primera. Si el mal recuerdo toma importancia, retomamos la experiencia positiva y hacemos que crezca absorbiendo a la negativa. Personalmente he adoptado los primeros tres pasos del mé- todo frente a cualquier situación positiva. Se ha convertido en un hábito que sorprendentemente me hizo descubrir cuántas cosas buenas ocurren en forma permanente, desde un lindo día soleado, la lluvia cayendo lentamente, una flor, un perfume, un mensaje inesperado, algún regalo o comen- tario agradable. El cuarto paso lo aplico solamente cuando quiero superar una creencia limitante. El resultado ha sido siempre muy gratificante. 115
Practicar este método hace que se formen circuitos neuro- nales relacionados con la sensación de seguridad, conexión y recompensa que se irán fortaleciendo con la práctica. La idea central es acostumbrarnos a detectar lo bello y lo bueno que hay en nuestra vida: si caminamos nos concentramos en descubrir cosas hermosas, ya sea flores, mascotas, personas o el color del cielo, si recibimos un regalo nos detenemos a apreciarlo en todos sus aspectos, pensando en quién nos lo ha enviado y su acierto al elegirlo. Convirtiendo en experien- cias memorables muchos de los acontecimientos de nuestra vida, nos transformaremos en personas muy agradecidas que valoran cada detalle positivo. Con la práctica crearemos una reserva de positividad que aumentará nuestro nivel de resiliencia. Si no existe un hecho negativo, nos concentramos en la práctica de los tres primeros pasos. De la misma manera que actuamos cuando queremos desarrollar nuestros músculos, ejercitándolos en forma diaria, estaremos atentos a cada circunstancia positiva para convertirla en una experiencia memorable. Cuando se haga un hábito, notaremos lo recon- fortante y beneficioso que es este método. Si nos sentimos solos y aislados podemos recordar o generar momentos de microconexión profunda con otros seres hu- manos, si pasamos por momentos de inseguridad recorde- mos la sensación de protección que sentíamos cuando, siendo niños pequeños caminábamos de la mano de nues- tros padres, sabiendo que nada podía dañarnos. En circuns- tancias en que no nos sentimos suficientemente valorados 116
podemos concentrarnos en algún premio recibido, felicita- ciones por un logro, una buena nota o cualquier circunstan- cia en que nuestra actuación fue reconocida y recompen- sada. Recordemos que nuestro cerebro no distingue lo que es real de lo que es una creación nuestra, por lo tanto, si no existe un hecho real de conexión, seguridad o reconocimiento, podemos crearlo, visualizándolo de la manera más vivida posible y experimentando una sensación de afecto, protec- ción y entusiasmo. Todos los seres humanos necesitamos cubrir estas tres necesidades, pero en algún momento de nuestra vida podemos sentir que están ausentes y esto nos generará sensaciones de perdida, amenazas y rechazo. Puede ser solo una sensación, pero si la dejamos crecer y estacionarse conspirará contra nuestro desempeño y salud. Todas las emociones tienen efecto en nuestro cuerpo, tanto en lo externo como en lo interno. Cuando estamos tensos podemos apretar la mandíbula o cerrar los puños. De alguna manera comunicamos cómo nos sentimos. El efecto puede ser contagioso. En el delicado equilibrio de nuestro cuerpo, bidireccionalmente conectado con la mente, cada emoción activa una parte del cerebro y desencadena la acción de un determinado neurotransmisor. Todo esto tendrá consecuen- cias, en el corto y en el largo plazo. Por ello es importante tanto al momento de iniciar un proyecto, carrera o relación, como para mantenerlo vivo y hacer que florezca desarrollar las habilidades necesarias para generar emociones positivas y crear recursos que aumenten nuestro nivel de resiliencia. 117
Las emociones negativas nos colocan ante pocas opciones, peleamos o huimos, enfrentamos o nos escondemos, nos presentamos o no al examen. Nos obligan a elegir entre dos cursos de acción. En cambio, las positivas, nos abren un abanico de posibilidades, nuestra conciencia se expande, vemos muchas alternativas y lo más importante, estamos dispuestos a explorarlas. Debo aclarar que el Dr. Stephen Porges autor de la teoría Polivagal 18 considera que hay una tercera forma de responder al estímulo negativo, que es otra manera de defenderse y es paralizándose. Ante el peligro o la agresión las personas pueden desmayarse o sentir como si no estuvie- ran en el lugar y así no experimentar el evento traumático. Expresado según sus propias palabras19: “en respuesta al peligro nuestro sistema nervioso simpático toma el control y apoya la actividad motora metabólica para la lucha/huida. Entonces, si no nos ayuda a estar seguros, reclutamos los antiguos circuitos vagales amielínicos y nos apagamos”. Cuando recibimos estímulos positivos o los creamos con nuestra mente se activa nuestro sistema nervioso parasim- pático, el corazón late armoniosamente, la respiración es profunda, baja la presión arterial, estamos en un nivel cognitivo, emocional y social óptimo. Somos más creativos y estamos dispuestos a nuevas experiencias, a explorar otras 18 Poli: muchos; vagal: del nervio vago. La teoría Polivagal para el tratamiento del trauma. Una sesión de tele seminario con S. Porges y R. Buczinski 19https://psicoterapiabilbao.es/wp- content/uploads/2015/11/la_teoria_polivagal_1_.pdf 118
alternativas, el sistema inmunológico se activa, nos renova- mos. Todo lo contrario, ocurre cuando experimentamos emociones negativas. Aun esos pequeños contratiempos que nos ponen de malhumor, van sumando negatividad. 119
El organismo está generando estas respuestas en forma permanente, seamos conscientes de lo que ocurre o no. Las consecuencias de vivir situaciones estresantes irán dejando huellas en el cuerpo y la mente, debilitando nuestras defen- sas. Estos efectos pueden notarse en el largo plazo. Cuando actuamos de forma reactiva, el estímulo desenca- dena nuestra reacción. Ocurre de manera casi automática, ni siquiera nos damos cuenta. Sin embargo, independiente- mente de cuál sea el estímulo podemos ejercitarnos para mantenernos conscientes de lo que está ocurriendo y decidir el curso de acción a seguir. La experiencia emocional se desencadena a partir del estímulo, pero lo que determina el efecto es la evaluación que hacemos del hecho. Como resultado aparecen cambios corporales y finalmente elegiremos un curso de acción. En cualquiera de los tramos de este proceso podemos interve- nir conscientemente. Cada persona reacciona de una ma- nera distinta frente a un mismo estímulo, para algunos pue- de ser una amenaza y para otros una oportunidad. Cuando estamos muy atentos a lo que ocurre dentro y fuera de nosotros podemos reconocer rápidamente las emociones y los estados de ánimo que vamos experimentando frente a nuestros pensamientos y los estímulos externos. En el gráfico anterior vemos las distintas etapas en que podemos seccionar la experiencia emocional: 120
1- Recibimos un estímulo o pensamos en algo. Si es un pensamiento desagradable podemos ocupar nuestra mente en otra cosa. Por supuesto no se trata de decir- nos no voy a pensar en un elefante verde, sino de buscar una actividad que nos aleje, aunque sea momentánea- mente de pensamientos que nos hacen sentir mal. Podemos meditar, escuchar música, ver una película, etc. 2- Hacemos la evaluación: interpretamos lo que está ocu- rriendo, decidimos si consideramos que una situación es una amenaza o una oportunidad. Esto muchas veces es automático, pero si ante cada contratiempo nos pregun- tamos: ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Por qué ha aparecido esta persona en mi vida? ¿Cuál es el aspecto positivo de esta situación? se convertirá en un escalón que nos acercará cada vez más a nuestro objetivo. 121
3- Nuestro organismo reacciona y se producen modifica- ciones corporales. Haciendo una simplificación podría- mos decir que se pone en marcha el sistema nervioso simpático o el parasimpático. 4- Elegimos un curso de acción o una respuesta al estímulo recibido. En cualquiera de las etapas podemos actuar consciente- mente a fin de minimizar las emociones negativas y poten- ciar las positivas. Si el impacto es tan violento que no tenemos tiempo de hacer una evaluación consciente y nos encontramos frente a las reacciones también podemos serenarnos, respirar profundamente, relajarnos y hacer que el cuerpo recupere su estado normal. Por último, siempre tenemos la posibili- dad de elegir el curso de acción a seguir. La diferencia entre ser reactivos y proactivos es que los segundos son responsa- bles de sus actos y eligen la actitud más beneficiosa y los reactivos dependen del estímulo. Recordemos que nuestro cerebro procesa emociones más rápido que pensamientos y que las emociones positivas son, en general, más numerosas que las negativas, pero también más sutiles. Estamos acostumbrados a hablar de la plasticidad del cerebro precisamente como la capacidad que tiene de ser moldeado, pero realmente la plasticidad es una caracterís- tica de todo nuestro cuerpo. Ejercitamos ciertos músculos y notamos claramente su desarrollo. La manera en que in- terpretamos las circunstancias y las emociones que experi- mentamos tiene su reflejo en todos nuestros órganos y por supuesto en el sistema inmunológico. 122
Juegan un papel muy importante en el aprendizaje las llamadas neuronas espejo20. Son neuronas que se activan cuando realizamos una tarea y también cuando vemos a otro ejecutarla. Actúan como reflejando la acción de otra per- sona. Están ligadas a la empatía y la imitación. Por esta razón el trabajo en equipo y la cooperación e incluso el contenido emocional que el docente transmita en sus clases hace que los conocimientos se fijen con mayor facilidad. En palabras del catedrático Francisco Mora: SOLO PUEDE APRENDERSE AQUELLO QUE SE AMA. Algunos procesos emocionales se inician exclusivamente en pensamientos, sin que exista ningún estímulo externo, pero de todas maneras pueden llevarnos a sufrir y a cambiar el estado de ánimo. En estos casos tenemos la libertad de elegir cambiar esos pensamientos principalmente cuando se originan en: 1- Experiencias tristes del pasado que son mantenidas en los recuerdos y nos retrotraen al sufrimiento de ese momento, aunque ya no se puede modificar las circuns- tancias de origen. 2- Experiencias agradables del pasado que nos impiden disfrutar del presente porque comparamos permanen- temente. 3- Ansiedad por lo que ocurrirá en el futuro, por ejemplo, no dormir porque tememos el resultado de una entre- vista o un examen que tendremos al día siguiente. 20 Marco Iacobini Entrevista de Redes. https://www.dailymotion.com/video/xd1t25 123
4- Postergación permanente de las recompensas para un momento futuro. Para que estas respuestas se conviertan en hábitos tendre- mos que practicarlas, en forma consciente y dedicada al principio. De la misma manera que nos ejercitamos en un gimnasio vamos a “recablear” el cerebro. Mi experiencia es que cada vez es más fácil tanto detectar lo bueno, valorar y agradecer, como generar emociones positivas convirtiéndo- las en experiencias memorables. Por otra parte, cuando nos animamos a emprender algo o enfrentar un desafío, sea lo que sea, el propio entusiasmo se convierte en un motor muy potente que de alguna manera se irradia y provoca frutos. Hace unos días una señora de 84 años me decía: cuando se llega a mi edad uno está muy limitado, aprovecha a disfrutar de la vida mientras sos más joven. Me impactó esta reflexión porque creo que para llegar a una vejez saludable tenemos que disfrutar de la vida desde que nacemos. Steve Cole afirma que el sistema inmunológico se anticipa a los hechos, que el estrés, la depresión y los problemas económicos, entre otros afectan el perfil inmunológico de las personas, mientras que las emociones positivas pueden remodelar favorablemente la composición celular. Dice que “La expe- riencia que tienes hoy afectará la composición de tu cuerpo por los siguientes 80 días, porque ese es el tiempo que tardan la mayoría de los procesos celulares”. Pensemos en la cantidad de veces que nos sometemos a situaciones de stress innecesarias o incurrimos en algunas de las conductas que conspiran contra nuestra felicidad. 124
La ciencia está iluminando el vínculo entre pensamientos y emociones con el estado de salud, longevidad y las condiciones con que se llega a una edad avanzada. Conviene tener en cuenta que lo que ocurre en la mente afecta a todo el cuerpo y afortunadamente tenemos el poder de elegir los pensamientos en los que nos concentramos y de gestionar adecuadamente las emociones. Contamos con todos los recursos, solamente tenemos que acostumbrarnos a utilizarlos. Ejercicios 1- Escribir cada noche una lista de las experiencias positivas que hemos vivido durante el día 21 a fin de desarrollar gratitud. Esto que parece una práctica inocente, según el psicólogo Richard Wiseman, puede aumentar significativamente la sensación de bienestar, lo que hará que seamos más optimistas respecto del futuro y tendrá un efecto beneficioso en la salud. 2- Percibir algo bueno que está ocurriendo en cada momento o recordar una experiencia que te haga feliz; deja que la experiencia te impregne, obsérvala de distintos ángulos, mantén viva la situación; disfruta de esa experiencia. Permanece en ese estado de plenitud y felicidad la mayor cantidad de tiempo posible o hasta que sientas que realmente estás disfrutando esta experiencia22. 21 Richard Wiseman 59 segundos 22 Ejercicio tomado de Cultiva tu mente de R. Hanson. 125
3- Realizar meditaciones en las que puedas reforzar tu sensación de seguridad, recompensa y conexión. 4- Convertir en hábito la detección de lo bueno y lo bello que hay en tu vida. 5- Anotar cada día el motivo de nuestras preocupaciones y, pasado un mes, leer cada uno y comparar con lo que realmente ocurrió. Ver si los hechos que temimos se concretaron o no. 126
CUARTA PARTE Proceso de Cambio intencionado Cada uno de nosotros cuando se mira en el espejo encuentra aspectos que no coinciden con la persona que nos gustaría ser. No me refiero al aspecto físico sino a todas las características que nos definen como persona. Cuando éramos muy pequeños nos permitíamos soñar con ser superhéroes, genios, príncipes, princesas y otros personajes exitosos. Con el transcurso del tiempo nuestra capacidad de soñarnos fue acotándose a lo que nuestras creencias determinan que es posible y nos fuimos alejando de los sueños infantiles y de muchas de las cosas que disfrutába- mos hacer. Sin embargo, en cualquier momento de nuestra vida podemos retomarlos y lograr que el “yo real” y el “yo ideal” coincidan. ¿Cuál puede ser el incentivo para iniciar una transforma- ción? Permanentemente nos estamos transformando en función de las experiencias. Lo hacemos con nuestro consentimiento o sin él, por lo tanto, el desafío es tomar el control y direccionar el cambio hacia una vida significativa, en la cual seamos como queremos ser, hagamos lo que disfrutamos y tengamos lo que deseamos. La gran oportunidad que tenemos en este momento histórico que nos toca vivir es que contamos con múltiples herramientas para mejorar la calidad de nuestra vida, transformándonos en forma consciente. No podemos ignorar que somos lo que hoy somos por la confluencia de 127
muchos factores: hay componentes genéticos que inciden en mayor o menor grado, el entorno y la educación han dejado su huella, las experiencias vividas y la interpretación que hicimos de ellas han quedado en nuestra memoria, pero indudablemente, en cualquier momento podemos modificar aspectos de nuestro comportamiento. Como ejemplo de la complejidad de nuestra mente voy a hacer una breve síntesis de lo expresado por Daniel Kahneman, primer licenciado en Psicología en recibir el premio Nobel de Economía23 por su trabajo sobre el modelo racional de la toma de decisiones. Él nos habla de dos perso- najes ficticios que habitan en nuestro cerebro y actúan fren- te a diferentes circunstancias. Los denomina sistema 1 y sistema 2. El sistema 1 “opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario”, genera impresiones y sentimientos. Da ejemplos de alguna de las actividades que realiza: Completa la expresión 2+2= Detecta hostilidad en una voz. Conduce por una ruta vacía. Reconoce qué determinadas características persona- les se corresponden con una profesión. Nos orienta ante un sonido repentino. Hace asociaciones entre ideas como: capital de Francia = París e interpreta matices en situaciones sociales. 23 Pensar rápido, pensar despacio. 128
El sistema 2 se activa para: Dar a alguien el número de teléfono. Comparar dos productos para saber cuál es mejor. Rellenar un formulario de declaración jurada. Estacionar en un espacio pequeño. Observar el comportamiento adecuado en una situación social. Ambos sistemas están activos mientras estamos despiertos pero el sistema 1 actúa automáticamente y el 2 permanece realizando el mínimo esfuerzo con solo una pequeña parte de su capacidad ocupada. Lo verdaderamente interesante es que el sistema 1 hace permanentemente sugerencias al sistema 2 y si este las acepta se transforman las impresiones en creencias y los impulsos en acciones voluntarias. La división del trabajo entre ambos sistemas es muy eficiente porque el sistema 1, que está siempre activo, en general actúa de manera acertada, tiene respuestas rápidas en función de los modelos de situaciones familiares, pero en determinadas circunstan- cias comete errores. Cuando se encuentra en dificultades llama al sistema 2 para que le sugiera un procedimiento más detallado para resolver un problema. Cuando ocurre un acontecimiento que escapa a los patrones normales, se activa nuestra atención, observamos en detalle y buscamos en la memoria recuerdos que den sentido a lo que nos sor- prende. En síntesis, la mayoría de las cosas se originan en el sistema 1, pero cuando hay alguna dificultad actúa el sistema 2 que es quien tiene siempre la última palabra. Además, está permanentemente controlando su propio comportamiento. 129
El video de “El gorila invisible”24 es una clara demostración de cómo actúan los dos sistemas. Al finalizar el experimento cada observador dice el número de pases, pero cuando se les pregunta si han notado algo extrañó, aproximadamente la mitad dice que no. Han estado tan absortos en la tarea de contar que no pudieron ver al gorila. Lo más notable es que este no podría haber pasado desapercibido si simplemente vieran el video. Además, los que no vieron al gorila estaban seguros de que este no existía. La conclusión es que no solo podemos estar ciegos para ver lo evidente cuando estamos concentrados en una tarea, sino que además podemos ignorar la ceguera. Dado que el sistema 2 es perezoso no puede estar siempre alerta a las situaciones de rutina que maneja el sistema 1 pero conviene aprender a reconocer situaciones con errores posibles y tratar de evitarlos. Esto se aplica a esas respuestas rápidas que se dan sin prestar atención al contenido de la pregunta o la falta de revisión al finalizar un examen. El Sistema 2 se ocupa de la actividad más importante, aquella que requiere mayor consumo de energía y solamente la capacidad sobrante se asigna a otras tareas. Pero cuando adquirimos habilidad para hacer algo la demanda de energía disminuye por eso es importante que los conocimientos estén bien asentados y los procedimientos internalizados, de este modo en el examen liberaremos capacidad para ocupar- nos de algún aspecto novedoso o difícil. Por otra parte, pasar de una tarea a otra también requiere esfuerzo, de allí la 24 Chabris y Simons 130
necesidad de organizarnos para tener el desempeño más eficiente. Otro aspecto interesante es la explicación que Kahneman da del motivo por el que denomino sistema 1 al sistema esforzado y 2 al automático. Nos dice que esforzado y automático ocupa más espacio que 1 y 2 en la memoria de trabajo y esto reduce la capacidad de pensar. Mientras estamos conscientes nuestro S1 está monitoreando una serie de variables que nos indican si sucede algo nuevo, si todo está bien, si hay algo que requiere nuestra atención y si es necesario comunicarle al S 2 que hay que hacer algún esfuerzo. Ambos sistemas presentan algunas curiosidades por ejemplo el estado de ánimo afecta al S1: cuando estamos incómodos o tristes perdemos sintonía con nuestra intuición, en cambio cuando estamos de buen humor nos volvemos más creativos e intuitivos, pero también menos cautelosos y más propen- sos a errores. Aunque todos pensamos que nuestro comportamiento es mayormente racional, el sistema 1 es el más activo y guía nuestro comportamiento. Ante un hecho sorprendente actúa inmediatamente, reúne la mayor cantidad de datos para llegar a una conclusión que explique la situación. Para suplir lo que desconoce hace suposiciones y fabrica una historia aparentemente coherente, la que es asumida por el sistema 2 como verdadera, procediendo en consecuencia. Debido a esto podemos incurrir en diversos errores de interpretación. Por ejemplo, si tenemos la creencia de que 131
no somos capaces de hacer algo y cuando lo intentamos, ocurre algún hecho adverso, el sistema 1 confirma rápidamente la creencia. El sesgo de confirmación adecua la interpretación de la realidad para hacerla coincidir con nuestras creencias; por el sesgo de encuadre, nos dejamos llevar por la forma en que es presentada la información, por ejemplo, para motivar una compra con descuento. Esto no significa que el sistema 1 nos lleva a cometer errores, generalmente acertamos, pero el equilibrio entre los dos sistemas es lo que idealmente nos llevaría a las mejores decisiones. Para complicar más las cosas nos habla de los dos “YO” que conviven en cada uno de nosotros: el YO que experimenta y el YO que recuerda y sostiene que puede haber conflicto entre ambos. Cuenta el caso de una persona que había es- tado escuchando una sinfonía maravillosa, pero al final se produjo un ruido horrible y esto, según el espectador, arrui- nó toda la experiencia. Kahneman explica que la interpreta- ción no es exacta porque durante X minutos disfrutó de la experiencia; lo que se arruinó es el recuerdo: El ruido final destruyó en su memoria lo que había disfrutado antes. El YO que experimenta vive en presente, el YO que recuerda es un narrador de historias y la pregunta es, ¿qué define la historia? Lo que determina la historia son los cambios, los momentos significativos y los finales. Lo llamativo de esto es que no decidimos de acuerdo a lo que fue la experiencia en sí, sino en función de lo que recordamos, por lo tanto, cuando pensamos en el futuro, también lo hacemos desde la perspectiva del YO que recuerda. 132
Hago estas aclaraciones porque a continuación vamos a enfrentarnos a descubrir dos YO: el Yo real, lo que somos en este momento y el YO ideal, esa persona en la que queremos convertirnos. Generalmente el día de nuestro cumpleaños o los 31 de diciembre hacemos un inventario más o menos minucioso de nuestros fallos y logros, pero, aunque también establece- mos metas, muchas veces no pasan de ser buenos deseos. Algunas personas descubren en ciertas circunstancias que sus vidas no son significativas y se enfrentan al dilema de permanecer en su zona de confort, aunque no sea para nada “confortable” o aventurarse a descubrir otras posibilidades. En relación al trabajo esto es bastante común como lo de- muestran las encuestas que realiza Galup desde el año 2000, en casi 200 países, en las que se pregunta a trabajadores y empleados si están satisfechos con sus puestos actuales y su nivel de compromiso con los mismos. Si bien los resultados varían según los países, tipo de actividad y periodo conside- rado, el número de empleados “emocionalmente desconec- tados” de sus trabajos ronda el 85 %. Dentro de este grupo se encuentran quienes odian sus trabajos, a sus jefes, sufren estrés o burnout y quienes no están comprometidos con lo que hacen. Obviamente estas cifras indican que urge realizar un cambio de rumbo. Este puede estar relacionado con las condiciones de trabajo (dependiente/independiente), con el tipo de actividad o con la calidad de la relación y comunicación que se establece entre las partes. En otros casos la necesidad de transformación se manifiesta al momento del retiro, que se 133
transforma en la oportunidad de elegir “hacer lo que me gusta”. Finalmente, el avance científico y tecnológico está modifi- cando la modalidad de trabajo al extremo de que algunos desaparecen totalmente y se crean nuevos, lo que obliga a reinventarse constantemente en la vida profesional para poder permanecer en el mercado. Sea cual sea el motivo que nos impulsa o nos obliga a la transformación, lo que vamos a analizar es hacia dónde queremos ir, cómo lo haremos y estableceremos una agenda para concretar la transformación. Richard Boyatzis, profesor de la Case Western Reserve University desarrolló la Teoría del Cambio Intencionado, como resultado de su trabajo de investigación sobre los cambios tanto individuales como en las organizaciones. Es un experto en Inteligencia Emocional y Liderazgo. Él pone énfasis en el entusiasmo con que cada individuo inicia el proceso de cambio y describe tres tipos de competencias que hacen que se distingan los líderes y profesionales de excelencia. Define competencia como característica subya- cente de la persona que conduce o provoca un desempeño efectivo o superior. Ellas son: Competencias cognitivas: pensamiento sistémico y reconoci- miento de patrones. Ver al mundo “como un conjunto de relaciones de causa y efecto. Memoria, razonamiento de- ductivo, capacidad de pensar o analizar información y situa- ciones que conducen o provocan un desempeño eficaz o superior”. 134
Competencia de la inteligencia emocional: tienen que ver con la autoconciencia y el autocontrol, la adaptabilidad y la actitud positiva. La capacidad de adaptación permite no asustarse de la incertidumbre, estar orientados al logro de los objetivos y motivados a hacer las cosas cada vez mejor. “Capacidad de reconocer, comprende y utilizar información sobre uno mismo que conduzca a un rendimiento superior”. Competencias de la inteligencia social: son las relacionadas con cómo se sintoniza con las personas que nos rodean y sus emociones. Entender a las otras personas y percibir sus emociones. Saber escuchar. Empatía. “Capacidad de recono- cer, comprender y utilizar información sobre otros que con- duzca a un rendimiento superior”. Estas competencias son necesarias en todos los campos de actuación y pueden desarrollarse independientemente de la edad, aunque lo ideal sería que desde niños aprendiéramos y ejercitáramos la inteligencia emocional y social. La Univer- sidad de Illinois ha creado el programa CASEL cuyo objetivo es que el aprendizaje emocional y social integre la educación desde el jardín de infantes hasta la escuela secundaria. En la página web < casel.org > se explica en qué consiste SEL (Social and Emotional Learning – Aprendizaje social y emocional) y lo describe como una parte integral de la educación y el desarrollo humano. Entre los beneficios de este tipo de educación señala: Mejora en las habilidades sociales y emocionales, actitudes, desempeño académico y percepción del aula y del clima escolar. 135
Disminución de la ansiedad, problemas de conducta y consumo de sustancias. Mejoras a largo plazo en las actitudes y comportamiento social y rendimiento académico. Inversión financiera inteligente en relación al costo- beneficio. El programa CASEL, según Linda Lantieri, propone cultivar cinco grupos de habilidades25: 1- Autoconciencia: Identificar pensamientos, sentimientos y fortalezas y notar cómo influyen en las decisiones. 2- Autoconciencia social: identificar y comprender pensa- mientos y sentimientos de los demás y generar empatía. 3- Autogestión: establecer objetivos a corto y largo plazo y gestionar las emociones para actuar en concordancia con esos objetivos. 4- Toma responsable de decisiones: considerar las conse- cuencias de las decisiones que se toman tanto sobre quién decide, como sobre los demás. 5- Habilidades interpersonales: aprender a resolver con- flictos, sin ceder a las presiones externas con vistas a establecer relaciones sanas. En la introducción al libro “Inteligencia emocional infantil” Daniel Goleman se pregunta: ¿Influye el aprendizaje social y emocional en la vida de los niños? Y la respuesta la encontró luego de realizar un megaestudio del cual surge que existen 25 Inteligencia emocional infantil 136
mejoras impresionantes dentro y fuera del aula. “No solo dominaron habilidades como tranquilizarse y desenvol- verse mejor, sino que también aprendían con más efica- cia; sus notas mejoraron y, en pruebas de logros académi- cos, sus calificaciones fueron 14 puntos porcentuales más altas que las de estudiantes similares que no recibieron programas de aprendizaje social y emocional”. En el mundo existen diversos programas que encaran la educación de manera integral a los cuales podemos tomar como modelo. En estas páginas hemos desarrollado méto- dos y estrategias para conocernos y gestionar adecuada- mente nuestras emociones. Aquí proponemos un proceso de cambio intencionado articulando diversos pasos en un periodo determinado. Cuando cambiamos no lo hacemos en forma lineal, sino que alternamos avances con retrocesos, pero esto no debe desa- nimarnos. Notaremos que cada vez los avances son más frecuentes hasta que la nueva conducta se convierte en un hábito. Boyatzis propone, para realizar el cambio intencionado, básicamente cumplimentar estos pasos: 1- Descubrir cómo es el “yo real”. Esto parece muy simple, sin embargo, cada uno de nosotros cree ser de determi- nada manera, pero realmente es de otra. En nuestra percepción de nosotros mismos intervienen las creen- cias, las expectativas de quienes nos rodean, las expe- riencias vividas y otros factores. Por otra parte, pueden existir inconsistencias entre las ideas que expresamos y 137
nuestro comportamiento, por ejemplo, decimos que respetamos el medio ambiente, pero utilizamos bolsas de plástico y quemamos hojas en otoño o criticamos duramente a los funcionarios corruptos y al mismo tiempo evadimos impuestos. Algunas personas tienden a creer que son invisibles y otras a sentirse como el centro de la creación. A veces cometemos un error y sentimos que todos los ojos están en nosotros cuando realmente muy pocas personas han notado lo que ha ocurrido. Recientemente participé de una rueda de escritores en la que debía leer un cuento o una poesía. Como no tengo experiencia en estos géneros, pero quería participar, escribí una historia real, que le ocurrió a mi hija mayor, en forma de mini cuento. Mientras leía pensaba que los que me escuchaban eran profesionales avezados y yo una improvisada absoluta. Me sentía cada vez más aterrada. Además, conforme iba avanzando en la exposición de la experiencia negativa que habíamos vivido con mis hijos, recordaba más y más detalles desa- gradables. En síntesis, la mano con la que sostenía la hoja que estaba leyendo comenzó a temblar. Cuando terminé me sentía muy frustrada y ridícula. De todas maneras, me sobrepuse, sonreí para las fotos y me dirigí rápidamente a mi lugar entre los espectadores, inten- tando pasar desapercibida. Sin embargo, no llegué. Uno de los escritores se acercó para decirme que su her- mano que era psicólogo y escritor tenía un cuento, también muy emotivo, con el mismo título (La niña que perdió el avión y aprendió a volar). Otros participantes 138
me felicitaron y finalmente cuando publiqué las fotogra- fías en las redes recibí muchos elogios. Entonces me di cuenta de que, si bien mi desempeño no había sido brillante, solo algunos de los presentes lo sabían. Para el resto lo bueno era que había incursionado en un campo nuevo y que había participado en ese evento. No somos el centro del mundo y cada experiencia tiene su aspecto positivo. Otras personas se sienten invisibles y piensan que nadie nota su presencia. Esto es solo una percep- ción basada en sus creencias y experiencias, pero no tiene que corresponderse con la realidad de cada circunstancia. Cada uno de nosotros tiene muchos “YO”, actuamos de diferente manera en familia, con amigos, en nuestro trabajo, en diversas circunstancias. Por otra parte, esa persona que creemos ser no es la misma que ven los demás. Podemos tener y mostrar una imagen distorsio- nada del yo real, encubierta por las máscaras que hemos creado y por defensas del ego. Por ejemplo. Me cuesta mucho decir que no, entonces cuando alguien me invita a una cena a la que no tengo ganas de ir, en lugar de dar una excusa razonable, digo bruscamente NO o sea encubro mi timidez con agresividad. Tenemos que incorporar en el análisis la actuación del YO que experimenta y el YO que recuerda que ya mencioné. En esta maraña, debemos empezar por des- cubrir cómo es nuestro “yo real” escuchando lo que otros piensan de nosotros, reflexionando sobre la natu- raleza de nuestras relaciones y los resultados de nuestra forma de actuar. 139
2- Descubrir el “yo ideal”. Es ese que queremos ser. Ese que hace las cosas que disfrutamos, que tiene la apariencia física, el entorno, la vida que identificamos con la plenitud, el que se deja fluir cuando realiza la actividad elegida. No es lo que nos han inculcado que debemos ser, lo que otros esperan de nosotros y quieren que seamos para satisfacer sus propias expectativas. En algunas circunstancias resulta difícil determinar cuál es nuestro deseo y cuál es el que nos han inculcado. Lo que la sociedad o nuestra familia esperan que seamos. Pensar en nuestros juegos de niños, en los sueños e ilusiones que teníamos y retomarlos, imaginando que no tenemos ninguna limitación, puede ser un buen orientador. Hacernos preguntas como las siguientes también contribuirá a clarificar y a quitarle a nuestro “YO IDEAL” las restricciones que hoy tenemos: ¿Qué me gustaría hacer antes de morir? ¿Cómo sería mi vida si dispusiera de X millones de dólares? ¿Cómo me gustaría relacionarme con la gente? ¿Cuáles son las características que admiro en otras personas? ¿Quiénes son las personas que recordamos con más gratitud y cómo se comportaban? ¿De qué manera queremos incidir en la vida de otras personas? ¿Qué recuerdo queremos que conserven nuestros seres queridos y demás relaciones de nosotros? 140
Tengamos en cuenta que recordamos con afecto a las personas que nos han hecho sentir bien, que nos han incentivado y guiado con ternura hacia ascender un escalón en nuestra evolución. 3- Establecer la agenda del cambio. El YO real y el ideal están separados por nuestras debilidades. En cambio, las fortalezas acercan a ambas entidades. Cuando arma- mos la agenda del cambio vamos a poner énfasis en lograr que las fortalezas se maximicen, (nos concentra- mos en ellas de manera clara y medible) y las debilida- des se minimicen. Cada persona establecerá su agenda de acuerdo a su especial forma de planificar. Por ejem- plo, podemos armarla orientadas al objetivo, estable- ciendo fechas o metas en los distintos niveles de interac- ción o podemos establecer las distintas etapas que deb- emos recorrer para llegar al objetivo. En el primer caso diremos: quiero estar en París en la primera semana de junio, en el segundo planearemos ir a la agencia de via- jes, averiguar los costos de pasajes, diferentes planes para concluir estando en París en la primera semana de junio. Podemos establecer objetivos en diferentes áreas. No es un plan al que tenemos que ceñirnos de forma estricta, puede ser flexible para ir haciendo ajustes sobre la marcha. Todas las acciones a emprender deben conducirnos a nuestro Yo Ideal. El punto de partida es un estado de entusiasmo y euforia porque nos dirigimos hacia donde queremos estar. Debemos activar lo que Boyatzky llama atractores emocionales positivos. Estos 141
están relacionados con las fortalezas de nuestro yo real, en lo emocional, con el placer y la recompensa, desde nuestros sueños y esperanzas. 4- Practicar las nuevas conductas. Para ello el primer cambio corresponde al modo de pensar y a las emocio- nes que se generan a partir de los pensamientos. Como cualquier cambio, requiere de ejercitación en todos los ámbitos en los que interactuamos. Necesitamos prác- tica para lograr el dominio y que la nueva actitud surja en forma inconsciente. Teniendo en cuenta que el avance no es siempre lineal y parejo, estemos prepara- dos para persistir cuando se produce algún desvío. En lo personal, cuando quiero iniciar un cambio de conducta, no lucho contra el hábito que quiero deste- rrar, al contrario, lo ignoro y actúo como si todo fuera como quiero que sea. Mi impresión es que conviene avanzar gradualmente un poco cada día y en cada oportunidad. Cambiaremos solamente practicando constantemente. Si somos muy retraídos y nos gustaría ser extrovertidos comenzaremos interactuando una vez al día con algún desconocido, luego lo haremos dos y así iremos aumen- tando hasta lograr una comunicación fluida con nues- tros semejantes. La práctica hace que cada vez sea más fácil. Cuando aprendemos a manejar un automóvil, esta- mos pendientes de cada movimiento, espejos, freno, acelerador, cambios. Conforme progresamos se nos hace un hábito mirar por los espejos, ni siquiera pensa- 142
mos en que tenemos que hacer un cambio y hasta po- dremos escuchar música o charlar mientras conduci- mos. En todas las áreas de la vida, la práctica hará que cada vez sea más fácil. Un método aconsejable es pensar que estamos actuan- do de la manera que queremos, imaginarnos y visuali- zarnos haciendo lo que queremos ser, ver cómo reaccio- nan las personas a esta nueva personalidad que estamos estrenando. A medida que nuestra imagen mental se acerca más al “YO ideal”, también lo hará el “YO real”. 5- Desarrollar relaciones resonantes que apoyen el cambio. Si bien coloca este punto en el último lugar, aclara que deben estar presentes en todo el proceso porque nos ayudarán a descubrirnos, recibiremos de ellos un feedback positivo que nos impulsará a persistir y man- tendrán vívida la imagen de nuestro YO ideal en los momentos en que flaqueamos. Voy a agregar que siempre hay personas que ponen obstáculos a los cambios porque esto puede ocasionar modificaciones en las relaciones. Mi sugerencia es que, si suponemos que alguien actuará de este modo, no compartamos nuestras intenciones hasta que nos en- contremos muy seguros y avanzados en el camino emprendido. Una actitud beneficiosa es vivir como si ya fuéramos el yo ideal. Recordemos que no respondemos a la realidad cómo es, sino cómo la construimos. Sea cuál sea el camino a seguir, lo más importante es el entusiasmo y la esperanza con la que realizamos el cambio. 143
No será lo que Debemos o Tenemos qué hacer sino lo que Queremos hacer, lo que nos hace felices y lo que segura- mente hará felices a nuestros seres queridos. Parece redun- dante decir que para que el cambio perdure y tenga un efec- to positivo en nuestro bienestar y nivel de satisfacción tiene que originarse en un deseo propio. Sin embargo, muchas personas siguen una carrera universitaria porque es la que ejercen sus padres o porque suponen que es muy rentable o alguien les sugiere que es la más adecuada sin escuchar la voz de sus propios deseos. Asimismo, una recompensa eco- nómica puede impulsar a una persona a aceptar un cargo con un nivel de responsabilidad que no quiere o no puede asumir. Todas estas situaciones, en el corto o largo plazo llevan a la insatisfacción y al estrés. Me gusta pensar en las enseñanzas que podemos extraer de los cuentos, por ejemplo, Cenicienta es un ser gris y opaco en su casa, pero en la fiesta frente a la mirada del príncipe, se transforma en un ser maravilloso y brillante. Nosotros podemos crear con nuestra imaginación las experiencias renovadoras que queremos vivir. 144
El punto de partida debe ser un estado emocional positivo. Los que se denominan atractores emocionales positivos son como imanes que atraen hacia y alrededor de un estado. Tanto los atractores emocionales positivos como los negati- vos están formados por diferentes características emociona- les, fisiológicas, neurológicas y psicológicas. Estos estados generan una fuerza que actúa sobre nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y comportamientos. En el cuadro siguiente se ve la diferencia entre los AEP (atractores emocionales positivos) y los AEN (atractores emocionales negativos): Según Bárbara Fredrickson las emociones positivas son: alegría, gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullo, diversión, inspiración, asombro y amor. 145
El cambio a que hacemos referencia puede encararse desde diferentes perspectivas ya sea para modificar alguna de las conductas no asertivas, las que conspiran contra la felicidad, cambiar una faceta de nuestra personalidad o una creencia que ha sido implantada y nos limita. También puede ser el inicio de una nueva actividad. Tengamos en cuenta que, para abandonar la zona de confort, que es un estado de rutina en el que nos movemos en “piloto automático”, sin correr ries- gos aparentes porque estamos en terreno conocido, necesi- tamos una importante fuerza inicial precisamente para ven- cer la resistencia que representan los hábitos y costumbres, pero luego, con avances y retrocesos, el cambio se manifes- tará plenamente. Como en el caso del elefante que continúa atado aun cuando tiene la fortaleza necesaria para ser libre, tenemos ciertos mandatos que nos mantienen inmovilizados. Se manifiestan en dichos populares como “más vale malo conocido que bueno por conocer” o “la curiosidad mató al gato” y otros similares que actúan como poderosos frenos. Por favor desactivémoslos. Básicamente porque vivimos en un mundo VICA (volátil, incierto, caótico y ambiguo) y de nuestra capacidad de adaptación y transformación depende el bienestar del que gocemos. Hemos realizado el trabajo de introspección necesario para saber dónde estamos y hacia dónde vamos, tenemos la actitud o el estado necesario para iniciar el cambio, el compromiso para hacerlo y la capacidad. Aprovechemos la oportunidad. 146
Ejercicios: 1- Para descubrir al Yo real podemos observar lo que otras personas piensan y dicen de nosotros. Que piensan otros que hacemos bien y que mal. Cómo son las personas que nos rodean. A qué tipo de comentarios le ponemos me gusta en las redes sociales. Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades en el aspecto que queremos transformar. 2- Para descubrir el Yo ideal podemos contestar un cuestionario sin condicionamientos: a- Cómo será mi vida perfecta dentro de 5 o 10 años en cada área: familia, amigos, trabajo, pareja, aspecto físico, etc. Dónde viviré, con quién, cuáles serán mis actividades, mis ingresos, mis amigos. b- Libre de condicionamientos, imaginar la vida perfecta si no tuviéramos restricciones de tipo económico o social. Por ejemplo, preguntarnos: ¿Cómo sería mi vida si tuviera 50 millones de dólares? 3- Para armar nuestra agenda del cambio podemos analizar cada una de nuestras relaciones y determinar si son resonantes o disonantes. ¿Cómo me llevo con mis padres, hermanos, pareja, amigos, compañeros de trabajo? ¿Qué podemos hacer para mejorar estas relaciones? 4- Imaginemos al Yo Ideal como una realidad, relajémonos y visualicemos percibiendo con todos los sentidos la nueva realidad, dejemos que la emoción nos impregne 147
y compartámosla con nuestros seres queridos. Imagine- mos cómo nuestro cambio no solo es beneficioso para nosotros, sino también para todos los que nos rodean. Y si no es así, concentrémonos en los que sí disfrutarán del nuevo Yo. En síntesis, recordemos que para aprender algo necesitamos estar motivados, prestar atención y memorizar el contenido y esto solo ocurre cuando interviene la emoción: Si quieres aprender mantén a tu amígdala feliz. 148
QUINTA PARTE La meditación en las escuelas Cuando enseñaba Economía y Legislación Impositiva a alumnos adultos, que concurrían a la escuela después de una larga jornada laboral, comenzábamos la clase con 10 minutos de meditación. Obviamente esta práctica era volun- taria y algunos estudiantes decidieron sumarse y otros no. No puedo establecer una relación causal entre la meditación y las buenas notas, pero observé que eran mejores en el grupo de los meditadores. Algunos alumnos, después de muchos años, se han contactado conmigo para retomar la práctica dado los buenos resultados obtenidos. La primera vez que les hablé de meditar, la respuesta gene- ralizada fue: “no tenemos tiempo profe. Nosotros trabaja- mos”. Les expliqué que, precisamente por eso, la meditación podría ser una herramienta muy útil. La reacción es similar para la mayoría de las personas. A mí me pasó lo mismo cuando comencé con esta práctica. Me costaba encontrar el momento oportuno y cuando lograba comenzar la medita- ción, mi cerebro me bombardeaba con llamados de atención sobre todas las cosas que tenía que hacer. Sin embargo, persistí y cada vez me fue más fácil serenarme, relajarme y llevar mis pensamientos en la dirección que me había propuesto. Decidí meditar media hora antes de comenzar el día. Para mi sorpresa, el “tiempo” comenzó a rendirme más y más. No es nada mágico, simplemente el día se va orde- nando desde una posición diferente. El primer efecto es que 149
desapareció la posibilidad de levantarme de mal humor. Como mi primera actividad era la meditación, cuando con- cluía, estaba descansada, de buen ánimo y con mucha ener- gía para comenzar la jornada. Hoy sé que, durante la meditación, tanto en la mente como en el cuerpo se produ- cen cambios que tienen efectos positivos en el estado de ánimo y nos motivan para esperar lo mejor de ese día. Me acostumbré a visualizar las tareas que debía realizar, espe- cialmente las más complicadas, desde una postura opti- mista, anticipando un buen resultado. El Dr. Richard Davidson es neurocientífico y está constru- yendo en la Universidad de Wisconsin un centro para estu- diar a las mentes saludables, especialmente centrado en la influencia de las prácticas contemplativas sobre el cerebro y el sistema nervioso en general. Ha comprobado que la meditación provoca cambios tanto en la estructura como en el funcionamiento del cerebro y que eleva el nivel de bienes- tar y felicidad de quienes la practican. Este científico sostiene que los despliegues intencionales de estrategias de entrena- miento mental pueden inducir cambios cerebrales y debido a la comunicación bidireccional entre el cerebro y el cuerpo estos inciden también sobre la salud. Especialmente se ven afectadas por la meditación las partes del cerebro que tienen un rol importante en las emociones y la empatía. Sus investigaciones iniciales se hicieron con monjes que habían meditado durante 10000 horas antes del experi- mento. Posteriormente ofreció a personas sin experiencia dos semanas de práctica meditativa por 30 minutos diarios. Al finalizar el período se realizaron estudios y encontró que 150
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