cometemos más que nosotros y nadie podrá disfrutar plenamente nuestros éxitos. Por eso recuerda: Eres el único responsable de hacer tus sueños realidad. Cuando hablo de sueños me refiero a las aspiraciones, a saber, qué quiero, hacia dónde voy y dónde estoy hoy, de tal manera que pueda evaluar mis fortalezas y reconocer mis debilidades para poner toda la dedicación en lograr recorrer ese camino. No es vivir con la mente en las nubes. Es tener una idea y poner toda la energía para llevarla a la práctica. El fracaso y el ridículo eran aspectos que debían evitarse de todas maneras. Pero, ¿qué pasa cuando el miedo me paraliza? No voy a fracasar, pero tampoco voy a triunfar. Después de todo, ¿qué puede pasar si algo no sale bien o si sale ridículamente mal? No estoy incentivando a tomar riesgos innecesarios, pero cuando algo me entusiasma y creo que tengo la capacidad de hacerlo, ¿por qué no intentarlo? Tal vez un fracaso nos lleve a rectificar el rumbo, a encontrar una mejor alternativa. Será la guía que nos mantiene atentos y nos enseña a corregir los errores, no es el fin, sino el inicio de un camino más iluminado. Cada proyecto pasa por zonas brillantes y otras oscuras, muchas veces al inicio son más las oscuras, pero no nos desanimemos si consideramos que vamos en el camino ade- cuado, tomemos un descanso y volvamos al propósito con más entusiasmo. Me ha ocurrido que he emprendido algo que parecía imposible, pero en el fondo de mi alma conside- raba que tenía que intentarlo. En el trayecto muchas veces pensé en abandonar, sobre todo cuando no contaba con 251
ningún apoyo. Pero a la larga, lo logré y cuando miro hacia atrás me alegro de no haberme detenido en el camino. En el corto plazo, todo parece imposible. Mantén la vista en el objetivo logrado. Mi último mensaje: tú puedes Estoy acostumbrada a decirles a mis alumnos y a mí misma que podemos hacer lo que nos propongamos, pero hace unos días me di cuenta de que siempre me propongo hacer lo que me gusta y que curiosamente también es lo que me sale bien. Comencé un curso de Metafísica Cristiana y luego de la primera clase le comenté a un amigo el contenido y lo entusiasmada que estaba con aprender más sobre una ciencia tan compleja. Hablamos de los milagros de Cristo, de la precognición y otras manifestaciones de los poderes con que contamos, subrayando que el profesor parecía dominar muy bien los temas explicados. De pronto me interrumpió para preguntarme: ¿Él hizo algún milagro? ¿Me preguntas si el profesor hizo algún milagro? Dije sin salir de mi asombro. Sí. Respondió. No se me había ocurrido siquiera pensarlo y estaba convencida de que alguien puede explicar un fenómeno sin 252
tener la capacidad de realizarlo. Sin embargo, me quedó revotando la idea de enseñar lo que uno practica y me plantee un desafío: emprender una actividad nueva para la que creo no tener habilidad. Mis dos asignaturas pendientes son el canto y el baile. Decidí que el último era mi mayor incapacidad, aunque siento admiración por la gente que baila bien y me gusta observarlos. Confieso que lo hago con cierta envidia. Me pregunté por qué no bailo si me gusta y comencé a buscar dónde estaba la creencia que me impedía hacerlo. Recordé que en mi infancia en el colegio religioso en que estaba pupila, el baile no era bien visto. En el pueblo tampoco había muchas ocasiones para bailar y con excep- ción de algunos pasos que me enseño una prima mayor que yo, nadie se había preocupado por introducirme en este arte. Mi adolescencia coincidió con una mudanza y algunos problemas económicos en la familia por lo que tampoco concurría a los bailes y las veces que lo intenté no salió para nada bien. Concluí que nunca había bailado porque estaba convencida de que no tenía esa habilidad y además al mismo tiempo que admiraba a los buenos bailarines, me daba vergüenza ver a los que llamaban “pata dura”. Como siempre ocurre con la causalidad, otra colega contadora, me contó que se deses- tresaba yendo a una clase de baile, que el profesor era excelente y además el grupo era divertido. Tomé una clase de prueba: el profesor era excelente, la coreografía muy buena (y también compleja), el grupo era 253
muy amigable, pero yo era un verdadero desastre. No lograba coordinar dos pasos seguidos, aunque me fascinaba ver al grupo tan sincronizado. Pensé esta es la experiencia perfecta: mi cerebro desconoce esta disciplina, me entu- siasma aprender y tengo cero experiencia y habilidad. Le dije al profesor: dame tiempo, tengo que dejar que mi cerebro absorba esta experiencia. Él fue muy comprensivo y me dejó transcurrir, eso significa, no me hizo correcciones, ni me exigió que realizara las actividades completas. En algún momento dijo: la señora se está amigando con su cuerpo. Eso era exactamente lo que estaba ocurriendo: mi coordina- ción era muy escasa y me costaba espantosamente seguir la coreografía. La primera clase fue interminable. Cada cinco minutos mi- raba el reloj que estaba en la pared, solo para comprobar que el tiempo es relativo y la lentitud de esta hora insoporta- ble. Quedé tan destruida que no pude participar durante el resto de la semana. Por diversas razones, básicamente obli- gaciones que me inventaba, concurría como máximo dos veces por semana, aunque me habían indicado que eran necesarias tres horas como mínimo. La hipótesis original de que todos podemos aprender cual- quier cosa siempre que tengamos un buen docente y nos entusiasme lo que hacemos, estaba próxima a naufragar durante el segundo mes. Me encantaba ver como el grupo seguía la coreografía en forma coordinada y me espantaba mi falta de capacidad. El peor día ocurrió durante el tercer mes: hacía mucho calor y yo literalmente “no pegaba una”. 254
Finalmente me senté y comencé a observar mientras me preguntaba porque yo no podía y qué sentido tenía esta experiencia a esta altura de mi vida. Sinceramente me en- cantaba la actividad y me maravillaba la plasticidad del pro- fesor y de algunas compañeras, pero paralelamente asumía mi incapacidad. Me decía: date tiempo, tu cuerpo y tu cere- bro están absorbiendo esta rutina, en algún momento dará frutos. Sin embargo, este último día había perdido todas las esperanzas y me sentía ridícula intentando algo para lo que nunca había manifestado capacidad. Me fui muy apenada con la convicción de que era mi última clase. El fin de semana vi algunos videos y me propuse hacer un intento más. Mirando hacia atrás mi desempeño no había mejorado substancialmente y lo más extraño fue que co- mencé a notar los errores de las otras alumnas que al princi- pio me parecían todas iguales. Consideré que era un recurso de mi ego para justificar el fracaso, pero enseguida me di cuenta que descubrir las diferencias era parte del aprendi- zaje. La siguiente clase no fue tan mala y muy lentamente co- mencé a progresar. Hubo un receso de tres semanas por las vacaciones y cuando volvimos curiosamente había mejorado mucho. Ese lunes regresé muy contenta a mi casa y comencé a disfrutar las clases. Me fijé un plazo de un año, pero realizando algunos ajustes. Había logrado que mi cuerpo se destrabara y me sentía libre dejando que la música me impregnara y el ritmo fuera como el pulso del movimiento, pero me limitaba a imitar sin 255
estudiar las coreografía. Esta sería la primera corrección: estudiaría la rutina como hubiera estudiado una secuencia histórica. Así fui corrigiendo errores y logrando aciertos. Lamentablemente la pandemia de Covid interrumpió la experiencia, pero me permitió confirmar que podemos aprender cualquier cosa sobre todo aquellas que nos entu- siasman, pero alguna creencia nos impide realizar. Todos podemos desarrollar nuestros talentos. Por alguna razón que desconozco, en algún recóndito lugar de nuestro cerebro sabemos mucho más de lo que creemos, especial- mente sobre lo que es más beneficioso para nosotros. Por alguna razón algo nos gusta o nos disgusta, los impulsos son guías poderosas que debemos seguir. Por eso los invito a descubrir los mucho que saben porque: “Si supieran lo que saben” todo sería más fácil. La vida es un examen con libro abierto En este momento estoy viendo una entrevista a un israelí en un momento de máxima tensión entre Israel y Palestina (11 de mayo de 2021) que está explicando porque han superado de forma tan rápida la epidemia de COVID 19 y la respuesta es: porque están acostumbrados a vivir en la incertidumbre y a afrontar los desafíos. Ese entrenamiento les otorga cierta disciplina y capacidad de respuesta rápida. Esto me lleva a pensar que la vida es un examen con libro abierto en el cual enfrentamos desafíos constantes, a los que 256
debemos dar respuesta en un tiempo más o menos perento- rio. Contamos con el arsenal de conocimientos que hemos acopiado durante nuestra educación o simplemente en la vida y toda la información disponible en libros y redes. Con estas herramientas tenemos que tomar decisiones. El examen con libro abierto plantea situaciones que pode- mos resolver con todos los elementos que nosotros elegimos tener a nuestra disposición. Lo importante es la interpreta- ción de las circunstancias, la elección de las herramientas y la oportunidad para utilizarlas. Esto es lo que nosotros podemos decidir. Por esta razón me parece que la mejor manera de evaluar a los alumnos es precisamente permitién- doles utilizar información propia o ajena, por supuesto mencionando la fuente y resolviendo con ello un problema o elaborando una conclusión personal. En el capítulo 9 del libro Pasaje al Futuro, Santiago Bilinkis propone organizar los exámenes cumpliendo tres reglas: 1- Elaborar la respuesta en base a material de terceros de tres fuentes distintas. 2- Indicar la fuente. 3- El resultado de unir material propio y de terceros debe ser una exposición bien estructurada, coherente y sin duplicaciones. Por supuesto adhiero a esta propuesta y no solo para aplicarla en los exámenes sino como metodología para anali- zar ciertas aseveraciones y situaciones. 257
Desarrollar la habilidad de consultar diversas fuentes antes de aceptar una propuesta ya sea política, comercial o social, nos permitirá descubrir cuál es la información que refleja la situación real y además contextualizarla. Por ejemplo, no se puede emitir un juicio sobre endeudamiento sin relacionarlo con los ingresos de una persona o con el PBI en el caso de un país, los plazos, tasas y destino de los fondos. Por eso sugiero a los jóvenes, desarrollar el pensamiento crítico, indagar y verificar la información que reciben y luego colocarla en un determinado contexto. Acostumbrarnos a verificar las propuestas, contrastando diversas fuentes, cuya legitimidad resulte incuestionable, nos permitirá tomar deci- siones que nos conduzcan a los resultados deseados. No necesitamos saber las respuestas a todos los interrogan- tes, lo que sería imposible, sino donde encontrarlas. Pero más importante que la solución del problema específico es la capacidad de superarlo con entereza y sin comprometer nuestra estabilidad emocional. Muchas veces hemos hecho referencia a la incertidumbre y la necesidad de estar preparados para adaptarnos, para mantenernos en control de la situación y sobre todo de nuestras emociones y sentimientos. Cada situación se pre- senta con características diferenciales y aquí es donde entra la capacidad de improvisar, de recurrir a la creatividad para encontrar la mejor solución, en un ámbito específico. Y justamente conocer el contexto es fundamental para aplicar la creatividad. 258
Esa es la situación en la que debemos actuar en la vida cotidiana, no importa cuál sea nuestra profesión, por lo tanto, además de la preparación en lo disciplinar es necesa- rio que contemos con herramientas en lo emocional que nos permitan sortear los desafíos sin comprometer nuestro equilibrio. Cuando realicé una consulta entre jóvenes egresados sobre las virtudes y los defectos del sistema educativo en la Repú- blica Argentina (secundario y universitario) una de las res- puestas se refiere al estrés que provoca un examen. Una persona me relata: tuve un profesor de psicología que nos daba las preguntas y las respuestas que nos tomaría en el examen a fin de disminuir el stress que provoca no saber cuál será el contenido. Me pareció muy gentil con sus alumnos, pero terriblemente perjudicial para la vida porque no siempre las opciones están claramente delimitadas. Creo que la solución no es encontrar alternativas para bajar el estrés en un examen en particular sino ofrecer herramientas para afrontar la ansiedad, el estrés y la angustia que pueda provocar cada circunstancia a lo largo de la vida. Esto requiere una tarea más ardua pero seguramente más rentable porque no nos permitirá sortear solamente un examen sino cada situación que se pueda presentar a lo largo de la vida. Mi percepción es que si los exámenes se orientaran a desa- rrollar la capacidad de encontrar respuestas creativas en lu- gar de evaluar cuanto recuerda el alumno de determinado tema, seguramente ese hábito habilitaría a los futuros profe- sionales para enfrentar con destreza desafíos inesperados. 259
Repito lo que dije tantas veces a lo largo de estas páginas: si el sistema no me permite desarrollarme, puedo hacerlo por mí misma. Tengamos en cuenta que la educación no solo nos prepara para ejercer exitosamente una profesión sino para interactuar en sociedad y convertirnos en ciudadanos res- ponsables y cooperativos. Creo que un paso grande en el avance de la humanidad como especie se producirá cuando dejemos de pensar en nuestros logros personales y le demos prioridad al bienestar de la comunidad. Dado que el ciudadano es un ser integral, comparable a un prisma, que se manifiesta en plenitud cuando todas sus “caras” han alcanzado el más amplio desarrollo, analizo el problema educativo desde la perspectiva de diferentes ma- nifestaciones del ser total. En este contexto vale la pena hacerse algunas preguntas respecto de la educación que damos y recibimos: 1- Reconociendo a la educación como un Derecho Univer- sal (Art. 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos - 1948) me parece necesario distinguir entre educación obligatoria y concurrencia obligatoria. La concurrencia, en términos generales se cumple, pero, ¿realmente estamos educando? 2- ¿Vivimos la educación como un proyecto humanizante? 3- ¿Estamos educando a creativos o los preparamos para aplicar los inventos de otros? Estas preguntas revisten suma importancia en un mundo globalizado como el actual donde “la sociedad del conoci- miento se instaló definitivamente” y los países y/o empresas 260
que más patentes generan son los que logran mayor expan- sión. Esta “Economía del conocimiento” produce riqueza en el corto plazo y es portátil ya que las mejores mentes son captadas rápidamente por los grandes centros de investiga- ción. El estudiante actual debe estar formado para insertarse en ese contexto y tener la posibilidad de decidir. Por esto digo que la vida es un examen con libro abierto. El costo de la ignorancia Dicen que cuando le preguntaron a la canciller de Alemania, Sra. Ángela Merckel por qué gastaba tanto en educación, respondió que lo hacía porque el costo de la ignorancia es mayor. Si bien esta frase se le atribuye a ella existe otra versión: “si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia” pronunciada por Derek Bok, abogado y educa- dor, expresidente de la Universidad de Harvard. Ambas son suficientemente esclarecedoras respecto de lo que le cuesta a una persona, a un país y a toda la humanidad la ignorancia propia y ajena. ¿Sabemos cuál es el costo de la ignorancia? Mayoritariamente coincidimos en que los países y/o empre- sas que más patentes generan son los que logran mayor ex- pansión y que los profesionales más capacitados son requeri- dos en cualquier parte del mundo. Seguramente se podrá medir cuánto pierde un país cuando sus mentes más brillan- tes emigran o cuando las empresas exitosas se instalan fuera 261
de sus fronteras y crean trabajo en otros sitios. ¿Pero, podemos medir el costo de la ignorancia de los que permanecen en un país con una educación deficiente? Escuché una historia que me pareció realmente ejemplifica- dora respecto del costo de la ignorancia: cuando en 1888 se abolió la esclavitud en Brasil por la Ley Aurea se colocaron carteles informando de la liberación, pero, como muchos esclavos no sabían leer no se enteraban de su nueva condi- ción. Me pregunto si no ocurre algo similar con las personas que, durante la pandemia utilizan el barbijo colocado de tal manera que solo cubre la boca, que quizás están haciendo una interpretación literal del término “tapabocas”, ya que tanto en promociones como en consejos para preservar la salud se utiliza los términos barbijo y tapabocas como sinónimos. Sin embargo, la diferencia puede significar el contagio y eventualmente la muerte de alguien ya que el virus podrá ingresar libremente por la nariz descubierta. Hoy, mayoritariamente sabemos leer, pero al recibir infor- mación sesgada, quienes no son conscientes de estas mani- pulaciones, son fácilmente influenciables y en el caso de los jóvenes ven cercenada su posibilidad de interpretar adecua- damente la realidad y tomar decisiones que los beneficien en el futuro. Cuando daba clases de economía, entre los temas a tratar en el último año del secundario, se encontraba el control de precios, ya sea que el Estado fije precios mínimos para el productor o máximos para el consumidor. En defensa de estas medidas se argumenta que beneficiarán a los 262
productores teóricamente desprotegidos o a los consumido- res cuyo poder adquisitivo se ve disminuido. Cuando les preguntaba a los alumnos si estaban de acuerdo con la fijación de precios máximos, normalmente todos afirmaban que sí. Entonces les proponía un ejercicio. Les pedía que se imagina- ran que eran los dueños de una empresa muy renombrada que produce diversos productos lácteos, algunos de uso masivo cuyos precios generalmente conocían. Suponíamos que se fijaba un precio máximo para la leche común y discu- tíamos sobre los efectos de esta medida y les preguntaba: ¿Qué harían ustedes como responsables de esta empresa? Las repuestas más comunes eran: 1- Disminuir la producción de leche común con lo que escasearía el producto. 2- Bajar la calidad. 3- Modificar el packaging para reducir costos. Y otras medidas similares. Analizábamos cada una de las propuestas y las posibles consecuencias y finalmente cada grupo exponía su opinión. Generalmente coincidían en que estas medidas solo eran útiles en condiciones muy acotadas y en el corto plazo, y que los perjudicados serían los consumidores y eventualmente los empleados, ya sea porque las empresas tomarían medi- das para morigerar el efecto del control o porque decidieran cerrar sus filiales en el país. Un ejercicio tan simple termi- naba haciendo cambiar de idea a adolescentes que venían 263
con una opinión formada por la publicidad que habitual- mente se hace cuando se toman estas medidas. Otro tema interesante que analizábamos es el de las retenciones al agro. Al inicio todos estaban de acuerdo porque tenían la imagen de la oligarquía agropecuaria que se enriquece en exceso, pero cuando comenzábamos a analizar quiénes se veían perjudicados y qué medidas toma- rían si fueran productores agropecuarios, los efectos a largo plazo no dejaban dudas de lo nefastas que son estas medidas. La ignorancia y la falta de información nos lleva a adherir a medidas que en el largo plazo resultan perjudiciales, pero cuando comprendemos los efectos sobre cada uno de los actores, terminamos descubriendo lo inconvenientes que resultan. Estos son solo algunos ejemplos de la manera en que incide la ignorancia en las decisiones de una población. En los pueblos del interior donde hay personas que no saben leer, que desconocen sus derechos, la mejor manera de alimentar a sus hijos o de cuidar de su salud, el costo de la ignorancia se mide en vidas humanas. Cuando pregunto sobre el costo de la ignorancia muchas personas sonríen, lo que me lleva a intuir que no es un tema que estemos analizando. Yubal Noh Harari en su libro Homo Deus nos dice: “Esta es la mejor razón para aprender historia: no para predecir el futuro, sino para desprendernos del pasado e imaginar destinos alternativos”. Pero qué pasa cuando no se conoce la historia, se tiene una versión distorsionada o peor aun cuando se crea un relato 264
tendencioso de los hechos del pasado. La posibilidad de imaginar y crear destinos alternativos se vería cercenada y continuaríamos viviendo en un bucle interminable, reali- zando las mismas acciones y obteniendo los mismos resulta- dos. Esta incapacidad podría ser otra forma de ver el costo de la ignorancia. La desigualdad se manifiesta en forma creciente conforme avanza la ciencia y la tecnología porque se requerirá mayor capacitación para realizar tareas cada vez más complejas. Los que no cuenten con esa preparación desgraciadamente verán peligrar sus fuentes de trabajo o quedaran directa- mente excluidos. Tengamos en cuenta que lo que hoy es ver- dadero, un nuevo descubrimiento lo pondrá en duda y la teoría a la que adherimos hoy, mañana será obsoleta. Esto hace que ya no sea suficiente estar preparado para apren- der, sino que será necesario cultivar la apertura mental suficiente para desaprender y reaprender permanentemente. Es evidente que los avances tecnológicos nos han facilitado la vida y con mayor o menor éxito tratamos de incorporarla a nuestra vida, pero cabe preguntarse, ¿somos solamente consumidores de tecnología o utilizamos la tecnología como una herramienta para potenciar nuestra creatividad? Me viene a la mente una frase de Steve Jobs: “Todo el mundo debería aprender a programar, debería aprender un lenguaje de programación porque te enseña a pensar38”. Hace una analogía entre tener nociones de derecho y recibirse de abogado. Independientemente de la profesión y 38 https://www.youtube.com/watch?v=XfamAqjFqJw 265
la actividad de cada persona, tener nociones de derecho es imprescindible. Para los temas específicos se podrá consul- tar a un abogado, pero el encuadre general lo darán las no- ciones básicas. Cuando me recibí de contadora me anoté en una carrera de posgrado en la facultad de ingeniería que tenía como obje- tivo ofrecerles a profesionales de diferentes áreas una for- mación común en sistemas. Aunque estaba muy interesada solo cursé un cuatrimestre debido a que no disponía de tiempo suficiente para asistir a clases y estudiar. De todas maneras, esa aproximación a la programación me dejó huellas realmente importantes. Por una parte, me acostum- bré a fraccionar los pasos de un proceso y a analizarlos individualmente, no perdiendo de vista el objetivo final y por otra a dar y a darme instrucciones claras y precisas. En síntesis, nos obliga a la precisión. Por estas razones adhiero plenamente a los que proponen incluir al menos una intro- ducción a la programación en las escuelas primarias y secun- darias. También tiene un costo la ambigüedad tanto en las propuestas como en el análisis. ¿Existe correspondencia entre lo que las empresas necesitan y los conocimientos de quienes egresan de los distintos niveles de educación? La respuesta a esta pregunta podría indicarnos porque tantos profesionales están desempleados (o realizando tareas ajenas a su formación) y porque muchos empresarios manifiestan que no encuentran personal con la capacitación que necesitan. ¿Estaremos educando para el mundo del futuro o transmitiendo solo las experiencias del pasado? 266
También podríamos comparar cuál es el nivel de bienestar y la distribución del ingreso en distintos países y determinar si existe alguna correlación entre estas variables y el nivel de educación. Esto nos dará una aproximación para determinar el costo de la ignorancia. Tomando como parámetro las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos) podemos efec- tuar algún tipo de análisis. Según se explica en la página de OCDE 39 “La evaluación cubre las áreas de lectura, matemáticas y competencia científica. El énfasis de la evaluación está puesto en el dominio de los procesos, el entendimiento de los conceptos y la habilidad de actuar o funcionar en varias situaciones dentro de cada dominio”. “Además, provee información sobre el contexto personal, familiar y escolar de los participantes en la muestra. El carácter cíclico (trienal) de la evaluación permite tener indicadores sobre las tendencias en cada país y en el con- junto de los países involucrados en el proyecto.” En Argentina mucha gente piensa que la educación se está deteriorando año tras año y pareciera existir consenso sobre que es necesario revertir este proceso de decadencia, pero curiosamente no se han escuchado pedidos masivos para que se revea la medida de suspender las pruebas PISA. Me pregunto si estamos tan sumergidos en los problemas económicos, el miedo al COVID, la falta de vacunas y otros aspectos urgentes que nos estamos olvidando de lo real- mente importante. Desde mi punto de vista es precisamente 39 (https://www.oecd.org/pisa/397308 267
el estado del sistema educativo el que incidirá directamente en nuestro futuro como nación y las pruebas PISA además de ser una importante herramienta de diagnóstico, nos permite determinar la tendencia y si fuera necesario (se- guramente lo es), revertirla. Con la información que nos brindan podremos comparar e incorporar las experiencias exitosas. Otra forma de analizar el costo de la ignorancia es descubrir en qué medida las personas son conscientes de la relación Causa/Efecto de cada una de sus decisiones. Existen grupos sociales que atribuyen el estado en que se encuentran a factores externos sobre los que tienen poca o ninguna posi- bilidad de incidir. Buscan un culpable al que permanente- mente se agrede en los discursos, pero no realizan ninguna actividad que tienda a provocar mejoras sustanciales. La forma individual de atribuir los resultados a factores exter- nos o propios ya fue analizada al tratar Actitud y motivación, pero cuando las personas, grupos o países pierden la capacidad de relacionar causas y efectos, esta falencia también tiene un costo que vale la pena evaluar. Por último, hablemos del rol de las pasantías. Mayoritaria- mente hemos egresado de la universidad, ni que decir del secundario, sin tener la menor idea de lo que es trabajar, llevar a la práctica lo que hemos aprendido. Los que hemos trabajado mientras seguíamos una carrera universitaria posiblemente sacrificamos velocidad contra experiencia. En realidad, ni siquiera tardamos más porque aprendimos a gestionar mejor el tiempo. Pero cuando nos 268
recibimos al menos sabíamos lo que requería un trabajo. Sin embargo, lo ideal sería que sepamos cómo se desarrolla la actividad que elegimos como carrera antes de comenzarla. Muchos chicos trabajan como un medio de conseguir recur- sos para mantener sus estudios, pero la actividad no tiene relación con la profesión. Por eso pienso que las pasantías cumplen un rol fundamental. Los detractores dicen que se aprovecha la capacidad de los pasantes pagando por ello cifras menores a las que corresponderían a un empleado capacitado. Esto es verdad. Pero el pasante no es personal capacitado, es alguien que tiene conocimientos teóricos, pero jamás ha debido lidiar con los aspectos propios del ejercicio profesional. Me ha ocurrido que un egresado de la carrera de contador, no tenga idea de cómo manejarse en las páginas de ARBA o AFIP. Se familiarizará con facilidad, pero al momento de responder a su primer cliente, no tiene idea de cómo resolver un problema concreto. Este bache lo llenan las pasantías. También tiene un costo para el primer cliente y para el egresado que deberá superar la frustración de no saber cómo responder una consulta. Por todo esto, creo que las pasantías son fundamentales para lograr formar profesionales solidos tanto en lo teórico como en lo práctico. Cuanto antes tomemos conciencia de que “somos artífices de nuestro propio destino”, antes lograremos mejorar nues- tro nivel de vida en todos los aspectos. Lo que es indudable es que ninguna fuerza mágica hará que las cosa mejoren. No tengo respuesta para todas estas preguntas y el análisis detallado de cada uno de los puntos precedentes excede los objetivos de este libro. Sin embargo, me permito sugerir que 269
dediquemos algunos momentos a investigar en que situa- ción está nuestro sistema educativo y los resultados de eva- luaciones como las pruebas PISA o los resultados que esta- mos obteniendo como país, región y a nivel personal. Es mi deseo que tomemos conciencia tanto de la inevitable transformación de los requerimientos laborales en el futuro inmediato como de la necesidad de preservar el patrimonio intelectual de las jóvenes generaciones. Si los adultos no encontramos el camino para transformar la educación, incorporando los saberes que requiere el mundo moderno, serán los propios adolescentes y jóvenes los que deberán utilizar todos los medios a su alcance para adecuar su formación tanto intelectual como emocional y espiritual, evitándose pagar el costo de la ignorancia. De lo aspiracional a lo inspiracional Hoy hablamos de marcas aspiracionales, propaganda aspira- cional, comunicación aspiracional, modelo aspiracional para referirnos a una forma de comunicar utilizando un prototipo al que la población objetivo mayoritariamente aspira a ser o parecerse. Los productos aspiracionales son generalmente muy caros, debido a que es precisamente el alto precio el que atrae a los clientes. Presentan un diseño atrayente, aunque pueden carecer totalmente de utilidad. Ejemplo de esto son los bienes presentados con envases atrayentes y etiquetas con 270
excelente diseño, aunque el contenido puede no tener una calidad que se corresponda con su precio. Muchas veces los inexpertos adquieren el producto basando su decisión en los aspectos externos y el precio. Lo mismo ocurre con prendas de vestir y accesorios. El análisis de los roles aspiracionales tienen cada vez más peso en el diseño de logos, creación de marcas y publicidad en general, siendo herramientas muy útiles para vender productos y servicios. Lo que se tiene en cuenta es la percepción del consumidor respecto a la incidencia del producto o servicio en su aspira- ción de ser. En qué me convierto si utilizo un reloj Rolex o Patek Philippe, si conduzco un Rolls Royce o luzco una car- tera de primera marca. Estos son ejemplos extremos, pero en cada clase social existen niveles aspiracionales que indu- cen a comprar motivados precisamente por este anhelo de convertirse en alguien especial a partir del uso de un bien o servicio. En síntesis, apela al ego del consumidor haciendo experimentar determinadas emociones que lo hagan sen- tirse superior. La Real Academia aún no ha tenido tiempo de incluir la palabra “aspiracional” en su diccionario y es un término des- conocido para muchas personas, pero la aplicación de esta metodología está afectándonos en gran medida. En el otro extremo estaría lo inspiracional, donde si toma- mos como ejemplo la propaganda, lo que se resalta son las posibilidades o talentos con los que cuenta cada persona y 271
los incentiva a perseguir los deseos poniendo toda su dedi- cación para lograr el objetivo. Lo inspiracional nos ayuda a descubrir nuestras propias metas, no por la compra de un bien, sino por la transforma- ción y maximización de nuestros talentos y habilidades. En educación se trata no de lograr que los alumnos actúen de la forma que los profesores quieres, que piensen como ellos o que se convierten en un modelo determinado, sino guiarlos a descubrir sus potencialidades, fijarse objetivos alcanzables y facilitarles las herramientas para lógralos. ¿De qué sirve adquirir conocimientos como adornos que colocamos en una vitrina, sino no nos conducen a nuestro desarrollo personal, a lograr una vida plena y significativa? De la misma manera que no son los objetos que adquirimos los que nos transforman en lo que queremos ser, no es el acopio de conocimientos lo que enriquece nuestra vida. Esos conocimientos solo tienen sentido cuando nos permiten precisamente darle sentido a nuestra vida. La situación ideal es que el docente, en todos los niveles, sea además de un modelo a seguir, alguien que facilite que cada alumno descubra su propio valor, sus talentos y además le suministre las herramientas necesarias para que puedan desarrollarse y florecer. Si esta situación no se da, hoy contamos con la posibilidad de elegir modelos inspiraciona- les en cualquier lugar del mundo, ya sea tomando cursos a distancia o simplemente buceando en las redes para encon- trar algo o alguien que nos motive. 272
Pasar de lo aspiracional a lo inspiracional puede ser otro desafío que seguramente las jóvenes generaciones ya están aceptando dado el interés que manifiestan en el cuidado del medio ambiente y en el bien común. En esta gran espiral que representa el avance de la humani- dad donde en el mismo momento conviven, en este her- moso planeta, personas tremendamente carenciadas, con otros que gozan de múltiples oportunidades para el desarro- llo personal y social, tal vez el objetivo inspiracional pueda ser “nivelar hacia arriba” para que todos logremos tener vidas significativas. 273
AGRADECIMIENTOS Agradezco sobre todo el haber tenido la posibilidad de adquirir el hábito de agradecer. En segundo lugar, la oportunidad de descubrir en cada una de las personas con las que he interactuado, una contribución a mi evolución personal. Por estas dos razones necesitaría un libro completo para expresar mi gratitud hacia a todas las personas que a lo largo de mi vida han dejado una huella. Últimamente estoy apren- diendo mucho de la gente joven, especialmente mis hijos y sobrinos a quienes me encanta consultar y escuchar sus muy creativos puntos de vista sobre las circunstancias. Especial- mente me sorprende su capacidad para descubrir alternati- vas novedosas y replantearse convicciones. No tienen incon- veniente en analizar un punto de vista diferente y rectificar si es necesario. Las creencias que alguna vez fueron la presión de muchos adultos no tienen tanto efecto sobre ellos precisamente por esta libertad de pensamiento. Otra característica que me maravilla es su habilidad para descartar lo accesorio, lo que no hace al núcleo de un problema y concentrarse en lo realmente importante. Por todo esto agradezco tener la posibilidad de enriquecerme con los aportes de los jóvenes. Gracias a mis alumnos y también a mis maestros. También agradezco, la salud, la capacidad de trabajo, el entusiasmo y la posibilidad de tener proyectos que enriquez- can mi futuro. 275
Especialmente en relación a este libro agradezco a Anahuarqui Brizuela por la corrección y los consejos a María Cristina Valle por permitirme utilizar una de sus hermosas pinturas como tapa y a Abel Nuciforo por la ilustración. Gracias a todos los que me escuchan y me contestan. A los que me dedican su tiempo con interés y me acompañan en cada nuevo emprendimiento. 276
ÍNDICE Introducción 5 PRIMERA PARTE 11 11 Un cambio de paradigma 14 El sistema educativo 29 La innovación disrruptiva 48 El Covid 19 52 De “aprendizafe” a aprendizaje 57 SEGUNDA PARTE 57 La fuerza de las creencias 74 Actitud y motivación 90 Actitudes optimistas y pesimistas 102 Conductas no asertivas 105 Cómo percibimos la realidad y tomamos decisiones 111 TERCERA PARTE 111 Las emociones 127 CUARTA PARTE 127 Proceso de Cambio intencionado 149 QUINTA PARTE 149 La meditación en las escuelas 153 La meditación en el hogar 163 SEXTA PARTE 163 La neuroplasticidad del cerebro 166 El cerebro 169 Las neuronas
SÉTPIMA PARTE 171 Como aprendemos 171 La atención 178 La memoria 181 Modo focalizado y difuso 195 201 OCTAVA PARTE 201 Técnicas de estudio 202 El palacio de la memoria 204 Metáforas y analogías 207 Un cuentito para la geometría 208 La tabla difícil 209 Mapas mentales 214 Estudio de idiomas y poesías 215 Fragmentación 223 223 NOVENA PARTE 226 Enemigos del aprendizaje 235 El hábito de procrastinar 238 Buenas prácticas de estudio 241 El sueño 244 Los equipos de trabajo 245 El examen 249 Antes y después del examen 249 252 DÉCIMA PARTE 256 Lo que a mí me enseñaron y lo que tuve que aprender 261 Mi último mensaje: tú puedes 270 La vida es un examen con libro abierto 275 El costo de la ignorancia De lo aspiracional a lo inspiracional Agradecimientos
Esta obra se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Ediciones del País S.R.L. en el mes de octubre de 2021
Search
Read the Text Version
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
- 6
- 7
- 8
- 9
- 10
- 11
- 12
- 13
- 14
- 15
- 16
- 17
- 18
- 19
- 20
- 21
- 22
- 23
- 24
- 25
- 26
- 27
- 28
- 29
- 30
- 31
- 32
- 33
- 34
- 35
- 36
- 37
- 38
- 39
- 40
- 41
- 42
- 43
- 44
- 45
- 46
- 47
- 48
- 49
- 50
- 51
- 52
- 53
- 54
- 55
- 56
- 57
- 58
- 59
- 60
- 61
- 62
- 63
- 64
- 65
- 66
- 67
- 68
- 69
- 70
- 71
- 72
- 73
- 74
- 75
- 76
- 77
- 78
- 79
- 80
- 81
- 82
- 83
- 84
- 85
- 86
- 87
- 88
- 89
- 90
- 91
- 92
- 93
- 94
- 95
- 96
- 97
- 98
- 99
- 100
- 101
- 102
- 103
- 104
- 105
- 106
- 107
- 108
- 109
- 110
- 111
- 112
- 113
- 114
- 115
- 116
- 117
- 118
- 119
- 120
- 121
- 122
- 123
- 124
- 125
- 126
- 127
- 128
- 129
- 130
- 131
- 132
- 133
- 134
- 135
- 136
- 137
- 138
- 139
- 140
- 141
- 142
- 143
- 144
- 145
- 146
- 147
- 148
- 149
- 150
- 151
- 152
- 153
- 154
- 155
- 156
- 157
- 158
- 159
- 160
- 161
- 162
- 163
- 164
- 165
- 166
- 167
- 168
- 169
- 170
- 171
- 172
- 173
- 174
- 175
- 176
- 177
- 178
- 179
- 180
- 181
- 182
- 183
- 184
- 185
- 186
- 187
- 188
- 189
- 190
- 191
- 192
- 193
- 194
- 195
- 196
- 197
- 198
- 199
- 200
- 201
- 202
- 203
- 204
- 205
- 206
- 207
- 208
- 209
- 210
- 211
- 212
- 213
- 214
- 215
- 216
- 217
- 218
- 219
- 220
- 221
- 222
- 223
- 224
- 225
- 226
- 227
- 228
- 229
- 230
- 231
- 232
- 233
- 234
- 235
- 236
- 237
- 238
- 239
- 240
- 241
- 242
- 243
- 244
- 245
- 246
- 247
- 248
- 249
- 250
- 251
- 252
- 253
- 254
- 255
- 256
- 257
- 258
- 259
- 260
- 261
- 262
- 263
- 264
- 265
- 266
- 267
- 268
- 269
- 270
- 271
- 272
- 273
- 274
- 275
- 276
- 277
- 278
- 279
- 280
- 281
- 282