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Poesía Reunida + Ensayo Digital Animado

Published by santiagocampi123123, 2021-06-09 16:39:59

Description: Poesía Reunida + Ensayo Digital

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IV. Tempestad 1 La pregunta es qué hacer con la memoria, convivir con sus gestos escorzados, su intangible gravedad, desafiar sus meandros, sus abismos, hacerle un lugar en nuestra cama dándole vanamente la espalda, como a la mujer de cada noche o al insomnio. La pregunta es qué hacer sin la memoria con tanta hora por habitar, tanto camino hostilmente virgen, tanta cruz que cargamos y nunca entenderemos. La cuestión es saber si el recuerdo nos aferra o lo aferramos, si somos algo más que esta furia en pos de las arenas de la eternidad, del olvido. 2 La pregunta es en qué se convierten los sueños, su imponente, mutable arboladura, su arquitectura frágil, implacable. Entre la desazón y la esperanza el camino se obstina, trasegado, esquirlado de caricias y lágrimas, 149

esta obcecada costumbre de olvidar los siglos que median entre el alba y el ocaso. La pregunta es en qué quedamos después de la vigilia inhóspita del sueño, cuando las cosas vuelven a ser imperturbablemente ellas y nuestra piel, un páramo de costras imperiosas. 3 Y cuando el deshojamiento se insinúa intemperie, y la calma abruma de tanta soterrada tempestad, uno debe preguntarse dónde aposentar su corazón, lo que queda de él, desnudo y grave, henchido y seco. Uno nunca ha podido redimir su carga mal estibada monitorear los ángeles y espectros que lo agitan, y menos precaver el momento Uno, repito, debería dirimir antes del alba dónde aposentar su corazón después de tanto día filoso, tanta sentina abrumadoramente huera. Acaso todo sea cuestión de 150

silenciarse, de nombrar el instante en el que el sueño se nos vuelve recuerdo. 4 “…qué trole hay que tomar para seguir” (C. Castillo) Tal vez la penumbra ya sea suficiente para preguntarse tras qué máscaras capear el desencanto, cuándo entornar piadosamente el espejo, cómo difuminar la luz agria de la verdad. Si la semilla iridiscente es patrimonio de lo gris, si nadie ha desollado la epidermis del día, si ni la sombra regresó de lo imposible, entonces es hora de poner el corazón a sotavento o al garete, descifrar, desafiar (acaso en el regusto dulzón de lo perdido) el pacto del desencanto, con el desencuentro, esa Caribdis sorda donde la niebla se desvanece y ya no nos hallamos. 151

V. A los botes 1 Y de pronto tu casa puede ser una diáspora y tu cama, un refugio con demasiados pliegues. Tal vez no importe. La tristeza también es efímera, la soledad, un naipe que cualquier brisa tibia puede voltear. Pero ¿quién asordina, quién acompasa los retumbos de un corazón en los cuartos vacíos? 2 Pero en tu corazón acontecía el dintel donde el niño se asomaba y columbraba el mundo y el mundo lo animaba, lo espantaba con su voz de gigante. Perdura su desliz por el espejo, sigue aguardándote desde su entreluna el gesto anonadado y cómplice de un duende. Como en aquellas tardes anodinas seguirá discurriendo desde el cuadro ese rebaño que irremediablemente nunca dormirá en sus apriscos. 152

3 Esta casa abrumada, desorbitadamente gris, que tu paso fatiga somnoliento, un día fue el lucero, la tahona de los astros soñados, entrevistos entre los velos del amanecer. Esta casa que casi no respira ronda los pasadizos del recuerdo Y la sangre para desvelarte, para develarte que el laberinto de tu corazón (si es que lo fue algún día) Ya nunca, nunca más volverá a ser tu casa. VI. Última bitácora 1 No. Nunca será un dócil decir la madrugada aunque nos invoquemos navegantes de la placenta cósmica. Este sol en agraz es un cáliz hostil que embriaga a los suicidas y a los viejos. Será más grato el hidromiel tardío, ese penúltimo trago, 153

las vestes del festín que beberemos sin saberlo cuando amaine la noche. La madrugada sabe a historias contadas a despecho a destierro a deshora. 2 Hablo de la recóndita belleza, el asedio de pólenes aún vírgenes, la fruición distendida, distante de nubes que se asedian. Hablo de la belleza fugitiva, el flamígero hilván de los oleajes, la evanescencia de súbitas medusas. Algún amanecer no demasiado ahíto, no demasiado esquivo, podré hablar de tus ojos. 3 Los peces voladores irrumpiendo en el cáliz del día, los amores del puerto nunca envejecerán. Las palabras borrosas de esta carta, Los aromas que evocan, certeros, fugitivos, retornarán lozanos bajo los remos cómplices de algún instante ingrávido. 154

Sólo tus pasos resonarán distantes, tu corazón, ajeno, cuando intentes nombrar aquella tarde que acaso, hoy, ya, no, nunca ha, haya sido. 4 De mástiles quebrados. De dislocados remos. De furtivos escualos, feroces, inocentes. De pura, de embriagada orfandad. De cierto astro mareado desastrado. De tanta incierta, acorazada niebla. Acaso amanezcamos renazcamos algo, brisa, relente, espuma. VII Final La hojita ocre No volverá a la rama, Naufraga libre. 155

TANGO (2015) 156

Tango “Viva el tango mezcla rara de pasión y pensamiento…” Horacio Ferrer 157

VOLVIÓ UNA NOCHE (Homenaje a Alfredo Le Pera) I “El tiempo viejo otra vez vendrá” La realidad es una periferia del caos interior una excusa para desempolvar el filo de los sueños inhóspitos un circunloquio de licores sanguíneos en barbecho. Unas veces nos toca ser la playa otras la marejada aunque nunca dejemos de soñarnos la tierra o el mar sólo la arena sólo la espuma saben que el tiempo es el aliado no el verdugo. 158

II “Busqué un espejo y me quise mirar” Y serás invisible finalmente como una luciérnaga que sorprende el alba destellos dolorosos horas encandiladas amainarán rumbo a tu piel profunda soterrada. Nada se ocultará detrás de tus esperas nadie contorneará el sinuoso litoral de tu anhelo no estarás solo ni perdido larvarás junto a todos lúcidamente opaco nítidamente ciego. III “Callé mi amargura y tuve piedad” El vasto acontecer difumina desgasta el perfil impetuoso de los seres el lento discurrir resquebraja desgarra más allá de lo asible 159

lo visible la robusta impostura de las cosas. Hay un derrumbe íntimo feroz en cada instante acaso la ración la reverencia que reclama la nada el inaudito precio del silencio. IV “Y no la vi más” Algunas cosas se marchan tras el viento desvanecen su estirpe y reaparecen súbitas furtivas bajo el azul ajeno de otro cielo. Las que deciden resistir nunca salen indemnes se retuercen se trizan se insubordinan para emplatecerse bajo la misma luna. El viento es la náusea de Dios ante la fetidez del recuerdo perenne del sueño intacto. 160

V No te esperaba. No pronuncié tu nombre. Llegaste al fin. UNO (Homenaje a Enrique Santos Discépolo) I “Si olvidara a la que ayer lo destrozó” El hombre palpa cauta dolorosamente las estrías que le dejó el amor el paso intempestivo impío del amor los jardines segados anegados los nudillos pletóricos de cosas esfumadas esa tarde y empieza a comprender que él ahora es esos intersticios esas trazas que le dejó la gubia del amor esa tarde en que Dios decidió liberarlo de su sombra. 161

II “Precio de castigo que uno entrega por un beso que no llega” Espero la palabra desnudo, tremolante acosado de mil estrepiteces que pergeñó el silencio urgido cautamente espero la palabra no me valdrá acecharla cercarla invocarla rituarla devanarla ella habrá de venir esquivosa insinuante devorante por mi esperma inocente. III “Si yo tuviera el corazón” Se irá sin despedirse a su dócil exilio será nocturnamente con el permiso mudo de las amapolas alumbrándose con los astros minúsculos y glaucos de la alfalfa. 162

Cuando regrese nadie menos aun tu pecho notará su sinuoso redoblado temblor su incontable minué con el olvido. IV “El camino que los sueños prometieron a sus ansias” Hasta el azul ayer desvelará sus ángeles declinará sus garras brumosas otro incienso otra desmemoria serpeará vibramente hasta tu puerta hasta tu corazón ya vacío y ahíto será el veneno el polen que nombres esperanza. V Buscó la noche entre las luciérnagas. Amaneció. 163

LOS MAREADOS (Homenaje a Enrique Cadícamo) I “Y sin embargo, ay, mirá lo que quedó” Queda la incandescencia el eco arrumbador para cegar la nada para opilar las fugas de la ilusión su minuciosa esquiva desnudez. Después vendrán los ángeles sus túnicas sus ánforas Nadie jamás podría sospechar olfatear la tibia la encendida oquedad de tu nicho. II “Con un eléctrico ardor tus bellos ojos” Alguien reapareció en tus ojos algo se esmirrió zorramente tras tus párpados adocenando pasos 164

cada uno de los pasos que le dictó tu ingrávida inconsciencia. Algún viejo desconocido le hurtó la contraseña a tu pecho a tus labios e irrumpe aquí ante tu tenue estólido silencio y mis palabras escuálidas mis palabras palabras… III “Amor, pesar, dolor…” El dolor es la muesca la alcabala que el mundo le rebana a los sueños el eco de esa fractura íntima de esa conspiración que densamente urde el esqueleto. Pero el dolor es aire instilándose, fugándose tras cada parpadeo de nuestro ADN esa mueca 165

al descubrir detrás de cada instante el otro el mismo el solo espejo. IV “Hoy vas a entrar en mi pasado” Este cansancio puede ser de pronto la urgencia de rehacer los ojos trizados de desengaño la ilusión de replumar al final del tifón llamado sueño la escala terca que reclama el aire antes de ardernos otra vez el pecho. Pero esta molicie sórdida que vuelve tinta lúgubre la médula incauta de los fémures debe ser otra cosa esa belleza exangüe que tiñe mansamente lo perdido. V Clama la noche. Se desliza la luz por tu silencio. 166

CAFÉ CON LLUVIA (2016) 167

Café con lluvia es a la vez el más temático de mis poemarios y el más autobiográfico, también el más breve. En la última década fueron los cafés mi refugio, un lugar en el mundo acogedor y casi inevitable. La lluvia, ese ademán ingenuo de la niebla, me acompañó, me guió por caminos tan entrevistos como sorprendentes. Y está la poesía, claro, tal vez por eso las citas desbordan, inundan las escuetas líneas de este opúsculo. El agua madre, ya intensa y oscura, ya clara y fresca, tiene la última palabra, como siempre. C. S. 168

A pesar de la lluvia yo he salido/a tomar un café, estoy sentado BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO INTROITO Detrás de los cristales al fondo del pocillo fluye el mundo nadie podrá decir que no lo ha visto. La imperiosa osamenta de los días estremece de cuajo cada pulso cada rincón que creíamos íntimo. Sólo la lluvia ese ademán ingenuo de la niebla, sólo las innúmeras puntadas del lienzo de la lluvia nos dejan la ilusión de estar a solas con nuestro corazón y su almanaque las preguntas fantasmas que nadie ha conjeturado. Sólo el café su discurrir amable inexorable, nos ayuda a tripular la barca del recuerdo desdeñosos del tiempo. Pero es sólo un instante regusto indefinible inconfundible ese relente de eternidad y olvido. 169

POEMAS CON LLUVIA La lluvia es bella y triste, y acaso nuestro amor es bello y triste, y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría, oh íntima, recóndita alegría/Estoy tocado de tu destino./Oh lluvia, oh generosa. RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN ORFANDAD En súbita orfandad nos descubre la lluvia. Nos inquiere con ardiente desnudez. Habilita rincones al corazón huido henchido de esa luz que ya está lejos. De repente no llueve ya pero ha partido el día y en alguna comarca allende las montañas el agua se desciñe con vastedad de virgen. Otras tormentas derramarán el fuego. Otras celliscas devanarán su incontable tristeza. Otro relente grabará en nuestros párpados la persistencia de lo etéreo. Ella hembra desusada Ella nunca termina de marcharse. 170

AUSENCIA Inexplicablemente mientras el sol enciende el pecho de la tarde pienso en la lluvia su canto que no está sus gotas que aún son nube o se escurrieron ya hacia las horas grises. Alguien ha quedado obstinado a una memoria. Algo descerrajó tempranamente su penumbra. Y la lluvia la furtiva lluvia discurre ciegamente con los ojos incrédulos ingenuos del que acaba de partir del que apenas ha llegado. 171

TELÓN Ha empezado a llover. Lo anuncian con gozoso agobio las hojas de los plátanos los gorriones agravan sus gorjeos sus saltitos hasta el umbral celebra su pátina opalina. Pero aún no ha empezado la lluvia su cántaro distento sinuoso estremecido acaso aguarde todavía tus pasos tu figura tus labios para dejarnos definitivamente ausentes. 172

Súbitamente todo se ha aclarado/Porque ya cae la lluvia minuciosa./Cae o cayó. La lluvia es una cosa/que sin dudas transcurre en el pasado” JORGE LUIS BORGES HAIKUS Cielo cerrado. Ya desciende la lluvia. Todo está a solas. Cielo que cruje. Hojas y ramas negras. Todo es tormenta. Todo se aquieta cuando empieza la lluvia. Late el agua. 173

LLUVIA A Lautaro Hijo en esta hora tal vez veas solo un hombre y su lápiz silencioso en una tarde triste. Sin embargo ese hombre ha sabido deshabitar de a ratos su esqueleto a la hora en que se acaban las respuestas las preguntas y sólo queda el salto. Un día sus huesos sus huesos se quedarán definitivamente solos y entonces podré decirte sin que lo sepas que se puede asir el infinito por un instante (eso lo aprendí de la lluvia) porque una tarde de lluvia por vez primera me vi de sueño entero y fue en tus ojos. 174

POEMAS CON CAFÉ Tengo tu mismo color/Y tu misma procedencia,/ Somos aroma y esencia/y amargo es nuestro sabor. NICOMEDES SANTA CRUZ CAFÉ GRIS Así este días gris que opaca mi pocillo aún tibio de café es algo más que la luz distraída en alguna distante deliciosa comarca o el hueco lacerante de los sueños raídos. Las horas que se estiran cenicientas son el oráculo acaso la alcabala de todo lo que irá mudando su esplendor al reino de lo gris su verdad acezante irremisible. 175

TARDE DE CAFÉ Pero estamos el sol el café de la tarde. También está la sed el hedor inasible irreductible de la soledad el rumor de agua fresca que no llega a los labios la ternura que pasa asida de otro brazo. También está el temblor el niño hesitando debajo de las cobijas cómplices el vibrar extranjero de la tierra bajo botas hostiles. Y también la pregunta ese páramo que ayer llamamos “sombra” y mañana “silencio” y hoy acaso “oquedad” Pero está el sol esta dócil molicie de la tarde el sabor memorioso del café sonriéndome indulgente desde el fondo del pocillo. 176

CAFÉ CON AMIGO AUSENTE En tu mezcla milagrosa/de sabihondos y suicidas/yo aprendí filosofía,/ dados, timba y la poesía cruel/de no pensar más en mí ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO A Walter Iannelli, in memoriam El azúcar se ha tornado invisible, impalpable en el mar del café. Con un dejo de indulgencia sombría él acoge la algazara de los cristales díscolos su dispersa inocencia. Detrás del primer sorbo cuando el pocillo empieza a revelar sus simas apacibles un cosquilleo sordo enciende la garganta como un secreto licor de lágrimas. Es el azúcar proclamando rebelando la gloria austera de la disolución su verdad última. 177

LA ESPUMA La espuma del café parece evanescer al impulso invasor del primer sorbo. A lo sumo levita distraída tras los labios cuando el torrente oscuro inaugura sus instantes triunfales. Al final cuando todo empieza a regresar queda un halo una línea que se espesa indeleble hacia la nada. Allí nos asomamos pero todo es inútil ese último aliento de la espuma se ha quedado nos ha tornado espejo sin retorno el pocillo vacío. 178

TARDA EL CAFÉ Tintineo de cucharitas fugando, dispersándose. Niebla de la máquina expresa transpirando su furia. Súbitos familiares perfumes deslizándose de las bandejas. El café tarda. Junto al ventanal el penúltimo desdentado cortado que Walth soñó tomar lejos de Camden. En un rincón el pocillo diecinueve de Dylan que ha escogido un veneno más furtivo. Al fondo un cabizbajo Cátulo tratando de no ver su soledad sin para qué. Todo atardece. Dentro de cinco diez minutos entrarás y dirás simplemente “Perdón, Amor; se me hizo tarde”. 179

EPÍLOGO Pa que en el conuco/no se sufra tanto/ojalá que llueva café en el campo… JUAN LUIS GUERRA LA DESHORA En la deshora más irremontable los pocillos vacíos las goteras agónicas invitan a la calle derivan al estrépito la furia esas que sarcástica impecablemente nos recuerda el reloj o menos trágicamente habrá que irse nomás esquivando charquitos rumbo a la casa a solas. 180

SOBRE LA POÉTICA DE CLAUDIO SIMIZ Análisis crítico y claves de lectura Por Silvia Rivas 181

PRIMERA PARTE Obra literaria: Filosofía lírica y Denuncia Social 1. Un “inventor de versitos” escribe poesía metafísica: Celda Aunque extienda mi mano en un desgarro ya nunca podré ser sino yo mismo. Celda, 1980 En un reportaje que Andrés Aguirre le hiciera en 2016, sobre su contacto inicial con la escritura, Claudio Simiz evoca el canto de su madre y sus primeras lecturas: “Trato de recordar ese contacto inicial… seguramente habrá sido el canto de mi madre: nanas, “Torna a Sorrento” (en castellano), “El sueño del pibe”, son algunos de los que recuerdo…después, mucha lectura (tengo presentes, particularmente a Martí, Tagore y Lorca), las aproximaciones a grandes poetas a través de canciones (Machado, Neruda). Como productor de poesía, había una tendencia muy temprana en mí a “inventar versitos”, aún antes de saber leer y escribir”3. La construcción de una lírica filosófica El soberbio talento de este inventor no tardaría en manifestarse. Su primer poemario, Celda, fue galardonado con el 3er. Premio de Poesía Juvenil en el Concurso Internacional Revista Aquario a sus 17 años de edad (1977), y publicado en 1980. En el prólogo, María Esther de Miguel afirma que “la poética de Claudio Simiz se postula como una metafísica. Y un humanismo”. Efectivamente, Celda inicia un recorrido vital, en el que la búsqueda y el aprendizaje hallan en la poesía su plenitud; recorrido ontológico del ser que dialoga consigo mismo (con sus vulnerabilidades y fortalezas), con el tiempo que lo interpela, con la muerte que siempre está 3 Facebook: Poesía del Oeste 182

ahí, “presurosa y fatal,/como la vida”, dice el inventor de versitos a sus 17 años. La búsqueda de conexión interior y con el entorno como forma de conocimiento y de sentido existencial, es una preocupación que persiste en la poética de Claudio Simiz, y que se manifiesta en la continua reflexión sobre la esencia del ser humano, la inevitabilidad de la muerte y el necesario distanciamiento para aceptarla, propios de una actitud trascendente que da cuenta de su propia finitud. Por eso, la denominamos lírica filosófica. Una escritura que tiene reminiscencias de los poetas del Siglo de Oro Español, de los de la Generación del 27 y de la literatura popular nacional, y cuyo eje de reflexión dialoga con la filosofía existencialista. Intentaremos rastrearlas en este ensayo. Viaje, indagación y aprendizaje El esquema temático del poemario nos introduce en la metafísica de la voz lírica, marcando la dirección de un viaje-indagación-aprendizaje existencial: • La Bolsa • POEMAS CON DOLOR • ELLA • POEMAS DE LUCHA • La Creación • Nugae • La Poesía Este viaje metafísico es análogo al que emprende el peregrino gongoriano de Soledades: la bolsa es el símil del mar, espacio que el yo debe atravesar para proyectarse hacia una vida plena. La Bolsa remite al origen de este tránsito: - una pertenencia efímera: “las raíces, las ramas/y las hojas/y luego el fruto,/que también es sueño”; - una existencia marcada por la soledad y la angustia: “y nada más allá,/todo es adentro/el atroz contenido/estremecido/feroz continente/indiferente” 183

y proyecta una dirección: - un aprendizaje que alcanza su plenitud con la integración del propio ser en el mundo: “Será la última gota,/el silencio oportuno,/el instante preciso/en que mil breves muertes/me hagan Uno”. El proceso de humanización que se inicia al salir de la bolsa, está marcado por la soledad, la misma que el errante cortesano encuentra en los campos donde llega después de haber naufragado: “Pasos de un peregrino son errante/cuanto me dictó versos dulce musa/en soledad confusa/unos perdidos otros inspirados”4. Los Poemas con dolor exploran los acervos humanos más reconocibles, que dan título a los poemas de esta secuencia: La noria (vida-existencia) es un espacio/tiempo cuyo tránsito implica Tristeza, Soledad, Impotencia, y donde El hombre debe dialogar consigo mismo, para descubrir los Lastres que vulneran su espíritu y liberarse de La celda en que está inmerso. Estas indagaciones, se realizan a través de diversos discursos: - autorreferenciales: Aparecen como monólogos reflexivos acerca de la propia existencia: “He nacido con el estigma/de una vieja estirpe/eterno forastero/[…]he aguardado solo./He cumplido mi condena de ser hombre” - simbólicos: La celda, como representación del cuerpo (nuestra individualidad / soledad / angustia), que nos ubica en la existencia (la vida/tiempo/espacio), y nos impone el reto de un viaje terrenal que exige buscarnos (y encontrarnos) a nosotros mismos: “Mi pecho es el cofre que aguarda la semilla”; “aunque extienda mi mano en un desgarro/ya nunca podré ser sino yo mismo”. La noria es el recorrido vital exigido al ser humano, en su tránsito por este mundo: “Toda la existencia/está escrita en un círculo./Inmutables suceden/las noches y los días”. 4 GÓNGORA y ARGOTE, Luis de. Soledades. Edición digital de la Biblioteca Nacional. Málaga-RAE-Caja de Ahorros de Ronda. España. 1991 184

- metafísicos: Expresan indagaciones y construcciones analíticas sobre cuestiones trascendentales el ser humano: el destino: “aún antes del viento y de la lluvia/se estaba realizando la sentencia”; la desgarrada naturaleza humana: “eres tú soledad, eres la pena/la universal y tácita condena/en este hogar de solos que es el mundo”; la búsqueda de sentido de la vida: “Pese a todo soy yo,/pese a este muro/que derribé por ti/por él/por todos.” - La voz discursiva de Poemas con dolor expresa lo que Luis Rosales5 afirma sobre el significado del lenguaje utilizado por Góngora, cuando destaca que las palabras “refieren un ciclo vital en el que se entrecruzan sus representaciones, virtualidades y poderes para darle a la lengua poética su sentido dinámico”. La bolsa, la celda, la noria, son ciclos de superación y humanización del yo lírico en Simiz, equivalentes al mar, la playa, el sol del peregrino de Góngora: “Desnudo el joven, cuanto ya el vestido/Océano ha bebido/restituir le hace a las arenas/y al sol lo extiende luego/que lamiéndolo apenas/ su dulce lengua de templado fuego/lento lo embiste, y con suave estilo/la menor onda chupa al menor hilo”6. Salir de la bolsa es salir del mar; atravesar la celda (o la playa) es establecer un diálogo interior donde reconocer el devenir de todo ser humano (la noria, el sol), y aceptarlo con entereza. Ella marca el tiempo del amor, necesario para lograr la realización de una subjetividad plena y echar raíces en el mundo: “Tus dedos de mujer/urdiendo en el umbrío laberinto/de mis cerrojos/son la única llave/ hacia la luz./Así el Labrador/logrará sembrarme.” En Poemas de lucha ya se vislumbra el compromiso social del poeta, de su mirada crítica y de su vocación humanizante: reconoce un “llamado” (“Ha quebrado la senda/de mi espacio/ha detenido el paso/de mis horas”), que es su propia voz, a través de la cual, el tiempo deja atrás al adolescente, y asiste a la investidura del hombre. Atento a una realidad en la que “todo se inunda”, este hombre recién emergido, está expectante y predispuesto 5 ROSALES, Luis. La imaginación configurante. Ensayo sobre las Soledades de don Luis de Góngora. www.cervantesvirtual.com 6 GÓNGORA y ARGOTE, Luis de. Op. Cit. 185

a transformarla, porque el tiempo ya “ha pulido el cristal” y le ha enseñado “que nada es inmutable/ni es eterno”. El poema La roca simboliza la voluntad transformadora de este hombre, que ya ha iniciado su tránsito vital, y se encamina hacia la búsqueda que dicho tránsito le reclama: “Y que me labre el tránsito del agua/que el viento me despoje de escamas contingentes/que el peregrino ahueque mi pecho en su fatiga./Todo en el incesante pulir de la existencia,/esa noche que augura auroras sementales./Soy la roca que un día brindará los cristales.” En el poema Riga, 1945, la mirada crítica se construye junto a la reflexión filosófica, trascendiendo así la tragedia que denuncia (consecuencias de la segunda guerra mundial): “Nada hubo ni habrá/sino este cielo/sediento y dislocado/de la herida,/esta prórroga absurda/de la muerte./Nada hubo ni habrá/sino la vida.” La Creación marca un primer aprendizaje en el tránsito vital del hombre emergido: la existencia nos exige la comprensión de las pérdidas, los desprendimientos, los desgarros, porque solamente a través de esos procesos el espíritu se moviliza y amplía los horizontes de su propio entendimiento. Este saber despojarse de los Lastres que se van decantando en las profundidades más íntimas de la memoria (en las huellas mnémicas, según el corpus freudiano) es un acto de desgarro, pero también de iluminación: es el momento trascendente en que el espíritu se libera de la celda sombría y solitaria del aislamiento, y se proyecta hacia un estadio superior, cumpliendo con la misión que desde La bolsa (semilla/embrión/origen) se le ha encomendado: “Sangre mía no sangres /porque estás presa ahora/sangra porque tus nietos/puedan tener aurora./Que al final de la vida/aquel hombre no vaya a recordarte/como una vaga, inútil pesadilla”. Este aprendizaje del hombre liberado de su celda es producto de un recorrido análogo al del náufrago errante de Soledades, cuya experiencia en tierra lo ha humanizado: ”Venza no sólo en su candor la nieve,/mas plata en su esplendor sea cardada/cuanto estambre vital Cloto os traslada/de la alta fatal rueca al huso breve”7. 7 GÓNGORA. Op. Cit. 186

Nugae nos anticipa al escritor maduro, que adopta las formas poéticas breves con una maestría técnica y una lírica personalísima y deslumbrante. En esta secuencia, el autor se expresa mediante reflexiones, interpelaciones y preguntas retóricas. A través de las primeras, transmite su visión del mundo, de la realidad en la que se halla inmerso y a la que aún está descubriendo: “Quién ha dicho que buenos/y malos nos llamamos?/Son los distintos rostros/del bronce que empuñamos”. La interpelación es la vía por la que el poeta dialoga con los grandes temas existenciales; la forma coloquial adoptada revela cercanía y familiaridad con ellos, producto de su meditación: “Ya no me evites, Muerte/si eres sólo una herida/presurosa y fatal./Como la vida”. La proyección del ser humano, y la suya propia, es abordada desde la pregunta retórica: “Alguien sufre mirando a los dichosos,/alguien odia mirando a los amantes,/pero a ti, pobre Claudio, ¿Qué te importa/si son de esparto o seda los piolines?” Estas construcciones breves nos remontan a los decires y proverbios populares, que Góngora solía incluir en sus letrillas, y que Antonio Machado desarrolló en sus Canciones, por cuya vía expresó el pensamiento popular y el suyo propio. La poesía tiene una presencia esencial en la obra Claudio Simiz: es su espacio de contención, su lugar de pertenencia, a partir del cual construye su imaginario subjetivo y referencial; todo sucede en la poesía, y el viaje que la existencia le inquiere, es posible, sólo con su mediación. Esta impronta, nos permite afirmar que la poesía es un universo simbólico para nuestro autor, porque desde ella, despliega un espectro de sentidos que revelan su condición ontológica, conforme a la expresión de Ricoeur8. Porque la poesía es esa energía que ilumina y libera de los lastres, la que echa a andar las secuencias de la noria, y logra la armonía del mundo: “Es de savia/ y de oro/ este torrente./Palpita entre las venas/subterráneas/y 8 RICOEUR, Paul. El conflicto de las interpretaciones. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2003. La poesía como símbolo en la poética de Simiz, será desarrollada en la segunda parte de este ensayo. 187

anónimas/y un día se estremece,/desempolva sus alas,/brisa hacia la sonrisa/de las constelaciones./Y los árboles ríen./Y los niños florecen.” 2. El poeta universal, el hombre íntimo: Los míos – Evangelio de bolsillo este frío de dios, y todo este naufragio, y este amor, sin embargo, a pesar, pese a todo. Los míos, 1985 La poesía como lugar de reflexión y herramienta de lucha La dedicatoria de Los míos conlleva una voz de pertenencia, de íntimo espacio vital y de realización (ya sugerido por el título), pero que al mismo tiempo es capaz de tomar distancia de él, para observar otros espacios y vicisitudes en la complejidad del mundo. En esta confluencia de lo propio con lo universal es donde reside la profundidad de la lírica filosófica de Simiz, ya iniciada en Celda. Pero esta confluencia no es una idealización abstracta: es una herramienta de lucha para la rehumanización, es una denuncia que llama a movilizar el espíritu y el pensamiento para superar las profundas injusticias que vulneran los derechos esenciales de comunidades de todo el planeta. De esta forma, el poeta lírico-filosófico confluye con el poeta social. Desde el lugar que considera suyo (Latinoamérica), nuestro autor le habla a todas las culturas. Su invocación se inicia con una dedicatoria-homenaje al pueblo de Nicaragua (que en 1979, y por acción del Frente Sandinista de Liberación Nacional, logró destituir la dictadura ejercida por los Somoza durante 43 años): “Al pueblo de Nicaragua, / que es Latinoamérica y el mundo”. El poeta urge a todos los pueblos del orbe a reflexionar sobre sus propias realidades, tanto como a comprender que las situaciones que los envuelven son inherentes a la humanidad toda. Y los convoca a una transformación humanizante, a una cruzada para rescatar los valores que generan vínculos permanentes e identitarios, y que construyen los grandes proyectos sociales: “Los que se carbonizan en un grito. Los que afilan su silencio. Los que miran al mundo por las grietas del alma. Los que habrán de venir. 188

Los que no esperan otra vida para sentirse vivos. Los que no tienen jaulas en el pecho. Los que dejan los muertos con los muertos. Los que hieren espadas con su sangre. Ellos, un día, ellos, alumbrarán mis versos”. (Los míos) La mirada sensible hacia su entorno, junto a la construcción de un pensamiento integrador, despojado de visiones reduccionistas, configuran al profeta, con una amplitud de conciencia capaz de observar, desde su propia individualidad al resto de sus semejantes, con proyección de trascendencia. En este proceso, las experiencias y derroteros ajenos se reflejan en los propios: un pueblo es todos los pueblos, (y el suyo): el pueblo de Nicaragua “es Latinoamérica y el mundo”; un hombre es todos los hombres (y él mismo): “A un hombre./A todos los hombres./A Cambours”. Es que el hombre emergido en Celda, ha asumido un llamado-misión, el de su voz interior (que también es la de su pueblo y la de todos los pueblos), que lo insta a denunciar las miserias humanas y sus repetidas injusticias, que desgarran a todos los seres de la Naturaleza, y así lo expresa en Evangelio de bolsillo: “He tomado tu voz,/ como pudo ser otra,/ pero es tu voz,/y debes desangrarte/hasta la vida”. Desde su lugar (su íntimo espacio) es consciente del desafío al que se enfrenta: “Yo,/ con las penas hincadas en la tierra/a solas me estremezco,/bajo el gris balbuceo de la aurora/y un pájaro fatal, lleno de cielos”, pero, como peregrino que es, asume esa dimensión inabarcable, y convoca a sus semejantes a emprender el mismo camino, con el propósito de desandar antagonismos y disgregaciones: “Hay que vivir virgen para esperar al viento/ y derramar la voz, y el alma/hasta el sueño./Hay que incendiarse hasta volverse humo/para que todos vean”. En su Invocación final, alerta sobre la imposibilidad de que este proceso sea posible en tiempo inmediato, y menos aún, individualmente: “No será de este pecho transido por el viento,/ni de estas manos grises/que nazca la azucena”. Sin embargo, y en ello radica su mayor fuerza discursiva, confirma su derrotero, y cuanto más comprende las propias limitaciones, 189

más se aferra a ese destino (llamado-misión): “No saldrá de estos labios/- me digo/pero canto”. Advertimos que en Los míos, hay un paso del yo (el profeta de Evangelio de bolsillo), al nosotros, en el que el poeta -en palabras de Vicente Aleixandre- canta por todos, y que fue una característica de la Generación del 27. Esta voz múltiple, que habla desde sí mismo, tanto como de su sociedad o de la humanidad entera, ya existía en Francisco de Quevedo, especialmente en Polimnia, que, según Alfonso Rey9 “constituye la simultánea manifestación de un lírico y un pensador que, unas veces se pronunció sobre problemas de dimensión universal y otras, se refirió a situaciones específicas de su época”. La poesía como construcción subjetiva El lugar de la intimidad se va edificando a través de rasgos sensibles, marcas de origen, sujetos y objetos, que tienen connotaciones significativas en la construcción subjetiva que el poeta realiza de sí mismo. El sentimiento que prevalece en la conformación de esa autoimagen es la ingenuidad, impronta que se traslada a la estructura misma del poemario: luego de la Invocación al que lea, hallamos un primer esbozo de quien nos convoca a través de dos poemas, Este día y Soneto del desarraigo; un Poema casi ingenuo es el nexo entre Los míos y Canto de alegría (segundo y tercer bloque). Pero no es una ingenuidad en el sentido de inexperiencia o ilusión utópica; se trata de una paradoja, que funciona en dos sentidos: por un lado, es una crítica a los divisionismos y sus formas de segregación, y por otra parte, es un llamamiento a superarlos: “yo quiero un corazón/ni rojo, ni amarillo/y rojo y amarillo también/ […] y no sea ni cristiano…/ni negro…/ni español…/Yo quiero un corazón como una magnolia/ como un cactus lo quiero/un corazón/que no tenga sentido/y tenga mil sentidos”. El recurso de la antítesis en giros coloquiales (aparentemente ingenuos), procura una familiaridad de lenguaje y de significados, tales que el discurso y sus símbolos-valores puedan llegar naturalmente a todos y a cada uno de los que lean, y que, por lo mismo, no dejen lugar a la 9 REY, Alfonso. Quevedo y la poesía moral española. Castalia. Madrid. 1996 190

indiferencia o a la ambigüedad. Por eso, lo ingenuo no es tal; es un recurso sencillo, pero categórico. Y en esta cruzada, el poeta abre un camino: “Y si de pronto soy una paloma;/si pierdo la memoria del Jordán y del Duero,/ si soy una azucena de un alba sin reloj;/quizás así, mi sangre se esfume con la lluvia,/y mis ojos se vuelquen en la tierra,/y me gaste las manos/del odio hasta el amor”. Otro elemento desde el cual el poeta construye su imagen es una marca de origen, que le prefigura un destino y lo interpela: “Judío soy, sediento y peregrino/ de algún trasto de Auschwitz olvidado,/en el rincón de un ghetto deshojado;/judía mi voz, judío mi destino”. Hay un sino que, como el de sus antepasados, parece condenarlo al eterno desarraigo, a vivir en una irremediable condición de forastero: “Judío en salmos soy, judío en penas,/soy el que ausculta el rostro de la aurora,/el que llora ante un muro que no llora/hasta reconciliarse con sus venas”; la misma impronta que recorre los versos de Evangelio de bolsillo: “Yo escribo los silencios de Dios a pura sangre”, profeta negado que reivindica su destino. Los sujetos significativos que han contribuido a la conformación del sujeto-poeta, están esbozados en el segundo bloque, que lleva el título del poemario: Los míos. El pronombre reúne a seres que representan los aspectos de la realidad que más sensibilizan al yo lírico: cada uno de ellos emerge como símbolo de sentimientos que han ido perfilando su personalidad, lo han encaminado hacia la reflexión y le han hecho generar vínculos perdurables con su entorno. La realidad representada (denunciada) a través de estos sujetos es tan propia como universal: -la marginalidad y la pobreza: Está simbolizada en el campesino: “¿En qué piensa ese hombre parecido a la tierra, cuando el hambre dibuja preguntas en sus flancos, cuando reza en silencio, porque el hambre es del alma”[…] “mientras olvida sueños,/mientras de estar tan solo se acostumbra a la muerte./¿En qué piensa ese hombre mientras se vuelve piedra?” -la desnutrición infantil; la niñez desamparada: El símbolo de este flagelo es el niño mendigo, y el poeta lo denuncia expresando “El pan es la verdad,/ y te han mentido tanto”. Asimismo, declara su propia impotencia ante una situación en la que se siente desbordado: “Yo, que digo ser poeta,/no puedo ser siquiera/la corteza o la miga”. 191

Los vínculos que lo han conectado con su entorno, surgen con tono elocuente y apasionado: -amistad: “Donde pisa tu voz/ no crece más el miedo,/se dispersa la guerra,/aborta la miseria, uno a uno sus huevos”. -amor-pasión: “Hagamos una casa, Amor, con nuestros huesos,/ para el perro y el náufrago niño;/con los huesos ilesos que queden en las sábanas,/hagamos una cárcel, Amor, con nuestros besos,/para el odio y el miedo”. El Canto de alegría menciona objetos y personas que, dentro del contexto que el título del bloque sugiere, simbolizan situaciones lúdicas. Efectivamente, piedra; paloma; gato; papel; niño; juguete, remontan a momentos de juego y de disfrute, en los que las emociones emergen en plenitud y el espíritu se libera, fortaleciendo los lazos afectivos. Pero en el mundo observado-denunciado por Los míos, la naturaleza de los espacios y situaciones en que emergen estos objetos es muy distinta de la que el imaginario social intuye: Niño: “niños que se mecen en mis pestañas,/niños/niños, niños hambrientos/me muerden la garganta” Piedra: “Yo no soy de los santos/ que inmaculan la tierra/con arado o con pico;/yo no soy de los héroes/que fueron a la guerra”. Papel: “En barrilete,/bajo la tinta enamorada,/zozobrando en las fuentes/tengo hijos de papel,/y otros tantos que ardieron sin nombre/entre las balas,/tengo mil hijos muertos y el corazón sin piel”. La única alegría posible surge de algo que está más allá de las palabras (el canto) porque éstas han sido invadidas por nuevos significados, que las han despojado del sentido con que eran reconocidas. Simiz, para rescatar ese sentido, propone una reinvención de significados y de símbolos, como vía para recrear la naturaleza lúdica del contexto: Juguete: “Voy a hacer los juguetes de este día/ con la paloma estéril/y el niño que jugaba con esquirlas/ en Auschwitz,/con las últimas briznas, corcovos de jugar”. Niño: “Niños, cientos de niños/me roban las palabras,/niños celestes, cóncavos,/convexos, amarillos” 192

Paloma: “Hoy traigo el alma casi cementerio,/pero palomas ciñen mis palabras;/en palomar me visto de latidos;/mis versos peregrinos sueñan alas./Paloma en cinta de temblor, Paloma,/ paloma con dos alas como espadas” El disfrute a que, en el contexto perdido, invitaban los objetos (palabra- significado-símbolo) se recupera liberando de sus formas normativas al lenguaje que los evoca: los neologismos y los juegos de palabras son los que invitan a la alegría del descubrimiento y abren caminos hacia experiencias desconocidas: Gato: “Como un gato con botas o sin botas/ treparé hasta los astros que hay adentro,/en gateras, a gatas, como gata/les daré de mamar a los hambrientos,/gateando, regateando, defenderé mi voz/¡ay!, como gato en celo,/con gato engatusando/voy a hacerte el amor así, a lo gato/también, de sol a suelo ./Gatando, engatando,/gatiendo, engateciendo /gatunamente un gato/pasó delante de mi pecho abierto”. Esta exploración léxica abre un abanico de sentidos que inician el momento lúdico, invitando a la construcción de nuevos significados en la experiencia con el lenguaje, y a partir de ella, refundar tiempos y espacios de plenitud. La exploración intimista y reflexiva que venimos constatando en la poética de Claudio Simiz, y que en Los míos se realiza a medida que el autor construye su autoimagen, es análoga a la que emprende Antonio Machado en Soledades, donde el poeta sevillano expresa melancolía, recuerdos y dolor por la infancia perdida. El viajero machadiano evoca vivencias y paisajes, y describe a su gente, proceso que lo lleva a descubrir al poeta que hay en su interior: “y supo cuánto es la vida hecha de sed y de dolor./Y fue compasivo para el ciervo y el cazador,/para el ladrón y el robado,/para el pájaro azorado,/para el sanguinario azor”10. Nuestro autor, en su recorrido de sujetos y objetos que le son significativos, y del rastreo de su origen y sentimientos más arraigados, rescata en el arte poético su interior más profundo. 10 MACHADO, Antonio. Poesías completas. Editorial Austral. Colección Clásicos. 2010. 193

La poesía como mediadora del equilibrio cósmico Olga Orozco, al recibir el Premio de Literatura Latinoamericana Juan Rulfo, afirmó que “la poesía espera para sí misma la misteriosa gratificación de asir lo inasible y expresar lo inexplicable”11. En el mismo sentido, Claudio Simiz aspira a la superación de posturas segregacionistas y de fundamentalismos extremos a través de la poesía, ese espacio-tiempo- vivencia en el que la imaginación se libera y se da a explorar las zonas espirituales sumergidas, autocensuradas por los propios temores y vulnerabilidades. Después de cada exploración, el autoconocimiento adquirido lo predispone a conectarse con sus semejantes y a encaminar su energía hacia un estado de armonía y equilibrio: “Yo escribo los silencios de Dios/ a pura sangre;/yo desgarro los velos de la aurora,/yo escarbo el oro de un instante;/pero, a veces, quisiera ser un verso;/ese verso que siembra en cada labio/su propia eternidad, y su silencio”. Es un proceso siempre inconcluso, con avances y retrocesos, y será allí, en las profundas crisis existenciales, donde lo inasible e inexplicable será expresado con la mediación del Arte poética: “Antes que el sol se vaya de tus ojos,/antes que Dios diga basta,/antes que el polvo pierda las pisadas/y la sangre se enfríe en los altares,/antes que el viento arrase con las rocas./Esta agobiada, esta trémula rosa”. Simiz ha descripto este proceso en palabras más que elocuentes: “Esto consolida (al menos para mí) la imagen del poeta como oreja y lengua del gran latido cósmico, médium más que maestro, albañil más que arquitecto, que intenta manejar el fuego de Zeus (que no es suyo) con la “herramienta” díscola del lenguaje (que precariamente cree dominar) para comunicar algo a otros seres (que son y no son como él).(…) ya en el terreno de las imágenes y del poema mismo, experimento esa misma sensación de “develar la simpatía universal”, digamos un segmento del ADN cósmico, a la par de brotarme la estremecedora duda de haber realizado, apenas, un jueguito verbal, una pirueta que se sueña salto mortal. A veces envidio a los pintores y 11 OROZCO, Olga. Citada por KAMENSZAIN, Tamara en el Prólogo de Olga Orozco. Poesía Completa. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires. 2012. 194

a los músicos, los siento ante un campo abierto; nosotros, los poetas, estamos en la jungla del lenguaje, acechantes y acechados”12. Aflora, una vez más, la impronta machadiana: “la poesía es palabra en el tiempo”, que para el autor andaluz significaba que el poeta tiene una doble tarea: captar la esencia de las cosas (el misterio del hombre y del mundo) y expresar el transcurso del tiempo (el fluir de la vida). 3. Políticamente incorrecto: La mala palabra – De pura chapa y otros versos – Pan de agua quedará siempre un niño hurgando el horizonte hasta encontrar su pájaro. La mala palabra, 1997 Un reportero comunitario13 “Conviene precisar pronto que una posición intelectual, seriamente demostrada, no es completa si no está apoyada en una vida humana, en una experiencia acudiendo a todos aquellos rincones donde brota y se siente la vida” nos recuerda Ángel Valbuena Prat14. Y la prolongada experiencia como gestor cultural de nuestro poeta, es un incuestionable ejemplo esta afirmación. “Esas experiencias de animación cultural surgen, en primera instancia, de la necesidad de contactarme con la vida social” explica Simiz. Y es que, obtenido su título como profesor de letras, al orgullo que significó ser el primer graduado universitario de su familia, se sumó la necesidad de generar actividades socialmente transformadoras, que los claustros académicos no fomentaban: “Las busqué en la militancia política, en el desarrollo de tareas periodísticas y culturales… (…) ya en mis veinticinco años, me iba dando cuenta de que la política de los políticos no era para mí, y sí lo 12: http://www.revagliatti.com.ar/030816b.html . Entrevista de Rolando Revagliatti a Claudio Simiz. 13 Citas textuales: http://www.revagliatti.com.ar/030816b.html . Entrevista de Rolando Revagliatti a Claudio Simiz. 14 VALBUENA PRAT, Ángel. Citado por David González Ramírez en: Ángel Valbuena Prat. Biografía en tres actos. Analecta Malacitana. Universidad de Málaga. 2012. 195

era un territorio de experimentación, de comunicación y construcción grupal y horizontal, que ora con vértice en lo comunicacional, ora en lo educativo o artístico, me deparaba el sentimiento de estar desarrollando una tarea imprescindible para el crecimiento grupal e individual, autogestiva y contestataria del poder, de lo culturalmente impuesto”. Es entonces que empezó a trabajar en los medios, siendo la radial, su primera intervención: “Me tocó la época de las radios comunitarias, en el resurgimiento democrático y su posterior desarrollo, y tuve oportunidad de trabajar en las mismas con intensidad (llegué a superar las cuatro horas de conducción, más las tareas de producción en FM San Antonio de Padua, emisora en la que aprendí mucho). Tal vez la experiencia más original y aleccionadora haya sido la que desarrollé con un grupo independiente en Ciudad Oculta, donde instalamos una radio, en acuerdo con la comisión interna del barrio, para reconectar al mismo con los vecinos no villeros (pesaba una leyenda negra sobre la Oculta) y dar lugar a las voces soterradas; también nos interesaba ayudar a la comunidad a organizarse, en la medida de sus necesidades”. Más tarde, y con la misma visión transformadora, se sumó a la labor televisiva: “En el ‘89 apareció lo de la TV comunitaria. Yo integraba la cooperativa de comunicación Participar, que tenía un periódico homónimo de bastante circulación en el Oeste del Gran Buenos Aires (…) hacíamos un periodismo tendiente a la difusión de iniciativas solidarias y cooperativas, en particular en el ámbito de la cultura; éramos un modesto agente movilizador”. El poeta, devenido profesor universitario, percibió y sufrió intensamente el alejamiento entre la cultura del sistema y la gente, lo que lo llevó a desarrollar una intensa labor como gestor cultural, generando espacios de intercambio y de opinión entre los sectores más relegados del conurbano bonaerense. Simiz afirma que estas experiencias “fueron ricas en cuanto a pensar y desarrollar formas de trabajo periodístico y cultural alternativas y profundamente solidarias; además valoro la generación de un espacio donde pudimos conocernos grupos y personas provenientes de diversos contextos sociales”. La experiencia vital del hombre transita el mismo camino que la escritura del poeta: la lírica filosófica del profeta es puesta en acto por la actividad del profesor universitario y gestor cultural, y se 196

expresa como denuncia en el corpus de una poesía social. Para que el mensaje llegue a donde debe, el poeta recurre a las formas coloquiales, a los giros y apelativos lingüísticos del lenguaje informal, ampliamente utilizados en la literatura urbana, el folklore y la música popular, y la narración oral. El poeta social: denuncia y exhortación “En esta Argentina de fin de siglo, podríamos desechar sin dudas, infinidad de cosas, pero no sabemos bien qué aferrar o a qué aferrarnos. Quizás ésta sea la mejor explicación sobre el nacimiento de LA MALA PALABRA” expresa Claudio Simiz en las palabras que preceden a su poemario. Una voz que denuncia, con un lenguaje crudo y descarnado, la violencia y el desamparo que sufren las grandes masas de excluidos generadas por los programas neoliberales. El Estado, reducido a su esfera administrativa, ha delegado la gestión de sus funciones sociales y previsionales en entidades privadas, cuya lógica de funcionamiento son las tres e (efectividad, eficacia, eficiencia). La desarticulación de las instituciones provoca la progresiva erosión de los vínculos solidarios y la fragmentación social no tarda en manifestarse. La precarización laboral y el desempleo masivo, producidos por la reforma del Estado, aumentan los índices de pobreza a sus más elevados niveles históricos. Detrás de las estadísticas y estudios de mercado, la desnutrición infantil, las epidemias y la situación de calle son estragos cotidianos. Y aquí es donde se fija la mirada inquisidora y se alza la voz del poeta, en una denuncia imposible de eludir: “Que acalle el catedrático/ con el culo en su cátedra. /Y VOS,/ hijo de puta/que habitás en mi pecho,/hipócrita,/mezquino,/cagón,/enano,/ seguí reptándome,/pero en silencio,/porque se está durmiendo/el pibe de los trenes.” Pan de agua (La luna que. 2017), antología de poesía social bonaerense (que el autor compiló junto a Mónica Angelino) también es un material de denuncia. En su prólogo expresan: “hemos coincidido en la necesidad de apostar a una mayor visibilización de esta modalidad poética. (…)Los poetas aquí reunidos somos conscientes de los riesgos del facilismo o la 197

demagogia, pero también de la importancia de estas textualidades y prácticas culturales que, trascendiendo la intimidad/hermetismo, posicionan al arte en la senda del diálogo, de los espacios comunes y de los anhelos de una sociedad mejor”.15 Pan de agua y La mala palabra expresan la impotencia de quien observa con estupor el desamparo que padecen los sectores más vulnerables de la población, ante la mirada indiferente de una sociedad fragmentada, que naturaliza la inequidad y la imputa a quienes la padecen. La desidia del sistema estatal se transmite palmariamente en Decires, mediante el recurso de la ironía, emergida de los refranes utilizados: “Mañana, dicen, mañana/será otro día,/tranquilos./No hay mal que dure cien/ años…/Despacito y buena letra…/Tanto va el cántaro al río…/Y un niño llora de hambre,/de tinieblas,/ de frío”. El extremo del desamparo es tal que el niño que llora de hambre, de tinieblas, de frío queda invisibilizado en el ritmo de la cotidianidad (el ritmo y la rima del poema), tanto va el cántaro al río… Simiz ha trabajado en Ciudad Oculta, y ha visto, delante de sus propios ojos, esa realidad que el sistema político y sus voceros mediáticos pretenden controlada: “Pasé por los rascacielos,/ catedrales,/ aeropuertos/ y puertos./Y sigo viendo al niño/ descalzo entre las piedras”. Da testimonio de la violenta discriminación que estos seres deben afrontar cotidianamente, y que condiciona negativamente su proyección subjetiva y su inserción social: “Negro, villero, vago, curda, lacra,/ rotoso, cabecita,/ negro y basta./Grasa, grasún, grosero, groncho, mersa/(no hacen más que pedir)./Negro de alma,/ negro de mierda,/negrohermano”. Los distintos apelativos con los que los habitantes de las villas son designados, son enfatizados con la degradación que los no villeros les 15 PAN DE AGUA. Poesía social contemporánea de Buenos Aires. La luna que. Buenos Aires. 2017. 198


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